Investigación Proyecto
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Introducción
El inicio de las relaciones sexuales es muy variable entre las personas y, sin embargo, la
precocidad y la promiscuidad de nuestros jóvenes parece que han ido en aumento1.
Sin entrar en prohibiciones morales o religiosas, el problema de la precocidad sexual es
que se relaciona con otras prácticas sexuales de riesgo. Los adolescentes que se inician a
edades muy tempranas refieren con mayor frecuencia tener una infección de transmisión
sexual (ITS), un mayor número de parejas sexuales y un menor uso del preservativo2.
Junto a todo lo anterior, el embarazo no deseado es otro riesgo relacionado con la
precocidad sexual. El Observatorio de Salud Reproductiva del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas señala que, en los últimos años, se ha producido un aumento
continuo del número de embarazos en la adolescencia, de manera que en la población de
15 a 19 años de edad la tasa de embarazos por mil mujeres ha pasado de 15,12 en 1999
a 24,21 en 2009. Algo similar ha ocurrido con la tasa de fecundidad para este grupo de
edad, que en España era de 8,54 en 1999 y ascendió a 11,78 en 2009. Esta situación
llevó aparejado un incremento en la proporción de embarazos no deseados, que pasaron
del 95,35% en 1999 al 98,15% en 2009, y la tasa de interrupciones voluntarias del
embarazo por cada mil mujeres de 15 a 19 años de edad pasó de 7,49 en el año 2000 a
12,74 en 20093.
El propósito de este estudio es averiguar cuáles son los factores de riesgo para que un
adolescente tenga relaciones sexuales completas en los estudiantes de 2.º y 3.º de
Educación Secundaria Obligatoria (ESO) de Castilla y León. Creemos que estos datos
serán de gran utilidad para la promoción de la salud de los adolescentes actuales y
futuros.
Material y métodos
El grupo de población objeto de estudio son los alumnos matriculados en 2.º y 3.º de
ESO en centros educativos de Castilla y León en el curso 2010-2011. Forman un total
de 44 031 estudiantes (chicos: 50,84%; chicas: 49,16%)4.
A la hora de recoger los datos, hemos utilizado el muestreo por conglomerados,
seleccionando cada conglomerado de manera aleatoria. Los alumnos objeto de nuestro
estudio se encuentran agrupados en una serie de centros educativos y cada curso (2.º y
3.º de ESO) dentro de cada centro educativo es un conglomerado de alumnos5,6. Dentro
de cada conglomerado seleccionado para la muestra se realizó la encuesta a todos los
alumnos.
La muestra calculada a partir de la fórmula mostrada en la Fig. 1 debe ser
posteriormente ponderada para evitar el llamado efecto del diseño, que es la proporción
de la varianza del muestreo aleatorio simple explicada por la varianza del muestreo por
conglomerados6.
Para saber la prevalencia esperada de relaciones sexuales coitales en chicas de 2.º y 3.º
de ESO (p) de nuestro entorno hicimos primero una búsqueda bibliográfica, pero no
encontramos ningún dato que nos fuera útil. Por eso, fue necesario recurrir a un estudio
piloto en 40 adolescentes de 2.º y 3.º de ESO de un centro educativo escogido al azar
para poder calcular el tamaño muestral necesario y hacer más comprensible el
cuestionario. En ese estudio piloto la prevalencia de relaciones coitales en estudiantes
de 2.º y 3.º de ESO fue del 10% y con ese dato hicimos el cálculo del tamaño muestral.
A partir de la bibliografía consultada y de los datos obtenidos del estudio piloto, nos
parece correcto cuantificar el efecto del diseño en 1,4; es decir, asumimos que hay un
40% de aumento de la varianza de los estimadores en nuestro diseño con respecto al
muestreo aleatorio simple. Entonces, el tamaño muestral necesario utilizando muestreo
por conglomerados, asumiendo un error del 3% y con un nivel de confianza del 95% es
de 528 chicas y de 529 varones.
Para llegar a conseguir ese número de encuestas realizadas, debemos llegar a un número
suficiente de centros escolares. Así, de forma aleatoria, fuimos eligiendo centros
escolares y recogiendo sus datos hasta tener más de 528 chicas y más de 529 chicos
analizados. Cuando un centro escolar rehusaba participar, de nuevo elegíamos
aleatoriamente otro centro escolar de la lista de los 390 centros que imparten ESO en
Castilla y León.
Así, fueron necesarios 16 centros escolares para conseguir 1289 cuestionarios
cumplimentados, correspondientes a 726 chicas y 563 chicos. Las encuestas se
recogieron desde octubre del 2010 a abril del 2011 (Tabla 1).
Consumo de drogas
Los adolescentes de nuestra encuesta que han consumido alcohol, tabaco y otras drogas
también han sido más frecuentemente precoces en cuanto al sexo (Tabla 5).
Otras relaciones encontradas
La memoria autopercibida, la calidad de su alimentación o de su salud actual también se
relacionan de forma estadísticamente significativa con tener o no relaciones sexuales
completas (Tabla 4). Sin embargo solo encontramos diferencias en ciertos tramos de
edad con lo que debemos ser cautos a la hora de inferir conclusiones.
En el caso de la religión, encontramos que, a los 13 años, el 52% de los que han tenido
relaciones sexuales se definen como agnósticos o ateos frente a un 22% de católicos no
practicantes y un 26% de católicos no muy practicantes. Sin embargo, los de su misma
edad sin relaciones sexuales completas se definen en un 19% como agnósticos o ateos,
en un 28% como católicos no practicantes, en otro 28% como católicos no muy
practicantes, en un 23% como católicos practicantes y en un 2% como creyentes de otra
religión. Las diferencias son estadísticamente significativas (p=0,01).
Factores que no aumentan o que no se relacionan con la precocidad sexual
También en nuestra encuesta preguntábamos sobre otras situaciones en las que no
hemos visto diferencias significativas entre los que han tenido relaciones sexuales
completas y los que no. Serían la pertenencia a un grupo (p=0,97), el nivel de
información sobre el efecto de las drogas (p=0,13), hacer deporte (p=0,19), la
participación en el tema sexualidad en su centro (p=0,26), creer que embarazarse es un
riesgo para los adolescentes (p=0,07), la orientación sexual (p=0,24) y la salud infantil
(p=0,31).
Además existen otros ítems que en un principio parecían relacionados con haber tenido
relaciones sexuales completas, pero si ajustábamos por edad las diferencias no eran
significativas (p>0,05). Serían la información sobre ITS, sobre sexualidad, el estado de
ánimo y la autoestima.
Discusión
Chico frente a chica
En nuestro estudio, y en casi todos los estudios sobre sexualidad en adolescentes, se
compara cada respuesta en función del sexo del encuestado. Nuestros resultados afirman
que los chicos son más precoces que las chicas. Este hecho también se ve reflejado en
diferentes trabajos anteriores3,7.
Además, los varones suelen tener más parejas ocasionales y adoptan mayores riesgos
que las chicas. En cambio, las chicas suelen tener relaciones sexuales en el marco de
una relación estable y asociada a una relación de amor y confianza7.
Y es que chicos y chicas viven la sexualidad de modo esencialmente diferente, a pesar
de que en los últimos años parecen haberse diluido algo esas diferencias. Las mujeres
asocian la actividad sexual más a los afectos, la intimidad y el compromiso que los
varones. De hecho, suelen tener menos parejas y dar un significado afectivo y social
más fuerte a la pareja que han tenido o tienen. Otro hecho diferencial es que los chicos
presentan una mayor frecuencia de fantasías sexuales y mayor deseo sexual que las
chicas y son más activos en la búsqueda de relaciones8,9.
Estas diferencias en motivación, exclusividad, atracción, deseo, fantasías e iniciativa
reflejan un patrón bien evidente: los chicos tienen motivaciones sexuales más explícitas
y más abiertas a diferentes personas, a la vez que la sexualidad ocupa más su mente y
sus afectos sexuales; mientras las chicas vinculan más la sexualidad a los afectos y a
una pareja o un número más reducido de personas, a la vez que piensan menos
explícitamente en la sexualidad. Aun así, este cuadro deja fuera a un número relevante
de adolescentes, por lo que parece tratarse de un patrón en proceso de cambio. Proceso
que aparece especialmente claro por los cambios que se dan en relación con la edad,
acercando en general las chicas a los chicos a medida que van cumpliendo años7,8.
Para explicar este doble patrón existen razones biológicas, evolucionistas y culturales,
según López et al. Según este mismo autor, el cambio más importante que se ha dado en
la sociedad actual en los últimos años es que actualmente las mujeres pueden tomar la
iniciativa en las relaciones sexuales, pueden decir libremente “sí o no” y han dejado de
cumplir con la función asignada en las sociedades tradicionales: “decir no a los varones,
si no era en el matrimonio heterosexual y con el fin de tener hijos”8.
Alcohol y otras drogas
Uno de los factores de riesgo de precocidad sexual más ampliamente estudiado es el
consumo de alcohol y otras drogas. En los ambientes recreativos nocturnos diferentes
estudios muestran que, cuando hay perspectiva de encuentros sexuales, se puede derivar
hacia un mayor consumo de drogas. Son muchos los jóvenes que valoran las sustancias
(muy en especial el alcohol, pero también otras como cannabis, cocaína o éxtasis) por
sus efectos facilitadores de logros sexuales que, abarcan un amplio abanico de objetivos
que van desde la relajación hasta una completa desinhibición. En las entrevistas a
jóvenes de un estudio reciente se admitía que la mejor forma de ligar es ir directamente
a ciertos locales en los que se sabe que es habitual que quienes acuden estén bajo la
influencia del alcohol o las drogas10,11.
El alcohol es la sustancia preferida por los jóvenes porque facilita el encuentro sexual,
involucrarse en experiencias más arriesgadas y aumenta la excitación. La segunda
sustancia más valorada es la cocaína porque permite prolongar la relación sexual.
Pero también encontramos consecuencias negativas derivadas de la asociación entre
consumo de drogas y relaciones sexuales. Esto es debido a la disminución de la
percepción de riesgo que producen estas sustancias, lo que hace más probable mantener
relaciones sexuales sin protección, lo cual incrementa los embarazos no deseados y las
enfermedades de transmisión sexual12. Asimismo las drogas se asocian a experiencias
sexuales efímeras como "ligues de una sola noche"13.
El Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo de EE. UU. reporta que las
personas con desórdenes de consumo de alcohol tienen mayor probabilidad de contraer
infección por virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y otras enfermedades de
transmisión sexual que la población general debido a relaciones sexuales sin protección,
múltiples parejas, relaciones con trabajadoras sexuales y sexo a cambio de alcohol o
drogas14.
Calafat et al. en dos estudios concluyeron que las mujeres son más conscientes que los
hombres de los riesgos que supone tener relaciones sexuales bajo los efectos del
alcohol, pero que esto no se traduce en acciones preventivas. Cabe subrayar la
asociación que encontraron entre el consumo de alcohol y la práctica de conductas de
riesgo, especialmente en las primeras experiencias sexuales10,11. En un estudio
reciente, se puso de manifiesto que, a pesar de que las mujeres consumían menos drogas
y tenían más conciencia de posibles problemas, no encontraba diferencias entre sexos ni
en la utilización de preservativos, ni en adoptar medidas de control de natalidad, ni en
haber practicado sexo del que luego se han arrepentido, pero sí en que los varones
tenían más relaciones bajo los efectos del alcohol y de las drogas11.
Nuestros datos coinciden con otros estudios que señalan que el consumo de sustancias
como el alcohol, cannabis, cocaína o éxtasis antes de los 16 años está relacionado con
un inicio más temprano en las relaciones sexuales. Además, los consumidores de drogas
en el ámbito de salir de marcha han mantenido relaciones sexuales con un mayor
número de parejas e, incluso, es más probable que hayan pagado por mantener
relaciones sexuales12. Por otro lado, se ha observado una relación entre el consumo de
drogas y el uso de la anticoncepción de emergencia15.
Es un hecho que el consumo de drogas relaja las costumbres sexuales y, en
consecuencia, lleva a mantener relaciones descuidadas e inseguras. El 46,75% de los
jóvenes de un estudio reciente reconocieron que las drogas y el alcohol habían influido
en que mantuviesen relaciones sexuales inseguras. Sin embargo, en los 12 meses
anteriores, el 8,2% mantuvieron relaciones de las que se arrepintieron posteriormente
debido al consumo de sustancias, y el 24,5% se sometieron a pruebas de detección de
ITS, lo cual demuestra la percepción del riesgo de adoptar estas conductas sexuales.
La relajación, la euforia, la desinhibición, la disminución del autocontrol y de la
percepción del riesgo provocado por las sustancias psicoactivas llevan a los
consumidores a ser menos cuidadosos y a que olviden los mensajes de sexo seguro que
habrían puesto en práctica si estuviesen sobrios13.
Nuestros datos son concordantes con todo lo anterior: hay una clara la relación entre las
conductas sexuales de los jóvenes y el consumo de alcohol y drogas. Así, los
consumidores de alcohol y drogas tienden a iniciar su vida sexual antes, a tener más
parejas sexuales y a adoptar mayor número de conductas sexuales potencialmente
peligrosas en comparación con los no consumidores13.
Disfunción familiar
En nuestro estudio se comprueba que los hijos que tienen peor relación con sus padres y
también los de 14 años con padres divorciados son más precoces en sus relaciones
sexuales. De acuerdo a lo reportado en la literatura médica internacional, la crianza por
ambos padres y los hijos que viven con ambos padres experimentan menos actividad
sexual e inician actividad sexual a edades mayores. Por el contrario, la mala relación
con los padres, la mala comunicación familiar, los padres con antecedentes de
paternidad o maternidad adolescente, en definitiva, la disfunción familiar está
relacionada con el inicio sexual antes de los 15 años16.
Además se ha demostrado que la falta de supervisión de los padres y de comunicación
padres-hijos o el grado de aprobación de las relaciones sexuales de los hijos por parte de
los padres son importantes determinantes de sexualidad precoz.
En un estudio reciente se encontró un porcentaje estadísticamente mayor de jóvenes con
relaciones sexuales entre los que no utilizaban como fuente de información a los padres.
En estos resultados se observa que la frecuencia de haber tenido relaciones sexuales era
menor en aquellos que frecuentemente habían tratado con los padres cuestiones sobre el
amor y el enamoramiento, así como sobre temas de biología sexual, como los cambios
sexuales que experimentan17.
Por tanto, aparece como prioritario incluir a los padres en cualquier programa de
prevención del embarazo adolescente16.
Creen que lo que saben de sexualidad es más que suficiente
Los adolescentes de 13 y 14 años con relaciones sexuales respecto a los que no han
tenido refieren que lo saben de sexualidad es más que suficiente. Este hecho contrasta
con diferentes estudios que refieren que un mayor nivel de conocimientos sobre las ITS
y la prevención de embarazos no deseados están relacionado con iniciar las relaciones
sexuales más tarde.
El que crean que lo que saben de sexualidad es más que suficiente es un dato
preocupante. Diferentes estudios señalan que los adolescentes no tienen en general un
conocimiento alto sobre sexualidad18 y esa arrogancia de los sexualmente activos nos
hace temer un aumento de las ITS y de los embarazos no deseados.
Menos religiosos
En nuestro estudio hemos observado que existen diferencias estadísticamente
significativas en la precocidad sexual en los adolescentes de 13 años que se consideran
no religiosos, agnósticos o ateos. Parece pues que un mayor acercamiento a la religión
católica se asocia a un retraso en el inicio sexual. Este hecho se ha comprobado también
en otros estudios17,19. Según otros autores, incluso la religiosidad parental se asocia
significativamente a la postergación del inicio sexual en hombres y mujeres16.
Más erotofílicos
La erotofilia se asocia positivamente a una mayor frecuencia de actividad autoerótica,
más experiencias sexuales en el pasado y mayor número de parejas sexuales. Es normal
que, de forma estadísticamente significativa, los adolescentes más erotofílicos sean los
que hayan debutado sexualmente20. Lo positivo es que, según la literatura científica, las
personas más erotofílicas prestan más atención, procesan y recuerdan más información
sexual, anticipan la posibilidad de tener relaciones sexuales y adquieren en mayor
medida métodos anticonceptivos, siendo estas habilidades eficaces para la prevención
de conductas de riesgo7.
Conclusiones
La precocidad sexual de nuestros adolescentes está fuertemente relacionada con el
consumo de drogas, de alcohol y de tabaco. También se haya relacionado con el hecho
de ser más erotofílicos y de ser chico.
Además los adolescentes que han tenido relaciones sexuales creen que saben mucho
(incluso más que suficiente) sobre sexualidad, lo que nos hace temer que tomen aún
menos precauciones
Otro de los factores claramente relacionados con la precocidad sexual es tener una peor
relación con sus padres. Puede que aquí sea donde pediatras, pedagogos, autoridades y
sobre todo padres tengamos una oportunidad para favorecer una sexualidad sana en
nuestros adolescentes. Tarea difícil, pero la alternativa parece mucho peor.
Resumen
La precocidad es un concepto de fitomejoramiento y producción que presenta muchas
dimensiones diferentes. Afecta el riesgo, el manejo de cultivos, la mano de obra, el uso
de la tierra y del capital, las posibilidades de venta y la disponibilidad de alimentos
durante el año. Se está prestando más atención a la precocidad en parte porque ha
recibido poca atención en el pasado, lo que ha conducido a la producción de variedades
tardías, con problemas de adopción. Como la precocidad tiene tantas dimensiones, el
concepto sólo puede comprenderse en un contexto de sistemas de producción. El autor
cree que a menudo se sobrestima la función de la precocidad como un mecanismo de
escape a la sequía a menudo a expensas de su impacto especialmente en la mano de obra
y la productividad de la tierra y del capital. Una de las razones para la escasa atención
que se ha dado a las otras dimensiones de la precocidad, es que los beneficios no
aparecen dentro del cultivo sino en el resto del sistema de producción. Para todas las
dimensiones que se pueden distinguir en la precocidad, si existen alternativas. El
manejo de varias alternativas, sin embargo, es más complejo que el cultivo de
variedades tempranas, que combinan varias ventajas en un carácter, de fácil manejo.
Además, muchas alternativas poseen un fuerte componente institucional, que está fuera
del alcance del agricultor individual. Tanto como un mecanismo de escape a la sequía,
la precocidad parece ser un mecanismo de escape a la "deficiencia institucional". La
precocidad tiene un precio, en términos de reducción del potencial de rendimiento. Sin
embargo poquísimos estudios (o ninguno) se han realizado para calcular el valor de este
carácter. Esto es porque el carácter multidimensional de la precocidad hace difícil medir
correctamente su valor, porque ha recibido poca atención en la agricultura de clima
templado y porque no es un problema en el cual los economistas se interesen
instintivamente. Se presentan algunas sugerencias sobre como medir su valor. Una
estrategia promisoria parece ser la generación de metodologías análogas al análisis del
riesgo. El carácter de precocidad tiene que asociarse con las personas pobres. Las
personas pobres a menudo no pueden esperar hasta 1a próxima semana para recibir
dinero o alimentos. Para sobrevivir, lo necesitan hoy. Eh consecuencia viven con un
horizonte de tiempo muy corto. La precocidad es un carácter que los ayuda en su lucha
para sobrevivir. sin embargo, si los pequeños agricultores de América Latina y Africa
no necesitaran más la precocidad, ésto probablemente implicaría que su situación de
producción y sus condiciones de vida habrían mejorado considerablemente.
CONCLUSIÓN
encuesta a 1289 adolescentes de segundo y tercero de Educación Secundaria Obligatoria
de Castilla y León (España) en el curso 2010-2011. Analizamos múltiples variables
epidemiológicas, calculando medidas de centralización y dispersión en las variables
cuantitativas, y de distribución de frecuencias en las cualitativas. Resultados: hemos
estudiado a 563 varones y 726 mujeres. La edad media de los encuestados fue de 14,05
años (mediana y moda: 14 años; rango: 12-17 años), sin existir diferencias entre sexos.
El 17,5% había tenido relaciones sexuales con penetración (el 9% a los 12; el 6% a los
13; el 10,6% a los 14; el 34,2% a los 15; el 53,2% a los 16 y el 57,1% a los 17 años).
Este porcentaje era mayor en los chicos (20,2%) que en las chicas (15,4%). Otros
factores asociados de forma estadísticamente significativa (p<0,05) con haber tenido
relaciones sexuales coitales fueron mayor edad, peor relación con sus padres, padres
divorciados, peor relación entre sus padres, fumar, beber alcohol, emborracharse,
consumir drogas, peor salud actual, peor alimentación, peor memoria, ser más
erotofílicos y definirse como agnóstico o ateo. Conclusiones: además de con el alcohol,
el tabaco y otras drogas también es factor de riesgo de precocidad sexual adolescente
tener una mala relación con los padres y de los padres entre sí.
La precocidad sexual de nuestros adolescentes está fuertemente relacionada con el
consumo de drogas, de alcohol y de tabaco. También se haya relacionado con el hecho
de ser más erotofílicos y de ser chico.
Además los adolescentes que han tenido relaciones sexuales creen que saben mucho
(incluso más que suficiente) sobre sexualidad, lo que nos hace temer que tomen aún
menos precauciones
Otro de los factores claramente relacionados con la precocidad sexual es tener una peor
relación con sus padres. Puede que aquí sea donde pediatras, pedagogos, autoridades y
sobre todo padres tengamos una oportunidad para favorecer una sexualidad sana en
nuestros adolescentes. Tarea difícil, pero la alternativa parece mucho peor.