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Década Infame 1930-1943 - Resumen de Autores

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La década infame 1930-1943 (Uriburu-Justo-Ortiz/Castillo)

➢ Rapoport/Ciria, Catón y Moreno/Macor

Hipótesis de Rapoport: El fuerte proceso de industrialización por sustitución de


importaciones se debió en gran parte a la política adoptada por los gobiernos
conservadores en el sector externo

Hipótesis de Ciria/Cantón/Moreno: Las soluciones a la crisis se alcanzaron


paradójicamente, a pesar del Estado, debido a la falta de protección y fomento a las
industrias nacionales livianas por parte del mismo; ya que éste optó por proteger a
los productores y comerciantes de carnes y granos (...) Todo esto fue consecuencia
natural de los acontecimientos internacionales, como la crisis de 1929 y luego la
Segunda Guerra Mundial.

Hipótesis de Macor: 1) Durante la década de 1930 hay una competencia de partidos


dinámica por la disputa electoral. (En realidad, no puede haber dinámica política si hay
fraude electoral) 2) La situación política del bloque oficial fue conflictiva durante
toda la década por los problemas de reproducción de poder y de producción de
legitimidad

Hipótesis de Horowitz:

Contexto internacional durante la década


- Gran depresión 1929-1940. Desplome de la bolsa de Wall Street. Se produce la caída
del sistema multilateral de comercio y de pagos, dando lugar a la recurrencia a un sistema de
convenios bilaterales y acuerdos comerciales por parte de Argentina para enfrentar la crisis
externa. A su vez, la crisis potencia el planteo de nuevas ideas para enfrentar la problemática,
siendo el proteccionismo una de esas herramientas. Dicho proteccionismo conllevó a la
desorganización de la red de intercambios mundial. Así se observa la división del mundo en
tres zonas monetarias principales:
● Dólar en EE.UU
● Oro en Francia
● Libra esterlina en Gran Bretaña
- John Keynes y el Estado de Bienestar: Se busca el pleno empleo a partir de la
intervención de los mecanismos económicos ya que la “autorregulación” puede llevar a
alcanzar valores por debajo del promedio previo a la crisis. Las políticas estatales corrigen
esas deficiencias con el ajuste de propensiones de productores y consumidores
multiplicando el empleo.

- EE.UU durante la crisis: Para el presidente Franklin D. Roosvelt, la sobreproducción y


la sobre especulación durante la década de 1920 fueron los causantes principales de la
explosión de la crisis. Plantea el “New Deal” a partir del cual Estados Unidos se proyecta
internamente como proteccionista y exteriormente como liberal. Toda la política se basa en
los principios de John Keynes.

Según Mario Rapoport, la Gran Depresión se superó por el proceso de


destrucción llevado a cabo durante la Segunda Guerra Mundial, debido a un aumento
de la producción armamentística y alimentaria durante el conflicto. El final de la SGM dejó
tres consecuencias
● Ruptura del sistema multilateral de comercio y pagos. Búsqueda de organismos
internacionales reguladores. Reunión de Breton Woods a partir del cual se crea el
Fondo Monetario Internacional, el posterior Banco Mundial y las Naciones Unidas.
● La URSS fue aliada durante la guerra para luego ser el principal enemigo de los
países occidentales. La Guerra Fría los dejaría fuera del esquema.
● Nueva potencia hegemónica: Estados Unidos.

Contexto nacional
Algunos meses después del triunfo de Hipólito Yrigoyen, se produce el primer golpe
de Estado en la República Argentina, derrocando al presidente electo. Según Rapoport, los
presidentes de facto tuvieron que adaptarse a las condiciones inestables y las restricciones
que imponía la situación económica mundial. El librecambismo se vió eliminado en
favor de acuerdos bilaterales, como lo sería el Pacto Roca-Runciman de 1933.
Ciria/Cantón/Moreno explican que el acuerdo convenía las siguientes pautas:
● Gran Bretaña accedía a:
- Mantener la cuota de importación de carnes argentinas hacia su territorio
- De lo que se importaba, el 85% tenía que ser exportado por frigoríficos
extranjeros, y el 15% restante por empresas argentinas
● Argentina accedía a:
- Las mercaderías inglesas podían ser importadas sin restricción alguna
- No reducir las tarifas ferroviarias
- Proteger los intereses de las empresas británicas radicadas en Argentina
- Los ingresos que Argentina ganara a partir de los negocios realizados con
Gran Bretaña debían ser usados para comprarle a ellos, y no a otras naciones
competidoras

Para Ciria/Cantón/Moreno, la Argentina firmó el pacto para favorecer el mercado


inglés donde dirigía su carne vacuna y de carnero. El acuerdo consolidó el monopolio
frigorífico en manos inglesas y norteamericanas. La escala de beneficiados iba en este
orden: Frigoríficos, grandes estancias y pequeños productores.

En materia de política internacional, es importante tener en cuenta que Argentina


como espacio productivo representó un campo de disputa entre Gran Bretaña y EEUU,
donde este último incrementó su influencia económica en el país en un lapso relativamente
corto con la introducción de la industria automotora, el monopolio de la telefonía con
Telefónica, entre otros. Según Ciria/Cantón/Moreno la mayor disputa antes del golpe del
‘30 y durante la década de 1930 fue por el petróleo. La creación de Yacimientos Petrolíferos
Fiscales (YPF) representó un problema para ambas naciones ya que no les convenía que
Argentina se autoabasteciera de petróleo. EEUU se oponía a la nacionalización de dicho
recurso, mientras que G.B toleraba YPF en tanto funcionara como valla de contención
contra Standard Oil. Como explica Rapaport, Argentina interviene en la Guerra del
Chaco donde beligeraron Bolivia y Paraguay por pretensiones económicas asociadas al
petróleo dentro de la región mencionada. Carlos Saavedra Lamas se presenta como figura
importante en estas cuestiones porque, veladamente, era representante de los intereses
británicos en la zona. Su performance genera el reingreso de Argentina a la Sociedad de las
Naciones y aboga por la conclusión de la guerra.
Por otra parte, las relaciones entre Argentina y Estados Unidos mejoran con Franklin
D. Roosvelt
● Política del “Buen Vecino”, que quiere decir que se reemplaza el intervencionismo
por otro más pasivo que consiga los mismos resultados sin apelar a la solución bélica.
● Replanteo de los principios de la política económica para favorecer exportaciones a
EEUU
● “Declaración de Lima” (1938): Surge por el crecimiento del fascismo en Alemania e
Italia. Apunta a la solidaridad continental en caso de invasión de naciones de otros
continentes. El presidente Ortiz media directamente y Argentina se adhiere al
mismo.

Efectos y consecuencias de la crisis


Dentro del sector externo, se produce una disminución de las exportaciones entre
1929/1930. Tanto Rapaport como Ciria/Cantón/Moreno explican que se produce una
baja de los productos agropecuarios que ya venía ocurriendo desde la Primera Guerra
Mundial. A su vez la propensión a más importación y menos exportación llevó a no lograr
equilibrar la balanza de pagos, dando espacio a la baja de la cotización del peso.
Según Rapaport, la implementación progresiva de la intervención del Estado en
materia económica comienza con las políticas implementadas por los grupos conservadores
de la década. Ciria/Cantón/Moreno introducen las principales medidas tomadas por el
ministro de Hacienda, Federico Pinedo :
- Política monetaria: Creación del Banco Central en 1935 que sustituyó el
mecanismo de emisión de la Caja de Conversión. De ahora en adelante, se usa de
referencia las existencias de oro y divisas extranjeras en poder de este mismo banco.
- Creación del Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias que intentó salvar
a bancos de la quiebra que concedieron créditos incobrables. Esta institución tomó
dichos créditos pagándolos a los bancos y encargándose del cobro futuro.
- Regulación del mercado de bienes: Creación de juntas reguladoras que
reglamentaron y controlaron los sectores específicos de las actividades primarias
básicas del país que beneficiaron exponencialmente a los grandes propietarios
- Mercado cambiario: Introducción del control de cambio donde las divisas
externas que venían de exportaciones tradicionales debían venderse a un cierto
precio al gobierno que después las revendía a un precio más alto a los importadores
de mercaderías favorecidas.
- Política Fiscal: Creación de impuestos internos como el impuesto a los
réditos que reemplazo los derechos de aduana como principal fuente de recursos del
Estado, impuesto a las sucesiones, etc.
Según Ciria/Cantón/Moreno, Argentina utilizó todas estas medidas como una
suerte de “políticas compensatorias” respecto de la situación internacional; ya que tanto
políticos como economistas sostenían que la problemática era momentánea y que
eventualmente el mercado volvería a la normalidad. Asimismo, según autores como
Leopoldo Portnoy, las políticas intervencionistas protegieron principalmente a los grupos
terratenientes. A su vez, sostienen que el crecimiento industrial del país es verdaderamente
apreciable a mediados de la década del ‘30 durante el gobierno de Agustín P. Justo.
Los autores citan a Adolfo Dorfman para materializar las causas principales de la
industrialización. Por un lado destaca que la reducción de exportaciones argentinas tanto
en valor como en tonelada propulsó la disminución del número de divisas necesario para
poder importar mercaderías, por lo cual se recurrió a la sustitución de importaciones. A
la vez, destaca el aumento de los derechos aduaneros, la regulación de las importaciones, la
existencia de mano de obra abundante y barata, como también la existencia de industrias
auxiliares desarrolladas. Es importante saber, según los autores, que la industrialización sólo
abarcó la zona de Buenos Aires, GBA y el Litoral. Por otro lado, la industrialización fue
paralela a las migraciones internas rural-urbanas.
La industrialización también tuvo sus límites y dificultades según
Ciria/Cantón/Moreno. Para ellos, a diferencia de Rapaport la industrialización se
produjo a pesar del Estado, es decir, por fuera de las políticas implementadas para combatir
la crisis económica desatada por la caída de la bolsa de Wall Street. Una de las dificultades
fue que la industrialización fue entorpecida por el uso de los derechos de aduana y del
control de cambios, porque se favorecía la importación de artículos terminados por encima
de lo producido en el país. Otro problema fue la falta de capitales locales dispuestos a
invertir en el proceso de industrialización, materializado en la negativa de entregar
préstamos a mediano plazo a dichas industrias.

Años más tarde, la restauración conservadora enfrentó otro problema provocado por
el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939. El cierre de los puertos europeos y en
consecuencia de los argentinos, llevó a que Argentina alcanzara números desfavorables en su
balanza comercial a mediados de 1940. Por esta situación Federico Pinedo propone el Plan
de Reactivación Económica (Plan Pinedo) para paliar las problemáticas. Las propuestas
eran:
1) El Estado compra los excedentes de la producción agropecuaria a precios moderados
2) Construcción de viviendas populares, facilitando negocios de las empresas privadas
de construcción.
3) Estimular actividades manufactureras con créditos bancarios a largo plazo y la
utilización de materias primas nacionales.
4) Fomento de una zona libre de comercio entre países limítrofes
5) Limitación de importaciones provenientes de EEUU a la vez de que se pidió
préstamo al mismo país para financiar las compras.

El plan se aprobó en diputados, pero para cuando se debatía en senadores, la situación


de Argentina mejoró para 1941 a partir de un cierre de la balanza comercial con números
favorables para el final del año. Esto se debió a la exportación a otras naciones de sudamérica
y a Sudáfrica (en este caso en forma de productos industriales) junto a un aumento del
comercio con Estados Unidos. Es decir, las exportaciones de productos argentinos “no
tradicionales” aumentaron considerablemente, hecho que propulsó a que la industria
nacional obtuviera mejores beneficios.

El panorama político de la década de 1930, según Macor, se caracterizó por ser un


campo de competencia política en torno al eje oficialismo-oposición. El oficialismo
estaba compuesto por La Concordancia (PDN, UCR Antipersonalista, Partido Socialista
Independiente) y otro por identidades diferenciadas (UCR, socialismo, demócratas
progresistas). El autor define tres etapas en las que muta el gobierno y las dinámicas
partidarias de las organizaciones
1) Del golpe de Estado con Uriburu a la asunción de Justo y la Alianza Civil
2) De Justo hasta mediados de la década y el retomo de los radicales a elecciones
3) Último momento del gobierno de Justo y todo el gobierno de Ortiz y Castillo, con
la descomposición del sistema de poder y el fraude electoral.

El golpe de Estado en septiembre de 1930 fue llevado a cabo por un grupo de fuerzas
militares constituido por cadetes jóvenes. El objetivo político del golpe de Estado de 1930 es
posible dividirlo en dos partes. Por un lado, ubicamos la problemática que representa al
UCR como partido representante de los trabajadores y los sectores más desfavorecidos.
Uriburu evoca la idea de que la democracia debe ser manejada por “los mejores” en
contraste al 70% analfabeto que “manejaba” al país, se proyecta la idea planteada por Macor
de que el desalojo del poder de Hipólito Yrigoyen fue la única alternativa para solucionar la
crisis política. Según el autor, el uriburismo (idea de la personalización), englobaba a
los sectores intransigentes de la derecha nacionalista y sectores del conservadurismo,
con los cuales pretendía revisar y cambiar las disposiciones del sistema electoral, sus
mecanismos de representación y la Constitución Nacional. El discurso de Uriburu que
justifica el golpe se fijaba en el personalismo yrigoyenista; este mismo corrompía el
sistema afectando el sufragio en el proceso de construcción del ciudadano. Los propios
ciudadanos no podían corregir esta situación, porque su juicio era tapado por la
“corrupción” del gubernamental encarnada en dicho personalismo. La ley Sáenz Peña era
distorsionada por el gobierno radical, por lo cual la intervención militar era necesaria como
mecanismo correctivo. Sin embargo, se produjeron diversas contradicciones dentro del
gabinete de Uriburu, agregando la inexperiencia política del mismo, y la negativa de los que
estaban del lado del presidente. Uriburu y Lisandro de la Torre tuvieron un acercamiento
respecto de dicha idea pero, según Darío Macor, éste último a partir de su experiencia
política definía que el único camino hacia la legitimidad del gobierno era mediante el voto
universal.
El remedio que plantea para la crisis institucional del país radica en modificar el
sistema de representación, para dar espacio a las organizaciones corporativistas
donde la sociedad podría reconocerse finalmente como una comunidad. No
obstante, dicho modelo no se apoya en las masas, sino en el Ejército. Según el autor,
José Luis Romero lo define como un estilo de “Fascismo Criollo”. El problema sobre esto es
que Uriburu no controlaba al ejército. Esto se debía a la presencia de Justo en figura de
jefe de dicha máquina centralizada, desde la cual presionó a partir de los cuadros de oficiales
superiores el regreso a la normalidad institucional y la amenaza de levantamiento. Las
relaciones que tenía Justo con las fuerzas políticas y sociales que promovieron el golpe de
Estado eran fuertes, además de que observaban el cambio que quería realizar Uriburu como
peligroso e innecesario. Es importante tener en cuenta, al mismo tiempo, que Uriburu no
poseía un plan económico definido y sus políticas estuvieron ligadas al ajuste, debido a la
inhabilidad de equilibrar la balanza de pagos, lo que dió espacio a la presión de la cotización
del peso. Por otro lado, las elecciones de 1931 en Buenos Aires, donde la UCR salió
victoriosa contra el candidato del gobierno Matias Sánchez Sorondo reveló el peso político
que todavía poseían incluso luego del golpe. Dichas presiones, más el levantamiento de
Gregorio Pomar en Corrientes limitaron totalmente al gobierno, consolidando así la imagen
de Agustín P. Justo.
La derrota de 1931 significó el abandono de la Federación Nacional Democrática, que
nucleaba a las fuerzas conservadoras provinciales y se había creado inmediatamente luego de
la asunción de Uriburu. Propulsaron la creación de una organización nacional, a partir de la
cual se crea el Partido Demócrata Nacional, cuyos miembros representaban a las clases
propietarias, pero respondían a tradiciones diferentes. Fueron la fuerza más
cuantitativamente importante del bloque oficialista. A fines de ese mismo año ganaría las
elecciones nacionales Agustín P. Justo a partir de la coalición de La Concordancia. Macor
argumenta que el antipersonalismo tuvo un terreno amplio para poder desarrollarse. Justo
esperó el apoyo de los sectores antiyrigoyenistas de la propia UCR para el apoyo en carrera a
la presidencia. El regreso de Alvear a la Argentina representó un problema para Justo, ya
que el perfil político del primero otorgaba menos espacios para poder avanzar con las
tácticas y acusaciones antipersonalistas. De hecho, la Unión Cívica Radical presentó dos
vertientes distintas como oposición: La UCR recurrió a la cuestión identitaria mediante la
evocación de la tradición, el antipersonalismo optó por lo organizacional, en la estructura
del partido que lleva a los aparatos del Estado, donde pueden conseguir los materiales que
continúen la reproducción de la organización.
A pesar de que el bloque oficialista estuvo en el poder más de una década, la
competencia con el radicalismo luego de su regreso a la arena electoral nacional en 1935
mostraba la ilegitimidad e inestabilidad del régimen. Incluso con el equilibrio dinámico que
consiguió a partir del Partido Demócrata, el antipersonalismo y el socialismo
independiente, tuvo que recurrir al fraude electoral para mantenerse en el poder.

Para 1938 cuando asume la fórmula Ortiz-Castillo, el equilibrio de la coalición


había entrado en crisis. Esto se debió a que Ortiz no poseía una relación lo
suficientemente fuerte con las Fuerzas Armadas como Justo poseía. El doble liderazgo
(político/militar) del ex-presidente quedó desplazado. La muerte espontánea de Ortiz no
ayudó a la situación y se profundizó la autonomización de las FFAA respecto del sistema
política que eventualmente llevó al golpe militar de 1943.

Respecto del lugar de la oposición, en 1931, el campo se dividió en la Alianza Civil


(institucional), conformada por el Partido Demócrata Progresista y el Partido
Socialista para sostener la candidatura de Lisandro de la Torre y el radicalismo
(extrainstitucional). El retorno de la UCR en 1935 a las elecciones depositó en el mismo
el rol de opositor principal. Tanto socialistas y demoprogresistas vieron desdibujarse a partir
de entonces la sobrerrepresentación política que habían alcanzado y cedieron ante el
radicalismo ese espacio. Ambos partidos compartían el antiyrigoyenismo desde diferentes
perspectivas. El socialismo desde la visión de que era una expresión del caudillismo, por ser
su competencia directa en Capital Federal, y por ser una competencia en el sindicalismo.
Los demócratas progresistas, desde la figura de Lisandro de la Torre, observaban el
radicalismo desde la idea original de Leandro N. Alem, respondiendo su figura y su
participación en la Revolución del Parque. Las dos fuerzas tuvieron recorridos distintos
durante la dictadura de Uriburu por diferencias en organización, contenidos ideológicos y
sobre sus propios cuadros partidarios. Los socialistas se plantearon como oposición abierta
a Uriburu, mientras que el PDP tuvo una posición ambigua.
Luego de 1932, con la Concordancia en el ejecutivo, el PDP fue definiendo un
discurso más nítido de corte liberal que lo alejó de las experiencias conservadoras que tuvo
con algunos de sus miembros, aproximándolo a la izquierda socialista. La Alianza Civil tuvo
una fuerza relativa en Capital y Santa Fe, pero no tuvo mayores repercusiones en los demás
distritos provinciales. Las condiciones electorales, como ya dije antes y reitera el gil de
Macor, cambia en 1935 con la reincorporación de la UCR. El PS y el PDP junto a la UCR
enfrentaron el cambio de la ley electoral donde se volvía al sistema de lista completa y se
suprimió el tercio de representación de la minoría por distrito, además de que se incorporó
otra vez el fraude. Los años siguientes el PDP se vería cada vez más debilitado, en especial
desde que el oficialismo toma Santa Fe para restarle poder a Lisandro de la Torre. A su vez,
el compañero de coalición, Enzo Bordabehere, en los debates por el Pacto Roca Runciman
fue asesinado. Todo esto conllevó en 1939 al suicido de De la Torre. El PS por su parte,
luego del desarme del PDP, quedó ligado a los resultados que consiguiera el radicalismo.
El movimiento obrero durante la década de 1930 en Argentina, según Horowitz,
estuvo marcado por la intensificación de las tensiones ideológicas respecto del fascismo,
como también la pérdida de confianza en el modelo económico liberal. Los sindicatos
“apolíticos” como los de base artesana fueron desplazados y reemplazados por sindicatos
que buscaban ayuda en el sistema político para organizar a los obreros calificados y
semicalificados. El camino de aproximación al Estado ya se había empezado a gestar en
la década de 1920.

Década de ‘20: Los sindicalistas, en la teoría, evitaban la política ya que creían que
el centro doctrinariamente correcto era la acción dentro del sindicato, y que la
revolución llegaría mediante la huelga general. Sus roces constantes con los socialista y su
inactividad respecto de la acción en los espacios políticos hicieron posible una
cooperación informal con la UCR. Hacia finales de la década, ya no pudieron contar con
la UCR debido a que a este último no les servía la estrategia de los sindicalistas. Otro
problema fue las disputas sectarias que se extendieron hasta los años ‘30; los sindicalistas
no eran tolerantes a adherentes de otras ideologías, hecho que llevó a rupturas y luchas
constantes.
En general sobre el movimiento sindical y obrero, los cambios que se produjeron
por la progresiva aceleración del proceso de industrialización llevaron a la coexistencia de
las grandes fábricas con los talleres artesanos. Esto llevó a que los sindicatos de oficio
tradicionales tuvieran dificultades para incorporar a los obreros sin calificación de las
industrias.

La Unión Ferroviaria creada en 1922, explica Horowitz, tenía alcance nacional


pero el poder del mismo se encontraba muy centralizado, hecho que limitó sus
actividades, porque además sus dirigentes ponían al sindicato por encima de las
ideologías y de los partidos políticos. Estas cuestiones hicieron que los líderes de la UF se
transformen en locutores para las compañías ferroviarias y para el gobierno. La UF y su
sindicato hermano, La Fraternidad, se convirtieron en modelo de las organizaciones
sindicales.

Hacia 1928, los obreros del rubro gráfico promovieron la unificación del
movimiento obrero; sólo dos de las cuatro confederaciones sindicales respondieron a
favor, la Confederación Obrera Argentina (COA) y la Unión Sindical Argentina (USA).
La campaña para formar la Confederación General del Trabajo (CGT), recién tomó
lugar en 1930 luego del golpe de septiembre, debido a disputas ideológicas entre las
organizaciones.
Luego del golpe de septiembre de 1930, Horowitz plantea que el movimiento
obrero enfrentó dos problemáticas durante el gobierno de Uriburu:
- Desempleo a gran escala: empiezan a aparecer las primeras villas miseria en
Buenos Aires
- Tendencia a la persecución: Con Uriburu se impuso la ley marcial y después el
Estado de sitio. Los sindicatos anarquistas y comunistas son empujados a la
clandestinidad. Primer intento sistemático de suprimir ideologías mediante la
violencia estatal. Incluso empresas usaron la represión para bajar salarios, despedir
empleados y cambiar condiciones laborales. Pocas huelgas.

Si bien la tendencia primordial del gobierno fue la represión y persecución sindical,


también hubo una tendencia corporativista, cuyos adherentes sostenían que el papel
estatal en las relaciones laborales eran importantes, pero los sindicatos que participen en
el proceso tenían que estar subordinados al Estado.
A los días de la toma del poder de los militares, se constituyó oficialmente la CGT,
con la fusión de la USA y la COA. La nueva entidad recomenzó su política de
cooperación con el gobierno, transformándose en el interlocutor aceptado por el
régimen, a partir del cual pedían la liberación de presos y permitir la actividad sindical.
Todo esto significó un cambio importante dentro del movimiento obrero:
- El anarquismo nunca se recuperó y entró en declive rápido durante la década del
‘30
- El comunismo sobrevive este período por su estructura partidaria sólida. Este
tipo de tácticas le permitió reaparecer durante la presidencia de Agustín P. Justo

Durante el gobierno de Justo a partir de 1932, Horowitz explica que la


situación de los sindicatos mejoró considerablemente. La represión y persecusión
disminuyó, haciéndose esporádica. Algo que perduró fue la negativa de los empleadores a
tratar con los sindicatos. El Departamento Nacional de Trabajo era frecuentemente
favorable hacia la situación laboral, pero no logró la cooperación de los empresarios. Más
allá de todo, los sindicatos en general crecieron.
A comienzos del gobierno de Justo, los sindicatos que tenían preponderancia
pertenecían a la CGT. Los sindicatos mayores eran los de transportes y muy pocos
obreros industriales estaban organizados. A su vez, la necesidad política de Justo de
diferenciarse de Uriburu, a partir de la disminución de la represión, dió lugar a una
intensa ola de huelgas para recuperar lo perdido en años anteriores. La respuestas a esto
dependió de la posición del sindicato en la estructura económica y de su visibilidad. Las
represiones, en general, fueron más duras a medida que te alejabas del epicentro porteño
y bonaerense. Y algo que no dice nuestro querido Horowitz pero que destaco es que
reprimían también a los laburantes de empresas de capital norteamericano (Unión
Telefónica por ejemplo), lo cual muestra de alguna forma desde donde se alineaban los
wachines. Además, el sindicato de Unión Telefónica estaba formado por sindicalistas
que eventualmente aceptaron la mediación del gobierno. El justísimo necesitaba
mostrar su buena voluntad hacia el movimiento obrero, por eso disminuyen las
huelgas. Pero como dice la Cami, había una actitud de dos caras, porque al comunista le
daban con un palo, pero al sindicalista lo invitaban a tomar un cafecito.

Los sindicatos que tuvieron buen desempeño en el gobierno de Justo fueron


los que tenían conexiones con el Partido Socialista. El régimen necesitaba de los
socialistas para paliar la fuerza política que todavía poseía la UCR. Un ejemplo son los
empleados de comercio en la Federación de Empleados de Comercio (re originales con el
nombre bue) dirigido por Ángel Borlenghi. Este último impulsó la movilización de
apoyos para la sanción de leyes laborales, como la implementación de la semana laboral
de 5 días y medio y la modificación del Código de Comercio. Por otro lado, la Unión de
Obreros Municipales fue otro sindicato manejado por socialistas que tuvo buen
desempeño. El éxito de ambos fue excepcional.

Las demás organizaciones sindicales sufrieron la mala situación económica, por la


hostilidad empresarial y por la indiferencia general del gobierno. Incluso la Unión
Ferroviaria tuvo dificultades, ya que la depresión golpeó fuertemente al rubro; en parte
porque los salarios eran una porción importante de los costos totales, por lo que las
empresas recurrieron a los despidos durante el corto gobierno de Uriburu. Igual los
intereses del sindicato y del gobierno de Justo coincidían: No ver despidos en
crecimiento. Sin embargo, el descontento fue agravándose; las compañías insistieron en
bajar los salarios, lo que escindió entre quienes estaban dispuestos a aceptarlo y quienes
sostenían que ya se habían hecho demasiadas concesiones. Ganó la primera posición.
Por otro lado, la modificación en la dirección de la Unión Ferroviaria
correspondió a un cambio de poder en la CGT: Se desplazó a los sindicalistas en
1935 por los socialistas. Había dos facciones enfrentadas:
- Sindicalistas: que era la facción que tuvo el poder la mayor parte del tiempo
- Socialistas: era la facción considerada como rebelde.

Hacia 1934/1935 la economía empezó a recuperarse y la política económica


favoreció la sustitución de importaciones y la afluencia del capital extranjero. El
proceso de industrialización iniciado en los año ‘20 en donde coexistían pequeño
establecimientos industriales con otros grandes se intensificó. El papel de los trabajadores
calificados se volvió más crítico, mientras que los semicalificados y no calificados fue en
aumento. Creció el número de trabajadores industriales sindicalizados, hecho que
afectó la influencia de los sindicalistas ya que representaban mayoritariamente a
laburantes calificados.

Horowitz sostiene que dentro del movimiento obrero argentino hay un mito
de que lo natural es que haya una unidad de los trabajadores. El autor destaca, como
estuvimos viendo hasta recién, que el movimiento obrero no se unió pero ni de
casualidad. En primer lugar, la CGT dejó por fuera a las agrupaciones anarquistas y
comunistas. En segundo lugar, y la más importante, la rivalidad entre socialistas y
sindicalistas por el control de la CGT impidió que se lograra alcanzar algún atisbo
de unidad. Cabe aclarar que los sindicatos se movían principalmente en el triángulo
CABA, GBA y el Litoral, el alcance hacia otras provincias era mucho menor.
Cuando la Unión Ferroviaria empezó a priorizar su apoyo hacia la CGT socialista,
los sindicalistas quedaron marginados. Ya para 1936, las organizaciones que
manejaban los comunistas se incorporaron a la CGT socialista. (Hipótesis)

Para mediados de la década del ‘30, con la recuperación de la economía


mencionada, muchas áreas industriales se habían modernizado. Había fábricas más
grandes y más oportunidades para conseguir mejores empleos. A su vez, las huelgas
dejaron de ser un mecanismo defensivo y crecieron en número. Los sindicatos con
predominio comunista fueron el sector más dinámico del movimiento obrero para
esta época. Tenían dos objetivos: conseguir mejoras para los trabajadores y expandir el
sindicato. Los comunistas organizaron los sindicatos que representaban por rama
industrial: Textiles (más numerosa); metalúrgicos; alimentación; frigoríficos;
construcción. Por primera vez, fueron importantes los sindicatos cuyos miembros
trabajaban en fábricas.
Las huelgas del sindicato de albañiles de 1935, representada por comunistas y
ferozmente reprimida, dió lugar a la creación de la Federación Obrera Nacional de la
Construcción. La clave eran los capataces, trabajadores especializados que usaban
equipos propios. Cuando se unían al sindicato, contrataban a sus miembros, creando
talleres sindicales.
Por otro lado, los comunistas, a diferencia de los socialistas, advertían que no
podían organizar la industria textil sin el respaldo activo de las mujeres. Reclamaban por
igual pago por igual trabajo y cambiar las leyes de maternidad para las trabajadoras.
López Cantera contrarresta esta noción, arguyendo que esa “lucha” por los derechos
laborales de las mujeres era superficial y solía estar ligado a la imagen de la mujer en el
hogar.

Una de las razones por las cuales los comunistas toman tanta tracción a partir de
este momento, ocurrió por la mala fortuna de otros grupos. Tanto los anarquistas como
los sindicalistas habían quedado marginados prácticamente de los sindicatos. El P.S no
estaba en condiciones de proporcionar el mismo tipo de ayuda organizativa que los
comunistas, o no estaba dispuesto a hacerlo. Por otro lado, los grupos que no estaban
vinculados al P.C sufrieron un duro golpe, luego de que los sindicalistas se fueran de la
Unión Ferroviaria.
Otra razón que puede darse del éxito comunista surgió por el deterioro del
consenso liberarl que había dominado el pensamiento de la élite política desde la segunda
mitad del siglo XIX. Se buscaban nuevas ideologías que se adaptaran a un panorama
internacional en constante cambio. La izquierda atenuó sus roces ideológicos cuando en
1935 el P.C adoptó la estrategia de Frente Popular que hizo posible un espíritu de
cooperación. Aunque no lograron una unión con los otros partidos, les permitió hacer
una intervención estatal para solucionar problemas laborales.

Todo este clima de cooperación duró poco, según Horowitz. Esto se debió a que la
lucha contra el fascismo fue uno de sus estandartes principales. El pacto entre Stalin y
Hitler en 1939 deshilvanó esa posición. A partir de este acontecimiento, el P.C tomó una
posición de neutralidad y antiimperialismo, es decir, se posicionaron contra EE.UU y
G.B. Esto avivó los choques con los socialistas que eran pro-aliados. La situación política
argentina, con Castillo a la cabeza, que era anticomunista, no ayudó tampoco. Cuando
Alemania invade la URSS en 1941, volvieron a cambiar de táctica, buscando la alianza
entre los partidos de izquierda, pero la unidad en el movimiento obrero no fue posible.
Esto se debió a que los conflictos que habían surgido dentro de los Sindicato Obrero
Textil en 1940 respecto de la posición contra países imperialistas, se extendieron a otros
sindicatos.

Durante la antesala del peronismo, Castillo restringió la actividad gremial y para


1941 declaró el estado de sitio. El hostigamiento se centró principalmente en las
agrupaciones representadas por comunistas. En 1941, el Departamento Nacional de
Trabajo hizo un censo, que demostró que la CGT era la confederación dominante. A su
vez, los sindicatos de transporte seguían siendo los más fuertes, aunque había otros
sindicatos grandes de otras ramas industriales que tenían cuantiosos adherentes
(Construcción, comercio, alimentación, etc). La Unión Ferroviaria todavía dominaba la
CGT, pero se encontraba en disputa su dirigencia por la alianza entre comunistas y
radicales. El P.S nunca tomó una posición clara respecto del conflicto porque sus
militantes operaban para ambos bandos. De un lado estaban los radicales, comunistas y
socialistas más “políticos” (Perez Leirós), y por el otro lado la jerarquía sindical
ferroviaria (Domenech). Se divide la CGT:
- CGT 1: Apoyo de la Unión Ferroviaria. Apostaban por crear un tipo de partido
laborista o de trabajadores, que es lo que terminó ocurriendo en 1945.
- CGT 2: Apoyo de los comunistas y socialistas. Apostaba por formar entre
sindicatos y el sistema político lazos cercanos a través de la vinculación de los
partidos de izquierda que ya funcionaban.
Entre la reacción y la contrarrevolución. Orígenes del
anticomunismo en Argentina-López Cantera

Tesis: Comienza a formarse desde las derechas una imagen de un rival político, un
oponente interno, sobre las izquierdas.
Por otro lado, el comunismo pasa a ser una forma que encuentra el estado para clasificar
un problema: diversidad de entidades políticas englobadas en “comunistas”. Las ideas
anticomunistas no “miran” solo al PC, miran conductas, banderas políticas, etc. La
conflictividad obrera será leída con el lente anticomunista

Capítulo 4: 1936. Punto de inflexión en el anticomunismo.

● Analiza la inflexión de los sucesos del año 1936 en el desarrollo de las ideas
anticomunistas en el país. Sí bien las repercusiones del inicio de la Guerra Civil
española influyen en estas ideas, eran ideas que ya existían y solo son reforzadas.
● Sucesos decisivos en la conformación de las imágenes dicotómicas de las ideas
anticomunistas: estallido social que acompañó a la huelga general del sector de la
construcción, el reacomodamiento de la vida partidaria cuando la UCR termina
con su abstención en 1935, el rol que fue adquiriendo el PC (Partido Comunista)
y las alianzas entre partidos en el marco de la lucha contra el fascismo.
● Guerra Civil Española: inicio de un proceso de polarización ideológica. Sin
embargo, esta polarización ya se estaba desarrollando desde el proceso
bolchevique. Luego de la guerra la dualidad que comienza a darse entre fascismo y
antifascismo, debido a nacionalistas y católicos, absorbe o continua la línea de
razonamiento que había disparado la “amenaza roja”. La GCE (Guerra Civil
Española) fue leída en clave anticomunista y contrarrevolucionaria.
● 4 hechos ocurridos en lo regional-racional colaboran en el clima de tensiones:
1. Levantamiento de la abstención de la UCR
2. Transformaciones en el mundo sindical (división de la CGT).
3. PC abandona la línea política de clase contra clase para adoptar la
estrategia de frente popular. Proponía la formación de alianzas entre
liberales, socialdemócratas y el conjunto de la izquierda ante el avance del
fascismo. Esto encerraba una identificación del fascismo con los
reaccionarios, es decir, los nacionalistas, oscilando en incluir el gobierno de
Justo como cómplice por momentos y excluyendo de ese fenómeno a las
clases propietarias.
4. “Intentona comunista, levantamiento liderado por Luis Carlos Prestes en
Brasil en 1935. Punto de partida de la primera ola anticomunista.
El impacto de la huelga general convocada por los gremios de la construcción
generó como consecuencia la segunda presentación del proyecto de ley de Represión al
Comunismo de Matías Sánchez Sorondo con el argumento de que el comunismo era un
sistema de delincuencia social y enfatizó en la necesidad de un marco regulador para sus
actividades. Tuvo media sanción. Este suceso trazó un recorrido que marcó la
configuración de las ideas anticomunistas en los años sucesivos.

<<Un día comunistaa>>. La huelga general de la construcción.

Enero de 1936. El primer signo de la huelga general de la construcción se


evidenció con el paro de transporte iniciado esa misma madrugada. Hubo
manifestaciones por las calles y se organizaron piquetes en las puertas de
establecimientos fabriles con el objetivo de sumar fuerzas de apoyo para la huelga. La
violencia no se hizo esperar. Hubo patrullaje policial que comenzó con el
amedrentamiento y detenciones de quienes consideraron agitadores. El paro se prolongó
unas 24 horas en solidaridad de los detenidos y al otro día se reiteraron las
movilizaciones, los piquetes y la quema de vehículos. Las interpretaciones de estos
hechos ratificaron la idea de la presencia comunista en el país y alertó acerca del influjo
que la misma estaba generando en la población. Nacionalistas y católicos eran parte de
estas interpretaciones ya que mantenían su rechazo a diversos aspectos de la propuesta
señalando con alarma la posible desviación que podrían experimentar.

La mascarada roja. Antifascismo y frente popular.

Mayo de 1936. Se da el acto por el día internacional de los y las trabajadores


convocado por la CGT Independencia. Desde 1930 esta conmemoración había sido
víctima de la prohibición y censura del uriburismo y. a partir de 1932. sometida al
estricto ojo de vigilancia policial en todo el país. En esta oportunidad el control estatal se
vio desbordado. La consigna lanzada por la central sindical fue representativa de la línea
frente populista impresa por la presencia comunista en esa entidad: combatir a la
reacción, al fascismo, la dictadura y la oligarquía. Esta manifestación tuvo como
participantes a partidos como la UCR, el demócrata progresista, el PS y el PC. Los
nacionalistas lo consideraban el debut del Frente Popular en Argentina. La posibilidad
de que la nueva estrategia comunista pudiera conformarse en la Argentina se convirtió
en el mayor temor después de la conflictividad obrera. Si bien la caracterización del
frente popular volvió a remarcar el carácter externo y la hipótesis de la infiltración, el
problema residió en la existencia de un común denominador que posibilitaba esa
potencial alianza.
Una segunda alarma ante la inminencia de un frente popular en la Argentina se
produjo por los vínculos del PC con otros partidos.

España en clave anticomunista. Nacionalistas y católicos ante la Guerra Civil.

Esta contienda enfrentó a las derechas españolas aglutinadas en torno al bando de


los sublevados, comandados por Francisco Franco, contra quienes se alinearon en favor
del gobierno del Frente Popular. Fue un suceso que mantuvo en vilo a la sociedad
Argentina y que tuvo diferentes expresiones de adhesión. Quienes apoyaban a la unión
de católicos, monárquicos y falangistas lo hicieron apelando a la existencia de la
maquinaria comunista.
Tanto nacionalistas como las distintas posiciones al interior del catolicismo en
Argentina, compartieron que la guerra había sido el resultado de un proceso de crisis no
solo espiritual sino también cultural. Esta degradación, que iba de lo político a lo
cultural y, por lo tanto, a lo esencial/ natural, era entendida como la causa de la licitación
de España, el mayor de los problemas que las transformaciones de los años 30 habían
acarreado para ese país. El levantamiento de Franco fue justificado al ser considerado una
acción de protección legítima de las bases morales de la raza.
El compromiso con la causa de la coalición golpista conformada por
monárquicos, católicos y falangistas fue un tanto diferente para el mundo católico como
para la extrema derecha. Los monárquicos emprendieron sus propias campañas de ayuda,
los nacionalistas trataron de sostener su tan mentada autonomía respecto a fenómenos
extranjeros. salvo excepciones, no participaban de las actividades emprendidas por los
nacionales españoles en el país. Tanto los análisis como las ayudas materiales que los
católicos locales enviaron tenían por fin salvaguardar al credo.
Estas lecturas de la guerra civil estuvieron signadas por el anticomunismo y
permitían reforzar identidades y al mismo tiempo invalidar otras. Tribunas nacionalistas
no solo se dedicaron a difundir sobre la violencia y destrucción republicanas sino además
sobre la falsedad de las campañas de solidaridad antifascista emprendidas en Argentina,
en las que el PC y sus entidades satélites jugaron un papel central
El cuestionamiento al activismo en solidaridad con la República Española reunió
distintas asociaciones que fueron dando cuerpo a las ideas anticomunistas de esos años:
1. La crítica contra toda identificación con causas extra nacionales que se había
hecho presente en cada impugnación a las huelgas generales se reiteraba en el
compromiso expresado por la lucha contra fenómenos como el fascismo y el
nazismo.
2. La idea de falsedad confluye con la representación de estos valores de clase o
internacionalistas como disfraces del peligro comunista. Así, los eventos
realizados bajo esa consigna fueron definidos como “mascaradas rojas”.
El anticomunismo de nacionalistas y católicos tradujo la realidad en una
coyuntura donde el peligro rojo se mostraba omnipresente a través de sus extensivas
prácticas de alianzas para la extrema derecha local esto fue motivo para plantear en sus
horizontes políticos una posible unificación. No fue así en el caso de los católicos: el
disenso sobre el rol de los fascismos entre referentes e intelectuales de ese credo se
profundizó con la guerra en España.
Luchar contra el bando republicano o contra el comunismo y en pos de ello, defender al
franquismo no era otra cosa que proteger un ideal social y político, amenazado tanto por
la igualdad jurídica y la libertad de pensamiento del liberalismo como por la equidad
social promovida por las izquierdas.

El debate por la ley de Represión al Comunismo. Una síntesis del problema


comunista.

Noviembre y Diciembre de 1936. El senado de la nación discutió la segunda


presentación del proyecto de ley de represión al comunismo (Sanchez Sorondo). En
Argentina, la sucesión de hechos y fenómenos que acaecieron desde comienzos del año
provocó lecturas que sintetizaron y reforzaron las conjeturas que el problema comunista
representaba a los ojos de sus detractores.
Estas regulaciones marcaron la intención política de ejercer un control sobre la militancia
en términos generales. La preocupación radicó en el posible alcance o degeneramiento
revolucionario de las numerosas y variadas prácticas políticas emprendidas por el arco de
las izquierdas y de algunos sectores progresistas. Para 1936 el PC argentino no gozaba de
un marco legal.
La propuesta de Sánchez sorondo apuntó a la restricción de expresiones políticas
que remitieran a cualquier teoría destructora del orden social extendiendo su alcance
más allá de la proscripción a un partido político. No implicaba cercenar la libertad de
pensamiento ya que se respetaría la enseñanza del marxismo con fines científicos o
académicos, pero se penaría la difusión de sus ideas con fines proselitistas. el eje era
limitar la propaganda y toda expresión entendida como un vector revolucionario.
Además del sabido apoyo de católicos y nacionalistas, el proyecto contaría con el apoyo
de tribunas liberales. Sin embargo, el proyecto generó sospechas en aquellos actores que
podrían verse afectados por este tipo de controles. Sin lugar a dudas, el activismo obrero
era el que más condiciones presentaba. Su rechazo fue justificado por las organizaciones
gremiales que vieron en él un medio para obturar la lucha obrera y, por lo tanto, dado el
contexto imperante, lo caracterizaron como una herramienta fascista.
El argumento en el senado fue que el peligro que encarnaba la presencia
comunista en el país ponía en riesgo aquellos principios sociales de la nación que
incluían no solo el atentado a las instituciones e investiduras políticas, sino además a la
propiedad privada y a la libertad de trabajo. El problema comunista en el mundo obrero
fue reiterado en las intervenciones de los representantes que apoyaron a Sánchez
Sorondo.
Otro eje de las justificaciones de Sorondo fue su análisis sobre la estructura y las
políticas del PC, destacando la labor de infiltración. El frente popular fue una de las
mayores preocupaciones ya que lo consideraban una estrategia que disfrazaba al partido
como uno democrático, con el fin de introducirse en la vida electoral de acuerdo a las
directivas de la propia internacional. El PC no podía ni debía ser reconocido por las
autoridades públicas a razón de que era funcional a las necesidades de otro poder
político.
Algunos senadores enfatizaron la hipótesis del “espantajo del comunismo” que
refiere a la utilización del problema comunista como una excusa para extremar
mecanismos de control sobre la sociedad como sobre la clase obrera. Para este tipo de
miradas, quienes eran un peligro real eran los anticomunistas. Para algunos senadores,
el accionar policial ahora necesitaba recurrir a sobredimensionar la acción revolucionaria
para justificar la llamada solución fácil, es decir, la represión.
El proyecto de ley contó con la sanción del senado pero no fue tratado por la
cámara de diputados. En la coyuntura posterior a 1936, el estado argentino no contó con
una ley de proscripción al comunismo. Esto suele atribuirse a la falta de apoyo político a
una iniciativa en línea con el cercenamiento a las libertades individuales. El gobierno de
Justo no estaba dispuesto a pagar ese costo, teniendo en cuenta las tensiones en torno a
las prácticas fraudulentas como aquellas que había generado la abstención de la ucr hasta
hacía poco tiempo.

Epílogo

4 de junio de 1943. Gobierno de Castillo depuesto por el GOU. Tensiones


generadas por la política de neutralidad ante los conflictos mundiales que había
adoptado la concordancia, una gestión caracterizada como ilegítima y funcional a
intereses extraños a los del país. Los golpistas pronosticaban el ascenso de una revolución
social comunista que asomaba en el horizonte del caótico escenario antes descrito. Las
características atribuidas a ese enemigo revolucionario por los anticomunistas a
comienzos de 1943, coincidieron con la hipótesis barajada por el nuevo gobierno
dictatorial respecto de ese peligro.
Desde el impacto de la revolución rusa hasta comienzos de 1943 ,Católicos
integristas como democráticos, la extrema derecha y los conservadores y antipersonalistas
en el ejercicio del poder público fueron elaborando la definición de un antagonista
político a partir de la observación del desarrollo tanto a nivel local como internacional,
de la conflictividad social y del activismo obrero, y de las estrategias tanto de las
izquierdas como del movimiento comunista. Esos rechazos constituyeron la base de las
ideas anticomunistas y al mismo tiempo permitieron hacer extensible esa clasificación a
toda identidad que presentara al menos una de las condiciones asignadas a ese adversario.
Se trató de la construcción de un enemigo revolucionario.
Desde el catolicismo filo democrático hasta la extrema derecha nacionalista,
compartieron la caracterización de un oponente dispuesto a trastocar no solo las reglas
del juego político, sino el sentido de la identidad individual y del orden social, atribuidos
a la nación o a la divinidad. Para las autoridades estatales, el comunismo trascendía la
condición de amenaza al expresar alternativas para la contención y resolución del
conflicto social obrero o para la unidad o representación política en base al criterio de la
identidad nacional o ciudadanía.
Estos anticomunistas y sus ideas se encontraron atrapados entre la reacción y la
contrarrevolución. Las valoraciones desarrolladas fueron adoptando una impronta
contrarrevolucionaria.
Los comienzos de los años 40 encontraron a un estado argentino que identificaba
al peligro como un problema interno ante la presencia de prácticas, organizaciones y
banderas, una clasificación arraigada en un proceso de diferenciación desplegado por las
fuerzas policiales desde sus inicios, que encontraba su consolidación en el
anticomunismo estatal.
La extrema derecha encontró en el problema rojo el contrapunto necesario para
delinear sus proyectos. Las posiciones anticomunistas asumidas por el estado, los
nacionalistas y el catolicismo fueron determinantes en la definición de esos actores ante
determinados procesos y sucesos de estos años. En Argentina, la contrarrevolución se
concretaría años más tarde pero sus bases fueron puestas allí. La combinación de actores
y factores que dieron por resultado la contrarrevolución dirigida por el estado y las clases
dominantes Durante los años 70 argentinos, diagramó un enemigo político cuya
internalización ancló sus orígenes en el enemigo comunista de comienzos de los 40.
Las denuncias sobre la presencia comunista fueron describiendo una penetración
capilar en la sociedad Argentina. El movimiento obrero y el sindical era una de sus
principales esferas de infiltración pero ello también era observable en la juventud e
incluso en el activismo político de las mujeres.
En 1936, la combinación del escenario internacional con el local potenció el
alcance asignado al peligro rojo por sus oponentes. Un eje dentro de este nuevo
diagnóstico anticomunista fue el frente popular que fue presentado como una estrategia
más poderosa, incluso una amalgama de las diversas presencias o infiltraciones. Esta
concepción reforzó las acusaciones contra los disfraces del comunismo: el antifascismo, el
antimilitarismo y otras expresiones de solidaridad, todas ellas fueron comprendidas en
tanto mascaradas rojas. Este balance se agudizó tras el impacto de la guerra civil española.
Este hito reavivó la alerta entre las filas católicas y nacionalistas.
La antipolítica fue un argumento constante en las ideas anticomunistas y en la
Constitución de los discursos de derecha y a la derecha. Estas cuestiones pueden
englobarse dentro de aquellos elementos desviados o degenerados producto de la
influencia roja. El enemigo comunista ejercía un mecanismo de perversión sobre aquello
considerado natural; reafirmar su presencia implicaba reforzar el verdadero sentido de las
entidades gremiales y otras políticas, de los métodos de protesta, e incluso de los roles de
género, que concebían los actores contrarrevolucionarios.
Entre los distintos sectores del catolicismo continuaba teniendo fuerza la
interpretación que decía que el enemigo rojo, factor de perversión del orden natural
emanado de Dios, constituyó un parámetro que profundizó las tendencias
filodemocráticas de los cristianos antinazis y alentó los posicionamientos filos fascistas de
los integristas.
¿Cuál era el estatus legal del comunismo en los prolegómenos del golpe de 1943?¿
se encontraba criminalizado?
● El entramado represivo conformado por contravenciones, acciones policiales y
jurisprudencia, Se vio acompañado de un discurso representativo de las imágenes
abyectas proyectadas desde las detenciones, allanamientos y procesamientos a
diversos militantes políticos. El conjunto de ideas anticomunistas fue alimentada
por los contenidos resultantes del accionar represivo.
● Ser comunista para el estado implicaba un criterio que iba más allá de la identidad
asumida por la militancia; así, las clasificaciones anticomunistas fueron flexibles Y
de esa manera más extensibles a un arco mucho más amplio de sujetos políticos.
● Si bien no existía una normativa nacional, la ilegalidad del comunismo en tanto
idea, No únicamente como un partido, era un hecho.

En conclusión, el conocimiento adquirido por derechas, otros sectores del


catolicismo y las fuerzas policiales a lo largo de los años 20, 30 y primeros 40 en
Argentina, permitió la internalización de un problema que había sido pensado como
producto exclusivo de una agencia externa. Este resultado, el primer enemigo interno,
puso las bases que años más tarde fueron complejizadas y afinadas con la intención de
dar nuevas respuestas a nuevas coyunturas, entre las cuales la más significativa fue la
trazada por la guerra fría y la doctrina de seguridad nacional.

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