Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Celis y Thomas Capitulo 7

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 21

Captulo 7:

RECUPERAR Y MANTENER LA ENERGA VITAL


Alejandro Celis H.
Como fue mencionado anteriormente en la Primera Parte de este libro, adems
de la triloga fundamental que estimulan tanto guestlticos como Humanistas y
Transpersonales en sus psicoterapias y programas diversos de trabajo interno consciencia, responsabilidad y presencia-, los psicoterapeutas del Instituto nos
planteamos estimular otros tres aspectos que guardan relacin estrecha con los
anteriores, pero involucran un trabajo ms especfico. Llamamos a stas,
"variables transversales", porque se hallan presentes tanto en el curso
completo de una psicoterapia como en los programas didctico-experienciales
que impartimos. Son las siguientes:
(1) Recuperacin y mantencin de la energa vital.
(2) Aprender a "estar con" las vivencias internas.
(3) Aprender a soltar el control, dejarse ir y confiar en la gua trascendente.
En este captulo exploraremos la primera de estas variables.
Recuperacin y mantencin de la energa vital:
Como bien han destacado -entre otros- pioneros como Wilhelm Reich o Fritz
Perls, los efectos del condicionamiento represivo son devastadores para
nuestra espontaneidad, nuestras percepciones y nuestro nivel bsico de energa
disponible. El aporte de Reich fue, a mi entender, que la represin dejase de
ser tan slo un concepto interesante -pero lejano y abstracto-, sino que algo
que tena una expresin muy concreta y cotidiana en la "coraza muscular": en
la contraccin crnica de la musculatura y en el control de la respiracin.
Por su parte, Carl Rogers (1964) expone en forma particularmente lcida la
forma cmo el condicionamiento represivo afecta nuestra percepcin y forma
de sentir. Para explicarlo en forma simple: nuestro libre funcionamiento,
nuestra auto-regulacin organsmica -o como sea que le llaman diversos
autores humanistas, guestlticos o transpersonales- se ve interferido, no slo
durante las experiencias que nos condicionan, sino mientras siga presente ese
condicionamiento en nosotros y mientras nuestro centro, nuestro Yo Superior
o nuestro Self (esta instancia tambin recibe diversos nombres en la literatura)
no tome el control de nuestras vidas.
Nos extenderemos acerca de tres formas de lograr esta finalidad: (a) el trabajo
corporal, (b) los asuntos inconclusos y (c) el dilogo interno.
1a. El trabajo corporal
Como hemos ya visto, a travs del condicionamiento adoptamos actitudes
autodestructivas y en general malsanas, que se reflejan fielmente en nuestro
cuerpo. Fue nuevamente Wilhelm Reich -y luego sus seguidores, Alexander
Lowen y John Pierrakos- quienes destacaron el correlato fsico del
condicionamiento. Perls, Hefferline y Goodman (1951) sealan que el
concepto de "armadura muscular" de Wilhelm Reich -que alude a la condicin
recin sealada- "es, sin duda, el aporte ms importante a la medicina
psicosomtica desde Freud".
De la comprensin de la estrecha e inseparable relacin mente-cuerpo
surgieron, especialmente desde los aos 6040, cantidad de formas teraputicas
que, desde un trabajo con el cuerpo, intentaban "destrabarlo" y, con ello, que
el individuo recuperara un modo de funcionamiento sano en que fuese dueo
de su propia energa vital y entusiasmo. Entre stas se cuentan la
Bioenergtica (Lowen, A., 1976), el Grito Primal (Janov, A., 1970), el
Rebirthing (Orr, L., 1976), el proceso Fischer-Hoffman (Hoffman, R., 1980) y
meditaciones intensamente catrticas, como la Meditacin Dinmica

(Rajneesh, B.S., 1981); paralelamente, se desarrollaron tcnicas de masaje


corporal que tambin implicaban catarsis (Rolf, I., 1977). Ms tarde
aparecieron tcnicas como la Biodanza de Rolando Toro o nuevas y ms
abarcativas perspectivas del trabajo con el cuerpo, como la Biosntesis de
David Boadella.
Nos extenderemos brevemente en las meditaciones en movimiento creadas por
Bhagwan Shree Rajneesh (Osho) (1981). La particularidad de estas tcnicas es
que incluyen movimiento enrgico incluso catarsis-; Rajneesh explic esto
porque segn l, los occidentales no logramos sentarnos simplemente a
meditar, por la excesiva inquietud de nuestras mentes. Por lo tanto, crey
necesario crear meditaciones que incluan ese componente energtico al
principio, para luego incluir etapas de quietud en las que se favorece una
actitud ms receptiva. Cada una de las meditaciones que describo aqu incluye
msica creada por el discpulo de Rajneesh, Swami Chaitanya Hari 41 -que va

El espritu de experimentacin que prim en los 60 y 70 en el movimiento Humanista y


Transpersonal fue desalentado en forma radical por la tendencia surgida en Norteamrica a
demandarte por cualquier cosa: si tropezabas en la calle podas demandar al municipio, y por
supuesto los terapeutas fueron especialmente vulnerables a ese tipo de mentalidad.
41 Msico alemn muy popular en el mbito de la msica New Age. Su nombre legal es Hari
Deuter.
40

marcando los cambios de etapa- por lo cual no es necesario estar atento a la


duracin de cada una. Errneamente, a veces se las denomina meditaciones
dinmicas a todas, pero en verdad la Meditacin Dinmica es una sola. Sola
practicarse temprano todas las maanas en el ashram de Rajneesh, y stas son
sus instrucciones (Rajneesh, B.S., 1981) y las de las principales otras creadas
por este Maestro:
La Meditacin Dinmica dura una hora y tiene cinco etapas. Puede ser
hecha solo, pero la energa es ms poderosa si se realiza en grupo. Es una
experiencia individual, de manera que debes abstraerte de la presencia de los
dems a tu alrededor y mantener tus ojos cerrados durante toda la
meditacin, utilizando preferentemente una venda para los ojos. Es mejor
tener el estmago vaco y usar ropa suelta y confortable.
Primera Etapa (10 minutos): Respira caticamente a travs de la nariz,
concentrndote siempre en la exhalacin. El cuerpo se har cargo de la
inhalacin. Haz esto tan rpido y tan intensamente como puedas, y luego un
poco ms intensamente, hasta que literalmente te conviertas en la respiracin.
Utiliza los movimientos naturales de tu cuerpo para ayudarte a elevar tu
energa. Siente cmo se levanta, pero no la dejes ir durante la primera etapa.
Segunda Etapa (10 minutos): Explota! Deja salir todo lo que necesite ser
arrojado fuera. Vulvete totalmente loco, grita, chilla, llora, brinca, sacdete,
baila, canta, re, revulcate. No retengas nada, mantn todo tu cuerpo en
movimiento. Un poquito de actuacin a veces ayuda para comenzar. Nunca
permitas que tu mente interfiera con lo que est sucediendo. Involcrate de
manera total.
Tercera Etapa (10 minutos): Con los brazos levantados, brinca hacia arriba y
hacia abajo, gritando el mantra H!, H!, tan profundamente como
puedas. Cada vez que caigas en la planta de tus pies, deja que el sonido
martille profundamente en el centro del sexo (perineo). Entrega todo lo que
tienes, agtate totalmente.
Cuarta Etapa (15 minutos): Detnte! Qudate inmvil en cualquier posicin
en que te encuentres, no acomodes el cuerpo en forma alguna. Una tos, un
movimiento, cualquier cosa va a disipar el fluir de la energa, y el esfuerzo se
perder. S un testigo frente a todo lo que te est sucediendo.
Quinta Etapa (15 minutos): Celebra y regocjate con la msica y el baile,

expresando tu gratitud hacia el Todo. Lleva tu alegra contigo a travs del


da.
Si tu espacio para meditar te impide hacer ruidos, puedes practicar esta
alternativa silenciosa: en lugar de lanzar afuera el sonido, deja que la
catarsis de la segunda etapa tenga lugar enteramente a travs de movimientos
corporales, o bien grita mordiendo un cojn. En la tercera etapa, el sonido
H! puede ser martillado silenciosamente adentro y la quinta etapa puede
convertirse en un baile expresivo.
Meditacin Kundalini:
Esta meditacin se haca al atardecer en el ashram de Rajneesh, y es la
hermana muy querida de la Meditacin Dinmica. Consiste en cuatro etapas:
Primera Etapa (15 minutos): Reljate y deja que todo tu cuerpo comience a
sacudirse, sintiendo que la energa sube desde los pies. Sultate totalmente y
convirtete en las sacudidas. Puedes tener los ojos abiertos o cerrados.
Segunda Etapa (15 minutos): Baila de cualquier forma que desees, y deja
que todo el cuerpo se mueva como quiera.
Tercera Etapa (15 minutos): Cierra los ojos y permanece quieto, sentado o de
pie en actitud de testigo frente a todo lo que sucede dentro y fuera de ti.
Cuarta etapa (15 minutos): Manteniendo los ojos cerrados, tindete en el
suelo y permanece quieto.
Meditacin Nataraj:
La Nataraj es baile como meditacin total. Hay tres etapas que duran un
total de 65 minutos.
Primera Etapa (40 minutos): Baila con los ojos cerrados, como si estuvieras
posedo. Deja que el inconsciente asuma totalmente el control. No controles
tus movimientos ni seas un testigo de lo que est sucediendo. Slo entrgate
totalmente al baile.
Segunda Etapa (20 minutos): Manteniendo tus ojos cerrados, tindete de
espaldas de inmediato. Permanece silencioso y quieto.
Tercera Etapa (5 minutos): Baila en celebracin y divirtete.
Nuestra percepcin es que estas tcnicas y otras pueden ser
extraordinariamente tiles, pero el ideal es que se utilicen en el marco de un
trabajo ms amplio, en el cual el individuo efectivamente decida asumir una
forma de funcionamiento ms integrada, responsable y vital. El rebirthing, por
ejemplo, es una herramienta potentsima a travs de la cual la persona puede
experimentarse a s misma de formas que hasta entonces le eran desconocidas:
con un tremendo caudal de energa que se percibe como casi inagotable, con
emociones intenssimas e incomprensibles para su lgica, una sensibilidad
extraordinaria y plena de matices, etc. (Aranela y Silva, 1986). Sin embargo -a
mi entender-, una experiencia de esta ndole requiere, para ser efectiva a largo
plazo, que exista un apoyo teraputico verbal para ser integrada, pues de otro
modo puede transformarse para la persona en una experiencia "interesante",
sin mayor aplicacin a su vida cotidiana.
1b. Los asuntos inconclusos42
Dos monjes Zen estaban cruzando un ro. Se encontraron con una joven muy
hermosa que tambin deseaba cruzar, pero tena miedo. As que uno de los
monjes la subi sobre sus hombros y la transport a la otra orilla.
El otro monje estaba furioso. No dijo nada, pero estaba hirviendo por dentro.
Un monje budista no debera tocar a una mujer; y este hombre no slo la

Artculo publicado como Una nueva mirada al asunto de los asuntos inconclusos en Terapia
Psicolgica N 22 (1994) Sociedad Chilena de Psicologa Clnica, Santiago de Chile, y actualizado
para fines de este libro.
42

haba tocado, sino que la haba llevado sobre sus hombros. Caminaron

durante varios kilmetros. Cuando estaban llegando al monasterio y ya


cruzando el portal, el segundo monje, furioso, enfrent al primero y le dijo:
"Tendr que hablarle al Maestro respecto a esto, tendr que informarle. Eso
est prohibido!".
El primer monje dijo, "De qu hablas?Qu es lo que est prohibido?".
"Lo has olvidado?", dijo el otro. "Llevaste a una hermosa mujer sobre tus
hombros!".
El primer monje ri y dijo: "S, la llev. Pero la dej a la orilla del ro,
kilmetros atrs. Acaso t an sigues con ella?".
Historia tradicional Zen (En Rajneesh, B.S., 1979)
El tema de los asuntos inconclusos o gestalts inconclusas ha recibido, para mi
sorpresa, escasa atencin en la literatura posterior a Fritz Perls (1951, 1976).
Hallo esto sorpresivo porque, en mi experiencia personal, es significativo e
impactante el contraste que existe entre tener un sentimiento o impulso
indigesto y el atreverse a darle curso, a expresarlo. Pero, qu son las
situaciones inconclusas? Vemoslo a travs de otro ejemplo: imaginemos que
ayer vivimos una situacin en que, despus de mucho tiempo sin vernos, nos
encontramos con un viejo conocido: dicho encuentro, sin embargo, result
sorpresivo y en circunstancias quizs poco propicias. Todo lo que logramos
expresarle son lugares comunes y las formalidades habituales. Luego, despus
de separarnos de esta persona, nos surge una incmoda sensacin respecto a lo
que no le expresamos, debido a la sorpresa o al temor respecto a cmo
seramos recibidos, etc. Es posible que durante el resto del da mantengamos
"dilogos internos" con esa persona, en los cuales le expresamos lo que no fue
dicho: quizs, todo lo que lo hemos extraado, lo importante que es para
nosotros, nuestro deseo de renovar nuestra amistad, etctera. Cierta cantidad
de energa inexpresada qued atascada en nuestros msculos, en nuestra voz.
Esa situacin, entonces, puede haber quedado inconclusa. Surgi un impulso,
se gener una energa que no fue dedicada a su propsito original: -expresar
nuestros sentimientos- sino que se acumul en nuestro cuerpo, generando
tensiones fsicas, emocionales y mentales. Ya sabemos que, al crecer, nos
insensibilizamos en mayor o menor grado, producto del condicionamiento y
de nuestras defensas. Es muy probable, por ejemplo, que en la actualidad se
nos presenten personas, prcticamente desconocidas, a las que quisiramos
acercarnos; la mayora de las veces no lo hacemos, y hasta nos las arreglamos
para restarle importancia a lo que sentimos. No sentiremos las cosas con igual
intensidad como cuando fuimos nios, pero la situacin de "incompletitud"
igual existir, aunque no seamos conscientes de ella. Y, como sealan Perls,
Hefferline y Goodman (1951), "es una tendencia bsica del organismo
completar cualquier situacin o transaccin que para l haya quedado
incompleta".
Estos mismos autores (1951, Pg.323) describen as la dinmica en que estas
situaciones se "completan": "La situacin inconclusa ms urgente se vuelve
dominante y moviliza todos los esfuerzos disponibles hasta que la tarea se ha
completado; luego, se vuelve indiferente y pierde foco consciente, y la
siguiente necesidad ms urgente comienza a requerir atencin. Esta
necesidad aumenta su urgencia, no en forma deliberada, sino espontnea. ( )
La consciencia espontnea de la necesidad dominante y su organizacin de
las funciones de contacto es la faceta psicolgica de la auto-regulacin
organsmica".
En las pginas siguientes, hablar, entonces, de diversos aspectos de este
fenmeno. Siguiendo el ejemplo del psiclogo Wilson Van Dusen, (1978) que
imaginaba a los temas realmente vitales de nuestra existencia como leones en
nuestro subterrneo, me gusta darle una imagen al impulso espontneo por
expresarnos. Lo imagino como un conejo que salta desde nuestras ropas: muy

pocos dejan que el conejo salte libremente, sin control. La mayora de las
veces lo atrapamos en el aire, lo metemos en un saco y lo encerramos en un
cajn o lo ocultamos bajo la alfombra. Por ejemplo, surge un impulso por
decir algo en una conversacin -el conejo asoma la cabeza-, pero de inmediato
comenzamos a calcular la conveniencia o inconveniencia de expresarlo, las
posibles consecuencias sobre nuestra imagen o el aprecio que nos brindan los
dems: hemos ocultado nuevamente al conejo. En otras ocasiones, el conejo se
halla tan anestesiado que ni siquiera nos percatamos de su presencia: nuestra
represin se ha vuelto automtica, pero eso tendr consecuencias, conscientes
o inconscientes, a todo nivel. Es as que podramos definir una gestalt o
situacin inconclusa como aquella a la cual no le hemos dado un trmino
saludable, y en torno a la cual, por tanto, existe energa acumulada, que nos
causa malestar en diversos niveles y no nos permite estar enteramente atentos
a lo que ocurre en este lugar y estemomento.
Otro autor los define del siguiente modo: Los asuntos inconclusos son
indigestin organsmica. Nos atoramos con materia extraa, gestalts
incompletas que son consecuencia de nuestra interferencia con el libre
funcionamiento (Latner, J., 1974).
Formas de Detectarlos
Estos son ejemplos de formas de saber si tenemos asuntos inconclusos de
importancia:
(a) Tenemos fantasas persistentes respecto a personas o situaciones que
vivimos en el pasado;
(b) Mantenemos "dilogos internos" con otras personas, no presentes;
(c) Tenemos sueos en que volvemos a vivir alguna situacin;
(d) Sentimos rencor, melancola o depresin con respecto a la forma como se
dio algn hecho del pasado;
(e) Nos cruzamos con una persona y, en vez de sentirnos relajados con
cualquier sentimiento que sta nos inspire, experimentamos una verdadera
nube, una confusa mezcla de incomodidad, tensin y sensacin de "tener algo
pendiente" con ella;
(f) Nuestro cuerpo -el ms fino sensor de lo que nos pasa- tiene una sensacin
de incomodidad o inquietud al ver o al recordar a alguien;
(g) Estamos participando en una situacin, pero con la cabeza en otra parte.
(h) Perls, Hefferline y Goodman (1951, pg 500) dan, tambin como ejemplos
de ndices de la presencia de asuntos inconclusos, el insomnio y el
aburrimiento.
En una reunin de trabajo, podemos detectarlo cuando alguno(s) de los
asistentes parece distrado, se pone de pie para llamar por telfono, sale y
vuelve a entrar, etctera. Es poco lo que puede aportar a esa reunin una
persona que no est realmente presente. La mejor reunin de trabajo fracasa si
sus asistentes estn mirando constantemente su reloj, ansiosos por que llegue
la hora de trmino o pendientes de algn mensaje urgente que deba traer una
secretaria o llegar por el telfono. Lo mismo ocurre si en alguna actividad
alguien deja encendido su telfono celular y lo revisa peridicamente: esa
persona tiene buena proporcin de su energa y atencin en otro lugar.
Algunos aseguran que pueden estar en dos cosas al mismo tiempo, pero
generalmente eso es falso: slo podemos dedicar una atencin de buena
calidad a un asunto a la vez.
A veces nos cruzamos con un conocido en la calle, y esa persona no nos ve
aunque nos mire directo a los ojos, simplemente porque est ensimismada en
sus recuerdos o su dilogo interno. Cuntas veces nos ha pasado que no
veamos o no seamos vistos? En toda situacin en que no estemos con todos
nuestros sentidos atentos a lo que est ocurriendo en nosotros y nuestro medio
en que no estamos presentes-, es muy probable que nuestra atencin y

energas se hayan deslizado hacia alguno de estos asuntos pendientes. Esto


tiene, naturalmente, las siguientes excepciones: que estemos simplemente
cansados o hayamos cado en ciertas "fases de descanso" fisiolgicas que se
dan en vigilia (Rossi, E.L., 1991).
Sus Efectos
En su ltima obra discogrfica (Double Fantasy), John Lennon dice en una
cancin: La vida es lo que ocurre mientras ests ocupado haciendo otros
planes. Eso ilustra el efecto ms cotidiano y pernicioso: no estamos
verdaderamente presentes en lo que estamos haciendo.
La situacin inconclusa nos quita energa. Nos mantiene en la melancola, en
la indefinicin y el descompromiso con aquello con lo que estamos
enfrentados ahora, hoy. Es central para que el momento sea vivido con
plenitud y le sea extrado el mximo provecho, el que la persona haya logrado
desconectarse internamente de sus otros compromisos, actividades y
preocupaciones. "Desconectarse" implica estar presente en la situacin y
momento actuales, y no dejarnos llevar por pensamientos que nos arrastren al
pasado o al futuro. Si nos dejamos arrastrar, tendremos otra preocupacin
ms: no aprovechamos este momento como debamos y tendremos que
completarlo en otra ocasin -lo que es ya dudoso, si nuestros hbitos son no
estar presentes en lo que hacemos-.
Relacionado con esto se halla una segunda consecuencia: el stress. Algunas
formas de concebir el stress son las que siguen: hacer ms cosas de las que
humanamente podemos; el que nuestra eficiencia se vea entorpecida por
nuestra ansiedad o, tambin, como la incapacidad para "desconectarnos" de
nuestro trabajo mientras descansamos. El stress disfuncional es un estado nonatural
en el que nuestro potencial fsico, mental y emocional se ve reducido a
un mnimo debido al estado de tensin: el impulso refrenado se refleja.
usualmente, en msculos contrados, a veces en forma crnica.
Cmo se generan los Asuntos Inconclusos
Quisiera exponer a continuacin cuatro de las formas principales en que se
generan las gestalts inconclusas.
(1) La represin de un sentimiento o expresin espontneas:
El condicionamiento -especialmente en la infancia y adolescencia- nos ensea
qu es lo "bueno" y qu es lo "malo". Nuestros padres, los representantes de la
religin, nuestros profesores, el mundo adulto en general, nos reprobaron frunciendo el ceo o con formas ms brutales- cuando expresamos o
evidenciamos algunos sentimientos; y nos sonrieron, nos premiaron y nos
alabaron cuando expresamos otros. Puesto que para nosotros era importante
sentirnos queridos y aceptados por ese mundo adulto, comenzamos a actuar
segn lo que se esperaba de nosotros: nosotros mismos comenzamos a
permitirnos y a "aprobar" en mayor grado algunos de nuestros sentimientos y
a sentirnos incmodos con otros, y por lo tanto, los reprimimos (Rogers, C.,
1964). En algunos casos, esta represin implica que estamos conscientes del
sentimiento, mas decidimos no expresarlo; en otras, la represin llega a tal
grado que no tenemos consciencia de lo que estamos sintiendo.
Los sentimientos reprimidos, cuando estamos conscientes de ellos, nos hacen
sentir vulnerables: "Qu pasa si nos rechazan cuando los expresemos?". La
ira, el odio, la pena, la confusin, el llanto, la incertidumbre, la indecisin, la
vulnerabilidad, el deseo sexual, el amor, la atraccin por otra persona, son
sentimientos frecuentemente reprimidos o aceptados slo dentro de ciertos
mrgenes muy especficos, delimitados por la sociedad. Se genera entonces un
problema, pues quisiera sugerir que no hay norma legal, religiosa o moral
que pueda eliminar lo que corresponde a nuestra naturaleza. Por tanto, ya
desde los tres a los cinco aos aprendemos a mentir, a disfrazar lo que
sentimos para evitar la desaprobacin, el rechazo o el castigo. Lo ms grave

ocurre cuando nosotros mismos dejamos ya de saber con precisin lo que de


veras sentimos: nos hemos acostumbrado tanto al disimulo y a la mentira que
ya no la distinguimos de lo real.
Si, por ejemplo, la religin que profesamos no acepta la expresin de la
sexualidad si no se da con "amor", ni siquiera nos permitiremos vivenciar la
primera si no estamos seguros de la presencia del amor. Y entonces ocurrir
con frecuencia que intentemos convencernos de que alguien nos inspira amor,
slo para poder aceptar la atraccin sexual que nos produce. As ocurre que
relaciones que slo tienen como base la atraccin fsica se toman como
relaciones definitivas, con las consiguientes dificultades que experimentar la
pareja as formada.
Disimulamos lo que sentimos con las personas de las que tememos el rechazo
-padres, pareja, etc-: mantenemos una imagen: "No me ha pasado nada, no he
pensado o sentido nada 'irregular'; todo sigue igual". Pero, como digo,
nosotros mismos nos convencemos de que esa imagen es la verdad: y todos
aquellos sentimientos que hemos reprimido pasarn a ser asuntos inconclusos,
pues la represin no elimina ni hace desaparecer nada.
Es prcticamente consensual en los mbitos ms lcidos de nuestra sociedad
que la cultura (costumbres, formas de pensar, lo que se acepta y lo que se
rechaza) de nuestro pas, Chile, es especialmente inhibitoria y, en algunos
crculos, muy moralista. En Chile, lo que no corresponde al patrn de "lo
comn, lo aceptado", es fuertemente desalentado: a travs de la historia,
algunos chilenos habran sido considerados genios en otros pases, y
estimulados en su originalidad: aqu han sido hundidos o ignorados. La
creatividad, la originalidad, la excentricidad, la diferencia, son castigadas y
criticadas. Un enfoque ms equilibrado y responsable respecto a lo que
sentimos consistira en atrevernos a expresar lo que somos en nuestro interior,
y a no descalificar a los que lo hacen a nuestro alrededor si nosotros tenemos
miedo de hacerlo.
Otra forma de situacin en que el sentimiento fue reprimido son las
situaciones de tipo traumtico: por ejemplo, situaciones en que los adultos nos
castigaron, y debido al miedo que experimentamos no pudimos gritar o llorar;
o, por algn otro motivo, no dimos rienda suelta a lo que sentamos.
(2) Rencor o resentimiento:
Otra posibilidad de que se generen asuntos inconclusos consiste en
experimentar insatisfaccin con la forma en que se dieron las cosas en algn
momento de nuestro pasado. Nosotros mismos o alguna otra persona sinti o
actu de un modo que simplemente no podemos terminar de aceptar:
rumiamos interminablemente con los hechos, imaginamos otro desenlace, nos
culpamos a nosotros mismos o a la otra persona. Algunas investigaciones se
inclinan a mostrar, como perfil de las personas que padecen de cncer, que
tienden a ser rencorosas y a tener grandes dificultades para perdonar y
perdonarse. Quizs los principales exponentes del modelo psicgeno del
cncer son el matrimonio Simonton (Simonton, C. y Simonton, S, 1978). Ellos
asumen que los factores psicolgicos que generan el cncer pueden incluir
conflictos inconscientes no resueltos, el tipo de respuesta que se emite frente a
eventos traumticos stressantes (ej: prdida del cnyuge), factores de
personalidad, etc.
Los Simonton asumen que estos factores, directa o indirectamente, alteran la
vigilancia del sistema inmunolgico. Se dice que la supresin del sistema
inmunolgico es el evento que antecede a la transformacin de una clula
aberrante en una coleccin de clulas llamadas tumor -estos datos tambin son
confirmados por Rossi, E. (1993)-; incluso, algunos sostienen que esta
secuencia de eventos puede revertirse y ser usada para combatir el cncer.
Segn Goi: De acuerdo al modelo psicogno, entonces, vemos que muchas

veces la forma en que respondemos al stress en la vida est dictada por


nuestras creencias inconscientes acerca de quines somos, quines
deberamos ser y la forma en que el mundo es y debiera ser. ( ) Existe una
creciente evidencia de que estas instancias de vida estaran asociadas con
enfermedades particulares, como por ej., enfermedades cardiovasculares,
lceras estomacales, asma, irritacin del tracto urinario y cncer. Y,
especficamente en relacin a las personas que desarrollan cncer: Estos
individuos tienen sentimientos de desvalorizacin y no se gustan a s mismos.
Los sentimientos de hostilidad estn "embotellados" y reprimidos ms que
llevados a la superficie y trabajados. Estos rasgos pueden ( ) enmascarar una
depresin crnica (Goi, P., 1991).
Otro investigador de las relaciones entre tipo de personalidad y las
enfermedades que se desarrollan es H.J. Eysenck (Grossarth-Maticek, R. y
Eysenck, H.J., 1990). En la investigacin citada, se presenta un cuestionario
destinado a discriminar entre seis tipos de personalidad. De stos, los tipos 1 y
5 se muestran con tendencias a desarrollar cncer, dadas caractersticas de
personalidad como tendencias a: preferir el pensamiento racional a la
expresin emocional, evitar conflictos, a la defensividad, a la pasividad y a ser
pacificador y complaciente.
Tal como deca antes, un asunto inconcluso implica, muy concretamente, una
gran cantidad de energa que gira y gira al interior de nuestro sistema,
contaminndolo y enfermndolo. Una lcera gstrica, un colon irritable, las
hemorroides, la hipertensin y las afecciones cardacas pueden,
eventualmente, estar correlacionadas con la prolongacin indefinida de
asuntos a los que no se les ha dado sana conclusin.
(3) Muerte, alejamiento:
Quizs lo que ms nos cuesta aceptar a los seres humanos es la muerte de un
ser querido: quizs no por l -puede que haya pasado a una vida mejor- pero
nos es difcil estar aqu sin su presencia, sin lo que recibamos da a da de esa
persona. Sin embargo, existe otro aspecto que puede dificultarnos el aceptar
esa ausencia: los remordimientos respecto a todo lo que no le expresamos,
todo lo que quisimos decir o hacer con esta persona y que no hicimos y todo lo
que quisiramos que hubiese sido diferente. Para ilustrar esto, pensemos en la
ltima ocasin en que se nos notific de la muerte sorpresiva de alguna
persona cercana. Generalmente, qu es lo primero que pensamos? Sugerira
que aquello que no le expresamos.
El alejamiento de un ser querido, si bien evoca sentimientos posiblemente
menos dolorosos que su muerte, genera efectos similares, en la medida en que
la relacin con esa persona no haya tenido un final sano (energa retenida,
comunicaciones no hechas). En particular, el mbito de las relaciones de
pareja se ve afectado de forma importante por estos factores. Si uno u otro de
los cnyuges no ha logrado dar un cierre saludable a sus relaciones anteriores,
es prcticamente seguro que esto afectar negativamente su relacin presente,
en formas conscientes y tambin inconscientes.
(4) Un conflicto solucionado en forma no equitativa:
Generalmente, un conflicto de intereses entre dos partes es solucionado de
forma tal que una de las partes gana y la otra pierde. Esto ocurre, por supuesto,
entre individuos o entre grupos. Sin embargo, tambin se presenta a nivel
internacional: el problema ocenico entre Chile y Bolivia es un caso
representativo. Chile invoca el Tratado de 1904 y, en general, da el asunto por
terminado. En el pas vecino, sin embargo, y ya por ms de cien aos, persiste
la sensacin de que el asunto no se ha cerrado en forma satisfactoria. Sus
diversos intentos de poner el asunto en discusin han sido simplemente
descartados por sucesivos gobernantes chilenos. Claramente, Bolivia "perdi"
en el caso del conflicto con Chile, y esa sensacin hace difcil que como pas

se conformen con la solucin encontrada.


Deseo destacar que no me refiero a la supuesta justicia o injusticia de la
solucin: me refiero a si es o no saludable e integradora la situacin actual.
Cualquier conflicto que se solucione con "yo gano, t pierdes" genera un
asunto inconcluso para la parte perdedora (Gordon, T., 1970). El conflicto
entre israeles y palestinos es semejante: durante aos, los israeles se han
negado tozudamente a discutir el problema, con lo cual slo se ha prolongado
la tensin. Igual caso ocurre con Japn, Rusia y las Islas Kuriles: Rusia ocup
esas islas en la Segunda Guerra Mundial, y los japoneses sienten justificadamente o no- que ese asunto no termina all. El apartheid
Sudafricano produjo, durante aos, una situacin poco tolerable para los
habitantes de raza negra, asunto que recin comienza a relajarse y resolverse.
La situacin de los negros en los Estados Unidos tampoco se halla
enteramente superada, a pesar de los grandes avances de los ltimos cincuenta
aos; y entonces, en muchos de ellos an persiste la incmoda sensacin de
falta de equidad.
(5) Un introyecto no elaborado
Otra forma de generar un asunto inconcluso es asimilar de otras personas
formas de pensar o de sentir -sin hacerlas propias o modificarlas-. Respecto al
tema, Perls, Hefferline y Goodman (1973) comentan: Todo introyecto es el
precipitado de un conflicto antes de que ste fuera resuelto: uno de los
impulsos en pugna -generalmente un impulso por actuar de un modo
determinado- ha abandonado el campo; en su lugar y de modo de constituir
algn tipo de integracin -an cuando falsa e inorgnica- se halla el deseo
correspondiente de la autoridad coercitiva.
Como sabemos, muchos de los valores, opiniones e ideologa que aprendimos
en la infancia debe, necesariamente, ser reexaminada y redigerida en el
proceso de maduracin psicolgica. En este proceso, hacemos propio aquello
que organsmicamente descubrimos como apropiado para nosotros, y nos
deshacemos de aquello que para nosotros no es organsmicamente saludable.
La cultura del Presente
El antiguo libro oracular de la religin Taosta china, el I Ching (traducido en
edicin chilena por la Dra. Lola Hoffmann, 1976) incluye entre sus 64
hexagramas el N 25, La Inocencia. Algunas de las Lneas de este hexagrama
dicen lo siguiente:
Nueve al principio significa:
La conducta inocente
trae buena fortuna.
y el Seis en el segundo lugar:
Si el hombre, al arar,
no piensa en la cosecha
y al talar el monte,
no piensa en el aprovechamiento de la tierra
entonces le es favorable emprender algo.
Respecto a estas lneas, el libro incluye estos comentarios:
Los impulsos propios del corazn son siempre buenos: podemos seguirlos con
confianza. Y todo trabajo debe hacerse con amor, segn el tiempo y el lugar,
sin codiciar los frutos. As, todo trabajo resulta bien, y aquello que se
emprende tiene xito.
Jess recomendaba a sus discpulos:
Contemplad los lirios del campo, cmo crecen:
no labran, ni tampoco hilan.
Sin embargo, yo os digo que ni Salomn,
en medio de toda su gloria,

se visti con tanto primor como uno de estos lirios.


Y si Dios as viste a una hierba del campo,
que hoy es y maana se echa al horno,
cunto ms a vosotros, hombres de poca fe? (Evangelio segn Mateo, 6,
30-32) (Nuevo Testamento, 1953).
Qu quiso comunicarles Jess? A mi entender, en su estilo analgico y
potico, quiso decirles: Confen en lo que la vida les trae en cada momento.
No se amarguen este momento con las preocupaciones respecto al maana. El
maana cuidar del maana.
La extraordinaria pelcula La Sociedad de los Poetas Muertos populariz el
dicho de Horacio, Carpe Diem, que apunta en el mismo sentido: Aprovecha
el da, confa en el maana tan poco como puedas. Goethe expresa algo
similar: Aqul que capta el momento es el hombre correcto. Hugh Prather
(1976): Sostengo un gato dormido entre mis brazos. Qu ms puedo
desear?. Y, tambin: Toda relacin es pasajera. Por eso trato de que cada
contacto sea lo ms fructfero. Necesito intimar rpidamente con aquellos que
conozco, pues la experiencia me ensea que no estaremos juntos mucho
tiempo.
De Henry David Thoreau:
Me fui a los bosques porque deseaba vivir conscientemente.
Deseaba vivir con intensidad y extraerle toda la savia a la vida,
para desterrar todo lo que no fuese vida
para que cuando llegase el momento de morir,
no descubriese que no haba vivido.
Walt Whitman (1986), en Hojas de Hierba:
Nunca hubo ms principio que ahora,
ni ms juventud ni vejez que ahora.
Ni habr ms perfeccin que ahora
ni ms infierno ni cielo que ahora.
Cito todos estos ejemplos -hay muchos ms- para ilustrar una idea que
expresan persistentemente hombres sabios a travs de la historia: la
importancia de aprovechar y apreciar el momento presente, el ahora. Fritz
Perls sola decir: El pasado ya no es y el futuro an no llega. Slo existe el
presente. Si dejamos que nuestra mente nos arrastre a rumiar el pasado o a
prever las posibles circunstancias que se presentarn en el futuro, no vivimos.
Nos sumergimos en una ilusin inexistente -pasado o futuro- y lo nico
verdaderamente real que la vida nos ofrece -lo que tenemos aqu, en este
momento- se nos escurre entre los dedos, la mayora de las veces sin que nos
demos cuenta. El pasado ya no tiene arreglo: si tenemos asuntos inconclusos a
su respecto, debemos atenderlos lo antes posible, para que no sigan
succionando nuestra energa. Hay otro motivo importante para esto: las
frustraciones del pasado nos hacen imaginar compensaciones futuras.
Qu significa esto? Significa que, para cada situacin que no tengamos
"cerrada" -sanada, terminada, aceptada, perdonada- nuestras fantasas
proyectarn ilusiones en el futuro que, en nuestra imaginacin, compensen la
frustracin que vivimos en el pasado. Si, por ejemplo, nuestro trabajo nos
aburre -quizs porque nunca nos hemos arriesgado a buscar nuestra verdadera
vocacin- es muy probable que tengamos una fantasa recurrente respecto a un
empleo ideal que se nos presentar "algn da". Si se trata del mbito afectivo
-en el que puede que tampoco hayamos jugado enteramente nuestras cartastambin
puede haber una fantasa de la "pareja ideal", la que, supuestamente,
tambin aparecer por s sola, sin que debamos hacer nada.
Evolucin del trabajo teraputico con los Asuntos Inconclusos
La poca histrica en que surgi la Terapia Guestltica -fines de los aos 60puede considerarse como especialmente fascinante, debido a la presencia de

una serie de fenmenos sociolgicos que bien recordar la generacin que fue
adolescente o adulto joven en los 60. Se rompieron tal cantidad de estructuras
sociales que no es aventurado suponer que las generaciones que les siguieron
se enfrentaron a un mundo enteramente diferente. Las experiencias de
bsqueda personal y, especficamente, las terapias de grupo que surgieron en
esos tiempos -en lneas afines a la psicoterapia humanista y transpersonalllegaron
a extremos que nos cuesta imaginar en el presente. En maratones,
grupos de encuentro y terapias de grupo exista el enfrentamiento abierto de
sentimientos de violencia y sexo; los pacientes concedan una altsima cuota
de poder al terapeuta, autorizndole a emitir juicios a su respecto,
confrontarles, desafiarles a enfrentar situaciones, y, en algunos casos,
humillarles y ridiculizarles.
Cul era el objetivo de eso? Quizs, lograr que la persona se desidentificara
de su mecanismo neurtico; sin embargo, lo que tambin poda ocurrir era que
la persona no sintiera que esto apuntaba a su mecanismo, sino a su ser -y por
tanto, poda con esto sentirse agredido y no valorado-. En ese mbito, en
general se consideraba como valioso al trabajo teraputico que fuese
intensamente catrtico, violento. Junto con la Terapia Gestltica original -que
inclua una importante cuota de violencia, en cuanto a las situaciones a las que
el paciente se vea enfrentado- surgieron cantidad de formas teraputicas que
tenan la misma tnica. Yo particip, como terapeuta y como paciente, en
actividades de esa ndole -con tal intensidad que en una catarsis me fractur
dos huesos-, entre los aos 1975 a 1987, en Chile y el extranjero.
Sin embargo, desde aquellos tiempos nuestros objetivos han cambiado. Si bien
en algunos crculos este tipo de trabajo sigue siendo central, como ya hemos
dicho, pensamos que nuestro rol consiste en invitar a la Esencia a salir de su
encierro en el castillo, no en dinamitar la reja de entrada. Los mtodos
confrontacionales suelen generar una mayor resistencia, pues el paciente no se
ve enfrentado a responsabilizarse o no de su propio cambio, sino que debe
enfrentarse/defenderse de los intentos del terapeuta por "cambiarlo".
Consideramos que las tcnicas catrticas deben tener su espacio, pero no un
rol central. Consideramos ms importante que una dramtica catarsis, la
posibilidad de un cambio de creencias o de perspectiva en la persona, desde
una situacin no amenazante.
A mi entender, aquellos que insisten en aplicar los mtodos de los sesenta sin
modificaciones cometen un importante error: entre otras cosas, le transmiten a
sus pacientes la sensacin de que el cambio teraputico requiere, no slo
esfuerzo, sino sufrimiento y dramatismo, lo que pienso que no es as. De este
modo, los mtodos con los que actualmente pueden trabajarse los asuntos
inconclusos son suaves, no intrusivos y carentes de violencia. Citar a
continuacin algunas formas posibles de trabajo con ellos.
(a) Naturalmente, el ideal es no generar o no acumular asuntos
inconclusos.
Esto implica vivir alertas a nuestras claves internas, para dejar el mnimo
posible de situaciones sin un cierre saludable. En una conversacin con un
grupo de contagiados de Sida, Paul Lowe les dice:
Les contar una historia acerca de un amigo que muri. ramos grandes
amigos, y viajbamos por muchos lugares alrededor del mundo. Y solamos
jugar un juego: asegurarnos de hacer todo lo que desebamos hacer esta vez
en el planeta, de modo que no nos fuera necesario regresar... a menos que
quisiramos hacerlo.
As es que jugbamos este juego de completar. Cualquier cosa que
desebamos la obtenamos. A cualquier parte que quisiramos ir, all bamos.
Todo lo que desebamos hacer, lo hacamos. Entonces descubrimos que
estaba enfermo; y se agrav muy rpido... y seguimos jugando el juego. Aun

cuando algunas de las cosas que ordenamos por correo no llegaran a tiempo
-porque se estaba muriendo- seguamos jugando este juego. Muri en forma
tan dulce, hermosa y total. Cuando la energa se halla equilibrada y hay paz
en este nivel, simplemente te deslizas suavemente al siguiente nivel.
Y eso es lo que han revelado muchas personas que han experimentado estados
muy cercanos a la muerte: si nos dejamos ir suavemente, simplemente nos
deslizamos a la otra dimensin. As que el juego consiste en equilibrarse tanto
como sea posible en esta dimensin y, entonces, cuando la siguiente est libre
para nosotros, simplemente seguimos. (Lowe, P., 1989)
Otro enfoque preventivo de la acumulacin de asuntos inconclusos la sugiere
Oscar Ichazo, fundador del Instituto Arica. En un reportaje de la revista New
Age (Fields, R., 1976) el entrevistador observ que, durante las meditaciones,
los participantes tomaban nota de cualquier pensamiento o problema que
interfiriese con su meditacin, dndole "cita" para su posterior reflexin
analtica/analgica en algn momento en el que dispusieran de tiempo. Esto se
basaba en el hecho de que un asunto inconcluso -preocupacin o problema- se
vuelve cada vez ms insistente si no le prestamos atencin. Los meditantes
mantenan, entonces, pequeas libretas de anotaciones a su alcance cuando
meditaban.
Naturalmente, igual funcin puede cumplir esa libreta durante la vida
cotidiana. Para esos fines, utilizo mi agenda: cada vez que surge una
preocupacin, idea, inquietud o asunto pendiente, la anoto en la agenda. Este
mtodo me significa no tener inquietudes revoloteando en mi cabeza, salvo la
de revisar peridicamente dicha agenda.
Un mtodo similar pero ms elaborado lo sugiere Robert Monroe (Monroe, R.,
1971, 1985). Al iniciar una sesin de ciertos ejercicios que propone, sugiere
imaginar frente a nosotros una Caja de Conversin Energtica (Energy
Conversion Box) con forma de bal. En este bal comenzamos a introducir
cada preocupacin, inquietud o asunto inconcluso que tengamos, creando un
smbolo concreto para cada uno de ellos: por ejemplo, un montn de cuentas
por pagar, un reloj, una fotografa de alguien, la agenda de maana. Dice
Monroe: Las personas que han participado en nuestros seminarios han
descubierto estupendos smbolos para dejar cosas a un lado: una pequea
imagen del mundo fsico, con ellos fuera de l; listas de frases limitantes,
como "no puedo", "no voy a" y "no es"; anclas tanto hacia el pasado como
hacia el futuro; suposiciones, tanto respecto al fracaso como al xito y
smbolos de defensas, como una serie de mscaras.
Si deseramos perfeccionar esta tcnica y combinarla con la sugerida por
Oscar Ichazo, podramos adjuntar a cada uno de los smbolos que metemos en
el bal una etiqueta con la fecha y hora en la que atenderemos ese asunto
especfico. Es importante hacer esto -en la forma que queramos- pues la
postergacin indefinida de un "asunto inconcluso" slo aumentar la ansiedad
que ste nos produce.
(b) Si descubrimos que el "asunto inconcluso" ya est all.
Para empezar, no importa el tiempo transcurrido: a veces podemos sentir que
es absurdo estar an pensando en algo que ocurri mucho tiempo atrs. Si la
situacin no ha sido concluida saludablemente, pueden pasar muchos aos sin
que la inquietud interna se apacige. Si nos contactamos con la emocin que
qued atascada, podemos buscar una forma de darle curso: quizs llorar,
quizs gritar, quizs golpear un cojn o una almohada, quizs descargarse
escribiendo lo que nos ocurre, quizs contrselo a un amigo o a un terapeuta.
Si nuestro asunto pendiente involucra a otra u otras personas -muchas veces es
as- quizs deseemos hablar con ella o escribirle.
Lo importante, sin embargo, es lo que a m me ocurre en mi cuerpo, en mis
emociones. Puede que la otra persona no tenga el menor inters en contactarse

con nosotros o no perciba para nada la situacin como nosotros la vemos. Pero
soy yo quien tiene el asunto inconcluso, y soy yo quien debe hacerse cargo de
lo que me ocurre. En ocasiones, el "cierre" puede facilitarse en gran medida si
la o las personas estn dispuestas a escucharme o a conversar acerca de lo que
me inquieta; hasta puede que compartan mi inquietud. Sin embargo, si no es
as, yo deber buscar la forma. Y aqu existe un indicador infalible: si pongo
todo de mi parte por cerrar mi situacin inconclusa, sta quedar cerrada, pues
este "cierre" no depende de la respuesta externa, sino de la intensidad de mi
compromiso en hacer todo lo que est de mi parte por "completar" el asunto
inconcluso. Si, por temor o comodidad, hago slo intentos tibios, es probable
que la situacin siga igual. En muchas terapias grupales he visto seudocatarsis
en las que la persona no est realmente descargndose de nada.
Esto apunta a algo importante: en realidad, intentar cerrar una situacin
inconclusa requiere de cierto grado de valenta. Tenamos un evento en el
pasado que, en principio, no nos molestaba o interfera mayormente -o al
menos eso sentamos-. Por un motivo u otro, nos vemos enfrentados a revivir
una situacin dolorosa, desagradable, sin tener claros los beneficios de
hacerlo. Es comprensible que intentemos rehuir el asunto, que simulemos
intentos de cumplir con la tarea, "salir del paso" y olvidarlo todo. Slo si
somos valientes y arriesgados o si el "asunto inconcluso" se ha vuelto
intolerable, nos jugaremos el todo por el todo y nos abriremos a sentir todo lo
que est atascado en nuestro interior. Y slo entonces, si ponemos
absolutamente todo de nuestra parte, el asunto se cerrar.
Cuando tenemos un "cierre" pendiente con otra persona -ya sea que deseo
comunicarle un sentimiento o "cerrar" alguna situacin del pasado- puedo
recibir de su parte indiferencia, rechazo o imposibilidad de contacto, como es
el caso si la persona es inubicable o ha muerto. Tambin es posible que la otra
persona no est interesada en ayudarme a "cerrar": puedo haber hecho todos
los intentos posibles por comunicarme. Si la respuesta sigue siendo una
negativa, un rechazo o indiferencia, se aplica entonces lo dicho anteriormente:
habr hecho todo lo necesario de mi parte por cerrar. Es posible que an me
sea necesario hacer algo -quizs, simplemente aceptar la situacin-, pero ya le
habr dado curso a la energa que estaba atascada en mi interior. No siempre
los cierres tienen un final feliz: lo importante es no quedarme con algo
atorado. Y el mejor ndice para saber si queda o no algo pendiente ser mi
sensacin corporal: tendr que aprender a escucharla. En palabras de Perls,
Hefferline y Goodman (1951), la rpida secuencia en la cual la figura
rpidamente se transforma en fondo para la prxima figura emergente, hasta
que se presenta un clmax de contacto y satisfaccin y la situacin vital se
halla realmente cerrada.
Perdonar y perdonarse:
Existen diversos autores que le otorgan gran importancia al hecho de perdonar
y perdonarse. Por ejemplo, para el psiquiatra norteamericano Gerald
Jampolsky (1981), implica aceptar lo ocurrido y mis reacciones negativas
frente a eso. Dice Jampolsky: La paz interior slo puede ser alcanzada
cuando practicamos el perdn. El perdn es el vehculo para modificar
nuestras percepciones y dejar ir nuestros miedos, juicios condenatorios y
pesares. Es as que vemos que el "perdn" es bastante ms amplio que
simplemente decir las palabras "te perdono", e implica un cambio ms
profundo: implica tambin dejar ir el apego al rencor y a percibirse a s mismo
como vctima.
Quizs es importante considerar, a la hora de perdonar y perdonarse, el hecho
-experimentado por todos- de que las cosas no siempre ocurren como lo
deseamos. Por ejemplo, todas nuestras intenciones y esfuerzos conscientes
pueden apuntar en una direccin: enriquecer nuestra relacin de pareja,

desarrollar nuestra profesin, tener un estilo de vida determinado. Con cunta


frecuencia ocurre que "algo" parece empearse en hacernos ir en sentido
contrario y obtener precisamente lo contrario de lo que intentamos? No se
trata de eludir nuestra responsabilidad en lo que producimos en nuestra vida;
pero, no es acaso la experiencia de la que hablo algo que todos hemos
vivido? Y, no es ms fcil entonces comprender y perdonar a alguien que
realmente hizo todo de su parte -cuando eso es as- por lograr lo contrario de
lo que nos doli u ofendi?
A la hora de "cerrar" un episodio del pasado, algunos terapeutas sugieren
realizar una verdadera "despedida" con la persona que se ha ido, si sta ha
muerto o simplemente no est a nuestro alcance (Tobin, S., 1978). La
imaginamos sentada frente a nosotros y le expresamos en palabras o
imaginariamente todo aquello que deseamos decirle, hasta sentir que estamos
preparados para dejarla ir -y para eso es posible que requiramos de ms de una
sesin-. Es probable que la sensacin de estar listo para "dejar ir" a otra
persona sea una mezcla de humildad y aceptacin de la inevitabilidad de la
situacin actual, de nuestros sentimientos al respecto y del modo como se
dieron los hechos del pasado. Quizs necesitemos pedir perdn y tambin
perdonar a la otra persona antes de sentir una verdadera despedida interna, un
trmino que sintamos resolutivo: la sensacin interna de "cierre".
Es as que podemos realizar un ritual o ceremonia para facilitar un cierre con
una persona o situacin que se ha alejado de nosotros. Es una despedida de lo
antiguo que, por dolorosa que sea, facilita la llegada de lo nuevo. En Agosto
de 1993 particip en una despedida de este tipo. Un conductor de grupos de
cantos y bailes rituales, de nacionalidad argentina, haba fallecido pocos meses
antes. Esta persona sola guiar, ao tras ao, encuentros realmente mgicos, en
los que lograba en pocos minutos que un enorme grupo de personas que, en
muchos casos, nunca se haba visto, entrara en una impresionante
sincronizacin de sus movimientos, voces y corazones. Se reuni para esa
ocasin, entonces, una considerable cantidad de personas que habamos
participado alguna vez de esos encuentros, y realizamos algunas danzas,
cantos y meditaciones. Vimos un diaporama que algunos realizaron, e
intercambiamos experiencias vividas en ese contexto. Fue una hermosa
despedida, la que obviamente implicaba la difcil aceptacin de que su forma
fsica ya no estara entre nosotros.
A continuacin propongo un posible y sencillo ritual -que se realiza solo o con
la ayuda de un terapeuta- para cerrar algn asunto inconcluso con alguien
ausente o muerto. Es importante destacar, sin embargo, que lo importante no
es la forma externa de lo que hagamos, sino el compromiso interno con el
cual esto se lleva a cabo. Es por eso que es importante escucharse, pues
somos nosotros mismos quienes mejor sabemos qu necesitamos hacer para
"cerrar". Debemos confiar en nuestra intuicin y nuestra creatividad: debe ser
algo que hagamos para nosotros.
Procedimiento:
* Instalarnos en algn lugar de nuestra preferencia: un lugar en el que no
seamos interrumpidos y donde podamos crear el ambiente que deseemos, ya
sea en cuanto al grado de privacidad, luminosidad, sonidos -msica- o
silencio, fotografas u objetos de la persona con la que vamos a cerrar.
Nuestras preferencias personales determinarn el resto de la ambientacin.
* Cerrar los ojos, relajarse, sentir el cuerpo, dejar ir las tensiones con la
exhalacin.
* Comenzar a visualizar, sentada frente a nosotros, a la persona con la cual
tenemos algo incompleto.
* Sentir en el cuerpo qu es aquello que est pendiente, qu es lo que desea
ser expresado con slo visualizar a esta persona.

* Permitir que cualquier cosa salga, en la imaginacin o en acciones: palabras,


gestos, actos, etctera.
* Dejar que este flujo contine por el tiempo necesario, hasta sentir en el
cuerpo que el peso o tensin se ha aliviado.
* Despedirse de la persona y agradecerle el haber estado con nosotros.
Debemos tener nuevamente presente que los resultados de un ritual como ste
dependen en gran medida del compromiso emocional con el que lo llevamos a
cabo, como tambin de la complejidad de la situacin. Durante la sesin
podemos percatarnos de la existencia de sentimientos o percepciones
inesperadas y ms profundas, y puede que entonces se requiera de sesiones
adicionales para lograr el objetivo deseado.
Cuando nos es factible sostener un encuentro con la o las personas
involucradas en el asunto que deseo cerrar, existirn ciertas ventajas y
desventajas en la situacin. Por una parte, es importante focalizarse en un
objetivo honesto: deseamos realmente "cerrar" con esta persona o cederemos
a la tentacin de caer en acusaciones o intentos de manipularle de un modo u
otro? Si realmente deseamos un cierre sano, un "soltar" la situacin que nos
pesa, un perdonarnos a nosotros mismos y al otro, puede resultar til seguir las
siguientes sugerencias.
* En primer lugar, y como deca antes, es importante focalizarme en mi
objetivo: qu deseo lograr en esta reunin? Mientras ms limpias sean mis
intenciones, es ms probable que las satisfaga. Si mi objetivo no es cerrar una
situacin pasada sino el de expresar un sentimiento actual, puede ser
importante como intencin ser lo ms honesto posible, an cuando nos asuste
esa vulnerabilidad.
* En segundo lugar, es deseable producir una conexin con la otra persona, y
no limitarse a vomitarle lo que uno desee decirle. Es importante que nos
expresemos; sin embargo, es tambin importante no arrollar a la otra persona,
la que puede sentirse utilizada y no vista realmente.
* Otro punto importante consiste en centrarme en ese punto de referencia
interno que me dice si lo que digo es o no exactamente todo lo que hay, todo
lo que deseo expresar. Es fcil, al conversar con otra persona, que perdamos
de vista lo que nos ocurre en lo profundo y entremos en un juego de ping-pong
o atenuemos, disfracemos, intelectualicemos o nos desviemos de lo que
deseamos realmente expresar.
* Permanecer abierto: qu me est pasando ahora, ms all de las que eran
mis intenciones iniciales? Qu deseo expresar ahora ?
Conclusiones
Segn Perls, Hefferline y Goodman (1973, pg.176), uno de los problemas
principales para toda psicoterapia es motivar al paciente para que haga lo
que debe ser hecho. Debe retornar a los "asuntos inconclusos", los que dej
inconclusos en el pasado debido a que le producan tanto dolor que debi huir.
Segn mi percepcin, en esta poca -no s si en este sentido diferente de otraslas
personas suelen sostener una de dos opiniones respecto al cambio personal
y a la superacin de trabas y limitaciones que frenan su desarrollo y satisfaccin:
(a) considerarlo prcticamente imposible o producto de gran sufrimiento, grandes
despliegues de esfuerzo y un prolongado perodo de trabajo;
(b) que es posible, como producto de algn mtodo prcticamente instantneo, que no
requiera de ellos que reexaminen o re-experiencien eventos y/o sentimientos con los
que no desean enfrentarse.
Pienso que sta s es una poca especial, en el siguiente sentido: creo que, en
este momento, el cambio personal s puede ocurrir, para cualquiera, con un
grado considerablemente menor de esfuerzo, tiempo y sufrimiento del que era
necesario aos atrs. Si lo que postula Sheldrake (1987, 1991) se aplica a las

lecciones que debemos aprender los seres humanos como conjunto, es posible
que las generaciones actuales s se beneficien de los profundos procesos de
transformacin que generaciones anteriores experimentaron, dcadas atrs.
Creo que actualmente se requieren dos ingredientes particularmente
importantes -tanto en el terapeuta como en el cliente- para producir el cambio
que permita a las personas superar auto-limitaciones y sufrimiento
innecesario: la disposicin honesta y responsable de enfrentar a los "leones del
subterrneo" y la apertura a la posibilidad de que ese enfrentamiento no sea
tan doloroso ni tan prolongado como sola serlo en el pasado.
1c. Comunicar el Dilogo Interno43
Aquellos familiarizados con los libros de Carlos Castaneda quizs recuerden
esta cita:
Don Juan: Usted habla demasiado consigo mismo, y no es el nico en
hacerlo. Todos lo hacemos. Seguimos una conversacin interior: rumiamos.
Cuando est solo, qu hace?
Castaneda: Hablo conmigo mismo.
Don Juan: De qu habla?
Castaneda: No s. De cualquier cosa, supongo.

43

Algunos de estos puntos fueron tratados en Celis, 2001.

Don Juan: Le voy a decir de qu hablamos: acerca de nuestro mundo. De


hecho, mantenemos nuestro mundo con nuestra charla interior...
Castaneda: Cmo puedo dejar de hablar conmigo mismo?
Don Juan: Antes que nada, tiene que usar sus odos... Un guerrero est
consciente de que el mundo cambiar en cuanto deje de hablarse a s mismo,
y que debe estar preparado para este salto monumental.
(Castaneda, C. Una Realidad Aparte, Simon Schuster, 1971).
Reconoce usted ese fenmeno? Cualquiera que realice una mnima
introspeccin puede reconocerlo en s mismo; no slo se presenta cuando
estamos solos en cuyo caso es ms obvio-, pero en todo momento estamos
conversando con nosotros mismos. sta es una forma ms sutil en que
diluimos nuestra energa: el dilogo interno, aspecto que guarda estrecha
relacin con los asuntos inconclusos. De qu hablamos con nosotros
mismos? Comentamos situaciones, ensayamos conversaciones con otras
personas: lo que deberamos decirles, lo que debiramos haberles dicho en tal
o cual ocasin, lo injustos que han sido los otros o las circunstancias con
nosotros, comentarios respecto a la situacin del pas, del mundo, de la familia
o de otras personas, planificacin de lo que haremos en un futuro prximo o
lejano; realizamos balances econmicos, rumiamos situaciones del pasado,
fantaseamos con nuestras atracciones por otras personas, analizamos nuestros
problemas y barajamos posibles soluciones, decidimos firmemente iniciar un
proceso de cambio (hacer ms ejercicio, dejar de fumar, tratar mejor a tal o
cual persona, manejar con ms prudencia...) etctera, etctera.
Si estamos conversando con otras personas, tambin hay comentarios
presentes: estamos a gusto o no lo estamos, nos simpatiza o no esta persona,
nos atrae o nos desagrada, especulamos si le atraemos o no le atraemos,
barajamos comentarios acerca de lo que dice, el modo como lo dijo, las
posibles implicancias de lo que dijo, su vestimenta, sus modales, etctera.
Obviamente, si atendemos a estos comentarios y no los comunicamos, no
estamos de verdad con la otra persona, sino slo en apariencia.
Estamos tan habituados a esto todo el mundo lo hace y nosotros tambin- que
puede que lo hallemos de lo ms normal y que no veamos ningn perjuicio
en el asunto. De hecho, la sola idea de comunicarles a los dems lo que
pensamos suena aberrante, porque nos sentiramos demasiado expuestos o
bien temerosos del supuesto dao que les producira escuchar lo que en

verdad pensamos.
Una de las grandes contradicciones que dan origen a nuestra neurosis es que
cuando nios nos ensean a valorar la verdad y la transparencia, pero lo que
de hecho vemos es que son poqusimos los adultos que practican esa idea.
Creo que el factor que ms pesa para ni siquiera considerar un cambio de
perspectiva es el juego social: muy pocos dicen la verdad! Vemos a figuras
pblicas, a los conductores de programas de la TV, a los candidatos polticos,
a nuestros supuestos lderes mentir con todo descaro por la televisin, y
tambin vemos faltar a la verdad a nuestros profesores, a los sacerdotes de la
religin que profesamos y hasta a nuestros padres. Quines de ellos dicen la
verdad? Generalmente, slo aquellos que no tienen nada que perder.
Y tambin es frecuente que cuando nios tengamos experiencias en que,
cuando decimos la verdad, los adultos se disgustan y nos reprueban o
simplemente no nos creen. Y entonces, al "adaptarnos", comenzamos a hacer
lo mismo que ellos, a pensar antes de hablar, a seleccionar lo que vamos a
decir, a calcular consecuencias posibles. Y es all donde surge el dilogo
interno. Aprendimos a expresar estas cosas en los aos 70 en el Instituto
Arica, donde le llamaban "limpiar": nos reunamos individualmente con la
persona con que tenamos algo que decirle a veces, con un testigo imparcial
previamente elegido- y le pedamos "limpiar". Entonces le comunicbamos lo
que tenamos pendiente con ella y la persona simplemente escuchaba con el
mayor respeto posible, muchas veces sin responder nada, hasta quedar
"limpios".
Paul Lowe -quien le da gran importancia a este aspecto- comenta: "La mayora de
nosotros no le comunica a los dems lo que est pensando en el momento; tenemos
un dilogo interno, y sa es nuestra enfermedad. El dilogo interno es tu barrera hacia
tu libertad, es aquello que obstaculiza tu
contacto; primero, en tu relacin contigo mismo, y luego entre t y los dems (Lowe,
P., 1998).
Ms all de las obvias implicancias ticas y ms all de la contaminacin a la
que se ve sometida nuestra convivencia hay, adems, efectos muy perniciosos
en la misma persona: cuando el bla-bla interno sustituye a nuestra experiencia
directa -cuando colamos lo que decimos y expresamos- nuestros recursos
innatos, nuestra inteligencia y nuestra intuicin son sustituidas por el mero
intelecto condicionado y repetitivo. Perdemos la facultad de captar quines de
verdad somos y quines de verdad son quienes nos rodean objetos y
personas, amigos, amantes, enemigos- en este momento, y la experiencia
directa es reemplazada por meras ideas y conceptos. En cambio, organizamos
nuestras relaciones de acuerdo con principios abstractos como belleza,
nuestros derechos o la libertad y los principios terminan siendo lo ms
importante, en vez de lo que en verdad demanda una situacin concreta. Segn
Latner (1974, pg. 108), "Los conceptos de derecho, bien, justicia y una gama
de consideraciones ticas y morales brotan para llenar la ausencia de sensibilidad de
nuestra experiencia y la cualidad autista de nuestro contacto.
Podemos decir que, muy en general, hay dos tipos de personas: aquellos que dicen y
expresan todo apenas lo piensan y aquellos que cuelan lo que dicen y que pierden,
por tanto, su espontaneidad. Ninguno de estos dos estilos contribuye a las relaciones
ms conscientes entre las personas. El primer tipo de individuo se expresa
irreflexivamente, convirtindose en una mquina aparentemente espontnea- que
emite una respuesta tan pronto recibe el estmulo. Presa de su condicionamiento, sus
respuestas/reacciones son slo las que se detonan automticamente segn sus
experiencias previas. Insultar a quien no sea de su agrado, no por algn motivo claro
basado en su sensibilidad presente, sino por alguna experiencia pasada cuya
atingencia con esta situacin y este momento puede ser nula. Obviamente, lo que
esta persona necesita es sensibilizarse, caer al presente y dejarse sentir toda la gama

de lo que le est ocurriendo ahora, en esta situacin... y expresarse desde esa


consciencia y sensibilidad.
Me extender ms, sin embargo, en el segundo tipo de persona, aqulla a
quien le resulta ms difcil expresar lo que piensa y siente.
Revirtiendo la Situacin
Paul Lowe (1998) describe as a estas personas: Recuerden: no tengo un juicio
respecto a esto, porque entiendo cmo llegaron donde estn. Pero la verdad es que la
mayora de nosotros no es honesto nunca, nunca. No somos honestos, excepto en una
emergencia, cuando nos invade el pnico. La mayora de nosotros no le comunica a los
dems lo que est pensando en el momento; tenemos un dilogo interno, y sa es
nuestra enfermedad. El dilogo interno es tu barrera hacia tu libertad, es aquello que
obstaculiza tu contacto; primero, en tu relacin contigo mismo, y luego entre t y los
dems.
El cambio puede iniciarse siendo ms honesto con las personas, y dejando traslucir en
actos, palabras y gestos lo que en realidad sentimos. Igualmente positivo resulta dejar
de expresar opiniones respecto a otros a sus espaldas, a menos que estemos
sinceramente dispuestos a expresrselas directamente al afectado. Todas las
justificaciones que se ventilan socialmente para no hacerlo (no herir a los dems, los
buenos modales, que esas cosas no se dicen, etc) son slo eso: justificaciones para
la cobarda, la hipocresa y el doble estndar caractersticos de nuestra cultura chilena,
en la cual hemos sido todos condicionados.
Entre el extremo de la hipocresa total (disimular y disfrazar enteramente lo que
sentimos) y la honestidad y transparencia deseables, hay muchos matices posibles. La
peor forma de hipocresa es ocultar y disfrazar nuestras opiniones negativas tras la
fachada opuesta, y ms encima expresar esas opiniones a quien las quiera escuchar, a
espaldas del afectado. Naturalmente, all hay mucho que hacer y muchos caminos
alternativos para mejorar. Lo usual es que, sin necesariamente caer en lo anterior, al
menos nos guardemos importantes sentimientos con las personas que nos rodean.
Suelen ser estas cosas dicho sea de paso- las que arruinan muchas relaciones de
pareja: no expresarse mutuamente y a fondo lo que ambos sienten en los temas
importantes para cada uno. Entonces, el asunto parte por expresar aquello que est
atascado con otra persona, yendo de mayor a menor respecto a lo que nos inquieta
en nuestro interior. Estas cosas atascadas incluyen sentimientos tanto negativos
como positivos, desde lo que no hemos expresado por no
atrevernos a hacerlo hasta lo que suponemos que es tan obvio que no vale la pena
decirlo (pero puede que la otra persona no piense lo mismo). Para lograr ventilar lo que
no hemos dicho, no debemos vacilar en pedir una reunin con la persona involucrada,
exclusivamente para este fin.
Generalmente el resultado es sorprendentemente positivo si lo comparamos a la
simpleza de la medida. Una vez expresados los asuntos inconclusos, podemos
comenzar a preocuparnos de lo que no estamos diciendo en este momento, ahora. Al
respecto, Paul Lowe (1998) caluroso promotor de estas prcticas- sugiere: Si ests
preparado para comenzar con suavidad, como decir por ejemplo, En este momento no
estoy escuchando lo que ests diciendo, No hallo interesante lo que dices, o bien
Tienes esa mirada en tu rostro cuando la tienes, siento que no dices la verdad, o
Me ests contando una historia que me has relatado una y otra vez y no te siento a ti
en esa historia, o No creo que te des cuenta de lo hermoso(a) que eres en este
momento. Veo ese brillo en tu cara y t ests hablando acerca del pasado. Si desean
mantener su seguridad y su comodidad, no lo harn. Puede ser tremendamente
entretenido decir la verdad, pero no es cmodo hacerlo. Cada uno de nosotros sabe
cuando alguien no est diciendo la verdad: lo saben, saben cuando retienen algo.
Sabes cuando les atraes, saben cuando no les agradas, lo sabes. Te desconectas de
eso, no ests aqu viviendo este momento como si fuese el ltimo, viviendo este
momento, estando aqu contigo mismo y con esta persona. Ahora bien: para que este

proceso funcione a su mxima eficiencia, debes ir al encuentro de las dificultades, no


evitarlas. Debes acercarte a las personas y decirles, Qu opinas acerca de esa
conversacin, qu sientes respecto a m en este momento? Qu es lo que te gusta de
m y qu es lo que te desagrada?. No se nos ha entrenado a comunicarnos: se nos ha
entrenado a mentir, y por tanto debemos de verdad hacer un esfuerzo, no evitar la
incomodidad. Lo que habitualmente llamas cmodo est muerto, no est vivo.
Hay algunos puntos importantes a tener en cuenta antes de emprender esta aventura.
Pienso principalmente en tres:
(1) Los contenidos de nuestra mente -como lo sabe cualquiera que
hayahecho un poco de introspeccin- no son para ser tomados demasiado en
serio. Hay todo tipo de chatarra all: mandatos grabados, frases de otras personas,
opiniones de profesores, hasta un jingle que escuchamos en la radio, todo lo cual se
repite al azar y mecnicamente. El problema se presenta cuando comenzamos a
confundir nuestros pensamientos con la realidad y a tratarlos como tal.
Puede resultar ms fcil comunicar nuestro dilogo interno si no creemos que lo que
pensamos es tan importante y trascendental. Si una persona no nos cae bien, quizs es
porque se parece a nuestra ta gata; o bien, quizs nuestra desconfianza con tal o
cual persona no sea ms que una paranoica re-creacin de un episodio del pasado de
caractersticas similares al presente. De igual
modo, tomaremos menos a la tremenda lo que alguien piense de nosotros si
consideramos la posibilidad de que lo ms probable es que esta persona no nos est
realmente viendo a nosotros, sino simplemente usndonos de pantalla de sus
experiencias previas.
(2) Responsabilidad. Un principio tremendamente til y valioso para ser cada vez
ms libres es partir de la base de que nuestro estado interno depende de nosotros, y
no de los dems. En trminos prcticos: si lo que alguien nos dice nos hiere, es muy
probable que sea nuestra interpretacin de ello lo que nos produce dolor, y no la
otra persona. Con nuestra interpretacin, me refiero a cmo me resuena lo que el
otro me dijo. Si cuestion mi inteligencia y yo tengo dudas acerca de ella, eso es lo
que me hace sentir el supuesto dolor el revivir mi propia duda- y no lo que me dijo la
otra persona. Por lo tanto, sea lo que sea lo que otra persona me diga, ella no me est
haciendo dao y la solucin no es lograr que se calle o convencerla de que cambie de
opinin. Lo que puedo hacer si deseo de veras atender al dolor es sentirlo y quedarme
con l, aceptarlo y seguirme quedando con l por el tiempo que sea necesario hasta
que la herida sane. Eso es lo nico que
aquietar nuestra reaccin: mientras no hagamos esto, seguiremos estando a merced
de lo que los dems opinen de nosotros. Y cuando comunicamos lo nuestro, puede ser
til repetir, antes de cada frase, Me hago responsable de que esto es mo, para tener
an ms claro que cualquier cosa que le digamos a otra persona puede tener mucho
ms que ver con nosotros que con ella.
(3) Privilegiar la consciencia. Al comunicar lo que siento, debo dejar de lado los
deseos de simplemente vengarme, descargar mi agresividad sobre la otra persona,
herirla o humillarla. sta slo ser una experiencia autnticamente positiva y
constructiva si se basa en un deseo genuino de limpieza, transparencia y sinceridad, y
si permanezco atento a mi propia sensibilidad y a la de la otra persona.
Beneficios
Nuevamente, Paul Lowe (1998): Si comenzaran a comunicarse su dilogo interno unos
a otros en este momento, en este momento, sin editarlo, sin analizarlo para decidir si
Le agradar o no a esta persona?, Ser verdad o no lo que digo?, Estoy siendo
arrogante acaso?. Si slo comenzaran a percatarse de su dilogo interno, se
transformaran a s mismos y se transformarn unos a otros. Es algo tan simple.... Si
slo comenzaran a hacer eso, su vida se transformara: atravesaran de un golpe toda

esa cortina de basura, todo ese bla-bla mental, y comenzaran a estar presentes con
ustedes mismos y los dems.
La idea es que, con las personas con quienes estemos dispuestos a experimentar y
que sintamos dispuestas a escuchar de verdad: no son muchas-, nos atrevamos a
expresarles absolutamente todo aquello que sentimos por ellas, tanto lo que para
nosotros tiene un tinte negativo como
aquello que sentimos positivo, y tambin aquello que va surgiendo en el momento de
la interaccin. Cules son los efectos que hemos visto al hacer esto? En el 90% de los
casos, el efecto mayor es una sensacin de liberacin y de mayor intimidad y cercana
entre las personas involucradas; suele descubrirse que las fantasas respecto a lo que
el otro piensa son mucho peores que la realidad -y a veces, enteramente falsas-. Y en
la persona que se expresa, una sensacin de caer ms al presente, de mayor
integridad, liviandad, transparencia y una muy notoria recuperacin de su energa y
disminucin del temor.
Estemos o no conscientes del hecho, el dilogo interno tiende una cortina de
anestesia que no nos deja estar en contacto con nuestra propia sensibilidad y mucho
menos an con la otra persona y la situacin presente. Nuestra energa se halla
volcada fundamentalmente a nuestra conversacin privada con nosotros mismos. En
palabras de Paul Lowe (1989),En cada instante existe la posibilidad de una vibracin
de verdad, de flujo; y, si no vivimos de acuerdo a eso, hay una aberracin, la que se
siente subjetivamente como incomodidad, y que es acumulativa.
Es difcil transmitir la liberacin que significa no tener asuntos inconclusos ni nada
retenido en un momento dado y digo en un momento dado porque esto es algo que
debe atenderse continuamente-. Don Juan, el brujo yaqui, dice: el mundo cambiar en
cuanto deje de hablarse a s mismo, y debe estar preparado para este salto
monumental (Castaneda, C., 1971, pg. 219). Es
verdad, y es algo que debe experimentarse directamente, superando nuestra
tendencia a mantener nuestra comodidad e ilusoria seguridad. Si de veras deseamos
vitalizarnos y superar la semi-inconsciencia que nos caracteriza, debemos correr el
riesgo de incomodar a otros, de sufrir bochornos, de que nos critiquen. No existe otra
forma de sacudirnos el verdadero traje de buzo
que nos ha dejado nuestro condicionamiento y que esconde nuestra verdadera
inocencia y espontaneidad.
Bibliografa
Aranela, E. y Silva, M. (1986) Respiracin Consciente. Estudio exploratorio de la
aplicacin de una tcnica respiratoria sobre una muestra de eleccin razonada. Tesis
de Grado para optar al ttulo de Psiclogo. Depto. De Psicologa de la U. de Chile.
Castaneda, C. (1971) A separate reality. Further conversations with Don Juan. Simon
Schuster, Pocket Books, New York.
Celis, A. (2001) La tcnica de comunicar el dilogo interno. Revista Uno Mismo N140,
Santiago de Chile, Agosto.
Fields, R. (Mayo 1976) Arica: Inside the Metasociety. An interview with Oscar Ichazo.
New Age Magazine, Massachussetts.
Goi, P. (1991) Eficacia del entrenamiento en relajacin muscular progresiva
e imaginera mental guiada para reducir los efectos secundarios en pacientes
sometidos a quimioterapia. Tesis para optar al grado de Licenciado en
Psicologa, Universidad Diego Portales, Santiago de Chile.
Gordon, T. (1970) Teora de relaciones interpersonales sanas y un programa de
entrenamiento de padres. Cap. 21 de New Directions in Client-Centered Therapy,
editado por J.T.Hart y T.M. Tomlinson. Houghton Mifflin, New York.
Grossarth-Maticek, R. y Eysenck, H.J. (1990) Personality, Stress and Disease:
description and validation of a new Inventory. Psychological Reports, 66, 355-373.
Hoffman, R. (1980) No one is to blame: getting a loving divorce from
Mommy and Daddy. Science and Behavior Books, Palo Alto, California.

I Ching, el Libro de los Cambios (1976) Traduccin de Dra. Helena Jacoby


deHoffmann. Cuatro Vientos Editorial, Santiago de Chile.
Jampolsky, G. (1981) Love is letting go of fear. Bantam Books, New York.
Janov, A. (1970) The Primal Scream. Delta Books, New York.
Latner, J. (1974) The Gestalt Therapy Book. Bantam Books, New York.
Lowe, P. (1989) The experiment is over. Roximillion Publishing Co, New York.
Lowe, P. (1998) Basic Laws Of Life. Charlas, Bali, Indonesia, 6, 7 y 8 de Abril.
Lowen, A. (1976) Bioenergetics. Penguin Books, New York.
Monroe, R. (1971) Journeys out of the Body. Doubleday, New York.
Monroe, R. (1985) Far Journeys. Doubleday, New York.
Nuevo Testamento (1953) en Sagrada Biblia, versin J.M. Petisco. Ed. Apostolado de
la Prensa, Madrid.
Orr, L. y Ray, S. (1976) Rebirthing in the New Age. Celestial Arts, Berkeley.
Perls, F., Hefferline, R. y Goodman, P. (1951) Gestalt Therapy. Pelican Books,
Middlesex, Inglaterra.
Perls, F. (1976) El enfoque Guestltico & Testimonios de Terapia. Cuatro Vientos
Editorial, Santiago de Chile.
Prather, H. (1976) Palabras a m mismo. Cuatro Vientos Editorial, Santiago.
Rajneesh, B.S. (1979) The Discipline of Transcendence (vol.IV). Rajneesh Foundation,
Poona, India.
Rajneesh, B.S. (1981) The Orange Book. The meditation techniques. Rajneesh
Foundation International, Oregon.
Rolf, I. (1977) Rolfing. Denis-Landman, USA.
Rogers, C.R. (1964) Toward a modern approach to values: the valuing process in the
mature person. Journal of Abnormal and Social Psychology,vol.68, N2, pp. 160-67.
Rossi, E. L. (1991) The 20 minute break. J.P. Tarcher, Los Angeles.
Rossi, E. L. (1993) The psychobiology of mind-body healing. Norton & Company, New
York.
Sheldrake, R. (1987) Mind, Memory and Archetype. Psychological Perspectives, Los
Angeles. (Spring)
Sheldrake, R. (1991) Resonancia Mrfica. En Sabidura Antigua y Ciencia Moderna,
editado por Stanislav Grof. Cuatro Vientos Editorial, Santiago.
Simonton, C; Simonton, S. (1978) Getting well again. Ed Tarcher, Inc., Los Angeles,
USA. En Goi, P., 1991. (Ob. cit.)
Tobin, S. (1978) El proceso de despedirse. En Esto es Gestalt, compilacin editada por
John Stevens. Cuatro Vientos Editorial, Santiago de Chile.
Van Dusen, W. (1978) Invocando lo Real. En Esto es Gestalt (ob. cit).
Whitman, W. (1986) The Complete Poems. Penguin Classics, London.

También podría gustarte