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Artículo Revista APBA

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LA REVISTA DE LA APBA Y EL CAMPO DE LA SALUD MENTAL:

FRAGMENTOS DE HISTORIA

PUBLICADO EN Revista Argentina de Psicología (RAP)- Nueva Serie- Publicación

de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (APBA). 2019

Alicia Stolkiner

Sobre origen, objetivos y algunos fundamentos de este escrito:

En agosto de 2007 la Secretaría de Ciencia y Tecnología e Innovación

Productiva del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología conjuntamente con la

Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y con

el apoyo de la UNESCO, convocaron al Seminario “Construcción de la Ciencia y la

Tecnología en la Historia Argentina”. Para ese encuentro se me propuso hacer una

presentación sobre Terror de Estado y Producción de Conocimientos en el Campo de la

Salud Mental. En ella, complementé los aspectos conceptuales con alguna

ejemplificación concreta basada en un breve estudio documental sobre las variaciones

que distintos momentos históricos habían producido tanto en la forma editorial como en

los contenidos de la Revista Argentina de Psicología, en referencia a la Salud Mental.

Cuando me invitaron a participar en esta nueva etapa de la revista de APBA

decidí retomar ese trabajo, reordenándolo y actualizándolo. Según Enrique Carpintero y

Alejandro Vainer (2005) el proyecto original de esta revista , que pensó en 1969, “se

enmarcaba en el avance de la legitimación científica y profesional de los psicólogos” (p.


225) , apuntando a ganar un espacio dentro del campo de la salud mental. En los

números previos al golpe cívico-militar de 1976, la Revista de APBA ofrecía variedad

de enfoques y un alto nivel teórico de debate, además de mostrar una activa

participación en discusiones sobre aspectos curriculares de la formación y sobre

políticas y dispositivos de salud mental. Luego del golpe, esas secciones y esos debates

desaparecen y, en el retorno a la democracia se producen variaciones pero no retorna a

la diversidad original. A través de la ventana de una revista profesional era posible

percibir los límites de lo decible y el pulso de los discursos sociales en distintos

contextos, entre ellos el silenciamiento producido por el Terror de Estado. También se

puede reconocer en algunos de esos textos previos a la dictadura acciones y discursos

que se encuentran claramente en la línea de reformas del campo que culminarían con la

Ley Nacional de Salud Mental No 16.657 en 2010.

Al igual que en esa oportunidad, en este trabajo también me centraré en la

producción referente a salud mental y no al espacio disciplinar de la psicología. Sin

desmerecer la importancia que tiene la disciplina de la cual provengo, preguntarse por la

producción de conocimientos en el campo de la salud mental es un desafío mayor en el

análisis de la relación entre conocimiento y sociedad. Sucede que salud mental es un

campo y no una disciplina. Agregaría que es un campo interdisciplinario, en el que

necesariamente interactúan –o debieran hacerlo-- entidades académicas, de

investigación, servicios de salud y diversos actores sociales. A su vez, como no es

posible pensar las acciones en salud mental sin pensar en las políticas en salud mental es

un buen ejemplo para indagar la relación entre conocimiento y acción social.

Finalmente, en la medida en que la psicología ha sido una profesión con particular

desarrollo en nuestro país, su participación como disciplina en un campo que es


interdisciplinario y como profesión en una práctica en que confluyen varias; interesaba

como ejemplo.

Sobre los Conceptos de Salud Mental y Terror de Estado, y sus formas concretas.

Decir que salud mental es un campo, refiere a que se trata de un microcosmos

social con relativa autonomía, un espacio de relaciones objetivas que forman la base de

una lógica y una necesidad específicas (Bourdieu, 1995). Esta autonomía relativa

permite definir agentes y redes de relaciones que constituyen ese espacio, pese a ser un

sub-campo de otro más amplio que es el de la salud. El núcleo o corazón de su

especificidad deviene de que surge como propuesta alternativa o de reforma a la

respuesta moderna a la problemática de la locura: el modelo asilar manicomial. Este

que, amparado por un discurso médico psiquiátrico, logró la anulación del lugar de

sujeto de derechos para aquellos considerados “alienados” o “enfermos mentales”

estableciendo para ellos un espacio de “excepción” en el que si bien entraban en un

orden jurídico lo hacían a expensas de carecer en él de lugar de sujeto de derechos.

El campo de la salud mental se constituye en los países occidentales durante la

posguerra y su origen está fuertemente ligado a la aparición de los estados sociales, la

instalación de sistemas de salud de corte universalista y a la expansión de las

representaciones de derechos (Galende, 1990). Su desarrollo posterior combinó

necesariamente un aspecto técnico-científico: las diversas terapéuticas y sus sustentos

teóricos así como las formas de gestión y organización de servicios; con un aspecto

ético y de derechos: la recuperación de la condición jurídica y de ciudadanía de los

sujetos que fueran objetivados en las prácticas asilares. Quizás por eso, la salud mental

debe ser analizada fundamentalmente en sus prácticas, en el enlace entre discursos,

acciones e instituciones.
La misma evolución del campo muestra la profunda articulación entre

producción de conocimientos y condiciones histórico sociales. En la Argentina, la

producción de conocimientos en salud mental sucedió en la confluencia entre entidades

académicas, organizaciones de la sociedad civil, prácticas profesionales y movimientos

sociales. No se trata de la clásica forma de producción científica en unidades

académicas o de investigación, pese a que el impacto de esos conocimientos sobre la

vida societal fue grande. Por eso resulta pertinente rastrear su evolución en una revista

profesional.

Con la creación de Ministerio de Salud en 1946 y bajo los lineamientos del Dr.

Ramón Carrillo, se estableció en el país una política nacional de salud, con un fuerte

desarrollo de la capacidad instalada estatal y planificación quinquenal centralizada. En

materia de Salud Mental, se planeó una reorganización de los establecimientos de

internación de “enfermos mentales”, de modo que los pacientes estuvieran más cerca de sus

comunidades y familias a fin de evitar la cronificación. Coincidente con la época, no se

cuestionaba el modelo asilar en sí, pese a que Carrillo no consideraba inadecuada la

internación de pacientes psiquiátricos en hospitales generales y proponía reemplazar la

denominación de “alienados” por la de “enfermos mentales” a fin de incorporarlos a la

asistencia común (Carrillo,1974). También se proponía una atención temprana en los

Centros de Psiquiatría Preventiva considerados órganos técnicos de profilaxis de las

enfermedades mentales y espacio de tratamientos ambulatorios (Chiarvetti, 2008).

La existencia de este consolidado sector estatal constituyó una base para la

implementación de políticas de salud mental. Valga como ejemplo que la pionera

experiencia de Salud mental Comunitaria en un Hospital General, que dirigió el Dr.

Mauricio Goldemberg en la segunda mitad de los cincuenta, sucedió en el Policlínico de

Lanús, creado durante la gestión de Carrillo. Hubiera sido imposible tal desarrollo de no

existir un hospital general de concepción moderna, enclavado en una zona de


trabajadores y con un fuerte reconocimiento preexistente por parte de la comunidad.

También contribuyó al desarrollo del campo que, luego del golpe de 1955 y durante una

sucesión de dictaduras militares sólo interrumpida por breves períodos de gobiernos

electorales con proscripción de un partido, entró un ideario modernizante ligado al

desarrollismo y la Alianza para el Progreso, que incluyó la influencia del Plan Kennedy

en salud mental, así como también un clima de resistencia y movilización social

creciente que favoreció la asimilación de ideas más radicales como las de los

movimientos antipsiquiátricos e promovió debates explícitamente políticos en el campo.

Lo paradójico del desarrollo de esa etapa de las políticas en salud mental en la

Argentina es que coincidieron con un período de fuerte limitación a las formas

democráticas mientras que las reformas psiquiátricas de los países desarrollados se

dieron en momentos de expansión de derechos. La experiencia del Lanús comienza en

1956 y el Instituto Nacional de Salud Mental se crea en 1957.

Entre mediados de los 50 y el golpe del 76, se desarrollaron en la Argentina

corrientes de pensamiento y acción sumamente innovadoras en salud mental una de

cuyas originalidades , a diferencia de otros países, fue la imbricación del psicoanálisis

en ellas. Merece mencionarse que estas experiencias han sido investigadas y

documentadas con mucha posterioridad (Visacovski, 2002; Carpintero y Wainer, 2004 y

2018 ). No hay linealidad posible para la comprensión de este fenómeno que aconteció

en la confluencia entre períodos dictatoriales alternados con democracias limitadas o

efímeras, la importación de los principios de reforma de la atención psiquiátrica

posteriores a la segunda guerra mundial y un escenario social de radicalización y

movilización creciente.

Las innovaciones en los servicios confluyeron con movimientos y

organizaciones de postulados sumamente innovadores dentro de las organizaciones


profesionales y con la primera ruptura de la Asociación Psicoanalítica Argentina

(Federación Argentina de Psiquiatras, Asociación de Psicólogos de Buenos Aires,

Movimiento de Trabajadores de salud Mental, grupos Plataforma y Documento, etc) en

una forma particular de producción social de conocimientos.

El Terror de Estado habría de operar posteriormente sobre los actores de este

campo, desarticulando los servicios, vaciando las unidades académicas y haciendo

víctimas de la desaparición, acallamiento y exilio, a muchos de sus principales

protagonistas aún desde antes del golpe del 24 de marzo de 1976, por el accionar previo

de la Alianza Anticomunista Argentina, organización paramilitar (Triple A).

Me detendré brevemente para señalar la densidad teórica del concepto de Terror

de Estado. El Terror de Estado no es un un simple endurecimiento de la represión

política destinado a limitar la acción de opositores sino un plan sistemático destinado a

generar un efecto en el conjunto de la sociedad y en las subjetividades (Duahlde, E.L,

1980). Efecto producido por el hecho de que la ley es abusivamente violada desde la

misma instancia encargada de garantizarla. La desaparición de personas y la existencia

de centros clandestinos de detención coloca al conjunto de la sociedad en la posición de

renegar de algo que está allí, sucediendo, pero que no debe ser “visto”, hablado ni,

inclusive, pensado. (Stolkiner y Castro, 2013).

Al cumplirse los 30 años del golpe militar de 1976, el Foro de Instituciones de

Profesionales en Salud Mental de la Ciudad de Buenos Aires, realizó un Plenario

ampliado en el que uno de los expositores sintetizaba así sus efectos en el área: “la

acción del Estado y la Triple A, a partir de 1974, anticipa el horror que se instala a partir

del 24 de Marzo del 76. En septiembre de 1974 se cierra la Facultad en que estaba la

carrera de Psicología, …... Marie Langer debe emigrar en 1975, Mauricio Goldemberg

emigra luego del asesinato de dos de sus hijos a manos de los militares, Valentin
Baremblit, su sucesor en el Lanús, fue detenido, torturado y luego liberado a condición

de abandonar el país. El horror se instala en el Hospital Posadas. Eduardo Pavlosky

escapó de su consultorio mientras un grupo armado derribaba la puerta. Beatriz

Perossio, presidenta de APBA, fue secuestrada en 1978 y permanece desaparecida. Los

profesionales y estudiantes del campo de la salud Mental suman más de 100

desaparecidos” (Saavedra, 2006). En esa época, Maud Mannoni analiza el desarrollo del

el psicoanálisis en distintos países, entre ellos la Argentina, respecto de la cual se

pregunta: .. “qué sentido tiene el psicoanálisis en un contexto en que hay que hacerse

sordo a los gritos de los prisioneros para poder seguir ejerciendo el psicoanálisis?” A lo

que responde: “en un momento dado se crea para los psicoanalistas una situación en la

que solo es posible la práctica del psicoanálisis a cambio de no plantear la cuestión de la

verdad; esta imposibilidad sólo puede tener como referencia (para una supervivencia)

una teoría que da vuelta sobre sí misma” (Mannoni, 1980). Mostrando fisuras a esta

respuesta, la tradición de pensamiento en salud mental y la práctica psicoanalítica,

encontraron una grieta de producción en el silencio atendiendo a las víctimas. Los

equipos psicoasistenciales que acompañaron la actividad de los organismos de derechos

humanos, brindando asistencia a los afectados directos por la dictadura, produjeron

teoría y prácticas sobre los efectos del terror de estado en los sujetos, sobre la clínica y

sobre los efectos generales en la sociedad. Esta producción se extiende hasta la fecha

con actividades académicas y extraacadémicas.

Con el retorno a la democracia, la nueva configuración del campo tuvo una

evolución signada por las huellas de la ruptura sucedida durante la dictadura. Los

Lineamientos para un Plan Nacional de Salud Mental enunciados en 1984, con la

asesoría de Mauricio Goldemberg –que residía en Venezuela y nunca regresaría al

país—, proponían reformas sustanciales. Aunque encontraron limitaciones a su


implementación por las circunstancias que rodean ese período cuya culminación es un

episodio hiperinflacionario; en esos pocos años, se crearon Direcciones de Salud Mental

en Provincias que carecían de ellas, dos dirigidas por psicólogas, se instituyeron las

residencias Interdisciplinarias en Salud Mental y se inició la Reforma en Salud mental

de la Provincia de Río Negro. También, el debate sobre salud mental tuvo relevancia en

los foros de Atención Primaria de la Salud de la segunda mitad de los 80 (organizados

por la CONAMER) lo que se evidencia en las publicaciones de esas Jornadas.

No obstante, en esos primeros momentos se mantenían efectos del terror. En

algunos casos por amenazas ante el intento de producir reformas y también por un

episodio emblemático: la desaparición en democracia de la psiquiatra Cecilia Giubileo

en 1985 en la Colonia Psiquiátrica Open Door , que permanece sin esclarecer. Parece

haber habido una subterránea relación entre el accionar de las fuerzas del estado y las

instituciones psiquiátricas durante la dictadura, que tendió a mostrar alguna continuidad

en esos primeros años democráticos. Así como tampoco se borraron sus huellas de

manera inmediata en la sociedad. Todo eso se manifestó en la producción y es palpable

en esa ventana que constituye la revista de la APBA.

La Revista Argentina de Psicología como analizador: pequeño estudio documental

Sin que pueda asignarse a este escrito la formalidad acabada de un proceso de

investigación decidí acompañarlo profundizando una pequeña y artesanal exploración

documental, analizando algunos números de la Revista Argentina de Psicología.

Publicaciones que reflejan distintos momentos de la producción de conocimientos y

prácticas en salud mental en el período previo a la dictadura, durante ella y luego del

retorno a la democracia. El corpus son Revistas Argentinas de Psicología desde 1970

hasta 1993 de las que hice una selección muestral intencional acorde con el objetivo de

rastrear tanto en los contenidos como en la estructura de la publicación las marcas de


estos momentos. Para ello se ha pautado la temporalidad en períodos: un período

dictatorial previo a la breve etapa democrática del 73-76, lo producido durante ésta, el

período del Terror de estado y un breve seguimiento luego del retorno a la democracia

en 1983.

Período 1: 1969 a 1973 Sucesión de Dictaduras Militares en clima de

movilización social creciente.

Cabe recordar que la revista nace en un momento en que se producen una

seguidilla de levantamientos urbanos protagonizados por trabajadores y estudiantes, con

inicio en el Cordobazo (1969). Se suceden tres gobiernos dictatoriales: el del Gral. Juan

Carlos Onganía (1966-1970), el de Roberto Levingston (1970-1971) Y el de Alejandro

Lanusse (1971-1973) que, ante la crisis de gobernabilidad, llama a elecciones con

proscripción de la figura de Perón y entrega el mando al presidente electo en ellas,

Héctor Cámpora, en 1973.

Durante la Presidencia de facto de Onganía, Mauricio Goldemberg como

Director de Salud Mental de la Ciudad de Buenos Aires crea los Centros de Salud

Mental y los Servicios de Psicopatología en Hospitales Generales. También suceden en

toda esta etapa experiencias diversas de innovación en servicios públicos y de Obras

Sociales, en general motorizadas desde sus actores (Carpintero y Viner 2005).

El número 5 del año II de 1970 de la Revista, tiene una sección sobre

Informes y Notas. Allí se publican las Conclusiones de las Primeras Jornadas

Municipales de Salud Mental realizadas el 10 y 11 de noviembre de 1969, presididas

por Mauricio Goldemberg y Raúl Usandivaras, y coordinadas por Edgardo Gili y Luis

Hornstein. En ellas, 144 profesionales de los servicios de psicopatología trabajaron en

grupos y comisiones elaborando los lineamientos de un Plan de Salud Mental de la


Ciudad de Buenos Aires. Las conclusiones muestran, por un lado, una visión que

conserva mucho de la perspectiva psicopatologizante y por otro proposiciones

avanzadas para la época. Por ejemplo, si bien indican las bondades de la internación en

hospitales generales que debe ser “siempre voluntaria”, no consideran posible internar

en ellos a los pacientes considerados “peligrosos para sí o para los demás” (pag. 167),

que debe ser derivados a establecimientos con régimen cerrado o sea a las instituciones

tradicionales. Algunas de las indicaciones técnicas son curiosamente centradas en la

psicopatología, por ejemplo la que afirma que no debe haber más de “2 histéricos, o 2

púberes o 1 psicópata por cada 20 camas” ( pag 167). Sin embargo reconoce la

necesidad de formar equipos interdisciplinarios e incorpora prácticas como la

interconsulta.

En ese mismo número, en la sección de “Actividades de la APBA”, se invita a

un ciclo de cinco Ateneos sobre Psicología Comunitaria. Toda la revista muestra, en sus

distintas secciones, un alto nivel de actividad y producción.

En el número 8 del año II, de junio de 1971, en “Actividades de la APBA” la

entidad se pronuncia, con un extenso documento, en contra de la comisión designada

por el rectorado para reformar el plan de estudios de la carrera de psicología. En ese

año, bajo un gobierno militar, la Universidad de Buenos Aires no tenía formas

democráticas de funcionamiento y la APBA, una entidad profesional, era un actor en el

debate de políticas académicas. En las reseñas bibliográficas de ese número se anuncian,

entre otros, el libro “Psiquiatría y Antipsiquiatría” de David Cooper, y el Tomo I de

“Del psicoanálisis a la Psicología Social” de Enrique Pichon Riviere.

Período II: 1973-1976 Breve y movilizado período democrático


Se trata de tres intensos años en que gana las elecciones presidenciales un frente

agrupado alrededor del Partido Justicialista y asume como presidente Héctor Cámpora

quien renuncia junto con el vicepresidente para permitir la elección de Juan Domingo

Perón que había sido proscripto electoralmente, este muere en Julio de 1974 y asume la

vicepresidenta María Estela Martínez de Perón, con un clima económico y social

fuertemente convulsionado. El 24 de marzo de 1976 sucede el golpe militar.

El Número 12 del Año III se publica en mayo de 19731 y tiene un editorial

destinado al 11 de marzo de ese año en que había asumido el gobierno electo. Es un

editorial claramente posicionado política y partidariamente, pero los artículos tienen

diversidad. Allí, en Informes y Notas figura el Proyecto del Centro de Docencia e

Investigación de la Coordinadora de Trabajadores de la Salud Mental. Se trata de un

plan de formación centrado en la investigación, con una propuesta que intenta articular

teoría y práctica, y habilitar la “confrontación de las diferentes posiciones científicas e

ideológicas existentes” Se constituyen siete cátedras en tres áreas,: Epistemología

Psicoanalítica y Teoría Psicoanalítica, Materialismo Histórico y Dialéctico y Grupos de

Trabajo de Investigación sobre problemáticas concretas. Al momento de la publicación

ya se habían inscripto 1100 profesionales.

En el número 15 del Año IV 2( publicado en abril de 1974) en “Temas

Profesionales” se publican las conclusiones de la Conferencia Nacional de

Programación en Salud Mental. Se trata de un documento que merecería una análisis

más complejo que el que permite este artículo, pero cabe mencionar algunos ítems:

apoya la formación del Servicio Nacional de Salud basado en una concepción de la

atención en salud estatal, gratuita, eficiente y de cobertura total. Se propone la creación

de la Dirección Nacional de Salud Mental y la elaboración de un Plan Nacional de

1
Muchas de estas revistas se publican en una fecha posterior a la que figura en su tapa. Por ejemplo, este
es el número correspondiente a Junio de 1972, pero la fecha de edición es de mayo de 1973.
2
En este caso en la tapa dice Junio de 1973
Salud Mental; se promueve la concreción de una Coordinadora Nacional de

Trabajadores de la Salud Mental (TSM) y se plantea la necesidad de una legislación que

garantice el ejercicio profesional de los TSM, realizada con su participación. Se propone

la articulación de una “política multisectorial y la integración de los TSM con los de

Salud. En esa misma sección se analiza las acciones de denuncia y transformación de

las condiciones del Hospital Melchor Romero.3

En “Actividades de la APBA” se mencionan las comisiones que preparan el

Anteproyecto de Ley del Ejercicio Profesional del Psicólogo. También se informan las

conclusiones de las asambleas de la CTSM (Confederación de Trabajadores de Salud

Mental) en las que se adhiere a la Conferencia Nacional de Programación en Salud

Mental propiciada por la FAP ( Federación Argentina de Psiquiatras) a realizarse en

Julio de 1974.

En Informes y Notas se da a conocer que la Asociación Argentina de

Psicofarmacología, ante la creciente entrada de productos nuevos o combinaciones que

se ponen a la venta, ha decidido crear una Comisión de Ética y Asesoramiento

Científico4 en Psicofarmacología. Se proponen asesorar, de manera gratuita, a

organismos estatales y privados sobre la utilidad y los riesgos investigados de los

fármacos que se colocan en el mercado, así como contrarestar la propaganda

“desmesurada o incorrecta” que se hace de los mismos. Una propuesta surgida de

profesionales de renombre con peso académico y que se proponía poner un límite

científico a la medicamentalización en el campo.

En el número 16 del año IV, en 1974, en la sección “Temas Universitarios”, se

expone el nuevo Plan de estudios de la Carrera de Psicología. La propuesta merece un

análisis que superaría los alcances de este trabajo, pero innova en relación a los modelos

3
Benitez Basilio A. : Melchor Romero: Un duro golpe al régimen manicomial y a la psiquiatría opresora.
(147-160)
4
Integrada por los Profesores Dres. E. Astolfi, M. Knobel, A. Lemberg y R. Melgar.
académicos de la época (e inclusive de los actuales). El plan se compone de tres ciclos:

1o Introductorio, común con todos los alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras , 2º

Básico , específico de la carrera de Psicología y con las materias teóricas troncales ,

diversas, con un balance importante entre psicoanálisis, epistemología genética , social

y las prácticas de diagnóstico y atención 3º Ciclos de Especialización, con cuatro

opciones., Una de ellas es Psicología Social Aplicada y Salud. Una originalidad

sumamente adelantada es la presencia de una especialidad en Medios de Comunicación.

En la sección “Actividades de la APBA” se comentan los avances por el logro

de la ley de ejercicio profesional pero también cada una de las secretarías informa sus

actividades evidenciando una nutrida agenda de producción y capacitación.

Lo que se evidencia en este período es una notable actividad con propuestas que

adelantan discursos y debates que veremos reaparecer en el retorno a la democracia y

concretarse en el siglo XXI en la Ley Nacional de Salud Mental No 26.657. También es

notable la presencia de organizaciones con altos niveles de articulación entre sí, como la

Coordinadora de Trabajadores de Salud Mental, la Federación Argentina de Psiquiatras,

la Comisión de Ética y Asesoramiento Científico en Psicofarmacología, etc., de las

cuales la APBA también forma parte. Son estos los actores y personas que serán

posteriormente blanco de la acción directa del terror.

Período III 1976-1983 Dictadura cívico militar

El 24 de marzo de 1976 comenzó una de las etapas más terribles de la Historia

Argentina. No sólo sucedieron las desapariciones y los horrores que fueron denunciados

ya durante la misma por los organismos de Derechos Humanos y posteriormente

publicitados y juzgados, sino que en 1982 se desencadenó la Guerra de Malvinas

dejando una generación más atravesada por el horror. En ese período se cerraron

carreras, se prohibieron contenidos y lecturas, y los servicios de salud mental, además


de sufrir directamente de amenazas y secuestros de sus miembros, vieron limitadas las

posibilidades de realizar actividades comunitarias y grupales, reduciéndose a

tratamientos individuales.

En la revista No 25 Año 9 de 1979, todas las secciones especiales mencionadas -

-Temas Universitarios, Actividades de la APBA, Temas profesionales, Informes y

Notas-- han desaparecido, sólo hay artículos teóricos. Como una curiosidad, menciono

que se declara desierto el Premio Revista Argentina de Psicología de 1978. Hay un solo

artículo que parece referir indirectamente a una situación contextual, un texto de

Santiago Duvcovsky: “La Inflación- Algunas consecuencias de las crisis económicas

sobre la práctica Psicoanalítica”, en él el autor, entre otros desarrollos, sintetiza una

Mesa Redonda organizada por el Foro Psicoanalítico Argentino en diciembre de 1978

sobre el tema “Actualización teórico técnica a propósito de los honorarios

psicoanalíticos” en la que participó. Curiosamente los otros participantes no son

mencionados por su nombre sino por la sigla de la institución que representan y una

inicial, por ej. “el Dr. B. representante de APDEBA, la Lic. R. representante de APBA”,

como si se requiriera en una cierta “clandestinidad” pese a ser un evento público, las

exposiciones giran alrededor de las prácticas en el cobro de honorarios en contexto de

inflación económica y volatilidad del dinero. También hay un artículo sobre el servicio

de admisión en instituciones psiquiátricas, que señala el incremento de la demanda de

atención ambulatoria y propone un nuevo servicio para el Hospital Nacional Infanto

Juvenil5

En marzo de 1980, cuatro años luego del golpe militar, el No 26 del año X , abre

con un editorial que señala los diez años de la revista. Un extraño y doloroso texto que

menciona muy someramente la historización de ese período y en el que se aclara que

5
Lopez Héctor Pedro: El Servicio de Admisión Operativa-Diseño para la modificaci´`on estructural del
sistema de admisión, (97-113)
recién luego de proyectar el número repararon que era el décimo año de edición6 En él,

sin embargo, comienza a nombrarse lo silenciado, dicen: … “Hay circunstancias en las

que poder publicar es ya una celebración. Aún cuando esa misma posibilidad nos remita

a silencios “arbitrados” entre los cuales ha debido transcurrir nuestra publicación. Entre

ellos una ausencia fue silenciada en estas páginas en la esperanza de que fuera

nombrada por quienes la silenciaron: Beatriz Perossio.” (7) Y agregan que se

propusieron “mirar desde el borde del campo7 aquello que nos hace posible, que nos

sostiene, no sólo teórica e institucionalmente, sino en relación al orden del poder

histórico social”, el objetivo que se plantean es estimular en los lectores “la posibilidad

de seguir produciendo teóricamente y de testimoniar valiosas experiencias en las

prácticas”. La Revista en este caso permite una lectura entre líneas, y la intención de

pensar articulaciones inter teóricas, pero no aparecen actividades gremiales y el término

mismo “salud mental” no se menciona.

Período IV Retorno a la Democracia 1983

Finalmente la dictadura no pudo sostenerse y debió llamar a elecciones luego de

movilizaciones crecientes en su contra, el repudio internacional a las violaciones de

denunciadas por los Organismos de Derechos Humanos y el fracaso de la legitimación

que intentó con la Guerra de Malvinas. En diciembre de 1983 asume como presidente

electo Raúl Alfonsín y gobierna hasta que el episodio hiperinflacionario de 1989

adelanta su salida, iniciándose el período de reforma neoliberal de los 90. Luego del

retorno a la democracia, finalmente se sancionó una Ley de Ejercicio de la Psicología,

se creó la Facultad de Psicología y, en un marco mucho más general , sucedió una

visibilización del Terror por el enjuiciamiento a las Juntas Militares del Nunca Más y

6
El Coordinador de ese número fue Hugo Vezzetti
7
El resaltado de “desde el borde del campo” es del texto original……
también la asonada militar de Semana Santa de 1987 y el comienzo de las leyes de

impunidad. La sombra y la experiencia del Terror no había cesado.

En 1993, diez años luego del retorno a la democracia, el número 42 de la revista, es de

factura mucho más sencilla, probablemente muéstralos efectos de la crisis económica en

la calidad del papel y la edición. Totalmente dedicado a la temática de SIDA, todavía

carece de secciones especiales como las que tuvo desde sus orígenes hasta el golpe de

1976. El editorial es de una notable sencillez, enuncia que la Revista se propone “ ser

vehículo y puente en la transmisión de un saber” y aspira a que represente la pluralidad

de corrientes en el campo de la psicología. “Este es el proyecto que creemos necesario

retomar desde los 24 años de historia misma de la R.A.P”

El No 44 año XXV, en 1994, está dedicada a La Clínica y reaparece como un recuerdo

de lo que fuera una sección dedicada a comentar publicaciones, un espacio: “De Solapas

y Contratapas” donde se comentan libros recientes. No hay comentarios referentes a lo

gremial, al mundo académico o a la Salud Mental.

A modo de reflexión

En 1985 comencé a participar en la Facultad de Psicología de la UBA como

Profesora Adjunta de la Materia Piscohigiene y Salud Mental, invitada amablemente

por la Lic. Mirta Videla. En la Tripartita que discutió el plan de estudios luego de la

creación de la Facultad de Psicología y siendo Decano Interventor el Lic. Hugo Vezzetti

, propusimos la creación de dos materias obligatorias: Salud Pública y Salud Mental y

Psicología Preventiva; y tres optativas para constituir lo que debería ser un

departamento de salud. Acompañábamos con esa propuesta el perfil profesional que ya

se prefiguraba en los Lineamientos de un Plan Nacional de Salud Mental y en el auge de

los principios recientemente enunciados de la APS.


En los círculos profesionales psi y en los servicios asistenciales, se notaba una

fuerte reducción a la clínica individual psicoanalítica de la representación del perfil

profesional de la psicología y una cierta tendencia a la adhesión dogmática a los textos.

En muchos casos esto se manifestaba en un rechazo casi inmediato a introducir

inclusive el término salud o salud mental, lo que solía sostenerse en fundamentaciones

teóricas. Por otro lado, el incremento de la participación producido por el retorno a la

democracia y los debates que se inauguraban con las propuestas en salud mental

antagonizaban con esa tendencia preexistente.

El discurso y la historia que se evidencia en los números anteriores al golpe de

1976 de la Revista Argentina de Psicología parecía no haber existido, confirmando el

corte claro que aparecía en la comparación con los números publicados durante la

dictadura. No obstante algunas de las personas que firman como autores o editores la

revista durante la etapa de mayor acallamiento aparecen luego como actores y voces del

campo de la psicología y la salud mental durante el retorno a la democracia, mostrando

que quizás su actividad fue una grieta de resistencia y que mantener la revista quizás lo

era. La mayoría de las experiencias innovadoras del período previo a la dictadura no

habían quedado registradas acabadamente por escrito y fue necesario recuperarlas en las

narrativas hasta que finalmente se las estudiara y se volviera a ellas como parte de la

construcción de memoria.

Esta nueva etapa de la Revista también coincide con momentos de inflexión y

tensiones sociales. Esperemos que la Revista Argentina de Psicología , una vez más, sea

un espacio donde desde nuestro espacio disciplinar se abra una ventana al campo de la

salud mental, sus actores y debates; y que ello aporte a sostener una ley basada en el

enfoque de derechos o sea, a defender y sostener derechos en general.


Bibliografía

Bourdieu Pierre y Wacquant Loïc: Respuestas-Por una antropología Reflexiva. Ed.

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