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PUBLICADO EN http://www.ver.ucc.mx/inve/Revista_UCC/num23.html El comercio en vía pública de la Ciudad de México como un campo de poder: algunas reflexiones desde la teoría de Pierre Bourdieu Norma Angélica Gómez Méndez* La calle es de quien la trabaja, la calle es de todos y a la vez es de nadie, pero nosotros creamos un derecho de trabajo que el gobierno es incapaz de darle solución a la gente que estamos laborando en vía pública, con los sueldos tan mal pagados, el escaso empleo que hay. Rosa, comerciante en vía pública y líder de organización * Egresada de la Maestría en Ciencias Sociales por FLACSO-México. La tesis de maestría analizó el problema de las redes sociales de hombres y mujeres para ingresar y permanecer en el comercio en vía pública de la Ciudad de México. Actualmente estudia el Doctorado en Sociología por El Colegio de México. Este artículo forma parte de la tesis doctoral en proceso y titulada “Liderazgos y organizaciones desde una perspectiva de género: el caso del comercio en vía pública de la Ciudad de México.” Correo electrónico: normagomezm@gmail.com 1 Resumen El comercio en vía pública puede caracterizarse como un campo de relaciones de poder, de lucha entre intereses antagónicos, aquellos de las autoridades locales, los gobernantes, las y los líderes de las organizaciones que negocian la permanencia en el espacio público y la de los comerciantes en vía pública. En este campo de poder se construyen liderazgos que trascienden el ejercicio cotidiano del comercio callejero y dotan de una dimensión política y social al fenómeno El comercio en vía pública como un campo es también un juego en el que todos aceptan las reglas, y por tanto se vuelven cómplices para mantener el monopolio sobre la calle: las autoridades obtienen recursos económicos y redes de apoyo; los líderes, poder político y económico, y los comerciantes en vía pública un espacio para ejercer su actividad económica. Palabras clave: comercio en vía pública, poder, liderazgos, organizaciones. Abstract Street vending is described has a field of power relations, a struggle of antagonist interests: the interests of local or municipal authorities, the ruling class, organizational leaders who negotiate the permanence in the public space and those of the street vendors. Leaderships are constructed in this power field, transcending the everyday exercise of street vending. These leaderships give a political and social dimension to the phenomenon. Street vending as a field is also a game where everybody accepts the rules. Therefore, they become accomplices in preserving the street monopoly: the authorities obtaining economic resources and social nets, leaders gaining politic and economical power and finally street vendors gaining a space to realize their economic activity. Key words: street vendors, power, leaderships, organizations. 2 1. Introducción Desde hace varias décadas el comercio en vía pública se convirtió en un problema social, principalmente en la Ciudad de México. Su discusión ha puesto el acento sobre el uso y la distribución del espacio público en dos sentidos fundamentales: 1) el acceso a él de todos los ciudadanos y las ciudadanas como una forma de vivir la ciudad y 2) su uso para fines lucrativos o privados. El comercio en vía pública, conocido coloquialmente como comercio ambulante ha sido analizado desde dos principales perspectivas: como una opción que alivia las presiones sociales en un contexto de creciente desempleo y fuentes de trabajo precario, y como una alternativa a la empresarialidad, sobre todo en las clases medias que encuentran barreras en el sector formal, principalmente, burocráticas, para establecer un negocio (De Soto, 1987; Maloney, 2004). Por ello, la actividad lleva implícita una lógica de lucro que desvirtúa el uso público de la calle; público en el sentido de que todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas tiene derecho a él. Al mismo tiempo el comercio en vía pública enfrenta el problema de la marginalidad legal: la falta de pago de impuestos y de los servicios públicos; la ilegalidad de algunos de los productos que se comercian; la inexistencia del control de calidad de muchos de ellos y la imposibilidad de controlar las condiciones de trabajo y los salarios de los propios comerciantes en vía pública. Aunado a lo anterior, esta marginalidad legal involucra el problema del clientelismo político y la corrupción entre líderes y autoridades de gobierno –para el caso específico de la Ciudad de México, las relaciones que se establecen entre los jefes delegacionales, los líderes de las organizaciones y los partidos políticos. Estas características dotan de una perspectiva muy particular al comercio en vía pública que lo diferencia de otras actividades consideradas informales. En primer lugar, porque se ha convertido en una actividad a la vista y al acceso de todos, al tiempo que es tolerada por las instituciones de gobierno. En segundo, porque esta tolerancia funcional del gobierno ha tejido formas específicas de 3 relaciones sociales entre las autoridades, los comerciantes y los líderes de las organizaciones de comerciantes en vía pública. Las relaciones se caracterizan por un alto grado de clientelismo político. Las autoridades y los líderes de las organizaciones utilizan a los comerciantes en vía pública como capital político y éstos se benefician de las relaciones de los líderes con las autoridades para poder ingresar y permanecer en la actividad. Aunadas a esta relación clientelar, se ubican las percepciones contradictorias sobre el espacio público. Estas percepciones generan una serie de conflictos: entre los comerciantes callejeros y los ciudadanos –quienes en su mayoría son sus clientes – con los comerciantes establecidos o formales, los cuales en muchos casos funcionan como proveedores de los ambulantes, pero quienes también se ven afectados por ellos, y por último frente a las organizaciones de comerciantes en vía pública, principalmente, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Visto así, el comercio en vía pública forma, en la lucha por la apropiación del espacio público, un campo de juego y de poder caracterizado por el conflicto. (Bourdieu, 1997) Una lucha de poder entre intereses, muchas veces, antagónicos, algunas ocasiones coincidentes y otras más, estratégicos por medio de la complicidad para mantener el juego. Un juego que implica obtener los ingresos económicos necesarios para la subsistencia de la mayoría de las familias que se dedican a esta actividad. El presente ensayo busca poner en práctica la teoría de los campos del sociólogo francés Pierre Bourdieu, para analizar el comercio en vía pública de la Ciudad de México. Ello nos permitirá construir una explicación fundamentada teóricamente sobre un problema social. La vía que se propone, es reflexionar sobre cómo las personas que no encuentran un espacio en la economía formal (regulada, legal) generan estrategias (prácticas) para adaptarse a un contexto social que los margina y así lograr sobrevivir. 4 Se parte de que en la lógica de acción de todo persona, hay cierto nivel de racionalidad que les permite convertirse en agentes sociales: agentes en el sentido de que a pesar de los condicionamientos sociales (la marginalidad social en su sentido más amplio), las personas pueden actuar sobre su entorno, adaptarse a él, pero también adaptarlo a sus propias necesidades, en este caso, las necesidades de los líderes y de los comerciantes en vía pública. Además, se busca la comprensión sobre cómo una actividad económica considerada generalmente como marginal (informal, ilegal, no regulada) se convierte en un campo de poder y resistencias, y también en un espacio de dominación entre una multiplicidad de actores, a saber: entre las autoridades políticas, los gobernantes y los líderes de las organizaciones de comerciantes en vía pública, así como entre los comerciantes callejeros miembros de estas organizaciones y sus líderes. Esta lucha no implica una relación unilateral de la dominación de los más fuertes –poseedores del poder político– sobre los más débiles, de hecho puede decirse que las relaciones establecidas entre los diversos actores en el campo del comercio en vía pública son de negociación y de cierto nivel de racionalidad, principalmente las relaciones que se establecen entre los miembros de la organización y los líderes. Para los primeros, la existencia del líder es funcional, si se trata de mantener cierta estabilidad en la calle y de evitar las incursiones esporádicas de la legalidad a través de los operativos de desalojo y reubicación. Para los líderes, las negociaciones con las autoridades, en este caso de la Ciudad de México, permiten conservar y muchas veces acrecentar el capital político y económico que generan las organizaciones. Si se acepta que el comercio en vía pública es una actividad caracterizada por relaciones de poder, también se debe aceptar que es muy estratificada, no sólo por las relaciones entre los diversos actores, sino por la misma lógica 5 comercial: por el tipo de puesto1, la ubicación geográfica, el producto o servicio que oferta, la existencia o no de organización, así como el tipo de organización a la que se pertenezca y su grado de cohesión interna. Por estos elementos, dentro del comercio en vía pública es posible distinguir diferentes posiciones sociales. Las posiciones sociales se manifiestan en distintas disposiciones o habitus que se expresan a su vez, en formas diferenciadas de percibir y actuar en el mundo. Este trabajo se divide en tres apartados, el primero explicita el marco teórico de Pierre Bourdieu en el cual baso el análisis sobre el comercio en vía pública. En el segundo, se describe brevemente la lógica de la organización de los comerciantes en vía pública en la Ciudad de México, y además reflexiona sobre la actividad como un campo de poder, de luchas constantes y antagonismos (Bourdieu, 1997) entre los diversos agentes que la conforman. Finalmente en el tercero se analiza el habitus y las prácticas específicas del comercio en vía pública. 2. La teoría de Pierre Bourdieu: dos conceptos para aprehender la realidad social y comprender el sentido práctico de la acción social: campo y habitus En un sentido analítico, dentro del espacio social como un macrocosmos, coexisten diferentes campos cada uno de ellos está constituido por habitus, uno que corresponde al campo y muchos que corresponden a los individuos con sus experiencias propias, sus trayectorias diferenciadas. El habitus adquiere sentido a través de las prácticas2 .Las prácticas son estrategias del habitus adaptadas por el agente y siempre bajo los límites de los constreñimientos sociales, de las condiciones objetivas. El esquema analítico campo-habitus-prácticas de Bourdieu significa también la idea recurrente a un espacio en donde los agentes se mueven, se adaptan, 1 Fijo, semifijo, o sin puesto (es decir, como ambulante). Bourdieu distingue las prácticas de las reglas, en oposición a una perspectiva mecanicista en la que los agentes sólo actúan por obediencia, de forma autómata (Bourdieu, 1999) 2 6 compiten, luchan y resisten por el capital, por los diferentes recursos que están en juego en dicho espacio. En un claro ejercicio de oposiciones, los agentes son tanto autómatas como espíritu. (Bourdieu 1991, p. 86) El campo es el espacio más determinado, más “automatizado” en el esquema teórico de Bourdieu: los agentes aceptan las reglas del juego, más por una creencia (una fe práctica) que por un acto consciente de entrar al juego, la pertenencia a un campo no es una elección basada en un cálculo, está dada: en el caso de los campos sociales […] son juego en sí y no para sí, no se entra en el juego mediante un acto consciente, se nace en el juego, con el juego, y la relación de creencia, de illusio, de inversión/inmersión [investissement] es tanto más total, más incondicional cuanto que se ignora como tal. (Ibid., p.114) Esta idea de entrar a un campo como una cuestión de nacimiento, como una vocación, indica que los agentes que ingresan a él conocen y reconocen las reglas del juego específicas de cada campo. No obstante, el reconocimiento de las reglas de juego no excluye la voluntad, el espíritu de los agentes: aceptar las reglas del juego en el que uno se hace para lo que fue hecho y que uno elige para lo que fue elegido (Bourdieu, 1999), no elude la forma en que se configuran los campos como sistemas estructurados de posiciones, de luchas entre los distintos agentes que ocupan las diversas posiciones para apropiarse o redefinir el capital específico de cada campo. En ese campo de posiciones diferenciadas emerge la dominación debido a que éstas posiciones entrañan una desigualdad en la distribución del capital específico y por tanto la existencia de dominantes y dominados. Es a partir de esta relación de fuerzas, que el habitus adquiere sentido: para el funcionamiento de un campo y para el ingreso del agente en él, se debe poseer el habitus específico, esto es, las disposiciones para pensar, actuar y sentir conforme a las reglas del juego del campo. 7 La disposición es una preadaptación en el marco de las condiciones objetivas, de las condiciones sociales. El habitus constituye una forma de adaptarse a las condiciones y jugar; es un espacio de libertad pero también de condicionamiento. El habitus es experiencia acumulada a través del aprendizaje en la historia que permite a los agentes anticiparse en un sentido práctico (Bourdieu 1999, p.188). El habitus como espacio de libertad “controlada” no necesariamente implica la obediencia a reglas, pero si su conocimiento y reconocimiento. Es en las prácticas en donde el agente realiza esta libertad controlada: “En todos los sistemas viables debe haber una zona donde el individuo sea libre para adoptar sus propias decisiones de forma que pueda manipular el sistema en su propio beneficio.” (Bourdieu 1991, p.92)3 Pero al mismo tiempo, que existe libertad también existe un acuerdo o una coincidencia entre los agentes, que Bourdieu llama complicidad, para que el campo –en donde éstos luchan, compiten y se desenvuelven - se mantenga. Las prácticas en tanto estrategias permiten a los agentes participar en el juego, en el campo, y de esta forma mantenerlo pero también transformarlo. Si recordamos que el campo es un espacio de lucha y de poder por el monopolio y redefinición del capital específico, las prácticas permiten que los agentes se adapten y logren fines, aunque no se trata aquí de la relación medios-fines de la acción racional. Las prácticas se generan y se reproducen en un contexto de lógica económica, de simplicidad y generalidad que parte de su aplicación en el presente, “al calor de la acción”, en la urgencia, en donde sí puede existir un cálculo estratégico, pero no una intención de explicar y justificar los medios. La lógica de las prácticas no implica una reflexión consciente sino una comprensión práctica del mundo para actuar en él. 3 Citado por Bourdieu: Leach, E. “On certain unconsidered aspects of double decent systems” en Man, LVII, 1962, p. 133. 8 3. El campo del comercio en vía pública: la lógica de la acción. El campo o los diferentes campos son estructuras de distribución de posiciones sociales, o de distribución de diferentes capitales o recursos (económico, cultural, social, político, simbólico) entre los agentes. En un nivel más abstracto, el espacio social puede definirse como un campo de poder: un campo de fuerzas cuya necesidad se impone a los agentes que se han adentrado en él, y como un campo de luchas dentro del cual los agentes se enfrentan, con medios y fines diferenciados, según su posición en la estructura del campo de fuerzas, contribuyendo de este modo a conservar o a transformar su estructura. (Bourdieu, 1997, p.49) De lo anterior se sigue que todo campo implica relaciones de fuerza y por tanto, relaciones de conflicto y cooperación entre los agentes que lo componen. La fuerza y la lucha depende de los diferentes capitales específicos4 (o por lo menos los más importantes) de cada campo, de la “tasa de cambio” o el valor que se le otorgue a dicho capital específico y de quien posea o monopolice ese capital. El campo funciona como un juego, y para que éste se desarrolle se requiere la existencia de objetos en juego y por tanto personas o agentes que estén dispuestos a jugar. Esta disposición implica a su vez, que los agentes inmersos en el juego conozcan y reconozcan las reglas del juego. El reconocimiento quiere decir que los jugadores aceptan las reglas – aunque no necesariamente su obediencia- porque tienen intereses compartidos, por lo menos el interés de que el juego se mantenga ya que: “basta con suspender la adhesión al juego que implica el sentido del juego para arrojar al absurdo el mundo y las acciones que en él se desarrollan […]” (Bourdieu, 1991, p.114) El interés fundamental por mantener el juego hace que el campo sea el espacio más determinado y regular en la teoría de Bourdieu, pero esto no quiere 4 Bourdieu señala que “Hablar del capital específico significa decir que el capital vale en relación con un campo determinando –por tanto, en los límites de ese campo y que sólo es convertible en otra especie de capital en determinadas condiciones.” (Bourdieu, 2000a: 114) 9 decir que las disposiciones o habitus de los agentes, es decir, las formas mentales, sentimientos, maneras de actuar y percibir la realidad de los agentes que están inmersos en él, no lleven un sentido del cambio dentro del campo. ¿Es posible pensar al comercio en vía pública como un campo? y de ser así ¿cuáles son las propiedades del campo del comercio en vía pública? 3.1 El comercio en vía pública y su articulación con el sistema político como campo de poder La explicación sobre la lógica del sistema político mexicano rebasa los objetivos de este ensayo, pero es necesario mencionarla brevemente para entender el contexto en que el se desarrollan los líderes y las organizaciones de comerciantes en vía pública. La forma en que las organizaciones sociales se han articulado y se han relacionado con las instituciones políticas forma parte de una cultura política que tiene sus orígenes en el sistema político que se formó después de la Revolución Mexicana. En un contexto histórico de crisis política y de falta de instituciones, – pues lo que prevalecía eran numerosos grupos de poder locales liderados por caudillos revolucionarios que buscaban acomodarse– la necesidad del regreso al orden social era imperante si se quería la reconstrucción y el desarrollo económico del país. La tónica era la cultura del poder, la imposición de la fuerza para aglutinar a los diferentes grupos en donde las alianzas y las negociaciones se volvieron el eje fundamental para establecer el orden pero dirigido desde “arriba”, no por las masas. Este sistema político se basó en dos componentes: el clientelismo y el corporativismo: establecer alianzas y lealtades con la formación de un partido político (PNR-PRM-PRI) y organizar/aglutinar a las masas para mantenerlas controladas bajo la lógica de los castigos y las recompensas. 10 En este sentido, el clientelismo político se entiende como una red de relaciones entre las organizaciones y sus líderes, quienes funcionan como intermediarios entre las primeras y las autoridades y/o los partidos políticos para el intercambio de recursos, básicamente, políticos y económicos.5 Puede decirse que quien logra con más éxito la institucionalización de este sistema clientelar y corporativo es Lázaro Cárdenas (1934-1940): el organizó a los diferentes grupos/clases sociales en grandes organizaciones. Las masas se convirtieron en un elemento central, en el actor principal del motor de la revolución, pero a través de la intervención del Estado que funcionaba como el representante y garante funcional de sus demandas “del mejor modo que era posible imaginar: organizándolas, y organizándolas por algo que las tocaba de cerca: sus demandas.” (Córdova: 1974: 48) Es decir, en torno a sus intereses comunes. A través de la organización se había dotado de dirigencia a las masas, y con ello su activa participación en la burocracia. La colaboración entre organizaciones e instituciones de gobierno se volvió una necesidad “sobre todo para los mismos dirigentes de los trabajadores.” (Ibid. p. 63) Lo mismo ha sucedido con las organizaciones de comerciantes en vía pública de la Ciudad de México: con la reglamentación de 1951 que “permitía a los vendedores ambulantes integrar asociaciones civiles voluntarias que representaran sus intereses y, con objeto de evitar que las autoridades de la ciudad los desconocieran exigieron que la Oficina de Mercados los reconociera siempre que congregaran por lo menos a 100 miembros.” (Cross, 1996: 104-105). Así, no solo se estableció una organización forzosa, sino también la adhesión obligatoria al partido oficial (el PRI). Sólo los reconocidos, es decir los 5 “‘el clientelismo político’ ha sido definido como ‘la distribución de recursos (o la promesa de ello) por parte de los funcionarios y de los candidatos políticos como una forma de intercambio por apoyo político, principalmente –pero no exclusivamente- en la forma del voto.” (Auyero, 2000: 57) Pero desde una perspectiva sociológica “El clientelismo debe ser analizado a través de su lado menos conocido y espectacular: las negociaciones cotidianas de los intermediarios políticos, las prácticas de los llamados clientes y el problema de la red de resolución de problemas que vincula a los ‘clientes’, los intermediarios y los patrones políticos” (Ibid.: 58) 11 comerciantes en vía pública organizados tendrían derecho, en un principio a vender en la calle y después a entrar a los mercados construidos por la regencia de Ernesto P. Uruchurtu (1952-1966). Mientras que los comerciantes no organizados se enfrentaron a la represión de las autoridades. El sentido voluntario de la organización era meramente retórico. Desde 1984 el gobierno del Distrito Federal negó los permisos para instalar nuevos puestos este marco definió una historia en donde la organización se volvió una necesidad y una obligación: la oportunidad de obtener un espacio en la vía pública sólo era posible a través de la organización. John Cross en su investigación sobre los vendedores callejeros del Centro Histórico de la Ciudad de México muestra que los esfuerzos por regular al comercio en vía pública han fomentado la fuerza de las organizaciones de vendedores callejeros con fuertes vínculos con las instituciones políticas y administrativas, y una mayor capacidad para enfrentarse al Estado. (Cross, 1998: 230) La pregunta que Cross intenta resolver es ¿en qué radica el poder de las organizaciones de comerciantes y principalmente de sus líderes? Desde su perspectiva, la respuesta se ubica en que los comerciantes en vía pública fueron obligados a organizarse y esto los constituyó en actores políticos con una capacidad para articular intereses comunes, pero no una identidad de grupo. El siguiente argumento sintetiza el sentido de la organización: al exigir que los comerciantes de la vía pública fueran miembros de una asociación civil para poder considerar otorgarles un local en un mercado o ser ‘tolerados’ en la calle. […] las políticas de Uruchurtu dieron a los líderes de las asociaciones poder ilimitado sobre sus miembros, ya que les confirió […] el poder último sobre la sobrevivencia del vendedor individual, quien no podía obtener un local o una ‘tolerancia’ sin la anuencia del líder. […]” (Cross, 1996:111) 12 El estudio de Sergio Peña (1999) analiza también la función que tienen las organizaciones de vendedores callejeros6. Las funciones principales de las organizaciones son: la resolución de problemas con las autoridades de gobierno en cuanto a los trámites burocráticos, los impuestos, la policía, las regulaciones, los permisos y la asignación de los espacios. Sobre el papel de los líderes resalta el fundamento de la fuerza: El líder de la organización tiene un amplio margen de poder coercitivo y hace que los vendedores acepten lo que el establece como la base justa y correcta de las normas establecidas por la organización; en otras palabras, el líder usa su poder coercitivo para administrar la justicia entre los miembros de la organización. (Peña, 1999: 369) Frente a esta falta de regulación formal, el hecho es que el comercio en vía pública, según las estadísticas del INEGI, es una actividad que genera empleo y recursos económicos a más de un millón de personas en el país7. Como actividad que genera ingresos y empleo, el comercio en vía pública está inserto en el circuito de la economía capitalista, y si bien no se encuentra regulada por el Estado, si es reconocida y tolerada. Pero independientemente de las cifras oficiales, un aspecto importante, desde el punto de vista de la teoría sociológica, es la inmensa red de actores que 6 Su análisis se basa en una muestra de cinco localidades de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México: Ciudad Nezahualcóyotl (Estado de México), el Centro Histórico, Tepito y comerciantes de diferentes lugares del DF. 7 En el periodo de 1998-2004, el número de personas dedicadas al comercio en vía pública creció en un 58 por ciento, pasando de 1,197,136 a 1,889,592 personas (17 por ciento de la población ocupada en el sector informal nacional de 2003). Para todo el periodo la participación femenina es casi paritaria a la de los hombres: 48 por ciento de mujeres y 52 por ciento de hombres, pero a partir del 2004 el comercio en vía pública se feminiza.( Cálculos propios con base en datos correspondientes al último trimestre de cada año de las Encuestas Nacionales de Empleo, México, INEGI, varios años) Para el Distrito Federal la Encuesta Nacional de Empleo de 2003 (INEGI, 2004) reportó 199,328 vendedores ambulantes (10.8 por ciento del total nacional). De ellos, 109,586 eran hombres (54.9 por ciento) y 89,742 mujeres (45.1 por ciento). No obstante, un estudio de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (CANACOSERVyTUR) reportó en el año 2000, 1,258,281 puestos ambulantes en la Ciudad de México (Chávez, 2005). Tomando en cuenta que cada puesto es atendido por lo menos por una persona, más de un millón están dedicadas a esta actividad por lo menos en la Ciudad de México 13 están involucrados en esta actividad, así como las diferentes relaciones sociales que se tejen entre las cuales destacan: 1) aquellas que se establecen por el uso y la distribución del espacio público, 2) las que se crean en la provisión de las mercancías que circularán en la vía pública (muchas de ellas ilegales, como es el caso de la piratería) y que en muchos casos permite el establecimiento de vínculos con empresas constituidas formalmente y 3) las relaciones clientelares entre las autoridades y los comerciantes, entre ellos y los líderes de las organizaciones y entre las diferentes organizaciones.8 El uso y distribución del espacio público -la calle, la vía pública- para fines lucrativos ha representado el marco de la disputa entre los comerciantes en vía pública, quienes aluden a un derecho al trabajo constitucionalmente establecido y que al no encontrarlo en los espacios formales, regulados, legalizados y legitimados buscan en el comercio en vía pública formas de supervivencia económica o un espacio para emprender9. Por otra parte, las autoridades se caracterizan por emprender acciones paradójicas frente a los comerciantes en vía pública, debido a que al mismo tiempo que aplican las leyes para controlar el uso del espacio como un bien público, reconocen no sólo en el comercio en vía pública una forma de canalizar el desempleo y los trabajos precarios, sino también una clientela que puede ser usada con fines políticos y económicos. En este entramado de relaciones los líderes son piezas fundamentales en la forma en que el comercio en vía pública se ejerce y se mantiene: 8 Véase Pradilla Cobos (1993) para una detallada descripción de los actores y las relaciones que se tejen en el comercio en vía pública, así como lo que el define como las clases sociales en la actividad. 9 La mayoría de los comerciantes se dedican a la venta de mercancías y objetos varios (que comprende desde la venta de ropa, flores, artesanías, dulces típicos hasta productos electrónicos, perfumería, joyería, etcétera) y en segundo lugar a la venta y preparación de alimentos (Williams, 2003). También es importante destacar los bajos salarios que caracterizan al comercio en vía pública, siendo aún más bajos para las mujeres: el 45 por ciento de los hombres y el 40 por ciento de las mujeres que trabajan como comerciantes ambulantes, ganan en promedio entre 1 y 2 salarios mínimos mensuales. No obstante, es mayor el número de mujeres que no reciben ingresos (8 por ciento de mujeres, frente a 3 por ciento de hombres) o que ganan hasta un salario mínimo mensual (28 por ciento de mujeres frente a 6 por ciento de hombres). 14 El ingreso y la permanencia en el sector informal están asociados generalmente, a redes de contactos sumergidas y de larga existencia. Estas redes colocan en el centro de la escena la organización de clientes intermediados por líderes (brokers) usualmente asociados al mundo de la política, cuya finalidad primordial es la protección frente a las incursiones esporádicas de la legalidad. (Temkin y Zaremberg, 2004, p.3-4) Cabe señalar, que el comercio en vía pública es una actividad ancestral en México, pero es a partir de los años cincuenta y principalmente en la Ciudad de México, que comienza a considerarse como un espacio en donde confluyen intereses antagónicos. La búsqueda de regulación del comercio en vía pública ha implicado conflictos entre las autoridades y los comerciantes callejeros. Estos conflictos se han agudizado en nuestros días por el creciente número de personas que ingresan a él y por el papel que desempeñan los líderes de las organizaciones. En este sentido siempre ha sido un campo de poder, de fuerzas y de luchas por ocupar un espacio en la vía pública y así ejercer una actividad que genere ingresos económicos. El capital específico del campo en el comercio en vía pública es el económico, ya que es común a todos sus integrantes: los recursos que todos buscan y necesitan para poder sobrevivir o generar mayores ingresos para las familias. Sin embargo, se distingue otro tipo de poder-capital, aún más importante que el económico y que explica la lógica del funcionamiento del comercio en vía pública y su misma existencia: el capital simbólico, expresado en el capital político, que se representa en el uso y distribución del espacio público, es decir, de la calle. Para ejercer esta actividad es necesario acceder y poseer un espacio físico, ya sea fijo, semifijo o ambulante, y en donde la calle se convierte en el eje de las luchas, muchas veces, violentas entre comerciantes y autoridades. La lucha por acceder y mantener un espacio en la calle pone en la escena del juego a varios actores: los comerciantes en vía pública, los líderes de las 15 organizaciones y las relaciones que ellos establecen con las autoridades y con otros líderes. Estos vínculos establecen una clara relación entre dominantes y dominados. Aquí las posiciones dominantes y dominadas se establecen en tres sentidos: el primero es la posición que ocupan las autoridades y los partidos políticos, quienes a fin de cuentas poseen el poder a través del monopolio de los capitales-poderes político y económico. Son ellos con quienes se establecen las relaciones para lograr el uso de la calle por intermedio de los líderes de las organizaciones. El segundo, es el que se establece entre los líderes de las organizaciones y sus miembros. Los líderes de las organizaciones adquieren el reconocimiento (no necesariamente legitimidad) de sus miembros, por el hecho de que se erigen como representantes de las autoridades para defender su interés fundamental: permanecer en la calle y generar recursos económicos. Aquí adquiere sentido el señalamiento de Bourdieu sobre el poder-capital simbólico que, en este caso, los líderes deben poseer: El poder de imponer a los otros espíritus una visión […] de las divisiones sociales […] el poder de constitución, poder de hacer un nuevo grupo, por la movilización, o de hacerlo existir por procuración, hablando por él, en tanto que mensajero autorizado, no puede ser obtenido sino al término de un largo proceso de institucionalización, al término del cual es institutito un mandatario que recibe del grupo el poder de hacer el grupo. (Bourdieu, 2000b, p.140) Pero también señala Bourdieu: …este reconocimiento, esta institucionalización basada en las luchas anteriores; podemos decir en la eficacia demostrada por el líder para mantener el espacio del comercio, depende también de “que la visión propuesta esté fundada en la realidad […] en las afinidades de las personas que se trata de juntar […] cuando es distinguido, según un principio 16 cualquiera, de los otros grupos, es decir, a través del conocimiento y reconocimiento. (Ibid, p.141) El tercer sentido es la relación entre las diversas organizaciones y sus líderes dentro del campo del comercio en vía pública, que a su vez implica dos aspectos: 1) el de la complicidad que, como señala Bourdieu, subyace a todos los antagonismos para que el juego se mantenga. Dentro de este aspecto, se toma en cuenta la constelación de los nuevos comerciantes en vía pública que ingresan, los cuales “…deben pagar una cuota de ingreso que consiste en el reconocimiento del valor del juego […], y 2) el conocimiento (práctico) de los principios de funcionamiento del juego.” (Bourdieu, 2000ª, p.114-115) Esto se refleja en los diferentes acuerdos que establecen las distintas organizaciones para distribuirse el espacio, principalmente en el Centro Histórico de la Ciudad de México, y que ellas respetan en algunas ocasiones, para mantenerse como un grupo cohesionado frente a las autoridades. Lo anterior muestra que siempre se han dado intentos por incursionar en el espacio de las otras organizaciones, en momentos en que la correlación de fuerzas con las autoridades cambia (por los cambios de partidos políticos y por tanto de las personas a cargo de las delegaciones políticas y del programa de reordenamiento del comercio en vía pública), lo que muchas ocasiones ha generado conflictos, las más de las veces violentos, entre las distintas organizaciones.10 La complicidad por mantener el juego define las luchas en el campo por obtener el monopolio de la vía pública que representa a su vez, el control sobre el capital económico, político y simbólico. Para los líderes un mayor control sobre el 10 Un ejemplo de lo anterior lo reseña Domínguez Prieto sobre la historia del liderazgo en el Centro Histórico de Alejandra Barrios cuya organización está integrada por 150 empleados y aproximadamente 3 mil vendedores en vía pública ubicados en las Plazas Comerciales Tacuba y Cuauhtémoc: “desde 1996, lo que de haber logrado el consenso y conciliado los intereses con las y los demás líderes del CVP, pudo haberse convertido en un movimiento pro equidad de mujeres comerciantes en vía pública. Sin embargo, los conflictos y la competencia entre ella y los demás cobraron más fuerza haciendo imposible un acuerdo, por ende, un proyecto conjunto.” (2004, p.134) 17 espacio público, así como un mayor número de miembros dentro de sus organizaciones respectivas, aumenta los diferentes tipos de capital. .2 Habitus y prácticas en el comercio en vía pública Se ha mencionado que el campo es uno de los espacios más regulares y determinados en la teoría de Bourdieu, pero esto no quiere decir que los campos sean espacios inmutables por el contrario, como un lugar en donde se establecen luchas entre intereses antagónicos, cooperaciones, solidaridades, existen también diferentes puntos de vista, diferentes formas de ver el mundo y actuar en él y sobre él. De lo anterior, adquiere sentido los conceptos de habitus y de práctica como estrategias para estar en el mundo y en el campo. Un aspecto central para entender el habitus es el de las afinidades que permiten la formación de grupos. Estas afinidades pueden traducirse como posiciones sociales, como estilos de vida que caracterizan a la mayoría de los comerciantes en vía pública quienes pertenecen, en general, a los sectores populares y comparten algunas características sociodemográficas como el nivel educativo (en promedio de secundaria). Pero algo muy importante y que ha sido analizado por diferentes investigadores e investigadoras, es el aprendizaje que tienen los comerciantes en su actividad. La mayoría de ellos tiene un habitus específico: el ser comerciante en vía pública, actividad que no comenzó en su edad adulta, sino que viene heredada por sus padres y que genera un tipo de identidad, una disposición, una preadaptación en el marco de las condiciones objetivas o de las condiciones sociales. El habitus en el comercio en vía pública es experiencia acumulada por el aprendizaje a través de la historia de vida que permite a los agentes anticiparse en un sentido práctico. Los comerciantes en vía pública construyen estrategias familiares para mantener y administrar el puesto o los puestos de trabajo. Este es 18 el caso también para los líderes y las lideresas, donde la lógica de la organización funciona a través de las redes familiares. Principalmente en el Centro Histórico, los liderazgos más fuertes, en términos políticos y sociales, se han caracterizado por redes familiares, por ejemplo en el caso de Guillermina Rico quien preparó a su hija Silvia Rico para heredar el liderazgo a su muerte (en 1996), aunque, ésta no ha podido consolidar su liderazgo. Lo mismo sucede con Alejandra Barrios, una de las lideresas de mayor importancia en el comercio en vía pública del Centro Histórico, ejerce su poder con el apoyo de sus hijos, y se ha mencionado que uno de ellos, Rubén heredará su liderazgo. (Véase Domínguez Prieto, 2004) Tomando en cuenta el nivel de conflicto que caracteriza al comercio en vía pública, los comerciantes al aceptar las reglas del juego del campo construyen prácticas que les permiten mantenerse en ese campo. Estas estrategias de conocimiento práctico que se desarrollan “al calor de la acción” (Bourdieu, 1991), al calor de la actividad que los hace enfrentarse cotidianamente con las vicisitudes del trabajo en la vía pública –la inseguridad, el clima, los conflictos con la autoridad y las propias del oficio de comerciar –, cambian constantemente pero siempre “dentro de los límites de las imposiciones estructurales de las que son producto y que los definen.” (Bourdieu, 1999, p.183) Pensar a los comerciantes en vía pública como dotados de un habitus específico, de una identidad no excluye de ninguna manera los puntos de vista particulares, las historias de vida de cada uno de los agentes, ya sea los comerciantes en vía pública de base y sus líderes, o de las propias autoridades. Como se planteó en un inicio, dentro del campo del comercio en vía pública coexisten diferentes posiciones sociales y, por tanto, formas muy diversas en las que se distribuye el capital. 4. Conclusiones El artículo intentó construir un problema social específico, cuya vigencia se ha vuelto fundamental en la definición de las políticas públicas, con base en 19 algunos conceptos fundamentales de la teoría de Pierre Bourdieu buscando transformar un problema social en un problema sociológico. El comercio en vía pública es una actividad que se mueve entre la ilegalidad, y la insuficiente oferta de fuentes de empleo. Esta caracterización contradictoria dota de una dinámica particular y compleja a la actividad, principalmente, por la red de actores que están inmersos en ella. Pero de manera destacada, por la lucha de poder entre intereses muy diversos y entre posiciones sociales muy desiguales, incluso, dentro de los grupos que la conforman, de los cuales se han destacado: las autoridades, las organizaciones de comerciantes en vía pública y sus líderes. Asimismo el comercio en vía pública es una actividad que cada día está más estratificada. Se ha señalado que existe un habitus específico en el comercio en vía pública, pero la estratificación de la propia actividad hace pensar en que efectivamente, hay un habitus específico del campo de poder constituido por el comercio en vía pública, pero a su interior se desarrollan otros aún más concretos y también campos de poder representados por las diferentes organizaciones y por las posiciones sociales y políticas que ocupan sus líderes tal y como se manifiesta entre las diferentes organizaciones establecidas en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Aquí me he concentrado en demostrar en primer lugar que el comercio en vía pública es un campo de relaciones de fuerza y de luchas, de conflictos y solidaridades por mantenerse en la actividad, y en segundo lugar en explicar la importancia que tienen los líderes de las organizaciones de comerciantes como elementos centrales y característicos en la lógica de funcionamiento de esta actividad económica. Es evidente que la sociología reflexiva de Bourdieu, a partir de los conceptos de campo, habitus y prácticas, tiene un alto grado de generalidad que la hace aplicable a muchos problemas sociales. Lo que entiendo como generalidad en la teoría de Bourdieu, al mismo tiempo implica un riesgo y es que los conceptos de campo, habitus y prácticas 20 pueden aplicarse a situaciones históricas y sociedades muy diversas, que no necesariamente comparten características en común. Sin embargo, el aporte de esta teoría permite pensar a los problemas sociales como espacios de conflicto, pero también de negociación, de complicidades entre los diferentes actores. Efectivamente, los comerciantes en vía pública conocen y reconocen las reglas del juego de la actividad, pero también lo hacen sus líderes y las propias autoridades quienes dependiendo de la coyuntura actúan o no en su contra; sin que detrás de ello haya una decisión de política pública para formalizarlos, para legalizarlos. 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