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Fisioterapia en El Adulto Critico Con Sdra Por Covid

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FISIOTERAPIA EN EL ADULTO CRÍTICO CON SDRA POR COVID-19

William Cristancho Gómez

Introducción

La Fisioterapia es una profesión liberal del área de la salud caracterizada por el ejercicio
autónomo el cual se sustenta en sólidos conocimientos científico-tecnológicos y en la
apropiación óptima de una dimensión ética adquirida a lo largo de la formación y el
ejercicio profesional. Además, en la profesión son relevantes: 1. El aporte intelectual que
permite desde elevados procesos mentales proponer teorías y confirmarlas o descartarlas
desde el quehacer teórico/práctico y desde procesos investigativos rigurosos; 2. El
conocimiento derivado de la confrontación cotidiana entre la plataforma conceptual y la
realidad, desde la cual se estimula la abstracción, cualidad formal propia del pensamiento
científico; y 3. La técnica comprendida y manejada de manera idónea y, perfeccionada
por los continuos retos profesionales; existe además una fuerte conciencia de grupo que
permite fortalecer colectivamente todas las dimensiones y dominios fisioterapéuticos.
Estos elementos permiten determinar un cimiento lógico para la construcción de uno de
los pilares más importantes de la práctica profesional: el diagnóstico fisioterapéutico,
elemento incluido en el modelo de gestión de la Fisioterapia, en el que se integran cinco
piezas clave para maximizar los resultados en el paciente: examinación, evaluación,
diagnóstico, pronóstico, e intervención (figura 1). Este modelo de gestión sirve de marco
para la toma de decisiones clínicas y provee a los fisioterapeutas de un lenguaje común
para describir y ejercer la práctica clínica. Los pasos del modelo se desarrollan de manera
secuencial comenzando por el examen y terminado en la intervención, después de la cual
se realiza un proceso de reexaminación para reiniciar la secuencia o interrumpirla si se
han alcanzado los objetivos del Proyecto Terapéutico (alta) o si se produce la interrupción
por diversas causas (figura 2).

Figura 1. Modelo de gestión de la Fisioterapia


Figura 2. Opciones posteriores a la re-examinación

A diferencia del modelo médico en el que el énfasis principal está en el diagnóstico y el


tratamiento de la enfermedad, el modelo fisioterapéutico cambia el enfoque sobre las
consecuencias funcionales de esta. El modelo examina el impacto de enfermedades
crónicas y agudas sobre el funcionamiento de sistemas orgánicos específicos
(deficiencias), explora el desempeño humano básico (limitaciones funcionales), y
determina el funcionamiento normal de las personas, junto a las expectativas y roles
personales deseados dentro de la sociedad (discapacidad). Así por ejemplo, un paciente
internado en la UCI con diagnóstico médico de SDRA severo por COVID-19, tendrá el
siguiente diagnóstico fisioterapéutico genérico: “deficiencia grave en la estructura y las
funciones del sistema respiratorio que produce limitación extrema del intercambio
gaseoso. Limitación de moderada a grave para el desarrollo de actividades y restricción
completa para la participación. Se conforma con los datos obtenidos un contexto de
discapacidad transitoria”. Entonces, los fisioterapeutas evalúan las relaciones entre las
deficiencias, limitaciones funcionales y discapacidades con el fin de clasificar a los
pacientes, desarrollar un pronóstico, y determinar las intervenciones directas para
remediar las limitaciones funcionales. Estas acciones terapéuticas se realizan sobre los
dominios de intervención de la Fisioterapia identificados por la World Confederation for
Physical Therapy (WCPT), los cuales han sido clásicos dentro de la práctica de la profesión
(figura 3). En este orden de ideas, los resultados de la intervención de Fisioterapia se
evalúan en función de: 1. La solución de las limitaciones funcionales y la discapacidad, 2.
La optimización de la satisfacción del paciente, y 3. La prevención, ya sea primaria o
secundaria.

Figura 3. Los cuatro dominios clásicos de intervención de la Fisioterapia

INTERVENCIÓN FISIOTERAPÉUTICA EN EL DOMINIO CARDIO-RESPIRATORIO EN SDRA


POR COVID-19

El Síndrome Respiratorio Agudo Severo del Coronavirus 2 (SARS-CoV2) (1-3) conocido


como enfermedad de coronavirus 2019 (COVID-19) es una entidad infecciosa reportada en
diciembre de 2019, fecha desde la que múltiples publicaciones han coincidido en la
caracterización, estratificación y propuestas de manejo. (1-4) Por tratarse esencial pero no
exclusivamente de un proceso mórbido con afectación respiratoria se ha establecido una
clasificación dependiente de la progresión del cuadro, en: enfermedad leve, neumonía,
neumonía severa, SDRA (leve, moderado o severo), sepsis y, choque séptico (5), lo que
permite establecer y optimizar la admisión, el tratamiento, y la derivación a salas de
mayor complejidad (UCI) (Figura 4).
Figura 4. Esquema de la progresión de la enfermedad por COVID-19.

Podría asumirse que, el paciente con SDRA por COVID-19 que ingresa a la UCI proviene de
uno de los siguientes tres escenarios: 1. Paciente admitido a institución de salud con
franco cuadro de insuficiencia respiratoria aguda hipoxemica (IRA Tipo 1), y requiere
ingreso inmediato a UCI para soporte ventilatorio, 2. Paciente remitido de salas de
urgencias u hospitalización, en las que se detecta progresión del cuadro hacia la falla
ventilatoria, por hipoxemia refractaria caracterizada por pobre/nula respuesta a la
oxigenoterapia, 3. Paciente de cualquier origen, con deterioro progresivo de la función
ventilatoria, con factores de riesgo asociados con la insuficiencia respiratoria que
requieren ventilación mecánica: edad avanzada (mayor de 60 años), sexo masculino y,
presencia de comorbilidades subyacentes como diabetes, malignidad, inmunosupresión,
enfermedades cardiovasculares y/o respiratorias crónicas, e hipertensión. (6-9)

Desde el punto de vista de soporte ventilatorio, el SDRA constituye el reto más grande
para el equipo de cuidado respiratorio. El síndrome se tipifica según la clasificación de
Berlín (10) en leve, moderado y severo, lo cual permite mediante escalamiento establecer
pautas de manejo según su gravedad. Así por ejemplo, para el SDRA leve se ha propuesto
la oxigenoterapia convencional; para el moderado el uso de oxigenoterapia con cánula
nasal de alto flujo (CNAF) y ventilación mecánica no invasiva (VNI), mientras que, en el
SDRA severo la utilización de ventilación mecánica (VM) invasiva es imperativa (figura 5).
Figura 5. Escalamiento del soporte del SDRA según gravedad. El valor de la PaO2/FiO2 ≤150
es determinante para iniciar VM Invasiva, a pesar de que éste valor está en el rango de
SDRA moderado

Sin embargo, estas propuestas son controvertidas (excepto la realizada para el SDRA
severo). La terapia con CNAF a pesar de que reduce la necesidad de intubación (15) podría
retardarla, y además, no disminuye la mortalidad (16-18); sin embargo, la reducción en la
necesidad de intubación es un hallazgo importante, particularmente desde la perspectiva
de pandemias como COVID-19, donde los recursos como camas de UCI y ventiladores
pueden convertirse en factores de limitación terapéutica.(8) Los pacientes con
hipercapnia (exacerbación de la enfermedad pulmonar obstructiva, edema pulmonar
cardiogénico), inestabilidad hemodinámica, falla multiorgánica o estado mental anormal
generalmente no deben recibir CNAF. Las pautas basadas en evidencia sobre CNAF no son
contundentes, y los informes sobre su uso en pacientes infectados con otro coronavirus
[Middle East Respiratory Syndrome (MERS)] son limitados (19). No obstante, para los
adultos con COVID-19 e insuficiencia respiratoria hipoxémica aguda a pesar de la
oxigenoterapia convencional, se ha sugerido usar CNAF, incluso sobre la VNI
(recomendación débil, evidencia de baja calidad).(8,20)
Las guías de VNI no recomiendan su uso en la insuficiencia respiratoria hipoxémica (aparte
del edema pulmonar cardiogénico e insuficiencia respiratoria postoperatoria) o
enfermedad viral pandémica (en referencia a previos estudios en SARS e influenza
pandémica) (8) Los riesgos incluyen además de la intubación tardía, la administración de
grandes volúmenes corrientes y presiones transpulmonares perjudiciales(5) lo que puede
gatillar lesión pulmonar autoinflingida (21). Los datos limitados sugieren una alta tasa de
fracaso en pacientes con otras infecciones virales como MERS-CoV que reciben VNI. (19)

La VM invasiva es el último escalón de soporte. Por tratarse de un SDRA debe manejarse


como tal independientemente de su etiología, es decir con la estrategia de “Ventilación
protectora” (22), utilizando un VT de hasta 6 mL/kg (que eventualmente puede ascender a
8 mL/kg), presión plateau por debajo de 30 cmH2O, driving pressure bajo 15 cmH2O, PEEP
alto (usualmente sobre 10 cmH2O). Los demás parámetros de inicio (FR, TI. TE, I:E, Rise
Time, etc.), se programan teniendo en cuenta la singularidad de cada paciente. La
ventilación en prono está indicada en hipoxemia refractaria, implementándola por
periodos de mínimo 16 horas.(4,20) Se sugiere el uso de maniobras de reclutamiento
pulmonar (de 40 cm H2O durante 40 segundos), en lugar de no usar maniobras de
reclutamiento (recomendación débil), y no se recomienda usar maniobras de
escalamiento (PEEP incremental) (recomendación fuerte). (23)

La oxigenación con membrana extracorpórea (ECMO) es limitada. En el ensayo EOLIA, el


uso temprano de ECMO no mejoró significativamente la mortalidad a los 60 días en
pacientes con SDRA grave (24), pero cuando se usa como modalidad de rescate, ECMO
podría ayudar a mejorar la supervivencia (25). Como antecedente, en pacientes con
infección por un tipo de coronavirus (MERS-CoV), la ECMO versus el tratamiento
convencional se asoció con una reducción de la mortalidad en un estudio de cohorte (26).
ECMO solo debe ofrecerse en centros expertos con un volumen de casos suficiente para
mantener la experiencia y que puedan aplicar las medidas de prevención y control de
infecciones requeridas para pacientes adultos y pediátricos con COVID-19 (27,28).

Cuatro situaciones conexas con la ventilación mecánica deben ser tenidas en cuenta por el
fisioterapeuta: 1. El uso de elementos de protección personal (EPP), 2. La humidificación
de los gases inspirados, 3. La minimización de la aerosolización de los gases espirados y, 4.
La aspiración de secreciones.

El uso de EPP es obligatorio por razones de bioseguridad a lo que se debe agregar una
serie de elementos de infraestructura para garantizar la integridad del personal. Sin
embargo, esta última condición puede resultar difícil sobre todo en países con sistemas de
salud apenas básicos. Los EPP requeridos son: guantes, bata de manga larga, protección
para ojos, tapabocas N95 o equivalente, cubierta para el cabello para procedimientos que
generen aerosoles, y zapatos impermeables a los líquidos y que puedan limpiarse. Los
elementos de infraestructura “ideales” son: salas individuales con ventilación adecuada
preferiblemente con presión negativa que permita 12 cambios/hora a 160L/seg (figura 6).

Figura 6. Condiciones requeridas para garantizar la adecuada bioseguridad durante la


intervención fisioterapéutica.

La humidificación de los gases inspirados debe proveerse en los sistemas de circuito doble
con intercambiadores de calor y humedad (HME) que pueden optimizar su eficiencia si
son electrostáticos (HMEF), estos se ubican parte distal de la línea inspiratoria entre la
pieza en “Y” y el tubo endotraqueal, y la humidificación activa debe ser eliminada. Para la
minimización de la aerosolización debe ubicarse un filtro de alta eficiencia para partículas
aéreas (HEPA) en la punta proximal de la línea espiratoria (figura 7). Para los sistemas de
circuito simple se ubica el HME o HMEF en el codo distal y el HEPA en la válvula espiratoria
(figura 7).
Figura 7. Ubicación del HME, HMEF y HEPA

Para la aspiración de secreciones se recomienda utilizar sistemas cerrados de succión, los


que además de minimizar la pérdida de PEEP durante la succión, minimizan la dispersión e
aerosoles (figura 8). (5)

Figura 8. Sistema cerrado de succión

INTERVENCIÓN FISIOTERAPÉUTICA EN EL DOMINIO NEURO-MÚSCULO-ESQUELÉTICO

Es probable que la autonomía haya sido el logro más importante de la Fisioterapia en los
últimos 50 años. Tal cualidad permite el ejercicio profesional atendiendo preceptos,
teorías, experiencias y evidencias propias; posibilita el uso de instrumentos y sistemas de
medición construidos para la examinación/evaluación, los cuales han sido avalados por
diversos grupos de trabajo y validados universalmente. El modelo de atención de la
Fisioterapia permite –e incluso promueve- la utilización de elementos de disciplinas y
profesiones afines para nutrir el proceso de recolección de información para el análisis
crítico que permite la formulación del diagnóstico fisioterapéutico (DF), concepto vital de
la práctica autónoma; así por ejemplo, el diagnóstico médico es un insumo fundamental y
de primera línea para el DF y sirve además para definir líneas de conducta que si bien son
autónomas, son parte de las propuestas del equipo de trabajo que en últimas busca un
objetivo común: en unos casos la recuperación del paciente, en otros la rehabilitación, y
por qué no, en otros el cuidado paliativo.

El paciente con diagnóstico médico de SDRA por COVID-19, tiene un DF genérico según la
Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF) de:
“deficiencia grave en la estructura y las funciones del sistema respiratorio que produce
limitación extrema del intercambio gaseoso. Limitación de moderada a grave para el
desarrollo de actividades y restricción completa para la participación. Se conforma con
los datos obtenidos un contexto de discapacidad transitoria”. Desde la perspectiva de la
American Physical Therapy Association (APTA) el DF corresponde al patrón de práctica F:
Deficiencia en la ventilación, respiración, e intercambio de gases con falla respiratoria.
(29) Es obvio que estos diagnósticos genéricos se modifican después de finalizado el
proceso evaluativo, porque usualmente la valoración identifica afectación de otros
dominios.

En este orden de ideas, el DF permite la elaboración y ejecución de un plan de


intervención autónomo, es decir independiente, que se aplicará una vez se surta el
proceso de examinación/evaluación, el cual tiene en cuenta, por supuesto, las
limitaciones, barreras y contraindicaciones para su ejecución. No es válido eludir o evadir
la intervención con el argumento de “falta de experiencia” puesto que, la formación
profesional óptima permite actuar con la fuerza de los conocimientos y argumentos
propios de la profesión, es decir, se reitera el concepto de autonomía. En el contexto
presente, siempre habrá que tener en cuenta que, una vez superada la fase inicial de
intubación y estabilización clínica, los pacientes con COVID-19 se comportarán como
habituales pacientes críticos intubados, en este caso, como SDRA, (30,31) por lo que, un
fisioterapeuta de UCI, tendrá los conocimientos y experticia requeridos para el manejo del
SDRA en todos los dominios de actuación siempre y cuando actúe con un justo
razonamiento clínico de tipo hipotético deductivo.
Según Thomas, et al., (32) la intervención fisioterapéutica en fase aguda del COVID-19 se
limita al manejo y control del soporte ventilatorio, y por supuesto, al mantenimiento de la
permeabilidad e la vía aérea, pero en el marco de la Fisioterapia intensiva, la movilización
y el ejercicio se consideran útiles para cualquier paciente con riesgo significativo de
desarrollar -o con evidencia- de limitaciones funcionales significativas, es decir, pacientes
frágiles o que tienen múltiples comorbilidades que afectan su independencia y, pacientes
de la UCI con deterioro funcional significativo y/o en riesgo de debilidad adquirida en la
UCI. Zhonghua, et al.,(30) proponen al cobertura fisioterapéutica en tres áreas: 1. Manejo
de la respiración, 2. Manejo Postural y, 3. Actividades de movilización temprana.

Los pacientes con SDRA a menudo desarrollan disfunción diafragmática y músculo


esquelética severa de las extremidades. La función muscular alterada en el SDRA se asocia
con una mayor mortalidad, mayor duración de la ventilación mecánica y discapacidad
funcional en los sobrevivientes. Para atenuar la debilidad muscular de fase temprana y de
fase tardía en el SDRA, la movilización temprana (incluso movimiento pasivo) sigue siendo
la mejor terapia disponible. (33) La movilización temprana de pacientes en la UCI, se ha
establecido como una estrategia basada en la evidencia para reducir el
desacondicionamiento y la disfunción tan comúnmente vistos en sobrevivientes de
enfermedades críticas. Para que esta estrategia sea exitosa, es importante la atención
continua para minimizar el uso de sedación. Además, los proveedores de atención en la
UCI deben reconocer la importancia de un modelo de atención multidisciplinaria para
optimizar la eficacia de la movilización temprana.(34)

El meta análisis de Zang, et al., de 15 estudios (1.941 pacientes) encontró que la


movilización temprana reduce la incidencia de la debilidad muscular adquirida en UCI,
acorta duración de la estancia tanto en UCI como en hospitalización, mejora puntajes del
índice Medical Research Council (MRC) y Barthel y previene la aparición de trombosis
venosa, neumonía bacteriana asociada al ventilador y úlceras por presión; sin embargo, no
se demostró mejoría en la mortalidad ni en días libres de VM. (35)

Cuándo iniciar la Fisioterapia en SDRA por COVID-19

En el paciente con COVID-19 se fomenta la movilización temprana en el curso de la


enfermedad cuando sea seguro hacerlo; la prescripción de esta y del ejercicio debe
implicar una consideración cuidadosa del estado del paciente (presentación clínica estable
con función respiratoria y hemodinámica estable) (5). La fisioterapia se inicia cuando se
cumplan varias condiciones (Cuadro 1): (30,31)
Cuadro 1. Cuándo iniciar la fisioterapia en SDRA por COVID-19
1. FiO2 ≤ 60%. (0.6). 10. No hay signos de shock con acidosis láctica
2. SpO2 ≥ 90%. concomitante ≥ 4 mmol / L
3. FR: ≤ 40 respiraciones / min. 11. No hay nueva trombosis venosa profunda
4. PEEP ≤ 10 cmH2O. inestable y embolia pulmonar.
5. Vías aéreas permeables. 12. Sin sospecha de constricción aórtica.
6. Presión arterial sistólica (PAS) ≥ 90 mmHg 13. No hay enfermedad hepática y renal grave
y ≤ 180 mmHg. o daño nuevo y progresivo a la función
7. Presión arterial media (PAM) ≥ 65 mmHg y hepática y renal.
≤ 110 mmHg. 14. Temperatura corporal ≤ 38.5 ° C.
8. FC: ≥ 40 BPM y 120 ≤ BPM 15. RASS -2 a +2
9. No hay nuevas arritmias ni isquemia 16. Presión intracraneal <20 cmH2O
miocárdica.

El bloqueo neuromuscular (BNM) ha sido asociado a debilidad muscular adquirida en


UCI.(36,37) En el COVID-19 se ha considerado el uso de BNM cuando se presenta una
significativa disincronía paciente/ventilador a pesar de la sedación (38); también cuando a
pesar de la sedación no se puede lograr de manera confiable la limitación del volumen
corriente; o cuando se presenten hipoxemia o hipercapnia refractarias (5). Un ensayo
encontró que esta estrategia mejoró la supervivencia en pacientes adultos con SDRA grave
(PaO2/FiO2 <150) sin causar debilidad significativa (39), pero los resultados de un ensayo
reciente más grande encontraron que el uso del bloqueo neuromuscular con una
estrategia de PEEP alta no se asoció con un beneficio de supervivencia en comparación
con una estrategia de sedación ligera sin bloqueo neuromuscular (40). En contraste, un
meta análisis reciente respaldó el uso de BNM en pacientes con SDRA de moderado a
severo porque se encontró reducción de la mortalidad en la UCI y en la incidencia de
barotrauma; sin embargo, debe usarse con precaución, ya que puede aumentar el riesgo
de debilidad adquirida en la UCI.(41)

Si se utiliza BNM, debería implementarse fisioterapia temprana debido a la evidencia de


efectos beneficiosos sobre la fuerza muscular, la función física y la calidad de vida. (42) La
movilización temprana puede ser una medida efectiva para reducir la debilidad
adquirida.(43)

Examinación/evaluación

La tendencia a estandarizar los instrumentos, escalas y test en la práctica de la Fisioterapia


ha sido motivada en parte por el reconocimiento de que los objetivos evaluativos no sólo
deben estar orientados a la identificación de las deficiencias medidas en función de
estructuras y funciones corporales, sino también en función de la ejecución de actividades
y participación en diferentes ámbitos de la vida diaria.
Es recomendable realizar la evaluación y el seguimiento de la intervención a través de un
instrumento específico de la Fisioterapia. Existen muchos, pero tal vez, el PERME
Score,(44) que permite evaluar el estado de movilidad de los pacientes en la UCI en un
momento específico en el tiempo, satisface las necesidades de la práctica fisioterapéutica,
puesto que, éste evalúa estado mental, barreras potenciales para la movilidad, fuerza
funcional, movilidad en cama, transferencias, marcha y resistencia. Además, ya ha sido
objeto de traducción y adaptación cultural al idioma español.(45)

Sin embargo, es notable que la evaluación convencional que arropa los equipos sanitarios
confiere universalidad a la evaluación y a la determinación de las limitaciones y barreras
para los actos terapéuticos. En este orden de ideas, varios aspectos deben ser evaluados.
Las mediciones que determinan la evaluación de la capacidad aérobica deben incluir datos
de fácil obtención, (SpO2, PaO2, presión arterial-PA, presión arterial media-PAM), y otros
de fácil comprobación con un cronómetro (frecuencia respiratoria y cardiaca) o con datos
de historia (por ejemplo, infarto de miocardio o arritmias). No se recurre a instrumentos y
test complejos excepto –tal vez- el puntaje de la escala de Borg. Luego se evalúan la
ventilación, el intercambio gaseoso, y la respiración, teniendo como insumos los gases
sanguíneos (arteriales y venosos), la semiología del tórax y las medidas básicas de
mecánica ventilatoria. Seguidamente se procede al registro de la evaluación músculo
esquelética, la cual incluye los datos de presión inspiratoria y espiratoria máximas que
reflejan la fuerza de los músculos de la respiración (requieren como instrumento el
manovacuómetro); y los resultados del test de fuerza muscular (el instrumento puede ser
el MRC o el handgrip). Sigue el registro de la evaluación neuromuscular, nutrida por tres
instrumentos, escala de coma de Glasgow, escala de Ashworth modificada y escala de
sedación de Rass. Luego se realiza la evaluación integumentaria (en esta es importante
registrar la presencia de tubos de drenaje torácico y el estado de la piel en los sitios de
fijación del tubo endotraqueal o el estado en los sitios de contacto con sistemas de
oxigenoterapia), es relevante evaluar acuciosamente las zonas de presión cuando el
paciente se ventila en decúbito prono. Puede utilizarse una escala para evaluar el riesgo
de aparición de úlcera por presión (escala de Norton). La evaluación de actividades y
participación, se realiza simplificando estas a lo más relevante, para lo que se realiza el
registro de la existencia o no de limitaciones en actividades de la vida diaria (AVD) y
actividades básicas cotidianas (ABC); no obstante, existen escalas de medición de este
ítem (como el índice de Barthel), pero no son funcionales en UCI. Finalmente, con base en
todo el proceso evaluativo descrito, se formula el diagnóstico fisioterapéutico.(46) Un
aspecto de importancia crucial, es que a partir de una evaluación acuciosa, se determinan
las barreras, y contraindicaciones de la intervención.
Barreras y contraindicaciones para la intervención fisioterapéutica en SDRA por COVID-
19

La movilización temprana es segura y viable. (47-50) Sin embargo, muchos pacientes de


UCI permanecen inmovilizados durante largos períodos de tiempo, (51-53) probablemente
por la aparición de barreras que impiden el acto terapéutico, (54,55) las cuales
comprenden cuatro categorías (Cuadro 2): 1. Barreras relacionadas con el paciente; 2.
Barreras estructurales, incluidos los recursos humanos y técnicos; 3. Barreras relacionadas
con la cultura de la UCI, incluidos los hábitos, actitudes y contexto dentro de las UCI e
instituciones (por ejemplo, la moral del personal); y 4. Barreras relacionadas con el
proceso, incluyendo cómo se prestan servicios y el funcionamiento del personal

Cuadro 2. Barreras que impiden la intervención


Barreras relacionadas con el paciente Barreras estructurales
Alta gravedad de la enfermedad, pacientes Personal limitado, limitaciones de tiempo
"demasiado enfermos" o "demasiado bien” Falta de programa / protocolo de movilidad
Inestabilidad hemodinámica, arritmias temprana
Inestabilidad/distres respiratorio Inadecuada capacitación del personal
Asincronía paciente/ventilador Equipo limitado
Dolor Alta temprana (antes de la movilización)
Pobre estado nutricional
Índice de masa corporal, IMC ≥30
Nueva inmovilidad/debilidad
Delirium/agitación
Rechazo del paciente, falta de motivación
Ansiedad
Fatiga, necesidad de descanso, somnolencia.
Cuidado paliativo
Dispositivos y equipos de UCI o relacionados
con UCI
Equipos de monitorización hemodinámica.

Barreras relacionadas con el proceso Barreras culturales


Falta de planificación y coordinación. Falta de cultura de movilidad (por ejemplo,
Expectativas, roles y responsabilidades poco participación inadecuada del personal, falta de
claros. cultura multidisciplinaria)
Exámenes diarios faltantes/retrasados para Falta de conocimiento y experiencia del
elegibilidad y orden de reposo en cama personal sobre los riesgos / beneficios de la
Riesgos para los proveedores de movilidad movilidad
(estrés, lesiones) Falta de apoyo o aceptación del personal
Falta de conocimiento del paciente / familia
El plan de intervención

El plan de intervención se deriva de la examinación/evaluación. El uso de instrumentos


y/o escalas o test de medición para la práctica evaluativa fisioterapéutica es
prácticamente una exigencia para consolidar el diagnóstico y formular las estrategias de
intervención en UCI. Esto es cierto, sin embargo, también es cierto que la dedicación a las
tareas de aplicación de estos y su registro demanda un tiempo considerable de
horas/fisioterapeuta en UCI. Esta dificultad es notable en América Latina puesto que el
número de fisioterapeutas y los tiempos de dedicación son escasos, a lo que se suma, la
conducta de exigir rendimiento en la práctica diaria, referido al número de pacientes y/o
procedimientos realizados por cada turno asistencial. Esta situación probablemente se
agravará cuando los ingresos de pacientes por COVID-19 se multipliquen

Una vez realizado el proceso de examinación/evaluación y formulado el diagnóstico


fisioterapéutico y el pronóstico referido a metas alcanzables, se propone el plan de
intervención, para el que, no existen fórmulas aplicables a toda la población debido a la
singularidad de cada paciente y a la posibilidad de ejecutar acciones terapéuticas
múltiples basadas en el ejercicio de la autonomía profesional y validadas por la experticia
en su ejecución. Sin embargo, se propone un marco amplio de actuación teniendo como
guía una pirámide de intervención fisioterapéutica (figura 9), cuya base es el
posicionamiento e intervención en cama para luego progresar a actividades de
movilización más exigentes, teniendo como objetivo final la deambulación.

Figura 9. La pirámide de intervención fisioterapéutica


Cuándo suspender la Fisioterapia en SDRA por COVID-19

Si se ha elaborado un plan de intervención ajustado a los hallazgos de la


examinación/evaluación y el pronóstico fisioterapéutico, pueden aparecer en cualquier
fase del proceso, condiciones que indican la suspensión inmediata de la propuesta
terapéutica. Estas condiciones se relacionan con hallazgos en el sistema respiratorio,
cardiovascular, nervioso y otros (Cuadro 3). (31) Si la condición encontrada se supera, es
viable la reiniciación del proceso, previa evaluación.

Cuadro 3. Cuándo suspender la fisioterapia en SDRA por COVID-19


Sistema respiratorio Sistema cardiovascular
SpO2 < 90%. Presión arterial sistólica <90 o <180 mmHg
FR > 30 respiraciones / min. Presión arterial media <65 o > 110 mmHg o un
Asincronía paciente/ventilador cambio de más de 20% desde el inicio
Disnea Inicio de nueva arritmia
Desconexión/desplazamiento de vía aérea artificial Isquemia cardiaca nueva
Sistema nervioso Otros
Pobre nivel de conciencia Desconexión de cualquier tubo de tratamiento Y/o
Inquietud monitoreo
Ansiedad Palpitaciones conscientes del paciente
Delirium Fatiga e intolerancia incontrolable

CONCLUSIONES

El SDRA por COVID-19 plantea nuevos retos en la práctica fisioterapéutica. Por tratarse de
SDRA hay una buena parte de camino recorrido en su abordaje, pero por ser el COVID-19
un grave y muy contagioso proceso viral originó una serie de preocupaciones válidas
relacionadas con el uso de EPP y medidas de bioseguridad. En la práctica, todos los
profesionales de la salud han recibido información y formación sobre las conductas de
protección, las que no deberían ser novedosas, puesto que, deberían ser utilizadas en
todos los actos terapéuticos sin excepción. Sin embargo, el conocimiento actual de la
dispersión de aerosoles, de la contaminación por contacto, y de la letalidad del cuadro,
entre otros, ha generado un afán de adquisición de conductas protectoras, esta vez
dirigidas no solo al paciente, sino al personal sanitario y a la comunidad en general.

La Fisioterapia juega un rol sustantivo en el manejo del SDRA por COVID-19. Los dominios
de actuación de la profesión permiten el manejo integral del cuadro. Los procesos de
elaboración juiciosa de planes de tratamiento basados en el diagnóstico fisioterapéutico,
sustentado este, en la autonomía, han fortalecido la praxis profesional alejándola del
pragmatismo reduccionista que suele acompañar los procesos que se mecanizan por la
cotidianidad. Es el momento de consolidar la profesión utilizando el razonamiento clínico
que permitirá comprender el estado real de los procesos patológicos y su justo manejo,
orientado a mejorar la calidad de vida de los pacientes a través de procesos de
recuperación y rehabilitación válidos, juiciosos y humanizados.

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