El Itinerario Teológico Del Cardenal Walter KASPER
El Itinerario Teológico Del Cardenal Walter KASPER
El Itinerario Teológico Del Cardenal Walter KASPER
Me resulta muy agradable comenzar este curso dedicado a los grandes telogos del siglo XX en esta su tercera edicin y hacerlo glosando precisamente la figura teolgica del cardenal Walter Kasper. Hace aos tuve la ocasin de hacer la laudatio o elogio de este maestro en su investidura como doctor honoris causa por la Facultad de Teologa de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, el 30 de marzo de 2004. Con este motivo estudi su vida y su biografa y ahora retomo partes de aquel trabajo1. Por otro lado, contamos con un reciente libro (2008) de tono biogrfico resultado de una conversacin con el periodista del Frankfurter Allgemeine Zeitung, Daniel Deckers, que se titula Al corazn de la fe. Las etapas de una vida, donde de forma muy coloquial el cardenal repasa su vida y habla sin tapujos sobre lo humano y lo divino2. El subttulo indica que el libro es un recorrido cronolgico cuyos jalones permiten reconstruir el itinerario teolgico de este hombre, que, formado en la escuela teolgica de Tubinga, transcurre en tres escenarios: la ctedra de Teologa, en Mnster, entre 1964-1970, en Tubinga, entre 1970-1989, la ctedra episcopal en la dicesis de Rottenburg-Stuttgart durante el decenio siguiente, finalmente, el dicasterio romano para la promocin de la unidad de los cristianos, desde 1999 hasta julio de 2010. A esta ltima etapa, al servicio de la ecumene, est dedicada prcticamente la segunda mitad del libro citado. 1. El telogo de la escuela catlica de Tubinga: el lema fe e historia W. Kasper naci el 5 de marzo de 1933 en Heidenheim/Brenz, un lugar recndito de esa Suabia que engendra a hombres de talante soador y, al tiempo, circunspectos, de fino humor y de buen corazn. Si se cae en la cuenta de que su fecha de nacimiento coincide con el da en que se celebraron las elecciones que permitieron el ascenso de A. Hitler al poder, se percibe con nitidez que su infancia transcurri marcada por el nazismo y la segunda guerra mundial. El deseo vocacional prontamente sentido le condujo hacia los estudios en Tubinga y Munich, en cuyas Universidades realiz, entre 1952 y 1956, estudios de Filosofa y de Teologa. Fue ordenado presbtero el 6 de abril de 1957 en la catedral de Rottenburg.
S. MADRIGAL, El itinerario teolgico del cardenal W. Kasper: Estudios Eclesisticos 79 (2004) 371394. Su produccin filosfica y teolgica es amplsima. Bastar un dato estadstico: para el periodo que trascurre entre 1960-1998 estn inventariadas un total de 617 publicaciones. Este elenco reciente y actualizado, elaborado por J. Drumm y Ch. Hermes, puede verse en el volumen de homenaje editado por A. RUSSO y G. COFFELE, titulado Divinarum rerum notitia. La teologia tra filosofia e storia. Studi in onore del Cardinale Walter Kasper (Edizioni Studium Roma 2001), en las pginas 785-827. Prolongan el trabajo de J. DRUMM, Bibliographie Walter Kasper 1960-1992, en: E. SCHOCKENHOFF- P. WALTER (eds.), Dogma und Glaube. Bausteine fr eine theologische Erkenntnislehre (Festschrift W. Kasper zum 60. Geburtstag), Mainz 1993, 294-333. Est en marcha la edicin de sus obras completas. 2 W. KASPER-D. DECKERS, Al corazn de la fe. Las etapas de una vida, Madrid 2009.
1
El libro de Memorias de H. Kng nos ofrece datos frescos de este tipo: Mi primer asistente en Tubinga es el doctorando, de la dicesis de Rottenburg, Walter Kasper, un suabo inteligente, amable y cooperador, al que no puedo exigir mucho trabajo porque tengo que compartirlo con mi colega de dogmtica profesor Leo Scheffyczyk () De todos modos, es para m muy bueno que Kasper pueda hacerme algunas tareas auxiliares. l es alumno del especialista en teologa dogmtica de Tubinga Geiselmann, no ha hecho sus estudios de teologa en Roma, pero est terminando su tesis doctoral sobre la doctrina de la tradicin en la escuela romana3. Efectivamente, W. Kasper, que entre 1961 y 1964 trabaj como asistente de los profesores Leo Scheffczyk y Hans Kng, obtuvo el doctorado en Teologa en Tubinga con un trabajo sobre La doctrina de la Tradicin en la Escuela Romana (1961). Con un estudio que lleva por ttulo Filosofa y teologa de la historia en la filosofa tarda de Schelling consigui la habilitacin en la especialidad de Teologa dogmtica. Ese mismo ao de 1964 fue llamado para ocupar la ctedra de Dogmtica de la Facultad de Teologa Catlica de Mnster, en sustitucin de Hermann Volk; de este modo, con 31 aos se convirti en el profesor de Teologa ms joven de Alemania4. All fue decano entre 1969-1970. En 1970 se traslada de nuevo a la Universidad de Tubinga, donde se convierte en el sucesor de J. Ratzinger5. A las orillas del ro Neckar, ense y trabaj como titular de la ctedra de Teologa dogmtica durante casi cuatro lustros, exactamente hasta el ao 1989. Detengmonos un momento en ese primer escenario, el que traza su alma mater, para destacar su primera produccin teolgica y su modo de teologar, que se deja subsumir bajo este lema: fe e historia. En el prlogo de una de sus obras ms celebradas, El Dios de Jesucristo, ha dejado constancia de que este libro se edifica sobre los pilares de la eclesialidad, la cientificidad y la apertura prctica a las cuestiones contemporneas, que son precisamente los tres principios fundamentales de la tradicin de Tubinga formulados por Juan Sebastin Drey (1777-1853), el iniciador e inspirador de la escuela6. La teologa de W. Kasper se inscribe conscientemente en esta metodologa, siempre ha exhibido con orgullo su enraizamiento en ella y adems ha reflexionado expresamente sobre estos presupuestos. 1.1 Eclesialidad, cientificidad, apertura prctica La expresin historia de salvacin, acuada por J. Ch. von Hoffmann (+1877), fue desarrollada en el mbito protestante por O. Cullmann; en el mbito catlico recibi su espaldarazo en el Concilio Vaticano II. Esta nocin, que refleja la dimensin histrica de la revelacin de Dios, se ha generalizado y convertido en el eje de una teologa concreta e histrica. En esta longitud de onda se hallan las reflexiones de W. Kasper de los aos setenta, que fueron recopiladas en su obra Glaube und Geschichte.7 A la vista de su evolucin post-conciliar, el acontecimiento ms destacado de la teologa
H. KNG, Libertad conquistada. Memorias, Madrid 2003, p. 321. Ib., p. 321: El 16 de febrero de 1961 lo examino de teologa fundamental para el doctorado; tres aos ms tarde pasa la habilitacin ante nosotros y en 1964 es profesor ordinario de dogmtica en Mnster a propuesta ma. Ms tarde, en 1970, tambin a propuesta ma, ser colega mo en la misma disciplina en Tubinga. Vase: Al corazn de la fe, 55. 5 Vase: Al corazn de la fe, 79-80. 6 Vase: Al corazn de la fe, captulo 2: El Centro Docente de Tubinga. La teologa en medio de la corriente abierta del tiempo, 37-61. 7 Cf. W. Kasper, Fe e historia, Salamanca 1974, p. 13-46.
4 3
catlica del siglo XX ha sido la superacin de la neoescolstica, desbaratando su ambiciosa pretensin de establecer las bases para una teologa de la unidad que fuera atemporal y normativa para la Iglesia universal. Al hacer balance de su andadura teolgica y de la situacin en la que se encuentra la teologa nuestro telogo echaba por delante esta tesis: La escuela catlica de Tubinga y la confrontacin que sta mantuvo con el pensamiento moderno establecieron las bases que permitiran superar la miope perspectiva neoescolstica 8. El marco rgido de aquella teologa elaborada en forma de tesis se vio dinamitada desde dentro y desde fuera. A ello colabor una comprensin de la teologa como interpretacin sistemtica de la Sagrada Escritura, que recuperaba al mismo tiempo los tesoros de la patrstica. Por otro lado, la necesidad de dar respuesta a los problemas de la paz, de la justicia y de la libertad humanas, as como los nuevos interrogantes ticos, obligaron a la teologa a reelaborar el viejo problema naturalezagracia y a desarrollar una concepcin integral de la salvacin. La apertura ecumnica, el dilogo con las religiones no cristianas y la inculturacin del cristianismo en ambientes no europeos abrieron nuevos horizontes y plantearon nuevos desafos. El pluralismo de culturas, religiones, ideologas y ciencias resultaba irreductible a un comn denominador. Ese pluralismo, correlato del mismo fenmeno de secularizacin, ha venido a infiltrarse tambin en la teologa que ha dejado de presentar aquella monoltica unidad precedente: no se trata slo del pluralismo interno de sus disciplinas y de sus mtodos; existe tambin un pluralismo de teologas condicionado culturalmente: la africana, la asitica, la latinoamericana. Ante esta nueva situacin se abren muchos interrogantes: Cmo puede ser universal la teologa al tiempo que respeta el ineludible pluralismo? Cmo ser pluralista sin sucumbir al relativismo? Cmo compaginar esa multiplicidad legtima y la unidad necesaria de la teologa? En esta coyuntura, W. Kasper, fiel a la tradicin de la escuela catlica de Tubinga, nos ha enseado que la teologa slo es posible en la corriente abierta del tiempo y que la unidad en la teologa no puede ser hoy la de un sistema monoltico, sino que consistir en la intercomunicacin recproca de todas las teologas, en la referencia de todas ellas a un objeto comn, y en la utilizacin de unos principios bsicos comunes9. De ah la relevancia reverdecida de los tres principios constitutivos de la tradicin de Tubinga antes citados. El principio de la eclesialidad afirma copio del autor que slo en el testimonio de la Iglesia poseemos el evangelio de la liberadora accin salvfica de Dios en Jesucristo como noticia original de ste en la Escritura. En expresin sinttica y lapidaria: La teologa slo es posible en la communio de la Iglesia, en y bajo la norma de la traditio viva10. Y, por consiguiente, eclesialidad no significa atadura a un sistema doctrinal abstracto, sino insercin en un proceso vivo de tradicin y de comunicacin en el que se actualiza e interpreta el evangelio de Jesucristo. Por eso es importante, al mismo tiempo, la participacin en los procesos de comunicacin y de consenso que otras teologas completan y, llegado el caso, corrigen.
Situacin y tareas actuales de la teologa sistemtica, en: W. KASPER, Teologa e Iglesia, Barcelona 1989, p. 7-27; aqu: p. 7. 9 Ib., p. 13. Vase: M. SECKLER, Kein Abschied von der Katholischen Tbinger Schule, en: Divinarum rerum notitia, p. 749-762. 10 Ib., p. 14.
A este principio de la referencia a la Iglesia se aade seguidamente el del carcter cientfico de la teologa en consonancia con el programa de Anselmo de Canterbury: fides quaerens intellectum. La adecuada realizacin de este programa slo ser posible si se sabe entablar un dilogo con las otras ciencias, con la intencin de dar razn pblicamente de la esperanza cristiana (1 Pe 3, 15). Es importante recordar que el verdadero objeto de la teologa es la verdad de la autorrevelacin del Dios plasmada en los testimonios de la fe de la Iglesia. De este principio depende que la teologa sea verdaderamente theo-logia, que refleje la lgica interna de la fe, que muestre que la fe es una obediencia razonable a la verdad. Estas consideraciones sobre el carcter cientfico de la teologa sientan las bases del tercer principio fundamental: apertura prctica a los problemas contemporneos. Aqu se recoge el anhelo ms hondo de la responsabilidad pblica de la teologa, que ha de moverse no slo en el foro acadmico, sino tambin en el eclesial y social. El lema fe e historia entraa esta responsabilidad. Es el impulso que late en la constitucin pastoral Gaudium et spes del Concilio Vaticano II, de modo que la luz y la fuerza del Evangelio impregnen el mundo de hoy. En este sentido, la teologa no puede contentarse con transmitir una visin especulativa, sino que debe apuntar a la prctica concreta de la fe, de la esperanza y del amor. Hay que considerar, entonces, que son poderosas las fuerzas centrfugas que amenazan con disgregar esos tres aspectos. Porque la eclesialidad de la teologa sin autntica cientificidad bien puede desembocar en conformismo adulador; la cientificidad sin eclesialidad socava los cimientos mismos de la teologa, dejndola sin suelo y sin objeto. Una teologa que quiera ser meramente prxica corre el riesgo de convertirse en activismo; ahora bien, si la teologa pierde su referencia a la praxis, no tiene entonces nada que decir. W. Kasper postulaba, en consecuencia, un enfoque teolgico que ha denominado modelo de la responsabilidad cristiana y que presenta como un intento de lograr una sntesis entre esos dos esbozos un tanto contrapuestos en la teologa actual: el enfoque teolgico-creacional y el de la teologa de la liberacin11. Se trata de buscar una visin teolgica que sepa integrar creacin e historia, una concepcin unitaria de la salvacin y de la liberacin. En definitiva, propone un paradigma teolgico basado en una teologa y cristologa de la sabidura. Sobre ello hemos de volver enseguida al analizar uno de los temas que con ms fruicin, deleite y profundidad ha tratado, la cuestin de Dios. De momento, dejemos slo anticipada esta problemtica con las apreciaciones que haca sobre la constitucin pastoral del Concilio Vaticano II a finales de los ochenta, aos marcados por una indiferencia religiosa cada vez ms extendida y por nuevos desafos: El tema que se plantea especialmente a la Iglesia y a la teologa en esta situacin son los presupuestos humanos de la fe (praembula fidei) y los accesos a la fe. En ltimo trmino, se trata de la cuestin de Dios. La constitucin pastoral Gaudium et spes ha dicho cosas esenciales y nuevas al respecto. En conjunto, el inters del concilio se limit excesivamente a la Iglesia. En cambio, se dedic poca atencin al verdadero fondo y al autntico contenido de la fe, a Dios, si establecemos la comparacin con la atencin que se prest a la mediacin eclesial de la fe. Principalmente en este punto, el concilio Vaticano II plantea el desafo de ir ms all de los textos del concilio, siendo plenamente fieles a la tradicin testimoniada por l, y, a la vista del atesmo moderno, hacer una nueva exposicin del mensaje de Jesucristo, el
11
Ib., p. 24.
Dios uno y trino, en su significacin para la salvacin del hombre y del mundo12. Dejamos as indicados dos grandes temas en su quehacer teolgico: la mediacin eclesial de la fe y el Dios de Jesucristo. 1.2 Buscad siempre su rostro (Ps. 105, 4): el Dios de Jesucristo A la vista de estas declaraciones no ha de extraar que en su produccin teolgica sobresalgan, con un nfasis especial y con una atencin preferente, como de amor primero, las publicaciones de carcter cristolgico, si bien siempre a la luz de esta modulacin tpica de la fe cristiana: uno de la Trinidad. Desde el punto de vista epistemolgico, para la forma del humano conocer, la Trinidad es una consecuencia de la cristologa; ah se halla el fundamento de la cristologa desde abajo, segn la cual conocemos lo invisible en lo visible. Ahora bien, desde un punto de vista ontolgico, en su realidad misma, la Trinidad es el requisito teolgico de la cristologa; y ah se halla el cimiento permanente de la cristologa desde arriba. El mejor exponente de esta vocacin de ensear a otros siendo intrprete de la Palabra de Dios siguen siendo esos dos libros clsicos: Jess, el Cristo y El Dios de Jesucristo. Ambos han sido utilizados en cursos de teologa en las reas lingsticas ms diversas. Los estratos ms remotos del primero, dado a la imprenta en 1974, se remontan a sus primeras lecciones en Mnster durante el semestre de invierno del ao 1964-65. La confesin, Jess es el Cristo, es una frmula abreviada para expresar la fe cristiana, y la cristologa no es ms que la interpretacin rigurosa de esta confesin13. Partiendo del testimonio bblico y siguiendo el hilo conductor de la tradicin de la Iglesia, el telogo de Tubinga ofrece una cristologa dogmtica, de enorme erudicin y atenta a la problemtica actual. La segunda obra, El Dios de Jesucristo, original de 1982, aborda la pregunta fundamental de la teologa, que no es otra que la pregunta acerca de Dios. La pregunta acerca de la presencia o de la ausencia de Dios le ha llevado a hacer la propuesta de una teologa y de una cristologa sapiencial, reconociendo que en este aspecto no hemos pasado de los primeros tanteos14. Esta reflexin debe adentrarse en esa disputa que desde la Ilustracin vienen sosteniendo tesmo y atesmo, que ha llevado a proclamar el eclipse de Dios (M. Buber) o la muerte de Dios (F. Nietzsche), porque esta prdida de lo divino en la cultura moderna transforma la pura y abstracta pregunta acerca de la existencia de Dios en una pregunta ms concreta e incmoda: dnde est Dios?, cmo es Dios? No se trata del problema meramente acadmico, sino del lugar de Dios en el mundo y de la cuestin acerca de cmo y dnde siga siendo posible la experiencia de Dios. La respuesta de Hegel, con el subrayado del principio de la subjetividad, ha marcado el espritu del hombre moderno: La religin edifica sus templos y altares en el corazn del individuo. Lo que queda entonces no es sino ese
12
W. KASPER, El desafo permanente del Vaticano II. Hermenutica de las aseveraciones del concilio, en: Teologa e Iglesia, p. 414. 13 W. KASPER, Jess, el Cristo, Salamanca 1976, p. 14. Vase: J. VIDAL TALNS, El Mediador y la mediacin. La cristologa de Walter Kasper en su gnesis y estructura, Valencia 1988. N. MADONA, Ermeneutica e cristologia in Walter Kasper, Palermo 1990. J. ZDENKO, Christologie und Anthropologie: eine Vehltnisbestimmung unter besonderer Bercksichtigung des theologischen Denkens Walter Kaspers, Freiburg i. Br. 1992. Vase: Al corazn de la fe, 96. 14 Cf. W. KASPER, Gottes Gegenwart in Jesus Christus. Vorberlegungen zu einer weisheitlichen Christologie, en: Weisheit Gottes-Weisheit der Welt, Festschrift fr Kard. J. Ratzinger, St Ottilien 1987, p. 311-328.
vago sentimiento religioso romntico que hoy es tan caracterstico de las nuevas religiosidades. Ahora bien, cul es la respuesta de la Biblia y cules son los materiales que nos ofrece para dar una interpretacin cristiana de los signos de los tiempos ante la pregunta de esta hora? El Cardenal Kasper nos indica que la teologa se encuentra ante la tarea de pensar la relacin entre la creacin y la cristologa, entre la fe cristiana y la cultura humana, cuestiones que en la Biblia aparecen tratadas dentro de la tradicin sapiencial. Para el Antiguo Testamento el templo es el lugar de la presencia de Dios en medio de su pueblo. La tradicin proftica debi resultar revolucionaria en sus protestas contra un culto externo, puramente ritual (misericordia quiero y no sacrificios, conocimiento de Dios en vez de holocaustos, Os. 6, 6; cf. Mt 9, 13). En esta tradicin proftica de interiorizacin, en la purificacin para lo esencial, se inscribe Jess de Nazaret, y desde ah se entender su crtica en la percopa de la purificacin del templo que conservan los cuatro evangelios. El texto se mueve en estos tres niveles: celo religioso reformador contra la profanacin del templo, la protesta proftica en aras de un verdadero culto en espritu y en verdad (Jn 4, 24), que avanza desde la interiorizacin a la universalizacin: el templo debe ser una casa de oracin para todos los pueblos (Is. 56, 7); de ah deriva lo tercero y esencial, la dimensin mesinica: Jess reasume la expectativa juda de un nuevo templo, no hecho con manos humanas. Juan habla del templo de su cuerpo (Jn 2, 21), el cuerpo que se va a entregar en la cruz, el cordero de Dios (Jn 1, 36), la vctima que se sacrifica en el templo. Para el Nuevo Testamento Jesucristo es el lugar de la presencia de Dios. Por consiguiente: ni para el AT ni para el NT se trata de una espiritualizacin o de una disolucin de lo concreto en una religiosidad humana o en una tica; muy al contrario, se trata de una concretizacin cristolgica (y eclesiolgica). Dicho de otra manera: lo que existe como religiosidad humana general o como tica y lo que en el AT se condensa en torno al culto del templo y a las otras representaciones de la santidad, todo ello encuentra su concreta y definitiva realizacin en Jesucristo. Es la realizacin histrica y encarnada del plan salvador de Dios. Aqu hay alguien que es ms que Salomn (Mt 12, 42). Qu clase de sabidura es sta, que le ha sido dada? (Mc 6, 2). A partir de estos datos bblicos rebrota la pregunta: cmo es experimentable esa presencia de Dios en el mundo mediada cristolgicamente? Cmo pueda ser pensable? Qu consecuencias derivan de esa perspectiva bblica? Este tema de la sabidura puede parecer obsoleto. Pero sabidura significa, en su sentido original del AT y del mundo griego antiguo, experiencia de la vida, saber adquirido. Esta sabidura vital presupone una capacidad de juicio adquirida por experiencia, una mirada capaz de captar lo esencial y de contemplar el todo. Sabio, bblicamente hablando, es quien enjuicia desde el temor de Dios, o, en el lenguaje de la tradicin occidental, sabio es quien enjuicia y razona desde los principios ltimos y supremos. De aqu se deriva un diagnstico sobre la situacin real actual: la prdida de la dimensin sapiencial constituye propiamente la crisis del presente, que consiste dicho de otra manera- en la crisis de la metafsica que conlleva aparejada una prdida de la pregunta acerca de esa Verdad que dispensa sentido y orden para la vida15. Esto conduce a una progresiva instrumentalizacin de la razn y a un angostamiento de la pregunta por la verdad en una clave meramente positivista, que se agota en su puro
15
Ib., p. 320.
aprovechamiento econmico, poltico, tecnolgico, y cuya primera vctima es la intocable dignidad del ser humano. En esta perspectiva, el principal interlocutor de la teologa actual no es el increyente cultivado e ilustrado, sino el hombre sufriente, la criatura oprimida. Dnde est Dios? Y, a la vista de la condicin humana, cunto puede sufrir el hombre y cunto sufrimiento puede infringir a sus semejantes? La pregunta por el sufrimiento y la pregunta por Dios van tantas veces de la mano Cuando la pregunta por Dios se plantea de manera concreta, a la vista del mal, del dolor y del sufrimiento, slo puede ser respondida de forma cristolgica, y en la clave de una theologia crucis. El bien supremo, hacia el que Dios ha ordenado todas las cosas, tiene un nombre: Jesucristo. Todo ha sido creado en l y para l (Col 1, 16); en l sern recapituladas todas las cosas (Ef 1, 10), de modo que l sea todo en todos (1 Cor 15, 28). Uno de los mritos de la teologa de la liberacin consiste en haber establecido esta conexin entre el sufrimiento de Dios y los sufrimientos de los seres humanos16. Por eso, nos seala Kasper una importante tarea: que la teologa de la cruz, desplegando una cristologa de la knosis, sepa proponer al mismo tiempo una teologa de la sabidura de la cruz en el sentido marcado por el Apstol Pablo. Frente a cualquier depreciacin del ser humano a la condicin de puro medio, la Constitucin pastoral del Concilio Vaticano II propone a Jesucristo como la clave para una correcta comprensin del mundo y del ser humano: El Verbo de Dios, por quien todo fue hecho, se hizo carne de modo que, siendo hombre perfecto, salvara a todos y recapitulara todas las cosas. El Seor es el fin de la historia humana, el punto en el que convergen los deseos de la historia y de la civilizacin, centro del gnero humano, gozo de todos los corazones y plenitud de sus inspiraciones (GS 45; cf. GS 10). Por tanto, a una cristologa sapiencial le corresponde tambin la funcin de establecer el lugar del cristianismo y de la Iglesia en el mundo de hoy. 1.3 Teologa e Iglesia: la eclesiologa de comunin Aunque en la produccin del telogo W. Kasper sobresalen los libros sobre Jesucristo y sobre el Dios de Jesucristo, no haramos justicia a la verdad si no recordsemos que, al mismo tiempo o poco despus, aparece vivamente en el horizonte de sus preocupaciones intelectuales la reflexin sobre la Iglesia y sobre el Concilio Vaticano II. No se trata de un puro cambio de intereses intelectuales o especulativos, sino que esta reorientacin tiene que ver con uno de los presupuestos ms profundos que sostienen el modo de teologar de alguien arraigado y cimentado en los principios fundamentales de la escuela catlica de Tubinga: el factum original (el acontecimiento de Cristo) posee una continuacin objetiva en la Iglesia, en su liturgia y en toda su vida restante17. Segn sus propias confesiones pens inicialmente en escribir su tesis sobre los orgenes del tratado teolgico sobre la Iglesia; pero encontr que los telogos de la Edad Media tarda, Gil de Roma, Jacobo de Viterbo, Juan de Ragusa, Juan de Torquemada, estaban muy alejados de sus propias ideas sobre la Iglesia18. No es de extraar que Kasper haba proyectado que sus dos obras cristolgicas fueran seguidas por una eclesiologa. Sin embargo, junto a los tratados sistemticos sobre Cristo no se
16
W. KASPER, El Dios de Jesucristo, Salamanca 1986, p. 187-192. Vase: R. RADLEBECK, Der Personbegriff in der Trinittstheologie der Gegenwart, untersucht am Beispiel der Entwrfe Jrgen Moltmanns und Walter Kaspers, Regensburg 1989. 17 J. VIDAL TALNS, El Mediador y la mediacin. La cristologa de Walter Kasper en su gnesis y estructura, p. 46. 18 Cf. Al corazn de la fe, 54.
encuentra un tratado sistemtico sobre la Iglesia, si bien este espacio ha sido cubierto por los dos volmenes (de 1987 y de 1999) titulados Teologa e Iglesia. En cualquier caso, es patente que en los ltimos aos de su intensa actividad como docente de teologa dogmtica en la Universidad de Tubinga se ha producido un importante desplazamiento de acentos en su obra hacia la reflexin eclesiolgica en sus diversas implicaciones, que encuentra un prometedor anticipo en el trabajo de 1976 sobre la Iglesia como sacramento del Espritu19. Sin embargo, el nombramiento para el ministerio episcopal, en 1989, no le permiti llevar a efecto el proyecto eclesiolgico. De hecho, como obispo, se vio obligado a una eclesiologa prctica, y, al cabo de dos decenios, en otoo de 2008 redact un esbozo sobre la Iglesia de Jesucristo20. Hay que sealar que esta preocupacin ha fluido al hilo de los problemas de la recepcin y de la interpretacin del Concilio Vaticano II. Kasper pertenece a una generacin teolgica que no ha intervenido en el Vaticano II; en ese tiempo redactaba en Tubinga su tesis doctoral y se hallaba al comienzo de su carrera acadmica. A su juicio, el Concilio Vaticano II fue un concilio de renovacin de la tradicin segn el espritu de los padres de la Iglesia y de la Iglesia indivisa del primer milenio () El Concilio es el fundamento y el inicio de una nueva poca en la historia de la Iglesia y la Carta Magna del camino de la Iglesia durante el nuevo siglo21. Los aos del postconcilio vienen siendo testigos de un acalorado debate acerca del Concilio, de una controversia en la que se refleja la dificultad del anlisis de sus textos a la bsqueda de una fiel y correcta interpretacin de sus constituciones, declaraciones y decretos. Si la chispa que encendi el debate fueron las manifestaciones del cardenal Ratzinger, Prefecto de la Congregacin para la doctrina de la fe, la discusin se vio enriquecida por la celebracin del snodo extraordinario de Obispos que estuvo dedicado al tema de la recepcin e interpretacin del Vaticano II. El Snodo extraordinario de Obispos, celebrado en 1985, y donde W. Kasper actu como secretario especial (secretario teolgico), marca un punto de inflexin con esa afirmacin programtica recogida en su Relacin final: La eclesiologa de comunin es una idea central en los documentos del Concilio. Koinona/comunin, fundadas en la Sagrada Escritura, son tenidas en gran honor en la Iglesia antigua y en las Iglesias orientales hasta nuestros das. Desde el Concilio Vaticano II se ha hecho mucho para que se entendiera ms claramente a la Iglesia como comunin y se llevara esta idea ms concretamente a la vida (n. 18)22. Por todos estos motivos se entiende que su atencin se haya focalizado en el estudio de los textos del Vaticano II y en su recepcin. Hay que referirse, entonces, a uno de esos trabajos emblemticos recopilados en el libro Teologa e Iglesia (1987), que se titula El desafo permanente del Vaticano II. Hermenutica de las afirmaciones conciliares. Siguiendo a H. J. Pottmeyer, distingue tres fases en la recepcin del Concilio: una primera fase de expectativas excesivas que vio el Concilio como un
19
Cf. Kirche als Sakrament des Geistes, en: W. KASPER- G. SAUTIER (eds.), Die Kirche Ort des Geistes, Freiburg i. Br. 1976, p. 13-55. Cf. tambin: Kirche Werk des Heiligen Geistes, en: M. LUTZBACHMANN-B. SCHLEGELBERGER (eds.), Krise und Erneuerung der Kirche, Berlin-Hildesheim 1989, p. 26-43. 20 Cf. Al corazn de la fe, 96. Cf. W. KASPER, Gesammelte Schriften, Bd. 11: Die Kirche Jesu Christi, Schriften zur Ekklesiologie I, Freiburg 2008. 21 Cf. Al corazn de la fe, 66. 22 Cf. Al corazn de la fe, 114-115. Vase su trababjo: Zukunft aus der Kraft des Konzils. Die ausserordentliche Bischofssynode 85. Die Dokumente mit einem Kommentar von Walter Kasper, Freiburg im Br. 1986. Vase: G. COFFELE, Walter Kasper e lecclesiologia eucaristica o di communio, en: Divinarum rerum notitia, p. 763-782.
acontecimiento liberador, como un comenzar de cero y que pronto pas a invocar el espritu del Concilio frente a los textos conciliares. A esa fase le ha sucedido un periodo de desencanto y de desilusin, asociados al hecho de que no se vieran satisfechas las legtimas expectativas creadas, como la puesta en marcha de la colegialidad. La crisis de vocaciones, el cambio del clima espiritual, la disminucin de la praxis sacramental, en particular de la eucarista y de la penitencia. Por otro lado, la oposicin entre progresistas y conservadores, con la voluntad contrapuesta de ir ms all del Concilio frente a una frenada en seco. Si unos ven en los textos la expresin de una renovacin sin precedentes, los otros perciben desmoronamiento, crisis y prdida de identidad. El resultado del Snodo habla en la direccin de una nueva fase de recepcin que sea capaz de superar la contestacin y la restauracin. Al servicio de una coherente puesta en prctica del Concilio, Kasper propona una serie de criterios hermenuticos que sirvan para interpretar adecuadamente los textos conciliares: a) Hay que entender y practicar de forma ntegra los textos del Vaticano II; b) hay que entender como una unidad la letra y el espritu del Concilio; c) el Vaticano II ha de ser entendido a la luz de la tradicin global de la Iglesia; d) esta continuidad de lo catlico se entiende como la unidad compuesta por tradicin y la interpretacin que la actualiza vitalmente respecto a la situacin concreta del presente. Sobre estos presupuestos se puede afirmar que ese trabajo que lleva por ttulo Iglesia como communio. Consideraciones sobre la idea eclesiolgica directriz del Concilio Vaticano II, en el cual el Cardenal trataba de verificar qu es lo que este concepto aporta para una aplicacin y recepcin del ltimo Concilio, apunta en ltimo trmino en esta direccin: los representantes de la eclesiologa del pueblo de Dios y de la eclesiologa de comunin no se han de situar como contendientes, sino que han de reconocer que persiguen las mismas intenciones23. En sntesis: communio es la idea que ha de guiar la renovacin de las estructuras de la Iglesia. Sobre ello hemos de volver enseguida. A Kasper, tras 30 aos de investigacin y de enseanza, le haba llegado la hora de lo que l mismo ha denominado eclesiologa prctica. 2. El Obispo de Rottenburg-Stuttgart: Veritatem in caritate El seguimiento de la trayectoria del cardenal Kasper nos obliga a adentramos y detenernos en un segundo escenario vital: la dicesis de Rottenburg-Stuttgart. Esta dimensin de su biografa tambin tiene que ver con la escuela de Tubinga, pues resulta que casi todos los obispos de Rottenburg han salido de esta escuela. El Papa Juan Pablo II le nombr obispo el 17 de abril de 1989, recibiendo la ordenacin episcopal el 17 de junio del mismo ao24. Ha puesto su saber, su comprensin de la fe y de la Iglesia, adquirida a travs de profundo estudio, al servicio de la responsabilidad episcopal, eligiendo como lema para su escudo estas palabras: Veritatem in caritate (Ef 4, 15). Dejemos hablar de nuevo al telogo que, con ocasin de un homenaje a L. Scheffczyk, haca unas reflexiones sobre el principio dogmtico y daba una explicacin de este lema bblico en los siguientes trminos: La verdad y el amor estn entrelazados ntimamente, y es una insensatez sacrificar lo uno a lo otro. La verdad sin amor se hace chauvinista, intolerante, totalitaria; el amor sin verdad es ciego y mudo, indigno del
23
Este trabajo y el anteriormente citado, pueden verse en Teologa e Iglesia, p. 376-400, 401-415. Cf. J. MORAWA, Die Communio-Kirche als Sakrament des Heils in und fr die Welt: zum erneuerten Verstndnis der Sendung der Kirche in der Gegenwart im Werk Walter Kaspers, Frankfurt/M. 1996. 24 Sobre su relacin con K. Wojtyla, vase: Al corazn de la fe, 151-161.
hombre; distancia en lugar de reconciliar. Slo el amor que empuja a buscar la verdad es autntico y duradero; slo la verdad buscada por amor y realizada en el amor hace libres (cf. Jn 8, 32). ste es el sentido profundo del bblico aletheuein en agape (Ef 4, 15)25. Por tanto, el lema episcopal pretenda resaltar la vinculacin entre el ministerio teolgico y el ministerio episcopal26. Decir y hacer la verdad en el amor no es slo un adagio apropiado para un servicio episcopal, sino que es la pretensin de un modo de ser y de estar de la Iglesia. La verdad sostiene aquello que es distinto y vinculante, el amor obliga a aceptar de forma vinculante lo que est sujeto a eleccin. La verdad puede traer la paz verdadera cuando y porque va ms all de una pura coexistencia, si es capaz de crear el consenso interno. Brota de aqu una obligacin al dilogo en la bsqueda de la verdad. As entendida, la verdad no tiene carcter disgregador, sino pacificador y reconciliador. Un obispo experimenta en sus propias carnes que una formulacin de la fe cristiana que quiera ser abierta y, al mismo tiempo, idntica tropezar rpidamente con conflictos. Una decisin o pronunciamiento puede toparse pronto con oposicin. Sin embargo, en este principio y fundamento de decir la verdad en el amor radica la razn profunda de que la communio de la Iglesia sea lugar, asilo, casa de la verdad. Es tarea del magisterio hacer or la verdad comn, la de preocuparse para que el dilogo se oriente por la verdad, de que todos puedan expresarse, de poner en juego aspectos o dimensiones olvidados, de iniciar y fomentar la bsqueda del consenso, dejarlo acompaar de crtica, para apuntar con autoridad al fundamento nico de ese consenso y su medida definitiva que es la verdad de Dios en Jesucristo. 2.1 Teologa y praxis en el ministerio episcopal: nuevas tareas, nuevas cuestiones. Kasper reconoce que como obispo ha debido seguir siendo un telogo. Las nuevas tareas trajeron consigo nuevas cuestiones teolgicas; la eclesiologa prctica suscitaba nuevas ideas teolgicas27. Durante el tiempo que Kasper estuvo al frente de la dicesis de Rottenburg-Stuttgart se produjeron varios debates intraeclesiales de cierto alcance y resonancia pblica28. Uno de ellos tuvo que ver la problemtica del aborto y con los centros de asesoramiento sostenidos por la Iglesia alemana. Desde Roma se pensaba que la imagen que se daba induca a pensar en una especie de colaboracin con una grave injusticia contra la vida del no nacido, de modo que esa cooperacin de la Iglesia en la interrupcin legal del embarazo era calificada como un oscurecimiento del testimonio de la Iglesia a favor de la inviolabilidad de la vida. La decisin definitiva del Papa lleg el 2 de noviembre de 1999. Otro tema de debate fue la deliberacin abierta acerca de la situacin de los divorciados vueltos a casar. En una carta pastoral, en septiembre de 1993, K. Lehmann, O. Saier y el mismo Kasper examinaron la cuestin, proponiendo un dilogo pastoral donde se examinara cada caso concreto, sin poner en tela de juicio la sacramentalidad y la indisolubilidad del matrimonio, se pudiera llegar a una decisin personal justificada por la conciencia moral, tomada con responsabilidad y respetada por la comunidad eclesial. Sin embargo, la Congregacin para la Doctrina de la fe lleg a un juicio contrario sobre la recepcin de la comunin por parte de los divorciados vueltos a casar, donde la diferencia reside en la relacin que se ha de
25
Renovacin del principio dogmtico, en: Teologa e Iglesia, p. 54. Una reflexin similar aparece en su trabajo titulado La Iglesia, lugar de la verdad, p. 375. 26 Al corazn de la verdad, 118-119. 27 Cf. Al corazn de la fe, 120. 28 Cf. Al corazn de la fe, 167-181.
10
establecer entre una norma objetiva de validez universal y la decisin de la conciencia moral personal. Y, con todo, subsiste el problema pastoral. Kasper, en su escrito, Justicia y misericordia volvi a reflexionar sobre la relacin entre conciencia moral, norma y magisterio eclesistico, as como la teora a la hora de aplicar las normas del Derecho eclesistico. 2.2 El famoso debate sostenido con el cardenal Ratzinger. En el marco del lema episcopal, veritatem in caritate, y a la luz de estas resonancias eclesiales, hay que referirse al debate que, a propsito de la relacin entre Iglesia universal e Iglesias particulares o locales, han sostenido y protagonizado hace algunos aos W. Kasper y el cardenal J. Ratzinger. El hecho de que tanto el origen remoto de esta controversia como las posturas de sus dos contendientes hayan sido objeto de exposicin, reflexiones y de comentarios, nos dispensa de una presentacin pormenorizada y en detalle29. Con todo, hemos de reconstruir sumariamente los datos ms sustanciales del problema. El punto de partida y de referencia de este debate lo constituye el escrito de la Congregacin para la Doctrina de la Fe, Communionis notio, Sobre algunos aspectos de la Iglesia considerada como comunin, que lleva fecha de 15 de julio de 1992. El objetivo de este documento era salir al paso de todas aquellas tendencias que favorecen una desfiguracin teolgica y un empobrecimiento del concepto y misterio de la Iglesia. Desde sus primeros compases se reclama, en consecuencia, la bsqueda de un equilibrio e integracin de la nocin de comunin con las imgenes de pueblo de Dios, cuerpo de Cristo y sacramento. Las afirmaciones ms controvertidas se encuentran en el n. 9. Ah se habla primeramente de la mutua interioridad entre la Iglesia universal y las Iglesias particulares. A continuacin se declara que la Iglesia universal no puede ser concebida como la suma de las Iglesias particulares ni como una federacin de Iglesias particulares, y, por tanto, la Iglesia universal en su esencial misterio, es una realidad ontolgica y temporalmente previa a cada concreta Iglesia particular. Hay que recordar que esta tesis haba sido formulada por el cardenal Ratzinger en una conferencia pronunciada en Brasil en 1990, en la que terminaba glosando la eclesiologa narrativa del libro de los Hechos en esta clave: La prioridad cronolgica y ontolgica pertenece a la Iglesia universal, que, de no ser catlica, no sera simplemente Iglesia30. El documento de la Congregacin para la Doctrina de la Fe sigue diciendo en el n. 9: As pues, la frmula del Concilio Vaticano II: La Iglesia en y a partir de las Iglesias (Ecclesia in et ex Ecclesiis), es inseparable de esta otra: Las Iglesias en y a partir de la Iglesia (Ecclesiae in et ex Ecclesia). Es evidente la naturaleza mistrica de esta relacin entre la Iglesia universal e Iglesias particulares, que no es comparable a la del todo con las partes en cualquier grupo o sociedad meramente humana. En suma: el escrito de la Congregacin completaba la afirmacin conciliar (LG III, 23), segn la cual la Iglesia
29
En el libro de homenaje de P. WALTER, KL. KRMER, G. AUGUSTIN (eds.), Kirche in kumenischer Perspektive. Kardinal W. Kasper zum 70. Geburtstag, Freiburg-Basel-Wien 2003, hay dos artculos que se refieren a este debate: M. KEHL, Zum jngsten Disput um das Verhltnis von Universalkirche und Ortskirchen (p. 81-101), y K. MCDONNELL, Pentecost in Relation to the Ontological and Temporal Priority of the Universal Church: The Ratzinger/Kasper Debate (p. 102-114). Una panormica general puede verse en: K. MCDONNELL, The Ratzinger/Kasper Debate: The Universal Church and the Local Churches: Theological Studies 63 (2002) 227-250. 30 La Iglesia. Una comunidad siempre en camino, Madrid 1992, p. 26.
11
universal existe en y a partir de las Iglesias locales, con esta otra tesis de complemento: las Iglesias locales existen y a partir de la Iglesia universal. Estos seran los trminos fundamentales del problema. Sobre esta ltima tesis llovieron numerosas crticas que motivaron una oficiosa clarificacin aparecida (23 de junio de 1993) en LOsservatore Romano. El principio de la anterioridad cronolgica y ontolgica de la Iglesia universal respecto de las Iglesias locales quedaba matizado de esta manera: La Iglesia como totalidad no se diferencia de la comunin de las Iglesias particulares, sin que ello signifique que sea una mera fusin de las mismas. As las cosas, las ascuas de aquella polmica iban a ser reavivadas por el entonces obispo de Rottenburg-Stuttgart. Con ocasin de un libro de homenaje al obispo de Hildesheim, Josef Homeyer, Kasper public en 1999 un trabajo sobre la teologa y praxis del ministerio episcopal en la actual situacin de la Iglesia31. En este marco aborda el tema de la relacin entre la Iglesia universal y las Iglesias locales o particulares y avisa acerca de los peligros de centralismo romano latentes en el documento de la Congregacin del ao 1992, sobre todo en la frmula de las Iglesias particulares en y a partir de la Iglesia, donde percibe una tendencia a identificar la realidad teolgica Iglesia universal con la Iglesia emprica romana. La respuesta del Cardenal Ratzinger no se hizo esperar y tuvo como escenario el simposio sobre el Concilio Vaticano II organizado en Roma con ocasin del ao jubilar. En su ponencia sobre la eclesiologa de la constitucin dogmtica Lumen gentium, el Cardenal Prefecto defendi las afirmaciones del documento Communionis notio, no ahorrando crticas hacia los telogos que afirman la simultaneidad de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares con una referencia crtica expresa hacia los planteamientos de Kasper, tambin all presente. La rplica de Kasper se produjo casi de modo inmediato en un artculo publicado en la revista Stimmen der Zeit a comienzos del ao 2000 con el ttulo de discusin amigable con la crtica del cardenal Ratzinger32. Ah subrayaba la intencin pastoral y no sistemtica de su artculo sobre el ministerio episcopal. Volva a sealar una serie de problemas prcticos con los que se enfrenta a diario el pastor de una Iglesia local, constatando la existencia de tendencias centralistas. Kasper reivindica que la Iglesia es una realidad histrica. La reflexin terica tiene a la vista problemas concretos de ndole pastoral y ecumnica. En la primera direccin, W. Kasper sealaba una serie de urgencias pastorales que constata como obispo de una dicesis. Lo fundamental es la distancia creciente entre las normas marcadas para la Iglesia universal y la praxis concreta de la Iglesia en un lugar. Muchos fieles y presbteros no comprenden regulaciones vigentes para la Iglesia universal que afectan a cuestiones morales, a la praxis sacramental o ecumnica, como son la admisin a la comunin de divorciados vueltos a casar o el ejercicio de la hospitalidad eucarstica. Un obispo -dicedebe contar con un margen para la aplicacin de leyes eclesiales universales. Podemos aadir: es obvio que los desafos del futuro se multiplican para las Iglesias locales segn los propios contextos culturales y locales. Si las Iglesias en Europa se enfrentan al reto de su condicin de minora cultural en una sociedad secularizada, o las Iglesias de Amrica Latina se ven afectadas en su defensa de la dignidad de los pobres por la proliferacin de las sectas, las Iglesias de frica se preguntan por una identidad que
31
Zur Theologie und Praxis des bischflichen Amtes, en: W. SCHREER-G. STEINS (eds.), Auf neue Art Kirche sein (FS Bischof Dr. Josef Homeyer), Mnchen 1999, p. 32-48. Cf. Al corazn de la fe, 177-181. 32 Das Verhltnis von Universalkirche und Ortskirche: Freundliche Auseinandersetzung mit der Kritik von Joseph Kardinal Ratzinger: Stimmen de Zeit 218 (2000) 793-804. El texto del cardenal Ratzinger, Lecclesiologia della Costituzione Lumen gentium, puede verse en: R. FISICHELLA (ed.), Il Concilio Vaticano II. Recezione e attualit alla luce del Giubileo, Cinisello Balsamo 2000, p. 66-81.
12
supere los conflictos entre tribus y grupos tnicos rivales, o las Iglesias de la India buscan expresar su peculiaridad religiosa sin incurrir en el sincretismo en un contexto marcado por las urgencias del dilogo interreligioso. Es preciso sealar, por otro lado, que la nocin de communio se ha convertido en idea directriz del movimiento ecumnico. La V Asamblea de Fe y Constitucin celebrada en Santiago de Compostela (1993) ha examinado su capacidad para servir de ideal regulador de la unidad. Y all revalid su potencialidad ecumnica, ya que patrocina el modelo de una unidad no uniformadora, sino orientada hacia la ecclesia una en la diversidad reconciliada. La aportacin de la Iglesia catlica al movimiento ecumnico, si pretende ser ecumnicamente creble, presupone que sea capaz de verificar y realizar de manera ejemplar en ella misma la relacin entre Iglesia universal e Iglesia local, como una unidad en la diversidad y como pluralidad en la unidad. En otro caso no har sino resucitar viejas desconfianzas y amargos recuerdos. Sobre estas dimensiones ecumnicas de la idea de communio volveremos enseguida. El ltimo trabajo publicado por W. Kasper como obispo de la dicesis de Rottenburg-Sttutgart llevaba por ttulo Steuermann mitten im Sturm (=Timonel en medio de la tormenta)33. En l ofreca una visin y una interpretacin del ministerio episcopal que toma como punto de referencia la doctrina de Santo Toms. A propsito del Aquinate dice: A pesar de sus lmites y de sus peligros el ministerio del obispo tiene para Santo Toms un brillo especial. A travs de la construccin del cuerpo de Cristo, a partir de la multiplicidad de miembros, contribuye y sirve a la paz en la Iglesia. La unidad en la pluralidad realiza la belleza interna y externa de la Iglesia El obispo es, tal y como el anillo episcopal simboliza, no slo un timonel en medio de la tormenta, sino que es tambin el esposo de la Iglesia. El 16 de marzo de 1999 el obispo W. Kasper fue nombrado secretario del Pontificio Consejo para la Promocin de la Unidad de los Cristianos por Juan Pablo II. Su entrada en cargo, el 1 de junio de 1999, pone fin a la etapa de obispo diocesano en Rottenburg-Stuttgart. Juan Pablo II le concedi el capelo cardenalicio en el consistorio celebrado el 21 de febrero de 2001. Poco despus recae sobre su persona el cargo de presidente del Pontificio Consejo para la Promocin de la Unidad de los Cristianos. 3. El Cardenal Kasper y la unidad de los cristianos En realidad, la tarea ecumnica tiene muy hondas races en la biografa de nuestro maestro, en su misma formacin, en su actividad teolgica, mucho antes de llegar a pisar la tribuna de este tercer escenario del dicasterio romano, que le ha llevado desde las orillas del Neckar al Tber. Entre la bibliografa de la poca de Tubinga no faltan los trabajos de ndole ecumnica, como los estudios dedicados a la Confessio Augustana. En 1979 haba sido nombrado Consultor del Pontificio Consejo para la Promocin de la Unidad de los Cristianos y representante de la Iglesia catlico-romana en la Comisin Fe y Constitucin del Consejo Ecumnico de las Iglesias. En calidad de representante de la Iglesia catlica tuvo mucho que ver con el Documento de Lima (1982), donde se alcanzaron importantes acuerdos sobre los tres problemas clsicos de la teologa de controversia: bautismo, eucarista, ministerio. Por aquel entonces escriba con entusiasmo acerca de estas declaraciones: expresan un consenso fundamental y una convergencia tan amplia en cuestiones an abiertas como antes apenas alguien se
33
W. KASPER, Steuermann mitten in Sturm. Das Bischofsamt nach Thomas von Aquin: Theologische Quartalschrift 179 (1999) 1-23. Cf. K. MCDONNELL, Walter Kasper on the Theology and Praxis of the Bishops Office: Theological Studies 63 (2002) 711-729.
13
hubiera atrevido a pensar. Haber afirmado claramente y por primera vez este consenso fundamental y esta amplia convergencia representa ya en s un acontecimiento ecumnico de primer orden. () Las tres declaraciones representan algo muy distinto a una pura unidad de compromiso en el mnimo comn denominador: se trata de una unidad en lo fundamental y en lo ms radical, sobre ella se puede seguir construyendo34. 3.1 Hacia una Teologa ecumnica: la diversidad reconciliada en la unidad. Estas palabras, que entraan algo de proftico en cuanto que preanuncian una tarea futura que es la que le ha ocupado hasta julio de 2010, han de ponerse en conexin con otro de los grandes telogos de la escuela catlica de Tubinga, Johann Adam Mhler (1796-1838). En las pginas del cardenal Kasper ha quedado consignada y reflejada la idea de unidad de la Iglesia de este brillante y fecundo pensador: la de una unidad tensa, pues el misterio de toda vida verdadera consiste en la interpenetracin recproca de lo contrapuesto. El autor de la Unidad de la Iglesia (1825) y de la Simblica (1832), las dos obras que han puesto el fundamento de la Teologa ecumnica del siglo XX, distingua entre oposicin (Gegensatz) y contradiccin (Widerspruch), de modo que en su opinin slo se podr retornar a la unidad de la Iglesia si las contradicciones se transforman paulatinamente en contraposiciones. Ello significa una nueva calidad de la unidad, un nuevo reconocimiento de la pluralidad en una unidad ms amplia que no slo incluye teologas, espiritualidades y ordenamientos eclesiales dispares, sino tambin frmulas de confesin de la fe expresadas en trminos diversos sobre el humus de la verdad nica del Evangelio35. Kasper estaba bien familiarizado con el dilogo ecumnico internacional con las comunidades eclesiales nacidas de la Reforma protestante. Menos experiencia tena en el dilogo con las Iglesias ortodoxas y oriental-ortodoxas (pre-calcedonenses). En 1994, el obispo Kasper haba sido nombrado co-presidente de la Comisin conjunta catlicoromana y evanglico-luterana del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos. Merece la pena recordar los pasos ms significativos y los resultados ms seeros del trabajo ecumnico por aquellas calendas que conducen a la famosa Declaracin conjunta sobre la justificacin (de 1999), precedida, en septiembre de 1993, del documento Iglesia y justificacin. La comprensin de la Iglesia a la luz de la justificacin; este texto vio la luz al ao siguiente. Pero echemos la vista un poco ms atrs. Este texto clausuraba la tercera fase del dilogo internacional catlico-luterano, que haba comenzado en 1967, y cuya primera fase se cerr con la llamada relacin del Malta El Evangelio y la Iglesia (1972). Aquel acuerdo bsico y fundamental para el dilogo ulterior encontr su prolongacin en la segunda fase, que transcurre entre 1973 y 1984, dando como mejores frutos una importante serie de documentos de contenido ms especfico: La Cena del Seor (1978), El ministerio espiritual en la Iglesia (1981), Martn Lutero, testigo de Jesucristo (1983), Ante la unidad: modelos, formas y etapas de la comunin eclesial luterano-catlica (1984). Durante la tercera fase, que se abre en marzo de 1986 y se clausura con el importante texto ya indicado, se abord un tema recurrente y lleno de ramificaciones: la relacin entre Iglesia y justificacin, que plantea muy a fondo la manera de entender la funcin sacramental de la Iglesia en el plan salvfico de Dios. El tema de la justificacin en s misma y el de su relacin con la Iglesia han sido cuestiones discutidas entre luteranos y catlicos desde la poca de la
34 35
W. Kasper, Rckkehr zu den klassichen Fragen kumenischer Theologie: Una Sancta 37 (1982) p. 10. Renovacin del principio dogmtico, p. 49-50. Cf. Al corazn de la fe, 209-232.
14
Reforma. Los documentos y las comisiones de trabajo han ido subrayando y poniendo de manifiesto, desde la relacin de Malta, que exista un amplio consenso sobre la doctrina de la justificacin. As las cosas, en 1987, W. Kasper poda hacer esta valoracin: la doctrina de la justificacin no constituye ya un punto de separacin eclesial, sino que la cuestin central es, ms bien, el modo segn el cual el acontecimiento de la justificacin funciona como principio hermenutico y como medida crtica de la fe cristiana en su conjunto36. En consecuencia, el acuerdo de fondo sobre la justificacin debe poder ser verificado tambin en el terreno eclesiolgico. Esta pregunta, que sirve de teln de fondo al documento sobre la Iglesia y la justificacin, sigue siendo la pregunta ms decisiva para el avance real del ecumenismo teolgico. Todos estos trabajos y disquisiciones han preparado y abonado el terreno para la firma de los acuerdos y de la Declaracin conjunta acerca de la doctrina de la justificacin, el 31 de octubre de 1999. En representacin de la Iglesia catlica-romana, se hallaron presentes el cardenal Cassidy y W. Kasper, entonces Presidente y Secretario, respectivamente, del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos. El Cardenal Kasper ha seguido trabajando a favor de una diversidad reconciliada en la unidad, que aspira a la supresin progresiva de viejos anatemas y de reproches recprocos. Su concepcin eclesiolgica no es un aspecto secundario en su amplsima reflexin; aparece, ms bien, como el punto de llegada de una laboriosa lnea de pensamiento que bebe de las intuiciones ms seeras de la escuela de Tubinga acerca de la eclesialidad de la teologa y que se ha explicitado en los trabajos ms recientes acerca del significado permanente del Vaticano II. Los rasgos caractersticos de la eclesiologa de comunin se han visto, finalmente, puestos a prueba en el terreno difcil del ecumenismo. El profesor de Teologa sistemtica ha tenido que reflexionar a fondo sobre la Teologa ecumnica y su mtodo. El ideal de esta communio no es la desaparicin de las tensiones. Porque toda vida, tambin la de la Iglesia, se mueve en tensiones. Se hace necesario distinguir entre las tensiones autnticas, donde los polos tienen una referencia recproca de complementariedad, y las contraposiciones insuperables, que aslan y excluyen hasta la incomunicacin. Sin duda alguna, en el horizonte del movimiento ecumnico se ha perfilado como un reto y un objetivo la realizacin del principio bblico de koinona/communio: hacia dnde nos orienta este ideal y regulador? Cul debe ser la aportacin especfica de la Iglesia catlica y de las otras Iglesias a ese horizonte de la futura unidad? Ciertamente, -as lo reconoca el cardenal Kasper en el informe que en noviembre de 2001 present en la sesin plenaria de su dicasterio-, no deja de ser sorprendente la convergencia que se ha producido en los dilogos ecumnicos en torno a la nocin de comunin. Y es que lo ms caracterstico de esta Teologa ecumnica consiste en partir no de lo que separa, sino de lo que es comn, considerando a los otros como hermanos y hermanas en la misma fe. De todos modos, un examen de esta categora no puede pasar por alto el hecho de que las diversas eclesiologas (ortodoxa, reformada, anglicana, catlica) interpretan este modelo de comunin-unidad bajo distintas perspectivas37. Por otro lado, como ya lo indicara el documento del Vaticano II sobre el ecumenismo, el corazn del ecumenismo es la oracin, el ecumenismo espiritual es su motor.
36
W. KASPER, Grundkonsens und Kirchengemeinschaft: Theologische Quartalschrift 167 (1987) 161181; aqu: 170. 37 Puede verse el texto en: Il Regno XLVII, n. 897 (15-II-2002), p. 132-141.
15
3.2 En la senda de Unitatis redintegratio: cosechar los frutos. El Presidente del Pontificio Consejo para la Promocin de la Unidad de los Cristianos nos ha marcado, por su parte, un itinerario y una hoja de ruta con esta sentencia programtica: El objetivo del ecumenismo es la unidad visible, la plena comunin de las Iglesias, que no es una Iglesia de la unidad uniforme, sino que abre espacio para la legtima pluralidad de los dones del Espritu, de las tradiciones, de las espiritualidades y de las culturas38. Confesamos un solo Dios, un solo Seor Jesucristo, un Espritu, un bautismo, una Iglesia (Ef 4, 4-6). En consecuencia, el empeo ecumnico no es un mero complemento de la tarea pastoral de la Iglesia, sino que est fundado en el corazn de su actuacin. El Concilio Vaticano II considera que es una de las tareas principales y reviste, ciertamente, una de las prioridades pastorales del pontificado de Juan Pablo II y de Benedicto XVI. Como dej escrito Juan Pablo II en la encclica Ut unum sint, de 1995, el camino ecumnico es el camino de la Iglesia (n. 7). En la sesin de investidura como doctor honoris causa por la Universidad Pontificia Comillas, el 30 de marzo de 2004, a cincuenta aos del decreto Unitatis redintegratio, el cardenal Kasper dedic su leccin a este tema: La teologa ecumnica: situacin actual. En este y otros informes habra que buscar las claves y la evolucin de su pensamiento ecumnico, con sus gozos y tambin con sus amarguras que no han faltado. Habra que repasar, por consiguiente, el siempre cambiante panorama ecumnico durante el ltimo decenio, atendiendo al dilogo catlico-ortodoxo, a la evolucin de las relaciones con las Iglesias nacidas de la Reforma, a la situacin especial de la Iglesia anglicana39. Pero no hay tiempo para ello. En el primer caso, el esfuerzo y el empeo por la unidad ha cristalizado en el llamado Documento de Ravena, que distingue tres planos en la Iglesia: el plano local (la dicesis como Iglesia local), el plano regional (el patriarcado y las conferencias episcopales nacionales y supranacionales), el plano universal. Adems, en cada uno de esos planos debe haber no slo sinodalidad o colegialidad, sino tambin un protos, es decir un primero, no slo con primaca de honor, sino tambin con primado de jurisdiccin40. En definitiva, este primer paso representa una respuesta a la cuestin que Juan Pablo II plante en 1995, cuando invit a una discusin sobre una nueva forma del ejercicio del ministerio del sucesor de Pedro. Esta intensa ocupacin con las Iglesias de Oriente parece haber relegado al olvido el dilogo con las Iglesias nacidas de la Reforma protestante. Pero no es as. Este dilogo ha proseguido en su variedad, tanto con las Iglesias histricas (luteranos, reformados, anglicanos) y con los metodistas, como con las llamadas Iglesias libres (baptistas, discpulos de Cristo, mennonitas, adventistas) y las Iglesias pentecostales. En el ao 2006 la Iglesia metodista se adhiri a la Declaracin conjunta sobre la justificacin: Este punto culminante se convierte a su vez en el punto sobre el que giran las cosas. Las diferencias en la comprensin de la Iglesia y del ministerio, con sus consecuencias para la comprensin de la Santa Cena y de la Eucarista, demuestran ser
38
W. KASPER, Perspektiven einer sich wandelnden kumene: Stimmen der Zeit 220 (2002) 651-661; aqu: 652. Esta dimensin de la personalidad del cardenal W. Kasper ha sido puesta de manifiesto en: P. WALTER, KL. KRMER, G. AUGUSTIN (eds.), Kirche in kumenischer Perspektive. Cardinal W. Kasper zum 70. Geburtstag, Freiburg-Basel-Wien 2003. 39 Cf. Al corazn de la fe: captulo 11: El amor y la verdad: el dilogo catlico-ortodoxo (233-266); captulo 12: Contra un nuevo confesionalismo. Las Iglesias de la Reforma protestante (267-305); captulo 13: En la crisis. La Comunin anglicana (307-322). 40 Cf. Al corazn de la fe, 259. Cf. W. KASPER (ed.), Il ministero petrino. Cattolici e ortodossi in dialogo. Roma 2004.
16
diferencias que no pueden superarse a corto plazo. Se aaden nuevas dificultades, principalmente en cuestiones ticas41. Finalmente, recordemos que el dilogo con los anglicanos, juntamente con el dilogo con los luteranos y los metodistas, se cuenta entre los primeros dilogos que se emprendieron despus del Vaticano II. La Comisin Internacional Anglicano/Catlica Romana (ARCIC) trabaj durante su primera fase los temas de la eucarista, el ministerio y la autoridad de la Iglesia. Durante los aos ochenta la Comunin Anglicana experimenta profundas transformaciones en virtud de la ordenacin de mujeres para el ministerio sacerdotal. Pronto comienzan a haber mujeres obispos en Estados Unidos y en Canad, y ms tarde, en la Iglesia de Inglaterra. La Comunin Anglicana se precipita hacia la crisis interna con la ordenacin episcopal del pastor Gene Robinson, que viva en unin homosexual, y que era un divorciado y padre de dos hijos, en la Iglesia episcopaliana de la Comunin Anglicana en Estados Unidos. El caso es que, a finales de 2008, la Comunin Anglicana se presenta en la Conferencia de Lambeth profundamente dividida. Es obvio que el dilogo anglicano-catlico no atraviesa por sus mejores momentos. Entretanto, a lo largo de estos aos y en medio de estas ocupaciones han visto la luz algunos libros del cardenal de la Ecumene, como el dedicado a la Eucarista, sacramento de la unidad42, como la recopilacin de trabajos menores dedicados a los caminos de la unidad43, con interesantes reflexiones sobre el primado del Obispo de Roma, o ese libro que ha visto la luz en 2009, y que tiene sabor a testamento, Cosechar los frutos44. Ah, yendo al corazn de la fe, es decir, a los temas nucleares de la Trinidad y de Jesucristo, de la salvacin, justificacin y santificacin, de la Iglesia, de los sacramentos del bautismo y de la eucarista, ha dejado cuentas rendidas de los dilogos ecumnicos ms importantes que sostiene la Iglesia catlica, con los luteranos, con los reformados, los anglicanos y los metodistas. 4. Conclusin: hacia una nueva etapa en el movimiento ecumnico W. Kasper, telogo de fama mundial, obispo y telogo abierto a los desafos del mundo y de la cultura, representa a una Iglesia que mira de cerca al mundo y al ser humano, que desea ponerse solidariamente al lado de las gentes, para compartir sus alegras y penas, y hacerse presente all donde se despliega su vida, sobre todo la de los ms pobres y necesitados. Lo que el cardenal W. Kasper desea de la Iglesia y aquello por lo que l mismo se ha comprometido cada da es la presencia pblica y no la retirada en la sacrista, es la bsqueda radical de su sustancia ms all del fundamentalismo y del relativismo, del rigorismo y del saldo, una Iglesia, que saca su fuerza y su vigor del Evangelio que se le ha confiado. No sucumbe, pues, a un espritu de poca ahistrico o desmemoriado. Pocos son los que como l pueden intervenir en la discusin y en los debates actuales con un profundo conocimiento de los resultados y procesos histricos y teolgicos. Esta es su preocupacin ltima: que la Iglesia sea
41 42
Cf. Al corazn de la fe, 272. W. KASPER, Sacramento de la unidad. Eucarista e Iglesia, Santander 2005. 43 W. KASPER, Vie dellunit. Prospettive per lecumenismo, Brescia 2006. 44 W. KASPER, Cosechar los frutos. Aspectos bsicos de la fe cristiana en el dilogo ecumnico, Santander 2010.
17
capaz de decir y transmitir el mensaje cristiano en este mundo y en este tiempo. En otras palabras: que la Iglesia sea sacramento universal de salvacin45. La sabidura de su docencia nos recuerda que el Concilio ha sido ledo y profundizado poco; que es necesaria una relectura integral de sus textos, junto con un avance prctico y decidido hacia una eclesiologa eucarstica. Tal idea es fructuosa bajo mltiples aspectos, pero de manera especial en el plano ecumnico. Esta misma idea de la comunin debe servir para clarificar mejor, no slo en un plano jurdico, sino sacramental, la relacin entre las Iglesias locales y la nica Iglesia universal, entre las diversas Iglesias y la nica Iglesia de Cristo, entre el obispo y el presbtero, que han de ser percibidos dentro de una nica comunin de fieles que participan activamente del nico pan y de la nica eucarista. Es importante acoger como encargo aquella triple tarea que de forma clarividente l ha asignado a la teologa: en primer trmino, que la teologa sirva a la humanizacin del ejercicio de la fe y de la vida eclesistica; en segundo lugar, que la teologa sirva al discernimiento de lo que es cristiano y al discernimiento de los espritus; finalmente, que la teologa sirva a la actualidad del cristianismo y ayude a la Iglesia a comprender los signos de los tiempos y a que ella misma siga siendo un signo comprensible en medio del mundo. Cuando el pasado mes de noviembre el obispo suizo Kurt Koch se hizo cargo de la presidencia del Pontificio Consejo para la promocin de la unidad de los cristianos, Benedicto XVI dirigi unas palabras donde mostraba el agradecimiento al cardenal Walter Kasper; el sentido de sus palabras apuntaban hacia una direccin que era algo as como su mismo legado: hacia una nueva fase del movimiento ecumnico.
45
Cf. E. KLINGER K. WITTSTADT (dirs.), Glaube im Prozess. Christsein nach dem II. Vatikanum (Festschrift fr K. Rahner), Freiburg-Basel-Wien 1984, p. 221-239.
18