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Investigación, escritura y deseo: certificación de calidad

2017, Creación musical, investigación y producción académica: desafíos para la música en la universidad (org. Daniel Quaranta)

Creación musical, investigación y producción académica: desafíos para la música en la universidad Daniel Quaranta (coordinador) ©2017 CMMAS No se permite la reproducción total o parcial de este libro, su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

Creación musical, investigación y producción académica: desafíos para la música en la universidad Daniel Quaranta (coordinador) ©2017 CMMAS No se permite la reproducción total o parcial de este libro, su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Primera edición, 2017 Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras Casa de la Cultura (planta alta) Av. Morelos Norte No. 485 Centro. Morelia, Michoacán, México. C.P. 58000 www.cmmas.org info@cmmas.org Derechos reservados conforme a la ley Hecho en México Traducción de los artículos en portugués: Gisella Meneguelli Diseño de la versión electrónica: Carlos Martínez Rosales Diseño de tapa: Cesar Borja Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras (CMMAS) Quaranta, Daniel (coordinador) 2017, Creación Musical, investigación y producción académica: desafíos para la música en la universidad / Daniel Quaranta. ISBN: 978-85- 5512-310- 8 Nota a la edición En esta edición digital el texto marcado de esta manera está ligado a recursos consultables en línea. Los superíndices de las notas al pie, marcados del mismo modo, se encuentran también vinculados entre ellos. Índice Presentación. «Creación musical, investigación y producción académica. Desafíos para una academia del presente» Rodrigo Sigal Nota del coordinador Daniel Quaranta "La música es mucho más (o menos) que la música": reflexiones sobre investigación musical en el contexto de la academia Fernando Iazzetta Investigación-Creación: arte y ciencia, política y economía (...o la permanente búsqueda por eludir al sistema) Ricardo Dal Farra Líneas de fuga: creación e investigación en las academias de arte Germán Toro Pérez Investigación, escritura y deseo: certificación de calidad Carlos Palombini El descubrimiento del contexto en la música Edson Zampronha Creación académica e investigación musical / Creación musical e investigación académica Daniel Quaranta Saberes a partir del Sur: cambios epistemológicos de enseñanza e investigación en creación musical en una universidad brasileña Alexandre Sperandéo Fenerich Cuestión de tiempos. Reflexiones al hilo de la evolución tecnológica del arte sonoro en España José Manuel Berenguer Programas de Doctorado en Música: escenarios posibles para un desarrollo pleno de artistas-investigadores en la educación superior Oscar Pablo Di Liscia Investigación y creación en música electroacústica: composición y performance con sistemas multicanales y interfaces gestuales Daniel Luís Barreiro ¿Qué hacer? Reflexiones sobre la evaluación de las investigaciones teórico-prácticas en música Marcelo Carneiro de Lima El flujo del musicar. La posibilidad de múltiples miradas en los infinitos campos de investigación en la música Jorge Falcón Sobre los autores Investigación, escritura y deseo: certificación de calidad Carlos Palombini Investigación, escritura y creación Este texto se escribe con tinta distinta de los demás de esta colección: el autor no se ve como compositor. Aunque el término investigador lo pueda definir circunstancialmente, él prefiere considerarse un escritor que se dedica a algunos temas en desarrollo, catalizados por objetos musicales. El campo de este escrito es pues una musicología. Élla se habilita a clamar para sí el nombre investigación por confluir en publicaciones denominadas científicas. Que la investigación se defina en el papel de la escritura o ​–en el límite– de la literatura, no constituye novedad. Al presentar un número especial de la revista Communications, en 1972, Roland Barthes observa: Il est peut-être temps d'ébranler une certaine fiction: la fiction qui veut que la recherche s'expose, mais ne s'écrit pas. Le chercheur serait essentiellement un prospecteur de matériaux et c'est à ce niveau que se poseraient ses problèmes; parvenu au moment de communiquer des «résultats», tout serait résolu; «mettre en forme» ne serait plus qu'une vague opération finale, rapidement menée grâce à quelques techniques d' «expression» apprises au lycée et dont la seule contrainte serait de se soumettre au code du genre («clarté», suppression des images, respect des lois du raisonnement) (p. 2) .1 Investigación no es más que la especialización de aquella curiosidad infantil cuyas expresiones clásicas son las preguntas «¿por qué?» y «¿por qué "porque"?». También es propio de la infancia figurar hipótesis e ingeniarse descubrimientos de causas y efectos a través de experimentos a veces arriesgados. Si, en el caso en foco, tal curiosidad se manifiesta marcadamente alrededor de los cinco años de edad, junto con el descubrimiento de la escritura, la actividad formal de la investigación, sólo es emprendida un cuarto de siglo más tarde, en concomitancia con el extrañamiento del lenguaje. Inicialmente, hubo una pregunta de compositor: ¿De qué modo las posibilidades de control de parámetros del sonido, popularizadas a través de la onda de instrumentos electrónicos en la primera mitad de la década de los ochenta, se traducirían en organizaciones musicales? Pregunta análoga a aquella que Pierre Schaeffer formulaba entre 1948, cuando descubrió la música concreta,2 y 1966, cuando publicó Traité des objets musicaux.3 Mi lectura del texto de Schaeffer adquirió carácter formal durante una especialización en la City University de Londres, de 1988 a 1989, seguida del doctorado en la Universidad de Durham, en Reino Unido, de 1989 a 1992. Si hasta entonces Schaeffer era una nota al pie de página en la historia de las vanguardias musicales de la posguerra, mi tesis de doctorado transformaría a esas vanguardias en una nota al pie de página en la historia de su pensamiento musical. En la segunda mitad de la década de los ochenta, uno de los criterios para la concesión de becas por la Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior4 (Capes) era que los proyectos contribuyesen para la resolución de problemas nacionales. ¿De qué manera el pensamiento de un intelectual francés que ha desempeñado un papel significativo en la formación de Reginaldo Carvalho, Jorge Antunes o Rodolfo Caesar podría contribuir para solucionar un problema brasileño? De ningún modo, aparentemente. Quien quiera realizar su doctorado en música en Brasil hoy necesita someterse a una cantidad de pruebas y, si aprobado, a otras tantas disciplinas, frecuentemente desvinculadas de su trayectoria de investigación. Fue distinto conmigo: aprobado para un doctorado por tesis después de una simple entrevista, pude disponer de mí tiempo con total autonomía durante tres años. Asumí así el papel paradojal de traductor brasileño del pensamiento de un autor francés para una audiencia de lengua inglesa. En aquella época, un sistema plurianual de evaluación cualitativa de investigación, el Research Assessment Exercise (RAE), empezaba a ser implantado en carácter pionero en el Reino Unido. Esas evaluaciones habían ocurrido con el nombre de Research Selectivity Exercise en 1986 y en 1989. En esas ocasiones, en función de las contingencias financieras, los departamentos académicos de las universidades británicas, hasta entonces financiados de acuerdo con el número de estudiantes, fueron evaluados principalmente en términos de sus índices de productividad, correspondientes al valor atribuido a la producción de investigación, y esa evaluación pasó a servir de base para la distribución de un porcentaje crecientemente significativo de dinero público, asignando en mayor volumen de este a los departamentos con los mejores desempeños, o en volumen nulo a los departamentos cuyo desempeño fuera considerado insuficiente. El primer RAE propiamente dicho ocurrió en 1992, y, con un doctorado concluido en tres años y dos artículos aceptados para publicación en periódicos de prestigio, yo era un ejemplo de excelencia en investigación de la Escuela de Música de la Universidad de Durham. De regreso a Brasil, en 1994, me instalé en el programa de posgrado de una gran universidad privada que era un prodigio en productividad, aunque hoy oscile entre un cuatro y un cinco en las evaluaciones plurianuales de la Capes. En la gran mayoría de los departamentos de música, tener producción intelectual internacionalmente reconocida y citada era, para una vieja guardia de ideas, si no de edad, una amenaza al caudillismo vigente y una nítida desventaja en el caso de disputar vacantes de profesor en universidades públicas. En esos tiempos, el prospecto de intérprete anglófono de Schaeffer perdió la validez. Sin proyecto de investigación y sin empleo, contando solamente con una serie de estancias posdoctorales y un contrato temporario de trabajo, jamás fui tan productivo. Así, entre 1997 y 2002, publiqué reseñas y artículos heterodoxos de investigación en Gran Bretaña, en Canadá, Australia, Finlandia, Italia y Estados Unidos. La idea de estudiar la producción electroacústica carioca y sus relaciones con la música concreta me valió una beca y auxilio Profix-CNPq en 2002, pero este proyecto se terminó rápidamente: al final del proyecto, al entrevistar a Reginaldo Carvalho en su residencia en Teresina, la cámara de la compositora Vania Dantas Leite me agarró dormido. Sin que me hubiera dado cuenta, un nuevo proyecto de investigación empezaba a tomar forma a través de una sucesión de episodios. El primero de ellos fue en 1992, al terminar la redacción de mi doctorado. Un amigo escocés, hijo de propietarios de un nightclub en Glasgow, me invitó a conocer la famosa noche de Newcastle upon Tyne. Allí encontré una juventud de clase operaria que transpiraba tal compromiso con el propio goce que yo circulaba asustado en su medio: subían los brazos con las palmas de las manos apuntando a la cabina del DJ e interactuaban con la música por medio de silbatos que les colgaban del cuello. El segundo episodio ocurrió en 1996, cuando trabajaba en el Centro de Documentación de Música Contemporánea de la Universidade Estadual de Campinas. Internet empezaba su trayectoria en Brasil y el extinto Altavista era el Google del momento. Digité «Pierre Schaeffer» y obtuve un artículo del compositor australiano Alistair Riddell: The Techno world is a living example of what, perhaps, Pierre Schaeffer was getting at in the 1950s. Schaeffer, by the way, was (he died this year) a French music intellectual and composer who tried to fathom the intricacies of realworld sound and thus make them amenable to compositional processes. His thesis, set out in his Traité des objets musicaux, attempted, among other things, to formulate a solfège that might help composers work with any sound, not necessarily those produced on musical instruments. It was a remarkable undertaking but plagued with theoretical and practical problems. Although Schaeffer's efforts resulted in a great many words, some music and lingering epigones, the only people who, I think, have come close to practising what he was getting at are today DJs.5 Esa idea era mía, aunque yo no la hubiera formulado. La lista de referencias mostraba que Riddell había leído mi tesis. Lo que me sorprendió fue que hubiese leído las entrelíneas. El tercer episodio transcurrió en 1999, cuando yo trabajaba en el Departamento de Música de la Universidad Federal de Pernambuco. Una joven danesa me escribió y me recomendó el libro de Simon Reynolds, Energy Flash.6 Descubrí entonces que el Segundo Verano del Amor había ocurrido en Londres, frente a mí, sin que yo lo hubiera visto. El cuarto episodio sucedió en el inicio de 2001. Yo residía en Porto Alegre y me preparaba para las pruebas de ingreso en la carrera diplomática. Leía libros de ortografía, estilo y gramática, bien como los clásicos brasileños. Dos pasajes de Casa-grande e senzala me marcaron. He aquí lo primero: Sem contatos com o mundo que modificassem nelas, como nos rapazes, o senso pervertido de relações humanas; sem outra perspectiva que a da senzala vista da varanda da casa-grande, conservavam muitas vezes as senhoras o mesmo domínio malvado sobre as mucamas que na infância sobre as negrinhas suas companheiras de brinquedo. "Nascem, criam-se e continuam a viver rodeadas de escravos, sem experimentarem a mais ligeira contrariedade, concebendo exaltada opinião de sua superioridade sobre as outras criaturas humanas, e nunca imaginando que possam estar em erro", escreveu Koster das senhoras brasileiras.7 Além disso, aborrecendo-se facilmente. Falando alto. Gritando de vez em quando. Fletcher e Kidder, que estiveram no Brasil no meado do século XIX, atribuem a fala estridente e desagradável das brasileiras ao hábito de falarem sempre aos gritos, dando ordens às escravas.8 O mesmo teriam observado no sul dos Estados Unidos, que sofreu influências sociais e econômicas tão semelhantes às que atuaram sobre o Brasil durante o regime de trabalho escravo. Ainda hoje, por contágio das gerações escravocratas, as moças das Carolinas, do Mississipi, de Alabama falam gritando do mesmo modo que no Brasil as nortistas, filhas e netas de senhor de engenho.9 Denominé ese episodio ¿Por qué gritan las brasileñas?. He aquí lo segundo: Passa por ser defeito da raça africana, comunicado ao brasileiro, o erotismo, a luxúria, a depravação sexual. Mas o que se tem apurado entre os povos negros da África, como entre os primitivos em geral ​ já o salientamos em capítulo anterior ​ é maior moderação do apetite sexual que entre os europeus. É uma sexualidade, a dos negros africanos, que para excitar-se necessita de estímulos picantes. Danças afrodisíacas. Culto fálico. Orgias. Enquanto no civilizado o apetite sexual de ordinário se excita sem grandes provocações. Sem esforço. A ideia vulgar de que a raça negra é chegada, mais do que as outras, a excessos sexuais, atribui-a Ernest Crawley ao fato do temperamento expansivo dos negros e do caráter orgiástico de suas festas criarem a ilusão de desbragado erotismo. Fato que "indica justamente o contrário", demonstrando a necessidade, entre eles, de "excitação artificial".10 Intitulé ese episodio Los excesos sexuales del negro son un fantasma blanco. Pero no sólo de lengua portuguesa y brasilianismo yo vivía: leía el periódico Zero Hora y consideraba hilarante la alta moralidad que expresaba su ultraje allí delante de una música que yo ni siquiera conocía. También practicaba deportes: levantaba pesas diariamente. Durante mis entrenamientos, recibía la visita de dos jóvenes que ejercitaban en doble mientras repetían refranes enigmáticos que los divertían: «tchu-tchu-ca, vem a-qui com seu ti-grão, vou te jo-gar na ca-ma e te dar mui-ta pressão». Yo me preguntaba: ¿qué lugar frecuentan donde aprenden eso? La mañana de un sábado, me preparaba para cruzar la calle en el tranquilo barrio en que mis padres vivían cuando el semáforo se pone en rojo, un coche para y las cajas de sonido explotan en ¡Bum! gravísimo. Sigue: «vem tchu-tchu-ca lin-da, sen-ta a-qui com seu pre-ti-nho, vou te pe-gar no co-lo e fa-zer mui-to ca-ri-nho!». La voz de la patrona, el fantasma del negro degenerado, la indignación del periódico Zero Hora y aquel teclado ácido que yo había escuchado en Newcastle en la década de los noventa adquirían un súbito sentido. Yo había descubierto por iluminación instantánea el funk carioca y mi tema de investigación. «Dios escribe correcto por líneas rotas», dice el proverbio popular. «Improvement makes strait roads, but the crooked roads without Improvement are roads of Genius», dice William Blake. Mi pregunta de 1985 podría haber sido respondida directamente si yo hubiese tenido conciencia del electro de Nueva York o del house de Chicago nacientes. El desvío por la música concreta me permitiría estudiar el primer género brasileño de música electrónica bailable en una perspectiva única y atender la solicitud de Capes, finalmente. Certificación de calidad Este relato de una trayectoria individual de investigación tiene dos objetivos. Primero, mostrar que los procesos involucrados en la investigación en música pueden no ser tan distintos de aquellos involucrados en la creación musical; o, por lo menos, que el estudio de la música y la creación musical admiten narrativas semejantes. La diferencia es que la creación musical, en el caso que desee recurrir a fuentes de financiación para la investigación sobre aquello que se ha convencionalizado llamar «artes (o industrias) creativas», necesita estar en compañía de un texto que la caracterice como investigación. Y no todos los procesos de creación musical se prestan a tales narrativas. Además, la figura del compositor-investigador carga en sí misma una asociación con las vanguardias institucionalizadas del alto modernismo y tiende a conferir a la música los atributos del anacronismo y del academicismo. El segundo objetivo es mostrar una investigación y su resultado, y confrontarlos con modelos de certificación de calidad de investigación que no tienen en cuenta ni la investigación ni sus resultados, y mucho menos sus publicaciones subsecuentes, sino los vehículos de esas publicaciones y sus factores de impacto. El director de evaluación de Capes, desde 2004 hasta 2008, Renato Janine Ribeiro estaba optimista en agosto de 2007: Uma das maiores ilusões sobre a Capes é a do assim-chamado «produtivismo», isto é, a ideia de que a agência só quer saber se e quanto você produz. Não é verdade. O mais importante é a qualidade do que se produz. Evidentemente, só podemos saber da produção científica quando ela é publicada. É quando ela se torna fecunda, quando se expõe a críticas, que podem ser devastadoras, mas quase sempre têm um efeito construtivo, e quando pode influenciar leitores e levá-los a citá-la em suas próprias pesquisas. Publicar é então o meio de difundir a produção, de socializá-la.11 Ribeiro demuestra la sofisticación de su sistema evaluativo con cuentas muy simples: Como se mede a qualidade da pesquisa publicada? Em várias áreas, há o fator de impacto. Em princípio, este se mede tomando-se uma revista científica, verificando quantas citações revistas científicas qualificadas fizeram de um número dela e dividindo-se esse total de citações pela quantidade de artigos publicados naquele exemplar. Assim, se a revista A publicou vinte artigos, que foram citados cem vezes, seu fator de impacto é cinco. Mas, se nas outras publicações saiu apenas uma referência a algum daqueles artigos, e nada mais, o fator é de cinco centésimos (ou seja, um dividido por vinte). Esta é uma medida bastante sofisticada. Ela significa que não se mede apenas a qualidade da revista, mas o seu "impacto", ou seja, sua fecundidade. Um trabalho pode ser muito bom, eventualmente, mas não repercutir em nenhuma pesquisa nova. Não será citado, então, e terá sido de certa forma estéril. Mas essa não é uma deficiência do fator de impacto. É que este mede como uma publicação contribui para constituir uma comunidade científica, não apenas a qualidade de artigos isolados. Se há citações, é sinal de que se está construindo um ambiente de diálogo, uma massa crítica, que permitirá que a área avance.12 En diciembre de 2012, la Declaración de San Francisco sobre evaluación de investigación lo contradijo frontalmente: The Journal Impact Factor is frequently used as the primary parameter with which to compare the scientific output of individuals and institutions. The Journal Impact Factor, as calculated by Thomson Reuters, was originally created as a tool to help librarians identify journals to purchase, not as a measure of the scientific quality of research in an article. With that in mind, it is critical to understand that the Journal Impact Factor has a number of welldocumented deficiencies as a tool for research assessment. These limitations include: A) citation distributions within journals are highly skewed; B) the properties of the Journal Impact Factor are field-specific: it is a composite of multiple, highly diverse article types, including primary research papers and reviews; C) Journal Impact Factors can be manipulated (or «gamed») by editorial policy; and D) data used to calculate the Journal Impact Factors are neither transparent nor openly available to the public.13 La Declaración de San Francisco subraya: The need to eliminate the use of journal-based metrics, such as Journal Impact Factors, in funding, appointment, and promotion considerations [...]14 (p. 359). The need to assess research on its own merits rather than on the basis of the journal in which the research is published; and The need to capitalize on the opportunities provided by online publication (such as relaxing unnecessary limits on the number of words, figures, and references in articles, and exploring new indicators of significance and impact).15 En una entrevista al Jornal Unesp, en noviembre de 2007, Ribeiro declaró aun: «Nenhum outro país tem uma avaliação que se compare à nossa, aliás, a maior parte nem avaliação tem».16 Vimos que, con el nombre Research Selectivity Exercise, cambiado para Research Assessment Exercise en 1992, Reino Unido realizó evaluaciones plurianuales en 1986 y 1989. De acuerdo con Valerie Bence y Charles Oppenheim, el RSE de 1986 «was probably the first attempt in any country to make a comprehensive assessment of the quality of university research».17 O RAE fue sustituido por el Research Excellence Framework en 2014 y cuenta hoy con extensa literatura crítica. En el artículo «The Impact of Research Selectivity on Academic Work and Identity in UK Universities», publicado en 2002 en el periódico Studies in Higher Education, Sandra Harley relató los resultados de una encuesta conducida entre profesionales académicos de las ciencias sociales y de disciplinas ligadas al comercio luego después de la divulgación de la evaluación de 2001. Ella constató que: [...] a significant proportion of academic staff are hostile to the exercise, believing the result to be the mass production of research for a rating which is more important than what is produced, and a reorganisation of academic work in ways which violate traditional academic values. There was, nevertheless, a high degree of compliance with the perceived demands of the RAE. Responses show that UK academics are co-implicated in the implementation of a mechanism perceived to be fundamentally flawed because of its high identity value, and for this reason playing the RAE game is likely continue to legitimate the unequal distribution of research funds in UK universities into the twentyfirst century despite the high levels of disaffection found (p. 187).18 En el artículo «The influence of peer review on the research assessment exercise», publicado en 2004 en el Journal of Information Science, Valerie Bence y Charles Oppenheim analizan el uso de la revisión por pares tanto dentro del sistema de comunicación de investigación como en el RAE. El denominador común son los periódicos académicos revisados por pares, una vez que esa revisión es usada tanto por consultores para auxiliar decisiones de publicación, así como por miembros del comité del RAE para evaluar el desempeño de investigación de los departamentos. Ellos constatan que: [...] since academic research is now subject to peer review at all stages of evaluation, it is becoming an accepted method of rewarding (by funding) research. The growth of electronic publications (both toll-access and open access) provides possibilities for changes to some of the process of peer review and RAE, but the fundamental model of peer review to reduce the number of poor quality publications will remain. The paper concludes that because of the many criticisms of peer review, it is unwise to base funding decisions on second level peer review of articles that have already undergone peer review.19 Bence e Oppenheim desarrollan sus ideas en 2005 en el artículo «The evolution of the UK's Research Assessment Exercise: publications, performance and perceptions», publicado en el Journal of Educational Administration and History. Según ellos: The evaluation of research performance in the UK during the 1980s and 1990s should be viewed alongside changes in the structure of university funding, the increasing importance attached to assessing quality and the development of performance indicators to facilitate this. The move to quality assurance and assessment was to assume an increasingly important role in (the then) government's determination to impose some of the disciplines of the market on higher education, including competition, an increase in the power of consumer demand and the concept of universities as well-managed corporate enterprises. The broader policy context was that government also expected that resources should be managed with maximum efficiency and accountability, if necessary creating structures for effective decision-making, transparent measurement of performance and ultimately for resource allocation with reference to that performance.20 Prosiguen: Within this climate of selectivity and assessment, academics have been increasingly concerned to examine the nature of their own work from a critical point of view. Willmott (1995)21 is one who sees the influence of the RAE over funding, as central to the commodification of academic labour. The potential impact of the RAE on the way academics work and think about themselves is well described by Parker and Jary (1995)22 who fear that the very identification of the new academic may come to be formalised in terms of what is needed to gain a high rating rather than in terms of independence and creativity of thought. Miller (1995)23 also argues that academics become constrained, monitored and documented via various PIs and that individual goals of scholarship and enquiry are displaced by economic considerations.24 Bence y Oppenheim finalizan su trabajo con un florilegio de citaciones críticas: Henkel (1999)25 concludes that it has "created a profound disturbance within the academic profession" by removing what had been largely implicit processes of peer judgement and decision-making and placing them within a comprehensive standardised national framework of assessment, falsely concentrated into a highly public event, linked by formulae to the allocation of funding every four or five years; Fulton (1997)26 stated that it had been a vehicle for professional and personal humiliations' in that it revealed for all to see that a large proportion of staff in major universities were failing (or were unable) to meet these nationally set standards; Within Medicine, Williams (1998)27 calls it "misleading, unscientific and unjust" and Piercy (2000)28 from management explores "Why it is fundamentally stupid for a business school to try to improve its RAE score". Y finalmente: Even given criticisms of the process, problems and inconsistencies surrounding this form of assessment, `no better device than this objectified subjectivity has been elevated as a candidate for the function required in this terrain of research selectivity (Velody, 1999, p. 112).29 30 En 2013, Frederic Lee, Xuan Pham y Gyun Gu, de la Universidad de Missouri-Kansas City, publicaron el artículo «The UK research assessment exercise and the narrowing of UK economics» en el Cambridge Journal of Economics. Ellos concluyen que: In the period prior to the 1960s, the interests of the state and universities were compatible, based on elite homogeneity. But this fractured in the 1960s and 1970s, as students and faculty research expressed different interests from the state. From the 1980s onwards, effort was spent on resurrecting this common interest via political, administrative, bureaucratic means. In economics this meant that economists needed to produce an economics that was more compatible with state interests and this meant, in part, the elimination of the wrong kind of economists and economics. Whether foreseen or not the RSE/RAE became the catalyst through which universities were brought back in line with the interests of the state; and in economics it was the key to cleanse economics of "wrong" views, homogenize and narrowly focus economic research, and re-establish truly elite departments whose views dominate UK economics and elsewhere.31 En el artículo «The visible hand of research performance assessment» publicado en el Journal of Higher Education en 2016, Julian Hamann demostró, a partir de un estudio de caso de los departamentos de Historia en Reino Unido y de sus desempeños en las evaluaciones de 2001, 2008 y 2014 que, «far from allowing a governance of universities by the invisible hand of market forces, research performance assessments do not just measure differences in research quality, but yield themselves visible symptoms in terms of a stratification and standardization of disciplines».32 Deseo Ese sobrevuelo no sistemático y casi aleatorio sobre la literatura acerca del sistema británico de evaluación, uno de los primeros y de los más avanzados, muestra los problemas inherentes a sistemas análogos, entre los cuales el brasileño, también sujeto a la Ley de Campbell: «The more any quantitative social indicator is used for social decision-making, the more subject it will be to corruption pressures and the more apt it will be to distort and corrupt the social processes it is intended to monitor» (p. 85).33 Representado por el Qualis Capes y por una sistemática de evaluación de la posgraduación, el sistema brasileño tiene problemas específicos, que también cuentan con una literatura crítica,34 especialmente en el área de las ciencias biomédicas, tal vez porque, como observan Bence e Oppenheim, «this is the field where dependable, reliable, quality controlled information can literally be a matter of life and death ».35 Al revés de revisar la literatura sobre el sistema brasileño, prefiero concluir con otra citación del texto «Jeunes chercheurs» de Barthes de 1972: Le travail (de recherche) doit être pris dans le désir. Si cette prise ne s'accomplit pas, le travail est morose, fonctionnel, aliéné, mû par la seule nécessité de passer un examen, d'obtenir un diplôme, d'assurer une promotion de carrière. Pour que le désir s'insinue dans mon travail, il faut que ce travail me soit demandé non par une collectivité qui entend s'assurer de mon labeur (de ma peine) et comptabiliser la rentabilité des prestations qu'elle me consent, mais par une assemblée vivante de lecteurs en qui se fait entendre le désir de l'Autre (et non le contrôle de la Loi).36 Mi iniciación formal a la investigación se dio en un país donde eso había sido tradición, en circunstancias en que aún era posible. Hamann afirma: «With the link between status groups and actual research performance weakened like that, it seems unlikely that an invisible hand could lift the quality of research as is desired by the assessments».37 A no ser, quizás, tocado por la mano de un deseo sadomasoquista. Notas 1Barthes, R. (1972). Jeunes chercheurs. Communications, 19(1), pp. 1–5. Disponible en: http://goo.gl/DjXEJL [Fecha de acceso: 28/09/17]. 2Schaeffer, P. (1950). Introduction à la musique concrète. Polyphonie, 6, pp. 30​–52. 3Schaeffer, P. (1966). interdisciplines. París: Seuil. 4Órgano Traité des objets musicaux: essai de fomento a la investigación en Brasil. 5Riddell, A. (1996). Ecstasy Solfège. Sounds Australian, 14(47), pp. 68. Disponible en: http://goo.gl/kMGE9c [Fecha de acceso: 28/09/17]. 6Reynolds, S. (1998). Energy Flash: A Journey Through Rave Music and Dance Culture. Londres: Picador. 7Koster, H. (1816). Travels in Brazil. Londres, pp. 388-389. Disponible en: http://goo.gl/mt1niS [Fecha de acceso: 28/09/17]. 8Parish Kidder, D. & Cooley Fletcher, J. (1857). Brazil and the Brazilians, Portrayed in Historical and Descriptive Sketches, Filadelfia y Boston: Childs and Peterson y Phillips Sampson. Disponible en: http://goo.gl/xENmrA [Fecha de acceso: 28/09/17]. 9Freyre, G. (2002). Casa-grande e senzala. En: S. Santiago (Org.). Intérpretes do Brasil, 2. Rio de Janeiro: Nova Aguilar, pp. 105​–645, pp. 440​–441. 10Ibíd., 422. 11Janine Ribeiro, R. (2007). Os critérios da avaliação [pdf], p. 1. Disponible en: http://goo.gl/24lpS3 [Fecha de acceso: 05/05/17]. 12Ibíd. 13American Society for Cell Biology (ASCB) et al. (diciembre, 2012). DORA: San Francisco Declaration on Research Assessment: Putting Science Into The Assessment of Research. Disponible en: http://goo.gl/lT8zXs [Fecha de acceso: 05/05/16]. 14Para un análisis más detallado de las limitaciones del factor de impacto asi como para una lista de referencias bibliográficas sobre el asunto, ver: Bence, V. & Oppenheim, Ch. (2004). The Influence of Peer Review on the Research Assessment Exercise. Journal of Information Science, 30(4), pp. 347-368. Disponible en: http://doi.org/10.1177/0165551504045854 [Fecha de acceso: 28/09/17]. 15ASCB, "DORA..." 16Zanella, J. (noviembre, 2007). Entrevista Renato Janine Ribeiro: avaliação será mais rigorosa e quadrienal. Jornal Unesp, año 21, (228). Disponible en: http://goo.gl/X88Ivu [Fecha de acceso: 05/05/17]. 17Bence, V. & Oppenheim, Ch. (2005). The Evolution of the UK's Research Assessment Exercise: Publications, Performance and Perceptions. Journal of Educational Administration and History, 37(2), pp. 137-155. Disponible en: http://dspace.lboro.ac.uk/2134/1804 [Fecha de acceso: 05/05/17]. 18Harley, S. (2002). The Impact of Research Selectivity on Academic Work and Identity in UK Universities. Studies in Higher Education, 27(2), pp. 187-205. Disponible http://dx.doi.org/10.1080/03075070220119986b [Fecha en: de acceso: 28/09/17]. 19Bence e Oppenheim, "The Influence...", p. 347. 20Bence e Oppenheim, "The Evolution...". 21Willmott, H. (septiembre, 1995). Managing the Academics: Commodification and Control in the Development of University Education in the UK. Human Relations, 48(9), pp. 993-1027. 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