Terapia Cognitiva
Terapia Cognitiva
Terapia Cognitiva
La terapia conductista se la puede pensar como el reflejo de una orientación general respecto de la tarea clínica que
se ubica desde el punto de vista filosófico en un enfoque experimental del estudio de la conducta humana.
Los terapeutas conductistas hacen uso operacional de los conceptos. Las abstracciones de alto nivel, como la
ansiedad o la depresión, son siempre operacionalizadas en términos específicos, tales como un puntaje particular
logrado con un recurso de evaluación de la conducta y la descripción concreta de una conducta. Además, también
dentro del espíritu de la psicología experimental, el terapeuta conductista busca y utiliza las mas firmas variables de
control. Es decir, supone que la conducta esta sometida a leyes y que es la función de condiciones específicas
antecedentes, organísmicas y consecuentes.
La concepción conductista de la personalidad guarda estrecha relación con la orientación de Sullivan, el cual sostiene
que la mejor manera de definir el concepto de personalidad toma en consideración las relaciones interpersonales
del individuo. Para la terapia conductista “la personalidad puede construirse como una variable interviniente o
mediadora que se define por la probabilidad de que un individuo manifieste ciertas tendencias conductuales en la
variedad de situaciones que constituyen su vida cotidiana”.
Wallace fue quien formulo la concepción que el terapeuta conductista tiene de la personalidad, para el se trata de
“la capacidad del individuo para manejarse frente a diversos acontecimientos de la vida”. Wallace utiliza la
expresión “capacidad de respuesta” para referirse al potencial conductual de la persona, que puede considerarse
determinado por tempranas experiencias de aprendizaje social. En muchos aspectos el concepto es análogo a lo que
se llama capacidad adquirida, por ejemplo, la capacidad para andar en bicicleta, conducir un auto o demostrar
cualquier otra habilidad que es resultado de un aprendizaje. Que el individuo emprenda luego ciertas actividades o
no, depende no solo de que la conducta de que se trata le sea asequible en su repertorio, sino también de la medida
en que ciertos determinantes situacionales induzcan y/o refuercen esa respuesta particular.
Estos autores afirman que la conducta es el resultado de las características y la situación actual de la vida del
individuo.
Actualmente la terapia conductista tiene en cuenta los factores cognitivos. No obstante, el hecho de que la terapia
conductista tenga en cuenta las variables cognitivas no significa que su enfoque sea idéntico al punto de vista
psicodinámico clásico, el cual sostiene que las actividades cognitivas como la negación, la racionalización o la
intelectualización se creían involuntarias y defensivas. A diferencia de esto, los conceptos cognitivos de orientación
conductista se refieren a operaciones simbólicas de naturaleza más voluntaria y que funciona primordialmente
para clarificar el verdadero estado de cosas y contribuir a un funcionamiento más saludable.
EVALUACION CONDUCTISTA
Una terapia conductista eficaz requiere que se lleve a cabo una evaluación completa y detallada antes de la selección
y la aplicación de los procedimientos de intervención mas adecuados.
Se diferencian:
a. Las variables relacionadas con el análisis conductual de la desadaptación: Estas variables arrojan luz sobre
que debe manipularse con el objeto de producir un cambio de conducta.
Al considerar la conducta desadaptada del cliente como variable dependiente, la tarea del terapeuta consiste en
decidir cual, entre muchas variables independientes, es la que mejor puede “manipular” para producir un cambio en
la conducta.
Consideramos el ejemplo de un cliente cuyo matrimonio zozobra por causa de las frecuentes discusiones que
sostiene con su mujer. En el curso del análisis conductual puede que se revele que por lo común las discusiones
tienen lugar cuando el ha estado bebiendo. ¿En que ocasiones bebe? Siempre que tiene dificultades en el trabajo.
¿Cuáles son las presiones que soporta en el trabajo? Las exigencias excesivas que el mismo se impone. A esta altura
el terapeuta se concentrará probablemente en las normas irrazonables que el marido tiene para autoevaluarse, y no
en las disputas que sostiene con la mujer.
Al decidir que variables deben manipularse, el terapeuta conductista puede seleccionar una o más entre las
siguientes:
Al considerar el papel de los estímulos antecedentes, se puede distinguir entre los que desencadenan respuestas
emocionales y automáticas y los que actúan como señales discriminativas que provocan respuestas instrumentales
desadaptadas.
Al tratar despuestas emocionales desadaptadas como la ansiedad o la depresión, el terapeuta conductista actúa
basándose en el supuesto de que existe alguna situación exterior que desencadena la conducta.
Sin embargo, a veces no es fácil especificar con exactitud que acontecimientos de la vida del cliente determinan la
repuesta emocional. Hay individuos que dicen estar continuamente ansiosos o que se encuentran en un estado de
depresión crónica. En este caso la reacciona emocional parece prevalecer a tal punto, que el sujeto es incapaz de
señalar sus antecedentes funcionales. Otros clientes están en condiciones de señalar el tipo general de situaciones
que provocan su reacción (por ejemplo, la altura, los espacios cerrados, las situaciones sociales evaluativas).
En la evaluación de los estímulos discriminativos que preparan el escenario para las conductas instrumentales
desadaptadas que resultaran reforzadas, el terapeuta debe obtener informaciones detalladas sobre la naturaleza
precisa de la situación (por ejemplo, momento, lugar y frecuencia).
Las variables organísmicas abarcan las actitudes, las creencias y las expectativas de un individuo.
Un tipo de mediador o variable organísmica consiste en las expectativas o la disponibilidad del cliente acerca de
ciertas situaciones. El modo en que una persona rotula los acontecimientos puede teñir intensamente su reacción
emocional en tales situaciones. Además de interpretas las situaciones de un modo que pueda crear problemas, una
persona puede crearse también dificultades por el modo en que rotula su propio comportamiento. En la medida en
que un individuo considere que su conducta desadaptada es señal de que se esta “volviendo loco”, es descontrolada
o pone de manifiesto una grave dolencia física, su problema será aún más complejo (creencias). Otra importante
variable mediadora consiste en las normas de autorrefuerzo que uno mismo establece (expectativas de un
individuo). Aunque un cliente se desempeñe en un nivel adecuado de eficacia según las normas sociales, el problema
que enfrenta puede ser consecuencia de que considere su conducta por debajo de lo que él mismo exige; en tales
casos parecería que las normas autoimpuestas son poco realistas y que necesitan modificación.
También hay que tener en cuenta factores fisiológicos que pueden contribuir a generar la conducta desadaptativa.
Entre ellos se cuentan los efectos directos y laterales de cualquier droga psicoactiva, el nivel general de energía del
cliente, los estados de fatiga y otras condiciones fisiológicas que podrían influir en su conducta. No es raro, por
ejemplo, que la depresión coincida con los periodos menstruales de algunas mujeres.
En el análisis de la conducta, se debe tener en cuenta lo que hace una persona en una situación. En otras palabras, la
evaluación de las variables de respuesta debe centrarse en muestras de la conducta desadaptada en la situación
específica, incluidas informaciones acerca de su duración, frecuencia, generalidad e intensidad.
Es necesario diferenciar las respuestas reactivas de las que son operantes. Entre las reactivas (para cuya persistencia
las consecuencias desempeñan un papel muy pequeño) se encuentran reacciones emocionales tales como la
ansiedad, la depresión, la ira y la excitación sexual. La conducta operante o instrumental, en cambio, incluye
respuestas para las cuales el refuerzo consecuente desempeña un papel significativo. En los niños pueden
observarse ejemplos típicos de conducta instrumental desadaptada, particularmente en los casos en los que la
dificultad primordial es “los problemas de conducta”. Un ejemplo de conducta operante es la carencia de habilidades
sociales, como por ejemplo la falta de asertividad.
4. Los cambios consecuentes en la situación ambiental, incluidas las reacciones de terceros ante la conducta
desadaptada (variables consecuentes).
En gran medida, muchas de nuestras respuestas cotidianas, tantos las adaptadas como las desadaptadas, persisten
por sus consecuencias. El momento en que la consecuencia se produce suele tener importancia para determinar si
algo “compensa” o no. Por ejemplo, la llamada paradoja neurótica sr refiere a conductas que tienen consecuencias
inmediatas positivas, pero que resultan negativas a la larga, como en el caso del alcoholismo y la drogadicción. La
reacción de otras personas, significativas para el sujeto, puede constituir un refuerzo positivo. Entre tales refuerzos
se encuentra la aprobación y el elogio, pero a veces solo consisten en la atención dispensada; por ejemplo, la que
obtiene un niño cuando su padre o su maestro se enojan si él se niega a obedecer una orden.
b. Las variables que tienen consecuencias en la selección y la aplicación de los procedimientos terapéuticos
pertinentes: Estas variables procuran información acerca de como producir dicho cambio.
Además de utilizar procedimientos de evaluación para determinar que variables (antecedentes, organísmicas, de
respuesta o de consecuencias) tienen que modificarse, el clínico debe asimismo evaluar las técnicas terapéuticas
mas adecuadas. En parte, la elección de la técnica terapéutica depende de la modificación que se procura. Por
ejemplo, si un detallado análisis de la conducta comprueba que la ansiedad que experimenta un sujeto ante los
exámenes es consecuencia de que no estudia, resulta evidente que no se utilizará con él una técnica de
desensibilización. También en el caso de un cliente que experimenta ansiedad en las situaciones sociales por causa
de un déficit conductual real, será mejor utilizar algún procedimiento de entrenamiento que la técnica de
desensibilización.
Ciertas características de los clientes influyen sobre la selección y aplicación de los procedimientos terapéuticos.
Varias de las técnicas utilizadas por los terapeutas conductistas incluyen la asignación de tareas para realizar entre
sesiones; el cliente debe llevar un registro de diversas conductas emergentes fuera del consultorio o practicar
habilidades en su vida cotidiana. Si tiende a ser organizado o moroso, lo cual puede o no formar parte de la conducta
a cuya modificación la terapia se dirige primordialmente, es probable que no cumpla por entero con las tareas que le
fueron asignadas. En tales casos, el terapeuta debe optar entre no prestar demasiada importancia a tales encargos, o
intentar persuadir al cliente para que las cumpla correctamente.
Además de las variables intrínsecas de cada cliente, ciertas variables ambientales suelen resultar importantes para la
selección y la aplicación de los procedimientos terapéuticos: por ejemplo, la existencia de modelos de roles
adecuados en la vida del individuo, o el grado en que se pueda disponer de ciertos elementos para el refuerzo de
algunas conductas. Así, en el tratamiento de los problemas sexuales, el hecho de que el sujeto tenga o no pareja
determina consecuencias evidentes para los procedimientos terapéuticos que se utilizan. Otros ejemplos son los
diversos casos de fobia, en los que la posibilidad de lograr una desensibilización en la vida real depende que sean
accesibles situaciones y objetos relacionados con el temor.
1. ENTRENAMIENTO DE RELAJACION
Los datos de los que disponen demuestran que la relajación de los músculos reduce la ansiedad. Existen diferentes
métodos de relajación.
Preparación del medio físico para el entrenamiento de relajación: Los ruidos que lleguen al consultorio deben ser
escasos o, al menos, constantes. La iluminación del cuarto debe ser tenue. Aunque hacer uso de un diván o una
cama es del todo aceptable, a menudo recurrimos a sillas reclinables que pueden colocarse en posición vertical para
la realización de otras actividades desarrolladas en el curso de las sesiones. El terapeuta se ubica de modo que
perturbe al cliente lo menos posible.
El terapeuta indica que se ponga en tensión cada grupo de músculos de 5 a 10 segundos aproximadamente, seguidos
de 20 segundos de aflojamiento. Por lo general se emplean dos ciclos de tensión-relajación para cada grupo de
músculos. Resulta útil intercalar frases como “aflójese más y más”. Otro procedimiento eficaz en ocasiones consiste
en contar hasta 10, sugiriendo un aflojamiento creciente a medida que el terapeuta pronuncia los números.
Se explica al cliente que la fase de tensión lo hará mas perceptivo de las sensaciones asociadas con la aparición de la
ansiedad, y que esas sensaciones le servirán como señal de que necesita relajarse.
Después de haber tensionado un grupo muscular, el cliente debe liberarlo tan de prisa como le sea posible, como si
arrojara las tensiones fuera del cuerpo.
Dado que trabajamos con sensaciones subjetivas, resulta conveniente utilizar algún sistema especial para comunicar
el grado de tensión o relajación que el cliente experimenta en cualquier momento. Se puede utilizar una sencilla
escala de 0 a 100, como la que presentamos un poco mas abajo, en la que 0 representa una relajación completa y
100 un máximo de tensión.
Ejemplo: Acomódese lo mejor que pueda, cierre los ojos y escuche lo que voy a ir diciéndole, para que tome
conciencia de ciertas sensaciones corporales. Después le enseñare a reducir esas sensaciones. Primero dirija la
atención a su brazo izquierdo, su mano izquierda en particular. Cierre el puño izquierdo. Apriételo con fuerza y
observe la tensión que sea crea en la mano y en el antebrazo. Observe esas sensaciones de tensión. Y ahora aflójese.
Relaje la mano izquierda déjela descansar sobre el brazo del sillón. Observe la diferencia entre la tensión y la
relajación (pausa de 10 segundos). Ahora, una vez mas cierre el puño izquierdo, fuerte y sienta las tensiones de la
mano y el antebrazo. Estúdielas y ahora afloje. Deje que sus dedos se distiendan, relajados y note una vez mas la
diferencia entre tensión muscular y relajación (pausa de 10 segundos).
Al avanzar en el entrenamiento de relajación jacobsoniano, al cabo de unas dos semanas, el cliente suele
experimentar el deseo de intentar el aflojamiento sin ponerse previamente en tensión. Dice, por ejemplo “estoy
llegando al punto en que me gustaría que la cinta grabada me dejara relajarme por mi mismo”. Otra señal que indica
la conveniencia de pasar al aflojamiento directo consiste en que el cliente logra 20 puntos en la escala con bastante
facilidad, es decir, que se sienta “muy relajado” casi en todas las sesiones.
El aflojamiento directo es la siguiente fase lógica de la terapia. A esta altura el cliente presumiblemente es mas
consciente de las tensiones menores y más proclives a eliminarlas.
Ejemplo: Se encuentra usted cómodamente sentado con los ojos cerrados; todas las partes de su cuerpo están
apoyadas, de modo que no hay necesidad de que tenga ningún musculo en tensión. Aflójese cuanto le sea posible
(pausa de 3 segundos).
Concéntrese en la mano derecha y deshágase de cualquier tensión que pueda experimentar allí (pausa de 3
segundos). Relájese (pausa de 3 segundos). Relaje todos esos músculos todo lo que pueda (pausa de 3 segundos).
Relaje los músculos del antebrazo derecho, aflójese más y más (pausa de 3 segundos). Afloje esos músculos más y
más, de una manera cada vez mas pronunciada. Relájese (pausa de 3 segundos). Ahora relaje los músculos de la
parte superior del brazo derecho, relájelos lo mas que pueda. Siga aflojando mas y mas todo el brazo derecho, el
antebrazo y la mano hasta la punta de los dedos, relájese y aflójese (pausa de 3 segundos). Esta respirando lente y
regularmente y se afloja algo mas cada vez que exhala el aire (pausa de 3 segundos). La relajación llega al abdomen
que ahora esta relajando, que se afloja mas y mas (pausa de 3 segundos).
Para ayudarlo a relajarse mas aun, voy a contar hasta 10. Con cada numero procure relajarse algo más. 1, se relaja
mas y mas (pausa de 3 segundos). 2, mas y mas relajado (pausa de 3 segundos). 3, más y más, cada vez más (pausa
de 3 segundos). 4, mas y mas relajado (pausa de 3 segundos). 5, relaja el cuerpo entero, cada vez mas pesado, flojo y
distendido (pausa de 3 segundos).
c. Relajación diferencial
Una vez que el cliente aprendió a relajarse con todas las partes del cuerpo apoyadas, es con frecuencia deseable que
su capacidad crezca como para que pueda aplicarla a las situaciones de la vida que son causa de stress y en las que
resulta imposible estar tendido. La expresión relajación diferencial se refiere a la relajación de músculos que no son
esenciales para realizar una determinada actividad. Por ejemplo, cuando se esta sentado y conversando con otra
persona, es posible relajar, sin que los demás lo adviertan, músculos de la cara, la espalda, el abdomen y las piernas.
La sesión de entrenamiento de relajación diferencial puede comenzar con una relajación de 10 minutos que el
suscite por si mismo. Cuando señala que alcanzo una relajación equivalente a un puntaje de 30 o menos, el
terapeuta puede proceder de la siguiente manera:
Ejemplo: Muy bien, abra los ojos ahora, yo voy ayudarlo a sentarse. Permanezca sentado mientras le indico unas
pocas cosas. Por favor, mantenga los ojos abiertos; quizá quiera contemplar la abertura de la pared. Mire la abertura
y, al hacerlo, observe que no necesita poner en tensión muchos músculos. Por ejemplo, no le es necesario poner en
tensión los músculos de la frente, los brazos, los hombros y las piernas. Mientras hace algo como mirar un objeto, le
es posible mantener muchos músculos relajados. Relájese mas y mas y disfrute de las sensaciones placenteras que
acompañan a esta relajación (haga que el cliente permanezca sentado durante unos 15 segundos).
Ahora le voy a demostrar algo más. Tome con la mano este bloc de papel y hágalo girar. Así está bien, sosténgalo y
hágalo girar. Mantenga la mirada sobre el y ensaye el movimiento de la mano mientras sus otros músculos
permanecen relajados. Todavía no es necesario poner en tensión la mayor parte de los músculos fáciles, los del otro
brazo ni casi ninguno del abdomen o las piernas. Esos otros músculos no son esenciales para lo que esta haciendo,
de modo que puede mantenerlos completamente relajados y disfrutar de la calma que sobreviene incluso con la
relajación de unos pocos músculos. (Que el cliente siga moviendo el bloc por un rato).
El principal objetivo es que, mientras esta haciendo algo, sea capaz de relajar la mayor cantidad de músculos no
comprometidos en la actividad.
El terapeuta debe encomendar ejercicios para hacer en casa con el fin de asegurar el buen éxito del aprendizaje,
aproximándose a las situaciones más problemáticas de manera solo gradual. Por ejemplo, durante una semana el
cliente podría intentar relajar todos los músculos no esenciales mientras mira televisión tranquilamente. Si lo logra,
puede encomendárselo después que se relaje mientras conversa con un amigo. Solo más tarde se intentará que se
relaje en situaciones de verdadera exigencia o angustia.
2. DESENSIBILIZACION SISTEMATICA
Esta técnica exige que una persona intensamente relajada imagine una serie de situaciones cada vez mas aversivas.
Así, si una persona reacciona con excesiva ansiedad a la situación de hablar en público, tendrá que imaginar con
ayuda del terapeuta, una serie de circunstancias que representan el modo en que le afecta el hecho de tener que
pronunciar discursos. El sujeto recrea mentalmente cada situación en condiciones de relajación muscular profunda,
lo cual le permite tolerar niveles cada vez más pronunciados de ansiedad.
Esta técnica se apoya en la capacidad de evocar imágenes que tenga el cliente. El reaprendizaje ocurre mientras el
cliente visualiza escenas en silencio. Se supone que una escena imaginaria aversiva equivale funcionalmente a una
situación real; se supone que capacitar a una persona para que enfrente una representación fantaseada de lo que
teme, equivale a enseñarle a enfrentar esa situación en la vida real.
El mas grande desafío que debe enfrentar el clínico que contemple la utilización de la desensibilización es decidir
que desensibilizar. La tarea consiste en aislar el aspecto o el conjunto de aspectos conductuales en los que la
persona debe reducir su ansiedad. Por ejemplo, el caso de un individuo que teme abandonar su casa ¿se debe
suponer que el mejor modo de ayudarlo es utilizar una escaña de situaciones en las que se concibe un alejamiento
progresivo de la casa? Es necesario evitar este enfoque simplista, porque puede ser que lo que mas le preocupe a la
persona sean las situaciones con las que debe enfrentarse después de salir de su casa. Por ejemplo, si el problema
aparece los días de semana, pero no los sábados y domingos, habrá que averiguar si el temor no se debe en realidad
a dificultades de trabajo. Así, una persona que en un principio parece agorafóbica, resulta finalmente sensible en
exceso a las críticas.
Aun después de haberse definido el aspecto conductual a abordar quedan por considerar sus diversos parámetros.
Tomemos el caso de un individuo que teme en demasía hablar frente a grupos. Los ítems escogidos para la
progresión de situaciones tendrían que incluir quizá la expresión de ciertas personas de la audiencia, y no la hora del
día o las condiciones del tiempo fuera del salón imaginado.
Otra característica de la evaluación es que se centra en un tema básico, según una conceptualización del terapeuta.
El terapeuta se debe preguntar que dificultades de una persona es preferible atacar, para acrecentar sus logros. Por
ejemplo, una persona a la cual deprime la falta de contactos sociales significativos ¿se sentiría mas feliz si, como
resultado de la desensibilización la necesidad de hablar con la gente la inhibiera menos?
¿Cuáles serían los ítems de una escala progresía de ansiedad? Se debe obtener una muestra adecuada del problema.
Los ítems deben ser tan concretos como sea posible, teniendo en cuenta que, sobre esa base, el terapeuta describirá
luego las diversas situaciones para que el cliente las imagine. “Dar una charla”, por ejemplo, no es un planteo tan
deseable para desensibilizar a un individuo que experimenta ansiedad ante el hecho de hablar en público, como “se
acerca usted al escritorio, pone las notas sobre el y mira al auditorio”. El terapeuta debe ir de lo general a lo
especifico al elaborar ítems progresivos a partir de las quejas que los clientes a menudo expresan con vaguedad.
Para escoger los ítems, el clínico se apoya en su eventual conocimiento del espacio vital del cliente. Cuando se trata
de llenar el extremo superior de la escala progresiva de la ansiedad, es necesario incluir ítems que provoquen niveles
de ansiedad desadaptadores. Por ejemplo, un cliente que tenia dificultades en su relación con el suegro, dispuso sus
encuentros con el de modo tal que evitaba la siguiente situación “usted se sienta a comer en la casa de su suegro, y
este se vuelve para preguntarle ¿no es hora de que consiga un empleo mejor?” Es probable que el cliente no se haya
visto nunca en esa situación, pero le seria posible reconocer “vivo temiendo que eso suceda”, lo cual bastara para
justificar la inclusión del ítem en la escala progresiva.
Si es posible, hay que elaborar como ítems de la progresión algunos casos en que su eventual ocurrencia en la vida
real este bajo control del cliente. Por ejemplo, si un sujeto experimenta ansiedad cuando traba relación con alguien,
en lugar de describir solo situaciones en las que otra persona aborda al cliente, es preferible que se incluyan también
ítems en los que este aborda a un extraño.
Después de haber recopilado ítems para una escala progresiva de ansiedad, el terapeuta debe ordenarlos según un
criterio de aversividad creciente. Se puede de diferentes maneras; una de ellas es la escala de 1 a 100. Comenzamos
leyendo en voz alta cada uno de los ítems y haciendo que el cliente lo clasifique como bajo, mediano o elevado
según el grado de ansiedad que le provoca. A continuación, se le pide al cliente que le atribuya un puntaje: los ítems
de escasa dificultad se clasificaran entre 0 y 33, los moderados, de 34 a 66, y los más difíciles, de 67 a 100.
La desensibilización propiamente dicha: Durante las sesiones, el cliente ensaya la conducta que deberá asumir en
una situación de la vida real. En consecuencia, en lugar de eliminar la escena lo que equivaldría a escapar de la
situación aversiva, se le indica que mantenga la imagen al mismo tiempo que trata de relajarse y deshacerse de
todas las tensiones que se estén produciendo. Como se le esta pidiendo que haga dos cosas al mismo tiempo
(imaginarse en una situación y relajarse) la propuesta es que se imagine en el acto de relajarse en la situación misma.
Así, si experimenta ansiedad cuando esta sentado al escritorio preparándose para pronunciar un discurso, debe
imaginarse sentado al escritorio e intentando relajarse para eliminar la tensión.
3. ENSAYO DE CONDUCTA
La técnica ensayo de conducta consiste en simular situaciones interpersonales en el consultorio. Desde el marco de
referencia conductista el ensayo de conducta tiene por fin ayudar al cliente a aprender nuevas respuestas a
situaciones vitales específicas. El ensayo de conducta es un modo de entrenar en nuevas pautas de respuesta.
La totalidad del tratamiento que utiliza el ensayo de conducta puede dividirse en 4 etapas:
El siguiente paso consiste en convencerlo de que el ensayo de conducta puede ayudarlo a superar sus deficiencias.
Ejemplo: La interacción clínica con una cliente poco asertiva, ilustra como puede llevarse a cabo el ensayo de
conducta:
Cliente: Mi problema fundamental es que mas bien permito que la gente me lleve por delante. No sé porque, pero
me es difícil expresar mi opinión.
Terapeuta: (Le da el toque conductista e introduce conceptos tales como “situación”, “responder” y “aprender”) De
modo que se encuentra usted en una serie de distintas situaciones en las que no responde de la manera que a usted
le gustaría. Y, si yo la entiendo correctamente, querría aprender a comportarse de modo diferente.
Cliente: Si.
El cliente al representar roles suele experimentar timidez o quizá teme que su actuación no sea muy buena. Es
posible superar esta inquietud avanzando gradualmente hacia la representación de roles: se considera primero una
situación hipotética, luego se le pide al cliente una detallada descripción verbal de lo que haría y diría en dicha
situación y, finalmente, el terapeuta puede introducir una demostración de como representar el rol requerido. El
terapeuta puede decir: “si en lugar de contarme lo que haría (hizo) en esa situación, me mostrara lo que sucedería
(sucedió), yo comprendería mucho mejor”.
A menos que el cliente solo experimente dificultades con unas pocas situaciones, el terapeuta debe trazar una
progresión como guía para el entrenamiento. Muchos de los lineamientos utilizados en la construcción de una escala
progresiva para la desensibilización sistemática, pueden utilizar en este caso. Los ítems elegidos proveerán muestras
representativas de las situaciones en las que es probable que el déficit conductual del cliente se mantenga. Es
preferible utilizar situaciones que el cliente mismo pueda provocar; de este modo habrá mayores posibilidades de
que se encuentre en esa situación en el futuro. En el caso de un hombre que se sienta incomodo en las interacciones
heterosexuales, por ejemplo, conviene incluir una situación en la que sea el quien se dirige a una mujer y la saluda y
no a la inversa.
La distribución progresiva de los ítems para el ensayo de conducta, plantea ciertos problemas que no se dan en el
caso de la desensibilización. La cuestión aquí es el orden. Para le escala progresiva de desensibilización, basta como
criterio el nivel subjetivo de ansiedad del cliente. En el ensayo de conducta, en cambio, los ítems deben disponerse
de acuerdo con la complejidad de la aptitud conductual requerida.
Ejemplo de orden jerárquico centrado en las habilidades interpersonales de un cliente de sexo masculino
socialmente deficiente:
Existen varias formas de recoger situaciones pertinentes. Uno de los métodos mas frecuentes consiste en interrogar
al cliente durante la entrevista, las preguntas deben guiarse a la vez por las inferencias clínicas que haya obtenido el
terapeuta y por el conocimiento que tenga del medio y del conflicto particular del cliente. Un recurso de evaluación
útil es el registro llevado por el sujeto (automonitoreo).
c. El ensayo de conducta propiamente dicho:
El ensayo de conducta consiste en un proceso gradual de modelado. Esto se debe no solo a que se emplee un orden
progresivo, sino también de que las interacciones sociales complejas comprenden diversas habilidades
componentes. Para que el cliente pueda interactuar de modo adecuado con otro individuo, necesita algo mas que
saber que decir. El tono de voz, la emisión de las palabras, los gestos, las miradas, la postura general y todo un
conjunto de otros factores que tienen un papel significativo en la adquisición de aptitudes sociales. En lugar de
intentar cambiar al mismo tiempo todos los componentes de la conducta, es atinado que el terapeuta escoja unos
pocos por vez, y se concentre en ellos durante el ensayo de cualquier situación dada.
Resulta útil cierta especia de “caldeamiento” previo para realizar el ensayo de conducta. Además de ayudar al cliente
a obtener el estado de animo adecuado para la representación de roles, el periodo de caldeamiento contribuye a
especificar con cierto detalle la naturaleza de la situación que se va a ensayar. El cliente necesita información acerca
del medio físico (por ejemplo, puertas, silla, mesa), las demás personas implicadas y la naturaleza precisa de la
interacción que se va a simular. El terapeuta cumple la función de un director de escena, debido a que con la
información que le procura el cliente, ayuda a armar el escenario y contribuye al realismo que el ensayo de conducta
requiere. La disposición de los muebles del consultorio quizá tendrá que alterarse para contribuir al éxito de la
simulación.
Conviene comenzar con una situación que no ofrezca gran dificultad al cliente, lo cual puede ayudar al proceso de
caldeamiento. Además, permite que el terapeuta aprecie hasta que punto el paciente es capaz de encarnar roles.
Por ejemplo, si un cliente responde diciendo “yo le pediría al empleado que me atendiera”, el terapeuta debe
pedirle que vuelva atrás y responda como si realmente se encontrara la situación.
Una vez comprobado que el cliente es capaz de encarnar el rol, es posible representar las situaciones de
entrenamiento. Comenzando con el extremo inferior de la escala progresiva, se representa cada una de las
situaciones y el cliente recibe cierta realimentación respecto de la adecuación de su desempeño. Hay muchos modos
de proporcionar esta realimentación, incluidos los comentarios del terapeuta y la evaluación subjetiva del propio
cliente.
Si el desempeño del cliente en una situación dada es deficiente o la realimentación no logra corregirlo de inmediato,
conviene utilizar procedimientos de imitación (modeling). Esto puede lograrse con la ayuda de un asistente
terapéutico, o haciendo que el terapeuta intercambie roles con el cliente para representarle una respuesta mas
adecuada.
Casi todos los clientes experimentan ansiedad cuando se los coloca en una situación social que son incapaces de
manejar con eficacia. Esto plantea un dilema al terapeuta, porque puede no estar claro si la ansiedad es antecedente
o consecuencia de la deficiencia conductual. ¿El cliente es incapaz de responder porque se encuentra ansioso o se
encuentra ansioso porque es incapaz de responder? La información casuística acerca de la duración y la intensidad
de la conducta que debe ser objeto de modificación es por lo general pertinente para dilucidar la cuestión. Además,
algunos clientes manifiestan que saben que decir o hacer, pero se encuentran demasiado nerviosos para proceder
según piensan. Cuando sin duda existe una carencia conductual, la ansiedad excesiva entorpece el proceso de
reentrenamiento. La progresión de las tareas por realizar contribuye a disminuir el monto de ansiedad, lo mismo que
la relajación practicada durante las sesiones de ensayo de conducta. Muchos clientes que padecen una deficiencia
conductual tienen además una expectativa poco realista acerca del resultado de sus acciones. Por ejemplo, un
cliente poco asertivo teme que su reclama sus derechos los demás sentirán antipatía por él. La reestructuración
racional puede ayudar al cliente a abandonar su conducta poco asertiva. Esto podría requerir que le señalen los
aspectos derrotistas de sus expectativas (“si usted pretende ganarse el respeto de los demás, debe hacer valer sus
derechos”). En ultima instancia, es probable que estas cogniciones inadecuadas se modifiquen una vez que el cliente
responsa adecuadamente in vivo.
Además de la representación de roles, puede aparecer la necesidad de un ensayo cognitivo. En algunos problemas
clínicos, ciertas limitaciones de orden práctico o ético excluyen la posibilidad de recurrir al ensayo de conducta
manifiesta. Por ejemplo, si las dificultades del cliente surgen cuando se encuentra en un medio muy concurrido o al
cabo de lapsos prolongados, no es posible simular esas situaciones en el consultorio. También quedaría excluido el
ensayo de conducta en el caso de carencias conductuales de naturaleza sexual. En estos casos, se les puede pedir
que se imaginen situaciones conflictivas y que luego, también imaginariamente, intenten responder de modo
adecuado.
Una vez que el cliente logro seguir con éxito una pauta formulada en el consultorio, está maduro para ensayar esa
conducta in vivo. Se le explicara que la aplicación en la situación real forma parte del procedimiento terapéutico.
Periódicamente hay que volver al tema de lo que debe hacer entre sesiones, y además comenzar cada sesión con el
examen de la forma en que cumplió ese cometido.
Una herramienta útil es que lleven un diario de su conducta en las situaciones conflictivas, especificando los
antecedentes, su propia conducta y las consecuencias resultantes. Se les recomienda que reserven una pagina
completa para cada día, haya habido o no interacciones sociales pertinentes.
Al comentar las experiencias del cliente durante la semana, se destacan las consecuencias de la pauta conductual
que acaba de adquirir. Esto es importante sobre todo en los casos en que el cliente tuvo previamente expectativas
infundadas sobre la reacción de los demás; las nuevas experiencias ponen a prueba la realidad de su creencia.
Cuando el cliente comienza a reconocer que su nuevo modo de respuesta tiene consecuencias positivas, debe
recordárselo deliberadamente a su mismo al encontrarse en nuevas situaciones en el futuro (por ejemplo, “la gente
no va a pensar mal de mi si actuó con firmeza; por el contrario, me va a respetar más”). Además de reforzar los
logros del cliente, el terapeuta debe conseguir que este se autorrefuerce (por ejemplo, “verdaderamente el hecho
de expresar mi opinión en esa situación me hizo sentir bien”).
Una variable muy importante del control de la conducta son los factores cognitivos, entre los que se encuentran las
expectativas, actitudes y creencias del cliente. En la obra de Ellis se describen métodos que permiten enseñar a
reestructurar racionalmente las creencias irracionales, quebrantando marcos de referencia que, si bien suelen estar
bien aprendidos, son sin embargo desadaptados.
Uno de los principales supuestos del enfoque emotivo-racional de la terapia de Ellis es la creencia de que muchas de
las reacciones emotivas y las conductas desadaptadas son determinadas por las actitudes y los supuestos de los
individuos acerca del mundo que los rodea.
Además de sostener que las reaccione emocionales están influidas por como el cliente rotula una situación, Ellis
afirma que las respuestas emocionales desadaptadas reflejan la rotulación indiscriminada y automática de las
situaciones. Esto quiere decir que, aunque la reacción emocional sea adecuada al rotulo que uno le impone a la
situación, el rotulo en si puede estar errado. Por ejemplo, cuando una persona experimenta ansiedad en una
situación que rotulo equivocadamente como peligrosa. En este caso, lo inadecuado es el rotulo y no la reacción per
se.
Ellis sostiene que, en el proceso de socialización dentro de nuestra cultura, muchas personas desarrollan un conjunto
de ideas o actitudes irracionales, porque no es probable que reciban el apoyo (es decir, la confirmación) del propio
medio. Estas creencias comúnmente admitidas y sin embargo irracionales son:
La idea de que todo ser humano adulto tiene la deplorable necesidad de que prácticamente todas las
personas significativas de su comunidad lo amen o lo aprueben.
La idea de que, para considerarse valioso, uno debe ser enteramente competente, adecuado y capaz en
todos los aspectos de la vida.
La idea de que cierta gente es mala y que debe ser severamente inculpada y castigada por su villanía.
La idea de que todo es catastrófico y espantoso cuando las cosas no van como a uno le gustaría.
La idea de que la infelicidad humana es provocada desde fuera y que la gente no tiene ninguna o muy escasa
capacidad para controlar dolores y perturbaciones.
La idea de que, si algo resulta peligroso o temible, uno debería preocuparse mucho por ello a la espera de
que ocurra.
La idea de que es más fácil evitar ciertas dificultades y responsabilidades que enfrentarlas.
La idea de que uno debe depender de los demás y que necesita contar con el respaldo de alguien mas
fuerte.
La idea de que la historia pasada de cada persona determina de modo definitivo la conducta actual, y de
que, porque algo alguna vez afecto la propia vida, debe seguir teniendo un efecto similar indefinidamente.
La idea de que uno debe sentirse muy perturbado ante los problemas de los demás.
La idea de que existe una sola solución correcta, precisa y perfecta de los problemas humanos y de que, si no
se da con esta solución correcta, la consecuencia es una catástrofe.
Según la teoría que respalda la reestructuración racional, la rotulación de las situaciones de acuerdo con una o mas
creencias irracionales determina respuestas emocionales desadaptadas y conducta ineficaz. Sin embargo, es
improbable que nadie, consciente o deliberadamente se enuncia a si mismo ninguna de estas creencias admitidas
cuando se encuentra en la situación de conflicto. Dado el carácter raigal del aprendizaje de tales creencias, estas se
vuelven automáticas e involuntarias como una actitud bien aprendida.
El problema fundamental consiste en como persuadir o enseñar mejor al cliente a rotular las situaciones más
racionalmente.
En el texto de Goldfried y Davison se expone una guía que le sirvió para enseñarles a los clientes a pensar mas
racionalmente y reducir de ese modo sus dificultades emocionales.
Presentación de una explicación razonada: Se le explican al cliente en términos sencillos los supuestos básicos de la
reestructuración racional. Se le ofrecen ejemplos que ilustren como nuestros sentimientos se ven afectados por lo
que nos decimos a nosotros mismos. El terapeuta puede señalar, por ejemplo, que nada hay intrínsecamente
ansiógeno en el tamaño o la forma de un arma con la que se nos apunta, sino que lo que debe preocuparnos es el
daño que se nos puede causar con ella. Si alguien no hubiera visto ni oído halar nunca de un arma, es probable que
su reacción fuera de curiosidad antes que de ansiedad.
Luego podría ofrecerse un ejemplo interpersonal más significativo: la descripción de 2 individuos hipotéticos que se
disponen a asistir al mismo grupo de estudio. La primera persona se siente calma ante la perspectiva y aguarda de
buen grado la velada que tiene por delante. Sus pensamientos acerca de la situación serian poco más o menos:
“puede que haya una buena discusión esta noche. Probablemente habrá varias personas desconocidas con las que
podre trabar amistad. También habrá gente que conozco que me gusta mucho, de modo que tendré la oportunidad
de reanudar relaciones”. La segunda persona, en cambio, esta nerviosa y asustada. Piensa: “no sé cómo me
desenvolveré esta noche. Va haber mucha gente que no conozco y no se si voy a ser capaz de decir algo atinado. No
quiero parecer tonto, en especial, porque estará presente mucha gente que me gusta”. El clínico puede señalar que
esas diferentes reacciones emocionales son consecuencia de diferentes autodeclaraciones.
Es conveniente que el terapeuta señale que en muchas situaciones puede que no “nos digamos” literalmente cosas
que conduzcan a la alteración emocional. Tal vez hayamos alcanzado el punto en el que el proceso de rotulación es
del todo automático, como sucede en el ejemplo del arma de fuego. El terapeuta explica el significado de la
autodeclaración de modo bastante general, no enfocado en los problemas particulares del cliente.
Examen general de los supuestos irracionales: Antes de analizar el problema especifico del cliente en términos
racionales, conviene presentar los supuestos irracionales para comprobar en que medida comparte estas creencias.
Las creencias irracionales de Ellis puede que los clientes no estén de acuerdo con la mayoría de ellas.
El principal objetico consiste en que el cliente reconozca que estas creencias son insostenibles. Aunque quizá
considere que seria agradable que cada una de estas expectativas se cumpliera, esperar que ello ocurra por fuerza
provoca desilusión y descontento. El mundo no satisface de continuo nuestras demandas; gran parte del torbellino
emocional que padecemos lo provocamos nosotros mismos cuando nos decimos que si estas expectativas no se
realizan, la consecuencia será una horrible catástrofe. En vez de discutir con el cliente y tratar de convencerlo de que
resulta tonto aceptar cualquiera de estas creencias, es mucho mejor que el cliente mismo se dé argumentos que le
permitan refutarlas.
En la mayor parte de los casos, no es necesario examen sistemáticamente las 11 creencias irracionales, porque
muchas de ellas pueden no tener relación con los problemas del cliente de que se trata.
Ejemplo:
Terapeuta: Me gustaría hacer algo con usted. Le voy a describir cierta actitud o creencia, y querría que por un
momento supusiera que verdaderamente la asumo. Me gustaría que me ofreciera tantas razones como pueda de
que esto es irracional.
Terapeuta: Creo que todas las personas con las que me tope en el curso del día tienen que sonreírme y decirme algo
agradable. Y si esto no ocurre, me sentiré derrotado.
Cliente: Pero el mundo no esta hecho de ese modo. Puede haber gente que no reaccione de manera positiva ante
usted por motivos propios.
Terapeuta (esa es una buena razón, pero necesita más elaboración): ¿Qué otra razón puede haber? Tiendo a creer
que yo soy el que provoca todo.
Cliente: Pero eso es ridículo. Es posible que alguien con quien usted se encuentre no haya dormido bien anoche, o
haya discutido con su mujer, o no este de humor para conversar.
Terapeuta: ¿Es decir que usted piensa que las diarias variaciones del modo en que la gente reacciona ante mi
pueden ser consecuencia de algo completamente ajeno a mi propio merito?
Terapeuta: Muy bien. Pero ¿y si alguien verdaderamente me desaprueba? Por ejemplo, un amigo intimo puede no
estar de acuerdo con algo que yo diga. En ese caso creo que estoy equivocado y que tiene que despreciarme.
Cliente: Pero no es posible que usted espere que el este de acuerdo con todo lo que usted diga.
Terapeuta: Ese es un gran problema para mí, a menudo no se quien soy como persona. Me preocupa tanto definir mi
propio valor en función de las reacciones que los demás tienen ante mi… pero ¿Cómo puedo pensar de otro modo?
Cliente: Quizá debería considerar lo que usted mismo siente acerca de lo que hace. Con tal que no dañe a nadie, si
siente que lo que hace esta bien, tal vez se sienta satisfecho con eso aunque no todos estén de acuerdo.
Terapeuta: Muy bien. Me parece que tiene una buena perspectiva acerca de la racionalidad de esa creencia.
¿Empezamos con otra?
Análisis de los problemas del cliente en términos racionales: A esta altura, el cliente entendió que la alteración
emocional es influida por oraciones internas y que existen ciertas creencias irracionales específicas a las que debe
atribuirse dicha alteración. El cliente entonces debe centrarse en sus propios problemas y tratar de advertir que
puede estar diciéndose a si mismo cuando experimenta una alteración emocional. Un examen de ciertas situaciones
perturbadoras puede resultar útil.
Consideramos el caso del cliente que reacciona con una desproporcionada alteración emocional cuando no logra
obtener una cita con una mujer. La interpretación mas inmediata de esta situación (interpretación que
probablemente es lo que causa su alteración) es: “no le gusto”. Puede examinarse el grado de racionalidad de esta
creencia pasando revista a toda otra razón posible que haya podido determinar el rechazo de la mujer (por ejemplo,
otros compromisos, la inoportunidad de la solicitud de la cita, etc.). El segundo nivel de análisis de la racionalidad de
su actitud hacia el rechazo puede asumir la forma siguiente: “supongamos por un momento que usted no le agrada
¿Por qué eso habría de alterarlo tanto? Me pregunto si no se estará diciendo implícitamente algo mas acerca del
hecho de que usted no le agrada”. Este comentario puede obligar al cliente a reconocer que su reacción excesiva
ante la situación es provocada por una o mas de las creencias irracionales que el ya desestimo (por ejemplo, “todo el
mundo debe amarme”).
En esta etapa el cliente puede decir “soy capaz de aceptar todo lo que usted dice, y concedo que soy yo el que
provoca mi propia alteración en estas situaciones, solo que no se como cambiar”. Entonces el cliente se encuentra
maduro para la fase siguiente de la reestructuración racional.
Como se le enseña al cliente a modificar sus oraciones internas: El terapeuta debe saber que el conocimiento no
siempre es suficiente para producir un cambio real. El cliente necesita aplicar la teoría. Para enseñarle el terapeuta
puede empezar por describir la secuencia típica de aprendizaje. Cuando se sienta alterado, el cliente se detendrá a
examinar que puede estar diciéndose sobre la situación, que sea la causa de que se altere. La reacción emocional del
cliente actuara como señal de que debe detenerse y pensar “¿Qué puedo estar diciéndome de irracional?” Cualquier
pensamiento o enunciado que contenga las palabras “debo” o “tengo que” pueden también ser una señal, debido a
que esas palabras suelen acompañar a las demandas irracionales. Mediante la ruptura de lo que hasta ese momento
fue una reacción encadenada automática, el cliente toma más consciencia de haberse declarado algo inadecuado y
puede proceder a reevaluar esa creencia de manera racional. Luego reemplaza la autodeclaración irracional por una
apreciación mas realista de la situación, observando el posterior apaciguamiento de la alteración emocional. A
medida que avanza el proceso de aprendizaje, las autodeclaraciones racionales que el cliente se dirige se vuelven
menos deliberadas y mas automáticas.
Ejemplo:
Terapeuta: Le voy a pedir que se imagine en una situación dada y que me diga cuando nervioso se siente en ella.
Luego piense en voz alta acerca de que es lo que podría estar diciéndose para experimentar esa ansiedad, y después,
trate de ubicar sus expectativas en una perspectiva mas realista. De vez en cuando hare ciertos comentarios como si
fueran sus propios pensamientos ¿De acuerdo?
Terapeuta (ahora, a meterse dentro de su cabeza): De modo que me siento bastante tenso. Veamos ¿Qué es lo que
me estoy diciendo para alterarme tanto?
Cliente: Estoy nervioso por tener que leer un informe delante de toda esa gente.
Terapeuta (parece tener dificultades. Puede que sea necesario estimularlo mas de lo que pensé en un principio):
Pero ¿Por qué eso habría de alterarme? Eso me altera porque…
Terapeuta: Y si no la produzco…
Cliente: Bueno, no lo sé. No quiero que la gente piense que soy incompetente. Creo que temo perder el respeto de
la gente que pensaba que yo sabía lo que hacía.
Cliente: No lo sé. Creo que no tendría que ser así. Quizá me interesa demasiado lo que la gente piense de mí.
Cliente: Creo que esta es una de esas situaciones en las que tengo que complacer a todo el mundo, y hay mucha
gente aquí reunida. Es probable que no pueda contar con la aprobación de todos y quizás eso me altere. Quiero que
todos piensen que me estoy desempeñando bien.
Terapeuta: Voy a detenerme a pensar por un momento para ver hasta que punto es racional todo eso.
Cliente: Por empezar, no sé si verdaderamente es probable que resulte un fiasco. Después de todo, me preparé de
antemano y pensé claramente en lo que quiero decir. Creo que estoy reaccionando como si ya hubiera fracasado,
aunque es muy improbable que eso suceda.
Terapeuta (No le creo en absoluto. Hay un definido tono hueco en su voz. Llego a esa conclusión demasiado
rápidamente y la expresa sin mucha convicción): Digo que no creo que me altere, pero de verdad no estoy muy
convencido.
Cliente: En efecto. Me sentiría alterado si fracasara. Aunque en realidad no tendría que temer que esta situación
fuera un fracaso.
Cliente: Bueno, no se trata de una cuestión de vida o muerte. Se trata solo de un ridículo informe ante los miembros
de la comisión. Mucha de la gente que se encuentra entre el publico me conoce y sabe de lo que soy capaz. Y aun
cuando mi desempeño no fuera brillante, no creo que vayan a cambiar de opinión sobre mi sobre la base de una
charla de 5 minutos.
Terapeuta: Con esta nueva actitud respecto a la situación ¿Qué porcentaje de ansiedad experimenta?
En este libro se entiende por resolución de problemas a un proceso conductual, manifiesto o cognitivo, que ante la
situación problemática:
El entrenamiento de la resolución de problemas puede considerarse como una ayuda dispensada al individuo para la
adquisición de un “equipo de aprendizaje” que mejorar la probabilidad de enfrentar con éxito una amplia gama de
situaciones. El objetivo principal de la resolución de problemas consiste en identificar la alternativa mas eficaz, a lo
cual siguen entonces otras operaciones de autocontrol para estimular y perpetuar la ejecución del curso de acción
elegido.
Orientación general.
La orientación general de un individuo con respecto a una situación influye en su modo de responder a ella. La
orientación que alienta una conducta de resolución de problemas implica el siguiente conjunto de actitudes:
1. Considerar que las situaciones problemáticas constituyen una parte normal de la vida y sentirse capaz de
enfrentar muchas de estas situaciones.
2. Identificar las situaciones problemáticas cuando estas se presentan.
3. Identificar las situaciones problemáticas cuando estas se presentan.
4. Inhibir la tendencia a responder con un primer impulso.
En la medida en que el individuo confié en su posibilidad de enfrentar con independencia y éxito los propios
problemas (aunque no imagine de momento ningún curso de acción por adoptar), tendrá mas probabilidades de
encontrar una solución adecuada.
Pero, aunque se sea optimista acerca de la propia capacidad para el manejo eficaz de las situaciones, no siempre
resulta fácil identificar los problemas cuando se presentan.
Una persona hace lo que es habitual y corriente, pero cuando el resultado no es el esperado, aunque sin
preocuparse demasiado por el fracaso, porque tiene muchas otras cosas por hacer. Entonces se encuentra con un
fracaso donde tiene que triunfar, comienza a sospechar que esta frente a un problema.
Además de identificar la aparición del problema en cuanto se produce, es importante tender a inhibir cualquier
respuesta manifiesta inmediata. El primer paso en todos los tipos de razonamiento consiste en detenerse y pensar.
El individuo que enfrenta una situación problemática no responde directamente a estímulos externos, sino a señales
mediadoras. Por ejemplo, una situación problemática puede formularse como un conflicto entre la meta y algún
obstáculo que se interpone en el camino hacia ella, o entre dos o mas metas. Una vez que el problema se definió, el
individuo esta pronto para comenzar a generar las alternativas.
La principal tarea durante esta etapa consiste en dar con una gama de respuestas posibles, entre las cuales pueden
encontrarse las eficaces.
Se comienza generando alternativas generales (es decir, estrategias), todas las posibles. A continuación, se
selecciona la mejor estrategia o conjunto de estrategias. Finalmente, se vuelve a la generación de alternativas, pero
esta vez mas especificas (es decir, tácticas), y eventualmente adecuadas para llevar adelante la estrategia
seleccionada.
Decisión.
Para determinar la “bondad” de un curso de acción, los estudios sobre la toma de decisiones insisten en el criterio de
“utilidad”, lo cual significa:
Hasta esta altura de la secuencia de la resolución de problemas, el individuo viene operando en el nivel cognitivo.
Verificación.
La resolución de problemas se guía por la medida en que el resultado de la actividad resulta congruente o
incongruente con una norma dada. Si después de emprender algunas operaciones cognitivas o conductuales, el
individuo “comprueba” su progreso y decide que alcanzo una norma, se detiene o “abandona” esas actividades. Si,
por el contrario, descubre que es insuficiente o insatisfactorio, continua “operando” hasta obtener una solución feliz.
Con el objeto de enfrentar una situación problemática en un nivel no ya hipotético, el individuo debe emprender el
curso de acción elegido, observas las consecuencias de sus actos y comparar el resultado real con el previsto. Si la
comparación resulta satisfactoria, el proceso de resolución de problemas llega a su fin y el individuo “abandona”. Si
la encuentra satisfactoria, sigue “operando” (es decir, vuelve a la definición y formulación, la generación de
alternativas y/o decisión), repitiendo este procedimiento hasta que obtiene una comprobación satisfactoria, punto
en el que termina la resolución de problema.
6. PROCEDIMIENTOS DE REFUERZO
Los procedimientos de refuerzo son aquellos que intentan la modificación de la conducta mediante la manipulación
de sus consecuencias.
En la practica clínica, el terapeuta infiere que algo le gusta al cliente y lo considera un refuerzo potencial positivo. Por
ejemplo, suponemos en general que el cliente que respete a su terapeuta considerara positivo el hecho de ser
aprobado por el, algo por lo cual vale la pena esforzarse, en otras palabras, un refuerzo positivo. El progenitor que
levanta en brazos a un niño que llora constituye un ejemplo de refuerzo negativo; la interrupción del llanto
reforzaría negativamente la conducta del progenitor.
CASTIGO: En el caso del refuerzo negativo, eliminamos un acontecimiento negativo, eliminación que depende de la
presencia de alguna conducta deseable que queremos acrecentar. En el caso del castigo, en cambio, presentamos un
estado de cosas negativo si se da una cierta conducta desadaptada. Es decir, el propósito del refuerzo negativo es
acrecentar la frecuencia de ciertas conductas deseadas; el propósito del castigo es disminuir la frecuencia de
conductas indeseables.
La frecuencia de una conducta puede reducirse en virtud de 3 procedimientos básicos de castigo: presentando un
acontecimiento aversivo; sustrayendo a una persona de una situación en la que podría obtener refuerzos (es decir,
suspensión); y reduciendo en cierto monto la colección de refuerzos de los que dispone una persona (es decir, costo
de la respuesta).
Un ejemplo clínico de castigo como hecho aversivo es el entrecejo fruncido del terapeuta cuando el cliente hace o
dice algo juzgado desadaptado o indeseable. En el caso de un niño podría asumir la forma de un grito o de una
palmada de quien lo tiene a su cargo. Un ejemplo de suspensión es retirar a un niño del aula en la que encuentra
refuerzos positivos; durante el aislamiento el niño no puede participar de las actividades que proveen tales
refuerzos. Un ejemplo de costo de respuesta consiste en privar a un niño de parte de sus golosinas si se hace
presenta una conducta que se pretende debilitar.
LA EXTINCION: El procedimiento de extinción reduce la probabilidad de una conducta mediante la supresión de los
refuerzos que de costumbre se obtienen. Por ejemplo, si se decidio que la atención que le da un maestro mantiene
la exoactuacion de un niño de la escuela en el aula, se le recomienda al maestro que deje de prestar atención a dicha
conducta, colaborando en que de tal modo se extinga. El refuerzo simultaneo de una respuesta incompatible con la
que se quiere suprimir, facilita a menudo la extinción. Así, el mismo maestro que no tiene en cuenta la conducta
inadecuada del niño se le aconseja que lo alabe cuando, por ejemplo, permanece sentado, concentrado en sus
tareas.
El medio de los pacientes externos: Con frecuencia el terapeuta le sugiere al cliente que ensaye ciertos tipos de
conducta entre sesiones. Cuando el cliente da noticia de un esfuerzo relativamente feliz, el terapeuta por lo general
hace con la cabeza una señal de asentimiento o expresa de algún otro modo su aprobación, lo cual es de esperar,
servirá de refuerzo a esta conducta fuera de las sesiones.
Lo que el terapeuta refuerza no es el informe verbal de la conducta del paciente. El verdadero objetivo es lo que esta
aconteciendo afuera, cuando un cliente inhibido devuelve con éxito un filete crudo a la cocina para que se termine
su cocción, por ejemplo. Los verdaderos objetivos son las conductas que se reproducen simbólicamente durante la
hora de terapia, para que el terapeuta pueda observar estas representaciones simbólicas y reforzarlas cuando
resulte pertinente.
Además, el terapeuta puede encomendarle al cliente que intente nuevas conductas en su ambiente cotidiano, entre
sesiones, de manera tal que sean otros los que las refuercen.
¿Qué sucede con la relación entre el terapeuta y cliente cuando aquel considera que debe castigar una conducta, se
trate de su representación verbal o de un desarrollo real en el curso de la consulta? No es necesario que el terapeuta
manifieste desagrado o desprecio por el cliente cuando desaprueba lo que hizo. Lo deseable es que la relación sea
tal, que el cliente este preparado para advertir que las acciones del terapeuta tienen por fin su conveniencia de
paciente, aun cuando se trate de una medicina amarga.
Otro aspecto importante de la instrumentación de los procedimientos operantes en el encuadre de los pacientes
externos es el modelado por el terapeuta del autorrefuerzo del cliente. En primer lugar, es importante que el cliente
se comprometa a seguir el régimen terapéutico, sea cual fuere. Se le encomienda que haga un comentario favorable
en su fuero interno cada vez que haya obrado de determinada manera entre sesiones. Que el cliente cumpla
realmente los términos del contrato (a saber: la evaluación exacta de su conducta y el autorrefuerzo por
desarrollarla) depende en gran parte de la medida en que se sienta comprometido con su terapia. Puede que el
terapeuta tenga que entrenar al cliente en el autorrefuerzo, por ejemplo, preguntándole cómo se siente después de
haber tenido una conducta particular y señalándole que lo que corresponde es una autodeclaración como “me
siento bastante contento conmigo mismo”. Por supuesto, el autorrefuerzo puede adoptar la forma de permitirse
saborear una porción de torta de chocolate o participar en alguna actividad placentera solo después de haber
completado una página de un manuscrito.
Cuando se trata a un matrimonio en pareja, el terapeuta suele tener que dedicar mucho tiempo a enseñarles a
ambos cónyuges a reforzarse mutuamente entre sesiones por cambios conductuales específicos. Por ejemplo, se
puede obtener del marido la promesa de comentar favorablemente las expresiones de cariño de la mujer, mientras
que al mismo tiempo se sugiere a esta que retribuya al esposo mediante muestras de afecto físico.
Un ejemplo del empleo de refuerzos, se da a través de la técnica “economía de fichas”, que consta por lo menos de
los siguientes elementos:
A. La escrupulosa especificación de la conducta que será reforzada, por ejemplo, tender la propia cama antes
de las 8 de la mañana.
B. Un refuerzo claramente definido con un valor claramente entendido, por ejemplo, una ficha de color verde
cuyo valor es de 5 puntos.
C. Un conjunto de refuerzos de respaldo representados por la ficha (por ejemplo, una visita a la cantina, cuyo
costo puede ser de 30 puntos).
D. Personal administrativo entrenado capaz de observar la conducta del paciente y conceder los refuerzos
condicionados con prontitud y justicia.
E. Una economía de fichas correctamente conducida se caracteriza también por incluir cuidadosas anotaciones
sobre cada uno de los pacientes para que el personal sepa si una determinada conducta en un paciente
particular merece refuerzo. Por ejemplo, cuando se alienta el arreglo de las camas, se reforzará a un
paciente regresivo por el solo hecho de que estire las cobijas ligeramente, mientras que otro en mejor
estado deberá colocar sus extremos bajo el colchón y acomodar las almohadas en su lugar para obtener la
misma recompensa.
En 1913 Albert Ellis sostiene que: “Las personas no se perturban por los acontecimientos, sino por lo que piensan
acerca de los acontecimientos”, dejando sentado el concepto de mediación cognitiva mencionada que se refiere a la
construcción de la realidad subjetiva.
La TREC considera al ser humano como un ente científico capaz de utilizar la lógica y las pruebas empíricas y formular
una filosofía básica propia. La tendencia a formular dicha filosofía en forma flexible o rígida constituye el marco de
referencia para determinar la adaptación o perturbación emocional del individuo. La TREC procura conseguir un
cambio filosófico profundo en el paciente que afecte a sus emociones y conductas presentes y futuras, a partir de
un cambio de patrones de pensamiento irracional que el paciente tiene y que interfieren con su bienestar.
Se considera que los problemas conductuales y emocionales podían tener su génesis a partir de sus 3 fuentes: la del
pensamiento, la emocional y la conductual. Enfatizó en cómo los pensamientos inciden en las alteraciones
psicológicas.
Ellis afirmó que las personas son en gran parte responsables de sus sentimientos perturbados, que son generados
tanto consciente o inconscientemente. Por ende, esas mismas personas disponen de todos los recursos para poder
modificar sus pensamientos y traer a sus vidas estados duraderos y estables. En otras palabras, cuando nos
enfrentamos a obstáculos, podemos responder de una manera sana y favorable, pero también de formas
inconvenientes y que realmente no nos favorecen. Para el enfoque Racional emotivo conductual, las reacciones a
estos obstáculos (o incluso posibles limitaciones) están determinados por nuestras creencias, y no por los eventos
mismos.
La TREC se sirve del modelo ABC: tras un acontecimiento activador, suceso o situación (llamado momento A), se da
lugar el desarrollo de un sistema de creencias (B, por «Beliefs», creencias en inglés), a partir de las cuales el sujeto
desarrolla emociones, pensamientos y acciones (C, consecuencias). Las perturbaciones emocionales pueden ser
causadas por creencias, valoraciones y demandas inflexibles (exigencias absolutistas) llamadas creencias irracionales
que derivarán en emociones y conductas disfuncionales o desadaptativas.
Creencias
Ellis no alude a creencias religiosas sino a las cosas que sus pacientes “creían”, en el sentido de darlas por ciertas,
tomarlas por verdades indiscutibles, sin análisis lógicos ni pruebas.
La TREC se basa en la idea de que tanto las emociones como las conductas son producto de las creencias de un
individuo de su interpretación de la realidad. La meta primordial es asistir al paciente en la identificación de sus
pensamientos o creencias irracionales y ayudarle a remplazar por pensamientos más racionales que le permitan
lograr más eficacia en sus metas personales.
Creencias irracionales
Ellis enumeró una serie de creencias irracionales, es decir, aquellas creencias que perturban al sujeto y que no le
dejan vivir de manera satisfactoria. Algunas de ellas son:
Sólo se puede considerar válido el ser humano si es competente, suficiente y capaz de lograr todo lo que se
propone.
Las personas que no actúan como «deberían» son viles y deben pagar por su maldad.
La desgracia y el malestar humanos están provocados externamente y están fuera del control de una
persona.
Es más fácil evitar las responsabilidades y dificultades de la vida que hacerles frente.
Exigencias absolutistas
Además de creencias irracionales que pueda tener el consultante, las personas emocionalmente perturbadas se
traban en demandas rígidas y absolutistas, que pueden crear necesidades falsas. Estas exigencias versan sobre:
Uno mismo: «Yo debo…» o «Yo necesito…». Por ejemplo: «Debo hacer las cosas bien», «No debo hacer el
ridículo».
Los demás: «Él debe..…» o «tú debes…»: «Las personas deben tratarme con amabilidad y ser siempre justos
conmigo».
El Mundo: «El mundo debe…» o «la vida debe…»: «El mundo debería ofrecerme una vida cómoda», «No es
justo que la vida sea así».
La persona no siempre se da cuenta de que las tiene de forma clara, y menos aún de que son irracionales. Si estas
exigencias no se cumplen, surgen una serie de consecuencias, como son el tremendismo, la poca tolerancia a la
frustración (PTF) y condena (hacia los demás o uno mismo), ira, culpa, etc.
Emociones
Las emociones son formas de comportamientos complejos, relacionados de forma integral con los procesos
sensoriomotores y con los pensamientos. Las emociones son evaluaciones que van acompañadas de una sensación
física fuerte.
También es importante mencionar el papel de las evaluaciones/percepciones en las emociones de los seres
humanos, que le llevan a responder hacia ella de forma positiva o negativa. Las evaluaciones involucran tanto
percepciones como respuestas o comportamientos de dicho individuo, creando un circuito cerrado de
retroalimentación donde la percepción prejuicia la respuesta, y la respuesta a su vez tiende a prejuiciar las
percepciones posteriores.
MODELO A, B, C
El énfasis de la TREC está en el cambio profundo en la filosofía de vida del consultante, y no meramente en una
remisión de los síntomas. Esto se logra llegando, dentro del modelo A-B-C, al punto D: el debate racional emotivo o
diálogo socrático modificado (que es la búsqueda de evidencias y refutación de ideas) enfocado a conseguir un
nuevo efecto (punto E) más sano y adaptativo.
El modelo del ABC es un marco de referencia donde se tiene como eje principal la forma de pensar del individuo, la
manera en cómo el paciente interpreta su ambiente y sus circunstancias, y las creencias que desarrollaron sobre sí
mismo, sobre otras personas y sobre el mundo en general.
Creencias irracionales: Si estas interpretaciones o creencias son ilógicas, poco empíricas y dificultan a la
obtención de metas, reciben el nombre de “irracionales”, lo cual no significa que la persona no razone, sino
que razona mal, llegando así a conclusiones erróneas.
Creencias racionales: Si las interpretaciones están basadas en datos empíricos y en una secuencia científica y
lógica entre premisas y conclusiones, sus creencias son racionales, el razonamiento es correcto y la filosofía
básica de esa persona es funcional.
Este modelo resalta, además, que existen emociones negativas apropiadas y racionales, que frecuentemente están
relacionadas con pérdidas reales, ayudando al individuo a actuar mejor en el futuro y que derivan de preferencias y
no de exigencias. Mientras que las emociones inapropiadas, son exageradas y desproporcionadas en relación al
acontecimiento, dificultando la actuación de la persona y que son producto de exigencias absolutistas y rígidas.
Acontecimiento Activador o Adversidad (Activating event): Se trata de la percepción del evento o situación
que ocurrió y fue el detonante de la perturbación emocional. Dicho acontecimiento puede ser un hecho
externo (como una pelea con el jefe) o interno (como un dolor físico o una imagen mental); una situación
pasada (como un abuso infantil) o presente (como una discusión con alguien); un hecho objetivo (como un
accidente de coche) o subjetivo (como un rechazo imaginado).
Sistema de Creencias (Beliefs): Es la percepción, interpretación, creencia, o pensamiento que tiene sobre la
“A”. Las creencias pueden ser racionales o irracionales. Una creencia es racional cuando es empírica, lógica y
funcional, y suele tener forma de preferencia (deseos o esperanzas), aceptación, tolerancia y relativismo, e
incluir significados tipo sí/también, o sí/pero ante el “A” desagradable que están experimentando: “espero
que no me ocurra tal desgracia, pero si sucede, podré enfrentarme a ella y todavía tendré oportunidades
para ser feliz”. Mientras que es irracional cuando es mágica, ilógica y disfuncional, y suele tener forma de
exigencia, condenación, intolerancia y dramatismo, e incluir significados tipo o/o: “debo evitar que ocurra tal
desgracia o seré un desgraciado toda la vida”.
Según la TREC, el elemento principal del trastorno psicológico se encuentra en las creencias evaluativas irracionales
que se conceptualizan a través de exigencias absolutistas, de los “debo” y de los “tengo que” dogmáticos en lugar de
concepciones de tipo probabilista o preferencial, que dañan sus propósitos y objetivos, generando emociones que
bloquean la obtención de los mismos, y que derivan en conclusiones irracionales nucleares.
Entonces las creencias irracionales están en el núcleo de los problemas de las personas por ser creencias rígidas.
¿Cómo son estas creencias? Las creencias rígidas se presentan como deberías o exigencias absolutas (debo, tengo
que).
o Exigencias acerca del yo (dan lugar a ansiedad, depresión, vergüenza o culpa). Ejemplo: yo debo dar bien mi
próxima charla, yo debo ser el mas elegante de la fiesta.
o Exigencias acerca de los demás (dan lugar a la ira, rabia y conductas pasivo-agresivas o, incluso, violentas).
Ejemplo: Tú debes tratarme bien cuando me atiendas, tu debes darme dinero cuando te pido.
o Exigencias acerca de las condiciones de vida o del mundo (dan lugar a sentimientos de autocompasión o de
sentirse victima, pueden dar lugar a problemas de dilación, procrastinación o, incluso, conductas adictivas).
Ejemplo: Estudiar debería ser fácil y divertido, mi trabajo no debería ser aburrido.
Cuando tenemos creencias rígidas acerca de nosotros, los demás o el mundo, nos deslizamos hacia creencias
extremistas que se derivan de ellas:
1) Tremendismo: tendencia a resaltar con exceso lo negativo de un acontecimiento. Es una conclusión exagerada
que proviene de una creencia: “esto no debería ser tan malo como es”. Ejemplo: “Yo debo dar bien mi próxima
charla” y será horrible si no lo consigo.
2) Baja tolerancia a la frustración: tendencia a exagerar lo insoportable de una situación: la califica como insufrible,
considerando que no puede experimentar ninguna felicidad si esta situación se presenta o deja de ocurrir. Ejemplo:
“Yo debo dar bien mi próxima charla” y no lo podre soportar si no lo consigo.
3) Condensación: tendencia a evaluar como “mala” la esencia humana, la valía de uno mismo o de los demás, como
resultado de una conducta individual (hacer algo que no “debe” hacer o no hacer algo que “debe” hacer). Ejemplo:
“Yo debo dar bien mi próxima charla” y si no soy despreciable.
Ejemplo: B (irracional)- “No puedo soportarlo. Soy un fracasado por haber perdido el trabajo. Es terrible lo que me
ha sucedido. Necesito este trabajo. No tendría que haberlo perdido. Nunca encontraré otro trabajo igual”.
Las creencias racionales flexibles son la base de las respuestas sanas a las adversidades (A) de la vida. Son flexibles,
se basan en que no las hemos transformado en “deberías” absolutos y dogmáticos. Son preferencias no dogmáticas.
Tienen la forma de deseos, anhelos o simplemente preferencias.
Ejemplo de creencias flexible referida a uno mismo: “Me gustaría dar muy bien la charla, pero no necesito hacerlo”.
Son creencias moderadas (no extremas) que se derivan de las creencias flexibles que acabamos de exponer.
1. Son creencias no catastróficas. Es decir, crees que la situación podría ser siempre peor que la adversidad que
aconteció. Se puede creer que incluso algo bueno podría derivar de esa adversidad. En primer lugar,
afirmamos que es malo cuando no conseguimos lo que queremos. Segundo, reconocemos que no es una
catástrofe terrible cuando esto sucede.
2. Creencias de tolerancia a la incomodidad o a la frustración. Implica que tendrás que esforzarte si la
incomodidad sigue existiendo, pero no morirás ni desintegraras ni nada por el estilo. Que pase lo que no
quieres no hará que pierda la capacidad de vivir sentimientos de felicidad, aunque temporalmente sea
menos. Además, crees que vale la pena tolerar esa incomodidad.
3. Creencias de aceptación. Aceptarse a si mismo, a los demás (como falibles) y aceptar el mundo y las
condiciones de vida. Aceptar el mundo y las condiciones de la vida significan reconocer que son muy
complejas y que constan de aspectos buenos, malos y neutros.
Ejemplo: C- “Me siento culpable, enfurecido conmigo, ansioso y deprimido. No como. No duermo. Bebo demasiado
alcohol. No busco ningún otro trabajo”.
La C del modelo ABC son consecuencias emocionales, de comportamientos y de pensamiento que resulta de
nuestras creencias acerca de la adversidad (A). La C estarán perturbadas si siguen creencias irracionales (B) sobre las
adversidades (A) y las llaman consecuencias negativas insanas. Las C no estarán trastornadas si siguen a creencias
racionales (B) sobre las adversidades (A). Se las llaman consecuencias negativas sanas.
Las consecuencias negativas insanas generan: gran dolor e incomodidad psíquica. Predisponen a conductas
autodestructivas. Impiden conductas necesarias para que consiga sus objetivos. Conducen a formas de pensamiento
disfuncional y muy distorsionado. La persona experimenta: ansiedad, depresión, culpa, vergüenza, ira, celos o
envidia.
Si tenemos creencias racionales (B), obtenemos emociones negativas sanas (C). Estas emociones son negativas,
pero sanas porque: motivan a comprometerse en conductas beneficiosas para conseguir los objetivos. Alertan de
que los objetivos fueron bloqueados, pero no inmovilizan. Conducen a un pensamiento equilibrado y funcional. Estas
emociones sanas consisten en ocuparse en lugar de preocuparse, estar inquieto en lugar de ansioso, triste en lugar
de deprimido, sentir arrepentimiento en lugar de culpabilidad, decepción en vez de vergüenza, enfado en vez de ira
o envidia sana en lugar de envidia odiosa.
El objetivo de la TREC consiste en ayudar a las personas a construir creencias más racionales y constructivas
respecto a los acontecimientos que les permita tener emociones más saludables y comportamientos más
funcionales.
Un método esencial que utiliza es la de Disputar los pensamientos irracionales (D) mediante el método científico de
análisis racional que consiste en hacerse una serie de preguntas reflexivas que permitan a la persona debatir sus
propios pensamientos y ponerlos en duda. Por ejemplo, en la situación anterior la persona podría cuestionarse «¿Es
realista pensar que soy un completo inútil, un desastre y que no valgo nada por el hecho de haber cometido un
error? ¿Siempre actúo de una manera equivocada y en todos los aspectos?» «Dónde está escrito que no pueda fallar
en eso? ¿Hay alguna ley que lo prohíba?».
Haciéndose preguntas de este estilo, la persona podrá reflexionar sobre sus pensamientos y encontrar nuevas
creencias racionales alternativas (E) que le ayuden, como por ejemplo «Es verdad, que haya cometido un error no
me convierte en un completo inútil sino en ser humano falible que se equivoca». La consecuencia de estas nuevas
creencias hará que la persona se sienta triste y molesta por el error, pero no deprimida ni enrabiada, y al sentirse
mejor seguramente actuará de otra manera como ver en que se ha equivocado y aprender del error, y no necesitará
comer compulsivamente, por ejemplo.
A-B-C AMPLIADO
2. E (Effective belief): Incorporación de una nueva creencia de carácter eficaz, funcional y saludable (“racional”).
La TREC diferencia:
Ejemplo: si una persona desea alcanzar una meta y no lo logra, tiende a sentirse triste pero no deprimida aun si
piensan que continuarán fallando. Sin embargo, cuando se convencen del que “deben”, bajo cualquier circunstancia
y en cualquier momento conseguir el éxito, crean su propia depresión al fracasar.
Ansiedad del ego: Es un sentimiento dramático y abrumador acompañado de otros sentimientos como depresión,
vergüenza y culpa. Dicha tensión emocional, resulta cuando las personas piensan que:
Ansiedad situacional: es específica a una situación concreta, de incomodidad y baja tolerancia a la frustración. Puede
ser:
• un síntoma 2rio en el que la ansiedad situacional puede generalizarse a prácticamente cualquier tipo de ansiedad.
Ej: teme a los ascensores y luego a la fotografía del mismo, o a pensamientos sobre dicha situación.
Diagnóstico de la TREC
1- Asignar una categoría basada en la nomenclatura del Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos
Mentales
Práctica de la TREC
Para descubrir y refutar las creencias perturbadoras (“irracionales”) y reemplazarlas por otras que sean funcionales y
más eficaces se busca emplear recursos, que pueden abarcar las áreas cognitiva, emotiva o conductual, asociadas a
dicho pensamiento disfuncional.
No se pretende modificar todas las creencias irracionales que tenga el cliente, sino las que se detecten como
causantes de las emociones o conductas disfuncionales que el mismo cliente desea modificar cuando consulta.
Es necesario averiguar las creencias – directrices para encontrarlas. Hacer preguntas ayuda a identificar y verbalizar
pensamientos, creencias, actitudes y filosofías:
A- Darse cuenta de forma inductiva: Recoger inferencias y pensamientos automáticos y luego cuestionarlos y
refutarlos. El consultante que siguió este proceso unas cuantas veces, puede darse cuenta finalmente por sí
mismo, de un patrón, que podría sugerir la creencia irracional subyacente.
D- Locuciones conjuntivas: Ejemplo ¿Y eso querría decir? ¿y entonces? El terapeuta borra el punto final de la
frase del paciente e inserta una conjunción.
E- Locuciones con frases inacabadas que el sujeto tiene que terminar, por ejemplo: “y se siente nervioso
debido a ella porque…”
F- Preguntas dirigidas por la teoría, por ejemplo, si el consultante informa de ansiedad sobre críticas de los
demás, en vez de preguntar ¿Qué se está diciendo así mismo sobre esa crítica? Se podría preguntar, ¿Qué
clase de persona piensa que es usted si los demás le critican?
G- Evaluación guiada por hipotesis: cuando el cliente se está esforzando y no logra expresar su creencia, el
terapeuta con humildad y con duda, genera su hipótesis y le pregunta “Es posible que…?”
Técnicas de la TREC
TECNICAS COGNITIVAS:
Se le enseña al paciente el modelo ABC. Consiste en explicarle que los hechos activadores (A) son mediados por las
creencias, pensamientos (B) que desencadenan unas consecuencias (C) que serán de tipo emocional o conductual.
Se le enseña que no hay una relación directa entre A y C, sino que están mediados por las creencias.
Después de explicarle al paciente el modelo, se le asignan tareas que consisten en Autorregistros ABC durante el día,
para así poder detectar que pensamientos va teniendo y poder llegar a las creencias irracionales que son deberías
dogmáticos.
Ejemplo: Suspender un examen (A). La persona puede decirse a sí mismo “debería haber aprobado el examen” (B).
Genera ansiedad (C). A medida que el paciente haga un registro irán surgiendo estas creencias irracionales. Esto es
un paso previo, para luego debatir las creencias irracionales con el psicoterapeuta, con el objetivo de desarrollar
creencias racionales mas adaptadas.
Debate de las creencias irracionales entre el psicoterapeuta y el paciente. Se trata de determinar la validez de las
creencias irracionales, y vas adaptando preguntas, vas debatiendo.
La idea principal de la Terapia Cognitiva es que las personas sufren por la interpretación que realizan de los sucesos y
no por éstos en sí mismos. Por tanto, Aaron Beck, interesado por el tratamiento de la depresión, desarrolló un
modelo para el tratamiento de esta patología que posteriormente extendió a otros trastornos.
El modelo propuesto por Beck afirma que ante una situación, los individuos no responden automáticamente, sino
que antes de emitir una respuesta emocional o conductual perciben, clasifican, interpretan, evalúan y asignan
significado al estímulo en función de sus supuestos previos o esquemas cognitivos (también llamados creencias
nucleares).
Esquemas cognitivos
En la teoría de Beck, los procesos cognitivos son los mecanismos de codificación, almacenamiento y recuperación de
la información existentes en las estructuras cognitivas (esquemas). Por tanto, se incluyen entre los procesos
cognitivos: la percepción, la atención, la memoria y la interpretación. En el procesamiento de la información pueden
producirse errores en cualquiera de sus fases que tienen como consecuencia una alteración o distorsión en la
valoración e interpretación de los hechos, lo cual llama “distorsiones cognitivas”.
Los esquemas representan el conjunto de experiencias previas y actúan como moldes que dirigen la atención,
influyen en la interpretación de los acontecimientos y facilitan el recuerdo.
Para Beck, “los esquemas son patrones cognitivos estables que constituyen la base de la regularidad de las
interpretaciones de la realidad. Las personas utilizan sus esquemas para localizar, codificar, diferenciar y atribuir
significaciones a los datos del mundo”. En otras palabras, los esquemas son construcciones mentales subjetivas, más
o menos estables, que actúan como filtros a la hora de percibir el mundo por parte del individuo.
Los esquemas provienen en gran medida de experiencias previas de aprendizaje (en general, tempranas) y pueden
permanecer latentes hasta ser activadas por un evento significativo que interactúa con ellos.
Creencias
Las creencias son los contenidos de los esquemas, y son el resultado directo de la relación entre la realidad y éstos.
Son todo aquello en lo que uno cree, son como mapas internos que nos permiten dar sentido al mundo, se
construyen y generalizan a través de la experiencia.
Creencias centrales o nucleares: Se presentan como proposiciones absolutas, duraderas y globales sobre uno
mismo, los demás o el mundo. Por ejemplo, “soy un incompetente”. Representan el nivel cognitivo más
profundo, son difíciles de cambiar, dan el sentido de identidad y son idiosincrásicas.
Creencias periféricas: Son influidas por las nucleares, por tanto, están ubicadas entre éstas y los productos
cognitivos o pensamientos automáticos. Consisten en actitudes, reglas y presunciones (o supuestos). Por lo
tanto, influyen en la forma de ver la situación, y esa visión influye en cómo se siente, actúa o piensa un
individuo.
Productos cognitivos
Los productos cognitivos hacen referencia a los pensamientos e imágenes que resultan de la interacción de la
información proporcionada por la situación, los esquemas, creencias y de los procesos cognitivos. Los contenidos de
los productos cognitivos suelen ser más fácilmente accesibles a la conciencia que los esquemas y los procesos
cognitivos.
Para Beck, los trastornos psicológicos derivan de distorsiones cognitivas (errores en los procesos cognitivos), que
son maneras equivocadas de pensar que aparecen en forma de pensamientos automáticos (productos cognitivos)
ante determinadas situaciones, y que provocan estados emocionales negativos y conductas inadecuadas. Por tanto,
estas distorsiones cognitivas son provocadas por creencias irracionales o supuestos personales aprendidos en el
pasado, que condicionan inconscientemente la percepción e interpretación del pasado, presente y futuro.
Las personas que sufren depresión se vuelven vulnerables ante ciertas situaciones, y es importante entender que en
esta teoría no se plantea que las cogniciones sean la causa de la depresión o de otro trastorno emocional, lo que
realmente se postula es la primacía de los síntomas: la activación de esquemas negativos y las distorsiones cognitivas
consiguientes, serían el primer eslabón de la cadena de síntomas depresivos.
Cuando una persona se enfrenta a una determinada situación, el esquema es la base para transformar los datos en
cogniciones. Puesto que los esquemas que se activan en una determinada situación van a determinar el cómo
responde esa persona, en las personas que padecen un trastorno depresivo se activarán esquemas inadecuados.
La triada cognitiva de Beck consiste en una figura triangular que representa el hecho de que los pensamientos
influyen en las emociones, las emociones en la conducta y viceversa. Es decir, realmente existe una influencia
recíproca entre las 3 partes.
Un ejemplo de ello sería un paciente que padece de ansiedad y que se dice a sí mismo (pensamiento): “seguro me va
a dar una crisis de ansiedad”, “no soy capaz de superar esto”, “nunca voy a poder sentirme bien”. Este tipo de
pensamientos, al estarlos generando constantemente llegan a provocar una reacción (emoción) esta puede ser de
tristeza y angustia, lo cual finalmente le llevará a actuar en coherencia con ello y comenzar a experimentar
físicamente una crisis de pánico (conducta). De esta manera, con el paso del tiempo, si la persona se acostumbra a
que siempre se desencadene el mismo tipo de pensamientos, emociones y conductas, éstos cada vez se harán más
resistentes y será más difícil erradicarlos.
El hecho de modificar la creencia del paciente no se hace por medio de un debate, sino que realmente se busca una
evidencia objetiva que evalúe sus creencias y a partir de ahí se establezca una realidad más positiva por medio de
datos empíricos.
Por ejemplo, una persona que tiene la creencia errónea y ha desarrollado una fobia a viajar en avión ya que piensa
que si viaja en un avión seguro va a estrellarse, se le puede argumentar y comprobar que el avión es el medio de
transporte más seguro.
Por tanto, el primer síntoma depresivo es la activación de esquemas cognitivos relacionados con la visión de uno
mismo, el mundo y el futuro. La tríada cognitiva se refiere a tres esquemas característicos que inducen al individuo
depresivo a percibirse a sí mismo, al mundo y al futuro desde un punto de vista negativo. De estos tres patrones
cognitivos se derivan el resto de síntomas depresivos que sufre.
El esquema característico que sufren las personas deprimidas, y que Beck denomina la triada depresiva, consiste en
una visión negativa de:
Sí mismo: las personas que padecen depresión suelen considerarse deficientes e inútiles. Atribuyen los
errores que cometen a un defecto físico, mental o moral propio, y piensan que los demás los rechazarán.
Del mundo: Se sienten como derrotados socialmente y no están a la altura de las exigencias, ni tienen la
capacidad de superar los obstáculos.
Del futuro: La persona que padece depresión piensa que esta situación no se puede modificar, por lo que
seguirá así siempre.
Los esquemas negativos activados en los individuos depresivos los llevan a cometer una serie de errores en el
procesamiento de la información que facilitan los sesgos y permiten al depresivo mantener la validez de sus
creencias. Beck enumeró una serie de distorsiones cognitivas, son las siguientes:
Abstracción selectiva: se trata de prestar atención a un solo aspecto o detalle de la situación. Los aspectos
positivos se suelen ignorar, dando más importancia a los aspectos negativos.
Inferencia arbitraria: consiste en sacar conclusiones de una situación que no están apoyadas por los hechos,
incluso cuando la evidencia es contraria a la conclusión.
Sobregeneralización: consiste en extraer sin base suficiente una conclusión general de un hecho particular.
Magnificación y Minimización: tendencia exagerar lo negativos de una situación, un suceso o una cualidad
propia y a minimizar lo positivo.
Personalización: hace referencia a la costumbre de relacionar los hechos del entorno con uno mismo,
mostrándose susceptible.
Visión catastrófica: adelantar acontecimientos y, de entre las distintas opciones, pensar que siempre va a
ocurrir lo peor.
Deberías: consiste en mantener reglas rígidas y exigentes sobre cómo deben suceder las cosas.
Etiquetas globales: consiste en poner etiquetas globales a nosotros mismos o a los demás sin tener en
cuenta otros matices.
Culpabilidad: consiste en atribuirse a uno mismo o a los demás toda responsabilidad de los acontecimientos,
ignorando otros factores que contribuyen a los mismos.
Por tanto, al activarse estos esquemas característicos de las personas depresivas, los productos cognitivos serán
desadaptativos y negativos.
Los pensamientos automáticos son los diálogos internos, pensamientos o imágenes que aparecen ante una
situación determinada, y los pacientes suelen considerarlos afirmaciones verdaderas no distorsionadas.
Características de estos:
Son aprendidos
No son fáciles de detectar ni controlar, pues aparecen en el flujo del diálogo interno
SPIA
Con respecto a la noción de SPIA, se trata del constructo base del modelo terapéutico EMDR, es decir, es la premisa
de la que parte la terapia, la misma plantea que la persona posee un sistema de procesamiento de información
adaptativa de naturaleza fisiológica (SPIA), y a través de él las nuevas experiencias e información son normalmente
procesadas a un estado adaptativo, es decir, son asimiladas como un recuerdo saludable. Sucede que la información
es almacenada en redes de memoria que contienen pensamientos, imágenes, emociones y sensaciones relacionadas
(ligadas entre sí), es decir, se trata de recuerdos integrados que se tienden almacenar en las conocidas áreas de
asociación límbica o prefrontal. El resultado de un procesamiento adaptativo es aprendizaje y habilidad de
respuestas adaptativa
Ahora bien, frente a experiencias traumáticas, es decir, vivencias de carácter aversivo y estresante, la capacidad del
SPIA para procesar los eventos se ve bloqueada. Esto no implica que las experiencias no se almacenen en redes
neurales, sino más bien que lo que sucede es que la información se almacena en redes de memoria no asociadas a
los recuerdos adaptativos. De modo que, frente a nuevas experiencias, a propósito, relacionadas al estímulo
aversivo, se producen reacciones disfuncionales, como miedo, pánico, tristeza profunda, sueños repetitivos
relacionados con la experiencia, evocación involuntaria de imágenes sobre el recuerdo (flashbacks), entre otras.
REDES DESADAPTATIVAS
Para comprende las proposiciones planteadas es necesario tener en cuenta los aportes del modelo de
procesamiento adaptativo de la información (PAI) planteado Solomon y Shapiro, el mismo establece como premisa
que los eventos traumáticos no son procesados de manera adecuada. Hilando más fino, cuando acontece un evento
traumático, dado a su carácter aversivo y estresante, se procesa de forma diferente y se almacena en redes
neuronales diferente a las redes de información adaptativa, es decir, en vez de integrarse con los circuitos
adaptativo previo, se segregan en otras redes. Ahora bien, lo que sucede posteriormente es que ante determinados
estímulos externos o internos, el almacenamiento implícito de la información pueda provocar respuestas fisiológicas
relacionadas con el acontecimiento anterior, dando lugar así a sintomatologías como pensamientos intrusivos,
pesadillas, etc. Entonces, desde este modelo se entiende que los recuerdos almacenados disfuncionalmente sientas
las bases de futuras respuestas no adaptativas, porque las situaciones actuales están automáticamente enlazadas
con redes de memorias asociadas.
Por otro lado, hablando de las bases neurales del trauma y su almacenamiento, es necesario hacer hincapié en la
importancia de estructuras como el tálamo y las áreas de asociación. La información sensorial de una experiencia
converge en el Tálamo, estructura que por su función es análoga a una estación central de trenes, pues, una vez que
la información ha convergido ahí, pasa a distribuirse hacia las demás área o estructuras donde serán procesadas.
Una vez que toda experiencia ha sido procesada pasa a consolidarse de forma integrada a una de las áreas de
asociación, de este modo la memoria semántica o episódica suman elementos mnémicos. No obstante, esto no
sucede en las experiencias traumáticas, pues, estas, según Solomon & Heide, sobrepasan la capacidad de
procesamiento del cerebro, por lo que no se logra una adecuada asimilación de la situación.
En relación a esto último, Siegel manifiesta que durante la experiencia traumática se produce una activación
fisiológica que sobrepasa los límites de la ventana de la tolerancia y dificulta el procesamiento. En este sentido, se
comprende que la ventana de tolerancia es la zona optima de activación en la que se puede llevar a cabo el
procesamiento de la información sin producir un fallo en el sistema. En un extremo, está la hiperactivacion fisiológica
que da lugar a respuestas de lucha o huida, a sensaciones somáticas y recuerdos intrusivos. Mientras que la
hipoactivacion dará lugar a respuestas de congelación o paralización. Pero en ambos casos, el procesamiento
cognitivo se interrumpe, provocando que solo el sistema sensoriomotor pueda emitir respuestas
Uno de los aportes que expresan el funcionamiento neural ante estas situaciones, son los de Janet, expresa que el
Tálamo, estructura encargada de integrar la experiencia, presenta un funcionamiento incorrecto, de modo que estos
recuerdos no se integran en un todo, sino que se fragmentan en forma de pensamientos, emociones y sensaciones,
se generan huellas aislada mnémicas no procesadas adecuadamente.
Cabe destacar que en ocasiones las vivencias traumáticas imposibilitan la estructuración del recuerdo mismo en la
memoria episódica, esto es, el recuerdo no posee espacio – tiempo en la autobiografía del sujeto.
La segunda proposición da cuenta del trabajo de esta modalidad terapéutica, pues, en base a recursos como la
estimulación bilateral se busca un re-procesamiento del evento traumático, con el fin de que la red neuronal que lo
contiene dicha experiencia se integre adecuadamente a la red de memoria adaptativa mediante nuevas
asociaciones, esto debido a que los movimientos oculares crean un estado similar al sueño REM, en el que se
producen asociaciones entre distinta información aparentemente no relacionada y una consolidación de los
recuerdos. Además, algunos estudios han puesto de manifiesto que estos movimientos producen un descenso en la
intensidad de recuerdos emocionales tanto positivos como negativos, lo que favorece que se reduzca el carácter
aversivo y se puedan producir más asociaciones. En retrospectiva, el modelo busca integrar la base de recuerdos que
provocan una sintomatología particular, de modo que las conductas desadaptativas como los pensamientos
intrusivos o pesadillas pueden desaparecer. Cabe destacar que este re – procesamiento se caracteriza porque se
apela a un estado mindfulness.
El método fue creado en 1987 por Francine Shapiro (Doctora en Psicología). Shapiro observó de forma casual que,
bajo ciertas condiciones, el movimiento de los ojos podía reducir la angustia vinculada a pensamientos negativos.
En 1989 llevó a cabo una investigación con personas que sufrían de traumas de la guerra de Vietnam y con víctimas
de abusos sexuales, y comprobó que EMDR reducía de manera significativa los síntomas del TEPT (Trastorno por
Estrés Postraumático).
Durante la vivencia de un hecho traumático, las respuestas bioquímicas activadas (adrenalina, cortisol, etc.)
bloquean el sistema innato de procesamiento de la información del cerebro, aislando las informaciones respecto al
trauma, cerrándolas en una red neuronal con las mismas emociones, creencias y sensaciones físicas que existían en
el momento del hecho. Es decir, el hecho traumático queda aislado del resto de la red neuronal de la persona y no se
integra con el sistema innato que empuja a cada uno hacia la auto-curación.
La aplicación del proceso incluye la estimulación bilateral alternada (considerando la parte derecha e izquierda del
cuerpo, se promueve a que reaccionen alternamente primero una y luego la otra), mediante el movimiento ocular,
“tapping” (golpecitos en las rodillas o en las manos) o a nivel auditivo. Este procedimiento estimula los dos
hemisferios, favoreciendo la comunicación entre estos y desbloqueando la información contenida en el sistema
nervioso que formaba el trauma.
Así todos los aspectos que habían quedado fragmentados por la situación traumática, se vuelven a estructurar y se
integran adecuadamente a nivel neuronal, pasando a ser parte de los recuerdos, es decir, dejan de activarse en el
presente y causarnos perturbación. El sentimiento de miedo consecuencia de los hechos pasados desaparece y se
logra un sentimiento de seguridad.
EMDR es una terapia efectiva y de resultados perdurables en pacientes con Trastorno por Estrés Postraumático
(TEPT) y demás trastornos asociados al espectro del trauma (ya sea un trauma intenso o bien uno leve).
El EMDR describe el trauma como una información almacenada en el cerebro de manera disfuncional, a partir de
una experiencia considerada traumática. Al ser archivada de ese modo, no puede utilizarse ni integrarse a la
experiencia cotidiana del sujeto, y por consiguiente se convierte en responsable de los síntomas del paciente.
Para expresarlo con más precisión, la información queda asociada a los sistemas de memoria implícita de modo
similar al momento en el que se experimentó la experiencia traumática. De ello se desprende que, cuando se ve
enfrentado a una situación que guarda cierta relación de similitud o resonancia respecto de la experiencia que
resultó traumática, la persona se convierte en víctima de una reacción que va desde la desazón al miedo, el rechazo,
la ira o bloqueos a nivel muscular o fisiológico.
En ocasiones, el individuo no advierte la incoherencia de tales reacciones, pero en muchas otras, estas últimas van
acompañadas de desconcierto o de frustración, y llega incluso a reprocharse a sí mismo por protagonizarlas, aun
siendo consciente de lo innecesario, de lo indebido y de lo contraproducente de las mismas.
El trabajo del terapeuta de EMDR consiste en ayudar al paciente a reintegrar los sucesos traumáticos, de modo que
estos no sigan causándole dolor ni sufrimiento.
Cuando hablamos de traumas podemos diferenciar dos tipos: Traumas (con T mayúscula) y traumas (con t
minúscula).
Los traumas “T” es lo que tradicionalmente definimos como trauma, una sola experiencia terriblemente dolorosa y
que fácilmente hace reaccionar a la persona ante una situación similar o algún aspecto que le recuerde la vivencia.
Ejemplos de este tipo incluirán atentados, robos, accidentes de coche, experiencias de una batalla, abusos sexuales o
físicos.
Los traumas “t” se refieren a las situaciones perturbadoras consistentes en el tiempo, ninguna de la experiencia en si
misma fue traumática, pero sí que fueron suficientemente repetidas como para que el efecto acumulado sea tan
impactante como un trauma “T”. Ejemplos de este tipo son el rechazo de los padres, la exigencia excesiva de un
profesor o el desprecio de los compañeros de clase. Según la experiencia en la aplicación del método, parte de las
dificultades actuales de los demandantes parece estar relacionada con sucesos angustiosos sufridos en la infancia
que han quedado bloqueados y siguen influyendo no solo en la conducta del individuo, sino que también en la
gestión de situaciones traumáticas posteriores.
El modelo terapéutico EMDR establece un protocolo de 8 fases sucesivas y el abordaje de tres tiempos, a saber:
pasado, presente y futuro. Cada fase posee una especificidad y objetivos que lograr.
Fase 1 – Toma de historia: Esta primera etapa tiene como objetivo principal recolectar información sobre el paciente
a través de la toma de historia (anamnesis). Esto no solo permite conocer el estilo de apego que el paciente ha
configurado en su vida, sino que, a través del testimonio de experiencias tanto positivas como negativas, también se
puede abordar el SPIA del paciente e identificar los blancos posibles para el tratamiento (pasado, presente y futuro).
Esto último es otro de los objetivos de esta primera fase.
Otros aspectos a evaluar con la toma de historia son: capacidad integrativa del paciente (permite conocer la
posibilidad del paciente de emplear adecuadamente atención dual, y fenomenológicamente se presenta a través de
expresar las dimensiones del pasado y futuro sin discurrirse en ellas), tolerancia a la frustración (capacidad de tolerar
estados emocionales, la respuesta del paciente debe estar dentro de la ventana de tolerancia emocional, se es
mayor a la ventana entonces se trata de una respuesta hiperactiva, pero si es menor a la ventana, entonces se trata
de una respuesta hipoactiva), recursos internos y externos actuales, disponibilidad para el trabajo, factores
psicosociales actuales, nivel de recursos para así determinar el ritmo, etc.
En fin, al finalizar esta etapa y haber evaluado lo pretendido, se obtiene la conceptualización del caso, esto es, no
solo haber clarificado el motivo de consulta (experiencia angustiante actual y sus respectivos aspectos, es decir,
ICES), sino también poder responder a las preguntas ¿Qué blancos han sentado las bases de la patología? ¿Qué
blancos cubrirán los déficits para llevar al paciente hacia la salud?
Fase 2 – Preparación: Tiene como objetivos principales preparar al paciente para el procesamiento con EMDR de
blancos traumáticos y establecer una alianza terapéutica con características definidas. Hilando más fino, el primer
objetivo no solo implica trabajar/estimular las redes de memoria positivas/adaptativas, sino también enseñar
habilidades de afrontamiento para hacer en la sesión y entre sesión, algunas de estas pueden ser: construir
internamente un lugar calmo/tranquilo, ejercicio de contención, ejercicios de relajación y reducción del estrés,
habilidades de estabilización y manejo del afecto, etc. En retrospectiva, el primer objetivo se basa preparar al
paciente para el cambio de estado.
Con respecto al segundo objetivo, la alianza terapéutica no solo se basa en establecer un acuerdo específico de
veracidad, sino también en recrear un apego seguro con el terapeuta, esto implica que el paciente pueda tener un
vínculo de aceptación y valoración con el profesional. Esto es elemental, pues, el tipo de apego determinara el
despliegue del paciente en terapia.
Antes de finalizar esta fase es necesario cumplir un tercer objetivo, a saber: explicación de la mecánica y
procedimientos EMDR. Esto implica las explicaciones necesarias al paciente y determinar la estimulación bilateral
con la que el paciente se siente más cómodo para trabajar. Existen tres tipos de estimulación bilateral: ocular,
auditiva y táctil. Solo a través de llevar a cabo este objetivo es que se puede tener un consentimiento informado que
refuerce la alianza terapéutica.
Fase 3 – Evaluación: Tiene como objetivo principal acceder a la experiencia del recuerdo blanco para el
reprocesamiento con EMDR. Pero, una vez cumplido este primer objetivo se establece un segundo, a saber: delinear
los componentes del blanco seleccionado. Esto es desmenuzar la experiencia en imagen, cognición, emoción y
sensación (ICES).
El tercer objetivo es tomar las medidas de base de la experiencia a trabajar, para ello se aborda la cognición
(creencia), la cual posee una vertiente positiva y otra negativa, pero solo la positiva es evaluada a través de la
medida de base llamada “validez de la creencia positiva o VOC”, dicha medida es de 1 a 7, mientras más alto sea el
puntaje más afianzada estará esa creencia.
Por otro lado, de la experiencia blanco (del pasado) que se trabaja, se establece el grado de perturbación a través de
la medida “unidad subjetiva de perturbación o SUD”, dicha medida es de 0 a 10, siendo que un puntaje elevado
manifiesta una presencia fuerte de perturbación.
Cabe destacar la particularidad de esta fase, pues, en la misma se activan los fragmentos o componentes de una
experiencia negativa, por tales motivos, es necesario siempre comenzar esta fase sabiendo que se va a continuar con
la fase 4, debido a que no se puede dejar a la deriva a un paciente angustiado.
Fase 4 – Desensibilización: Esta etapa se caracteriza por ser el inicio del proceso de reprocesamiento, y tiene como
objetivo reprocesar la experiencia hacia una resolución adaptativa, esto es que el SUD llegue a 0 o 1 ecológico.
Ahora, si bien el objetivo es reprocesar la experiencia blanco a redes adaptativa, esto solo es posible a través de que
por estimulación bilateral se trabaje los canales asociativos de dicha experiencia. Un canal asociativo se encuentra
trabajado solo cuando logra dar dos respuestas positivas o neutras, este aspecto fenomenológico da cuenta del
reprocesamiento del canal a redes neurales adaptativas. Así mismo, las respuestas negativas reflejan aun la
activación de la experiencia blanco, de modo que no se debe terminar o finalizar la sesión ante esta situación, pues,
implica dejar al paciente en un estado de angustia. Ante este panorama de respuestas negativas solo se puede hacer
un “cierre incompleto” que permite que el paciente se encuentre y se retire estabilizado, esto implica otro
procedimiento (desarrollado en la fase 7).
Fase 5 – Instalación de la creencia positiva: Esta fase tiene como objetivo principal chequear la validez de la creencia
positiva seleccionada (en la fase 3) y fortalecer sus efectos positivos. Cabe destacar que, si bien previamente se ha
establecido una creencia, el proceso no descarta trabajar con otra que le resulte más significante para el paciente.
Ahora bien, este trabajo es también mediante estimulación bilateral y cada vez que se la realiza al final se chequea la
validez de la creencia. El objetivo es que el VOC llegue a 7 o 6 ecológico.
Fase 6 – Chequeo Corporal: Se caracteriza no solo por ser la última etapa del proceso de reprocesamiento, sino
también por tener como objetivo principal chequear, a nivel corporal, la existencia de sensaciones asociado al
recuerdo blanco. Si estas existen se hace un trabajo focalizado con estimulación bilateral. Cabe destacar que siempre
es necesario asegurarse que la respuesta somática (sensaciones corporales) sea congruente con el recuerdo
neutralizado y la creencia positiva. En fin, el trabajo de esta fase busca que reprocesar los residuos somáticos,
estableciendo así un panorama de cero perturbaciones físicas.
Fase 7 - Cierre: Tiene como objetivo principal cerrar el proceso terapéutico y asegurar la estabilidad del paciente al
terminar una sesión de EMDR. Así mismo, se caracteriza porque se puede pueden dar dos tipos de cierre, a saber:
cierre completo o cierre incompleto. El primero refleja un proceso terapéutico en donde el reprocesamiento de la
información permitió SUD de 0 o 1 ecológico, un VOC de 7 o 6 ecológico y chequeo corporal libre de perturbación.
Por otro lado, el cierre incompleto refleja un proceso de reprocesamiento incompleto, este cierre puede pude estar
ocasionado por diversas variables (tiempo, angustia, etc.) y se pueden dar de diferentes formas, a saber:
Ahora bien, cuando se presenta una situación de cierre incompleto es necesario llevar a cabo un breve
procedimiento al momento de dar cierre. Primero, anticipar al paciente que ya va a finalizar la sesión; segundo, se
debe establecer la estabilidad del mismo, para ello se puede redireccionarlo a un lugar calmo o bien se puede usar
técnicas de respiración, esto con el fin de que el paciente no se vaya angustiado; tercero, se busca que el paciente
comparta la experiencia de la sesión y que se lleva de ella; cuarto, y último, se despide al paciente con una frase de
cierre positiva como “hiciste un buen trabajo”
En contraste, en un cierre completo no hace falta una anticipación al paciente, sin embargo, si es necesario buscar
que este comparta su experiencia de la sesión y ver que se lleva de ella. Al finalizar también se lo despide con una
frase de cierre positiva donde además se le menciona que el reprocesamiento va a continuar, esto debido a que se
pueden abrir nuevos canales asociativos haciendo que la red de memoria comience a trabajar de otra manera.
Fase 8 – Reevaluación: Se caracteriza no solo porque tiene lugar luego de un intervalo de tiempo que se haya
terminado la Fase 7, sino también porque posee múltiples objetivos que permiten la continuación del tratamiento, a
saber: seguimiento del reprocesamiento, asegurar atención clínica precisa a los cambios que el paciente está
experimentando como resultado de la sesión de reprocesamiento previa, evaluar el progreso del paciente interna y
sistémicamente, evaluar el recuerdo blanco específico, identificar otras asociaciones relevantes que puedan haberse
desarrollado como un subproducto del procesamiento y, por último, revisar y/o reprocesar los blancos restantes en
el Plan de tratamiento.
Por otro lado, también existen dos objetivos a cumplir antes de la terminación del tratamiento,
1. Asegurarse del reprocesamiento completa de todo el material relevante (asociado al Plan de Tratamiento), esto es
reprocesar los disparadores del presente e instalar patrones a futuros frente a estos mismos estímulos
2. Asegurarse que el paciente esté integrado exitosamente en un sistema social más grande.