Unidad 5 Sociologia Rural
Unidad 5 Sociologia Rural
Unidad 5 Sociologia Rural
SESIÓN # 15
Preguntas y respuestas sobre la sesión anterior.
VISION GLOBAL SOBRE PROBLEMÁTICA ALIMENTARIA Y
ARTICULACIONES PERSPECTIVAS AGRARIA, APORTE AL PPROCESO
ECUATORIANO. SOBERANIA ALIMENTARIA Y AGROECOLOGIA
En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se plantea una visión transformadora
que reconoce que nuestro mundo está cambiando, que lleva consigo nuevos desafíos que
deben superarse si hemos de vivir en un mundo sin hambre, inseguridad alimentaria ni
malnutrición en ninguna de sus formas.
AGENDA 2030
La Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, aprobada en septiembre del 2015 por la Asamblea
General de la Naciones Unidas, establece una visón transformadora hacia la sostenibilidad
económica, social y ambiental de los 193 Estado Miembros que la suscribieron y será la guía de
referencia para el trabajo de institución en pos de esta visión durante los próximos 15 años.
Esta nueva hoja de ruta presenta una oportunidad histórica para América Latina y el Caribe, ya
que incluye temas altamente prioritarios para la región, como la erradicación de la pobreza
extrema, la reducción de la desigualdad en todas sus dimensiones, un crecimiento económico
inclusivo con trabajo decentes para todos, ciudades sostenibles y cambio climático, entre otros.
El conocimiento de los objetivos del desarrollo sostenible (ODS) asociados a esta agenda ayuda
a evaluar el punto de partida de los países de la región y a analizar y formular los medios para
alcanzar esta nueva visión del desarrollo sostenible, que se expresó de, manera colectiva y
quedo plasmada en la Agenda 2030.
Los ODS también son una herramienta de planificación y seguimiento para los países, tanto a
nivel nacional como local. Gracias a esta visión a largo plazo, constituirán un apoyo para cada
país en su senda hacia un desarrollo, sostenido, inclusivo y en armonía con el medio ambiente.,
a través de políticas públicas e instrumentos de presupuesto, monitoreo y evaluación.
Por tanto, se invita a los representantes de los Gobiernos, la sociedad civil, el ámbito académico
y el sector privado a apropiarse de esta ambiciosa agenda, a debatirla y utilizarla como una
herramienta para la creación de sociedades inclusivas y justas, al servicio de las personas de
hoy y de futuras generaciones.
SOBERANÍA ALIMENTARIA
7. Precautelar que los animales destinados a la alimentación humana estén sanos y sean
criados en un entorno saludable.
12. Dotar de alimentos a las poblaciones víctimas de desastres naturales o antrópicos que
pongan en riesgo el acceso a la alimentación. Los alimentos recibidos de ayuda
internacional no deberán afectar la salud ni el futuro de la producción de alimentos
producidos localmente.
El Estado regulará el uso y manejo del agua de riego para la producción de alimentos,
bajo los principios de equidad, eficiencia y sostenibilidad ambiental.
Agroecología
Sin embargo, esa evolución no beneficia a todos por igual. Los países menos avanzados
siguen encontrando dificultades para sacar sus productos al mercado mundial en
condiciones de competitividad y, por tanto, van quedando cada vez más marginados. Para
invertir esta tendencia, se necesitan muchos más recursos financieros y técnicos con el fin
de ayudar a estos países a estabilizar sus macroestructuras económicas, planificar mejor
sus políticas hacia el sector agrario, reforzar sus capacidades institucionales, mejorar sus
técnicas productivas aumentando su productividad y competitividad y conocer sus
oportunidades de exportación.
No podemos olvidar tampoco el factor humano, su bajo nivel técnico y escasa o nula
cobertura de servicios sociales, que impiden un desarrollo humano sostenible, sin el cual
no podrá insertarse en un mundo cada vez más globalizado.
Solo ayudando a esos países a vencer los problemas mencionados se podrá romper el
círculo vicioso en que se mueven los más de 80 países de bajos ingresos y déficit
alimentario. Esperamos que las reuniones de la OMC y de la UNCTAD establezcan
compromisos firmes en ese sentido, que lleven a materializar la idea de un mundo global,
más justo y humano, iniciando el camino de la erradicación de la pobreza y sus secuelas
de subdesarrollo y hambre.
Ya son muchos los países que integrados en varios esquemas regionales, se han
comprometido a alcanzar el objetivo del libre cambio de un horizonte bien definido,
generalmente el año 2020 y tienen conciencia de que, para lograr eso, es preciso sanear
sus economías, lograr la estabilidad macroeconómica y alcanzar la máxima eficacia en la
gestión de su riqueza y de su capital social, humano y material.
Los ocho años de negociaciones de la llamada “Ronda Uruguay” del GATT, (de 1985
a 1994), que dieron origen a la creación, el 1º de enero de 1995, de la Organización
Mundial del Comercio (OMC), representan un hito en la globalización del comercio y un
cambio de rumbo en la evolución de la política agrícola mundial. Por primera vez en la
historia, se incorporaron a la agricultura normas que garantizan a los países en desarrollo
un mejor acceso a los mercados mundiales, al reducir las prácticas proteccionistas
anteriores que distorsionaban la producción y el comercio, facilitando éste y haciéndolo
más competitivo. Todo ello se plasmó en una serie de decisiones que figuran como anexos
al Acuerdo de Marrakech de creación de la OMC y que se refieren, entre otras cosas, a la
agricultura, a las medidas fitosanitarias, al comercio agrícola, etc., también se ha facilitado
el acceso a la ayuda internacional y a las subvenciones a las explotaciones.
De todos estos acuerdos, el que más nos interesa para el tema que nos ocupa es el
Acuerdo sobre la agricultura, que integra en este sector las normas del comercio
internacional. Las tres disposiciones principales del acuerdo tienen como finalidad:
Por lo que respecta a los aspectos comerciales, se trata de asegurar que las normas
técnicas de envasado y embalaje, marcado y etiquetado, no creen obstáculos innecesarios
al comercio internacional. Sin embargo, el Acuerdo reconoce que cada país tiene derecho
a tomar las medidas necesarias, en el grado que considere oportuno, para asegurar la
calidad de sus exportaciones, proteger la salud de las personas y animales t preservar el
medio ambiente, pero siempre que dichas medidas no creen obstáculos al comercio
internacional.
Aunque, sin duda, la globalización del comercio crea oportunidades cada vez
mayores de expansión comercial para los países en desarrollo y, en consecuencia,
ayuda a su crecimiento económico, también es cierto que durante el proceso de
reformas conducente a la plena liberalización del comercio agrícola, los países menos
adelantados y los países en desarrollo, netos importadores de alimentos, pueden
sufrir efectos negativos en cuanto disponibilidad de suministros suficientes de
productos alimenticios básicos, procedentes de proveedores externos, en condiciones
y a precios razonables.
Por ellos se siguen manteniendo los flujos de ayuda alimentaria, en forma de donación,
a niveles suficientes para cubrir las necesidades de esos países, así como los recursos de
asistencia técnica y financiera a los mismos, con el fin de que puedan mejorar sus
productividades y modernizar las infraestructuras de sus sectores agrícolas.
La asistencia técnica se orienta, sobre todo, a ayudar a los países menos avanzados y
los importadores netos de alimentos, a enfrentar las consecuencias del Acuerdo Agrícola
sobre los precios, la producción, el consumo y el comercio mundiales de los productos
alimenticios básicos más necesarios, así como los efectos de las variaciones de los precios
mundiales a determinar y conocer las oportunidades de exportación para sus productos,
como resultado de las modificaciones en las estructuras arancelarias de los países
desarrollados y las posibilidades de diversificar sus exportaciones agrícolas.
Sin embargo, para sacar el máximo provecho de esta nueva situación, es esencial que
los países en desarrollo, y especialmente los menos avanzados, desarrollen sus propias
capacidades nacionales en el contexto de los nuevos acuerdos en vigor. Pero aunque la
adaptación a la nueva situación y el cumplimiento de los compromisos contraídos no
sucede al mismo ritmo en todos los países, quedando muchos de ellos marginados, sin
embargo, estos países disponen de opciones para impulsar la producción agrícola y
alimentaria interna de forma compatible con los compromisos contraídos en el Acuerdo
Agrícola, aunque todas ellas requieren modificaciones sustanciales de sus políticas de
producción, consumo y estabilización macroeconómica.
Las causas de esta situación son bien conocidas: baja productividad de la agricultura,
restricciones de tipo político, institucional y tecnológico, elevada variabilidad estacional
y anual, escasez de agua y frecuentes sequias, falta de oportunidades de empleo fuera del
ámbito agrícola, insuficiencia y variabilidad de los ingresos tanto en zonas rurales como
urbanas. Como vemos, todos ellos son factores determinantes de la pobreza.
Sabemos que una baja productividad agrícola quiere decir que los recursos humanos,
naturales y de capital no se están aprovechando plenamente, con graves consecuencias
para la economía del país. Y aunque la productividad aumente lentamente, los excedentes
de la producción nacional son siempre insuficientes para satisfacer, a precios asequibles,
las necesidades de una población que crece a mayor ritmo. Por lo tanto, la inseguridad
alimentaria se vuelve crónica y los recursos naturales tienden a utilizarse de una manera
no sostenible.
Se calcula que la población mundial para el año 2025 habrá alcanzado a 8300 millones.
Además, y para empeorar aún más las cosas, en los próximos 30 años, el porcentaje de
población urbana, con respecto a la total, pasará del 30% actual hasta casi el 60% de dicho
total. En este estado de cosas, los mercados y el comercio interno serán mucho más
importantes que en el pasado, ya que el número de personas que antes producían sus
propios alimentos será mucho menor. En muchas regiones donde se sitúan los países
PIBDA, la insuficiencia alimentaria puede llegar a alcanzar cotas pavorosas. Quizá el caso
más grave se presente en el África Subsahariana (la región más pobre del mundo en su
conjunto), donde el sector agrícola será incapaz de alimentar a la población de dicha
región, que pasará de los 550 millones en el año 1999 a 1200 millones en el año 2025,
estando ya hoy subnutrida en un 37%.
¿Qué se puede hacer ante esta situación, desde el punto de vista de la creciente
globalización mundial?
Intentar cubrir ese creciente déficit a base de ayuda alimentaria permanente y a fondo
perdido no es una solución viable ni sostenible. En realidad, los recursos que se destinan
a ayuda alimentaria vienen disminuyendo paulatinamente en los últimos años. Pero
tampoco lo es el recurrir a importaciones comerciales de alimentos, dadas las escasas
perspectivas que tienen esos países pobres de aumentar sus ingresos en divisas y la pesada
carga exterior que tienen que soportar.
“la agricultura tendrá que hacer frente a este reto, sobre todo mediante el aumento
de la producción en las tierras que ya se están utilizando, evitando el
aprovechamiento aún más intenso de tierras que solo son marginalmente aptas
para el cultivo” (Capítulo 14.1 del “Programa 21”) y “es preciso dar prioridad al
mantenimiento y mejoramiento de la capacidad de las tierras agrícolas con
mayores posibilidades para responder a la expansión demográfica” (Capítulo 14.3
del “Programa 21”).
Esta última cita se refiere, claro está, a las tierras naturalmente fértiles. A las que tienen
capacidad de responder a las técnicas de mejoramiento de los suelos, las situadas en
condiciones climáticas favorables, las que ofrecen posibilidades para la aplicación de
nuevas tecnologías, mejores métodos de regulación del agua y sistemas agrícolas de
probada eficacia y adaptados a su propio medio.
Es obvio que en éstas, los costos de producción serán menores y mayores los
rendimientos de las inversiones que se realicen. Pero no basta eso. Hay otros factores,
como la distancia a los mercados, la mala infraestructura de vías de comunicación, el
deficiente marco institucional, el apego a las prácticas agrícolas tradicionales,
determinadas actitudes culturales reacias a todo cambio y, en general, el entorno
normativo, que influyen en la relación costo/beneficio de una posible inversión y por tanto
en el potencial de una zona determinada para producir alimentos.
Para ayudar a estos países, en un contexto mundial globalizado, todas las soluciones
pasan por adoptar una serie de acciones que deben incluir lo siguiente:
Refuerzo institucional.
Mejoramiento tecnológico de la producción.
Eliminación de barreras comerciales a sus productos.
Supresión o alivio de la carga de la deuda.
Todas las oportunidades de progreso que ofrece la globalización tienen relación con el
crecimiento global de la economía mundial, la diversificación de socios externos, la
apertura de nuevos mercados, la posibilidad de localizar la producción allí donde ofrezcan
mayores ventajas competitivas, el acceso a los recursos de las Instituciones Financieras
Internacionales, es decir todo aquello que permita aumentar la oferta productiva en
condiciones de competitividad. Como he comentado anteriormente, hasta ahora, esas
oportunidades de progreso solo han beneficiado a unos pocos países en desarrollo y han
acarreado nuevos riesgos que, a veces, afectan negativamente o incluso paralizan el
desarrollo sostenible de otros, que quedan fuera del comercio mundial, de los flujos
financieros y de la transferencia de tecnología.
En una hipótesis optimista de fuerte crecimiento, se prevé que, en los próximos 20 años
la producción agrícola aumentará como mucho al mismo ritmo que viene haciéndolo en
los últimos 15 años, y ello será debido más a un aumento gradual de la productividad que
al incremento de la superficie cultivada. En lo que se refiere al suministro de alimentos,
y aunque la demanda adicional de algunos grandes países en desarrollo podría quedar
cubierta con el aumento de sus producciones internas, (como es el caso de China o la
India), ello no impedirá que el comercio internacional de productos agrícolas sufra una
fuerte expansión en los próximos años.
Si por el contrario, nos situamos en una hipótesis pesimista, es decir, la de un fuerte
aumento de la demanda de alimentos y una menos autosuficiencia alimentaria en China
y la India, nos enfrentaremos a una situación que, entre otras cosas, ocasionaría un alza
importante de los precios mundiales de los alimentos.
Por otra parte, un eventual aumento de las importaciones de alimentos por parte de
países o regiones con mercados hasta ahora fuertemente protegidos (caso de la Unión
UT 5
SESIÓN # 16
Otro concepto que nos parece oportuno mencionar aquí, el cual tratamos en
profundidad en otra ocasión es el de la etnicidad como “estrategia”. Este enfoque destaca
el papel de la etnicidad en la competencia por recursos sociales. Si bien aún creemos en
el valor explicativo de esta noción, también estamos conscientes de que si se mira a la
etnicidad tan solo como un proceso movilizador, como algo organizado, con metas claras,
con liderazgos y una agenda política, existe ciertamente el riesgo de obtener una visión
demasiada parcializada del fenómeno. En tal caso, obviamente se tendería a ignorar las
bases sociales y culturales del “repertorio” étnico que pueda existir de forma más
implícita y latente al nivel de la vida diaria y de las prácticas rutinarias. La transformación
social con base en una dinámica étnica no puede ser siempre el resultado de estrategias
definidas o explícitas, pero lo que sí está claro es que siempre tiene que vincularse a un
repertorio étnico más amplio.
Por otra parte, la etnicidad no existe en sí misma o por sí misma. En nuestra opinión,
los procesos de construcción étnica siempre se vinculan a ciertos cambios sociales a través
de los cuales se reformula la posición de diferentes categorías o grupos entre sí y con
respecto a ciertos recursos económicos o políticos fundamentales. El enfrentamiento no
se da solamente entre grupos previamente definidos que pasan a delinear sus “boundaries”
en términos culturales. La construcción étnica también puede surgir de la profundización
de la estratificación social, de cambios políticos dentro de los estados nacionales, de
movimientos migratorios regionales o internacionales, etcétera. Lo que queremos
subrayar aquí es que estos procesos generan presiones sobre las condiciones de
sobrevivencia, poder, e identidad de individuos y grupos. La construcción étnica aparece
entonces como uno de los recursos para enfrentar estas presiones, especialmente cuando
instituciones modernas, tales como el Estado, el mercado o la ciudadanía se ven
fuertemente erosionados (Melucci, 1989). La construcción étnica surge a menudo ligada
a formas de protesta social.
Sin embargo, a partir de los años ochenta, la noción de la etnicidad no sólo ha sido
objeto de muchos estudios académicos sino que sobre todo se ha convertido en una fuerza
de movilización social y de cambio cultural (Yashar, 1996). Ese fue lo que nos llevó en
un libro anterior a analizar la dimensión estratégica de la etnicidad en la región (Baud et
al., 1996). En dicho libro, discutimos la etnicidad en relación a la formación de
comunidades rurales, la constitución de las naciones modernas, y los procesos
migratorios. Cabe señalar que junto a las dimensiones recién mencionadas, sería también
útil explorar la dimensión étnica de las relaciones productivas y de los procesos laborales.
De allí se desprendería el hecho de que a menudo las categorías de etnicidad y de clase
tienden a confluir, que la diferenciación y jerarquización étnica refuerzan la
subordinación económica y la exclusión social de los sectores populares.
SESIÓN # 17
Preguntas y respuestas sobre la sesión anterior.
La ciencia y tecnología son elementos clave del bienestar sustentable en las sociedades
modernas, ya que enriquecen el patrimonio cultural de las naciones y estimulan la
capacidad para innovar en este aspecto la UNESCO , agrega que el conocimiento tecno
científico es “fuente de autonomía y de creación de capacidades, [y] puede ser un
instrumento decisivo del desarrollo”. Reconoce que la ciencia y tecnología, deben de
utilizarse para satisfacer las necesidades básicas del ser humano como son: la salud, el
abastecimiento del agua, la gestión de los residuos, la gestión de energía, en la agricultura
para el abastecimiento de alimentos, entre muchos aspectos más.
En este sentido, debemos retomar el contexto de desarrollo sustentable como aquel que
cita, entendemos el desarrollo sustentable, particularmente fuerte, como la vía para
mejorar sostenidamente y de forma equitativa la calidad de vida del ser humano, edificado
este desarrollo sustentable a partir de pautas apropiadas de protección, preservación y
conservación del ambiente, con una explotación razonable de los recursos endógenos, de
forma tal que se garanticen las expectativas y los intereses de las generaciones futuras,
como también los de las actuales.
Con esta línea conductora, la señala que la ciencia, tecnología e innovación se constituyen
en instrumentos para la transformación, avance y sostén de las estructuras productivas,
del uso cada vez más equilibrado de los recursos naturales, de los grandes alcances en
materia de atención en salud hoy existentes, del progreso en el abasto de alimentos a
comunidades vulnerables y del ascenso en el contexto educativo en muchas naciones,
entre otros aspectos.
A través de la ciencia los hombres sabios los que se dieron cuenta que podían mejorar
los medios de producción mediante la introducción de nuevas tecnologías. La utilización
del arado pesado permitió el cultivo más profundo de los suelos, la rotación de los cultivos
el mejor aprovechamiento de suelos fértiles, se introdujo también la mejora de sistemas
de regadíos, el uso de terrazas para aprovechar el cultivo de laderas. Por otro lado, la
organización del suelo llevó a diferentes asociaciones agrícolas que permitieron el
desarrollo del comercio a gran escala. Sin duda la Agricultura estuvo en la base del
desarrollo de la edad media, época que no fue tan obscura como se nos ha hecho creer.
Capítulo aparte merece la manipulación genética que está en boca de muchos hoy. La
mejora de las especies cultivadas no es cosa de hoy, sino que está ligada a la historia
misma de la Agricultura. Desde que el primer agricultor seleccionó los mejores granos
para asegurar que la próxima siembra iba a ser de mejor calidad, hasta el científico que
hoy en un laboratorio introduce cambios a nivel genético, que permiten que los cultivos
sean más resistentes a enfermedades o puedan ser cultivados más intensivamente y en
diferentes condiciones de suelo o de clima. Hace mucho tiempo que el manejo genético
se introdujo en la Agricultura, solo ha cambiado la manera de hacerlo. El trigo que
consumimos hoy es muy distinto de las primeras gavillas salvajes con que se hacía el pan
de los constructores de pirámides en Egipto o zigurats en la antigua Mesopotamia.
SESIÓN # 18
Preguntas y respuestas sobre la sesión anterior.
DINÁMICAS AGRARIAS Y RURALIDAD EN ECUADOR
REFORMA AGRARIA
La fusión de estos conceptos en el de reforma agraria se utiliza para hablar del conjunto
de las medidas económicas, sociales, políticas y legislativas que sirven para modificar la
estructura de la propiedad y de la producción de la tierra. Estas reformas intentan
evitar que la distribución de la tierra se halle en pocas manos; porque en ese caso, los
dueños (latifundistas) pueden especular con su valor y no fomentan necesariamente su
uso productivo.
Esto puede realizarse a través de una expropiación (se quita la propiedad a los
latifundistas sin ningún tipo de indemnización) o mediante mecanismos compensatorios
(se exige a los latifundistas que se desprendan de sus tierras, pero se les entrega algo a
cambio).
La reforma agraria se compuso de muchas fases, las cuales tuvieron lugar en diferentes
momentos de la historia; a su vez dentro de cada fase hubo diversos hechos
significativos. A grandes rasgos se habla de tres importantes etapas, las cuales son:
Segunda Fase: Final de la Primera Guerra Mundial. En Rusia surgió una revolución
encabezada por los campesinos bajo el lema “tierra, pan y libertad”, que fue una
consecuencia de la iniciada anteriormente en otros países europeos como Inglaterra y
Francia. Y se extendió a otros países.
Tercera Fase: Final de la Segunda Guerra Mundial. Después de la segunda guerra y tras
la derrota de Japón, en este país tuvieron lugar una serie de revueltas que llevaron a la
redistribución de las tierras. Esto mejoró la calidad de vida de aquellas personas que se
encontraban en condiciones máximas de pobreza; además la agricultura se vio impulsada
por el uso de nueva maquinaria. Posteriormente, también hubo revoluciones agrarias en
Italia, Estados Unidos e incluso varios países de Latinoamérica.
Pese a los numerosos intentos por mejorar la distribución de las tierras en todo el mundo,
al día de hoy continúan existiendo problemas derivados de la tenencia de la
propiedad agrícola. Grandes extensiones de territorio se encuentran en manos de
terratenientes (generalmente poderosas multinacionales) y esto deja fuera de la
producción a muchas personas que no pueden acceder a un terreno donde cultivar para
vivir de su producción.
No obstante, la reforma agraria sigue en pie y cada vez con más ímpetu los activistas
que buscan una vida más equilibrada abogan por los derechos de la mayoría. ¿Podríamos
decir que estamos en la cuarta Fase? ¿Será ésta la última?
En Ecuador 11 de Julio de 1964 se dicta la Ley de Reforma Agraria y Colonización por
la Junta Militar de Gobierno, creando el Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y
Colonización (IERAC), los aspectos más relevantes de esta Ley fueron los siguientes:
a. Tierras expropiables: Comentado [T1]: Pregunta 3
Las ociosas (las no explotadas por más de tres años, o explotadas por quienes no tuvieren
vínculo contractual con el propietario; las deficientemente explotadas; las tierras cuyo
rendimiento sea notoriamente inferior al promedio de la zona agrícola respectiva; las
tierras que violen las leyes que regulan el trabajo agrícola y la tenencia de la tierra, etc.).
b.- Se exceptúan:
Las empresas promovidas por el IERAC, y las propiedades eficientemente explotadas.
c.- Se declara abolido eliminado el huasipungo y la yanapa. (HUASIPUNGO.- Terreno
que un hacendado proporciona a un peón para que siembre sus propios alimentos a cambio
de que trabaje para él; es frecuente en el área serrana de los Andes.)
d.- Reversión de tierras incultas, aquellas que han permanecido ociosas por 10 años.
e.- Integración del minifundio. El minifundio es una pequeña extensión de tierra donde
se desarrolla una actividad agrícola y/o ganadera. Lo contrario es el latifundio, de mayor
extensión. ... En todo caso, se entiende que el tamaño del minifundio no permite que su
explotación sea rentable, por lo que se relaciona a la economía de subsistencia
f.- Legalización de posesión pacífica de la tierra
g.- Intervención de las haciendas del Estado
h.- Promover el incremento de la producción agropecuaria y su conservación,
almacenamiento, transformación y comercialización
i.- Impulsar la forestación y reforestación
j.- Proporcionar asistencia técnica, social y educativa orientada a la producción
agropecuaria
k.- Promover la formación de cooperativas
En síntesis, la Ley de Reforma Agraria y Colonización de 1964 desarrolló un proceso de
reforma agraria de manera gradual y progresiva, trató de impulsar la constitución de
empresas agropecuarias eficientes, basadas en relaciones salariales, por otro lado trató de
castigar a las tierras improductivas y acabar las relaciones precarias en la agricultura.
Sin lugar a duda, el mayor aporte de esta ley fue la definición de función social de la
propiedad:
El 9 de Octubre de 1973 se dicta una nueva Ley de Reforma Agraria, la misma que fue
decretada por el gobierno de las Fuerzas Armadas dirigido por el General Guillermo
Rodríguez Lara, esta Ley a diferencia de la de 1964, tenía una conceptualización más
amplia del significado de la reforma agraria, no fijó límites máximos de tamaños como
criterio de afectación. Fue una Ley más radical que la de 1964, exigía una explotación
eficiente de más del 80 % del predio y que el nivel de productividad fuera por lo menos
igual al establecido por el Ministerio de Agricultura y Ganadería para la zona, para que
el predio no fuese afectado. Se introdujo además el concepto de acaparamiento de tierras.
En 1978 se creó dentro del Banco Central del Ecuador, el Fondo de Desarrollo del Sector
Rural Marginal “FODERUMA”, con la finalidad de financiar la ejecución de proyectos
de desarrollo rural.
En 1979 se expide la Ley de Fomento y desarrollo Agropecuario, su objetivo fue
incrementar la producción y productividad del sector en forma acelerada y contínua para
satisfacer las necesidades de alimentación de la población ecuatoriana, producir
excedentes exportables y abastecer de materia prima a la industria. Esta Ley se caracterizó
por el retiro progresivo de la intervención estatal en las estructuras de tenencia de la tierra.
El gobierno del Presidente Sixto Duran Ballen elaboró dos importantes instrumentos
para el desarrollo rural: la formulación del Programa Nacional de Desarrollo Rural
PRONADER y la creación de la Secretaría de Desarrollo Rural Integrado, con ello se
inicia un nuevo período en la planificación del desarrollo rural integral, considerando el
desarrollo rural como una acción prioritaria dentro de la estrategia general del desarrollo
nacional. Se planteó articular las unidades productivas agropecuarias en su conjunto.
El Desarrollo Rural Integrado “DRI” estaba orientado a beneficiar a los grupos de
poblaciones que no habían sido adecuadamente atendidos por los servicios del Estado,
comprendiendo en ellos los minifundistas, asalariados agrícolas, campesinos sin tierra y
en general a poblaciones rurales marginales.
El programa específico de desarrollo rural integrado se orientó a ocho grandes
programas:
1.- Desarrollo Rural Integral
2.- Reforma Agraria
3.- Colonización
4.- Fomento Agrícola
5.- Fomento Pecuario
6.- Desarrollo Forestal
7.- Comercialización y Mercadeo Agropecuario
8.- Recursos Hidráulicos, Riego y Drenaje.
El programa de desarrollo rural integrado contempló 17 proyectos y pretendía beneficiar
a 450.000 campesinos de bajos ingresos.
CAPITULO II
DE LA AGRICULTURA FAMILIAR CAMPESINA
Art. 28.- Definición. La agricultura familiar campesina es una modalidad productiva,
agropecuaria, de recolección, acuícola, forestal o silvícola, que implica una forma de
vida y una realidad cultural, que combina funciones económicas, ambientales, sociales y
culturales.
Se caracteriza por:
a) Limitado acceso a la tierra y al capital;
b) El uso preponderante de la mano de obra familiar;
c) La vinculación al mercado a través de la venta de productos primarios o elaborados,
trabajo asalariado, compra de insumos y bienes de consumo; y,
d) La diversificación de actividades generadoras de ingreso en el interior del hogar.
MIGRACIÓN CAMPO-CIUDAD
El país tiene una población migrante estimada de 1,4 millones de personas; lo que
representa el 11,2% de su población mayor a 10 años de edad. De esta cifra, el 87,1% se
encuentra fuera del país, mientras que el 12,9% corresponde a migrantes internos, como
se muestra.
El 29% de la población migrante del país tiene origen en el área rural, y el 71% en el área
urbana. Con respecto al total de la población rural, los migrantes de esta área representan
el 10,2%; en similar proporción, los migrantes del área urbana representan el 11% del
total de su población
Con respecto a la población rural migrante, el 93% se desplazado a otros lugares dentro
del país, mientras que el 7% ha viajado al exterior. Con respecto a la población migrante
a nivel urbano, el 85% se ha desplazado en el interior de país y el 15% restante
corresponde a las personas que han migrado fuera del país.
Las principales motivaciones del fenómeno de la migración rural en el país han sido
relacionadas con dos elementos fundamentales. Primero, la necesidad de buscar medios
de vida en otros lugares, porque, en su localidad de origen, se han vuelto insuficientes
para su supervivencia; ya sea por razones económicas, como por desastres naturales. Y
en segundo lugar, por la apropiación de nuevos imaginarios de bienestar o desarrollo
provenientes del medio urbano. La creciente necesidad de recursos monetarios, tanto para
financiar una producción agrícola con estándares de competitividad definidos por el
mercado, como para solventar necesidades de vestido, salud, educación e incluso
alimentación de la familia, ha sido identificado por los migrantes como la principal causa
de inviabilidad de los medios de vida en la el área rural (Adams, 1964; Pérez, 2001)
SESIÓN # 21
Preguntas y respuestas sobre la sesión anterior.
La estructura económica del Ecuador está poco diversificada y depende en gran medida
de la producción de bienes de la agricultura, minería y pesca. Los productos típicos de la
agricultura de exportación están representados por el banano, primer productor mundial;
el cacao, algodón, flores, diversos frutos y productos de pan coger provenientes de las
zonas frías. Los productos de exportación de la minería son el petróleo y otros minerales.
De esta materia prima proviene la mayor parte de los recursos que soportan el crecimiento
y la futura industrialización del Ecuador. El país sureño posee un subsector pesquero
relativamente desarrollado, que procura parte importante de las divisas, además de
generar empleo. Los productos de la industria pesquera de exportación son: atún,
camarón, harina de pescado y otros derivados.
El sector terciario cubre una amplia variedad de servicios, algunos de escasa importancia;
otros relacionados con las finanzas, el transporte aéreo, naviero y terrestre.
El Ecuador exporta básicamente materias primas como petróleo, derivados del petróleo y
productos de la minería y agricultura. El petróleo se localiza en la región amazónica y es
el motor principal que jalona la actividad productiva, además de proveer de divisas
necesarias para financiar el gasto público. Por lo mismo, el crecimiento económico del
país se halla estrechamente vinculado a este recurso natural.
La nación andina tiene como unidad de cuenta o moneda el dólar americano, lo cual es
resultado de la política de dolarización llevada a cabo a partir de 2000. La dolarización
se puso en práctica en el país para reducir la inflación galopante que en el año mencionado
alcanzó el 100 % y fue parte de la gran inestabilidad macroeconómica experimentada por
el país.
Ecuador, nuestra patria, como toda Latinoamérica ha entrado en el siglo XXI en medio
de una gran crisis, que no solo ha sumido en la más angustiosa miseria a nuestro pueblo,
sino que ha desatado una sensación colectiva de inestabilidad, de pesimismo, de ansiedad.
Al crónico desempleo, sostenida alza del costo de la vida, migración forzosa, violencia e
inseguridad se han sumado una ausencia de vinculación al Ecuador y un vacío profundo
de identidad. Las causas económicas de la crisis que experimental del Ecuador son
conocidas del mismo modo, las consecuencias sociales y el empobrecimiento del país, En
efecto, es esencialmente una crisis política y que, por lo tanto, la crisis económica y social
es consecuencia de la anterior.
En cualquier caso, resulta triste que se insista en los modelos autoritarios por más que se
revistan con fachada democrática ya que no quedan vestigios de respeto a las minorías y
consecuentemente no se conoce el significado del Estado de Derecho. Los Chávez,
Morales, Ortega y Castro, socios de Correa en sus fechorías, en realidad instauran una
patética kleptocracia y marcan una peligrosa situación en el continente en medio de
problemas agudos en otras partes del mundo, también debidas a los atropellos del
Leviatán.
El 2020 fue un año difícil para el Ecuador. La emergencia sanitaria causada por la
COVID-19 provocó una profunda recesión que redundó en un repunte de la pobreza.
Esta crisis amplificó los desequilibrios macroeconómicos que el país estaba intentando
subsanar desde el fin del boom de los precios del petróleo y forzó al gobierno a
reestructurar la deuda con los tenedores de bonos. Además, la crisis puso en evidencia
algunas debilidades estructurales como la carencia de amortiguadores
macroeconómicos, la elevada informalidad, un sistema de salud poco preparado y las
grandes brechas en el acceso a servicios públicos.
El próximo gobierno tiene la oportunidad de consolidar los cambios que el país necesita
para retomar una senda de crecimiento y la prosperidad compartida. El primer desafío
del próximo gobierno será conseguir el apoyo de la población, del sector privado y de
los actores políticos para que, en conjunto, se superen los efectos inmediatos de la crisis
y se sienten las bases para una recuperación inclusiva y sostenible.
A pesar de haber hecho un esfuerzo por balancear su economía, Ecuador aún necesita
reequilibrar sus finanzas públicas para evitar un aumento insostenible de la deuda a
tiempo que consolida la confianza en la estabilidad macroeconómica y la dolarización.
En un contexto externo muy desafiante, el crecimiento y la creación de empleo de
calidad podrían verse favorecidos por una mejora sistemática del ambiente de
inversiones.
Por otro lado, Ecuador requiere mejorar la eficiencia de sus políticas públicas para
proteger a la población más vulnerable y mejorar el acceso a oportunidades económicas.
En este sentido es crítico afrontar desafíos de larga data como los altos índices de
desnutrición infantil, promover una mayor calidad de los servicios públicos de calidad y
mejorar la eficiencia y progresividad del gasto en salud, educación y protección social.
Para tal efecto, es fundamental basar la toma de decisiones en evidencia, y mejorar la
gestión de los recursos públicos y la coordinación entre los diferentes niveles de gobierno
y sectores
El estudio registra que la pobreza por ingresos a nivel nacional en junio de 2019 se ubicó
en 25,5% en comparación al 24,5% de junio de 2018, el incremento de 1,0 puntos
porcentuales no es estadísticamente significativo. Para el mismo periodo, la pobreza a
nivel rural pasó de 43,0% a 43,8%, una variación de 0,9 puntos porcentuales no
estadísticamente significativa. La pobreza urbana en junio de 2019 fue de 16,8%, mientras
que en junio de 2018 se ubicó en 15,9%, una variación de 1,0 p.p. no significativa
estadísticamente.
En junio de 2019 la pobreza extrema a nivel nacional se ubicó en 9,5% frente al 9,0% del
mismo mes del año anterior, el incremento de 0,5 puntos porcentuales no es
estadísticamente significativo. En el área rural la pobreza extrema pasó de 18,1% a 17,9%,
reducción de 0,2 puntos porcentuales que no es estadísticamente significativa. En el área
urbana la pobreza extrema pasó de 4,7% a 5,6%, lo que implica una variación de 0,9 p.p.
que no es estadísticamente significativa.
SESIÓN # 22
Preguntas y respuestas sobre la sesión anterior.
El Buen Vivir, más que una originalidad de la Carta Constitucional, forma parte de una
larga búsqueda de modelos de vida que han impulsado particularmente los actores
sociales de América Latina durante las últimas décadas, como parte de sus
reivindicaciones frente al modelo económico neoliberal.
MUJERES RURALES
El proceso migratorio, aunque tiene variaciones territoriales, ha afectado de manera
especial a las mujeres rurales. Esto porque, dada la estructura social que prioriza al
hombre como sujeto de las oportunidades sociales, son ellos quienes migran de forma
temporal o definitiva. Al salir los hombres del campo quedan las mujeres y los hijos al
cuidado de los cultivos y los animales. Esto genera una sobrecarga laboral de las mujeres
que se expresa un incremento de las horas de trabajo productivo (cultivo, cuidado de
animales y comercialización), sin cambiar sus responsabilidades en el trabajo
reproductivo y de cuidado.
(¿Qué otras actividades hacía tu mamá?) La labor de la casita, netamente: cuidar los
animales, hacer el aseo de la casa, el aseo de las ropas (…) Ah, sí, sí. También bajaba
a vender, por ejemplo, las plantas medicinales, así como toronjil, la manzanilla, así
cuando había feria (…) mi mamá sabía ir a trabajar en una organización que se llama San
F rancisco. Ahí consiguieron tierras comunitarias. Entonces trabajaba en comunidad, y
me acuerdo que me iba cargando a espaldas y trabajábamos en el páramo… se sembraba
papas, las habas, me acuerdo, mellocos, y se sembraba en grupo. Y se cosechaba en grupo
(V.T., Ambatillo-Ambato, 12-09-2009).
Además, el trabajo de “reproducción y cuidado” debe multiplicarse y ampliarse,
incluyendo el trabajo no remunerado en beneficio de la comunidad o las organizaciones
sociales (CONAMU, 2005: 12).
El marido iba a las reuniones comunitarias, la mujer quedaba cocinando, haciendo el
almuercito, haciendo sus quehaceres. En cambio, ahora es lo contrario: los hombres salen
a hacer su trabajo, de albañiles, peones y la mujer es la que se queda para ir a las reuniones
de la comunidad, para matricular a sus hijos… (M.S., Chibuleo San Pedro-Juan Benigno
Vela, 25-08-2009).
Medir la sobrecarga laboral y la carga global de trabajo de las mujeres rurales resulta
difícil pues mucho del trabajo realizado, tanto a nivel productivo como reproductivo
queda invisibilizado en las estadísticas oficiales. Se puede intentar dar cuenta de esta
situación a través de varios indicadores aproximativos como se hace a continuación. Al
comparar las tasas de crecimiento de la población rural entre el 2003 y el 2010 (tabla se
observa la mayor presencia femenina en el sector rural. A partir de los 30 años hay más
presencia de mujeres que de hombres en el campo. Por eso, la tasa de crecimiento de la
población rural masculina es menor a partir de este rango de edad. Entre 30 y 39 años, la
población masculina ha decrecido en 7,32% entre 2003 y 2010. La población femenina
también migra y decrece, pero en menor magnitud (0,08%). La población de más edad ha
crecido en general, pero las mujeres a una tasa mayor, lo que indica que se quedan más
en el campo. Al mirar la condición laboral de las mujeres registradas en la PEA se puede
observar una mayor precariedad para las mujeres. Ellas son las más afectadas por el
subempleo y el desempleo.
Consecuentemente, son las mujeres quienes tienen menos acceso a la ocupación plena, y
por efecto, menos acceso a ingresos estables y mayor efecto de la pobreza sobre ellas.
Apenas el 12% de la PEA femenina disfruta de una ocupación plena en el sector rural. En
promedio para el período 2007-2010, el 72% de las mujeres subempleadas se encuentran
en la Sierra, 18% en la Costa y 10% en la Amazonia. En general, las mujeres de la Sierra
están más integradas al trabajo formal. El desempleo, en cambio afecta más a las mujeres
de la Costa. Sin embargo, todos los datos presentados hasta ahora subestiman la
participación de la mujer en la economía, tanto del lado del trabajo reproductivo, que hace
viable la marcha de la economía formal, como del trabajo productivo. Esto porque las
estadísticas oficiales no reconocen al trabajo doméstico como un componente activo de
la fuerza laboral, sino que lo clasifica entre la población económicamente inactiva.
Además, porque detrás de la denominación “ama de casa”, se ocultan una enorme
variedad de actividades productivas con poca o nula remuneración. Una constatación que
resulta fundamental para mostrar la presión de la sociedad patriarcal sobre las mujeres,
se representa abrumadora a la mayoría de mujeres que asumen el papel de “amas de
casa”, es decir, el trabajo de reproducción material y afectivo de la familia: el 99,6% de
las amas de casa son mujeres. Directamente proporcional con su menor participación en
la PEA, son las mujeres de la Costa quienes más se declaran amas de casa. Esto quizá
quiere decir que su trabajo sufre de mayores grados de invisibilización.
No incluir a las amas de casa dentro de la PEA deja por fuera del cálculo a un importante
número de mujeres que trabajan y producen; equivale casi tres veces a las mujeres de la
Costa; el 40% de las mujeres activas en la Sierra y 69% de la Amazonía (INEC-
ENEMDU, 2010). A nivel nacional, para el 2010, las amas de casa representan el 29% de
la PEA. Si las amas de casa se sumaran a la PEA femenina, el aporte de las mujeres a la
PEA nacional significaría aproximadamente el 50%, y no el 35% de los datos oficiales.
Quizá, el indicador que más se aproxima a la realidad laboral de las mujeres es la carga
global de trabajo que mide en tiempo el trabajo extra doméstico remunerado, y el tiempo
dedicado al trabajo no remunerado que a su vez contempla: el trabajo doméstico, el
trabajo voluntario en la comunidad y el trabajo para autoconsumo (como el agrícola, que
no se calcula dentro del extra doméstico-remunerado porque se realiza dentro del hogar).
A nivel nacional la carga global de trabajo es mayor para las mujeres que para los
hombres. Pero son las mujeres rurales quienes trabajan más horas semanales, porque
combinan no solo las tareas domésticas con el trabajo productivo, sino que deben ampliar
su trabajo reproductivo y de cuidado en el dedicado a la reproducción de las comunidades
y las organizaciones. Además, complementan el trabajo productivo en finca con el de
comercialización, se observa que en el campo ellas trabajan 22 horas semanales más que
los hombres (82:58 horas de trabajo semanales las mujeres y 60:11 los hombres) y siete
horas más que las mujeres urbanas. En general, las mujeres reciben un ingreso mensual
promedio menor que el de los hombres. Las mujeres de la Sierra son las más afectadas a
pesar de ser quienes más horas trabajan a nivel nacional. En un promedio grueso, ellas
reciben, mensualmente, 69 dólares menos que los hombres; mientras que en la Costa
reciben 44 dólares menos y en la Amazonía 55 dólares menos. Si se observan las
diferencias entre el trabajo remunerado y no remunerado para hombres y mujeres, se
puede apreciar la magnitud de la asimetría entre géneros. A nivel nacional el 48% de las
actividades que hacen las mujeres no son remuneradas. Pero las más afectadas son las
mujeres rurales, cuyas actividades no remuneradas ascienden a cerca del 60%. En
contraste, los hombres a nivel nacional ven remuneradas el 78,6% de sus actividades, y
el 72,4% a nivel rural. Las mujeres indígenas, que en su mayoría viven en la Sierra y
trabajan para abastecer al mercado interno, son las que menos reconocimiento tienen de
su trabajo: el 55,8% de sus actividades no son remuneradas. A las mujeres mestizas no se
les remunera el 46,7% de sus labores y a las mujeres afroecuatorianas el 45,3%. Las
mujeres rurales, sobre quienes pesa gran parte de la labor agropecuaria que alimenta al
país, son quienes peores condiciones laborales tienen, en términos de precariedad e
ingresos. Pero además soportan una carga de trabajo superior a cualquier otro grupo
social, encargándose de la producción, la comercialización de productos agropecuarios,
además de los trabajos reproductivos del hogar, los trabajos de cuidado, y aquellos que
tienen que ver con el funcionamiento de las organizaciones comunitarias. Como
conclusión se puede afirmar que la estructura laboral rural en Ecuador se caracteriza por
el subempleo estructural, que condena a la mayor parte de la población a condiciones de
empleo precario en términos de salarios, estabilidad y posibilidades de satisfacer las
necesidades básicas. El estudio sobre brecha de ingresos refleja altos niveles de
explotación laboral en todo el país pero principalmente en las zonas de agricultura
empresarial; su competitividad se fundamenta en los bajos salarios. La proletarización,
fenómeno relacionado a la migración campo-ciudad, ha cambiado el panorama
demográfico en el campo, evidenciándose un paulatino envejecimiento de la población
rural. Otro de los efectos del modelo de acumulación es la enorme carga global de trabajo
que soportan las mujeres rurales. Buena parte de esta carga no es reconocida como
actividad productiva, a pesar de ser la base de reproducción de todo el sistema económico.