Orientación Educativa: Tema 66
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EDUCATIVA
2. INTRODUCCIÓN
3. EL PAPEL DE LA FAMILIA
3.1. Educación familiar como marco de desarrollo personal y social
7. CONCLUSIÓN
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1. FUENTES CONSULTADAS
1.1. Legislación
Orden ECD/65/2015, de 21 de enero, por la que se describen las relaciones entre las
competencias, los contenidos y los criterios de evaluación de la educación primaria,
la educación secundaria obligatoria y el bachillerato.
Orden 5 de mayo de 2016, por la que se regulan los procesos de evaluación en la ESO y
el Bachillerato en la CARM.
1.2. Bibliografía
MASLOW, A. (1954). Motivation and personality. Nueva York: Harper & Row.
SOLÉ, I. (1996). Las relaciones entre familia y escuela. Cultura y educación, 4, 11-17.
1.3. Web
www.educarm.es
www.fapamurcia.org
www.mecd.gob.es
www.observatoriodelainfancia.msssi.gob.es
www.relacionentrelafamiliaylaescuela.blogspot.com
2. INTRODUCCIÓN
De igual manera, la LOE recoge esta idea en su Título Preliminar, Capítulo I dedicado a
los Principios y Fines de la Educación. En el artículo 1.h recoge como uno de los principios de la
educación, el esfuerzo compartido por el alumno, familias, profesores, centros,
Administraciones, instituciones y el conjunto de la sociedad.
Desde un punto de vista muy práctico las experiencias de padres y madres pueden
enriquecer los planteamientos educativos. Por lo tanto, familia y escuela son dos contextos
complementarios imprescindibles en los procesos de socialización, aprendizaje y educación de
nuestros hijos.
El papel que desempeñan los padres en la educación de sus hijos es un papel activo. No
se trata de intromisión sino de colaboración.
La idea fundamental que surge de la colaboración entre familia y escuela es que los
educadores puedan aprender de los padres tanto como los padres de ellos.
Dentro de la sociedad, las familias son los agentes más apropiados para transmitir las
competencias humanas de generación en generación. La familia es el primer factor de
socialización que posee el niño y también la primera responsable de su educación. El papel de
los padres en la participación es fundamental, tanto por su peso específico como por su
protagonismo en la educación no formal de los alumnos, por lo que deberá tener un
tratamiento. En la actualidad, el papel de la familia transciende de las funciones socializadoras
para convertirse en el primer núcleo educativo. Ciertamente es introductora y formadora de
reglas de convivencia que fomenten hábitos, normas y valores, pero amplía esas posibilidades
al contemplar al niño en todas sus dimensiones: biológica, psicológica, cognitiva, afectiva, social
y moral. En definitiva, para llevarle hacia su autorrealización. (Maslow, 1954).
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Pero, ¿cuáles son las características de la acción educativa de la familia, que la hacen
única e insustituible?
Las prácticas educativas que los padres desarrollan con sus hijos, están determinadas
por una serie de factores que podemos dividir en tres grupos siguiendo a Moreno y Cubero
(1990).
a. Afirmación de poder.
b. Retirada de afecto.
c. Inducción: obligan al niño a reflexionar acerca del “por qué” de su acción.
Sin embargo, la familia no tiene un poder absoluto sobre el niño. Es decir, los padres no
podrán trasmitir a sus hijos las características cognitivas, sociales y de personalidad que deseen,
ya que el niño entra en contacto con otros agentes socializadores (escuela, amigos, etc.), que
también influyen en su desarrollo.
La colaboración de los padres tiene una importancia capital, y por ese motivo ha sido
recogida esta participación formalmente en la legislación educativa: en la LODE y
posteriormente en los Reales Decretos 82/1996, 83/1996, en la Ley Orgánica de 9/1995, de 20
de noviembre de la participación, evaluación y el gobierno de los centros docentes, (LOPEGCE).
Igualmente, en la LOE se resalta la importancia de la colaboración entre familia y centros
educativos, como también lo hace la LOMCE en su preámbulo: “La transformación de la
educación no depende solo del sistema educativo. Es toda la sociedad la que tiene que asumir
un papel activo. La educación es una tarea que afecta a empresas, asociaciones, sindicatos,
organizaciones no gubernamentales, así como a cualquier otra forma de manifestación de la
sociedad civil y, de manera muy particular, a las familias. El éxito de la transformación social en
la que estamos inmersos depende de la educación. Ahora bien, sin la implicación de la
sociedad civil, no habrá transformación educativa”.
Entre las funciones del profesorado (Título III, Capítulo I), artículo 91.c, se indica “la
tutoría de los alumnos, la orientación y la dirección de su aprendizaje, y el apoyo en su proceso
educativo, en colaboración con las familias”, y en el artículo 91. h, “Información periódica a las
familias sobre el proceso de aprendizaje de sus hijos, así como su orientación para la
cooperación en el mismo”.
Como ha destacado el CERI (Center for Educational Research and Innovation, 1997), hay
una obligación señalada por la Asociación Europea de Padres (AEP) que carece de su
correspondiente derecho. Es, precisamente, la que concierne al enfoque de la participación de
las familias en la educación escolar como cooperación: «Los padres tienen el deber de ayudarse
mutuamente para mejorar sus competencias, en tanto que primeros educadores de sus hijos y
como socios de la relación familia-escuela».
Los datos obtenidos en las investigaciones llevadas a cabo en toda España, demuestran
que la inmensa mayoría de los contactos madres-profesores son de tipo informal, los cuales van
disminuyendo con la edad. Si analizamos las principales dificultades que nos encontramos en la
colaboración familia-centro, podríamos mencionar las que surgen según la perspectiva del
profesorado:
Los mismos profesores plantean que las soluciones pueden estar en hablar más con los
padres sobre los aspectos positivos de sus hijos, potenciar actividades informales, llamarles
para prestar servicios en el centro y fomentar procesos dirigidos, entre otros a:
a) Conocer al niño
que la escuela representa un conjunto de conductas diferentes, al entrar en contacto con otros
contextos y otras personas. En definitiva, se trata de conseguir un conocimiento progresivo y
mutuo del niño, y sirven para que padres y maestros se vean como colaboradores, personas
que comparten unos interese y tareas mutuas.
Los objetivos o razones por los que familia y escuela deben colaborar, son según Mittler
(1991):
Para que esto no ocurra, se deberían seguir unas normas básicas para informar a los
padres:
Los intercambios de información de los maestros hacia los padres no siempre adoptan la
forma de intercambios individuales a propósito de un niño o una niña concretos. Hay
informaciones que conciernen a todo un centro, otras que valen para todo un ciclo educativo y,
finalmente, otras que afectan a un grupo de niños. Para todas ellas es preciso que existan
procedimientos e instrumentos para canalizar las distintas necesidades surgidas a raíz de los
intercambios de información.
- Contacto informal.
- Cuestionarios.
- Informes individuales.
- Entrevista.
- Notas informativas
- Reuniones grupales.
- Reuniones por grupos.
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2º Dar Formación
Muchos padres están interesados en ampliar sus conocimientos sobre temas que están
relacionados con sus hijos. Esto es positivo, en tanto que favorece su relación con la escuela al
producirse un acercamiento, y proporciona a la familia nuevas habilidades como educadores de
sus hijos.
Los temas deberán ser de interés para la familia. Esta intervención formativa estará
recogida en las programaciones docentes, será realizada por el personal docente del centro o
por personal de apoyo al mismo.
Para llevar a la práctica estos dos puntos, información y formación, desde los centros se
organizan dos tipos de actuaciones referidas a padres: Charlas - Coloquio y/o Escuela de padres.
Como ya hemos señalado, las vías de colaboración familia – escuela, deberán estar
recogidas en el PEC, diseñadas siempre desde un punto de vista realista, y siendo muy
conscientes de que su puesta en marcha implica un alto grado de compromiso por ambas
partes.
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La colaboración en esta etapa sigue siendo importante, pero los imperativos de la etapa
anterior han desaparecido en parte, debido sobre todo, a la mayor autonomía de los niños. Esta
falta de urgencia en las actuaciones de padres-profesores suele llevar a un relajamiento de las
relaciones entre familia y profesores, cuestión que suele resultar enormemente negativa para
el desarrollo escolar del alumno que, sin duda alguna, percibe dicho cambio.
en relación con el progreso académico de los alumnos, los padres, madres o tutores legales
conocerán las medidas de apoyo y refuerzo adoptadas para mejorar el rendimiento académico
de sus hijos, así como las decisiones sobre evaluación y promoción. Los padres, madres o
tutores legales recibirán orientaciones para participar y apoyar el proceso educativo de sus
hijos.
La colaboración de las familias con la escuela en esta etapa se debería centrar en las
siguientes tareas:
Participan, al igual que el resto de los miembros del Consejo Escolar, en el cumplimiento
de las funciones de este Órgano de Gobierno Colegiado, que entre otras son (LOMCE,
modificación del artículo 127 de la LOE):
El AMPA es la forma más eficaz que tienen los padres de organizarse dentro del centro
escolar. Desde la AMPA pueden establecer una plataforma abierta de participación y
reivindicación en todo lo referente al quehacer educativo, y conseguir conjuntamente con los
maestros, que los alumnos aprendan los valores propios de una sociedad democrática.
Sus funciones están reguladas por el Real Decreto 1533/1986, de 11 de julio. Este Real
Decreto establece que las AMPA podrán:
- Presentar informes al Consejo Escolar por iniciativa propia o por demanda de este.
- Elevar al Consejo Escolar propuestas para la elaboración del PEC y PGA.
- Recibir información del Consejo Escolar, conociendo el orden del día de la
convocatoria del Consejo, para poder hacer las propuestas oportunas.
- Informar al Consejo Escolar de aspectos de la marcha del centro que consideren
oportunos.
- Recibir un ejemplar del PEC y Propuesta Curricular (ahora programaciones
docentes).
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- Implicación en talleres:
objetivos, contenidos, estrategias y evaluación de los talleres. Deberá ser trabajado con los
padres con detenimiento, para evitar que se desarrollen actividades que se alejen de lo
programado.
En ambos casos, se deberá partir de un compromiso en firme por ambas partes, para
asegurar una constancia en la participación en las actividades que lo requieran.
Entre las funciones que como Orientadores tenemos asignadas en los centros (Decreto
359/2009, de 30 de octubre, por el que se establece y regula la respuesta educativa a la
diversidad del alumnado en la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia; Orden 24 de
Noviembre de 2006, por la que se dictan instrucciones sobre el funcionamiento de los EOEP; y
Resolución de 3 de septiembre de 2003, por la que se dictan instrucciones para el
funcionamiento de los Departamentos de Orientación), está la de fomentar la colaboración y el
establecimiento de cauces fluidos entre el centro educativo y la familia, para contribuir al
desarrollo integral de los alumnos, potenciando al tiempo el acercamiento y el conocimiento
mutuo, además de proporcionar información, formación y apoyo a estas. De forma más
específica, podemos señalar el Decreto 359/2009, de 30 de octubre, por el que se establece y
regula la respuesta educativa a la diversidad del alumnado en nuestra Región, en concreto en el
artículo 29. “Principios y ámbitos de actuación de la orientación Educativa”, que establece
como uno de los principios básicos que han de inspirar la orientación educativa del alumnado,
la “La intervención social, que tiene en cuenta el contexto socioeducativo en el que se
desenvuelve la vida escolar y familiar de los alumnos y la propia actuación psicopedagógica”.
Por otra parte, en el mismo artículo se establece que “La orientación educativa y
psicopedagógica en las etapas de educación infantil y educación primaria estará dirigida
especialmente hacia el apoyo al proceso de enseñanza y aprendizaje y la acción tutorial, siendo
el maestro tutor, con la colaboración de los profesionales de la orientación, quien coordine el
proceso educativo individual y colectivo del alumnado y la acción educativa de todos los
maestros que intervienen en la actividad pedagógica del grupo. Asimismo, será el maestro tutor
quien mantenga una relación permanente y activa con las familias”.
Por otra parte, se destaca como una de nuestras funciones en artículo 30.2 del Decreto
citado, la de “Contribuir a la adecuada relación entre los distintos integrantes de la comunidad
educativa, así como entre esta y el entorno social, asumiendo un papel de mediación en el
establecimiento de nexos de colaboración y planificación conjunta”.
Queda por tanto clara la importancia de la intervención del Orientador como nexo de
unión entre el centro y la familia y como agente que ha de asesorar para que la colaboración
entre la institución educativa y familiar trabajen juntos, colaboren y planifiquen actuaciones
con un mismo fin: el éxito educativo del alumnado.
7. CONCLUSIÓN
Los cambios de la sociedad actual son rápidos y profundos. Los sujetos no están
preparados para adaptarse a ellos en los diversos niveles: biológico, psicológico y social. La
complejidad, cada vez mayor, que la caracteriza, demanda una nueva visión educadora de la
familia y la escuela, lo que exige su compromiso para trabajar unidas en un proyecto común.
Puesto que familia y escuela son los principales agentes de socialización y son los
entornos más estables donde permanece el niño en su primera infancia, es necesario una
colaboración y cooperación que garantice una coherencia y modelos adecuados para
desarrollar no solo conocimientos, sino también normas, valores y actitudes, consensuados y
aceptados por toda la comunidad escolar.
No es suficiente que los padres deleguen en los centros la educación de sus hijos, ya que
si no existe una colaboración y apoyo por parte de la familia, difícilmente los centros podrán
llevar a cabo una tarea educativa con los alumnos. Tampoco es bastante con una colaboración
puntual y esporádica, es necesario que los padres se impliquen en todos los procesos
educativos de sus hijos, y que supervisen su educación, pero también es necesario que valoren
el esfuerzo y constancia realizado por sus hijos, y por sus profesores, respetando la labor y
profesionalidad de cada uno.
Tal como recoge el documento “La participación de las familias en la educación escolar”,
elaborado por el Consejo Escolar de Estado y publicado por el Ministerio de Educación, Cultura
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y Deporte (2014), el futuro de la participación de las familias pasa, con toda probabilidad, por
avanzar en los modelos de cooperación entre familia y centro educativo con el apoyo, la ayuda
y el estímulo de los poderes públicos. Cabe concluir este capítulo trayendo a colación la
reflexión que al respecto efectúa Bastiani (1993) y que la expresa en los siguientes términos:
«No se puede dejar evolucionar sin ayuda y a su propio ritmo la asociación entre familia y
escuela. Tampoco se debería autorizar a los profesores y a los padres a desarrollarla ellos
mismos sin ser apoyados. Hay en ello una tarea esencial que requiere no solamente de
imaginación, sino también de organización, comprensión y ayuda».