Anemia Megaloblásticas-Ferropenicas
Anemia Megaloblásticas-Ferropenicas
Anemia Megaloblásticas-Ferropenicas
Anemias megaloblásticas
Hígado
Cebada
Repollos
Germen de trigo
Cacahuates (maníes)
Los cereales, panes, las pastas y el arroz son fortificados con ácido fólico hecho por el hombre.
La carne y los productos lácteos son los que contienen más vitamina B12.
FERROPÉNICA
La deficiencia también suele ser frecuente en este grupo. En estas condiciones puede existir
mayor riesgo para la madre y para el niño. Los atletas pueden ser otro grupo de riesgo por bajas
ingestas y mayores pérdidas durante el entrenamiento. La falta de hierro es una de las
deficiencias nutricionales más comunes. En una gran parte de la población, especialmente en las
adolescentes y en las mujeres en edad fértil, la dieta no aporta suficiente cantidad de hierro (por
ejemplo, para compensar las pérdidas menstruales), por lo que las reservas van disminuyendo
poco a poco apareciendo finalmente la llamada anemia ferropénica, que puede producir
cansancio,
debilidad, malestar general, menor capacidad de concentración y rendimiento en el trabajo; afecta
al crecimiento y aumenta el riesgo de infecciones. En los niños y adolescentes puede, además,
afectar al desarrollo cognitivo y psicomotor.
Según la Organización Mundial de Salud (OMS), se puede hablar de anemia cuando la concentración de
hemoglobina es 13.0 g/dL en hombres y 12.0 g/dL en mujeres.
aquellas que consumen pocas calorías, poca cantidad de carne, en vegetarianos— la dieta no es
suficiente para cubrir adecuadamente las necesidades de hierro, por lo que el consumo de alimentos
enriquecidos, como los cereales para el desayuno, puede contribuir significativamente a la ingesta total.
Por ejemplo, en el Reino Unido, más de un 20% del hierro procede de cereales para el
desayuno enriquecidos.
Aunque en la mayoría de los casos, la anemia por deficiencia de hierro es el resultado de una dieta baja
en hierro, los cambios en la dieta por sí solos difícilmente consiguen reponer el hierro agotado. En estos
casos es necesario recurrir al consumo de suplementos pero siempre bajo la supervisión del especialista,
pues la ingesta excesiva de hierro puede resultar tóxica.
Como media, tan sólo un 10‐15% del hierro que diariamente ingiere una persona es hierro hemo, del que
se absorbe más de un 20%. Por el contrario, la mayor parte del hierro de la dieta es hierro no hemo del
que únicamente un 2‐20% es absorbido, dependiendo de las reservas de hierro del organismo y de otros
factores dietéticos. Por ejemplo, la vitamina C consumida en la misma comida junto con alimentos
que aportan hierro no hemo incrementa la absorción de este mineral hasta 6 veces. Por ello, es
recomendable consumir frutas, zumos o ensaladas ricas en vitamina C junto con estos alimentos.
El consumo de carne, pescado o pollo también favorece la absorción del hierro no hemo de origen
vegetal. Hay, sin embargo, otros componentes de los alimentos que pueden limitar la absorción del
hierro no hemo si se consumen simultáneamente: taninos (café y té), fitatos (legumbres y cereales),
oxalatos (verduras de hoja verde), fibra o la presencia de otros minerales como el calcio.