FIANZA
FIANZA
FIANZA
Definición. El contrato de fianza es aquel en el que una persona llamada fiador se obliga frente al
acreedor a pagar por el deudor el importe de su adeudo si éste no lo hace. El efecto accesorio del
contrato está sujeto a la preexistencia de la obligación principal, a su cuantía y modalidades y tiene
como fin garantizar al acreedor el cumplimiento de la obligación ya se trate de una obligación de
dar, hacer o no hacer. También la fianza podrá tener un efecto compensatorio cuando la
obligación principal no pueda cumplirse en la exactitud y modo pactado, ya que si el
incumplimiento de una obligación es susceptible de resarcirse mediante una indemnización
compensatoria, no existe razón para negar este mismo efecto a la fianza. El Código Civil al referirse
a las consecuencias del incumplimiento de las obligaciones, estatuye lo siguiente: “Si la cosa se ha
perdido o ha sufrido un detrimento tan grave que, a juicio de peritos, no pueda emplearse en el
uso a que naturalmente está destinada, el dueño debe ser indemnizado de todo el valor legítimo
de ella”. Esta indemnización compensatoria será exigible también al fiador si la obligación consistió
en la entrega de cosa cierta.
Cuando la obligación implique un hacer o no hacer, la legislación prescribe que: “Si el obligado a
prestar un hecho no lo hiciere, el acreedor tiene derecho de pedir que a costa de aquél se ejecute
por otra, cuando la substitución sea posible”. “Esto mismo se observará si no lo hiciere de la
manera convenida. En este caso el acreedor podrá pedir que se deshaga lo mal hecho”
“El que estuviere obligado a no hacer alguna cosa, quedará sujeto al pago de daños y perjuicios en
caso de contravención. Si hubiere obra material, podrá exigir el acreedor que sea destruida a costa
del obligado”
Naturaleza jurídica de la fianza. El contrato de fianza crea un derecho personal entre el fiador y el
acreedor constituyendo una asunción de deuda sujeta a una condición suspensiva para el caso de
que el deudor principal no cumpla con el pago. En cuanto a su naturaleza jurídica, el contrato de
fianza origina un derecho personal ya que para garantizar el cumplimiento de la obligación no es
necesario señalar un bien concreto. En todo caso, el fiador deberá acreditar previamente a la
celebración del contrato o en forma simultánea, su solvencia económica como un acto
deliberatorio precontractual, sin señalar un bien específico para constituirlo en garantía, salvo el
caso de la fianza judicial; por regla general, “el deudor responde del cumplimiento de sus
obligaciones con todos sus bienes, con excepción de aquellos que, conforme a la ley, son
inalienables o no embargables”
Puede también constituirse fianza para garantizar una deuda futura y cuyo importe aún no se haya
conocido. Pero no se podrá reclamar al fiador su cumplimiento si la deuda no está líquida.
El fiador puede obligarse expresamente a pagar una cantidad en dinero si el deudor principal no
presta una cosa o un hecho determinado. Aún sin acuerdo expreso, el fiador estará obligado, en
todo caso, a realizar el pago en los términos de las reglas establecidas por el Código Civil. La fianza
impone ciertos límites a su cuantía económica así como a sus efectos jurídicos en los siguientes
casos:
a) Respecto a la cuantía de la fianza, el fiador sólo podrá obligarse a menos y no a más que el
deudor principal. El exceso se reducirá a los límites de la obligación del deudor. En caso de duda
sobre si se obligó por menos o por otro tanto de la obligación principal, se presume que se obligó
por otro tanto.
b) Con relación a los efectos jurídicos, la obligación nula, fuera de la excepción contenida en el
segundo párrafo del artículo 2797, traerá la nulidad de la fianza (Puede no obstante, recaer sobre
una obligación cuya nulidad pueda ser reclamada en virtud de una excepción puramente personal
del obligado).
Denominación jurídica de los contratantes. Las partes que integran el contrato se denominan
fiador y acreedor. El fiador es el sujeto que se obliga a pagar por el deudor cuando éste incumple
su obligación. Acreedor es el sujeto al que le garantizan el cumplimiento de laobligación.
Diversas especies de fianza. La fianza puede ser civil, legal, judicial, administrativa y mercantil.
a) Fianza mercantil. Es aquella que se presta por una persona moral y cuya actividad se regula por
la Ley Federal de Instituciones de Fianzas, ley que derogó a su vez la parte relativa del Código de
Comercio.
c.1.) A los tutores para asegurar su manejo, o al concluir la tutela y deban entregar los bienes de su
pupilo.
c.4.) Para el usufructuario con el objeto de disfrutar las cosas con moderación y para garantizar la
obligación de restituir los bienes que le confieren en usufructo.
c.5.) Para el propietario del bien en usufructo, cuando solicita del juez que se le ponga en posesión
por el abuso grave del objeto por parte del usufructuario
c.6.) Al albacea para garantizar su manejo (519 fr. II, 526, 660,
681, 686, 1006 fr. II, 1043, 1047, 1702 y 1708).
d) Fianza judicial. Es aquella que se decreta por el juez como una providencia procesal.
e) Fianza Civil. Por exclusión, será fianza civil si no se encuentra en los presupuestos de las fianzas
anteriores
Requisitos de existencia
Consentimiento. El consentimiento se forma por el concurso de voluntades del acreedor y el
fiador manifestado en forma exterior. La constitución de la fianza no requiere de la autorización ni
de la voluntad del fiado. El deudor principal, en todo caso, puede consentir la garantía, la puede
ignorar o incluso la puede contradecir, ya que el consentimiento sólo se forma por el concurso de
voluntades del fiador y el acreedor
Objeto. El objeto indirecto del contrato lo constituye la garantía de pago que hace el fiador al
acreedor por el incumplimiento en que incurre el deudor.
Requisitos de validez.
La relación jurídica entre el fiador y el acreedor surge por virtud del contrato que crea un derecho
personal entre los contratantes.
Procedencia de la excusión. Para que opere el beneficio de ex-cusión el Código Civil impone los
siguientes presupuestos:
I. Que el fiador alegue el beneficio luego que se le requiera de pago; II. Que designe bienes del
deudor que basten para cubrir el crédito y que se hallen dentro del distrito judicial en que deba
hacerse el pago;
III. Que anticipe o asegure competentemente los gastos de excusión” (2817).
Si el deudor adquiere bienes después del requerimiento, o si se
descubren los que hubiese ocultado, el fiador puede pedir la excu-sión, aunque antes no lo haya
pedido (2818).
Cumplidos los requisitos de procedencia de la excusión, el acree-dor estará obligado a llevarla a
cabo. Sin embargo, cuando por su negligencia no se logre la excusión: “... queda responsable de
los perjuicios que pueda causar al fiador, y éste libre de la obligación hasta la cantidad a que
alcancen los bienes que hubiere designado para la excusión” (2817 y 2821). El Código Civil tutela el
principio de defensa del fiador aunque
haya renunciado al beneficio de orden y de excusión al prescribir lo siguiente: “Si hubiere
renunciado a los beneficios de orden y de ex-cusión, el fiador, al ser demandado por el acreedor,
puede denunciar el pleito al deudor principal, para que éste rinda las pruebas que crea
conveniente; y en caso de que no salga al juicio para el indicado objeto, le perjudicará la sentencia
que se pronuncie contra el fiador” (2823). Este principio de defensa es irrenunciable.
Independiente-mente de que la renuncia se debe tener por no puesta, el Código de
Procedimientos Civiles establece en el artículo 21 el derecho del fia-dor para llamar al deudor
principal, por depender de éste la certeza de la reclamación. Precepto acorde con la garantía de
audiencia tu-telada por el artículo 14 constitucional.
Casos en que la excusión es improcedente. El Código Civil seña-la los siguientes casos en los que
no opera el beneficio de excusión:
I. Cuando el fiador renunció expresamente a ella.
III. Cuando el deudor no puede ser judicialmente demandado den-tro del territorio de la
República.
IV. Cuando el negocio para el que se prestó la fianza sea propio del fiador.
V. Cuando se ignore el paradero del deudor, siempre que llamado éste por edictos, no comparezca
ni tenga bienes embargables en el lugar donde deba cumplirse la obligación
Relaciones entre el fiador y el deudor. El fiador que paga al acreedor se subroga en los derechos
de la deuda y consecuentemente tendrá acción para exigir el pago en contra del deudor principal.
La subrogación y sus efectos se regulan en los siguientes términos: “El fiador que paga debe ser
indemnizado por el deudor, aunque éste no haya prestado su consentimiento para la constitución
de la fianza. Si ésta se hubiere otorgado contra la voluntad del deudor, no tendrá derecho alguno
el fiador para cobrar lo que pagó, sino en cuanto hubiere beneficiado el pago al deudor” (2828 y
2830). El fiador que paga sólo tendrá acción contra el deudor por las
siguientes prestaciones:
I. De la deuda principal;
II. II. De los intereses respectivos, desde que haya noticiado el pago al deudor, aún cuando
éste no estuviere obligado por razón del contrato a pagarlos al acreedor;
III. De los gastos que haya hecho desde que dio noticia al deudor de haber sido requerido de
pago;
IV. IV. De los daños y perjuicios que haya sufrido por causa del deudor.
El fiador quedará obligado a hacer del conocimiento del deudor todo pago que haga el acreedor,
“si el fiador hace el pago sin ponerlo en conocimiento del deudor, podrá éste oponerle todas las
excepciones que podría oponer al acreedor al tiempo de hacer el pago”.
“Si el deudor ignorando el pago por falta de aviso del fiador, paga de nuevo, no podrá éste repetir
contra aquél, sino sólo contra el deudor”
“Si el fiador ha pagado en virtud de fallo judicial, y por motivo fundado no pudo hacer saber el
pago al deudor, éste quedará obligado a indemnizar a aquél y no podrá oponerle más excepciones
que las que sean inherentes a la obligación y que no hubieren sido opuestas por el fiador,
teniendo conocimiento de ellas”
Estas reglas imponen al fiador la obligación de hacer del conocimiento del deudor el pago que
haga al acreedor con el fin de evitar que el deudor incurra en doble pago o que no pueda oponer
las excepciones de carácter personal que tenga contra el acreedor. Así también, cuando el fiador
pague anticipadamente una deuda sujeta a plazo o condición, el deudor tampoco quedará
obligado al pago frente al fiador si no se había vencido el plazo o dado la condición.
La legislación civil señala los presupuestos en los cuales el fiador tiene derecho de exigirle al
deudor que lo releve de la fianza o que asegure el pago:
“El fiador puede, aún antes de haber pagado, exigir que el deudor asegure el pago o lo releve de la
fianza”:
I. Si fue demandado judicialmente por el pago”;
II. Si el deudor sufre menoscabo en sus bienes de modo que se halle en riesgo de quedar
insolvente.
La solidaridad de fiadores se reglamento desde el derecho romano. En el año 531 bajo el imperio
de Justiniano se dictó la Ley Furia en la que se consideraba que los fines de la pluralidad pasiva no
tenían plenos efectos si no se presumía la solidaridad. Fue mediante esta ley por la que se
consideró que los fiadores deberían responder in solidum; es decir, que la pluralidad implicaba
solidaridad y sólo por acuerdo expreso podría pactarse la mancomunidad. 71 La legislación
mexicana siguiendo los principios del Código de Napoleón señala que: “La solidaridad no se
presume; resulta de la ley o de la voluntad de las partes”. Con relación a la fianza, la solidaridad de
los fiadores resulta de la ley de acuerdo al artículo 2837. En cambio, los fiadores entre sí tendrán
una mancomunidad en los términos del artículo 1984 y 2839 fr. II. En estas condiciones, para que
los fiadores se obliguen mancomunadamente será preciso que en forma expresa se pacte la
mancomunidad con el acreedor. En relación con los efectos que produce la solidaridad y la
mancomunidad, el Código Civil prescribe que: “Cuando son dos o más los fiadores de un mismo
deudor y por una misma deuda, el que de ellos la haya pagado podrá reclamar de cada uno de los
otros la parte que proporcionalmente le corresponda satisfacer”. “Si alguno de ellos resultare
insolvente, la parte de éste recaerá sobre todos en la misma proporción”. “Para que pueda tener
lugar lo dispuesto en este artículo es preciso que se haya hecho el pago en virtud de demanda
judicial, o hallándose el deudor principal en estado de concurso”.
Beneficio de división.
El beneficio de división nace también en el derecho romano y ha llegado hasta nuestros días casi
en su total identidad, beneficio que se aplica cuando hay pluralidad de fiadores y consiste en que:
Cuando paga un fiador al acreedor, éste tendrá derecho de prorratear proporcionalmente entre
los cofiadores el importe del pago. En iguales circunstancias el derecho de división será operante,
cuando hecho el pago, alguno de los cofiadores se encuentre en estado de insolvencia
Los fiadores a su vez tienen el derecho de oponer al fiador que pagó, las mismas excepciones que
hubiesen opuesto el deudor principal contra el acreedor y que no fueren de carácter personal
(2838, 2840, 2841).
III. Cuando alguno o algunos de los fiadores son concursados o se hallan insolventes, en
cuyo caso se procederá conforme a lo dispuesto en los párrafos 2o y 3o del artículo
2837
IV. En el caso de la fr. IV del artículo 2816;
V. Cuando alguno o algunos de los fiadores se encuentren en alguno de los casos
señalados para el deudor en las fracciones III y V del mencionado artículo 2816
Extinción de la fianza
a) Extinción en vía principal. La obligación del fiador se extinguirá en vía principal en los
siguientes casos:
A.1. Por compensación, cuando el acreedor y el fiador reúnan la calidad de deudores y
acreedores recíprocamente (2185).
A.2. Por confusión de derechos, cuando el fiador reúna la doble calidad de acreedor y deudor.
A.3. Por remisión de la deuda hecha en favor del fiador. Si el acreedor hace remisión expresa
al fiador, la fianza se extingue pero subsistirá la obligación del deudor principal.
A.5. Por prórroga o espera concedida al deudor por el acreedor, sin consentimiento de fiador
(2846). A.6. Por la quita que traiga como consecuencia nuevos gravámenes o condiciones a la
obligación principal (2847).
b) Extinción por vía de consecuencia. Por la naturaleza accesoria del contrato de fianza, la
extinción de la obligación principal traerá aparejada en vía de consecuencia la extinción de la
fianza. En estas condiciones, la obligación principal podrá extinguirse en los siguientes casos:
a) Por pago, cuando el deudor principal paga a su acreedor. Sin
embargo, para que la fianza se extinga en consecuencia del pago será necesario que sea total,
incluyendo los accesorios de la obligación principal. En caso de que el pago se haya hecho por
un tercero, la fianza subsiste.
Esta disposición está tomada de la legislación francesa que consideraba que la solvencia
económica se acreditaba solamente con la propiedad de bienes inmuebles ya que éstos eran
el símbolo de riqueza. No obstante que esta concepción económico-valorativa ha variado
considerablemente, pues en la actualidad el valor de los bienes muebles en muchos casos es
superior al de los propios inmuebles, estas disposiciones aún se encuentran en vigor.72
Otorgada la fianza legal o judicial, la persona ante quien se otorgue, dentro de los tres días
siguientes dará aviso al Registro Público a fin de que se proceda a inscribir preventivamente el
otorgamiento de la fianza. En igual término se notificará la extinción de la fianza para que se
proceda a la cancelación de la anotación preventiva. La falta de aviso hace responsable al que
deba darlos de los daños y perjuicios que esa omisión origine (2852).
PRENDA
Acepciones de la palabra prenda. Tres sentidos comprende la acepción gramatical del vocablo
prenda: Prenda como denominación gramatical del contrato. Prenda como derecho real
constituido sobre un bien mueble enajenable que se entrega al acreedor para garantizar el
cumplimiento de una obligación principal y su preferencia en el pago y; Prenda como objeto
indirecto del contrato
Definición. El contrato de prenda es aquel en virtud del cual una persona denominada
pignorante constituye en favor del acreedor un derecho real sobre un bien mueble de su
propiedad, enajenable, que entrega al acreedor para garantizar el cumplimiento de una
obligación principal y su preferencia en el pago
Denominación jurídica de los contratantes. Los sujetos que intervienen en este contrato se
denominan: pignorante o deudor pignoraticio; y acreedor pignoraticio. Pignorante es el sujeto
que constituye un derecho real sobre un bien mueble de su propiedad enajenable, y que
entrega al acreedor para garantizar el cumplimiento de una obligación principal. El acreedor es
el sujeto al que se le garantiza el cumplimiento de una obligación principal, mediante la
constitución de la prenda. El contrato de prenda se forma por el acuerdo de voluntades del
acreedor y del deudor pignoraticio. Merced a esto, el deudor de la obligación principal puede
constituir sobre un objeto de su propie-dad el derecho de prenda; y en este caso el deudor
principal será a la vez deudor pignoraticio.
Entrega virtual o jurídica. La entrega virtual o jurídica se introdujo en el Código Civil con el fin
de atenuar el carácter real de este contrato de acuerdo a su exposición de motivos que en su
parte conducente señala: “En el contrato de prenda se amortiguó el rigor de la doctrina clásica
que sostiene que para que produzca efectos el contrato de prenda es indispensable que éste
se entregue al acreedor”. “La comisión creyó que en algunos casos podía substituirse la
entrega real de la prenda con la jurídica, y que mediante el registro de contratos respectivos
se evitarían perjuicios a terceros”. El legislador de 28 al introducir la entrega virtual o jurídica
del objeto, alteró substancialmente la técnica en que se regula la prenda; pues no es suficiente
constituir el derecho real sobre un objeto sino entregarlo físicamente al acreedor. Ya que para
los terceros, el poseedor tendrá a su favor la presunción de propietario, partiendo del
principio sustentado por la legislación civil de que, “la posesión da al que la tiene la presunción
de propietario para todos los efectos legales” (798). Ante esta circunstancia, la entrega virtual
no sólo cambia la esencia del contrato de prenda sino sus cláusulas de definición ya que con
estos presupuestos jurídicos se está regulando una hipoteca mobiliaria y no una prenda, desde
el momento en que el objeto no es entregado al acreedor.
Es entendible que el legislador de 28 trató de beneficiar al deudor prendario, pero con este
beneficio modificó la técnica en la que se regulaba la posesión y la propiedad de los bienes
muebles, así como la garantía jurídica y económica que constituye para el acreedor la entrega
física del objeto. La garantía se verá disminuida cuando la prenda no sea susceptible de
identificación e impida ser inscrita en el Registro Público de la Propiedad. La entrega virtual de
la prenda tiene su antecedente en el derecho romano, aunque en el derecho contemporáneo
ha tenido su influencia directa en la figura inglesa denominada Warrants, considerada como
un derecho de carácter mercantil que se incorpora a un título de crédito representativo de un
volumen de mercancías y depositadas en un almacén general. La característica fundamental
de esta figura tiene como fin atribuir al objeto el carácter jurídico de prenda sin
desplazamiento.
Bajo esta influencia se ha regulado la entrega jurídica en la mayoría de las legislaciones
modernas asegurando los privilegios de la prenda a través de la publicidad registral. Sin
embargo, ante el ele-vado valor económico que han alcanzado un gran número de bienes
muebles, como son los automóviles, maquinarias, herramientas, navíos, barcos o aeronaves,
éstos se han reservado tácitamente para constituir en ellos hipotecas mobiliarias,
exactamente bajo los principios jurídicos de la prenda con entrega virtual o jurídica. En estas
condiciones entre la prenda con entrega jurídica y la hipoteca inmobiliaria no existe ninguna
distinción de carácter jurídico, ya que en ambos casos se constituye un derecho real sobre un
bien mueble que no es entregado al acreedor. En todo caso la distinción entre una y otra sólo
es de carácter psicológico y no jurídico.
Objetos que pueden ser materia del contrato. Actualmente el con-trato de prenda sólo puede
recaer sobre bienes muebles, distinguiéndose de la prenda romana que se constituía
indistintamente sobre bienes muebles o inmuebles.
Origen histórico. El vocablo prenda se deriva del latín pignus que significa cosa que se sujeta a
la seguridad o cumplimiento de una obligación. Aunque se desconoce la fecha en que el
derecho romano empezó a regular el contrato de prenda, desde sus principios se aceptó que
el deudor entregara al acreedor, “a título de prenda, la posesión de una cosa mueble o
inmueble y el acreedor se obligara a devolverla después del pago”. En el derecho romano no
era necesario que el constituyente fuese el propietario de la prenda ya que ésta no transfería
la propiedad, de acuerdo al principio de que: “La prenda no transmite la propiedad sino la
posesión para garantizar el crédito”. Las ventajas de la posesión se compartían entre el
acreedor y el deudor pignoraticio pues ambos tenían la protección de los interdictos ante los
intentos de arrebatarles la cosa. Merced a esto, el acreedor podía retener la prenda hasta que
se efectuara el pago de la deuda principal, por lo que la posesión constituía la verdadera
garantía.
Requisitos de existencia
Objeto. El objeto indirecto del contrato recae sobre un bien mueble enajenable, cuyo derecho
real se establece por el constituyente o deudor pignoraticio que tenga facultades de
disposición del objeto. Al respecto la legislación civil señala: “Nadie puede dar en prenda las
cosas ajenas sin estar autorizado por su dueño” (2868). “Si Se prueba debidamente que el
dueño prestó su cosa a otro con el objeto de que éste la empeñara, valdrá la prenda como si la
hubiere constituido el mismo dueño”. (2869) “Este último precepto regula la hipótesis de que
el deudor prendario faculte a otro para que en su nombre constituya el derecho de prenda
sobre un objeto de su propiedad en favor del acreedor”.
Requisitos de validez
Forma. El contrato de prenda es formal, debe constar por escrito ya sea en escrito privado o
en escritura pública. Si se otorga en escrito privado se formarán dos ejemplares, uno para cada
con-tratante (2860). El escrito deberá contener una descripción pormenorizada de la cosa
dada en prenda, el plazo, y el monto de la obligación principal y sus accesorios. Para que los
privilegios de la prenda surtan sus efectos frente a los terceros esta deberá inscribirse en el
Registro Público haciendo constar además la certeza de la fecha del contrato de acuerdo a los
siguientes preceptos: “el contrato de prenda debe constar por escrito. Si se otorga en
documento privado, se formarán dos ejemplares, uno para cada contratante”.
No surtirá efecto la prenda contra tercero si no consta la certeza de la fecha por el registro,
escritura pública o de alguna otra manera fehaciente (2860). Cuando la cosa dada en prenda
sea un título de crédito que legalmente deba constar en el Registro Público, no surtirá efecto
contra tercero el derecho de prenda sino desde que se inscriba en el Registro
Al acreedor prendario se le transmite sólo la posesión precaria del objeto con el único fin de
garantizar el cumplimiento de la obligación principal. Por tal motivo, el acreedor no podrá usar
ni disponer o abusar de la cosa. Considerando que: “el acreedor abusa de la cosa empeñada
cuando usa de ella sin estar autorizado por convenio o, cuando estándolo, la deteriora o aplica
a objeto diverso de aquél a que está destinada”(2878).
Prenda irregular.
El derecho del acreedor prendario se extiende a todos los accesorios de la cosa y a todos los
aumentos de ella con excepción de los frutos, de acuerdo a la prescripción siguiente: “Los
frutos de la cosa empeñada pertenecen al deudor; mas si por convenio los percibe el acreedor,
su importe se imputará primero a los gastos, después a los intereses y el sobrante al capital”
Enumeración. La prenda entendida como derecho real es aquella que se constituye sobre un
bien mueble enajenable y que se entrega al acreedor para ejercer el cumplimiento de una
obligación principal y su preferencia en el pago. Constituido el derecho real, el acreedor
prendario obtiene por ese derecho los siguientes privilegios:
b) Autorizar la venta en pública almoneda, ya sea por decreto judicial o por convenio de las partes;
ésta deberá rematarse mediante el procedimiento fijado por el Código de Procedimiento Civiles.
En caso de que no se logre su venta, el objeto podrá adjudicarse al acreedor en las dos terceras
partes de la postura legal.
El privilegio de venta no faculta al acreedor para apropiarse de la prenda, cualquier pacto en
contrario es nulo como lo establece el apropiarse la prenda, aunque ésta sea de menor valor que
la deuda, o a disponer de ella fuera de la manera establecida en los artículos que preceden. Es
igualmente nula la cláusula que prohíba al acreedor solicitar la venta de la cosa dada en prenda”
(2887). Este precepto tiene como fin evitar un acto lesivo en perjuicio del deudor prenda-rio. La
segunda parte del precepto confirma el privilegio de venta para hacer efectiva la garantía de pago
de la obligación principal. Rematada la prenda el deudor no responderá con el saneamiento en
caso de evicción (2889 y 2875).
Prestamos prendarios.
Existen una serie de empresas mercan-tiles e instituciones de asistencia privada cuyo objeto
principal es la celebración de contratos de mutuo con garantía prendaria. Estas em-presas se rigen
por sus estatutos con relación a los actos internos de su objeto y de su administración así como las
instituciones de asistencia privada, pero en todos estos casos las obligaciones contractuales, los
privilegios del derecho de prenda así como las reglas sobre el remate o adjudicación de las
garantías se regirán por las disposiciones de la legislación civil.
Término de gracia. La legislación civil concede un término de gracia en favor del deudor
pignoraticio en los términos siguientes:
“Podrá el deudor hacer suspender la enajenación de la prenda, pagando dentro de las veinticuatro
horas, contadas desde la suspensión (2885). Este término de gracia se otorga al deudor por una
sola vez mediante la promesa expresa de que pagará dentro de las vein-ticuatro horas siguientes
contadas a partir del momento en que se suspenda el remate de la cosa. Es aplicable lo dispuesto
en la Ley Federal para la Prevención e Identificación de Operaciones con Recursos de Procedencia
Ilícita.
HIPOTECA:
Noción. El contrato de hipoteca es aquel en el que una persona denominada deudor hipotecario
constituye en favor de otra llamada acreedor hipotecario, un derecho real sobre bienes de su
propiedad o de los que tenga la facultad de disposición, especialmente determinados y
enajenables y que no se entregan al acreedor; para que en caso de incumplimiento en el pago de
la obligación principal, el acreedor hipotecario tenga acción a ser pagado con el valor de los bienes
en el grado de preferencia establecido por la ley.
La hipoteca sólo puede recaer sobre inmuebles ciertos y determina-dos, o sobre los derechos
reales que en ellos estén constituidos (1940 y 1942 C.C. de 1870; 1923 y 1928 C.C. de 1884).
La legislación de 1928 introdujo una serie de cambios substanciales en las reglas de la hipoteca a
diferencia de los códigos de 1870 y 1884, expresando en la exposición de motivos los siguientes
conceptos: “En la hipoteca se hicieron numerosas modificaciones; pero sólo mencionaremos las
siguientes: se establece la divisibilidad de la hipoteca, disponiendo que cuando se hipotequen
varias fincas para la seguridad de un solo crédito, es forzoso determinar por qué porción del
crédito responde cada finca, y que pueda cada una de ellas ser redimida del gravamen, pagando la
parte del crédito que garantiza. Se estableció además, que cuando una finca hipotecada,
susceptible de ser fraccionada convenientemente, se divida, se repartirá equitativamente el
gravamen entre las fracciones. Al efecto, se pondrán de acuerdo el dueño de la finca y el acreedor
hipotecario, y si no se consiguiere ese acuerdo, la distribución del gravamen se hará por decisión
judicial, previa audiencia de peritos”. Entre la reglamentación actual y la de los códigos de 1870 y
1884 se encuentran diferencias substanciales con relación al objeto en que recae la hipoteca. En
los dos primeros códigos la hipoteca se podía constituir sólo sobre bienes inmuebles. En cambio,
en el código de 28 la hipoteca puede constituirse indistintamente sobre bienes muebles o sobre
bienes inmuebles, con la sola condición de que sean bienes especialmente determinados. Con esta
regla se introduce también el principio de especialidad hipotecaria, al exigirse la determinación
concreta de los bienes en los cuales se constituya la hipoteca, a diferencia del antiguo concepto de
hipoteca universal en el que se grava-ban todos los bienes del deudor tanto presentes como
futuros. En relación con la innovación de los bonos hipotecarios contemplados en el artículo 2926,
éstos tendrán una naturaleza civil y no deben confundirse tampoco con las cédulas hipotecarias
reguladas en la Ley General de Instituciones de Crédito, que les atribuye la calidad de títulos de
crédito mercantiles.
Diversos modos de constituir la hipoteca. El derecho real de hipo-teca puede constituirse por
hipoteca voluntaria o hipoteca necesaria.
a) Hipoteca voluntaria. Son hipotecas voluntarias las convenidas entre las partes o impuestas por
disposición del dueño. Al respecto la legislación civil señala: “Son hipotecas voluntarias las
convenidas entre partes o impuestas por disposición del dueño de los bienes sobre que se
constituyen” (2920). De acuerdo a este precepto la hipoteca voluntaria podrá constituirse por
contrato, por testamento, o por declaración unilateral de voluntad.
b) Hipoteca necesaria. Llamase necesaria a la hipoteca especial y expresa que por disposición de la
ley están obligadas a constituir ciertas personas para asegurar los bienes que administran o para
garan-tizar los créditos de determinados acreedores (2931). La constitución de la hipoteca
necesaria podrá exigirse en cualquier tiempo aunque haya cesado la causa que le diere
fundamento, siempre que esté pen-diente de cumplimiento la obligación que debiera haberse
asegurado.
1.2. El tutor interino dará garantía por el importe anual de los ali-mentos. Si administrare algún
fondo destinado a ese objeto, por él dará la garantía legal (318).
1.3. El ejecutor especial podrá también a nombre del legatario, exigir la constitución de la
hipoteca necesaria (1703).
1.4. El tutor, antes de que se le discierna el cargo, prestará caución para asegurar su manejo. Esta
caución consistirá”:
1.5. El albacea también está obligado, dentro de los tres meses contados desde que acepte su
nombramiento, a garantizar su manejo, con fianza, hipoteca o prenda, a su elección, conforme a
las bases siguientes:
I. Por el importe de la renta de los bienes raíces en el último año y por los réditos de los capitales
impuestos durante ese mismo tiempo;
III. Por el de los productos de las fincas rústicas en un año, calculados por peritos, o por el término
medio en un quinquenio, a elección del juez;
IV. En las negociaciones mercantiles e industriales por el veinte por ciento del importe de las
mercancías y demás efectos muebles, calculado por los libros si están llevados en debida forma o a
juicio de peritos (1708).
Deudor hipotecario es el que constituye la hipoteca, ya sea deudor principal o tercero en relación
con la obligación principal. Esta hipoteca deberá constituirse sobre un bien enajenable
especialmente determinado, ya sea de su propiedad o que tenga la facultad de disposición sobre
los bienes en los que se constituya la garantía (2895 y 2906).
Requisitos de existencia