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El Estado
La monarquía absoluta llego a ser la realidad dominante de Francia solo durante el
reinado de Luis XIV. La Fronda de 1648-1653 marcó la última ocasión en que unos
sectores de la nobleza territorial empuñaron las armas contra la realeza centralizante,
tambien constituyo el último intento, antes de la Revolución, de promulgar una Carta
que limitara el absolutismo real. Francia fue gobernada por la administración real, los
intendants representaban la autoridad del rey en las provincias. Los más grandes de la
nobleza fueron atraídos a la órbita de la nueva Corte de Versalles, símbolo del
absolutismo triunfante.
Sin embargo las estructuras del gobierno absolutista no llegaron a suplantar a aquellas
descentralizadas instituciones medievales, como los dominios y las cortes señoriales, las
corporaciones municipales y los Estados provinciales (asambleas representativas).
Tampoco las estructuras del absolutismo reemplazaron por completo a las anteriores
instituciones administrativas monárquicas como los parlaments.
Junto con el mantenimiento de la unidad y el orden en el interior, el engrandecimiento
militar fue un propósito del absolutismo borbónico. Durante el reinado de Luis XIV los
triunfos militares de Francia estimularon la formación de una alianza de potencias
comprometidas a contener su expansión. Los franceses sufrieron serios reveses en la
guerra de la Liga de Augsburgo y en la guerra de Sucesión Española, entre 1715 y 1789
Francia revelo su incapacidad de dominar Europa y mantener su situación de primera
potencia.
La economía
En los siglos XVII y XVIII Francia siguió siendo una sociedad predominantemente agrícola,
si bien el comercio y algunas industrias (pre mecanizadas) estaban extendiéndose la
economía se veía obstaculizada por intereses de propietarios que impedían el avance a
la agricultura capitalista o al industrialismo.
La agricultura francesa era “atrasada” en relación con la agricultura inglesa, la tierra
estaba dividida en pequeñas parcelas y gran parte de la agricultura se basaba en el
sistema de desmonte, en que las posesiones individuales se hallaban dispersas y
escindidas.
En Francia existía un precario equilibrio de derechos entre un numeroso campesinado
de pequeños propietarios y una clase superior terrateniente que poseía derechos
señoriales. La persistencia de tales derechos y de muchas costumbres comunales
obstaculizaba la implantación de nuevas técnicas agrícolas, que tambien se vio afectada
por los modos de recaudación de los impuestos reales, que recaían principalmente sobre
el campesinado.
Hubo otra razón de que se vieran obstaculizados los cambios estructurales en la
economía agraria, durante el periodo 1730-1770 la producción agrícola se extendió
dentro de sus límites estructurales tradicionales, el crecimiento acompañado por
precios y rentas cada vez mayores llevo la prosperidad a los grandes y pequeños
terratenientes y ayudo a confinar la necesidad de unos cambios estructurales
fundamentales.
La agricultura francesa, a su vez, contuvo el desarrollo de la industria francesa, tanto su
estructura como la distribución de sus beneficios retardaron el surgimiento de un
mercado de masas.
La clase dominante
Ya en el siglo XVIII había surgido en Francia una distintiva clase dominante, que no era
feudal en el sentido político o jurídico, pero tampoco era capitalista. Esta clase
dominante se apropiaba del excedente mediante una mezcla de rentas e impuestos
aplicados en parte por las instituciones judiciales dominadas por terratenientes y por la
redistribución de los ingresos recaudados por el Estado monárquico.
La Francia del siglo XVIII no era una sociedad estratificada por sus posesiones, la riqueza
y los cargos, no solo el pertenecer a la nobleza terrateniente, eran las claves del triunfo.
Los nobles más pobres tenían grandes dificultades para comprar los cargos más
deseables, mientras que los plebeyos que habían conquistado riqueza mediante el
comercio exterior o las finanzas reales, o que avanzaban comprando cargos del Estado,
tenían acceso tanto a la condición como a los privilegios de la nobleza.
La distinción entre Primer Estado (Eclesiástico), Segundo (noble) y el Tercer Estado, era
ya una movible zona de transición que una barrera. La riqueza podía provenir de rentas,
señoríos, oficios venales, bienes raíces y derechos señoriales. La “riqueza propietaria”
era la base de propiedad de la clase dominante. Esta situación de depender del Estado
produjo una clase dominante con intereses creados tanto en las formas institucionales
más antiguas, como los derechos señoriales, cuanto en las nuevas funciones
absolutistas.
La búsqueda de estabilidad
Después de la caída de Robespierre, la Convención termidoriana desmantelo el aparato
judicial del Terror. A finales de 1795 el régimen del Directorio quedo instalado de
acuerdo a una nueva Constitución con el fin de consolidar la Revolución en forma liberal.
Las dificultades del Directorio reflejaron su ineficiente estructura institucional y su débil
apoyo social, mientras los ejércitos nacionales evolucionaban hasta ir formando cuerpos
profesionalizados y bien organizados cuyos dirigentes estaban cada vez menos
sometidos al control político de los civiles. Esto preparó el camino para el golpe de
Estado, el 18 Brumario de 1799. Napoleón Bonaparte se valió de su base en el ejército
para establecerse primero como dictador de facto, luego como Primer Cónsul vitalicio y
finalmente como emperador.
Al confirmar legalmente el statu quo de las realizaciones sociales y económicas de la
Revolución y al reintroducir la centralización administrativa, Napoleón logró poner fin a
los violentos conflictos civiles del periodo revolucionario.
El nuevo régimen
Los cambios en el ejército
La Revolución cambio drásticamente la organización y el funcionamiento del cuerpo de
oficiales, la abolición de la nobleza y el establecimiento de igualdad de oportunidades
abrieron el acceso a los puestos de oficial a los ciudadanos de todo tipo de antecedentes
sociales. Los ascensos se dieron sobre la base de la educación, la capacidad y la
experiencia militar.
El propio Napoleón nos ofrece un ejemplo de movilidad del noble provinciano durante
la Revolución.
Con la Revolución surgió una participación militar cada vez mayor en formas celebradas
como patrióticas.
El Estado en la sociedad
El revolucionado Estado francés intervino más directamente en las vidas de todos los
ciudadanos, quienes se enfrentaron a la encarnación augusta de la Nación, a un agente
del gobierno central que en nombre del Pueblo exigían bienes y servicios en escala
mucho mayor que las demandas del antiguo régimen.
El efecto de este mayor alcance del Estado pudo ser especialmente perturbador para las
comunidades rurales, la Revolución llego como una intrusión mal vista a los ojos de
muchos ciudadanos.
El resultado general de la Revolución francesa puede caracterizarse como la coexistencia
simbiótica de un Estado centralizado, profesional-burocrático, con una sociedad
dominada por algunos propietarios importantes y muchos medianos o pequeños
propietarios. Así, pese a que no habían causado la revolución, las relaciones capitalistas
de producción pudieron expandirse gradualmente en un marco jurídico y administrativo
relativamente favorable. Un siglo después de 1789 Francia estaba convirtiéndose en una
nación capitalista industrial.