Creación musical, investigación y
producción académica: desafíos
para la música en la universidad
Daniel Quaranta (coordinador)
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Primera edición, 2017
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Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras (CMMAS)
Quaranta, Daniel (coordinador) 2017, Creación Musical,
investigación y producción académica: desafíos para la música
en la universidad / Daniel Quaranta. ISBN: 978-85- 5512-310- 8
Nota a la edición
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Índice
Presentación. «Creación musical, investigación y producción académica.
Desafíos para una academia del presente»
Rodrigo Sigal
Nota del coordinador
Daniel Quaranta
"La música es mucho más (o menos) que la música": reflexiones sobre
investigación musical en el contexto de la academia
Fernando Iazzetta
Investigación-Creación: arte y ciencia, política y economía (...o la
permanente búsqueda por eludir al sistema)
Ricardo Dal Farra
Líneas de fuga: creación e investigación en las academias de arte
Germán Toro Pérez
Investigación, escritura y deseo: certificación de calidad
Carlos Palombini
El descubrimiento del contexto en la música
Edson Zampronha
Creación académica e investigación musical / Creación musical e
investigación académica
Daniel Quaranta
Saberes a partir del Sur: cambios epistemológicos de enseñanza e
investigación en creación musical en una universidad brasileña
Alexandre Sperandéo Fenerich
Cuestión de tiempos. Reflexiones al hilo de la evolución tecnológica del
arte sonoro en España
José Manuel Berenguer
Programas de Doctorado en Música: escenarios posibles para un
desarrollo pleno de artistas-investigadores en la educación superior
Oscar Pablo Di Liscia
Investigación y creación en música electroacústica: composición y
performance con sistemas multicanales y interfaces gestuales
Daniel Luís Barreiro
¿Qué hacer? Reflexiones sobre la evaluación de las investigaciones
teórico-prácticas en música
Marcelo Carneiro de Lima
El flujo del musicar. La posibilidad de múltiples miradas en los infinitos
campos de investigación en la música
Jorge Falcón
Sobre los autores
Investigación, escritura y deseo:
certificación de calidad
Carlos Palombini
Investigación, escritura y creación
Este texto se escribe con tinta distinta de los demás de esta colección: el
autor no se ve como compositor. Aunque el término investigador lo pueda
definir circunstancialmente, él prefiere considerarse un escritor que se
dedica a algunos temas en desarrollo, catalizados por objetos musicales.
El campo de este escrito es pues una musicología. Élla se habilita a
clamar para sí el nombre investigación por confluir en publicaciones
denominadas científicas. Que la investigación se defina en el papel de la
escritura o –en el límite– de la literatura, no constituye novedad. Al
presentar un número especial de la revista Communications, en 1972,
Roland Barthes observa:
Il est peut-être temps d'ébranler une certaine fiction: la fiction qui veut que la
recherche s'expose, mais ne s'écrit pas. Le chercheur serait essentiellement un
prospecteur de matériaux et c'est à ce niveau que se poseraient ses problèmes;
parvenu au moment de communiquer des «résultats», tout serait résolu;
«mettre en forme» ne serait plus qu'une vague opération finale, rapidement
menée grâce à quelques techniques d' «expression» apprises au lycée et dont la
seule contrainte serait de se soumettre au code du genre («clarté», suppression
des images, respect des lois du raisonnement) (p. 2) .1
Investigación no es más que la especialización de aquella curiosidad
infantil cuyas expresiones clásicas son las preguntas «¿por qué?» y «¿por
qué "porque"?». También es propio de la infancia figurar hipótesis e
ingeniarse descubrimientos de causas y efectos a través de experimentos
a veces arriesgados. Si, en el caso en foco, tal curiosidad se manifiesta
marcadamente alrededor de los cinco años de edad, junto con el
descubrimiento de la escritura, la actividad formal de la investigación,
sólo es emprendida un cuarto de siglo más tarde, en concomitancia con el
extrañamiento del lenguaje.
Inicialmente, hubo una pregunta de compositor: ¿De qué modo las
posibilidades de control de parámetros del sonido, popularizadas a través
de la onda de instrumentos electrónicos en la primera mitad de la década
de los ochenta, se traducirían en organizaciones musicales? Pregunta
análoga a aquella que Pierre Schaeffer formulaba entre 1948, cuando
descubrió la música concreta,2 y 1966, cuando publicó Traité des objets
musicaux.3 Mi lectura del texto de Schaeffer adquirió carácter formal
durante una especialización en la City University de Londres, de 1988 a
1989, seguida del doctorado en la Universidad de Durham, en Reino
Unido, de 1989 a 1992. Si hasta entonces Schaeffer era una nota al pie de
página en la historia de las vanguardias musicales de la posguerra, mi
tesis de doctorado transformaría a esas vanguardias en una nota al pie de
página en la historia de su pensamiento musical.
En la segunda mitad de la década de los ochenta, uno de los criterios
para la concesión de becas por la Coordenação de Aperfeiçoamento de
Pessoal de Nível Superior4 (Capes) era que los proyectos contribuyesen
para la resolución de problemas nacionales. ¿De qué manera el
pensamiento de un intelectual francés que ha desempeñado un papel
significativo en la formación de Reginaldo Carvalho, Jorge Antunes o
Rodolfo Caesar podría contribuir para solucionar un problema brasileño?
De ningún modo, aparentemente.
Quien quiera realizar su doctorado en música en Brasil hoy necesita
someterse a una cantidad de pruebas y, si aprobado, a otras tantas
disciplinas, frecuentemente desvinculadas de su trayectoria de
investigación. Fue distinto conmigo: aprobado para un doctorado por
tesis después de una simple entrevista, pude disponer de mí tiempo con
total autonomía durante tres años. Asumí así el papel paradojal de
traductor brasileño del pensamiento de un autor francés para una
audiencia de lengua inglesa.
En aquella época, un sistema plurianual de evaluación cualitativa de
investigación, el Research Assessment Exercise (RAE), empezaba a ser
implantado en carácter pionero en el Reino Unido. Esas evaluaciones
habían ocurrido con el nombre de Research Selectivity Exercise en 1986 y
en 1989. En esas ocasiones, en función de las contingencias financieras,
los departamentos académicos de las universidades británicas, hasta
entonces financiados de acuerdo con el número de estudiantes, fueron
evaluados principalmente en términos de sus índices de productividad,
correspondientes al valor atribuido a la producción de investigación, y
esa evaluación pasó a servir de base para la distribución de un porcentaje
crecientemente significativo de dinero público, asignando en mayor
volumen de este a los departamentos con los mejores desempeños, o en
volumen nulo a los departamentos cuyo desempeño fuera considerado
insuficiente. El primer RAE propiamente dicho ocurrió en 1992, y, con un
doctorado concluido en tres años y dos artículos aceptados para
publicación en periódicos de prestigio, yo era un ejemplo de excelencia en
investigación de la Escuela de Música de la Universidad de Durham.
De regreso a Brasil, en 1994, me instalé en el programa de posgrado
de una gran universidad privada que era un prodigio en productividad,
aunque hoy oscile entre un cuatro y un cinco en las evaluaciones
plurianuales de la Capes. En la gran mayoría de los departamentos de
música, tener producción intelectual internacionalmente reconocida y
citada era, para una vieja guardia de ideas, si no de edad, una amenaza al
caudillismo vigente y una nítida desventaja en el caso de disputar
vacantes de profesor en universidades públicas.
En esos tiempos, el prospecto de intérprete anglófono de Schaeffer
perdió la validez. Sin proyecto de investigación y sin empleo, contando
solamente con una serie de estancias posdoctorales y un contrato
temporario de trabajo, jamás fui tan productivo. Así, entre 1997 y 2002,
publiqué reseñas y artículos heterodoxos de investigación en Gran
Bretaña, en Canadá, Australia, Finlandia, Italia y Estados Unidos. La idea
de estudiar la producción electroacústica carioca y sus relaciones con la
música concreta me valió una beca y auxilio Profix-CNPq en 2002, pero
este proyecto se terminó rápidamente: al final del proyecto, al entrevistar
a Reginaldo Carvalho en su residencia en Teresina, la cámara de la
compositora Vania Dantas Leite me agarró dormido.
Sin que me hubiera dado cuenta, un nuevo proyecto de investigación
empezaba a tomar forma a través de una sucesión de episodios. El
primero de ellos fue en 1992, al terminar la redacción de mi doctorado.
Un amigo escocés, hijo de propietarios de un nightclub en Glasgow, me
invitó a conocer la famosa noche de Newcastle upon Tyne. Allí encontré
una juventud de clase operaria que transpiraba tal compromiso con el
propio goce que yo circulaba asustado en su medio: subían los brazos con
las palmas de las manos apuntando a la cabina del DJ e interactuaban
con la música por medio de silbatos que les colgaban del cuello.
El segundo episodio ocurrió en 1996, cuando trabajaba en el Centro
de Documentación de Música Contemporánea de la Universidade
Estadual de Campinas. Internet empezaba su trayectoria en Brasil y el
extinto Altavista era el Google del momento. Digité «Pierre Schaeffer» y
obtuve un artículo del compositor australiano Alistair Riddell:
The Techno world is a living example of what, perhaps, Pierre Schaeffer was
getting at in the 1950s. Schaeffer, by the way, was (he died this year) a French
music intellectual and composer who tried to fathom the intricacies of realworld sound and thus make them amenable to compositional processes. His
thesis, set out in his Traité des objets musicaux, attempted, among other things,
to formulate a solfège that might help composers work with any sound, not
necessarily those produced on musical instruments. It was a remarkable
undertaking but plagued with theoretical and practical problems.
Although Schaeffer's efforts resulted in a great many words, some music and
lingering epigones, the only people who, I think, have come close to practising
what he was getting at are today DJs.5
Esa idea era mía, aunque yo no la hubiera formulado. La lista de
referencias mostraba que Riddell había leído mi tesis. Lo que me
sorprendió fue que hubiese leído las entrelíneas.
El tercer episodio transcurrió en 1999, cuando yo trabajaba en el
Departamento de Música de la Universidad Federal de Pernambuco. Una
joven danesa me escribió y me recomendó el libro de Simon Reynolds,
Energy Flash.6 Descubrí entonces que el Segundo Verano del Amor
había ocurrido en Londres, frente a mí, sin que yo lo hubiera visto.
El cuarto episodio sucedió en el inicio de 2001. Yo residía en Porto
Alegre y me preparaba para las pruebas de ingreso en la carrera
diplomática. Leía libros de ortografía, estilo y gramática, bien como los
clásicos brasileños. Dos pasajes de Casa-grande e senzala me marcaron.
He aquí lo primero:
Sem contatos com o mundo que modificassem nelas, como nos rapazes, o senso
pervertido de relações humanas; sem outra perspectiva que a da senzala vista
da varanda da casa-grande, conservavam muitas vezes as senhoras o mesmo
domínio malvado sobre as mucamas que na infância sobre as negrinhas suas
companheiras de brinquedo. "Nascem, criam-se e continuam a viver rodeadas
de escravos, sem experimentarem a mais ligeira contrariedade, concebendo
exaltada opinião de sua superioridade sobre as outras criaturas humanas, e
nunca imaginando que possam estar em erro", escreveu Koster das senhoras
brasileiras.7 Além disso, aborrecendo-se facilmente. Falando alto. Gritando de
vez em quando. Fletcher e Kidder, que estiveram no Brasil no meado do século
XIX, atribuem a fala estridente e desagradável das brasileiras ao hábito de
falarem sempre aos gritos, dando ordens às escravas.8 O mesmo teriam
observado no sul dos Estados Unidos, que sofreu influências sociais e
econômicas tão semelhantes às que atuaram sobre o Brasil durante o regime de
trabalho escravo. Ainda hoje, por contágio das gerações escravocratas, as moças
das Carolinas, do Mississipi, de Alabama falam gritando do mesmo modo que
no Brasil as nortistas, filhas e netas de senhor de engenho.9
Denominé ese episodio ¿Por qué gritan las brasileñas?. He aquí lo
segundo:
Passa por ser defeito da raça africana, comunicado ao brasileiro, o erotismo, a
luxúria, a depravação sexual. Mas o que se tem apurado entre os povos negros
da África, como entre os primitivos em geral já o salientamos em capítulo
anterior é maior moderação do apetite sexual que entre os europeus. É uma
sexualidade, a dos negros africanos, que para excitar-se necessita de estímulos
picantes. Danças afrodisíacas. Culto fálico. Orgias. Enquanto no civilizado o
apetite sexual de ordinário se excita sem grandes provocações. Sem esforço. A
ideia vulgar de que a raça negra é chegada, mais do que as outras, a excessos
sexuais, atribui-a Ernest Crawley ao fato do temperamento expansivo dos
negros e do caráter orgiástico de suas festas criarem a ilusão de desbragado
erotismo. Fato que "indica justamente o contrário", demonstrando a
necessidade, entre eles, de "excitação artificial".10
Intitulé ese episodio Los excesos sexuales del negro son un fantasma
blanco.
Pero no sólo de lengua portuguesa y brasilianismo yo vivía: leía el
periódico Zero Hora y consideraba hilarante la alta moralidad que
expresaba su ultraje allí delante de una música que yo ni siquiera conocía.
También practicaba deportes: levantaba pesas diariamente. Durante mis
entrenamientos, recibía la visita de dos jóvenes que ejercitaban en doble
mientras repetían refranes enigmáticos que los divertían: «tchu-tchu-ca,
vem a-qui com seu ti-grão, vou te jo-gar na ca-ma e te dar mui-ta pressão». Yo me preguntaba: ¿qué lugar frecuentan donde aprenden eso?
La mañana de un sábado, me preparaba para cruzar la calle en el
tranquilo barrio en que mis padres vivían cuando el semáforo se pone en
rojo, un coche para y las cajas de sonido explotan en ¡Bum! gravísimo.
Sigue: «vem tchu-tchu-ca lin-da, sen-ta a-qui com seu pre-ti-nho, vou te
pe-gar no co-lo e fa-zer mui-to ca-ri-nho!». La voz de la patrona, el
fantasma del negro degenerado, la indignación del periódico Zero Hora y
aquel teclado ácido que yo había escuchado en Newcastle en la década de
los noventa adquirían un súbito sentido. Yo había descubierto por
iluminación instantánea el funk carioca y mi tema de investigación.
«Dios escribe correcto por líneas rotas», dice el proverbio popular.
«Improvement makes strait roads, but the crooked roads without
Improvement are roads of Genius», dice William Blake. Mi pregunta de
1985 podría haber sido respondida directamente si yo hubiese tenido
conciencia del electro de Nueva York o del house de Chicago nacientes. El
desvío por la música concreta me permitiría estudiar el primer género
brasileño de música electrónica bailable en una perspectiva única y
atender la solicitud de Capes, finalmente.
Certificación de calidad
Este relato de una trayectoria individual de investigación tiene dos
objetivos. Primero, mostrar que los procesos involucrados en la
investigación en música pueden no ser tan distintos de aquellos
involucrados en la creación musical; o, por lo menos, que el estudio de la
música y la creación musical admiten narrativas semejantes. La
diferencia es que la creación musical, en el caso que desee recurrir a
fuentes de financiación para la investigación sobre aquello que se ha
convencionalizado llamar «artes (o industrias) creativas», necesita estar
en compañía de un texto que la caracterice como investigación. Y no
todos los procesos de creación musical se prestan a tales narrativas.
Además, la figura del compositor-investigador carga en sí misma una
asociación con las vanguardias institucionalizadas del alto modernismo y
tiende a conferir a la música los atributos del anacronismo y del
academicismo.
El segundo objetivo es mostrar una investigación y su resultado, y
confrontarlos con modelos de certificación de calidad de investigación
que no tienen en cuenta ni la investigación ni sus resultados, y mucho
menos sus publicaciones subsecuentes, sino los vehículos de esas
publicaciones y sus factores de impacto. El director de evaluación de
Capes, desde 2004 hasta 2008, Renato Janine Ribeiro estaba optimista
en agosto de 2007:
Uma das maiores ilusões sobre a Capes é a do assim-chamado «produtivismo»,
isto é, a ideia de que a agência só quer saber se e quanto você produz. Não é
verdade. O mais importante é a qualidade do que se produz. Evidentemente, só
podemos saber da produção científica quando ela é publicada. É quando ela se
torna fecunda, quando se expõe a críticas, que podem ser devastadoras, mas
quase sempre têm um efeito construtivo, e quando pode influenciar leitores e
levá-los a citá-la em suas próprias pesquisas. Publicar é então o meio de
difundir a produção, de socializá-la.11
Ribeiro demuestra la sofisticación de su sistema evaluativo con cuentas
muy simples:
Como se mede a qualidade da pesquisa publicada? Em várias áreas, há o fator
de impacto. Em princípio, este se mede tomando-se uma revista científica,
verificando quantas citações revistas científicas qualificadas fizeram de um
número dela e dividindo-se esse total de citações pela quantidade de artigos
publicados naquele exemplar. Assim, se a revista A publicou vinte artigos, que
foram citados cem vezes, seu fator de impacto é cinco. Mas, se nas outras
publicações saiu apenas uma referência a algum daqueles artigos, e nada mais,
o fator é de cinco centésimos (ou seja, um dividido por vinte).
Esta é uma medida bastante sofisticada. Ela significa que não se mede
apenas a qualidade da revista, mas o seu "impacto", ou seja, sua fecundidade.
Um trabalho pode ser muito bom, eventualmente, mas não repercutir em
nenhuma pesquisa nova. Não será citado, então, e terá sido de certa forma
estéril. Mas essa não é uma deficiência do fator de impacto. É que este mede
como uma publicação contribui para constituir uma comunidade científica, não
apenas a qualidade de artigos isolados. Se há citações, é sinal de que se está
construindo um ambiente de diálogo, uma massa crítica, que permitirá que a
área avance.12
En diciembre de 2012, la Declaración de San Francisco sobre evaluación
de investigación lo contradijo frontalmente:
The Journal Impact Factor is frequently used as the primary parameter with
which to compare the scientific output of individuals and institutions. The
Journal Impact Factor, as calculated by Thomson Reuters, was originally
created as a tool to help librarians identify journals to purchase, not as a
measure of the scientific quality of research in an article. With that in mind, it is
critical to understand that the Journal Impact Factor has a number of welldocumented deficiencies as a tool for research assessment. These limitations
include: A) citation distributions within journals are highly skewed; B) the
properties of the Journal Impact Factor are field-specific: it is a composite of
multiple, highly diverse article types, including primary research papers and
reviews; C) Journal Impact Factors can be manipulated (or «gamed») by
editorial policy; and D) data used to calculate the Journal Impact Factors are
neither transparent nor openly available to the public.13
La Declaración de San Francisco subraya:
The need to eliminate the use of journal-based metrics, such as Journal Impact
Factors, in funding, appointment, and promotion considerations [...]14 (p. 359).
The need to assess research on its own merits rather than on the basis of the
journal in which the research is published; and
The need to capitalize on the opportunities provided by online publication
(such as relaxing unnecessary limits on the number of words, figures, and
references in articles, and exploring new indicators of significance and
impact).15
En una entrevista al Jornal Unesp, en noviembre de 2007, Ribeiro
declaró aun: «Nenhum outro país tem uma avaliação que se compare à
nossa, aliás, a maior parte nem avaliação tem».16 Vimos que, con el
nombre Research Selectivity Exercise, cambiado para Research
Assessment Exercise en 1992, Reino Unido realizó evaluaciones
plurianuales en 1986 y 1989. De acuerdo con Valerie Bence y Charles
Oppenheim, el RSE de 1986 «was probably the first attempt in any
country to make a comprehensive assessment of the quality of university
research».17 O RAE fue sustituido por el Research Excellence Framework
en 2014 y cuenta hoy con extensa literatura crítica. En el artículo «The
Impact of Research Selectivity on Academic Work and Identity in UK
Universities», publicado en 2002 en el periódico Studies in Higher
Education, Sandra Harley relató los resultados de una encuesta
conducida entre profesionales académicos de las ciencias sociales y de
disciplinas ligadas al comercio luego después de la divulgación de la
evaluación de 2001. Ella constató que:
[...] a significant proportion of academic staff are hostile to the exercise,
believing the result to be the mass production of research for a rating which is
more important than what is produced, and a reorganisation of academic work
in ways which violate traditional academic values. There was, nevertheless, a
high degree of compliance with the perceived demands of the RAE. Responses
show that UK academics are co-implicated in the implementation of a
mechanism perceived to be fundamentally flawed because of its high identity
value, and for this reason playing the RAE game is likely continue to legitimate
the unequal distribution of research funds in UK universities into the twentyfirst century despite the high levels of disaffection found (p. 187).18
En el artículo «The influence of peer review on the research assessment
exercise», publicado en 2004 en el Journal of Information Science,
Valerie Bence y Charles Oppenheim analizan el uso de la revisión por
pares tanto dentro del sistema de comunicación de investigación como en
el RAE. El denominador común son los periódicos académicos revisados
por pares, una vez que esa revisión es usada tanto por consultores para
auxiliar decisiones de publicación, así como por miembros del comité del
RAE para evaluar el desempeño de investigación de los departamentos.
Ellos constatan que:
[...] since academic research is now subject to peer review at all stages of
evaluation, it is becoming an accepted method of rewarding (by funding)
research. The growth of electronic publications (both toll-access and open
access) provides possibilities for changes to some of the process of peer review
and RAE, but the fundamental model of peer review to reduce the number of
poor quality publications will remain. The paper concludes that because of the
many criticisms of peer review, it is unwise to base funding decisions on second
level peer review of articles that have already undergone peer review.19
Bence e Oppenheim desarrollan sus ideas en 2005 en el artículo «The
evolution of the UK's Research Assessment Exercise: publications,
performance and perceptions», publicado en el Journal of Educational
Administration and History. Según ellos:
The evaluation of research performance in the UK during the 1980s and 1990s
should be viewed alongside changes in the structure of university funding, the
increasing importance attached to assessing quality and the development of
performance indicators to facilitate this. The move to quality assurance and
assessment was to assume an increasingly important role in (the then)
government's determination to impose some of the disciplines of the market on
higher education, including competition, an increase in the power of consumer
demand and the concept of universities as well-managed corporate enterprises.
The broader policy context was that government also expected that resources
should be managed with maximum efficiency and accountability, if necessary
creating structures for effective decision-making, transparent measurement of
performance and ultimately for resource allocation with reference to that
performance.20
Prosiguen:
Within this climate of selectivity and assessment, academics have been
increasingly concerned to examine the nature of their own work from a critical
point of view. Willmott (1995)21 is one who sees the influence of the RAE over
funding, as central to the commodification of academic labour. The potential
impact of the RAE on the way academics work and think about themselves is
well described by Parker and Jary (1995)22 who fear that the very identification
of the new academic may come to be formalised in terms of what is needed to
gain a high rating rather than in terms of independence and creativity of
thought. Miller (1995)23 also argues that academics become constrained,
monitored and documented via various PIs and that individual goals of
scholarship and enquiry are displaced by economic considerations.24
Bence y Oppenheim finalizan su trabajo con un florilegio de citaciones
críticas:
Henkel (1999)25 concludes that it has "created a profound disturbance within
the academic profession" by removing what had been largely implicit processes
of peer judgement and decision-making and placing them within a
comprehensive standardised national framework of assessment, falsely
concentrated into a highly public event, linked by formulae to the allocation of
funding every four or five years; Fulton (1997)26 stated that it had been a vehicle
for professional and personal humiliations' in that it revealed for all to see that a
large proportion of staff in major universities were failing (or were unable) to
meet these nationally set standards; Within Medicine, Williams (1998)27 calls it
"misleading, unscientific and unjust" and Piercy (2000)28 from management
explores "Why it is fundamentally stupid for a business school to try to improve
its RAE score".
Y finalmente:
Even given criticisms of the process, problems and inconsistencies surrounding
this form of assessment, `no better device than this objectified subjectivity has
been elevated as a candidate for the function required in this terrain of research
selectivity (Velody, 1999, p. 112).29 30
En 2013, Frederic Lee, Xuan Pham y Gyun Gu, de la Universidad de
Missouri-Kansas City, publicaron el artículo «The UK research
assessment exercise and the narrowing of UK economics» en el
Cambridge Journal of Economics. Ellos concluyen que:
In the period prior to the 1960s, the interests of the state and universities were
compatible, based on elite homogeneity. But this fractured in the 1960s and
1970s, as students and faculty research expressed different interests from the
state. From the 1980s onwards, effort was spent on resurrecting this common
interest via political, administrative, bureaucratic means. In economics this
meant that economists needed to produce an economics that was more
compatible with state interests and this meant, in part, the elimination of the
wrong kind of economists and economics. Whether foreseen or not the
RSE/RAE became the catalyst through which universities were brought back in
line with the interests of the state; and in economics it was the key to cleanse
economics of "wrong" views, homogenize and narrowly focus economic
research, and re-establish truly elite departments whose views dominate UK
economics and elsewhere.31
En el artículo «The visible hand of research performance assessment»
publicado en el Journal of Higher Education en 2016, Julian Hamann
demostró, a partir de un estudio de caso de los departamentos de
Historia en Reino Unido y de sus desempeños en las evaluaciones de
2001, 2008 y 2014 que, «far from allowing a governance of universities
by the invisible hand of market forces, research performance assessments
do not just measure differences in research quality, but yield themselves
visible symptoms in terms of a stratification and standardization of
disciplines».32
Deseo
Ese sobrevuelo no sistemático y casi aleatorio sobre la literatura acerca
del sistema británico de evaluación, uno de los primeros y de los más
avanzados, muestra los problemas inherentes a sistemas análogos, entre
los cuales el brasileño, también sujeto a la Ley de Campbell: «The more
any quantitative social indicator is used for social decision-making, the
more subject it will be to corruption pressures and the more apt it will be
to distort and corrupt the social processes it is intended to monitor» (p.
85).33 Representado por el Qualis Capes y por una sistemática de
evaluación de la posgraduación, el sistema brasileño tiene problemas
específicos, que también cuentan con una literatura crítica,34
especialmente en el área de las ciencias biomédicas, tal vez porque, como
observan Bence e Oppenheim, «this is the field where dependable,
reliable, quality controlled information can literally be a matter of life and
death ».35 Al revés de revisar la literatura sobre el sistema brasileño,
prefiero concluir con otra citación del texto «Jeunes chercheurs» de
Barthes de 1972:
Le travail (de recherche) doit être pris dans le désir. Si cette prise ne s'accomplit
pas, le travail est morose, fonctionnel, aliéné, mû par la seule nécessité de
passer un examen, d'obtenir un diplôme, d'assurer une promotion de carrière.
Pour que le désir s'insinue dans mon travail, il faut que ce travail me soit
demandé non par une collectivité qui entend s'assurer de mon labeur (de ma
peine) et comptabiliser la rentabilité des prestations qu'elle me consent, mais
par une assemblée vivante de lecteurs en qui se fait entendre le désir de l'Autre
(et non le contrôle de la Loi).36
Mi iniciación formal a la investigación se dio en un país donde eso había
sido tradición, en circunstancias en que aún era posible. Hamann afirma:
«With the link between status groups and actual research performance
weakened like that, it seems unlikely that an invisible hand could lift the
quality of research as is desired by the assessments».37 A no ser, quizás,
tocado por la mano de un deseo sadomasoquista.
Notas
1Barthes,
R. (1972). Jeunes chercheurs. Communications, 19(1), pp.
1–5. Disponible en: http://goo.gl/DjXEJL [Fecha de acceso: 28/09/17].
2Schaeffer,
P. (1950). Introduction à la musique concrète. Polyphonie,
6, pp. 30–52.
3Schaeffer,
P. (1966).
interdisciplines. París: Seuil.
4Órgano
Traité
des
objets
musicaux:
essai
de fomento a la investigación en Brasil.
5Riddell,
A. (1996). Ecstasy Solfège. Sounds Australian, 14(47), pp. 68. Disponible en: http://goo.gl/kMGE9c [Fecha de acceso: 28/09/17].
6Reynolds,
S. (1998). Energy Flash: A Journey Through Rave Music
and Dance Culture. Londres: Picador.
7Koster,
H. (1816). Travels in Brazil. Londres, pp. 388-389.
Disponible en: http://goo.gl/mt1niS [Fecha de acceso: 28/09/17].
8Parish
Kidder, D. & Cooley Fletcher, J. (1857). Brazil and the
Brazilians, Portrayed in Historical and Descriptive Sketches, Filadelfia y
Boston: Childs and Peterson y Phillips Sampson. Disponible en:
http://goo.gl/xENmrA [Fecha de acceso: 28/09/17].
9Freyre,
G. (2002). Casa-grande e senzala. En: S. Santiago (Org.).
Intérpretes do Brasil, 2. Rio de Janeiro: Nova Aguilar, pp. 105–645, pp.
440–441.
10Ibíd.,
422.
11Janine
Ribeiro, R. (2007). Os critérios da avaliação [pdf], p. 1.
Disponible en: http://goo.gl/24lpS3 [Fecha de acceso: 05/05/17].
12Ibíd.
13American
Society for Cell Biology (ASCB) et al. (diciembre, 2012).
DORA: San Francisco Declaration on Research Assessment: Putting
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14Para
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35Bence
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36Barthes,
R. op. cit., p. 1.
37Hamann,
J. op. cit., p. 17.