Los Doce Apóstoles
Los Doce Apóstoles
Los Doce Apóstoles
Discípulo que quiere decir “El que aprende” se conforman con el propósito que
estuvieran y acompañaran al Maestro en su misión de anunciar el Reino, formarlos
para luego mandarlos a predicar, debido a la constante y amenazas creciente de
los lideres religioso y el entusiasmo popular que ellos generaban, y la ferviente
admiración y alboroto social que Cristo provocaría , ÉL al estar consiente desde
siempre de su muerte terrenal tenía que pensar en estrategias que permitieran
que su obra permaneciera.
La vida pública de Jesús se muestra con su bautismo por mano de su primo Juan
el bautista que impacta a dos de los que luego serían sus discípulos. Y los cuatro
evangelios coinciden en relacionar el comienzo de la actividad ministerial de Jesús
con la llamada de los primeros discípulos, porque es lo primero que hace después
de anunciar la llegada inminente del Reinado de Dios, llamar a sus cuatro
primeros discípulos, (Mc 1,14-20). Desde ahí hasta completar su equipo de 12,
sus discípulos siempre están con Él. Le acompañan a todas partes y le son
testigos de todas sus actividades y todo lo que dice y enseña. Jesús les comparte
numerosas enseñanzas e instrucciones, e integrándolos cada vez más a su
misión, dándole al final de su ministerio el mandato de anunciar en su nombre y
con su misma autoridad el mismo mensaje que él anunciaba. Por eso este grupo
de hombres, es el que en primera persona más podrían constatar sobre ÉL, por
eso fue esta relación, respecto a las relaciones humanas, la más determinante en
su vida terrenal, puesto que es el eje, que da sustento y continuidad a su
cometido.
La pequeña hermandad nazarea, creían en el advenimiento del Mesías. Todos
esperaban al libertador nacional. Pero Jesús fue muy preciso en aclarar que él y
sus discípulos no se aliarían a ninguna de estas escuelas de pensamiento o
práctica. El Hijo del Hombre no sería ni nazareo ni esenio.
1. Andrés, el Primer Elegido
Al igual que Pedro fueron discípulos de Juan Bautista (Juan 1) Andrés conforma
los 4 discípulos del círculo más íntimo de Jesús y se esmeraba por servirlo con
rapidez, así lo demuestra la multiplicación de los panes en Betsaida, pero su fe
aun tal vez no estaba bien desarrollada.
Son muy pocas cosas que de él se dice, la mayoría de las veces solo se nombra,
pero hizo la diferencia, se impactó cuando Juan Bautista dijo: He aquí el cordero
de Dios, de inmediato buscó a su hermano para decirle ·hemos hallado al Mesías,
el Cristo, no tardó de poner en acción su fe y predicó de lo poquito que sabía.
5. Felipe el Curioso
Felipe fue el quinto apóstol en ser escogido, siendo llamado cuando Jesús y sus
primeros cuatro apóstoles se dirigían desde el campamento de Juan en el Jordán
hacia Caná de Galilea. Como vivía en Betsaida, Felipe conocía algo a Jesús
desde hacía algún tiempo.
Los frutos que Jesús insertó en cada uno de sus discípulos demuestran a vista de
todos lo que a ellos más cautivó, Felipe vivió el duro período de la muerte del
Maestro, participó en la reorganización de los doce, y fue el primero en salir a
ganar almas para el reino a los judíos, siendo su trabajo con los samaritanos ,
se puede ver como influyó a toda una familia, porque la esposa de Felipe, se
asoció activamente con su marido en la obra evangelista cuando huyeron de las
persecuciones en Jerusalén. Su esposa era una mujer temeraria. Permaneció al
pie de la cruz de Felipe, alentándolo a que proclamara la buena nueva aun a sus
asesinos, y cuando él ya no tuvo fuerza, ella siguió relatando la historia de la
salvación por medio de la fe en Jesús, y sólo pudieron silenciarla los airados
judíos apedreándola a muerte. Su hija mayor, Lea, continuó la obra de ambos,
llegando a ser posteriormente la famosa profetiza de Hierápolis.
6. El Honesto Natanael
Natanael, el sexto y último de los apóstoles escogidos por el Maestro mismo, fue
llevado a Jesús por su amigo Felipe y, con él, se dirigía a ver a Juan el Bautista
cuando se encontraron con Jesús, tenía 25 años, vivía en Caná De Jesús
comentó prejuicios personales cuando le hablaron de ÉL. «¿Puede venir algo
bueno de Nazaret?» Pero Natanael de inmediato cambió de opinión cuando
contempló el rostro de Jesús.
7. Mateo Leví
Mateo, el séptimo de los apóstoles, fue escogido por Andrés. Mateo pertenecía a
una familia de cobradores de impuestos, o publicanos, pero él mismo era un
recaudador de aduanas en Capernaum, donde vivía. Contaba con treinta y un
años, era casado y tenía cuatro hijos. Era un hombre de algún poder adquisitivo y
de influencias debido a su trabajo.
Fue uno de los apóstoles que se sedujo sobre los dichos de Jesús, y estas notas
se utilizaron en el Evangelio según Mateo.
Se entiende entonces que valoraba en Jesús, que dedicaba tanto amor a las
almas afligidas y excluidas que se encontraban desde hacía mucho sin los
consuelos de la religión. Hombres y mujeres rechazados por la sociedad,
desesperados, acudían a escuchar a Jesús, y él nunca rechazó ni a uno solo de
ellos.
Se ha dado más a conocer por una duda momentánea cuando quiso palpar las
heridas de Jesús para reconocerle, pero también otros hechos que demuestran
cuanto amaba a Jesús, como por ejemplo en Juan 11,8-6 , tras la muerte de
Lázaro ; Jesús corre peligro ,y sus discípulos le recuerdan que los judíos
intentaban apedrearle, pero Tomas dice “Vamos también nosotros muramos con
él”
Jacobo y Judas, los hijos de Alfeo, los pescadores gemelos que vivían cerca de
Queresa, el noveno y el décimo apóstol, fueron escogidos por Santiago y Juan
Zebedeo. Tenían veintiséis años y estaban casados, Jacobo tenía tres hijos y
Judas dos.
“Tadeo”, derivado del adjetivo arameo (la lengua de Jesús) Taddajja que significa
“valiente”, “digno de elogio” y “lleno de corazón”. La única mención que tenemos
de Tadeo aparte de los otros es esta misma en Juan 14.22. En el aposento alto, al
final del ministerio del Señor sobre la tierra, le dijo éste: “Señor, ¿cómo es que te
manifestarás a nosotros, y no al mundo?”
En la pregunta hay cierta nota lamentable; este hermano ha debido saber que el
mundo no le tenía cabida para su Maestro. Apenas cinco versículos antes, Él
había dicho al grupo que el Padre les iba a dar el Espíritu de verdad, “al cual el
mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce”. El Señor había agregado
que ellos, los discípulos, le conocían porque el Espíritu moraba con ellos, y estaba
por morar en ellos, como Él mora en nosotros los creyentes hoy en día.
El Señor proseguía, hablando de guardar sus mandamientos y ser amado así del
Padre. Pero Judas Tadeo estaba pensando todavía en la declaración intermedia:
“Toda-vía un poco, y el mundo no me verá más, pero vosotros me veréis”. Esto él
no entendía. Si Judas Tadeo hubiera tenido un concepto más adecuado de lo que
es este mundo, y qué es por naturaleza cada corazón humano, nada le hubiera
extrañado que el Señor se retirara del mundo. Su sorpresa hubiera sido, en
cambio, que el Señor se dignara a revelarse a unos pocos.
Santiago el Menor es considerado pariente (primo) de Jesús (Mt 13,55; Mc 6,3; Ga
1,19) y hermano del apóstol Judas Tadeo (Judas 1,1; Lc 6,16; Hch 1,13). En las
listas de los apóstoles se le llama hijo de Alfeo, y en todas ellas es mencionado
encabezando el tercer grupo de la lista de los Doce. Referencias particulares a
Santiago el Menor no se encuentran en los evangelios, pero sí en el libro de los
Hechos y en algunas de las cartas. del apsotol Pablo, en la lista de apariciones del
Señor entre la Resurrección y la Ascensión, recuerda la de Santiago (1 Co 15, 7).
Junto con Pedro y Juan, es considerado una de las "columnas" de la iglesia en
Jerusalén (Ga 2,9). Cuando, en el año 44, Pedro escapó de la cárcel, quiso que se
le avisara a Santiago, que gozaba ya de una marcada preeminencia en la Iglesia
de Jerusalén (Hch 12,17)
Simón el Zelote, el onceavo apóstol, fue escogido por Simón Pedro. Era hombre
hábil, de buen linaje y vivía con su familia en Capernaum. Tenía veintiocho años
cuando se unió a los apóstoles. Era un vigoroso agitador y también un hombre que
hablaba mucho sin pensar. Había sido mercader en Capernaum antes de dedicar
toda su atención a la organización patriótica de los zelotes.
Judas Iscariote, el duodécimo apóstol, fue escogido por Natanael. Había nacido en
Queriot, un pequeño pueblo del sur de Judea. Se interesó en la predicación y la
obra de Juan el Bautista. Los padres de Judas eran saduceos, y cuando su hijo se
unió a los discípulos de Juan, lo repudiaron, tesorero del grupo. Un hombre culto.
Desde el principio el Maestro entendió plenamente las debilidades de este apóstol
y supo muy bien los peligros de admitirlo en el círculo de los apóstoles. Pero está
en la naturaleza de los Hijos de Dios dar a todos los seres creados una
oportunidad plena e igual de salvación
· Por tanto desde la elección del primer apóstol que fue el 23 de febrero al 12 de
enero del año 27 transcurrió un periodo de casi un año.
LOS 12 APÓSTOLES
¿Por qué a 12? La respuesta es por las 12 tribus de Israel, las cuales son las bases
generacionales de los Judíos solamente, pero el ministerio de Jesucristo era
primeramente una vuelta de su pueblo a Dios, para poder también llevar el
verdadero mensaje a todas las naciones. Sin este paso previo que bien podríamos
considerar como reforma, hubiera sido imposible. En tiempos de Jesús, Israel
estaba lejos del Señor y además rechazaron al Mesías, y los Judíos sin el Mesías
no pueden dar testimonio a las demás naciones. Su separación del Mesías
Yahshua se refleja en la historia de las profecías sobre Israel. El Señor tenía que
comenzar una nueva etapa con 12 nuevos patriarcas espirituales, como Abraham,
basados en la fe.
Los doce apóstoles cumplirían el propósito del Señor y en efecto llevarían el
Evangelio del Reino de Dios a todas las naciones, obra que perdura hasta hoy y
que sigue expandiéndose a todos los rincones de la tierra. La Biblia está traducida
ya a más de 200 idiomas, y cada año es el "best seller mundial".
Mientras los siglos han pasado y la Iglesia en el mundo se ha ido dividiendo cada
vez más en distintas denominaciones, la fe una vez dada por el Señor sigue
vigente, Su Evangelio sigue transformado las vidas de los que Le reciben y
llenando de esperanza y de fe en la venida de Su Reino, no solamente del eterno,
sino del que hay entre hermanos de un mismo sentir en la Iglesia en todo el
mundo.
Los 12 apóstoles fueron un ejemplo, con sus virtudes y defectos, del mismo
modo que nosotros hoy tenemos los nuestros, pero es en el carácter e historia de
ellos que centraré un acercamiento para aprender espiritualmente el significado
de unas vidas consagradas al Hijo de Dios y, por ende, al Padre en el Espíritu
Santo, que recibieron en Pentecostés; la promesa del Padre, como dijo Jesucristo,
unas vidas elegidas por Dios mismo.
Nosotros, como Cristianos que leemos la Biblia durante nuestras vidas, por estar
Ésta viva, y por ser El Verbo de Dios, nuestra guía de conducta moral y la base
de nuestra relación personal con Dios a través de Jesucristo, en Espíritu, y con
nuestro prójimo, podemos ver en el carácter de los 12 apóstoles, mostrado en la
Biblia, un ejemplo de vidas y compararlos con nuestras reacciones y
comportamientos, como lo hacemos con otros personajes de la Biblia y la historia
de la Iglesia. Veremos que estos 12 hombres eran normales y corrientes, como
cualquiera de nosotros, pero creyeron al Señor y le siguieron durante sus vidas.
Para ver sus vidas, recordemos un momento los nombres de los 12: Simón Pedro
o Cefas y Andrés su hermano, Juan y Jacobo o Santiago, hijos de Zebedeo,
llamados los Boanerges "hijos del trueno", estos cuatro eran pescadores. Felipe y
Bartolomé, Mateo o Leví, Tomás, Jacobo o Santiago hijo de Alfeo, Simón el
Zelote o cananista, Judas Lebeo o Tadeo, hermano de Jacobo, y Judas Iscariote.
Mateo 10, Marcos 3 y Lucas 6. Estos fueron los primeros líderes de la Iglesia, a
quienes sucederían los primeros padres de la Iglesia. Hay más apóstoles de entre
los discípulos de Jesús pero en principio veremos a los 12. Además para
profundizar más sobre los primeros padres de la Iglesia existen varios trabajos
sobre patrística.
De ellos, todos menos uno, vivían en Galilea de los Gentiles, Mateo 4:15, la
tierra que había pertenecido a la tribu de Zabulón, "morada" y a la tierra
de Neftalí "mi combate", ...Camino del mar, al otro lado del Jordán..., y solo uno,
precisamente de la tierra de Judá, Judas Iscariote, "de kiriot" cerca de Jerusalén
fue quien le traicionó; un hecho que no podría ser más significativo. Y esta
profecía narrada en Mateo sobre la tierra de Galilea está en Isaías 9:1-2, donde
nos dice el Señor que sería la tierra que tendría el gran privilegio de tener al
Mesías, pues era ...el pueblo asentado en tinieblas que vio gran luz, y a los
asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció. Desde entonces
comenzó Jesús a predicar y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se
ha acercado. En Galilea estaban las poblaciones de origen de los apóstoles como
Capernaum, Corazín o Tiberias. Luego la narración sigue mostrándonos cómo
andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos:
Pedro y Andrés, dos hermanos, los dos eran pescadores; a uno de ellos, el Padre
le revela que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente, y por ello sería llamado
"Cefas o Petrus" piedra. Andrés, discípulo de Juan Bautista recibió la fe primero.
Ellos son dos formas de ver a Cristo en un pescador de hombres. Pedro estaba
casado, sabemos de la sanidad de su suegra, seguramente tendría hijos y llevaba
una vida normal y humilde. Andrés recibe la fe pero Pedro recibe además la
revelación. La Piedra de la fe es Cristo, como nos enseña el propio Pedro, a quien
la iglesia de Roma convirtió en vicario o representante de Cristo en la tierra. El
cristiano ha de discernir esto con claridad, pues como el propio Pedro explica en
su epístola, no es él la piedra de la fe. La Iglesia se edifica sobre la fe en Cristo.
Pedro anda sobre el mar, y aunque se hunde es valiente, pero el Señor le mostrará
que su fe es débil; sí, la fe de aquel que era el ejemplo de una fe revelada se
hundía, porque dudó. Tendría que ir con los demás hermanos en la barca. Andrés
también iba en la barca. Él estaba siempre pendiente de los discípulos y de las
profecías sobre la venida del Señor; es quien le pregunta cuando sucederían, Su
venida y la destrucción del templo. Cuando Jesucristo se mostraba en situaciones
de mayor profundidad tenía a tres discípulos escogidos: a Pedro, Jacobo y Juan; y
Andrés sería el que mantendría al Señor al corriente de la congregación de los
Apóstoles, como refleja Juan 12:22. Andrés era discípulo de Juan Bautista,
representa la experiencia espiritual, el conocimiento de las profecías, la ley y la
religión, aunque deja todo y sigue al Mesías, no lo hace del modo que lo hace
Juan.
Las tres veces que Pedro niega a Jesús, Marcos 14:26, serían confrontadas por las
tres veces que Jesús le preguntaría: ...¿me amas más que éstos?... Juan 21. Su
negación tres veces, vista en nosotros, nos advierte de situaciones de persecución,
incluso de muerte en las que debemos ser valientes y orar por ello, similares a la
que se enfrentó Pedro cuando fue reconocido como uno de los discípulos en el
arresto del Señor. También se refleja su constante necesidad de confrontar tres
veces las cosas cuando es invitado por el Señor a comer animales inmundos que
él había santificado, en la visión del lienzo, en referencia a Cornelio el centurión.
Hechos 10:16. El Señor usa de paciencia con Pedro, como un buen padre con un
hijo a quien le cuesta cumplir las cosas, y difícil de convencer, pero que una vez
que lo ve claro, las cumple y el resultado es firme y determinante. El Padre le dio
la revelación de que Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios viviente, y estas
circunstancias y características suyas no lo impidieron. Nosotros, del mismo
modo somos bendecidos por Dios, aun con nuestras limitaciones y defectos, y
hacemos y haremos cosas grandes de Dios, por nuestro corazón volcado hacia
Dios, hacia la Iglesia, hacia el prójimo y por nuestra fe. Para profundizar más
puede leer Apacienta mis ovejas.
Juan y Jacobo o Santiago, otros dos hermanos, hijos de Zebedeo; otros dos
pescadores de hombres. Llamados por Jesucristo los Boanerges, -hijos del
trueno- seguramente por su carácter. Curiosamente el carácter de estos dos
hermanos en su fuerza se convierte en el amor y en la piedad, las cuales han de
ser en nosotros dos truenos. Otras dos experiencias de una misma procedencia, en
nosotros mismos. Juan es el discípulo amado, el que recibe la cercanía de la
mayor revelación del corazón de Cristo. Él estaba con Jesús cuando fue
arrestado, no se apartó de Él, fue el único que se mantuvo a su lado, aquí y en la
Cruz, y era conocido del sumo sacerdote, lo vemos en la narración del
interrogatorio en el patio de Anás, Juan 18:15. Además era el más joven, el más
niño, y por ello el que más recibe del Reino de Dios. ¡Hagámonos como niños!.
La madre quería que estuviesen en eminencia Mateo 20:20-21, y era parienta de
María la madre de Jesús. No debemos ponernos en primer lugar. Juan estaría
junto al Señor ante la Cruz, y cuidaría de María, y a ella le dejaría su hijo Jesús a
Juan en su lugar, para consolarla. Juan, el discípulo amado tenía un corazón más
dispuesto al Señor, y es por ello que recibe las más increíbles y profundas
revelaciones y enseñanzas del Señor. Ningún otro autor inspirado por el Espíritu
Santo recibió tanto en dos campos tan distantes como el espiritual y el profético.
Su evangelio, el más profundo y directo al corazón, y Apocalipsis, la mayor
revelación profética, digna de un hijo del trueno. Esta sea nuestra actitud ante
Dios. Seamos pues hijos del trueno y de la alabanza, una alegoría del bautismo en
Espíritu Santo y fuego, Mateo 3:11. Su hermano Santiago o Jacobo, es uno de los
tres privilegiados que estaban en los acontecimientos más relevantes del Señor.
Sufriría el martirio a espada por orden del rey Herodes. Hechos 12:2, fue así el
primero de los apóstoles en sufrir el martirio. Su carácter piadoso a la vez que
impetuoso como su hermano Juan les haría discípulos transformados por el
Espíritu.
Felipe le pide a Jesús: ...muéstranos al Padre y nos basta, Juan 14:8... Aunque
parezca contradictorio y una muestra de impaciencia, Felipe en el
desconocimiento, falta de visión o revelación en el momento que le pregunta a
Jesús sobre el Padre, nos muestra su paciencia en la profundización de la
enseñanza de Jesús. Él espera a ser enseñado, es paciente para con el Señor. Esta
ha de ser una de nuestras cualidades del carácter, la paciencia, aunque no
comprendamos muchas cosas, debemos esperar en el Señor a ser enseñados por
Él, el verdadero Maestro, a través del Espíritu Santo.
Tomás, o Dídimo, mellizo, famoso por su incredulidad; las dudas del cristiano, la
falta de fe en muchos momentos de la vida. Pero sería su bondad la que haría que
su entrega a Jesús fuera definitiva. Estaba dispuesto a morir con Jesús cuando el
Señor quería regresar a Judea, Juan 11:7. La bondad supera a la incredulidad,
pues la fe es un don de Dios, pero la bondad procede del corazón, y el corazón
bueno gana la bendición de Dios. Dios da fe a los de buen corazón, pues Él pesa
los corazones. Lo malo es aquel que es incrédulo y de corazón malo, aquellos que
maquinan el mal en su corazón, esos son desechados por Dios. Su confesión al
ver a Jesús resucitado y poner su mano en su yaga y en sus manos, es famosa:
...Señor mío y Dios mío... Juan 20:28.
Simón el cananista o el zelote. Los zelotes son un partido patriota que hoy podría
identificarse con algún partido político en defensa de la tierra prometida de
Canaan por Dios al pueblo de Israel. Siendo seguramente también de Caná, no es
de extrañar que pudiera ser de familia o influencia de los defensores Judíos en
contra de la ocupación romana, un movimiento prácticamente extinguido en
tiempo de Jesús. Su conversión sería para él una prueba de su cambio profundo
de pensamiento por el Espíritu. El dominio propio o templanza.
Judas Iscariote, de Judá, el traidor asociado a los miembros del sanedrín, y los
sacerdotes de la Ley. Judas Iscariote es la religión, la tradición, la tribu de Judá la
cual traiciona a su propio Mesías. El tesorero, que amaba el dinero y robaba de la
bolsa del Señor hasta tal punto llego su codicia que fue cegado por el diablo, se
enojó cuando María ungió al Señor con el perfume de gran precio, hasta llegar a
entregar al Señor por dinero. ...raíz de todos los males es el amor al dinero... el
cual codiciando algunos se apartaron de la fe. 1Timoteo 6:10. Judas es de Judea,
de tierra de Judá, los demás son de Galilea. Jesús es de la tribu de Judá. Al salir
Judas del aposento alto quedan los verdaderos discípulos apóstoles. No tomaré de
él ninguna cualidad de carácter como es lógico, pues vivió en la avaricia, el robo
y la traición. Su soberbia le impidió pedir la misericordia divina.
Pablo no está en los 12 apóstoles del principio que vivieron con Jesús Su
ministerio, pero es el apóstol que llamó directamente el Señor tras Su ascensión.
Sería un pilar clave en el proyecto del Señor para llevar el Evangelio al mundo
entero, y por lo tanto, y aunque Judas es sustituido por Matías, sería Pablo el que
tendría una relevancia fundamental en las 12 columnas de la fe y el carácter que
el Señor imprimió en sus espíritus. Pablo sufre una radical transformación de
activo enemigo y perseguidor de la Iglesia, por su celo de Dios y de la Ley, al
más feroz predicador de Cristo con riesgo de su vida en muchas ocasiones,
dispuesto a convertir al mundo, como así lo hizo en su tiempo y cuyo legado hoy
permanece tras 2000 años, como el de todo el Nuevo Testamento del Señor
Jesucristo. El Señor sabía muy bien a quien escogía, como lo sabe hoy.
Tomaremos pues a Pablo como el apóstol número 12 para la lista de caracteres
apostólicos que el cristiano puede aprender para formar el suyo.
Pablo será el apóstol del conocimiento del Señor, como queda patente en sus
enseñanzas. Educado en la más estricta cátedra de la Torá, en la escuela de Gamaliel,
prestigioso maestro y doctor de la Ley de Dios, de fe fariseo, la que cree en la
resurrección dentro del judaísmo. Todo este conocimiento, sería a priori dejado de
lado para predicar a los gentiles que no saben nada de la Torá, viviendo Pablo entre
culturas helenísticas y otras diversas con deidades y costumbres paganas. Pareciera
que el Señor no hacía uso de su conocimiento, pero sería en su enseñanza a los Judíos
que crearía un vínculo entre Judíos y Gentiles, al ser el que el Señor preparó para
enseñar en la misma línea del propio Jesucristo, que el Evangelio no es solo para
Judíos, sino para todas las naciones de la tierra. Que la Palabra de Dios tiene un
significado espiritual transformador y que aquel que viene a la Biblia con los ojos del
Espíritu encuentra la Vida espiritual. Sería el reformador de entre los apóstoles, como
el propio Señor lo fue a Su propio pueblo.
Tomando las dos listas, la de los frutos del Espíritu y la de la naturaleza divina, y
profundizando en el significado de las palabras traducidas del Texto Griego en
varias versiones, si unimos las dos listas y restamos los que coinciden hallaremos
los 12 caracteres apostólicos que los dos apóstoles Pedro y Pablo nos enseñan en
nombre del Señor:
Gálatas 5:22 Los frutos del Espíritu: Amor (de Dios) o Caridad, Gozo,
paz, Longanimidad, paciencia, Benignidad, Bondad, Fe, Mansedumbre, Templanza
o Dominio Propio.
APÓSTOL CUALIDAD
PEDRO FE
JUAN hijo de Zebedeo y
AMOR O CARIDAD
hermano de Jacobo
JACOBO O SANTIAGO
PIEDAD O BENIGNIDAD
hijo de Zebedeo
ANDRÉS AFECTO FRATERNAL
FELIPE PACIENCIA
BARTOLOMÉ O
PAZ
NATANAEL
MATEO O LEVÍ VIRTUD
TOMAS BONDAD
JACOBO O SANTIAGO
MANSEDUMBRE
hijo de Alfeo
SIMÓN el zelote o
DOMINIO PROPIO O TEMPLANZA
cananista
JUDAS lebeo o tadeo GOZO
PABLO elegido
CONOCIMIENTO
directamente por el Señor
Pedro, Jacobo y Juan son la fe, la piedad y el amor de Dios. Estos son
compañeros del Señor en la transfiguración, la resurrección de la hija de Jairo, y
en la oración en Getsemaní.
A partir de aquí todos son los 11 no los 12 y tomarían la Santa Cena y recibirían
la enseñanza íntima y profunda en la última Pascua, en Juan 13:31 hasta el
capítulo 17 completo. Nada menos que el Nuevo Mandamiento, Jesús anuncia la
negación de Pedro; Jesús, el Camino al Padre; La promesa del Espíritu Santo;
Jesucristo, La Vid Verdadera; El mundo os aborrecerá; La obra del Espíritu
Santo; La tristeza se convertirá en gozo; Yo he vencido al mundo, y la tremenda
oración de Jesús por sus discípulos, por todos los Cristianos, de su tiempo y
futuros, por nosotros, antes de ser traicionado, arrestado, burlado, torturado,
crucificado y abandonado. Toda esta maravilla es dada entre sus íntimos amigos,
los 11, en la Santa Cena que con Jesús eran 12. Es pues cuando estamos con el
Señor, cuando nos sentimos cerca de Él, en la Santa Cena, entre hermanos que
conocemos bien, que el Señor nos revela Su corazón. Pero lo que brilla más del
amor del Señor es Su Corazón y Su entereza ante la situación que sabía que iba a
vivir en unas horas más tarde, y la profundidad de enseñanza que da a los
apóstoles justo antes. Eso si que es tener el corazón puesto en una determinación,
en un proyecto de vida y salvación, en la misericordia, en la obra de Dios y en el
amor por nosotros. El Señor obtendría la victoria sobre el pecado, sobre la
muerte, resucitaría, se manifestaría durante 40 días y sería llevado arriba al trono
de la Gloria. Bendito el Señor Jesucristo, nuestro Rey. Maranatha.
Pedro y Juan solos con el Señor los vemos en varias ocasiones sin los demás
discípulos, ni siquiera está Jacobo, hermano de Juan. Estos eventos son la
resurrección, donde son Pedro y Juan los que acuden tras las Marías en el
sepulcro. Primero había sido Magdalena, el alma llena de pecados que ha sido
perdonada y que ama al Señor, es la primera en verle resucitado. Pedro recibe la
exhortación de ¡apacienta mis ovejas! y Juan el discípulo amado queda con ellos
presenciando la conversación. Y es que son la fe y el amor del Espíritu los dones
necesarios para creer en los milagros del Señor.
Jesús aparece a 7 de sus discípulos cuando Pedro no pescó nada en toda la noche;
Juan 21. Simón, Tomás, Natanael, Juan y Santiago, y otros dos. Faltaba el poder
de Jesús para que los pescadores pudieran pescar. Del mismo modo hoy, la
Iglesia no pesca si no tiene todos sus dones en funcionamiento y el poder y la
voluntad del Señor. Una iglesia viva tiene que tener el Evangelio puro del Señor
Jesucristo, la exaltación de Cristo como Rey en medio de la congregación, una
sana doctrina, alabanza y un corazón de afecto fraternal y amor por los hermanos
y a los necesitados.
Todos, los 11, estarían en la aparición de Jesús resucitado, donde vemos saciada
la incredulidad de Tomás. Y también todos estarían en la Gran Comisión y todos
en la ascensión.
CONCLUSIÓN
Los doce hombres que hemos visto eran hombres normales y corrientes, como
cualquiera de nosotros, no superhéroes, pero bendecidos y escogidos, lo cual nos
muestra lo que Dios puede hacer a través de la entrega a Él, pues es Él quien nos
hace especiales, no nosotros por nuestras fuerzas o recursos propios, sino por Su
Espíritu en nosotros.
En una segunda parte sobre los Apóstoles trataré la sucesión apostólica, tomando
como base histórica de los comienzos del Cristianismo, la Biblia. Además
abordaré la historia de la patrística y la controversia sobre los apóstoles hoy, no
solo en el seno de las iglesias que se adjudican la sucesión, sino en las de nuevo
corte neo pentecostal.
Mientras tanto y como el Espíritu Santo escoge a aquellos que están dispuestos a
servirle, sin necesidad de autorización humana, jerárquica o de concilios, como
demuestra la propia Biblia en Hechos de los Apóstoles, en la narración del
comienzo de la iglesia en Antioquia por mano de apóstoles anónimos para
nosotros, aunque no para Dios; Hechos 11:19 al 30, seamos embajadores de
Cristo allí donde vayamos, en el día a día, con la gente a la que hablamos en la
vida diaria, pues este es el verdadero apostolado, vivo. Si el Señor Jesucristo ha
comprado con su Sangre una nación de reyes y sacerdotes, ¿cómo no irán éstos
en Su nombre?, me refiero a todo Cristiano que en verdad lo sea.
Andrés.- Como apóstol fue una persona muy afable, hombre tranquilo, muy
sosegado, amigable, sonriente, de buen carácter. El evangelio lo presenta como el
hermano de Pedro. El evangelio lo menciona solo tres veces pero curiosamente en
esa tres veces se le ve trayendo gente a Jesús (Juan 1, 40-41. 6, 8-10. 12,22).
Andrés vivía convenciendo a la gente para que siguieran a Jesús.
Bartolomé.- Apóstol de una personalidad extrovertida, místico, soñador pero
muy olvidadizo, tenía la cabeza en otro lado. Vivía enamorado de una visión, de un
sueño, de una persona, de la idea del Reino de los Cielos. Modelo e inspiración de
todos los hombres que se han entregado totalmente a Dios.
Felipe.- Un tipo muy práctico, pero siempre cauteloso, andaba con mucho cuidado
y caminaba con “pie de plomo”. Era muy meticuloso, detallista y eso casualmente lo
llevaba a ser práctico: él no se entregaría a cualquier movimiento religioso así
porque así. Fue Jesús el que buscó a Felipe y lo encuentra en Galilea y le dice:
“sígueme”; en sus conversaciones plantea cuestiones prácticas y exige respuestas
también prácticas (Juan 6, 7. 12, 22 y 14, 6-11).
Mateo.- Una habilidad increíble para los cálculos, para los números. De mente
muy ágil y cuando se trazaba metas se obsesionaba por conseguirlas. Mateo era
Publicano, recolector de impuestos y por eso era visto como avaro, corrompido.
Jesús pasa junto a él y lo llama: “sígueme”, y él cierra los libros, sale de su trabajo,
abandona la caseta y de publicano y estafador pasa a ser discípulo y seguidor de
Cristo (Mateo 9, 13).
Simón.- Se decía que pertenecía a la secta de los Zelotes –movimiento religioso
subversivo contra los romanos- pero en realidad no hay nada concreto sobre eso a
pesar que Lucas (6, 16) lo llama Zelote (¿quizá porque Zelote significa Celoso?). Era
un hombre de mentalidad militar que terminó transformándose en un ser con
mentalidad misionera.
Santiago el Mayor.- Era pescador y trabajaba con su padre; Jesús lo llamaba
“hijo del trueno” por su recia personalidad y temperamento ardiente. Él es uno de
los dos (junto a su hermano) que pretendieron el primer lugar en el Reino de los
Cielos (Marcos 10, 35-40)
Santiago el Menor.- Este Santiago es el apóstol más desconocido de todos. Solo
aparece en la lista de los doce pero no más, ni nada más. Santiago el Menor
representa en esta humanidad a todos los “Don Nadie” que trabajaban para
Jesucristo sin esperar reconocimiento alguno. En esa actitud de “Don Nadie” es que
el Señor a uno lo convierte en “Don Alguien”. Santiago fue el primer apóstol que
selló con su sangre la verdad de la religión cristiana (Hechos 12, 2). No confundir
con Esteban que fue el primer mártir cristiano.
Juan.- Tenía un espíritu muy sensible pero era “cascarrabias”: propenso al enojo, a
la explosión; tenía mal genio, era irritable, impulsivo. Era pescador y trabajaba con
su padre cuando Jesús lo encontró. Estuvo junto a Jesús en los momentos de
mayor intimidad y en los más amargos sufrimientos (Juan 13, 23-25; 19, 25-27).
Pedro.- Impulsivo, impetuoso, extrovertido; había nacido para ser líder. Cristo le
dio el nombre de “Roca”; pero el evangelio nos muestra, que no actuó siempre
como “Roca” (Mateo 14, 27-30; 16, 21-23). Cristo lo confirma entonces como líder
de su Iglesia: Juan 21, 15-17. Entregando la vida llega a realizar el nombre que le
había dado su maestro: “Roca”. Murió crucificado en Roma con los pies hacia
arriba y la cabeza hacia abajo.
Judas Iscariote.- Tuvo las mismas oportunidades que los demás; vio y oyó lo que
ellos vieron y oyeron. También anunció el Reino, pero fue el apóstol obsesionado
por derrocar a los romanos dado que tenía la mentalidad Zelote -él si había sido
Zelote-, lo entregó a los enemigos pero no como traición sino como una estrategia
de su parte mal hecha: Lucas 22, 47-53. Un traidor festeja, no se suicida por
arrepentimiento.
Judas Tadeo.- Hermano de Santiago el menor, es, por contraste con Judas
Iscariote, el apóstol constante. En la última cena hizo a Jesús una pregunta. La
respuesta que recibe se convierte para él en norma de vida (Juan 14, 22-24). En la
carta que escribe a los cristianos los exhorta a la fidelidad, a no dejarse llevar por
falsas doctrinas.
Tomás.- Fue el apóstol más melancólico, áspero para tratar, terco y pesimista. No
miraba la vida, miraba el sufrimiento que hay en la vida. Él era la duda encarnada;
el Evangelio registra sus palabras y en ninguno de ellos se desmiente porque Tomás
es siempre el mismo: abatido, escéptico, obstinado: (Juan 11, 16; 14, 2-4; 20, 24-
29).
Hasta aquí están los doce apóstoles llamados por Jesús pero la Iglesia considera a
dos apóstoles más que también fueron llamados por Jesús. A uno de ellos, cuando
iba en una persecución cristiana camino a Damasco (Hechos 9) el Señor lo llamó: el
apóstol Pablo.
Pablo.- Un hombre muy corajudo, valiente y que literalmente estuvo en más de
una ocasión frente a la muerte por evangelizar. Es gracias a él que las comunidades
primitivas –en su mayoría- fueron evangelizadas. Fue decapitado en Roma.
Así fueron los hombres que Jesús escogió: envidiosos, egoístas, obsesionados,
codiciosos, temerosos, pesimistas, ásperos, pero que al seguir al Señor Él les
cambió el corazón. Personas con limitaciones, taras y complejos. Porque tú –como
cualquier apóstol- tienes más de uno de estos rasgos, para Jesucristo el apóstol
catorce eres tú.
Algunos de los apóstoles habían sido discípulos de Juan el Bautista antes de llegar a serlo de
Jesús. (Jn 1:35-42.) Once debieron ser galileos (Hch 2:7), y tan solo a Judas Iscariote se le
consideraba natural de Judea. Provenían de la clase trabajadora: cuatro eran pescadores de oficio
y uno había sido recaudador de impuestos. (Mt 4:18-21; 9:9-13.) Parece que por lo menos dos eran
primos de Jesús (Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo). Los líderes religiosos consideraban a
estos hombres “iletrados y del vulgo”, una señal de que su educación era elemental y no la que se
obtenía en las escuelas de estudios superiores. Algunos, entre ellos Pedro (Cefas), estaban
casados. (Hch 4:13; 1Co 9:5.)
Parece ser que Pedro, Santiago y Juan disfrutaron de una relación más estrecha con Jesús que el
resto de los apóstoles. Solo ellos fueron testigos de la resurrección de la hija de Jairo (Mr 5:35-43)
y de la transfiguración de Jesús (Mt 17:1, 2), y fueron los apóstoles que más se adentraron con él
en el jardín de Getsemaní la noche de su detención. (Mr 14:32, 33.)
Existía al parecer una afinidad especial entre Jesús y Juan, y se considera que este es aquel a
quien se hace referencia como el “discípulo a quien Jesús amaba”. (Jn 21:20-24; 13:23.)
Selección y primeros años de ministerio. Se seleccionó a los doce de entre un grupo más grande
de discípulos, y Jesús los nombró apóstoles ‘para que continuaran con él y para que él los enviara
[a•po•stél•l_ei] a predicar y a tener autoridad para expulsar los demonios’. (Mr 3:13-15.) Desde
entonces, ‘continuaron con él’ en asociación muy estrecha durante el resto de su ministerio
terrestre, recibiendo una instrucción intensiva a nivel personal y en el campo ministerial. (Mt 10:1-
42; Lu 8:1.) Como alumnos de Jesús, se les siguió llamando discípulos, en particular en referencias
a acontecimientos anteriores al Pentecostés (Mt 11:1; 14:26; 20:17; Jn 20:2), pero a partir de ese
momento, siempre se les llama “apóstoles”.
Cuando fueron nombrados, Jesús les dio poderes milagrosos para curar enfermos y expulsar
demonios, poderes que usaron hasta cierto grado durante el ministerio de Jesús. (Mr 3:14, 15;
6:13; Mt 10:1-8; Lu 9:6; compárese con Mt 17:16.) Sin embargo, esta actividad siempre estuvo
subordinada a la obra principal de predicar. Si bien los apóstoles formaban un grupo íntimo de
discípulos, en su instrucción y preparación no hubo ritos ni ceremonias misteriosos.
Debilidades humanas. A pesar de que se les favoreció mucho como apóstoles del Hijo de Dios,
tuvieron los defectos y debilidades comunes a los seres humanos. Pedro tendía a ser irreflexivo e
impetuoso (Mt 16:22, 23; Jn 21:7, 8), Tomás era difícil de convencer (Jn 20:24, 25) y tanto Santiago
como Juan mostraban impaciencia inmadura. (Lu 9:49, 54.) Riñeron en cuanto a la cuestión de su
futura grandeza en el reino terrenal que esperaba que Jesús estableciera. (Mt 20:20-28; Mr 10:35-
45; compárese con Hch 1:6; Lu 24:21.) Así mismo, reconocieron que necesitaban más fe. (Lu 17:5;
compárese con Mt 17:20.) A pesar de sus años de asociación íntima con Jesús, y aunque sabían
que era el Mesías, todos le abandonaron cuando fue detenido (Mt 26:56), y tuvieron que ocuparse
de su entierro otras personas. En un principio, a los apóstoles les costó aceptar el testimonio de las
mujeres que vieron primero a Jesús después de su resurrección, y tenían tanto temor que se
reunían con las puertas cerradas con llave. (Lu 24:10, 11; Jn 20:19, 26.) Jesús les amplió su
conocimiento una vez resucitado, y después de su ascensión al cielo, al cuadragésimo día de
resucitar, estos hombres demostraron un gran gozo y “estaban de continuo en el templo
bendiciendo a Dios”. (Lu 24:44-53.)
1 Juan
Hijo de Zebedeo y Salomé (compárese con Mt 27:55, 56; Mr 15:40), y hermano del apóstol
Santiago. Es probable que Juan fuese más joven que Santiago, ya que a este se le suele nombrar
en primer lugar cuando se les menciona a los dos. (Mt 10:2; Mr 3:14, 16, 17; Lu 6:14; 8:51; 9:28;
Hch 1:13.) Zebedeo se casó con Salomé, de la casa de David, que posiblemente era hermana
carnal de María, la madre de Jesús.
Antecedentes. Parece que Juan provenía de una familia acomodada. Su padre Zebedeo tenía
empleados en un negocio de pesca, del que Simón era socio. (Mr 1:19, 20; Lu 5:9, 10.) Salomé, la
esposa de Zebedeo, estuvo entre las mujeres que acompañaron y sirvieron a Jesús mientras
estaba en Galilea (compárese con Mt 27:55, 56; Mr 15:40, 41), y fue una de las que llevó especias
con el fin de preparar el cuerpo de Jesús para su entierro. (Mr 16:1.) Del relato bíblico se
desprende que Juan debió tener casa propia. (Jn 19:26, 27.)
Zebedeo y Salomé eran hebreos fieles, y debieron criar a Juan en la enseñanza de las Escrituras.
Por lo general, se da por sentado que Juan era el discípulo de Juan el Bautista que se hallaba con
Andrés cuando aquel les anunció: “¡Miren, el Cordero de Dios!”. El hecho de que aceptase
rápidamente a Jesús como el Cristo revela su conocimiento de las Escrituras Hebreas. (Jn 1:35,
36, 40-42.) Aunque no se dice que Zebedeo se hiciera discípulo de Juan el Bautista o de Cristo, no
parece que se haya opuesto a que sus dos hijos fuesen predicadores de tiempo completo con
Jesús.
Cuando Juan y Pedro fueron llevados ante los gobernantes judíos, se les consideró “iletrados y del
vulgo”. Sin embargo, esta expresión no quiere decir que fuesen incultos o analfabetos, sino que no
habían estudiado en las escuelas rabínicas. Se dice, más bien, que “empezaron a reconocer,
acerca de ellos, que solían estar con Jesús”. (Hch 4:13.)
Llega a ser discípulo de Cristo. Después de ser presentado a Jesucristo en el otoño de 29 E.C.,
Juan debió seguir a Jesús hasta Galilea y ser testigo ocular de su primer milagro en Caná. (Jn 2:1-
11.) Puede que haya acompañado a Jesús desde Galilea a Jerusalén, y de nuevo cuando regresó
a Galilea por Samaria; lo vívido del relato que escribió parece indicar que fue testigo ocular de los
acontecimientos narrados. No obstante, el registro no lo especifica. (Jn 2–5.) Sin embargo, Juan
continuó con su negocio de pesca durante algún tiempo después de conocer a Jesús. Al año
siguiente, mientras Jesús caminaba junto al mar de Galilea, Santiago y Juan estaban en la barca
con su padre Zebedeo remendando sus redes. Él los llamó a un servicio de tiempo completo para
que fuesen “pescadores de hombres”, y el relato de Lucas informa: “De modo que volvieron a traer
las barcas a tierra, y abandonaron todo y le siguieron”. (Mt 4:18-22; Lu 5:10, 11; Mr 1:19, 20.) Más
tarde, se les seleccionó para ser apóstoles del Señor Jesucristo. (Mt 10:2-4.)
Juan fue uno de los tres discípulos más allegados a Jesús. Él se llevó a Pedro, Santiago y Juan a
la montaña de la transfiguración. (Mt 17:1, 2; Mr 9:2; Lu 9:28, 29.) También fueron los únicos
apóstoles a los que se permitió entrar con Jesús en la casa de Jairo. (Mr 5:37; Lu 8:51.) Los tres
tuvieron el privilegio de ser aquellos con los que Jesús se adentró más en el jardín de Getsemaní
durante la noche en que fue traicionado, aunque entonces no captaron el significado pleno de la
ocasión, pues hasta se quedaron dormidos tres veces y Jesús tuvo que despertarlos. (Mt 26:37,
40-45; Mr 14:33, 37-41.) Juan ocupó el lugar que quedaba al lado de Jesús en su última Pascua,
en la que instituyó la Cena del Señor (Jn 13:23), y fue el discípulo que recibió el honor excepcional
de que se le confiara el cuidado de la madre de Jesús cuando este murió. (Jn 21:7, 20; 19:26, 27.)
Juan en su evangelio. En su evangelio, Juan nunca se refiere a sí mismo por nombre, sino como
uno de los hijos de Zebedeo o como el discípulo a quien Jesús amaba. Cuando habla de Juan el
Bautista, le llama simplemente “Juan”, a diferencia de los otros evangelistas. Lo más natural es que
esto lo hiciese alguien del mismo nombre, ya que no crearía ninguna confusión en cuanto a la
persona de quien estaba hablando. Los demás tendrían que usar un sobrenombre, título u otros
términos descriptivos para distinguir a quién se referían, como hace el propio Juan cuando habla
de una de las Marías. (Jn 11:1, 2; 19:25; 20:1.)
Al examinar el escrito de Juan desde este punto de vista, resulta evidente que él era quien estaba
con Andrés cuando Juan el Bautista les presentó a Jesucristo, aunque su nombre no se menciona.
(Jn 1:35-40.) Después de la resurrección de Jesús, Juan adelantó a Pedro mientras corrían hacia
la tumba para investigar si efectivamente había resucitado. (Jn 20:2-8.) Tuvo el privilegio de ver al
resucitado Jesús aquella misma noche (Jn 20:19; Lu 24:36) y de nuevo a la semana siguiente. (Jn
20:26.) Fue uno de los siete que volvieron a la pesca y a quienes Jesús se apareció. (Jn 21:1-14.)
Juan también estaba presente en la montaña de Galilea donde Jesús se apareció a los discípulos
tras su resurrección y oyó personalmente el mandato: “Hagan discípulos de gente de todas las
naciones”. (Mt 28:16-20.)
2 Pedro
(Trozo de Roca).
A este apóstol de Jesucristo se le llama de cinco maneras diferentes en las Escrituras: por el
nombre hebreo “Symeón”, el griego “Simón” (de una raíz hebrea que significa “oír; escuchar”),
“Pedro” (nombre griego que solo se le aplicó a él en las Escrituras), su equivalente semítico “Cefas”
(quizás relacionado con el hebreo ke•fím [rocas], que se emplea en Job 30:6 y Jer 4:29) y la
expresión “Simón Pedro”. (Hch 15:14; Mt 10:2; 16:16; Jn 1:42.)
Pedro era hijo de Juan, o Jonás. (Mt 16:17; Jn 1:42.) En un principio se dice que residía en
Betsaida (Jn 1:44), y, más adelante, en Capernaum (Lu 4:31, 38), ambas ciudades situadas en la
orilla septentrional del mar de Galilea. Pedro y su hermano Andrés se dedicaban al negocio de la
pesca, junto con Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, “que eran partícipes con Simón”. (Lu 5:7,
10; Mt 4:18-22; Mr 1:16-21.) Por consiguiente, Pedro no era un pescador independiente, sino parte
de una empresa de cierta envergadura. Aunque los líderes judíos consideraban a Pedro y a Juan
“hombres iletrados y del vulgo”, esto no significa que fuesen analfabetos o ignorantes. El Nuevo
Testamento Interlineal (de Francisco Lacueva, 1984, pág. 477) comenta en una nota a este texto
que el término que se les aplicó, el plural de a•grám•ma•tos, en este contexto significa “que no
habían estudiado en ninguna escuela rabínica”. (Compárese con Jn 7:14, 15; Hch 4:13.)
Como indica el registro bíblico, Pedro estaba casado, y parece que, al menos en los últimos años,
su esposa le acompañó en algunos viajes misionales, si no en todos, como hicieron las esposas de
otros apóstoles. (1Co 9:5.) Su suegra vivía en la casa que él y su hermano Andrés compartían. (Mr
1:29-31.)
Ministerio con Jesús. Su hermano Andrés —discípulo de Juan el Bautista— fue quien lo dirigió a
Jesús, y Pedro fue uno de sus primeros discípulos. (Jn 1:35-42.) Precisamente en esta ocasión
Jesús le dio el nombre Cefas (Pedro) (Jn 1:42; Mr 3:16), y es probable que este nombre fuera
profético. Jesús, que pudo percibir que Natanael era un hombre ‘en quien no había engaño’,
también pudo discernir el carácter de Pedro. Este, en efecto, manifestó cualidades comparables a
las de una roca, en especial después de la muerte y resurrección de Jesús, al convertirse en una
influencia fortalecedora para sus compañeros cristianos. (Jn 1:47, 48; 2:25; Lu 22:32.)
Más tarde, en Galilea, Pedro, su hermano Andrés y sus socios Santiago y Juan, recibieron la
llamada de Jesús para ser “pescadores de hombres”. (Jn 1:35-42; Mt 4:18-22; Mr 1:16-18.) Jesús
había escogido la barca de Pedro para hablar desde ella a la multitud que se encontraba en la
orilla, y después hizo que se produjera una pesca milagrosa que impulsó a Pedro, quien al principio
se había mostrado escéptico, a caer ante Jesús con temor. Tras este suceso, él y sus tres
compañeros no vacilaron en abandonar su negocio para seguir a Jesús. (Lu 5:1-11.) Cuando Jesús
escogió a sus doce “apóstoles”, o ‘enviados’, entre los que se hallaba Pedro, este ya llevaba
aproximadamente un año de discipulado. (Mr 3:13-19.)
Jesús eligió de entre los apóstoles a Pedro, a Santiago y a Juan para que le acompañaran en
varias ocasiones especiales, como la transfiguración (Mt 17:1, 2; Mr 9:2; Lu 9:28, 29), la
resurrección de la hija de Jairo (Mr 5:22-24, 35-42) y durante su propia prueba en el jardín de
Getsemaní (Mt 26:36-46; Mr 14:32-42). Estos apóstoles, junto con Andrés, fueron los que de modo
personal le preguntaron a Jesús en cuanto a la destrucción de Jerusalén, su futura presencia y la
conclusión del sistema de cosas. (Mr 13:1-3; Mt 24:3.) A pesar de que Pedro aparece junto a su
hermano Andrés cuando se hace una relación de los apóstoles, en el registro de los
acontecimientos anteriores y posteriores a la muerte y resurrección de Jesús, se le menciona con
más frecuencia junto al apóstol Juan. (Lu 22:8; Jn 13:24; 20:2; 21:7; Hch 3:1; 8:14; compárese con
Hch 1:13; Gál 2:9.) No se conoce la razón, si fue por afinidad natural entre ellos o porque Jesús los
comisionó a trabajar juntos. (Compárese con Mr 6:7.)
Los evangelios recogen más declaraciones de Pedro que de cualquiera de los otros once
apóstoles. Se ve con claridad que no era tímido ni indeciso, sino de carácter extravertido. Este
hecho hizo que hablara antes que los demás y que expresara su parecer cuando otros
permanecían en silencio. Asimismo, planteó preguntas que hicieron que Jesús aclarase y ampliase
sus ilustraciones. (Mt 15:15; 18:21; 19:27-29; Lu 12:41; Jn 13:36-38; compárese con Mr 11:21-25.)
A veces fue impulsivo e impetuoso al hablar. Por ejemplo, fue él quien sintió la necesidad de decir
algo al presenciar la transfiguración. (Mr 9:1-6; Lu 9:33.) Su comentario, un tanto irreflexivo, sobre
lo provechoso de estar allí y su proposición de edificar tres tiendas, parecen indicar que no quería
que terminara la visión (en la que Moisés y Elías ya se estaban separando de Jesús), sino que
continuara. La noche de la última Pascua en un principio se negó enérgicamente a que Jesús le
lavase los pies, pero al ser reprendido quiso también que le lavase la cabeza y las manos. (Jn
13:5-10.) Sin embargo, se puede ver que en el fondo las expresiones de Pedro nacían de sus
buenos deseos e intenciones, así como de sus fuertes sentimientos. El hecho de que se hayan
incluido en el registro bíblico pone de manifiesto su valor, aunque a veces revelan ciertas flaquezas
humanas de quien las pronunció.
Por ejemplo, cuando muchos discípulos tropezaron por la enseñanza de Jesús y lo abandonaron,
Pedro, en nombre de todos los apóstoles, manifestó su determinación de permanecer con su
Señor, quien tenía “dichos de vida eterna [...], el Santo de Dios”. (Jn 6:66-69.) Después que los
apóstoles respondieron a la pregunta de Jesús acerca de lo que opinaba la gente sobre su
identidad, de nuevo fue Pedro quien expresó la firme convicción: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
vivo”, por lo que Jesús lo pronunció bienaventurado o “feliz”. (Mt 16:13-17.)
Pedro fue quien más veces habló, pero también fue a quien con más frecuencia se corrigió,
reprendió o censuró. En una ocasión, movido por la compasión, cometió el error de atreverse a
llevar a Jesús aparte y reprenderlo por haber predicho sus propios sufrimientos y su muerte como
Mesías. Jesús le dio la espalda y le dijo que era un opositor, o Satanás, que ponía los
razonamientos humanos por delante del propósito de Dios registrado en la profecía. (Mt 16:21-23.)
Sin embargo, debe notarse que Jesús ‘miró a los otros discípulos’, lo que parece dar a entender
que sabía que Pedro expresaba sentimientos que los demás compartían. (Mr 8:32, 33.) Cuando
Pedro se tomó la libertad de hablar en nombre de Jesús respecto al pago de cierto impuesto,
Jesús, de manera muy bondadosa, le ayudó a reconocer la necesidad de ser más reflexivo antes
de hablar. (Mt 17:24-27.) Pedro manifestó exceso de confianza y cierto sentimiento de superioridad
sobre los otros once cuando afirmó que aunque ellos tropezaran con relación a Jesús, él nunca lo
haría, y estaría dispuesto a ir a prisión e incluso morir con Jesús. Es cierto que todos los demás
respaldaron esta afirmación, pero Pedro fue el primero en decirlo y reafirmarlo “con insistencia”.
Fue entonces cuando Jesús predijo que Pedro negaría a su Señor tres veces. (Mt 26:31-35; Mr
14:30, 31; Lu 22:33, 34.)
Pedro no solo era un hombre de palabras, sino de acción: demostró iniciativa, valor y un fuerte
apego a su Señor. Cuando Jesús se retiró a un lugar solitario antes del amanecer, para orar,
Simón no tardó mucho en ‘ir en su busca’ con un grupo de acompañantes. (Mr 1:35-37.) También
fue Pedro quien pidió a Jesús que le ordenase andar sobre las aguas azotadas por la tormenta
para llegar hasta donde él se hallaba, y anduvo cierta distancia antes de ceder a la duda y empezar
a hundirse. (Mt 14:25-32.)
Durante la última noche de la vida terrestre de Jesús, Pedro, Santiago y Juan tuvieron el privilegio
de acompañarlo al jardín de Getsemaní, donde Jesús se ocupó en orar con fervor. Al igual que los
demás apóstoles, Pedro se durmió debido al cansancio y la tensión producida por la tristeza.
Quizás debido a que Pedro había expresado reiteradamente su determinación de seguir a Jesús,
fue a él en particular a quien se dirigió cuando dijo: “¿No pudieron siquiera mantenerse alerta una
hora conmigo?”. (Mt 26:36-45; Lu 22:39-46.) Pedro no se ‘ocupó en orar’, y sufrió las
consecuencias.
Cuando los discípulos vieron que la chusma estaba a punto de prender a Jesús, preguntaron si
deberían luchar, pero Pedro, sin esperar respuesta, intervino cortando con la espada la oreja de un
hombre (acción con la que posiblemente pretendía causar un daño mayor), para luego ser
censurado por Jesús. (Mt 26:51, 52; Lu 22:49-51; Jn 18:10, 11.) Aunque Pedro abandonó a Jesús,
al igual que los otros discípulos, luego siguió “de lejos” a la chusma que fue a detenerle, tal vez
debatiéndose entre el temor por su propia vida y su profunda preocupación respecto a lo que le
sucedería a Jesús. (Mt 26:57, 58.)
Una vez que Pedro llegó a la casa del sumo sacerdote, otro discípulo que debía haberle seguido o
acompañado le ayudó para que pudiese entrar hasta el mismo patio. (Jn 18:15, 16.) Una vez allí,
no permaneció discretamente callado en algún rincón oscuro, sino que fue y se calentó en el fuego.
El resplandor hizo posible que se le reconociese como compañero de Jesús, y su acento galileo dio
pábulo a las sospechas. Al ser acusado, Pedro negó por tres veces que conociese a Jesús, y,
finalmente, llevado por la vehemencia de su negación, llegó a echar maldiciones. Desde alguna
parte de la ciudad se oyó a un gallo cantar por segunda vez, y Jesús “se volvió y miró a Pedro”.
Este, abatido, salió fuera y lloró amargamente. (Mt 26:69-75; Mr 14:66-72; Lu 22:54-62; Jn 18:17,
18; véanse CANTO DEL GALLO; JURAMENTO.) Sin embargo, la súplica que Jesús había hecho a
favor de Pedro con anterioridad recibió respuesta, y su fe no desfalleció por completo. (Lu 22:31,
32.)
Después de la muerte y resurrección de Jesús, el ángel les dijo a las mujeres que fueron a la
tumba que llevaran un mensaje a “sus discípulos y a Pedro”. (Mr 16:1-7; Mt 28:1-10.) Cuando
María Magdalena comunicó el mensaje a Pedro y a Juan, los dos salieron corriendo hacia la tumba
y Juan llegó primero. Mientras que este se detuvo frente a la tumba y tan solo miró al interior,
Pedro entró hasta dentro, seguido luego por Juan. (Jn 20:1-8.) El que Jesús se le apareciera antes
que al grupo de discípulos y el que el ángel le hubiese nombrado específicamente a él, debió
confirmar al arrepentido Pedro que su triple negación no había cortado para siempre su relación
con el Señor. (Lu 24:34; 1Co 15:5.)
Antes que Jesús se manifestara a los discípulos en el mar de Galilea (Tiberíades), Pedro, con su
característico dinamismo, dijo a los demás que se iba a pescar, y ellos decidieron acompañarlo.
Más tarde, cuando Juan reconoció a Jesús en la playa, Pedro se echó al agua impulsivamente y
nadó a tierra, dejando que los demás llevaran la barca. No obstante, fue Pedro quien luego, al
pedir Jesús unos peces, se fue y llevó la red a la orilla. (Jn 21:1-13.) En esta ocasión Jesús le
preguntó tres veces a Pedro (quien había negado tres veces a su Señor) si le amaba, dándole la
comisión de ‘pastorear sus ovejas’. Jesús también predijo cómo moriría Pedro, quien al ver al
apóstol Juan, preguntó: “Señor, ¿qué hará este?”. Una vez más, Jesús corrigió su punto de vista y
le señaló la necesidad de que ‘fuera su seguidor’, sin preocuparse por lo que los demás pudieran
hacer. (Jn 21:15-22.)
4 Santiago de Alfeo
Otro apóstol de Jesucristo; hijo de Alfeo. (Mt 10:2, 3; Mr 3:18; Lu 6:15; Hch 1:13.) Generalmente se
cree que Alfeo y Clopas eran la misma persona, lo que es bastante probable, en cuyo caso la
madre de Santiago sería María, “la madre de Santiago el Menos y de Josés”. (Jn 19:25; Mr 15:40;
Mt 27:56.) Puede que se le haya llamado Santiago el Menos debido a ser de menor estatura o más
joven que el otro apóstol Santiago, el hijo de Zebedeo.
5 Judas Tadeo
Uno de los doce apóstoles, llamado también Tadeo y “Judas hijo de Santiago”. En las listas de los
apóstoles registradas en Mateo 10:3 y Marcos 3:18, se menciona juntos a Santiago, el hijo de
Alfeo, y a Tadeo; mientras que en Lucas 6:16 y Hechos 1:13 Tadeo no está incluido y en su lugar
aparece “Judas hijo de Santiago”, lo que lleva a la conclusión de que Tadeo era otro nombre con el
que se conocía al apóstol Judas. Es posible que a veces se emplease el nombre Tadeo para no
confundir a los dos apóstoles llamados Judas. Algunos traductores vierten Lucas 6:16 y Hechos
1:13 de la siguiente forma: “Judas hermano de Santiago”, ya que en griego no se indica el grado de
parentesco. No obstante, en la Peshitta siriaca se incluye la palabra “hijo”. Como consecuencia,
varias versiones optan por la lectura: “Judas, hijo de Santiago [o, Jacobo]” (BAS; BI; FF; HAR; LT;
NM; Val, 1989). La única referencia bíblica en la que aparece el nombre de Judas solo es Juan
14:22. Este versículo se refiere a él como “Judas, no el Iscariote”, lo que permite distinguir al Judas
del que se habla.
En Mateo 10:3, algunas versiones (Besson; ENP; PNT; TNV; Val; VP, edición de España) incluyen
antes de “Tadeo” la expresión “Lebeo, por sobrenombre”, o algo similar. Esta lectura, que
concuerda con el “texto recibido”, se omite en el texto más reciente de Westcott y Hort, pues no
aparece en algunos manuscritos, como, por ejemplo, el Sinaítico.
6 Judas Iscariote
Hijo de Simón y apóstol infame que traicionó a Jesús. La Biblia suministra poca información directa
sobre su familia y sus antecedentes. Tanto él como su padre se llamaban Iscariote. (Lu 6:16; Jn
6:71.) Por lo general se ha entendido que este término indicaba que eran de Queriyot-hezrón, un
pueblo de Judea. De ser así, entonces Judas era el único de los doce apóstoles que procedía de
Judea, ya que los demás eran galileos.
La primera vez que se menciona a Judas en los relatos evangélicos es en la lista de los apóstoles,
algún tiempo después de la Pascua de 31 E.C. y alrededor de un año y medio después que Jesús
empezó su ministerio. (Mr 3:19; Lu 6:16.) Es lógico pensar que Judas había sido discípulo por
cierto tiempo antes de que Jesús le hiciese apóstol. Aunque muchos escritores presentan una
imagen totalmente negativa de Judas, es obvio que durante un tiempo fue un discípulo favorecido
por Dios y por Jesús, como lo prueba su elección para apóstol. Además, se le confió el cuidado del
dinero que tenían en común Jesús y los doce, lo que habla favorablemente de su confiabilidad en
aquel tiempo y de sus aptitudes y cultura, pues aunque Mateo tenía experiencia en la
administración de dinero y en matemáticas, no recayó en él esta responsabilidad. (Jn 12:6; Mt
10:3.) Sin embargo, Judas se corrompió por completo y sin remisión alguna. Esta debe ser la razón
por la que se le coloca el último en la lista de los apóstoles, y se le llama Judas “que más tarde lo
traicionó” o “que se volvió traidor”. (Mt 10:4; Lu 6:16.)
Se corrompe. Cuando se acercaba la Pascua de 32 E.C., a Judas y al resto de los apóstoles se les
envió a predicar. (Mt 10:1, 4, 5.) Poco después de que Judas regresó y cuando aún no había
transcurrido un año desde que se le hizo apóstol, Cristo lo denunció públicamente, aunque no dijo
su nombre. Algunos discípulos dejaron a Jesús, escandalizados por sus enseñanzas, pero Pedro
dijo que los doce se adherirían a él. En respuesta, Jesús reconoció que él había escogido a los
doce, pero dijo: “Uno de ustedes es calumniador [gr. di•á•bo•los, que significa “diablo” o
“calumniador”]”. El relato explica que Judas ya era un calumniador y que “iba a traicionarlo, aunque
era uno de los doce”. (Jn 6:66-71.)
Juan dice en relación con este incidente: “Jesús supo desde el principio [...] quién era el que lo
traicionaría”. (Jn 6:64.) Gracias a las profecías de las Escrituras Hebreas, Cristo sabía que lo
traicionaría un asociado íntimo. (Sl 41:9; 109:8; Jn 13:18, 19.) Debido a su presciencia, Dios había
visto que tal persona se volvería traidora; pero no concuerda con las cualidades de Dios y con sus
tratos en el pasado pensar que Judas tenía que fallar, como si estuviese predestinado. (Véase
PRESCIENCIA, PREDETERMINACIÓN.) Antes bien, como ya se ha mencionado, al principio de
su apostolado Judas era fiel a Dios y a Jesús. Por consiguiente, cuando Juan dijo que Jesús lo
reconoció “desde el principio”, se refería al tiempo en el que Judas comenzó a comportarse mal y a
ceder a la imperfección y a las inclinaciones pecaminosas. (Jn 2:24, 25; Rev 1:1; 2:23.) Judas
debió saber que él era el “calumniador” al que Jesús había hecho alusión, pero continuó viajando
con Jesús y con los apóstoles fieles sin hacer ningún cambio.
La Biblia no entra en detalles en cuanto a los motivos de su proceder corrupto, pero un incidente
ocurrido el 9 de Nisán de 33 E.C., cinco días antes de la muerte de Jesús, aclara este aspecto. En
Betania, en la casa de Simón el leproso, María, la hermana de Lázaro, ungió a Jesús con un aceite
perfumado valorado en 300 denarios, aproximadamente el salario de un año para un trabajador.
(Mt 20:2.) Judas protestó con vehemencia, aduciendo que el aceite podía haberse vendido y el
dinero “dado a los pobres”. Por lo visto, otros apóstoles simplemente asintieron a lo que parecía ser
una razón válida, pero Jesús los reprendió. La verdadera razón de Judas para presentar su
objeción era que tenía a su cargo la caja del dinero y “era ladrón [...] y se llevaba el dinero” que se
ponía en ella. De manera que para aquel entonces el codicioso Judas ya había hecho del robo una
práctica. (Jn 12:2-7; Mt 26:6-12; Mr 14:3-8.)
El precio de la traición. Es muy posible que Judas se sintiera herido por la reprensión de Jesús en
cuanto al uso del dinero. En ese momento “Satanás entró en Judas”, probablemente en el sentido
de que este apóstol traidor cedió a la voluntad del Diablo y permitió que le utilizase para llevar a
cabo sus designios y truncar así el cometido de Cristo. Unos días después, el 12 de Nisán, Judas
fue a los principales sacerdotes y a los capitanes del templo para ver cuánto le pagarían por
traicionar a Jesús, con lo que volvió a poner en evidencia su avaricia. (Mt 26:14-16; Mr 14:10, 11;
Lu 22:3-6; Jn 13:2.) Los principales sacerdotes se habían reunido aquel día con los “ancianos del
pueblo”, los hombres influyentes del Sanedrín. (Mt 26:3.) Es posible que se llamase a los capitanes
del templo debido a su influencia y con el fin de dar una apariencia legal a la detención que se
planeara contra Jesús.
¿Por qué ofrecieron los líderes religiosos judíos solamente 30 piezas de plata por la traición de
Jesús?
El precio ofrecido fue 30 piezas de plata (66 dólares [E.U.A.], si eran siclos). (Mt 26:14, 15.) Parece
ser que los líderes religiosos fijaron esta cantidad con el propósito de mostrar su desprecio por
Jesús y que lo consideraban de poco valor. Según Éxodo 21:32, el precio de un esclavo era de 30
siclos. Esa fue la cantidad que le pagaron a Zacarías, “treinta piezas de plata”, por su labor como
pastor del pueblo. Jehová despreció esta cantidad por lo escasa que era, y consideró el salario que
se le dio a Zacarías como un exponente del aprecio que el pueblo infiel sentía por Dios mismo.
(Zac 11:12, 13.) Por consiguiente, al ofrecer solo 30 piezas de plata por Jesús, los líderes
religiosos dieron a entender que no valía mucho. Al mismo tiempo cumplieron Zacarías 11:12,
donde se predijo que tratarían a Jehová como de poco valor al tratar así al representante que Él
había enviado para pastorear a Israel. El corrupto Judas “consintió [en el precio], y se puso a
buscar una buena oportunidad para traicionarlo [a Jesús] a ellos sin que estuviera presente una
muchedumbre”. (Lu 22:6.)
La última noche con Jesús. A pesar de haberse vuelto contra Cristo, Judas continuó con él. El 14
de Nisán del año 33 E.C. se reunió con Jesús y los apóstoles para celebrar la Pascua. En el
transcurso de la cena de la Pascua, Jesús ministró a sus apóstoles lavándoles humildemente los
pies. Hipócritamente, Judas también permitió que Jesús se los lavase a él. Pero Jesús dijo: “No
todos ustedes están limpios”. (Jn 13:2-5, 11.) También mencionó que uno de los apóstoles que en
aquellos momentos estaba allí, en la mesa, lo traicionaría. Tal vez para evitar dar la impresión de
que era el culpable, Judas preguntó si era él. Para identificarle, Jesús mojó un bocado y se lo dio a
Judas, diciéndole: “Lo que haces, hazlo más pronto”. (Mt 26:21-25; Mr 14:18-21; Lu 22:21-23; Jn
13:21-30.)
Judas dejó el grupo inmediatamente. Al comparar Mateo 26:20-29 con Juan 13:21-30 se ve que
partió antes de que Jesús instituyera la celebración de la Cena del Señor. Es evidente que Lucas
no presenta este incidente en estricto orden cronológico, pues Judas sin duda ya había partido
para cuando Cristo encomió al grupo por haber continuado con constancia a su lado, un encomio
que Judas no merecía, como tampoco merecía el que se le hubiese introducido en el “pacto [...]
para un reino”. (Lu 22:19-30.)
Más tarde, Judas halló a Jesús y a sus fieles apóstoles en el jardín de Getsemaní, un lugar que el
traidor conocía bien, pues se habían reunido allí en otras ocasiones. Llevaba consigo una gran
multitud, entre la que se hallaban soldados romanos y un comandante militar. La chusma portaba
garrotes y espadas, así como antorchas y lámparas, que necesitarían en caso de que las nubes
cubriesen la luna llena o Jesús se hallara en un lugar oscuro. Los romanos no reconocerían a
Jesús, por lo que, según una señal acordada de antemano, Judas saludó a Cristo y, en un acto de
hipocresía, “lo besó muy tiernamente”, lo que sirvió para identificarlo. (Mt 26:47-49; Jn 18:2-12.)
Algún tiempo después, Judas se sintió abrumado por su culpabilidad. Por la mañana, intentó
devolver las 30 piezas de plata, pero los principales sacerdotes rehusaron aceptarlas. Finalmente,
arrojó el dinero en el templo. (Mt 27:1-5.)
Su muerte. Según Mateo 27:5, Judas se ahorcó. Sin embargo, Hechos 1:18 dice: “Cayendo de
cabeza, reventó ruidosamente por en medio, y todos sus intestinos quedaron derramados”. Mateo
dice cómo intentó suicidarse, mientras que en Hechos se registra el resultado. Combinando ambos
relatos, parece que Judas intentó ahorcarse sobre algún peñasco, pero la cuerda o la rama se
rompió, de modo que cayó y se reventó en las rocas que había debajo. La topografía de los
alrededores de Jerusalén permite esta explicación.
En lo que respecta a su muerte, también surge la pregunta en cuanto a quién compró con las 30
piezas de plata el campo donde lo sepultaron. Según Mateo 27:6, 7, los principales sacerdotes
decidieron que no podían colocar el dinero en la tesorería sagrada, así que ellos lo usaron para
comprar el campo. El relato de Hechos 1:18, 19, dice sobre Judas: “Este mismo hombre, por tanto,
compró un campo con el salario de la injusticia”. La respuesta parece ser que los sacerdotes
compraron el campo, pero, como Judas aportó el dinero, se le podía atribuir el hecho a él. El doctor
A. Edersheim señaló: “No era lícito introducir en la tesorería del templo, para la adquisición de
cosas sagradas, dinero obtenido de manera ilegal. En estos casos, la ley judía disponía que se
devolviese el dinero al donante, y si este insistía en darlo, había que inducirle a que lo dedicara a
algo de beneficio público [...]. Por una ficción legal se entendía que el dinero era de Judas, y que él
lo había destinado a la compra del conocido ‘campo del alfarero’”. (The Life and Times of Jesus the
Messiah, 1906, vol. 2, pág. 575.) Esta compra sirvió para que se cumpliese la profecía de Zacarías
11:13.
Judas actuó deliberadamente, con maldad, codicia, orgullo, hipocresía e intriga. Después sintió
remordimiento bajo el peso de la culpa, como le podría suceder a un asesino ante el resultado de
su crimen. Sin embargo, por propia iniciativa, negoció con aquellos de quienes Jesús dijo que
hacían prosélitos que estaban sujetos al Gehena dos veces más que ellos mismos y que también
estaban expuestos al “juicio del Gehena”. (Mt 23:15, 33.) En la última noche de su vida terrestre,
Jesús dijo con relación a Judas: “Le hubiera sido mejor a aquel hombre no haber nacido”. Más
tarde, le llamó “el hijo de destrucción”. (Mr 14:21; Jn 17:12; Heb 10:26-29.)
Su sustitución. Entre la ascensión de Jesús y el día del Pentecostés de 33 E.C. Pedro, aplicando la
profecía del Salmo 109:8, explicó a un grupo de unos 120 discípulos que se habían reunido, que
parecía apropiado seleccionar un sustituto para Judas. Se propusieron dos candidatos y se
echaron suertes; resultó escogido Matías, ‘para que tomara el lugar de este ministerio y
apostolado, del cual Judas se había desviado para ir a su propio lugar’. (Hch 1:15, 16, 20-26.)
7 Mateo
(probablemente, una forma abreviada del heb. Matitías, que significa: “Dádiva de Jehová”).
Un judío, también llamado Leví, que llegó a ser apóstol de Jesucristo y escritor del evangelio que
lleva su nombre. Era hijo de un tal Alfeo, y fue recaudador de impuestos antes de llegar a ser uno
de los discípulos de Jesús. (Mt 10:3; Mr 2:14; véase RECAUDADOR DE IMPUESTOS.) Las
Escrituras no revelan si Leví tenía también el nombre de Mateo antes de hacerse discípulo de
Jesús, si lo recibió en aquel tiempo o si Jesús se lo dio cuando lo nombró apóstol.
Poco después de comenzar Jesús su ministerio en Galilea (30 o principios de 31 E.C.), llamó a
Mateo, que estaba en “la oficina de los impuestos” de Capernaum o de sus inmediaciones. (Mt 9:1,
9; Mr 2:1, 13, 14.) ‘Dejándolo todo atrás, Mateo se levantó y se fue siguiendo a Jesús.’ (Lu 5:27,
28.) Quizás para celebrar que le habían llamado para seguir a Cristo, “hizo un gran banquete de
recepción”, al que asistieron Jesús y sus discípulos, así como muchos recaudadores de impuestos
y pecadores. Este hecho molestó a los fariseos y los escribas, quienes murmuraron debido a que
Cristo comía y bebía con los recaudadores de impuestos y los pecadores. (Lu 5:29, 30; Mt 9:10,
11; Mr 2:15, 16.)
Más tarde, después de la Pascua de 31 E.C., Jesús seleccionó a los doce apóstoles, y Mateo fue
uno de ellos. (Mr 3:13-19; Lu 6:12-16.) Aunque la Biblia hace varias referencias a los apóstoles
como grupo, no vuelve a mencionar por nombre a Mateo hasta después de la ascensión de Cristo
al cielo. Mateo vio al resucitado Jesucristo (1Co 15:3-6), recibió sus instrucciones de despedida y
presenció cómo ascendía al cielo. Luego, él y los otros apóstoles volvieron a Jerusalén. Allí, en un
aposento alto, estaban alojados los apóstoles, y se dice específicamente que Mateo se encontraba
entre ellos. De manera que debió ser uno de los aproximadamente ciento veinte discípulos que
recibieron el espíritu santo en el día del Pentecostés del año 33 E.C. (Hch 1:4-15; 2:1-4.)
8 Andrés
(de una raíz griega que significa: “hombre; varón”; probablemente: Varonil).
Hermano de Simón Pedro e hijo de Jonás (Juan). (Mt 4:18; 16:17.) Aunque la ciudad natal de
Andrés era Betsaida, él y Simón vivían juntos en Capernaum cuando Jesús los llamó para que
llegaran a ser “pescadores de hombres”. (Mr 1:16, 17, 21, 29; Jn 1:44.) Ambas ciudades estaban
en la orilla septentrional del mar de Galilea, donde los dos hermanos se ocupaban del negocio de
la pesca en sociedad con Santiago y Juan. (Mt 4:18; Mr 1:16; Lu 5:10.)
Andrés fue primero discípulo de Juan el Bautista (Jn 1:35, 40), y en el otoño del año 29 E.C.,
mientras estaba en la Betania del lado oriental del río Jordán, oyó a Juan el Bautista presentar a
Jesús como “el Cordero de Dios”. (Jn 1:29.) Junto con otro discípulo (probablemente Juan), siguió
a Jesús hasta su alojamiento y pronto se convenció de que había hallado al Mesías. Luego fue a
buscar a su hermano Simón, le dijo a quién había hallado y lo condujo a Jesús. (Jn 1:36-41.) Los
dos hermanos regresaron a su negocio de la pesca, pero, de seis meses a un año más tarde,
después de la detención de Juan el Bautista, Jesús los invitó, junto a Santiago y a Juan, para que
fueran “pescadores de hombres”. Inmediatamente abandonaron sus redes y empezaron a
acompañar a Jesús. (Mt 4:18-20; Mr 1:14, 16-20.) Con el tiempo, los cuatro llegaron a ser
apóstoles, y llama la atención el que en todas las listas de los apóstoles se mencione a Andrés
entre los cuatro primeros. (Mt 10:2; Mr 3:18; Lu 6:14.)
A partir de entonces, a Andrés solo se le menciona de pasada. Se hace referencia a la ocasión en
la que él y Felipe tratan con Jesús el problema de alimentar a unos cinco mil hombres, ocasión en
la que el propio Andrés menciona que hay a mano un poco de comida, aunque él mismo ve que su
recomendación es de muy poco valor práctico. (Jn 6:8, 9.) Al tiempo de la última fiesta pascual que
celebraron juntos, Felipe se acercó a Andrés para consultarle sobre ciertos griegos que querían ver
a Jesús, y ambos fueron a decírselo a él. (Jn 12:20-22.) Andrés era uno de los cuatro que en el
monte de los Olivos le preguntaron a Jesús por la señal que marcaría el tiempo de la conclusión
del sistema de cosas. (Mr 13:3.) A Andrés se le menciona por última vez poco después de la
ascensión de Jesús. (Hch 1:13.)
9 Felipe
1. Uno de los primeros discípulos que estuvo entre los doce apóstoles de Jesucristo. En los relatos
de Mateo, Marcos y Lucas, a Felipe solo se le menciona por nombre en las listas de los apóstoles.
(Mt 10:3; Mr 3:18; Lu 6:14.) El relato de Juan es el único que da alguna información detallada sobre
él.
Felipe era de la misma ciudad que Pedro y Andrés, a saber, Betsaida, en la orilla N. del mar de
Galilea. Cuando oyó la invitación de Jesús: “Sé mi seguidor”, actuó de manera muy parecida a
como lo había hecho Andrés el día antes. Andrés había buscado a su hermano Simón Pedro y lo
había llevado a Jesús; luego Felipe hizo lo mismo con Natanael (Bartolomé), diciendo: “Hemos
hallado a aquel de quien Moisés, en la Ley, y los Profetas escribieron, a Jesús, hijo de José, de
Nazaret. [...] Ven y ve”. (Jn 1:40, 41, 43-49.) La declaración de que “Jesús halló a Felipe” puede
indicar que ya se conocían, como también las palabras de Felipe a Natanael, pues Felipe dio el
nombre de Jesús, de su familia y hasta mencionó su residencia. No se dice si existía alguna
relación entre Felipe y Natanael (Bartolomé) aparte de la amistad, pero por lo general se les coloca
juntos en las listas bíblicas, a excepción de en Hechos 1:13.
Con motivo de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén cinco días antes de la Pascua del año 33
E.C. (Mr 11:7-11), algunos griegos quisieron ver a Jesús, y le pidieron a Felipe que los presentase.
Quizás se dirigieron a él atraídos por su nombre griego, o simplemente porque fue el primero a
quien pudieron preguntar. De todas formas, Felipe no se sintió con autoridad de satisfacer la
petición de estos griegos (quizás prosélitos), por lo que consultó primero a Andrés, con quien se le
menciona en otras partes (Jn 6:7, 8) y quien tal vez tuviese una relación más estrecha con Jesús.
(Compárese con Mr 13:3.) Juntos, y sin llevar consigo a los griegos, presentaron la petición a
Jesús para que él decidiera. (Jn 12:20-22.) Esta actitud prudente y algo cautelosa se refleja en la
respuesta que dio a la pregunta de Jesús sobre alimentar a la multitud, e incluso en su petición
(hecha después de las preguntas bastante directas de Pedro y Tomás): “Señor, muéstranos al
Padre, y nos basta”. (Jn 6:5-7; 13:36, 37; 14:5-9.) Su tacto en el trato contrasta con la manera de
ser de Pedro, directa y brusca, y por lo tanto los breves relatos en los que se menciona a Felipe
dejan entrever la variedad de personalidades de los apóstoles que Jesús escogió.
Debido a su estrecha relación con Natanael (Bartolomé) y con los hijos de Zebedeo, es posible que
Felipe fuese uno de los dos discípulos a quienes no se identifica y que estaban en la orilla del mar
de Galilea cuando el resucitado Jesús se apareció. (Jn 21:2.)
10 Bartolomé
(Hijo de Tolmai).
Uno de los doce apóstoles de Jesús, identificado por lo general con Natanael. Al comparar los
relatos evangélicos, se ve que Mateo y Lucas relacionan a Bartolomé y Felipe de la misma manera
que Juan asocia el nombre de Natanael con Felipe. (Mt 10:3; Lu 6:14; Jn 1:45, 46.) Para examinar
los detalles sobre la actividad de este apóstol, véase NATANAEL.
11 Tomás
Apóstol de Jesucristo al que se llamaba “El Gemelo”, o Dídimo. (Mt 10:3; Mr 3:18; Lu 6:15; Jn
11:16, nota.) Parece ser que era algo impetuoso al expresar sus sentimientos o sus dudas. Sin
embargo, cuando estas quedaban aclaradas, no vacilaba en confesar su creencia.
Cuando Jesús propuso regresar a Judea para despertar a Lázaro de la muerte, Tomás dijo:
“Vamos nosotros también, para que muramos con él”. (Jn 11:16.) Como los judeos habían
intentado apedrear a Jesús poco antes (Jn 11:7, 8), Tomás quizás intentaba animar a los otros
discípulos a acompañar a Jesús aunque esto pudiera suponer unirse a Lázaro o a Jesús mismo en
la muerte.
Cuando Jesús comentó que iba a preparar un lugar para los apóstoles, Tomás mostró que tenía
dudas, pues dijo: “Señor, no sabemos a dónde vas. ¿Cómo sabemos el camino?”. (Jn 14:2-6.) De
manera similar, después de oír que Jesús había resucitado, declaró: “A menos que vea en sus
manos la impresión de los clavos y meta mi dedo en la impresión de los clavos y meta mi mano en
su costado, de ninguna manera creeré”. Ocho días después, cuando Jesús se apareció de nuevo a
los discípulos, tuvo la oportunidad de hacer lo que había dicho. Sin embargo, no se especifica si
realmente tocó las heridas en aquella ocasión. De todos modos, se convenció, y exclamó: “¡Mi
Señor y mi Dios!”. Luego Cristo lo reprendió apaciblemente, diciendo: “Felices son los que no ven y
sin embargo creen”. (Jn 20:24-29.)
12 Simón
Apóstol de Jesucristo, al que se distingue de Simón Pedro mediante el término “cananita”. (Mt 10:4;
Mr 3:18.) Aunque es posible que se le aplicara el adjetivo z_e•l_o•t_es debido a que en un tiempo
hubiese pertenecido a los celotes, un partido judío opuesto a los romanos, también puede ser que
tuviera el sentido de “celoso” o “fervoroso” en sentido religioso. (Lu 6:15; Hch 1:13.)
1. Introducción
2. Cualidades
3. Conclusión
4. Bibliografía
Introducción
El liderazgo es la capacidad y la voluntad de conducir a hombres y mujeres a un propósito
común y a un carácter que inspire confianza. (Bernard Montgomery citado en Maxwell, 1999).
En este trabajo presento unas posibles cualidades que Jesús vió en sus discípulos a la hora de
reclutarlos para cumplir con la Gran Comisión de llevar el mensaje de la Palabra de Dios. Jesús
vió en ellos la capacidad de guiar a hombres y a mujeres para su servicio, es por eso que los
reclutó y los preparó para la obra del Señor.
La realidad es que Jesús buscaba personas integras y humildes, incluso nunca llamo mis
apóstoles a los doce, para el eran sus amigos o sus servidores. Cuando buscamos candidatos
que ocupen un puesto tan importante como las de un líder, siempre deseamos que tengan las
mejores características.
Cualidades
Carácter y Compromiso
La forma en que un líder trata con las circunstancias de la vida dice mucho de su carácter.
La crisis no necesariamente forma el carácter, pero si lo revela. Una de las cualidades que
tenían los discípulos a la hora de Jesús reclutarlos era carácter y compromiso. La adversidad es
el cruce de dos caminos donde una persona tiene que elegir uno de los dos: carácter o
compromiso. Cada vez que escoge el carácter, la persona se vuelve más fuerte, aun cuando esa
elección traiga consecuencias negativas. El desarrollo del carácter es el centro de nuestro
desarrollo, no solo como líderes sino como seres humanos (Maxwell, 1999).
Hay que demostrar un carácter estable, demostrando sinceridad, cortesía y amistad. Es por eso
que el Señor escogió a los discípulos. Entre las cuatro virtudes que hay, que todo líder debe
cultivar son: estabilidad de carácter, es fácil manejar una relación con personas de carácter
estable, pero no siempre todas las personas tienen esta cualidad.
Sinceridad
Sinceridad, es el poder para ganar amigos. La sinceridad es la manera de comprobar que somos
dignos de confianza. Cortesía, es vivir en armonía con los demás, es decir, tener consideración
por las pequeñas cosas. Mostrar respeto por las ideas ajenas, es ser cortes. La cortesía es la
cualidad que destaca a una persona del resto. Disposición amistosa, ser amigo de alguien
significa que para esa persona tenemos un valor especial, mucho más allá de nuestro
merecimiento.
Carisma
Otra de las cualidades que Jesús vio en los discípulos fue carisma. El carisma es la habilidad de
atraer a la gente hacia sí mismo. Y como otras características del carácter, se puede desarrollar
(Maxwell, 1999). Para ser la persona que atrae a otros se necesita; amar la vida, darle esperanza
a la gente y darse a los demás. Jesús vio esto en los discípulos que reclutó para la obra del
Señor.
La gente no sigue a los líderes no comprometidos. El compromiso puede mostrarse en un
amplio rango de aspectos que incluyen las horas de trabajo que decides emplear, como trabajas
para mejorar tus capacidades, o que es lo que haces por tus compañeros en materia de
sacrificio personal. Es por eso que Jesús vio en sus discípulos el compromiso para llevar el
mensaje de la Palabra de Dios. Si se quiere ser un líder efectivo hay que comprometerse. El
verdadero compromiso inspira y atrae a la gente. Les muestra que se tiene convicción. Jesús vio
que el compromiso de cada uno de ellos empezó en sus corazones.
Comunicación
Desarrollar excelentes habilidades de comunicación es esencial para el liderazgo efectivo. El
líder tiene que ser capaz de compartir conocimientos e ideas para trasmitir un sentido de
urgencia y entusiasmo a otros. Si no puede hacer comprender un mensaje claramente y motivar
a otros a actuar, entonces no tiene sentido tener un mensaje (Gilberto Amelio citado en
Maxwell, 1999). Jesús vio en sus discípulos excelentes cualidades de comunicación. La
comunicación no es solo lo que se dice. Es también como se dice.
Capacidad
La capacidad va más allá de las palabras. Es la habilidad del líder de decirlo, planearlo, y
hacerlo de tal forma que otros sepan que tú sabes cómo y sepan que te quieren seguir (Maxwell,
1999). Es por eso que Jesús vio en sus discípulos la capacidad para seguir la encomienda de
hacer discípulos a todas las naciones. Todos admiramos a las personas que muestran gran
capacidad, ya sean artesanos de precisión, atletas mundiales u hombres de negocios. Las
personas altamente competentes están buscando siempre maneras de aprender, crecer y
mejorar. Lo hacen preguntando porque los líderes con capacidad inspiran y motivan a su gente
a hacer lo mismo.
Valentía
Jesús vio en los discípulos valentía. La valentía es estimada correctamente como la primera de
las cualidades humanas, porque es la que garantiza todas las demás (Winston Churchill citado
en Maxwell, 1999). La posición de líder no da a la persona valentía, pero la valentía le puede
dar una posición de líder. Aquellos que no tienen la valentía de arriesgarse y los que sí la
tienen, experimentan la misma cantidad de temor en la vida. La única diferencia es que los que
no se arriesgan se preocupan por cosas sin importancia. Es por eso que Jesús vio en sus
discípulos la capacidad de valentía para arriesgarse en la encomienda de llevar el mensaje de la
Palabra de Dios.
Discernimiento
El discernimiento puede describirse como la habilidad de encontrar la raíz del problema, y
descansa tanto en la intuición como en el pensamiento racional. Los discípulos tenían
discernimiento. El discernimiento es una cualidad indispensable para cualquier líder que desea
lograr el máximo de efectividad. Esto ayuda a hacer muchas cosas importantes. Jesús vio en los
discípulos la cualidad de ver la raíz del problema y poder resolverlo.
Capacidad de concentración
La capacidad de concentrarse es muy importante en un buen líder. Jesús vio en sus discípulos
esta capacidad. Un líder que conoce sus prioridades pero carece de concentración sabe que
hacer pero nunca lo termina.
Generosidad
La generosidad comienza en el corazón. Los discípulos eran generosos en la hora en que Jesús
los escogió. Nada habla más alto o sirve más a los demás que la generosidad de un líder. La
verdadera generosidad no es algo ocasional. Viene del corazón y permea cada aspecto de la vida
del líder: su tiempo, su dinero, sus talentos y sus posesiones. Los líderes efectivos, el tipo de
líder que a la gente le gusta seguir, no recogen cosas solo para sí; las recogen para darlas a los
demás. Es por eso que Jesús vio en los discípulos esta gran cualidad.
Iniciativa
Jesús vio en los discípulos, iniciativa. Ellos sabían lo que querían, se esforzaron a actuar, eran
arriesgados. Estaban dispuestos a correr riesgos. Una de las razones por la que a los buenos
líderes les gusta correr riesgos es que reconocen que también hay un precio que pagar por no
hacer nada. La buena noticia para las personas de iniciativa es que hacen que las cosas
sucedan.
El oído del líder tiene que vibrar con las voces de la gente (Woodrow Wilson citado en Maxwell,
1999). Un buen líder estimula a los demás a que le digan lo que necesita saber, no lo que quiere
oír (Maxwell, 1999). Los discípulos tenían esta cualidad. Jesús vio que los discípulos tenían la
capacidad de mantener sus oídos abiertos a sus seguidores.
Pasión
Cuando un líder se expresa con pasión, generalmente encuentra pasión, como respuesta.
(Maxwell, 1999). La pasión es el primer paso para la realización. La pasión aumenta
la fuerza de voluntad. La pasión cambia. Si se deja llevar por la pasión, en vez de por las
percepciones de otros se llegará a ser una persona más dedicada y productiva. Eso aumentara
la capacidad de impactar a los demás. Al final, la pasión tendrá más influencia que la
personalidad. Jesús vió en sus discípulos la pasión de realizar el trabajo. Si la pasión no fuera
una cualidad en la vida de los discípulos, Jesús no los hubiera seleccionado.
Actitud positiva
Si se desea ser un líder efectivo, es esencial tener una actitud positiva. Esto no solo determina el
nivel de compromiso como persona, sino también tiene un impacto en como los demás
interactúan con uno. Jesús vió una actitud positiva en los discípulos que escogió. La actitud es
la norma para el éxito.
Relación con la gente
La habilidad para relacionarse con la gente Jesús la vió en los discípulos que recluto. La
primera habilidad de un líder es entender cómo piensa y siente la gente. Al trabajar con otros
se reconoce que hay que tener buenas relaciones con el grupo que se va a dirigir. La habilidad
de mirar a cada persona, entenderla y conectarse con ella es un factor fundamental en el éxito
de las relaciones. Esto significa tratar a cada uno individualmente y no a todos por igual. Quien
no ame a la gente no puede ser un líder verdaderamente efectivo, del tipo de la gente quiere
seguir.
Capacidad de asumir responsabilidad
El éxito en cualquiera escala requiere que asumas la responsabilidad. En última instancia, la
única cualidad que toda persona de éxito tiene es la capacidad de asumir su responsabilidad
(Michael Korda citado en Maxwell, 1999). Un líder puede abandonar cualquier cosa, menos la
responsabilidad final (Maxwell, 1999). Jesús buscaba personas responsables para la gran
encomienda de llevar el mensaje. Jesús vió que los discípulos estaban dispuestos de dar la milla
extra. Estaban dispuestos a hacer lo sea necesario para completar el trabajo que necesitaba
Jesús.
Las personas que desean la excelencia y trabajan duro para lograrla son casi siempre
responsables. Y cuando lo dan todo, viven en paz. Es de un valor incalculable encontrar a
alguien que asuma su responsabilidad, termine y continúe hasta el último detalle lo que ha
emprendido; es decir, saber cuándo alguien que ha aceptado una tarea la terminara efectiva y
concientemente.
Seguridad
Los líderes inseguros son peligrosos. Es por eso que Jesús vio en sus discípulos la cualidad de
la seguridad. Los líderes inseguros son peligrosos; para ellos mismos, para sus seguidores y
para las organizaciones que dirigen debido a que la posición de liderazgo magnifica las
imperfecciones personales.
Poder de autodisciplina
El poder de la autodisciplina fue una característica quizás que Jesús vio en sus discípulos. Sin
ella nadie logra ni mantiene el éxito. No importa cuán dotado sea un líder, sus dotes nunca
alcanzaran su potencial máximo sin la autodisciplina. Esta sitúa a un líder para llegar hasta el
nivel más alto y es una clave para el liderazgo que permanece.
Servicio
El verdadero líder sirve. Sirve a la gente. Sirve a sus mejores intereses y al hacerlo no siempre
será popular, y quizás no siempre logre impresionar. Pero debido a que los verdaderos líderes
están motivados por el interés amoroso más que por un deseo de gloria personal, están
dispuestos a pagar el precio. (Habecker citado en Maxwell, 1999).
El concepto de servidumbre no se refiere a posiciones ni a habilidades. Tiene que ver con
actitud. El Señor vió en los discípulos que escogió, esta cualidad. Los líderes servidores no se
fijan en rangos o posiciones. El servidor no es motivado por manipulación o por
auto promoción sino por amor. Los discípulos eran humildes y si el Señor los escogió es porque
verdaderamente tenían el deseo de servir.
Visión
El valor de un gran líder para cumplir su visión viene de la pasión, no de la posición (Maxwell,
1999). Para un líder, la visión es todo. Es absolutamente indispensable. Los discípulos eran
líderes visionarios. Es por eso que Jesús los escogió. La visión enfrenta las necesidades de
otros. Es por eso que los discípulos decidieron seguir al Maestro.
Sabemos que cada persona puede ser un gran líder cuando desea glorificar al Señor en su vida y
hará todo lo posible para someterse a las disciplinas de capacitación y desarrollo personal.
Entrega, Valor y Persuación
Otras cualidades que el Señor vería en los discípulos al reclutarlos serian: Su entrega, la
anegación para poner los intereses de Dios sobre sus propios intereses. Valor, su capacidad
para entrenarse en situaciones de peligro o desánimo y motivación para
emprender empresas difíciles. Persuasión, que tiene habilidad para convencer y ganar la
voluntad de los demás, a favor de las metas y aspiraciones propuestas.
Entusiasmo
Entusiasmo, cualidad innata que se contagia y que se puede desarrollar como una forma de
vida. Integridad, en un mundo lleno de deshonestidad, el líder cristiano debe guardarse de toda
deshonestidad.
Confianza
Los discípulos eran personas de confianza. "Sea nuestra palabra siempre con gracia, sazonada
con sal, para que sepáis como debéis responder a cada uno" (Colosenses 4:6). Una actitud de
confianza en los demás ejerce un efecto favorable en los hermanos. La timidez ejerce un efecto
negativo: aleja a la gente. Irradie confianza, no solo a través de las palabras, sino también a
través de la firmeza con que se expresan.
Enfoque cristiano
Jesús escogió personas que utilizaran el enfoque cristiano. Estos son: cultivar el sentido del
humor, tener fe en nuestros hermanos, irradiar alegría y buen humor, tratar a los humildes con
tanto respeto, ser accesibles, tolerantes y mostrar una aptitud receptiva hacia las ideas de los
demás, ser serviciales con nuestros hermanos, reconociendo sus méritos, hacer amigos,
conseguir la cooperación fervorosa de los demás, aceptar sin rencor los fracasos, desengaños y
derrotas, no hacer acepción de personas, no hacer ostentación de nuestras cualidades y
mantener comunicación con los hermanos.
Amor Incondicional
Jesús escogió a los discípulos porque entendió que eran personas que tenían amor
incondicional. No hay nada que un individuo haya hecho o llegue a hacer que pueda causar que
un líder maduro deje de amarlo. Tal vez no esté de acuerdo con sus acciones, pero lo amara
como persona y hará todo lo posible para su edificación (1 Co. 13:1-8).
Disponibilidad
Disponibilidad, el líder cristiano pone sacrificialmente su tiempo, energía, puntos de vista y
posesiones a disposición del grupo (Hch. 2:43-47).
Vulnerabilidad y Confiabilidad
Vulnerabilidad y confiabilidad, la madurez requiere que el líder cristiano sea una persona
abierta, que pueda compartir sus sentimientos y luchas, sus gozos y tristezas de una manera
honesta con otra gente, en especial el grupo más próximo a el, y que no encierre todo en sí
mismo (Ef. 4:25; Stg. 5:16; 1 Jn. 1:5-7). Asimismo, debe responsabilizarse de hablar la verdad
en amor (Ef. 4:15).
Apertura
Los escogió porque tenían apertura. Porque el líder maduro está dispuesto a escuchar a otros, a
realizar un examen de las costumbres y tradiciones, a recibir y evaluar nuevas ideas y poner en
práctica aquellas que sean más convenientes; además, es sensible a lo que sucede a su
alrededor y sabe analizar las características de su entorno.
Autoridad espiritual
Tenían también autoridad espiritual. Eran líderes sometidos voluntariamente a la autoridad de
Cristo. Eran personas también integras que lo identificaban como una persona incorruptible y
honesta, que cumplían sus promesas. Eran siervos de los siervos de Dios, pues se dedicaron
fervientemente en servir en vez de ser servidos.
Conclusión
En conclusión, los líderes del Señor son personas que han vivido procesos difíciles. Por esto se
han ganado el respeto y autoridad de sus seguidores. Dios escogió a estos hombres porque
entendió que podían sobrellevar todo el reto que conlleva ser discípulo de él. Además, Dios
sabe quién es quién en su obra y seleccionada, prepara y usa al que quiere por el bien de su
obra.
Así como los antiguos apóstoles representados por estas estatuas ayudaron a guiar la
primera Iglesia de Cristo, los apóstoles actuales, una vez más, ayudan a guiar Su Iglesia al
día de hoy. Conoce más sobre quiénes fueron los antiguos apóstoles y de los
apóstoles actuales en la Tierra.
¿Qué son los apóstoles?
Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra llamó a doce hombres para que le ayudaran a enseñar
Su Evangelio. Estos hombres tenían diferentes antecedentes, algunos eran pescadores y uno
de ellos era recaudador de impuestos, pero a pesar de sus diferencias todos tenían algo en
común: eran apóstoles y su trabajo era servir a otros y testificar a Jesús.
La Biblia nos enseña que los apóstoles originales de Jesús fueron: Pedro, Santiago, Juan,
Andrés, Felipe, Judas Iscariote, Mateo, Tomás, Santiago hijo de Alfeo, Bartolomé, Judas
Tadeo y Simón.
Pedro, Santiago, Juan, Andrés y Felipe eran pescadores cuando se les llamó para ser
apóstoles. Jesucristo nombró a Pedro “la roca” en la que construiría Su Iglesia. Después de
la muerte de Jesús, Pedro presidió con la Iglesia que Cristo había establecido, y se cree que
fue martirizado. La Biblia nos dice que Santiago también fue asesinado, pero que Juan
nunca murió. Jesús dijo que Juan se quedaría en la Tierra y predicaría el evangelio hasta
que Cristo regresara a Su Segunda Venida. Tanto Andrés como Felipe se dedicaron a
predicar el Evangelio después de la muerte de Cristo, y la tradición enseña que ellos
también fueron martirizados.
Judas Iscariote fue el apóstol que traicionó a Jesús por 30 piezas de plata. Lleno de
remordimiento se ahorcó, y el apóstol Matías fue llamado para reemplazarlo.
No se conoce mucho sobre las vidas de Tomás, Santiago hijo de Alfeo, Bartolomé, Judas
Tadeo y Simón, así como se sabe de las de otros antiguos apóstoles, sin embargo, sabemos
que todos estaban comprometidos con el Evangelio de Jesucristo. La tradición enseña que
muchos de ellos viajaron por el mundo antiguo enseñando el Evangelio y que estaban
dispuestos a morir por su fe. La fe y sacrificio de los antiguos apóstoles de Jesús
fue extraordinario.
Los apóstoles actuales
Conforme fue pasando el tiempo y los antiguos apóstoles fueron asesinados, el mensaje
enseñado por Jesús se empezó a distorsionar y a corromper. El sacerdocio de Cristo, o la
autoridad del hombre para actuar en nombre de Dios, fue quitado de la Tierra. La Iglesia
que Jesús había establecido ya no era la misma y pasaron siglos sin la verdadera Iglesia de
Jesucristo en la Tierra.
En 1820, José Smith, un granjero adolescente, estuvo orando para saber a qué iglesia
unirse. En respuesta a las oraciones de José, tanto Dios el Padre como el Señor Jesucristo
aparecieron. Jesucristo le dijo a José que no se uniera a ninguna de las iglesias que existían
en la Tierra en ese entonces. Jesús quería que su verdadera Iglesia volviera a estar en la
Tierra nuevamente, por lo que empezó a restaurarla a través de José Smith.
Hoy en día, los apóstoles continúan enseñando acerca de la misión de Jesucristo de redimir
a todos los hijos de Dios. Los apóstoles enseñan los mandamientos de Jesús y, además,
dirigen y guían la Iglesia de Jesucristo bajo Su dirección. Los apóstoles actuales hablan a la
Iglesia y al mundo dos veces al año en una reunión especial llamada conferencia general, la
cual se transmite a todo el mundo.
139:3.1 (1552.5) Santiago,
el mayor de los dos apóstoles hijos de Zebedeo, a
quienes Jesús apodó «los hijos del trueno», tenía treinta años cuando se
convirtió en apóstol. Estaba casado, tenía cuatro hijos, y vivía cerca de sus
padres en las afueras de Capernaum, en Betsaida. Era pescador, y siguió su
llamado con su hermano menor, Juan, y en asociación con Andrés y Simón.
Santiago y su hermano Juan disfrutaban la ventaja de haber conocido a
Jesús mucho antes que todos los demás apóstoles.
139:3.2 (1552.6) Esteapóstol hábil era una contradicción de temperamento;
parecía poseer realmente dos naturalezas, ambas activadas por sentimientos
fuertes. Era especialmente vehemente cuando algo le provocaba
indignación. Tenía un temperamento fogoso cuando se le provocaba y,
cuando pasaba la tormenta, siempre solía justificar y excusar su ira diciendo
que se trataba únicamente de una manifestación de justa cólera. Aparte de
estos estallidos periódicos de ira, la personalidad de Santiago mucho se
parecía a la de Andrés. No poseía la discreción o el discernimiento de la
naturaleza humana de Andrés, pero era mejor orador público que éste.
Después de Pedro, o tal vez después de Mateo, Santiago era el mejor orador
entre los doce.
139:3.3 (1552.7) Aunque no se podía decir que Santiago fuera caprichoso, se
le veía a veces quieto y taciturno un día, muy locuaz y lleno de historias el
siguiente. Hablaba generalmente con Jesús, pero entre los doce, permanecía
a veces callado durante varios días seguidos. Su única gran debilidad eran
estos períodos de silencio inexplicables.
139:3.4 (1552.8) El rasgo
más destacado de la personalidad de Santiago era su
habilidad para ver todas las facetas de cualquier asunto. De los doce, era el
que estaba más cerca de comprender plenamente la importancia y
significación verdadera de la enseñanza de Jesús. También había sido lento,
al principio, en entender al Maestro, pero una vez que se completó su
preparación, adquirió un concepto superior del mensaje de Jesús. Santiago
era capaz de comprender una amplia gama de la naturaleza humana. Se
llevaba bien con el versátil Andrés, con el impetuoso Pedro, y con su
reservado hermano Juan.
139:3.5 (1553.1) Aunque Santiago y Juan tenían sus problemas a veces
cuando intentaban trabajar juntos, era una experiencia inspiradora observar
lo bien que se llevaban. No llegaban a tener una relación tan buena como la
de Andrés y Pedro, pero se llevaban mucho mejor de lo que ordinariamente
se espera de dos hermanos, especialmente de dos hermanos de carácter tan
recio y determinado. Pero, por extraño que parezca, estos dos hijos de
Zebedeo eran mucho más tolerantes el uno con el otro que con los extraños.
Se tenían gran afecto; siempre habían sido buenos compañeros de juego.
Eran estos «hijos del trueno» los que querían pedir fuego al cielo para que
aniquilara a los samaritanos que se habían atrevido a demostrar irreverencia
para con su Maestro. Pero la prematura muerte de Santiago mucho cambió
el temperamento vehemente de su her-mano menor Juan.
139:3.6 (1553.2) El rasgo
de la personalidad de Jesús que Santiago más
admiraba era la compasión afectuosa del Maestro. El interés comprensivo
de Jesús en los pequeños y en los grandes, en los ricos y en los pobres, le
resultaba muy atractivo.
139:3.7 (1553.3) Santiago
Zebedeo era un pensador y un planificador bien
equilibrado. Junto con Andrés, era uno de los más sensatos del grupo
apostólico. Era un individuo vigoroso pero nunca estaba de prisa. Era un
excelente contrapeso de Pedro.
139:3.8 (1553.4) Era modesto, no era espectacular en su actuación; era un
servidor diario, un trabajador sin pretensiones, que una vez que hubo
comprendido el verdadero significado del reino, no pretendió ninguna
recompensa especial. E incluso cuando se cuenta que la madre de Santiago
y de Juan pidió que se colocase a sus hijos a la diestra y a la siniestra de
Jesús, debe recordarse que fue la madre quien hizo esta solicitud. Cuando
ellos dieron a entender que estaban listos para asumir tales
responsabilidades, debe reconocerse que conocían los peligros que
acompañaban la supuesta rebelión del Maestro contra el poder de Roma, y
que también estaban dispuestos a pagar el precio. Cuando Jesús preguntó si
estaban prestos a beber de la copa, respondieron que lo estaban. Y en lo que
se refiere a Santiago, esto fue literalmente cierto —bebió de la copa con el
Maestro, ya que fue el primero de los apóstoles en sufrir el martirio, y muy
pronto fue ejecutado por la espada de Herodes Agripa. Santiago fue pues el
primero de los doce que sacrificó su vida en el nuevo frente de batalla del
reino. Herodes Agripa temía a Santiago más que a todos los demás
apóstoles. Sí, ciertamente permanecía a menudo quieto y taciturno, pero
demostró ser valiente y decidido cuando sus convicciones fueron puestas a
prueba.
139:3.9 (1553.5) Santiago vivió su vida plenamente, y cuando llegó el fin, se
comportó con tal gracia y fortaleza que aun su acusador e informante, que
asistió a su juicio y ejecución, tanto se conmovió que huyó de la escena del
último suplicio de Santiago para unirse a los discípulos de Jesús.
4. Juan Zebedeo
139:6.1 (1558.2) Natanael,
el sexto y último de los apóstoles escogidos por el
Maestro mismo, fue llevado a Jesús por su amigo Felipe. Estuvo asociado
en varias empresas de negocios con Felipe y, con él, se dirigía a ver a Juan
el Bautista cuando se encontraron con Jesús.
139:6.2 (1558.3) Cuando Natanael se unió a los apóstoles tenía veinticinco
años y era el segundo más joven del grupo. Era el menor de una familia de
siete, era soltero y el único sostén de padres ancianos y enfermos con
quienes vivía en Caná; sus hermanos y su hermana estaban casados o
habían fallecido, y ninguno vivía allí. Natanael y Judas Iscariote eran los
más instruídos entre los doce. Natanael había pensado en hacerse mercader.
139:6.3 (1558.4) Jesús
no le puso un sobrenombre a Natanael, pero los doce
no tardaron en hablar de él en términos que significaban honestidad,
sinceridad. Actuaba «sin engaño». Y ésta era su gran virtud; era honesto y
sincero. La debilidad de su carácter era el orgullo; estaba muy orgulloso de
su familia, su ciudad, su reputación y su país, todo lo cual es encomiable si
no se lleva a extremos. Pero Natanael tenía la tendencia a llegar a extremos
con sus prejuicios personales. Tendía a prejuzgar a los individuos de
acuerdo con sus opiniones personales. No titubeaba en preguntar, aun antes
de conocer a Jesús: «¿Puede venir algo bueno de Nazaret?» Pero Natanael
no era obstinado, aunque sí era orgulloso. No vaciló en cambiar de opinión
cuando contempló el rostro de Jesús.
139:6.4 (1558.5) Enmuchos aspectos Natanael era el genio excéntrico de los
doce. Era el filósofo apostólico y el soñador, pero era un tipo muy práctico
de soñador. Alternaba entre períodos de filosofía profunda y
manifestaciones de un sentido del humor original y poco común; con el
estado de ánimo apropiado, era probablemente, el mejor narrador de
historias entre los doce. Jesús disfrutaba enormemente escuchando a
Natanael conversar de cosas tanto serias como frívolas. Natanael
progresivamente fue tomando más seriamente a Jesús y el reino, pero nunca
se tomó a sí mismo demasiado en serio.
139:6.5 (1558.6) Todos los apóstoles amaban y respetaban a Natanael, y él se
llevaba muy bien con todos ellos, excepto con Judas Iscariote. Judas no
creía que Natanael se tomaba su apostolado suficientemente en serio y una
vez tuvo la temeridad de ir secretamente a Jesús y quejarse en contra de él.
Jesús le dijo: «Judas, vigila cuidadosamente tus pasos; no exageres tu
cargo. ¿Quién entre nosotros puede juzgar a su hermano? No es la voluntad
del Padre que sus hijos deban participar solamente de las cosas serias de la
vida. Déjame repetirte: he venido para que mis hermanos en la carne
puedan tener más gozo, alegría y abundancia de vida. Vete pues, Judas, y
haz bien lo que se te ha encomendado, pero deja que Natanael, tu hermano,
le rinda cuenta de sí mismo a Dios». El recuerdo de este episodio,
juntamente con el de otras experiencias similares, vivió por mucho tiempo
en el corazón iluso de Judas Iscariote.
139:6.6 (1559.1) Muchasveces, cuando Jesús se iba a la montaña con Pedro,
Santiago y Juan, y había tensión y confusión entre los apóstoles, e incluso
Andrés no sabía qué decir a sus desconsolados hermanos, Natanael aliviaba
la tensión con una pizca de filosofía o un granito de humor; de buen humor,
también.
139:6.7 (1559.2) El deber
de Natanael era velar sobre el bienestar de las
familias de los doce. Frecuentemente estaba ausente de los concilios
apostólicos, porque en cuanto se enteraba de una enfermedad o de algún
acontecimiento fuera de lo común que afectaba a una de las personas a su
cargo, no perdía tiempo en llegar a esa casa. Los doce estaban tranquilos,
porque sabían que, en manos de Natanael, el bienestar de sus familias
estaba a salvo.
139:6.8 (1559.3) Natanael
reverenciaba a Jesús particularmente por su
tolerancia. No se cansaba de contemplar la tolerancia y la compasiva
generosidad del Hijo del Hombre.
139:6.9 (1559.4) El padre
de Natanael (Bartolomé) murió poco después de
Pentecostés, después de lo cual este apóstol viajó a Mesopotamia y a la
India, proclamando la buena nueva del reino y bautizando a los creyentes.
Sus hermanos apóstoles nunca supieron lo que fue del otrora filósofo, poeta
y humorista. Pero él también fue un gran hombre en el reino e hizo mucho
por divulgar las enseñanzas de su Maestro, aun cuando no participó en la
organización de la subsecuente iglesia cristiana. Natanael murió en la India.
7. Mateo Leví
139:10.1 (1563.2) Jacobo
y Judas, los hijos de Alfeo, los pescadores gemelos
que vivían cerca de Queresa, el noveno y el décimo apóstol, fueron
escogidos por Santiago y Juan Zebedeo. Tenían veintiséis años y estaban
casados, Jacobo tenía tres hijos y Judas dos.
139:10.2 (1563.3) No
hay mucho que decir acerca de estos dos pescadores
comunes. Amaban a su Maestro, y Jesús los amaba, pero jamás
interrumpían sus palabras con preguntas. Muy poco comprendían de las
discusiones filosóficas o de los debates teológicos de los otros apóstoles,
pero les complacía contarse entre los integrantes de este grupo de hombres
notables. Estos dos hombres eran casi idénticos en su apariencia física, en
sus características mentales y en el alcance de su percepción espiritual. Lo
que se diga de uno de ellos puede aplicarse al otro.
139:10.3 (1563.4) Andrésles asignó el trabajo de velar por el mantenimiento
del orden de las multitudes. Eran los conserjes principales durante las horas
de predicación y, en efecto, los siervos generales y los recaderos de los
doce. Ayudaban a Felipe con los suministros, llevaban a las familias el
dinero que Natanael les enviaba, y siempre estaban dispuestos a brindar
ayuda a cualquiera de los apóstoles.
139:10.4 (1563.5) Las multitudesde gente común alentaban sus esperanzas al
ver a dos personas como ellos que ocupaban un lugar honroso en el grupo
de los apóstoles. Por el hecho de haber sido aceptados como apóstoles,
estos mellizos mediocres fueron el medio para atraer al reino a numerosos
creyentes de corazón débil. Además, la gente común aceptaba mejor las
órdenes y direcciones impartidas por conserjes oficiales que mucho se
parecían a ellos mismos.
139:10.5 (1563.6) Jacoboy Judas, que también eran llamados Tadeo y Lebeo,
no tenían características fuertes ni puntos flacos. Los sobrenombres que les
dieron los discípulos eran apodos tiernos que reflejaban su mediocridad.
Eran «los menos importantes entre todos los apóstoles»; lo sabían y les
complacía.
139:10.6 (1563.7) JacoboAlfeo amaba especialmente a Jesús por la sencillez
del Maestro. Los gemelos no podían comprender la mente de Jesús, pero
sentían el lazo comprensivo entre ellos y el corazón de su Maestro. Su
mente no era de un orden elevado; hasta se les podría considerar, con
reverencia, estúpidos, pero tenían una experiencia auténtica en su
naturaleza espiritual. Creían en Jesús; eran hijos de Dios y miembros del
reino.
139:10.7 (1564.1) JudasAlfeo se sentía atraído por Jesús por la humildad sin
ostentación del Maestro. Esa humildad, vinculada con tan grande dignidad
personal, le resultaba particularmente atractiva a Judas. El hecho de que
Jesús les ordenara siempre que no mencionaran sus acciones
extraordinarias, grandemente impresionaba a este simple hijo de la
naturaleza.
139:10.8 (1564.2) Losgemelos eran asistentes de buen corazón y mente
ingenua, y todos los amaban. Jesús recibió a estos jóvenes, con un solo
talento, en puestos de honor en su séquito personal en el reino, porque hay
incontables millones de otras almas igualmente simples y temerosas en los
mundos del espacio a quienes, del mismo modo, desea acoger en una
comunión activa y creyente con él y su efusivo Espíritu de la Verdad. Jesús
no desprecia la pequeñez, sino tan sólo el mal y el pecado. Jacobo y Judas
eran pequeños, pero también eran fieles. Eran simples e ignorantes, pero
también eran de corazón generoso, compasivos y afables.
139:10.9 (1564.3) Cuángratamente orgullosos estaban estos hombres
humildes el día en que el Maestro se negó a aceptar a cierto hombre rico
como evangelista, a menos que vendiera sus bienes y ayudara a los pobres.
Cuando las multitudes se enteraron de esto y al mismo tiempo
contemplaron a los gemelos entre sus consejeros, se convencieron de que
Jesús no tenía favoritos. ¡Pero sólo una institución divina —el reino del
cielo— podía edificarse sobre un cimiento humano tan mediocre!
139:10.10 (1564.4) Sólo
una o dos veces en toda su asociación con Jesús se
atrevieron los gemelos a hacer preguntas en público. Cierta vez Judas
decidió hacer una pregunta a Jesús, cuando el Maestro estaba hablando de
revelarse abiertamente al mundo. Sentía cierta desilusión pues ya no habría
secretos que tan sólo pertenecieran a los doce, y se atrevió a preguntar:
«Pero, Maestro, cuando así te declares al mundo ¿cómo nos favorecerás a
nosotros con manifestaciones especiales de tu bondad?».
139:10.11 (1564.5) Los
gemelos sirvieron fielmente hasta el fin, hasta los días
sombríos del proceso, la crucifixión y la desesperanza. En su corazón,
nunca perdieron su fe en Jesús y (con excepción de Juan) fueron los
primeros en creer en su resurrección. Pero no podían comprender el
establecimiento del reino. Poco después de que su Maestro fue crucificado,
regresaron a sus familias y a sus redes; había concluido su obra. No tenían
la capacidad para seguir en las batallas más complejas del reino. Pero
vivieron y murieron conscientes de haber sido honrados y bendecidos con
cuatro años de íntima y personal asociación con un Hijo de Dios, el hacedor
soberano de un universo.
11. Simón el Zelote
Según estudiamos estas vidas valerosas del primer siglo, y lo que el discipulado
significó en la época de Cristo, podemos esperar recibir ayuda para desarrollar un
discipulado del siglo XX dirigido por el Espíritu como Cristo debe haber querido
decir que sería.
1. Pedro
2. Santiago, el Anciano
3. Juan
4. Andrés
5. Bartolomé
6. Santiago, el Menor
7. Judas Iscariote
8. Judas Tadeo
9. Mateo
10. Felipe
11. Simón
12. Tomás
Andrés
Andrés era el hermano de Pedro, e hijo de Jonás. Vivió en Betsaida y Capernaúm
y era pescador antes de que Jesús lo llamara. Originalmente fue un discípulo de
Juan el Bautista (Marcos 1:16-18). Andrés trajo a su hermano Pedro a Jesús (Juan
1:40). Él es el primero en tener el título de Misionero en Casa y en el Extranjero.
Es reclamado por tres países como su Santo Patrono –Rusia, Escocia y Grecia.
Varios estudiosos dicen que predicó en Sitia, Grecia y Asia Menor.
Bartolomé
Bartolomé Natanael, hijo de Talmai, vivió en Caná de Galilea.
El Nuevo Testamento nos da muy poca información sobre él. La tradición indica
que fue un gran investigador de la Escritura y un estudioso de la ley y los
profetas. Se transformó en un hombre de rendición completa al Carpintero de
Nazaret, y uno de los misioneros más aventureros de la Iglesia. Se dice de él que
predicó con Felipe en Phrygia y Hierápolis; también en Armenia. La Iglesia de
Armenia lo reclama como su fundador y mártir. Sin embargo, la tradición dice
que él predicó en India, y su muerte parece haber tenido lugar ahí. Murió como
un mártir por su Señor. Fue despellejado vivo con cuchillos.
Santiago, el Anciano
Santiago, el Anciano, Boanerges, hijo de Zebedeo y Salomé, hermano de Juan el
Apóstol; un pescador que vivió en Betsaida, Capernaúm y Jerusalén. Predicó en
Jerusalén y Judea y fue decapitado por Herodes, en el año 44 DC (Hechos
12:1,2). Fue un miembro del Círculo Interno, llamado así porque estaba formado
por los que recibieron privilegios especiales. El Nuevo Testamento nos cuenta
muy poco sobre Santiago. Su nombre nunca aparece separado del de su hermano
Juan. Ellos eran un dúo inseparable (Marcos 1:19-20; Mateo 4:21; Lucas 5:1-11).
Juan
Juan Boanerges, hijo de Zebedeo y Salomé, hermano de Santiago, el apóstol. Fue
conocido como el discípulo amado. Un pescador que vivió en Betsaida,
Capernaúm y Jerusalén y fue miembro del Círculo Interno. Él escribió el
Evangelio según San Juan, 1º de Juan, 2º de Juan, 3º de Juan y Apocalipsis.
Predicó entre las iglesias de Asia Menor. Desterrado en la Isla de Patmos, fue
más tarde liberado y murió de muerte natural. Juan fue uno los apóstoles
prominentes. Es mencionado en varios lugares en el Nuevo Testamento. Fue un
hombre de acción; era muy ambicioso; y un hombre con un temperamento
explosivo y un corazón intolerante. Su segundo nombre fue Boanerges, el cual
significa Hijo del Trueno. Él y su hermano Santiago vinieron de una familia de
mejor posición que el resto de los apóstoles. Siendo que su padre contrataba
sirvientes en su negocio pesquero (Marcos 1:20) él pudo haberse sentido por
sobre el resto. Estuvo muy cerca de Pedro. Actuaron juntos en el ministerio.
Pedro, sin embargo, era siempre el vocero del grupo.
Se dice que un atentado fue realizado contra su vida mediante un cáliz de veneno
del cual Dios lo salvó. Murió de causas naturales. Un cáliz con una serpiente en
el mismo es su símbolo.
Judas Iscariote
Judas Iscariote, el traidor, fue el hijo de Simón quien vivió en Kerioth de Judá. Él
traicionó a Jesús por treinta piezas de plata y luego se ahorcó (Mateo 26: 14,16).
Judas, el hombre que llegó a ser el traidor, es el enigma supremo del Nuevo
Testamento porque es muy duro ver como alguien que estuvo tan cerca de Jesús,
que vio tantos milagros y oyó muchas de las enseñanzas del Maestro pudo
entregarlo en mano de sus enemigos.
Su nombre aparece in tres listas de los 12 Apóstoles (Mateo 10:4; Marcos 3:19;
Lucas 6:19). Se dice que Judas vino de Judá, cerca de Jericó. El era un judío y el
resto de los discípulos eran Galileos. Era el tesorero del grupo y estaba entre los
que lideraban conversaciones.
Se dice que Judas era un judío nacionalista violento que siguió a Jesús con la
esperanza de que a través de Él sus sueños y su llama nacionalistas pudieran ser
realizados. Nadie puede negar que Judas fuera un hombre codicioso y a veces usó
su posición como tesorero del grupo para tomar dinero del monedero común.
No hay una razón cierta de por qué Judas traicionó a su maestro, pero no fue su
traición lo que colocó a Jesús en la cruz, sino nuestros pecados.
Su símbolo apostólico es el lazo corredizo de una horca, o una bolsita de dinero
con piezas de plata cayéndose de él.
Judas Tadeo
Judas Tadeo, o Lebeo, hijo de Alfeo o Cleofás y María. Fue hermano de Santiago
el más joven. Fue uno de los apóstoles de los que se sabe poco y vivió en Galilea.
La tradición dice que predicó en Asiria y Persia y murió como mártir en Persia.
Jerónimo lo llamó “Trinomios” lo cual significa “un hombre con tres nombres”.
En Marcos 3:18 es llamado Tadeo. En Mateo 10:3 es llamado Lebeo. Su apellido
era Tadeo. En Lucas 6:16 y Hechos 1:13 es llamado Judas el hermano de
Santiago. Judas Tadeo también fue llamado Judas el Zelote.
Se ha dicho que Judas fue a predicar el Evangelio en Edesa cerca del Río
Éufrates. Allí sanó a varios y muchos creyeron en el nombre del Maestro. Judas
fue desde allí a predicar el Evangelio en otros lugares. Fue asesinado con flechas
en el Ararat. El símbolo elegido para él es el barco porque fue un misionero
enseñado a ser pescador de hombres.
Mateo
Mateo, o Leví, hijo de Alfeo, vivió en Capernaúm. Fue un publicano o cobrador
de impuestos. Él escribió el evangelio que lleva su nombre. Murió como mártir
en Etiopía.
De todas las naciones en el mundo, los judíos fueron los que más odiaron a los
cobradores de impuestos. Para el judío devoto, Dios era el único a quien era
correcto pagar tributos e impuestos. Pagarlo a cualquier otra persona era infringir
los derechos de Dios. El cobrador de impuestos era odiado no sólo sobre el
terreno religioso sino también porque la mayoría eran notablemente injustos.
Mateo fue diferente a los otros apóstoles, quienes fueron todos pescadores. Él
pudo usar una pluma de escribir, y por su pluma llegó a ser el primer hombre en
presentar al mundo, en el idioma hebreo, un relato de las enseñanzas de Jesús. Es
claramente imposible estimar la deuda que la cristiandad tiene para con este
despreciado cobrador de impuestos. El hombre promedio habría pensado que era
imposible reformar a Mateo, pero para Dios todas las cosas son posibles. Mateo
llegó a ser el primer hombre que escribió las enseñanzas de Jesús. Fue un
misionero del evangelio, que cambió su vida por la fe de su Maestro.
El símbolo apostólico de Mateo es tres bolsas de dinero las cuales nos recuerdan
que él fue un cobrador de impuestos antes de que Jesús lo llamara.
Pedro
Simón Pedro, hijo de Jonás, era un pescador que vivió en Betsaida y Capernaúm.
Hizo trabajo evangelístico y misionero entre los judíos, yendo tan lejos como a
Babilonia. Fue un miembro del Círculo Interno y escribió las dos epístolas del
Nuevo Testamento que llevan su nombre. La tradición dice que fue crucificado
en Roma con la cabeza hacia abajo.
En cada lista apostólica, el nombre Pedro es mencionado en primer lugar. Sin
embargo, Pedro tuvo otros nombres. En el tiempo de Cristo, el idioma común era
el griego y el idioma familiar era el hebreo. Así su nombre griego fue Simón
(Marcos 1:16; Juan 1:40, 41). Su nombre hebreo fue Cefas (1º Corintios 1: 12;
3:22; 9:5 y Gálatas 2:9). El significado griego de Simón es roca. El significado
árabe de Cefas también es roca.
Por su actividad comercial, Pedro fue un pescador. Fue un hombre casado (1º
Corintios 9:5) y su era Capernaúm. Jesús probablemente estableció su centro de
dirección ahí cuanto visitó Capernaúm. Pedro era galileo también como lo fueron
varios de los otros discípulos. Josefo describió a los galileos de esta manera:
“Eran siempre aficionados a la innovación y por naturaleza dispuestos al cambio
y deleitados en sedición. Estaban siempre listos para seguir al líder y para
comenzar una insurrección. Eran rápidos en soltar el genio y dados a la pelea y
eran hombres muy caballeros.” El Talmud dice esto de los galileos: “Eran más
ansiosos por el honor que por ganar, de genio fuerte, impulsivo, emocional,
despertado fácilmente por la idea de una aventura, leal hasta el fin.” Pedro fue un
galileo típico. Entre los doce, Pedro fue el líder. Él sobresale como el vocero de
los apóstoles. Es él quien preguntó el significado de la parábola en Mateo 15:15.
Es él quien preguntó cuán seguido debemos perdonar. Es él quien indagó acerca
de la recompensa para todos aquellos que siguen a Jesús. Es él el que primero
confesó a Jesús y lo declaró como el Hijo del Dios Viviente. Es él quien estuvo
en el monte de la Transfiguración. Es él quien vio a la hija de Jairo resucitar de
los muertos. Y todavía, es él quien negó a Cristo ante un criado. Él fue un apóstol
y un misionero que dio su vida por su Señor. Es verdad, Pedro cometió muchos
errores, pero tuvo siempre la gracia salvadora del corazón amante. No importa
cuántas veces se hubo caído y fallado, siempre recuperó su coraje e integridad.
Pedro fue martirizado sobre una cruz. Pedro solicitó que lo crucificaran cabeza
abajo porque no era digno de morir como su Señor había muerto. Su símbolo
apostólico es una cruz invertida con llaves cruzadas.
Felipe
La tradición dice que Felipe predicó en Phrygia y murió como mártir en
Hierapolis. Felipe vino de Betsaida, el pueblo del cual Pedro y Andrés vinieron
(Juan 1:44). El parecido es que él, también, fue un pescador. Aunque los
primeros tres Evangelios registran su nombre (Mateo 10:3; Marcos 3:18; Lucas
6:14; Hechos 1:13), es en el Evangelio de Juan que Felipe se vuelve una
personalidad viviente.
Los estudiosos no están de acuerdo sobre Felipe. En Hechos 6:5 tenemos a Felipe
como uno de los siete diáconos ordenados. Algunos dicen que éste es otro Felipe.
Algunos creen que realmente éste es el apóstol. Si es el mismo Felipe, entonces
su personalidad tomó más vida porque tuvo una exitosa campaña en Samaria. El
dirigió al eunuco etíope a Cristo (Hechos 8:26). También se quedó con Pablo en
Cesarea (Hechos 21:8) y fue una de las figuras importantes en los
emprendimientos misioneros de la iglesia primitiva.
El Evangelio de Juan muestra a Felipe como uno de los primeros entre tantos a
quienes Jesús les dirigió la palabra “Sígueme.” Cuando Felipe conoció a Cristo,
inmediatamente encontró a Natanael y le dijo “lo hemos encontrado, de quien
Moisés... y los profetas, escribieron.” Natanael era desconfiado. Pero Felipe no
argumentó con él; simplemente le contestó: “Ven y ve.” Esta historia nos dice
dos cosas importantes sobre Felipe. Primero, muestra su correcto acercamiento al
que desconfía y su simple fe en Cristo. Segundo, muestra que tenía un instinto
misionero.
Felipe fue un hombre de corazón caliente y una cabeza pesimista. Fue uno a
quien le hubiera gustado mucho hacer algo por otros, pero que no vio cómo esto
podría ser hecho. Aún así, este simple galileo dio todo lo que tenía. Por eso Dios
lo usó. Se dice que murió colgado. Mientras estaba muriendo, pidió que su
cuerpo sea envuelto no en lino sino en papiro porque no era digno de que incluso
su cuerpo sea tratado como el cuerpo de Jesús. El símbolo de Felipe es una
canasta, por su participación en la alimentación de los cinco mil. Es él quien
marcó la cruz como un signo de cristiandad y victoria.
Simón
Simón, el Zelote, uno de los apenas conocidos seguidores llamado Cananista o
Zelote, vivió en Galilea. La tradición dice que fue crucificado.
Simón el Zelote, el hombre que una vez pudo haber matado por lealtad a Israel,
llegó a ser el hombre que vio que la voluntad de Dios no tiene servicio forzado.
La tradición dice que murió como un mártir. Su símbolo apostólico es un pez
sobre una Biblia, lo cual indica que fue un pescador que llegó a ser un pescador
de hombres mediante la predicación.
Tomás
Tomás Dídimos vivió en Galilea. La tradición dice que trabajó en Parthia, Persia
e India, sufriendo martirio cerca de Madras, en el Monte Santo Tomás, India.
Tomás fue su nombre hebreo y Dídimos su nombre griego. Algunas veces fue
llamado Judas. Mateo, Marco y Lucas no nos cuentan nada sobre Tomás excepto
su nombre. Sin embargo, Juan lo define más claramente en su Evangelio. Tomás
apareció en la resurrección de Lázaro (Juan 11:2-16), en el Aposento Alto (Juan
14:1-6) donde quiso saber cómo conocer el camino a donde Jesús estaba yendo.
En Juan 20:25 lo vemos diciendo que a menos que vea las marcas en las manos
de Jesús y en su costado, él no iba a creer. Por esto Tomás llegó a ser conocido
como Tomás el incrédulo.
Tomás llegó a creer mediante la duda. Por naturaleza, él era pesimista. Era uno
hombre desconcertado. Aún así, fue un hombre de valor. Fue un hombre que no
podía creer hasta no haber visto. Era un hombre de devoción y fe. Cuando Jesús
resucitó, volvió e invitó a Tomás a poner su dedo en las marcas que dejaron los
clavos en sus manos y en su costado. Y es aquí donde vemos a Tomás haciendo
la confesión de fe más grande: “Mi Señor y mi Dios.” Las dudas de Tomás
fueron transformadas en fe. Tomás fue siempre como un niño pequeño. Su
primera reacción fue no hacer lo que le dijeron que hiciera y no creer lo que le
dijeron que creyera. Las buenas nuevas para él fueron siempre demasiado buenas
para ser verdad. Mediante este hecho la fe de Tomás se volvió mas grande,
intensa y convincente. Se dice que él fue encargado para construir un palacio
para el rey de India, y fue muerto con una lanza como mártir por su Señor. Su
símbolo es un grupo de lanzas, piedras y flechas.
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Mientras Jesús anduvo por esta tierra se hizo acompañar de unos hombres que apoyaron
su misión y realizaron un intenso y largo recorrido junto a él luego de iniciar su vida
pública a los 33 años. El hecho de que los apóstoles fueran doce tiene un significado
bíblico basado en las Doce Tribus de Israel.
Los apóstoles compartieron muchas cosas con Jesús y uno de los aspectos afines fue la
forma de morir, todos, a excepción de Juan, murieron martirizados.
Estos discípulos de Jesús eran hombres comunes y corrientes, pero habían recibido un
llamado especial, razón por la que tuvieron que enfrentar ciertas vicisitudes, y en
ocasiones hacer morir a su “yo” para que se cumpliera la voluntad del padre.
Cada uno fue escogido para una misión, hasta el famoso Judas Iscariote, que traicionó a
Jesús, jugó un papel fundamental.
Pedro
Originalmente era Shimón bar Ioná (Simón), pero Jesús le cambió el nombre por Cefas,
que llevado al latín es Petrus y significa “Piedra”. Nació en Betsaida a finales del siglo I
antes de Cristo y aunque no se tiene mucha referencia de su estado civil se cree que tuvo
mujer, partiendo del texto del evangelio que menciona la curación de su suegra.
El apóstol Pedro era hijo de Jonás y hermano de Andrés. Pedro es considerado el príncipe
de los Apóstoles y primer papa de la iglesia Católica. Era pescador, sus días estaban
dedicados al trabajo de la pesca en el mar de Galilea junto a su padre y a su hermano
Andrés, hasta que Jesús lo llamó a ser pescador de hombres, éste lo dejó todo y se
adhirió al Gran Maestro. Fuerte, impulsivo, arriesgado. En ocasiones temeroso. Fue
crucificado con la cabeza hacia abajo, porque no se consideraba digno de morir igual que
Cristo.
Andrés
Nació en Betsaida. Fue hijo de Jonás y hermano de Pedro, fue el primer apóstol de Jesús;
recibió la invitación para ser apóstol de Cristo luego de ser bautizado por Juan el Bautista.
Andrés fundó muchas iglesias en Acaya, logrando que muchas personas conocieran a
Dios y se convirtieran.
Era pescador. Andrés murió en Acaya, Grecia,el 30 de noviembre del año 60 después de
Cristo, atado a un madero en forma de cruz tras ser acusado de predicar el evangelio y
negarse a adorar ídolos paganos. Para hacerlo sufrir más, antes de matarlo lo azotaron
unos 21 hombres y luego le ataron las manos y los pies; Andrés tardó dos días en morir
y desde el madero se la pasó predicando a todos los que acudían a verle, en ningún
momento se quejó, más bien elevó una oración a su padre celestial en la que expresaba
que ya era hora de que su cuerpo fuera entregado a la tierra.
Santiago El Mayor
Hombre valiente que hasta su último aliento se dejó utilizar como un instrumento del
Señor. Nació en el siglo V antes de Cristo en Betsaida. Era hijo de Zebedeo y Salomé, y
hermano del apóstol Juan. Se dice que pertenecía a una familia adinerada. Su padre
pescaba en el Mar de Tiberíades y su madre fue una de las mujeres piadosas que servían
al ministerio del Señor con el ofrecimiento de sus bienes. Santiago el Mayor tenía un
carácter efusivo e impetuoso, dinámico y decidido.
Fue un líder destacado de las comunidades judeo cristianas. Santiago recibió una penosa
muerte al ser decapitado por orden del rey de Judea, Herodes Agripa, I. 44 después de
Cristo. Antes de morir oró por un paralítico y al llegar al lugar donde sería degollado pidió
un recipiente con agua para bautizar a Josías, quien también fue decapitado.
Juan
El conocido “discípulo amado” nació en Betsaida hacia el año 6 d.C. Fue hijo de Zebedeo
y Salomé, y hermano del apóstol Santiago. El dilecto apóstol de Jesús era el más joven y
fue el último en morir. Tuvo la oportunidad, junto a Pedro y a Santiago, de presenciar la
transfiguración de Jesús en el monte Tabor, en la Baja Galilea. Se cree que Juan fue un
hombre acomodado que se hizo cargo de la virgen María luego de la muerte de Jesús.
Antes de ser llamado por Jesús se dedicaba a la pesca junto a su hermano y su padre.
Se estima que falleció tranquilamente a los 98 años, en Éfeso, hacia el tercer año del
reinado de Trajano, 100 después de Cristo. Aunque la muerte de Juan no fue de forma
violenta como ocurrió con los demás Apóstoles, éste padeció bastante por la causa de
Cristo, relatan que en una ocasión mientras se encontraba de misión en Roma lo
entraron en un caldero con aceite hirviendo, pero sobrevivió.
Felipe
Bartolomé
Conocido también como Natanael, nació en Caná de Galilea y se hizo apóstol de Jesús
gracias a la intervención de su amigo Felipe, quien le presentó al Mesías. Se distinguió
por su desapego a las cosas térreas y su amor por lo celestial. Hay datos que ratifican
que el Apóstol Bartolomé estuvo de misión en Asia y fue un hombre honrado que se
entregó en cuerpo y alma a la misión que le fue encomendada.
En la india él solía expulsar demonios; cuentan que por su predicación los miembros de
muchas familias llegaron a convertirse. Hay varias versiones sobre su muerte, unos dicen
que fue crucificado con la cabeza hacia abajo, otros sostienen que fue decapitado y
torturado por causa de su predicación en Armenia.
Tomás
Judas Tomás Dídimo, apodado el Mellizo, se presume que era judío y nació en Galilea.
Suele ser recordado por su incredulidad (Juan 20,24). Éste afirmó que no creería en la
resurrección de Jesús hasta que pudiera ver la señal de los clavos en sus manos e
introdujera su mano en el costado de Cristo, esta forma de actuar nos puede llevar a
pensar que era un rebelde, pero no, luego que Jesús se le manifestara en persona
asumió su misión con más vigor que antes.
Se presume que el último período de su vida lo pasó predicando en la India, donde fue
martirizado. Le atravesaron el corazón con una espada en la India. Se encontraba
misionando en esas tierras y el rey se opuso a que Tomás siguiera hablando de su Dios,
pero él no lo hizo, por el contrario, llamó al rey idólatra y éste enfurecido le quitó la vida.
Mateo
El nombre Mateo proviene del griego “mathhaios” que significa “regalo de Yahvé”, éste
también era conocido como Leví y se cree que nació en Cafarnaúm. Al momento de su
llamado era publicano y trabajaba como recaudador de impuestos para los romanos,
pero ante la invitación de Jesús no pudo resistirse, renunció a su labor y decidió seguir los
pasos del Salvador.
Mateo era un hombre adinerado, vivía cómodamente, y era conocido como un hombre
listo, de sobrados conocimientos, sabio y juicioso. El apóstol Mateo recorrió el Oriente
llevando la palabra. Mateo evangelizó a los judíos durante 15 años, incluyendo
posiblemente a los judíos de Etiopía. Se dice murió en Etiopía luego que le propinaran
una herida de espada.
Santiago El Menor
Le solían decir Santiago, hijo de Alfeo, y Jacobo El menor. No se tienen datos precisos de
la fecha de su nacimiento. Es conocido por desempeñar una ardua labor evangelizadora,
un hombre que estuvo listo a tiempo para la batalla de la fe y la expansión del mensaje
de Cristo. Santiago El Menor fue reconocido como el primer obispo de Jerusalén. Escribió
las epístolas que llevan su nombre y aparecen en el nuevo Testamento. Se ha comentado
que Santiago El Menor y Judas Tadeo eran hermanos.
Se cree que perdió la vida en el año 62 después de Cristo, luego de ser arrojado desde lo
alto de un templo por compartir con los hombres del pueblo en que vivía lo que pensaba
del hijo de Dios; al caer al suelo no se lesionó, pero luego le propinaron varias pedradas
y, por último, un golpe le destruyó el cráneo. Santiago El Menor fue enterrado en el
mismo lugar que falleció.
Judas Tadeo
Se dice que fue hermano de Santiago El Menor. Aparece tildado con el nombre de
“Lebbaeus” en Mateo. El nombre “Judas” es de origen hebreo y significa: “alabanzas sean
dadas a Dios”, mientras que Tadeo quiere decir: “valiente para proclamar su fe”.
Los apóstoles Simón y Judas misionaron juntos en Babilonia, convirtieron a gran cantidad
de gente, incluyendo el rey y personas adineradas. Cuentan que Simón y Judas fueron
martirizados y cuando un rey tuvo noticia del hecho recogió sus cadáveres, los trasladó a
la capital del reino y les dio sepultura en una magnífica y suntuosa iglesia que mandó a
construir en su honor.
Judas Iscariote
Conocido como el traidor. Iscariote se traduce del idioma hebreo y significa: “el hombre
de Queriyyot o Keriot”, una ciudad de Judá. Judas manejaba las finanzas del grupo y
utilizaba el dinero reservado para los pobres para otros fines.
Los evangelios narran cómo Judas guió a los guardias hasta el lugar donde estaba Jesús,
Judas le dio un beso en la mejilla para que los miembros del sanedrín lo identificaran y
luego lo pudieran atrapar; traicionó a su maestro por 30 monedas de plata. Judas
representa la traición, la avaricia, la envidia y la maldad que hay en el mundo, pero que
al final será vencida. Se plantean diversas versiones en torno a su muerte; unos dicen
que compró un campo con el dinero que le habían pagado por la traición de Jesús y que
allí cayó de cabeza y todo su cuerpo reventó, por lo que el lugar se dio a conocer como
“aceldama” que quiere decir campo de sangre.
Matías, el apóstol 13
Fue escogido como apóstol luego que Judas Iscariote vendiera a Jesús por 30 monedas
de plata y posteriormente a su traición se ahorcara. Matías fue elegido después de la
muerte de Cristo y predicó en Judea.
Era un hombre serio, prudente, con mucho cocimiento de la ley, dotado del don de la
palabra. Producto de su testimonio de vida, predicación de la palabra y realización
milagros, una gran cantidad de personas conoció al Señor, pero así como despertó la fe
de muchos en Judea, por la misma causa otros que no compartían sus creencias
buscaron la forma de acabar con su vida terrenal.
Los judíos le dieron muerte de una forma brutal, primero le lanzaron piedras y después le
cortaron la cabeza, su cadáver fue trasladado a Roma y posteriormente a Tréveris.
Introducción a los 12
apóstoles
La vocación es una llamada divina
Pablo, que fue llamado más tarde por el mismo Cristo resucitado, llega a la
última raíz de la vocación al declarar:
«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos bendijo en
Cristo con toda bendición espiritual en los cielos, por cuanto en él nos eligió
antes de la creación del mundo para que fuesemos santos e inmaculados en su
presencia por el amor» .
Juan Pablo II enseña que: «la intervención libre y gratuita de Dios que llama es
prioritaria, anterior. Es más, podemos decir que Dios «primero» elige al hombre,
en el Hijo eterno y consustancial, a participar de la filiación divina, y sólo
«después» quiere la creación, quiere al mundo .
Desde la eternidad, desde que comezamos a existir en los designios del Creador y
Él nos quiso criaturas, también nos quiso llamados, preparándonos con dones y
condiciones para la respuesta personal, consciente y oportuna a la llamada de
Cristo o de la Iglesia. Dios que nos ama y es Amor, es » quien llama» (Rom
9,11)» .
Ahora bien, los hombres conocemos las cosas en el tiempo y a través de los
sentidos. Jesús mismo es el que descubre su vocación a los doce. Después de
pasar la noche haciendo oración en un monte, desciende al amanecer y pronuncia
los nombres de los elegidos:
Así se enteraron de los planes de Dios para con ellos. A partir de ese momento
entran en juego su libertad y la gracia. El tiempo desvelará el fruto de la gracia de
Dios que los empuja a la santidad y su libre querer. Esto es lo que vamos a
contemplar en estas páginas.
Todos los presentes miran con curiosidad a los elegidos. ¿Quienes son éstos?,
¿los conoces?, ¿por qué los ha elegido a ellos precisamente? y un clima de
sorpresa se extiende en el ambiente de todos los allí congregados. Es natural que
fuese así, pues aquellos doce hombres eran muy normales y nada extraordinario
parecía distinguirles de los demás. Pero lo que no se ve es lo más importante:
Dios los ha elegido desde antes de la creación del mundo.
Ante esta realidad acude a nuestra mente una interrogación: ¿Por qué los llamó?.
Vale la pena meditar sobre este punto, pues conviene tener bien claro lo que es
una vocación divina. Marcos señala que Jesús «llamó a los que quiso» , luego es
un acto plenamente libre de Nuestro Señor Jesucristo. Él mismo les dirá a los
apóstoles durante la última Cena, después de casi tres años de convivencia: «No
me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he
destinado para que déis fruto, y vuestro fruto permanezca» .
A ellos les dio la vocación de ser los primeros, las doce columnas de la Nueva
Alianza.
Sobre esta base sólida podemos comenzar la historia de aquellos doce hombres,
quizá no demasiado valiosos en muchos momentos, pero con una explícita
vocación divina a la que debían ser fieles.
Conocemos el entorno de nueve de los doce Apóstoles: Juan y Andrés son los
primeros: eran amigos y pescadores; después vinieron sus hermanos Simón Pedro
y Santiago. Felipe y Natanael (Bartolomé), también amigos, les siguen. Un caso
especial es el publicano Leví (Mateo), pues no parece conocido íntimo de los
demás, pero sí de Jesús. Santiago y Judas de Alfeo son hermanos (parientes) de
Jesús y los lazos de intimidad son grandes. En cuanto a la preparación previa de
Simón el cananeo, de Tomás, y de Judas Iscariote nada se dice en los Evangelios.
Una primera mirada revela en aquellos hombres una relaciones humanas muy
ricas. La amistad, el parentesco y la vecindad constituyen una preparación
próxima para la vocación. Juan y Andrés son amigos y convecinos; tenían edades
e inquietudes semejantes, pues los dos estaban con Juan el Bautista cuando éste
les muestra a Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y
los dos siguieron juntos a Jesús, infundiéndose ánimo mutuamente comienzan
una nueva vida.
Una vez conocen a Jesús lo comunican a sus respectivos hermanos. Andrés habla
a Simón y le presenta a Jesús. Lo mismo hace Juan con su hermano Santiago.
Felipe debía estar próximo a Juan y Andrés -el evangelio no lo precisa- pues era
galileo como ellos y quizá del mismo pueblo; Felipe habla a Natanael y se lo
presenta a Jesús.La amistad fue el cauce para que los primeros descubrieran la
vocación, como suele ocurrir hoy en día.
Santiago y Judas Tadeo, llamados hermanos del Señor, son parientes de Jesús,
hijos de una de aquellas Marías que luego servirán a Cristo en su caminar por las
tierras de Israel. Ella se contará entre las mujeres que estaban al pie de la Cruz
junto a la Virgen. Ambos conocían a Jesús en los años de vida oculta, eran
amigos de infancia o de juventud del Señor, aunque no supieran el misterio de
Jesús. Pueden captar su bondad, y los vínculos de afecto natural con Jesús son la
base humana que les permite seguirle dejándolo todo cuando les llama.
Leví se nos muestra como el más solitario y es lógico, ya que por ser publicano
estaba desvinculado de las relaciones de amistad con los israelitas practicantes,
según las costumbres de aquel momento. Es indudable que este hecho le hace
más difícil la entrega primera.
La verdadera amistad no atiende sólo a las ventajas que uno encuentra, sino que
busca proporcionar alegrías a los amigos. Se trasluce el entusiamo con que
aquellos primeros que encontraron a Jesús y le reconocieron como el Mesías, se
lo comunican a los íntimos. Ni es comprensible tener una alegría y no
comunicárla a los que se quiere, ni se entiende una amistad sin compartir los
mejores descubrimientos.
El ambiente de confianza que se crea entre los amigos permite hablar con
confianza y sin reservas. No hay temor a engaños entre amigos. Y menos aún,
miedo a ser utilizados de un modo egoísta. Santo Tomás de Aquino dice con su
habitual precisión que «no todo amor tiene razón de amistad, sino el amor que
entraña benevolencia, cuando de tal manera queremos a alguien que queremos
para él el bien» .
La amistad tiene un clima y unos frutos: «el amigo verdadero no puede tener,
para su amigo, dos caras: la amistad, si ha de ser leal y sincera, exige renuncias,
rectitud, intercambio de favores, de servicios nobles y lícitos. El amigo es fuerte
y sincero en la medida en que, de acuerdo con la prudencia sobrenatural, piensa
generosamente en los demás, con personal sacrificio. Del amigo se espera
correspondencia al clima de confianza, que se establece con la verdadera
amistad; se espera el reconocimiento de lo que somos y, cuando sea necesaria,
también la defensa clara y sin paliativos» .
El primer diálogo
El primer diálogo entre amigos suele ser muy importante. Los enamorados lo
saben bien. Juan es un testigo excepcional de varias de las primeras
conversaciones que Jesús tuvo con algunos de los doce apóstoles; la narración de
su primer encuentro con Jesús tiene un sabor delicioso y entrañable. Al cabo de
los años, cuando escribe su Evangelio, anota la hora de aquella entrevista: «hora
erat quasi décima», eran las cuatro de la tarde. Nada de aquel momento se había
borrado de su memoria: la hora, las palabras, la mirada del Señor, lo que
pensaban él y Andrés. Es posible que incluso recordase el latir más intenso de su
corazón cuando se dirigía al Salvador. Algo similar podrían contar los demás,
pero no nos han dejado constancia por escrito; sólo han dejado el testimonio de
una entrega plena, salvo Judas Iscariote, hasta la muerte.
Jesús acaba de vivir cuarenta intensos días de oración y ayuno en el desierto. Allí
fue llevado por el Espíritu, y allí superó tentaciones diabólicas. Su aspecto físico
manifiesta la dureza del ayuno y de la prueba, pero también la alegría de la
victoria. Cansancio y serenidad son los rasgos de su semblante. La flaqueza de su
cuerpo, consecuencia del ayuno, se compensa con la mirada llena de la alegría de
saber que pronto la redención alcanzará con plenitud a los hombres.
«Vi al espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se posó sobre él. Yo no le
conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: aquél sobre quien
veas bajar el Espíritu y permanecer sobre Él, ése es el que ha de bautizar en el
Espíritu Santo. Y yo lo he visto y atestiguo que él es el Hijo de Dios» .
La conmoción entre los seguidores del Bautista debió ser enorme y mirarían a
Jesús absortos y admirados.
Nazaret es vecina, pero algo alejada de sus orillas; entre las poblaciones que se
encuentran allí se puede contar a Betsaida -lugar de nacimiento de Pedro, Juan,
Felipe, Andrés y Santiago-, Cafarnaúm -donde vivían Pedro y Andrés cuando
Jesús les llamó definitivamente-, Magdala -lugar de la conversión de la mujer
pecadora- Tabigha, -donde se realizó la segunda pesca milagrosa, la de los 153
peces grandes bien contados-, Tiberíades -localidad romana de mala fama entre
los judíos-, y pequeños puertos de pescadores.
Este es el marco del segundo encuentro de Jesús con varios de sus futuros
apóstoles. La semilla dejada en su alma en el primer encuentro con el Señor va a
tener aquí su primer fruto.
Los seis primeros, después de hablar a Jesús, volvieron a sus casas con la
inquietud en el alma. No pueden ser indiferentes a lo que han visto y oído. El
encuentro con Cristo había sido muy intenso. Jesús había entrado en sus almas
hasta lo más hondo. Cierto que ellos habían puesto pocos reparos y estaban llenos
de buena voluntad, pero hemos de considerar que es difícil acostumbrarse a lo
desconocido, y más aún cuando se trata de un encuentro con el Mesías anunciado
por los profetas y esperado durante muchos siglos por los israelitas. Jesús había
dicho a unos que el que buscaban era el Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo. A otro le cambia el nombre. A otro lo entusiasma. Otro descubre en Él al
Hijo de Dios y al rey de Israel. Los detalles del primer encuentro y la hondura de
las primeras palabras bullen en su interior, también cuando se dedicaban a sus
tareas habituales de pesca. La simiente lanzada a voleo por el sembrador iba
desarrollándose en su alma. Iban asimilando lo oído y lo visto. Y esto requiere
tiempo, por poco que sea.
Jesús deja pasar el tiempo, no mucho, para que maduren la experiencia del primer
encuentro. Después los busca para realizar la segunda llamada, la definitiva. Esta
llamada es repentina y la respuesta fue rápida, pero antes han reflexionado sobre
el primer encuentro; los hombres necesitamos tiempo para comprender, sobre
todo lo poco habitual y lo divino. Dios es amigo de la generosidad rápida no
frenada por el egoísmo y los cálculos humanos, pero ni la irreflexión, ni la
precipitación o la imprudencia entran en sus planes, por ser incompatibles con la
Sabiduría Eterna.
Con dudas o con certezas todos dan vueltas a las repercusiones prácticas del
encuentro con el Mesías: sus vidas no podían discurrir igual que antes. ¿Qué
hacer?. Pronto lo sabrán por boca del mismo Cristo, pero de momento lo ignoran.
Pasados unos días se presenta Jesús en Cafarnaúm. Al verle, los seis sienten un
gran sobresalto. La alegría es grande en todos, aunque en algunos apareciese una
cierta inquietud al presentir que les iba a complicar la vida aquella visita tan
grata, pero que iba a cambiar la trayectoria de sus historias personales en un
futuro muy próximo. Lo recibieron con gusto, y Jesús se quedó gozoso con sus
nuevos amigos.
Jesucristo no pierde el tiempo. Más adelante les dirá cómo le consume el celo de
las cosas divinas, y cómo debe ir a más lugares para anunciar la buena nueva del
Reino de Dios, y le verán predicar y hablar de día y de noche; sin tiempo material
para comer. No iba a dedicar su primera etapa de actividad pública a un
descanso, bueno pero inoportuno. Jesús, en primer lugar, habla a todos los que
quieren escucharle y cura a otros. La reacción en el pueblo es de gran conmoción,
al igual que en los seis apóstoles.
Aquellos hombres ya estaban a punto, pero aún no había llegado la hora. Jesús no
les pedirá que le sigan apenas nacida la amistad y la fe. Una vocación es una cosa
muy seria, y no quiere el Señor que se decidan sólo por un impulso generoso del
corazón, poco reflexionado. Por eso les deja regresar a sus casas, a sus familias, a
su trabajo.
La decisión de los apóstoles no debió ser tan sencilla como suponemos. Alguno
estaba casado, pues el celibato no era corriente entonces. Incluir una vida de
entrega a Dios prescindiendo de cosas buenas como el matrimonio y la familia no
es fácil. Menos aún en aquellos momentos en que aún no existía la tradición
cristiana de la virginidad y del celibato con el corazón indiviso por amor a Dios y
por el Reino de los cielos. Jesús dirá más tarde que no todos entienden eso, sino
sólo a los que les es dado. Ese paso de entrega requiere una gracia especial de
Dios, y una respuesta de amor a Dios nada común.
Por eso Jesús deja pasar tiempo, aunque no demasiado. Quiere que comprueben
si son capaces de vivir sabiendo que han descubierto al Mesías. Pero no quiere
que se enfríen, pues sabe bien que a los hombres les sucede como a los
recipientes, que después de recibir el calor del fuego, si se alejan de las llamas se
van enfriando. Las cosas se olvidan, se difuminan los recuerdos, lo urgente lleva
a descuidar lo necesario, y, sobre todo, existe la tendencia a retrasar una decisión
cuando es difícil, como si ese retraso permitiese estar más seguros de la decisión,
cuando en realidad esos retrasos son miedo a entregarse de lleno a Dios con todas
las consecuencias y llevan a la búsqueda de excusas más o menos orquestadas
para no salir de la comodidad o de los planes previamente imaginados.
Veamos los hechos inmediatos después del primer encuentro con Jesús. Si
seguimos el evangelio de Juan encontraremos a Jesús con los discípulos y María
en Caná,donde realiza el primer milagro. Allí «los discípulos creyeron en él» .
Esto ocurrió a los tres días: los siete acuden a Nazaret recogen a María y luego
van a Caná. Su fe primera queda fortalecida por el primer milagro, signo claro de
mesianidad, y no es incompatible con que después volviesen a sus casas. La
estancia en Caná y Nazaret parece muy probable antes de que fuese Jesús a
buscar a los que quería totalmente a su lado.
Jesús llamó directamente a muchos. Los setenta y dos discípulos que se son
enviados a predicar de dos en dos por las poblaciones son una selección de los
primeros llamados. Los mismos apóstoles serán llamados de entre un grupo
grande de discípulos. Poco a poco se perfila en cada uno las características de su
vocación personal en la que muestran la gracia divina y la correspondencia
humana.
Los primeros seis van a escuchar junto al lago el claro sígueme que les muestra la
vocación divina que han tenido desde toda la eternidad, aunque lo ignoraban.
Sígueme
El primer encuentro fue una siembra que produjo inquietud. El segundo desvela
quién es Jesús con mayor claridad. Los milagros y sus palabras les conducen a la
fe. Pero queda el paso de la entrega, y ese lo da el Señor llamando a los quiere
para que sean sus discípulos al modo como lo hacían los rabínos judíos.
La palabra con que los llama es: sígueme o seguidme. El Señor quiere dejar bien
claro que no le eligen ellos a Él como Maestro, sino que libremente les elige a
ellos como discípulos.
Los Evangelios dicen que la llamada tuvo lugar al pasar Jesús cerca de ellos.
Parece aparente casualidad, pero no es así. Cristo los busca, va a su pueblo
deliberamente, se dirige con toda intención a la orilla donde están , y pasa por sus
vidas en el momento elegido por El.
La prontitud revela unas almas dispuestas a todo por Dios, porque saben -es cosa
de la fe- que viniendo del Todopoderoso siempre será lo mejor para cada uno de
ellos. Dios sabe más. Jesús es el Mesías y sabe mejor que yo mismo lo que me
conviene, piensan los discípulos. Luego carece de sentido retrasar la respuesta a
la llamada.
Su entrega fue dejarlo todo: las redes, los familiares, las costumbres, la
estabilidad. Es lógico que sea así. Lo «propio» se salva cuando se entrega a Dios.
Seguir a Jesús es convivir con Él. La perspectiva es halagüeña, pero nada fácil.
Jesús se exige mucho. Además les conocerá muy de cerca. La experiencia
muestra la diferencia entre un trato diario y continuado, y uno esporádico.
Parecer bueno y simpático una semana o una corta temporada, está al alcance de
la mayoría de los mortales, pero la convivencia diaria permite que afloren
defectos: desalientos, malhumor, pereza, espíritu crítico, envidia y tantos otros.
Pero sólo esa convivencia hará posible una educación y una formación de
filigrana. Las grandes ideas y los consejos sabios se concretarán en correcciones
concretas y costumbres detalladas, como en el control de la lengua, en la
paciencia ante los inoportunos, en no dejar nunca para después la oración y mil
cosas más. Jesús es el Maestro y realmente sabe más.
El contenido de la petición del sígueme con el que Jesús llama a los discípulos se
puede resumir en comprometerse. No les muestra al principio todo lo que van a
hacer, ni les explica si va a consistir en una vida célibe, o alejada de su mujer
para el que estuviese casado, ni si tendrá que llevar un determinado tipo de vida,
o de estudio. Si les hubiese hablado al principio de la Cruz se hubiesen asustado
y quizá no se habrían decidido a la entrega. Parece claro que seguirle equivale a
fiarse de Jesús y hacer las cosas como el Maestro les indique.
Las vocaciones de Juan, Andrés, Santiago, Pedro, Natanael y Felipe es una clara
llamada de Dios, y van precedidas de una búsqueda personal de la voluntad de
Dios. Han puesto algo de su parte, y encuentran más de lo buscado.
El caso de Leví muestra con más claridad aún que la vocación es un don de Dios
y que Dios llama a quien quiere, incluso a quienes no le buscan o no le merecen.
Jesús, al pasar frente a su mostrador donde alineaba las monedas de los tributos,
sólo dice: Sígueme. Y él lo deja todo: dinero, oficio, vida, para hacer lo que le
acaba de mandar. Ya no se llamará Leví, sino Mateo, que significa «don de
Dios», don de su propia vida a Dios, pero más aún regalo de Dios para un
afortunado que ha recibido la vocación de labios del mismo Jesús. El nombre
nuevo de Mateo refleja el cariño de Jesús por aquel hombre que no debía tener
muy buen concepto de sí mismo hasta que Jesús lo amó y lo eligió. Olvida el
nombre antiguo cuando era sólo un pecador y usa siempre el nombre de la
renovación de su alma. Lucas y Marcos nos cuentan su vocación llamándole
Leví, pero él usa sólo el nombre de Mateo, el nombre que Dios le ha puesto para
vivir su vocación, la razón de su existencia.
La misma condición de pecador a los ojos de la mayoría deja ver la lógica divina
que viene a llamar a todos a la salvación. Si el pecador se arrepiente de sus
pecados y sigue a Jesús, puede ser santo y apóstol. La historia del Cristianismo es
pródiga en hechos similares.
La vocación de Leví ayuda a superar los diversos miedos que impiden a los
hombres ser generosos. Existe el miedo del egoísmo, el miedo a Dios, pero
también el miedo a no ser capaz de realizar una gran tarea, una tarea divina, sobre
todo si se consideran los propios pecados. «Te reconoces miserable. Y lo eres. a
pesar de todo -más aún: por eso- te buscó Dios» . Respuesta consoladora para los
pecadores, pues aún están a tiempo de dejar su vida de pecado y de escalar las
cumbres de la santidad cumpliendo una misión divina en el mundo.
La gloria espléndida que te ciñe, oh dichoso Leví, a la vez que glorifica al Dios
de la misericordia, infunde en nosotros la esperanza del perdón.
Oh Mateo, ¡qué riquezas tan grandes te prepara el Señor que te llamó cuando
estabas sentado en el telonio, apegado a las monedas.
A impulsos de tu amor ardiente, te apresuras a recibir al Maestro que con tu
palabra te destina para los primeros puestos del Cielo.
Al recoger las palabras y los hechos de Jesús, el Hijo de David, dejas para el
mundo un alimento celestial, en tu Evangelio de oro
Mateo y Marcos dicen de un modo escueto que al pasar les llamó y le siguieron.
Pero Lucas precisa que esa llamada se dio después de la primera pesca milagrosa.
Al final de ella se da la decisión clara de Simón, Andrés, Juan y Santiago de
dejarlo todo y de seguir a Cristo.
«Guía mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca. Simón le contestó:
Maestro, hemos estado fatigándonos durante toda la noche y nada hemos
pescado; pero no obstante, sobre tu palabra echaré las redes. Y habiéndolo hecho
recogieron gran cantidad de peces, tantos que las redes se rompían. entonces
hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que vinieran y
les ayudasen. vinieron y llenaron las dos barcas, de modo que casi se hundían.
Cuando lo vio Simón Pedro, se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: Apártate de
mí, Señor, que soy un pobre pecador. Pues el asombro se había apoderado de él y
de cuantos estaban con él, por la gran cantidad de peces que habían capturado. lo
mismo sucedía a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de
Simón. Entonces Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serán hombres los
que has de pescar. Y ellos, sacando las barcas a tierra, dejadas todas las cosas, le
siguieron» .
Muchas son las consideraciones que se pueden extraer de esta narración: la barca
de Pedro como símbolo de la Iglesia, la pesca abundante como muestra del
apostolado, la noche anterior sin pesca ninguna, las barcas casi se hunden,
mientras que después de la resurrección en la segunda pesca milagrosa resisten
sin problemas. La Iglesia terrestre o militante y la Iglesia celeste o triunfante se
manifiestan en las dos pescas milagrosas antes y después de la Resurrección.
Pero ahora nos ceñiremos nada más en lo que hace referencia a la vocación de
aquellos cuatro pescadores, primer núcleo de la Iglesia.
Jesús conoce el corazón humano, sabe bien de qué pasta estamos hechos. Cuando
llama a los discípulos combina la exigencia con la serenidad, deja tiempo para
que piensen, y cuando es el momento oportuno plantea la llamada a la entrega
plena, pero no acepta demoras cansinas y tibias. Pide fe -que es aceptar lo que no
se ve- y confirma la fe con signos luminosos. Esto fue la pesca milagrosa para la
vocación de aquellos cuatro pescadores: una confluencia entre la acción de la
gracia divina y la correspondencia humana.
deslumbróseme la vista
en escuro se hacía;
Jesús no pedía sólo un cambio del corazón; señalaba una tarea para la que era
necesario dejar todo lo anterior. Una tarea que, además, se presentaba
profundamente enigmática: iba a hacerles pescadores de hombres. Quizá el único
paralelo a esta frase fueran las palabras del profeta Habacuc (1,14) en que pintaba
a los hombres como «semejantes a los peces del mar o a los reptiles de la tierra,
que no tienen dueño», y que describe como tarea de Dios «el pescar todo con su
anzuelo, apresarlo en sus mallas y barrerlo en sus redes». Pero pensaban que esta
red de Dios sólo se llenaría al fin de los tiempos. ¿Y cómo podían ayudar ellos a
Dios, único y verdadero pescador? No importaba demasiado el cómo, se fiaban
de Jesús y eso les bastaba.
La pesca milagrosa es una luz para aclarar el sentido de la vocación divina que
acaban de recibir, que debe ser esencialmente apóstolica y misionera.
Los evangelistas sitúan la llamada de los Doce Apóstoles en torno al Sermón del
Monte. En cuanto a las fechas; parece lo más oportuno colocarlo algo después de
la segunda Pascua pasada por Jesús en Jerusalén. Había transcurrido algo más de
un año de la vida pública del Señor.
Los apóstoles son selecionados entre muchos discípulos. Todos los comentaristas
resaltan la ausencia de cualidades especiales entre aquellos doce hombres.
«Aquellos primeros apóstoles -a los que tengo gran devoción y cariño- eran,
según los criterios humanos, poca cosa. En cuanto a posición social (…)No eran
cultos, ni siquiera muy inteligentes, al menos en lo que se refiere a las realidades
sobrenaturales (…) Y ni siquiera sencillos, llanos. Dentro de su limitación eran
ambiciosos. (…) Fe poca. (…) ¿sobresalían quizá en el amor a Cristo? Sin duda
lo amaban, al menos de palabra. A veces se dejan arrebatar por el entusiasmo:
vayamos y muramos con El. Pero a la hora de la verdad huirán todos» .
Al llamar a los doce discípulos les dice que serán Apóstoles. Les confiere una
misión. Apóstol es una palabra griega que significa «enviado», pero para los
judíos los «enviados» constituían una auténtica institución llamada schaliach que
en la vida civil era como el representante, es decir, aquel que actúa en nombre de
quien le envía para tratar diversos asuntos como si la persona del que envia
estuviese presente.. También el Sanedrín tenía sus «apóstoles» que eran aquellos
de quienes se servían para enviar sus notificaciones a las diversas comunidades
especialmente de la Diáspora. Al oir la palabra todos entendían algo de ella,
aunque Jesús le dará un contenido muy profundo.
¿Cómo no relacionar el número de los elegidos como apóstoles con las doce
tribus sobre las que se había constituido el pueblo elegido? Abraham fue el
hombre de fe con el cual Dios estableció una Alianza en la que le prometía ser
cabeza de un pueblo tan numeroso somo las estrellas del cielo y como las arenas
del mar, y le dio un hijo llamado Isaac, también hombre de fe, que siguió las
huellas de su padre. Jacob fue el tercer patriarca al desear ardientemente la
bendición divina. El fue quien recibió de Dios el nombre de Israel que ahora
tenía el pueblo elegido. Tuvo doce hijos: Rubén, Simeón, Leví, Judá los primeros
que tuvo con Lía; Dan, Neftalí, Gad y Aser -hijos legales de Raquel al ceder sus
esclavas Bilha y Zilpá a su esposo-; Isacar y Zabulón, también hijos de Lía, y,
por fín, José y Benjamín hijos de la misma Raquel que murió al nacer el último.
Más adelante, dos hijos de José, Manasés y Efraím, por los especiales méritos de
su padre, se convierten en cabezas de dos tribus. No es posible establecer
paralelismos personales entre los doce Apóstoles y los doce hijos de Jacob, salvo
el número y que sean el comienzo del pueblo de Dios, unos según la Antigua
Alianza y otros sobre la Nueva.
Jacob vive en la Tierra prometida hacia el siglo XVII antes de Cristo. Los
israelitas vuelven a dicha tierra hacia el siglo XIII y se establecen en ella
distribuyendosela según según las tribus. Los pertenecientes a la tribu de Leví no
reciben territorio para dedicarse a funciones sacerdotales y reciben diezmos de
los demás. Diez de estas tribus se dispersan después de la deportación del reino
del Norte a Babilonia en el siglo VIII antes de Cristo. Su rastro como tribus se
pierde en la historia. Una de ellas- la de Dan- es señalada como declaradamente
infiel a la fe y a la Alianza, aunque todas tuvieron muchos brotes de infidelidad,
por lo que son castigadas y perdonadas repetidamente. En el siglo I se puede
decir que subsisten las tribus de Judá y Benjamín con personalidad clara y fieles
a la Ley de Dios, como también la de Leví, y junto a ellos está la de Efraím en
cuyo territorio viven los samaritanos, fieles al pentateuco, pero considerados
infieles por los judíos.
Una cosa queda clara a los ojos de todos: Jesús quiere formar un grupo cuyo
núcleo a partir del cual se formó el Pueblo elegido. La diferencia más notable de
los Apóstoles con los doce hijos de Jacob es que son llamados uno a uno, y no
pertenecen necesariamente a la misma familia. El núcleo no se establece sobre
los lazos de la sangre sino sobre la vocación divina y la respuesta personal.
Todos pertenecen a Israel, con lo que la continuidad con el antiguo pueblo
elegido es patente.
¿Se daban cuenta los apóstoles de lo que estaba sucediendo? Algo sí, pero no del
todo. Jesús se lo va revelando en la medida en que pueden entenderlo o llevarlo a
la práctica. Ellos simplemente tienen que fiarse de Jesús, creer en el maestro y
entregarse con generosidad a lo que les pide. Así nacerá la Iglesia, y así sigue
haciéndose a lo largo de los siglos hasta la plenitud que llegará al final de los
tiempos.
Un año antes aquellos hombres ni conocían a Cristo, ni sabían los planes de Dios
para con ellos, ahora son las columnas del nuevo pueblo de Dios. Ellos son como
la semilla de mostaza que siendo la más pequeña de las simientes se convierte en
árbol frondoso y las aves del cielo acuden a sus ramas buscando cobijo. Cuando
fueron llamados, la Iglesia era pequeñísima en lo visible, pero estaba llamada a
desarrollarse, y al final de los tiempos «todos los justos desde Adán, desde el
justo Abel hasta el último elegido, serán congregados en una Iglesia universal en
la casa del Padre»
Jesús escogió a doce hombres para que estuviesen con Él durante sus tres años de
predicación y enseñanza. Los llamó «apóstoles», que quiere decir «enviados».
Andrés «varonilmente»
Andrés le presentó a su hermano Pedro a Jesús en las costas del lago de Galilea,
donde ellos, Juan y Santiago, tenían un negocio de pesca en sociedad. Andrés le
trajo a Jesús un muchacho que tenía dos peces pequeños y cinco panes de cebada,
los cuales Jesús usó milagrosamente para alimentar a 5.000 personas. Mateo
4:18-20; Marcos 1:16- 18; Juan 1:35-42; 6:8, 9
Bartolomé «hijo de Talmai»
No se sabe nada de Bartolomé. La única vez que vemos su nombre es en la lista
de los apóstoles de Jesús. Mateo 10:3
Jacobo (o Santiago)
Santiago era pescador y trabajaba con su hermano Juan y Zebedeo, su padre, en
el negocio de la familia. Santiago se encontraba arreglando unas redes cuando
Jesús lo llamó, y él lo siguió de inmediato. Jesús le puso a Juan y a Santiago el
apodo «hijos del trueno», porque eran de una naturaleza tempestuosa. Por
ejemplo, ellos le sugirieron a Jesús que le pidiera a Dios que enviase fuego sobre
una ciudad incrédula. Santiago se convirtió en uno de los tres apóstoles más
cercanos a Jesús, a quien Jesús escogió para que estuviese con El en momentos
especiales, tales como la transfiguración. Santiago fue decapitado a causa de su
fe por Herodes Agripa I, unos diez años después de la muerte de Jesús. Mateo
4:21, 22; 10:2; 17:1-13; 26:37; Marcos 5:37; 10:35-45; Lucas 9:51-56; Hechos
12:2
Santiago (o Jacobo)
Había dos apóstoles llamados Jacobo. El Jacobo que no era hermano de Juan era
el hijo de Alfeo, y no se sabe nada más de él. Mateo 10:3; Hechos 1:13
Juan «el Señor es misericordioso»
Juan, pescador e hijo de Zebedeo, era uno de los tres apóstoles que pertenecían al
círculo íntimo de Jesús; junto con Jacobo, su hermano, recibió el apodo «hijo del
trueno». Juan, quien se recostó sobre el pecho de Jesús en la Última Cena, era el
amigo más íntimo de Jesús, y poco antes de morir le pidió a Juan que cuidase de
María, su madre. Juan escribió un Evangelio, el libro de Apocalipsis (durante su
exilio en la isla de Patmos) y tres epístolas cortas. En su Evangelio, Juan nunca
se menciona a sí mismo por su nombre, sino que usa las palabras «el discípulo a
quien Jesús amó». Juan llegó a ser un líder en la iglesia primitiva. Mateo 4:21,
22; 10:2; 20:20- 23; Juan 13:23-25; 19:25-27; Hechos 1:13; 3-4; Gálatas 2:9; 1, 2
y 3 Juan; Apocalipsis 1:1
Judas «alabanza»
Al Judas que no traicionó a Jesús se le llama «Judas, no el Iscariote», y es
probablemente la misma persona que Tadeo. Lucas 6:16; Hechos 1:13; Juan
14:22
Judas Iscariote
Judas Iscariote era el tesorero de los doce apóstoles. Por treinta piezas de plata
traicionó a Jesús con un beso en el huerto de Getsemaní. Cuando Judas vio que
Jesús había sido condenado a muerte, le sobrecogió el remordimiento y regresó la
plata a los ancianos diciendo: «Yo he pecado entregando sangre inocente.» Judas
luego se ahorcó. Judas es siempre el último nombre que aparece en la lista de los
apóstoles. Mateo 26:1-27:10; Hechos 1:15-26
Mateo «regalo de Dios»
Mateo, también conocido como Leví, fue llamado para seguir a Jesús cuando era
cobrador de impuestos. Abandonó todo e hizo una fiesta en su casa en honor a
Jesús, a la que invitó a muchos otros publícanos y «pecadores». Es el autor
tradicional del primer Evangelio. Mateo 9:9, 10
Tomás «gemelo»
Tomás, cuyo nombre es Dídimo en griego, demostró su valentía cuando estuvo
dispuesto a morir por Jesús antes de que Jesús fuese a resucitar a Lázaro. En la
Última Cena, Tomás le preguntó a Jesús: «¿Cómo podemos saber el camino?», y
Jesús le contestó: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.» Tomás es recordado
como «el incrédulo Tomás», porque dijo que nunca creería en la resurrección de
Jesús a menos que viese a Jesús por sí mismo y tocase sus heridas. Cuando el
Señor Jesús resucitado se le apareció, Tomás inmediatamente le adoró y le llamó
Señor y Dios. Mateo 10:3; Juan 11:16; 14:5, 6; 20:24-28
Simón «oír»
Simón, que no ha de confundirse con Simón Pedro, es conocido como Simón el
zelote, porque era probablemente miembro de un grupo revolucionario judío
dedicado a expulsar a los romanos de Israel. Mateo 10:4
Felipe «amador de caballos»
Felipe, igual que Andrés y que Pedro, era pescador de Betsaida, y fue quien llevó
a Natanael (Bartolomé) a conocer a Jesús. Cuando 5.000 personas hambrientas
necesitaron comida, Jesús probó la fe de Felipe. En la Ultima Cena, Felipe le
pidió a Jesús que les mostrase al Padre, y Jesús contestó: «Yo soy en el Padre y el
Padre en mí.» Juan 1:43-51; 6:5-7; 12:20-22; 14:8, 9
Pedro «roca»
Pedro, el franco y a veces impetuoso líder de los Doce, siempre encabeza la lista
de los apóstoles. Junto con su hermano Andrés, Pedro dejó su actividad pesquera
cuando recibió la orden de Cristo de que le siguiese, y llegó a ser uno de los tres
discípulos más cercanos de Jesús. En Cesarea de Filipos, Pedro le dijo a Jesús
que Él era «el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Pedro se jactó de que moriría
por Jesús, pero le negó tres veces. Después de la resurrección de Jesús, éste le
dijo a Pedro que fuese pastor y «apacentase a sus ovejas». Pedro guió a los
primeros cristianos, predicando osadamente, desde el día de Pentecostés, cuando
3.000 personas aceptaron su mensaje y fueron bautizados. Junto con Juan, Pedro
sanó a un paralítico que se hallaba en la puerta del templo llamada la Hermosa.
Cuando el número de los cristianos aumentó a más de 5.000, Pedro y Juan fueron
encarcelados por enseñarle a la gente que la resurrección de los muertos viene
por medio de Jesús. Pedro escribió dos cartas cortas, y gran parte del Evangelio
de Marcos es normalmente considerado como un resumen de la enseñanza de
Pedro. Jesús predijo que Pedro sería martirizado, y se piensa que Nerón lo
ejecutó en Roma. Mateo 4:18-20; 10:2; 14:25-31; 16:13-23; 17:1-13; 26:31-35,
69-75; 1 y 2 Pedro
Los 12 Apóstoles de Jesucristo
Los mas grandes representantes de la fe cristiana los 12 apóstoles que tuvieron la gran dicha de
vivir y tener la confianza de nuestro Señor Jesucristo y formar parte de la gran historia de la
humanidad.
1
PEDRO
San Pedro Apóstol -- Pedro es mencionado frecuentemente en el Nuevo Testamento -- en los
Evangelios, en los Hechos de los Apóstoles, y en las Epístolas de San Pablo. Su nombre aparece
182 veces.
Lo único que sabemos de su vida antes de su conversión es que nació en Betsaida, junto al lago
de Tiberíades y se trasladó a Cafarnaum, donde junto con Juan y Santiago, los hijos del Zebedeo,
se dedicaba a la pesca. Existe evidencia para suponer que Andrés (el hermano de Pedro) y
posiblemente Pedro fueron seguidores de Juan el Bautista, y por lo tanto se habrían preparado
para recibir al Mesías en sus corazones.
Imaginamos a Pedro como un hombre astuto y sencillo, de gran poder para el bien, pero a veces
afligido un carácter abrupto y tempestivo que habría de ser transformado por Cristo a través del
sufrimiento.
Nuestro primer encuentro con Pedro es a principios del ministerio de Jesús. Mientras Jesús
caminaba por la orilla del lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón Pedro y Andrés, echar la red
al agua. Y los llamó diciendo: > (Mateo 4,19). Inmediatamente abandonaron sus redes y lo
siguieron. Un poco después, aprendemos que visitaron la casa en la que estaba la suegra de
Pedro, sufriendo de una fiebre la cual fue curada por Jesús. Esta fue la primera curación
atestiguada por Pedro, quien presenciará muchos milagros más durante los tres años de ministerio
de Jesús, siempre escuchando, observando, preguntando, aprendiendo.
Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo , hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién
dicen los hombres que es el Hijo del hombre?" Ellos dijeron: "Unos, que Juan el Bautista, otros,
que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas." Díceles el: "Y vosotros ¿quién decís que soy
yo?" Simón Pedro contestó: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" Replicando Jesús dijo:
"Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre,
sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del
Reino de los Cielos y lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra
quedará desatado en los cielos. -Mateo 16: 13-20.
Dar las llaves significa entregar la autoridad sobre la Iglesia con el poder de gobernar, de permitir y
prohibir. Pero no se trata de un gobierno como los del mundo sino en función de servicio por amor:
"el mayor entre vosotros sea el último de todos y el servidor de todos" (Mt 23,11).
Después del milagro de la multiplicación de los panes, Jesús se retiró a la soledad de un cerro a
orar, mientras sus discípulos cruzaban en una barca el lago de Galilea. De improviso vieron a
Jesús caminando sobre el agua y según San Mateo Jesús les dijo: . Pedro respondió: Entonces
Pedro empezó a caminar confiadamente pero al notar la fuerza del viento titubeó y comenzó a
hundirse. Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: (Mateo 14, 22-31)
Pedro siempre figura entre los tres mas allegados a Jesús. Fue elegido con Santiago y Juan, para
subir al monte Tabor donde ocurrió la Transfiguración. Aquí contempló la Gloria del Señor y
escuchó la proclamación de Dios: (Mateo 17, 1-5)
Después bajaron a Jerusalén donde Jesús comenzó a preparar a sus discípulos para el fin de su
ministerio en la tierra. Pedro llevó a Jesús aparte y comenzó a reprenderlo porque no quería
aceptar un fin tan terrible como la cruz.
Al estar todos reunidos en la Última Cena, Pedro declaró su lealtad y devoción con estas palabras:
E insistió: . Con inmensa tristeza Jesús le contestó: Al desenvolverse esta trágica noche se realizó
esta profecía. Cuando los soldados llevaron a Jesús a los judíos, Pedro se quedó en el patio y tres
veces lo acusaron de ser discípulo de Jesús. El lo negó las tres veces. En aquel mismo momento,
cantó el gallo por segunda vez y Pedro empezó a llorar.
Lo vemos a la cabeza de los Apóstoles. Fue Pedro quien tomó la iniciativa de elegir uno que
tomara el lugar de Judas y quien realizó el primer milagro. Un mendigo le pidió limosna. Pedro le
dijo que no tenía dinero, pero en el nombre de Jesús Nazareno le mandó levantarse y andar. El
mendigo, curado de su mal hizo lo que le mandó Pedro.
La esparción del cristianismo atrajo persecuciones en las que fue martirizado San Esteban y
muchos de los convertidos se esparcieron o escondieron. Los Apóstoles permanecieron firmes en
Jerusalén donde los líderes judíos eran sus peores perseguidores. Pedro decidió predicar en las
aldeas circundantes y cada vez mas lejos. En Samaria donde predicó y realizó milagros, Simón, un
mago, le ofreció dinero para que le enseñara el secreto de sus poderes. Pedro lo reprendió
fuertemente y le dijo: >
Por su sinceridad, Pedro inevitablemente tuvo muchos conflictos con las autoridades judías, hasta
dos veces los jefes de los sacerdotes lo mandaron arrestar. Nos dice la Escritura que fue
milagrosamente desencadenado y librado de la prisión e impresionó a los demás Apóstoles al
llegar repentinamente donde ellos moraban. Pedro después predicó en los puertos marítimos de
Joppa y Lydda, donde conoció hombres de diferentes razas y en Cesarea donde se convirtió el
primer gentil, Cornelio.
Fue obispo de Antioquía y después pasó a ser obispo de Roma donde fue martirizado durante el
reinado de Nerón alrededor del año 67, el mismo año que San Pablo. Así lo estiman tres Padres de
la Iglesia: San Ireneo, San Clemente de Alejandría y Tertuliano. Fue sepultado en lo que hoy es el
Vaticano donde aun se encuentran su restos bajo el altar mayor de la basílica de San Pedro. Esto
ha sido comprobado en los encuentros arqueológicos y anunciado por Pío XII al concluir el año
santo de 1950.
San Pedro murió crucificado. El no se consideraba digno de morir en la forma de su Señor y por
eso lo crucificaron con la cabeza hacia abajo. El lugar exacto de su crucifixión fue guardado por la
tradición. Muy cerca del circo de Nerón, los cristianos enterraron a San Pedro.
"Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del
Hades no prevalecerán contra ella".
Mateo 16:18
Hay testimonios arqueológicos de la necrópolis con la tumba de San Pedro, directamente bajo el
altar mayor. Esta ha sido venerada desde el siglo II. Un edículo de 160 d.C. en el cual puede leerse
en griego "Pedro está aquí".
Se han encontrado muchos escritos en las catacumbas que unen los nombres de San Pedro y San
Pablo, mostrando que la devoción popular a estos grandes Apóstoles comenzó en los primeros
siglos. Pinturas muy antiguas nos describen a San Pedro como un hombre de poca estatura,
energético, pelo crespo y barba. En el arte sus emblemas tradicionales son un barco, llaves y un
gallo.
Hoy el Papa continúa el ministerio petrino como pastor universal de la Iglesia de Cristo. Al conocer
los orígenes, debemos renovar nuestra fidelidad al Papa como sucesor de Pedro.
Los únicos escritos que poseemos de San Pedro son sus dos Epístolas en el Nuevo Testamento.
Pensamos que ambas fueron dirigidas a los convertidos de Asia Menor. La Primera Epístola esta
llena de admoniciones hacia la caridad, disponibilidad y humildad, y en general de los deberes en
la vida de los cristianos. Al concluir, Pedro manda saludos de parte . Esto prueba que la Epístola
fue escrita desde Roma, que en esos tiempos los judíos la llamaban "Babilonia". La Segunda
Epístola trata de las falsas doctrinas, habla de la segunda venida del Señor y concluye con una
bella doxología,
2
JUAN
SAN JUAN el Evangelista, a quien se distingue como "el discípulo amado de Jesús" y a quien a
menudo le llaman "el divino" (es decir, el "Teólogo") sobre todo entre los griegos y en Inglaterra,
era un judío de Galilea, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor, con quien desempeñaba
el oficio de pescador.
Junto con su hermano Santiago, se hallaba Juan remendando las redes a la orilla del lago de
Galilea, cuando Jesús, que acababa de llamar a su servicio a Pedro y a Andrés, los llamó también
a ellos para que fuesen sus Apóstoles. El propio Jesucristo les puso a Juan y a Santiago el
sobrenombre de Boanerges, o sea "hijos del trueno" (Lucas 9, 54), aunque no está aclarado si lo
hizo como una recomendación o bien a causa de la violencia de su temperamento.
Se dice que San Juan era el más joven de los doce Apóstoles y que sobrevivió a todos los demás.
Es el único de los Apóstoles que no murió martirizado.
En el Evangelio que escribió se refiere a sí mismo, como "el discípulo a quien Jesús amaba", y es
evidente que era de los mas íntimos de Jesús. El Señor quiso que estuviese, junto con Pedro y
Santiago, en el momento de Su transfiguración, así como durante Su agonía en el Huerto de los
Olivos. En muchas otras ocasiones, Jesús demostró a Juan su predilección o su afecto especial.
Por consiguiente, nada tiene de extraño desde el punto de vista humano, que la esposa de
Zebedeo pidiese al Señor que sus dos hijos llegasen a sentarse junto a Él, uno a la derecha y el
otro a la izquierda, en Su Reino.
Juan fue el elegido para acompañar a Pedro a la ciudad a fin de preparar la cena de la última
Pascua y, en el curso de aquella última cena, Juan reclinó su cabeza sobre el pecho de Jesús y fue
a Juan a quien el Maestro indicó, no obstante que Pedro formuló la pregunta, el nombre del
discípulo que habría de traicionarle. Es creencia general la de que era Juan aquel "otro discípulo"
que entró con Jesús ante el tribunal de Caifás, mientras Pedro se quedaba afuera. Juan fue el
único de los Apóstoles que estuvo al pie de la cruz con la Virgen María y las otras piadosas
mujeres y fue él quien recibió el sublime encargo de tomar bajo su cuidado a la Madre del
Redentor. "Mujer, he ahí a tu hijo", murmuró Jesús a su Madre desde la cruz. "He ahí a tu madre",
le dijo a Juan. Y desde aquel momento, el discípulo la tomó como suya. El Señor nos llamó a todos
hermanos y nos encomendó el amoroso cuidado de Su propia Madre, pero entre todos los hijos
adoptivos de la Virgen María, San Juan fue el primero. Tan sólo a él le fue dado el privilegio de
llevar físicamente a María a su propia casa como una verdadera madre y honrarla, servirla y
cuidarla en persona.
Cuando María Magdalena trajo la noticia de que el sepulcro de Cristo se hallaba abierto y vacío,
Pedro y Juan acudieron inmediatamente y Juan, que era el más joven y el que corría más de prisa,
llegó primero. Sin embargo, esperó a que llegase San Pedro y los dos juntos se acercaron al
sepulcro y los dos "vieron y creyeron" que Jesús había resucitado.
A los pocos días, Jesús se les apareció por tercera vez, a orillas del lago de Galilea, y vino a su
encuentro caminando por la playa. Fue entonces cuando interrogó a San Pedro sobre la sinceridad
de su amor, le puso al frente de Su Iglesia y le vaticinó su martirio. San Pedro, al caer en la cuenta
de que San Juan se hallaba detrás de él, preguntó a su Maestro sobre el futuro de su compañero:
Debido a aquella respuesta, no es sorprendente que entre los hermanos corriese el rumor de que
Juan no iba a morir, un rumor que el mismo Juan se encargó de desmentir al indicar que el Señor
nunca dijo: "No morirá". (Jn 21,23).
Después de la Ascensión de Jesucristo, volvemos a encontrarnos con Pedro y Juan que subían
juntos al templo y, antes de entrar, curaron milagrosamente a un tullido. Los dos fueron hechos
prisioneros, pero se les dejó en libertad con la orden de que se abstuviesen de predicar en nombre
de Cristo, a lo que Pedro y Juan respondieron: «Juzgad si es justo delante de Dios obedeceros a
vosotros más que a Dios. No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.»
(Hechos 4:19-20)
Después, los Apóstoles fueron enviados a confirmar a los fieles que el diácono Felipe había
convertido en Samaria. Cuando San Pablo fue a Jerusalén tras de su conversión se dirigió a
aquellos que "parecían ser los pilares" de la Iglesia, es decir a Santiago, Pedro y Juan, quienes
confirmaron su misión entre los gentiles y fue por entonces cuando San Juan asistió al primer
Concilio de Apóstoles en Jerusalén. Tal vez concluido éste, San Juan partió de Palestina para
viajar al Asia Menor.
Efeso
San Ireneo, Padre de la Iglesia, quien fue discípulo de San Policarpo, quién a su vez fue discípulo
de San Juan, es una segura fuente de información sobre el Apóstol. San Ireneo afirma que este se
estableció en Efeso después del martirio de San Pedro y San Pablo, pero es imposible determinar
la época precisa. De acuerdo con la Tradición, durante el reinado de Domiciano, San Juan fue
llevado a Roma, donde quedó milagrosamente frustrado un intento para quitarle la vida. La misma
tradición afirma que posteriormente fue desterrado a la isla de Patmos, donde recibió las
revelaciones celestiales que escribió en su libro del Apocalipsis.
Después de la muerte de Domiciano, en el año 96, San Juan pudo regresar a Efeso, y es creencia
general que fue entonces cuando escribió su Evangelio. El mismo nos revela el objetivo que tenía
presente al escribirlo. "Todas estas cosas las escribo para que podáis creer que Jesús es el Cristo,
el Hijo de Dios y para que, al creer, tengáis la vida en Su nombre". Su Evangelio tiene un carácter
enteramente distinto al de los otros tres y es una obra teológica tan sublime que, como dice
Teodoreto, "está más allá del entendimiento humano el llegar a profundizarlo y comprenderlo
enteramente". La elevación de su espíritu y de su estilo y lenguaje, está debidamente representada
por el águila que es el símbolo de San Juan el Evangelista. También escribió el Apóstol tres
epístolas: a la primera se le llama Católica, ya que está dirigida a todos los otros cristianos,
particularmente a los que él convirtió, a quienes insta a la pureza y santidad de vida y a la
precaución contra las artimañas de los seductores. Las otras dos son breves y están dirigidas a
determinadas personas: una probablemente a la Iglesia local, y la otra a un tal Gayo, un comedido
instructor de cristianos. A lo largo de todos sus escritos, impera el mismo inimitable espíritu de
caridad. No es éste el lugar para hacer referencias a las objeciones que se han hecho a la
afirmación de que San Juan sea el autor del cuarto Evangelio.
Los más antiguos escritores hablan de la decidida oposición de San Juan a las herejías de los
ebionitas y a los seguidores del gnóstico Cerinto. En cierta ocasión, según San Ireneo, cuando
Juan iba a los baños públicos, se enteró de que Cerinto estaba en ellos y entonces se devolvió y
comentó con algunos amigos que le acompañaban: "¡Vámonos hermanos y a toda prisa, no sea
que los baños en donde está Cerinto, el enemigo de la verdad, caigan sobre su cabeza y nos
aplasten!".
Dice San Ireneo que fue informado de este incidente por el propio San Policarpio el discípulo
personal de San Juan. Por su parte, Clemente de Alejandría relata que en cierta ciudad cuyo
nombre omite, San Juan vio a un apuesto joven en la congregación y, con el íntimo sentimiento de
que mucho de bueno podría sacarse de él, lo llevó a presentar al obispo a quien él mismo había
consagrado. "En presencia de Cristo y ante esta congregación, recomiendo este joven a tus
cuidados". De acuerdo con las recomendaciones de San Juan, el joven se hospedó en la casa del
obispo, quien le dio instrucciones, le mantuvo dentro de la disciplina y a la larga lo bautizó y lo
confirmó. Pero desde entonces, las atenciones del obispo se enfriaron, el neófito frecuentó las
malas compañías y acabó por convertirse en un asaltante de caminos. Transcurrió algún tiempo, y
San Juan volvió a aquella ciudad y pidió al obispo: "Devuélveme ahora el cargo que Jesucristo y yo
encomendamos a tus cuidados en presencia de tu iglesia". El obispo se sorprendió creyendo que
se trataba de algún dinero que se le había confiado, pero San Juan explicó que se refería al joven
que le había presentado y entonces el obispo exclamó: "¡Pobre joven! Ha muerto". "¿De qué murió,
preguntó San Juan. "Ha muerto para Dios, puesto que es un ladrón" , fue la respuesta. Al oír estas
palabras, el anciano Apóstol pidió un caballo y un guía para dirigirse hacia las montañas donde los
asaltantes de caminos tenían su guarida. Tan pronto como se adentró por los tortuosos senderos
de los montes, los ladrones le rodearon y le apresaron. "¡Para esto he venido!", gritó San Juan.
"¡Llevadme con vosotros!" Al llegar a la guarida, el joven renegado reconoció al prisionero y trató
de huir, lleno de vergüenza, pero Juan le gritó para detenerle: "¡Muchacho! ¿Por qué huyes de mí,
tu padre, un viejo y sin armas? Siempre hay tiempo para el arrepentimiento. Yo responderé por ti
ante mi Señor Jesucristo y estoy dispuesto a dar la vida por tu salvación. Es Cristo quien me
envía". El joven escuchó estas palabras inmóvil en su sitio; luego bajó la cabeza y, de pronto, se
echó a llorar y se acercó a San Juan para implorarle, según dice Clemente de Alejandría, una
segunda oportunidad. Por su parte, el Apóstol no quiso abandonar la guarida de los ladrones hasta
que el pecador quedó reconciliado con la Iglesia.
Aquella caridad que inflamaba su alma, deseaba infundirla en los otros de una manera constante y
afectuosa. Dice San Jerónimo en sus escritos que, cuando San Juan era ya muy anciano y estaba
tan debilitado que no podía predicar al pueblo, se hacía llevar en una silla a las asambleas de los
fieles de Efeso y siempre les decía estas mismas palabras: "Hijitos míos, amaos entre
vosotros . . ." Alguna vez le preguntaron por qué repetía siempre la frase, respondió San Juan:
"Porque ése es el mandamiento del Señor y si lo cumplís ya habréis hecho bastante".
San Juan murió pacíficamente en Efeso hacia el tercer año del reinado de Trajano, es decir hacia
el año cien de la era cristiana, cuando tenía la edad de noventa y cuatro años, de acuerdo con San
Epifanio.
Según los datos que nos proporcionan San Gregorio de Nissa, el Breviarium sirio de principios del
siglo quinto y el Calendario de Cartago, la práctica de celebrar la fiesta de San Juan el Evangelista
inmediatamente después de la de San Esteban, es antiquísima. En el texto original del
Hieronymianum, (alrededor del año 600 P.C.), la conmemoración parece haber sido anotada de
esta manera: "La Asunción de San Juan el Evangelista en Efeso y la ordenación al episcopado de
Santo Santiago, el hermano de Nuestro Señor y el primer judío que fue ordenado obispo de
Jerusalén por los Apóstoles y que obtuvo la corona del martirio en el tiempo de la Pascua". Era de
esperarse que en una nota como la anterior, se mencionaran juntos a Juan y a Santiago, los hijos
de Zebedeo; sin embargo, es evidente que el Santiago a quien se hace referencia, es el otro, el hijo
de Alfeo.
La frase "Asunción de San Juan", resulta interesante puesto que se refiere claramente a la última
parte de las apócrifas "Actas de San Juan". La errónea creencia de que San Juan, durante los
últimos días de su vida en Efeso, desapareció sencillamente, como si hubiese ascendido al cielo en
cuerpo y alma puesto que nunca se encontró su cadáver, una idea que surgió sin duda de la
afirmación de que aquel discípulo de Cristo "no moriría", tuvo gran difusión aceptación a fines del
siglo II. Por otra parte, de acuerdo con los griegos, el lugar de su sepultura en Efeso era bien
conocida y aun famosa por los milagro que se obraban allí.
El "Acta Johannis", que ha llegado hasta nosotros en forma imperfecta y que ha sido condenada a
causa de sus tendencias heréticas, por autoridades en la materia tan antiguas como Eusebio,
Epifanio, Agustín y Toribio de Astorga, contribuyó grandemente a crear una leyenda. De estas
fuentes o, en todo caso, del pseudo Abdías, procede la historia en base a la cual se representa con
frecuencia a San Juan con un cáliz y una víbora. Se cuenta que Aristodemus, el sumo sacerdote
de Diana en Efeso, lanzó un reto a San Juan para que bebiese de una copa que contenía un
líquido envenenado. El Apóstol tomó el veneno sin sufrir daño alguno y, a raíz de aquel milagro,
convirtió a muchos, incluso al sumo sacerdote. En ese incidente se funda también sin duda la
costumbre popular que prevalece sobre todo en Alemania, de beber la Johannis-Minne, la copa
amable o poculum charitatis, con la que se brinda en honor de San Juan. En la ritualia medieval
hay numerosas fórmulas para ese brindis y para que, al beber la Johannis-Minne, se evitaran los
peligros, se recuperara la salud y se llegara al cielo.
San Juan es sin duda un hombre de extraordinaria y al mismo tiempo de profundidad mística. Al
amarlo tanto, Jesús nos enseña que esta combinación de virtudes debe ser el ideal del hombre, es
decir el requisito para un hombre plenamente hombre. Esto choca contra el modelo de hombre
machista que es objeto de falsa adulación en la cultura, un hombre preso de sus instintos bajos.
Por eso el arte tiende a representar a San Juan como una persona suave, y, a diferencia de los
demás Apóstoles, sin barba. Es necesario recuperar a San Juan como modelo: El hombre capaz
de recostar su cabeza sobre el corazón de Jesús, y precisamente por eso ser valiente para estar al
pie de la cruz como ningún otro. Por algo Jesús le llamaba "hijo del trueno". Quizás antes para mal,
pero una vez transformado en Cristo, para mayor gloria de Dios.
Esta posición de relieve en el grupo de los doce hace en cierto sentido comprensible la iniciativa
que un día tomó su madre: se acercó a Jesús para pedirle que sus dos hijos, Juan y Santiago,
pudieran sentarse uno a su derecha y el otro a su izquierda en el Reino (Cf. Mateo 20, 20-21).
Como sabemos, Jesús respondió planteando a su vez un interrogante: preguntó si estaban
dispuestos a beber el cáliz que él mismo estaba a punto de beber (Cf. Mateo 20, 22). Con estas
palabras quería abrirles los ojos a los dos discípulos, introducirles en el conocimiento del misterio
de su persona y esbozarles la futura llamada a ser sus testigos hasta la prueba suprema de la
sangre. Poco después, de hecho, Jesús aclaró que no había venido a ser servido sino a servir y a
dar la vida en rescate de la multitud (Cf. Mateo 20, 28). En los días sucesivos a la resurrección,
encontramos a los «hijos del Zebedeo» pescando junto a Pedro y a otros más en una noche sin
resultados. Tras la intervención del Resucitado, vino la pesca milagrosa: «el discípulo a quien
Jesús amaba» será el primero en reconocer al «Señor» y a indicárselo a Pedro (Cf. Juan 21, 1-13).
Dentro de la Iglesia de Jerusalén, Juan ocupó un puesto importante en la dirección del primer
grupo de cristianos. Pablo, de hecho, le coloca entre quienes llama las «columnas» de esa
comunidad (Cf. Gálatas 2, 9). Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, le presenta junto a Pedro
mientras van a rezar al Templo (Hechos 3, 1-4.11) o cuando se presentan ante el Sanedrín para
testimoniar su fe en Jesucristo (Cf. Hechos 4, 13.19). Junto con Pedro recibe la invitación de la
Iglesia de Jerusalén a confirmar a los que acogieron el Evangelio en Samaria, rezando sobre ellos
para que recibieran el Espíritu Santo (Cf. Hechos 8, 14-15). En particular, hay que recordar lo que
dice, junto a Pedro, ante el Sanedrín, durante el proceso: «No podemos dejar de hablar de lo que
hemos visto y oído» (Hechos 4, 20). Esta franqueza para confesar su propia fe queda como un
ejemplo y una advertencia para todos nosotros para que estemos dispuestos a declarar con
decisión nuestra inquebrantable adhesión a Cristo, anteponiendo la fe a todo cálculo humano o
interés.
Según la tradición, Juan es «el discípulo predilecto», que en el cuarto Evangelio coloca la cabeza
sobre el pecho del Maestro durante la Última Cena (Cf. Juan 13, 21), se encuentra a los pies de la
Cruz junto a la Madre de Jesús (Cf. Juan 19, 25) y, por último, es testigo tanto de la tumba vacía
como de la misma presencia del Resucitado (Cf. Juan 20, 2; 21, 7). Sabemos que esta
identificación hoy es discutida por los expertos, pues algunos de ellos ven en él al prototipo del
discípulo de Jesús. Dejando que los exegetas aclaren la cuestión, nosotros nos contentamos con
sacar una lección importante para nuestra vida: el Señor desea hacer de cada uno de nosotros un
discípulo que vive una amistad personal con Él. Para realizar esto no es suficiente seguirle y
escucharle exteriormente; es necesario también vivir con Él y como Él. Esto sólo es posible en el
contexto de una relación de gran familiaridad, penetrada por el calor de una confianza total. Es lo
que sucede entre amigos: por este motivo, Jesús dijo un día: «Nadie tiene mayor amor que el que
da su vida por sus amigos… No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo;
a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer».
(Juan 15, 13. 15).
El culto de Juan apóstol se afirmó a partir de la ciudad de Éfeso, donde según una antigua
tradición, habría vivido durante un largo tiempo, muriendo en una edad extraordinariamente
avanzada, bajo el emperador Trajano. En Éfeso, el emperador Justiniano, en el siglo VI, construyó
en su honor una gran basílica, de la que todavía quedan imponentes ruinas. Precisamente en
Oriente gozó y goza de gran veneración. En los iconos bizantinos se le representa como muy
anciano, según la tradición murió bajo el emperador Trajano-- y en intensa contemplación, con la
actitud de quien invita al silencio.
4
PABLO
Cuando Pablo fue tirado por tierra, fue capaz de entregarle a Cristo absolutamente todo su ser.
Mas tarde pudo decir "ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mi" Pablo escribió 13 cartas
que forman parte del Nuevo Testamento y están dirigidas a las comunidades de gentiles, paganos
convertidos por su predicación. En ellas les exhorta, les guía en la fe y enseña sobre ética y
doctrina. Estas cartas son inspiradas por el Espíritu Santo y forman parte de la revelación divina.
Es decir, son Palabra de Dios y por medio de ellas Dios mismo se da a conocer. Pablo es el
instrumento en esta comunicación divina, pero al mismo tiempo las cartas nos ayudan a conocer al
autor humano. Reflejan su personalidad, sus dones y sus luchas intensas. Otras fuentes que nos
ayudan a conocer el apóstol son los Hechos de los Apóstoles escritos por San Lucas y ciertos
libros apócrifos.
Pablo nació de una familia judía acomodada, de la tribu de Benjamín, en Tarso de Cilicia (hoy
Turquía). Su nombre semítico era Saulo. No sabemos cuando comenzó a llamarse con el nombre
latino de Pablo. Por ser Tarso una ciudad griega, gozó de ciudadanía romana. La fecha de su
nacimiento se calcula alrededor del año 3 A.D. Según se cree, Jesús nació alrededor del 6 o 7 B.C.
Entonces Jesucristo sería sólo unos 10 años mayor que San Pablo.
Aunque criado en una ortodoxia rigurosa, mientras vivía en su hogar de Tarso estuvo bajo la
influencia liberal de los helenistas, es decir de la cultura griega que en ese tiempo había penetrado
todos los niveles de la sociedad en el Asia Menor. Se formó en las tradiciones y culturas judaicas,
romanas y griegas.
Siendo joven, no sabemos la edad, Saúl fue a estudiar en Jerusalén en la famosa escuela rabínica
dirigida por Gamaliel. Además de estudiar la ley y los profetas, allí aprendió un oficio como era la
costumbre. El joven Saúl escogió el de construir tiendas. No se sabe si jamás vió a Jesús antes de
su crucifixión pero no cuenta nada sobre ello.
Hacia el año 34 Saúl aparece como un recto joven fariseo, fanáticamente dispuesto contra los
cristianos. Creía que la nueva secta era una amenaza para el judaísmo por lo que debía ser
eliminada y sus seguidores castigados. Se nos dice en los Hechos de los Apóstoles que Saúl
estuvo presente aprobando cuando San Esteban, el primer mártir, fue apedreado y muerto. Fue
poco después que Pablo experimentó la revelación que iba a transformar su vida. Mientras iba a la
ciudad de Damasco para continuar su persecución contra los cristianos y hacerles renegar de su
fe, Jesucristo se le apareció y tirándolo por suelo le pregunta: «Saúl, Saúl, ¿por qué me
persigues?» Hechos 9,4. Por la luz sobrenatural quedó ciego. Pablo ante el Señor se entregó
totalmente: -"Señor, ¿qué quieres que haga?. Jesús le pide un profundo acto de humildad ya que
se debía someter a quienes antes perseguía: -"vete donde Ananías y él te lo dirá". Después de su
llegada a Damasco, siguió su conversión, la sanación de su ceguera por el discípulo Ananías y su
bautismo. Pablo aceptó ávidamente la misión de predicar el Evangelio de Cristo, pero como todos
los santos, vio su indignidad y se apartó del mundo para pasar tres años en > en meditación y
oración antes de iniciar su apostolado. Hacía falta mucha purificación. Jesucristo lo constituyó
Apóstol de una manera especial, sin haber convivido con El. Es pues el último apóstol constituido.
"Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo." I Corintios 15:8. Su vida es
totalmente transformada en Cristo:
"Lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. Y más aún: juzgo que
todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí
todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo" (Flp 3,7-8).
Desde entonces era un hombre verdaderamente nuevo y totalmente movido por el Espíritu Santo
para anunciar el Evangelio con poder. Saúl desde ahora se llamará con el nombre romano: Pablo.
El por su parte nunca descansó de sus labores. Predicación, escritos y fundaciones de iglesias, sus
largos y múltiples viajes por tierra y mar (al menos cuatro viajes apostólicos), tan repletos de
aventuras, podrán ser seguidos por cualquiera que lea cuidadosamente las cartas del Nuevo
Testamento. No podemos estar seguros si las cartas y evidencia que han llegado hasta nosotros
contienen todas las actividades de San Pablo. Él mismo nos dice que fue apedreado, azotado,
naufragó tres veces, aguantó hambre y sed, noches sin descanso, peligros y dificultades. Fue
preso y, además de estas pruebas físicas, sufrió muchos desacuerdos y casi constantes conflictos
los cuales soportó con gran entusiasmo por Cristo, por las muchas y dispersas comunidades
cristianas.
Tuvo una educación natural mucho mayor que los humildes pescadores que fueron los primeros
apóstoles de Cristo. Decimos "educación natural" porque los otros apóstoles tuvieron al mismo
Jesús de maestro recibiendo así una educación divina. Esta también la recibió San Pablo por
gracia de la revelación. Siendo docto tanto en la sabiduría humana como en la divina, Pablo fue
capaz de enseñar que la sabiduría humana es nada en comparación con la divina:
"Tened un mismo sentir los unos para con los otros; sin complaceros en la altivez; atraídos más
bien por lo humilde; no os complazcáis en vuestra propia sabiduría." Romanos 12,16.
A Aquel que puede consolidaros conforme al Evangelio mío y la predicación de Jesucristo:
revelación de un Misterio mantenido en secreto durante siglos eternos, pero manifestado al
presente, por la Escrituras que lo predicen, por disposición del Dios eterno, dado a conocer a todos
los gentiles para obediencia de la fe, a Dios, el único sabio, por Jesucristo, ¡a él la gloria por los
siglos de los siglos! Amén. Rm 16,25-27
Pablo inició su predicación en Damasco. Aquí la rabia de los judíos ortodoxos contra este "traidor"
era tan fuerte que tuvo que escaparse dejándose bajar de la pared de la ciudad en una canasta. Al
bajar a Jerusalén, fue suspiciosamente vigilado por los judíos cristianos porque no podían creer
que él que tanto había perseguido se había convertido. De regreso a su ciudad nativa de Tarso,
otra vez se unió Barnabás y juntos viajaron a Antioquía siriana, donde encontraron tantos
seguidores que fue fundada por la constancia de los primeros cristianos. Fue aquí donde los
discípulos de Jesús fueron llamados cristianos por primera vez (del Griego >, ungido). Después
que regresaron a Jerusalén, una vez más para asistir a los miembros de la iglesia que estaban
escasos de alimentos, estos dos misioneros regresaron a Antioquía y después navegaron a la isla
de Chipre; durante su estancia convirtieron al procónsul, Sergius Paulus.
Una vez mas en tierra de Asia Menor, cruzaron las Montañas Taurus y visitaron muchos pueblos
del interior, particularmente aquellos en que habitaban judíos. Generalmente en estos lugares
Pablo primero visitaba las sinagogas y predicaba a los judíos; si ellos lo rechazaban entonces
predicaba a los gentiles. En Antioquía de Pisid, Pablo lanzó un discurso memorable a los judíos,
concluyendo con estas palabras: Hechos 13,46-47 "Entonces dijeron con valentía Pablo y Bernabé:
«Era necesario anunciaros a vosotros en primer lugar la Palabra de Dios; pero ya que la rechazáis
y vosotros mismos no os juzgáis dignos de la vida eterna, mirad que nos volvemos a los gentiles.
Pues así nos lo ordenó el Señor: Te he puesto como la luz de los gentiles, para que lleves la
salvación hasta el fin de la tierra.»
Después de esto Pablo y Bernabé volvieron a Jerusalén donde los ancianos trataban el tema de la
posición de la Iglesia, todavía en su mayoría de miembros judíos, hacia los gentiles convertidos. La
cuestión de la circuncisión fue problemática porque para los judíos era importante que los gentiles
se sometieran a este requisito de la ley judía. Pablo se mostró en contra de la circuncisión, no
porque quisiera hacer un cristianismo fácil sino porque comprendía que el Espíritu ahora requería
una circuncisión del corazón, una transformación interior. La ley no puede justificar al hombre sino
sólo la gracia recibida por medio de Jesucristo. Vivir esta gracia es sin embargo un reto aun mas
radical que el que presenta la ley y exige entrega total. Esta llamada a la gracia y a la respuesta
total hasta la muerte forma parte esencial de su enseñanza y de su vida.
La segunda jornada misionera, la cual duró del año 49 a 52, llevó Pablo a Silas, su nuevo asistente
a Frigia, Galacia, Troas, y a través de tierra de Europa, a Filipos en Macedonia. Lucas el médico
era ahora un miembro del grupo, y en el libro de los Hechos él nos da un relato que ellos fueron a
Tesalónica, y después bajó a Atenas y Corinto. En Atenas Pablo predicó en el Areópago y
sabemos que algunos de los estoicos y epicureanos lo escucharon y discutieron con él
informalmente atraídos por su intelecto vigoroso, su personalidad magnética, y su enseñanza ética.
Pero mas importante, el Espíritu Santo tocaba los corazones de aquellos que abrían su corazón
podían comprender que Pablo tenía una sabiduría nunca antes enseñada.
Pasando a Corinto, se encontró en el mismo corazón del mundo griego-romano, y sus cartas de
este período muestran que él está consciente de la gran ventaja en su contra, de la lucha incesante
contra el escepticismo e indiferencia pagana. Él sin embargo se quedó en Corinto por 18 meses, y
encontró éxito considerable. Un matrimonio, Aquila y Priscila, se convirtieron y llegaron a ser muy
valiosos servidores de Cristo. Volvieron con él al Asia. Fue durante su primer invierno en Corinto
que Pablo escribió las primeras cartas misioneras. Estas muestran su suprema preocupación por la
conducta y revelan la importancia de que el hombre reciba la inhabitación de Espíritu Santo ya que
solo así hay salvación y poder para bien.
La tercera jornada misionera cubrió el periodo del 52 a 56. En Éfeso, ciudad importante de Lidia,
donde el culto a la diosa griega Artemisa era muy popular. Pablo fue motivo de un disturbio público
ya que los comerciantes veían peligrar sus negocios de imágenes de plata de la diosa que allí
florecía. Después, en Jerusalén, causó una conmoción al visitar el templo; fue arrestado, tratado
brutalmente y encadenado. Pero cuando fue ante el tribunal, él se defendió de tal forma que
sorprendió a sus opresores. Fue llevado a Cesarea por el rumor de algunos judíos en Jerusalén
que lo habían acusado falsamente de haber dejado entrar a gentiles en el templo. Así planeaban
matarlo. Fue puesto en prisión en Cesarea esperando juicio por aproximadamente dos años bajo el
procónsul Félix y Festus. Los gobernadores romanos deseaban evitar problemas entre judíos y
cristianos por lo que postergaron su juicio de mes a mes. Pablo al final apeló al Emperador,
demandando el derecho legal de un ciudadano romano de tener su juicio escuchado por el mismo
Nerón. Fue entonces colocado bajo la custodia de un centurión, el cual lo llevó a Roma. Los
Hechos de los Apóstoles lo dejan en la ciudad imperial esperando su tribunal.
Aparentemente la apelación de Pablo fue un éxito porque hay evidencia de otra jornada misionera,
probablemente a Macedonia. En esta última visita a las comunidades cristianas, se cree que
nombró a Tito obispo en Creta y a Timoteo en Efeso. Volviendo a Roma, fue una vez mas
arrestado. Su espíritu no decae ante las tribulaciones porque sabe en quien ha puesto su
confianza.
Por este motivo estoy soportando estos sufrimientos; pero no me avergüenzo, porque yo sé bien
en quién tengo puesta mi fe, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito
hasta aquel día. -II Timoteo 1,12
La vida de Cristo en San Pablo lo transforma en hombre nuevo, lleno de la gracia, conocimiento de
Dios. Es capaz de comunicar la vida de Cristo.
Murió el "hombre viejo" (cf. Rm 6,6.11; Flp 3,10). Nace el "hombre nuevo" (2Cor 5,17; Gal 5,1).
Ahora la vida de Cristo es su vida (cf. Col 2,12-13; Rm 6,8; 2Tim 2,11). Está plenamente
identificado con EL (cf. Flp 3,12). Ofrece su vida con su Señor en su misterio de pasión, muerte y
resurrección (Rm 6,3-4), para completar lo que falta en su propia carne a la pasión de Cristo (cf.
Col 1,24). Está lleno de agradecimiento porque Cristo "se entregó a sí mismo por mí" (Gal 2,20; cf
1,4; Ef 5,2; Jn 10,10).
Pablo es el libre prisionero de Cristo (cf. Hch 20,22); ya no se pertenece, sino que su vivir, amar y
morir es Cristo Jesús (cf. Gal 2,20). Amar a Cristo es inseparable de amar a aquellos que le han
sido confiados con el mismo amor de Cristo. Ese amor es superior a los meros esfuerzos humanos,
es el amor divino que ha recibido, que no escatima en nada para llevar al amado a Cristo (cf. 1Cor
4,14-17; 2Cor 6,13; 11,2; 12,15; 1Tes 2,7.10-11; Fil 10; Gal 4,19).
Después de dos años en cadenas (cárcel Mamertina que puede ser aun visitada en Roma) sufrió
martirio en Roma al mismo tiempo que el Apóstol Pedro, obispo de la Iglesia de Roma. San Pablo,
por ser romano, no fue crucificado sino degollado. Según una antigua tradición su martirio fue
cerca de la Via Hostia, donde hoy está la abadia de Tre Fontana (llamada así por tres fuentes que
según la tradición surgieron cuando su cabeza, separada ya del cuerpo, rebotó tres veces)
Las inscripciones del segundo y tercer siglo en las catacumbas nos dan evidencia de un culto a los
Santos Pedro y Pablo. Esta devoción nunca ha disminuido en popularidad.
San Pablo que al final dijo: "He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la
carrera, he conservado la fe" -II Timoteo 4,7. Nos ha dado la Palabra de Dios que nos fortalece
para nuestras luchas y salir como el victoriosos. Es por lo tanto esencial que meditemos
asiduamente sus cartas como toda la Palabra de Dios que encontramos en la Santa Biblia. Allí
encontraremos la Sabiduría
¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus
designios e inescrutables sus caminos! -Romanos 11,33
San Pablo
Jesus Marti Ballester
jmarti@ciberia.es
Pablo fue un fascinado, un enamorado de la persona de Cristo. Encontrarse con Jesús Resucitado
fue la experiencia más grande, profunda y decisiva de su vida. Experiencia de gozo, de amor y de
libertad. Cristo rompió la losa del sepulcro de su orgullo y autosuficiencia, que era propia de los
fariseos, y le resucitó por dentro. En adelante sentirá la necesidad de evangelizar: "¡Ay de mí si no
evangelizare!" (1 Cor 9,16); “Me empuja el amor de Cristo” (2 Cor 2,14). Apasionado por la Verdad,
ya la predica en Arabia y en Damasco y se conmueve hasta las lágrimas ante una ciudad incrédula
o idólatra. Predica la verdad desnuda de todo ornato humano, y la predica a tiempo y a destiempo
(2 Tim 4,2). Sus sufrimientos, que sabe que son valiosísimos, pues en ellos participa todo el
cuerpo, corazón que padece y llora, voluntad que acepta y ofrece, y la fe que aquilata el mérito,
son principalmente las puertas que abren las puertas al evangelio por todas partes: "Nunca fueron
mis móviles ni la ambición ni la avaricia, ni el afán de gloria humana... Fuimos todo bondad en
medio de vosotros. Como una madre cuida cariñosamente a sus hijos, así, en nuestra ternura por
vosotros, hubiéramos querido entregaros, junto con el evangelio, nuestra propia vida. ¡Tan grande
era nuestro amor por vosotros! Recordáis, hermanos, nuestros trabajos y fatigas: día y noche
trabajábamos, para no ser gravoso a ninguno de vosotros mientras os anunciábamos el evangelio
de Dios" (1 Tesa 2,5).
Una característica singular de Pablo es que “Se complace en sus debilidades, porque cuanto más
débil soy, soy más fuerte” (2 Cor 12,10). Está convencido de que su fuerza tiene las raíces en la
flaqueza. No era elocuente, ni tenía presencia retadora, era débil en las persecuciones, lleno de
mansedumbre en el gobierno de las almas, y predicaba verdades repugnantes a contracorriente a
los no creyentes y también a los creyentes. Pero estaba convencido de su fuerza venía de Dios y
que con sus sufrimientos suplía lo que faltaba a la pasión de Cristo (Col 1,24). Y por encima de
todo, estaba colmado de amor: “¿Quién enferma y no enfermo yo? ¿Quién se escandaliza y yo no
ardo?”(2 Cor 11,29). Padeció torturas espirituales, defección de sus evangelizados, persecuciones,
abandonos, soledad. Y a pesar de todo, está alegre, “aunque triste, pero enriqueciendo a muchos”
(2 Cor 7,4) y a los Filipenses les recomienda la alegría cuando está en la cárcel. El poeta Ovidio,
desterrado escribió sus obras tituladas Tristia, y paradójicamente Pablo escribe el “Gaudete, iterum
dico, gaudete”, encarcelado. La razón está en que las páginas brotan de manantiales diferentes.
Pablo era hombre de oración, de acción de gracias y de peticiones y esperanzas, sabía que
sembraba con lágrimas pero esperaba la cosecha entre cantares y como ha escrito Bergson, la
alegría anuncia siempre la vida que ha triunfado.
Hay que haber comenzado alguna empresa, alguna obra, para poder barruntar las dificultades de
todo género que se les presentaron y que tuvieron que superar aquellos débiles hombres
escogidos: hospedaje, fieles, trabajo, amistades, poder sobrevivir, abrirse camino. Nosotros nos lo
encontramos todo hecho, ellos tuvieron que empezar de cero y con un mensaje impopular e
innovador. Llegados a Roma, los dos fueron encarcelados en la Cárcel Mamertina, y sacrificados
bajo Nerón: Pedro crucificado, acusado del incendio de Roma, que el mismo emperador había
provocado; Pablo, como ciudadano romano, decapitado con espada: Así lo escribe vísperas de su
inmolación: "Yo estoy a punto de ser sacrificado" 2 Timoteo 4,6. Los sepulcros de los dos están en
Roma como cimiento de la Iglesia. Por contraste, las ruinas de la “Domus aurea” de Nerón, apenas
reciben algún turista curioso, pero las Basílicas de Pedro y Pablo son visitadas constante y
continuamente por creyentes y no creyentes todos los días del año. “Las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella” (Mt 16,18).
Como la Iglesia de Jerusalén oraba por Pedro en la cárcel, debe hoy la Iglesia orar por Juan Pablo,
y nosotros, de un modo especial ahora que vamos a tener presente sobre el altar al mismo Cristo,
que le ha elegido para apacentar su rebaño.
"Gustad y ved qué bueno es el Señor" Salmo 33, que nos ha dejado al cuidado de tales pastores,
mártires, Pedro crucificado, Pablo, degollado, Juan Pablo II, tiroteado y salvado de la muerte por la
mano de la Virgen que desvió la bala. Que Pedro y Pablo ayuden a la Iglesia que ellos sembraron y
regaron con su sangre. Y a Juan Pablo II, reciba hoy un refuerzo especial de nuestras plegarias:
"El Señor lo conserve y lo guarde y le de larga vida y lo haga dichoso en la tierra y no lo entregue
en manos de sus enemigos".
Pablo de Tarso.
La Revolución de Dios
Benedicto XVI, 25 Octubre, 2006
San Juan Crisóstomo le exalta como personaje superior incluso a muchos ángeles y arcángeles
(Cf. «Panegírico» 7, 3).
Dante Alighieri en la Divina Comedia, inspirándose en la narración de Lucas en los Hechos de los
Apóstoles (Cf 9, 15), le define simplemente como «vaso de elección» (Infierno 2, 28), que significa:
instrumento escogido por Dios.
Otros le han llamado el «decimotercer apóstol» --y realmente él insiste mucho en el hecho de ser
un auténtico apóstol, habiendo sido llamado por el Resucitado, o incluso «el primero después del
Único». Ciertamente, después de Jesús, él es el personaje de los orígenes del que más estamos
informados. De hecho, no sólo contamos con la narración que hace de él Lucas en los Hechos de
los Apóstoles, sino también de un grupo de cartas que provienen directamente de su mano y que
sin intermediarios nos revelan su personalidad y pensamiento.
Lucas nos informa que su nombre original era Saulo (Cf. Hechos 7,58; 8,1 etc.), en hebreo Saúl
(Cf. Hechos 9, 14.17; 22,7.13; 26,14), como el rey Saúl (Cf. Hechos 13,21), y era un judío de la
diáspora, dado que la ciudad de Tarso se sitúa entre Anatolia y Siria. Muy pronto había ido a
Jerusalén para estudiar a fondo la Ley mosaica a los pies del gran rabino Gamaliel (Cf. Hechos
22,3). Había aprendido también un trabajo manual y rudo, la fabricación de tiendas (cf. Hechos 18,
3), que más tarde le permitiría sustentarse personalmente sin ser de peso para las Iglesias (Cf.
Hechos 20,34; 1 Corintios 4,12; 2 Corintios 12, 13-14).
Para él fue decisivo conocer la comunidad de quienes se profesaban discípulos de Jesús. Por ellos
tuvo noticia de una nueva fe, un nuevo «camino», como se decía, que no ponía en el centro la Ley
de Dios, sino la persona de Jesús, crucificado y resucitado, a quien se le atribuía la remisión de los
pecados. Como judío celoso, consideraba este mensaje inaceptable, es más escandaloso, y sintió
el deber de perseguir a los seguidores de Cristo incluso fuera de Jerusalén. Precisamente, en el
camino hacia Damasco, a inicios de los años treinta, Saulo, según sus palabras, fue « alcanzado
por Cristo Jesús» (Filipenses 3, 12).
Mientras Lucas cuenta el hecho con abundancia de detalles --la manera en que la luz del
Resucitado le alcanzó, cambiando fundamentalmente toda su vida-- en sus cartas él va
directamente a lo esencial y habla no sólo de una visión (Cf. 1 Corintios 9,1), sino de una
iluminación (Cf. 2 Corintios 4, 6) y sobre todo de una revelación y una vocación en el encuentro con
el Resucitado (Cf. Gálatas 1, 15-16). De hecho, se definirá explícitamente «apóstol por vocación»
(Cf. Romanos 1, 1; 1 Corintios 1, 1) o «apóstol por voluntad de Dios» (2 Corintios 1, 1; Efesios 1,1;
Colosenses 1, 1), como queriendo subrayar que su conversión no era el resultado de bonitos
pensamientos, de reflexiones, sino el fruto de una intervención divina, de una gracia divina
imprevisible. A partir de entonces, todo lo que antes constituía para él un valor se convirtió
paradójicamente, según sus palabras, en pérdida y basura (Cf. Filipenses 3, 7-10). Y desde aquel
momento puso todas sus energías al servicio exclusivo de Jesucristo y de su Evangelio. Su
existencia se convertirá en la de un apóstol que quiere «hacerse todo a todos» (1 Corintios 9,22)
sin reservas.
De aquí se deriva una lección muy importante para nosotros: lo que cuenta es poner en el centro
de la propia vida a Jesucristo, de manera que nuestra identidad se caracterice esencialmente por el
encuentro, la comunión con Cristo y su Palabra. Bajo su luz, cualquier otro valor debe ser
recuperado y purificado de posibles escorias. Otra lección fundamental dejada por Pablo es el
horizonte espiritual que caracteriza a su apostolado. Sintiendo agudamente el problema de la
posibilidad para los gentiles, es decir, los paganos, de alcanzar a Dios, que en Jesucristo
crucificado y resucitado ofrece la salvación a todos los hombres sin excepción, se dedicó a dar a
conocer este Evangelio, literalmente «buena noticia», es decir, el anuncio de gracia destinado a
reconciliar al hombre con Dios, consigo mismo y con los demás. Desde el primer momento había
comprendido que ésta es una realidad que no afectaba sólo a los judíos, a un cierto grupo de
hombres, sino que tenía un valor universal y afectaba a todos.
La Iglesia de Antioquia de Siria fue el punto de partida de sus viajes, donde por primera vez el
Evangelio fue anunciado a los griegos y donde fue acuñado también el nombre de «cristianos» (Cf.
Hechos 11, 20.26), es decir, creyentes en Cristo. Desde allí tomó rumbo en un primer momento
hacia Chipre y después en diferentes ocasiones hacia regiones de Asia Menor (Pisidia, Licaonia,
Galacia), y después a las de Europa (Macedonia, Grecia). Más reveladoras fueron las ciudades de
Éfeso, Filipos, Tesalónica, Corinto, sin olvidar tampoco Berea, Atenas y Mileto.
En el apostolado de Pablo no faltaron dificultades, que él afrontó con valentía por amor a Cristo. Él
mismo recuerda que tuvo que soportar «trabajos…, cárceles…, azotes; peligros de muerte,
muchas veces…Tres veces fui azotado con varas; una vez apedreado; tres veces naufragué…
Viajes frecuentes; peligros de ríos; peligros de salteadores; peligros de los de mi raza; peligros de
los gentiles; peligros en ciudad; peligros en despoblado; peligros por mar; peligros entre falsos
hermanos; trabajo y fatiga; noches sin dormir, muchas veces; hambre y sed; muchos días sin
comer; frío y desnudez. Y aparte de otras cosas, mi responsabilidad diaria: la preocupación por
todas las Iglesias» (2 Corintios 11,23-28). En un pasaje de la Carta a los Romanos (Cf. 15, 24.28)
se refleja su propósito de llegar hasta España, hasta el confín de Occidente, para anunciar el
Evangelio por doquier hasta los confines de la tierra entonces conocida. ¿Cómo no admirar a un
hombre así? ¿Cómo no dar gracias al Señor por habernos dado un apóstol de esta talla? Está
claro que no hubiera podido afrontar situaciones tan difíciles, y a veces tan desesperadas, si no
hubiera tenido una razón de valor absoluto ante la que no podía haber límites. Para Pablo, esta
razón, lo sabemos, es Jesucristo, de quien escribe: «El amor de Cristo nos apremia… murió por
todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos» (2
Corintios 5,14-15), por nosotros, por todos.
De hecho, el apóstol ofrecerá su testimonio supremo con la sangre bajo el emperador Nerón aquí,
en Roma, donde conservamos y veneramos sus restos mortales. Clemente Romano, mi
predecesor en esta sede apostólica en los últimos años del siglo I, escribió: «Por celos y discordia,
Pablo se vio obligado a mostrarnos cómo se consigue el premio de la paciencia… Después de
haber predicado la justicia a todos en el mundo, y después de haber llegado hasta los últimos
confines de Occidente, soportó el martirio ante los gobernantes; de este modo se fue de este
mundo y alcanzó el lugar santo, convertido de este modo en el más grande modelo de
perseverancia» (A los Corintios 5). Que el Señor nos ayude a vivir la exhortación que nos dejó el
apóstol en sus cartas: «Sed mis imitadores, como lo soy de Cristo» (1 Corintios 11, 1).
5
JUDAS TADEO
Judas Tadeo aparece último en la lista de los doce Apóstoles de Jesucristo (Mateo 10:3, Marco
3:18). No sabemos cuando ni como entró a formar parte de los discípulos. Lucas le llama "Judas
de Santiago" (Hechos 1:13). Juan aclara: "Judas, no el Iscariote" (Juan 14:22). Esta distinción es
necesaria dado a que el Judas Iscariote fue quien traicionó a Jesús.
"Judas" es una palabra hebrea que significa: "alabanzas sean dadas a Dios". Tadeo quiere decir:
"valiente para proclamar su fe"
El Apóstol Judas Tadeo, "el hermano de Santiago", era probablemente el hermano de Santiago el
Menor, se lo menciona así por la notoriedad de Santiago en la Iglesia primitiva "¿No es éste -se
preguntan maravillados los habitantes de Nazaret, ante la fama que acompaña a Jesús- el
carpintero . . . el hermano de Santiago y de Judas?".
Después de la Ultima Cena, cuando Cristo prometió que se manifestaría a quienes le escuchasen,
Judas le preguntó porqué no se manifestaba a todos. Cristo le contestó que El y su Padre visitarían
a todos los que le amasen: "Vendremos a él y haremos en él nuestra morada" (Juan, 14, 22-23).
No sabemos nada de la vida de San Judas Tadeo después de la Ascensión del Señor y la venida
del Espíritu Santo.
Se atribuye a San Judas una de las epístolas canónicas, que tiene muchos rasgos comunes con la
segunda epístola de San Pedro. No está dirigida a ninguna persona ni iglesia particular y exhorta a
los cristianos a "luchar valientemente por la fe que ha sido dada a los santos. Porque algunos en el
secreto de su corazón son . . . hombres impíos, que convierten la gracia de nuestro Señor Dios en
ocasión de riña y niegan al único soberano regulador, nuestro Señor Jesucristo". Es una severa
amonestación contra los falsos maestros y una invitación a conservar la pureza de la fe. Termina
su carta con esta bella oración: "Sea gloria eterna a Nuestro Señor Jesucristo, que es capaz de
conservarnos libres de pecados, y sin mancha en el alma y con gran alegría".
San Judas Tadeo es uno de los santos más populares a causa de los numerosos favores
celestiales que consigue a sus devotos que le rezan con fe, especialmente en cuanto a conseguir
empleo o casa. San Brígida cuenta en sus Revelaciones que Nuestro Señor le recomendó que
cuando deseara conseguir ciertos favores los pidiera por medio de San Judas Tadeo.
Con frecuencia se ha confundido a San Judas Tadeo con el San Tadeo de la leyenda de Abgar y
se ha dicho que murió apaciblemente en Beirut de Edessa. Según la tradición occidental, tal como
aparece en la liturgia romana, se reunió en Mesopotamia con San Simón y que ambos predicaron
varios años en Persia y ahí fueron martirizados. Existe un presunto relato del martirio de los dos
Apóstoles; pero el texto latino no es ciertamente anterior a la segunda mitad del siglo VI. Dicho
documento se ha atribuido a un tal Abdías, de quien se dice que fue discípulo de Simón y Judas y
consagrado por ellos primer obispo de Babilonia. Según dice la antigua tradición, a San Simón lo
mataron aserrándolo por medio, y a San Judas Tadeo le cortaron la cabeza con una hacha y por
eso lo pintan con una hacha en la mano. Por ello, la Iglesia de occidente los celebra juntos, en
tanto que la Iglesia de oriente separa sus respectivas fiestas.
Hay varias leyendas sobre San Judas Tadeo propagadas por Eusebio que son poco confiables.
El devoto debe quidarse de no caer ciertos abusos, como la "novena milagrosa" a Judas Tadeo
que ofrece al devoto grandes recompensas económicas con la condición de que se hagan copias
de ella y sean enviadas a un número de personas. Esta novena raya en la superstición y está
centrada mas en interés económico que en la búsqueda de la santidad.
Oración
Concédenos Señor, por medio de tu santo apóstol San Judas Tadeo, la gracia de dedicar nuestra
vida, nuestras cualidades y nuestros esfuerzos a hacerte conocer y amar y, al final de nuestras
vidas, lograr, como él, un puesto junto a Ti en el cielo.
BIBLIOGRAFIA
- Butler, Alban, Vidas de los Santos, Vol. IV
- Sálesman, P. Eliécer, Vidas de Santos # 4.
- Sgarbossa, Mario, Luigi Giovannini - Un Santo Para Cada Día.
6
FELIPE
Felipe era de Betsaida. Fue el que anunció a Natanael que había encontrado al Mesías.
Interviene en el episodio de los peregrinos griegos, gentiles piadosos, que desean ver a Jesús. Es
también el que pide al Señor, en el cenáculo, que le muestre al Padre.
7
SANTIAGO MAYOR
Santiago es uno de los doce Apóstoles de Jesús; hijo de Zebedeo. El y su hermano Juan fueron
llamados por Jesús mientras estaban arreglando sus redes de pescar en el lago Genesaret.
Recibieron de Cristo el nombre "Boanerges", significando hijos del trueno, por su impetuosidad. En
los evangelios se relata que Santiago tuvo que ver con el milagro de la hija de Jairo. Fue uno de los
tres Apóstoles testigos de la Transfiguración y luego Jesús le invitó, también con Pedro y Santiago,
a compartir mas de cerca Su oración en el Monte de los Olivos.
Los Hechos de los Apóstoles relatan que éstos se dispersaron por todo el mundo para llevar la
Buena Nueva. Según una antigua tradición, Santiago el Mayor se fue a España. Primero a Galicia,
donde estableció una comunidad cristiana, y luego a la cuidad romana de Cesar Augusto, hoy
conocida como Zaragoza. La Leyenda Aurea de Jacobus de Voragine nos cuenta que las
enseñanzas del Apóstol no fueron aceptadas y solo siete personas se convirtieron al Cristianismo.
Estos eran conocidos como los "Siete Convertidos de Zaragoza". Las cosas cambiaron cuando la
Virgen Santísima se apareció al Apóstol en esa ciudad, aparición conocida como la Virgen del
Pilar. Desde entonces la intercesión de la Virgen hizo que se abrieran extraordinariamente los
corazones a la evangelización de España.
En los Hechos de los Apóstoles descubrimos fue el primer apóstol martirizado. Murió asesinado por
el rey Herodes Agripa I, el 25 de marzo de 41 AD (día en que la liturgia actual celebra La
Anunciación). Según una leyenda, su acusador se arrepintió antes que mataran a Santiago por lo
que también fue decapitado. Santiago es conocido como "el Mayor", distinguiéndolo del otro
Apóstol, Santiago el Menor.
La tradición también relata que los discípulos de Santiago recogieron su cuerpo y lo trasladaron a
Galicia (extremo norte-oeste de España). Su restos mortales están en la basílica edificada en su
honor en Santiago de Compostela. En España, Santiago es el mas conocido y querido de todos los
santos. En América hay numerosas ciudades dedicadas al Apóstol en Chile, República
Dominicana, Cuba y otros países.
Santiago Apóstol preparó el camino para la Virgen María en España y también preparó su llegada
al "Nuevo Mundo". El es el Apóstol de la Virgen María, también es conocido como el Apóstol de la
Paz.
En 1519, Cortes llegó a Veracruz, y en Lantigua construyó la primera Iglesia dedicada a Santiago
Apóstol en el continente Americano. También en 1521, cuando México fue conquistada, Cortes
construyó una Iglesia en las ruinas de los Aztecas que al igual fue dedicada a Santiago Apóstol. A
esta Iglesia era que Juan Diego se dirigía el 9 de diciembre de 1531, para recibir clases de
catecismo y oír la Santa Misa, ya que era la fiesta de la Inmaculada Concepción.
En 1981, se reportó el comienzo de las apariciones de Nuestra Señora en Medjugorie bajo el titulo
"Reina de la Paz". Ya Santiago Apóstol se había hecho presente. Unos años antes, se había
construido una Iglesia en ese lugar dedicada a Santiago Apóstol. Santiago siendo el Apóstol de la
Paz, lleva en sus manos las llaves para abrir la puerta que traería la paz a Medjugorie.
Santiago Apóstol ha preparado el camino para que el mundo reconozca a la Virgen Santísima
como "Pilar" de nuestra Iglesia.
8
MATEO
San Mateo es llamado por dos Evangelistas: Levi, ambos nombres son de origen Judíos. El último
lo obtuvo antes de su conversión, el otro lo tomo después, para mostrar la renuncia a su profesión
y que era un hombre nuevo. Hijo de Alfeo, vivió en Cafarnaun, en el lago de Galilea. Fue por
profesión un publicano, o colector de impuestos para los Romanos. Entre los Judíos, estos
publicanos fueron mas infames y odiosos porque esta nación los miraba como enemigos de su
privilegio de libertad natural que Dios les había dado, y como personas manchadas por su
conversación frecuente y asociación con los paganos, y la esclavización sobre sus compatriotas.
Los Judíos los aborrecían universalmente, veían sus propiedades o dinero como fortunas de
ladrones , les prohibieron su comunión y participación en su actividades religiosas, al igual que de
todos eventos de la sociedad cívica y de comercio. Tertuliano esta ciertamente equivocado cuando
afirma que solo los gentiles fueron empleados en este oficio sórdido como San Jerónimo
demuestra en varios pasajes de los evangelios. Y es cierto que San Mateo fue Judío, aunque un
publicano.
San Jerónimo dice que un cierto aire de majestad brillaron en la continencia de Nuestro Divino
Redentor, y traspaso su alma y lo atrajo fuertemente. Este apóstol, a la primera invitación, rompió
todas ataduras; dejo sus riquezas, su familia, su preocupaciones del mundo, sus placeres, y su
profesión. Su conversión fue sincera y perfecta. San Mateo nunca regreso a su oficio porque era
una profesión peligrosa, y una ocasión de avaricia, opresión, y extorsión. San Mateo, al convertirse,
para mostrar que no estaba descontento con su cambio, pero que lo miraba como su mas gran
felicidad, entretuvo a Nuestro Señor y sus discípulos en una gran comida en su casa a donde invito
sus amigos, especialmente los de su ultima profesión, como si esperaba que por medio de la divina
conversación de Nuestro Salvador, ellos también quizás sean convertidos.
Después de la ascensión de Nuestro Señor, San Mateo predicó por varios años en Judea y en los
países cercanos hasta la dispersión de los apóstoles. Un poco antes de la dispersión escribió su
evangelio, o pequeña historia de Nuestro Bendito Redentor. Que la compilo antes de su dispersión
aparece no solo porque fue escrito antes de los otros evangelios, sino también el Apóstol
Bartolomé se llevo una copia con el a la India, y la dejo allí. San Mateo escribo su evangelio para
satisfacer los conversos de Palestina. El Evangelio de San Mateo desciende a un detalle mas
particular y completo en las acciones de Cristo que los otros tres, pero desde el Capitulo V al XIV el
frecuentemente se distingue de los otros en la serie de su narrativos, ignorando el orden del
tiempo, para que esas instrucciones que tienen mas afinidad una con la otra, estén relacionadas
juntas. Este evangelista mas bien enfoca sobre las lecciones de moralidad de Nuestro Salvador, y
describe su temporal o generación humana, en que las promesas hechas a Abraham y David
respecto al nacimiento del Mesías de su semilla fueron realizados; tal argumento inducía de
manera particular a los Judíos para que creyeran en el.
San Mateo, después de haber hecho una gran cosecha de almas en Judea, fue a predicar la fe a
las naciones barbaras e incivilizadas del Este. El era una persona muy devota a la contemplación
celestial y llevaba una vida austera, usando una dieta muy rigurosa; pues no comía carne en vez
satisfacía su apetito con hierbas, raíces, semillas. San Ambrosio dice que Dios le abrió el País de
los Persas. Rufinus y Sócrates nos dicen que el llevo el evangelio a Etiopía, significando
probablemente las partes Sur y Este de Asia. San Paulino menciona que el terminó su curso en
Parthia. Venantus Fortunatus relata que el sufrió el martirio en Nudubaz, una ciudad en esas
partes. Dorotheus dice que el fue honorablemente enterrado en Hierapolis en Porthia. Sus reliquias
fueron traídas al Oeste, Papa Gregorio VII, en una carta al Obispo de Salerno en 1080, testifica
que fueron guardados en una iglesia que tenia el nombre de la ciudad. Todavía están en este
lugar.
Predicó entre los judíos por 15 años, incluyendo posiblemente a los judíos de Etiopía, Africa. Murió
mártir.
9
TOMAS
Santo Tomás era judío, y probablemente galileo humilde pescador de oficio. Tuvo la felicidad de
seguir a Cristo que lo hizo apóstol en el año 31. Tomás es conocido entre los demás apóstoles por
su incredulidad, que se desvaneció en presencia de Cristo resucitado; él proclamó la fe pascual de
la Iglesia con estas palabras: «¡Señor mío y Dios mío!» Nada sabemos con certeza acerca de su
vida, aparte de los indicios que nos suministra el Evangelio. Se dice que evangelizó la India.
No podemos olvidar que el respondió a favor de Jesús, dispuesto a ir a Jerusalén a pesar de saber
que los Fariseos planeaban su muerte. Santo Tomás dijo: "Vamos también nosotros para morir con
él". Así de ardiente era el amor de este discípulo por su maestro, aún antes del descenso del
Espíritu Santo.
Siendo uno de los doce Apóstoles escogidos por Jesús (cf. Mt 3,10) es recordado por muchos
porque no aceptó el testimonio de sus compañeros sobre la visita que recibieron de Jesús
resucitado.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros
discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» (Juan 20,24)
Tomás, como muchos hoy, pensó que lo que decían era producto de histeria. Ellos habían caído,
pensaba, en creer a las mujeres. Y cuanto mas ellos insistían, más el lo negaba, haciéndose ver
como el mas "equilibrado" y "sensato" entre ellos.
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús
en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros.» Luego dice a Tomás:
«Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo
sino creyente.» (Juan 20,26-27)
Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.» (Juan
20,29)
Debemos reconocer que, como Sto. Tomás, todos hemos pecado. Nos cuesta aceptar que Jesús
es Dios que ha venido a la tierra. Pero Tomás se humilló y reconoció al Señor. Mas tarde dio su
vida muriendo mártir por El. Por eso es tan buen ejemplo para nosotros.
Ya durante la vida terrena de Jesús, Sto. Tomás había dado ejemplo a los otros, haciéndose
disponible y dándoles ánimos en momentos difíciles:
Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a
morir con él.» Juan 11:16
Recordamos también que fue una pregunta de Sto. Tomás la que dio lugar a que Jesús se
revelase como Camino, Verdad y Vida:
Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. (Juan 14,5-
6)
Después de la venida del Espíritu Santo, San Tomás comisionó a Tadeo para que bautizara e
instruyese a Abgar, rey de Edessa. Según Eusebio este rey escribió a Jesús invitándolo a visitar su
reino y ser curado de una enfermedad que le afligía. Cristo en respuesta le dijo que debía cumplir
con la tarea para la que fue enviado y después regresar a Aquel que lo había enviado , pero que
después de su ascensión el enviaría a uno de sus discípulos a sanarlo y dar vida a el y su familia.
Esta promesa de nuestro Señor fue cumplida por Santo Tomás, quien envió a Tadeo, no solamente
a sanar a este rey sino también para plantar la semilla de la fe en esta nación.
Se sabe que en su labor apostólica, Santo Tomás, predicó en Persia y sus alrededores, se
menciona también India y Etiopía.
Se cree que Santo Tomás sufrió el martirio en la costa de Coromandel, India, donde su cuerpo fue
descubierto, con ciertas marcas de que fue muerto con lanzas y ese tipo de muerte es tradición en
los países del Este. Se sabe que su cuerpo fue trasladado a Edessa, donde fue enterrado en los
grandes sepulcros donde también se hallaban San Pedro, San Pablo y San Juan.
Los apóstoles eran malos y condenado a los ojos del mundo, ninguno recomendable por su
nacimiento, riqueza, amigos o habilidades. Y aunque estaban completamente destituídos de
cualquier virtud por la que los hombres pagan altos precios, fueron escogidos por Cristo, hechos
sus amigos, alcanzando la plenitud con sus gracias y santa caridad, y exaltados en su dignidad
espiritual de príncipes de su reino y jueces de este mundo.
10
ANDRES
Andrés, nacido en Betsaida, fue primeramente discípulo de Juan Bautista, siguió después a Cristo
y le presentó también a su hermano Pedro. Él y Felipe son los que llevaron ante Jesús a unos
griegos, y el propio Andrés fue el que hizo saber a Cristo que había un muchacho que tenía unos
panes y unos peces. Según la tradición, después de Pentecostés predicó el Evangelio en muchas
regiones y fue crucificado en Acaya.
SAN ANDRES nació en Betsaida, población de Galilea situada a orillas del lago de Genezaret. Era
hijo del pescador Jonás y hermano (le Sinmón Pedro. La Sagrada Escritura no especifica si era
mayor o menor que éste. La familia tenía una casa en Cafarnaún y en ella se alojaba Jesús cuando
predicaba en esa ciudad.
Al principio no le seguían constantemente, como habían de hacerlo más tarde, pero iban a
escucharle siempre que podían y luego regresaban al lado de su familia a ocuparse de sus
negocios. Cuando el Salvador volvió a Galilea, encontró a Pedro y Andrés pescando en el lago y
los llamó definitivamente al ministerio apostólico, anunciándoles que haría de ellos pescadores de
hombres. Abandonaron inmediatamente sus redes para seguirle y ya no volvieron a separarse de
EI.
AI año siguiente, nuestro Señor eligió a los doce Apóstoles; el nombre de Andrés figura entre los
cuatro primeros en las listas del Evangelio.
Después de Pentecostés
Aparte de unas cuantas palabras de Eusebio, quien dice que San Andrés predicó en Scitia, y de
que ciertas "actas" apócrifas que llevan el nombre del apóstol fueron empleadas por los herejes,
todo lo que sabemos sobre el santo procede de escritos apócrifos. Sin embargo, hay una curiosa
mención de San Andrés en el documento conocido con el nombre de "Fragmento de Muratori", que
data de principios del siglo III: "El cuarto Evangelio (fue escrito) por Juan, uno de los discípulos.
Cuando los otros discípulos y obispos le urgieron (a que escribiese), les dijo: "Ayunad conmigo a
partir de hoy durante tres días, y después hablaremos unos con otros sobre la revelación que
hayamos tenido, ya sea en pro o en contra. Esa misma noche, fue revelado a Andrés, uno de los
Apóstoles, que Juan debía escribir y que todos debían revisar lo que escribiese".
Teodoreto cuenta que Andrés estuvo en Grecia; San Gregorio Nazianceno especifica que estuvo
en Epiro, y San Jerónimo añade que estuvo también en Acaya. San Filastrio dice que del Ponto
pasó a Grecia, y que en su época (siglo IV) los habitantes de Sínope afirmaban que poseían un
retrato auténtico del santo y que conservaban el ambón desde el cual había predicado en dicha
ciudad. Aunque todos estos autores concuerdan en la afirmación de que San Andrés predicó en
Grecia, la cosa no es absolutamente cierta.
En la Edad Media era creencia general que San Andrés había estado en Bizancio, donde dejó
como obispo a su discípulo Staquis (Rom. 14,9). El origen de esa tradición es un documento falso,
en una época en que convenía a Constantinopla atribuirse un origen apostólico para no ser menos
que Roma, Alejandría y Antioquía. (El primer obispo de Bizancio del que consta por la historia, fue
San Metrófanes, en el siglo IV).
Martirio
El género de muerte de San Andrés y el sitio en que murió son también inciertos. La "pasión"
apócrifa dice que fue crucificado en Patras de Acaya. Como no fue clavado a la cruz, sino
simplemente atado, pudo predicar al pueblo durante dos días antes de morir. Según parece, la
tradición de que murió en una cruz en forma de "X" no circuló antes del siglo IV.
En tiempos del emperador Constancio II (+361), las presuntas reliquias de San Andrés fueron
trasladadas de Patras a la iglesia de los Apóstoles, en Constantinopla. Los cruzados tomaron
Constantinopla en 1204, y, poco después las reliquias fueron robadas y trasladadas a la catedral
de Amalfi, en Italia.
El nombre de San Andrés figura en el canon de la misa, junto con los de otros Apóstoles. También
figura, con los nombres de la Virgen Santísima y de San Pedro y San Pablo, en la intercalación que
sigue al Padrenuestro. Esta mención suele atribuirse a la devoción que el Papa San Gregorio
Magno profesaba al santo, aunque tal vez data de fecha anterior.
-Vidas de los Santos de Butler, Vol. IV.
11
BARTOLOME
Bartolomé es uno de los 12 Apóstoles (Mt 10,3). El apóstol Felipe lo llevó a Jesús. Bartolomé es la
misma persona que Natanael, mencionado en el Evangelio de San Juan, donde nos dice que era
de Caná. (Jn 21,2) Los Hechos de los Apóstoles mencionan también su presencia en Pentecostés
(1,13). Según la tradición, después de la ascensión del Señor, predicó el Evangelio en la India,
donde recibió la corona del martirio.
Felipe dice a Natanael que han encontrado al Mesías esperado. Natanael al principio duda al saber
que Jesús es de Nazaret. Felipe insistió: «Ven y lo verás.» (v.46). Es entonces que ocurre el
encuentro entre Jesús y Natanael.
"Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no
hay engaño.»
-Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?»
-Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
-Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
-Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas
mayores.» Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de
Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.» (Jn 1:47-51)
Según la Martiriología Romana, Bartolomé predicó en la India y en Armenia, donde murió mártir.
Todavía con vida le arrancaron la piel y fue decapitado por el Rey Astyages en Derbend. Según la
tradición este martirio ocurrió en Abanopolis, en la costa occidental del Mar Caspio, después de
haber predicado también en Mesopotamia, Persia y Egipto.
Según Eusebius, Pantenus de Alejandría (Siglo II) encontró en la India un Evangelio de San Mateo
atribuido a Bartolomé y escrito en hebreo. Dicho evangelio es apócrifo y fue condenado en el
decreto de Pseudo-Gelasius.
Las reliquias de San Bartolomé, según una tradición, fueron enterradas en la isla de Lipara y
eventualmente fueron trasladadas a Benevento, Italia y después a Roma donde ahora están en la
Iglesia de San Bartolomé, en la "Isola San Bartolomeo" del río Tiber. Se dice que la Reina Emma,
la esposa del Rey Canute entregó uno de sus brazos a Canterbury en el siglo XI.
San Bartolomé es patrón de los carniceros, fabricantes de libros, guantes, pieles, zapateros,
sastres, mercaderes de queso, viñadores, albañiles y otros. Se le invoca contra desórdenes
nerviosos.
Oración
Oh, Dios omnipotente y eterno, que hiciste este día tan venerable día con la festividad de tu
Apóstol San Bartolomé, concede a tu Iglesia amar lo que el creyó, y predicar lo que él enseñó. Por
Nuestro Señor Jesucristo. Amén
12
SIMON
La vida y la iconografía de este santo inglés vainseparablemente unida con la Virgen del Carmen y
su popularescapulario del Carmen. Parece ha habido alguna confusión al hablar de SanSimón
Stock. Hoy se ha hecho ya más luz, ya que los críticos hanestudiado pacientemente sus datos
biográficos. En ellos, más o menos,nos fijamos al recordar su preciosa biografía:
Nació en el Condado de Kent (Inglaterra) por el 1165.Su apellido Stock haría alusión según
algunos a su significado eninglés "tronco de árbol" o mejor "hueco en el tronco" donde pasaba
elpequeño y joven Simón muchas horas entregado a la oración.
Al llegar los carmelitas a Inglaterra venidos deOriente y conocer la santa vida que llevaban, pues
pronto se extendiósu fama por todas partes, pidió ser admitido entre ellos. El jovenSimón se
entregó de lleno a aquel género de vida y muy pronto fueelegido Superior General de la Orden a la
que gobernó durante variosaños. Unos dicen que cincuenta, otros que veinte.
Un Santoral del siglo XIV, que recoge las vidas de losprimeros Santos Carmelitas, dice de él que
viendo que su Orden eraduramente atacada por algunos acudía fervorosamente en ayuda de
laVirgen María a quien estaba consagrada la Orden. El Cardenal Gasquet,O.S.B. dice que los
carmelitas fueron recibidos en Inglaterra "comollovidos del cielo por parte de los laicos, pero no así
por losreligiosos y sacerdotes que no aceptaban que éstos se llamaran"hermanos de la Virgen
María del Monte Carmelo".
San Simón, a quien se le ha llamado "el amado deMaría", hasta llegó a componer preciosos
himnos a la Virgen, Madre deDios. Precioso es el "Ave stella matutina..." Y cada día recitaba
ésteque cantan todos los días los carmelitas: "Flor del Carmelo, viñaflorida, Esplendor del cielo,
Virgen Madre. Singular. ¡Oh Madretierna!, Intacta de hombre; a los carmelitas proteja tu nombre
(daprivilegios), Estrella del mar".
Dice el Santoral que mientras rezaba este himno "se leapareció la Bienaventurada Virgen María,
acompañada de una multitud deAngeles, llevando en sus benditas manos el Escapulario de la
Orden, ydiciendo estas palabras: «Este será privilegio para ti y todos loscarmelitas; quien muriere
con él no padecerá el fuego eterno; es decir,el que con él muriese se salvará»".
Desde entonces la devoción del Santo Escapularioempezó a divulgarse por todas partes. Los reyes
y príncipes, papas ygentes sencillas se apresuraban a vestir este vestido de la Virgen quefue
enriquecido con muchas gracias por los Papas, y por su medio laVirgen María obraba muchos
prodigios.
San Simón desarrolló una gran actividad en favor de suOrden. Consiguió el paso de Orden
cenobita a mendicante. Retocó laRegla de San Alberto y obró muchos prodigios. Famosos son
aquellos dosmilagros: la conversión del agua en vino para poder celebrar y laresurrección de un
pez ya cocido.
Su culto empezó en Burdeos desde el año 1435 y poco después en Inglaterra e Irlanda hasta
extenderse a toda la Orden.
La iconografía del Santo es muy abundante y casisiempre lo presenta de rodillas ante la Virgen
María recibiendo de susmanos el santo Escapulario. Sobre todo a partir del siglo XVII ya vinoa ser
muy popular en todas partes donde había religiosos carmelitas.
¿Cómo murió cada uno de los Apóstoles?
Conclusiones
¿Qué podemos sacar en claro a partir de esta última comparación?
Primero, la relevancia de Pedro, ya que no sólo encabeza todas las listas «completas» de
nombres de los primeros doce apóstoles de Cristo, sino que también es llamado primero en
las listas «parciales» en donde sólo se menciona a los más importantes. Estos apóstoles
1
más importantes son aquellos que fueron privilegiados por Jesús con experiencias
espirituales sumamente especiales, y siempre fueron tres: Pedro, Santiago y Juan. Y sí,
seguro ya te fijaste que, apenas agregando a Andrés, se trata nada menos que de los
nombres del primer grupo de cuatro.
Así que, segundo, nos damos cuenta de la relevancia que, desde el principio tuvo lo que
hoy llamamos la Primera Presidencia de la Iglesia. Pablo de Tarso dijo que estos tres
apóstoles (Pedro, Santiago y Juan) llegaron a ser «las columnas de la Iglesia» (ver Gálatas
2 2:9), es decir, los líderes principales de la misma. Aún antes de llamarles al apostolado,
Jesús ya les había privilegiado por separado durante la experiencia con la hija de Jairo. De
donde aprendemos sobre la anticipación con que Jesucristo dispuso todas estas cosas tan
importantes para la organización de la Iglesia.
Tercero, nos damos cuenta que había una organización interna entre el Quórum de los
Doce. Aunque con estos elementos no podamos concluir un orden definitivo, sí podemos
3 ver que había indicios de un órden. Actualmente, este orden asegura no sólo que haya un
presidente de los Doce (por orden de antigüedad dentro del Quórum), sino también la
sucesión ordenada del Presidente de la Iglesia.
Cuando escuchamos relatos sobre la vida de Jesús, tendemos a pensar que los apóstoles y
los discípulos fueron las mismas personas, pero esto no es exactamente así.
“En torno a Jesús había círculos concéntricos de personas. De dentro hacia afuera,
podríamos señalar a Pedro, Santiago y Juan como los tres amigos más cercanos. Después
estaría el resto del grupo de los doce apóstoles. Luego, otro grupo más amplio, el de los 72
discípulos”, detalla Julián Lozano, vicario parroquial de Santa María Magdalena, en la
localidad de Ciempozuelos (Madrid).
“La diferencia entre estos dos grupos es que los doce son elegidos por Jesús para que le
sigan más de cerca. Los 72 son personas que eligen acompañar a Jesús en algunos
momentos de su vida pública”, aclara.
El sacerdote comenta que los apóstoles a los que más vocación se profesa en la actualidad
son “los tres más cercanos: San Pedro, San Juan Evangelista y Santiago Apóstol”.
PEDRO
El que hoy conocemos como Pedro era Simón, hijo de Jonás, un pescador del mar de
Galilea que dejó su casa para seguir a Jesús cuando empezó a predicar.
El evangelio de Mateo cuenta que un día Jesús le dijo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las
llaves del reino de los cielos y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos y lo que
desates en la tierra quedará desatado en los cielos”. Por eso, a Pedro se le suele representar
con unas llaves en la mano.
Pedro es considerado el primer papa. Tras salir de Jerusalén, vivió en Antioquía y más tarde
se estableció en Roma. Cuenta la tradición cristiana que allí fue crucificado cabeza abajo
por orden del emperador Nerón. En su honor se erigió la basílica de San Pedro del
Vaticano.
JUAN
Entre los apóstoles más venerados está, asimismo, Juan, el más joven de todos. Era hijo de
Zebedeo y Salomé y hermano de Santiago, también apóstol. Juan era una de las personas
más cercanas a Jesús, tanto que el evangelio cuenta que, estando en la cruz, le encomendó a
su madre, María.
Juan fue una persona muy longeva. Se estableció en Éfeso y gozó de un gran respeto entre
los primeros cristianos.
Cuenta la tradición que en tiempos del emperador Domiciano, Juan, ya anciano, fue
torturado en Roma, donde le introdujeron en un caldero de aceite hirviendo. Sin embargo,
sobrevivió y fue desterrado a una isla del Egeo. Más tarde, consiguió regresar a Éfeso,
donde vivió sus últimos días.
Juan es uno de los cuatro evangelistas. Su evangelio narra la vida de Jesús desde el
bautismo hasta la resurrección y la posterior aparición a los discípulos.
SANTIAGO
El apóstol Santiago, conocido como Santiago el mayor, es hermano de Juan. También dejó
sus redes para seguir a Jesús y, junto a Pedro y Juan, estuvo presente en la oración del
huerto de Getsemaní.
Fue una de las figuras más destacadas entre los apóstoles y, como tal, uno de los primeros
en sufrir martirio. De hecho, murió degollado en Jerusalén, según se relata en “Los hechos
de los apóstoles”.
Cuenta la tradición que Santiago viajó hasta la Península Ibérica para predicar. Algunas
voces indican que allí falleció y que sus restos descansan en la catedral de Santiago de
Compostela, en Galicia (noroeste de España).
Otras apuntan a que sus restos fueron trasladados a tierras gallegas desde Jerusalén. En
cualquier caso, hoy el Camino de Santiago es una de las rutas de peregrinación más
transitadas del mundo.
SANTIAGO EL MENOR
Entre los doce había otro Santiago, el hijo de Alfeo, conocido como Santiago el menor, al
que se considera el primer obispo de Jerusalén.
Se cree que este Santiago era pariente de Jesús y se le presupone un gran parecido físico
con él. Así, cuando Judas traicionó a Jesús, le dio un beso para que los soldados pudieran
distinguirlo de Santiago.
FELIPE
El tres de mayo la Iglesia celebra el día de Santiago el menor y de San Felipe. Según el
evangelio de Juan, Felipe estuvo presente en la multiplicación de los panes y los peces.
Jesús le preguntó dónde podrían comprar pan para tanta gente, a lo que Felipe respondió:
“Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco”.
También es el apóstol que, durante la última cena, le pidió a Jesús que les mostrase al
Padre.
Felipe se dedicó a predicar en las regiones de Frigia y Escitia, que se corresponden con los
actuales territorios de Turquía y con Ucrania y el sur de Rusia, aproximadamente. Fue
crucificado en la ciudad de Hierápolis (la actual Pamukkale turca).
BARTOLOMÉ
Fue Felipe quien llevó hasta Jesús al que sería el apóstol Bartolomé, también llamado
Natanael.
Este apóstol predicó en la India y en Armenia. Sobre su martirio hay distintas versiones. La
más extendida es que fue despellejado y así se le suele representar en la tradición pictórica.
De hecho, Miguel Ángel pintó en la Capilla Sixtina a un impresionante San Bartolomé que
sujeta con una mano un cuchillo y con la otra su propia piel.
JUDAS TADEO
Se cree que, como Bartolomé, Judas Tadeo predicó en Armenia. Asimismo, se le sitúa en
otros lugares como Arabia, Mesopotamia y Persia.
Judas Tadeo era familiar, tanto de Santiago el menor, como del propio Jesús, a quien se
parecía físicamente.
Judas Tadeo es considerado el santo patrón de las causas imposibles y fieles de todo el
mundo le rezan pidiendo su intercesión en los más variopintos asuntos.
SIMÓN
Cuenta la tradición católica que Judas murió junto con el apóstol Simón en Persia. A Simón
se le conoce como Simón Zelote.
No se debe confundir con el apóstol Pedro, que también se llamaba Simón. Simón Zelote
aparece en la iconografía con una sierra, el utensilio con el que le dieron muerte.
ANDRÉS
Por su parte, el apóstol Andrés fue primero seguidor de Juan el Bautista y después de Jesús,
a quien le presentó a su hermano Pedro.
Cuenta la tradición que este apóstol fue martirizado en una cruz decusata, es decir, en
forma de equis. De hecho, también se conoce a este tipo de cruz en aspa como cruz de San
Andrés y está presente en varias banderas como la de Escocia, Florida y Alabama (EEUU),
Valdivia (Chile) y Logroño (España), entre otras.
MATEO
Junto a Juan, Mateo es el otro apóstol evangelista. Trabajó como recaudador de impuestos
pero dejó su empleo y sus bienes para seguir a Jesús.
Según indican los expertos, su evangelio tiene como fin demostrar que Jesús es el mesías
que anunciaron los profetas.
TOMÁS
Entre los doce apóstoles también estaba Tomás, conocido coloquialmente por su
incredulidad, pues no creía que Jesús hubiera resucitado.
Según detalla el evangelio de Juan, cuando otros discípulos le dijeron a Tomás que habían
visto a Jesús, él respondió: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi
dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.
JUDAS ISCARIOTE
Por último, está Judas Iscariote, el apóstol que traicionó a Jesús y lo entregó a los soldados
a cambio de 30 monedas de plata. Según cuentan los textos bíblicos, después se arrepintió,
devolvió el dinero y se suicidó.
El prendimiento de Jesús tuvo lugar tras la Última Cena, es decir, la noche del jueves. En su
evangelio, Juan relata cómo Jesús durante esta comida lava los pies de los doce apóstoles,
como señal de servicio y humildad, y les dice que eso deben hacer los unos con los otros.
El lavatorio de pies se conmemora cada Jueves Santo, cuando el sacerdote lava los pies de
doce niños, doce ancianos o doce miembros de la comunidad.
El lavatorio de pies “es el gesto con el que San Juan expresa lo que Jesús quería
comunicarnos en la última cena: el amor hasta el extremo (Jn 13,1), ese amor que le llevará
a dar la vida en la cruz. Jesús nos enseña así cómo amarnos los unos a los otros”, concluye
el sacerdote Julián Lozano.
Los 12 apóstoles
¿Eran los 12 apóstoles o discípulos?
La última cena. Jean-Baptiste Jouvenent, public domain via WikiMedia Commons
Apóstoles o discípulos
Discípulo quiere decir seguidor o estudiante. Ciertamente los 12 eran
discípulos que estaban aprendiendo y siendo formados bajo Jesús para el
propósito que Dios tenia con ellos y la nueva iglesia. Los evangelios nos dice
que aparte de los 12, otros que también seguían a Jesús eran llamados
discípulos. Ósea, Jesús tenía cientos y cientos de discípulos. En Lucas 10, por
ejemplo, Jesús envió a un grupo de 72 discípulos a predicar en diferentes
lugares.
Apóstol quiere decir enviado y es el titulo más apropiado al referirse a los 12.
Ellos fueron escogidos con el propósito de ser enviados a predicar el
evangelio. Jesús en varias ocasiones los enviaba de dos en dos a predicar en
distintos pueblos. Ellos fueron los responsables de viajar y establecer lo que
hoy conocemos como la iglesia cristiana. A Pablo también se le llama apóstol,
pues en una visión Jesús se le apareció y lo envió a predicar. Este grupo era
especial y Jesús lo escogió después de haberle orado a Dios por ellos. Puedes
leer sobre el llamamiento de los 12 en Mateo 10:1-4, Marcos 3:13-19, Lucas
6:12-16 y Hechos 1:12-26.
¿Quienes eran los 12 apóstoles?
Los 12 hombres que Jesús escogió como apóstoles venían de diferentes
situaciones sociales y poseían caracteres distintos. Por ejemplo, Mateo
trabajaba para el gobierno mientras Simón el zelote luchaba por una
revolución. En ocasiones el grupo recibió reprensión de Jesús por una mala
actitud pero en otras fueron los únicos testigos de momentos milagrosos
como la transfiguración. A pesar de sus diferencias, los 12 estaban dispuestos
a seguir a Jesús y a tener fe aun cuando no entendían todo lo que estaba
sucediendo. En todo el antiguo testamente vemos como la fe de ellos madura
y con el poder que Dios los usó en diferentes partes del mundo. Casi todos
murieron mártires del evangelio.
Bartolomé: Su primer nombre fue Nataniel, y cuando Jesús lo llamó dijo que
este era "un verdadero israelita".
Créditos: Wikipedia
Muchas veces nos preguntamos sobre el destino de los apóstoles, así
que nos dimos a la tarea de compilar algunas cosas sobre sus vidas. El
orden de los apóstoles no tiene que ver con su importancia, más bien es
en orden de aparición.
1. Santiago, el mayor
Santiago, el mayor, Boanerges, hijo de Zebedeo y Salomé, hermano de
Juan el Apóstol; un pescador que vivió en Betsaida, Capernaúm y
Jerusalén. Predicó en Jerusalén y Judea y fue decapitado por Herodes,
en el año 44.
Griego: Gyánkos (Γιάγκος)
Arameo: Ya’akov
Significado: Sostenido por el talón
2. Andrés
Andrés era el hermano de Pedro, e hijo de Jonás. Vivió en Betsaida y
Capernaúm y era pescador antes de que Jesús lo llamara. Tuvo el honor y
el privilegio de haber sido el primer discípulo que tuvo Jesús, junto con
san Juan el evangelista. Los dos eran discípulos de Juan Bautista
(Marcos 1, 16-18). Andrés trajo a su hermano Pedro a Jesús (Juan 1,40).
Él es el primero en tener el título de Misionero en Casa y en el Extranjero.
Griego: Andreas (Ανδρεας)
Arameo: Anes
Significado: Hombre fuerte, viril
3. Bartolomé
Bartolomé o Natanael, hijo de Talmai, vivió en Caná de Galilea.
A este santo (que fue uno de los doce apóstoles de Jesús) lo pintaban
los antiguos con la piel en sus brazos como quien lleva un abrigo, porque
la tradición cuenta que su martirio consistió en que le arrancaron la piel
de su cuerpo, estando él aún vivo.
Griego: Bartholomaios (Βαρθολομαιος)
Arameo: bar-Tôlmay
Significado: Hijo de Ptolomeo
Griego: Gyánkos (Γιάγκος)
Arameo: Ya’akov
Significado: Sostenido por el talón
5. Juan
Juan Boanerges, hijo de Zebedeo y Salomé, hermano de Santiago, el
apóstol. Fue conocido como el discípulo amado.
Griego: Ioannes (Ιωαννης)
Arameo: Yohanan
Significado: El Señor es misericordioso
6. Judas Iscariote
Judas Iscariote, el traidor, fue el hijo de Simón quien vivió en Kerioth de
Judá. Él traicionó a Jesús por treinta piezas de plata y luego se ahorcó
(Mateo 26: 14,16).
Se dice que Judas vino de Judá, cerca de Jericó. Él era un judío y el resto
de los discípulos eran Galileos. Era el tesorero del grupo y estaba entre
los que lideraban conversaciones.
En una segunda acepción del término, por otro lado la más generalmente
aceptada, “Iscariote” querría decir “natural de Keriot”, ciudad de Judea en
la frontera con Edom citada en el Libro de Josué (Jos. 15, 25), lo que
constituiría una vez más un dato, el de su origen, que no poseemos de
casi ninguno otro de los Doce, y que convertiría a Judas en el único
apóstol de Judea, y en consecuencia, no galileo.
Griego: Ioudas (Ιουδας)
Arameo: Yehudah
Significado: Alabado
7. Judas Tadeo
Judas Tadeo, o Lebeo, hijo de Alfeo o Cleofás y María. Hay quienes
afirman que San Judas Tadeo era hermano del Apóstol Santiago, el hijo
de Alfeo (Cleofás), quien era hermano del justo San José. Según sostiene
un documento publicado por la Congregación para el Clero, Cleofás se
casó con María de Cleofás, después de enviudar de su primer matrimonio
del que nació San Judas Tadeo. Por lo tanto, Santiago el Menor y Judas
serían primos de Jesús y sobrinos de San José y la Santísima Virgen.
Tadeo se considera que viene del arameo “taddà’”, que quiere decir
“pecho” y por lo tanto significaría “magnánimo”. Judas significa
“alabanzas sean dadas a Dios”. Fue hermano de Santiago el más joven.
Fue uno de los apóstoles de los que se sabe poco y vivió en Galilea. La
tradición dice que predicó en Asiria y Persia y murió como mártir en
Persia.
San Jerónimo lo llamó “Trinomios” lo cual significa “un hombre con tres
nombres”. En Marcos 3,18 es llamado Tadeo. En Mateo 10,3 es llamado
Lebeo. Su apellido era Tadeo. En Lucas 6,16 y Hechos 1,13 es llamado
Judas el hermano de Santiago. Judas. La Epístola o Carta de Judas
forma parte del Nuevo Testamento y es atribuida a San Judas Tadeo.
Se ha dicho que Judas fue a predicar el Evangelio en Edesa cerca del Río
Éufrates. Allí sanó a varios y muchos creyeron en el nombre del Maestro.
Judas fue desde allí a predicar el Evangelio en otros lugares. Según la
tradición le cortaron la cabeza con un hacha en el Ararat.
Griego: Ioudas (Ιουδας)
Arameo: Yehudah
Significado: Alabado
8. Mateo
Dos de los cuatro evangelistas dan a San Mateo el nombre de Leví,
mientras que San Marcos lo llama, “hijo de Alfeo”. Posiblemente Leví era
su nombre original y adoptó el mismo el nombre de Mateo cuando se
convirtió en seguidor de Jesús. Fue un publicano o cobrador de
impuestos. Él escribió el evangelio que lleva su nombre. Murió como
mártir en Etiopía.
Griego: Matthaios (Ματθαιος)
Arameo: Mattityahu
Significado: Regalo de Dios
9. Pedro
Simón Pedro, hijo de Jonás, era un pescador que vivió en Betsaida y
Capernaúm. El nombre verdadero y originario de San Pedro era Simón,
que aparece a veces como Simeón. Hizo trabajo evangelístico y
misionero entre los judíos, yendo tan lejos como a Babilonia. En cada
lista apostólica, el nombre Pedro es mencionado en primer lugar. Fue
nombrado piedra.
La tradición dice que fue crucificado en Roma con la cabeza hacia abajo.
Pedro solicitó que lo crucificaran cabeza abajo porque no era digno de
morir como su Señor había muerto.
Griego: Petros (πέτρος)
Arameo: Kephas
Significado: Piedra
10. Felipe
San Felipe era originario de Betsadia, (Galilea) y de profesión pescador.
Junto con Andrés, son los únicos que tienen nombres griegos entre los
apóstoles. San Felipe es quien invita a Natanael a conocer al Señor (Jn 1,
45). La tradición dice que Felipe predicó en las regiones de Frigia,
actualmente Turquía, y Escitia, actualmente Moldavia, Ucrania, Hungría y
el este de Rusia y murió como mártir en Hierapolis. El Evangelio de Juan
muestra a Felipe como uno de los primeros entre tantos a quienes Jesús
les dirigió la palabra “Sígueme.” Escritores de la Iglesia primitiva y
Eusebio, historiador de la Iglesia, afirman que San Felipe predicó el
Evangelio en Frigia y murió en Hierápolis. Papías, obispo de este lugar,
supo por las hijas del apóstol, que a Felipe se le atribuía el milagro de la
resurrección de un muerto.
11. Simón
Simón, el Zelote, uno de los apenas conocidos seguidores llamado
Cananeo o Zelote para distinguirlo de Pedro, vivió en Galilea. El nombre
no significa que haya formado parte de los Zelotes, sino que él era muy
celoso a la ley Judía, la cual el practicaba antes de ser llamado por el
Señor. San Jerónimo y otros asumen incorrectamente que Cana fue su
lugar de nacimiento; y entonces, por eso era llamado Cananeo.
Griego: Simon (Σιμων)
Arameo: Shim’on
Significado: El que ha escuchado a Dios
12. Tomás
Tomás Dídimos vivió en Galilea. La tradición dice que Tomás predicó el
Evangelio a los partos, medos, persas e hircanios, y que después pasó a
la India. Se cree que Santo Tomás sufrió el martirio en la costa de
Coromandel, India, donde su cuerpo fue descubierto, con ciertas marcas
de que fue muerto con lanzas y ese tipo de muerte es tradición en los
países del Este. Se sabe que su cuerpo fue trasladado a Edessa, donde
fue enterrado en los grandes sepulcros donde también se hallaban San
Pedro, San Pablo y San Juan.
Tomás fue su nombre hebreo y Dídimos su nombre griego. En Juan 20,
25 lo vemos diciendo que a menos que vea las marcas en las manos de
Jesús y en su costado, él no iba a creer. Por esto Tomás llegó a ser
conocido como Tomás el incrédulo.
Griego: Thomás (Θωμάς)
Arameo: Tau’ma
Significado: Gemelo
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Mientras Jesús permaneció en la tierra, se mantuvo acompañado de sus seguidores, quienes se
interesaron en conocer de cerca, su mensaje. Una vez sucedida la ascensión de Jesús, estos
seguidores quedaron con la misión de trasladarse a tierras lejanas y transmitir a las personas de
todo el mundo, la enorme promesa que Dios ofrecía a todos los hombres. En un sentido muy
real, se convirtieron en embajadores y emisarios de la palabra de Dios. Jesús se refería a estos
ellos como sus discípulos y luego de emprender su valiosa labor, fueron conocidos como los 12
apóstoles, entre los que se encontraba, nuestro querido San Judas Tadeo.
1. Andrés
También conocido como Nataniel, vivía en Caná de Galilea; fue misionero en Armenia. Su
símbolo apostólico son tres cuchillos paralelos. Un importante número de estudiosos afirman
que él era el único de los 12 discípulos que poseía sangre real o que al menos provenía de la
nobleza. También aseguran que fue un gran investigador de la escritura y un erudito en la ley
y los profetas. Se convirtió en uno de los misioneros más aventureros de la Iglesia. Una
leyenda dice que murió como un mártir por su Señor y fue despellejado vivo con cuchillos, lo
cual hace honor a su símbolo apostólico.
3. Santiago el Mayor
4. Santiago el Menor
Hijo de Alfeo, vivió en Galilea. Era el hermano menor del apóstol Judas. Según la tradición,
escribió la Epístola de Santiago; predicó en Palestina y Egipto, fue uno de los discípulos poco
conocidos. Algunos eruditos afirman que era el hermano de Mateo, el recaudador de impuestos.
Santiago el Menor, era un hombre de carácter fuerte y uno de los discípulos más vehementes.
Historiadores aseveran que murió como un mártir y que su cuerpo fue cortado en pedazos, por
lo que la sierra se convirtió en su símbolo apostólico.
5. Juan
6. Judas Iscariote
7. Judas Tadeo
También fue llamado Judas el Zelote, era hermano de Santiago el Menor. Fue uno de los
apóstoles menos conocido y vivió en Galilea. Se dice que fue a predicar el Evangelio en Edesa
cerca del río Eufrates. Allí sanó a muchos y muchos creyeron en el nombre del Maestro y de
allí fue a predicar en Asiria y Persia, donde falleció como mártir, despedazado por pontífices
paganos. El símbolo elegido para él es el barco, porque era un misionero que aprendió a ser
pescador. Hoy en día, es uno de los apóstoles más queridos y rezados del mundo. La oración a
San Judas Tadeo para casos difíciles y desesperados, es orada por multitudes en todo el
mundo.
8. Mateo
También llamado Leví, fue un misionero del Evangelio, que dio su vida por la fe de su
Maestro. Su símbolo apostólico son tres bolsas de dinero, que lo relacionan con su profesión de
recaudador de impuestos, antes de recibir el llamado de Jesús. Gracias a su formación, se
convirtió en el primer hombre que escribió las enseñanzas de Jesús. Presentó al mundo, en el
idioma hebreo, un relato escrito de las enseñanzas de Jesús; también escribió el Evangelio que
lleva su nombre. Murió mártir en Etiopía.
9. Pedro
10. Felipe
11. Simón
Era nacionalista fanático de Galilea; aunque no se tiene detalle de su actuación, se sabe que
profesaba un profundo odio por cualquier persona que se atreviera a comprometerse con
Roma. Sin embargo, claramente como un hombre de fe al Maestro, abandonó todo su
resentimiento y consideraba a Mateo, publicano y representante del extremo más antagónico de
la época, como su hermano. Murió crucificado como un mártir. Su símbolo apostólico es
un pez sobre una Biblia, lo que indica que fue un pescador que se convirtió en pescador de
hombres a través de la predicación.
Tomás era su nombre hebreo y Dídimo, nombre griego; vivió en Galilea y aunque poca
referencia se hace de él, es memorable el episodio donde expresa “ver para creer”, por lo que es
conocido como Tomás el incrédulo. Por naturaleza, Tomás era un pesimista y un
desconcertado; sin embargo, él era un hombre de valor con gran devoción y fe. Predicó la
palabra del Señor en Partia, Persia y la India, sufriendo el martirio cerca de Madras, en el
monte Santo Tomás, India. Su símbolo apostólico es un grupo de lanzas, piedras y flechas.
Luego de la muerte de Judas Iscariote, el grupo de discípulos fue llamado como los once
apóstoles; sin embargo, tras el vacío dejado por Judas, los predicadores escogieron como
acompañante en la misión apostólica a Matías, una figura de quien poco se hace referencia en
las escrituras; sin embargo, se sabe que estuvo con Jesús desde su bautismo hasta su
resurrección y que dedicó su vida a difundir el evangelio en Caspio y Capadocia. Matías no
pertenece al “circulo de los doce” original, sin embargo su labor apostólica es ampliamente
reconocida.
APOSTOLES
LOS DOCE AMIGOS INTIMOS DE JESUS
BIOGRAFIA DE LOS 12 ELEGIDO POR JESUS
(Del libro PDF del Mismo Autor)
Lucas 6, 12-19
Aconteció en aquellos Días que Jesús Salió al monte para orar, y Pasó toda la noche
en Oración a Dios. 13 Cuando se hizo de Día, Llamó a sus Discípulos y de ellos
Escogió a doce, a quienes también Llamó Apóstoles:
14 a Simón al cual también Llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Jacobo y a
Juan; a Felipe y a Bartolomé; 15 a Mateo y a Tomás; a Jacobo hijo de Alfeo, y a
Simón llamado el Zelote; 16 a Judas hijo de Jacobo, y a Judas Iscariote, que
también Llegó a ser el traidor. 17 Descendió con ellos y se detuvo en una llanura,
junto con una multitud de sus Discípulos y un gran Número de personas de toda
Judea, de Jerusalén, y de las costas de Tiro y de Sidón, que Habían venido para
Oírle y para ser sanados de sus enfermedades. 18
Los que eran atormentados por Espíritus inmundos eran sanados, 19 y toda la
gente procuraba tocarle; porque Salía poder de él, y sanaba a todos.
Comentario del Evangelio Lc 12-19
Luego de varias jornadas sabáticas en las sinagogas, con la participación de muchos
asistentes donde lo que expone Jesús como verdad causa ira e irrita a los escribanos
y fariseos, quienes están con una ofuscación tenaz y persistente que les impide ver la
realidad o razonar sobre ella, Jesús sube a orar a la montaña.
El silencio de la montaña, especialmente de la noche, es un lugar muy apropiado para
el encuentro con Dios, así también lo hizo Moisés, así lo hace Jesús, para reflexionar
con su Padre, por eso va una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con
Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el
nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su
hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo,
Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Jesús, al elegir a estos doce amigos íntimos como sus discípulos, establece los
cimientos del nuevo Israel o pueblo de Dios. Ahora estos discípulos, acompañaran y
aprenderán el modo de vida de su maestro, y le darán su apoyo, le tendrán fe, le
entregarán su adhesión total, para luego ser los apóstoles, que como enviados han de
continuar la misión entregada por Jesús.
Pero luego, estos doce no serán los únicos discípulos, ya que al bajar con ellos se
detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran
muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera
de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse sanar de sus enfermedades. El nuevo
pueblo de Dios no estará formado ya por sólo judíos; también los paganos formarán
parte de él.
Jesús en la montaña pasó toda la noche en oración con Dios, algo que el hacía
permanentemente, retirarse a orar durante la noche y en el monte. Este es el ejemplo
más difícil que tenemos, ¿Cuántas noches la hemos pasado en vela orando?, tal vez
en alguna oportunidad muy especial, pero no como algo habitual, mi padre me cuenta
que desde niño hacían seguidas jornadas de visitas nocturnas de oración toda la
noche frente al santísimo, hoy la vigilias, son ocasiones muy especiales.
Debemos dejar de hacer muchas cosas por Dios, para orar y darle a El tiempo que le
corresponde, esta debe ser una exigencia mínima de nuestro corazón. Es esto lo que
nos enseña nuevamente Jesús en este Evangelio, es preciso dedicarse a la oración en
ciertos momentos del día, a la reflexión y a la meditación de la Palabra de Dios de un
modo conciente, profunda e intensamente.
Este fragmento del evangelio concluye que los que estaban atormentados por
espíritus impuros quedaban sanos; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él
una fuerza que sanaba a todos.
El simple acercamiento físico a Jesús, les daba paz y alivio para sus dolencias, sean
esta físicas o espirituales, y Jesús los hacia con todos y con todo tipo de personas, a
ninguno le preguntaba si era judío, de otra región o lo que hacía, solo si tenían fe.
Jesús, es un loco de amor por los hombres y por nosotros lo da todo.
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
APOSTOLES
Apóstoles, según su etimología, es palabra que viene del latín, “apostolus”, a su vez
esta viene del griego apostolos y su significado es: uno que es
enviado. También apóstol es un mensajero autorizado para representar a quien lo
envía.
Para nosotros, así es como esta en el Nuevo Testamento, entendemos por los
seguidores de Jesucristo y que comunican su Evangelio, y precisando nos referimos a
la comunidad de los doce discípulos mas íntimos de Jesús, escogidos durante su vida
pública, pero. Estos son llamados discípulos hasta la Ascensión, y después se les
llama siempre Apóstoles.
Los Apóstoles fueron ordenados por Jesús en la Ultima Cena como sacerdotes y
recibieron de El la comisión de predicar el Evangelio en todo el mundo (Mateo 28, 19-
20). Todos lo abandonaron ese mismo día, cuando unos de entre ellos, Judas, lo
traicionó. Mas tarde fueron testigos de la Resurrección de Jesús y en Pentecostés
recibieron poder para entender y actuar según el Evangelio. Judas fue remplazado por
Matías como Apóstol.
Los Apóstoles son los primeros pastores de la Iglesia, bajo Pedro, el jefe de los
Apóstoles. Ellos a su vez eligieron a otros pastores, dando así comienzo la sucesión
apostólica que es uno de los signos de la verdadera Iglesia.
Se sostiene que en total los discípulos fueron setenta y dos, pero se desconoce el
antecedente de quienes fueron en total, con excepción de Bernabé, Matías, Cefa y
Jacobo.
JUAN, EL DICIPULO AMADO
[25] Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa
de Cleofás, y María de Magdala. [26] Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que
más quería, dijo a la Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». [27] Después dijo al discípulo: «Ahí
tienes a tu madre». Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa.
(Jn 19, 25-27)
Juan, "el discípulo amado", autor del Cuarto Evangelio, tres Cartas, y el Apocalipsis.
Pescador de Betsaida, hijo de Zebedeo, hermano de Santiago, discípulo del Bautista y
apodado "hijo del trueno", participó con Pedro y Santiago de los episodios más
significativos de la vida de Jesús, y en la Última Cena recostó su cabeza en el pecho
del Señor (por ello es llamado en griego "Epistehios": el que está sobre el pecho).
Estuvo con María "junto a la cruz" (Jn. 19, 25-27), y fue testigo junto a Pedro del
sepulcro vacío: "vio y creyó" (Jn. 20, 8). Los Hechos lo nombran nuevamente junto a
Pedro, y San Pablo lo menciona entre las "columnas de la Iglesia" (Gal. 2, 9). Es
llamado "el Teólogo" por la profundidad de su Evangelio, que difiere en no pocos
aspectos de los sinópticos.
Fuentes muy antiguas -algunas legendarias- señalan que vivió primero en Antioquía y
luego en Éfeso. San Ireneo, hacia 175, escribe: "Juan, el discípulo del Señor, el mismo
que descansó sobre su pecho, publicó también el evangelio cuando se encontraba en
Éfeso". Luego viajó a Roma, donde por orden del emperador Domiciano, fue echado
(ya cerca de los noventa años de edad) al aceite hirviendo cerca de la Puerta Latina (lo
que dio origen a una fiesta, hoy suprimida del Calendario Romano: "San Juan delante
de la Puerta Latina", que se celebraba el 6 de mayo como memoria del "martirio" del
apóstol); salió indemne del suplicio y fue deportado a la isla de Patmos, donde el
Apocalipsis, y murió a finales del siglo I.
PEDRO,
la piedra sobre la cual se edifica la Iglesia
15] Jesús les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» [16] Pedro contestó: «Tú
eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». [17] Jesús le replicó: «Feliz eres, Simón Barjona,
porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos.
[18] Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia;
los poderes de la muerte jamás la podrán vencer.
(Mt 16, 15-18)
Pedro figura en primer lugar en todas las enumeraciones de Apóstoles que aparecen
en el Nuevo Testamento, y tiene entre los Doce, un lugar absolutamente singular,
siendo protagonista de numerosos episodios en el Evangelio.
Por ello, tenemos abundantes datos acerca del Príncipe de los Apóstoles; y a los que
figuran en los Evangelios, los Hechos y las Cartas apostólicas, hay que sumar,
asimismo, los que nos dan la tradición y la leyenda (especialmente los "Hechos de
Pedro", apócrifo del siglo II, y los "Hechos de Pedro y Pablo", del siglo V), que han
aportado lo suyo para dar como resultado una abundante y variada iconografía.
Con una constancia notable desde el siglo IV, a Pedro se lo re-presenta macizo, con
rasgos rudos, llevando barba corta y tupida y el pelo ensortijado, y en ocasiones una
clásica "tonsura". Algunos autores piensan que semejante unanimidad iconográfica
tienen sus raíces en el testimonio de alguien que conoció personalmente al apóstol.
Pedro, con su hermano Andrés y los hijos de Zebedeo, era pescador en Betsaida de
Galilea. Debido a esa condición, se lo suele representar en tal oficio. También se lo
representa en la pesca milagrosa después de la resurrección (Jn. 21, 1-14). Se lo
invoca como patrono de pescadores, pescaderos y otras profesiones emparentadas
con estas.
Como sabemos, el nombre de Pedro era Simón, y Jesús se lo cambió por Cefas, es
decir, "piedra" sobre la cual se edifica la Iglesia. A causa de esto Pedro es invocado
como patrono de los pedreros, constructores y fabricantes de ladrillos. Se lo
representa a veces sosteniendo (o junto a) la Basílica que lleva su nombre, centro
espiritual de la Iglesia Católica.
Entre todos los episodios en los que Pedro aparece representado, indudablemente ha
prevale-cido aquel en el que Jesús le promete "las llaves del Reino de los cielos" (Mt.
16, 19). Tanto es así, que a San Pedro se lo identifica, popularmente, por un par de
llaves, que son su atributo característico e inconfundible. De aquí deriva su
patronazgo sobre los porteros, fabricantes de llaves, y también sobre los relojeros.
Por sus negaciones durante la Pasión de Cristo, es representado a veces con la mano
levantada en actitud de jurar o llorando; los penitentes lo invocan por ello como
patrono.
Podría pensarse que su misión de pastor de la Iglesia de Cristo (cfr. Jn. 21, 15-19) sería
representada a través de un cayado, como ocurre con otros santos obispos, pero no
es así. Pocas veces ha sido representado con báculo y, en cambio, siempre lleva una
cruz a modo de báculo pastoral. Incluso hasta el día de hoy, el Papa no usa cayado
como los demás obispos, sino una cruz a modo de báculo o cayado. Esto responde a
una tradición que señala que Pedro habría dado su bastón a los discípulos de San
Materno, que resucitaron con él a su maestro. Dicho báculo estuvo en Colonia hasta el
siglo X y luego se partió a la mitad, entregándose una parte a la ciudad de Tréveris.
Esta tradición es recogida nada menos que por Santo Tomás de Aquino en la Suma
Teológica: "el Romano Pontífice no usa báculo, porque Pedro lo envió para resucitar a
uno de sus discípulos, que después fue consagrado obispo de Tréveris". (Suma
Teológica, Parte III, cuestión XL, artículo VII, respuesta a la objeción 8ª). Añadamos
que en el mismo lugar, el Doctor Angélico alega también otro motivo, esta vez de
orden teológico, por el cual el Papa no lleva báculo: "para manifestar que no tiene una
potestad restringida, lo cual significa la curvatura del báculo".
Pedro suele ser representado junto a Juan, debido a los varios episodios en que
ambos aparecen asociados (especialmente su corrida al sepulcro vacío que se cuenta
en Jn. 20, 1-10)
También la iconografía lo representa muchas veces junto a Pablo, con quien Pedro
comparte la fiesta del 29 de junio (a la que nos referiremos más abajo). Pedro siempre
lleva las clásicas llaves; Pablo suele llevar una espada.
La leyenda le atribuye a Pedro una curación milagrosa en favor de Simón el Mago,
mordido por una serpiente, por lo que se invoca a Pedro contra las mordeduras de
animales ponzoñosos.
Una tradición antiquísima y bien documentada señala que Pedro estableció su sede en
Roma, donde sufrió el martirio en tiempos de Nerón. Fue condenado al suplicio de la
cruz, pero considerándose indigno de ser crucificado como su Maestro, pidió ser
clavado cabeza abajo. De allí otra típica representación del apóstol, y su atributo típico
de una cruz dada vuelta. Excavaciones recientes (mediados del siglo XX) confirman la
presencia de la tumba de Pedro precisamente debajo del maravilloso Altar de la
Confesión de la Basílica de San Pedro.
Aunque no es segura la tradición que señalaba que Pedro y Pablo compartieron la
misma prisión, sí se sabe que ambos murieron mártires en Roma prácticamente para
la misma época (hacia el año 67). La Iglesia los ha venerado siempre juntos y les
dedica una única Solemnidad el 29 de junio, que ya figura en los más antiguos
calendarios romanos, de mediados del siglo IV. Esta fecha puede tener su origen en la
traslación de los restos de ambos apóstoles a un mismo lugar de culto, en la
Vía Appia, hacia el año 254, antes de que cada apóstol tuviera su propio templo
(primero Pablo en la Vía Ostiense y luego Pedro en la Colina Vaticana).
FELIPE, “Muéstranos al Padre”
43] Al día siguiente, Jesús resolvió partir hacia Galilea. Se encontró con Felipe y le dijo:
«Sígueme». [44] Felipe era de Betsaida, el pueblo de Andrés y de Pedro. [45] Felipe se
encontró con Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la
Ley y también los profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret».
(Jn 1, 43-45)
El apóstol Felipe -que no debe ser confundido con el diácono de igual nombre, que
aparece en los Hechos de los Apóstoles (cfr. 6, 5)- figura en quinto lugar en las listas
de los Doce.
El Evangelio señala expresamente que "era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de
Pedro" (Jn. 1, 44). Esa circunstancia, sumada al hecho de que Andrés y él son los
únicos apóstoles que tienen nombres griegos, y la intercesión conjunta de ambos por
los griegos que querían ver a Jesús (cfr. Jn. 12, 21-22), hace suponer a algunos
autores que Felipe y Andrés eran parientes o amigos.
Tiene varias intervenciones significativas en el Cuarto Evangelio además de las
mencionadas. Juan relata el llamado a Felipe y cómo éste, a su vez, invita a Natanael a
conocer a Jesús (cfr. Jn. 1, 43ss), menciona también la participación del apóstol en la
multiplicación de los panes (cfr. Jn. 6, 5ss), y relata su intervención ("Muéstranos al
Padre") durante el discurso de la Última Cena (Jn. 14, 8); este último texto integra el
Evangelio de su fiesta, compartida con Felipe, que se celebra el 3 de mayo.
Pero luego de su mención junto a los demás apóstoles en la espera de Pentecostés,
no vuelve a ser nombrado, y nada sabemos a ciencia cierta acerca de su vida.
La tradición lo presenta como evangelizador de Frigia o Escitia, situando su tumba
en Hierápolis. Una leyenda cuenta que los paganos querían obligarlo a hacer un
sacrificio a una estatua de Marte, pero un dragón, colocado bajo el pedestal, mata con
su aliento al sacerdote que ordena el sacrificio y a dos soldados. Felipe, apiadado de
ellos, pone en fuga al dragón y resucita a los tres muertos. La tradición cuenta
asimismo que murió crucificado tras haber sido lapidado.
Se lo suele representar llevando una cruz en forma de "T", instrumento con el que,
según la leyenda, obró durante su vida muchos milagros. También se suele
representar su crucifixión.
BARTOLOME,(Natanael),
Natanael exclamó: «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
(Jn 1, 45-49
[45] Felipe se encontró con Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquél de quien escribió
Moisés en la Ley y también los profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret». [46] Natanael
le replicó: «¿Puede salir algo bueno de Nazaret?» Felipe le contestó: «Ven y verás». [47]
Cuando Jesús vio venir a Natanael, dijo de él: «Ahí viene un verdadero israelita: éste no
sabría engañar». [48] Natanael le preguntó: «¿Cómo me conoces?» Jesús le respondió:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas bajo la higuera, yo te vi». [49] Natanael
exclamó: «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
(Jn 1, 45-49
Uno de los doce apóstoles, mencionado sexto en tres de los Evangelios (Mateo 10:3;
Marcos 3:18; Lucas 6:14) y séptimo en los Hechos de los Apóstoles (1:13).
El nombre (Bartholomaios) significa “hijo de Talmai” (o Tholmai) que es un antiguo
nombre hebreo, llevado por el Rey de Gessur cuya hija era esposa de David (II Reyes
3:3). Esto demuestra, al menos, que Bartolomé era un descendiente hebreo, esté
puede haber sido su genuino nombre propio o simplemente añadido para distinguirlo
como el hijo de Talmai. Fuera de las instancias referidas, no ocurre otra mención de su
nombre en el Nuevo Testamento. Nada más es sabido acerca de su vida con certeza.
Sin embargo, muchos eruditos lo identifican con Natanaél (Juan 1:45-51; 21:2). Las
razones de esta suposición es que Bartolomé no es un nombre apropiado para un
apóstol; que el nombre nunca aparece en el cuarto Testamento, mientras
que Natanaél no es mencionado en las sinópticas; que Bartolomé es un nombre
emparejado con Felipe en los evangelios de Mateo y Lucas, y encontrado al lado suyo
en el evangelio de Marcos, que concuerda bien por el hecho demostrado por San Juan,
que Philip era un viejo amigo de Natanaél y lo guió hacia Jesús; que la llamada
de Natanaél, mencionada con el llamado de distintos apóstoles, parece que lo marca
para el apostolado, especialmente desde que la completa y bella narrativa nos guíe
hacia un desarrollo importante; que Natanaél era de Galilea donde Jesús encontró a la
mayoría sino a todos los Doce Apóstoles; finalmente, que en la ocasión de la aparición
del Salvador a orilla del Mar de Tiberias, Natanaél es encontrado presente, junto con
algunos apóstoles que están nombrados y dos no nombrados discípulos de Jesús ,
que eran probablemente apóstoles (la palabra “apóstol” no se encuentra en el cuarto
Evangelio y “discípulo” de Jesús ordinariamente significa apóstol) y así,
presumiblemente, era uno de los Doce. Esta cadena de evidencia circunstancial es
ingeniosa y muy fuerte; el eslabón débil es que, a pesar de todo, Natanaél puede haber
sido otro personaje en el cuál, por alguna razón, el autor del cuarto evangelio puede
haber estado muy interesado, como lo hizo con Nicodemus, quien al igual que él no
está nombrado en las sinópticas.
Ninguna mención de San Bartolomé ocurre en literatura eclesiástica antes de Eusebio,
quien menciona que Pantaenus, el maestro del Origen, mientras evangelizaba la India,
se le dijo que un apóstol ya había evangelizado allí antes que él y que le había dado a
sus convertidos en Evangelio de Mateo escrito en hebreo, que todavía era atesorado
por la Iglesia. “India” era un nombre cubriendo una vasta área, incluido Arabia Felix.
Otras tradiciones representan a San Bartolomé como predicador en Mesopotamia,
Persia, Egipto, Armenia, Lycaonia, Phrygia, y en las orillas del Mar Negro; una legenda,
es iteresante notar, lo identifica con Natanaél. Su muerte, se dice que fue
en Albanopolis en Armenia, esto es igual de inseguro; de acuerdo a algunos, él fue
decapitado, de acuerdo a otros desollado vivo y luego crucificado, con ola cabeza
hacia abajo, por ordenes de Astyages, por haber convertido a su hermano Polymus,
Rey de Armenia. En cuenta de esta leyenda, es representado en arte (como en El
Último Juicio de Miguel Ángel) desollado y sosteniendo su piel con sus propias
manos. Sus reliquias se cree que están conservadas en la iglesia de San Bartolomé
en la Isla, en Roma. Su fiesta es celebrada el 24 de agosto. Un evangelio apócrifo de
Bartolomé existió en los primeros años.
MATEO, Levi, publicano hijo de Alfeo
"Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de
impuestos, y le dijo: 'Sígueme'. Él se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en
la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores y se sentaron a comer con él y sus
discípulos" (Mt. 9, 9).
Así narra Mateo su propia vocación. El episodio, que concluye con una célebre frase
de Jesús "No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores" (Mt. 9, 13) aparece
también en los otros dos sinópticos, pero protagonizado por Leví. Marcos especifica:
"Leví, hijo de Alfeo" (cfr. Mc. 2, 14ss); Lucas, por su parte, subraya que la comida era
"un gran banquete" que "Leví ofreció a Jesús... en su casa" (cfr. Lc 5, 27ss). Leví y
Mateo, sin lugar a dudas, son la misma persona.
Su condición de recaudador de impuestos ha sido recogida en la iconografía del
Apóstol. De ella provienen algunos de los atributos que en ocasiones lo identifican:
una bolsa de dinero o un tablero de contar. Es el patrono de los banqueros,
financistas, cambistas, agentes del fisco...
El trabajo a que se dedicaba al ser llamado por el Señor, y el hecho de haber tenido a
Jesús como invitado a su mesa, son también aludidos en la Liturgia de su fiesta (que
se celebra el 21 de septiembre). Así, en la Oración Colecta, se señala que Dios, en su
"inexpresable misericordia", se dignó "elegir a san Mateo para convertirlo de
recaudador de impuestos en un apóstol". En la Oración Postcomunión se hace
referencia al "gozo salvífico que experimentó san Mateo cuando recibió en su casa
como comensal al Salvador". En el himno de Laudes, "Præclara Qua", rezamos: "Oh
Mateo, ¡qué riquezas tan grandes te prepara el Señor, que te llamó cuando estabas (...)
apegado a las monedas! / A impulsos de tu amor ardiente te apresuras a recibir al
Maestro (...)".
Tras ese llamado, nada sabemos de Mateo por la Escritura. Sólo vuelve a aparecer en
las listas de los Doce. Es el octavo en la enumeración de los Hechos de los Apóstoles
y en la del mismo Mateo (que cuando se nombra a sí mismo aclara: "Mateo, el
publicano"), y el séptimo en la lista de Marcos y en la de Lucas.
Según varias fuentes apócrifas, no siempre coincidentes en los detalles, predicó la
Palabra de Dios entre los partos y los persas, pero sobre todo en Etiopía: allí triunfó
sobre dos magos que se hacían adorar como dioses, venció a los dragones que los
acompañaban, y después resucitó a la hija del rey Egipo (o Hegesipo). Por oponerse al
matrimonio del rey Hirciaco con su sobrina Ifigenia, que se había hecho cristiana por
la predicación del Apóstol, sufrió el martirio. Fue muerto a filo de espada, según la
tradición, cuando oraba después de misa al pie del altar. Esto le vale otro de sus
atributos, la espada de su martirio, que a veces se transforma en alabarda o en hacha.
Pero el dato principal sobre Mateo es que es el autor del primer Evangelio, como ya lo
atestigua Papías, obispo de Hierápolis (95-165), citado por Eusebio en su Historia
Eclesiástica: "Mateo ordenó (compuso) las palabras (logia) del Señor en lengua
hebrea, y cada uno las interpretó (tradujo) luego como pudo". En efecto, este
Evangelio fue escrito en arameo y dirigido sobre todo a los judíos. La Liturgia aplica a
San Mateo, Apóstol y Evangelista, estas palabras bíblicas: "Era un escriba versado
en la Ley de Moisés que había dado Yahvé, Dios de Israel. (...) ¡La mano bondadosa de
su Dios estaba con él! (...) Había aplicado su corazón a escrutar la Ley de Yahvé, a
ponerla en práctica y a enseñar en Israel los preceptos y las normas" (cfr. Esd. 7, 6-10).
En tanto que Evangelista, de un modo genérico, Mateo es representado con un libro o
un rollo. Pero cada Evangelista tiene un símbolo especial, inspirado en la visión de
"los cuatro seres vivientes" que nos trae el profeta Ezequiel (Ez. 1, 4ss) y que recoge el
Apocalipsis: «El primer Ser Viviente era semejante a un león; el segundo, a un toro; el
tercero tenía rostro humano; y el cuarto era semejante a un águila en pleno vuelo.
Cada uno de los cuatro Seres Vivientes tenía seis alas y estaba lleno de ojos por
dentro y por fuera. Y repetían sin cesar, día y noche: "Santo, santo, santo es el Señor
Dios, el Todopoderoso, el que era, el que es y el que vendrá"» (Apoc. 4, 6ss).
A Mateo le corresponde el "rostro humano" mencionado en tercer lugar por el
Apocalipsis -y en primer lugar por Ezequiel (1, 10)-; por ello, un hombre alado (o ángel)
es el símbolo de su Evangelio. A veces se representa a San Mateo escribiendo,
acompañado justamente por una figura de un hombre alado. San Jerónimo fue quien
fijó este simbolismo. A Mateo le corresponde el hombre por comenzar su evangelio
narrando la genealogía humana de Jesús: "Genealogía de Jesucristo, hijo de David,
hijo de Abraham" (Mt. 1, 1).
SANTIAGO EL MAYOR,
téstigo de la transfiguración y la agonía.
35] Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro,
queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir». [36] El les dijo: «¿Qué quieren de
mí?» [37] Respondieron: «Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu
izquierda cuando estés en tu gloria». [38] Jesús les dijo: «Ustedes no saben lo que piden.
¿Pueden beber la copa que yo estoy bebiendo o ser bautizados como yo soy bautizado?»
[39] Ellos contestaron: «Sí, podemos». (Mc 10, 35-39)
Santiago, hijo de Zebedeo y Salomé (cfr. Mc. 15, 40; Mt 27, 59), es llamado "el Mayor"
para distinguirlo del otro Santiago, hijo de Alfeo.
Santiago es hermano de Juan (probablemente su hermano mayor), y ambos fueron
testigos, junto con Pedro, de momentos muy especiales de la vida de Jesús: entre
ellos la transfiguración y la agonía. A él y a su hermano -por su carácter impetuoso-
Jesús los llamaba "hijos del trueno".
Después de los relatos del Evangelio que lo mencionan en varias ocasiones, hay una
laguna en la historia de Santiago, hasta su muerte, que nos narran los Hechos de los
Apóstoles. Pero un episodio sumamente importante de su vida que recoge la tradición,
viene a llenar esa laguna: su viaje a España. Allí habría anunciado el Evangelio y
organizado la Iglesia.
En la ciudad de Cesaraugusta, junto al Ebro, sintiéndose un día cansado y abatido,
tuvo el consuelo de recibir la visita de la Virgen María, que vivía entonces en
Jerusalén. Ella le dio ánimo en su misión, bendijo su obra y le prometió que desde
entonces tomaría a ese pueblo bajo su especial protección, dejando como recuerdo de
su visita una columna de mármol, símbolo de la firmeza de la fe. La columna aún se
conserva: es el Pilar de Zaragoza. "Zaragoza" es el nombre actual de Cesaraugusta.
De vuelta en Jerusalén, según los Hechos de los Apósto-les, Herodes Agripa lo mandó
ejecutar (Hech. 12, 1-2); esto ocurrió alrededor del año 42 ó 44, en las cercanías de la
fiesta de Pascua. La Liturgia de su fiesta resalta esa condición de primer apóstol
mártir: la Oración sobre las Ofrendas se refiere a él como "el primero de los apóstoles
que bebió el cáliz de Cristo" (cfr. Mc. 10, 35-40).
Después de la muerte de Santiago, según la tradición, su cuerpo fue llevado de nuevo
a España; se perdió su rastro durante cierto tiempo, pero luego su tumba fue
encontrada, en tiempos del obispo Teodomiro de Iria, en el año 830, gracias al fulgor
de una estrella que indicaba el sitio de su sepultura. Ese lugar se llamó "campo de la
estrella", "Campus Stellæ", es decir, "Compostela". Desde entonces, Santiago de
Compostela es una célebre meta de peregrinaciones, una de las principales del mundo
junto con Jerusalén y Roma.
Santiago suele ser representado justamente con las vestimentas típicas de un
peregrino: apoyado en un bastón o "bordón", cargando una mochila o "zurrón", y
llevando un sombrero de alas anchas tocado por una conchilla de vieira ("venera")
boca abajo. Las veneras han sido siempre insignia de los peregrinos de Santiago. Se
llevan en el sombrero, alrededor del cuello o prendidas en el pecho, siempre de modo
muy visible. La relación de las veneras con Santiago responde a una leyenda muy
curiosa. Un príncipe gallego habría sido sorprendido en Compostela por una tormenta
de conchillas, y oyó que se le mandaba que en el futuro los peregrinos las llevasen.
Más allá de esta leyenda, las conchillas han sido siempre, y en muchas culturas,
emblemas de buena fortuna y signo de viaje próspero. Ese significado está
relacionado con el agua que puede contener una conchilla, agua de la que el
caminante y el peregrino tienen siempre necesidad. Aún hoy se usan en muchas
iglesias para contener el agua bendita o el agua bautismal.
SANTIAGO EL MENOR,
[40] Había unas mujeres que miraban de lejos, entre ellas María Magdalena, María, madre de
Santiago el Menor y de José, y Salomé.
(Mc 15, 40)
"Santiago, hijo de Alfeo" (Mc. 10, 3 y paralelos; Hech. 1, 13) que aparece en noveno
lugar en todas las listas de los Doce, es apodado "Santiago el Menor" (Mc. 15, 40)
-probablemente porque era de baja estatura-, para distinguirlo del otro Santiago, el hijo
de Zebedeo y hermano de Juan.
La tradición cristiana siempre lo ha identificado con el "hermano del Señor" (Mc. 6, 3)
que se entrevistó con Pablo (Gal. 1, 19); con el Santiago mencionado en la misma
Carta a los Gálatas como una de las "columnas de la Iglesia" (Gal. 2, 9); con aquél que
toma la palabra durante el "concilio" de Jerusalén (Hech. 15, 13ss), obviamente un
líder de la comunidad, al que Pedro había mandado anunciar su liberación (cfr. Hech.
12, 17); con quien quedó a cargo de la Iglesia de dicha ciudad cuando la dispersión de
los apóstoles por el mundo y fue su primer Obispo; con aquél Santiago a quien -según
cuenta Pablo- se apareció el Señor Resucitado (1 Cor. 15, 7); y con el autor de la
Carta de Santiago.
Esta identificación ha quedado consagrada en la Liturgia de su fiesta, ya que la
referencia de la Primera Carta a los Corintios que acabamos de mencionar, forma parte
de la Primera Lectura de su fiesta, el 3 de mayo. Además, el Himno del Oficio de
Lectura de ese día llama a Santiago "hermano del Señor y columna de la Iglesia" y lo
invoca diciendo "Tú eres el primero en presidir la comunidad ilustre de Jerusalén y,
por medio de tu Epístola, nos instruyes en la Palabra de salvación".
A estos datos bíblicos se suman otros de carácter legendario para definir sus atributos
iconográficos. Como era "hermano" del Señor, es decir, primo o pariente cercano, se
lo representa con rasgos parecidos a los de Cristo (según algunos autores, se le
parecía tanto que ese fue el motivo de que Judas tuviera que darle un beso al
verdadero Jesús para que sus perseguidores atraparan a la persona correcta). Otra
tradición se refiere a su muerte. Cuando estaba predicando el Evangelio cerca del
Templo de Jerusalén, es arrojado de allí (o desde el pináculo del Templo) por orden del
sumo sacerdote. Santiago sobrevive, pero es lapidado y rematado por un batanero,
que le aplasta el cráneo de un mazazo. Este episodio le vale su principal atributo, que
es una maza de batanero.
JUDAS TADEO,
"servidor de Jesucristo"
12] En aquellos días se fue a orar a un cerro y pasó toda la noche en oración con Dios. [13]
Al llegar el día llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los que llamó apóstoles:
….. [16] Judas, hermano de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor. (Lc 6-16
El primer apóstol que vamos a mencionar es San Judas Tadeo. El Evangelio lo
menciona como "hijo de Santiago" (Lc. 6, 16) y como "hermano" (primo) del Señor, de
Santiago, de José y de Simón (Mc. 6, 13; Mt. 13, 55). Ocupa el último lugar en la
enumeración de los Doce que figura en Hech. 1, 13.
Es el autor de una Epístola canónica, en la que se presenta a sí mismo como "servidor
de Jesucristo", y "hermano de Santiago" (el Menor), (Jds. 1, 1). Según la tradición -que
es más bien tardía, y que fue recogida desde el siglo VIII en el Martirologio Romano-
predicó el Evangelio en Mesopotamia y luego marchó con Simón a Persia, donde
ambos sufrieron juntos el martirio.
Santa Brígida cuenta en sus Revelaciones, que el Señor la exhortó a invocar a este
apóstol con confianza. Actualmente la devoción a San Judas Tadeo es muy viva en la
piedad popular, ya que se le atribuye la ayuda en trances desesperados.
Se lo representa a veces con una imagen de Cristo en el pecho, a causa de su
parentesco con el Señor, de quien -según la leyenda- era muy parecido. Otro atributo
más clásico es la maza, supuesto instrumento de su martirio (hasta el siglo XIV se lo
representaba con espada, alabarda y hacha).
ANDRÉS,
hermano carnal de Pedro
Los dos discípulos le oyeron decir esto y siguieron a Jesús. [38] Jesús se volvió y, al ver
que lo seguían, les preguntó: «¿Qué buscan?» Le contestaron: «Rabbí (que significa
Maestro), ¿dónde vives?» [39] Jesús les dijo: «Vengan y lo verán». Fueron, vieron dónde
vivía y se quedaron con él aquel día. Eran como las cuatro de la tarde. [40] Andrés, el
hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que siguieron a Jesús por la palabra de Juan.
(Jn 1, 37- 40)
Muchos títulos justifican la extraordinaria devoción de que, desde tiempos muy
antiguos, es objeto San Andrés, tanto en la Iglesia de Oriente como en la de Occidente.
En efecto, es "el primer llamado" (en griego "Protocleto") por Jesús al ministerio
apostólico, y hermano carnal de Pedro, cuya profesión de pescador compartía.
Andrés, además, introduce a su hermano en el seguimiento de Cristo (cfr. Jn. 1, 35-42).
Por otra parte, el haber muerto crucificado, y el amor por la cruz que le atribuye la
tradición, lo hacen particularmente cercano al Maestro.
Tuvo el privilegio de ser nombrado, junto a Pedro y Pablo, en el embolismo del
Padrenuestro de la Misa (hasta la reforma del Misal Romano) y en el Canon Romano.
Ocupa aún hoy, el primer lugar después de los Príncipes de los Apóstoles, desde los
tiempos de San Gregorio Magno.
La tradición popular, no documentada pero muy antigua, le ha asignado un campo de
apostolado en Grecia (si bien hay otras versiones, por ejemplo la costa del Mar Negro
y el Cáucaso). Habría sido crucificado en Patrás de Acaya, en Grecia, alrededor del año
60. La Iglesia de Oriente considera a Andrés como su Cabeza y Fundador.
Los "Hechos de Andrés", apócrifo de los primeros tiempos cristianos, no sólo nos
cuentan con detalle la pasión y la muerte del apóstol, sino que conservan incluso
muchas de las palabras que habría dirigido a su juez (el procónsul Egeo o Egeas), al
pueblo que contemplaba el suplicio, y a la cruz: "¡Oh cruz, instrumento de salud del
Altísimo! ¡Oh cruz, signo de victoria de Cristo sobre sus enemigos! ¡Oh cruz plantada
en la tierra y que fructificas en el cielo! ¡Oh nombre de la cruz que abarcas en ti al
universo! ¡Salve, cruz, que has unido al mundo en toda su extensión!".
En la antífona del Benedictus leemos este texto, procedente de la passio latina: "Salve,
oh cruz preciosa, recibe al discípulo de aquel que en ti estuvo clavado, Cristo, mi
maestro".
El himno de Laudes, "Captátor olim píscium", compuesto por San Pedro Damián en el
siglo XI, también recoge el tema de la cruz : "Tú, hermano de Pedro, obtuviste su
misma muerte, pues la cruz engendró para el Cielo a los que habíais nacido de una
misma carne".
Según la tradición, la cruz de su martirio tenía forma de "X" (cruz "aspada"). Esa cruz
no sólo se transformó en su atributo iconográfico principal, sino que es conocida
popularmente como "cruz de San Andrés". Es representado siempre con la cruz
aspada en sus manos o crucificado en ella.
Sus restos se veneraron en Constantinopla desde el siglo IV y fueron llevados
a Amalfi en el siglo XIII. Su cabeza, llevada a Roma en 1462, fue colocada en la
Basílica de San Pedro, pero el papa Pablo VI, como gesto ecuménico, la devolvió a la
iglesia grecoortodoxa en 1964.
MATÍAS
Matías fue elegido por los Once, encabezados por Pedro, "para desempeñar el
ministerio del apostolado", en el lugar "dejado por Judas" (Hech. 1, 25; cfr. 1, 15-26).
Pero después de este episodio, Matías no vuelve a ser mencionado, y nada sabemos a
ciencia cierta de su vida.
Según Eusebio, era uno de los setenta y dos discípulos (cfr. Lc 10, 1. 17). La literatura
apócrifa (por ejemplo los "Hechos de Andrés y Matías") abunda en detalles acerca de
su martirio: fue hecho prisionero por antropófagos, cegado, curado y liberado por
Andrés, y finalmente decapitado. Esas leyendas le han valido diversos atributos:
espada, alabarda, piedras, cruz, hacha. Este último ha prevalecido en general. San
Matías no representa un papel importante en la piedad popular.
SIMÓN, apodado Zelote
12] En aquellos días se fue a orar a un cerro y pasó toda la noche en oración con Dios. [13]
Al llegar el día llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los que llamó apóstoles:
……. [15] Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, apodado Zelote (Lc 6, 12-15)
Simón, apodado el Zelote (por pertenecer a esa secta) o el Cananeo (por provenir de
Caná), aparece en décimo o en undécimo lugar en las listas de apóstoles (Lc. 6, 15 y
Mc. 3, 18, respectivamente). Poco sabemos de su vida, pero una tradición señala que
predicó el Evangelio en Egipto. Por San Fortunato, obispo de Poitiers (del siglo VI),
sabemos que fue sepultado en Persia, donde había sido muerto con su compañero
San Judas. Una iglesia antigua dedicada a Simón, existía ya entre el siglo VI y el VIII
en Nicopsis, en la costa del Mar Negro.
La imagen que lo representa recoge una tradición que cuenta que en su martirio fue
cortado con una sierra de leñador por los adoradores del sol en Persia. El atributo de
la sierra es el más clásico desde el siglo XV. Por ello, lo invocan como patrono los
aserradores; también lo hacen los tintoreros, porque según una leyenda él mismo era
tintorero.
TOMÁS, el mellizo
Entonces Jesús les dijo claramente: «Lázaro ha muerto, [15] pero yo me alegro por ustedes
de no haber estado allá, pues así ustedes creerán. Vamos a verlo». [16] Entonces Tomás,
apodado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él».
Jn 11, 14-16
Puede resultar paradójico que un apóstol de Jesús sea recordado especialmente por
su "incredulidad". Pero eso es precisamente lo que ocurre con Tomás, protagonista
del célebre episodio -referido por San Juan- que comenzó en la tarde misma de la
resurrección de Jesús y tuvo su coronación el domingo siguiente (cfr. Jn 20, 19-29).
Este episodio ha sido abundantemente representado en la iconografía del apóstol, y el
texto evangélico es proclamado cada año en el domingo que sigue a la fiesta de
Pascua y en la fiesta de Santo Tomás apóstol, que se celebra el 3 de julio.
En el Evangelio, Tomás es llamado varias veces "el Mellizo" -o, en griego, "Dídimo"-
(Jn. 11, 16; 20, 24; 21, 2), pero no se aclara de quién era mellizo. Esto ha dado lugar a
innumerables hipótesis, incluyendo una que lo hace hermano gemelo de Jesús; por
eso en ocasiones se representa a Tomás con los rasgos del Señor.
Tomás aparece también dispuesto a morir por Jesús (Jn. 11, 16) y en el famoso
episodio en que Jesús dice "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn. 14, 5).
Fuera de estas menciones, y de su aparición en las consabidas listas de los apóstoles
de los sinópticos y de los Hechos, ninguna otra referencia a Tomás aparece en la
Escritura. La literatura apócrifa, por su parte, recoge muchas tradiciones acerca del
apóstol, algunas de las cuales influyen decididamente en su representación
iconográfica.
Según los "Hechos de Tomás", apócrifo del siglo III, el apóstol era arquitecto, y habría
sido invitado por un rey de la India (Gundoforo, Gondoforo o Gundafar) a levantarle un
palacio. Tomás recibe el dinero para la construcción y lo distribuye entre los
necesitados. Cuando el rey quiere ver el palacio, Tomás le anuncia que, al dar el dinero
a los pobres, le edificó al monarca un palacio en el cielo. El rey, irritado, lo arroja en
prisión, pero más tarde lo perdona. A raíz de este episodio legendario, Tomás es
representado frecuentemente con una escuadra de arquitecto. Gracias a
investigaciones recientes, se han hallado monedas de mediados del siglo I con el
nombre del rey Gundafar, lo que da algún sustento histórico a esta tradición.
Su culto existe en la India desde los primeros siglos, y el sitio de su martirio
(Calamina, hoy Mailapur o Mylapor, cerca de Madrás), es venerado desde entonces - si
bien la tradición señala que los restos de Tomás fueron trasladados a Edesa en el 394-.
Murió, según la tradición, atravesado por una lanza, que constituye -por tanto- otro de
sus atributos iconográficos.
Otra leyenda piadosa añade una nueva incredulidad a la vida Tomás. Como se negaba
a creer en la asunción de María, hace abrir su tumba y la encuentra llena de flores.
Entonces la Virgen, desde el cielo, desanuda su cinturón y lo deja caer en manos de
Tomás, quien nuevamente cree "por haber visto". Por este motivo, Tomás es
representado a veces con el "sagrado cinto" entre sus manos. La reliquia es venerada
desde el siglo XII en Prato, Italia.
La historia detrás de los 12 apóstoles de Jesús
La historia de Jesucristo es una de las más conocidas del mundo. Incluso
quienes no creen en él o en su existencia conocen parte de su historia. De
hecho, la Biblia, que narra la vida de Jesús, es el libro más leído de
todos los tiempos. Se han vendido más de 3.900 millones de copias. Sin
embargo, también hay muchos misterios que rodean a Jesucristo y a los
personajes que formaron parte de su vida. Entre ellos, los relativos a los 12
apóstoles.
Todos hemos oídos hablar de los 12 apóstoles pero, aunque son personajes
muy importantes en la vida de Jesucristo, casi nadie sabe nada sobre ellos.
El dato más relevante es que formaron parte de un grupo de hombres
llamados por Jesús para ayudarlo a finalizar su misión. ¿Quieres saber más
sobre el tema? Te contamos algunos datos que son clave para entender la
historia que hay detrás de los 12 apóstoles.
También está Tadeo, llamado Judas. Este caso en particular no resulta tan
confuso, ya que muchos lo llaman Judas Tadeo. Lo que sí confunde es que
no se trata del mismo Judas que entregó a Jesús, pues aquel se llamaba
Judas Iscariote. Por otro lado, entre los apóstoles, dos tenían el mismo
nombre: Simón. Por eso se utilizaba su segundo nombre como
diferenciador. El primero era Pedro y, el segundo, Simón el Cananeo.
La labor evangelizadora
Jesús llamó a los apóstoles para que lo ayudaran a instalar el Reino de Dios
en la Tierra. Debían realizar una labor evangelizadora, con la que
daban fe de las palabras de Jesús y de sus obras al ser
testigos. Sobre la labor evangelizadora que realizó cada apóstol poco se
conoce. En parte, debido a su rápida dispersión, y porque en aquel
entonces todos sabían quiénes eran los apóstoles.
El número 12
Los apòstoles de Jesùs, fueron seres humanos normales, a pesar de haber conocido al Señor,
pero eran muy diferentes entre sì y la Biblia da cierto testimonio de las personalidades o
temperamentos que ellos poseìan, sin que esto demeritara su discìpulado con Jesùs y su Fe.
Temperamento sanguíneo
Basado en un tipo de sistema nervioso rápido y equilibrado que se caracteriza por poseer una
alta sensibilidad, un bajo nivel de actividad y fijación de la concentración y una moderada
reactividad al medio; es característico del sistema nervioso una moderada correlación de la
actividad a la reactividad; es extrovertido y manifiesta alta flexibilidad a los cambios de
ambiente.
Se trata de una persona cálida, campante, vivaz y que disfruta de la vida siempre que
se pueda.
Es receptiva por naturaleza, las impresiones externas encuentran fácil entrada en su
interior en donde provocan un alúd de respuestas.
Tiende a tomar decisiones basándose en los sentimientos más que en la reflexión.
Es tan comunicativo que, es considerado un superextrovertido.
Tiene una capacidad insólita para disfrutar y por lo general contagia a los demás su
espíritu que es amante de la diversión.
Temperamento flemático
Basado en un tipo de sistema nervioso lento y equilibrado que se caracteriza por tener una
baja sensibilidad pero una alta actividad y concentración de la atención; es característico de su
sistema nervioso una baja reactividad a los estímulos del medio, y una lenta correlación de la
actividad a la reactividad, es introvertido y posee baja flexibilidad a los cambios de ambiente.
Es tranquilo, nunca pierde la compostura y casi nunca se enfada. Por su equilibrio, es el más
agradable de todos los temperamentos. Trata de no involucrarse demasiado en las
actividades de los demás. Por lo general suele ser una persona apática, además de tener una
buena verborrea. No busca ser un líder, sin embargo puede llegar a ser un líder muy capaz.
Temperamento melancólico
Basado en un tipo de sistema nervioso débil, posee una muy alta sensibilidad, un alto nivel de
actividad y concentración de la atención, así como una baja reactividad ante los estímulos del
medio, y una baja correlación de la actividad a la reactividad; es introvertido y lo caracteriza
una baja flexibilidad a los cambios en el ambiente.
Es abnegado, perfeccionista y analítico. Es muy sensible emocionalmente. Es propenso a ser
introvertido, sin embargo, puede actuar de forma extrovertida. No se lanza a conocer gente,
sino deja que la gente venga a él. Sus tendencias perfeccionistas y su conciencia hacen que
sea muy fiable, pues no le permiten abandonar a alguien cuando están contando con él.
Además de todo, posee un gran carácter que le ayuda a terminar lo que comienza. Pero es
difícil convencerlo de iniciar algún proyecto, debido a que siempre está considerando todos los
pros y contras en cualquier situación.
Temperamento colérico
Esta basado en un tipo de sistema nervioso rápido y desequilibrado, posee alta sensibilidad y
un nivel alto de actividad y concentración de la atención, aunque tiene alta reactividad a los
estímulos del medio y una muy alta correlación, también es flexible a los cambios de
ambiente.
Es rápido, muy activo, práctico en sus decisiones, autosuficiente y sobre todo independiente.
Es extrovertido, pero no tanto como la persona de temperamento sanguíneo. Se fija metas y
objetivos. Es muy ambicioso. Valora rápida e intuitivamente y no reconoce los posibles
tropiezos y obstáculos que puede encontrar en el camino si busca lograr una meta.
Temperamentos combinados
SON PERSONAS QUE CREEN SABERLO TODO, HACERLO TODO, USA A LAS
PERSONAS PARA SUS FINES.
QUE DEBEN MEJORAR CON LA AYUDA DE DIOS:
NO SOLO QUERER QUE LOS DEMAS LE OBEDEZCAN SINO TAMBIEN SER
OBEDIENTE AL ESPIRITU SANTO (ZACARIAS 6:15)
A NO TRATAR A LAS PERSONAS CON VIOLENCIA (FILIPENSES 4:5)
A SER COMPASIVOS CON LOS SENTIMIENTOS DE LOS DEMAS (1 PEDRO
3:8)
A NO ENCONTRAR LA TOTAL SATISFACCION DE SU VIDA EN EL TRABAJO
(ECLESIASTES 12:13)