Épica Arcaica
Épica Arcaica
Épica Arcaica
En Época Helenística se desarrolla un tercer tipo, épica helenística, representada por Apolonio
de Rodas. En todas estas obras épicas, predomina el componente narrativo, aunque también
hay diálogos, monólogos y discursos, pero el componente narrativo es el más importante. Lo
característico de la literatura narrativa es que “alguien cuenta una historia a alguien”. La Ilíada
y la Odisea son obras narrativas en verso (no confundir narrativa y prosa), como los serán más
tarde la Eneida, el cantar de Mio Çid o la Divina Comedia.
Toda la cultura griega de Época Arcaica es oral. Aunque la escritura alfabética aparece en el s.
VIII, al principio solo se usaba para anotaciones comerciales y de inventario. Poco a poco fue
abriéndose paso en la conservación de la literatura, especialmente en la segunda mitad del
siglo VI. En el siglo V conviven cultura oral y cultura escrita, y a partir del siglo IV podemos
hablar del afianzamiento de la escritura.
Además en la Grecia Arcaica, todavía los soportes de la escritura son pesados, caros y difíciles
de manejar. Por esta razón, el primer soporte físico de la literatura fue la memoria de los
aedos, los poetas orales de la Grecia Arcaica que producen, difunden y conservan oralmente su
poesía épica en los ambientes aristocráticos. La civilización griega arcaica necesita, pues, el
desarrollo de la memoria y ésta se sacraliza. La memoria es:
El hexámetro dactílico se denominaba en griego epos, de ahí que la poesía que se componía en
hexámetros se llame épica.
Lo que hay que comprender desde el principio es que el hexámetro está compuesto de partes.
Las cesuras son cortes dentro del hexámetro que coinciden con un final de palabra y evitan el
final de pie.
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El poeta al componer el verso rellenaba esas partes con fórmulas, que ocupan desde el
principio del verso hasta una cesura, o el espacio entre dos cesuras, o desde una cesura hasta
el final de verso. También hay fórmulas fórmulas que ocupan un verso entero o una tirada de
versos. Según Parry la fórmula es una “expresión utilizada regularmente bajo unas mismas
condiciones métricas para expresar una cierta idea esencial”.
Las escenas típicas son de hecho fórmulas que ocupan una tirada de versos; por ejemplo,
llegada y recibimiento de un personaje, sacrificio de un animal, vestir las armas, etc.
Tras la catástrofe del mundo micénico, sigue un período oscuro, y es en el siglo IX cuando se
produce un resurgir económico y cultural. Seguramente en ese momento, empieza a formarse
la épica oral.
La teoría de Parry sobre las tres fases sucesivas de la épica está cuestionada. Más bien
debemos pensar en dos territorios en los que se desarrolló, pues en esas zonas geográficas es
en donde se localizan la mayoría de las leyendas. Por una parte, la zona noroeste, y por otra, la
zona sureste.
En el siglo VIII la épica debió de sufrir una fuerte transformación, como el resto de la cultura
griega. Importantes cambios sociales transformaron Grecia: aparición de la polis, desarrollo de
las colonias orientales, despegue económico… estas nuevas condiciones facilitaron el
desarrollo de la épica.
Durante el siglo VII, la épica oral alcanzó su pleno florecimiento y se expandió por toda Grecia.
De esta expansión dan prueba la presencia de fórmulas épicas en otros géneros literarios y las
representaciones de escenas épicas en la cerámica.
Hacia finales del siglo VII, comenzó una nueva fase en la que las leyendas de distintos héroes
se unen en cantos mayores mediante la contaminación. Desde entonces y hasta final del siglo
VI, es la época de los cantos ‘cosidos’ y los rapsodos sustituyen a los aedos. En esta época, se
reunieron y ordenaron alrededor de un mismo tema poemas orales que hasta ese momento
eran independientes o estaban ordenados de una forma distinta. Como resultado de este
proceso, se forman poemas ‘monumentales’ todavía orales.
Durante esta fase, las polis más poderosas influyen para modificar en interés propio las
antiguas leyendas. Las antiguas zonas del NE y SE son sustituidas por las grandes polis.
Sin embargo, frente a esa diversidad de estratos cronológicos, con frecuencia cualquier lector
tiene la impresión de que cada uno de esos dos poemas presenta de alguna manera una
unidad tan cerrada como para constituir un organismo nuevo, terminado, tendente a un fin y
no casual.
Todo esto, sin embargo, solo demuestra que ambos poemas (Ilíada y Odisea) pertenecen a una
tradición oral única o quizá a dos ramas de la misma tradición, pero no demuestra que estos
poemas monumentales hayan sido compuestos por uno o dos poetas.
Ahora bien, la cuidadosa organización de los poemas justifica la impresión de que cada poema
ha sido compuesto por un solo poeta principal. Es obvio que los dos poemas tienen una trama
clara, coherente y que se mantiene a lo largo de la obra. Ninguno es solo una amalgama
fortuita de poemas menores sobre un tema heroico común, ni tampoco una antología de
canciones sobre la guerra de Troya, que pudiera haber sufrido en el curso del tiempo algún
proceso de ordenamiento casual.
Algunos críticos han descubierto una unidad altamente desarrollada no solo en la estructura
general sino también en los detalles, y sostienen que el objetivo de esas correspondencias era
alcanzar un efecto dramático. Así pues, el tipo de consistencia de detalle que presentan la
Ilíada y la Odisea, esa rara precisión, quizá deban atribuirse a uno o varios poetas que habrían
dado la organización final a cada uno de estos dos poemas monumentales.
En resumen, desde el punto de vista estético, el efecto de unidad que producen los dos
poemas es lo que realmente importa, no la cuestión de si ese efecto fue logrado por uno, dos o
veinte poetas. La clase de unidad que presentan no es la propia de la literatura moderna, ni
demuestra que un solo poeta individual haya sido el compositor único de cada obra, pero la
unidad literaria demuestra que al final del proceso de composición uno o más poetas
aportaron bastante material propio que enmarcó los componentes tradicionales para lograr
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unos poemas monumentales, que se vieron después sometidos a alteraciones y elaboraciones
menores.
3. Estructura de la Odisea
La literatura narrativa cuenta una historia, que es una serie de acontecimientos vinculados
entre sí con un orden cronológico-causal. Hay que tener presente que la historia debe contar
no sólo con la ilación temporal sino también con la causal, pues no basta la simple sucesión de
hechos sin conexión.
V. Asamblea de dioses
Banquete
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IX. Odiseo revela su identidad
XII. Continuación del relato: Sirenas, Vacas del Sol, Escila y Caribdis, Calipso.
Viaje de regreso
Historia de Eumeo
- Annalepsis pequeña (VII, 240-300): Odiseo narra la parte final de sus aventuras a
pregunta de Arete, delante de los reyes y un número reducido de feacios.
- Analepsis grande (IX-XII): Odiseo narra el grueso de sus aventuras en el banquete de
los feacios.
4. Procedimientos narrativos
4.1. Narradores
El narrador en tercera persona ocupa solo una tercera parte de los poemas homéricos. Eso
implica que dos tercios de los poemas aparecen en boca de personajes que hablan y cuentan
en primera persona sus historias mediante analepsis. El caso más amplio y llamativo de
narración en primera persona es el relato de las aventuras por el propio Odiseo. Como
narrador homodiegético secundario, Odiseo necesita unos oyentes que reciban su relato: los
reacios.
El juego de narradores cumple una función fundamental: al dejar la narración de las aventuras
en boca del propio Odiseo, el narrador heterodiegético se distancia voluntariamente del relato
de las aventuras menos realistas, que están llenas de acontecimientos y seres fantásticos:
Polifemo, sirenas, etc.
La figura del narrador en tercera persona es habitualmente ‘invisible’, por eso cuando se deja
ver resulta tan notable; por ejemplo, en la invocación a las Musas antes del catálogo de las
naves.
Pero no solo hay narraciones en primera persona, sino también diálogos, en los que el
narrador deja hablar a sus personajes. También. Hay discursos en boca de los personajes; los
tipos de discursos más frecuentes son: súplicas, lamentos, mensajes, retos, etc. Son frecuentes
los soliloquios, monólogos en voz alta y no meros pensamientos porque están introducidos por
verbos de decir.
4.2. Descripciones
La narración en tercera persona se centra en las diversas acciones de los personajes y muy
raramente nos ofrece descripciones de los personajes o de los ambientes. Sabemos cómo son
los personajes por lo que hacen y no porque se nos describan. Cuando hay una descripción se
hace por medio del diálogo entre Príamo y Helena desde la muralla. O se hace una descripción
muy focalizada a través de otro personaje. Las descripciones de lugares son muy escasas; más
importancia tiene las descripciones de objetos preciosos.
Nos ofrecen el mundo de la belleza y el mundo rural con sus plantas y animales.
4.4. Catálogos
La literatura arcaica y clásica no juega con el ‘suspense’ de qué sucederá al final. Se limitan al
‘suspense’ del cómo y el cuándo. El público conoce de antemano el desenlace, porque forma
parte de la mitología. Esta situación permite al narrador épico (así como al poeta trágico)
anticipar hechos fundamentales de la trama (prolepsis). La anticipación aparece en forma de
profecía de un adivino o de otro personaje que lo sustituye en esta función, o de la exposición
por parte del narrador del ‘plan de Zeus’.
Más frecuentes son, sin embargo, las retardaciones, que se utilizan para que el desenlace
adquiera mayor dramatismo y relevancia. En la Odisea, toda la Telemaquia puede considerarse
una retardación de la presentación de Odiseo. Su estancia entre los feacios retarda su llegada a
Ítaca, etc.. La retardación es un procedimiento ligado a la amplificación y esencial en un poema
monumental.