Curso 48-Clase01
Curso 48-Clase01
Curso 48-Clase01
Colegas:
Como habrán notado, aquí hablamos, escribimos, nos comunicamos, utilizando un lenguaje que
tienda a la inclusión, es decir que hablamos tratando de reemplazar el universal masculino,
incluyendo la diversidad genérica en nuestras comunicaciones. El lenguaje y las palabras construyen
realidad y la hacen visible o la invisibilizan. Muchas veces contribuyen a producir situaciones de
discriminación o exclusión. Creemos que usar un lenguaje no sexista y no heteronormativo es clave
para contribuir al desarrollo de infancias y adolescencias libres de violencia y de estigmas (ya
veremos estos conceptos más profundamente en la siguiente clase). El lenguaje, por otro lado, se
encuentra en permanente revisión y cambio, la Educación Sexual Integral es una puerta para incidir
en un debate que no está saldado y que gira en torno a la puesta en cuestión del androcentrismo y
la visibilización de la diversidad existente, nombrándola. Esta decisión se enmarca en los
compromisos asumidos por el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología para el Plan
Nacional de Igualdad de Oportunidades y Derechos coordinado por el Instituto Nacional de las
Mujeres. 1
1
Disponible en: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/compromiso_ministerio_piod.pdf
Educar en la diversidad no es algo tan fácil de lograr porque históricamente han existido
vulneraciones de derechos, de desigualdad, de silencios, prejuicios y rechazos que en el presente
dificultan las posibilidades de valorarla y celebrarla. Incorporar y hacer efectivo el principio de
respetar las diferencias en el campo de la sexualidad, a pesar de los importantes avances que se han
venido dando, sigue siendo un desafío para la escuela y para la sociedad en su conjunto.
¿Qué podemos hacer desde la escuela para comprometernos con este desafío? ¿Cómo
podemos evitar en nuestras escuelas el sufrimiento de tantos y tantas lesbianas, gays y
bisexuales o personas travestis, trans cuya expresión o identidad de género es diferente
de la que se espera y sufren diariamente la discriminación, la burla o la exclusión de los
demás? ¿Cómo visibilizamos esta desigualdad? ¿Cómo desarticulamos la idea de que
hay una “sexualidad normal”? ¿Cómo hacemos para no reproducir situaciones de
Quienes trabajamos en educación y llevamos adelante alguna propuesta vinculada con la ESI,
seguramente en algún momento nos hemos hecho estas preguntas. Para empezar a construir una
respuesta significativa donde la dimensión pedagógica no se escinda de las historias de vida de
quienes hacemos la escuela todos los días, es necesario que las propuestas de ESI que
implementemos incorporen los siguientes objetivos:
Contribuir para hacer de las escuelas espacios en los cuales todas las personas tengan la
libertad de poder expresar su sexualidad sin sufrir violencia por eso ni sentir temor a ser
discriminadas o estigmatizadas. Recordemos que la heterosexualidad no es la única
orientación sexual.
Desde hace un largo tiempo, en muchas sociedades incluida la nuestra, la sexualidad de los seres
humanos se organiza a partir de una estructura binaria que clasifica a las personas bajo las
categorías varones y mujeres. Esta forma particular de organización social es presentada como algo
que se define sobre la base de la biología y es asumida como “natural”. El sexo es asignado al nacer
El concepto “estructura binaria” hace referencia a una particular manera de clasificar a las
personas de un modo excluyente. El sistema de géneros, pensado desde el binarismo,
establece dos formas opuestas y desconectadas para lo femenino y lo masculino e instituye
la diferencia sexual anatómica como “natural”. Desde esta concepción existe una frontera
cultural, que se presenta como infranqueable e impide que las personas transiten
libremente de un lado a otro de los extremos de esta estructura.
Uno de los principales problemas de las miradas binarias y esencialistas es que vinculan a la
diferencia sexual anatómica de manera lineal con la identidad de género y el deseo sexual y
afectivo.
De acuerdo a este esquema, que definimos como heteronormativo y cisnormativo, una persona que
nace con vulva está destinada a identificarse con el género femenino y a sentirse atraída por
varones. Y a una persona que nace con pene, portará una identidad de género masculina y deberá
sentirse atraída por las mujeres. En la clase 2 desarrollaremos en profundidad los conceptos de
heteronormatividad y cisnormatividad.
Que no está determinada por la naturaleza o la esencia (que no son así para siempre y en todos
lados) sino que cada sociedad organiza, arma, construye la relación entre cuerpo, género y deseo de
un modo distinto. Y si lo hacemos de modo distinto, significa que ha sido construido y no
determinado por la naturaleza o que hay una esencia humana que es universal. Las agrupaciones de
mujeres, feministas, gays, lesbianas, travestis y trans vienen planteando, desde el activismo, la
investigación científica, la educación, el Estado y las políticas públicas, que las relaciones sexuales
son básicamente relaciones sociales y que, como tales, están atravesadas por vínculos de poder.
Numerosos estudios antropológicos e históricos pusieron en evidencia que cada sociedad construye
los vínculos de parentesco y las relaciones sexo-afectivas de formas muy diversas. En resumen, la
mirada constructivista considera que el esquema del cuadro 1 (más arriba) es un modo, entre
muchos otros posibles, de organizar los cuerpos “sexuados”.
En esta misma línea, las tareas y funciones asignadas a cada persona según el cuerpo con el que
nace responden a una división sexual que se construye culturalmente y se emparenta falsamente
con esta idea de naturaleza, ya que, sin negar que existen las diferencias anatómicas, esto no deriva
necesariamente en la existencia de roles sociales ni formas de ser o sentir específicas que estén
determinadas por el cuerpo. Esto es lo que llamamos la construcción del género. El género se define
Por lo tanto, no hay nada natural en la división sexual (de comportamientos, valoraciones, roles y
tareas) entre varones y mujeres, sino que responde a una estructura cultural, sostenida en el
tiempo y que además es legitimada por diversos discursos religiosos, científicos, médicos, sociales,
de los medios de comunicación, etcétera. Además, estas estructuras culturales son históricas y, por
lo tanto, dinámicas. Responden, con características específicas, a cada grupo social.
Género: son las diversas prácticas, roles y capacidades promovidas y esperadas de forma
diferencial a partir del sexo asignado al nacer. El género refiere a atributos que no son
naturales e individuales sino productos de una relación social de poder construida
históricamente a partir de las nociones de masculinidad y feminidad.
¿Qué imágenes se nos vienen a la cabeza y al cuerpo cuando pensamos en los estereotipos
de género?
Este sistema actúa desde antes de nacer, cuando el/la profesional de la salud comunica el sexo del
embrión, se le elige el nombre (de acuerdo con el abanico de posibilidades asignadas a cada sexo),
la ropa y su color (incluso se utilizan colores específicos que no demarcarían género cuando no se
sabe el sexo). Todas estas pequeñas acciones van conformando estereotipos sobre cómo debe ser
un varón y cómo debe ser una mujer. Y estos estereotipos de género muchas veces son el
fundamento para decorar las habitaciones de los hijos y de las hijas, para elegirles juguetes,
películas o juegos de roles. Estos estereotipos, lejos de terminar en la niñez, se reproducen durante
toda la vida. Por ejemplo, el entrenamiento en fuerza y resistencia que reciben los varones durante
Estas prácticas están tan fuertemente instaladas que muchas veces son consideradas como
naturales. Por ello, a este proceso en el que se asimilan las categorías de género y sexo se lo
denomina “naturalización”.
A partir de estas categorías podemos comprender mejor por qué no siempre son bien vistos tanto la
chica a la que le gusta jugar a la pelota como el chico que prefiere la lectura a la carrera de autos o
que elige dejarse el pelo más largo que el resto de sus compañeros. Este chico y esta chica eligen
algunas opciones que no se corresponden con lo que se espera de alguien “por ser varón” o “por
ser mujer”. Esta particular manera de presentarnos ante los demás se denomina expresión de
género. Todas las personas tenemos una forma de expresar cómo vivimos el género que es
independiente de la orientación sexual y la identidad de género.
Expresión de género: este concepto hace referencia a cómo cada persona manifiesta el
género. Puede incluir la forma de hablar, las modificaciones corporales, el modo de
vestirse, el comportamiento personal, entre otros aspectos. La expresión de género es
independiente de la orientación sexual y la identidad de género.
En esta clase vimos que, durante siglos, fuimos socializados/as como varones y mujeres y
educados/as siguiendo unos modelos de masculinidad y de feminidad pensados como
pertenecientes a un “orden natural”. De este modo, aprendimos que, en razón del sexo asignado al
nacer, se ha definido de manera binaria que los varones debían ser fuertes, audaces y valientes y las
mujeres, frágiles, tímidas y temerosas. Ese repertorio de cualidades para unos y otras era diferente
y opuesto; así, de los varones se esperaba que tuvieran la capacidad para dirigir, mandar y gobernar,
y de las mujeres, la disposición para obedecer, acompañar y atender y cuidar a las demás personas.
Pensando en las escuelas en las que trabajan, y teniendo en cuenta lo visto a lo largo de
clase sobre los conceptos sexo, género y expresión de género: ¿qué procedimientos o
normativas (que se encuentren escritas o se sostengan por medio de la costumbre) dan
cuenta de lo permitido y lo no permitido en la escuela? ¿Esos procederes, actitudes y
normas son iguales para todas las personas más allá de su identidad de género y
orientación sexual?
Las diferencias sexuales están atravesadas por relaciones de poder que se sostienen desde distintas
instituciones, a través de prejuicios y estereotipos sobre lo masculino y lo femenino. Reflexionar
acerca de este proceso nos permite afirmar que existen muchas maneras de vivenciar la identidad y
que cada persona tiene un modo particular y único de expresar su género. Es importante remarcar
nuevamente que la asignación del sexo y del género se producen al nacer y de manera
independiente a la vivencia interna de las personas, porque es un primer paso para comprender
algunas de las violencias que atraviesan las personas cuando su experiencia se corre de esta
asignación y de las expectativas de género. Es importante que podamos acompañar estas
trayectorias desde un marco de derechos y respeto. Sabemos que la escuela puede constituirse en
un ámbito privilegiado para esto.
En esta primera clase pudimos ver que las categorías de sexo y género son importantes para
comprender cómo las sociedades y las culturas les van dando significado a las relaciones sociales,
los afectos, el deseo, las emociones, los mandatos respecto al cuerpo, los roles dentro de la
sociedad. Y de qué manera estas diferencias se han ido transformando en desigualdades sostenidas
por prejuicios y estereotipos sobre lo masculino y lo femenino. Es fundamental comprender estas
nociones para poder profundizar nuestra mirada y abordaje integral de la sexualidad en la escuela.
Compartimos en el FORO
1-Para ir conociéndonos, les pedimos que nos cuenten un poco sobre ustedes. Les proponemos que
incluyan su nombre (o como elijan presentarse), dónde viven, en qué nivel trabajan, qué tareas
desarrollan. Y, en pocas palabras, digan cuáles son sus expectativas para este curso.
2- Luego de la lectura de la clase 1, les pedimos que lean las siguientes escenas, elijan una de las
situaciones y respondan a cada uno de los puntos solicitados
Situación A
Estaba en una reunión con docentes de la escuela secundaria donde trabajo. Quizás no recuerdo las
palabras exactas que utilizó aquella profesora pero sí sus intenciones y su rostro. Fue ella quien
comentó durante un recreo de la reunión: “No puedo entender ni tolerar cómo se les permite a los
chicos venir así a la escuela. Están cruzando límites y son situaciones que antes no ocurrían. Ya no
sólo usan un arito, ¡tienen el pelo atado y las uñas pintadas!” Y como si no hubiese bastado con lo
anterior, agregó: “Mirá Leandro… sus gestos” –movía las manos de manera burlona, mientras se
reía–, “su forma de hablar. No caben dudas. ¡Seguro que es gay! ”.
Situación B
Estamos algunas maestras, y un profesor curricular que entra comenta que vio a Nadia, una de
nuestras alumnas, y a su papá en la juguetería de enfrente. Luego, continúa el relato:
-Estaba ahí buscando algo para mi sobrina y de repente escucho que Nadia, la que está en 3°grado,
quiere una pelotita, pero ¿saben de qué color? Celeste. Y en eso escucho que el padre le dice:
"¿Celeste? ¿Por qué no te elegís una fucsia, mejor?"
-Ah, esa nena... ¿Viste que es medio machona, no? -dice una maestra.
-Sí, sí. No sabés la cara del padre -comenta el profesor-. Yo pregunto, esa piba, ¿no puede hacer otra
cosa en los recreos? Siempre quiere jugar al fútbol con los varones…
Nos leemos!
● Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad. Argentina. Guia para una comunicación con
perspectiva de género. Disponible en:
https://aulainfod.infd.edu.ar/archivos/repositorio//7750/7764/Curso_48-Guia_comunicacio
n_perspectiva__genero.pdf
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