Celis y Thomas Capitulo 7
Celis y Thomas Capitulo 7
Celis y Thomas Capitulo 7
Artculo publicado como Una nueva mirada al asunto de los asuntos inconclusos en Terapia
Psicolgica N 22 (1994) Sociedad Chilena de Psicologa Clnica, Santiago de Chile, y actualizado
para fines de este libro.
42
haba tocado, sino que la haba llevado sobre sus hombros. Caminaron
pocos dejan que el conejo salte libremente, sin control. La mayora de las
veces lo atrapamos en el aire, lo metemos en un saco y lo encerramos en un
cajn o lo ocultamos bajo la alfombra. Por ejemplo, surge un impulso por
decir algo en una conversacin -el conejo asoma la cabeza-, pero de inmediato
comenzamos a calcular la conveniencia o inconveniencia de expresarlo, las
posibles consecuencias sobre nuestra imagen o el aprecio que nos brindan los
dems: hemos ocultado nuevamente al conejo. En otras ocasiones, el conejo se
halla tan anestesiado que ni siquiera nos percatamos de su presencia: nuestra
represin se ha vuelto automtica, pero eso tendr consecuencias, conscientes
o inconscientes, a todo nivel. Es as que podramos definir una gestalt o
situacin inconclusa como aquella a la cual no le hemos dado un trmino
saludable, y en torno a la cual, por tanto, existe energa acumulada, que nos
causa malestar en diversos niveles y no nos permite estar enteramente atentos
a lo que ocurre en este lugar y estemomento.
Otro autor los define del siguiente modo: Los asuntos inconclusos son
indigestin organsmica. Nos atoramos con materia extraa, gestalts
incompletas que son consecuencia de nuestra interferencia con el libre
funcionamiento (Latner, J., 1974).
Formas de Detectarlos
Estos son ejemplos de formas de saber si tenemos asuntos inconclusos de
importancia:
(a) Tenemos fantasas persistentes respecto a personas o situaciones que
vivimos en el pasado;
(b) Mantenemos "dilogos internos" con otras personas, no presentes;
(c) Tenemos sueos en que volvemos a vivir alguna situacin;
(d) Sentimos rencor, melancola o depresin con respecto a la forma como se
dio algn hecho del pasado;
(e) Nos cruzamos con una persona y, en vez de sentirnos relajados con
cualquier sentimiento que sta nos inspire, experimentamos una verdadera
nube, una confusa mezcla de incomodidad, tensin y sensacin de "tener algo
pendiente" con ella;
(f) Nuestro cuerpo -el ms fino sensor de lo que nos pasa- tiene una sensacin
de incomodidad o inquietud al ver o al recordar a alguien;
(g) Estamos participando en una situacin, pero con la cabeza en otra parte.
(h) Perls, Hefferline y Goodman (1951, pg 500) dan, tambin como ejemplos
de ndices de la presencia de asuntos inconclusos, el insomnio y el
aburrimiento.
En una reunin de trabajo, podemos detectarlo cuando alguno(s) de los
asistentes parece distrado, se pone de pie para llamar por telfono, sale y
vuelve a entrar, etctera. Es poco lo que puede aportar a esa reunin una
persona que no est realmente presente. La mejor reunin de trabajo fracasa si
sus asistentes estn mirando constantemente su reloj, ansiosos por que llegue
la hora de trmino o pendientes de algn mensaje urgente que deba traer una
secretaria o llegar por el telfono. Lo mismo ocurre si en alguna actividad
alguien deja encendido su telfono celular y lo revisa peridicamente: esa
persona tiene buena proporcin de su energa y atencin en otro lugar.
Algunos aseguran que pueden estar en dos cosas al mismo tiempo, pero
generalmente eso es falso: slo podemos dedicar una atencin de buena
calidad a un asunto a la vez.
A veces nos cruzamos con un conocido en la calle, y esa persona no nos ve
aunque nos mire directo a los ojos, simplemente porque est ensimismada en
sus recuerdos o su dilogo interno. Cuntas veces nos ha pasado que no
veamos o no seamos vistos? En toda situacin en que no estemos con todos
nuestros sentidos atentos a lo que est ocurriendo en nosotros y nuestro medio
en que no estamos presentes-, es muy probable que nuestra atencin y
una serie de fenmenos sociolgicos que bien recordar la generacin que fue
adolescente o adulto joven en los 60. Se rompieron tal cantidad de estructuras
sociales que no es aventurado suponer que las generaciones que les siguieron
se enfrentaron a un mundo enteramente diferente. Las experiencias de
bsqueda personal y, especficamente, las terapias de grupo que surgieron en
esos tiempos -en lneas afines a la psicoterapia humanista y transpersonalllegaron
a extremos que nos cuesta imaginar en el presente. En maratones,
grupos de encuentro y terapias de grupo exista el enfrentamiento abierto de
sentimientos de violencia y sexo; los pacientes concedan una altsima cuota
de poder al terapeuta, autorizndole a emitir juicios a su respecto,
confrontarles, desafiarles a enfrentar situaciones, y, en algunos casos,
humillarles y ridiculizarles.
Cul era el objetivo de eso? Quizs, lograr que la persona se desidentificara
de su mecanismo neurtico; sin embargo, lo que tambin poda ocurrir era que
la persona no sintiera que esto apuntaba a su mecanismo, sino a su ser -y por
tanto, poda con esto sentirse agredido y no valorado-. En ese mbito, en
general se consideraba como valioso al trabajo teraputico que fuese
intensamente catrtico, violento. Junto con la Terapia Gestltica original -que
inclua una importante cuota de violencia, en cuanto a las situaciones a las que
el paciente se vea enfrentado- surgieron cantidad de formas teraputicas que
tenan la misma tnica. Yo particip, como terapeuta y como paciente, en
actividades de esa ndole -con tal intensidad que en una catarsis me fractur
dos huesos-, entre los aos 1975 a 1987, en Chile y el extranjero.
Sin embargo, desde aquellos tiempos nuestros objetivos han cambiado. Si bien
en algunos crculos este tipo de trabajo sigue siendo central, como ya hemos
dicho, pensamos que nuestro rol consiste en invitar a la Esencia a salir de su
encierro en el castillo, no en dinamitar la reja de entrada. Los mtodos
confrontacionales suelen generar una mayor resistencia, pues el paciente no se
ve enfrentado a responsabilizarse o no de su propio cambio, sino que debe
enfrentarse/defenderse de los intentos del terapeuta por "cambiarlo".
Consideramos que las tcnicas catrticas deben tener su espacio, pero no un
rol central. Consideramos ms importante que una dramtica catarsis, la
posibilidad de un cambio de creencias o de perspectiva en la persona, desde
una situacin no amenazante.
A mi entender, aquellos que insisten en aplicar los mtodos de los sesenta sin
modificaciones cometen un importante error: entre otras cosas, le transmiten a
sus pacientes la sensacin de que el cambio teraputico requiere, no slo
esfuerzo, sino sufrimiento y dramatismo, lo que pienso que no es as. De este
modo, los mtodos con los que actualmente pueden trabajarse los asuntos
inconclusos son suaves, no intrusivos y carentes de violencia. Citar a
continuacin algunas formas posibles de trabajo con ellos.
(a) Naturalmente, el ideal es no generar o no acumular asuntos
inconclusos.
Esto implica vivir alertas a nuestras claves internas, para dejar el mnimo
posible de situaciones sin un cierre saludable. En una conversacin con un
grupo de contagiados de Sida, Paul Lowe les dice:
Les contar una historia acerca de un amigo que muri. ramos grandes
amigos, y viajbamos por muchos lugares alrededor del mundo. Y solamos
jugar un juego: asegurarnos de hacer todo lo que desebamos hacer esta vez
en el planeta, de modo que no nos fuera necesario regresar... a menos que
quisiramos hacerlo.
As es que jugbamos este juego de completar. Cualquier cosa que
desebamos la obtenamos. A cualquier parte que quisiramos ir, all bamos.
Todo lo que desebamos hacer, lo hacamos. Entonces descubrimos que
estaba enfermo; y se agrav muy rpido... y seguimos jugando el juego. Aun
cuando algunas de las cosas que ordenamos por correo no llegaran a tiempo
-porque se estaba muriendo- seguamos jugando este juego. Muri en forma
tan dulce, hermosa y total. Cuando la energa se halla equilibrada y hay paz
en este nivel, simplemente te deslizas suavemente al siguiente nivel.
Y eso es lo que han revelado muchas personas que han experimentado estados
muy cercanos a la muerte: si nos dejamos ir suavemente, simplemente nos
deslizamos a la otra dimensin. As que el juego consiste en equilibrarse tanto
como sea posible en esta dimensin y, entonces, cuando la siguiente est libre
para nosotros, simplemente seguimos. (Lowe, P., 1989)
Otro enfoque preventivo de la acumulacin de asuntos inconclusos la sugiere
Oscar Ichazo, fundador del Instituto Arica. En un reportaje de la revista New
Age (Fields, R., 1976) el entrevistador observ que, durante las meditaciones,
los participantes tomaban nota de cualquier pensamiento o problema que
interfiriese con su meditacin, dndole "cita" para su posterior reflexin
analtica/analgica en algn momento en el que dispusieran de tiempo. Esto se
basaba en el hecho de que un asunto inconcluso -preocupacin o problema- se
vuelve cada vez ms insistente si no le prestamos atencin. Los meditantes
mantenan, entonces, pequeas libretas de anotaciones a su alcance cuando
meditaban.
Naturalmente, igual funcin puede cumplir esa libreta durante la vida
cotidiana. Para esos fines, utilizo mi agenda: cada vez que surge una
preocupacin, idea, inquietud o asunto pendiente, la anoto en la agenda. Este
mtodo me significa no tener inquietudes revoloteando en mi cabeza, salvo la
de revisar peridicamente dicha agenda.
Un mtodo similar pero ms elaborado lo sugiere Robert Monroe (Monroe, R.,
1971, 1985). Al iniciar una sesin de ciertos ejercicios que propone, sugiere
imaginar frente a nosotros una Caja de Conversin Energtica (Energy
Conversion Box) con forma de bal. En este bal comenzamos a introducir
cada preocupacin, inquietud o asunto inconcluso que tengamos, creando un
smbolo concreto para cada uno de ellos: por ejemplo, un montn de cuentas
por pagar, un reloj, una fotografa de alguien, la agenda de maana. Dice
Monroe: Las personas que han participado en nuestros seminarios han
descubierto estupendos smbolos para dejar cosas a un lado: una pequea
imagen del mundo fsico, con ellos fuera de l; listas de frases limitantes,
como "no puedo", "no voy a" y "no es"; anclas tanto hacia el pasado como
hacia el futuro; suposiciones, tanto respecto al fracaso como al xito y
smbolos de defensas, como una serie de mscaras.
Si deseramos perfeccionar esta tcnica y combinarla con la sugerida por
Oscar Ichazo, podramos adjuntar a cada uno de los smbolos que metemos en
el bal una etiqueta con la fecha y hora en la que atenderemos ese asunto
especfico. Es importante hacer esto -en la forma que queramos- pues la
postergacin indefinida de un "asunto inconcluso" slo aumentar la ansiedad
que ste nos produce.
(b) Si descubrimos que el "asunto inconcluso" ya est all.
Para empezar, no importa el tiempo transcurrido: a veces podemos sentir que
es absurdo estar an pensando en algo que ocurri mucho tiempo atrs. Si la
situacin no ha sido concluida saludablemente, pueden pasar muchos aos sin
que la inquietud interna se apacige. Si nos contactamos con la emocin que
qued atascada, podemos buscar una forma de darle curso: quizs llorar,
quizs gritar, quizs golpear un cojn o una almohada, quizs descargarse
escribiendo lo que nos ocurre, quizs contrselo a un amigo o a un terapeuta.
Si nuestro asunto pendiente involucra a otra u otras personas -muchas veces es
as- quizs deseemos hablar con ella o escribirle.
Lo importante, sin embargo, es lo que a m me ocurre en mi cuerpo, en mis
emociones. Puede que la otra persona no tenga el menor inters en contactarse
con nosotros o no perciba para nada la situacin como nosotros la vemos. Pero
soy yo quien tiene el asunto inconcluso, y soy yo quien debe hacerse cargo de
lo que me ocurre. En ocasiones, el "cierre" puede facilitarse en gran medida si
la o las personas estn dispuestas a escucharme o a conversar acerca de lo que
me inquieta; hasta puede que compartan mi inquietud. Sin embargo, si no es
as, yo deber buscar la forma. Y aqu existe un indicador infalible: si pongo
todo de mi parte por cerrar mi situacin inconclusa, sta quedar cerrada, pues
este "cierre" no depende de la respuesta externa, sino de la intensidad de mi
compromiso en hacer todo lo que est de mi parte por "completar" el asunto
inconcluso. Si, por temor o comodidad, hago slo intentos tibios, es probable
que la situacin siga igual. En muchas terapias grupales he visto seudocatarsis
en las que la persona no est realmente descargndose de nada.
Esto apunta a algo importante: en realidad, intentar cerrar una situacin
inconclusa requiere de cierto grado de valenta. Tenamos un evento en el
pasado que, en principio, no nos molestaba o interfera mayormente -o al
menos eso sentamos-. Por un motivo u otro, nos vemos enfrentados a revivir
una situacin dolorosa, desagradable, sin tener claros los beneficios de
hacerlo. Es comprensible que intentemos rehuir el asunto, que simulemos
intentos de cumplir con la tarea, "salir del paso" y olvidarlo todo. Slo si
somos valientes y arriesgados o si el "asunto inconcluso" se ha vuelto
intolerable, nos jugaremos el todo por el todo y nos abriremos a sentir todo lo
que est atascado en nuestro interior. Y slo entonces, si ponemos
absolutamente todo de nuestra parte, el asunto se cerrar.
Cuando tenemos un "cierre" pendiente con otra persona -ya sea que deseo
comunicarle un sentimiento o "cerrar" alguna situacin del pasado- puedo
recibir de su parte indiferencia, rechazo o imposibilidad de contacto, como es
el caso si la persona es inubicable o ha muerto. Tambin es posible que la otra
persona no est interesada en ayudarme a "cerrar": puedo haber hecho todos
los intentos posibles por comunicarme. Si la respuesta sigue siendo una
negativa, un rechazo o indiferencia, se aplica entonces lo dicho anteriormente:
habr hecho todo lo necesario de mi parte por cerrar. Es posible que an me
sea necesario hacer algo -quizs, simplemente aceptar la situacin-, pero ya le
habr dado curso a la energa que estaba atascada en mi interior. No siempre
los cierres tienen un final feliz: lo importante es no quedarme con algo
atorado. Y el mejor ndice para saber si queda o no algo pendiente ser mi
sensacin corporal: tendr que aprender a escucharla. En palabras de Perls,
Hefferline y Goodman (1951), la rpida secuencia en la cual la figura
rpidamente se transforma en fondo para la prxima figura emergente, hasta
que se presenta un clmax de contacto y satisfaccin y la situacin vital se
halla realmente cerrada.
Perdonar y perdonarse:
Existen diversos autores que le otorgan gran importancia al hecho de perdonar
y perdonarse. Por ejemplo, para el psiquiatra norteamericano Gerald
Jampolsky (1981), implica aceptar lo ocurrido y mis reacciones negativas
frente a eso. Dice Jampolsky: La paz interior slo puede ser alcanzada
cuando practicamos el perdn. El perdn es el vehculo para modificar
nuestras percepciones y dejar ir nuestros miedos, juicios condenatorios y
pesares. Es as que vemos que el "perdn" es bastante ms amplio que
simplemente decir las palabras "te perdono", e implica un cambio ms
profundo: implica tambin dejar ir el apego al rencor y a percibirse a s mismo
como vctima.
Quizs es importante considerar, a la hora de perdonar y perdonarse, el hecho
-experimentado por todos- de que las cosas no siempre ocurren como lo
deseamos. Por ejemplo, todas nuestras intenciones y esfuerzos conscientes
pueden apuntar en una direccin: enriquecer nuestra relacin de pareja,
lecciones que debemos aprender los seres humanos como conjunto, es posible
que las generaciones actuales s se beneficien de los profundos procesos de
transformacin que generaciones anteriores experimentaron, dcadas atrs.
Creo que actualmente se requieren dos ingredientes particularmente
importantes -tanto en el terapeuta como en el cliente- para producir el cambio
que permita a las personas superar auto-limitaciones y sufrimiento
innecesario: la disposicin honesta y responsable de enfrentar a los "leones del
subterrneo" y la apertura a la posibilidad de que ese enfrentamiento no sea
tan doloroso ni tan prolongado como sola serlo en el pasado.
1c. Comunicar el Dilogo Interno43
Aquellos familiarizados con los libros de Carlos Castaneda quizs recuerden
esta cita:
Don Juan: Usted habla demasiado consigo mismo, y no es el nico en
hacerlo. Todos lo hacemos. Seguimos una conversacin interior: rumiamos.
Cuando est solo, qu hace?
Castaneda: Hablo conmigo mismo.
Don Juan: De qu habla?
Castaneda: No s. De cualquier cosa, supongo.
43
verdad pensamos.
Una de las grandes contradicciones que dan origen a nuestra neurosis es que
cuando nios nos ensean a valorar la verdad y la transparencia, pero lo que
de hecho vemos es que son poqusimos los adultos que practican esa idea.
Creo que el factor que ms pesa para ni siquiera considerar un cambio de
perspectiva es el juego social: muy pocos dicen la verdad! Vemos a figuras
pblicas, a los conductores de programas de la TV, a los candidatos polticos,
a nuestros supuestos lderes mentir con todo descaro por la televisin, y
tambin vemos faltar a la verdad a nuestros profesores, a los sacerdotes de la
religin que profesamos y hasta a nuestros padres. Quines de ellos dicen la
verdad? Generalmente, slo aquellos que no tienen nada que perder.
Y tambin es frecuente que cuando nios tengamos experiencias en que,
cuando decimos la verdad, los adultos se disgustan y nos reprueban o
simplemente no nos creen. Y entonces, al "adaptarnos", comenzamos a hacer
lo mismo que ellos, a pensar antes de hablar, a seleccionar lo que vamos a
decir, a calcular consecuencias posibles. Y es all donde surge el dilogo
interno. Aprendimos a expresar estas cosas en los aos 70 en el Instituto
Arica, donde le llamaban "limpiar": nos reunamos individualmente con la
persona con que tenamos algo que decirle a veces, con un testigo imparcial
previamente elegido- y le pedamos "limpiar". Entonces le comunicbamos lo
que tenamos pendiente con ella y la persona simplemente escuchaba con el
mayor respeto posible, muchas veces sin responder nada, hasta quedar
"limpios".
Paul Lowe -quien le da gran importancia a este aspecto- comenta: "La mayora de
nosotros no le comunica a los dems lo que est pensando en el momento; tenemos
un dilogo interno, y sa es nuestra enfermedad. El dilogo interno es tu barrera hacia
tu libertad, es aquello que obstaculiza tu
contacto; primero, en tu relacin contigo mismo, y luego entre t y los dems (Lowe,
P., 1998).
Ms all de las obvias implicancias ticas y ms all de la contaminacin a la
que se ve sometida nuestra convivencia hay, adems, efectos muy perniciosos
en la misma persona: cuando el bla-bla interno sustituye a nuestra experiencia
directa -cuando colamos lo que decimos y expresamos- nuestros recursos
innatos, nuestra inteligencia y nuestra intuicin son sustituidas por el mero
intelecto condicionado y repetitivo. Perdemos la facultad de captar quines de
verdad somos y quines de verdad son quienes nos rodean objetos y
personas, amigos, amantes, enemigos- en este momento, y la experiencia
directa es reemplazada por meras ideas y conceptos. En cambio, organizamos
nuestras relaciones de acuerdo con principios abstractos como belleza,
nuestros derechos o la libertad y los principios terminan siendo lo ms
importante, en vez de lo que en verdad demanda una situacin concreta. Segn
Latner (1974, pg. 108), "Los conceptos de derecho, bien, justicia y una gama
de consideraciones ticas y morales brotan para llenar la ausencia de sensibilidad de
nuestra experiencia y la cualidad autista de nuestro contacto.
Podemos decir que, muy en general, hay dos tipos de personas: aquellos que dicen y
expresan todo apenas lo piensan y aquellos que cuelan lo que dicen y que pierden,
por tanto, su espontaneidad. Ninguno de estos dos estilos contribuye a las relaciones
ms conscientes entre las personas. El primer tipo de individuo se expresa
irreflexivamente, convirtindose en una mquina aparentemente espontnea- que
emite una respuesta tan pronto recibe el estmulo. Presa de su condicionamiento, sus
respuestas/reacciones son slo las que se detonan automticamente segn sus
experiencias previas. Insultar a quien no sea de su agrado, no por algn motivo claro
basado en su sensibilidad presente, sino por alguna experiencia pasada cuya
atingencia con esta situacin y este momento puede ser nula. Obviamente, lo que
esta persona necesita es sensibilizarse, caer al presente y dejarse sentir toda la gama
esa cortina de basura, todo ese bla-bla mental, y comenzaran a estar presentes con
ustedes mismos y los dems.
La idea es que, con las personas con quienes estemos dispuestos a experimentar y
que sintamos dispuestas a escuchar de verdad: no son muchas-, nos atrevamos a
expresarles absolutamente todo aquello que sentimos por ellas, tanto lo que para
nosotros tiene un tinte negativo como
aquello que sentimos positivo, y tambin aquello que va surgiendo en el momento de
la interaccin. Cules son los efectos que hemos visto al hacer esto? En el 90% de los
casos, el efecto mayor es una sensacin de liberacin y de mayor intimidad y cercana
entre las personas involucradas; suele descubrirse que las fantasas respecto a lo que
el otro piensa son mucho peores que la realidad -y a veces, enteramente falsas-. Y en
la persona que se expresa, una sensacin de caer ms al presente, de mayor
integridad, liviandad, transparencia y una muy notoria recuperacin de su energa y
disminucin del temor.
Estemos o no conscientes del hecho, el dilogo interno tiende una cortina de
anestesia que no nos deja estar en contacto con nuestra propia sensibilidad y mucho
menos an con la otra persona y la situacin presente. Nuestra energa se halla
volcada fundamentalmente a nuestra conversacin privada con nosotros mismos. En
palabras de Paul Lowe (1989),En cada instante existe la posibilidad de una vibracin
de verdad, de flujo; y, si no vivimos de acuerdo a eso, hay una aberracin, la que se
siente subjetivamente como incomodidad, y que es acumulativa.
Es difcil transmitir la liberacin que significa no tener asuntos inconclusos ni nada
retenido en un momento dado y digo en un momento dado porque esto es algo que
debe atenderse continuamente-. Don Juan, el brujo yaqui, dice: el mundo cambiar en
cuanto deje de hablarse a s mismo, y debe estar preparado para este salto
monumental (Castaneda, C., 1971, pg. 219). Es
verdad, y es algo que debe experimentarse directamente, superando nuestra
tendencia a mantener nuestra comodidad e ilusoria seguridad. Si de veras deseamos
vitalizarnos y superar la semi-inconsciencia que nos caracteriza, debemos correr el
riesgo de incomodar a otros, de sufrir bochornos, de que nos critiquen. No existe otra
forma de sacudirnos el verdadero traje de buzo
que nos ha dejado nuestro condicionamiento y que esconde nuestra verdadera
inocencia y espontaneidad.
Bibliografa
Aranela, E. y Silva, M. (1986) Respiracin Consciente. Estudio exploratorio de la
aplicacin de una tcnica respiratoria sobre una muestra de eleccin razonada. Tesis
de Grado para optar al ttulo de Psiclogo. Depto. De Psicologa de la U. de Chile.
Castaneda, C. (1971) A separate reality. Further conversations with Don Juan. Simon
Schuster, Pocket Books, New York.
Celis, A. (2001) La tcnica de comunicar el dilogo interno. Revista Uno Mismo N140,
Santiago de Chile, Agosto.
Fields, R. (Mayo 1976) Arica: Inside the Metasociety. An interview with Oscar Ichazo.
New Age Magazine, Massachussetts.
Goi, P. (1991) Eficacia del entrenamiento en relajacin muscular progresiva
e imaginera mental guiada para reducir los efectos secundarios en pacientes
sometidos a quimioterapia. Tesis para optar al grado de Licenciado en
Psicologa, Universidad Diego Portales, Santiago de Chile.
Gordon, T. (1970) Teora de relaciones interpersonales sanas y un programa de
entrenamiento de padres. Cap. 21 de New Directions in Client-Centered Therapy,
editado por J.T.Hart y T.M. Tomlinson. Houghton Mifflin, New York.
Grossarth-Maticek, R. y Eysenck, H.J. (1990) Personality, Stress and Disease:
description and validation of a new Inventory. Psychological Reports, 66, 355-373.
Hoffman, R. (1980) No one is to blame: getting a loving divorce from
Mommy and Daddy. Science and Behavior Books, Palo Alto, California.