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Ensayo de Castellano (María Celeste)

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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN


LICEO DR. PEDRO DEL CORRAL
TUCUPIDO-GUARICO
AREA: CASTELLANO
5ª AÑO SECCION C.

LA ELABORACIÓN LITERARIA FRUTO DE LA


IMAGINACIÓN

PROFESOR: ESTUDIANTE:

YENNI VELASQUEZ MEJIAS MARIA CELESTE

MAYO, 2020.
La imaginación es la facultad por la cual el cerebro forma imágenes,
sensaciones y conceptos basados en la realidad pero reconstruidos por el
individuo. En el cuento Lazarillo el autor describe todo lo que está pasando y
cuenta que están haciendo los personajes. También el autor usa la
imaginación para describir como es Salamanca. Es importante saber el
contexto histórico en una obra literaria porque para poder entender el punto
de vista del autor y los personajes en el cuento.

La romántica, por otro lado, rompe el molde tradicional por completo y


siempre busca una forma nueva original de expresión en comparación al arte
clásico, se expresa en términos subjetivos y se propone conmover al lector.
La imaginación literaria y artística ha tomado esencialmente dos direcciones
divergentes a lo largo de tiempo, una clásica y la otra romántica. El arte
clásico sigue modelos y formulas ya establecidas e intenta mejorarlas o
darles un nuevo giro o enfoque. Este arte suele ser más equilibrado e
impersonal.

El hecho es que la literatura, especialmente la narrativa, crea simulacros de


la realidad: incluso si no existen los hechos que expone, son isomorfos de
hechos acaecidos o posibles; del mismo modo evoca personajes, que,
aunque no sean históricos, se asemejan a personas que se mueven en el
teatro de la vida. Por más que las características y cualidades de los
personajes y sus acciones se diferencien de las conocidas por experiencia, la
existencia de la relación es innegable, y quedan sólo por examinar,
históricamente o en abstracto, las posibilidades de oscilación entre lo real y
lo imaginario. ¿Qué intereses llevan a acoger y a "gozar" estas imitaciones
verbales de lo real? En parte es el mismo problema de cualquier actividad
artística, a partir de la separación de las matrices rituales y religiosas. Si ha
durado hasta hoy la discusión sobre la autonomía o la heteronomía del arte,
es porque a los hombres les resulta difícil concebir una actividad que no sea
intencionada, que, en definitiva, no vuelva a repercutir sobre la realidad que
le ha servido de modelo.

Esta primera categoría se refiere al acto del que ha sido privado el hombre,
especialmente a la hora de tener un contacto personal con la literatura, pues
es el acto medio entre el individuo y el sentido del texto narrativo. Por ende,
en ella se ve a la imaginación como la posibilidad de reconstruir un episodio
literario de manera mental, de modo que se explique y por ende se 15
comprenda a partir de las vivencias personales. Para ello, la memoria
individual la materia prima con la que cuenta el hombre. La escuela tiende a
no dar importancia al empleo de la imaginación por parte de los niños en los
procesos de aprendizaje. Esto se ve en gran manera, en el tipo de educación
que persigue formar personas sin criterio y autodesarrollo personal.

Como lo plantea Rodari (2004), en estos espacios, la mayoría del tiempo se


emplea a la literatura como objeto del deber. Es decir, no se puede hallar en
ella goce ni recreación alguna, pues se desarrolla sobre objetivos meramente
cuantitativos (ortografía, grafía) los cuales deben ser evaluados
constantemente, por ende, la literatura no participa en la sugestión de la
imaginación de los estudiantes, sino que hace parte de las herramientas
evaluativas. En oposición, Mary Warnock (1981) afirma que el cultivo de la
imaginación debería ser el fin de la educación. Respecto a lo anterior, llama
la atención que juntos autores hacen relación entre educación e imaginación,
puesto que incitan a emplearla en el proceso de aprendizaje o procesos de
desarrollo cognitivo del individuo.

A pesar de esto, no se conoce porqué o de qué manera la imaginación


aporta en ese desarrollo. Por tal motivo, es necesario hacer un primer
acercamiento al posible significado del término imaginación. Por un lado,
desde la neurología se define la imaginación como un proceso cognitivo. A
través de este proceso, las personas pueden manipular la información que
previamente han percibido por medio de los sentidos para formar en su
mente imágenes de tales percepciones. (Revista Neurol, 2007). Es pues, el
acto del que se vale la mente para conocer conscientemente lo que desde
afuera percibe. 16 Acorde a lo anterior, tiene sentido la relación entre
educación e imaginación, pues se espera que en la escuela los niños
adquieran conocimiento y, según la ciencia y la teoría literaria citada, la
imaginación interviene en ello. Por ende, los espacios formativos deben
facilitar su mediación.

Hasta el presente siglo, se puede decir que los escritores parten de


concepciones empíricas, aunque bastante estables, respecto de la realidad,
dirigiéndose, para encontrar los elementos antinómicos, a las esferas
religiosas, míticas, mágicas, legendarias. En nuestro siglo se realiza una
revolución: la seguridad acerca de la realidad entra en crisis, a la vez que se
secan las fuentes del absurdo (religión, mito, etc.). La dialéctica
realidad/irrealidad, se implanta, pues, y sólo en el terreno de la
resquebrajada y huidiza realidad.

Es por esto por lo que en la narrativa contemporánea no está establecida


una zona precisa de competencia de lo irreal o de lo maravilloso: convertidas
en algo fugaz las características de lo real, queda también comprometida la
identificación de su contrario. Lo maravilloso (siempre en sentido peyorativo:
el absurdo, la pesadilla) anida en la cotidianidad, la hace aún más
impenetrable, enemiga, incomprensible. Si lo maravilloso tradicional ponía en
duda las leyes físicas de nuestro mundo, lo maravilloso moderno desmiente
los esquemas de interpretación que el hombre en su larga trayectoria ha
dispuesto para su propia existencia. La nueva idea de lo maravilloso es una
mímesis turbada por el horror de los descubrimientos.

Se ha hablado ya mucho del poder de la imaginación, de lo importante que


es en todas las facetas de la vida, bien sea para poder crear otros mundos o
para ser capaces de sobrellevar las enormes dosis de realidad de este en el
que vivimos. Nos ofrece la oportunidad de modificar lo que nos rodea, de ver
las cosas como no son. Y, lo mejor, nos permite a escritores y creadores de
cualquier disciplina artística dotar de vida a universos desconocidos e
impensables antes, a personajes de ficción que pueden llegar a resultar tan
creíbles o más que los de carne y hueso con los que nos cruzamos cada
día. Así pues, es esta una herramienta nada desdeñable, por lo que me
gustaría centrarme en el papel de la imaginación en la literatura y mencionar
algunos autores y obras que dejan de relevancia de manera muy evidente
cuán importante es ser capaz de imaginar y ser creativo,
independientemente de las circunstancias en las que se desarrolle tu
existencia.

Para ser escritor se debe ser ante todo un buen lector y debe conocer, al
menos intuitivamente, las técnicas necesarias para provocar la emoción
necesaria en el lector. Sin embargo no es suficiente para crear una obra
literaria. El escritor debe reunir ciertas características, a las que se puede
denominar "naturales". Debe poseer suficiente imaginación; lo que podría
parecer contraproducente, cuando es la realidad su fuente de materia prima.

No basta con trasladar la realidad al papel para crear una obra literaria. Es
imposible expresar la realidad, tan compleja e infinita, en los textos literarios.
Esa es una labor de la Historia o en parte también, quizás, del Periodismo.
El escritor, por el contrario, crea una imagen de esa realidad, la sintetiza y la
somete a un orden controlado, conservando lo que es esencial para lograr su
objetivo. El escritor se comunica con el lector a través de un idioma único: el
lenguaje del alma, de los sentimientos.

La imaginación le brinda al escritor esos elementos que la realidad no


satisface; lo ayuda a condimentarla, a crear situaciones que justifiquen la
corriente de sentido que subyace bajo todo buen texto literario. Esta
capacidad viene prácticamente desde la niñez. Un niño fantasioso, de los
que inventan mentiras para justificar sus actos, puede llegar a ser un buen
escritor. La literatura es, por tanto, como en el teatro, una imitación de la
realidad; y el escritor en esa representación es dramaturgo, director de
escena y todos los actores. Es imprescindible que el escritor posea una
profunda capacidad de mimesis. Primero porque está imitando esa realidad
para convertirla en una mentira que aparenta ser real, o lo que es más
preciso, para revelarla como otra realidad.

Porque se trata de un proceso que nos obliga a poner en juego la


imaginación, a experimentar con el lenguaje, a romper sus reglas, a idear
nuevas formas de decir. La situación de escritura, en este caso la escritura
literaria, nos obliga a salirnos del lenguaje común, cruzar la calle y mirarlo
desde la vereda de enfrente y eso es ya en sí un aprendizaje. Es tomar
consciencia del lenguaje, pensarlo, descubrir aristas que siempre estuvieron
ahí, que las conocemos, pero que desde este nuevo lugar se ven renovadas,
distintas, pretéritas y a la vez novedosas.

El desafío consiste en cuestionar el propósito de la enseñanza de la


escritura: no se trata de lograr que el estudiante llegue a adquirir
anticipadamente el modelo de escritura del adulto, sino de incentivar el
desarrollo de un estilo propio, basado en el conocimiento y en los intereses
que estos poseen, pues no se puede escribir sobre lo que no se conoce. El
fomentar el autoconocimiento conlleva el desarrollo de la conciencia
lingüística, metalingüística y de la conciencia literaria. De manera colateral,
en la medida en que se toma conciencia de las propias capacidades se logra
su afianzamiento, de lo que se sigue una mayor independencia en la gestión
de la propia escritura.

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