Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                
0% encontró este documento útil (0 votos)
74 vistas15 páginas

T07 Ruina Samaría

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1/ 15

Tema 07.

La caída de Samaría

LOS DOS REINOS HASTA EL 7221

1. EL CONTEXTO HISTÓRICO-POLÍTICO EN LOS SIGLOS X-VIII a.C.

A principios del primer milenio a.C. no había en la fértil media luna ningún imperio
capaz de inmiscuirse en Canaán. Este hecho había facilitado la rápida ascensión de Israel
bajo el mando de David y de Salomón. Hasta finales del siglo VII a.C. los egipcios no
interferirán en el corredor del litoral mediterráneo. El único imperio que jugará un papel
decisivo en la extinción de “Israel” será Asiria, cuyo apogeo político y militar se inicia
rápidamente a fines del siglo X a.C. (c. 930). A mediados del siglo IX a.C. (con
Salmanasar III) Asiria se enfrenta cara a cara con el reino de Israel. La gran preocupación
de los monarcas mesopotámicos es el bloqueo de la influencia aramea, que perjudica sus
intereses.

Dueños del centro y norte de Siria, los arameos2 constituyen también el gran peligro
para el reino de Israel. El siglo IX a.C. se caracterizará por las luchas israelitas contra ellos
(cf. 1 Re 15,18ss; 20; 22; 2 Re 6-8; 10,32s; 13,17ss). Sólo cuando Asiria está a las puertas
de Occidente, los arameos (y otros reinos sirios) se unen políticamente con los israelitas
para hacer frente común contra el poder asirio. No menos adversos a Israel y Judá son los
moabitas (cf. 2 Re 3) y los edomitas (cf. 2 Re 8,20). Éstos, antes sometidos al poder de
Judá (cf. 1 Re 22,48; 2Cr 20), no pueden seguir soportando por más tiempo el control de

1
Bibliografía de consulta: J. Bright, La historia de Israel, Bilbao 1993, 275-318.
2
Los reinos arameos fueron antiguos estados surgidos alrededor del año 1000 a.C., originarios de la península
arábiga, que adquirieron importancia desde el 1000 al 700 a.C., imponiendo su idioma en la mayor parte de
Oriente Próximo. Fueron conquistados hacia el siglo VIII a.C. por la poderosa Asiria. Se dieron a conocer a
partir del siglo XIV a.C. y hacia el siglo XI a.C. ya aparecen reinos arameos en el norte de Siria.
Aprovechando el vacío creado por la debilidad de las grandes potencias y el despoblamiento de antiguas
tierras, se extendieron por Siria de norte a sur, llegando también al río Éufrates y, tras un largo periodo de
enfrentamiento con los asirios, los derrotaron, o bien estos cedieron a una presión incontrolable, y se
extendieron por una amplia zona del antiguo territorio asirio y hurrita mesopotámico. Con el tiempo,
aprovechando la ausencia de grandes potencias que pudiesen impedir dicho florecimiento, ocuparon los
antiguos territorios abandonados por los hititas y otros pueblos mesopotámicos y lograron crear unos
poderosos reinos que florecerían durante siglos. Los principales centros políticos arameos fueron Bit Agusi
(casa de Agusi), en la zona de Alepo, con capital en Arpad; Bit Adini (casa de Adini) con capital en Til
Barsip, cabalgando en el Éufrates; Guzana era la capital de Bit Bahiani, en la llanura del Khabur; y no menos
importantes fueron Hamath y sobre todo, Damasco, que mantuvo una rivalidad considerable durante dos
siglos con Israel. Bit Adini (también conocido como Beth Eden en la Biblia) fue un Estado arameo situado en
el valle del río Éufrates en la zona de la actual ciudad de Alepo en Siria y a unos 20 km al sur de Karkemish.
La mayoría de las fuentes de información sobre dicho estado son de origen asirio, con quienes Bit Adini
mantuvo varios conflictos, hasta ser finalmente absorbido por el imperio asirio en la época de Salmanasar III.
Su lengua, muy parecida a la fenicia y a la hebrea, comenzó a ponerse por escrito a principios del primer
milenio a.C. El idioma arameo es un idioma semítico que, junto al hebreo, fenicio y otros idioma afines,
forman la rama nor-occidental de la familia de lenguas semíticas. Una de las características que lo diferenció
de otros idiomas hermanos fue la pérdida del sonido de la [l] que reemplazó por la [r]. Debido a esto, el
copista Esdras, que escribió en arameo bíblico, transcribe el nombre del rey asirio Asurbanipal por Asnapar
(cf. Esdras 4,10). Al anexionar los reinos arameos circundantes, el Imperio Asirio adoptó el idioma arameo
para la diplomacia y así se convirtió en lengua internacional para la diplomacia y el comercio en todo el
Cercano Oriente, utilizada como lengua oficial del imperio neobabilónico. A la caída de este imperio, Darío I
decretó al idioma arameo como lengua oficial del Imperio Persa. Al parecer la comunidad judía que regresó
del exilio babilónico reemplazó el hebreo por el arameo a través de los siglos de dominación extranjera,
aunque algunos aún hablaban en tiempos de Jesús el hebreo en un ámbito más restringido. El declive de la
lengua aramea comenzó con la conquista del imperio persa por Alejandro Magno ya que la dominación greco-
macedonia reemplazó gradualmente el arameo por el griego.

1
Tema 07. La caída de Samaría

Judá sobre la ruta comercial hacia el Mar Rojo. (cf. 2 Re 8,22).

Si las fronteras orientales del territorio israelita tienen que


ser fuertemente defendidas (incluso con enfrentamientos
guerreros), muy distinta es la situación en el lado occidental, el
que mira hacia el mar Mediterráneo. Los filisteos apenas si tienen
ya poder para asomarse a la luz de la historia (2 Cr 17,11; 21,16;
26,6s). Los fenicios3, en cambio, están en su pleno apogeo de
expansión comercial y cultural por todo el Mediterráneo.
Establecen colonias en puntos tan distantes como África
septentrional (Cartago, Utica), España (Cádiz, Tartesos), Cerdeña y
Sicilia. Mantienen con Israel la alianza establecida en tiempos de
Salomón (cf. 1 Re 5,15ss).

Israel asimila rápidamente la cultura cananeo-fenicia (al


fin y al cabo, es la civilización autóctona de la que no puede desentenderse; si es que no
habían procedido de la misma). La poesía hebrea tiene un vestido cananeo. Israel canta a
Yahvé con el lenguaje del lugar donde vive. Y, sin embargo, son los contactos fenicios de
Israel los que provocan la gran crisis religiosa del siglo IX a.C.4.

2. DEL CISMA (c. 925 a.C.) A LA RUINA DE SAMARÍA (722 a.C.). CRISIS
DINÁSTICAS. JEROBOAM CONTRA ROBOÁN

Salomón muere cerca del 9255. El descontento que cundía al final de su reinado
explota, apenas ha muerto, en una rebelión de las diez tribus del norte, económicamente
menos favorecidas que la tribu de Judá (cf. 1 Re 11,28b) y nunca integradas a la unidad
jerosolimitana (cf. 2 Sm 20,1). El personaje que abre el cisma es el efraimita Jeroboam,
oficial de Salomón (1 Re 11,26ss), que no podía soportar el trabajo forzado de sus
hermanos de “la casa de José” (v. 28). Un profeta de Silo le anuncia, a través de un gesto
simbólico, que va a gobernar sobre diez tribus (1 Re 11,29-39). Veamos el desarrollo de
estos hechos.

Sabemos que Salomón tuvo un harén considerable. Pero tenemos pocos datos
respecto a sus hijos. No hubo mayor problema por parte de Judá para que Roboán, hijo de
3
Fenicia (kana’an; o Pūt) es el nombre de una antigua región de Oriente Próximo, cuna de la civilización
fenicio-púnica, que se extendía a lo largo del Levante mediterráneo, en la costa oriental del mar Mediterráneo.
Su territorio abarcaba desde la desembocadura del río Orontes al norte, hasta la bahía de Haifa al sur,
comprendiendo áreas de los actuales Israel, Siria y Líbano, una región denominada antiguamente Canaán, con
cuya denominación se engloba muy a menudo en las fuentes. Historia: Poblada desde principios del III
milenio a.C. por semitas cananeos, la Fenicia histórica se extendía sobre una estrecha franja costera de 40 km,
desde el Monte Carmelo hasta Ugarit (unos 300 km). Su suelo montañoso y poco apto para la agricultura
(aunque se esforzaron por sacarle provecho), orientó a sus habitantes hacia las actividades marítimas. Con más
razón el mar se le impuso a este pueblo, al quedar dividido en pequeñas ciudades estado separadas por
espolones rocosos, pues el cabotaje era mejor que las vías terrestres para el contacto entre las ciudades, que se
escalonaban desde Acre y Tiro, por Sidón y Biblos, hasta Arados y Ugarit. Fenicia, al ser un estrecho paso
entre el mar y el desierto de Siria, en contacto al sur, a través de Canaán y del Sinaí con Egipto, y al norte, a
través del Éufrates, con Mesopotamia y Asia Menor, estaba destinada a ser una rica encrucijada comercial,
codiciada por los grandes imperios vecinos.
4
Ajab, hijo de Omrí, influido –según la Biblia- por su mujer Jezabel, de origen fenicio, favoreció los cultos
cananeos y fenicios en Samaría (reino del norte). Eran cultos de la fertilidad. La Biblia también habla de
sacrificios humanos por aquella época (cf. 1 Re 16,34).
5
Algunos autores dicen que en torno al 931 y otros al 922.

2
Tema 07. La caída de Samaría

Salomón y de una princesa amonita, heredase el trono de su padre (1 Re 14,21; 2 Cr 12,13-


14). Los problemas con algunos vasallos habían comenzado ya en la última época de
Salomón (1 Re 11,14-25), y el nuevo faraón de Egipto iba a dar que hablar dentro de poco.
Además, Salomón había sido más constructor y administrador que militar, y las
circunstancias exigían un hombre fuerte para hacer frente a los acontecimientos que se
avecinaban y mostrar el dominio real de la dinastía davídica sobre sus posesiones. Las
posibilidades de la herencia recibida por Roboán eran grandes para afrontar tal situación.
Pero era imprescindible que el nuevo soberano fuese hábil y decidido.

Ninguna de estas cualidades adornaba la personalidad de Roboán, como se ve por


su forma de comportarse en la asamblea de Siquem6. Roboán se presenta en Siquem ante
toda la “asamblea de Israel” (1 Re 12,1-3), que pide al futuro monarca que “aligere la
servidumbre” a la que Salomón les había sometido, consecuencia de su política
constructora y de prestigio. Roboán, en lugar de escuchar a los ancianos servidores de su
padre, que eran partidarios de la moderación, se deja influir por los jóvenes, imbuidos
probablemente de una concepción absolutista de la monarquía, y se niega brutalmente a la
petición de la asamblea. Las tribus del norte rechazan, en consecuencia, la dinastía
davídica (1 Re 12,16-17). El desarrollo de estos acontecimientos muestra la incapacidad y
la cerrazón del nuevo monarca. Para recuperar lo que Judá debía considerar como un bien
propio, Roboán envía al jefe de las “brigadas de trabajadores”. El carácter provocador de
tal medida parece claro si se recuerda que una de las quejas de las gentes de Israel concernía
precisamente al trabajo obligatorio (cf. 1 Re 12,17-19). El resultado de este intento de
represión fue explosivo. Adoram, jefe de las brigadas, fue apedreado y el rey tuvo que salir
huyendo precipitadamente para refugiarse en Judá. Un rebelde de las brigadas de
trabajadores, Jeroboam, será quien reúna entorno a su persona las tribus del norte para
formar un nuevo reino.

1 Re 11,26 cuenta que Jeroboam, hijo de Nebat, era efraimita y, siendo “capataz de
todos los cargadores de la casa de José..., se rebeló contra el rey”, huye a Egipto buscando
la protección del faraón Sosaq porque Salomón lo busca para matarlo. Aunque los textos
bíblicos discrepen sobre la presencia de Jeroboam en la asamblea de Siquem, en la que
Israel rompe con la dinastía de David (1 Re 12,2.20), lo cierto es que el fugitivo es
aclamado rey por la asamblea israelita. Los intentos de Roboán de recuperar el norte por
la fuerza fracasan. El texto bíblico lo achaca a la recomendación de Semaías, profeta7.

El reino fundado por Jeroboam, con las diez tribus del Norte, fue inicialmente el
más próspero de los dos. Mientras que en el Sur, en Judá, reina una dinastía, es decir, la
realeza pasa de padres a hijos, en el Norte tiene que ser conferida cada vez de nuevo por
la reunión de las tribus. Por esta razón los reyes del Norte cambian con mayor frecuencia
que los del Sur. Jeroboam (933-911 a.C.) se instala primero en Siquem y poco más tarde
en Penuel (1 Re 12,25), al otro lado del Jordán. 1 Re 14,17 supone que Jeroboam cambió
otra vez de residencia, eligiendo, finalmente, Tirsa, al noreste de Siquem8.

6
No hay que olvidar que la reunión de todas las tribus bajo la autoridad de David había sido fruto de un
acuerdo y que los dos grupos, Judá y el resto de las tribus, habían conservado su personalidad propia. Por otro
lado, intentos de separación política existieron ya en tiempos de David, siempre a causa de la existencia de
ambos grupos (2 Sm 15,1-6).
7
Lo más probable es que la relación de fuerzas era favorable a Jeroboam y que el hijo de Salomón, Roboán,
se diera cuenta de que no tenía nada que hacer.
8
Este ir y venir en busca de capital traduce probablemente los intentos del nuevo rey por equilibrar las

3
Tema 07. La caída de Samaría

Jeroboam eleva a la categoría de santuarios reales dos viejos templos cargados de


historia y de teología: Dan y Betel9, situados en las fronteras norte y sur del nuevo reino (1
Re 12,26-33). Estas medidas son objeto de duras críticas por parte del redactor del libro de
los Reyes. Sin embargo, para los contemporáneos de Jeroboam, las decisiones de éste
debieron de ser vistas como algo totalmente normal. La fijación de las fronteras de los
reinos hermanos fue motivo de luchas durante varios años (1 Re 14,30; 1 Re 15,16-17).

Las reformas cultuales, la función sacerdotal del rey y la institución de sacerdotes no


levíticos iban a escandalizar a los círculos religiosos y sacerdotales del sur, como da a
entender la tradición deuteronomista. Ésta, que proyecta su enfoque al libro de los Reyes,
critica a Jeroboam exclusivamente por su postura religiosa, considerada contraria a la ley
deuteronómica central (Dt 12). El historiador deuteronomista nos ha dejado una imagen
pésima de Jeroboam, arquetipo además de los reyes malos, pero la lectura socio-analítica
de los textos nos permite apreciar en él a un verdadero libertador del Israel oprimido bajo
Salomón, o por lo menos el continuador de la rebelión popular de las tribus del norte, como
se desprende del relato de 1 Re 12,1-20.

Roboán, rey del sur, hereda las tendencias religiosas de su padre Salomón, aunque
el historiador deuteronomista atribuye más bien al pueblo la instalación de otros cultos (1
Re 14,22-24). Interpretado como un castigo por la infidelidad a Yahvé10, el faraón Sosaq I,
fundador de la XXII dinastía y con una política agresiva, en el quinto año de Roboán (920
a.C.), sube contra Jerusalén, la saquea y se lleva los tesoros del templo, y conquista varias
ciudades fuertes de Judá y aún del reino del norte (Siquem y Tirsa, como lo atestiguan la
arqueología y las fuentes epigráficas).

Para facilitar la lectura de las tradiciones bíblicas que se refieren a esta etapa
(cf. 1 Re 12-22; 2 Re 1-17 y 2 Cr 10-29) proponemos el cuadro sinóptico siguiente. Los
números romanos indican las dinastías que se sucedieron en el reino de Israel. Se sabe, no
obstante, que las fechas bíblicas de los reyes de Israel y Judá son sumamente complicadas
y a veces inconciliables, cuando no obedecen a un uso simbólico de los números.

relaciones entre las tribus.


9
Hay que destacar que ni Dan ni Betel eran ciudades reales; sus santuarios, por tanto, no eran controlados por
el rey, aunque Betel podrá serlo después (Am 7,13).
10
Aunque la realidad es que la figura de Yahvé aún no se ha impuesto totalmente.

4
Tema 07. La caída de Samaría

ISRAEL JUDÁ
I Jeroboam I (924-903) Roboam (924-907)
Abiyyam (907-906)
Asa (905-874)
Nadab (903-902)

-------------------
II Basá (902-886)
Elá (886-885)

-------------------
III Zimrí (885)

-------------------
IV Omrí (885-873)
Josafat (874-850)
Ajab (873-851)
Ocozías (851-849)
Jorán (850-843)
Jorán (849-843)

-------------------
Ocozías (843)
V Jehú (843-816) Atalía (843-837)
Joás (837- ¿ )
Joacaz (816-800)
Joás (800-785)
Amasías (798- ¿ )
Jeroboam II (785-745)
Ozías (769- ¿ )
Jotán (¿ -742)
Zacarías (745)
-------------------
VI Sallum (745)
-------------------
VII Menajén (745-736)

Ajaz (742-727)
Pecaiya (736-735)

-------------------
VIII Pecaj (735-732)

--------------------
Oseas (732-723) Ezequías
(727-698)

Ruina de Samaría: diciembre del año 722 a.C.

5
Tema 07. La caída de Samaría

3. EL REINO DE ISRAEL

3.1. Hasta Omrí

Al morir Jeroboam, le sucede su hijo Nadab (1 Re 15,15). Al cabo de dos años, la


dinastía de Jeroboam, el efraimita, se extingue por asesinato. En efecto, Basá, de la tribu
de Isacar, asesinó a Nadab mientras éste asediaba Guibbetón11 (1 Re 15,27). Reinó en Tirsa
(noreste de Siquem).

Dos años reinó el hijo de Basá, Elá, en Israel. Zimrí, jefe de media división de
carros de combate, conspiró contra Elá y lo mató mientras se emborrachaba en casa del
mayordomo (1 Re 16,9-10); asesinó a toda la familia del rey y se apoderó del trono. Pero el
ejército, que asediaba una vez más la ciudad filistea de Guibbetón, proclamó
inmediatamente a Omrí rey de Israel. El paso siguiente consistía en hacerse con la capital y
deshacerse de Zimrí. Siete días pudo resistir el asesino de Elá en la ciudad de Tirsa. Al
verse perdido, prendió fuego a su palacio y así murió (1 Re 16,18).

Pero el conflicto continúa, ya que el ejército se encuentra dividido entre Omrí y


Tibní. El texto bíblico da a entender que el conflicto fue largo, hasta que Tibní muere,
probablemente asesinado, y Omrí es reconocido por todos como rey de Israel, instalándose
de este modo una nueva dinastía en el trono de Israel.

3.2. La dinastía de Omrí12

Uno de los acontecimientos más significativos del reinado de Omrí fue la


construcción de una nueva ciudad, Samaría, como capital del reino. La nueva ciudad
pertenecía a la corona, ya que el nuevo rey había comprado el terreno con su dinero.
Como en el caso de David con Jerusalén, se trata de instalar la capital del reino en una
ciudad neutral sobre la que las diversas tribus y clanes no tenían ningún derecho de
preferencia. Samaría fue fundada hacia el 879/878 a.C. y está situada a unos quince
kilómetros al noroeste de Siquem, en la vertiente occidental de los montes de Efraín. La
nueva capital estaba más resguardada de los ataques arameos pero quedaba más expuesta a
las influencias fenicias.

El texto no es muy explícito por lo que toca al reinado del nuevo soberano de
Samaría. En 1 Re 16,27 se mencionan sus hazañas militares, sin más detalles.
Afortunadamente, un texto del rey de Moab aclara las relaciones entre estos dos reinos.
Según la estela de Mesá13, rey de Moab, Omrí oprimió a Moab durante mucho tiempo, ya

11
Según el texto bíblico citado, la ciudad de Guibbetón pertenecía a los filisteos, lo cual indica que Israel
intentó llevar a cabo una política de conquista hacia el sur, aunque los esfuerzos fueron inútiles.
12
Algunos autores han pretendido que Omrí era un mercenario no israelita. Otros, al contrario, que era
originario de la tribu de Isacar, como Basá y Elá. Los datos bíblicos no permiten una solución definitiva. Sin
embargo, lo más probable es que el fundador de la nueva dinastía fuese israelita, sin que se pueda precisar su
pertenencia tribal.
13
La estela de Mesha, conocida popularmente en el siglo XIX como la “Piedra Moabita”, es una piedra de
basalto negro que muestra una inscripción del rey moabita Mesha, del siglo IX a.C., descubierta en 1868. La
inscripción de 34 líneas, la más extensa recuperada de la antigua Palestina, fue escrita en alfabeto
paleohebreo. Fue erigida por Mesha, alrededor de 850 a.C., como un registro y recuerdo de sus victorias en su
revuelta contra el reino de Israel, que emprendió tras la muerte de su gobernante, Ahab. La piedra tiene 124
cm. de alto y 79 cm. de ancho y 36 cm. de espesor; es redondeada por arriba. Fue descubierta en el antiguo
Dibon hoy Dhiban, Jordania, en agosto de 1868, por el Reverendo F. A. Klein, un misionero alemán en

6
Tema 07. La caída de Samaría

que Kemás (dios moabita) estaba encolerizado contra su pueblo. El dato


es sumamente interesante y muestra una de las facetas de la actividad de
Omrí, que consistió en recobrar no solamente los territorios
tradicionalmente israelitas del otro lado del Jordán, sino en ir más abajo y
someter a Moab a vasallaje14.

Omrí inauguró también relaciones políticas y comerciales de gran


importancia para Israel. De hecho, la economía de Israel y la de las
ciudades fenicias de la costa eran complementarias. La agricultura era la
gran riqueza de Samaría, en extensión y en riqueza de sus productos, mientras que las
ciudades fenicias eran expertas en comercio, pero sin tierras que alimentaran su población.
La alianza de ambos poderes se concretó con la boda de Jezabel, hija del sacerdote Ittobaal,
usurpador del trono de Sidón, y Ajab, hijo de Omrí (1 Re 16,31).

El rey Ajab (Acab)15 no tuvo suerte con los que contaron su historia. En 1 Re 16,29-
33 se encuentra el resumen de su reinado, y las fórmulas conclusivas en 1 Re 22,39-40.
Estos textos presentan un retrato de Ajab muy negativo, prototipo de rey impío. En el
plano diplomático, Ajab continúa la política de su padre, ampliando el campo de sus
aliados. Su hija, Atalía, se casa con el rey Jorán de Jerusalén, asegurando paz durante todo
su reinado (1 Re 2,45). Durante su reinado aumenta el poder asirio y se crea una liga
antiasiria en la que el rey Ajab aporta recursos humanos y materiales (cf. 7,1). También
hace una alianza interesada con el rey de Damasco. El texto bíblico no presenta este hecho,
pero un texto asirio lo menciona con sumo detalle: Ajab aparece en tercer lugar en la lista
de coaligados. Participan en la batalla de Qarqar16. Esto sucede en el año 853. La

Jerusalén. “Los árabes de las proximidades, temiendo la pérdida de tal talismán, rompieron la piedra en
trozos; pero ya se había obtenido un molde por [Charles] Clermont-Ganneau, y la mayoría de los fragmentos
fueron recuperados y montados por él”. Un molde es una impresión en papel maché. El molde (que nunca ha
sido publicado) y la estela recompuesta (que ha sido publicada en muchos libros y enciclopedias) están
actualmente en el Museo del Louvre, en una de las salas dedicadas al Levante: Planta Baja, ala Sully, sala
“D”. Su clasificación es “AO5066”.
14
Aunque las cifras que aporta la estela son desmesuradas, no cabe duda de que el tributo que Mesá debió
pagar a Samaría era considerable y una buena fuente de ingresos para el reino de Israel.
15
La arqueología ha demostrado la actividad de Ajab en el terreno de la construcción. En Samaría se han
descubierto los restos de su palacio y potentes fortificaciones de su época, con preciosas incrustaciones en
marfil ricamente esculpidas que ponen de manifiesto el alto nivel de vida de ciertas clases de la capital.
16
La Batalla de Qarqar o Batalla de Karkar se libró en el 853 a.C. cuando el ejército asirio, dirigido por el
rey Salmanasar III, se encontró con un ejército aliado de 12 reyes (coalición de pequeños reinos de Siria e
Israel) en Qarqar, dirigido por el rey de Damasco Hadadezer (también llamado Hadad-idri e identificado
como el monarca bíblico Ben-Hadad II) y Acab, rey de Israel. Se tiene la certeza de que el combate tuvo lugar
en el año de 853 a.C., debido a que en otra inscripción asiria se tiene registrado, para la misma fecha, un
eclipse de sol. El cual, se calcula que ocurrió con exactitud en el año en cuestión. Los asirios avanzaron
cruzando los ríos Tigris y Éufrates, y llegaron a Anatolia y a Siria, donde hicieron tributarios a los reyes de
Karkemish y Alepo. En este momento el Reino Arameo de Damasco, bajo el reinado de Ben-Hadad II
(llamado Hadad-idri en los documentos asirios), sugirió a los reinos vecinos que se unieran contra el avance
asirio, e incluso llegó a unirse con el rey Acab (llamado Ahabbu en los documentos asirios), el cual lo había
derrotado hace poco más de dos años en dos batallas. Así se formó la coalición de reyes de Siria e Israel. Los
reyes eran Ben-Hadad II, que aportó 1.200 carros, 1.200 jinetes y 20.000 soldados de infantería. Acab, el
israelita (Ahabbu mat Syri'la), trajo 10.000 infantes, 2.000 carros y 2.000 jinetes. Entre los otros reyes
figuraban los de Hamath, Muzri, Amón, Arvad, Usanata, Irqnata, Tiro (o mejor dicho de los fenicios), Ke y
los de dos reinos árabes, quienes hicieron aportes menores. En total sumaban 60.000 soldados y 3.940 carros
de guerra. Esta batalla es famosa debido a tener un mayor número de combatientes que en cualquier batalla
anterior y por ser la primera aparición de algunos pueblos en la historia, como los árabes. El evento fue
registrado en la Estela de Kurkh. La antigua ciudad de Karkar donde ocurrió la batalla es identificada como

7
Tema 07. La caída de Samaría

coalición consiguió que los asirios no representasen un peligro mayor durante un tiempo.

No obstante los textos bíblicos se fijan en un aspecto importante en el que el rey y la


corte no sobresalieron por su virtud. La presencia de Jezabel que, como su nombre y su
origen indica, era adoradora de Baal17, tuvo probablemente una influencia decisiva en la
revitalización de la religión cananea en esta época. Según 2 Re 16,32 se construyó un
templo dedicado a Baal18 en Samaría. En el “ciclo de Elías”19 (1 Re 17-19; 21; 2 Re 1-2)
Ajab aparece como el antitipo del fiel yahvista que el profeta Elías representa20.

Jezabel es presentada en el texto bíblico como una princesa fenicia, hija del rey
Ithobaal I de Sidón, que se casa con el rey Ajab de Israel durante la época en que la nación
estaba dividida en los reinos norte (Israel) y sur (Judá). Esta reina aleja a Ajab del dios de
los israelitas, Yahvé (que, en este contexto, era adorado solamente por los habitantes de
Judá) y lo lleva a adorar al dios de los sidonios, Baal. Ajab y Jezebel permiten que
funcionen templos dedicados a los Baales (El, Baal, Asera…) en Israel, y la religión pagana
recibe respaldo legal. Además, la reina usa su control sobre Ajab para llevar a los israelitas
a la idolatría, la corrupción y la “inmoralidad sexual”, sometiéndolos a una tiranía (cf. el
episodio de la viña de Nabot de 1 Re 21,1-16). Recién casada con el rey de Israel, el plan de
Jezabel fue someterse temporalmente a la fe israelita en Yahve, sin embargo, después se
impuso a los ancianos de Israel y al mismo rey la mujer astuta y maliciosa que seduce a su
marido para que vaya modificando el modo de vida de Israel, adopte el sistema de vida
permitido por el dios El (y Baal) y obligue a que se le rindiera culto en todo Israel, cosa
abominable a los ojos de Yahvé. Así Jezabel y Ajab hicieron pecar a Israel con la
idolatría, provocando indignación de Dios. Más tarde, Jezabel hizo que abandonaran el
culto a Yahve e impúdicamente siguieran los preceptos establecidos por los ídolos fenicios
y cananeos (Baales), Asera (Astarot o Ishtar), la reina del cielo, y otros dioses ajenos o

el moderno sitio arqueológico de Dile Qarqur. De acuerdo con una inscripción posterior erigida por
Salmanasar III, que había comenzado su campaña anual, dejando a Nínive el día 14 de Aiaru. Cruzó el Tigris
y el Éufrates sin ningún problema y recibió tributo de varias ciudades a lo largo del camino, incluyendo
Alepo. Tras pasar Alepo, encontró por primera vez resistencia en las tropas de Iruleni, rey de Hamath, al que
derrotó totalmente y saqueó los palacios y las ciudades de Hamath. Después de irse de Karkar, encontró a las
fuerzas aliadas de Israel y Siria cerca del río Orontes.
17
Jezabel (en hebreo, lb,z>yai / lb,z"yai / ʾÎzéḇel / ʾÎzāḇel), interpretado tradicionalmente como “no exaltada” (de yai
= no y lb;z" = elevar de dignidad), es el nombre de una mujer que aparece en la Biblia.
18
Baal es objeto de una mitología sabia y tradicional, de ahí su atractivo. La religión de Baal es la de la
fertilidad, del sexo, de la muerte-resurrección. Tiene sus sacerdotes y sus profetas, sus santuarios y sus mitos.
Baal, el fertilizador, el dador de las lluvias, reside sobre las nubes, en las montañas, allí donde se forman las
tempestades. ¿Cómo no iba a ser venerado en Israel, zona de montañas, tierra de cereales, olivares y viñedos?
El monte Tabor, las colinas onduladas de Efraín y, sobre todo, el Carmelo, detectaban mejor las hierofanías de
Baal que las de Yahvé, un Dios del desierto.
19
Elías es oriundo de Galaad (1 Re 17,1). Es un profeta oral, no ha escrito nada (los profetas escritores
aparecerán en el siglo siguiente). Es el gran defensor del “yahvismo” en el siglo IX a.C.; es el prototipo del
profeta militante. La peregrinación del profeta Elías al monte Horeb (Sinaí) simboliza una vuelta a las fuentes,
al lugar donde Israel conoció a Yahvé en una primera experiencia de amor. El pueblo ha roto la alianza (1 Re
19,10), porque el contacto con los pueblos civilizados le hizo olvidar al Dios del desierto. Un Dios que ahora
parecía superado, innecesario. Sin embargo, no es el desierto en sí el que define a Dios, sino la manifestación
soteriológica de éste. También el hombre moderno rechaza al Dios de la religión, reemplazándolo por el de la
técnica y de la ciencia, simplemente porque sitúa mal la visión de Dios. Como si el control de la materia
anulara al Dios que hizo la materia. Como si los dioses “civilizados” de Canaán hicieran caducar al Dios
“anticuado” del desierto. Ese Dios se manifestó en el desierto, pero es el Dios creador y salvador, y actúa
tanto en el desierto como en los medios agrícolas y urbanos. Por eso es siempre actual, siempre dinámico.
20
La historia de la viña de Nabot constituye un ejemplo de la política social del rey, contraria a la tradición
yahvista y de la que Elías, según los textos, es el representante legítimo.

8
Tema 07. La caída de Samaría

extraños al Dios de Israel. Es ahí cuando Yahvé Dios se enoja con Jezabel e Israel por este
pecado y envía profetas al rey Ajab, al profeta Elías, para resarcir la ofensa del rey y la reina
de Israel.

Tras haber masacrado Jezabel a los profetas de Yahvé, el profeta Elías desafía a 450
profetas de Baal a una prueba para saber cuál es el verdadero dios (1 Re 18); se sacrifican
dos animales, uno para cada dios, y se espera a ver qué dios, tras la invocación pertinente,
enciende el fuego del sacrificio. Mientras que Baal no aparece, Yahve sí, el fuego enviado
por Yahve consumió incluso el agua que habían vertido sobre el sacrificio y hasta las
piedras del altar. Elías y el pueblo, con el respaldo de Yahvé, masacran a los profetas de
Baal, ganándose la enemistad de Jezabel.

Tras la muerte de Ajab, Jezabel continúa mandando a través de su hijo Ocozías.


Cuando éste muere en una batalla, ella continúa ejerciendo el control a través de su otro
hijo, Joram. Como se refiere en 2 Re 9,1-10, Yahve habla a través del profeta Eliseo
(sucesor de Elías) y sitúa a uno de sus siervos, el ungido Jehú, como rey en lugar de Joram,
ordenándole: “golpea la casa de Ajab...”. Respondiendo a esta demanda para la revolución,
Jehú asesina al rey Joram cuando intenta escapar. Se enfrenta luego a Jezabel en Jezrael y
anima a sus eunucos a asesinar a la reina madre tirándola por una ventana. Lo hacen y la
dejan en la calle para que sea comida por los perros. De Jezabel sólo quedan el cráneo, los
pies y las manos. Su final cumple la profecía de Elías (1 Re 21,22-26).

Esta situación provocó la creación de grupos de oposición a la dinastía, sobre los


cuales ciertos círculos proféticos desempeñaron un papel decisivo.

3.3. Jehú y sus descendientes

La situación se deteriora rápidamente a la muerte de Ajab. Su primer hijo, que


le sucede en el trono, Ocozías, muere muy pronto a consecuencia, según 1 Re 22,52-54 y 2
Re 1, de una caída desafortunada. El texto bíblico (2 Re 1,1) dice que, a la muerte de Ajab,
Moab se rebeló contra Israel. La estela de Mesá lo confirma.

A Ocozías le sucede su hermano Jorán. La situación no mejoró durante su reinado.


2 Re 3,1-27 se refiere a la actividad política y militar de este rey: la guerra contra Moab.
Frente a la rebelión de Mesá de Moab, Jorán decide reducir al rebelde juntando sus fuerzas
con las del rey de Jerusalén, probablemente Josafat, suegro de su hermana Atalía, y con las
de su vasallo Edom. El texto bíblico es bastante complicado debido a la presencia del
profeta Eliseo, que constituye, en la trama actual del relato, uno de los principales
protagonistas. Según el texto bíblico (2 Re 3,26) Mesá pidió ayuda a los arameos para
librarse de los israelitas. Es el preludio de las guerras arameas contra Israel.

En Damasco las cosas han cambiado poco después de la batalla de Qarqar, ya que
Jazael, un usurpador, se ha hecho con el poder (cf. 2 Re 8,15). Viéndose libres
momentáneamente de la presión asiria, los arameos se lanzan a una política de conquista
de algunos territorios israelitas de Transjordania. Jazael tiene cercado a Ramot de
Galaad. Jorán de Israel, herido, ha ido a reponerse a Yizreel (2 Re 9,14-15). Un general del
ejército, Jehú, es ungido en secreto por un enviado del profeta Eliseo, y el resto de oficiales
del ejército proclaman a Jehú rey de Israel (2 Re 9,15), que reinará en Israel veintiocho años
(843-816 a.C.).

9
Tema 07. La caída de Samaría

Jehú se presenta en Yizreel para visitar a Jorán. Allí se encuentra también con
Ocozías de Judá, sobrino de Jorán, que también ha venido a visitarlo. En el encuentro, Jehú
da como motivo de su revuelta “las brujerías y los ídolos de su madre Jezabel”, es decir,
que la conspiración estaría motivada por el deseo de Jehú de purificar el reino de Israel
del culto a Baal. Jehú aprovecha la ocasión para asesinar igualmente al rey de Judá, que
lleva en sus venas sangre de Omrí (2 Re 9,24-27). A continuación Jehú debe deshacerse de
la familia real y conseguir la sumisión de la capital, Samaría. El texto presenta estos
acontecimientos con todo lujo de detalles. El cinismo y la crueldad de Jehú aparecen con
toda su fuerza.

Si la conspiración de Jehú fue motivada por el deseo de reforzar la política de Israel


frente a los arameos, las esperanzas se vieron frustradas. Por textos asirios sabemos que
Jehú tuvo que pagar tributo a Salmanasar III21. Es probable que, con el tributo pagado a
los asirios, Jehú intentara ganárselo para que le ayudara a aligerarse de la presión aramea a
que era sometido. A pasar de todo, según 2 Re 10,33, Jehú perdió todas las posesiones
israelitas en la Transjordania.

Joacaz sucede a su padre Jehú. Los textos dicen que durante su reinado los arameos
oprimieron a Israel (2 Re 13,1-9).

2 Re 6,24-7,17 y 1 Re 20,1-12 presentan dos relatos de asedio de Samaría,


capital de Israel. Desde la crítica literaria de estos textos, se puede decir que las dos
narraciones se refieren a un solo asedio realizado probablemente por Ben-Hadad, sucesor
de Jazael de Damasco. A la muerte de este último, Israel habría intentado librarse del
vasallaje y los arameos reaccionan asediando Samaría. El nuevo rey de Samaría, Joás, pide
ayuda a Adadnirari III22, rey de Asiria, para librarse una vez más de los arameos. Estos
datos se conocen desde hace poco gracias a una estela del soberano asirio23.

3.4. El reinado de Jeroboán II (785-745 a.C.)

El peligro asirio no se dejará sentir en Siria-Palestina entre 780 y 745. Las


divisiones internas y la presión de los vecinos del noreste explican su inactividad. También
los arameos han perdido su fuerza y capacidad agresiva en enfrentamientos con los
asirios. En estas circunstancias, los cuarenta años de reinado de Jeroboán II ofrecen una
ocasión ideal para restaurar el poder de Israel. 2 Re 14,25 afirma que Jeroboán “restableció

21
Salmanasar III, hijo y sucesor de Ashur-nasir-pal II gobernó Asiria entre 858 a.C. y 824 a.C. Su reinado se
caracterizó por el enfrentamiento de Asiria con los estados de la zona de Siria, el levante y el sur de Anatolia,
coaligados entre sí para poner coto al control asirio de las vías de comunicación mercantiles.
22
Adad-nirari III fue rey de Asiria en el período 810-783 a.C. Fue hijo y sucesor de Shamshi-Adad V.
Durante su minoría de edad, la regencia fue ejercida por su madre, la reina Semíramis. Su primera expedición
militar tuvo lugar en el 805 a.C., dirigida contra Damasco, recibiendo tributo de varios reyes de Siria y
Canaán. En 795 a.C. emprendió una campaña victoriosa contra Babilonia que terminó amistosamente,
proclamando solemnemente la paz entre los dos pueblos hermanos y su devoción por los dioses de Babilonia y
Borsippa. A partir de entonces, haciendo honor a la nueva situación, proporcionó ayuda al rey babilonio
contra los nómadas arameos que atacaban el valle del Tigris, al sur del pequeño Zab. Los últimos años de su
reinado fueron de debilidad progresiva, que Urartu aprovechó para lograr ganancias territoriales. Cuatro de
sus hijos heredaron sucesivamente el trono de Asiria. Los tres primeros fueron incapaces de contener el
problema de Urartu, lo que sólo consiguió el cuarto sucesor, Tiglath-Pileser III, fundador del nuevo Imperio
asirio.
23
En tales circunstancias, el rey de Samaría pudo emprender la reconquista de parte de los territorios perdidos
por Joacaz en la Transjordania. 2Re 13,24-25 y 1Re 20,26-34 hacen referencia a estos acontecimientos.

10
Tema 07. La caída de Samaría

la frontera de Israel desde Lebo-Jamat hasta el Mar Muerto”. El dato tiene sólido
fundamento histórico (cf. Am 6). Estas conquistas, que permitieron recuperar los antiguos
territorios y la influencia perdida desde tiempos de David, reactivaron el comercio y la
economía del reino24.

4. EL REINO DE JUDÁ: DE ROBOÁN A OZÍAS

En el reino del sur o de Judá, el reinado de Roboán, una vez consumada la ruptura
norte/sur, se caracteriza, según 1 Re 14,25-26, por la incursión militar que el faraón
Sosaq efectuó en Palestina25. Esta incursión afectó a los dos reinos. Roboán se salvó
pagando un tributo importante26.

El descendiente de Roboán, su hijo Abiyyam (Abías), siguió la política de su padre


de fijar las fronteras con el reino del norte. Su hijo Asa no hizo otra cosa. En estas
tentativas, Asa pagó tributo a Ben-Hadad de Damasco para que atacase a Israel por el norte,
obligando así a Basá a abandonar la fortificación de Ramá, en el territorio de Benjamín27.

Josafat, al contrario que sus predecesores, se reconcilia con el reino hermano, y


como ya indicamos, la paz se sella con al boda de la hija de Ajab y el hijo de Josafat. En
esta época Edom es vasallo de Judá.

Jorán perdió Edom y la ciudad filistea de Libná (2 Re 8,22). Su hijo Ocozías, hijo
de Atalía, fue asesinado por Jehú. Este asesinato provocó grandes disturbios en Judá. 2 Re
1128 contiene un largo relato del reinado de Atalía y la conspiración que la destronó y acabó
con su vida. Es más que probable que el responsable del asesinato de la familia real de Judá
fuera Jehú, como se indica claramente en 2 Re 10,13-14, y no Atalía, contrariamente a lo
que indica 2 Re 11,1, aunque no todos los detalles de 2 Re 10,13-14 hayan de tomarse al pie
de la letra. Lo cierto es que Atalía, reina-madre, no era de la dinastía de David. Al mismo
tiempo, el nuevo señor de Samaría, Jehú, no podría ver con buenos ojos que una
descendiente directa de los omridas ocupase el trono de Jerusalén. La conspiración de
Yehoyadá29 tiene por finalidad restablecer en el trono a un representante puro de la dinastía
de David.

2 Re 11 aporta varios datos sobre los ritos de coronación. La edad del nuevo rey
Joás y el preponderante papel representado por Yehoyadá en su subida al trono explican la
influencia que este último tuvo durante el reinado de Joás (2 Re 12,4). 2 Re 12,18-19
menciona una expedición militar de los arameos en territorio filisteo y contra Jerusalén.
Es el comienzo de las guerras arameas, de las que Israel será la principal víctima, y Joás
decide pagar tributo y verse, así, libre de peligrosos enemigos. Asesinado por sus
oficiales, le sustituye en el tono su hijo Amasías. Parece que tuvo dificultades para

24
Pero, la situación social no mejoró proporcionalmente. Las diferencias entre las diversas clases sociales se
agrandan y las injusticias de todo tipo aumentan, como lo muestran las predicaciones de Oseas y, sobre todo,
de Amos.
25
No hay que olvidar que el fundador del reino del norte fue su protegido, y que el faraón consideró la
división del reino de Salomón como la ocasión propicia para reanudar la presencia de Egipto en Palestina.
26
Consultar lo estudiado sobre el enfrentamiento entre Jeroboam I (Israel) y Roboán (Judá).
27
Asa aprovechó los materiales para fortificar otras ciudades de su propio reino.
28
La crítica literaria de este difícil capítulo ha descubierto varias redacciones de épocas e intereses diversos.
Cf. J. Trebolle, Jehú y Joás, Valencia 1984.
29
A éste, una tradición posterior lo presenta como sacerdote.

11
Tema 07. La caída de Samaría

mantenerse en el poder. También quiso vengar la muerte de sus antepasados a manos de


Jehú y para ello provocó a Joás, nieto de Jehú, pero recibió una derrota vergonzosa30. Murió
asesinado, como su padre, y le sucedió en el trono su hijo Ozías, llamado a veces Azarías,
que tuvo un largo reinado aprovechando la debilidad de las grandes potencias de la época.
El libro de los Reyes (2 Re 15,1-7) no da muchos detalles de su reinado, sin embargo, 2 Cr
26,6-15 nos ofrece una espléndida panorámica de sus acciones, hechos aceptados en buena
medida por los historiadores y confirmados en muchos casos por la arqueología: fortificó
Jerusalén, construyó fortificaciones e instalaciones agrarias en la orilla occidental del Mar
Muerto e incluso en Cadés Barnea, hizo de Elat un puerto comercial importante para Judá y
se impuso a los filisteos y a otra tribus árabes. Le sucedió en el trono su hijo Jotán, que
ejerció la regencia aún en vida de su padre cuando éste contrajo la lepra.

5. RESTAURACIÓN DEL PODER ASIRIO. FINAL DE ISRAEL Y VASALLAJE


DE JUDÁ

5.1. Restauración del poder asirio

La situación general del Próximo Oriente cambia radicalmente con la subida al


trono de Asiria de Teglatfalasar III (745-727 a.C.)31. El nuevo rey rehace la unidad del
país y crea un ejército permanente. En adelante, si la sumisión de los pueblos vecinos se les
resiste o aparecen intentos de independencia, la presión asiria llegará hasta la anexión del
territorio enemigo, convirtiéndolo en provincia asiria y deportando a otros territorios del
imperio a parte de sus habitantes, instalando en el territorio dominado o conquistado, en la
nueva provincia, a colonos traídos de lejos.

5.2. Final de Israel y vasallaje de Judá

La dinastía de Jehú será víctima, como todas las precedentes, de una matanza. Su
último representante, Zacarías, no reinó más que seis meses. Su asesino, Sallum, duró un
mes en el puesto que había usurpado. Menajén asesinó a su efímero predecesor y se
apoderó del trono. Esta cascada de asesinatos pone en evidencia la inestabilidad de la
política del norte, la cual, unida a la amenaza asiria, que se concreta cada vez más,
terminará con el reino de Israel. Según los textos asirios, ya en el 738 a.C., Menajén tuvo
que pagar tributo a los nuevos dueños del oriente. El dato es confirmado por 2 Re 15,19,
donde el rey asirio recibe el nombre de Pul, con el que Teglatfalasar III se hizo coronar rey
de Babilonia. Menajén aparece como vasallo en una estela del rey asirio.

A Menajén le sucede en el trono su hijo Pecaiya (Pecajías) durante escasamente dos


años. Siguió la política de sumisión a los asirios de su padre. Pero los pequeños reinos de
Siria-Palestina aún no habían caído en al cuenta de la gran magnitud del poder asirio, por
ello deciden organizar una liga para librarse de su presencia y de sus impuestos. Pecaiya
es asesinado y le sucede en el trono Pécaj quien, junto con Damasco, Tiro, Gaza y otros,
intenta que Judá participe en la conspiración. El rey de Judá, Jotán, se niega a participar en

30
Una parte de la muralla de Jerusalén fue destruida y tuvo que pagar tributo a Samaría.
31
Teglatfalasar o Tukulti-apal-Isarra III; siglo VIII a.C., Rey de Asiria (745 a.C.-727 a.C.). Reforzó el
centralismo, subdividiendo aquellas provincias que podrían rebelarse al poder central y poniendo al frente de
las nuevas provincias a militares asirios que estaban bajo su mando directo. Realizó frecuentes deportaciones
masivas para evitar revueltas. Emprendió numerosas campañas militares, dominó el Zagros, el reino arameo
de Arpad y luego tomó Damasco en 732 a.C. En Babilonia se autoproclamó rey con el nombre de Pulu (728
a.C.). Fue el primer rey que tuvo anales escritos en las esculturas que adornaban sus palacios.

12
Tema 07. La caída de Samaría

esta conspiración contra los asirios y muere poco después. Le sucede en el trono su hijo
Ajaz. Pero, poco antes de que sea coronado oficialmente, Samaría y Damasco intentan
forzar un cambio de dinastía en Jerusalén para instalar en el trono a un partidario de la
alianza antiasiria. Ante la gravedad de la situación, el profeta Isaías interviene ante Ajaz,
pero éste no le escucha y apela al rey asirio para que le libre de sus enemigos, que se
aprestan a asediar Jerusalén (2 Re 16,7). Teglatfalasar III aprovecha la ocasión para
manifestar su presencia e la zona. Comenzando por la ciudad de Gaza, se apodera de cuatro
quintas partes del territorio del reino del norte, dejando únicamente Samaría y su entorno a
su nuevo rey, Oseas, que asesinó a Pécaj y se hizo con el poder en un intento desesperado
de salvar algo de las manos asirias. Jerusalén se libro de los coligados antiasirios, pero se
convirtió en vasallo de Teglatfalasar III (2 Re 16,10-15). Oseas de Samaría se mantuvo
tranquilo durante algunos años. Pero, a partir de la muerte de Teglatfalasar, intentó sacudir
el yugo asirio con la ayuda de Egipto (2 Re 17,4).

El nuevo rey asirio, Salmanasar V32, se presentó ante Samaría, se apoderó de


Oseas y puso cerco a la ciudad hasta que, tres años después, en 722 a.C., caía la ciudad.
Salmanasar V muere, y su sucesor, Sargón II33, se encargará de organizar los territorios

32
Salmanasar V (acadio: Shulmanu-asharid) fue un rey de Asiria y Babilonia que gobernó durante 727-722
a.C. Fue hijo y sucesor de Tiglath-Pileser III. Su sucesor fue Sargón II de Asiria. Llevó la doble corona y
doble nombre, llamándose Salmansar en Asiria y Ululaya en Babilonia. Se enfrentó a la rebelión del rey Oseas
de Israel, que se había negado a pagar el tributo y había pedido ayuda a Egipto. En el año 725 a.C. sitió
Samaria, que finalmente cayó en poder de su sucesor Sargón II. En 722 a.C. fue derrotado por Ummanigash
de Elam, y perdió el control de Babilonia.
33
Sargón II (que reinó entre el 722 y el 705 a.C.) fue un rey de Asiria. Recibió el trono de Salmanasar V en el
722 a.C. No está claro si fue hijo de Tiglatpileser III o un usurpador del trono ajeno a la familia real. Sargón II
fue rey de Asiria durante el Imperio nuevo. Ascendió al trono después de la muerte de Salmanasar V.
Probablemente era un usurpador, aunque –de acuerdo con un texto que se ha preservado- pretendía ser hijo de
Tiglatpileser III. En cualquier caso, se apoderó del trono por la violencia, y su advenimiento supuso una
ruptura con el pasado, pues en ninguna de sus inscripciones se hace mención de sus predecesores. Fue un rey
poderoso, un gran conquistador y el fundador de la más importante dinastía de gobernantes asirios, bajo los
cuales el imperio alcanzó sus más grandes triunfos. Conocido por su mención en el Libro de Isaías (20,1), fue
el primer rey asirio cuyo nombre se logró descifrar a mediados del siglo XIX, cuando la asiriología estaba aún
en pañales, lo que constituyó un éxito para la arqueología bíblica. Su primera campaña, en el 722 a.C., supuso
la conquista de Samaria, aunque quizá cayó con anterioridad, cuando sólo era comandante del ejército de
Salmansar V. En el 720 a.C. intervino en dos frentes a la vez: en Babilonia, para cortar la ayuda que Merodac-
Baladan estaba recibiendo del elamita Ummanigash, y contra una coalición sirio-egipcia, reconquistando las
provincias rebeldes de Arpad, Simirra y Damasco. Una vez restablecida la situación en el interior, y en los
confines del imperio, pasó a ocuparse de la cuestión que planteaba Urartu, que –aunque castigado por
Tiglatpileser III- volvía a representar una amenaza con su nuevo rey Rusa I. En el 717 a.C., anexiona
Karkemish, posición estratégica sobre el Éufrates, con el pretexto de una supuesta conspiración de sus
dirigentes con el rey Midas de Frigia. Al año siguiente organiza un sistema defensivo en el este, en Parsuash,
para frenar la penetración de las tribus medas, todavía no bien cohesionadas. En el 715 a.C. repobló Samaria
con deportados árabes, para contrarrestar la influencia de Egipto. En el 714 a.C. lanzó un violento ataque
contra Urartu, quizá aprovechando la amenaza que este estado estaba sufriendo a cargo de los cimerios, lo que
le permitió desequilibrar a su favor la pugna que mantenía con su vecino del norte. En el 713 a.C. intervino en
el oeste, convirtiendo a Tabal y Cilicia en provincias asirias. En el 711 a.C. aplastó una coalición filistea
formada por Asdod, Judá, Edom, Moab y Egipto. Este es el hecho mencionado en el Libro de Isaías (20,1-6),
advirtiendo a los judíos contra el peligro de la sublevación. En el 710 a.C., una vez aseguradas las fronteras,
consideró el momento de ajustar viejas cuentas con Merodac-Baladan y de vengarse de Elam, emprendiendo
una campaña con dos ejércitos. Mientras uno neutralizaba a las tropas elamitas, el otro derrotaba al rey de
Babilonia. Así consiguió reanudar la tradición de la doble corona de Asiria y Babilonia, coronándose rey de
Babilonia en el 709 a.C. En el 707 a.C. volvió de Babilonia cargado con el botín y se dedicó a terminar la
ciudad de Dur Sharrukin (llamada ahora Khorsabad), ubicada a unos 16 kilómetros al noreste de Nínive, y
destinada a ser su nueva capital. Al año siguiente fue inaugurada, aun no terminada del todo, ni totalmente

13
Tema 07. La caída de Samaría

conquistados, de deportar a buena parte de la población y de traer colonos de los extremos


del imperio.

Mientras tanto, en Judá reina la calma. Ajaz ha entendido la lección y será fiel
vasallo de los asirios durante toda su vida. Un número significativo de refugiados del norte
se instala en Jerusalén y en Judá. Otros huyen a Egipto. Los primeros llevan consigo textos
y tradiciones de sus tribus, de sus santuarios y de sus profetas. La influencia social y
teológica que van a ejercer estos grupos del norte en lo que queda del pueblo de Israel será
muy grande.

6. ¿EL ELOHÍSTA?: UNA VISIÓN DE LA HISTORIA DE ISRAEL

La Biblia, como la misma historia de Israel, se construye por etapas (cf. lo que
expusimos a este respecto en el Tema I). Es el testimonio de una fe que reflexiona, que
madura. Ya hemos visto (tema anterior) el surgir de la tradición “yahvista”, puede ser que
desde la época de Salomón, pero por lo menos durante la monarquía. Pues, existen huellas
también de otro texto, cuya narración abarcaba solamente la historia a partir de los
patriarcas (Gn 1,51bs) hasta el éxodo inclusive (Num). Este documento indica normalmente
a Dios con el término de elohim, razón por la cual los partidarios de la hipótesis
documentaria clásica le llaman elohísta (sigla: E). Según esos autores, su imagen de Dios
es más distante y se introduce a los ángeles para respetar la trascendencia de Dios, etc.
Su teología es más severa y moralista y se parece a la predicación de los profetas del
siglo VIII en el reino del Norte. Sostienen esos mismos autores que esta narración
elohísta del Norte no se ha conservado tan bien como la yahvista del Sur en el texto
actual del Pentateuco; esto lo explican por el hecho de que los dos documentos fueron
integrados uno en el otro en el ámbito del reino del Sur (Judá), lugar de origen de la
narración yahvista.

Para los defensores de la hipótesis documentaria clásica, “Yahvistas” y


“elohístas” no son la desmembración de una tradición única, sino la cristalización,
durante la monarquía, de dos teologías distintas, sea cual fuere su mutua dependencia.
El problema vuelve hoy a ser estudiado; es de suma actualidad. Buena parte de los
exégetas actuales niegan últimamente la existencia misma de un texto (tradición,
documento o fuente) “elohísta”; hay otros que sostienen que los pasajes “elohístas” del
Pentateuco no son más que una relectura de las tradiciones “yahvistas”, como habría
también una reinterpretación “yahvista” en la época exílica/postexílica. Nosotros creemos
que la tradición “elohísta” es claramente la menos reconocible y fragmentaria del
Pentateuco.

Según la visión de los autores que defienden la existencia de la tradición


“elohísta”34, esta tradición puede situarse en el siglo IX a.C., la época de los primeros
grandes profetas y de las grandes crisis religiosas y políticas del reino del Norte. Israel
necesita conductores espirituales. Los profetas, que cumplen esta función, deben tener su

habitada. A su muerte, Sargón II dejó un reino de bases aparentemente sólidas pero, en realidad con graves
problemas internos y rodeado de enemigos poderosos como Egipto, Urartu y Elam, que dificultaron los
gobiernos posteriores.
34
Cf. J. S. Croatto, o. c., 155-59. Para profundizar en esta cuestión de la formación del Pentateuco aconsejo la
lectura de Thomas Römer, Jean-Daniel Macchi, Christophe Nihan (Eds.), Introducción al Antiguo
Testamento, Desclée De Brouwer, Bilbao 2008, en las páginas 67-113. Presenta la historia de la investigación
del Pentateuco y el debate actual sobre esta cuestión.

14
Tema 07. La caída de Samaría

prototipo en la época ideal, que es la de la alianza del Sinaí. Ese modelo es Moisés. Por eso,
Moisés35 es tan importante para la tradición “elohísta”. Esta tradición desplaza su centro de
gravedad hacia la alianza y el profetismo. El “elohísta” sintoniza con los profetas del norte,
Amós y Oseas, que vaticinan la catástrofe del reino: los profetas desenmascaran con
audacia el pecado del pueblo y exigen una opción inmediata por Dios; el “elohísta”, teólogo
más reposado, no exige una opción tan inmediata, pero obliga a meditar en el hecho de que
Israel debe retroceder al Sinaí, al lugar de la alianza, para recomenzar su historia. Estos
teólogos, al ir relatando el pasado glorioso de Israel, están colaborando con los profetas en
el papel tan importante que para el pueblo desempeñó la alianza.

7. BIBLIOGRAFÍA

P. Garelli; V. Nikiprowetzky, El Próximo Oriente antiguo. Los imperios mesopotámicos.


Israel, Barcelona 1978; manual claro y preciso elaborado por dos grandes especialistas. E. Puech,
“Athalie fille d'Achab”, en Salmanticensis 28 (1981); estudio minucioso sobre el parentesco de la
reina de Jerusalén. J. L. Sicre, Diversas reacciones ante el latifundismo en el antiguo Israel, en
Simposio Bíblico Español (Madrid 1984). E. Puech, “L'ivoire inscrit d'Arslan Tash et les rois de
Damas”, en Revue Biblique 88 (1981), pp. 544-562; sobre las guerras arameas con Israel, J.
Asurmendi, La guerra siro-efraimita. Historia y profetas, Valencia 1982. H. Cazelles, Problèmes de
la guerre syro-ephraîmite, en: Eretz-Israel 14 (1978), pp. 70-78.

35
Para el “yahvista” Moisés empalidece, es sólo el transmisor de las órdenes de Yahvé.

15

También podría gustarte