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Escribir no es una operación de registro, de constatación, de representación, sino una acción que se da en primera persona y en presente, en donde la enunciación no tiene más contenido que el acto por el cual ella misma se pronuncia “el Autor” es una idea histórica y no una realidad ineluctable. Lingüísticamente, el Autor nunca es nada más que el que escribe Un texto no es el resultado de las intenciones del autor, sino un tejido de citas provenientes de culturas múltiples. La muerte del autor Roland Barthes La unidad del texto formado por escrituras múltiples no está en su origen, sino en su destino, el lector. El libro y el Autor se sitúan por sí solos en una misma línea, distribuida en un antes y un después. El Autor es el pasado en relación al texto, la voz pierde su origen y el texto a la vez vaticina la muerte del autor cuando inicia la escritura © Roberto Rosique (2015) Curso: Arte contemporáneo, arte actual Centro Nacional de las Artes Darle a un texto un Autor es imponerle un seguro, proveerlo de un significado último, cerrar la escritura. El nacimiento del lector se paga con la muerte del Autor.