Pre Linguistica
Pre Linguistica
Pre Linguistica
Etapa pre-lingüística
Esta etapa preverbal hasta hace poco despertaba escaso interés de los especialistas, pero
gracias a las investigaciones actuales, hoy sabemos que tiene un valor relevante y
trascendental en la configuración de las bases del desarrollo lingüístico, puesto que tanto las
expresiones vocales (sonidos o grupo de sonidos de simple significación) como las
expresiones verbales (sonidos, grupo de sonidos, palabras aisladas, etc.) influyen de modo
determinante en el desarrollo posterior de la comunicación lingüística del niño.
Esta etapa comprende, a su vez, subetapas o estadios con características particulares que
van de acuerdo con la secuencia cronológica del desarrollo integral del niño, las que
pasamos describir:
Desde que nace hasta más o menos, el final, del primer mes, la única expresión que se oye
del bebé es el llanto, que es la primera manifestación sonora puramente mecánica o refleja
y, como tal, indiferenciada en cuanto al tono, sea cual fuere la razón de su estado.
Pasando este período, por lo general al inicio del segundo mes, el llanto ya no es un
fenómeno o manifestación mecánica e indiferenciada, sino que el tono del sonido cambia
con el contenido afectivo del dolor, el hambre u otra molestia; es decir, la variación de la
tonalidad está relacionada con el estado de bienestar o malestar del bebé. Con, el llanto el
bebé logra comunicar sus necesidades al mundo que le rodea y, como se da cuenta de que
gracias al llanto sus necesidades son satisfechas, lo usará voluntariamente, ya no siendo
entonces un mero reflejo o sonido indiferenciado.
Al inicio del tercer mes el bebé produce vagidos, sonidos guturales y vocálicos que duran de
15 a 20 segundos. Responde a sonidos humanos mediante la sonrisa y, a veces, con arrullo
o murmullo. Aquí la forma característica del grito del bebé puede ser una llamada expresiva
relacionada con alguna necesidad, tal como el grito de incomodidad.
A esta edad ya distingue entre los sonidos: /pa/, /ma/, /ba/, /ga/. Sus vocalizaciones ya
pueden mostrar alegría; sus manifestaciones de placer las expresa mediante consonantes
guturales "ga.ga", "gu.gu", "ja.ja", mientras que su displacer mediante consonantes
nasalizadas como "nga", "nga".
El bebé sabe distinguir, también, las entonaciones afectivas, reaccionando con alegría,
sorpresa o temor ante el tono de voz, especialmente de sus padres.
A los tres meses aparece el balbuceo o lalación, que consiste en la emisión de sonidos
mediante redoblamiento de sílabas como "ma...ma", "ta...ta" y otras.
El interés del niño por las personas, así como su comunicación, que estaba limitada
únicamente a lo afectivo durante el 2do. y 3er. mes de vida, comienza a ampliarse hacia los
objetos entre el 3er. y 4to. mes.
De esa forma el niño va progresando y aumentando sus vocalizaciones, las mismas que ya
son cercanas a la palabra y, como tal, van cargadas de intención comunicativa con la
madre. Estos variados sonidos vocales y fonaciones próximas a la palabra que el niño dirige
a la madre, deben ser atendidos, entendidos, interpretados y contestados por ella de
manera reiterativa, estimulando y propiciando así su desarrollo lingüístico.
El balbuceo o primer intento de comunicación que apareció alrededor de los tres meses de
edad, se extiende hasta el octavo o noveno mes, progresando en el quinto y sexto mes
hacia aquello que se denomina "imitación de sonidos". Esto comienza en forma de
autoimitaciones de los sonidos que el mismo niño produce (reacción circular). Más tarde
empieza a repetir sonidos que el adulto u otro niño produce.
• /a/ y variantes próximas al fonema /e/, aunque antes suelen emitir sonidos similares a
/oe/
• Labiales : p (pa-pa)
m (ma-ma)
b (ba-ba)
• Dentales : d (da-da)
t (ta-ta)
• Velopalatales : g (ga-ga)
j (ja-ja)
De esta manera el niño al sexto mes suele emitir los primeros elementos vocálicos y
consonánticos, siendo un progreso importante con respecto a los gritos y distintos sonidos
laríngeos de los primeros meses de vida. Posteriormente, a medida que el niño progresa,
poco a poco irá sustituyendo la comunicación gestual por el lenguaje verbal.
Hasta los 6 ó 7 meses el niño se encuentra como "polarizado", vigilante y pendiente del
adulto. Pero, el mismo niño que inició el contacto con el adulto mediante señales de llamada
(gestos), cambia notablemente a partir de los 7 u 8 meses debido al desarrollo de sus
habilidades motoras y posturales, "abandonando" un poco al adulto, iniciando su
autoafirmación, basado en los logros que obtiene con su nueva capacidad exploratoria,
tanto en su propio cuerpo como en los elementos próximos a su entorno.
Bruner (1979) señala que entre los 7 y 10 meses el niño va pasando progresivamente de la
"modalidad de demanda" a la modalidad de intercambio y reciprocidad en las interacciones
madre-niño. El dar y el recibir objetos pronunciando el nombre de cada uno, mientras se
miran a la cara madre e hijo y miran conjuntamente el objeto, logra multiplicar y enriquecer
la aptitud lingüística y comunicativa del niño, constituyendo esta "conversación" un buen
ejercicio de entrenamiento para el habla, así como para su socialización naciente.
En esta edad el niño realiza múltiples vocalizaciones espontáneas, tanto vocálicas como
consonánticas y hasta sílabas y diptongos. Estas vocalizaciones próximas a la palabra, son
las que conducirán pronto al niño a emitir sus primeras palabras. Aquí las vocalizaciones
alternantes entre la madre y niño, permitirán el acceso temprano al lenguaje.
En esta subetapa puede que el niño empiece realmente a decir palabras cortas, pero
normalmente esto no es más que la repetición de lo que dicen los demás, pues es todavía
imitación
El niño muestra especial interés por imitar gestos y sonidos y por comunicarse, lo cual le
induce a aprender rápidamente el lenguaje. Esto hace que se entregue a repeticiones
espontáneas que suelen ser reforzadas por los padres, quienes también imitan y repiten
varias veces con él.
Estos hechos hacen que sus vocalizaciones sean mucho más variadas, contando en su
repertorio con tres a cinco palabras articuladas. Pero, dado que el pequeño no dispone
todavía de la aptitud necesaria para la expresión oral, se ve obligado a simplificar el
lenguaje adulto.
Por otro lado, cabe señalar que la simbiosis afectiva madre-niño que se daba en forma
dominante .
El niño de 11 meses cuenta en su repertorio lingüístico con más de cinco palabras. En esta
edad el niño emplea idénticas palabras que el adulto, pero no les atribuye el mismo
significado. Sin embargo, a medida que va progresando en este proceso, los significados
que va atribuyendo a las palabras se van aproximando a los significados atribuidos por el
adulto.
Estas simplificaciones del lenguaje adulto que se observan en esta edad, según Stampe e
Ingram (1976), se deben atribuir al intento de reproducir las palabras del adulto y no a la
imperfección de las percepciones auditivas del niño. Tales simplificaciones pueden consistir
en:
Sustituye la fricativa /s/ por la oclusiva /t/, que es más fácil de articular.
De esta forma el niño se ve obligado a simplificar el lenguaje adulto, sin que esto signifique
que no comprenda, sino que su capacidad expresiva es todavía bien limitada. según algunos
especialistas, a los 11 ó 12 meses el niño suele articular ya sus primeras "palabras" de dos
sílabas directas: "mamá", "papá", "caca", "tata", dando inicio a la siguiente etapa
denominada lingüística o verbal, sustituyendo progresivamente el lenguaje gestual y
"superando" la simplificación del lenguaje adulto a medida que va incrementando su léxico.