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Rev 5

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Luego, se promulgó el Decreto sobre la Tierra: «las grandes propiedades territoriales quedaron

abolidas inmediatamente, y sin indemnización alguna». Otorgaba a los sóviets de campesinos la


libertad de hacer lo que consideraran, ya fuera socializar la tierra o repartirla entre los campesinos
pobres. El texto confirmaba una realidad ya existente, ya que los campesinos ya habían
aprovechado esas tierras durante el verano de 1917. Con esta medida, los bolcheviques
consiguieron una neutralidad benevolente por parte de los campesinos, al menos hasta la
primavera de 1918.

Por último, se nombró un nuevo Gobierno, denominado Consejo de Comisarios del Pueblo o
Sovnarkom. Dicho gobierno aplicó otras medidas, como la abolición de la pena de muerte (a pesar
de la reticencia de Lenin, que consideraba esta pena indispensable), la nacionalización de los
bancos (el 14 de diciembre), el control obrero sobre la producción, la creación de una milicia
obrera, la soberanía e igualdad de todos los pueblos de Rusia, su derecho de autodeterminación,
incluida la separación política y el establecimiento de un estado nacional independiente,43 ​ la
supresión de cualquier privilegio de carácter nacional o religioso, etc. En total, se realizaron las
treinta y tres reformas que el Gobierno Provisional había sido incapaz de realizar en ocho meses de
mandato.

En 1871, los obreros parisinos habían tomado el poder en la conocida como Comuna de París. Esta
primera experiencia de «dictadura del proletariado» (tal y como Friedrich Engels la calificó)44
había acabado con la matanza de 10 000 a 20 000 miembros de la comuna y con deportaciones en
masa. Con el poder controlado en Petrogrado, Lenin y Trotski sabían que no podrían mantener ese
poder sin el apoyo de países industriales como Alemania, Francia e Inglaterra; por lo que
esperaban mantenerse más que los setenta y dos días que duró la Comuna de París.45 ​

La naturaleza de Octubre

Desde las primeras horas del 7 de noviembre hasta la actualidad, varios medios calificaron la
Revolución de Octubre como un golpe de Estado de una minoría determinada y organizada que
tenía como objetivo dar «todo el poder a los bolcheviques»46 ​ y no a los sóviets. L'Humanité, el
principal periódico socialista francés, titulaba «Golpe de Estado en Rusia que lleva a Lenin y a los
"maximalistas" al poder».

El historiador Alessandro Mongil observa además que en los años siguientes, los mismos
bolcheviques no dudaban en hablar entre ellos acerca de su «golpe de octubre» (oktyabrski
perevorot).47 ​ En su autobiografía, Trotski utilizaba los términos «insurrección», «toma del
poder» y «golpe de Estado».48 ​ Rosa Luxemburgo, comunista alemana, también habló del «golpe
de Estado de octubre».49 ​

Marc Ferro considera que Octubre es desde el punto de vista técnico un golpe de Estado, pero que
no se explica en el contexto de ebullición revolucionaria general en todo el país y en toda la
sociedad. Las fuerzas populares han dado por lo menos un apoyo tácito a la empresa bolchevique
contra un gobierno impotente y ya desacreditado:

A los activistas revolucionarios de 1917, octubre apareció como un golpe de Estado


contra la democracia, como una especie de golpe llevado a cabo por una minoría que fue
capaz de tomar el poder y mantenerlo. Juicio excesivo, ya que en el II Congreso de los
Sóviets, reunido en plena insurrección, hubo una mayoría de los bolcheviques, así como
representantes socialistas revolucionarios y mencheviques, junto a los futuros líderes
del Estado soviético, Lenin, Trotski, Kámenev, Zinóviev, siendo elegidos dirigentes del
Presidium. [...] El juicio de los nuevos opositores, mencheviques, populistas y
anarquistas, es igualmente parcial en el sentido de que los bolcheviques cumplieron con
las prioridades, que tras seis meses de lucha y dilaciones, las clases populares exigían:
que los jefes militares, los terratenientes, los ricos, los sacerdotes y otros «burgueses»
fueran permanentemente expulsados de la Historia. Por el contrario, es innegable que,
al haber participado en la insurgencia y ayudado a los bolcheviques a tomar el poder,
los soldados, los marinos y los obreros creían que el poder pasaría a los sóviets. Ni por
un momento imaginaron que los bolcheviques, en su nombre, conservarían el poder
solamente para ellos y para siempre.50 ​

Nicolas Werth, refiriéndose a las «paradojas y los malentendidos de octubre», resume de la


siguiente manera los debates y la oposición, a menudo no sin segundas intenciones y con un sesgo
ideológico:

Para la primera escuela histórica que podría llamarse «liberal», la Revolución de


Octubre fue un golpe impuesto por la violencia en una sociedad pasiva, resultado de una
hábil conspiración tramada por un puñado de fanáticos disciplinados y cínicos, carentes
de toda base real en el país. Hoy en día, casi todos los historiadores rusos, así como la
élite culta y los dirigentes de la Rusia postcomunista hicieron suya la vulgata liberal.
Privada de toda profundidad social e histórica, la Revolución de Octubre en 1917 fue un
accidente que desvió de su curso natural a la Rusia prerrevolucionaria, una Rusia rica,
laboriosa y en el camino a la democracia [...]. Si el golpe de Estado bolchevique de 1917
fue un accidente, entonces el pueblo ruso ha sido una víctima inocente. Teniendo en
cuenta esta interpretación, la historiografía soviética ha intentado demostrar que
Octubre fue el resultado lógico, previsible e inevitable, de un itinerario liberador
iniciado por las «masas» conscientemente unidas al bolchevismo. [...] Rechazando
tanto la divulgación liberal como la marxizante, un tercio de la historiografía actual ha
tratado de «desideologizar» la historia, de comprender, como Marc Ferro, que afirma:
"el levantamiento de octubre de 1917 pudo ser un movimiento de masas en el que solo
unos pocos participaron". [...]

Por lo tanto, según este historiador, lejos de «simplismos» liberales o marxistas:

La Revolución de octubre de 1917 aparece como la convergencia momentánea de dos


movimientos: una toma del poder político, resultado de la cuidadosa preparación de la
insurrección de un partido radicalmente diferente, por sus prácticas, su organización y
su ideología, del resto de actores de la revolución; una gran revolución social,
multiforme y autónoma [...] una inmensa revuelta campesina en primer lugar, [...] el
año 1917 [fue] un paso de una gran revolución campesina, [...] de una profunda
descomposición del ejército, integrado por unos diez millones de soldados campesinos
movilizados durante tres años en una guerra cuyo sentido no comprendían [...], un
movimiento reivindicativo obrero específico, [...] y un cuarto movimiento que abogaba
por la emancipación de las nacionalidades y pueblos alógenos [...]. Cada uno de estos
movimientos tenía su propia temporalidad, su dinámica interna, sus aspiraciones, que
obviamente no podían ser reducidas a eslóganes bolcheviques ni a la acción política del
partido [...]. Durante un breve, pero decisivo momento —a finales de 1917— la acción de
los bolcheviques, activa minoría política en medio del vacío institucional, entró en
consonancia con las aspiraciones de muchos, aunque a medio y largo plazo, los
objetivos de unos y otros fueran distintos.

De acuerdo con su conclusión, en octubre de 1917, «momentáneamente, el golpe de Estado político


y la revolución social chocaron de frente, antes de divergir hacia décadas de dictadura».51 ​

Inicios del régimen bolchevique


Al tomar el poder en Petrogrado, Lenin y Trotski no tenían intención de construir el socialismo
solo en Rusia, subdesarrollada y atrasada. Esperaban ser la primera victoria obrera de una serie de
revoluciones en los países industrializados de Europa —la llamada revolución mundial— que
permitiría a la revolución sobrevivir. Esa fue la razón principal por la que en la denominación del
nuevo estado que se crearía en 1922, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, por primera vez
en la historia de Rusia, no figuraría el nombre de Rusia. Se basaban, en particular, en Alemania, la
primera potencia industrial del continente y hogar del movimiento obrero más fuerte y con la
organización más antigua del mundo. Trotski dijo en el 2.º Congreso de los Sóviets que aprobó la
revolución: «O bien la Revolución rusa aumentará el torbellino de la lucha en Occidente, o los
capitalistas de todos los países asfixiarán nuestra revolución».

Sin embargo, no fue hasta un año después, cuando una ola revolucionaria estalló en Alemania
(desembocando en la Revolución de Noviembre) y en Hungría (donde se instauró la República
Soviética Húngara, dirigida por Bela Kun y que perduró por 133 días). En la vecina Finlandia, la
revolución fue derrotada en marzo de 1918, en el transcurso de una Guerra Civil, donde el «terror
blanco», con ayuda de Alemania, dejó 35  000 muertos. En enero de 1919, los socialdemócratas
alemanes pidieron ayuda a los Freikorps para reprimir la revolución obrera, siendo asesinados Karl
Liebknecht y Rosa Luxemburgo, dirigentes espartaquistas. Entre 1919 y 1920, otros países como
Italia experimentaron huelgas insurrectas. En otros lugares, como en Francia, el Reino Unido o los
Estados Unidos, se produjo una ola de huelgas y manifestaciones que no desembocaron en ningún
intento revolucionario.

La oleada revolucionaria, más tardía de lo previsto, terminó por retroceder, y el poder bolchevique
permanecía aislado como en sus primeros días. Los bolcheviques se enfrentaban en solitario a los
inmensos problemas de una Rusia en explosión, donde su toma solitaria del poder no disfrutaba de
una aprobación unánime.

Situación económica a raíz de la Revolución de Octubre

La Primera Guerra Mundial había sangrado Rusia, y se llevó gran parte de sus suministros. En las
zonas rurales, no había posibilidad de comprar bienes de consumo por el grano, y los agricultores
ya habían dejado de suministrar a las ciudades, incluso antes de la Revolución de Febrero. Ya el
Gobierno Provisional de Kérenski había procedido a requisar forzadamente las existencias de
alimentos para garantizar el suministro de las ciudades, donde la hambruna se había presentado.
Al llegar al poder los bolcheviques, intentaron abandonar estas prácticas impopulares, pero por el
empeoramiento de la salud y la situación económica, se vieron obligados a utilizarlas de nuevo.

La producción industrial se había visto socavada por la guerra, las huelgas y los cierres patronales.
Incluso antes de la llegada de los bolcheviques al poder, ya había caído en tres cuartas partes.52 ​La
situación económica, evidentemente, no mejoró tras la invasión de la rica Ucrania por las tropas
alemanas, ni tras el embargo impuesto a Rusia en 1918 por las grandes potencias (Estados Unidos,
Gran Bretaña, Francia, Alemania y Japón), ni por el comienzo de la Guerra Civil.

Por otra parte, Lenin y Trotski, fascinados por el dirigismo económico militarizado establecido por
el Estado Mayor de Prusia en Alemania, deseando devolver a los obreros al trabajo siguiendo
métodos similares, con el objetivo de poder tener las cosas de cara ante una hipotética
contrarrevolución.53 ​ Sin embargo, muchos trabajadores no querían renunciar a sus conquistas y
volver a los enormes esfuerzos exigidos por el autoritarismo y la guerra. La coerción sobre ellos se
convirtió en inevitable.54 ​

La situación se estaba deteriorando drásticamente, provocando en unos meses la práctica


desaparición de toda actividad económica en el país. En enero de 1918, la ración media de trigo en
las grandes ciudades correspondía a tres libras por mes. Las empresas debieron cerrar, los obreros
no encontraban lo suficiente para comer, bandas de saqueadores vagaban por el campo en busca de
alimentos y destacamentos de desertores se enfrentaban al ejército.

Bolcheviques y campesinos: del malentendido al conflicto

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