Ciencias Sociales en La Escuela Ingreso23
Ciencias Sociales en La Escuela Ingreso23
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CAPÍTULO 1
“Era todo muy memorístico. Uno tenía que saber de memoria no solo
las fechas patrias y los nombres de los héroes nacionales, sino también
los datos más sobresalientes de cada hecho histórico. Nos hacían hacer
muchas líneas de tiempo, en papel cuadriculado” (Carolina H.).
“Séptimo grado fue con el mismo maestro, quien contaba los aconteci-
mientos históricos en forma de cuento o le agregaba al final una mora-
leja o enseñanza para hacer más llevadera la clase” (Oscar A.).
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La categoría currículum escolar es muy amplia, y existen muchos adjetivos que se utilizan para recortar una
parte o aspecto del currículum: prescripto, oculto, implícito, nulo, etc. En este caso, empleamos la noción de
currículum residual o inercial para referirnos a lo que, alguna vez, formó parte de la prescripción y luego dejó
de figurar en los diseños, pero pervivió en las prácticas y las tradiciones de enseñanza. En el caso de las Ciencias
Sociales escolares, este tipo de contenidos y propósitos tiene una relevancia considerable porque, en buena medi-
da, parece impedir o dificultar que ingresen nuevos enfoques.
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que nos enseñó la escuela resultó luego útil para nuestra vida social?
Fuera de las expectativas utilitarias o aplicacionistas, ¿qué sentido
tuvieron aquellos aprendizajes? ¿Nos ayudaron a comprender mejor
el mundo en que vivimos, a tomar decisiones sobre nuestra propia
vida, a participar en la deliberación pública sobre los problemas
comunes, a reconocer nuestras identidades en la relación con otras,
a entender la lógica de funcionamiento de los espacios? Quisiera evi-
tar una generalización prepotente, pero imagino que muchos respon-
deremos que no, o que la enseñanza escolar nos ha servido bastante
poco para desempeñarnos como ciudadanos de nuestro país y habi-
tantes de nuestro planeta. Quizás ese hueco en nuestro propio reco-
rrido sirva para pensar en qué podemos proponerles a nuestros
alumnos y alumnas, como reajuste o contracara de una formación
que reconocemos limitada.
En ese sentido, podemos plantear que estudiar Ciencias Sociales
es tratar de acercarse a la realidad social para comprenderla y para
poder formar parte de ella, lo cual requiere ampliar y confrontar, en
el espacio público del aula, las socializaciones primarias de los gru-
pos de referencia de cada estudiante.
El conocimiento infantil de la realidad social es fruto de interac-
ciones entre cada sujeto y su medio social, en las cuales intervienen
las presiones del medio y las elaboraciones originales de cada cual.
A lo largo del siglo XX, hubo diferentes teorizaciones sobre la forma
en que cada sujeto percibe la realidad social, los factores que inte-
ractúan en ese proceso y las condiciones para intervenir en él. En su
texto ya clásico de los años sesenta, Berger y Luckmann estudiaron
la socialización como un proceso de construcción social de la reali-
dad. Según ellos, “(…) la vida cotidiana se presenta como una reali-
dad interpretada por los hombres y que para ellos tiene el significado
subjetivo de un mundo coherente” (Berger y Luckmann, 1994: 36).
En el conocimiento de sentido común, la rutina funciona como
soporte de nuestra manera de ver el mundo, de asimilar lo descono-
cido a lo ya conocido, de interpretar lo problemático o distinto según
parámetros preexistentes. El sentido común es la fuente de nuestros
prejuicios y tiende a expresarse como mentalidad pragmática, con-
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(…) día tras día, se niega a los niños el derecho a ser niños. Los
hechos, que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñan-
zas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos como
si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el
dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran
basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a
los niños que no son ricos ni pobres, los tiene atados a la pata
del televisor, para que desde muy temprano acepten, como
destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tie-
nen los niños que consiguen ser niños (2004: 11).
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Tengamos en cuenta que la producción científica de las Ciencias Sociales también está teñida de concepciones
políticas. La historiografía argentina, por ejemplo, nació desde el poder del Estado y fue producida, durante las
primeras décadas, por dirigentes de fuste en la élite gobernante, como Bartolomé Mitre, Gregorio Funes y Vicente
Fidel López.
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Apuntamos a evitar intentos enciclopedistas o de completitud: aprender "la historia moderna" o la "geografía de
Asia" no significa absolutamente nada, si desconocemos u ocultamos las definiciones y los supuestos que están
detrás de esas frases: ¿por qué se ha llamado moderna una etapa de la historia que se quiso oponer a una anti-
gua y a una medieval?; ¿cómo se justifica que una serie de accidentes delimiten continentes diferentes, si otros
accidentes de la misma envergadura no lo hacen en otros casos? Enseñar "la historia" o "la geografía" puede
enmascarar falsas totalidades.
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Bibliografía