Fisioterapia en El Adulto Critico Con Sdra Por Covid
Fisioterapia en El Adulto Critico Con Sdra Por Covid
Fisioterapia en El Adulto Critico Con Sdra Por Covid
Introducción
La Fisioterapia es una profesión liberal del área de la salud caracterizada por el ejercicio
autónomo el cual se sustenta en sólidos conocimientos científico-tecnológicos y en la
apropiación óptima de una dimensión ética adquirida a lo largo de la formación y el
ejercicio profesional. Además, en la profesión son relevantes: 1. El aporte intelectual que
permite desde elevados procesos mentales proponer teorías y confirmarlas o descartarlas
desde el quehacer teórico/práctico y desde procesos investigativos rigurosos; 2. El
conocimiento derivado de la confrontación cotidiana entre la plataforma conceptual y la
realidad, desde la cual se estimula la abstracción, cualidad formal propia del pensamiento
científico; y 3. La técnica comprendida y manejada de manera idónea y, perfeccionada
por los continuos retos profesionales; existe además una fuerte conciencia de grupo que
permite fortalecer colectivamente todas las dimensiones y dominios fisioterapéuticos.
Estos elementos permiten determinar un cimiento lógico para la construcción de uno de
los pilares más importantes de la práctica profesional: el diagnóstico fisioterapéutico,
elemento incluido en el modelo de gestión de la Fisioterapia, en el que se integran cinco
piezas clave para maximizar los resultados en el paciente: examinación, evaluación,
diagnóstico, pronóstico, e intervención (figura 1). Este modelo de gestión sirve de marco
para la toma de decisiones clínicas y provee a los fisioterapeutas de un lenguaje común
para describir y ejercer la práctica clínica. Los pasos del modelo se desarrollan de manera
secuencial comenzando por el examen y terminado en la intervención, después de la cual
se realiza un proceso de reexaminación para reiniciar la secuencia o interrumpirla si se
han alcanzado los objetivos del Proyecto Terapéutico (alta) o si se produce la interrupción
por diversas causas (figura 2).
Podría asumirse que, el paciente con SDRA por COVID-19 que ingresa a la UCI proviene de
uno de los siguientes tres escenarios: 1. Paciente admitido a institución de salud con
franco cuadro de insuficiencia respiratoria aguda hipoxemica (IRA Tipo 1), y requiere
ingreso inmediato a UCI para soporte ventilatorio, 2. Paciente remitido de salas de
urgencias u hospitalización, en las que se detecta progresión del cuadro hacia la falla
ventilatoria, por hipoxemia refractaria caracterizada por pobre/nula respuesta a la
oxigenoterapia, 3. Paciente de cualquier origen, con deterioro progresivo de la función
ventilatoria, con factores de riesgo asociados con la insuficiencia respiratoria que
requieren ventilación mecánica: edad avanzada (mayor de 60 años), sexo masculino y,
presencia de comorbilidades subyacentes como diabetes, malignidad, inmunosupresión,
enfermedades cardiovasculares y/o respiratorias crónicas, e hipertensión. (6-9)
Desde el punto de vista de soporte ventilatorio, el SDRA constituye el reto más grande
para el equipo de cuidado respiratorio. El síndrome se tipifica según la clasificación de
Berlín (10) en leve, moderado y severo, lo cual permite mediante escalamiento establecer
pautas de manejo según su gravedad. Así por ejemplo, para el SDRA leve se ha propuesto
la oxigenoterapia convencional; para el moderado el uso de oxigenoterapia con cánula
nasal de alto flujo (CNAF) y ventilación mecánica no invasiva (VNI), mientras que, en el
SDRA severo la utilización de ventilación mecánica (VM) invasiva es imperativa (figura 5).
Figura 5. Escalamiento del soporte del SDRA según gravedad. El valor de la PaO2/FiO2 ≤150
es determinante para iniciar VM Invasiva, a pesar de que éste valor está en el rango de
SDRA moderado
Sin embargo, estas propuestas son controvertidas (excepto la realizada para el SDRA
severo). La terapia con CNAF a pesar de que reduce la necesidad de intubación (15) podría
retardarla, y además, no disminuye la mortalidad (16-18); sin embargo, la reducción en la
necesidad de intubación es un hallazgo importante, particularmente desde la perspectiva
de pandemias como COVID-19, donde los recursos como camas de UCI y ventiladores
pueden convertirse en factores de limitación terapéutica.(8) Los pacientes con
hipercapnia (exacerbación de la enfermedad pulmonar obstructiva, edema pulmonar
cardiogénico), inestabilidad hemodinámica, falla multiorgánica o estado mental anormal
generalmente no deben recibir CNAF. Las pautas basadas en evidencia sobre CNAF no son
contundentes, y los informes sobre su uso en pacientes infectados con otro coronavirus
[Middle East Respiratory Syndrome (MERS)] son limitados (19). No obstante, para los
adultos con COVID-19 e insuficiencia respiratoria hipoxémica aguda a pesar de la
oxigenoterapia convencional, se ha sugerido usar CNAF, incluso sobre la VNI
(recomendación débil, evidencia de baja calidad).(8,20)
Las guías de VNI no recomiendan su uso en la insuficiencia respiratoria hipoxémica (aparte
del edema pulmonar cardiogénico e insuficiencia respiratoria postoperatoria) o
enfermedad viral pandémica (en referencia a previos estudios en SARS e influenza
pandémica) (8) Los riesgos incluyen además de la intubación tardía, la administración de
grandes volúmenes corrientes y presiones transpulmonares perjudiciales(5) lo que puede
gatillar lesión pulmonar autoinflingida (21). Los datos limitados sugieren una alta tasa de
fracaso en pacientes con otras infecciones virales como MERS-CoV que reciben VNI. (19)
Cuatro situaciones conexas con la ventilación mecánica deben ser tenidas en cuenta por el
fisioterapeuta: 1. El uso de elementos de protección personal (EPP), 2. La humidificación
de los gases inspirados, 3. La minimización de la aerosolización de los gases espirados y, 4.
La aspiración de secreciones.
El uso de EPP es obligatorio por razones de bioseguridad a lo que se debe agregar una
serie de elementos de infraestructura para garantizar la integridad del personal. Sin
embargo, esta última condición puede resultar difícil sobre todo en países con sistemas de
salud apenas básicos. Los EPP requeridos son: guantes, bata de manga larga, protección
para ojos, tapabocas N95 o equivalente, cubierta para el cabello para procedimientos que
generen aerosoles, y zapatos impermeables a los líquidos y que puedan limpiarse. Los
elementos de infraestructura “ideales” son: salas individuales con ventilación adecuada
preferiblemente con presión negativa que permita 12 cambios/hora a 160L/seg (figura 6).
La humidificación de los gases inspirados debe proveerse en los sistemas de circuito doble
con intercambiadores de calor y humedad (HME) que pueden optimizar su eficiencia si
son electrostáticos (HMEF), estos se ubican parte distal de la línea inspiratoria entre la
pieza en “Y” y el tubo endotraqueal, y la humidificación activa debe ser eliminada. Para la
minimización de la aerosolización debe ubicarse un filtro de alta eficiencia para partículas
aéreas (HEPA) en la punta proximal de la línea espiratoria (figura 7). Para los sistemas de
circuito simple se ubica el HME o HMEF en el codo distal y el HEPA en la válvula espiratoria
(figura 7).
Figura 7. Ubicación del HME, HMEF y HEPA
Es probable que la autonomía haya sido el logro más importante de la Fisioterapia en los
últimos 50 años. Tal cualidad permite el ejercicio profesional atendiendo preceptos,
teorías, experiencias y evidencias propias; posibilita el uso de instrumentos y sistemas de
medición construidos para la examinación/evaluación, los cuales han sido avalados por
diversos grupos de trabajo y validados universalmente. El modelo de atención de la
Fisioterapia permite –e incluso promueve- la utilización de elementos de disciplinas y
profesiones afines para nutrir el proceso de recolección de información para el análisis
crítico que permite la formulación del diagnóstico fisioterapéutico (DF), concepto vital de
la práctica autónoma; así por ejemplo, el diagnóstico médico es un insumo fundamental y
de primera línea para el DF y sirve además para definir líneas de conducta que si bien son
autónomas, son parte de las propuestas del equipo de trabajo que en últimas busca un
objetivo común: en unos casos la recuperación del paciente, en otros la rehabilitación, y
por qué no, en otros el cuidado paliativo.
El paciente con diagnóstico médico de SDRA por COVID-19, tiene un DF genérico según la
Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF) de:
“deficiencia grave en la estructura y las funciones del sistema respiratorio que produce
limitación extrema del intercambio gaseoso. Limitación de moderada a grave para el
desarrollo de actividades y restricción completa para la participación. Se conforma con
los datos obtenidos un contexto de discapacidad transitoria”. Desde la perspectiva de la
American Physical Therapy Association (APTA) el DF corresponde al patrón de práctica F:
Deficiencia en la ventilación, respiración, e intercambio de gases con falla respiratoria.
(29) Es obvio que estos diagnósticos genéricos se modifican después de finalizado el
proceso evaluativo, porque usualmente la valoración identifica afectación de otros
dominios.
Examinación/evaluación
Sin embargo, es notable que la evaluación convencional que arropa los equipos sanitarios
confiere universalidad a la evaluación y a la determinación de las limitaciones y barreras
para los actos terapéuticos. En este orden de ideas, varios aspectos deben ser evaluados.
Las mediciones que determinan la evaluación de la capacidad aérobica deben incluir datos
de fácil obtención, (SpO2, PaO2, presión arterial-PA, presión arterial media-PAM), y otros
de fácil comprobación con un cronómetro (frecuencia respiratoria y cardiaca) o con datos
de historia (por ejemplo, infarto de miocardio o arritmias). No se recurre a instrumentos y
test complejos excepto –tal vez- el puntaje de la escala de Borg. Luego se evalúan la
ventilación, el intercambio gaseoso, y la respiración, teniendo como insumos los gases
sanguíneos (arteriales y venosos), la semiología del tórax y las medidas básicas de
mecánica ventilatoria. Seguidamente se procede al registro de la evaluación músculo
esquelética, la cual incluye los datos de presión inspiratoria y espiratoria máximas que
reflejan la fuerza de los músculos de la respiración (requieren como instrumento el
manovacuómetro); y los resultados del test de fuerza muscular (el instrumento puede ser
el MRC o el handgrip). Sigue el registro de la evaluación neuromuscular, nutrida por tres
instrumentos, escala de coma de Glasgow, escala de Ashworth modificada y escala de
sedación de Rass. Luego se realiza la evaluación integumentaria (en esta es importante
registrar la presencia de tubos de drenaje torácico y el estado de la piel en los sitios de
fijación del tubo endotraqueal o el estado en los sitios de contacto con sistemas de
oxigenoterapia), es relevante evaluar acuciosamente las zonas de presión cuando el
paciente se ventila en decúbito prono. Puede utilizarse una escala para evaluar el riesgo
de aparición de úlcera por presión (escala de Norton). La evaluación de actividades y
participación, se realiza simplificando estas a lo más relevante, para lo que se realiza el
registro de la existencia o no de limitaciones en actividades de la vida diaria (AVD) y
actividades básicas cotidianas (ABC); no obstante, existen escalas de medición de este
ítem (como el índice de Barthel), pero no son funcionales en UCI. Finalmente, con base en
todo el proceso evaluativo descrito, se formula el diagnóstico fisioterapéutico.(46) Un
aspecto de importancia crucial, es que a partir de una evaluación acuciosa, se determinan
las barreras, y contraindicaciones de la intervención.
Barreras y contraindicaciones para la intervención fisioterapéutica en SDRA por COVID-
19
CONCLUSIONES
El SDRA por COVID-19 plantea nuevos retos en la práctica fisioterapéutica. Por tratarse de
SDRA hay una buena parte de camino recorrido en su abordaje, pero por ser el COVID-19
un grave y muy contagioso proceso viral originó una serie de preocupaciones válidas
relacionadas con el uso de EPP y medidas de bioseguridad. En la práctica, todos los
profesionales de la salud han recibido información y formación sobre las conductas de
protección, las que no deberían ser novedosas, puesto que, deberían ser utilizadas en
todos los actos terapéuticos sin excepción. Sin embargo, el conocimiento actual de la
dispersión de aerosoles, de la contaminación por contacto, y de la letalidad del cuadro,
entre otros, ha generado un afán de adquisición de conductas protectoras, esta vez
dirigidas no solo al paciente, sino al personal sanitario y a la comunidad en general.
La Fisioterapia juega un rol sustantivo en el manejo del SDRA por COVID-19. Los dominios
de actuación de la profesión permiten el manejo integral del cuadro. Los procesos de
elaboración juiciosa de planes de tratamiento basados en el diagnóstico fisioterapéutico,
sustentado este, en la autonomía, han fortalecido la praxis profesional alejándola del
pragmatismo reduccionista que suele acompañar los procesos que se mecanizan por la
cotidianidad. Es el momento de consolidar la profesión utilizando el razonamiento clínico
que permitirá comprender el estado real de los procesos patológicos y su justo manejo,
orientado a mejorar la calidad de vida de los pacientes a través de procesos de
recuperación y rehabilitación válidos, juiciosos y humanizados.
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