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UNIVERSIDAD NACIONAL JORGE BASADRE

GROHMANN

FACULTAD DE EDUCACION COMUNICACIÓN Y


HUMANIDADES

ESCUELA DE EDUCACIÓN ESPECIALIDAD DE


CIENCIAS SOCIALES Y PROMOCIÓN SOCIOCULTURAL

MONOGRAFÍA

TEMA: “SER SOCIAL”

CURSO: PERSONA Y SOCIEDAD

PROFESOR: DR. JULIO CABRERA BARGAS

SEMESTRE: I

ESTUDIANTE: ISMAEL ROMERO MONTORA

CÓDIGO: 2007-30608

TACNA-2023
INDICE:
INTRODUCCIÓN:

El ser social es un concepto clave en la sociología y la antropología que se


refiere a la naturaleza y el grado de interacción que los seres humanos tienen
con otros individuos y grupos en su entorno. Los seres humanos son animales
sociales por naturaleza, lo que significa que dependen de las relaciones
sociales para sobrevivir y prosperar. Esta monografía explorará la naturaleza
del ser social, su evolución, las teorías que intentan explicarlo y su importancia
en la vida de los seres humanos.
El hombre ser social

Uno de los rasgos esenciales de nuestra existencia de personas es el vivir


en sociedad. Desde antiguo, quienes han meditado sobre el hombre y han
tratado de determinar su naturaleza propia han puesto de relieve este carácter
social, comunitario de la existencia humana. Cualquiera de nosotros puede
comprobar la verdad de esta afirmación reflexionando sobre su personalidad y
su conducta. Verá entonces qué difícil es encontrar rasgos personales y formas
de actuar que no impliquen de una u otra manera la presencia y la influencia de
la comunidad. Por la familia, la educación, el trato con los vecinos, los
compañeros y los amigos; como niño, joven o adulto; en el estudio, el trabajo y
el esparcimiento; a través de sus pensamientos, sus efectos, sus deseos y sus
decisiones, el hombre supone, necesita y se dirige al grupo social. El individuo
no se reduce ciertamente al grupo. Como ser libre conserva frente a él una
intimidad independiente, pero su vida no se efectúa ni se perfecciona sin la
comunidad. Aceptando o combatiendo a la sociedad, recibiendo sus aportes y
contribuyendo a mejorarla, conformándose con los patrones de vida sociales o
tratando de cambiarlos, el individuo, sin perder su libertad personal, es social.

Somos seres sociales

El ser humano es el animal más social de todos los animales.

Nacemos en estado más inmaduro que cualquier otro animal. Ello exige que
el ser humano necesite de los demás en un modo absoluto. Necesita de los
adultos, de los padres, que le ayudarán a sobrevivir y a madurar. Y hablamos
no sólo de maduración psicológica, sino evidentemente de maduración física.
El filósofo alemán Arnold Gehlen (1904-1976) meditó sobre esta "naturaleza
precaria" del ser humano y señaló que, como nacemos poco dotados
anatómica y fisiológicamente para ser autónomos, sustituimos nuestra falta de
potencia o de agilidad por los recursos de nuestra inteligencia, que va
madurando en sociedad, paso a paso.

Aristóteles (384- 322 a.C.) ya subrayó el papel social del ser humano, su
función social, junto a la función lingüística. Somos animales sociales, en tanto
que nos agrupamos en familias, comunidades y Estados, y además somos
seres que hablamos. Aristóteles compara al ser humano con las abejas,
animales que forman colectivos en forma de panal o colmena. Pero por
supuesto lo hace no para equipararlos, sino para ver la enorme distancia que
hay, pese a que las abejas sean también animales que viven agrupados. Esta
complejidad estriba en muchas cosas. Se puede decir de la abeja que es una
"animal social", pero aquí el sentido de social no es el mismo que el del ser
humano. La sociedad humana, como paradigma de lo propiamente social, se
define por formar "culturas". Una cultura es un conjunto de elementos
(básicamente: objetos, costumbres, reglas e ideas) creados por el hombre y
que han de ser aprendidos. El ser humano no nace con ellos, no son
instintivos. Un buen ejemplo de estos elementos es el lenguaje hablado y
escrito, el lenguaje de símbolos, que es distinto a la comunicación de
determinados gestos espontáneos (como un gesto de miedo, o de placer).

Las abejas, pueden ser llamadas "animales sociales", igual que otros
animales, sin embargo, no tienen una cultura, actúan por conductas que se
repiten siempre igual, de modo instintivo, desde millones de años. Por eso hay
investigadores que los llaman sólo "animales gregarios o grupales", pero no
estrictamente sociales. Realmente el apelativo social se aplica propiamente al
hombre y después se usa de modo derivado para hablar de otros animales que
viven formando grupos.

Llamamos socialización, en el contexto de las sociedades humanas, al


proceso por el que un individuo va adquiriendo destrezas y conocimientos que
lo van integrando a los grupos más o menos amplios con los que se identificará
en mayor o menor medida.

Esos grupos actúan como agentes de socialización, esto es, conjuntos


estructurados que influyen activamente en nuestra formación social,
identificándose cada grupo por un conjunto típico de elementos culturales.
Unos grupos intervienen de un modo más cercano e íntimo (como la familia o
los amigos), otros, de un modo, generalmente, más impersonal (como, por
ejemplo. los medios de comunicación o las empresas culturales y de ocio).

En nuestra vida tenemos y vamos a tener contacto con grupos diversos.


Experimentamos además la evolución de los grupos en los que estamos:
cambios en nuestra familia, nuevos amigos, nuevas aficiones, nuevo centro
escolar, etc. Ello conlleva una conducta más o menos flexible, que permita
involucrarse en la socialización.

¿Con qué recursos contamos para implicarnos en la socialización? Para


responder a esta pregunta vamos a explicar dos atributos humanos: somos
seres emocionales y seres racionales. Racionales para poder resolver los
problemas que surgen en nuestra vida socializada; emocionales para poder
reconocer esos problemas y para mantenernos motivados en la tarea de su
resolución.

http://recursostic.educacion.es/secundaria/edad/4esoetica/quincena1/
quincena1_contenidos_1.htm

RELACIÓN DEL HOMBRE CON LOS DEMÁS

La sociabilidad humana es un hecho de experiencia común. Lo social aparece


como una característica de la vida humana que implica pluralidad, unión y
convivencia. El hombre histórico se concreta en comunidades y asociaciones.
La familia, la nación y el Estado constituyen algunas de esas entidades
sociales. La evidencia del hecho de que el hombre vive y convive en sociedad
se impone por sí misma. Ahora bien, ¿cuál es la causa eficiente o que está en
el origen de esa sociabilidad humana? Básicamente nos encontramos con tres
tipos de respuesta: la teoría contractualista, la conocida como teoría naturalista
y la teoría de la naturaleza social del hombre (o teoría del derecho natural).

La teoría del pacto o contrato social afirma que la sociedad humana tiene su
origen y fundamento en un pacto o libre acuerdo entre los individuos. Esta
teoría, que está en la base del liberalismo clásico, ha sido defendida por
autores como Hobbes, Locke y Rousseau. Así, Hobbes considera que la
naturaleza humana es esencialmente egoísta y antisocial. En esa situación de
inseguridad y temor en la que el hombre es un lobo para el hombre, los
hombres renuncian al interés personal y a su derecho absoluto sobre los
bienes materiales mediante un pacto en el que se constituye el Leviathan: un
poder fuerte, absoluto, pero más amable que el poder del hombre, capaz de
formar las voluntades, y que surge del pacto de cada uno con todos los demás.
Por su parte, Rousseau supone que el estado primitivo del hombre era asocial
y que, en aras de un mayor perfeccionamiento, la sociedad se constituye
gracias a un contrato social por el que los individuos ceden sus derechos en
favor de la comunidad y del poder civil que representará la voluntad general.

En lo que se refiere a la teoría naturalista, que tiene en Hegel a uno de sus


máximos exponentes, considera la sociedad como un todo orgánico que se
constituye como la última fase conocida de un proceso evolutivo de la realidad
(materia o espíritu), que se rige por las rígidas e inflexibles leyes del
determinismo universal. Esta tesis está en el substrato de los planteamientos
políticos totalitarios.

Por último, la tercera respuesta -sostenida por Aristóteles y Tomás de Aquino,


entre otros- afirma que el hombre es social por naturaleza; es decir, que el
origen, causa eficiente o fundamento de la sociedad radica en la propia
naturaleza humana que tiene en la sociabilidad una de sus características
esenciales. Existe, pues, una inclinación natural del hombre a vivir en sociedad.

Ya a los griegos les resultaba imposible concebir al hombre en estado de


aislamiento. Aristóteles señaló que el hombre es por naturaleza politikón zôion,
animal social y político. El ser humano nace ubicado en una familia y en una
sociedad civil determinada por necesidad natural. Los hombres necesitan de
los demás para alcanzar sus propias perfecciones individuales. Esta
perfección, desde el punto de vista finalista, no puede lograrse en la soledad,
puesto que el hombre aislado no puede bastarse a sí mismo. La comunidad es
el espacio donde puede sobrevivir el hombre en cuanto hombre. De ahí que el
Estagirita insista en la idea de que un hombre que fuera incapaz de formar
parte de una comunidad política sería o un animal inferior o bien un dios.

Tomás de Aquino apunta tres razones por las cuales se constata que el hombre
tiende naturalmente a vivir en sociedad: el hombre no se basta a sí mismo para
atender a las necesidades de la vida; precisa de la ayuda de los otros para
conocer lo que necesita para su subsistencia y procurárselo; es esencialmente
comunicativo, como lo demuestra el hecho del lenguaje.

La natural dependencia recíproca de los hombres en la consecución de sus


finalidades específicas, así como la existencia en todos los individuos de una
fuerte tendencia a la unión con sus semejantes, prueban el carácter social de la
naturaleza humana. De hecho, los hombres ya nacen en el seno de la
sociedad; al principio de su vida la necesitan ineludiblemente, y cuando llegan
a la edad adulta no se pueden separar de ella totalmente, sino con grave
perjuicio para su bienestar físico y espiritual. La constitución corporal y anímica
del hombre condiciona su propia supervivencia a la ayuda de los demás
durante un tiempo incomparablemente más largo que en los demás animales.
Incluso el despertar y el desarrollo de sus facultades espirituales dependen
estrechamente de la ayuda y enseñanza de sus congéneres. En este sentido,
la madurez psicológica del entendimiento y de la voluntad está condicionada
por la ayuda de los demás, por lo que sería muy difícil distinguir de un irracional
al individuo humano que hubiese crecido en soledad. Gracias al lenguaje
podemos heredar los conocimientos, técnicas y valores que la humanidad ha
ido perfeccionando durante siglos y que ningún individuo podría alcanzar
partiendo en solitario de cero. Pero este instrumento natural que es el lenguaje
únicamente se actualiza como tal, como lenguaje humano, en el marco de la
sociedad. Por consiguiente, más allá de la propia supervivencia, la existencia
digna, la existencia humana en cuanto tal, implica la satisfacción de una serie
de necesidades materiales y espirituales (morales y culturales) que exigen
naturalmente la sociabilidad.

El origen de la sociedad es, pues, natural. Además, el hombre no sólo necesita


recibir de los demás, sino también dar, comunicar, compartir. La propia
condición del ser humano hace de él un ser naturalmente social y nacido para
la convivencia. La persona es un ser que siente la necesidad de relacionarse
con los otros hombres, de mantener con ellos relaciones interpersonales. De
este modo, la sociedad es una exigencia de la persona no sólo en razón de sus
necesidades materiales y espirituales, que no podría satisfacer en soledad,
sino, más profundamente, en razón de su propia perfección y plenitud, que se
comunica y expande en la mutua comprensión y amistad. El ser humano no
está hecho para la soledad, ni tampoco para únicamente coexistir con los
demás o ser-con-otro. Si la situación humana es la de ser-con-otro, entonces la
persona únicamente "coexiste" con sus prójimos, que siente muy lejanos, como
mera "contigüidad física". La sociabilidad humana implica la convivencia, el ser-
para-otro.
Siendo ésta la realidad del ser humano en cuanto tal, y no habiendo nadie
probado (sino simplemente supuesto) ni la existencia de un determinismo
universal, ni el carácter egoísta, antisocial o asocial de la naturaleza humana,
no parece que el nacimiento de la sociedad se deba a un pacto más o menos
explícito, ni al mutuo consentimiento entre los hombres, sino más bien a una
imperiosa inclinación de la naturaleza y a una necesidad ineludible para la
inmensa mayoría de los hombres.

Ahora bien, no existe oposición entre el carácter natural de la sociedad y el


papel de la libertad en su formación. La sociedad humana en general es una
institución natural, fundamentada en la naturaleza humana. La naturaleza
explica la sociabilidad, es decir, la exigencia necesaria de la sociedad por parte
del hombre. Pero, libremente y por mutuo acuerdo o convención, los hombres
fundan o establecen sociedades concretas y particulares que tienen elementos
esenciales, geográficos, culturales o históricos específicos. Por consiguiente, el
fundamento natural de la sociedad humana permite comprender lo que la
sociedad tiene de libre y de necesario, es decir, aquellos elementos que
dependen de la libertad humana y los que se fundamentan en la propia
naturaleza del hombre.

https://trabajosocialunam.files.wordpress.com/2015/08/la-relaciocc81n-del-
hombre-con-los-demacc81s.pdf

Teorías sobre el ser social

El origen de la sociedad y el Estado: naturalismo y contractualismo

¿Qué ocurriría si una gran catástrofe, como una guerra nuclear generalizada o
el impacto de un gran meteorito, destruyera la sociedad tal y como hoy la
conocemos, y condujera a un reducido grupo de supervivientes a una situación
sin ley ni Estado? ¿No supondría tal circunstancia una especie de regreso a
una situación primitiva desde la que sería posible una refundación de las
sociedades humanas?
De hecho, muchos de los filósofos que se han ocupado de cuestiones políticas
han planteado como punto de partida de sus investigaciones una hipotética
situación original, llamada estado de naturaleza, a partir de la cual surge por
algún motivo el Estado. Su idea consiste en que entendiendo el origen del
Estado podemos comprender mejor la naturaleza del mismo y su relación con
el individuo, es decir, aclarar qué clase de poder político es legítimo.

En general podemos decir que los filósofos han planteado, sobre esa cuestión,
dos tipos de teorías:

 Teorías naturalistas, para las que el Estado es algo natural y en cierto sentido
previo al individuo. Desde este punto de vista, el individuo solo tiene sentido
dentro del Estado y para el Estado, por lo que los derechos individuales
estarían subordinados a los colectivos (el individuo está al servicio del Estado).
 Teorías contractualistas, según las cuales el individuo es anterior al Estado,
surgiendo este último como consecuencia de un acuerdo o convención (el
contrato) entre los primeros. Desde esta perspectiva, el Estado solo tiene
sentido a partir de los intereses de los individuos, por lo que los derechos
colectivos no pueden ser prioritarios sobre los individuales (el Estado está al
servicio de los individuos).

Las teorías naturalistas del Estado. El Estado como organismo.

Este tipo de teorías tienen como característica principal entender el Estado


como un organismo vivo, en el que los individuos son solo una parte del mismo.
Se insiste en que cada individuo cumple un papel determinado en la
comunidad, y de eso depende su supervivencia. ¿Tendría sentido pensar que
los individuos existían anteriormente al Estado en esta forma de sociedad, y
que en un momento determinado decidieron vivir juntos en comunidad? Parece
claro que no. Más bien puede pensarse que el Estado es un organismo del que
cada persona es una parte encargada de una pequeña función, que solo tiene
sentido en relación al conjunto. El Estado es como un organismo
natural, por ello no podemos pensar en la existencia individual de personas
anteriores al Estado, ya que ¿cómo podrían haber sobrevivido?
Esta era la forma habitual de pensar de los filósofos clásicos griegos,
como Platón o Aristóteles. El mismo Platón compara el Estado con un
enjambre: cada individuo debe prestar a la comunidad el mejor servicio del que
sea capaz, prevaleciendo siempre el interés colectivo sobre el individual.

De forma similar razonaron los pensadores medievales, que en general se


inspiraron en los filósofos griegos. Autores como Tomás de
Aquino entendieron que el Estado tiene un origen natural que en último
término responde a la voluntad de dios (con lo cual el poder, como ya hemos
visto, tiene un origen divino).
Las teorías naturalistas suelen comparar el Estado con un organismo,
defendiendo el origen natural del mismo. Esta idea se basaba normalmente en
los siguientes argumentos:

 El ser humano aislado no puede sobrevivir, pues es incapaz de satisfacer


por sí solo sus necesidades vitales. Necesita asociarse con otros.
 De lo anterior se deduce que el ser humano es por naturaleza social.
Aristóteles decía que el hombre es el animal político por excelencia, cuya
sociabilidad es cualitativamente mayor a la de las abejas u hormigas. La
finalidad del Estado no es solamente la supervivencia sino también el vivir bien
(en sentido moral) de los individuos.
 Aristóteles añadía un tercer argumento: el lenguaje humano. El hecho de que la
naturaleza nos haya dado la capacidad de hablar es la prueba de que somos
naturalmente sociales y políticos, pues la función del lenguaje es la
comunicación que permite la vida social.

Las teorías contractualistas del Estado.

Las sociedades actuales no tienen mucho que ver con lo que hemos descrito
anteriormente, en las teorías naturalistas. El Estado no se considera como algo
natural, sino como el resultado de un acuerdo o convención entre los seres
humanos. El poder no es indiscutible, más bien al contrario: ha de ser vigilado y
controlado y, en caso de exceso en sus funciones, sería perfectamente legítimo
dejar de obedecer. Hoy no hay vasallos, ni siervos, ni mucho menos esclavos,
sino ciudadanos iguales en derechos y deberes. El lugar que cada uno ocupa
en la sociedad es (o al menos debería ser así) el resultado de su propio
proyecto y esfuerzo.

En fin, las sociedades actuales son totalmente diferentes a las que describen
las teorías naturalistas. Podríamos decir que son consecuencia de las teorías
contractualistas, que comienzan a plantearse a partir de los comienzos de la
Modernidad.

 Hobbes.

El “estado natural” es una situación en la que cada ser humano solo busca su
propio interés, lo que le lleva necesariamente a un permanente conflicto con los
demás. Para Hobbes, el ser humano está sometido por naturaleza a dos
poderosos impulsos: el de conservación de la propia vida y el de búsqueda de
lo placentero (y rechazo de lo doloroso).
Las personas poseen, además, el derecho natural de dar satisfacción a esos
instintos utilizando los medios necesarios. Llevados por tales impulsos
egoístas, si los seres humanos vivieran en total libertad el conflicto entre ellos
sería inevitable: la guerra de todos contra todos sería su estado natural.
Es evidente que Hobbes no tiene un concepto muy positivo de la naturaleza
humana. Aunque admita que existe en las personas cierta moralidad natural,
los impulsos egoístas son dominantes: el ser humano es malo por naturaleza.
De ahí que Hobbes hiciera suya la antigua expresión latina (originaria del
escritor romano Plauto) que da título a este apartado: homo homini lupus
est (el hombre es un lobo para el hombre).
En el estado de naturaleza, la vida de los seres humanos es, según Hobbes,
brutal, insegura y breve. Pero los seres humanos quieren conservar su vida a
toda costa. Como son seres racionales se dan cuenta de que esa situación es
insostenible. El miedo les hace buscar una solución: un pacto, un contrato entre
los individuos por el que se comprometen a no hacer uso de su derecho a
utilizar la violencia a cambio de paz y seguridad.
Pero para estar seguros de que el contrato será respetado por todos se hace
necesario que exista un poder suficientemente fuerte para garantizar su
cumplimiento. De esta forma, según Hobbes, los seres humanos ceden
mediante el contrato su derecho utilizar la violencia (es decir, el poder que por
naturaleza tienen para conservar su vida) en favor de un poder único y
absoluto: el Estado.

La función del Estado es básica: asegurar la convivencia pacífica entre los


seres humanos, utilizando para ello los medios necesarios.

Así pues, para Hobbes, el Estado surge como consecuencia de un contrato que
los seres humanos firman, movidos por el miedo, para asegurar su
supervivencia. Ceden su libertad a cambio de seguridad.

El Estado así resultante tiene un poder absoluto, algo necesario para


garantizar la convivencia pacífica entre los seres humanos, por naturaleza
malvados.

El poder del Estado es entonces incontestable, es decir, en ningún caso sería


legítima la desobediencia, siempre que el Estado garantice la paz. Eso deriva
de la propia naturaleza del contrato: éste es firmado solamente entre los
individuos, y no entre los individuos y el Estado, por lo que son los seres
humanos los que se obligan a cumplir las cláusulas del contrato (obedecer a
cambio de seguridad).

 Locke.

No está de acuerdo Locke (1632-1704) con su compatriota Hobbes acerca de


las características del estado de naturaleza humano. En su obra Segundo
tratado sobre el gobierno civil (publicada en 1689) desarrolla un planteamiento
similar (estado de naturaleza-contrato-sociedad) en la forma, pero no en el
contenido. En el estado de naturaleza, según Locke, el ser humano poseía
ciertos derechos básicos:

1. A la conservación de la propia vida (y a hacer uso de la fuerza para


defenderla).
2. A la libertad (a no tener que obedecer a nadie excepto a sí mismo).
3. A la propiedad (de todas aquellas cosas obtenidas con el trabajo).

Locke le concede una importancia especial al derecho a la propiedad (lo cual


es una primera diferencia con respecto a Hobbes) que resultará esencial en el
contrato. Además, Locke no comparte la visión negativa que Hobbes tiene del
ser humano: el hombre no es un ser malvado, pues, al ser racional, posee por
naturaleza una ley moral por la que sabe lo que es justo y bueno. En el estado
de naturaleza el ser humano vivía libre, dueño de sí mismo y de sus
propiedades, poseedor de una ley moral natural por la cual respeta a los demás
y es respetado por ellos… ¿Por qué habría de abandonar el ser humano un
estado semejante?

El mismo Locke nos contesta:

“Contesto diciendo que, aunque en el estado de naturaleza tiene el


hombre todos esos derechos, está, sin embargo, expuesto
constantemente a la incertidumbre y a la amenaza de ser invadido por
otros.”
  J. Locke: Segundo Tratado sobre el gobierno civil. Capítulo 9

¿Cómo es esto posible si el ser humano posee por naturaleza la ley moral?
Una vez más nos contesta Locke:

“Pues, aunque la ley natural es clara e inteligible para todas las


criaturas racionales, los hombres, sin embargo, cegados por sus
propios intereses y por no haber estudiado dicha ley debidamente,
tienen tendencia a no considerarla como obligatoria cuando se refiere a
sus propios casos particulares.”

J. Locke: Segundo Tratado sobre el gobierno civil. Capítulo

La respuesta aparece clara en el texto: porque en los seres humanos también


existe el egoísmo. Para Locke, por tanto, una persona no es por naturaleza ni
buena ni mala pues coexisten en ella los dos principios.
Esto tendrá consecuencias importantes: por una parte (por lo que el ser
humano tiene de malo) se hace necesario el contrato para asegurar el disfrute
de los derechos naturales (sobre todo el derecho a la propiedad) amenazados
en el estado natural; por otra (por lo que el ser humano tiene de bueno) será
posible confiar en que el ser humano es capaz de gestionar adecuadamente
cierta libertad, por lo que no es necesario un poder absoluto.

 Rousseau.

Después del descubrimiento de América, y como consecuencia de los primeros


contactos con los indígenas americanos, se extendió por Europa el mito del
“buen salvaje”: la idea de que los pueblos primitivos vivían en un estado natural
previo a la civilización y exento de sus males. Los salvajes serían inocentes y
puros como niños, carentes de malicia y de prejuicios, compasivos y generosos
sin conocer la envidia, etcétera. En contraposición con ellos, los europeos
civilizados habrían perdido todas esas cualidades naturales, alcanzando un
estado de degeneración moral considerable.

Para Rousseau los hombres son por naturaleza buenos, compasivos,


libres e iguales, tal y como nos describe en su obra Discurso sobre el origen
de la desigualdad entre los hombres. Es la sociedad la que ha pervertido al
ser humano, generando las desigualdades y las injusticias.
De esta forma Rousseau hace una crítica de la sociedad de su época (la
Ilustración) en la que los avances científicos no se han visto acompañados,
según su criterio, por los avances morales.
¿Por qué abandona el ser humano el estado de naturaleza si en él la vida
era idílica y feliz? Según Rousseau por dos motivos: por buscar una mejor
forma de satisfacer sus necesidades en cooperación con los demás y por
querer proteger sus propiedades (en lo que coincide con Locke).

¿De dónde surgen según Rousseau las injusticias y las desigualdades


que observamos en la sociedad? De un contrato engañoso en el que los
propietarios de una mayor riqueza se aprovechan de la gran mayoría para
perpetuar sus privilegios. La culpable es, por tanto, la propiedad desigual de los
bienes, que corrompe al ser humano y da lugar a una sociedad injusta y
deplorable.

La solución para Rousseau no es volver al estado de naturaleza, lo cual sabe


que es imposible, sino firmar un nuevo contrato sobre unas bases
absolutamente distintas, para dar lugar a una nueva sociedad en la que las
injusticias y las desigualdades no tengan lugar.

Ese nuevo contrato, que Rousseau describe en su obra El contrato


social, debería ser firmado por todos los seres humanos con total libertad e
igualdad: por él los seres humanos se comprometen a someterse a las
leyes que sean expresión de la voluntad general. Pero este sometimiento es
un acto libre, por lo que, en el fondo, cada persona, obedeciendo a la voluntad
general, en realidad solo se obedece a sí misma.
La voluntad general se forma de manera democrática, pero con una
democracia directa y asamblearia (en asambleas en las que todos los
ciudadanos pueden hablar y votar) y no mediante representantes en un
parlamento, lo que a Rousseau le parece un engaño de democracia.

https://elcorajedelafilosofia.wordpress.com/1o-bachillerato-filosofia-y-
ciudadania/

Las teorías del origen violento del Estado


Encuentra su nacimiento en la guerra. El Estado es, enteramente en cuanto a
su origen y en cuanto a su naturaleza durante los primeros estadios de su
existencia, una organización social impuesta por un grupo vencedor a su grupo
vencido, organización cuyo único fin es de reglamentar la dominación del
primero sobre el segundo defendiendo su autoridad contra las revueltas
interiores y los ataques exteriores. Y esta dominación no ha tenido jamás otro
fin que la explotación económica del vencido por el vencedor. De ahí que, la
civilización sea una consecuencia de las luchas sociales. Todos los Estados
han surgido de conquistas sangrientas, por lo que el Estado es la condición
sine qua non de la prosperidad, del desarrollo de la civilización.
Esta tesis explica al Estado como la síntesis de los grupos humanos que han
mantenido un proceso de lucha social, es la teoría de la lucha de clases de
Carlos Marx. Al respecto, los trabajos de Morgan anteceden a estas doctrinas.
Este autor descubrió a su modo, en América, la teoría materialista de las
historias, que también estudió Marx, y Federico Engels analiza los caracteres
de la sociedad antigua y afirma que, siendo la base de la civilización la
explotación de una clase por otra, su desarrollo es constantemente antinómico.
Cada progreso de la producción es al mismo tiempo un retroceso para la clase
oprimida, es decir, la mayoría. Cada beneficio para unos es por necesidad un
perjuicio para otros; cada grado de emancipación conseguido por una clase es
un nuevo elemento de opresión para otra. La prueba de ello es la introducción
del maquinismo, cuyos efectos conoce hoy el mundo, y si como hemos visto,
entre los bárbaros apenas puede establecerse la diferencia entre los derechos
y los deberes, la civilización señala entre las dos una diferencia y un contraste
que saltan a la vista del hombre menos inteligente, en el sentido de que, da
casi todos los derechos a una clase y casi todos los deberes a la otra.
Entonces, las formas estatales que se concretizan bajo esta teoría son variadas
y contradictorias, como el Estado del subdesarrollo, el Estado autoritario, el
Estado totalitario, el Estado dictatorial, el Estado militar, el Estado monárquico.

http://bibliodigitalibd.senado.gob.mx/bitstream/handle/
123456789/4720/02%20CHILPO%20Interpretaci%C3%B2n%20y%20Arg
%20Legislativa.pdf?sequence=2&isAllowed=y

Ser social y conciencia social según el marxismo

Dos aspectos –material y espiritual– de la vida de la sociedad, que se


encuentran en determinada interconexión e interacción mutuas. El marxismo
entiende por ser social la relación material de los hombres con la naturaleza en
el proceso de producción de bienes materiales y las relaciones (en la sociedad
dividida en clases, las relaciones clasistas) que los hombres contraen en el
curso del mismo. La conciencia social son las opiniones, representaciones,
ideas, teorías políticas, jurídicas, estéticas, éticas y otras, filosofía, moral,
religión, &c. El problema de la interrelación del ser social y la conciencia social
es la concreción del problema fundamental de la filosofía aplicado a la
sociedad. Antes del marxismo, en la filosofía dominaba la idea del papel
determinante de la conciencia en la vida de la sociedad. Pero en realidad, la
conciencia no es sino el reflejo del ser social de los hombres en su vida
espiritual. En La Ideología Alemana, Marx y Engels formularon por primera vez
esta tesis, la cual sirvió de firme fundamento científico para la ciencia sobre la
sociedad: “...los hombres que desarrollan su producción material y su
intercambio material (o sea, las relaciones de producción, –Nota de la
Redacción) cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los
productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida,
sino la vida la que determina la conciencia” (t. 3, p. 25). El marxismo no sólo
explicó este hecho, decisivo para comprender la vida de los hombres, sino que
mostró también que las relaciones entre el ser social y la conciencia social no
son simples, sino complejas y movibles y se desarrollan a tono con la evolución
y la complejización de la vida social. En las primeras etapas de la historia, la
conciencia social se forma como un producto directo de las relaciones
materiales de los hombres, mientras que posteriormente, al dividirse la
sociedad en clases y al surgir la política, el Derecho y la lucha política, el ser
social influye de modo determinante sobre la conciencia de los hombres a
través de numerosos eslabones intermedios: el Estado y el régimen estatal, las
relaciones jurídicas y políticas, &c., las cuales ejercen también una enorme
influencia sobre la conciencia social. En tales circunstancias, el deducir la
conciencia social directamente de las relaciones materiales conduce a la
vulgarización y la simplificación. La conciencia social y sus múltiples formas, no
obstante toda su dependencia del ser social, poseen relativa autonomía. Esta
última se expresa en que los cambios en la vida material de la sociedad nunca
crean de nuevo los productos de la conciencia social, ya que las
representaciones espirituales –ideas científicas, filosóficas, artísticas y de otra
índole– dependen del acervo acumulado antes y obedecen a una determinada
lógica interna de su desarrollo. Además, los cambios en las relaciones
materiales no pueden producir un cambio momentáneo y automático de la
conciencia social, puesto que a las representaciones espirituales de los
hombres les es propia una considerable fuerza de inercia, y únicamente la
lucha entre las representaciones nuevas y las viejas lleva lógicamente a la
victoria de las representaciones que deben su origen a las necesidades
decisivas de la vida material cambiada. Al mismo tiempo, se debe advertir y
tomar en consideración el gran papel que desempeña la conciencia social, así
como su influencia sobre el desarrollo del ser social. La contraposición absoluta
de estos dos aspectos de la vida de los hombres sólo es válida en el marco de
la cuestión fundamental de qué es lo primario y qué es lo secundario. Al
margen de esta cuestión, tal contraposición absoluta pierde sentido. En unos u
otros períodos, la conciencia social puede pasar a desempeñar y desempeña el
papel decisivo, aunque también en este caso la determina y condiciona en
última instancia el ser social. La solución histórico-materialista de la cuestión
del ser social y la conciencia social y su naturaleza tiene una importancia
metodológica inmensa y ayuda a plantear científicamente y resolver en la
práctica los problemas de la vida social.

Diccionario de filosofía
https://www.filosofia.org/enc/ros/ex2.htm#:~:text=El%20marxismo%20entiende
%20por%20ser,en%20el%20curso%20del%20mismo.

La diferencia principal entre el pensamiento contractualista y el marxista es la


percepción de la función del Estado.
Para los contractualistas, el estado es el organismo que viene a conferir un
orden, igualdad y seguridad a la vida humana, como el individuo es anterior al
Estado (uno tiene un estado de naturaleza previa a la fundación del estado y la
vida en sociedad) surge un acuerdo o contrato entre las personas que
conforman una sociedad que vendría a poner fin a los conflictos que surgen de
los individuos guiados por sus pasiones egoístas, acordando un modelo de
organización política.
Los autores como Hobbes, Locke y Rousseau presentan diferencias respecto
de estado de naturaleza y las características del contrato.
Para Marx, el Estado lejos de ser un mediador neutral de los conflictos entre
individuos, es un instrumento de dominación de unos sobre otros: de la clase
económicamente dominante sobre la clase explotada que reproduce las
desigualdades a favor de una clase social. Por lo tanto, no sólo no es la
superación del estado de naturaleza y de guerra de todos contra todos, sino
que acrecienta la violencia, ya que la esencia del Estado surge como
instrumento y legitimación de la explotación como dictadura del capitalismo y
de la clase burguesa por sobre el proletariado. Así como que el estado es el
único legítimo en utilizar el monopolio de la fuerza, todo en pos de la propiedad
privada.

Evolución del ser social:

La evolución del ser social se remonta a la aparición del ser humano como
especie. Los seres humanos han vivido en grupos desde el principio de su
existencia, y esta forma de vida en comunidad ha sido esencial para su
supervivencia. A medida que la sociedad humana evolucionó, también lo hizo la
naturaleza del ser social. Las sociedades más complejas requieren formas más
sofisticadas de interacción social, y esto ha llevado al desarrollo de normas,
valores y sistemas de comunicación que hacen posible la cooperación y la
coordinación en grupos grandes y heterogéneos.

El hombre y la sociedad.

El hombre es un ser social, porque tiene proyección y trascendencia hacia la


esfera del espíritu.

Aristóteles, en la política, trae un pasaje que constantemente se cita y suele


servir de punto de arranque para todo orden de consideraciones atinentes a la
determinación de la naturaleza social del hombre: aquel pasaje en el cual se
establece que el hombre es un ser social y el más social de todos los seres.

Enseña Aristóteles que no puede considerarse un miembro sin referencias al


todo, y que un miembro separado del todo no es tal miembro. La comunidad
pues, hace hombre al hombre. Y esto aclara su dicho proverbial, que
caracteriza al hombre como animal político, como animal social, con la
afirmación correlativa de que fuera del estado, es decir, de la sociedad
perfecta, solamente puede vivir un animal o un dios; pero no un ser humano
propiamente dicho. Las primeras características que distinguen al hombre de
los demás seres vivos, los utensilios, acusan ya un decidido carácter social. La
transmisión de la habilidad de fabricar y usar herramientas no se hace
mediante la vía biológica, la herencia, sino a través de la sociedad, por medio
de la enseñanza. El carácter social de nuestra especie se hace más evidente
cuando se habla de grupos ya franca y decididamente humanos, como los del
paleolítico superior. La cacería de animales grandes, exige forzosamente la
colaboración organizada, de grupos humanos considerables. El lenguaje es
también demostración de una convivencia estable.

¿sería posible afirmar que el hombre actual, mucho más desarrollado que el
primitivo, podría existir sin la sociedad? De ninguna manera. Ciertamente, un
cazador moderno puede enfrentarse solo, son su rifle, al animal más potente
que exista sobre la tierra. Pero su arma misma es una expresión social: no ha
nacido con el cazador: ha sido fabricada por grupos humanos, es el resultado
de conocimiento acumulado a lo largo de generaciones de operarios, técnicos,
científicos, usuarios. Esta consideración puede ampliarse en forma importante:
en la sociedad moderna, la mayor parte de lo que consume un individuo no ha
sido producido por éste, y lo que produce, en su totalidad, es consumido por
otros.

2. relaciones entre el hombre y la sociedad.

Evidentemente que la sociedad no es una simple suma de integrantes, sino


que se encuentran agrupados de acuerdo con determinadas normas,
específicas normas para cada situación concreta, pero de ciertas
características generales más o menos estables.

Es fácil ver la gran influencia que ejerce la sociedad en sus integrantes. El niño
y también el adulto, reciben conocimientos, normas de conducta, en una
palabra, el ambiente humano que los envuelve. Esto se efectúa en forma
consciente, a través de la escuela y de otros elementos de intención educativa
y también de manera muy importante, espontáneamente, por medios de la vida
misma de la sociedad. La organización de la producción y de la distribución de
riqueza, de las creencias, de las formas culturales, de la moral, de las
estructuras políticas: todo esto son elementos sociales que determinan la
actuación, las aspiraciones, el comportamiento de cada persona.

Esta acción de la sociedad sobre sus integrantes no es el único aspecto de la


relación entre ambos elementos: también el individuo, al actuar de una y otra
forma, al desarrollar y expresar determinadas ideas, mediante toda su vida,
influye y modifica a la sociedad. Esta interrelación es decisiva para el
desenvolvimiento humano, y el estudio concreto es muchas veces sumamente
difícil y presenta siempre grandes complejidades.

3.Formas de organización social.

Para hablar de las influencias que ejerce, también de las que recibe la
sociedad, hay que tomar en cuenta que a través del tiempo se han presentado
muchas formas distintas de organización social. El término mismo “sociedad”
se emplea para muchos tipos diferentes de agrupación humana: se habla de
sociedades mercantiles, o de filantropía; los partidos políticos son sociedades
en el sentido de constituir agrupaciones organizadas con fines específicos, etc.
aquí se toma por sociedad su forma más amplia y general, el conjunto de
personas, organizadas establemente, que poseen sus propias instituciones y
que interaccionan regularmente con el fin de procurarse los bienes que
consumen,

La misma evolución de las sociedades a través del tiempo, es un indicio valioso


para señalar distintos tipos de ellas. Las hay muy reducidas, de forma tal que
todos integrantes se conocen; las hay también de un número mayor de
personas, en las cueles queda excluida la posibilidad de contacto personal
entre sus integrantes, pero donde sí existe éste entre muchos de los individuos
de la misma ocupación; finalmente las grandes sociedades modernas excluyen,
de hecho, esta posibilidad.

4.el hombre un ser social y productivo

El campo económico es aquel que, dentro del conjunto del acontecer histórico,
sigue en grado de proximidad al de la relación del hombre con la naturaleza,
organizada e incorporada en la técnica. Si esta agrupa los instrumentos de que
el hombre se vale para, operar sobre la naturaleza, la economía se refiere al
conjunto de actividades dirigidas hacia el fin de su mantenimiento físico. El
hombre, como todos los seres vivientes es individuo biológico que necesita
alimentarse y satisfacer una serie de otras necesidades elementales, exigidas
por su condición animal. En cuanto tal individuo biológico, el hombre satisfaría
esas necesidades en una relación directa con el medio ambiente, como lo
hacen los demás animales. Pero esto solo podría hacerlo así el hombre natural
y no el hombre histórico que nosotros conocemos y que nosotros somos.

El hombre histórico, o sea el hombre de cultura y no solo de naturaleza,


satisface sus necesidades elementales a través de la multitud de procesos de
elaboración de la realidad natural en los que la cultura consiente; y el primer
grado de la técnica, su manifestación más siempre, su función inicial, consiste
en proporcionarle al hombre los instrumentos adecuados para una más fácil y
más eficaz satisfacción de sus necesidades elementales; es decir, de aquellas
necesidades que él tiene como biológico, como ser de la naturaleza; en fin,
como animal viviente.

Por eso, aún en el más bajo estadio de organización de la sociedad humana, la


economía está ya presente como una creación artificial, como parte de la
cultura.

Efectivamente, desde el punto de vista de la técnica de la producción, la


organización social ofrece características importantes entre ellas se encuentra
la forma de enfrentarse a la naturaleza: en unos casos el hombre se basa en su
pura fuerza física, muscular, aplicada y aumentada por los utensilios simples;
en otros, interviene activamente en la naturaleza mediante la cría de animales y
el cultivo de plantas; más adelante aprovecha ciertas fuerzas, como la de los
animales, la del viento, la del agua; otro tiempo se caracteriza por el uso de
formas de energía especialmente preparadas, como la del vapor, la eléctrica, la
nuclear.

Estrechamente relacionado con el criterio anterior, está el de la relación técnica


entre los hombres. En determinadas sociedades “todos hacen todo”, con muy
escasa diferenciación entre sí. Esto puede expresarse de dos maneras
fundamentales que coinciden en distintas proporciones, cada quien, con las
pocas diferencias impuestas por el sexo y la edad, hace fundamentalmente
todo; todos operan, haciendo lo mismo, o casi lo mismo, en una tarea común.
La otra forma fundamental de sociedad se dedica permanentemente a
actividades específicas entre las cuales debe existir y existe una colaboración
permanente organizada.

http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1020115361/1020115361_006.pdf

Importancia del ser social:

El ser social es importante porque permite a los seres humanos satisfacer sus
necesidades básicas, como la comida, el refugio y la seguridad, pero también
les permite satisfacer necesidades más complejas, como la necesidad de amor,
amistad y pertenencia. La interacción social es esencial para el desarrollo
cognitivo y emocional de los seres humanos, y también es fundamental para el
aprendizaje y la transmisión de la cultura.

Concepto del ser social y del ser individual

Todo ser humano es social porque es imposible que alguien pueda vivir sin sus
semejantes y sin la cultura del mundo histórico que vive. Cada persona es
resultado de aquello que padres, abuelos, tíos y profesores le enseñaron. Es
indispensable reconocer que cada ser humano esta socializado porque
pertenece a un grupo familiar, a una clase social, nace y vive un periodo
histórico determinado, tiene un sexo, específicamente, un género, una edad
que lo asemeja y distingue de otros muchos, saber leer y escribir, etc. Es un
individuo particular. Una mujer urbana de la década de los 50 del siglo XX es
diferente de la mujer urbana del año 2017; las dos pueden tener 25 años,
habitar en la misma colonia, pero los trayectos vitales serán diferentes,
cualitativamente, porque las sociedades y las vivencias responden: a periodos
históricos específicos. Un ejemplo interesante es el que proporciona Daniel
Defoe, en su famosa novela Robinson Crusoe. En ella el autor describe a un
personaje (Robinson) imaginario del siglo XVII, quien adoraba el mar. Viajar de
un lugar a otro era su pasión. En uno de sus viajes, la nave en que se
trasladaban tuvo un severo accidente. El fue el único sobreviviente. Cuando
despertó, se encontró en la orilla del mar, ubicado en una isla. El debe
enfrentarse al mundo en condiciones adversas: solo, sin alguien con quien
compartir obligaciones y con quien charlar, incluso una persona para
discutir. Rescata herramientas del barco; por lo tanto, debe aprender a
utilizarlas para arar la tierra, para cortar un árbol y obtener leña, hacer fuego,
cocinar alimentos y construir su vivienda; también pudo escribir un diario. Era
un ser humano producto de su momento histórico y sus conocimientos
pertenecían a la sociedad, no obstante el los había incorporado y los utilizaba.
Logro vivir apartado del mundo humano y fue capaz de sobrevivir sin ayuda de
algún semejante. Estaba aislado de los seres humanos, sin embargo, llevaba
consigo el conocimiento y las normas de la sociedad de su momento. Esta
peculiaridad impide que el ser humano pueda actuar autónomamente, que
su libertad sea ilimitada, esto es, desconectada de la del resto de sus
contemporáneos. Las normas, la moral, es la esencia humana, es la que
permite la conexión de las personas; a través de ella (la moral) se comparten
los mismos códigos y con ellos se clasifican y sancionan las acciones.
Robinson, independientemente de su separación del mundo humano, él
era un ser humano socializado, portador de los códigos morales, de los
conocimientos y habilidades trasmitidas por sus mayores en su sociedad. Fue
educado dentro de una familia prospera económicamente. Su padre le
proporcionó consejos importantes para la vida. Pertenecía a una clase social, el
sector medio que, según su padre, era lo mejor porque no tenía la presión
social de los altos ni la pobreza de los más bajos. Su padre era un hombre
prudente, que conocía la vida y trato de que su hijo siguiera un trayecto
similar, dentro de la casa paterna y dentro de la tierra que lo vio nacer.
Robinson Crusoe era un hombre ingles del siglo XVII, representante de la
cultura y los códigos morales de su sector social. Lo anterior nos deja una
enseñanza importante: la mayor parte de nuestros conocimientos son
resultado de la sociedad en la cual vivimos, tanto para obtener y preparar,
construir una vivienda, elaborar la ropa que nos protege, como para realizar
otras acciones necesarias dentro de nuestra reproducción cotidiana. Por
ejemplo, una actividad tan elemental como es la alimentación es tanto
universal, porque no hay sociedad y grupo humano que sobreviva sin
alimentos, como particular, porque responde a sociedades y grupos
específicos. Desayunamos, comemos y cenamos aun determinado horario,
en un lugar específico y con los utensilios indicados. Estas acciones que son
necesarias para la mayoría de los seres humanos, ya en su operación
especifica puede diferir notablemente dependiendo de los grupos que lo
hagan por ejemplo, japoneses, mexicanos, norteamericanos, italianos entre
otros. También pueden cambiar dependiendo del periodo histórico en que se
lleven a cabo, simplemente imaginemos a las personas de una comunidad rural
del siglo XXI, a personas de una comunidad rural pero en el siglo XIX. Estas
prácticas con las cuales estamos familiarizados tienen como marco de acción a
la sociedad del momento. Por esto, el ser humano es un ser social. Robinson
Crusoe estuvo apartado, aislado, lejos de sus semejantes pero era portador del
conocimiento y las normas de sus semejantes. Los instrumentos o
herramientas que manejaba le permitieron reproducir, lo mas cercano posible a
sus contemporáneos de la ciudad, una vivienda y una forma de vida. Sin
embargo, muchas veces se dice que hay animales sociales, animales que
viven en grupos o comunidades y que de otra manera seria imposible su
supervivencia. En efecto, estos animales requieren de sus iguales para
sobrevivir ante un ambiente hostil, pero la manera de su asociación es
instintiva. Así nacen y así mueren, incluso, cuando llega a existir una alteración
a su ambiente natural, en su hábitat, la especie está en peligro de extinción.
Los animales difícilmente se pueden adaptar a un medio que no es el natural,
el propio de ellos. Esta es una diferencia tajante con el ser humano, el cual
tiene la ventaja de adaptarse a un medio ambiente, de modificar el medio
ambiente o usar los recursos que provee ese medio para diseñar una vivienda
o para proteger su cuerpo. Las herramientas, el trabajo como una acción que
busca la modificación de la naturaleza y el trabajo en colaboración con los
otros, ha permitido al ser humano sobrevivir, construir aldeas, ciudades. Pero
para lograr esto, se requieren reglas no escritas que regulan las acciones
individuales. Las reglas impiden que la persona tenga un margen de maniobra
ilimitado sino que este será regulado; las normas permiten la creación de un
mundo estrictamente humano; ellas se encuentran por encima de la voluntad
de las personas; no se ven pero están ahí, ejercen una fuerza en la voluntad de
las personas, de manera que impiden que cada quien haga lo que desea, sino
que se hace lo permitido por ellas. Vivir en sociedad es vivir con reglas; por
tanto, con una moral. Las normas son producto de un mundo social o humano
que integra a los individuos, que forman comunidades y sociedades, que
permite organizarse para el trabajo, administrar a una sociedad y a sus grupos,
convivir con los semejantes. Sin normas y sin leyes es imposible la vida en
sociedad.

https://www.studocu.com/es-mx/document/universidad-ciudadana-de-nuevo-
leon/servicio-social/concepto-del-ser-social-y-del-ser-individual/29852789

Amala y Kamala, las niñas lobo de La India


Región de Midnapore, al oeste de Calcuta; 9 de octubre de 1920. Los
habitantes del poblado de Godamuri acuden asustados al reverendo Joseph
Amrito Lal Singh. Entre balbuceos y discusiones inconexas, el misionero
descubre por fin el motivo de la agitación que cunde entre los locales: hay
espíritus en la jungla que deben ser expulsados de inmediato.
Así empieza la historia de Amala y Kamala, una historia entre tantas de niños
ferales... de no ser por los datos que las últimas investigaciones revelan al
respecto.

Amala y Kamala
Cuando el reverendo llegó a la linde de la selva se encontró con que un nutrido
grupo de cazadores locales ya había cercado a los espíritus. En medio de un
círculo de armas de fuego, dos niñas aterrorizadas y sucias miraban a todos
lados mientras eran protegidas por una loba que lanzaba dentelladas al aire.
Asustados, los habitantes de Godamuri abrieron fuego abatiendo a la loba y
sólo la intervención de Singh salvó a las niñas de seguir el mismo camino que
su madre adoptiva. Amala y Kamala (como el propio reverendo las llamaría)
fueron capturadas por la fuerza y llevadas hasta un orfanato gestionado por el
propio Singh y su familia. Fue allí donde las niñas empezaron a revelar su
secreto en toda su magnitud.

Amala y Kamala eran extremadamente agresivas. Sólo toleraban la presencia


de los perros y su vínculo con otros seres humanos se reducía al que tenían la
una con la otra, por lo que los primeros intentos de acercamiento se saldaron
con un rosario de mordiscos, arañazos y otras lesiones.
Las niñas se arrancaban con los dientes la ropa que les ponía la mujer del
reverendo y tenían serias dificultades para mantenerse erguidas. Caminaban a
cuatro patas y completamente desnudas, sin mostrar sensación de frío o calor.
Además, sus caninos eran ostensiblemente más largos y afilados de lo normal
lo que, unido a que su interacción social se limitaba a gruñidos aislados, hacía
que la socialización se convirtiera en algo virtualmente imposible.
Sus hábitos alimenticios también se escapaban de lo puramente humano, pues
las niñas detestaban cualquier alimento cocinado y sólo consentían en comer
cuando el menú consistía en carne cruda servida sobre el suelo del patio.

Kamala a cuatro patas


Pero lo peor eran las noches. Amala y Kamala dormían durante el día y hacían
una vida eminentemente nocturna. Durante las horas de oscuridad, el orfanato
se llenaba con los aullidos de las niñas, desesperando y asustando por igual al
reverendo y a su mujer.
Fue en una de estas noches cuando Singh descubrió que las pequeñas le
reservaban una sorpresa más. Sus pequeños ojos, siempre vigilantes, brillaban
en la oscuridad. Amala y Kamala se movían en la noche gracias a un sentido
del olfato superdesarrollado y a una visión nocturna impropia del género
humano.
El reverendo trató de ahondar también en el vínculo que unía a las dos niñas.
Se estimó su edad en 6 años para Kamala y 3 para Amala y, además, se llegó
a la conclusión de que las pequeñas no compartían ningún lazo familiar entre
sí, lo que llevaba a la sorprendente hipótesis de que la loba las había
"adoptado" en momentos distintos.
Tan sólo un año después de su ingreso en el orfanato, la pequeña Amala, que
a la sazón contaba con 4 años de edad, murió de disentería. Fue entonces
cuando Kamala mostró el primer síntoma de humanidad desde que Singhla
encontró en Godamur: pese a que no era su hermana (estrictamente
hablando), Kamala se acurrucó contra el féretro de Amala y lloró por primera y
última vez.

Comiendo en el patio
Kamala tuvo que ser separada a la fuerza del cadáver de su hermana, pero
tras un periodo de luto, empezó a hacer avances en el proceso de socialización
que la mujer del reverendo, inasequible al desaliento, nunca había
abandonado.
La niña empezó a andar erguida en algunas ocasiones, aprendió conceptos
relativos a la cantidad e incluso consiguió asimilar un reducido vocabulario
formado por unas 40 palabras monosílabas que le permitían comunicarse con
el reverendo y su mujer, junto a los que vivió hasta su muerte por tifus en
1.929, con 15 años de edad.

Esta sería una historia asombrosa tanto por la propia rareza que implica como
por las conclusiones médicas que podrían haberse extraído de su estudio
detallado... de no ser porque es falsa. El autor francés Serge Aroles desveló en
su libro "El enigma de las niñas lobo" (2007) la cruda realidad que rodeó a
Amala y Kamala durante su estancia en el orfanato de Singh.

En primer lugar, las investigaciones de Aroles desvelaron que el diario del


reverendo, que pretendía ser un "día a día" de las niñas en el orfanato, fue
escrito en 1935, seis años después de la muerte de Kamala.
Del mismo modo, las fotos que complementan este mismo artículo y que
muestran a las niñas andando a cuatro patas y comiendo en el suelo no fueron
tomadas hasta el año 1937.
Por si esto no fuera suficiente, las pesquisas de Serge Aroles sacaron a la luz
el testimonio del cuadro médico a cargo del orfanato, que desmentía las
afirmaciones hechas por el propio Singh. Es decir, las niñas no tenían unos
caninos fuera de lo común, no andaban a cuatro patas y carecían por completo
de visión nocturna. En lugar de esto, el médico principal desvela que Kamala
estaba afectada del síndrome de Rett, una enfermedad congénita que conlleva
serias dificultades motrices y cognitivas además de provocar un severo retraso
mental.
En último lugar, los testimonios recogidos entre 1951 y 1952 afirman que
Kamala era golpeada constantemente por Singh para que se comportase como
un animal salvaje en presencia de los visitantes que acudían al orfanato y que,
conmovidos por la visión de las niñas, se vaciaban los bolsillos para colaborar
en su manutención.
Publicado por Hookton en 10:02
 http://conhdehistoria.blogspot.com/2011/12/amala-y-kamala-las-ninas-lobo-de-
la.html

Conclusiones:

En conclusión, el ser social es una parte fundamental de la vida de los seres


humanos. La naturaleza y la evolución del ser social son complejas y han sido
objeto de estudio de muchas disciplinas, incluyendo la sociología, la
antropología, la psicología y la biología evolutiva. La importancia del ser social
radica en su capacidad para satisfacer las necesidades humanas básicas y
complejas, así como en su papel en el desarrollo cognitivo y emocional, el
aprendizaje y la transmisión de la cultura.

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