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Juan Darién

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Juan Darién 5.

Ahora bien; en la selva había


muchos animales feroces que
[Cuento - Texto completo.] rugían al caer la noche y al
Horacio Quiroga  amanecer. Y la pobre mujer,
que continuaba sentada,
alcanzó a ver en la oscuridad
una cosa chiquita y vacilante
que entraba por la puerta,
1. Aquí se cuenta la historia de como un gatito que apenas
un tigre que se crió y educó tuviera fuerzas para caminar.
entre los hombres, y que se La mujer se agachó y levantó
llamaba Juan Darién. Asistió en las manos un tigrecito de
cuatro años a la escuela pocos días, pues aún tenía los
vestido de pantalón y camisa, ojos cerrados. Y cuando el
y dio sus lecciones mísero cachorro sintió el
correctamente, aunque era contacto de las manos,
un tigre de las selvas; pero runruneó de contento, porque
esto se debe a que su figura ya no estaba solo. La madre
era de hombre, conforme se tuvo largo rato suspendido en
narra en las siguientes líneas. el aire aquel pequeño
2. Una vez, a principio de otoño, enemigo de los hombres, a
la viruela visitó un pueblo de aquella fiera indefensa que
un país lejano y mató a tan fácil le hubiera sido
muchas personas. Los exterminar. Pero quedó
hermanos perdieron a sus pensativa ante el desvalido
hermanitas, y las criaturas cachorro que venía quién
que comenzaban a caminar sabe de dónde y cuya madre
quedaron sin padre ni madre. con seguridad había muerto.
Las madres perdieron a su Sin pensar bien en lo que
vez a sus hijos, y una pobre hacía llevó al cachorrito a su
mujer joven y viuda llevó ella seno y lo rodeó con sus
misma a enterrar a su hijito, grandes manos. Y el tigrecito,
lo único que tenía en este al sentir el calor del pecho,
mundo. Cuando volvió a su buscó postura cómoda,
casa, se quedó sentada runruneó tranquilo y se
pensando en su chiquillo. Y durmió con la garganta
murmuraba: adherida al seno maternal.
3. -Dios debía haber tenido más 6. La mujer, pensativa siempre,
compasión de mí, y me ha entró en la casa. Y en el resto
llevado a mi hijo. En el cielo de la noche, al oír los
podrá haber ángeles, pero mi gemidos de hambre del
hijo no los conoce. Y a quien cachorrito, y al ver cómo
él conoce bien es a mí, ¡pobre buscaba su seno con los ojos
hijo mío! cerrados, sintió en su corazón
4. Y miraba a lo lejos, pues herido que, ante la suprema
estaba sentada en el fondo ley del Universo, una vida
de su casa, frente a un equivale a otra vida.
portoncito donde se veía la 7. Y dio de mamar al tigrecito.
selva.
8. El cachorro estaba salvado, y bueno como tú, y él no sabrá
la madre había hallado un jamás que no es hombre. A
inmenso consuelo. Tan menos… a menos que una
grande su consuelo, que vio madre de entre los hombres
con terror el momento en que lo acuse; a menos que una
aquél le sería arrebatado, madre no le exija que
porque si se llegaba a saber devuelva con su sangre lo
en el pueblo que ella que tú has dado por él, tu hijo
amamantaba a un ser salvaje, será siempre digno de tí. Ve
matarían con seguridad a la tranquila, madre, y
pequeña fiera. ¿Qué hacer? El apresúrate, que el hombre va
cachorro, suave y cariñoso a echar la puerta abajo.
-pues jugaba con ella sobre 11.Y la madre creyó a la
su pecho- era ahora su propio serpiente, porque en todas
hijo. las religiones de los hombres
9. En estas circunstancias, un la serpiente conoce el
hombre que una noche de misterio de las vidas que
lluvia pasaba corriendo ante pueblan los mundos. Fue,
la casa de la mujer, oyó un pues, corriendo a abrir la
gemido áspero -el ronco puerta, y el hombre, furioso,
gemido de las fieras que, aún entró con el revólver en la
recién nacidas, sobresaltan al mano y buscó por todas
ser humano-. El hombre se partes sin hallar nada.
detuvo bruscamente, y Cuando salió, la mujer abrió,
mientras buscaba a tientas el temblando, el rebozo bajo el
revólver, golpeó la puerta. La cual ocultaba al tigrecito
madre, que había oído los sobre su seno, y en su lugar
pasos, corrió loca de angustia vio a un niño que dormía
a ocultar el tigrecito en el tranquilo. Traspasada de
jardín. Pero su buena suerte dicha, lloró largo rato en
quiso que al abrir la puerta silencio sobre su salvaje hijo
del fondo se hallara ante una hecho hombre; lágrimas de
mansa, vieja y sabia gratitud que doce años más
serpiente que le cerraba el tarde ese mismo hijo debía
paso. La desgraciada mujer pagar con sangre sobre su
iba a gritar de terror, cuando tumba.
la serpiente habló así: 12.Pasó el tiempo. El nuevo niño
10.-Nada temas, mujer -le dijo-. necesitaba un nombre: se le
Tu corazón de madre te ha puso Juan Darién. Necesitaba
permitido salvar una vida del alimentos, ropa, calzado: se
Universo, donde todas las le dotó de todo, para lo cual
vidas tienen el mismo valor. la madre trabajaba día y
Pero los hombres no te noche. Ella era aún muy
comprenderán, y querrán joven, y podría haberse
matar a tu nuevo hijo. Nada vuelto a casar, si hubiera
temas, ve tranquila. Desde querido; pero le bastaba el
este momento tu hijo tiene amor entrañable de su hijo,
forma humana; nunca lo amor que ella devolvía con
reconocerán. Forma su todo su corazón.
corazón, enséñale a ser
13.Juan Darién era, En la escuela se dio un
efectivamente, digno de ser repaso general a los chicos,
querido: noble, bueno y pues un inspector debía venir
generoso como nadie. Por su a observar las clases. Cuando
madre, en particular, tenía el inspector llegó, el maestro
una veneración profunda. No hizo dar la lección al primero
mentía jamás. ¿Acaso por ser de todos: a Juan Darién. Juan
un ser salvaje en el fondo de Darién era el alumno más
su naturaleza? Es posible; aventajado; pero con la
pues no se sabe aún qué emoción del caso,
influencia puede tener en un tartamudeó y la lengua se le
animal recién nacido la trabó con un sonido extraño.
pureza de un alma bebida El inspector observó al
con la leche en el seno de alumno un largo rato, y habló
una santa mujer. en seguida en voz baja con el
14.Tal era Juan Darién. E iba a la maestro.
escuela con los chicos de su 18.-¿Quién es ese muchacho? -le
edad, los que se burlaban a preguntó-. ¿De dónde ha
menudo de él, a causa de su salido?
pelo áspero y su timidez. Juan 19.-Se llama Juan Darién
Darién no era muy -respondió el maestro- y lo
inteligente; pero compensaba crió una mujer que ya ha
esto con su gran amor al muerto; pero nadie sabe de
estudio. dónde ha venido.
15.Así las cosas, cuando la 20.-Es extraño, muy extraño…
criatura iba a cumplir diez -murmuró el inspector,
años, su madre murió. Juan observando el pelo áspero y
Darién sufrió lo que no es el reflejo verdoso que tenían
decible, hasta que el tiempo los ojos de Juan Darién
apaciguó su pena. Pero fue cuando estaba en la sombra.
en adelante un muchacho 21.El inspector sabía que en el
triste, que sólo deseaba mundo hay cosas mucho más
instruirse. extrañas que las que nadie
16.Algo debemos confesar puede inventar, y sabía al
ahora: a Juan Darién no se le mismo tiempo que con
amaba en el pueblo. La gente preguntas a Juan Darién
de los pueblos encerrados en nunca podría averiguar si el
la selva no gustan de los alumno había sido antes lo
muchachos demasiado que él temía: esto es, un
generosos y que estudian con animal salvaje. Pero así como
toda el alma. Era, además, el hay hombres que en estados
primer alumno de la escuela. especiales recuerdan cosas
Y este conjunto precipitó el que les han pasado a sus
desenlace con un abuelos, así era también
acontecimiento que dio razón posible que, bajo una
a la profecía de la serpiente. sugestión hipnótica, Juan
17.Aprontábase el pueblo a Darién recordara su vida de
celebrar una gran fiesta, y de bestia salvaje. Y los chicos
la ciudad distante habían que lean esto y no sepan de
mandado fuegos artificiales. qué se habla, pueden
preguntarlo a las personas 32.-Pronto vas a ver.
grandes. Figurémonos que son las tres
22.Por lo cual el inspector subió de la mañana, poco antes del
a la tarima y habló así: amanecer. Hemos concluido
23.-Bien, niño. Deseo ahora que de comer, por ejemplo…
uno de ustedes nos describa estamos en la selva, en la
la selva. Ustedes se han oscuridad… Delante de
criado casi en ella y la nosotros hay un arroyo…
conocen bien. ¿Cómo es la ¿Qué ves?
selva? ¿Qué pasa en ella? 33.Juan Darién pasó otro
Esto es lo que quiero saber. momento en silencio. Y en la
Vamos a ver, tú -añadió clase y en el bosque próximo
dirigiéndose a un alumno había también un gran
cualquiera-. Sube a la tarima silencio. De pronto Juan
y cuéntanos lo que hayas Darién se estremeció, y con
visto. voz lenta, como si soñara,
24.El chico subió, y aunque dijo:
estaba asustado, habló un 34.-Veo las piedras que pasan y
rato. Dijo que en el bosque las ramas que se doblan. .. Y
hay árboles gigantes, el suelo. .. Y veo las hojas
enredaderas y florecillas. secas que se quedan
Cuando concluyó, pasó otro aplastadas sobre las
chico a la tarima, después piedras…
otro. Y aunque todos 35.-¡Un momento! -le
conocían bien la selva, interrumpió el inspector-. Las
respondieron lo mismo, piedras y las hojas que pasan:
porque los chicos y muchos ¿a qué altura las ves?
hombres no cuentan lo que 36.El inspector preguntaba esto
ven, sino lo que han leído porque si Juan Darién estaba
sobre lo mismo que acaban “viendo” efectivamente lo
de ver. Y al fin el inspector que él hacía en la selva
dijo: cuando era animal salvaje e
25.-Ahora le toca al alumno Juan iba a beber después de haber
Darién. comido, vería también que las
26.Juan Darién subió a la tarima, piedras que encuentra un
se sentó y dijo más o menos tigre o una pantera que se
lo que los otros. Pero el acercan muy agachados al río
inspector, poniéndole la mano pasan a la altura de los ojos.
sobre el hombro, exclamó: Y repitió:
27.-No, no. Quiero que tú 37.-¿A qué altura ves las
recuerdes bien lo que has piedras?
visto. Cierra los ojos. 38.Y Juan Darién, siempre con
28.Juan Darién cerró los ojos. los ojos cerrados, respondió:
29.-Bien -prosiguió el inspector-. 39.-Pasan sobre el suelo. . .
Dime lo que ves en la selva. Rozan las orejas. . . Y las
30.Juan Darién, siempre con los hojas sueltas se mueven con
ojos cerrados, demoró un el aliento… Y siento la
instante en contestar. humedad del barro en…
31.-No veo nada -dijo al fin. 40.La voz de Juan Darién se
cortó.
41.-¿En dónde? -preguntó con modo de que Juan Darién
voz firme el inspector- vuelva a su cuerpo de tigre. Y
¿Dónde sientes la humedad aunque no pueda convertirlo
del agua? en tigre, las gentes nos
42.-¡En los bigotes!-dijo con voz creerán y podremos echarlo a
ronca Juan Darién, abriendo la selva. Llamemos en
los ojos espantado. seguida al domador, antes
43.Comenzaba el crepúsculo, y que Juan Darién se escape.
por la ventana se veía cerca 46.Pero Juan Darién pensaba en
la selva ya lóbrega. Los todo, menos en escaparse,
alumnos no comprendieron lo porque no se daba cuenta de
terrible de aquella evocación; nada. ¿Cómo podía creer que
pero tampoco se rieron de él no era hombre, cuando
esos extraordinarios bigotes jamás había sentido otra cosa
de Juan Darién, que no tenía que amor a todos, y ni
bigote alguno. Y no se rieron, siquiera tenía odio a los
porque el rostro de la criatura animales dañinos?
estaba pálido y ansioso. 47.Mas las voces fueron
44.La clase había concluido. El corriendo de boca en boca, y
inspector no era un mal Juan Darién comenzó a sufrir
hombre; pero, como todos los sus efectos. No le respondían
hombres que viven muy una palabra, se apartaban
cerca de la selva, odiaba vivamente a su paso, y lo
ciegamente a los tigres; por seguían desde lejos de noche.
lo cual dijo en voz baja al 48.-¿Qué tendré? ¿Por qué son
maestro: así conmigo? -se preguntaba
45.-Es preciso matar a Juan Juan Darién.
Darién. Es una fiera del 49.Y ya no solamente huían de
bosque, posiblemente un él, sino que los muchachos le
tigre. Debemos matarlo, gritaban:
porque si no, él, tarde o 50.-¡Fuera de aquí! ¡Vuélvete
temprano, nos matará a donde has venido! ¡Fuera!
todos. Hasta ahora su maldad 51.Los grandes también, las
de fiera no ha despertado; personas mayores, no
pero explotará un día u otro, estaban menos enfurecidas
y entonces nos devorará a que los muchachos. Quién
todos, puesto que le sabe qué llega a pasar si la
permitimos vivir con misma tarde de la fiesta no
nosotros. Debemos, pues, hubiera llegado por fin el
matarlo. La dificultad está en ansiado domador de fieras.
que no podemos hacerlo Juan Darién estaba en su casa
mientras tenga forma preparándose la pobre sopa
humana, porque no podremos que tomaba, cuando oyó la
probar ante todos que es un gritería de las gentes que
tigre. Parece un hombre, y avanzaban precipitadas hacia
con los hombres hay que su casa. Apenas tuvo tiempo
proceder con cuidado. Yo sé de salir a ver qué era: Se
que en la ciudad hay un apoderaron de él,
domador de fieras. arrastrándolo hasta la casa
Llamémoslo, y él hallará del domador.
52.-¡Aquí está! -gritaban, olfatearan a Juan Darién sin
sacudiéndolo- ¡Es éste! ¡Es un ropa, lo harían pedazos, pues
tigre! ¡No queremos saber podrían ver con sus ojos de
nada con tigres! ¡Quítele su perros cazadores las rayas de
figura de hombre y lo tigre ocultas bajo la piel de
mataremos! hombre.
53.Y los muchachos, sus 61.Pero los perros no vieron otra
condiscípulos a quienes más cosa en Juan Darién que el
quería, y las mismas muchacho bueno que quería
personas viejas, gritaban: hasta a los mismos animales
54.-¡Es un tigre! ¡Juan Darién nos dañinos. Y movían apacibles
va a devorar! ¡Muera Juan la cola al olerlo
Darién! 62.-¡Devóralo! ¡Es un tigre!
55.Juan Darién protestaba y ¡Toca! ¡Toca! -gritaban a los
lloraba porque los golpes perros-. Y los perros ladraban
llovían sobre él, y era una y saltaban enloquecidos por
criatura de doce años. Pero la jaula, sin saber a qué
en ese momento la gente se atacar.
apartó, y el domador, con 63.La prueba no había dado
grandes botas de charol, resultado.
levita roja y un látigo en la 64.-¡Muy bien! -exclamó
mano, surgió ante Juan entonces el domador-. Estos
Darién. E1 domador lo miró son perros bastardos, de
fijamente, y apretó con fuerza casta de tigre. No le
el puño del látigo. reconocen. Pero yo te
56.-¡Ah! -exclamó-. ¡Te reconozco, Juan Darién, y
reconozco bien! ¡A todos ahora nos vamos a ver
puedes engañar, menos a mí! nosotros.
¡Te estoy viendo, hijo de 65.Y así diciendo entró él en la
tigres! ¡Bajo tu camisa estoy jaula y levantó el látigo.
viendo las rayas del tigre! 66.-¡Tigre! -gritó-. ¡Estás ante un
¡Fuera la camisa, y traigan los hombre, y tú eres un tigre!
perros cazadores! ¡Veremos ¡Allí estoy viendo, bajo tu piel
ahora si los perros te robada de hombre, las rayas
reconocen como hombre o de tigre! ¡Muestra las rayas!
como tigre! 67.Y cruzó el cuerpo de Juan
57.En un segundo arrancaron Darién de un feroz latigazo.
toda la ropa a Juan Darién y La pobre criatura desnuda
lo arrojaron dentro de la jaula lanzó un alarido de dolor,
para fieras. mientras las gentes,
58.-¡Suelten los perros, pronto! enfurecidas, repetían.
-gritó el domador-. ¡Y 68.-¡Muestra las rayas de tigre!
encomiéndate a los dioses de 69.Durante un rato prosiguió el
tu selva, Juan Darién! atroz suplicio; y no deseo que
59.Y cuatro feroces perros los niños que me oyen vean
cazadores de tigres fueron martirizar de este modo a ser
lanzados dentro de la jaula. alguno.
60.El domador hizo esto porque 70.-¡Por favor! ¡Me muero!
los perros reconocen siempre -clamaba Juan Darién.
el olor del tigre; y en cuanto
71.-¡Muestra las rayas! -le que otra madre le había dado
respondían. con su pecho.
72.Por fin el suplicio concluyó. 79.No era necesaria otra
En el fondo de la jaula, acusación para decidir a las
arrinconado, aniquilado en un gentes enfurecidas. Y veinte
rincón, sólo quedaba su brazos con piedras en la
cuerpecito sangriento de mano se levantaban ya para
niño, que había sido Juan aplastar a Juan Darién cuando
Darién. Vivía aún, y aún podía el domador ordenó desde
caminar cuando se le sacó de atrás con voz ronca:
allí; pero lleno de tales 80.-¡Marquémoslo con rayas de
sufrimientos como nadie los fuego! ¡Quemémoslo en los
sentirá nunca. fuegos artificiales!
73.Lo sacaron de la jaula, y 81.Ya comenzaba a oscurecer, y
empujándolo por el medio de cuando llegaron a la plaza era
la calle, lo echaban del noche cerrada. En la plaza
pueblo. Iba cayéndose a cada habían levantado un castillo
momento, y detrás de él iban de fuegos de artificio, con
los muchachos, las mujeres y ruedas, coronas y luces de
los hombres maduros, bengala. Ataron en lo alto del
empujándolo. centro a Juan Darién, y
74.-¡Fuera de aquí, Juan Darién! prendieron la mecha desde
¡Vuélvete a la selva, hijo de un extremo. El hilo de fuego
tigre y corazón de tigre! corrió velozmente subiendo y
¡Fuera, Juan Darién! bajando, y encendió el castillo
75.Y los que estaban lejos y no entero. Y entre las estrellas
podían pegarle, le tiraban fijas y las ruedas gigantes de
piedras. todos colores, se vio allá
76.Juan Darién cayó del todo, arriba a Juan Darién
por fin, tendiendo en busca sacrificado.
de apoyo sus pobres manos 82.-¡Es tu último día de hombre,
de niño. Y su cruel destino Juan Darién! -clamaban
quiso que una mujer, que todos-. ¡Muestra las rayas!
estaba parada a la puerta de 83.-¡Perdón, perdón! -gritaba la
su casa sosteniendo en los criatura, retorciéndose entre
brazos a una inocente las chispas y las nubes de
criatura, interpretara mal ese humo. Las ruedas amarillas,
ademán de súplica. rojas y verdes giraban
77.-¡Me ha querido robar a mi vertiginosamente, unas a la
hijo! -gritó la mujer-. ¡Ha derecha y otras a la
tendido las manos para izquierda. Los chorros de
matarlo! ¡Es un tigre! fuego tangente trazaban
¡Matémosle en seguida, antes grandes circunferencias; y en
que él mate a nuestros hijos! el medio, quemado por los
78.Así dijo la mujer. Y de este regueros de chispas que le
modo se cumplía la profecía cruzaban el cuerpo, se
de la serpiente: Juan Darién retorcía Juan Darién.
moriría cuando una madre de 84.-¡Muestra las rayas! -rugían
los hombres le exigiera la aún de abajo.
vida y el corazón de hombre
85.-¡No, perdón! ¡Yo soy que no cerraba, y que el tigre
hombre! -tuvo aún tiempo de vendó con grandes hojas.
clamar la infeliz criatura. Y 89.Porque había conservado de
tras un nuevo surco de fuego, su forma recién perdida tres
se pudo ver que su cuerpo se cosas: el recuerdo vivo del
sacudía convulsivamente; pasado, la habilidad de sus
que sus gemidos adquirían un manos, que manejaba como
timbre profundo y ronco; y un hombre, y el lenguaje.
que su cuerpo cambiaba poco Pero en el resto,
a poco de forma. Y la absolutamente en todo, era
muchedumbre, con un grito una fiera, que no se
salvaje de triunfo, pudo ver distinguía en lo más mínimo
surgir por fin, bajo la piel del de los otros tigres.
hombre, las rayas negras, 90.Cuando se sintió por fin
paralelas y fatales del tigre. curado, pasó la voz a los
86.La atroz obra de crueldad se demás tigres de la selva para
había cumplido; habían que esa misma noche se
conseguido lo que querían. En reunieran delante del gran
vez de la criatura inocente de cañaveral que lindaba con los
toda culpa, allá arriba no cultivos. Y al entrar la noche
había sino un cuerpo de tigre se encaminó silenciosamente
que agonizaba rugiendo. al pueblo. Trepó a un árbol de
87.Las luces de bengala se iban los alrededores y esperó largo
también apagando. Un último tiempo inmóvil. Vio pasar
chorro de chispas con que bajo él sin inquietarse a mirar
moría una rueda alcanzó la siquiera, pobres mujeres y
soga atada a las muñecas labradores fatigados, de
(no: a las patas del tigre, aspecto miserable; hasta que
pues Juan Darién había al fin vio avanzar por el
concluido), y el cuerpo cayó camino a un hombre de
pesadamente al suelo. Las grandes botas y levita roja.
gentes lo arrastraron hasta la 91.El tigre no movió una sola
linde del bosque, ramita al recogerse para
abandonándolo allí para que saltar. Saltó sobre el
los chacales devoraran su domador; de una manotada
cadáver y su corazón de fiera. lo derribó desmayado, y
88.Pero el tigre no había muerto. cogiéndolo entre los dientes
Con la frescura nocturna por la cintura, lo llevó sin
volvió en sí, y arrastrándose hacerle daño hasta el juncal.
presa de horribles tormentos 92.Allí, al pie de las inmensas
se internó en la selva. cañas que se alzaban
Durante un mes entero no invisibles, estaban los tigres
abandonó su guarida en lo de la selva moviéndose en la
más tupido del bosque, oscuridad, y sus ojos brillaban
esperando con sombría como luces que van de un
paciencia de fiera que sus lado para otro. El hombre
heridas curaran. Todas proseguía desmayado. El
cicatrizaron por fin, menos tigre dijo entonces:
una, una profunda 93.-Hermanos: Yo viví doce años
quemadura en el costado, entre los hombres, como un
hombre mismo. Y yo soy un 101.-Aquí no hay nadie que se
tigre. Tal vez pueda con mi llame Juan Darién. No
proceder borrar más tarde conozco a Juan Darién. Éste
esta mancha. Hermanos: esta es un nombre de hombre, y
noche rompo el último lazo aquí somos todos tigres.
que me liga al pasado. 102. Y volviéndose a sus
94.Y después de hablar así, compañeros, como si no
recogió en la boca al hombre, comprendiera, preguntó:
que proseguía desmayado, y 103. -¿Alguno de ustedes se
trepó con él a lo más alto del llama Juan Darién?
cañaveral, donde lo dejó 104.Pero ya las llamas habían
atado entre dos bambúes. abrasado el castillo hasta el
Luego prendió fuego a las cielo. Y entre las agudas luces
hojas secas del suelo, y de bengala que
pronto una llamarada entrecruzaban la pared
crujiente ascendió. Los tigres ardiente, se pudo ver allá
retrocedían espantados ante arriba un cuerpo negro que
el fuego. Pero el tigre les dijo: se quemaba humeando.
“¡Paz, hermanos!”, y aquéllos 105.-Ya estoy pronto, hermanos-
se apaciguaron, sentándose dijo el tigre-. Pero aún me
de vientre con las patas queda algo por hacer.
cruzadas a mirar. 106.Y se encaminó de nuevo al
95.El juncal ardía como un pueblo, seguido por los tigres
inmenso castillo de artificio. sin que él lo notara. Se
Las cañas estallaban como detuvo ante un pobre y triste
bombas, y sus gases se jardín, saltó la pared, y
cruzaban en agudas flechas pasando al costado de
de color. Las llamaradas muchas cruces y lápidas, fue
ascendían en bruscas y a detenerse ante un pedazo
sordas bocanadas, dejando de tierra sin ningún adorno,
bajo ella lívidos huecos; y en donde estaba enterrada la
la cúspide, donde aún no mujer a quien había llamado
llegaba el fuego, las cañas se madre ocho años. Se arrodilló
balanceaban crispadas por el -se arrodilló como un
calor. hombre-, y durante un rato
96.Pero el hombre, tocado por no se oyó nada.
las llamas, había vuelto en sí. 107.-¡Madre! -murmuró por fin el
Vio allá abajo a los tigres con tigre con profunda ternura-.
los ojos cárdenos alzados a Tú sola supiste, entre todos
él, y lo comprendió todo. los hombres, los sagrados
97.-¡Perdón, perdóname! -aulló derechos a la vida de todos
retorciéndose-. ¡Pido perdón los seres del Universo. Tú sola
por todo! comprendiste que el hombre
98.Nadie contestó. El hombre se y el tigre se diferencian
sintió entonces abandonado únicamente por el corazón. Y
de Dios, y gritó con toda su tú me enseñaste a amar, a
alma: comprender, a perdonar.
99.-¡Perdón, Juan Darién ¡Madre!, estoy seguro de que
100.Al oír esto, Juan Darién alzó me oyes. Soy tu hijo siempre,
la cabeza y dijo fríamente: a pesar de lo que pase en
adelante pero de ti sólo.
¡Adiós, madre mía!
108.Y viendo al incorporarse los
ojos cárdenos de sus
hermanos que lo observaban
tras la tapia, se unió otra vez
a ellos.
109.El viento cálido les trajo en
ese momento, desde el fondo
de la noche, el estampido de
un tiro.
110.-Es en la selva -dijo el tigre-.
Son los hombres. Están
cazando, matando,
degollando.
111.Volviéndose entonces hacia
el pueblo que iluminaba el
reflejo de la selva encendida,
exclamó:
112.-¡Raza sin ! ¡Ahora me toca
a mí!
113. Y retornando a la tumba en
que acaba de orar, arrancóse
de un manotón la venda de la
herida y escribió en la cruz
con su propia sangre, en
grandes caracteres, debajo
del nombre de su madre:
114. Y Juan Darien.

115.-Ya estamos en paz -dijo. Y


enviando con sus hermanos
un rugido de desafío al
pueblo aterrado, concluyó:
116. -Ahora, a la selva. ¡Y tigre
para siempre!
117. FIN

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