Jose Luis Romero

En el marco de la historia de las ideas en América Latina, y en el establecimiento de un posible linaje no exento de controversias de la figura del intelectual, desempeña todavía hoy un rol central La ciudad letrada (1984), aquel texto en el que Ángel Rama enlazaba ineludiblemente al intelectual latinoamericano con la ciudad material hija y sierva de sus designios y de sus vínculos con el poder. Texto atípico en su escritura e inscripción disciplinaria, La ciudad letrada convirtió a Rama en un ejemplo quizás involuntario de las tensiones derivadas de un planteo radicalmente novedoso (si no subversivo) precisamente en el momento en que el “intelectual” como sujeto se convertía en el propio objeto de la enunciación. En la visión de Rama, el dominio de la lectoescritura, la configuración del espacio urbano y el despliegue de estructuras de poder político fueron dimensiones inescindibles en la constitución identitaria en América Latina desde la colonia hasta las naciones emancipadas.
Pero mientras Rama ofrecía una explicación de la ciudad que resultó tan polémica como perdurable desde una estancia en Estados Unidos, otro intelectual de origen norteamericano, Richard Morse, retomaba el espacio de la urbe, el estilo de vida moderno y la crisis del conocimiento en América Latina para desplegar una serie de hipótesis complementarias a las del crítico uruguayo que se plasman principalmente en El espejo de Próspero (1982), y que encuentran un notable relieve referidas a la ciudad en “Las ciudades periféricas como arenas culturales” (1985). Hay que mencionar que desde un breve y temprano escrito de 1957, La ciudad artificial, Morse ya había alcanzado un punto de mira original para el abordaje de la cuestión urbana confrontando a la ciudad latinoamericana con el planteo que hiciera Henri Pirenne respecto de la ciudad europea como “natural”, es decir, nacida de la necesidad y no de la planificación, y considerando entonces a la urbe latinoamericana como un artificio hijo de la puesta en marcha de una imaginación política y técnica. En efecto, el momento de la conquista de América coincide con un viraje en la cultura europea hacia la cultura técnica propia de la modernidad y con la necesidad de duplicar el mundo existente por otros medios, como plantea el filósofo alemán Peter Sloterdijk.
El objetivo de este trabajo, entonces, consiste en hacer entrar en diálogo las tesis de Ángel Rama y Richard Morse expresadas en los textos mencionados no sólo respecto de las consideraciones sobre lo urbano, sino también respecto de la cuestión intelectual y de la urdimbre de signos que articula y define los recorridos de cuerpos y palabras, las representaciones y el imaginario de lo latinoamericano. Se evaluará, entre otros aspectos, de qué modo las visiones de Rama y Morse entran en sintonía con otras lecturas de la ciudad y la cuestión intelectual hechas en el pensamiento latinoamericano como la ineludible Latinoamérica, las ciudades y las ideas, de José Luis Romero (1976); se analizará por qué, para los tres autores, América Latina pudo presentarse, siempre, como un espacio donde la novedad era posible; donde la construcción ex tabula rasa (pues así comprendía la mentalidad europea avasalladora a las tierras americanas, y así la sopesaron toda suerte de sueños locales) empalmaba con una también larga tradición de utopías y proyecciones; y por qué este espacio de la originalidad debía estar vinculado con la construcción desde los cimientos de nuevas formas sociales y de nuevos espacios comunitarios. Rama, Morse y Romero abren un nuevo campo que estudia la materialidad de la ciudad en vinculación con una historia de las mentalidades. Es nuestra tarea sopesar la potencia productiva de este diálogo unas décadas después y en los nuevos contextos urbanos latinoamericanos.

José Luis Romero fue un historiador argentino, nació en 1909 y falleció en 1977. Fue uno de los historiadores argentinos de mayor influencia del siglo XX. Romero mayormente trató temas relacionados a la Antigüedad, la Edad Media e historias contemporáneas de Europa y América Latina.

El texto recorre el uso de la categoría "vida histórica" por parte de José Luis Romero, tanto en sus investigaciones propiamente historicas como en sus discusiones historiográficas acerca del modo de concebir la disciplina y el lugar que les corresponde a las y los historiadores en sus intervenciones sobre el presente en el que les toca vivir.

Desde el siglo XII en adelante, ciudades y burguesía serán indisociables, tal y como Pedro Abelardo, quizá el primer gran burgués del campo intelectual, lo será de París, una de las ciudades medievales paradigmáticas, esa en cuya historia Romero se detuvo de manera particular. A sus ojos, como intentaré mostrar en lo que sigue, Abelardo es sinécdoque de burguesía, y París el teatro en el que ejecutará sus actuaciones más memorables.

La revista Realidad surgió del esfuerzo conjunto de un grupo de intelectuales españoles exiliados -principalmente Francisco Ayala y Lorenzo Luzuriaga- y de otro grupo de intelectuales argentinos, todos ellos enfren-tados con el régimen peronista gobernante, encabezado por Eduardo Mallea, promotor de la idea, y Francisco Romero, director nominal de la revista. El propósito declarado fue observar la realidad contemporánea "desde nuestro mirador argentino". Publicada entre 1947 y 1949, su existencia transcurrió durante los años iniciales del primer gobierno peronista. Todas estas circunstancias hacen a la existencia de la revista y a la perspectiva con la que, más allá de las diferencias, se miraba esa realidad. En este texto nos proponemos explicar tres cuestiones. En primer lugar, cómo era aquella Argentina peronista. Luego, más extensamente, qué características tenía el mirador: el mundo de los intelectuales antiperonistas, que incluyó a muchos exiliados republicanos. Finalmente esbozaremos el modo en que la Argentina fue vista desde la revista: la perspectiva de Realidad.

El historiador José Luis Romero (Buenos Aires, 1909-1977) construye un importante aporte para la historiografía social y urbana en su libro ‘Latinoamérica: las ciudades y las ideas (1976)’. Publicado por primera vez poco antes de su muerte, esta obra recorre la vida de las ciudades latinoamericanas desde el momento de la conquista hasta su masificación (este último período que inicia en 1930, lo aborda en el séptimo capítulo que llama ‘Las ciudades masificadas’). Uno de los métodos más interesantes que trabaja el historiador para la construcción de su tesis, es la utilización de registros literarios como mirada/instrumento válido para exponer los distintos procesos reproducidos en las principales urbes latinoamericanas durante los años referidos. El presente ensayo persigue engrosar las referencias que maneja el autor acerca de la modernización de Caracas, para ello incluiremos dos libros publicados a finales de los años sesenta en nuestro país.

Las ciudades y su desarrollo histórico son la expresión, por antonomasia, del desarrollo mismo de una Cultura o conjunto de Culturas; tal hipótesis la encontramos, tanto en cualquier momento de la Historia Universal, propia de nuestra Cultura Occidental, como en el desarrollo histórico de otras Culturas que otrora existieron y vivieron el mismo ciclo vital que vive la nuestra.
Sin embargo, es oportuno realizar una mirada retrospectiva sobre el desarrollo de nuestras ciudades y el de nuestra cultura pues, actualmente, esta (La Cultura Occidental), es la única que puede desarrollarse hasta su última época vital (La Decadencia y su posterior anquilosamiento) pues ha logrado, de manera contundente reducir las otras culturas, incluso sumándolas a las mismas dinámicas vitales que ésta vive, cuestión que, como veremos es incluso aún más perjudicial. De igual forma las ciudades nos permiten identificar tal desarrollo y, al ser la expresión misma de éste, son el escenario de reflexión principal que debe ocuparnos para establecer si hoy es posible o no, crear unos Sistemas de Relaciones que rompan con el desarrollo mismo que ha tenido la Cultura. Así, en esta preocupación surgen opiniones y, más que opiniones, posturas frente a lo que parece un problema que ocupa al hombre de hoy y es el problema de su futuro y el de la sociedad que éste construye; lo anterior, en ese afán marcado por el carácter existencial que ha presentado la esfera científica social y el objeto de estudio de estas.

Erick Colt Harker Motta - Licenciado en educación básica con énfasis en Ciencias sociales - Universidad Distrital Francisco José de caldas.

A partir del estudio de sermones de miembros de la Iglesia, predicados durante la huelga de la Universidad de París (1229-31), se analizan las formas en que los distintos segmentos eclesiásticos intervinieron contra la corporación que buscaba su autonomía. Construyeron su prédica para interpelar al público escolar que no había abandonado la ciudad. Esto permite abordar, por un lado, los objetivos de la Iglesia para dominar la universidad y sus modelos educativos; por el otro, la reacción que desplegó frente a la corporación como contra los movimientos comunales, en un marco de conflictos que buscaban encuadrar los espacios urbanos en el feudalismo. Se caracteriza el rol de los estudios en el programa político de la Iglesia reformada para la creación de nuevos cuadros que encabezaron aquella regimentación, donde surgió un nuevo actor clave: las órdenes mendicantes. A partir del análisis crítico de la interpretación liberal de las revueltas, representada por José Luis Romero, se reflexiona sobre el lugar que ocupó la lucha de los escolares parisinos en el marco de los conflictos urbanos para pensar el rol de la Iglesia en el proceso de ampliación del poder feudal.

en Parra Triana, Clara María y Rodríguez Freire, Raúl, Crítica literaria y teoría cultural en América Latina. Para una antología del siglo XX. Segunda edición, revisada y aumentada
Valparaíso, Ediciones Universitarias de Valparaíso, pp. 493-505. ISNB:978-956-17-0792-4

Las ciudades y su desarrollo histórico son la expresión, por antonomasia, del desarrollo mismo de una Cultura o conjunto de Culturas; tal hipótesis la encontramos, tanto en cualquier momento de la Historia Universal, propia de nuestra Cultura Occidental, como en el desarrollo histórico de otras Culturas que otrora existieron y vivieron el mismo ciclo vital que vive la nuestra.
Sin embargo, es oportuno realizar una mirada retrospectiva sobre el desarrollo de nuestras ciudades y el de nuestra cultura pues, actualmente, esta (La Cultura Occidental), es la única que puede desarrollarse hasta su última época vital (La Decadencia y su posterior anquilosamiento) pues ha logrado, de manera contundente reducir las otras culturas, incluso sumándolas a las mismas dinámicas vitales que ésta vive, cuestión que, como veremos es incluso aún más perjudicial. De igual forma las ciudades nos permiten identificar tal desarrollo y, al ser la expresión misma de éste, son el escenario de reflexión principal que debe ocuparnos para establecer si hoy es posible o no, crear unos Sistemas de Relaciones que rompan con el desarrollo mismo que ha tenido la Cultura. Así, en esta preocupación surgen opiniones y, más que opiniones, posturas frente a lo que parece un problema que ocupa al hombre de hoy y es el problema de su futuro y el de la sociedad que éste construye; lo anterior, en ese afán marcado por el carácter existencial que ha presentado la esfera científica social y el objeto de estudio de estas.