Clase Teórica #4.
Clase Teórica #4.
Clase Teórica #4.
Buenos días, tardes o noches. Damos continuidad hoy a una nueva clase teórica de la
cátedra de Filosofía la cual posee por un lado cierto punto de conexión con la nuestra
clase anterior y, por el otro, nos conduce a un nuevo planteo filosófico al interior del
mundo griego dentro del período antropológico. En la clase de hoy nos focalizaremos
puntualmente en la teoría de los dos mundos formulada por uno de los filósofos de
renombre de la filosofía occidental: Platón.
Decíamos que la clase de hoy guarda un hilo de continuidad con la clase anterior. Este
punto de conexión debemos enmarcarlo en la reacción contra el relativismo y el
subjetivismo de los Sofistas que encarnará Sócrates en la Atenas de Pericles en el
siglo V a.C. En este contexto Sócrates asumirá como misión filosófica salvar a la polis
tanto del relativismo y el subjetivismo de la sofistas como de la emergente democracia
ateniense sinónimo de corrupción moral. Esta misión de salvar a la polis es la
continuará Platón tras la muerte de su maestro Sócrates.
Como señalamos Platón -cuyo apodo era el de “espaldas anchas”- fue discípulo de
Sócrates pero irá más allá que su maestro. La influencia del pensamiento de Platón ha
sido tal al interior de la tradición filosófica occidental que el filósofo inglés Alfred N.
Whitehead afirmará que: “… la historia de la filosofía occidental no es más que una
serie de notas de pie de página a Platón”. En este sentido, el protagonismo de Platón
ha resultado en cierto modo decisivo en el desarrollo de la filosofía occidental lo que se
verá reflejado tanto en la influencia de su sistema de pensamiento como en las críticas
formuladas al mismo (Tal como veremos más adelante cuando nos focalizamos en el
segunda mitad del siglo XIX en el pensamiento del filósofo alemán Friedrich
Nietzsche).
En lo que hace a la relación con Sócrates, Platón señalará dos limitaciones en el
planteo de su antiguo maestro. La primera de estas limitaciones es que si bien
Sócrates buscó los conceptos universales no se encargó de precisar que eran dichos
conceptos. Frente a esto Platón definirá a estos conceptos universales –tal como
desarrollaremos a continuación- con el nombre de Ideas. La segunda de las
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limitaciones del planteo socrático radicará para Platón en la ocupación exclusiva
Sócrates en la naturaleza de los asuntos morales dejando de lado las otras esferas de la
existencia humana. En razón de ello, Platón propondrá llevar a cabo una “ontología del
ser de las cosas” que permita explicar -desde un discurso universal y necesario- la
totalidad de todo lo existente.
En este sentido Platón busca un conocimiento universal que le permita explicar una
realidad que –como señalamos en nuestra clase N° 2- se le presentaba al hombre griego
en un permanente cambio o movimiento. Frente al devenir de las cosas y la búsqueda de
un conocimiento universal y necesario que permita acceder a la naturaleza última de las
cosas -o bien al ser de las mismas- es que Platón formulará su conocida teoría de los
dos mundos. Dicha teoría habrá de enmarcase en dos supuestos filosóficos centrales. El
primero de ellos será la creencia de Platón –que encuentra sus antecedentes en el
planteo del filósofo pre-socrático Parménides de la ciudad de Elea- que el verdadero
saber no refiriere a lo que cambia sino a lo inmutable. En esta clave, el cambio es
entendido como sinónimo de imperfección mientras que lo inmutable es representado
como sinónimo de perfección o lo perfecto. El segundo de los supuestos filosóficos
refiere al carácter decididamente metafísico del planteo platónico expresado en la
creencia que “la verdad no es este mundo”. Esto supone que vivimos en mundo que
no es real o bien constituye una copia imperfecta de un mundo real, perfecto e
inmutable que se encuentra más allá de la realidad sensible y cambiante.
Frente a este mundo que nos rodea y que accedemos a través de los sentidos es que
Platón postulará la existencia de un mundo perfecto e inmutable que denominará
con el nombre de mundo de las ideas. Una aclaración respecto a esto último, dentro
del planteo filosófico de Platón el concepto de idea no refiere a una representación
mental que tenemos de las cosas sino que es sinónimo de esencia. En esta dirección, el
mundo de las ideas es el mundo de las formas perfectas y esenciales al cual –como
veremos a continuación- se accede por una facultad de conocimiento distinta y superior
al conocimiento sensible. Las “ideas” poseen para el filósofo ateniense determinadas
características distintivas: son únicas, inmutables, idénticas a sí mismas,
intemporales, necesarias y universales, entre sus rasgos centrales. Mientras que las
“cosas sensibles” son múltiples, cambiantes, copias imperfectas, perecederas,
contingentes y particulares.
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Dicho esto, la teoría de los dos mundos propuesta por Platón consistirá en sentido
estricto en postular la existencia de dos mundos o regiones que guardan una relación
de correspondencia entre sí: el mundo sensible y el mundo de las ideas o mundo
inteligible. El denominado mundo sensible configura el mundo en el que nos
encontramos en el cual las cosas cambian, mutan y perecen. Se trata de un mundo –
como señalamos- cambiante, contradictorio y copia imperfecta del mundo real. En
este sentido para Platón las cosas bellas que se encuentran en el mundo sensible son una
copia imperfecta de la esencia de belleza, las cosas iguales que se encuentran en el
mundo sensible –por ejemplo las mesas o las sillas que nos rodean- son una copia
imperfecta de la idea de igualdad. De esta manera, las cosas sensibles se explican para
Platón a partir de la correspondencia con las esencias universales.
Otra característica de este mundo es que el conocimiento que se tiene de la realidad se
obtiene través de los sentidos, el cual constituirá Platón un pseudo-conocimiento
anclado en la mera opinión o Doxa.
Por su parte el mundo de las ideas refiere a la postulación por parte de Platón de un
mundo perfecto e inmutable en el que habitan las esencias universales. Se trata de un
mundo que se accede para el filósofo ateniense mediante una facultad de conocimiento
distinta y superior a los sentidos; esto es, mediante la razón la cual otorga un
conocimiento universal y objetivo de las cosas denominado con el nombre de
episteme. Para una ampliación de los grados del ser y del conocer contenidos en la
teoría de los dos mundos de Platón se sugiere reparar en la lectura del Paradigma de la
Línea a partir del texto de Adolfo Carpio indicado al final de esta clase.
La mencionada teoría de los mundos ha sido también explicada por Platón a partir de un
relato fantástico conocido con el nombre de Alegoría de la caverna. No es la intención
de esta clase focalizarnos en el análisis de la Alegoría de la caverna el cual realizarán
luego de su lectura en sus correspondientes comisiones de prácticos, pero si interesa a
los fines de esta clase enmarcar dicho relato fantástico a efectos de graficar el
posicionamiento tanto filosófico como político de Platón.
La Alegoría de la caverna constituye un relato fantástico y simbólico que aparece en el
Libro VII de un diálogo platónico titulado “La república”. Este diálogo platónico
tendrá como central el problema de la Justicia vinculado dicho problema a la búsqueda
por parte de Platón de una organización perfecta de la polis. En tal sentido, Platón
propondrá un modelo ideal de sociedad basado en la especialización o reforma de la
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educación anclada en la necesidad de una división del trabajo. Esto significará para
Platón la necesidad que cada hombre realice ciertas funciones y reciba cierto tipo de
educación a parir de la naturaleza de su alma. Este planteo será propuesto por Platón a
partir de la alusión en “La república” de una fábula de origen fenicio conocida con el
nombre de la Fábula de los tres metales en la cual se afirmará que al momento de
nacer los dioses fungieron en el alma de los hombres distintos tipos de metales: bronce,
plata y oro. A partir de la alusión de esta fábula es que Platón procurará legitimar la
organización de una polis en la cual aquellos hombres de alma de oro reciban la mejor
educación y sean los encargos de gobernar. Será dentro de este esquema de
especialización de la educación y división del trabajo que el filósofo representará para
Platón el hombre más apto y el mejor preparado para gobernar la sociedad perfecta
postulada en términos ideales por el filósofo ateniense.
La postulación por parte de Platón de la idea del filósofo rey –idea sugerida por
Sócrates- responderá por tanto a la búsqueda por restablecer el orden social y político
perdido con el advenimiento de la democracia en la Atenas del siglo V a.C. La
postulación del filósofo como gobernante de la polis se inscribirá así en la propuesta
política platónica de establecer un modelo social de corte aristocrático en el que
gobiernen los mejores.