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Analisis Financiero - Monetaria

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Nombre: Marcela Mikaela Montaño Doria Medina

Reg.213046830 grupo: “A”

Universidad Autónoma “Gabriel René Moreno”


“Facultad de Ciencias Económicas,
Administrativas y Financieras”
Nombre: Marcela Mikaela Montaño Doria Medina
Reg.213046830 grupo: “A”

Resumen Ejecutivo

Este texto caracteriza la crisis financiera mundial como punto de inflexión de la


cuarta onda larga de Kondratiev2. Analiza los precios de materias primas
minerales e identifica los períodos donde el ciclo muestra asimetría y vuelve a
coincidir con el ciclo industrial. Explica el papel de China, su política monetaria y
las burbujas especulativas en el mercado de minerales; analiza su modelo de
desarrollo y sus coincidencias con el boliviano.

En las cuatro últimas décadas los mercados de productos básicos - metales e


hidrocarburos - han experimentado períodos de auge con características
diferentes en cada uno de los tres ciclos cortos que observamos hasta el año
2009. El primer ciclo va de 1972 a principios de los años noventa. El segundo ciclo
empieza en 1991 y termina el año 2002. Por último, el ciclo que en su fase de
auge va desde 2003 hasta finales de 2008 y empieza en su fase bajista el año
2009.

Este impacto negativo de la nueva economía y del cambio tecnológico sobre la


demanda de materias primas de minerales no ferrosos explica, a su vez, los
cambios relativos en la estructura del comercio mundial, que se manifiesta en una
creciente y exitosa presencia e inserción en la globalización por parte de Asia
(incluyendo China e India) y una menor participación de los restantes países
capitalistas atrasados.

El boom de exportaciones de minerales e hidrocarburos (2003-2008) es el más


grande que la economía boliviana haya experimentado en el pasado. El país
obtuvo ganancias adicionales por exportación de minerales del orden de $us 1.650
millones y por hidrocarburos $us 2.870 millones. Un valor adicional recibido por
mayores exportaciones de materias primas de $us 4.520 millones.

Si bien la economía boliviana no parece estar aún madura para el cambio de


modelo y política económica y dejar atrás setenta años de populismo económico
(de derecha e izquierda), al menos, dadas las perspectivas, desafíos y
oportunidades que ofrece el mercado internacional de minerales, energéticos y
alimentos, debiera volcar su interés y comercio hacia el Pacífico y Asia y, en
particular, hacia China.
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1. Introducción

El fenómeno de la crisis mundial se manifestó en diciembre de 2007. Ya en la


mitad del año 2008 se expresó como una reducción generalizada de los niveles de
endeudamiento relativo al capital en los mercados financieros y se profundizó, al
terminar el mismo año, en una de las contracciones más pronunciadas en la
historia del capitalismo mundial. El rápido deterioro de las condiciones económicas
y financieras dio lugar a un círculo vicioso de retroalimentación entre el
debilitamiento de las economías nacionales y la fragilidad de los sistemas
financieros en casi todos los países del mundo. De acuerdo con el Banco Mundial,
el proceso de progresivo deterioro mostró la siguiente secuencia: “A medida que
los inversionistas repatriaban sus activos en el extranjero y las condiciones
crediticias se hacían más restrictivas, las empresas de todo el mundo se veían
obligadas a recortar su producción y a posponer sus planes de gasto de capital”
(BM, 2009).

2. Estado del Arte


(a) Antecedentes en relación al trabajo de investigación

Antes de analizar las consecuencias de la crisis global, es necesario recordar que


su emergencia no pudo ser anticipada ni por los hacedores de política económica
y menos por el medio académico. Hasta hace unos meses se insistía en el
carácter temporal de la crisis y que el propio mercado, complementado por las
políticas contra cíclicas (monetaria y fiscal), se encargaría de someterla. Hoy se
evidencia una falla de la capacidad predictiva de la ortodoxia del libre mercado y
de quienes intentan convertir a la Economía en disciplina de medición y en ciencia
exacta. El paradigma económico del mundo desarrollado durante los años de
expansión fue establecido sobre la idea fuerza de flexibilidad. Según esto, los
países económicamente exitosos eran aquellos que permitían flexibilidad en sus
mercados de bienes y factores. El rápido crecimiento les estaba destinado a
quienes permitieran a las compañías ajustarse en sus políticas de precios y
salarios sin restricciones: los contratos salariales hacían posible que las
compañías ajustaran los salarios hacia

La Academia produjo muchos modelos que enfatizaron en la necesidad de


flexibilidad. Los organismos internacionales satanizaron a aquellos países con
rigideces en sus mercados de bienes y trabajo y los urgieron a introducir reformas
estructurales. El Consenso de Washington —con su trilogía liberalización,
privatización y desregulación— condicionó la cooperación al desarrollo a la
implementación de estrictos programas de apertura sin restricción alguna al
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proceso de globalización. El gran modelo fue los Estados Unidos, que poseía un
modelo económico superior gracias a su flexibilidad. Desde la emergencia de la
crisis financiera global, la economía mundial está crecientemente estrangulada por
el fenómeno de la deflación de la deuda3. Durante este proceso los propietarios
de bienes raíces y las compañías (bancos) con excesivas deudas fueron forzados
a vender sus activos a precios de liquidación bajos, impulsando problemas de
insolvencia en el sistema financiero. En este proceso, las empresas son forzadas
a retirar trabajadores y/o reducir sus salarios; como resultado, más propietarios de
bienes raíces encuentran imposible cumplir con sus deudas: los intentos fallidos
de algunos por cubrir sus deudas hacen más difícil para otros el pagar sus
obligaciones.

Con el valor de sus activos a la baja y salarios en descenso, el meollo del


problema de la deflación de la deuda es que el nivel de la deuda está fijada como
una variable nominal; es una variable rígida mientras todo lo demás es flexible
(salarios, valor de los activos y empleo). Lo más difícil es sacar a la economía de
esta dinámica. Las economías más flexibles son las que más sufren en esta
situación. Si las compañías pueden despedir trabajadores y recortar salarios con
facilidad, será para los propios trabajadores cada vez más duro salir de la
dinámica de la deflación de la deuda pues tendrán que vender sus casas y otros
activos más rápidamente, amenazando a otros con la bancarrota (incluyendo a los
bancos). Por ello, una forma de frenar la dinámica de deflación de la deuda es
introducir rigidez en los contratos salariales, precios y empleo. Este es el caso del
sistema de seguridad social. Las economías rígidas se han caracterizado por tener
generosos sistemas de seguridad social, subsidian el desempleo con mucho y
durante largo tiempo. De esta manera, resulta que la rigidez es una gran ventaja:
los trabajadores no pierden inmediatamente sus trabajos, sus salarios no son
recortados instantáneamente, dando algún respiro a la dinámica. Pero este circuito
de freno no elimina la dinámica de la deflación de la deuda, solo la ralentiza.
Existe un último circuito de freno, que es detener en seco la dinámica con una
fuerte intervención del Estado que, además de subsidiar al sector privado, puede
—en última instancia—hacerse cargo de los pasivos del sistema a cambio de
tomar acciones, llegando hasta la nacionalización de la banca. Los déficits
presupuestarios en los países con mayores rigideces se incrementarán más que
en los países más flexibles.

Estas intervenciones del Estado abarcan: desde la continuada inyección de


liquidez (vigente a partir de la crisis de 1989); la financiación a mediano y largo
plazo de las entidades financieras e incluso de recapitalización vía adquisición de
acciones por parte de los tesoros públicos. Estas medidas fiscales altamente
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expansivas parece que han empezado a devolver algo de confianza al sistema


bancario.

La turbulencia financiera global ha tenido consecuencias severas sobre la


economía globalizada. La primera es la recesión de la economía mundial. En
conjunto, la economía mundial podría tener su peor comportamiento de las últimas
tres décadas en 2009. La buena noticia viene del lado de la inflación, donde es
previsible una caída en línea con el derrumbe de los precios de las materias
primas. Esto facilita la actuación de los bancos centrales para reducir las tasas de
interés. Pero el problema es que mientras no se restaure la confianza en el
sistema bancario, la cadena de transmisión de los impulsos monetarios continuará
rota y las bajadas de los tipos de interés no tendrán consecuencias sobre el coste
de crédito, generando una especie de moderna trampa de liquidez keynesiana
(hay exceso de dinero pero la demanda es insuficiente). Un segundo impacto de la
crisis será las finanzas públicas. El déficit vendrá por el lado de la recesión vía
estabilizadores automáticos y el enorme costo de los planes de ayuda a sus
sistemas financieros, que van desde la adquisición de los activos tóxicos hasta la
nacionalización e inyección de capital en los bancos para evitar su caída. Todo
hace prever que la partida de costes financieros de los presupuestos nacionales
se va a incrementar notablemente. A esto se debe sumar el costo fiscal de las
medidas contracíclicas.

Un tercer impacto será el proceso de globalización. Recordemos que la Gran


Depresión del 29 acabó con la internacionalización iniciada a fines del siglo XIX,
ante la cual los países re accionaron con la autarquía. Aunque ahora puede ser
diferente, es indudable que afectará a la liberalización de los flujos de capital y de
los intercambios comerciales. En ambos casos la rigidez y el control reemplazarán
a la flexibilidad. Por último, un impacto relevante en el plano de la teoría es el
abandono —después de un intenso debate— de la ideología del libre mercado. Se
abre otro debate acerca de la reforma del sistema capitalista a partir de la
intervención del Estado en el sistema de libertad absoluta de precios, cuyo
alcance y profundidad estarán dados por las respuestas de la política pública a los
fallos del mercado (inequidad, crecientes bolsones y brechas de pobreza, medio
ambiente, bienes públicos y satisfacción de las necesidades sociales). Estamos
asistiendo al punto de inflexión de una larga fase recesiva de la cuarta larga onda
de Kondrátiev, a la par que a un cambio de paradigmas en la economía, que no es
lo mismo que la crisis definitiva del capitalismo. El retorno a la senda del
crecimiento no será posible en ausencia de grandes innovaciones y cambios
tecnológicos, proceso que demandará una interrelación activa y creciente entre el
Estado y los agentes privados y una fase de transición muy larga y traumática.
Esta crisis tiene las características de una L antes que una W; un aterrizaje brusco
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seguido de un largo período de estancamiento. Estado y mercado no serán los


mismos al cabo de un período de reformas largo y profundo. La construcción del
nuevo paradigma podría pasar por la gradual construcción de una sociedad
socialista de mercado en los países donde el desarrollo del capitalismo ya está
maduro.

En las últimas dos décadas (1989-2008) hemos sido testigos de la caída de dos
paradigmas que el siglo XX nos ha legado. El derrumbe del paradigma de la
rigidez absoluta, el dirigismo estatal del mundo socialista burocratizado, corrupto e
ineficiente, con la caída del muro de Berlín; y el derrumbe del paradigma de la
flexibilidad, de la ideología del libre mercado, con la crisis global del capitalismo al
finalizar la primera década del siglo XXI. Aunque es aún prematuro identificar el
verdadero origen de la crisis actual, las hipótesis apuntan a que estamos frente a
una crisis sistémica, el fin de la cuarta larga onda de Kondrátiev y el inicio de una
quinta larga onda. La prolongación de la fase depresiva de la cuarta onda (18 años
más que las anteriores) se explicaría por la naturaleza esencialmente expansiva
de la política monetaria contra cíclica que aplicaron los bancos centrales y los
gobiernos desde 1989. La expansión monetaria ha distorsionado el marco de las
decisiones de los agentes —familias, empresas y bancos— y ha llevado a una
asunción incorrecta del riesgo, a un exceso de crédito y a la aparición y sucesión
de burbujas especulativas en los precios de los activos y bienes.

b) Bases teóricas

América Latina ha experimentado en las últimas dos décadas (1989-2008) dos


fases de expansión económica. La de los años noventa que fue interrumpida por
las crisis financieras de Asia, Rusia, Brasil y Argentina, y la de la primera década
del nuevo siglo (2002-2008) que termina con el impacto diferido de la actual crisis
financiera mundial. La fase expansiva de los años noventa (1991-1997) es el
resultado de la inserción de los países latinoamericanos a la globalización. El auge
se explica por el influjo de capitales que permite cerrar la brecha en cuenta
corriente de balanza de pagos, en vista de la vigencia de términos de intercambio
desfavorables para la región en este período. El endeudamiento externo, público y
privado, fue muy elevado. Este breve auge se frena por la emergencia de las crisis
financieras de Asia, Rusia y América Latina. Quizá lo más positivo del período fue
el éxito en bajar la tasa de inflación. El impacto de la crisis financiera fue muy
elevado en términos de pérdidas de producción, empleo y bienestar. La fase
expansiva reciente (2002-2008) que termina en el último trimestre del año 2008 es
muy diferente. El auge es el resultado combinado de la globalización financiera y
de términos de intercambio muy favorables. En un ambiente externo tan positivo,
no es de extrañar que el crecimiento promedio de la región haya sido cercano al
6% y la inflación inferior al 5% promedio anual.
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Tampoco debe extrañar que el desempeño económico de la región haya sido


excelente. Los superávits en cuenta corriente y la acumulación neta de reservas
internacionales llegaron a niveles inéditos en el pasado. El superávit fiscal superó
el 1,5% del PIB. Los sistemas financieros y bancarios muestran solidez y alto
crecimiento. Pero todo esto es el resultado de la vigencia de un escenario
internacional muy favorable y una administración gubernamental que fue
ampliamente superada en su capacidad de gasto e inversión pública por la
enorme afluencia de recursos externos y de ningún modo el resultado de aplicar
políticas de austeridad. La emergencia de la crisis financiera mundial y la caída de
los precios de las materias primas empiezan en la segunda mitad del año 2008 y
en países como Bolivia, recién a partir del segundo trimestre de 2009. La crisis
global del capitalismo irrumpe cuando los países de América Latina están en una
situación menos vulnerable que en las anteriores crisis, aunque la crisis plantea
grandes desafíos e interrogantes hacía adelante.

Como hemos visto, la crisis global del capitalismo es sistémica, se despliega por
todas las regiones y sectores con un alcance, profundidad y duración aún no
predecible. Su similitud con la Gran Depresión de 1929 está dada por su
característica y por la orientación y prioridad asignada a la política contracíclica
que trata de evitar a cualquier costo la deflación. Desde la crisis de 1989 la
autoridad monetaria y fiscal apuesta por la expansión monetaria como mecanismo
para evitar la deflación de precios como resultado de una crisis generalizada de
sobreproducción. El despliegue de la crisis y su impacto sobre la economía de los
países en desarrollo y los países emergentes tiene dos aspectos centrales: la
crisis financiera en las economías centrales y la caída de los precios de las
materias primas. A continuación analizaré el comportamiento de los precios de las
materias primas metales e hidrocarburos.

China: un dragón hambriento por materias primas Desde la vigencia de las


políticas de apertura al mercado externo (1979), China es el factor dominante en el
mercado mundial de materias primas (metales no ferrosos, minerales energéticos -
petróleo y gas natural, hierro y acero); es el único país con una alta y sostenida
tasa de crecimiento a largo plazo. Es la cuarta economía más grande del mundo.
Si la comparamos a base del tipo de poder de paridad de compra, China ya es la
segunda economía más grande del mundo detrás de Estados Unidos y delante de
Alemania y Japón. El año 2008 fue el mayor exportador del mundo. El promedio
anual de crecimiento de la economía China desde 1990 fue del 8,5%, tres veces
más que el promedio mundial. China representa una amenaza y una oportunidad
para el mercado de minerales, petróleo y gas natural y para los países capitalistas
atrasados que, como Bolivia, dependen de la exportación de sus recursos
naturales. Es una amenaza porque allí donde China es un exportador neto (tierras
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raras, magnesio, molibdeno, aluminio y carbón), no es posible competir con el


entorno económico chino. El modelo y política económica chinos han sido
diseñados para potenciar el crecimiento mediante una explosiva expansión de la
exportación de manufacturas baratas. China es un factor de desinflación para la
economía mundial, haciendo posible políticas monetarias mundiales expansivas
sin inflación. China representa, asimismo, una oportunidad para invertir y producir
materias primas minerales allí donde es un importador neto (oro, platino, petróleo,
gas natural, cobre, zinc, hierro, acero, níquel, carbón metalúrgico y litio). Debido al
acelerado proceso de industrialización alcanzado en las últimas décadas, el
comercio externo y las importaciones netas se dispararon a tasas exponenciales
(7 mil veces en 35 años) como se muestra en el Gráfico 2.

c) Bases legales
El auge de los años setenta tuvo su impulso en las políticas keynesianas
expansivas - fiscales y monetarias - que no pudieron detener la crisis de
estanflación. Pero el origen y factor detonante del alza de precios de las
materias primas fueron las políticas de regulación de la oferta (OPEP y CIE)4
que distorsionaron los mercados y provocaron un traumático ajuste de precios
hacia abajo durante los subsiguientes años ochenta. Se forzó el uso de los
esquemas de estabilización de precios, que provocaron mayor inestabilidad y
consintieron prácticas de regulación de oferta mediante cuotas de exportación
e intervención directa en el Mercado de Metales de Londres (LME) con la
acumulación de existencias y consecuentemente precios artificialmente altos.
El efecto a largo plazo fue más dañino para los metales que entraron en estos
esquemas y que con precios artificialmente elevados y elasticidad de precio de
la demanda elevadas alentaron un proceso de sustitución de los metales con
materiales sucedáneos más baratos (en el caso del petróleo hubo una caída
del consumo y su uso más racional) y además de una fuerte presencia de la
especulación en los mercados.
d) Definición de términos Básicos

Es cierto que algunos productos básicos (petróleo, gas natural, oro, plata y
estaño) fungen hoy como vehículos de inversión especulativa en la crisis
financiera global. Por lo mismo están sujetos a mayor volatilidad y a la
aparición de nuevas burbujas especulativas. Pero dado que los factores
reales y fundamentos del mercado están de bajada, la tendencia de los
precios de metales, petróleo y gas natural será hacia una sostenida caída
pero con mayor volatilidad.
El fracaso de las políticas de regulación de oferta bajo el contexto de una
crisis mundial de estanflación (1970-1985) y las políticas de ajuste
estructural como respuesta en los países desarrollados, dejaron a los
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mercados de metales y de hidrocarburos en desequilibrio y con distorsiones


(excesos de oferta, inventarios altos, pérdida irreversible de mercados,
salida de los productores marginales) y un importante efecto depresivo
sobre los precios en la década y media siguiente (1986-2002)

3. El problema objeto de estudio


El bajo nivel de inversión y la débil capacidad de respuesta de la
producción minera e hidrocarburos ante ambientes de mercado favorables
ha sido la respuesta de la oferta boliviana a este extraordinario período de
auge.
4. Justificacion e importancia

El índice de la Oficina de Investigación de Materias Primas (índice CRB por sus


siglas en inglés) elaborado y publicado por Bloomberg incluye 17 materias primas
igualmente ponderadas divididas en los sectores de granos, vestidos, metales
preciosos, metales industriales, energía y los llamados softs commodities. El
índice de precios para materias primas exportadas por Bolivia (Jordán, 2008) para
el período 2002- 2009 muestra que para los precios de los metales, el petróleo y el
gas natural existe una perfecta simetría con el ciclo industrial de la economía
mundial.

Los precios de las materias primas alcanzaron los niveles más bajos de todos los
tiempos en el año 2002. Una reversión de la tendencia hacia el alza se observa en
el período 2003-2008. Un examen del ciclo a largo plazo de los precios de las
materias primas nos muestra las siguientes fases alternadas de alzas y bajas en
los precios:
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5. Objetivos
 Objetivo General
La inserción exitosa de Bolivia en los mercados de materias primas y la
conquista de los mercados de manufacturas de los países desarrollados,
no serán posible si el país no mejora sustancialmente su capacidad
competitiva hasta igualar o superar las ventajas que actualmente ofrece
China a cualquier inversionista extranjero. Estas ventajas competitivas que
permiten a China producir y exportar masivamente a muy bajo costo se
basan en una combinación de factores: elevados coeficientes de ahorro,
cantidad y calidad de recursos naturales, mano de obra barata y altos
márgenes de ganancias atribuibles a la protección eficiente mediante el tipo
de cambio subvaluado.
 Objetivos Específicos
 Cambio del paradigma basado en el petróleo al paradigma basado
en la información y el conocimiento.
 La miniaturización de la producción. La intensidad de uso de metales
en los productos terminados cae vertiginosa y de manera simultánea
se masifica la producción de bienes manufacturados.
 Intenso proceso de sustitución de los metales por productos
manufacturados más baratos (plásticos en vez de aceros, fibra
óptica en vez de cobre).
 El uso del tiempo real en la información donde cero inventarios y
entrega a tiempo son el nuevo concepto empresarial.
 Aumento de la tasa de innovación y de la productividad.
 Competencia más abierta y feroz a partir de la aplicación de nuevas
tecnologías.
B) Alcance y Limitaciones
Esta rigidez de la oferta ante precios altos puede atribuirse a los siguientes
factores y obstáculos estructurales:
• Cambios pendulares y frecuentes en las políticas de ordenación que
definen los papeles del sector público y privado. Las reglas del juego y la
constitución económica experimentaron cambios radicales. En ambientes
de incertidumbre disminuye el apetito por invertir en actividades
caracterizadas por largos períodos de maduración de la inversión. Esto se
refleja en los bajos niveles de inversión de riesgo en exploración.
• Alto e inusual riesgo político de la inversión en recursos naturales no
renovables. El capital invertido se recupera a largo plazo (12 años como
promedio) y se realiza en el área rural muy empobrecida, con marginalidad
creciente y ante un Estado nacional incapaz de aplicar una efectiva lucha
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contra la pobreza. El Estado se ha debilitado en su capacidad y función de


hacer cumplir la ley. La ideología liberal amplió las abismales diferenciales
de productividad agrícola tradicional y la agricultura capitalista exportadora.
El estatismo mantuvo la brecha pero deprimió ambos sectores. Bolivia
muestra una de las más altas tasas de migración campo/ciudad y una
presión social y política adversa de marginales y desocupados sobre
cualquier tipo de inversión.
• Escasa capacidad y versatilidad de los empresarios bolivianos para
asimilar y difundir nuevas tecnologías de punta. Con el agotamiento de
reservas de oro de baja ley en Inti Raymi, la tecnología moderna de tipo
modular no fue transmitida ni asimilada por otros productores en Bolivia (a
excepción de Don Mario, de propiedad de COMSUR en el oriente boliviano,
a una escala muy pequeña). A pesar de que el mayor potencial de reservas
de oro en Bolivia está en los minerales de baja ley.
• El desempleo asociado a la crisis minera de los años ochenta, noventa y
a partir de 2009, ha dejado a la deriva en las áreas mineralizadas del
occidente boliviano a una masa flotante de desocupados y de ocupación
marginal con productividad muy baja e informal. Estas huestes, que se
autodenominan “cooperativas”, se dedican al juqueo5 en interior mina, robo
de minerales y concentrados, intermediación ilegal y a la ocupación ilegal
de operaciones mineras formales6 y tienden a migrar hacia la actividad
ilícita del narcotráfico o a emigrar al exterior.
• No parece haber espacio para nuevas expansiones en reservas,
capacidad productiva con economías de escala y nuevas tecnologías de
punta, que pueda contrarrestar la tendencia descendente de la producción
boliviana por rendimientos decrecientes. Las pocas nuevas inversiones en
curso no parecen que alterarán esta tendencia: los proyectos San
Bartolomé, un emprendimiento rentable y de gran impacto social, pero
pequeño en capacidad, inversión y producción; San Cristóbal, proyecto
grande pero que ofrece dudas sobre su rentabilidad a largo plazo, luego de
casi 12 años de maduración de la inversión, su puesta en marcha ha
coincidido con la fase recesiva de precios generando flujos negativos y
pérdidas y la quiebra de Apex Silver para ser absorbido por Sumitomo (es
un proyecto con reservas de muy baja ley y rentabilidad muy vulnerable a
variaciones de precios); el Mutún es un proyecto de muy largo plazo, cuya
factibilidad depende de que se pueda financiar la construcción de una
infraestructura energética, portuaria, caminera y ferroviaria, muy costosa. •
Ante estos factores estructurales, es evidente la total ineficacia de las
políticas de corto plazo de incentivo fiscal a la inversión como la
depreciación acelerada y la doble imputación contra gastos de la inversión,
como gasto y depreciación (medida del ex presidente Carlos Mesa), rebaja
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de impuestos y regalías, devolución anticipada de impuestos indirectos,


etcétera. Políticas de incentivo monetario: tasas de interés preferenciales,
refinanciamiento o perdón de deuda. Políticas de devaluación en el
contexto de una economía dolarizada. Políticas de corto plazo que no
alteran los obstáculos estructurales, ni la inestabilidad institucional y
jurídica.
6. Metodología. Método y Técnica
Este crecimiento debiera ser inducido por un papel central del Estado,
capaz de promover una revolución industrial en el marco de una protección
macroeconómica eficiente. A este efecto se requiere que los precios
relativos sean regulados induciéndolos desde la sobrevaluación hacia la
subvaluación de la moneda nacional mediante la intervención exógena de
la autoridad monetaria. Políticas económicas que alienten un alto
coeficiente de ahorro e induzcan un elevado crecimiento de la inversión y
de las exportaciones con alto valor agregado. La experiencia fallida de casi
un cuarto de siglo de proteccionismo estatal y 18 años de ideología liberal,
demuestra que ni el Plan Estatal (ausente o desfasado de la realidad) ni el
sistema de libertad de precios fueron los instrumentos más idóneos para
contraer el consumo de la clase rentista, ni aumentar el ahorro interno y
menos intermediar eficazmente el reducido mercado de ahorro e inversión
interna.
Cualquier política de inserción en el proceso de globalización debe partir de
un recuento de las ventajas comparativas y competitivas de Bolivia,
respecto a su dotación de recursos naturales y la abundancia de mano de
obra con respecto a los países o regiones con los que se compite en el
mercado externo. En este sentido, Bolivia posee una diversidad de
recursos naturales minerales, energéticos y agrícolas que son similares
aunque con menor diversidad y abundancia que China y que los países
capitalistas atrasados.
7. Análisis e interpretación y/o descripción de resultados
La estructura de la producción y empleo en Bolivia muestra una
preponderancia de la agricultura atrasada de baja productividad y una
reducida influencia del sector moderno primario exportador basado en la
abundancia relativa de recursos naturales y que constituye el eje
articulador del equilibrio a corto plazo. Este fue un obstáculo y
característica de China antes de las reformas de apertura al mercado
externo del año 1979. La preponderancia de los criterios políticos por sobre
los económicos en la toma de decisiones y en la asignación de recursos
fue otro rasgo en común. A partir de 1979 se observa un comportamiento
asimétrico. China empieza un proceso de apertura a la globalización,
crecimiento y modernización acelerados, mientras Bolivia se mantiene en
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un estado de estancamiento secular. China empieza un proceso de


inserción gradual al mercado externo y de liberalización comercial. Los
contratos de riesgo compartido fueron el instrumento idóneo usado para
acceder al capital, la tecnología y capacidad empresarial que no disponían,
y para el traslado de 450.000 campesinos pobres, propietarios de sus
medios de producción, como mano de obra barata hacia la actividad
manufacturera exportadora.

8. Conclusiones y recomendaciones
Ventajas comparativas
Hasta la década de los noventa Bolivia sufre los efectos de una
competencia feroz y desleal de China con la venta dumping de sus
excedentes de materias primas. Acicateada por su alto ritmo de
industrialización y necesidades crecientes de importación de capital,
materias primas, energía, servicios y tecnología, China realiza ventas
masivas (tipo dumping) al mercado externo de estaño, wolframio y
antimonio, a precios muy por debajo de los vigentes en el mercado
internacional y para obtener sus necesitadas divisas. A partir de la primera
década del siglo XXI la economía de China ingresa al mercado mundial
como importador neto de materias primas metálicas y energía,
determinando un punto de inflexión en la tendencia bajista de los precios.
Bolivia asume pasiva y resignada los efectos negativos de su salida del
mercado internacional del estaño y los altos costes sociales consiguientes.
Las empresas y productores que salieron del mercado se concentraban en
el altiplano y valles interandinos, el área más pobre y marginal de América
Latina. Lo increíble es que, por la ineficacia y poca profesionalidad con la
que se manejan los asuntos económicos externos, Bolivia no acudió con
una queja ante la Organización Mundial de Comercio contra China por sus
prácticas de competencia desleal. Bolivia podía haber exigido
compensaciones justamente cuando esta organización estaba
considerando la solicitud de ingreso de China. En síntesis, el proceso de
inserción de China al mercado mundial de minerales y energía en las
últimas décadas se ha caracterizado por:
• Dramáticas fluctuaciones en los valores de importación de hierro y acero.
• Alza impresionante en el valor de las exportaciones de petróleo y
derivados hasta 1985, que es cuando se derrumban sus precios y el
consumo interno experimenta ulteriores crecimientos. A partir de 2002
China se convierte en un gran importador neto de minerales y petróleo del
resto del mundo. Este balance del mercado externo de China de minerales
metálicos ferrosos y no ferrosos y de minerales energéticos, muestra que la
avidez de China por materias primas metálicas y energéticas tiene que ver
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con la dimensión - sin precedentes en el pasado y el impacto mundial del


proceso de rápida industrialización de este país. Por tanto, si los factores
dominantes en los mercados mundiales de metales, energía y alimentos8,
se encuentran en Asia y el Pacífico, Bolivia tiene que volcar su atención y
vocación exportadora hacia el Pacífico, China e India. China es el mercado
donde Bolivia debe medir sus posibilidades competitivas (exportaciones de
soya, zinc, estaño, antimonio, wolframio) y evaluar su presencia en los
mercados donde la China es un exportador neto. Son los gigantescos
mercados de China y Asia (India) donde existen déficits crecientes y tasas
de crecimiento de las importaciones de materias primas minerales ferrosas,
no ferrosas, energéticas y alimentos. De allí han surgido las recientes
presiones alcistas sobre los precios. Para cubrir esas necesidades
insaciables de materias primas, China ofrece la fuente alternativa más
grande de inversión extranjera y tecnología para agregar valor a nuestras
materias primas, acceso a mercados de manufacturas con mano de obra
no calificada para fines de reprocesamiento y reexportación a los países
desarrollados y, finalmente, las posibilidades de desarrollo y crecimiento
del interesante potencial exportador de Bolivia en los rubros de oro, plata,
hierro, acero, gas natural, soya y manufacturas.
Ventajas competitivas
La inserción exitosa de Bolivia en los mercados de materias primas y la
conquista de los mercados de manufacturas de los países desarrollados,
no serán posible si el país no mejora sustancialmente su capacidad
competitiva hasta igualar o superar las ventajas que actualmente ofrece
China a cualquier inversionista extranjero. Estas ventajas competitivas que
permiten a China producir y exportar masivamente a muy bajo costo se
basan en una combinación de factores: elevados coeficientes de ahorro,
cantidad y calidad de recursos naturales, mano de obra barata y altos
márgenes de ganancias atribuibles a la protección eficiente mediante el tipo
de cambio subvaluado. Esta ventaja competitiva se construyó en China
gradualmente desde 1979 y con mayor énfasis y coherencia desde los
años noventa, a partir de un modelo y una política económica diferente a la
impuesta por los organismos multilaterales bajo el denominado Consenso
de Washington. ¿Es posible construir un modelo con iguales ventajas para
el crecimiento acelerado en Bolivia? En un trabajo pionero sobre esta
materia presentado en 1997 (Jordán, 1997) y sin la referencia a la
experiencia china y de Vietnam —que empieza por esos años— se plantea
las bases de un modelo y política económica para el caso boliviano. Si
Bolivia desea competir con éxito y maximizar los beneficios de una
inserción a la globalización que impulse la industrialización de su área
occidental más empobrecida, tiene que hacerlo en un ambiente de
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protección macroeconómica eficiente. Esto significa introducir un conjunto


de reformas estructurales que limitan nuestra competitividad. Estas
reformas no parecen posibles dentro del actual contexto político y
económico que oscila en forma pendular desde el populismo de derecha al
populismo de izquierda, y podría ser posible una vez que se agoten las
políticas populistas, esto es en un ambiente de términos de intercambio
desfavorables y grandes presiones inflacionarias para llevar adelante los
objetivos de la política económica populista. Las bases de esta política
económica de desarrollo para Bolivia comprenden las siguientes medidas
concebidas en una forma secuencial:
• Déficit fiscal bajo y manejable.
• Bolivianizar la economía, para asumir el ejercicio pleno de las políticas de
tasas de interés y tipo de cambio en función del crecimiento acelerado.
• Desregulación del mercado de trabajo.
• Subvaluación tendencial de la moneda boliviana, como mecanismo de
protección macroeconómico eficiente.
• Estrategia estatal de industrialización a largo plazo.
Papel regulador del Estado sobre el mercado de ahorro/inversión. La
aplicación de esta política económica permitirá incrementar
sustancialmente el coeficiente de ahorro de la economía boliviana,
mediante una contracción significativa del consumo de la clase rentista e
incentivos de mercado (inflación de beneficios y deflación de ingresos) para
incrementar la inversión pública y privada y las exportaciones con alto valor
agregado. Bolivia es un país con un gran potencial de fuerza de trabajo no
calificada, sumida en altos niveles de desempleo abierto y subempleo. La
mayor movilidad del trabajo del campo a la ciudad, junto con altas tasas de
inversión privada y pública para el desarrollo de un sector industrial
exportador, permitirá generar sustanciales fuentes de crecimiento del PIB y
del ingreso per cápita. Este modelo de crecimiento inducido por una alta
dinámica del sector exportador, ha sido probado exitosamente en los casos
de Alemania, Japón, NEIS, ASEAN, China y Vietnam. Opera y genera
óptimos resultados en forma independiente al modelo político del país que
lo aplica. Es decir que las recomendaciones del Banco Mundial de que no
es posible un crecimiento acelerado sin la privatización de los medios de
producción, se ha demostrado como irrelevante. Lo central es el patrón de
distribución del ingreso, que debe estar orientado al ahorro, la inversión y
las exportaciones y no al consumo suntuario y concentrado de la clase
rentista. Si bien la economía boliviana no parece estar aún madura para el
cambio de modelo y política económica y dejar atrás setenta años de
populismo económico (de derecha e izquierda), al menos, dadas las
perspectivas, desafíos y oportunidades que ofrece el mercado internacional
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de minerales, energéticos y alimentos, debiera volcar su interés y comercio


hacia el Pacífico y Asia y, en particular, hacia China. Las oportunidades
para crecer a base de un tratado de libre comercio con China y un acuerdo
de cooperación de largo plazo están abiertas; no aprovecharlas marcaría
un nuevo episodio de oportunidades perdidas para el país.

9. Referencias Bibliográficas
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worldbank.org
 Baker, Dean
 The New Economy Goes Bust: What the Record Shows, publicación
del Centro de Investigación de Economía Política.
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1991 “Non-ferrous metals going international”. En: Beijing Review 9,
vol.34, marzo de 1991, Beijing.
 Beijing Review
1991 “Steel industry reaching world standards”. En: Beijing Review
25, vol.34, junio de 1991. Beijing.
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vulnerabilidad financiera.
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 Huseh, Mu-chiao; Su Hsing y Lin Tse-li
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 International Monetary Fund
1998 World Economic Outlook [October]. Washington D.C.: IMF.
 International Monetary Fund
2009 World Economic Outlook [February]. Washington D.C.: IMF
(actualización del informe a dic, 2008)
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10. Anexos
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