Moroleon
Moroleon
Moroleon
Y
200 años de laboriosidad compartida
Compiladores de datos:
Autores de complementos:
Colección Monografías
Municipales de Guanajuato
Guanajuato 2010
Primera Edición, 2010
Autores de complementos,
Artemio Guzmán López.
Nicolás Ruiz Rodríguez.
Ulrik Vangstrup.
Guanajuato
Gobierno
del Estado
Integrantes:
Rector General de la Universidad de Guanajuato Director de la Unidad de Televisión de Guanajuato
Representante del Congreso del Estado Presidente Municipal de Dolores Hidalgo C.I.N.
Representante del Supremo Tribunal de Justicia del Estado Presidente Municipal de San Miguel de Allende
Representantes Ciudadanos:
Consuelo Camarena Gómez
Colección Monografías
Municipales de Guanajuato.
Guanajuato 2010.
DEDICATORIA.
A nuestros Antepasados
por habernos heredado
un territorio físico
jurídicamente establecido.
Por su ejemplo a seguir,
en ocupaciones productivas
y de utilidad social.
A la generación presente
para que valoremos y
conservemos lo recibido.
Compiladores.
DESCRIPCIÓN DE LA PORTADA.
“Hidalgo, Maestro”.
MATÍAS DE ESCOBAR *
* AMERICANA THEBAIDA 1729. BALSAL EDITORES. MORELIA MICH. PRIMERA EDICIÓN 1970.
facetas nos proporciona un soporte significativo para fortalecernos en lo individual y en
lo colectivo.
El sentirnos en un grupo con un objetivo en común, nos hace mas plenos, llenos de
energía. Sobre todo si tenemos algo en especial que compartir como el arte, el deporte, etc.
El saber que tenemos una historia en común, nos dará un refuerzo en la identidad,
lo que redundará en que seremos mejores personas, propiciando una convivencia social
y familiar mas armónica, llenando así los huecos existenciales de cada individuo.
Nuestra historia “matria”, la del solar pequeño, nos alentará a emular las actitudes
de los grandes personajes del pasado y a superarlos también... entonces podremos decir
que nos sirvió de algo el aprendizaje que hemos tenido en todos los aspectos, porque si
no usamos este potencial, estaremos en condiciones de fracaso personal y como Pueblo.
En la antigüedad los griegos desarrollaron una cultura que trasciende hasta nues-
tros días. Platón proponía, entre otras cosas, condiciones básicas para que las ciudades
tuvieran un crecimiento importante y pudieran subsistir, tales como que se cuidara de
inundaciones, que la bañara el sol, que el aire fuera puro, con suficiente agua, zonas de
producción de alimentos, etc.
En nuestro continente florecieron culturas destacadas en artes y ciencias de las que
persisten manifestaciones arquitectónicas que nos admiran y llevan a la reflexión de su
grandeza y posterior decaimiento. Ahora nos toca a nosotros, aprender de todos ellos,
no cometer los mismos errores y proponer un mejor modelo social que en todos sentidos
logre una mejor calidad de vida.
El reto es grande y podemos superar nuestro entorno si seguimos esa visión con
fortaleza y dedicación.
En este año de las celebraciones del Bicentenario del inicio de la lucha por la
Independencia de México y del Centenario del comienzo de la Revolución Mexicana,
será importante destacar los valores nacionales, usando de ejemplo la valentía y entrega
de todos aquellos que se sacrificaron por los ideales de tener una Patria mejor para las
generaciones venideras, no olvidemos estas acciones y busquemos definir el rumbo de
nuestro pueblo, no por vanagloria personal sino por un deber cívico y por la responsabi-
lidad histórica que nos corresponde.
Este trabajo pretende ser un sencillo aporte en el conocimiento de nuestra Historia
Local y de las realidades que nos dan las estadísticas. También intenta ser un recono-
cimiento a todos aquellos que antecedieron esta labor que de manera inédita tuvieron
mucho que aportar y otros cuyas obras impresas los perpetuaron en forma de escritos
breves, pero muy valiosos o en volúmenes mayores, como es el caso de Don Jesús López
López, Don Alfonso Ortiz, el Dr. Cayetano Andrade López y otros más.
Agradecemos a quienes participan en esta publicación: al Gobierno Estatal y Mu-
nicipal; a la Secretaría Técnica de las Celebraciones del 2010 y al Presidente de la Asocia-
ción de Cronistas.
Moroleón, gracias por aportar a nuestro Estado una honrosa historia de legalidad,
entusiasmo y laboriosidad.
Compiladores.
Monografía
del
Municipio de Moroleón.
CAPÍTULO I.
I.3.- Geología.
La estratigrafía regional de la zona ubica 3 unidades litológicas:
Basaltos y brechas volcánicas del Terciario Cuaternario Tpl-Q(BBvb). Existen aflo-
ramientos y brechas basálticas de color negro y rojo de textura porfirítica y con estruc-
tura vesicular y las brechas son piroclastos de lapillo, cenizas volcánicas y seudo capas
delgadas del Plio-Cuaternario.
Riolitas y tobas ácidas Ts(R-Ta). Secuencia volcánica compuesta por riolitas flui-
dales color gris a rosado así como vitrófidos que van de riolitas a dacitas del Terciario
Superior.
Aluvión del Cuaternario Q(al) Es una pequeña proporción que se manifiesta en
la parte baja del municipio junto o bajo la mancha urbana con sedimentos de arcillas
distintas, limo y algo de grava.
I.4.- Orografía.
El municipio está localizado en una superficie algo montañosa o de lomerío suave
que son derivaciones de la Sierra de Piñícuaro y de la zona llamada Bajío Michoacano;
sus elevaciones más importantes son: Cerro de Los Amoles con 2 mil 830 msnm (metros
sobre el nivel del mar), Mesa El Cerrito Hueco con 2 mil 400 msnm, Manuna y Cerro
Blanco en Rancho Nuevo con 2,500 y 2 mil 280 msnm, respectivamente. Además de éstos
podemos mencionar al Cerro del Melón, Prieto o Cupuato, Blanco o Tizar y Caricheo. La
mayoría forman parte de la Sierra de Piñícuaro y se calcula un promedio aproximado de
2 mil 400 msnm.
14
Características del medio ambiente.
La mancha urbana está situada en la parte baja del municipio y que también es la
zona más plana, donde la altitud sobre el nivel del mar va de los 1,800 a 1,850 metros.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
I.6.- Hidrografía.
Todos los escurrimientos del municipio pertenecen a la región hidrológica 12 de
la cuenca Lago de Pátzcuaro-Cuitzeo-Yuriria (RH12-G), hay también dos Sub-cuencas:
Yuriria (RH12-G-c) y Pátzcuaro (RH12-G-a).
Las corrientes de agua en Moroleón, inician todas dentro del mismo territorio mu-
nicipal y son por lo tanto cortas y de poca afluencia o volumen, siendo las principales el
Arroyo de Amoles, también llamado el Paso o Tejocotitos, el Arroyo Blanco que alimenta
a la Presa de Quiahuyo, el de Cuanamuco que va a la Sub-cuenca de Pátzcuaro.
16
Características del medio ambiente.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
contramos las especies: Zacate tres barbas (Arístida sp), navajita velluda (Boutelova hirsuta)
y zacatón liendrilla (Muhlenbergia sp), triguillo, lobero, zurumuta, quelites, zacatillo, y una
gran variedad de cactáceas como nopales, pitayo, órgano, nopal blanco, nopal San Pedreño,
de xoconostle (aquí se le dice joconol) en las zonas más altas las especies más comunes e
importantes son: el encino, capulín, tejocote, pinos, fresnos, zapote blanco, pirul y euca-
liptos además de otras plantas como árnica, los amoles, cola de zorra, guamúchil y anís
silvestre.
18
Características del medio ambiente.
I.9.- Fauna.
—Fauna silvestre.- La constituyen: tuzas, tejones, armadillos, conejos, ardillas, zo-
rrillos, tlacuaches, coyotes, zorras, murciélagos, colibríes, gorriones, tarengos, chivitos,
mulatos, cenzontles, codornices, aguilillas, lechuzas, gavilanes, búhos, zopilotes, golon-
drinas, conguitas, saltaparedes, tordos y en las zonas de represa conviven aves acuáti-
cas migratorias; también existen reptiles: lagartijas, tortugas y distintas serpientes como
coralillos, hocicos de puerco, cincuates o de cascabel, alicantes y ratoneras negras que
llegan a medir hasta dos metros y gran variedad de insectos como grillos, chapulines,
catarinas y mariposas, incluída la monarca.
Estas especies de animales de vida silvestre son ya muy escasas, en variedades y en
número, ya que la acción del hombre ha ido destruyéndolas, en forma directa, a través
de la cacería o indirecta a través de la contaminación ambiental.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
—Fauna doméstica.- Aves de corral, diversas aves canoras que se tienen en jaulas;
perros y gatos. En la periferia urbana y zona rural hay ganado bovino, porcino, caprino,
ovino, caballar y asnal.
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CAPÍTULO II.
ASENTAMIENTOS HUMANOS.
II.1.- Demografía.
—Población.
La población total del municipio, según el último censo efectuado en el año 2000
por el INEGI, era de 48,191 habitantes (1.21% del total del estado); se estima que en la
actualidad son 55,000 habitantes en Moroleón y que para el año 2010 llegará a 63,000.
—Distribución.
Está distribuída en 18 localidades, siendo las más importantes por el número de
habitantes las siguientes: Moroleón, 41,136 habitantes, Piñícuaro 1,431, La Ordeña 756,
Ojo de Agua 538, El Salto 800, Rancho Nuevo 500 y La Loma 430 habitantes.
—Densidad de población y tasa de crecimiento.
La densidad de población es de 293.84 habitantes por kilómetro cuadrado y el 60%
de la población es menor de 20 años. La tasa de crecimiento media anual es de 0.7%, la
población urbana es de 85.4% y la rural es de 14.6%.
chos de ellos han emigrado en busca de trabajo, y además las tierras de cultivo, han ido
desapareciendo por urbanización o francamente están erosionadas y bajo los efectos
negativos de las lluvias de temporal, que no siempre son oportunas y suficientes.
Pisos predominantes:
Cemento, firme y mosaico
Paredes:
Tabique, ladrillo, block, piedra, cantera o cemento
Techos:
Losa de concreto, ladrillo, terrado, viguería, todavía existen techos de teja, tanto de
arcilla como de asbesto.
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Asentamientos humanos.
Vivienda rural.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
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CAPÍTULO III.
Descripción General.
Moroleón es uno de los 46 municipios del Estado de Guanajuato; su Decreto de
Creación es de fecha 19 de noviembre de 1845. La cabecera del municipio es la ciudad de
Moroleón. Un Ayuntamiento o Cabildo ha administrado las funciones públicas desde 1846.
El Ayuntamiento de Moroleón está integrado por un Presidente Municipal, un Sín-
dico y diez Regidores. Todos son de elección democrática y de varios partidos políticos.
Son de elección interna, el Secretario del Ayuntamiento, el Tesorero y el Contralor.
También los Directores de las dependencias se eligen internamente: Obra Públi-
ca, Desarrollo Urbano y Ecología, Desarrollo Económico, Desarrollo Social, Desarrollo
Rural, Oficialía Mayor, Reglamentos y Fiscalización, Educación, Cultura y Deporte, Di-
rección de Seguridad Pública, Protección Civil, Central de Emergencias 066, CERESO,
Tránsito y Transporte.
Además hay funcionarios de confianza en la Oficina de enlace con Relaciones Ex-
teriores, el Archivo General Municipal, Predial y Catastro, Registro Civil, Departamento
Jurídico, Comunicación Social y Acceso a la Información Pública.
En cada una de las Comunidades rurales, existen Representantes o Delegados que
son el enlace entre la Administración Municipal de la Cabecera.
En la Oficina de Contraloría se vigila que se realice con calidad los trabajos de
todas las dependencias, está integrada por un Licenciado en Derecho, un Contador, un
Ingeniero o Arquitecto y personal de base.
Existe una oficina de enlace con la Secretaría de Relaciones Exteriores desde sep-
tiembre de 1999. Además de tramitar pasaportes, se realizan solicitudes y permisos de
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
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Organización Política Municipal.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
El SMAPAM como organismo descentralizado está dirigido por un Consejo cuyos in-
tegrantes son de carácter honorífico, a excepción del Presidente, quien tiene labor de tiempo
completo en oficinas.
Este Consejo Directivo nombra para su administración interna a un director General. El
Consejo Directivo del SMAPAM, dependiendo de los resultados sobre la correcta administra-
ción del agua en la Cabecera Municipal, es ratificado cada dos años por el H. Ayuntamiento en
turno. Actualmente en SMAPAM laboran 42 personas en las diversas áreas de trabajo. Las 16
comunidades rurales reciben asesoría técnica en sus pozos y equipos de cloración.
El SMAPAM lleva a cabo campañas constantes para el cuidado del agua por diversos
medios.
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Organización Política Municipal.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
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CAPITULO IV.
IV.1.- Mercados.
—El Mercado Hidalgo se instaló en los terrenos aledaños a la Calzada Manuel
Doblado. Su construcción se inició en junio de 1964. Se inauguró en 1965, con la asis-
tencia del Presidente Gustavo Díaz Ordaz, de paso por una de sus giras.
Funciona con un Administrador, secretaria y unos doce trabajadores en las dis-
tintas áreas.
Área que ocupa: 6,000 mts. cuadrados aproximadamente.Cuenta con:
190 planchas interiores, 37 cortinas exteriores, 60 cortinas interiores, 40 cortinas
en la explanada, 7 bodegas, 7 locales de tablajeros, 31 fondas, 30 puestos de tianguis
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Servicios Públicos de la Administración, bajo la Dirección de Oficialía Mayor.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
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CAPITULO V.
ÁREAS RECREATIVAS.
V.1.- Plazas.
Jardín Principal - Plaza Guanajuato.
De los jardines públicos en Moroleón destacan tres: El Jardín Principal o Plaza
Manuel González, que está en el centro de la población, rodeado por una bella porta-
lería (se inició su restauración); le sigue en importancia por su tamaño y uso la Plaza
Guanajuato, donde en algún tiempo se instalaban los circos o la plaza de toros. El otro
a destacar es el Jardín del Jinete, localizado a la salida a los Amoles y la Ordeña junto al
puente del mismo nombre. Casi junto a éste, pero con el arroyo de por medio se encuen-
tra el que se llama “Parque de la Familia”, con un par de tejados que tienen asadores y
algunos juegos infantiles.
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Plazoletas.
El resto de los jardines o plazas lo integran el de “La Plazuela Nicolás Bravo”,
entre las calles Allende y Guerrero; la Plaza “El Cinco”, ubicada en la unión de las calles
Morelos, Cinco de Mayo y Santos Degollado. La Placita 12 de Octubre, en la esquina de
esta calle con Abasolo; El Parque Constituyentes, en la colonia Aviación Civil, aledaño
a la calle Heriberto Jara; otro conocido como “el Jardincito” de la calle Fuerza Aérea, y
también el parque de “Los Girasoles” en la colonia del mismo nombre. Actualmente en
construcción el parque “Los Laureles”, al final de la calle Chamizal. También en proceso
otra pequeña plaza por el mismo rumbo en la intersección de las calles de Aquiles Ser-
dán con 18 de Marzo.
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Áreas recreativas.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
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CAPÍTULO VI.
EDUCACIÓN.
Planteles y Cantidad de Alumnos.
Dedicadas Maestras que laboraron en la Escuela Primaria Urbana Número Uno, Maestra Esther Gon-
zález Parga, Maestra Elodia Ledesma Martínez, Maestra Mercedes Díaz de Pérez, Maestra María Teresa
López López, Maestra Esther Martínez Ortega, algunos alumnos y alumnas del plantel.
La profesora Elodia Ledesma pasaría a la dirección del Centro Escolar Moroleón, cuyo director enton-
ces el Profr. José María Martínez Ortega había sido nombrado inspector de la zona escolar de Irapuato.
Primera banda de guerra escolar de la Escuela Primaria Superior No. 1. Foto tomada en el patio del an-
tiguo edificio de este plantel. Curiosamente la bandera que portan es de la época porfiriana. Durante
el desfile usarían otra con el Escudo Oficial de esa fecha con el águila de perfil.
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Educación.
Escolta de la Escuela Josefa Ortiz de Domínguez en el desfile del 16 de Septiembre por los años cuarenta.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
VI.5.- Bibliotecas.
Biblioteca Tomás Moreno. Ubicada en la esquina de las calles Brasil y Durango.
Biblioteca Alfonso Ortiz Ortiz. Ubicada en la calle Morelos No. 80.
Biblioteca Nicolás Ruiz Rodríguez. Ubicada en la Casa de la Cultura.
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Educación.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Como consecuencia del descenso de la demanda laboral textil y la baja de la actividad co-
mercial local, estas Instituciones educativas representarán una espectativa de lograr la diversifi-
cación de trabajo en la población.
Casa de la Cultura.
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Educación.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Documento del año 1888 en el que se muestra el reconocimiento que se hacía a la aplicación de los alumnos de las
Escuelas Oficiales.
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CAPÍTULO VII.
ACTIVIDADES DEPORTIVAS.
Para la práctica del futbol hay varias ligas y de ellas la que agrupa un mayor núme-
ro de jugadores es la Liga de Futbol Amateur de Moroleón, con un aproximado de 1,700
elementos que participan en este deporte, teniendo en su organización equipos de cate-
gorías libres o de mayores de edad, juveniles, infantiles y menores. Todos ellos utilizan
las canchas de la Unidad Deportiva Fr. Luis Gaitán; los infantiles y menores en la cancha
chica, mientras que el resto juegan en la cancha de dimensiones oficiales, ambas son de
piso de tierra (mezcla de arcillas y arenas adecuadas). También se usan las cinco canchas
que tiene la Liga por la misma salida a Quiahuyo. Hay también otras ligas de futbol rápi-
do o de salón que usan la cancha del Auditorio Municipal “Antonio Ortiz Mena” de lunes
a miércoles, y otra liga que es privada que juegan en la cancha llamada “Morosports”. En
el Club Campestre se practica entre otros el futbol en dos categorías: libre y máster en su
cancha de pasto natural y con dimensiones oficiales. La liga Femenil de futbol juega los
domingos en la Unidad Deportiva Moroleón, y el lunes en la Fr. Luis Gaitán.
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Actividades deportivas.
locales a Don Jesús Pérez Villagómez y a Valentín García Núñez. El campo “ROL” (Rigo-
berto Ortega López), en la Colonia San Isidro, completa las necesidades de la liga local
para las categorías libres, existe también un campo infantil en la colonia El Ranchito,
donde juega la liga de softbol femenil y un campo de veteranos en la colonia los Giraso-
les y junto al Libramiento Sur.
Estadio de Béisbol.
El Basquetbol había venido a menos pero parece repuntar al nivel alto que ha teni-
do en la región. Actualmente la Liga, en sus diferentes categorías, usa preferentemente
la cancha del auditorio Ortiz Mena, de jueves a domingo, siendo este último, el día que
juega la femenil. Para entrenamiento, está también la cancha de la Presidencia Munici-
pal, que fue por algún tiempo el centro más utilizado para este deporte.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
VII.5.- Charrería.
Otra actividad importante ha sido la charrería, la cual tuvo una etapa brillante con
la organización de escaramuzas charras integradas por jovencitas que le dieron gran
realce.
Nota: Como apreciación, falta un “plus” generalizado en el deporte, y quizá se debe a que
esta actividad deportiva es recreativa, más que competitiva y de “fines de semana”. Hay
ejemplos de esfuerzos personales como es el caso del futbolista Ever Arsenio Guzmán
Zavala, quien participó en el campeonato mundial de futbol sub 17 en Perú en el año
50
Actividades deportivas.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
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CAPÍTULO VIII.
SALUD PÚBLICA.
VIII.2.- Servicios del ISSSTE. Institución que atiende a los empleados al servicio del Estado:
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Salud pública.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
• Guardería infantil.
• Translado de enfermos a Instituciones Especializadas.
• Terapias de rehabilitación.
• Desayunos escolares y despensas.
• Atención a la violencia intrafamiliar.
• Servicios gratuitos de asesoría jurídica.
• Cursos de informática, etc.
VIII.5.- ISSEG.
• Venta de medicamentos con descuento.
• Facilita los trámites de recepción de divisas.
• Ahorro voluntario de los trabajadores.
• CREDISSEG.
• Entrega de becas “Contigo Vamos”.
• Seguros de vida.
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Salud pública.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
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CAPÍTULO IX.
COMUNICACIONES Y TRANSPORTE.
ZIX.1.-Medios de Comunicación.
• Televisión. Esporádicamente ha funcionado un canal de Televisión; inicialmente en
la Presidencia Municipal, ahora de iniciativa privada.
• Radiodifusora. Es de la iniciativa privada, pero tiene un programa de servicio social,
que abarca denuncias, peticiones de servicios públicos y de trabajo, crítica social e
información en general.
• Periódicos. Circula un periódico a la venta, y varios más de tipo promocional, con
alguna información social noticiosa. Estos periódicos son gratuitos.
• Telefonía fija y celular.
• Correos y telégrafos.
• Internet.
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CAPÍTULO X.
ACTIVIDADES ECONÓMICAS.
X.2.- Agricultura.
• Tenencia de la tierra. En el suelo moroleonés predominan la pequeña propiedad
con unas 14,000 hectáreas y la ejidal con aproximadamente 1,529 hectáreas, distri-
buídas de la siguiente manera: Ejido Moroleón 293 hectáreas, de las cuales 220 son
de uso agropecuario, 68 de agostadero y 5 de infraestructura urbanizada. Ejido Ojo
de Agua, tiene 330 hectáreas; Quiahuyo 227 hectáreas; La Ordeña 664 hectáreas; Las
Peñas 53 hectáreas; Amoles 409 hectáreas; Piñícuaro 403 hectáreas. Carpeta básica de
Ejidos. Procuraduría Agraria 2009.
• Clasificación de la tierra y uso del suelo. El uso agrícola tiene un porcentaje de 80%,
el pecuario un 14% y un 5% es de uso urbano e industrial. La erosión es un factor
negativo, sobre todo en la parte central del Municipio, afectando principalmente las
comunidades de La Barranca, La Loma y Piñícuaro. Este daño es causado básica-
mente por el arrastre de tierra por el agua de las lluvias, el sobrepastoreo que hubo
en la zona y por la tala de árboles (actualmente restringida).
• Principales cultivos. El cultivo de la tierra ha venido a menos por la emigración hacia
los Estados Unidos o simplemente a las ciudades o a zonas urbanas, abandonando
los campos de cultivo. Las siembras son de temporal en unas 3,000 hectáreas con
cultivo de: maíz, frijol, sorgo, garbanzo y haba. El cultuvo de calabaza reviste impor-
62
Actividades económicas.
tancia especial pues se convierte, junto con camotes, higos, tejocotes, chilacayote en
deliciosos “cubiertos” preparados con azúcar o piloncillo. También se ha agregado
el cultivo del agave y nopales forrajeros. Las siembras de riego son escasas. Se está
intentando la producción en invernaderos de hortalizas y flores.
X.3.- Ganadería.
• En algunos ejidos se tiene actividad pecuaria y pastoreo. El ganado es mayorita-
riamente bovino, porcino, caprino y ovino. También hay algunas granjas de aves, y
varios apiarios.
• Productos ganaderos. Ha disminuído notablemente la cantidad de establos para ga-
nado bovino debido a la facilidad del consumo de la leche industrializada. Los deri-
vados lácteos como quesos, yogurt, crema, etc. son a nivel casero. La cría de cerdos
a gran escala también ha desaparecido; pero es tradicional y de fama la preparación de
exquisitas “carnitas” de cerdo, y “birria” de chivo.
X.4.- Minería.
No existen yacimientos de metales en el Municipio, o al menos no se ha explorado
actualmente.
• Se extrae arena y grava para construcción.
• Hay extensos bancos de cantera pero carece de la dureza necesaria, aunque es ade-
cuada para el tallado.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Las comunidades del Municipio de Moroleón pueden ser visitadas, con la certeza
de encontrar en ella: belleza natural, historia, vistas panorámicas, capillas antiguas y
nuevas, etc.
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Actividades económicas.
Puente en El Jinete.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Pamaceo.
Jardín de Piñícuaro.
66
CAPÍTULO XI.
Realización de planos.
Los planos iniciales los trazó el M.R.P. Fray Francisco Quintana, quien los envió a Roma
para su revisión. Los planos definitivos de la cúpula los realizó el arquitecto italiano
Gian Pietro Jombini por encargo del R.P. Fray Miguel F. Zavala.
La obra estuvo, en su primera etapa, a cargo del Alarife José Refugio Serrato.
Reseña de su construcción.
• El Padre Francisco Quintana realiza el primer croquis.
• En 1843 se abrieron las cepas de los cimientos de toda la planta.
• En 1888, inicia la construcción el Padre Fray Bernardo Arias, conforme al croquis del
Padre Quintana.
• En 1889 continuó la construcción el Padre Fray Fulgencio Villagómez, hasta dejar los
muros a una altura de cinco metros.
• De 1898 a 1904, durante el periodo del Padre Fray Leodegario Gallardo, se construyó
la Torre Señera.
• En enero de 1909, el Padre Fray Miguel Francisco Zavala (Padre Zavalita) inicia la
etapa final de la construcción de la Iglesia.
• En diciembre de 1912 se termina la construcción de la Iglesia.
• El 14 de enero de 1913, el Arzobispo de Morelia, Monseñor Don Leopoldo Ruiz y
Flores, consagró el templo y lo dedicó al Señor de Esquipulitas.
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Monumentos históricos y arquitectónicos.
Cuenta con una torre gótica; la cúpula románica, es majestuosa con sus líneas y
vitrales ojivales.
En su fachada resalta una torre-campanario central, la ventana coral y el acceso
principal, estas dos últimas, con un frontón triangular y marcados elementos góticos.
El templo, de una sola nave en forma de Cruz Latina, presenta un bello altar princi-
pal en cantera, con decoración en hoja de oro e influencias de la arquitectura gótica, igual
que las ventanas de la cúpula.
Las cuatro pechinas formadas por los arcos torales que dan paso a la cúpula osten-
tan pinturas de pasajes religiosos. Siendo Moroleón parte de la Provincia Agustiniana,
estos pasajes pictóricos al interior de la Iglesia representan etapas de la vida de San
Agustín de Hipona, desde su conversión al catolicismo, hasta su deceso.
En la cruceta, existen dos altares laterales dedicados, uno a la Virgen de Guada-
lupe y el otro al Sagrado Corazón de Jesús; la nave cuenta con diez bóvedas en forma
de pañuelo, el coro es alto y tiene un órgano armónico elaborado a principios del siglo
XIX. La ornamentación y decoración de techos y paredes nos remonta a la época del
Romanticismo.
La capilla del lado oriente está dedicada a la Inmaculada Concepción de la Virgen
María y en el Altar Poniente, se encuentra la Pila Bautismal.
Fuentes informativas:
—Alfonso Ortiz Ortiz, Disertaciones Moroleonesas, Moroleón, 1993.
—Fray Nicolás Navarrete, Un constructor de templos de piedras y almas.
—Coordinadora de Turismo en el Estado, “Inventario Turístico del Estado”. 2001.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Vista interior de la
cúpula, se aprecian
las cuatro pechinas
con pasajes de la vida
de San Agustín de
Hipona.
Acercamienos de la
cúpula y la torre.
70
Monumentos históricos y arquitectónicos.
Portal Aldama (izquierda), y Portal Corregidora (derecha), a finales del Siglo XIX.
71
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
72
Monumentos históricos y arquitectónicos.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
74
Monumentos históricos y arquitectónicos.
XI.3.- Monumentos.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
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Monumentos históricos y arquitectónicos.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
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Monumentos históricos y arquitectónicos.
Templo de Piñícuaro.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Capillita en Quiahuyo.
80
Monumentos históricos y arquitectónicos.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
82
CAPÍTULO XII.
ACTIVIDADES SOCIALES.
Cine Avenida.
84
Actividades sociales.
Fiestas Tradicionales.
• En el aspecto religioso: La Fiesta de Enero, que data del año 1806 en honor al Señor
de Esquipulitas con procesiones durante todo el mes; resaltando el dia 15 con la
celebración de Misa Solemne, Noche Buena con Serenata y juegos pirotécnicos, la
noche del dia 16 con Paseo de Carros Alegóricos con Temas Bíblicos, acompañados
con Danzas Autóctonas que representan el séquito de Guerreros Custodios del Señor
de Esquipulitas; el dia 31 Solemne Procesión nocturna con el Señor de Esquipulitas
por las calles de la Estación.
85
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
• El jardín principal era muy concurrido los domingos y los lunes por los y las jóvenes
que giraban alrededor de dos vueltas en sentido contrario y así disfrutar los encuen-
tros. Había dos “vueltas”, la amplia y la pequeña. Los días especiales los jóvenes
tiraban confeti y serpentinas a las muchachas, que a veces también las devolvían en
señal de aceptación.
El Jardín Principal en donde se colocaban algunos de los juegos mecánicos durante las
fiestas de enero (aprox. hace 70 años).
• En la parte oficial, la Feria que data de 1857, año en que el entonces Gobernador del
Estado, Don Manuel Doblado ofreció seguridad y exención de impuestos mediante
el respectivo Decreto, para que se llevaran a cabo peleas de gallos y corridas de toros.
Con el paso de los años se fueron agregando eventos de gran realce, como el Baile
Tradicional del 14 de enero. Posteriormente se ha elegido una Reina de la Feria, quien
es coronada después de un evento de inauguración con vistoso desfile; se realiza el
Teatro del Pueblo donde hay concursos de aficionados, presentación de artistas y
rifas. El palenque funciona los días entre la inauguración y la clausura. Sigue habien-
do corridas de toros los dias 15 y 16. Al finalizar la feria se lleva a cabo su clausura.
Durante todo el mes de enero hay quema de cohetes y castillos pirotécnicos.
86
Actividades sociales.
87
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Cartel de la Corrida de Toros del 31 de enero de 1904. Los toros de lidia eran procedentes de la Ganadería El Canario,
antigua hacienda en Yuriria y propiedad de Don Hermenegildo López, dueño también de La Joyita y del Potrero de los
Zamudio en Moroleón. También en Moroleón hubo la Ganadería Barranca Honda, de toros de lidia.
88
Actividades sociales.
• Celebraciones de Semana Santa. Jueves Santo: visita a siete altares, Misa de Lavato-
rio, Bendición del Pan, Oración en el Huerto de Getzemaní; Viernes Santo: Sermones
de la Crucifixión y Muerte de Jesús de Nazareth, adoración de la Santa Cruz, Vía Cru-
cis por un grupo de teatro, Procesión del Silencio; Sábado Santo: Acompañamiento a
la Virgen Dolorosa. Recuerdo de la Pasión de Jesucristo. Misa de Gallo que inicia la
Resurrección del Domingo de Pascua.
• Festejos de la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre. Que se inicia con mañanitas
y celebración de misas durante el dia. Se viste a los niños con atuendos indígenas.
89
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
• Fiestas nacionales, las que señala el Calendario Cívico, sobresaliendo el desfile de los
dias 16 de septiembre, 27 de septiembre y 20 de noviembre.
• Se están llevado a cabo homenajes especiales a los héroes de la Patria con motivo
del Bicentenario del inicio de la Independencia y el Centenario de la Revolución
Mexicana. También se recuerdan las fechas históricas locales como el natalicio del
Gral. Tomás Moreno, el día de Moroleón o del Decreto 16, el natalicio del Constitu-
yente Dr. Cayetano Andrade, etc.
90
SÍNTESIS HISTÓRICA.
CAPITULO XIII.
Se ignora su origen, tal vez porque han sido poco estudiados, pero por su idioma
que no tiene ninguna relación con ninguno otro de Mesoamérica, se puede inferir que
están más bien emparentados con culturas andinas de la zona ecuatorial de América.
94
Síntesis histórica.
Aunado a esto, sus técnicas para trabajar el cobre y sus tumbas en forma de “tiro”, entre
otras cosas, hacen suponer que remontaron el Océano Pacífico en unas sencillas balsas
ayudados con velas y con sus debidas escalas para ingresar por la desembocadura de los
ríos Balsas (de aquí el nombre) y el Lerma-Santiago o Chiconahuapan.
95
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
lo anterior, la llegada a la Congregación del Padre Fray Francisco Quintana dio nuevas y
mejores ideas para acrecentar debidamente la población con una serie de factores indis-
pensables para tal fin, como la formación de una Vicaría Eclesiástica y la Fundación Legal
del Pueblo, el establecimiento de ciertas industrias y negocios que brindaran empleos
e ingresos, así surgieron y crecieron talleres para la confección de rebozos, jabonerías,
herrerías, panaderías, sastrerías, zapaterías, tiendas de productos de consumo básico, ali-
mentos, ropa, boticas, etc.
Aquel incipiente caserío dependía eclesiásticamente de Yuriria y la Congregación
era considerada una de las “Visitas” de su cura Párroco, (a su vez Yuriria pertenecía al
Obispado de Michoacán). El Estado de Guanajuato aún no existía, sino hasta 1786 que
surgió como Intendencia de Guanajuato, con una extensión muy cercana a la Entidad
actual.
A partir de 1802, se había hecho cargo del Curato de Yuriria, el M.R.P. Fray Fran-
cisco de Quintana y Aguilar, por lo que empezó a frecuentar más a la gente de la Con-
gregación, donde la Familia Guzmán había adaptado un Oratorio en la esquina de la
calle Juárez y del Portal Matamoros (nombres actuales), con una imagen de San Juan
Bautista, es por ello que la Vicaría está dedicada a este Santo. En mayo de 1805, llega a
este lugar la imagen del Señor de Esquipulitas, réplica reducida en tamaño del Cristo
Negro que se venera en la ciudad de Esquipulas, Guatemala, esta imagen fue traída por
Fray Alonso de Velasco, tallada por él mismo y con el propósito de llevarla al Templo de
Belén en Guanajuato, por la fama de Real de Minas y su esplendor. En su trayecto, había
sido acompañado por un comerciante de la comunidad de Quiahuyo, perteneciente a
Moroleón, desde la frontera con aquel país, en el Soconusco (Actual Chiapas). Habiendo
enfermado Fray Alonso en la última etapa de su viaje, consiguieron llegar a la Congrega-
ción; recibiendo hospedaje en la casa de Don Agustín Guzmán, desafortunadamente su
enfermedad se agravó; pero antes de fallecer hizo algo extraordinario: donó la imagen
del Cristo Negro que había tallado para que se venerara aquí en este pueblo que lo
recibió y atendió, en su enfermedad y por la compañía y protección que le brindó Don
José María Aguilar (a quien llamaba hermano).
Dentro de la caja donde venía la Imagen, estaban también documentos de la bendi-
ción o consagración del Cristo de Esquipulas en aquella ciudad Guatemalteca. En enero
15 de 1806, el Padre Quintana celebró Misa Solemne en honor del Señor de Esquipuli-
96
Síntesis histórica.
tas, misma fecha en que se festeja en Guatemala. Después de la Misa hubo también ja-
ripeo y verbena popular: este es el antecedente de las tradicionales “Fiestas de Enero”
en Moroleón.
97
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
AGMM.
98
Síntesis histórica.
99
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Artículo
importante
100
Síntesis histórica.
101
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
102
Síntesis histórica.
AGMM.
Fragmento del documento que menciona los nombres de algunas de
las personas que tramitaron el cambio del nombre de la Congre-
gación por el de Moro-León, Don José María Julio Martínez, Don
Ignacio López, Don Trinidad Guzmán Gordillo, etc.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
AGMM.
Circular de 1881 donde se cita a los Consejales, entre ellos muy reconocidos nombres del Dr. Jesús Alemán Pérez, Don Jesús
Cerrato y dos de los hijos de Don Hermenegildo López: Don Pedro y Don Hermenegildo, (de segundo apellido Zamudio).
104
Síntesis histórica.
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106
Síntesis histórica.
Tranvías de Moroleón.
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108
Síntesis histórica.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Don Francisco Pérez Baeza, así como el señor Don Miguel Pérez Zamudio, organizaron en
varias ocasiones a valientes moroleoneses para la defensa de la ciudad, y de otras ciudades veci-
nas, para su defensa en contra de forajidos que atacaban las poblaciones con el sólo afán de llevar
a cabo robos y vejaciones.
Esta era una etapa turbulenta y se manifestó de manera especial en el mayor com-
bate que resistieron los moroleoneses el 30 de julio de 1914, otra vez los Pantoja pero
ahora mejor reforzados, iniciaron el combate por la calle 5 de Mayo y rápidamente ata-
caron varios puntos de la ciudad, por lo que algunos de los que estaban en lo alto del
templo, después de recibir la bendición del Padre Zavalita, acudieron a combatir más de
cerca, saliendo por la calle DEFENSORES DE MOROLEÓN (de aquí el nombre, ya que
anteriormente se llamaba Calle de los Remedios), rodearon al enemigo y lo tomaron a
dos fuegos, pensando los agresores que habían llegado refuerzos de Morelia, cayeron en
tal confusión, que huyeron del lugar como a las siete de la noche, dejando siete compa-
ñeros muertos de los más de un millar de “pronunciados” que intentaron tomar la plaza
y un caído por parte de los Defensores.
Algún tiempo después, el 9 de febrero de 1915, nuevamente se dio otro intento de
entrar por la fuerza de las armas a Moroleón, otra vez los hermanos Pantoja, junto con
Lucas Banda. En esta ocasión la balacera inició como a las tres de la tarde y se prolongó
como hasta las siete de ese mismo día; no se comprobó ninguna baja por parte de ambos
bandos.
110
Síntesis histórica.
Unos días después, a finales de febrero, llegó el General Joaquín Amaro a Moro-
león, solicitando ayuda para la causa revolucionaria y recibió aportaciones de varios
moroleoneses. En esta ocasión los hermanos Pantoja formaban parte del contingente de
Amaro, pero esta vez se comportaron de manera pacífica y permanecieron varios días en
la población; algunos soldados o personal de mayor rango se hospedaron en el extinto
Hotel Victoria de la Calle América.
El General Joaquín Amaro estaba en campaña de apoyo rumbo a Michoacán, don-
de era Gobernador Gertrudis Sánchez. Cuando hubo enfrentamientos cerca de Tacám-
baro, con villistas, el Gral. Sánchez salió a las acciones en aquel lugar, de donde ya no
regresaría con vida, por lo que nombraron Gobernador provisional a Anastasio Pantoja,
un analfabeta del clan de los Pantoja, quien después sería fusilado en Romita, Gto.
Peribán fue el escenario de su última batalla; con su grupo ya muy diezmado por las
batallas y por la “gripa” o influenza española, Chávez enfermó, lo llevaron a Purépero donde
el médico ya no pudo salvarle la vida, era el 11 de noviembre de 1918. Su hermano Carlos
lo sepultó en un cerro, quedando de Inés una herencia de atrocidades por toda la región y
calificado por algunos como el más sanguinario de la historia en Michoacán y Guanajuato.
Los Pantoja
La hoguera de la Revolución en Moroleón y la Ciénega Prieta la prendieron los
cabecillas Benito Canales, Lucas Banda y los hermanos Abundio, Anastasio, Tomás, Ire-
neo y Esteban Pantoja. Los Pantoja eran de armas tomar, pendencieros y afectos a robar
ganado, por lo que eran temidos.
El padre se llamó Abraham Pantoja y la madre Ruperta Núñez. Vivían en el rancho
de “El Pozo”, de la hacienda “El Cimental”. Don Abraham, al nacer su primer hijo Pedro,
se radicó en el rancho “El Tigre”; luego fue perseguido por abigeo, por lo que con Pedro
y Abundio, se fué a vivir a Tiripetío, Michoacán. Pedro emigró a Norteamérica, en don-
de en riña lo mataron. Anastasio se quedó en la hacienda El Cimental; Tomás vivía en
el rancho El Pozo como mediero de José Aguirre, junto con sus hermanos menores José
y J. Guadalupe, éste último apodado “El Chorreado”; mientras en El Tigre se quedaron
Esteban e Irineo.
El jefe rebelde Pantoja antes de ser fusilado por las fuerzas militares en Michoacán.
112
Síntesis histórica.
Benito Canales.
Nacido en 1880 en la hacienda de Tres Mezquites, Puruándiro, Benito Canales era un
joven trabajador, mediero de tal hacienda. En un año de malos temporales, la cosecha de su
parcela se perdió y tuvo que recurrir al encargado de la tienda de la hacienda, pidiéndole
en préstamo una anega de maíz para pagársela en el próximo ciclo agrícola, cumplido el
plazo, Canales se presentó a saldar la deuda, pero tentado al juego, perdió Canales, que-
dando a deber una cantidad mayor aún, se suscitó un enfrentamiento, resultando muerto
el encargado de la tienda. Canales no esperó a que se presentaran los “rurales” por él y
se dio a la fuga, hacia el estado de California. Tiempo después, atraído por el activismo del
113
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
El Conflicto Cristero.
A la muerte de Obregón, en julio de 1928 se puso tensa la relación de la Iglesia con
el Gobierno, agravado por el conflicto cristero, que ya había ido creciendo desde 1926 y
que ocasionó nuevamente violencia en los Estados de Jalisco, Michoacán y Guanajuato,
principalmente. Moroleón se vio inmerso también en este trance, hubo manifestaciones
de los grupos religiosos protestando por el cierre de los templos y la suspensión de cul-
tos a partir de agosto de 1927; se suspendió la fiesta de enero de 1928 y se vivía otra vez
114
Síntesis histórica.
en la zozobra. Cabe aclarar que los fieles católicos aquí no permitieron el cierre total del
Templo, hicieron guardias por turnos aunque no hubiera sacerdotes en el interior. No
hubo acciones bélicas, salvo el asesinato del Doctor Baltasar López, quien era Presidente
de los Caballeros de Colón, en mayo de 1927 (6).
Dentro de estas tensiones políticas, religiosas y agrarias, en mayo de 1929 Moro-
león obtuvo la categoría de Ciudad por el Decreto 101, de la XXXII Legislatura del Estado,
siendo Gobernador Don Agustín Arroyo Ch. y Diputado el Dr. Cayetano Andrade López.
Ya desde 1920 había un servicio de automóviles que hacían el recorrido hacia Sal-
vatierra y hacia Morelia, sólo si las lluvias lo permitían, servicio instalado por la iniciati-
va de Don José María Guzmán Paniagua y Don Atilano Ortiz Escutia.
Hay un dato curioso, y es que el comercio de Moroleón, cierra sus negocios los jueves
por la tarde; esto se debe a que en octubre de 1938 se dio la orden de cerrar los domingos
para cumplir con la Ley del Trabajo, la cual dispone que deberá haber un día de descanso, por
cada seis de trabajo, pero como el domingo era el día más importante para las ventas, con-
siguieron los comerciantes aquí, el cierre de medio día del domingo y medio día del jueves.
115
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
116
Síntesis histórica.
117
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Don Ignacio López Tarso, talentoso actor, bisnieto de Don Hermenegildo López, antiguo dueño de
La Joyita. La prima Laura, es la señora “Laurita” Maciel López, de casi todos conocida aquí por ser
una persona amable y siempre dispuesta a ayudar a los demás. También ella es descendiente de Don
Hermenegildo López en el grado de bisnieta.
118
Síntesis histórica.
Sr. Obispo José López Lara, en el Vaticano junto su Santidad el Papa Juan Pablo II, después de haber sido
consagrado Obispo de Huajuapan de León. El Obispo Don José López Lara también bisnieto, por otra rama
del árbol genealógico de Don Hermenegildo López.
Como circunstancia especial Huajuapan de León comparte con Moro-León el recuerdo honorífico del Gene-
ral oaxaqueño Don Antonio León.
119
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
120
CAPITULO XIV.
Don José Guzmán López.- Heredero de estas tierras, quien con varias familias y la suya
propia fundaron el poblado inicial que dio origen al municipio de Moroleón.
122
Personajes Ilustres forjadores del Municipio de Moroleón.
1962, los cuales fueron depositados en un sencillo Monumento en el extremo norte del
camellón de la Avenida Hidalgo.
Dr. Jesús Alemán Pérez (1883-1948).- Cirujano militar con el grado de Mayor. Durante la
Revolución Mexicana, atendió enfermos y heridos en las tropas de la División del Nor-
te, alcanzó varios ascensos y recompensas. Fue médico de cabecera del Presidente Don
Venustiano Carranza. Investigó sobre el mal de Bre y descubrió en 1943 un tratamiento
para la curación de tal enfermedad, tenida hasta entonces como incurable. Su padre, del
mismo nombre, fué médico y político en Moroleón.
123
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Capitán José Ávila Garibay.- Terminó la Casa Presidencial, gestionó el Centro de Higie-
ne, la Calzada Manuel Doblado, la Plazuela Nicolás Bravo, Puente de la Calle Libertad
(hoy Isabel la Católica). Durante su mandato Moroleón adquirió el título de Villa. Tuvo
la gran idea de construir una presa en Cepio.
Don José López Bermúdez (1908-1971).- Ingeniero Agrónomo, escritor, poeta y conferen-
cista. Publicó 21 libros de poemas; como Ingeniero realizó importantes estudios agríco-
las. Representó a México en diferentes eventos internacionales.
124
Personajes Ilustres forjadores del Municipio de Moroleón.
125
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
126
CAPÍTULO XV.
Aclaración:
128
Enumeración de Gobernantes de Moroleón.
129
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
poblado. Don Miguel Pérez Zamudio fue valiente defensor de su Comunidad durante la
Invasión Francesa, como ejemplo sucedió un intento de tomar la Plaza de Moroleón para
saquearla; al fallar en el intento el jefe de los merodeadores, Esteban Bravo, retó a duelo
a Don Miguel Pérez, con la consigna que si ganaba el asaltante la población sería entre-
gada y de lo contrario la tropa se retiraría. El vencedor del combate con sable resultó ser
el moroleonés Don Miguel Pérez Zamudio, quedando a salvo la población.
130
Enumeración de Gobernantes de Moroleón.
131
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
132
Enumeración de Gobernantes de Moroleón.
133
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Don Moisés López y después por Don José Escutia Rosiles, para después ser reemplaza-
do por Don Pascual Alcalá.
134
Enumeración de Gobernantes de Moroleón.
135
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
136
Enumeración de Gobernantes de Moroleón.
137
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
138
Enumeración de Gobernantes de Moroleón.
139
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
140
Enumeración de Gobernantes de Moroleón.
Glorieta de la Amistad.
141
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Centro Gerontológico.
142
CAPÍTULO XVI.
1600.- La Doncella Juana María de Medina y Calderón, solicita al Virrey de la Nueva Es-
paña una “merced” de tierra de cultivo, en la jurisdicción de Yuririapúndaro.
1604.- Don Gaspar de Zúñiga y Acevedo, noveno Virrey de la Nueva España, ordena
la entrega de la “merced” de tierra entre los pueblos de Uriangato, Curumbatío y Qui-
ahuyo, sumándose ésta a otras propiedades en esta misma región que ya poseía. Estos
terrenos son donde actualmente se encuentra la ciudad de Moroleón.
1612.- Muere la Doncella Juana de Medina y Calderón (hija de Doncel, título nobiliario),
y sus tierras pasan a ser propiedad de Don Lope de Calderón.
1620.- Don Diego López Bueno permuta tierras de su propiedad, en el Valle del Moro (en
la Ciénega Prieta, Yuriria), con el Mayorazgo de los Agustinos, por las tierras que eran
inicialmente de la Doncella Juana de Medina, asentando a sus labriegos o mozos (moços),
en lo que actualmente es la colonia Hidalgo y hasta el cerro de Nana Nica o el “Ojito de
Agua”.
1710.- Don Alejandro López recibe por herencia de su abuela Doña Nicolasa López, hija
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
de Don Diego López Bueno, 4 caballerías de tierra y medio “sitio” de ganado mayor, en
este territorio.
1775.- Don José Guzmán López, heredero de los terrenos anteriormente citados, se trans-
lada de Yuriria y funda un Pueblo al que se llamó la Congregación de Uriangato, primer
nombre de Moroleón (faltó definir un nuevo nombre en la publicación del Decreto 16).
1802.- El M.R.P. Fray Francisco Quintana y Aguilar se hace cargo del Curato de Yuriria-
púndaro, al cual perteneció eclesiásticamente la Congregación.
1805.- Llega la imagen del Cristo llamado Señor de Esquipulitas, traída por su autor, Fray
Alonso de Velasco.
1835.- Se construye la pequeña capilla dedicada a la Virgen de los Remedios, que restau-
rada, existe en la ahora calle Defensores de Moroleón.
1839.- El M.R.P Fray Francisco Quintana funda la “Vicaría del Pueblo de la Congrega-
ción”, habiendo obtenido licencia de su superior Fray Ignacio Gracia, para ser él mismo,
Párroco de la Nueva Vicaría.
144
Cronología del Municipio de Moroleón.
1856.- El Gobernador de Guanajuato Gral. Don Manuel Doblado, emite un decreto con-
cediendo una Feria al pueblo de la Congregación, apareciendo ya con su nuevo nombre
de Moro-León. Nombre formado por la palabra Moro, en recuerdo de los primeros po-
bladores venidos del rancho del Moro y León en honor al apellido del Gral. Juarista An-
tonio León, quien comandaba la caballería de jinetes guanajuatenses, que tomaron para
la causa liberal, la ciudad de Oaxaca.
1877.- Moroleón se convierte en “partido político” junto con Valle de Santiago, Abasolo
y Yuriria.
1884.- En este año se terminó la construcción de la mayor parte de los portales que ro-
dean la Plaza Principal. Esta obra se había comenzado en 1842, habiendo sido los prime-
ros con pilares de cantera, los del Portal Aldama, en la calle Morelos.
1905.- El 15 de septiembre se inauguró la Plazuela Nicolás Bravo entre las calles Allende
y Guerrero.
145
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
1906.- Se estableció en Moroleón una sucursal del Banco de Londres y México que sus-
pendió sus labores al inicio de la revolución; ocupó el lugar donde actualmente está Ban-
comer, o tal vez en el edificio de dos pisos en contra esquina de este lugar, en el Portal
Matamoros.
1908.- Moroleón adquiere el título de Villa, por Decreto expedido por el C. Gobernador
del Estado, Lic. Joaquín Obregón González. -Se inauguró el servicio de Telégrafos Nacio-
nales.
1910.- Se establece el servicio de tranvías urbanos entre Moroleón y Uriangato. -Se inau-
guró el monumento a Hidalgo. -Aparece el primer periódico local titulado “El Progreso”.
1911.- Se establece el alumbrado eléctrico, proporcionado por una planta eléctrica insta-
lada por Don Esteban García de Alba.
1913.- Se llevó a cabo la consagración del Templo actual, dedicado al Señor de Esquipuli-
tas, pero conservando en el altar la imagen de San Juan Bautista, la Virgen Dolorosa, San
Agustín y Santa Mónica. La Misa Pontifical la celebró el Señor Obispo Don Leopoldo
Ruiz y Flores.
En mayo de este mismo año, se rechazó el segundo ataque, esta vez comandados por el
Coronel Ramos y en julio, se rechazó una ofensiva mayor por las fuerzas de los herma-
nos Pantoja.
1914.- Fue enfrentado con éxito, el mayor ataque desatado contra la población por la
gavilla al mando de los hermanos Pantoja.
146
Cronología del Municipio de Moroleón.
1927.- Se lleva a cabo el cierre de los templos a consecuencia del movimiento cristero.
1929.- Moroleón adquiere el rango de ciudad, según Decreto promulgado por el C. Go-
bernador del Estado Don Agustín Arroyo Ch.
1942.- Se consagró el Templo del Señor de Esquipulitas como Templo Expiatorio. Se ben-
dijo la Custodia Monumental.
1944.- El señor profesor Jesús López López publica su primer libro a cerca de la Historia
de Moroleón.
1946.- La H. Junta de Administración Civil, presidida por el señor Don Samuel Pérez
Juárez, declara Hijos Predilectos de Moroleón a los señores: Padre Fray Miguel F. Zavala,
Dr. Cayetano Andrade, Prof. J. Jesús López López y Capitán Don Francisco Ávila.
147
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
1956.- Se inauguró el nuevo Edificio del Colegio Josefino Fray Miguel F. Zavala (iniciado
desde 1906), pero con una interrupción de labores por varios años.
1962.- Inauguración del monumento a la memoria del Insurgente Gral. Don Tomás Moreno.
1964.- Se inauguró la Clínica Hospital del Seguro Social, con la presencia del Presidente
Adolfo López Mateos.
1969.- Fundación de la Cruz Roja de Moroleón, Institución que ha dado auxilio médico
en la Región.
1981.- Se inauguró oficialmente la Escuela Secundaria Técnica (ETI), que venía funcio-
nando desde hacía 2 años. Así como la Preparatoria Técnica CONALEP. -Este mismo
año inicia su servicio el nuevo edificio de la Biblioteca Pública Tomás Moreno, el 17 de
agosto.
148
Cronología del Municipio de Moroleón.
1998-2000.- Se continúa con la construcción del Libramiento Sur, hasta la presa de Qui-
ahuyo.
2004-2006.- Construcción de la Presa de Cepio que regula las avenidas de aguas pluviales.
Ruinas en Quiahuyo.
149
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
150
Cronología del Municipio de Moroleón.
Casa de dos pisos, antes de construir el Templo, posiblemente curato de la Capilla antigua.
En esta fotografía se aprecia la torre que tenía la Capilla de la Virgen de La Soledad, torre que no estaba
sobre el portal cuyo tramo aún no se construía.
151
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
152
Cronología del Municipio de Moroleón.
Calzada Manuel Doblado, a la izquierda se aprecia el edificio donde la gente pagaba el servicio de luz.
Primera banda de viento que amenizó durante muchos años las serenatas en el jardín.
153
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Documento en el que se responde al aviso de las actividades de la Junta Patriótica para celebrar la Inde-
pendencia el 16 de Septiembre de 1869.
154
Cronología del Municipio de Moroleón.
Barda en una finca de Cepio, Moroleón del Siglo XVIII que muestra las pilastras o contrafuertes
que reforzaban esas construcciones de la época.
155
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Arco en Piñícuaro.
156
COMPLEMENTOS
S.G.M. Ma. Luisa I,
Reina de la Celebración y festejos del
Primer Centenario de la Creación
del Municipio de Moroleón
1945.
Agradecemos a la Señora
Existe en Moroleón, una tradición que está ya a punto de extinguirse. Ella es la ela-
boración de rebozos, realizada en telares de tejer a mano. Ésta se inició en la localidad,
en los albores de su fundación, hace unos doscientos años. Desde el siglo pasado y hasta
la década de los años cincuenta, la producción era en gran escala; pero, debido a que
dichas prendas vinieron cayendo en desuso, la demanda bajó y sus últimos fabricantes
pensaron en cambiar de giro. Por eso, hoy lo que está en su apogeo, es la fabricación de
prendas de vestir, a base de tejido de punto, realizadas con maquinaria de lo más moder-
no y sofisticado.
El rebozo, como todos sabemos, es una prenda femenina, que las mujeres portan
con donaire en el hogar, en la calle, en la iglesia y otros centros de reuniones sociales. Los
poetas, ahondando en sutilezas de carácter lírico y sentimental, van más allá, aplicándole
calificativos a su propio modo de sentir y pensar, como aquello de “cuna al nacer”, “paño
de lágrimas en los avatares de la vida”, “mortaja al morir”, etc.
En realidad, el rebozo es una prenda que, sobre todo, la mujer mexicana, usa como
tocado y manto, a la vez; es una parte de su atuendo diario. En ocasiones especiales, la
luce con singular gracia, como complemento del mexicanísimo traje de china poblana,
plegado en cuatro dobleces longitudinales y terciándoselo majestuosamente, cruzado
por sobre sus hombros, el pecho y la espalda.
Se describe esta prenda, como un lienzo rectangular, generalmente jaspeado de
pequeñas motas blancas, confeccionado en hilo de algodón, lana, seda, articela u otras
fibras sintéticas; que ostenta en sus extremos, un largo fleco, en forma de red, con mallas
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
168
Complementos.
ba gran parte de los pasos requeridos. Solía ser, a la vez, urdidor, fatiguero, cañonero y
canillero. Especialidades estas, que se detallarán más adelante. Aún, el mismo trenzado
de los flecos, era realizado en casa, por mujeres de la familia. Si estos fabricantes en
pequeño eran activos y perseverantes, pasado algún tiempo razonable, aumentaban el
movimiento de aquel taller, y, a base de trabajo, esfuerzo y sacrificio, llegaban a ser po-
seedores de grandes talleres. Así hubo muchos casos que se citan en la localidad, como
ejemplos de progreso. A aquellos fabricantes de poco capital, se les daba el nombre de
“garreros” o “garrerillos”. Y, por regla general encontraban muchas dificultades para
vender sus mercancías. Había veces que, para recuperar sus inversiones y continuar fa-
bricando, se veían obligados a malbaratar su producción. Pues, si no lograban contraer
pedidos directos de clientes, tenían que vender los rebozos a otros fabricantes en mayor
escala. Así mismo, había personas que se dedicaban, exclusivamente, a acaparar la pro-
ducción de los garrerillos, para revender a clientes que ya tenían. A aquellos intermedia-
rios se les llamaba “rescatones” o “chachareros”.
La materia prima, como el hilo, en todas sus variedades, añil, anilinas sintéticas,
sulfuro, cloro, sal común, e inclusive, refacciones e implementos de taller, se expendían
por comerciantes dedicados a ofrecer aquellos artículos. Pero, casi siempre, en los gran-
des talleres, realizaban tales compras, mediante pedidos que hacían, directamente a com-
pañías productoras o importadoras de dichos insumos, con lo cual lograban abaratar la
producción y tener mayores utilidades. Esta era una razón de más, para que los garreros
menos pudieran competir con los precios de su producción.
Eran abundantes los talleres. Podían constar de un número muy variable de tela-
res, quizá de cinco o de diez, tal vez algunos de veinte. Los mas abundantes eran de dos o
tres telares. En cuanto al número de talleres, con diferente número de telares, se calcula
que llegó a haber, entre cuatrocientos y quinientos. Hoy, quizá ya no lleguen ni a veinte.
De esta manera, existía una gran fuente de trabajo, no solamente para las gentes
del lugar, sino que, también se beneficiaban muchísimas más de comunidades y pobla-
ciones vecinas. Porque, para las diferentes fases de la artesanía se empleaban a hombres
y mujeres, grandes y chicos, a éstos, una vez que ya pudieran desempeñarse en cualquie-
ra de las especialidades requeridas.
El ambiente que reinaba, en aquel entonces, cuando, todavía, Moroleón era un
169
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
rincón provinciano, sin el ajetreo y barahúnda que hoy priva, era apacible y pintoresco.
Las diferentes arterias de la población estaban diariamente, flanqueadas con “jaspes”
tendidos, para secarse al sol. Eran éstos, largos y gruesos haces de hilos recién pintados
y almidonados que, a vuelta y vuelta se tendían en el arroyo de la calle, junto a las ban-
quetas entre dos barras de acero clavadas en el piso, todavía empedrado, a una distancia
de 30 o de 40 metros una de otra. Y, para que quedara más tenso aquél hilo se le intro-
ducían, debajo del conjunto de tiras dos o tres tablones verticales de la altura que fuera
requiriéndose, para su rápido secado, en el que intervenía el calor del sol, el viento y la
fuerza del atirantado.
Así mismo se percibía en el entorno, un ruido muy peculiar por todos los rumbos
de la ciudad producido por el persistente golpeteo de telares, el azotar del hilo recién
teñido y los infaltables y animados cantares de los trabajadores de los talleres o de las
trenzadoras en sus hogares. Unas veces de bien acopladas voces, otras tan discordantes
que nada le pudieran pedir a la popular chimoltrufia (de un cómico programa te televi-
sión de ahora).
Todas estas cosas pueden parecer a las nuevas generaciones como una leyenda de
lejanos tiempos, pero en realidad fue protagonizada por sus mismos ancestros. Y, todo se
viene narrando en formas de tiempo pasado ya que, lo que hoy persiste de la reboceria
no es ni la sombra de lo que en otro tiempo fue.
Muchas cosas deberían de pasar desde que el patrón o propietario del taller, ad-
quiría el hilo en blanco, hasta que los rebozos quedaran terminados y listos para ser
vendidos a los clientes, ya fuera a pie de fábrica, o para que los maleteros o vendedores
viajeros los llevaran a vender de pueblo en pueblo por todos los caminos de nuestro país.
De acuerdo con las actividades específicas que cada operario realizaba, así se les
denominaba.
A continuación se enumeran los nombramientos de cada oficial:
• Fatigueros, eran los encargados del trabajo del lavado, blanqueado, teñido y almido-
nado del hilo según los usos a que se iba a destinar.
• Cañoneros, los que devanaban el hilo, pasándolo en tornos especiales, de las madejas a
tubos de cartón en donde al enrollarlo le iban dando una modulación en forma de huso.
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Complementos.
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Complementos.
era el fondo y la otra el jaspe. El fondo lo integraban hilos de un solo color, que iba a ser
el predominante en el rebozo. El jaspe era la fuente de hilos del mismo color del fondo
pero con porciones blancas, que eran las que habrían de dar los puntos y motas blancas,
características de los rebozos jaspeados.
Los rebozos de un solo color sin dibujo alguno, solamente llevaban hilos de fondo,
por lo que la urdimbre tendría nada más una fuente y, de ella salía toda la cuenta de hilos
que fuera a tener en su anchura el rebozo.
En el caso de urdimbre con hilos de fondo y jaspe, estos aportaban uno la mitad y
el otro la otra mitad de los hilos que contenía dicha urdimbre.
La cantidad de hilos de una urdimbre estaba determinada por la talla de los rebo-
zos. Por ejemplo los de talla normal para mujer adulta podían llevar unos 4,000 hilos de
urdimbre, 2000 de fondo y 2000 de jaspe.
Tal cuenta también podía variar por el grosor del hilo que se usara, pues mientras
mas delgado fuera mayor cantidad se requeriría y al contrario, mientras mas grueso,
menor cuenta, si se tratara de rebozos que se quisieran con igual anchura.
El hilo mas corriente era la hilaza, que era de algodón, de un solo cabo grueso y
motudo. Se usaba para tramar. Otra clase era el hilo torzal, en algodón, lana, seda o ar-
ticela, de dos o mas cabos y de diferentes calibres; de éstos los más usados eran 36, 60-2,
80 y 120. Se llegaba a usar hilos tan delgados, que se hizo tradicional la “prueba” para
los rebozos “santamarías”, que consistían en pasarlos de punta a punta a través de la
entrada de un anillo digital.
Pasando ahora, a la urdidera, esta era el área donde se preparaban las urdimbres.
Para fondo, se urdía hilo de color; para jaspe debía de usarse blanco. Se urdía con dos
bastidores, uno llamado caja de los cañones y el otro era propiamente la urdidera.
La caja de los cañones consistía en tres tablones, dispuestos de canto y paralelos
entre sí a una distancia de 30 cm. Uno del otro, unidos por otros dos mas pequeños por
sus extremos. Estaban atravesados por varillas de acero conteniendo en conjunto entre
40 y 60 cañones con hilo, los que se iban a estar desenvolviendo para alimentar la urdide-
ra, que se encontraba a una distancia de 4 a 5 metros de la caja de referencia. La urdidera
era giratoria, la formaban 4 postes de madera ligera unidos en sus extremos superior e
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
inferior por dos crucetas atravesadas por un eje metálico, que se apoyaba por abajo en el
piso y por arriba en un aro con tirantes hacia los lados lo que le permitía girar vertical-
mente. En conjunto daba la forma de un soporte, encuadrado de dos metros y medio de
altura por 6 de perímetro, determinando una base en que el obrero realizaba la urdida.
Tomaba las puntas de hilo de todas los cañones de la caja, e insertando aquel ma-
nojo en una clavija de la parte superior de la urdiera, comenzaba a imprimirle rotación a
aquel bastidor con una mano a la vez que, con la otra iba conduciendo aquel haz de hilos,
sobre el exterior en forma de serpentín tal como se le hace con la cuerda a un trompo,
comenzando de arriba y, al llegar abajo insertaba el hilo en otra clavija y regresaba so-
bre el mismo manojo de hilos que había tendido en la primera pasada y así continuaba
engrosándolo, hasta completar la cantidad de hilos que fuera a tener el jaspe o el fondo,
según para lo que se iba a destinar aquel hilo urdido.
Una vez que había terminado la urdida, el urdidor tomaba una punta de aquel
abultado haz de hilos y lo iba plegando cuidadosamente, para que no se enredara sobre
una manta que colocaba en el piso. Enseguida, si era blanco, se llevaba a los amarrado-
res, y si era de color se enrollaba, ya en forma desplegada y entre varios trabajadores,
unos atirantando fuertemente y otros haciendo girar un gran carrete, llamado enjulio,
en que quedaba envuelto todo el fondo, para posteriormente colocarlo en el telar en que
fuera necesario. En caso de que la urdida fuera para jaspe, los amarradores harían lo
correspondiente.
Como ya se mencionó, éstos realizaban su trabajo en sus propios domicilios, gene-
ralmente lo hacían en equipo de unos 4 o mas familiares o vecinos. Ellos sabían perfecta-
mente, lo que le correspondía hacer a cada uno. Su bastidor de trabajo era un rectángulo
de madera con cuatro patas cortas irremovibles, semejante a un banco ordinario de car-
pintería de unos 3 metros de largo por 75 de ancho y otros tantos de altura. Enrollaban
de extremo a extremo el hilo de jaspe en aquel bastidor, entre varias personas; pues
como en muchas de las operaciones que se hacia con el hilo lo mojaban previamente, y
lo envolvían, muy tenso. Lo ponían a secar y ya que estaba seco, le colocaban las patas
al bastidor; enseguida, sentados los amarradores alrededor, en unos bancos o sillas co-
menzaban el amarrado. Cada cual portaba un uso de cordoncillo mojado en una mano y
en la otra, una filosa navaja en forma de anillo, con una pequeña prolongación cortante.
De esta manera para cada nudo, daban varias vueltas del cordoncillo, le hacían un nudo
174
Complementos.
y con la navaja cortaban dicho cordoncillo, pasando a un siguiente nudo y así sucesiva-
mente iban haciendo nudos, a distancias, uno de otro que variaban entre unos cinco y
diez milímetros de acuerdo a la clase de rebozos a que fuera a destinarse aquel jaspe,
pues para las diferentes que había, ya aquellos amarradores sabían la distancia en que
deberían hacer los amarres. Unos días después, ya que terminaban de amarrarlo, desen-
volvían aquel jaspe y lo enrollaban, en forma de ovillo, para llevarlo a entregar al taller.
Finalmente, se hablará del telar, de ese elemento indispensable, que servía de so-
porte a la urdimbre y a otros accesorios decisivos, para la realización del tejido, e, inclu-
sive el mismo tejedor debía de instalarse sobre aquel.
Era una armazón de madera, con cerca de dos metros y medio de altura; estaba
formado por cuatro postes de viga, como esquineros, en un área cuadrada de un metro
y medio de lado. Les unían gruesos maderos espigados, alrededor, en su parte superior
y media. De tal manera, que, tanto la “camada” de la urdimbre, como el tejedor daban la
impresión de que estuvieran en una cárcel o en una jaula.
Aquel telar se adosaba a la pared, a la vez que se apuntalaba hacia los demás tela-
res contiguos y a los techos de la estancia de telares, a efecto de que permaneciera fijo y
sin balanceos, al momento de trabajarlo.
En su parte anterior, se colocaba el enjulio, en que estaban contenidos los hilos de
fondo, para la urdimbre, de donde partían, ya desplegados y paralelos, hacia arriba, a la
parte media, en que se le incorporaban los hilos jaspe. Y mediante un rodillo “guíahilos”,
se desviaban, todos juntos, hacia el interior del telar, para formar la “camada” de la ur-
dimbre. A poco de avanzar, se encontraban los “varales”, dos perchas de madera, en que
tomaban su “cruzado” aquellos hilos, canalizándose, un hilo por arriba de la primera
percha, para continuar por debajo de la segunda; a la inversa el hilo contiguo, se des-
viaba hacia debajo de la primera, para continuar por arriba de la segunda. Y así sucedía
con todos los demás hilos, hasta llegar a la otra orilla de la urdimbre. Esta disposición en
cruz era necesaria, para después lograr el “calado” o abertura para la lanzadera.
Seguía, en el trayecto de la urdimbre, un juego de dos “lizos”, series de mayas
verticales de finísimos cordoncillos de ixtle, enmarcadas entre perchas, pendientes de
pequeñas poleas, cuyos movimientos se sincronizaban con los de unos pedales, llama-
dos “cárculas”, que el trabajador habría de accionar al estar tejiendo, para subir y bajar,
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
alternativamente, los lizos. Y, como, en aquella infinidad de mallas que éstos tenían,
entraban los hilos de la urdimbre, encausándose por sendos “ojales” que canalizaban
los hilos unos hacia arriba y otros hacia abajo, según las cárculas que fuera pisando el
tejedor y la aviadura que con ellas controlara. Así determinaba, una y otra vez, el calado
necesario, para arrojar por su interior con una mano, una lanzadera en cuya oquedad
llevaba inserta una canilla con hilo de tramar. Con la otra mano estaba presto a recibir
dicha “lanzadera”, a la vez que, con la que le había quedado libre momentáneamente,
atraía un “batiente”, dotado de un “peine” de finísimas laminitas de acero, con lo que
iba recorriendo y apretando el hilo de trama que dejaba la lanzadera, en cada vez. La
incesante repetición de estos actos, hacía avanzar, más y más, el tramo tejido. Y, de aque-
lla manera, mientras el operador aparentaba estar bailando, todo el día, tejía rebozo,
pasándose, solamente, las porciones correspondientes a las “barbas” o flecos en que se
les habría de hacer el trenzado.
Conforme el tejedor realizaba el tejido, iba enrollando los rebozos, en el “contra-
julio”. Y, al final de la jornada, “cortaba”, es decir, separaba cada rebozo, los doblaba
provisionalmente, y los entregaba en el despacho, en donde les iban anotando, a cada
trabajador en un libro, el trabajo realizado, para “rayarles” y liquidarles lo ganado, al fin
de semana.
A los rebozos, todavía sin trenzar, les llamaban rebozos “sueltos”. Hasta que se
les hacía el trenzado, les llamaban “empuntados”. El planchado en el tórcul, no era muy
necesario, aunque, con ello, recibían una mejor presentación. Una vez que ya quedaba
totalmente terminada aquella “ropa”, que así les denominaban a los rebozos ya hechos,
se concentraba en el almacén de existencias, dispuesta para su venta.
En cuanto a la urdimbre, cuando ya se terminaba una, se reponía con otra, median-
te un proceso que le llamaban “betilla”, consistente en el añadido, hilo a hilo, juntando y
torciendo fuertemente sus puntas, con los dedos pulgar e índice, previamente empolva-
dos en ceniza de leña, como pez.
Y en esa forma, se ha pretendido reseñar, aunque, sucintamente, como lo ha per-
mitido el espacio para la presente participación, “UNA TRADICIÓN DE MI PUEBLO”.
Tradición que, seguramente, no tardará en desaparecer, con el hálito postrer del último
de nuestros calificados artesanos.
176
Complementos.
Nuestros ilustres reboceros que ya se fueron y los que, aún quedan, merecen un
bien ganado monumento, si les hemos de reconocer y agradecer con abnegación y cons-
tancia. Ojalá que, algún día, las autoridades lugareñas quieran hacerlo realidad, en vista
de la labor insigne y señera, de nuestros antepasados que sentaron, así, las bases del
progreso incontenible de MOROLEÓN.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
178
Complementos.
179
BIOGRAFÍA DEL
GENERAL DON TOMÁS MORENO.
1
El autor es historiador, catedrático e investigador de la Universidad de Guanajuato y la Escuela Normal Superior
Oficial de la misma entidad, instituciones en las que ha colaborado tanto en la vida académica como en la administra-
tiva. Su infancia y adolescencia las disfrutó plenamente radicando en Moroleón y conviviendo con sus inolvidables
profesores y amigos.
Complementos.
1. En el origen, Moroleón.
En el sur del estado de Guanajuato y muy cercana a Michoacán se encuentra la
ciudad de Moroleón, cabecera del municipio del mismo nombre. Junto con su vecina
Uriangato, a la cual le unen fuertes lazos históricos, Moroleón destaca por ser un impor-
tante foco comercial generado sobre todo por su industria textil.
El auge de la industria del vestir ha sido en esa región tan intenso que tiene mani-
festaciones únicas: como las excursiones que del norte del país arriban a este lugar en
largas filas de autobuses con el único fin de comprar o los tianguis nocturnos que espe-
ran a estos visitantes para atenderlos sin importar la hora.
No siempre fue así, pues la historia de Moroleón ha sido ardua. Su origen parte
de 1775 cuando Don José Guzmán López, acompañado de familiares y vecinos, emigra
de Yuriria y establece a unas leguas de distancia la llamada Congregación, embrión de la
actual y dinámica ciudad. Este legendario peregrinaje pudo estar motivado por la pre-
sencia de la peste en la zona lacustre, según suponen algunos de los cronistas.
La Congregación quedó asentada dentro de las dos caballerías de tierra que por
merced real delimitó en 1601 el virrey Gaspar Zúñiga y Acevedo a favor de doña Juana
de Medina y Calderón, cuyo consentimiento se tiene por hecho, aunque se desconoce la
existencia de algún documento al respecto.
En lo administrativo la comunidad dependía de Uriangato, añejo poblado de raíces
purépechas cuya toponimia se interpreta como “lugar donde el sol se pone alto”.2 Este,
a su vez, fundado en 1604 por mandato del rey Felipe III bajo el nombre de San Miguel
de Uriangato.
En cuanto al sustento económico, el establecimiento de Moroleón obedece a la
labor ejemplar del religioso Francisco Quintana, quien es recordado a través de un mo-
numento en el Jardín Principal por ser el introductor de la actividad textil en la localidad;
misma que inició con talleres familiares para tejer rebozos y paños modestos.
2
El nombre hace referencia al hecho de que allí anochece temprano, porque los cerros altos situados al poniente
ocultan pronto el sol.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
186
Complementos.
Por esta misma razón, la lucha tuvo decenas de continuadores. El más apegado al
ideario social del cura de Dolores fue José María Morelos, sacerdote también y antiguo
discípulo del primero en el Colegio de San Nicolás, en Valladolid. José María se levantó
contra el gobierno en el sur –las actuales entidades de Oaxaca, Guerrero y desde luego Mo-
relos— y dejó constancia de su programa político en la Constitución de Apatzingán, guía
imperecedera en la búsqueda de libertad y justicia.
El abogado Ignacio López Rayón, por su parte, fue el sucesor nominal del movimiento
armado. Después de la captura de los primeros cabecillas se hizo cargo del resto del ejército,
se fortaleció en Michoacán y convocó a las distintas partidas de sublevados a unirse en la
Junta de Zitácuaro. Su llamado careció de la fuerza suficiente para lograr este objetivo básico;
pero su labor de resistencia lo mantuvo activo hasta que cayó preso en 1817.
En Guanajuato, los personajes comisionados por Hidalgo para extender la guerra
pasaron ahora al frente. Entre ellos, Albino García, José Antonio “el Amo” Torres y José
María Liceaga. Sin embargo, no lo hicieron de manera tumultuaria y por ello no presen-
taron un frente de batalla amplio, como el de Hidalgo, descrito por el historiador Lucas
Alamán de la siguiente manera:
Era “gente que formaba diversos grupos o pelotones que por banderas ataban en palos
o en carrizos mascadas de diversos colores, en que fijaban la imagen de Guadalupe que era la
enseña de la empresa, la que también llevaban por distintivo en el sombrero todos los que se
adherían al partido.
Los vaqueros y demás gentes de a caballo de las haciendas, casi todos de las castas, for-
maban la caballería, armada con las lanzas que Hidalgo había hecho construir de antemano, y
con las espadas y machetes que estos mismos hombres acostumbraban llevar en sus trabajos
ordinarios: muy pocos tenían pistolas o carabinas.
La infantería la formaban los indios, divididos por pueblos o cuadrillas, armados
con palos, flechas, hondas y lanzas, y como muchos llevaban consigo sus mujeres e hijos,
todo presentaba el aspecto más bien de tribus bárbaras que emigraban de un punto a
otro, que de un ejército en marcha”.3
No, los nuevos cabecillas formaron partidas guerrilleras, menos contundentes que
la muchedumbre inicial; pero más persistentes ante la represión.
3
Alamán, Lucas. Historia de México. Antología. Gobierno del Estado de Guanajuato. Guanajuato, 1989. Págs. 127 y 128.
187
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4
Rionda Arreguín, Isauro. Pedro Moreno, Francisco Javier Mina y los Fuertes del Sombrero y los Remedios en la insur-
gencia guanajuatense, 1817. Presidencia Municipal de Guanajuato. Guanajuato, 2000. Págs. 68 y 69
188
Complementos.
humildes hogares donde encontrar refugio y, con frecuencia, del mimetismo mágico que
en un abrir y cerrar de ojos los transforma en pueblo, los vuelve a sus orígenes sociales.
Gracias a la persistencia de estos caballeros heroicos, la lucha por la libertad se
mantuvo vigente en Guanajuato, al menos hasta 1817. Este año irrumpe en la guerra
el español Javier Mina, joven navarro de ideas liberales y románticas. Mina no duda
en atravesar el Atlántico con un pequeño ejercito internacional con tal de combatir el
despotismo del rey Fernando VII desde la principal de sus colonias. Desembarca en Soto
la Marina y en campaña hacia el suroeste arriba a territorio guanajuatense, alojándose en el
fuerte de “El Sombrero”.
Pese al recelo mostrado por muchos de los insurrectos ante el recién llegado, la Junta
de Jaujilla –grupo rector de la insurrección-- brinda a los extranjeros una calurosa bienvenida:
“Mexicanos, corred presurosos a felicitar a nuestros aliados; estrechadlos en nues-
tro pecho, dándoos vosotros mismos la enhorabuena; auxiliadlos con vuestras personas
e intereses; juntad con los suyos vuestros membrudos brazos; tomad todos las armas y al
sonoro grito de ¡Viva la América y mueran los antiguos tiranos! vibradlas contra nuestros
enemigos para conseguir la felicidad que os proporcionan vuestros generosos aliados y
os desea este superior gobierno...” 5 decía la proclama de la Junta que daba a conocer
la venida de Mina y los suyos.
Ante los triunfos y botines obtenidos por el joven navarro en el Bajío, la Junta le
otorga en los primeros días de julio el mando de todos los efectivos rebeldes en Gua-
najuato. Tal nombramiento aumenta su fama y, a la vez, la persecución del gobierno
virreinal en su contra; pues con su campaña ha logrado reactivar la lucha que a partir de
la muerte de Morelos venía declinando.
Luego de perder “El Sombrero” y de fracasar en su ataque a Guanajuato, Mina es
sorprendido por los realistas en el rancho de “El Venadito”, donde es tomado preso y
fusilado en noviembre del mismo 1817 en el cerro de “El Bellaco”, cercano a Pénjamo.
A partir de ese momento el movimiento armado sucumbe, pues en la persecución
que se hizo de Mina cayeron otros líderes de renombre –Pedro Moreno, en primer lugar–
y fueron destruidos algunos bastiones hasta entonces inexpugnables –como el fuerte de
“El Sombrero” y más tarde “Los Remedios”–.
5
Rionda, Arreguín, Isauro. Obra citada. Pág. 63
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Además, a su firmeza militar el virrey Juan Ruiz de Apodaca le sumó su astucia po-
lítica al conceder el indulto a los rebeldes que abandonaran las armas y decidieran rein-
tegrarse a la sociedad, medida que ante el infortunio adoptaron más de 50 mil personas.
De allí que para 1818 la sublevación quedara circunscrita a la zona meridional y
entre sus caudillos destacaran sólo Vicente Guerrero y Pedro Ascencio Alquisiras, quie-
nes resistían gracias al conocimiento de su intrincado medio geográfico, la majestuosa
sierra madre.
¿Fue en este momento histórico cuando Tomás Moreno abandonó la intendencia
de Guanajuato para refugiarse en el sur?... Afirmarlo parece lógico, muchos rebeldes
obstinados, renuentes a la amnistía, tuvieron que huir ante el avance gubernamental y
encontraron refugio entre los últimos alzados.
Sin embargo, unos años antes, la convocatoria al Congreso de Chilpancingo había
creado ya un puente entre los insurgentes de ambas regiones. De aquí partió José María
Liceaga como representante por Guanajuato a tan relevante evento, quien a la postre y
de acuerdo a la Constitución de Apatzingán, fue incluso integrante del nuevo poder eje-
cutivo junto con Morelos y José María Cos, “los tres chemas”.
Con Liceaga, muchos guanajuatenses se trasladaron a la tierra sureña; entre ellos
posiblemente Moreno, de quien no existe mayor huella en aquel tiempo por su modesto
papel de soldado –uno entre miles-- carente aun del renombre que luego le distinguiría
dentro de la oficialidad.
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tian la bahía causando heridas a algunos marineros. El 24 y el 25 Santa Anna retira sus
fuerzas a las lomas del Herrador, lo que se toma como un paso estratégico. Sin embargo,
el 26 el dictador levanta todo su campamento y emprende la retirada ante el asombro de
los defensores que esperaban con temor un ataque general.
Esta medida, aparentemente ilógica, tiene su explicación por el avance de las co-
lumnas de Álvarez y Moreno en apoyo de sus compañeros, cuya cercanía hizo sentir
a Santa Anna que podía ser atrapado entre dos fuegos. En realidad tal riesgo fue muy
remoto si se atiende la enorme diferencia en efectivos y armamento que en ese momento
había entre los contendientes.
La retirada evita que la revolución sea apagada en su origen y expone al presiden-
te a un lamentable retorno donde sufre a diario la hostilidad de Tomás Moreno y sus
guerrilleros. Éstos no pueden evitar todos los destrozos que se hacen en los pueblos
insurrectos; pero sí acuden en defensa de la mayoría.
El ejemplo más relevante de esta labor se dio en el cerro del Peregrino, donde el
30 de abril las tropas del gobierno fueron frenadas por la gente del coronel Encarnación
Álvarez, cuya mayor ventaja era su posición en la cima de la montaña. Desde allí se abrió
fuego sobre los soldados causándoles cuantiosas bajas. En respuesta, los cañones fueron
montados y su estruendo sacudió la serranía, lo que llamó la atención de Moreno, quien
marchaba a la zaga. Don Tomás ataca la retaguardia del enemigo en el punto conocido
como Agua del Perro, logrando a través de los coroneles Miguel García y Diego Álvarez
desalojar a los adversarios y quitarles un cuantioso botín. Al finalizar aquella batalla que
en total duró más de cuatro horas, Santa Anna huyó a galope para no caer prisionero.
El ejército centralista entró a su refugio en Chilpancingo el 4 de mayo; pero todavía
en su cruce por el río Mescala fue nuevamente agredido por Faustino Villalva, quien le
causó varias bajas y le despojó de materiales y alimentos. Finalmente, el 16 de mayo de
1854 el presidente Santa Anna regresó a la ciudad de México, donde fue recibido con gran
alegría y fastuosidad, como el gran triunfador que se describía en los reportes oficiales.
En las provincias, en cambio, el desastre de la campaña santannista motivó a otros
cabecillas inconformes a adherirse al estallido de Ayutla. Durante el resto de 1854 y
hasta mediados del año siguiente se incorporaron a la lucha Manuel García Pueblita,
Santos Degollado, Epitacio Huerta, Santiago Vidaurri, Juan José de la Garza e Ignacio
194
Complementos.
de la Llave, entre otros. Esto significó la expansión de la revuelta por los territorios de
Michoacán, Jalisco, San Luis Potosí, Tamaulipas, Nuevo León y posteriormente a la ma-
yoría del país.
Muy trascendente, además, fue la incorporación de los políticos liberales que con
sus ideas dieron cauce al movimiento, unos en México y otros desterrados por la propia
dictadura santannista, como Benito Juárez, Melchor Ocampo, José María Mata, Poncia-
no Arriaga, Manuel Doblado, Guillermo Prieto, José María Lafragua, Luis de la Rosa,
Ezequiel Montes y Francisco Zarco.
Las tres medidas que el presidente solía aplicar contra sus opositores: “encierro,
destierro o entierro” se recrudecieron para evitar que el movimiento creciera. El fusila-
miento sin formación de causa de los presuntos sublevados, el incendio de los pueblos
colaboradores de ellos y el encarcelamiento de los sospechosos fueron actos comunes.
Contrario a su intención, Santa Anna perdió apoyo con esta represión extrema y con las
disposiciones hacendarias que se tomaron para sostener la guerra. Convirtió a los inde-
cisos en adversarios y sembró la desconfianza entre sus colaboradores.
En Guerrero, la recompensa monetaria que ofreció el gobierno por la entrega de
Juan Álvarez y sus hijos no tuvo eco, al igual que los sobornos prometidos a Moreno si
desertaba o a quienes desearan entregar el puerto de Acapulco aprovechando que Co-
monfort se encontraba en los Estados Unidos consiguiendo armamento y fortaleciendo
la amistad con los liberales desterrados allá.
El 9 de diciembre de 1854 los surianos al mando de Tomás Moreno libran otro
importante combate en Petatlán contra el ejército de Félix Zuloaga, siendo rechazados
por éste. Sin embargo, acrecentados por los hombres de Florencio Villarreal, Juan y
Encarnación Álvarez, persiguen a Zuloaga hasta la hacienda de Nuzco y allí lo sitian,
incomunicándolo por completo. Luego de un mes de no recibir auxilio, el 13 de enero
de 1855, los soldados intentan romper el cerco desesperados por la falta de alimentos.
Moreno y el coronel Pinzón lo impiden agravando el estado de la milicia con un mayor
número de heridos.
Cinco días después los oficiales conservadores deciden abandonar las filas del gobierno
que los había dejado sin auxilio y unirse al plan de Ayutla. El general Zuloaga se niega a secundar
lo que considera una traición y se entrega en calidad de prisionero. Esto no evita que un millar
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y medio de sus hombres, varios cañones y cargas de municiones pasen a engrosar la rebelión.
Con todo, la versión del “Diario Oficial” sobre los acontecimientos era muy di-
ferente a la realidad; por ejemplo, en el panorama que presentaba de Guerrero, donde
decía: “Álvarez, conociendo su nulidad en todo, marcha despavorido buscando las playas
de Acapulco; sus hijos, dignos cachorros de la pantera del sur, le abandonan librándose
de la muerte con la fuga más vergonzosa, y el ex general Tomás Moreno sale herido del
combate, corriendo a refugiarse y restañar su sangre en las cuevas donde tienen, como
las fieras, sus asquerosas guaridas los malvados que a todo trance se han propuesto cu-
brir de luto a las familias y reducir los pueblos y los campamentos al último extremo de
la desolación y la miseria”.6
Ajenos a las calumnias periodísticas y alentados por el eco de sus victorias, los
revolucionarios muestran su poderío al apropiarse de Chilapa el 26 de febrero de 1855
y amenazar seriamente Chilpancingo. Una vez más Santa Anna, acompañado de Santia-
go Blanco, su ministro de Guerra, parte de la capital para aniquilar la revuelta. Llega a
Iguala con un gran contingente y evita el asalto sobre Chilpancingo; pero elude los en-
frentamientos directos y el penetrar en territorio rebelde. Para el 10 de marzo regresa a
la ciudad de México presumiendo el haber ahuyentado a Álvarez, aunque abandona su
aire triunfalista al haber constatado que el movimiento del sur era ya incontenible.
El dictador aun intentó detener el levantamiento en otros frentes, sobre todo en
Michoacán, a donde envío al coronel José López, su hijo, a imponer medidas sanguina-
rias. El mismo mandatario emprendió una campaña en aquel departamento durante el
mes de mayo que le redituó la recuperación de Zamora y la derrota de Santos Degollado
en Tizayuca. No obstante, el surgimiento de nuevos focos revolucionarios y la derrota de
sus oficiales en Taxco, Zumpango, Sochilapa y Saltillo deslucieron sus escasos triunfos.
Nuevamente en México, Santa Anna prepara su retiro ante la exitosa campaña
militar de Comonfort por Jalisco y Colima, además de los intentos por sumarse a los
revolucionarios en la misma capital. Primero organiza la salida de su familia buscando
no atemorizar a sus más cercanos colaboradores en el gobierno. Luego huye en las som-
bras, antes del amanecer del 9 de agosto, protegido por un piquete de jinetes, rumbo a
Veracruz y de allí, al exilio.
6
México a través de los siglos. V.8. Editorial Cumbre, 23° ed. México, 1985. Pág. 419.
196
Complementos.
197
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Antonio de Labastida y Dávalos. Las protestas contra la ley Lerdo que disponía la desamor-
tización de las fincas rústicas y urbanas de las corporaciones civiles y religiosas condujo a
la aprehensión de otros eclesiásticos disidentes, y ésta a un nuevo estallido que al grito de
“Religión y fueros” volvió a cimbrar la ciudad.
Impedido de abandonar la capital por las conspiraciones que allí mismo existían,
el presidente Comonfort encargó al general Tomás Moreno el sofocar la rebelión, pro-
porcionándole para ello 3 mil efectivos, 30 cañones y municiones suficientes para la
campaña. De inmediato esta fuerza se puso en marcha para cumplir con ello.
El 25 de octubre, frente a Puebla, el general Moreno inició la movilización de sus
oficiales para levantar un cerco ante el enemigo. Así, el general González Mendoza se
estableció en el cerro de San Juan y posteriormente llegó al fuerte de San Javier. El día
30 se avanzó a la plazuela del Parral, el Hospicio y Belem, además de montarse ante el
fuerte de Guadalupe una fila de artillería.
Por entonces un cuerpo de 400 soldados que procedía de Izúcar para reforzar a los
conservadores fue interceptado por el general Morett, probando la eficacia del bloqueo
también hacia el exterior, lo cual desmoralizó a los sitiados que confiaban en recibir el
auxilio de otros opositores al gobierno.
En el inicio de noviembre llegaron refuerzos para los liberales, quienes siguieron
estrechando el asedio al avanzar por la Soledad, San Jerónimo y Capuchinas. Los emba-
tes para apoderarse de San Francisco, el cuartel de San José, la Concordia y Santa Inés
fueron especialmente reñidos. Sin embargo, el triunfo del coronel Vicente Sánchez sobre
los guerrilleros del padre Marín y el cabecilla Machorro que hostilizaban a los sitiadores
puso a los liberales en el camino de la victoria definitiva.
El 2 de diciembre, el general José María Arteaga asestó el golpe definitivo al des-
alojar al enemigo del colegio de San Luis y la manzana de la Siempreviva. Ante la huída
de los líderes principales Joaquín Orihuela y Miguel Miramón, el coronel José Mariano
Fernández quedó al frente de los conservadores con la ingrata tarea de rendir la plaza en
los mejores términos posibles. .
La capitulación fue firmada el día 3 en el convento de Las Capuchinas y obligó a
los vencidos a entregar desde luego los fuertes de Loreto y Guadalupe y las guarniciones
que aun se encontraban en su poder. Al alto mando se le impuso la entrega de la artille-
198
Complementos.
ría, depósitos y pertrechos de guerra; a la tropa y los paisanos se les recogieron las armas
individuales. El general Moreno, por su parte, se comprometió a garantizar el orden, la
seguridad y los intereses de la población, además de respetar “la vida a todas las personas
que han tomado parte en la revolución”, quedando pendiente la decisión sobre los empleos
de los militares regulares involucrados en la misma.
El festejo del triunfo sobre el mayor foco rebelde del país no fue total en la ciudad de
México, pues el presidente consideró indulgente el tratamiento otorgado a los derrotados
y así se lo hizo saber a Moreno a través del Ministerio de Guerra y Marina al comunicar-
le: “(Respecto a la capitulación, el presidente) no ha quedado satisfecho de ella, porque
habiéndose cometido en el movimiento revolucionario que ha terminado en Puebla no
sólo errores, sino también crímenes, si la clemencia aconseja el perdón de los primeros, la
justicia reclama el castigo de los segundos”.7
Comonfort respetó la mayor parte del texto suscrito por Moreno, aduciendo “cuan
sagrada debe ser la fe de un convenio militar”, pero dio de baja a los oficiales y soldados
involucrados, con pena de ser confinados y sus nombres difundidos como desleales en
los periódicos, e igual pena de confinamiento se determinó para los combatientes civiles.
Tomás Moreno, un general con antecedentes de crueldad ante los rivales, debió
verse confundido por el criterio de Comonfort; quien, por el contrario, sí tendía a la
clemencia. Un nuevo episodio de la campaña los volvería a distanciar. Este se presen-
tó cuando Joaquín Orihuela, el mayor instigador de la revuelta, fue aprehendido en su
huída por el general Pueblita disponiéndose su fusilamiento. En defensa, Orihuela argu-
mentó estar protegido por el documento de la capitulación y Pueblita decidió consultar
el caso con el gobierno.
La respuesta de México indicaba que Orihuela debía probar tal protección con
un salvoconducto otorgado por el general en jefe o el comandante militar de Puebla, en
cuyo caso debía ser remitido a Veracruz para su reclusión. En su defecto, debía ser juz-
gado atendiendo la ordenanza.
El general Moreno, sin entender el ánimo dilatorio de Comonfort y sabiendo que
tal salvoconducto no existía, mandó a su subordinado Pueblita el inmediato fusilamiento
de Orihuela, cuyo escape abandonando a su gente consideraba por demás vergonzoso.
7
México a través de los siglos. V. 9. Editorial Cumbre, 23° ed. México, 1985. Pág. 203
199
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
La noticia del desenlace irritó al presidente, quien al parecer esperaba ser informado
del resultado del juicio para perdonar de última hora al sentenciado y mostrarse pacifica-
dor ante sus enemigos y la nación. Sin embargo, no hubo tiempo para aclaraciones, pues
Moreno partió enseguida con 2 mil hombres a enfrentar al general Luis Osollos que en
Tlaxcala había esperado el mejor momento para intervenir a favor de los sitiados. Ahora,
con él acudían los fugitivos de Puebla, la mayoría armados e incumpliendo los términos
de la capitulación.
Unidos a la gente de Cobos y Gutiérrez, los mil efectivos de Osollos rehuyeron a
Moreno; pero se lanzaron sobre Orizaba y Córdoba con el fin de saquearlas. Rechazados
por la guardia nacional, Moreno los ubica en Coscomatepec y los derrota en toda la línea
el 12 de aquel histórico mes de diciembre, para gloria de las armas gubernamentales.
Mientras tanto, otro conflicto surgía en el norte, dentro de esta larga cadena de
pronunciamientos que mantenía en vilo al país. Aprovechando la salida del gobernador
de Tamaulipas, Juan José de la Garza, para combatir a Santiago Vidaurri, el controver-
tido caudillo neoleonés, se dio un alzamiento en Tampico para impedirle el regreso a
su cargo. Se argumentaba que en su mandato de la Garza no había procurado el bien
público, y se aclaraba que el movimiento no tenía relación alguna con las instituciones
reaccionarias.
El 6 de enero de 1857, en Pueblo Viejo, sobrevino un sangriento combate entre los
regimientos del coronel Francisco Andrade, al servicio del gobierno, y del coronel rebel-
de Pedro Hinojosa. La victoria correspondió a este último, quien no dudó en saquear la
localidad como celebración, no obstante ser territorio tamaulipeco.
Ante la presión, de la Garza renunció y el presidente decidió nombrar en su lugar
al general Tomás Moreno, elemento neutral en aquel problema y de probada capacidad
política, como hemos reseñado. Su designación se acompañó de la advertencia que se ce-
rraría el puerto de Tampico al comercio exterior y al cabotaje si no se le reconocía como
nuevo gobernador. Este temor resultó infundado, pues Moreno fue bienvenido y cumplió
con acierto su periodo extraordinario del 19 de febrero al 5 de diciembre de 1857, con lo
cual prestó un servicio más al restablecimiento del orden en aquel aciago periodo.
Por su parte, luego de un año de arduo trabajo y debates, el 5 de febrero de
1857 el Congreso Constituyente promulgó la nueva constitución mexicana, misma que
200
Complementos.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
Su proceder causa confusión entre los sectores políticos; por lo cual no es de ex-
trañar que también Tomás Moreno se haya pronunciado en Tamaulipas contra la Cons-
titución. Este acto no demerita su brillante labor a favor de la reforma, pues a las pocas
semanas se reintegró al bando liberal e incluso sufrió prisión por esta causa a manos del
coronel conservador Rafael Moreno.
202
ESTUDIO DEL INVESTIGADOR
ULRIK VANGSTRUP.
Unas décadas atrás, hubo un notable auge en la producción textil, lo cual generó un
concepto exagerado de riqueza económicamente generalizada, por el cual, decir moroleonés
significaba “rico e inculto”.
En los alrededores geográficos, mucha gente aprendió también a trabajar en este ru-
bro. Hoy la fabricación y el comercio textil y de la confección se ha extendido a municipios
vecinos y existen numerosas tiendas y tianguis, esto justifica también el título de nuestra
Monografía: “Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida”.
El estudio de campo hecho por el investigador danés Ulrik Vangstrup, refleja la realidad
de su momento y pronostica los retos a que se habían de enfrentar los fabricantes, que son
los que estamos sobrellevando actualmente en Moroleón.
MOROLEÓN LA PEQUEÑA CIUDAD
DE LA GRAN INDUSTRIA.
INTRODUCCIÓN.
ropa, suéteres, calzado y muebles, para lo cual se recurre sobre todo al empleo de muje-
res (Arias, 1992: 44-56).
Pero a pesar del desarrollo positivo de varias ciudades medias y pequeñas de Gua-
najuato, existen escasas investigaciones al respecto y, en el caso de Moroleón, no se
conoce ningún trabajo en torno a la industria de la ropa.
La industria del suéter moroleonesa puede ser vista a la luz del concepto de “dis-
trito industrial”, noción que se ha utilizado para explicar el éxito de pequeñas ciudades,
sobre todo europeas, con una elevada concentración industrial (Pyke y Sengenberger,
1990). En esta línea de análisis, las interrogantes que se tratarán de responder están
relacionadas con cinco aspectos: el origen histórico de la industria, las formas de organi-
zación industriales, los cambios de la década de 1980-1990, las dificultades que enfrenta
ahora la industria y, dese luego, sus posibilidades frente al TLC.
EL MARCO ANALÍTICO.
206
Complementos.
nuevo modelo de desarrollo industrial. Un ejemplo importante es el del norte de Italia que
se ha convertido en una de las regiones más ricas de Europa, debido a un fuerte crecimien-
to económico basado en la empresa familiar de tamaño pequeño y mediano y concentrado
en el medio rural (Centro Bull y Corner, 1993). Investigadores de Italia, Gran Bretaña,
Dinamarca y otros países europeos empezaron a preocuparse por explicar ese crecimiento
que nadie había previsto y fue entonces cuando se empezó a discutir el concepto de distrito
industrial (Pyke y Sengenberger, 1990). Creemos que hay similitudes interesantes entre esa
forma de desarrollo en Italia y la del occidente de México.
Alfred Marshall (1920) fue el primero en usar el concepto de distrito industrial para
explicar, a principios de este siglo, la organización industrial para explicar, a principios de
este siglo, la organización industrial de ciudades pequeñas de Inglaterra. Él pensaba que
en poblaciones pequeñas donde se concentraban talleres de producción homogénea era
posible conseguir efectos de sinergia positivos que creaban ventajas competitivas para el
distrito como tal (Centro Bull y Corner, 1993:131).
Décadas más tarde, a principios de los años ochenta, el concepto fue redescubier-
to por economistas italianos como Becattini, que lo utilizaron como un modelo de expli-
cación par el funcionamiento de algunas ciudades italianas. Añadió, sin embargo, que
el punto de partida no era tanto el taller individual sino la red industrial de la ciudad en
su conjunto. Los planteamientos de Becattini (1979) han abierto nuevos caminos para
reconsiderar las pequeñas ciudades productoras en el mundo industrializado. También
se han utilizado en estudios de países en vías de desarrollo: Tanzania (1992), México
(Rabellotti, 1993) y Brasil (Schmitz, 1993). El interés se debe principalmente al éxito
económico que han tenido muchos lugares que caen dentro de esa clasificación.
Una característica común de los distritos industriales parecía ser el hecho de que
produjeran mercancías como textiles, zapatos, muebles, es decir, actividades que re-
quieren de mucha mano de obra. Pero en Italia misma existen varios ejemplos de dis-
tritos donde se elaboran productos basados en alta tecnología: acero (Brescia), armas
(Gardone Val Trompia), aparatos domésticos (Lumezzane), calcetines, lámparas (Castel
Goffredo), botas de esquiar (Montebelluna) (Centro Bull y Corner, 1993:134).
El concepto del distrito industrial ha llamado la atención sobre asuntos que antes
no se habían investigado y ha motivado discusiones animadas sobre sus aspectos histó-
207
Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
ricos, socio-económicos y políticos. Pero al mismo tiempo que los investigadores están
preocupados por explicar el fenómeno, ha surgido el interés por desarrollar políticas
adecuadas que permitan fortalecer el distrito industrial.
Los norteamericanos Sabel y Piore (1984) han tenido bastante influencia en el de-
bate. Ellos han sugerido que el desarrollo de los distritos industriales se puede entender
como una redefinición de las relaciones obrero-patronales. Desde su punto de vista, en
el distrito industrial el trabajador puede negociar mejores condiciones de trabajo debi-
do a su importancia para la producción. Esto ha sido cuestionado por otros autores con
base en el argumento de que existen ciudades donde el trabajo es simple, los sueldos
bajos y las condiciones de trabajo deplorables. Para autores como Zeitlin (1990), los
distritos industriales desaparecerán debido a la competencia de la gran industria.
En los últimos años otros investigadores han expresado puntos de vista más com-
plejos. Pyke y Segenberger (1990) hablan de distritos de “camino bajo” y “camino alto”.
Los primeros se caracterizan por tener una competitividad reducida y basarse en bajos
salarios; los segundos son los que elaboran mercancía que pueden competir en los mer-
cados internacionales y emplean a trabajadores calificados. Desde este punto de vista,
se puede ver que Sabel y Piore han centrado su atención en los últimos, en tanto que sus
críticos se han enfocado en los primeros.
Anna Cento Bull y Paul Corner (1993) han ido un paso más adelante. Con bases
histórica y empírica sólidas han investigado las razones por las que unos distritos son
fuertes y competitivos y crean trabajo bien remunerado, mientras que otros han te-
nido un desarrollo menos afortunado. Ellos hacen hincapié en los factores sociales y
económicos que son decisivos para el desarrollo específico de cada distrito particular.
Con todo, en la situación actual no se puede hablar de una teoría como tal del dis-
trito. La literatura ofrece más bien una serie de observaciones sobre el funcionamiento
de los distritos industriales.
Aunque hay diferencias, a partir de Becattini se pueden establecer seis caracte-
rísticas del distrito industrial en las que la mayoría de los investigadores parecen estar
de acuerdo: 1) concentración geográfica de una gran número de empresas de pequeña
y mediana escala que producen mercancías homogéneas; 2) existencia de una red entre
personas relacionadas con la industria que mantiene un intercambio constante de infor-
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Complementos.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
LA CIUDAD DE MOROLEÓN.
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Complementos.
que el lugar empezó a desarrollarse con José Guzmán López como dueño. En esa época
(1775-1838) se hicieron una serie de obras públicas y la gente de los alrededores empezó
a trasladarse al pueblo (Ortiz, 1993).
Hasta 1857 los municipios de Moroleón y su vecino Uriangato, un viejo centro de
producción agrícola, fueron uno solo, y de hecho, sigue siendo una zona conurbada. La
separación municipal se hace imprescindible dado los conflictos que siempre han existi-
do sobre cuestiones económicas y políticas entre las dos poblaciones.
El origen de la industria de Moroleón se remonta, se dice, al tiempo del primer
cura que hubo en el lugar, el padre Francisco Quintana, quien pertenecía a los agustinos,
orden religiosa que tuvo grandes haciendas en la región durante la época colonial (Guz-
mán 1985).
Aunque el padre Quintana sólo ejerció durante tres años, desde 1839 hasta su
muerte 1842, llegó a tener una influencia decisiva en el futuro de Moroleón. Al darse
cuenta, de que la agricultura no podía ser la base del desarrollo local, incitó a la pobla-
ción a buscar alternativas, lo que los llevó a iniciar la producción artesanal de zapatos y
rebozos. Para ello invitó a productores de pueblos cercanos a que se trasladaran a Mo-
roleón (Ortiz, 1993: 22-25). Poco a poco, Moroleón empezó a desplazar a Uriangato de su
posición de centro comercial y a convertirse en la economía más dinámica de la región.
Hay varias razones que pueden ayudar a explicar este cambio en la dinámica ur-
bano-regional. Uriangato un poblamiento más viejo que Moroleón, tenía una tradición
agrícola más antigua y compleja, lo que quizá orientó el desarrollo de Moroleón hacia
otras actividades, como la producción artesanal. Se dice también que la epidemia de có-
lera de Uriangato en 1850 hizo que los comerciantes de allí se trasladaran a Moroleón,
donde se establecieron de manera definitiva (Ortiz 1993). Un último factor, orgullosa-
mente reivindicado por la gente de Moroleón, es que ellos han sido siempre más em-
prendedores que los de Uriangato.
En el transcurso de cincuenta años, el número de pequeñas empresas creció rápida-
mente. De acuerdo con Pedro González, a la vuelta del siglo, en 1900, había 39 rebocerías
y 16 zapaterías, además de un buen número de otras industrias y pequeños comercios
(González, 1904). El crecimiento de la industria de Moroleón fue estimulado por la ca-
pacidad de la población para vender sus productos fuera de la ciudad y la región. Como
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
en muchas partes del Bajío, arrieros y recuas de mulas llevaban las mercancías locales a
otras partes de la república. Pedro González menciona que los arrieros de Moroleón lle-
vaban rebozos hasta lugares tan remotos entonces como Oaxaca y Guatemala (González,
1904). Al mismo tiempo, la pequeña ciudad reiteraba su papel de centro comercial en esa
microrregión de Guanajuato.
La prosperidad de los talleres de rebozo persistió hasta la Segunda Guerra Mun-
dial. Desde entonces, la urbanización y el cambio de costumbres hicieron disminuir el
uso de esa prenda y comenzó a reducirse el número de talleres que los fabricaban. Hoy
son sobre todo las mujeres mayores de las regiones indígenas como Michoacán, Puebla,
Oaxaca, Chiapas, las que usan esa prenda, pero siguen existiendo unos ocho talleres de
rebozo en Moroleón. Todos sus trabajadores tienen más de cincuenta años. Los jóvenes
ya no quieren aprender ese viejo oficio artesanal: sus posibilidades de trabajo son me-
jores en los otros ramos de la industria o en Estados Unidos. Los rebozos se producen
como antes: a mano, en telares de madera. El proceso de producción es complicado y
lento y todo indica que la rebocería desaparecerá dentro de pocos años.
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Moroleón, sus inicios... y 200 años de laboriosidad compartida.
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trabajo para mantener el control y economizar los gastos de mano de obra. Se puede
concluir que los talleres son fundamentalmente familiares, la familia está en el centro de
la organización y se ve a los trabajadores como “ayudantes”.
Salvo uno, todos los propietarios de los talleres nacieron en Moroleón. La genera-
ción de sus padres es también oriunda de Moroleón, de modo que se puede decir que la
industria está en manos de gente de la región.
El nivel escolar de los dueños actuales va desde primaria hasta licenciatura. 6 de
ellos son licenciados, casi todos ingenieros. Se nota que los licenciados tienen los talleres
más exitosos. Pertenecen al grupo de dueños de talleres grandes a los que les fue posible,
gracias a sus posibilidades de ofrecer seguridad, conseguir préstamos bancarios para es-
tablecer sus negocios. Esto no es la regla ya que la mayoría de los dueños de talleres han
empezado desde abajo, con sus propios recursos, tienen talleres pequeños o medianos y
normalmente no cuentan con mucha formación escolar.
Los propietarios son relativamente jóvenes. Su edad fluctúa entre los 20 y los 45
años, situación que se debe a un cambio de generación en los talleres viejos, y, sobre
todo a la entrada de nuevos empresarios durante los últimos años; sólo en dos casos los
propietarios tenían más que 45 años de edad.
Para tratar de explicar las posibilidades empresariales de los propietarios actuales
se revisó la historia laboral de sus padres. Éstos habían tenido diversos oficios, entre los
que predominaban: siete comerciantes, cuatro porcicultores, 3 propietarios de taller de
suéter, dos agricultores; 2 migrantes a E.U.
La abundancia de comerciantes indica que hubo una integración hacia atrás, del
comercio hacia la producción. Un propietario narra que en los años setenta fue necesa-
rio empezar a invertir en la producción debido a que se estableció una creciente compe-
tencia en la esfera comercial. En estos mismos años los porcicultores comenzaron a ver
en la producción de suéter una alternativa económica interesante.
Sólo un dueño actual de un taller pequeño tenía experiencia migratoria en E. U. y
en la generación de los padres sólo hubo dos casos. Este resultado fue sorprendente ya
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Complementos.
que se esperaba que hubiera ahorro de la migración invertido en la industria del suéter.
Varios informantes expresaron que esto fue común en los años ochenta, pero o bien es-
tán sobrerrepresentados en el sector de los talleres pequeños o no lograron sobrevivir a
la competencia de los últimos años.
LA SITUACIÓN OBRERA.
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porcionalmente al tamaño del taller. Es decir los propietarios compran las máquinas
especializadas en la medida en que su situación económica se los permite. Esa búsque-
da de integración de los procesos de trabajo en un mismo taller puede atribuirse a tres
razones. En primer lugar, los dueños son todólogos que realizan muchas tareas durante
el día por lo cual es difícil colaborar con maquiladores, situación que les costaría toda-
vía mas planeación, control y tiempo. En segundo lugar, durante muchos años las ventas
crecieron cada año y no fue necesario bajar los costos marginales, algo que habría sido
posible con un mayor uso de la maquila. En tercer lugar, hay poca confianza entre los
productores, lo cual significa que temen que sus maquiladores copien sus modelos o
procedimientos.
Sin embargo, existen cuatro formas de maquila. Algunos de los suéteres suelen
llevar algún bordado hecho a mano por las trabajadoras a domicilio ya mencionadas.
En varios ranchos alrededor de Moroleón, donde los sueldos son más bajos, muchas
mujeres se dedican a ese trabajo, sobre todo en Cerano, Yuriria. Allí las mujeres traba-
jan en pequeños talleres con maquinitas o individualmente en sus casas. En el racho del
Puerto del Salto, por ejemplo, las mujeres se han especializado en el tejido a mano de
orlas, y en Ozumbilla las mujeres colocan perlas. En Moroleón hay muchas mujeres que
trabajan a domicilio haciendo el terminado.
Otra forma de maquila es la que se realiza a través de talleres maquiladores que
han invertido en maquinaria especializada. Así, Algunos establecimientos se han espe-
cializado en hacer ojal y poner botón ya que no todos los talleres tienen suficiente pro-
ducción como para invertir en esas maquinas. También los talleres grandes suelen dar
a maquilar esos trabajos en los periodos en que su capacidad instalada es insuficiente.
Otras empresas, entre 25 y 30 talleres de suéter, han invertido en maquinas compu-
tarizadas de bordado. Como esas maquinas tiene una capacidad de producción superior a
las necesidades del taller, unos diez talleres ofrecen maquilar para otros. Aunque todavía
es mas barato maquilar el bordado en Cerano, la calidad es inferior a la de los bordadores
computarizados. De hecho, últimamente las mujeres de Cerano han tenido menos trabajo
debido a la calidad en la competencia, un factor cada vez más importante en la industria.
Finalmente, se encontró otro tipo de maquila: un productor que daba a maquilar
el lienzo del suéter. Este fabricante tenía buenas ventas, buen diseño, pero una capaci-
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Complementos.
dad instalada insuficiente en los primeros años. Pero apenas pudo, compro maquinaria
y dejo de dar a maquilar. Probablemente solo hay 5 o 6 productores que usan su contra-
tación para el tejido del lienzo y sólo uno lo hace en su totalidad. De modo que allí no
se puede hablar de una tendencia hacia la subcontratación.
Más bien se puede concluir que lo común es dar a maquilar los procesos de tra-
bajo que tienen su propia escala de economía, como es el caso de las máquinas borda-
doras y, en menor grado, el de las máquinas de ojal y botón. La maquila a domicilio es
quizá diferente: se trata de una manera eficaz de reducir costos de mano de obra, renta,
electricidad.
El grado de integración es un factor crucial para entender las posibilidades de
sobrevivencia de los talleres en un clima cada vez mas competitivo como el que se vive
en México. En Italia, que durante muchos años ha sido el país líder de la producción de
suéter, se ha constatado la tendencia a un alto grado de desintegración vertical, es decir
de especialización en el proceso de la producción. En Módena, un importante centro
de producción de suéter, hay talleres que solo diseñan, otros que tejen, otros que ponen
botón y así hasta terminar la prenda (Lazersone, 1990). Esa forma de organización em-
pezó a desarrollarse en los años setenta como resultado de la actividad sindical de los
trabajadores y de una creciente competencia internacional. Hoy los talleres de Moro-
león también están expuestos a una competencia fuerte y quizá su estructura integrada
les haga más difícil enfrentar la competencia.
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En las tres clases de taller hay algunos que tienen más éxito que otros, pero es evi-
dente que los talleres grandes tienen menos problemas. Esto se debe a varios factores:
su experiencia productiva, la variedad de sus diseños la posibilidad de comprar nuevas
materias primas con mayores descuentos y sus relaciones comerciales. La crisis de ventas
se ha intensificado en los últimos tres años y, de continuar así la tendencia, es posible que
un número de talleres, sobre todo medianos y pequeños, tengan que cerrar de manera
definitiva. La situación actual no parece atractiva para la entrada de nuevos productores
en la industria.
En los últimos años los talleres han empezado a ampliar la gama de sus diseños. Ha
sido una de las respuestas ante la crisis de ventas que significa que cada modelo se vende
menos, situación que hay que compensar con variedad. En 1991 la mayoría de los talleres
manejaba menos de diez diseños diferentes. Dos años más tarde, en 1993, había nueve
talleres que habían llegado a producir entre veinte y cuarenta modelos.
Sólo los pequeños talleres siguen produciendo dos o tres modelos cada año y para
ellos es todavía más difícil competir en el mercado. En general, los talleres pequeños,
que solo tienen maquinas manuales o automáticas, ya no pueden competir en el merca-
do del suéter. Por eso, en lugar de esa prenda, se han dedicado a elaborar artículos más
sencillos como trajecitos de bebé y mamelucos.
LA COMERCIALIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN.
Durante la década de 1980 fue posible vender la producción a precios altos sin
mayores dificultades. La fama de Moroleón como un lugar que ofrecía gran variedad de
ropa a precios económicos atraía comerciantes mayoristas y clientes de menudeo. En la
ciudad hay un sinfín de establecimientos de venta de ropa, desde grandes tiendas hasta
vendedores ambulantes. El comercio ha sido decisivo para el desarrollo de la industria al
generar la base necesaria para vender los productos de los talleres y, de hecho, mantiene
un papel clave en la economía moroleonesa.
222
Complementos.
Hasta ahora muy pocas empresas de Moroleón han logrado exportar. La exporta-
ción ha sido el resultado de algún contacto casual por algún importador norteamericano
o canadiense. Las investigaciones preliminares del Tianquiztli han mostrado que los nor-
teamericanos están dispuestos a comprar grandes cantidades de artículos pero a precio
bajo. La mayoría de los talleres tiene una capacidad instalada pequeña y un nivel de cos-
tos alto, lo que hace difícil cumplir con esas condiciones del mercado estadounidense. Al
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CONCLUSIÓN.
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Complementos.
tores habían encontrado un nicho en el mercado nacional y podía producir sin mucha
competencia. Durante la fase del proteccionismo los talleres tendieron a crecer y a inte-
grar procesos.
El cambio se inicio a fines de la década de los 80 con la apertura al comercio inte-
rior, lo que dio lugar a un ambiente comercial muy competitivo. En consecuencia se ha
suscitado un notable decrecimiento de la producción y del número de empleados durante
los últimos años. También ha habido cambios en la forma de producir: ahora es necesa-
rio hacer más y mejores diseños, usar materias primas y tecnología más modernas y, en
algunos casos, poner en marcha mecanismos de cooperación comercial entre los talleres.
El carácter integrado de los talleres parece haber dificultado la búsqueda de formas dis-
tintas de organización industrial. Como punto de partida de este análisis se ha utilizado
el concepto de “distrito industrial”. Aunque Moroleón tiene varias similitudes con lo que
podríamos considerar el “distrito ideal”, también hay algunos puntos divergentes.
Sin duda la producción de suéter en Moroleón puede ser definida como un ámbito
privilegiado de empresas pequeñas y medianas que operan dentro de un área restringi-
da y que manufacturan el mismo tipo de productos. Al mismo tiempo, existen ahí redes
de relaciones de intercambio de mercancías, información y mano de obra. También hay
mucha competencia entre los talleres aunque se observa la tendencia a un incremento
de la cooperación entre grupos de productores. A pesar de que no están plenamente
consolidadas, se han desarrollado una serie de instituciones que dan acceso a servicios
que los talleres no pueden conseguir de manera individual. Finalmente a partir de los
talleres se ha generado un “espíritu industrial” y un consenso positivo acerca del papel
de la industria en la vida de la ciudad. Pero en general, en Moroleón no existe ejemplo de
desintegración vertical comparables a los de otros espacios industriales similares.
Quizá Moroleón no sea un distrito industrial en algunos aspectos claves como la
alta competitividad o la homogeneidad de los talleres. Pero para el taller moroleonés
puede ser relativamente sencillo llegar a formar parte de un “distrito industrial” capaz
de responder a las exigencias industriales de hoy. Por lo anterior para un taller de suéter
es más fácil y posible operar en Moroleón que en cualquier otro lugar del país.
ULRIK VANGSTRUP.
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Escudo de la Ciudad de Moroleón.
Realizado al óleo en 1954 por el pintor michoacano Guillermo Sánchez, según la idea sugerida
por Fray Fulgencio Villagómez. Durante el periodo presidencial de Don Manuel López Ber-
múdez, el Gobernador del Estado Lic. José Aguilar y Maya había solicitado a cada uno de los
Municipios el diseño de sus respectivos escudos.
DESCRIPCIÓN:
Tiene forma de escudete, dividido en cuarteles, demarcado en cruz color oro con 5 aspas cruces -en
las esquinas superiores- símbolos de trabajo y fortaleza.
En el cuartel superior izquierdo sobre campo oro -símbolo de realeza- la imagen del Señor de
Esquipulitas, Patrono de Moroleón, en color natural.
En el Cuartel superior derecho un paisaje del lugar; el primer caserío con el arroyo que cruza la
ciudad y el cerro prieto como fondo.
Cuartel inferior izquierdo un campo azul, el caduceo del dios griego Hermes, símbolo del comercio.
Cuartel inferior derecho sobre un campo dorado que representa la honradez y la unidad, una
hilandera con torno, rueca e hilo que simbolizan la actividad textil.
Coronan el escudete dos guías estilizadas de hojas y flores descendiendo hacia los flancos en color
oro que simbolizan hospitalidad y cobijo.
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ÍNDICE.
DEDICATORIA. 5
DESCRIPCIÓN DE LA PORTADA. 6
INTRODUCCIÓN. 7
SÍNTESIS HISTÓRICA. 91
CAPÍTULO XIII
XIII.1.- El Territorio de Moroleón en la Época Prehispánica. 93
XIII.2.- Antecedentes de la Cultura Purépecha-Chichimeca. 93
XIII.3.- La Época de la Colonia Española. 95
XIII.4.- La Época de la Independencia de México. 97
XIII.5.- México Independiente y la Creación de Moro-León como Pueblo. 97
XIII.6.- Muerte del M.R.P. Fray Francisco Quintana. 101
XIII.7.- El Cambio de Nombre a Moro-León. 101
XIII.8.- La Etapa del Gobierno de Don Porfirio Díaz. 107
XIII.9.- Época de la Revolución Mexicana. 108
XIII.10.- Episodios de la Revolución en Moroleón. 109
XIII.11.- Rebeldes de la Revolución en la Región. 111
XIII.12.- El Periodo posterior a la Revolución. Los Delahuertistas. 114
XIII.13.- El Desarrollo después de la Revolución. 115
COMPLEMENTOS. 157
POESÍAS. 233
BIBLIOGRAFÍA. 237
ÍNDICE. 239