CULPABILIDAD Fin
CULPABILIDAD Fin
CULPABILIDAD Fin
LA CULPABILIDAD
Como todos los temas de que venimos tratando, tampoco la culpabilidad opera
sólo en la teoría del delito. Por supuesto que también en nuestras relaciones
cotidianas podemos considerar –y de hecho así procedemos– lo que otros
hacen, o lo que nosotros mismos hacemos, como algo reprochable. Es lo que
entendemos cuando a alguien le afeamos su conducta. Ello se produce cuando
el agente ha obrado contra lo establecido en el Derecho (o en otro sistema
normativo: sea la moral, las reglas de ortografía o la «buena educación»). A
quien obra conforme a Derecho (o conforme a lo establecido en cualquier otro
sistema normativo: sea la moral, las reglas de ortografía o la «buena
educación») no dirigimos un juicio de reproche, pues ha efectuado lo que se
debía, lo que se esperaba de él. Y a quien obra realizando más de lo que el
Derecho (o lo establecido en otro sistema normativo: sea la moral, las reglas
de ortografía o la «buena educación») se le dirige un juicio, no de reproche,
sino de alabanza, basado, no en la culpabilidad sino en el mérito: hablamos
entonces de conductas meritorias, heroicas o, con terminología técnica,
«supererogatorias». Pero volvamos a la teoría del delito.
siempre que sepa además que su obra es lícita (o ilícita), buena (o mala),
correcta (o incorrecta). Con las categorías de la teoría del delito, podría decirse
–con poca precisión– de quien actúa con dolo que es libre. Pero la libertad
plena de la que hablamos va más allá del dolo. En efecto, conocer el riesgo de
la propia conducta no implica que se sepa además que dicha conducta sea
conocida como lícita o ilícita. Para afirmar la libertad plena, es preciso afirmar,
no sólo que el sujeto conoce lo que hace (que permite afirmar de él que obra
con volición), sino que además y a la vez sabe lo que hace (que permite
afirmar de él que obra con voluntariedad). Volición y voluntariedad son así dos
formas distintas de referirse a la libertad. El juicio de reproche que se encierra
en la culpabilidad presupone (implica) que se ha obrado con volición (que
existe un hecho) y afirma que el hecho se ha realizado con voluntariedad (que
el agente es culpable).
Hay casos en que la volición existe (el sujeto es agente, porque obra con dolo,
en cuanto actualiza reglas de experiencia que le permiten manejarse en el
entorno), pero falta la voluntariedad (el sujeto no sabe que lo que hace reviste
el carácter de prohibido, por ejemplo). En esos casos, no puede reprocharse al
sujeto haber obrado de esa manera: no es culpable. Y no lo es porque
desconoce el sentido normativo que adquiere su hecho, o bien porque aun
sabiéndolo, no es capaz de obrar en consecuencia y respetar bienes e intereses
de terceros.
ESTRUCTURA DE LA CULPABILIDAD.
Se trata, desde luego, de aquellos eventos consagrados por la ley en los cuales
no es posible emitir en contra del agente un juicio de exigibilidad, ya que en
tales excepciones la conducta no se torna jurídica o lícita para el ordenamiento,
simplemente, la excusa de manera absoluta teniendo en cuenta la anormalidad
de la circunstancia bajo la cual se ha realizado y atendiendo a la posición
subjetiva del agente.
Como ya habíamos dicho, los presupuestos sobre los cuales descansa el juicio
de culpabilidad son: la capacidad de comprender la ilicitud del acto y la
capacidad de autodeterminarse con esa comprensión, nos interesa mirar cómo,
si falta uno cualquiera de ellos, o ambos al mismo tiempo, no se puede emitir
en contra del agente ningún juicio de responsabilidad penal; dicho en otras
palabras, es culpable quien tiene la capacidad de comprender las exigencias
normativas y de conducirse o motivarse de acuerdo con dichos dictados, por el
contrario, no es culpable o responsable quien se encuentra en imposibilidad de
decidirse conforme a las exigencias del derecho, lógicamente, teniendo en
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La coacción sobre el autor significa que éste puede ser compelido mediante
violencia ya sea a realizar ciertos movimientos o a inhibirse de accionar, y por
ello se consigue tanto con la ejecución de ciertos movimientos del
coaccionante, como impidiendo los propios del coaccionado, o eliminando total
o parcialmente su voluntad para determinarse, mediante el empleo, por
ejemplo, de una droga o la hipnosis. Al suprimir la libre determinación en el
hombre, tanto en su capacidad cognoscitiva como en la volitiva, así sea
parcialmente, se elimina su “libertad moral”, y ello incide en su culpabilidad.
Que el accionar o el omitir sea causado por la coacción es lógico que lo que
proviene de hechos, humanos o no, pero no queridos o surgidos de un
accidente, se denomina “caso fortuito”. En consecuencia, la culpabilidad se
elimina cuando la causa de un accionar es la violencia empleada por otra
persona contra quien así procede. Resulta obvio que quien coaccionó a otro a
ejecutar una conducta punible, sin ser él, a su vez, coaccionado,.responderá
por el resultado típico como autor.
Es claro que esta causal de inculpabilidad se debe entender como una situación
de no exigibilidad; por lo tanto, obrar impulsado por miedo insuperable tiene
una naturaleza y una identificación material diversas de los estados de
inimputabilidad o del estado de necesidad como justificante, con las que puede
confundirse equivocadamente.
El mal futuro y posible que exige la causal debe ser serio, creíble; por ello se
debe presentar como inminente; tales aspectos junto con la insuperabilidad,
componen la estructura objetiva.
Emiro Mira y López en un importante texto titulado “Los Cuatro Gigantes del
Alma”, se refiere al miedo en los siguientes términos:
Ahora debemos estudiar el error de prohibición, que no es otra cosa sino aquel
que recae sobre la potencial comprensión de la antijuridicidad de la conducta.
ella, dependiendo del alcance del error, tal es el caso de la defensa putativa en
donde aparece el error indirecto de prohibición.
Hasta aquí, las tres hipótesis mediante las cuales puede presentarse el error de
prohibición directo. Hablemos ahora del error de prohibición indirecto, o sea, el
que recae sobre una causal excluyente de responsabilidad como la denomina el
artículo 32 numeral 10º, el cual a su vez puede ser, también, de tres clases.
Concluyamos con Gerardo Barbosa Castillo que “el Código penal de 2000 regula
de manera conjunta todas las causales de exclusión de la responsabilidad, sin
distinguir expresamente las que excluyen la tipicidad, la antijuridicidad o la
culpabilidad. A pesar de ello, una lectura en conjunto de las normas que
regulan la problemática del error (Art. 32. 10, 11 y 12) permite identificar los
rasgos fundamentales de la teoría limitada de la culpabilidad. En efecto: