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de responsabilidad
penal por el hecho
Directores:
Mirentxu Corcoy Bidasolo
Víctor Gómez Martín
Coordinadores:
Juan Carlos Hortal Ibarra
Vicente Valiente Ivañez
Derecho Penal
y Procesal Penal
EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
COLECCIÓN DE DERECHO PENAL Y PROCESAL PENAL
Director
Consejo Asesor
Javier Álvarez García, catedrático de Derecho Penal de la Universidad Carlos III; direc-
tor de la Sección de Derecho Penal, parte general y parte especial.
20
DERECHO PENAL
COLECCIÓN
Y PROCESAL PENAL
https://cpage.mpr.gob.es
Páginas
PRÓLOGO ...................................................................................................... 13
7
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
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8
ÍNDICES ■
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9
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
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ÍNDICES ■
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■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
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12
PRÓLOGO
1
Aun cuando el proyecto ha sido dirigido materialmente por los firmantes del presente prólogo,
únicamente Víctor Gómez ha venido siendo formalmente reconocido como investigador principal del pro-
yecto, negándose tal condición (e incluso la de miembro formal del equipo de investigación), en cambio,
a Mirentxu Corcoy. Los motivos son de tan difícil comprensión, máxime en atención a la rotundidad de la
consecuencia, que, según creemos, merecen ser brevemente expuestos. En el aplicativo del Ministerio, el
Curriculum Vitae (CV) individual de cada uno los potenciales integrantes del proyecto debían ser incorpo-
rado con cuerpo de letra 12 y se introdujo con tamaño 11, al ser su extensión superior al máximo de 4
páginas prescrito. Se emplazó a la subsanación de dicho defecto formal, convirtiéndose el texto a tama-
ño 12, lo que conllevó la eliminación de algunas líneas del referido CV para que el conjunto cupiera en el
igualmente mencionado espacio máximo de 4 páginas. Desde el Ministerio se consideró que ello suponía
una transformación del contenido del texto no únicamente formal, sino también material, en concreto una
«mejora» sobrevenida del CV, y, en consecuencia, que no procedía realizarla fuera del plazo reglamenta-
riamente previsto para la presentación de la solicitud del proyecto. Desde que, con base en un fundamento
tan peregrino como el expuesto, a Mirentxu Corcoy se le denegó la doble condición de investigadora
principal y miembro del equipo de investigación del proyecto FACTUM, nos preguntamos cómo es posi-
ble que la supresión de elementos de un CV suponga «mejorarlo», sin que a día de hoy hayamos dado con
una respuesta razonable a tal cuestión. Situación, no cabe duda, cuanto menos surrealista, máxime tenien-
do en consideración que, de acuerdo con los informes evaluativos de los expertos, la concesión del proyec-
to se fundamentó, en gran medida, en la calidad de los CV de los investigadores principales.
13
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
14
PRÓLOGO ■
15
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
Algo que en modo alguno podía ser obviado en una obra sobre el princi-
pio del hecho es la legitimidad de castigar con penas a personas jurídicas. Juan
Luis Fuentes Osorio la aborda mostrándose partidario de la posibilidad de un
injusto y una culpabilidad propios de las personas jurídicas que pueda justifi-
car el merecimiento de pena de los hechos cometidos en su seno, de los que
haya podido beneficiarse la corporación. Para este autor, la autonomía de la
responsabilidad penal de las personas jurídicas no implica la impunidad de las
personas físicas implicadas en la comisión del delito.
Asimismo, Alejandro Turienzo y Javier Cigüela ponen en relación la res-
ponsabilidad penal de la persona jurídica con la responsabilidad por el hecho
a través del análisis del significado de los programas de cumplimento –crimi-
nal Compliance programs– en relación con la posible exclusión o atenuación
de dicha responsabilidad. Turienzo y Cigüela prestan particular atención a la
figura de los Nudges, señalando sus distintas modalidades, su eficacia preven-
tiva y los problemas éticos que pueden suscitar.
Los dos últimos capítulos están dedicados a aspectos procesales. Armando
Sánchez Málaga analiza algunos aspectos adjetivos relevantes de los ya referi-
dos modelos de prevención de delitos. Destaca entre ellos la eventual relevancia
de la certificación de estos programas de cumplimiento en la determinación de
su eficacia para excluir o atenuar la responsabilidad penal de la persona jurídica.
Por su parte, Gonzalo Miranda, vuelve de lleno al núcleo de la responsabilidad
por el hecho, planteándose si la prisión preventiva podría representar, en no po-
cas ocasiones, otra de las manifestaciones del Derecho penal de autor, al funda-
mentarse su imposición no en los hechos objeto de enjuiciamiento, sino funda-
mentalmente en circunstancias personales del sujeto.
Constituye un común denominador de todos los trabajos que acaban de ser
reseñados, en suma, la clara vocación de la presente obra de llamar la atención
del lector acerca de la incuestionable crisis en la que las diversas reformas le-
gislativas y su aplicación en los tribunales han sometido al principio de respon-
sabilidad por el hecho. Ojalá que algunas de las alternativas aquí insinuadas
sirvan para mostrar a la política criminal el camino que nunca debería haber
abandonado: el del respeto por las garantías constitucionales.
Mirentxu Corcoy Bidasolo
Víctor Gómez Martín
Juan Carlos Hortal Ibarra
Vicente Valiente Ivañez
Barcelona, noviembre de 2023
16
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD. EN PARTICULAR:
RESPONSABILIDAD POR EL HECHO Y NATURALEZA DEL
RESULTADO
*
Catedrática de Derecho penal. Universidad de Barcelona. El presente trabajo se enmarca en el
proyecto de investigación «Responsabilidad penal por el hecho y Estado democrático. Una investigación
sobre la legitimidad de la criminalización de ideas y caracteres» (RTI2018-097727-B-100), financiado por
el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, dirigido por Víctor Gómez Martín.
1
Mir Puig, S., Introducción a las bases del Derecho penal. Concepto y método, 2.ª ed., Montevi-
deo-Buenos Aires (BdeF), 2003.
17
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
2
Entre otros, Mir Puig, S., Derecho Penal. Parte General, 11.ª ed., Barcelona (Reppertor), 2016,
pp. 539-548; Gimbernat Ordeig, E., Estudios de Derecho penal, 2.ª ed., 1976, pp. 114 ss.
3
Luzón Peña, D., «Libertad, culpabilidad y neurociencias», InDret, 3/2012, pp. 10-17, en sentido
crítico a la posibilidad de motivación como fundamento de la culpabilidad.
4
Sintetizando podría afirmarse que la doctrina se ha posicionado entre quienes tratan de desarrollar
una teoría del delito propia para las personas jurídicas, Gómez-Jara Díez, C., La culpabilidad penal de
la empresa, Madrid (Marcial Pons), 2005, cuya propuesta es construir una culpabilidad genuinamente
empresarial, y quienes consideran que no es posible fundamentar una equivalencia funcional entre el indi-
viduo y la organización, entre los que podríamos citar a Gómez Martín, V., «Falsa alarma o sobre por qué
la ley orgánica 5/2010 no deroga el principio societas delinquere non potest», en Corcoy Bidasolo., M y
Mir Puig. (dirs.), Garantías constitucionales y Derecho penal europeo, Madrid (Marcial Pons), 2012,
pp. 331 ss.; o Cigüela Sola, J., «El injusto estructural de la organización», InDret, 1/2016, pp. 1-28.
5
Entre otros muchos, como ejemplo de diferentes posicionamientos, Vid. Molina Fernández, F.,
La cuadratura del dolo: problemas irresolubles, Sorites y Derecho penal, Bogotá (Universidad Externado
de Colombia), 2006; Pérez Barberá, G., El dolo eventual. Hacia el abandono de la idea de dolo como
estado mental, Buenos Aires (Hammurabi), 2015; Sánchez Málaga, A., Una teoría para la determina-
ción del dolo, Montevideo-Buenos Aires (B de F), 2018.
18
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD. EN PARTICULAR: RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
6
Cfr. Ragués i Vallès, R., La ignorancia deliberada en Derecho penal, Barcelona (Atelier), 2008.
7
Cfr. Demetrio Crespo, E., Neurociencias y Derecho penal, Madrid (Edisofer), 2013.
8
Cfr. Robles Planas, R., «Las “conductas neutrales” en derecho penal, la discusión sobre los lími-
tes de la complicidad punible», Revista brasileira de ciencias criminais, núm. 70, 2008, pp. 190-228.
9
Al respecto es referente la obra de Villavicencio Terreros, F., Diversidad cultural y Derecho
penal, Lima (Ideas), 2017, passim., en la que profundiza en las diversas aristas de esta cuestión.
10
SSTS 5908/2013, 16 de diciembre, en un caso de violación a niña de 12 años por parte de un
subsahariano que había contraído «matrimonio» con la menor; 7827/2012, 31 de octubre, en supuesto de
ablación aprecia error de prohibición vencible de la madre por vivir poco tiempo en España y no del padre
que llevaba 10 años; 1070/2007, 14 de diciembre, en un supuesto de relaciones sexuales consentidas con
menores, entre ecuatorianos.
19
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
11
En este sentido, Mañalich Raffo, J. P., «Norma, antinormatividad y azar resultativo», en Gómez
Martín/Bolea Bardon/Gallego Soler/Hortal Ibarra/ Joshi Jubert, (dirs); Valiente Ivañez/Ramírez Martín,
(coords.), Un modelo integral de Derecho penal. LH a la profesora Mirentxu Corcoy Bidasolo Madrid
(BOE), 2022, pp. 702-711, de forma muy inteligente, pone como ejemplo, para demostrar la ausencia de
azar en la producción del resultado y su consideración como algo ajeno a la conducta, el delito de falso
testimonio, es decir, un delito de mera actividad.
12
Cfr. Mir Puig, S., Introducción a las bases del Derecho penal, Barcelona (Bosch), 1976, passim.;
y Función de la pena y teoría del delito en el Estado Social y Democrático de Derecho, Barcelona
(Bosch), 1979. De ambas monografías se han publicado segundas ediciones en la Ed. BdeF.
20
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD. EN PARTICULAR: RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
13
En este sentido, Frisch, W., Tatbestandsmässiges Verhalten und Zurechnung des Erfolgs, (Mü-
ller), 1988, pp. 509-518; Silva Sánchez, J. M., Aproximación al Derecho penal contemporáneo, 2.ª ed.,
Montevideo-Buenos Aires (B de F), 2010, pp. 672-677.
21
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
22
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD. EN PARTICULAR: RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
23
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
14
Silva Sánchez, J. M., «¿Genera derechos la buena suerte? Sobre el papel del resultado en Dere-
cho penal», en Gómez Martín/Bolea Bardon/Gallego Soler/Hortal Ibarra/ Joshi Jubert. (dirs.); Valiente
Ivañez/Ramírez Martín. (coords.), Un modelo integral de Derecho penal. LH a la profesora Mirentxu
Corcoy Bidasolo Madrid (BOE), 2022, pp. 927-931, de forma gráfica califica como «buena suerte» los
supuestos en los que por azar no se produce el resultado.
24
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD. EN PARTICULAR: RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
15
Kindhäuser, U., «Das Vorsatz als Zurechnungskriterium», ZStW 96, 1984, p. 96.
16
Corcoy Bidasolo, M., «En el límite entre el dolo y la imprudencia (Comentario a la sentencia
del Tribunal Supremo de 28 de octubre de 1983)», ADPCP, 1985.
25
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
quería que se produjera ese resultado y, como mucho, se le castiga por un de-
lito imprudente.
Por consiguiente, las razones para afirmar que no es necesaria la concu-
rrencia de un elemento volitivo, al menos son político-criminales y procesales.
Por lo demás en un Derecho propio de un Estado social y democrático de De-
recho, no es legítimo castigar a alguien por lo que quiere, sino que únicamente
se puede castigar por lo que hace. Ello enlaza con la cuestión que he dejado
únicamente enunciada, en relación con la responsabilidad por el hecho, relati-
vo al castigo de ideas y el adelantamiento desorbitado de las barreras de pro-
tección. Únicamente cuando el significado de la conducta exprese claramente,
por ejemplo, una discriminación grave, idónea para afectar el principio de
igualdad y de dignidad podría castigarse.
En definitiva, no deberían castigarse estados mentales, con independen-
cia de que tampoco se puede ya que no es factible conocer lo que el sujeto
pensaba en el momento en que realizó la conducta, y es posible que ni el mis-
mo lo sepa. En consecuencia, la existencia de dolo se debe de probar a partir
de datos indiciarios que nos permitan afirmar que el sujeto conocía que su
conducta era idónea para producir el resultado, es decir un dolo objetivado o
normativizado. El dolo pasa a ser un hecho que debe de ser probado en el pro-
ceso y no una valoración del juez acerca de lo que el sujeto pensaba o y cono-
cía. Las consecuencias procesales de ello suponen, por una parte, un mayor
respeto del principio acusatorio y el derecho de defensa y, por otra, que si no
hay suficientes indicios de la existencia de dolo no es necesario seguir el pro-
cedimiento y llegar al juicio oral, sino que pueden/deben archivarse los autos.
De los planteamientos expuestos pueden deducirse esencialmente dos
cuestiones: 1.º Aun cuando el resultado sea una condición de punibilidad se
toma en consideración tanto para afirmar que la conducta crea un riesgo típico
como para la existencia de dolo; 2.º El elemento volitivo no es un elemento del
dolo, pero la voluntariedad se encuentra en la necesidad de que concurra una
conducta humana voluntaria, como presupuesto del delito.
En relación con los delitos cualificados por el resultado el problema que
se suscita es que en esos casos el dolo, o en su caso, la imprudencia, no abar-
ca ese resultado. Como he señalado el dolo requiere conocimiento de la alta
probabilidad de que se produzca el resultado (con independencia de que final-
mente se produzca) y la imprudencia el deber de haberlo conocido. En los
delitos cualificados por el resultado se castiga por la producción de un resul-
tado que no había sido abarcado ni por el dolo ni por la imprudencia. En Es-
paña, en el llamado Código penal de la democracia, de 1995, se afirmaba en
la Exposición de Motivos la importancia de que se eliminaran los delitos cua-
26
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD. EN PARTICULAR: RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
27
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL
DE AUTOR. MODALIDADES HISTÓRICAS Y CONSIDERACIONES
CRÍTICAS A LA LUZ DEL PRINCIPIO DEL HECHO
I. PLANTEAMIENTO
*
Catedrático de Derecho penal. Universidad de Barcelona.
1
Vid., por todos, Mir Puig, S., Derecho penal. Parte General, 10.ª ed., 2015, 3/82 y 31/53 ss.; Lu-
zón Peña, D. M., Curso de Derecho Penal. Parte General, I, 1996, p. 53.
29
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
2
De otra opinión Maurach, R., Tratado de Derecho penal. Parte General, I y II (trad. del original
alemán Deutsches Strafrecht. Allgemeiner Teil. Ein Lehrbuch, y notas Derecho español, a cargo de J. Cór-
doba Roda), 1962, pp. 291 s., que cree posible reconducir todas las teorías del tipo de autor a una teoría
general del tipo de autor.
30
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
1. Exposición
3
von Liszt, F., La idea de fin en Derecho Penal (trad. a cargo de E. Aimone Gibson, revisada y
prologada por M. de Rivacoba, 1994), 1883, p. 115.
4
Sauer, W., PG, 1956, pp. 20 s.
5
von Liszt, F., «Die Zukunft des Strafrechts» (conferencia pronunciada ante la Sociedad Jurídica
de Budapest en 1982), en el mismo, Strafrechtliche Vorträge, II, 1905 (reimpr. 1970), pp. 24 ss.
6
von Liszt, F., 1883, pp. 122 ss.
7
von Liszt, F., 1883, pp. 115 ss.
8
Maurach, R., 1962, p. 292.
9
von Liszt, F., 1883, pp. 106 ss.; el mismo, «Über den Einfluss der soziologischen und antropolo-
gischen Forschungen auf die Grundbegriffe des Strafrechts» (informe para la asamblea general de la
Asociación Internacional de Criminología, 1893), en el mismo, Strafrechtliche Vorträge, II, 1905a, pp. 78
y 83; el mismo, «Die Aufgaben und die Methode der Strafrechtswissentschaft» (clase inaugural pronun-
ciada en la Universidad de Berlín el 27 de octubre de 1899), en el mismo, Strafrechtliche Vorträge,
II, 1905b, p. 297. En relación con los menores de edad Vid. von Liszt, F., «Die Zukunft des Strafrechts»
31
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
32
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
13
von Liszt, F., «Kriminalpolitische Aufgaben», en el mismo, Strafrechtliche Vorträge, I, 1905d,
pp. 293 s.
14
von Liszt, F., 1905b, pp. 286 y 296.
15
von Liszt, F., 1905b, p. 296.
16
von Liszt, F., 1905b, pp. 286 ss. y 296.
17
von Liszt, F., 1905b, p. 289.
18
von Liszt, F., 1905b, p. 293.
19
von Liszt, F., 1905b, pp. 293 s.
33
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
20
von Liszt, F., 1905a, p. 78; el mismo, 1905b, pp. 291 s.
21
No en vano, von Liszt definió el Derecho penal como «la esencia de aquellas reglas jurídicas por
medio de las que la pena se vincula como consecuencia jurídica al delito como tipo»: Vid. von Liszt,
F., 1905b, p. 77.
22
Mir Puig, S., Introducción a las bases del Derecho penal, 1976, p. 197.
23
von Liszt, F., 1905b, p. 290.
24
Roxin, C., Política Criminal y Sistema del Derecho penal (trad. e introducción de F. Muñoz Con-
de), 1972, p. 25.
34
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
25
Roxin, C., 1972, p. 25.
26
von Liszt, F., 1905a, p. 82.
27
von Liszt, F., 1905a, p. 80.
28
Rudolphi, H. J. «Die verschiedenen Aspekte des Rechtsgutsbegriffs», en FS-Honig, 1970,
pp. 152 y 154 s.
35
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
29
von Liszt, F., 1905a, p. 88.
30
Roxin, C., Derecho Penal. Parte General. I. Fundamentos. La estructura de la Teoría del delito
(traducción y notas de D.-M. Luzón Peña, M. Díaz y García Conlledo y J. de Vicente Remesal), I, 1997, §
6/22. § 6/4.
31
von Liszt, F., 1905a, p. 91.
32
Roxin, C., 1997, § 6/5.
36
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
jurídico –tenía por objeto el análisis del Derecho positivo– y liberal –el Dere-
cho positivo que constituía su objeto estaba monopolizado por el principio de
la responsabilidad por el hecho como garantía ilustrada en favor del indivi-
duo– del Estado Liberal de Derecho era la Dogmática jurídico-penal. La preo-
cupación por la peligrosidad del delincuente en aras de la protección de la so-
ciedad mediante la resocialización del delincuente, esto es, el aspecto social
del Estado, venía monopolizada por la Política criminal. En palabras de Roxin,
en la concepción de von Liszt «el Derecho penal es el dueño y señor del “si”,
y la Política criminal, la exclusiva soberana del “cómo” de la pena» 33.
2. Valoración crítica
Como acaba de ser expuesto, la teoría de los tipos de autor de von Liszt
consiste, exclusivamente, en una teoría referida a la función preventivo-espe-
cial de la pena. No parece aventurado calificar a esta teoría, además, como la
concepción que mayor influencia ha ejercido sobre la generalización de la idea
de la prevención especial en la teoría de la pena 34. Su clasificación tripartita de
delincuentes en ocasionales, habituales e incorregibles, y la distinta función
preventivo-especial que la pena debe desempeñar en relación con cada uno de
ellos hicieron fortuna tanto en Italia y Francia como –más tardíamente– en
Alemania, con motivo del Proyecto Alternativo y el «movimiento internacional
de reforma» 35. En la actualidad, la mayor parte de las principales construccio-
nes preventivo-especiales defendidas por la doctrina penal son igualmente tri-
butarias de la teoría de los tipos de autor de von Liszt. No obstante, la influen-
cia de la teoría que nos ocupa no se encuentra exenta de ciertas limitaciones.
La teoría de los tipos de autor de von Liszt no pretendió erigirse, en pri-
mer lugar, en un instrumento para la interpretación del derecho positivo, sino
exclusivamente para la determinación y la ejecución de la pena. Ello se debió
a tres motivos: El Derecho penal positivo contemporáneo a von Liszt era un
Derecho penal «del hecho», y no «de autor»; la inidoneidad de la Criminología
para incidir, ni siquiera indirectamente, en la Dogmática jurídico-penal en el
marco de la «Ciencia del Derecho penal total» de von Liszt; y la teoría de los
33
Roxin, C., «Franz von Liszt y la concepción político-criminal del Proyecto Alternativo», en el
mismo, Problemas básicos del derecho penal, 1976, pp. 37 ss.
34
Mir Puig, S., 2015, 3/28.
35
Jescheck, H.-H., «Rasgos fundamentales del movimiento internacional de reforma del Derecho
penal», en Mir Puig, S., (ed.), La reforma del Derecho penal, I, 1980, pp. 9 ss., donde puede comprobar-
se la vinculación directa existente entre el movimiento internacional de reforma y la concepción de von
Liszt. Sobre esto Vid. también Mir Puig, S., 2015, 3/35.
37
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
36
Zipf, H., «Literaturbericht: Kriminalpolitik», ZStW 89 (1977), p. 709.
37
Zipf, H., Kriminalpolitik, 2.ª ed., 1980, § 1, p. 15.
38
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
38
García-Pablos de Molina, A., Criminología. Una introducción a sus fundamentos teóricos
para juristas, 1992, p. 87.
39
García-Pablos de Molina, A., 1992, p. 87.
39
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
40
Rudolphi, H.-J., «Die verschiedenen Aspekte des Rechtsgutsbegriffs», en FS-Honig, 1970,
pp. 152 y 154 s.
41
De esta opinión Rudolphi, H.-J., 1970, pp.156 s.; Mir Puig, S., 2015, 6/42 y 44.
40
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
42
von Liszt, F., 1905b, p. 290.
43
Roxin, C., 1972, p. 25.
44
von Liszt, F., 1905a, p. 80.
45
Jescheck, H.-H., 1982, p. 62.
41
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
1. Exposición
46
Maurach, R., 1962, pp. 292 y 296.
42
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
47
Roxin, C., 1997, § 6/5.
48
La distinción entre concepción realística y concepción sintomática del delito no procede, sin em-
bargo, de Tesar, sino que ya había sido acuñada con anterioridad por Merkel en su Tratado de Derecho
penal. Así lo reconoce Tesar, O., «Der symptomatische Verbrechensbegriff», ZStW 29 (1909), p. 82, quien
de este modo aclara a Kollmann que no le corresponde asumir la paternidad de una distinción (concep-
ción realista versus concepción sintomática del delito) que este segundo autor considerar desafortunada.
49
Kollmann, H., «Der symptomatische Verbrechensbegriff», ZStW 28 (1908), p. 455.
50
Kollmann, H., 1908, p. 449.
51
Kollmann, H., 1908, pp. 454 s.
52
Kollmann, H., 1908, p. 449.
53
Tesar, O., 1909, p. 85. Tesar ya había defendido esta opinión dos años antes, en su monografía
Die symptomatische Bedeutung des verbrecherischen Verhaltens, 1907, passim.
43
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
sychologie), que concibe la voluntad como fuerza eficaz, como causa efficiens
que se objetiva en la acción concreta 54.
En un trabajo publicado en 1908, Kollmann analiza críticamente la con-
cepción sintomática del delito defendida por Tesar en su monografía Die symp-
tomatische Bedeutung des verbrecherischen Verhaltens, publicada un año an-
tes en Berlín. Se trata de la primera obra en que un autor se pronuncia a favor
de la referida concepción sintomática del delito. Kollmann se suma a la tesis
de Tesar, mostrándose también partidario, por tanto, de concebir el delito des-
de una perspectiva sintomática. No obstante, la concepción sintomática del
delito defendida por Kollmann se separa notablemente de la propuesta por
Tesar. A diferencia de esta última, la concepción de Kollmann no es una con-
cepción sintomática pura, sino una síntesis entre la concepción realista y la
concepción sintomática del delito de naturaleza predominantemente sintomá-
tica. El punto de partida de la posición ecléctica de Kollmann es el rechazo de
la idea –defendida por Tesar– de que el delito solo puede ser explicado a partir
de una concepción realista o de una concepción sintomática 55.
En opinión de Kollmann, ni es cierto que los dos únicos conceptos de
delito imaginables sean el «realístico» y el «sintomático», ni lo es que estos
conceptos se hallen en una relación de alternatividad o exclusión mutua. Por
ello, la definición correcta de delito debe proceder, a juicio de Kollmann, de
una concepción que constituya una síntesis o tertium genus de la concepción
«realística» y la concepción «sintomática» del delito 56. Kollmann considera
posible la elaboración de una tal síntesis porque, desde su perspectiva, las con-
cepciones realística y sintomática no solo no constituyen dos concepciones de
delito absolutamente antagónicas, sino que, en su opinión, incluso se encuen-
tran interrelacionadas. Según Kollmann, ello puede apreciarse tanto desde una
perspectiva teórica como desde un punto de vista práctico. En la teoría, toda
concepción sintomática debe partir para Kollmann del concepto de «proceso
externo» o acción, acuñado por la concepción realística. En la práctica, toda
concepción realística es también sintomática, porque –siempre en opinión de
Kollmann– solo es posible conocer el contenido de la voluntad del sujeto, y si
esta era o no antisocial, a partir del delito como proceso externo. Esto es, tam-
bién la concepción realística del delito está obligada a reconocer que el delito
tiene una función sintomática 57. En opinión de Kollmann, carecía de sentido,
por tanto, plantear la disyuntiva entre una concepción realística y una concep-
54
Tesar, O., 1909, pp. 87 s.
55
Kollmann, H., 1908, pp. 452 ss.
56
Kollmann, H., 1908, p. 454.
57
Kollmann, H., 1908, pp. 468 s.
44
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
ción sintomática del delito como una alternativa excluyente de otras posibles
concepciones intermedias.
Según Kollmann, la concepción realística y la concepción sintomática
parte de la idea común de que la esencia de todos los delitos, esto es, tanto de
los delitos de acción como de los delitos de omisión, reside en la idea de que
todos ellos son, en realidad, procesos externos que presentan alguna clase re-
lación con la personalidad del autor 58. La diferencia entre el concepto realísti-
co y el concepto sintomático de delito se encuentra para este autor en la expli-
cación de la clase de relación existente entre el delito como proceso externo y
el delincuente. Según el concepto realístico de autor, esta relación consiste en
una relación de causalidad, ya que el delito no es sino un producto del delin-
cuente, una consecuencia o un efecto derivados de la actuación del autor. En
cambio, desde la perspectiva de la concepción sintomática del delito, la rela-
ción del delito con el delincuente tiene naturaleza sintomática. Esto es, el deli-
to se presenta a los ojos de esta concepción como un síntoma que contribuye a
caracterizar o describir al delincuente 59.
En opinión de Kollmann, teniendo en cuenta que el delito solo puede ser
explicado desde una perspectiva sintomática a partir de datos de la realidad,
esto es, desde una perspectiva sintomático-realística, lo que en realidad intere-
sa decidir no es si dicha perspectiva debe ser calificada como sintomática o
realista, sino si debe ser determinista o indeterminista 60. Para explicarlo con
un ejemplo: si la realización reincidente o habitual de una conducta por parte
de un sujeto constituye un síntoma de que su voluntad es antisocial, esto es, de
su culpabilidad penal, lo que debe decidirse es si el delincuente puede o no
sustraerse a esa circunstancia. Es decir, si su culpabilidad constituye un estado
que ya le viene determinado con carácter previo o bien representa, antes bien,
una consecuencia evitable de su propio devenir 61.
2. Valoración crítica
58
Kollmann, H., 1908, pp. 463 s.
59
Kollmann, H., 1908, pp. 464 s.
60
Kollmann, H., 1908, pp. 468 ss.
61
Tesar no está de acuerdo con la observación de Kollmann de que la teoría de la objetivación de la
culpabilidad en el proceso concreto es indeterminista, señalando que «es esta una teoría que no coincide con
el concepto “indeterminismo”», aunque acaba reconociendo que «bien es cierto que puede ser incorporada
con mayor facilidad a un sistema que parta del dogma del indeterminismo». Vid. Tesar, O., 1909, p. 88.
45
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
tivismo empírico que influyó decisivamente en todas las disciplinas que inte-
graban la Criminología en sentido amplio, entre las que se encontraba la Psi-
cología criminal. No en vano, superada ya aquella época y aquel ambiente
cultural, la concepción sintomatológica de Tesar y Kollmann, pese a su posible
influencia sobre algunas teorías posteriores, como la «caracteriológica de la
culpabilidad» de Radbruch, Eb. Schmidt, Kohlrausch y Grünhut 62, no solo no
ha llegado a hacer fortuna, sino que ha sido prácticamente ignorada hasta la
actualidad. No obstante, debe reconocerse que la concepción que ahora nos
ocupa tomó como punto de partida una idea que, desde el punto de vista de la
Psicología criminal, difícilmente puede ser objeto de discusión: el delito cons-
tituye un síntoma, es revelador de la personalidad del sujeto que lo comete. De
las dos principales versiones que la concepción sintomatológica ha conocido,
esto es, la de Tesar y la de Kollmann, la que en mi opinión acierta más en este
punto es la de Kollmann. En efecto, ninguna contradicción existe en entender
el delito en un sentido causal y destacar, al mismo tiempo, su carácter sintomá-
tico de la personalidad antisocial del sujeto que lo comete. Kollmann conside-
ra compatibles ambas afirmaciones porque cree, a mi juicio con razón, que el
delito puede ser definido desde distintos puntos de vista. Así, desde el punto de
vista de las ciencias naturales, el delito podrá ser contemplado como un proce-
so externo que se desarrolla como consecuencia de las leyes de la causalidad;
mientras que desde la perspectiva de la Psicología social, el delito podrá seguir
siendo contemplado como un síntoma de la personalidad del delincuente. Am-
bas perspectivas son, a mi juicio, perfectamente compatibles.
Mucho más cuestionable es, sin embargo, el núcleo mismo de la concep-
ción que ahora se valora críticamente. Es obvio que el delito «puede »ser defi-
nido como un producto causal (von Liszt), como un síntoma de la personalidad
de su autor (Tesar), o, por último, como un producto causal sintomático de la
personalidad de su autor (Kollmann). Pero también lo es que ninguna de estas
tres definiciones consigue explicar cuál es la auténtica esencia del delito, o, al
menos, para qué sirve castigar con pena a quien lo comete. En la actualidad,
existe cierto consenso doctrinal en torno a la idea de que la esencia del delito,
el motivo que explica la necesidad o el merecimiento de pena de una conducta,
no puede ser explicado satisfactoriamente ni desde un concepto exclusivamen-
te causal o «realístico» de delito (von Liszt), ni desde uno exclusivamente
«sintomatológico» (Tesar), ni siquiera desde uno mixto que combine ambos
planteamientos (Kollmann). Frente a todos estos planteamientos se considera
preferible optar por uno que contemple el delito como un comportamiento que
62
Roxin, C., 1997, § 6/5.
46
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
lesiona o pone en peligro intereses sociales sin los cuales sería imposible el
correcto funcionamiento social.
Por lo que se refiere específicamente a la concepción sintomatológica del
delito, aunque no ignoró, ciertamente, que el Derecho penal positivo de su
época consistía en un Derecho penal del hecho, y –al menos en la versión de
Kollmann– que la personalidad culpable del delincuente debía deducirse de un
comportamiento concreto, se caracterizó, precisamente, por concluir que el
objeto de la pena no era el comportamiento como tal, sino la personalidad
«culpable», «desviada» o «antisocial» del delincuente. Esta idea permite ins-
cribir a la dirección sintomatológica de Tesar y Kollmann entre las concepcio-
nes que prefieren entender que el Derecho penal no debe castigar hechos, con-
ductas, comportamientos, sino caracteres, personalidades, voluntades,
pensamientos. Aunque sin duda no se trata de una teoría de Derecho penal de
autor pura, la concepción sintomatológica del delito sí puede ser considerada,
al menos, como un primer paso hacia un Derecho penal que mostró rechazo
por el principio de responsabilidad por el hecho y que ignoró la nocividad so-
cial de la conducta como fundamento del castigo penal, y del que el Derecho
penal de la Alemania nacionalsocialista constituyó el más claro exponente.
1. Exposición
63
Señala Frommel, M., «Die Bedeutung der Tätertypenlehre bei der Entstehung des § 211 StGB im
Jahre 1941», JZ 1980, p. 560, que la existencia de esta conexión queda demostrada a la vista del dato de
que la transformación de Derecho penal del hecho en Derecho penal que tuvo lugar en la Alemania nazi
tuvo su punto de arranque en la Ley de delincuentes habituales de 1933, basada en estudios criminológicos
que presentaban al delincuente habitual como un delincuente especialmente peligroso.
47
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
64
De este parecer Frommel, M., JZ 1980, p. 560.
65
Alcácer Guirao, R., ¿Lesión de bien jurídico o lesión de deber?, 2003, p. 41.
66
Vid., por todos, Mir Puig, S., PG, 10.ª ed., 2004, 4/68.
67
Divide el período nacionalsocialista en varias fases, aunque no exactamente coincidentes con las
que se proponen en la presente investigación Muñoz Conde, F., «La esterilización de los asociales en el
nacionalsocialismo. ¿Un paso para la “solución final de la cuestión social”?», RECPC 2002 (en línea:
www.criminet.ugr.es/recpc), passim.
68
Berges, A., «Pflichtwidrigkeit und Willenstrafrecht», DSt. 1934, pp. 239 ss.
69
Bley, E., «Kriminalbiologie», ZakDR 1940, pp. 29 ss.
70
Dahm, G., «Autoritäres Strafrecht», MSchrKrim 1933, pp. 162 ss.; el mismo, «Das Ermessen des
Richters im nationalsozialitischen Strafrecht», DSt. 1934, pp. 87 ss.; el mismo, Der Tätertyp im Strafre-
cht, 1940, passim; el mismo, «Sühne, Schutz und Reinigung im neuen deutschen Strafrecht», DSt. 1944,
pp. 2 ss.
71
Exner, F., «Die verordnung zum Schutz gegen jugendliche Schwerverbrecher», ZStW 66 (1942),
pp. 244 ss.
72
Frank, H., «Nationalsozialistischer Ehrenschutz», DSt. 1937, pp. 265 ss.
73
Freisler, R., «Einige Gedanken über Willenstrafrecht und Mehrheit von Straftaten», DSt. 1935,
pp. 162 ss.
74
Gallas, W., «Zur Kritik der Lehre vom Verbrechen als Rechtsgutsverletzung», en FS-Gleis-
pach, 1936, pp. 50 ss.; el mismo, «Literaturbericht: Kriminalpolitik», ZStW 56 (1936), pp. 794 ss.
48
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
75
von Gemmingen, H. D. F., «Besprechungen. Georg Dahm. Die Zunhame der Richtermacht im
modernen Strafrecht. Tübingen, Mohr, 1931», MSchrKrim 1931, pp. 758 ss.; el mismo, «Willenstrafrecht
oder Gefährdungstrafrecht?», JW 1933, pp. 2371 ss.; el mismo, «Zur Behandlung des gewohnheitsmässi-
gen Sittlichkeitsverbrechers», ZStW 55 (1935), pp. 124 ss.; el mismo, «Zum Täterproblem», ZStW 61
(1942), pp. 28 ss.
76
Gerland, «Neues Strafrecht», DJZ 1933, pp. 858 ss.
77
Gurtner, F./Freisler, R., Das neue Strafrecht. Grundsätzliche Gedanken zum Geleit, 1936, pas-
sim.
78
Höhn, R., «Staatsbegriff, Strafrecht und Strafprozeβ», DR 1935, pp. 266 ss.
79
Klee, K., «Zum kommenden deutschen Strafrecht», DJZ 1934, pp. 1303 ss.; el mismo, «Das Ver-
brechen als Rechtsguts– und als Pflichtverletzung», DSt. 1936, pp. 1 ss.; el mismo, «Der Tätertypus als
Mittel der Auslegung und der Gestaltung strafbarer Tatbestände», DSt. 1940, pp. 97 ss.; el mismo, «Das
Volksempfinden als Rechtsfertigungsgrund an sich strafbaren Verhaltens (Umkehrschluβ aus § 2 StGB)»,
DSt. 1941, pp. 71 ss.; el mismo, «Was läβt das Reichsgericht vom “Tätertypus” übrig?», DSt 1943, pp. 11 ss.
80
Mayer, H., Das Strafrecht des deutschen Volkes, 1936, pp. 66 ss. y 185 ss.; el mismo, «Der Ver-
brechensbegriff», DSt. 1938, pp. 73 ss.
81
Mezger, E., «Täterstrafrecht», DSt. 1934, pp. 145 ss.; el mismo, «Die materielle Rechtswidri-
gkeit im kommenden Strafrecht», ZStW 55 (1935), pp. 1 ss.; el mismo, «Wesensschau und konkretes
Ordnungsdenken im Strafrecht», ZakDR 1937, pp. 417 ss.; el mismo, «Die Straftat als Ganzes», ZStW 57
(1938), pp. 675 ss.; el mismo, «Tattypen, Tätertypen und Charaktertypen im Kriegstrafrecht. Aus einer
kriminologischen Arbeitstagung in Graz am 12. Juni 1942», DSt. 1942, pp. 108 ss.; el mismo, «Tatstrafe
und Täterstrafe, insbesondere im Kriegstrafrecht», ZStW 61 (1942), pp. 353 ss.; el mismo, «Rechtsirrtum
und Rechtsblindheit», en FS-Kohlrausch, 1944, pp. 180 ss.
82
von Pestalozza, B. G., «Rechtsgutverletzung oder Pflichtverletzung?», DSt. 1938, pp. 107 ss.
83
Peters, K., «Das gesunde Volksempfinden», DSt. 1938, pp. 337 ss.
84
Schaffstein, F., «Nationalsozialistisches Strafrecht», ZStW 53 (1934), pp. 603 ss.; el mismo,
«Die materielle Rechtswidrigkeit im kommenden Strafrecht» ZStW 55 (1935a), pp. 18 ss.; el mismo, Das
Verbrechen als Pflichtverletzung, 1935b, passim; el mismo, «Das Verbrechen eine Rechtsgutsverlet-
zung?», DSt. 1935c, pp. 97 ss.; el mismo, «Literaturbericht: Strafrecht. Allgemeiner Teil», ZStW 56
(1936), pp. 104 ss.; el mismo, «Der Streit um das Rechtsgutsverletzungsdogma», DSt. 1937, pp. 335 ss.;
el mismo, «Literaturbericht: Strafrecht. Allgemeiner Teil», ZStW 58 (1939), pp. 660 ss.; el mismo, «Zur
Lehre vom Tätertyp im Kriegstrafrecht», DSt. 1942, pp. 33 ss.; el mismo, «Verräterei und Majestätsdelikt
in der gemeinrechtlichen Strafrechtsdoktrin», en el mismo, Abhandlungen zur Strafrechtsgeschichte und
zur Wissenschafttsgeschichte, 1986, pp. 123 ss.
85
Schmitt, C., Sobre los tres modos de pensar de la ciencia jurídica (estudio preliminar, trad. y
notas de Herrero, M.), 1996, passim.
86
Zawar, «Volksschändlingstat oder Volksschändlingstyp?», DSt. 1943, pp. 42 ss.
87
Wolf, E., Vom Wesen des Täters, 1932, passim; el mismo, «Tattypus und Tätertypus», Zak-
DR 1936, pp. 359 ss.; el mismo, «Literaturbericht: Rechts– und Staatsphilosophie», ZStW 56 (1936),
pp. 279 ss.
49
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
88
Wolf, E., 1932, p. 31.
89
Wolf, E., 1932, p. 28.
90
Wolf, E., 1932, p. 29.
50
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
2. Valoración crítica
2.1 Planteamiento
91
Wolf, E., 1932, p. 29.
92
Wolf, E., 1932, p. 30. Según Wolf, la diferencia entre los delitos administrativos (Verwaltungs-
delikte) y los delitos criminales (Kriminaldelikte) no deberían ser distinguidos ni en la tipicidad ni en el
injusto, sino en la culpabilidad y, sobre todo, en el marco de la teoría de la autoría.
93
Wolf, E., 1932, p. 31.
51
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
cuencias monstruosamente trágicas ideario del régimen del III Reich. Esta sola
circunstancia ya bastaría, sobradamente, para desacreditar completamente la
teoría de los tipos de autor defendida desde el nacionalsocialismo alemán 94.
No obstante, lo que ahora interesa no es tanto someter a crítica el «significado»
político del programa irracionalista de la Escuela de Kiel 95 como analizar la
viabilidad de la teoría de los tipos de autor sostenida desde aquel. Es posible
avanzar ya el resultado del referido análisis: la tesis de que el Derecho penal
no deba castigar tipos de conductas, sino tipos de autor, debe ser rechazada de
plano. En las líneas que siguen procederé a tomar posición sobre el contenido
de esta tesis, en el mencionado sentido crítico, dividiendo para ello el desarro-
llo de dicha valoración crítica en tres apartados. El primero tiene por objeto
analizar el proceso de progresiva desarticulación del Derecho penal liberal por
parte de los partidarios del nuevo Derecho penal nacionalsocialista 96. En este
apartado se valorará críticamente la lucha sin tregua librada por el nacionalso-
cialismo en un triple frente: contra el concepto de bien jurídico, contra la tipi-
cidad como elemento de la definición de delito, y, por último, contra la separa-
ción entre antijuricidad y culpabilidad como dos categorías autónomas del
delito. En el segundo apartado de ocuparé de la principal consecuencia, o el
principal objetivo, del abandono nacionalsocialista del concepto de bien jurí-
dico. Me estoy refiriendo a la definición del delito como infracción de un deber
de fidelidad hacia el Führer. Por último, en el tercer y último apartado se en-
cuentran algunas observaciones, especialmente de orden metodológico, sobre
la teoría de los tipos de autor del nacionalsocialismo.
Como ya es sobradamente conocido, el régimen nacionalsocialista se
convirtió en una especie de cruzada contra liberalismo político precedente. En
el marco del Derecho penal, esto significo, como también se ha apuntado, que
el Derecho penal nacionalsocialista debía hacer «tabula rasa» con todos aque-
llos conceptos, ideas o instituciones penales que tuvieran alguna connotación
liberal. Así, el Derecho penal nazi, y los autores que lo secundaron, se embar-
caron en una lucha sin cuartel contra, principalmente, dos conceptos, el de
94
Mir Puig, S., 1976, p. 260.
95
Sobre este Mir Puig, S., 1976, p. 260.
96
La desarticulación nacionalsocialista del sistema penal liberal clásico operada por el régimen na-
cionalsocialista fue calificada por el BGH, en su sentencia de 16 de noviembre de 1995, como «la peor
perversión del sistema jurídico imaginable». Lo destaca Müller, I., «Der Niedergang des Strafrechtssys-
tems im Dritten Reich», en Ostendorf, H./Danker, U. (dir.), Die NS-Strafjustiz, 2003, p. 20. En la misma
línea Rüthers, B./Birk, A., Rechtstheorie, 2.ª ed., 2005, p. 370, consideran, por su parte, que el Estado
nazi se convirtió, por ello, en un «sistema totalitario de no-derecho» (ein totalitäres Unrechtssystem), en
una «perversión del ordenamiento jurídico de Weimar» (op.cit., p. 379). En un sentido parecido, ya antes,
Rüthers, B., Ideologie und Recht, 1992, pp. 126 s.
52
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
97
Vid., por ejemplo, Schaffstein, F., DSt. 1935, pp. 98 s.: «En lo que respecta a su contenido, la
concepción del delito como lesión de un bien jurídico no es sino una derivación de la concepción iusnatu-
ralística e ilustrada del delito como lesión de cualquier derecho subjetivo». Sobre esto Vid. Marxen, K.,
Der Kampf, 1975, pp. 177 s.
98
Schaffstein, F., 1935c, p. 101.
99
Cfr. Marxen, K., Der Kampf gegen das liberale Strafrecht. Eine Studie zum Antiliberalismus in
der Strafrechtswissentschaft der zwanziger und dreiβiger Jahre, 1975, p. 198.
100
Cfr. Marxen, K., 1975, pp. 177 ss.
53
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
101
Así lo reconoció, por ejemplo, Schaffstein, F., 1935c, pp. 98 s. Una extensa muestra de la va-
loración que el pensamiento ilustrado de Feuerbach merecía en la época nacionalsocialista se encuentra,
por ejemplo, en Gelbert, K., «Feuerbach», DSt. 1941, pp. 137 ss.
102
Zaffaroni, E. R., «¿Es posible un Derecho penal del enemigo no autoritario?», en LH-Rodrí-
guez Mourullo, 2005, p. 1082.
103
El concepto de delito acuñado por Feuerbach fue seguido por Stübel, Grolman, Henke,
Schaffrath, Escher, Brinz, y parcialmente también Winscheid, Unger, Hälschner, y posiblemente
Hepp. La influencia del pensamiento ilustrado en la concepción liberal de Feuerbach puede observarse,
por ejemplo, a partir de la obra de Beccaria, De los delitos y de las penas, 8.ª reimpr., 1995, pp. 30 s.
Sobre todo lo anterior Vid. Nagler, J., «Der heutige Stand der Lehre von der Rechtswidrigkeit», en FS-
Binding, 1911, p. 299; el mismo, «Der Begriff der Rechtswidrigkeit», en FS-Frank, I, 1930 (reimpr. 1969),
p. 342; Schwinge, E./Zimmerl, L., Wesensschau und konkretes Ordnungsdenken im Strafrecht, 1937,
p. 62; Rudolphi, H.-J., «Die verschiedenen Aspekte des Rechtsgutsbegriffs», en FS-Honig, 1970, p. 154;
y entre nosotros, por todos, Luzón, D. M., 1996, p. 82.
54
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
104
Por esta razón considero discutible la opinión de Sina, P., Die Dogmengeschichte des strafrecht-
lichen Begriffs «Rechtsgut», 1962, p. 84, de que el carácter liberal del concepto de bien jurídico se dedu-
ciría inequívocamente del rechazo que la ciencia jurídico-penal autoritaria del nacionalsocialismo alemán
mostró por el concepto. Desde mi punto de vista, aunque creo que existen razones (no exclusivamente
históricas) para afirmar el sentido liberal del concepto de bien jurídico, el argumento de Sina presupone
que los penalistas nacionalsocialistas conocían perfectamente el alcance que antes de 1933 se había veni-
do reconociendo al concepto de bien jurídico. Sin embargo, creo que esto último puede ser puesto en tela
de juicio de un modo relativamente sencillo, como a continuación se expone en el texto principal.
105
Vid., por todos, Mir Puig, S., 1976, p. 128.
106
Este extremo fue reconocido expresamente por Mezger en uno de sus trabajos más comprome-
tidos con el Derecho penal nacionalsocialista, «Die Straftat als Ganzes»: «Que, por ejemplo, en los delitos
de funcionario público de los §§ 331 ss. StGB debe protegerse la “rectitud de la función pública”, recono-
cida por la ley, por tanto, como un bien jurídico, es algo que está fuera de toda duda». Vid. Mezger,
E., 1938, p. 697.
55
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
107
En este sentido Alcácer Guirao, R., ¿Lesión de bien jurídico o lesión de deber?, 2003, p. 46.
56
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
108
Werle, G., Justiz-Strafrecht und polizeiliche Verbrechensbekämpfung im Dritten Reich, 1989,
p. 711.
109
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 68; Sina, P., 1962, p. 81.
110
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 68.
111
Mir Puig, S., 2015, 6/40; Alcácer Guirao, R., 2003, p. 90.
57
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
112
Sobre el estado moderno de la discusión sobre la relación entre injusto y culpabilidad, haciendo
referencia a algunas concepciones modernas que, a partir de distintas fundamentaciones, recuperan la idea
de que aquellas dos categorías no pueden ser separadas Alcácer Guirao, R., 2003, pp. 127 s., nota 420.
113
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 43.
114
Destaca este aspecto Rüthers, B./Birk, A., Rechtstheorie. Begriff, Geltung und Andwendung
des Rechts, 2.ª ed., 2005, p. 375.
115
Peters, K., 1938, pp. 337 ss.;
116
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 47; Klee, K., 1941, p. 73.
58
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
117
Klee, K., 1936, pp. 3 y 16.
118
Sobre el «Estado ético» hegeliano Vid., por ejemplo, Alcácer Guirao, R., 2003, pp. 33 ss.
59
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
119
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 49.
120
Mir Puig, S., 2015, 4/52.
121
Mir Puig, S., 2015, 4/3.
122
Rudolphi, H.-J., 1970, p. 167; Otto, H., «Rechtsgutsbegriff und Deliktstatbestand», en Müller-
Dietz, H. (ed.), Strafrechtsdogmatik und Kriminalpolitik, 1971, p. 5.
123
Alcácer Guirao, R., 2003, pp. 77 s.
60
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
guiente: aunque en principio el juicio de desvalor ético debería recaer sobre las
ideas, y el análisis jurídico debería tener por objeto, en cambio, los hechos,
sería posible desvalorar éticamente hechos y jurídicamente ideas. De este
modo, cabría castigar con penas tanto ideas como procesos mentales mera-
mente internos incluso cuando no se hubieran concretado en una acción. Salta
a la vista, sin embargo, que esta conclusión resulta sencillamente inaceptable,
pues dejaría en papel mojado una de las principales conquistas liberales de la
Ilustración: la máxima cogitationis nemo patitur. Nótese que esta última idea
es tan evidente que incluso fue aceptada sin cortapisas por los «comunitaris-
tas» Schwinge/Zimmerl 124. Como apunta a este respecto García Amado: «pro-
clamar, como hizo el nazismo, la unidad entre derecho y (una) moral material
equivale a convertir a la moral en jurídicamente coactiva» 125. Por lo demás, si
el Derecho penal y la moral fueran completamente equiparados, el ámbito del
primero se ampliaría desmedidamente. En efecto, aunque debe admitirse que
la determinación de los límites de la punibilidad constituye una cuestión de
naturaleza político-criminal, no es menos cierto que un Derecho penal que
pretenda presumir de ser garantista nunca podrá intervenir en todos aquellos
supuestos que no representen una infracción de las exigencias morales míni-
mas 126.
El intento nacionalsocialista de moralizar el derecho resultó completa-
mente contraproducente, porque acabó derivando justamente en lo contrario
de lo que pretendía conseguirse: uno de los ordenamientos más injusto y ale-
jado de la moral –de cualquier moral– de la historia de la humanidad. En efec-
to, la moralización del derecho al margen o por encima de sus formas lo privó
por completo de su propia racionalidad interna hasta desbocarlo hacia una to-
tal perversión de lo jurídico. Parafraseando a Laubne, «la tiranía de las formas
es terrible; pero fuera de las formas no hay más que la barbarie» 127.
Por fin, también resulta ampliamente criticable la primacía que el Dere-
cho penal de la Escuela de Kiel reconoció a la culpabilidad sobre la antijurici-
dad. La razón principal de esta crítica reside en lo siguiente: un ordenamiento
jurídico-penal para el que lo más importante no sea la antijuricidad objetiva de
la conducta, sino la valoración que merezca el sujeto como tal, esto es, en aten-
ción a sus circunstancias personales, es un más que un ordenamiento jurídico
es un ordenamiento ético. Esta circunstancia fue puesta de manifiesto, desde el
propio nacionalsocialismo, por Klee en relación con los delitos contra la admi-
124
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 49.
125
García Amado, J. A., «Nazismo, Derecho y Filosofía del Derecho», AFD 1991, p. 350.
126
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 50.
127
La cita es de García Amado, J. A., AFD 1991, p. 350.
61
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
128
Klee, K., 1936, p. 4.
129
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 55.
62
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
to, para conocer, en segundo lugar, de qué modo recoge aquella esencia el
lenguaje popular. Éste puede referirse al delito aludiendo, bien a su autor, bien
a la conducta que realiza o al resultado producido. Sucede lo primero, por
ejemplo, con las expresiones populares «traidor», «asesino», «ladrón», «esta-
fador» o «extorsionador»; lo segundo, en cambio, con las expresiones «lesio-
nes» o «apropiación indebida». De esta distinción, Dahm extrae una importan-
te consecuencia: cuando el lenguaje popular denomina al autor de un delito de
un modo determinado, la esencia del delito residirá en la «voluntad» del suje-
to, y no en la realización de la conducta o la producción de un resultado. Según
Dahm, ello ocurre, por ejemplo, en el caso del «ladrón». Según Dahm, no es
ladrón aquel que sustrae a otro una cosa mueble ajena con la intención de apro-
piársela antijurídicamente, sino solamente aquel que «es un ladrón conforme a
su esencia» 130. Cuando el lenguaje popular designa a un delito mediante una
designación referida a la conducta o al resultado, algunas de estas designacio-
nes son recogidas por el legislador penal a modo de título o rúbrica del corres-
pondiente delito. Pues bien: en opinión de Dahm, el título o rúbrica de cada
delito permitía describirlo sintéticamente por medio de palabras clave en aras
de una interpretación sencilla y natural que se aproximaba más a su esencia
que la más completa de sus definiciones 131. Tal es la importancia que Dahm
reconoció al lenguaje popular y a los títulos o rúbricas del StGB como reflejo
del mismo que este autor incluso llegó a identificar la esencia del delito con su
nombre 132. El nombre de un delito expresa, para Dahm, lo más característico,
lo que más llama la atención del mismo 133. Esta equiparación de nombre y
esencia la considera Dahm un avance, una profundización del conocimiento
con respecto a la «superficialidad del pensamiento científico tradicional» 134.
Resulta obvio, sin embargo, que derivar la esencia de un delito, de su
denominación legal, constituye un procedimiento completamente erróneo. En
primer lugar, no cabe duda de que es preciso relativizar la posible utilidad del
criterio al que acaba de hacerse referencia. Como señala con razón Boldova
Pasamar, el nomen iuris delicti no es más que una simple consecuencia de la
propia evolución histórica del lenguaje 135, influenciada por razones de orden
social o cultural, así como de las particularidades lingüísticas del idioma que
130
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 82.
131
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 81.
132
«(...) lo que es relevante para el nombre, esto es, para la esencia del delito (...)»: Vid. Schwinge,
E./Zimmerl, L., 1937, p. 82.
133
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 52.
134
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 82; Marxen, K., 1975, p. 205.
135
Boldova Pasamar, M. A., La comunicabilidad de las circunstancias y la participación delicti-
va, 1995, p. 296.
63
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
136
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, pp. 51 y 87 s.
137
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 52.
64
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
138
Sobre el carácter no determinante del lenguaje ordinario en orden a la resolución de problemas
de autoría y participación, así como sobre su función de contribuir a la determinación del «sentido literal
posible» de la ley como límite que no puede sobrepasar el intérprete, Vid. Díaz y García Conlledo, M.,
La autoría en Derecho Penal, 1991, p. 97.
139
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 82.
140
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, pp. 55 s. También puso de relieve las limitaciones de la «gan-
zheitliche Betrachtungsweise», aunque refiriéndose sobre todo a su falta de concreción, Zawar, 1943,
p. 44.
141
Un estudio histórico sobre el origen y las distintas modalidades de los delitos de traición se en-
cuentra en Schaffstein, F., 1986, pp. 123 ss., en especial p. 129 (referencia a la clasificación de Tiberius
Decianus en delitos de traición a Dios, delitos de traición a la patria y delitos de traición entre sujetos
privados). Vid. también Schaffstein, F., 1935c, p. 104.
142
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 50.
65
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
143
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 51.
144
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 52.
145
Vid., por todos, Mir Puig, S., 2015, 5/9 ss. y 5/26 ss.
146
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 51.
66
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
147
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 51.
67
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
148
Schwinge, E./Zimmerl, L., 1937, p. 59.
149
Sobre la teoría del injusto personal Vid., entre otros, los trabajos de Maihofer, W., «Der Unre-
chtsvorwurf. Gedanken zu einer personalen Unrechtslehre», FS-Rittler, 1957, pp. 141 ss.; Rudolphi, H.
J., «Inhalt und Funktion des Handlungsunwertes im Rahmen der personalen Unrechtslehre», en FS-Mau-
rach, 1972, pp. 51 ss.
68
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
mo, el dolo referido a los elementos objetivos del tipo pasó a integrar la parte
subjetiva del tipo de injusto, permaneciendo en la culpabilidad el conocimien-
to de la antijuricidad. Y, en tercer lugar, debe apuntarse que el mayor contenido
de culpabilidad del sujeto como consecuencia de la infracción del deber de fi-
delidad ni siquiera encajaba por completo con el concepto neoclásico de cul-
pabilidad defendido por Schwinge/Zimmerl. De acuerdo con este concepto, la
culpabilidad debía ser entendida como «reprochabilidad por la voluntad defec-
tuosa», y debía estar integrada por tres elementos: la imputabilidad como ca-
pacidad de culpabilidad; el dolo o culpa como voluntad defectuosa; y la ausen-
cia de causas de exculpación. Pues bien: no era correcto afirmar que la
infracción del deber de fidelidad daba lugar a un aumento de la culpabilidad
del sujeto, porque tampoco podía decirse que con la referida deslealtad se vie-
ran incrementado el dolo o la culpa como formas de la voluntad defectuosa
como elemento fundamentador de la culpabilidad. En efecto, puesto que tanto
el dolo como la culpa iban referidos a los elementos del tipo, no era posible un
aumento del contenido de dolo o la culpa sin un correspondiente aumento del
contenido del tipo de injusto. Pero Schwinge/Zimmerl dejaron claro que el
contenido del tipo de injusto en todo caso venía determinado exclusivamente
por la lesión del bien jurídico, sin dejar espacio alguno en el mismo para la
idea de la infracción del deber de fidelidad. Desde el punto de vista del concep-
to neoclásico de delito, el único modo de haber fundamentado la inclusión de
la infidelidad al pueblo alemán en la culpabilidad habría consistido en enten-
der que el dolo y la culpa no son las dos únicas formas que puede adoptar una
voluntad defectuosa, sino que son posibles otras modalidades. Entre ellas se
encontraría la infracción de deberes de fidelidad. Esta última forma de volun-
tad defectuosa sería compatible con la representada por el dolo o la culpa. De
este modo, sería posible, por ejemplo, que un sujeto lesionara dolosamente el
bien jurídico infringiendo su deber de fidelidad a la patria. Pues bien: dada la
acumulación de formas de voluntad defectuosa presente en el sujeto de este
último supuesto, el juicio de reproche que cabría formular contra el mismo
daría como resultado un contenido de culpabilidad mayor que el que corres-
pondería al sujeto que hubiese actuado simplemente con dolo. Se trataría de
algo así como una responsabilidad añadida por razón de una especial «actitud
interna». Sin embargo, esta segunda fundamentación tampoco puede ser admi-
tida, ya que representaría una forma de responsabilidad por el carácter o la
voluntad. Las dificultades de Schwinge/Zimmerl para ubicar el elemento de la
infracción del deber de fidelidad al pueblo alemán tanto en el injusto como en
la culpabilidad son una consecuencia del carácter ambivalente del concepto
neoclásico de delito. El concepto neoclásico o neokantiano de delito represen-
69
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
2.4 A
cerca de la teoría de la «culpabilidad por la conducción de
vida» de Mezger
150
Sobre la naturaleza híbrida del concepto neoclásico de delito, y más concretamente del carácter
mixto de si concepto de culpabilidad, Vid., por todos, Mir Puig, S., 1976, pp. 241 ss.; el mismo, 2015, 6/13
y 20/12 ss.
151
Según Mezger, recuérdese, «la culpabilidad penal del autor no solo consiste en la culpabilidad
por el hecho concreto, sino también la culpabilidad por la conducción de toda su vida que le ha hecho
degenerar». Vid. Mezger, E., 1938, pp. 688 s. Sobre esto Vid. Roxin, C., 1997, § 6/9.
152
Maurach, R., 1962, pp. 293 s.
153
Bockelmann, P., Studien zum Täterstrafrecht (2), 1940, pp. 145 ss.
154
Engisch, K., «Zur idee der Täterschuld», ZStW 61 (1942), pp. 171 y 174.
70
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
155
Roxin, C., 1997, § 6/9.
156
Roxin, C., 1997, § 6/9.
157
Zaffaroni, E. R., 2005, p. 1086.
158
Mir Puig, S., 2015, 4/63 y 68. Atribuye el referido rechazo, en cambio, a razones propias del
Estado de derecho Roxin, C., 1997, § 6/9.
71
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
tigar con pena no la lesión de un bien jurídico, sino la infracción del deber
especial que recae, por ejemplo, sobre el funcionario público o el soldado 159.
Por lo que respecta a los delitos de medios determinados y los delitos con ele-
mentos subjetivos del tipo, la exigencia legal de que la conducta típica se eje-
cute de un modo determinado, o de que vaya acompañada de un determinado
elemento subjetivo distinto del dolo (por ejemplo, el ánimo de enriquecimien-
to en determinados delitos contra el patrimonio) demostraría, desde la pers-
pectiva de la doctrina nacionalista, que en el punto de mira de la ley no estaría
únicamente la lesión de un bien jurídico 160. Desde la nueva perspectiva nacio-
nalsocialista, el concepto de bien jurídico únicamente podía encajar en una
concepción del Derecho penal anclada en el causalismo y en el formalismo.
Sin embargo, como ya ha sido apuntado, el Derecho penal nacionalsocialista
apostó por superar esta contemplación del delito causalista y formalista por
otra de corte más subjetivista y normativista. Desde esta nueva perspectiva,
cobraban especial importancia elementos «personales» referidos al autor
como, por ejemplo, su «voluntad» (Willen), su «actitud interna» (Gesinnung),
su «forma de ser» o su «carácter». No obstante, de todos estos elementos per-
sonales del delito, el elemento que tomó decididamente el relevo del bien jurí-
dico como elemento esencial del hecho delictivo fue el elemento «infracción
del deber»; o más concretamente; el elemento «infracción del deber ético de
guardar fidelidad a la comunidad popular» 161.
Sin embargo, un análisis de este elemento normativo pone de manifiesto
que no resulta en absoluto defendible un modelo de Derecho penal que susti-
tuya el elemento «lesión o puesta en peligro de un bien jurídico» por el ele-
mento «infracción de una norma» o «infracción de un deber». No en vano,
algunos de los más destacados defensores del Derecho penal nacionalsocialis-
ta ya pusieron en tela de juicio el modelo de Derecho penal que acaba de ser
referido. Este fue el caso, por ejemplo, de Schaffstein, Gallas, Wolf y Klee.
Estos autores reconocieron que no era correcto eliminar por completo la idea
de «lesión o puesta en peligro de bien jurídico» y sustituirla sin más por la de
«infracción del deber», ya que ello habría supuesto incurrir en el mismo error
cometido por la doctrina del bien jurídico: su unilateralidad. Es decir, preten-
der erigirse en elemento explicativo de la esencia de todo delito. Desde la
perspectiva nacionalsocialista, la tesis según la cual el contenido del concepto
de delito se agotaría con la lesión de un bien jurídico era incorrecta, por tratar-
159
Marxen, K., 1975, p. 185.
160
Marxen, K., 1975, p. 198.
161
Críticamente Maurach, R., «Handlungspflicht und Pflichtverletzung im Strafrecht», DSt. 1936,
pp. 113 ss.
72
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
162
Sina, P., 1962, p. 83.
163
Schaffstein, F., 1935b, pp. 8 s.; el mismo, 1937, pp. 336 s. y 340 s.; Gallas, W., 1936, p. 53.
Sobre este cambio de acento Sina, P., 1962, p. 82.
164
Wolf, E, 1936, p. 359.
165
Klee, K., 1936, p. 2.
73
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
común a todo delito 166. Sin embargo, esta contemplación del delito reconocía al
elemento correspondiente a lo comunitario, a lo supraindividual, a lo popular
una importancia excesiva, exaltando este componente colectivo hasta el pa-
roxismo. También este extremo fue puesto de manifiesto incluso por un autor
decididamente militante del nacionalsocialismo extremo como Erik Wolf. En
opinión de este autor, la identificación entre delito y traición no era correcta,
porque ni toda traición es un delito, ni todo delito debe ser entendido como una
traición. La tesis de Wolf debe ser compartida. La corrección de la primera par-
te de la misma se deduce de un ejemplo propuesto por el propio Wolf: «Quien
es infiel a su novia es, sin lugar a dudas, una persona sin honor que no ha satis-
fecho las expectativas del pueblo, pero no puede ser castigado con pena» 167.
En la actualidad, la tesis de que un comportamiento no sería penalmente
antijurídico por ser «socialmente dañoso» (sozialschädlich), sino por ser «con-
trario al deber» (pflichtwidrig), o mejor, «contrario a la norma» (normwidrig)
que impone dicho deber, ha encontrado acogida, en mayor o menor medida,
viene siendo recuperada por alguna concepción dogmática actual. La más im-
portante de ellas es, por la repercusión que ha alcanzado y la enorme contro-
versia que viene generando tanto en su propio país de origen, Alemania, como
fuera del mismo, en especial en el ámbito latinoamericano, es la concepción
del delito como «quebrantamiento de la vigencia de la norma» defendida por
Günther Jakobs. No es este, sin embargo, el momento de someter a valoración
crítica la formulación de Jakobs. Este propósito queda reservado para el Capí-
tulo siguiente, en el que me ocuparé de la distinción entre «Derecho penal del
ciudadano» y «Derecho penal del enemigo» operada por este autor.
166
Frank, H., 1937, p. 267. Sobre este particular, en relación con el pensamiento extremo de Ro-
land Freisler, Vid. Cattaneo, M. A., «Carl Schmitt y Roland Freisler. La doctrina penal del nacional-
socialismo», en LH-Barbero Santos, 2001, p. 151.
167
Wolf, E, 1936, p. 359. En un sentido parecido Klee, K., 1936, pp. 5 ss.
168
Muñoz Conde, F., «La otra cara de Edmund Mezger: su participación en el Proyecto de Ley
sobre Gemeinschaftsfremde (1940-1944)», Apéndice a Edmund Mezger y el Derecho penal de su tiem-
74
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
marse razonablemente que las teorías de los tipos de autor defendidas en Ale-
mania durante el período inmediatamente anterior al inicio del régimen nacio-
nalsocialista por Erik Wolf y las propuestas, ya bajo la cobertura del Derecho
penal nazi, por Schaffstein, Gallas, Mayer, Mezger y Dahm, fueran, simple-
mente, el resultado del análisis empírico-psicológico o empírico-sociológico
del delincuente; esto es, de la Criminología 169.
En efecto, aquellas teorías consistieron en un producto derivado de un
juicio ético, normativo o deontológico, realizado de acuerdo con los valores
imperantes del régimen nacionalsocialista, que recayó sobre el sujeto activo de
la conducta. Puede decirse, por ello, que las teorías de los tipos de autor de la
Alemania nacionalsocialista no constituyeron teorías criminológicas de los ti-
pos de autor, sino teorías de naturaleza normativa. O que, si aquellas teorías
fueron el resultado de estudios criminológicos, estos se encontraban práctica-
mente desprovistos de su sentido empírico-descriptivo 170.
En mi opinión, uno de los más claros exponentes de esta tesis viene re-
presentado por la concepción defendida por Erik Wolf en Das Wesen des
Täters. En la teoría de los tipos de autor de Wolf, la referencia constante a la
personalidad «del» delincuente encubrió, en realidad, el carácter profunda-
mente valorativo y ético de aquella. En Das Wesen des Täters, Wolf puso de
manifiesto que, en su opinión, uno de los principales errores cometidos por el
positivismo naturalista consistió en pretender explicar satisfactoriamente la
esencia del autor de un delito por medio de ciencias empíricas tales como la
Antropología, la Biología o la Psicología criminales, por una parte, o la Socio-
logía positivista, por otra, disciplinas todas ellas integrantes de la Criminolo-
gía en sentido amplio como disciplina empírica de recogida. Wolf participó de
la idea neokantiana de que se imponía despertar del sueño cientificista de la
po, 2.ª ed., 2001a, pp. 97 ss.; el mismo, «El proyecto nacionalsocialista sobre el tratamiento de los “extra-
ños a la comunidad”», Rev. Penal, 2002 (9), pp. 49 s.
169
El análisis crítico de la teoría nacionalsocialista de los tipos de autor debe considerar que no to-
dos los autores que la defendieron ostentaron idéntico grado de militancia en el Derecho penal nazi de la
época. Como señala Muñoz Conde, F., Edmund Mezger y el Derecho penal de su tiempo, 2.ª ed., 2001b,
pp. 78 ss. es obligado separar entre los penalistas nacionalsocialistas aquellos que encabezaron el Derecho
penal nazi de los que simplemente no se resistieron, formando parte de una «mayoría silenciosa». Según
mi parecer, de los penalistas citados en el presente trabajo quizá quepa incluir en el primer grupo a Frie-
drich Schaffstein y Georg Dahm como integrantes de la Escuela de Kiel, además de Erik Wolf y Roland
Freisler, a quien Cattaneo, M. A., 2001, p. 149, califica como «el representante de mayor relieve de la
doctrina penal nacionalsocialista»; y en el segundo a Wilhelm Gallas, Hellmuth Mayer, Paul Bockelmann,
Karl Engisch y Edmund Mezger. Incluye a este último en el primer grupo de autores, en cambio, Muñoz
Conde, F., 2001b, passim.
170
De esta opinión Roxin, C., 1997, § 6/11. En contra Maurach, R., 1962, p. 292. A juicio de este
segundo autor, la distinción entre tipos criminológicos y tipos normativos de autor carece completamente
de fundamento.
75
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
dirección moderna de von Liszt que situaba al Derecho penal entre las ciencias
naturales, para reconocerle el estatuto que en puridad le correspondía: el de
ciencia cultural o valorativa. La aparición de este nuevo escenario filosófico
legitimó a Wolf para sustituir el concepto positivista de autor por un concepto
referido no tanto a hechos como a ideas y valores. En la concepción defendida
por Wolf en Das Wesen des Täters, la persona solo importaba como parte del
mundo histórico, del mundo cultural, del mundo de los valores y las ideas, no
como parte de la naturaleza. La personalidad del delincuente no le interesaba
a Wolf como dato empírico de la realidad observable por la Criminología, sino
como dato susceptible de valoración. No le importaba, por tanto, su dimensión
de dato descriptible, sino como dato susceptible de comprensión. Uno de los
más gráficos ejemplos de la completa desconexión de todo análisis empírico
del delito y del delincuente que caracterizó a la teoría de los tipos de autor de
Wolf fue la noción de «fidelidad a la comunidad» como una de las principales
ideas del contexto cultural contemporáneo a Das Wesen des Täters. Según esta
idea, todos los miembros de la comunidad jurídica nacían con una «actitud
interna» (Gesinnung) de fidelidad al colectivo. Esta actitud interna era merece-
dora de una valoración positiva. Según Wolf, mediante la realización de ciertas
conductas tipificadas en el StGB como delito o falta, algunos individuos po-
nían de manifiesto, sin embargo, que su actitud interna se había corrompido.
La actitud interna de fidelidad al colectivo habría dado paso a una actitud in-
terna de infidelidad hacia aquel. Dicha corrupción de la actitud interna debía
ser valorada negativamente. Esta confrontación de valores positivos y negati-
vos, o, si se prefiere, la presencia en un sujeto de una actitud interna contraria
a la idea de fidelidad a la comunidad merecía para Wolf, en suma, ser desvalo-
rada. Como puede comprobarse, en la teoría de Wolf, la personalidad del de-
lincuente no constituía, en definitiva, un producto empírico resultante de la
investigación criminológica, sino, antes bien, el resultado de un juicio de natu-
raleza «axiológica».
En la actual dogmática del Derecho penal, la concepción del Derecho
penal de autor se encuentra –por fortuna– completamente superada. Podría
decirse, en realidad, que el final de los días de la corriente de pensamiento
promovida por la Escuela de Kiel llegó con la desaparición del régimen políti-
co en cuyo marco se desarrolló. El «Derecho penal de la voluntad» fue una
concepción del Derecho penal circunscrita a la ideología y al Derecho positivo
nacionalsocialistas del Tercer Reich alemán. En ocasiones se ha pretendido
explicar la concepción del Derecho penal de la Escuela de Kiel como un fenó-
meno asentado sobre la base de fundamentos de naturaleza política, jurídica,
filosófica, metodológica o sociológica. En mi opinión, ninguna de estas funda-
76
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
171
No en vano, ya la doctrina iusfilosófica alemana de posguerra presentó al nazismo como una
suerte de «salto al vacío» científicamente inexplicable en el curso normal del devenir histórico. Esta tesis,
que presentó al nazismo como fenómeno-ruptura de la racionalidad histórica, respondió al nombre de
«teoría de la catástrofe», y fue concebida con la finalidad de exculpar, en la medida de lo posible, a los
jueces y juristas –la inmensa mayoría– que aplicaron el derecho nazi. Vid., en este sentido, García Ama-
do, J. A., «Nazismo, Derecho y Filosofía del Derecho», AFD 1991, p. 340, nota 1.
172
García Amado, J. A., 1991, p. 342.
173
Mir Puig, S., 1976, p. 260.
174
Mayer, H., 1938, p. 77, nota 18.
175
Wolf, E., 1936, p. 360.
176
Rüthers, B./Birk, A., 2005, p. 378.
177
García Amado, J. A., 1991, pp. 347 s.
77
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
178
Wolf, E., 1936, p. 360.
179
Wolf, E., 1936, pp. 360 s. (tipo de hecho) y 362 (tipo de autor).
180
Rüthers, B./Birk, A., 2005, p. 376.
181
Rüthers, B./Birk, A., 2005, p. 378.
182
Rüthers, B./Birk, A., 2005, pp. 376 y 378.
183
Rüthers, B./Birk, A., 2005, pp. 376 y 378.
184
Rüthers, B./Birk, A., 2005, p. 378.
78
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
cía Amado 185, los jueces y la doctrina aplicadores del Derecho penal nacional-
socialista no practicaron, en realidad, «positivismo “jurídico”» (Rechtspositi-
vismus) formal, sino «positivismo “estatalista”» (Staatspositivismus). Según
este autor, la doctrina postulante de un positivismo jurídico formal no solo era
ampliamente minoritaria en la época nacionalsocialista, sino que ya lo había
sido incluso bajo la vigencia del régimen político anterior, la República de
Weimar 186. En el sentido en que los emplea García Amado, los términos «po-
sitivismo jurídico» y «positivismo estatalista» tienen, además, significados
opuestos. El primero tiene un sentido liberal, limitador del ius puniendi del
Estado. En efecto, la fidelidad al Derecho positivo garantiza el respeto al lími-
te al Estado representado por el principio de legalidad. El término «positivis-
mo estatalista» expresa, en cambio, la idea de que la soberanía no radica en el
pueblo, sino en el Estado 187.
1. Exposición
185
García Amado, J. A., 1991, pp. 347 s.
186
García Amado, J. A., 1991, p. 347.
187
García Amado, J. A., 1991, p. 348 y nota 15.
188
Consideran el Derecho penal del enemigo una manifestación más o menos directa del fenómeno
más amplio de la expansión del Derecho penal, entre otros autores, Cancio Meliá, M., «“Derecho penal”
del enemigo›› y delitos de terrorismo. Algunas consideraciones sobre la regulación de las infracciones en
materia de terrorismo en el Código penal español después de la LO 7/2000», JpD 44 (2002), pp. 19 ss.;
Brandáriz García, J. A., «Itinerarios de evolución del sistema penal como mecanismo de control social
en las sociedades contemporáneas», en Faraldo Cabana (dir.)/Brandáriz García, J. A./Puente Aba, L. M.
(coords.), Nuevos retos del Derecho penal en la era de la globalización, 2004, pp. 15 ss. pp. 44 ss.; Ramos
Vázquez, J. A., «Del otro lado del espejo: reflexiones desordenadas acerca del Derecho penal en la socie-
dad actual», en Faraldo Cabana (dir.)/Brandáriz García, J. A./Puente Aba, L. M. (coords.), Nuevos retos
del Derecho penal en la era de la globalización, 2004, pp. 90 ss. y 119 s.; Gómez Martín, V., «Libertad,
seguridad y sociedad del riesgo», en Mir Puig, S./Corcoy Bidasolo, M. (dirs.)/Gómez Martín, V. (coord.),
La Política criminal en Europa, 2004, pp. 81 ss.
79
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
con ciertas materias 189. El Derecho penal del enemigo se caracterizaría por que
trataría al delincuente no como un ciudadano, sino como un sujeto que ha ido
apartándose paulatinamente de la senda del derecho, hasta convertirse en un
enemigo de la sociedad. Frente al «enemigo», el Derecho penal «de la norma-
lidad», que aquel ha abandonado de forma duradera, se mostraría completa-
mente insuficiente e ineficaz. Para el «Derecho penal del enemigo», este debe
ser neutralizado, como permanente fuente de peligro para la sociedad, cueste
lo que cueste 190. Desde un punto de vista de lege lata, en la actualidad reina un
cierto consenso doctrinal en torno a la idea de que, en mayor o menor medida,
y de un modo más o menos evidente, reglas que podrían considerarse propias
de Derecho penal del enemigo 191.
Uno de los penalistas que con más detalle se ha ocupado de la descrip-
ción de las principales peculiaridades de las legislaciones de enemigos es Gün-
ter Jakobs 192. La concepción de Jakobs en relación con el referido «Derecho
penal del enemigo» ha sido objeto de muy diversas interpretaciones. Sin em-
bargo, existe un cierto consenso en torno a que una exposición y valoración
crítica rigurosa de dicha concepción debe partir de la constatación de que se
trata de una construcción que ha conocido, como mínimo, dos distintas formu-
laciones: la de 1985, por una parte; y 1999 y 2003, por otra 193.
189
Cancio Meliá, M., 2002, p. 20 y nota 13; el mismo, «¿“Derecho penal” del enemigo?», en
Jakobs, G./Cancio Meliá, M., Derecho penal del enemigo, 2003, p. 78.
190
Cancio Meliá, M., 2002, p. 20.
191
De esta opinión, por ejemplo, Naucke, W., en Gropp, W., «Tagungsbericht. Diskussionsbeiträge
der Strafrechtslehrertagung 1985 in Frankfurt a. M.», ZStW 97 (1985), p. 926; Díez Ripollés, J. L., «El
nuevo modelo penal de la seguridad ciudadana», RECPC 06-04 (2004), pp. 3 y 24; Portilla Contreras,
G., «Fundamentos teóricos del Derecho penal y procesal-penal del enemigo», JpD 49 (2004), p. 43; el
mismo, «La legislación de lucha contra las no personas: represión penal del “enemigo” tras el atentado
de 11 de septiembre de 2001», Mientras tanto 83 (2002), p. 78; el mismo, «El Derecho penal y procesal
del “enemigo”. Las viejas y nuevas políticas de seguridad frente a los peligros internos-externos», en LH-
Bacigalupo Zapater, I, 2004, p. 694; Gracia Martín, L., «Consideraciones críticas sobre el actualmente
denominado «Derecho penal del enemigo», RECPC 07-02 (2005a), pp. 2 s.; Zaffaroni, E. R., 2005,
pp. 1088 s.; Muñoz Conde, F., «De nuevo sobre el “Derecho penal del enemigo”» (comunicación inédi-
ta enviada para la discusión al VI Seminario de Filosofía del Derecho y Derecho Penal, organizado por el
Departamento de Derecho Público Básico, sobre el tema «Derecho penal de ciudadanos y derecho penal
de enemigos», y celebrado los días 8 y 9 de junio de 2005, pp. 1 s., 8 ss., 21 y 26).
192
Lo señala, por ejemplo, Pritwitz, C., «Derecho penal del enemigo: ¿análisis crítico o programa
del Derecho penal?», en Mir Puig, S./Corcoy Bidasolo, M. (dirs.)/Gómez Martín, V. (coord.), La Política
criminal en Europa, 2004, p. 108.
193
En esto sigo a Pritwitz, C., 2004, pp. 108 y 110 ss.; y a Cancio Meliá, M., 2003, p. 60, nota 1,
y pp. 79 s., nota 34. Se muestra escéptico, en cambio, sobre la conveniencia de distinguir entre estos dos
momentos como correspondientes a dos formulaciones distintas, en cambio, Portilla Contreras, G.,
«Fundamentos teóricos del Derecho penal y procesal-penal del enemigo», JpD 49 (2004a), pp. 43 s.; el
mismo, «El Derecho penal y procesal del “enemigo”. Las viejas y nuevas políticas de seguridad frente a
los peligros internos-externos», en LH-Bacigalupo Zapater, I, 2004b, pp. 695 s.; el mismo, «La legisla-
ción de lucha contra las no personas: represión penal del ‹‹enemigo›› tras el atentado de 11 de septiembre
de 2001», Mientras tanto 83 (2002), p. 79. Una posición intermedia en este contexto la ocupa Schünema-
80
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
nn, B., «Die deutsche Strafretswissenschaft nach der Jahrtausendwende. Besprechung von: Albin Eser/
Winfried Hassemer/Björn Burkhardt (Hrsg.), Die deutsche Strafrechtswissentschaft vor der Jahrtausend-
wende – Reückbesinnung und Ausblick, 2000», GA 2001, p. 210, quien, sin llegar a identificar el plantea-
miento formulado por Jakobs en 1985 y el posterior de 1999, afirma que el tiempo ha venido a demostrar
que el primero se habría comportado «como una bomba con una espoleta retardada».
194
Un breve informe de este congreso se encuentra en Kuhlen, L., «Strafrechtslehrertagung 1985»,
NJW 1985, pp. 2631 ss.
195
La ponencia se encuentra contenida, en forma de artículo, en «Kriminalisierung im Vordfeld ei-
ner Rechtsgutsverletzung», ZStW 97 (1985), pp. 751 ss. (= «Criminalización en el estadio previo a la le-
sión de un bien jurídico» [trad. de Peñaranda Ramos, E.], en el mismo, Estudios de Derecho penal, 1997,
pp. 293 ss.).
196
Jakobs, G., 1997, pp. 297 ss.
197
Jakobs, G., 1997, pp. 298 ss. De acuerdo en lo esencial con la primera formulación de Jakobs,
que acaba de ser expuesta de forma resumida, Dencker, F., «Gefährlichkeitsvermutung statt Tatschuld?
Tendenzen der neueren Strafrechtsentwicklung?», StV 1988, p. 266. Un amplio resumen de la posición del
que aquí denominaremos «primer Jakobs» se encuentra en Dencker, F., StV 1988, pp. 263 ss.; Aponte,
A., Krieg und Feindstrafrecht. Überlegungen zum «effizienten» Feindstrafrecht anhand der Situation in
Kolumbien, 2004, pp. 128 ss.; Portilla Contreras, G., 2004a, pp. 43 ss., nota 6.; el mismo, 2004b,
p. 695, nota 6. Expone con detalle la tendencia expansiva del Derecho penal y procesal alemán en el ám-
bito del terrorismo contemporánea al primer Jakobs Dencker, F., «Das “Gesetz zur Bekämpfung des
Terrorismus”», StV 1987, pp. 117 ss.
81
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
198
Un informe de una de estas jornadas y algunas observaciones críticas sobre la intervención de
Jakobs en relación con el Feindstrafrecht se encuentran en Schulz, L., «Tagungsbericht. Die deutsche
Strafrechtswissentschaft vor der Jahrausendwende. Bericht von einer Tagung und Anmerkungen zum
Feindstrafrecht», ZStW 112 (2000), pp. 653 ss.
199
Jakobs, G., 2000, p. 661. Suscribe esta descripción Cancio Meliá, M., 2003, pp. 79 ss.
200
Jakobs, G., 2000, p. 662; el mismo, «La autocomprensión de la ciencia del Derecho penal ante
los desafíos del presente», en Eser, A./Hassemer, W./Burkhardt, B. (coords. versión alemana)/Muñoz Con-
de, F. (coord. versión española), La ciencia del Derecho penal ante el nuevo milenio, 2004, p. 60.
82
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
Hobbes 201. Desde la teoría del contrato social defendida por los dos primeros
pensadores, todo delincuente sería, por definición, enemigo de la sociedad 202,
y declararía, mediante la comisión del delito, su voluntad de abandonar el con-
trato social y regresar, de este modo, al estado de naturaleza precedente 203. Sin
embargo, Jakobs considera más convincente el punto de vista mantenido por
Kant y Hobbes 204. Para estos autores, no todo delincuente sería, por definición,
enemigo, sino que, al contrario, también quienes delinquen pueden ser dividi-
dos en ciudadanos y enemigos. Así, por ejemplo, para Kant considera que, a
pesar de la comisión del delito, la amplia mayoría de los delincuentes deberían
seguir siendo calificados como ciudadanos, quedando reservada la categoría
de «enemigos» para aquellos delincuentes que amenacen permanentemente a
la sociedad mediante la comisión de delitos. Para Hobbes, enemigo sería, en
cambio, únicamente el reo de alta traición 205. En opinión de estos dos últimos
autores, contra el enemigo, entendido en los términos que han sido señalados,
no resultaría indicado el Derecho penal del ciudadano, esto es, aquel que pre-
tende garantizar el mantenimiento de la vigencia de la norma frente a las con-
ductas que la quebrantan o la ponen en cuestión. Frente a los enemigos, la pena
no cumpliría una función de estabilización de expectativas normativas por el
hecho cometido. Frente al enemigo, la pena sería un instrumento puesto al
servicio del Estado para luchar o hacer la guerra contra quien, como enemigo,
se presentaría ante la sociedad como fuente permanente de peligros futuros. El
Estado quedaría legitimado para entablar dicha guerra contra el enemigo por
el propio ciudadano, que ostentaría entre sus derechos, como señala el propio
Kant, el de obligar a cualquier otro ciudadano a formar parte de una «constitu-
ción ciudadana», so pena de quedar apartado de la sociedad, excluido como
ciudadano y merecer, de este modo, la designación de «enemigo» 206.
A partir de esta fundamentación filosófica, Jakobs recuerda la doble lógi-
ca que, en su opinión, domina la distinción «Derecho penal del ciudadano» –
«Derecho penal del enemigo». En el «Derecho penal del ciudadano», la pena
trataría de comunicar contrafácticamente al delincuente que el delito que ha
cometido ha puesto en cuestión la vigencia de la norma 207. En cambio, en el
201
Alude a estos antecedentes histórico-iusfilosóficos y de filosofía política del discurso del Derecho
penal del enemigo, así como a algún otro, como, por ejemplo, Protágoras, Gracia Martín, L., 2005a,
pp. 11 ss.
202
Pone en cuestión este extremo Zaffaroni, E. R., 2005, p. 1079.
203
Jakobs, G., 2003, pp. 26 s.
204
Jakobs, G., 2003, p. 28.
205
Jakobs, G., 2003, pp. 28 ss.
206
Jakobs, G., 2003, p. 38.
207
Jakobs, G., 2003, pp. 49 ss.
83
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
208
Jakobs, G., 2003, pp. 49 ss. En idéntico sentido, descriptivamente, Cancio Meliá, M., 2003,
p. 86; Günther, K., «Kampf gegen das Böse? Zehn Thesen wider die etische Aufrüstung der Kriminal-
politik», KJ 1994, pp. 140 s. («con los enemigos no se habla; no hay libertad para los enemigos de la li-
bertad»). Una breve reseña al trabajo de Günther puede encontrarse en Laubenthal, K./Baier, H., «Neue
Kriminalpolitik für ein neues Jahrtausend? –Besprechung von Klaus Lüderssen (Hrsg.), “Aufgeklärte Kri-
minalpolitik oder Kampf gegen das Böse”», GA 2001, pp. 2 ss.
209
Jakobs, G., 2003, pp. 40 y 51.
210
Sobre el atentado de las torres gemelas y sus decisivas consecuencias para el Derecho penal Vid.
Prittwitz, C., «Krieg als Strafe – Strafrecht als Krieg. Wird nach dem “11 September” nichts mehr sein,
wie es war?», en FS-Lüderssen, 2002, pp. 499 ss. Entre nosotros Vid. Portilla Contreras, G., 2002,
pp. 77 ss.
211
Jakobs, G., 2003, p. 39.
212
Jakobs, G., 2003, pp. 43 ss. También destacan este extremo Cancio Meliá, M., 2003, pp. 59 ss.;
Dencker, F., StV 1988, p. 264; Díez Ripollés, J. L., «De la sociedad del riesgo a la seguridad ciudadana:
un debate desenfocado», RECPC 07-01 (2005), pp. 23 s. Críticamente Murmann, U., «Über den Zweck
des Strafprozesses», GA 2004, p. 86
213
Jakobs, G., 2000, p. 660.
84
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
Sin embargo, una vez aceptada la legitimidad del «Derecho penal del
enemigo», fundamentada, como se ha visto, en el derecho de los ciudadanos
consistente en la obtención de un mínimo de seguridad frente a aquellos con
respecto a los cuales no cabe el establecimiento de expectativas cognitivas,
Jakobs somete su existencia a un límite infranqueable. El límite sería el si-
guiente: el «Derecho penal del enemigo» debe permanecer separado del «De-
recho penal del ciudadano». De lo contrario, el segundo se vería contaminado
por el primero. Como ya hiciera en 1985, Jakobs ejemplifica los efectos noci-
214
Jakobs, G., 2003, pp. 47 s. (cursivas añadidas).
215
Jakobs, G., 2003, pp. 55 s. (cursiva añadida).
85
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
216
Jakobs, G., 2003, p. 43.
217
Jakobs, G., 2003, p. 55.
86
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
218
Jakobs, G., 2003, p. 55.
219
Jakobs, G., 2003, pp. 39 y 56.
220
El Derecho penal del enemigo del segundo Jakobs coincide con esta descripción, que se encuen-
tra en Pérez del Valle, C., «Sobre los orígenes del Derecho penal del enemigo. Algunas consideraciones
en torno a Hobbes y Rousseau», CPC 75 (2001), p. 612.
221
Jakobs, G., 2004, p. 60 (cursiva añadida).
87
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
2. Valoración crítica
222
Lo constata Schünemann, B., 2001, p. 210.
223
De esta opinión, por ejemplo, Schroeder, F. C., en Gropp, W., 1985, p. 926; Prittwitz, C.,
«Derecho penal del enemigo: ¿análisis crítico o programa del Derecho penal?», en Mir Puig, S./Corcoy
Bidasolo, M. (dirs.)/Gómez Martín, V. (coord.), La Política criminal en Europa, 2004, p. 111.
224
Schroeder, F. C., 1985, p. 926; Prittwitz, C., 2004, p. 107.
225
Puppe, I., en Gropp, W., 1985, p. 920.
226
Naucke, W., en Gropp, W., 1985, p. 926.
227
Schmidhäuser, E., en Gropp, W., 1985, p. 924.
88
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
am Main, Jakobs afirmó, por ejemplo, que en un Estado liberal, el autor solo
sería ciudadano, no enemigo 228; o que el Derecho penal del enemigo no sería
ya Derecho, sino lucha o guerra, siendo entonces su caracterización como
«Derecho» penal del enemigo meramente eufemística 229. Pero también lo es
que junto a tales manifestaciones de un Jakobs inequívocamente liberal, en
aquellas mismas jornadas se encuentran otras mucho más inquietantes y ambi-
guas. Dos muestras de ello se hallan, por ejemplo, en las respuestas de Jakobs
a las observaciones a su ponencia formuladas por Calliess y Schmidhäuser.
Empezando por el primero, la observación que Calliess dirigió a Jakobs con-
sistió en que el esquema «dentro/fuera» o «amigo/enemigo» de la distinción
«Derecho penal del ciudadano-Derecho penal del enemigo» sería completa-
mente incompatible con el Estado social y democrático de Derecho 230. A este
respecto, Jakobs convino con Calliess que el Derecho penal del enemigo es, en
efecto, completamente incompatible con el ideal de un Estado de derecho. Sin
embargo, un Estado de derecho ideal requeriría también de condiciones idea-
les, y lo cierto es que la cruda realidad terrenal demostraría que tales condicio-
nes no siempre se dan. Por esta razón, el Estado debería poder renunciar en
este contexto a una realización inmediata de todas las libertades individua-
les 231. Por lo que respecta a la observación de Schmidhäuser, consistente en
que no siempre resultaría sencillo conocer cuándo la argumentación de Jakobs
con respecto al Derecho penal del enemigo es de lege lata y cuándo de lege
ferenda 232, Jakobs respondió lo siguiente: no solo esperaba que la jurispruden-
cia del BVerfG evolucionase de tal modo que el castigo con pena de compor-
tamientos estrictamente privados llegase a ser declarado inconstitucional, sino
que consideraba posible, ya en 1985, una interpretación de los preceptos de
Derecho penal del enemigo presentes en el StGB en dicho sentido. Sin embar-
go, y esto es lo más perturbador de su respuesta a Schmidhäuser, Jakobs enten-
dió que en aquel momento dicha interpretación no era la única posible 233.
No obstante, ya se advertía en aquel primer Jakobs que su posición podía
correr el riesgo de ser contradictoria con su propia concepción del Derecho
penal y los fines de la pena. Aunque su pensamiento al respecto ha ido evolu-
cionando, Jakobs defiende la tesis de que la pena tiene como fin la estabiliza-
ción de la vigencia de las normas como expectativas sociales institucionaliza-
228
Jakobs, G., en Gropp, W., 1985, p. 927.
229
Jakobs, G., en Gropp, W., 1985, p. 930.
230
Calliess, R. P., en Gropp, W., 1985, p. 921.
231
Jakobs, G., en Gropp, W., 1985, p. 928.
232
Schimidhäuser, E., en Gropp, W., 1985, p. 924.
233
Jakobs, G., en Gropp, W., 1985, p. 929.
89
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
234
Se refieren al elemento de la privacidad en este contexto, aludiendo al carácter relativo del térmi-
no, Lampe, E. J. y Tiedemann, K., en Gropp, W., 1985, pp. 923 y 925.
235
Jakobs, G., «Criminalización en el estadio previo a la lesión de un bien jurídico» (1985) (trad. de
E. Peñaranda Ramos), en el mismo, Estudios de Derecho penal, 1997, p. 322.
236
Jakobs, G., 1997, pp. 322 ss.
237
Así lo señala Cancio Meliá, M., 2003, pp. 59 ss.
238
Herzog, F., 1990, passim.
90
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
ahora nos ocupa con otros fenómenos característicos del Derecho penal mo-
derno conexos, aunque no completamente coincidentes, como el del «Derecho
penal simbólico», el de la «expansión del Derecho penal» o, por último, el ya
mencionado del «Derecho penal de la puesta en riesgo». Si esto ocurriera, ca-
bría preguntarse, entonces, si el Derecho penal del enemigo es, o no, algo
distinto a estas últimas manifestaciones. El segundo riesgo sería el siguiente:
si se concibe el Derecho penal del enemigo como un instrumento crítico de
contenido ilimitado, entonces puede llegar a entenderse como tal todo aquello
que, en el marco del Derecho penal positivo, suponga, desde el punto de vista
del intérprete de la ley, una intervención penal excesiva o desproporcionada a
la luz de los principios de intervención mínima y de proporcionalidad del De-
recho penal. En mi opinión, si esto ocurriera, entonces el concepto «Derecho
penal del enemigo» quedaría sensiblemente desnaturalizado, por no decir que
se convertiría en un concepto completamente vacío de contenido 239.
Por desgracia, los temores de que de la posición sobre el «Derecho penal
del enemigo» defendida por Jakobs en 1985 a otra no tan crítica con aquel,
sino más programática, solo había un paso no demasiado grande –que acaban
de ser expuestos– se confirmaron en 1999. A la vista de la posición defendida
por el segundo Jakobs en relación la materia que nos ocupa, creo que no hace
falta extenderse demasiado para advertir que el contenido y la terminología
empleadas por Jakobs recuerdan peligrosamente a algunas de las formulacio-
nes que sirvieron de base al vergonzoso Derecho penal del III Reich, ya ex-
puestas y valoradas críticamente supra 240. Como indica con razón Borja Jimé-
nez, la principal diferencia entre la Política criminal de un Estado totalitario y
la de un Estado democrático es la siguiente: mientras que en el primero el
Derecho penal contempla al delincuente como un traidor o un «enemigo» que
debe ser literalmente «borrado», «barrido», «aplastado» o inocuizado, en un
Estado democrático la función del Derecho penal no debe consistir en la elimi-
nación «del delincuente», sino en la evitación «de hechos delictivos» con res-
peto a las garantías individuales y la dignidad humana del delincuente como
239
Alude al amplísimo alcance que en Jakobs tiene la noción de enemigo Prittwitz, C., 2004,
p. 114.
240
Comparten esta idea Hefendehl, R., «Organisierte Kriminalität als Begründung für ein Feind–
oder Täterstrafrecht?», StV 2005, p. 160; Portilla Contreras, G., 2004a, p. 49, nota 58; el mis-
mo, 2004b, p. 706, nota 58; Prittwitz, C., en Mir Puig, S./Corcoy Bidasolo, M. (dirs.)/Gómez Martín, V.
(coord.), La Política criminal en Europa, 2004, p. 116; Eser, A., Consideraciones finales, en Eser, A./
Hassemer, W./Burkhardt, B. (coords. de la versión alemana)/Muñoz Conde, F. (coord. de la versión espa-
ñola), 2004, p. 472 («El que los enemigos no sean considerados “como personas”, es una consideración
que ya ha conducido alguna vez a la negación del Estado de Derecho»).
91
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
241
Borja Jiménez, E., Curso de Política criminal, 2003, pp. 25 ss.
242
Sobre esta doble racionalidad y el equilibrio que entre ellas debe existir necesariamente en la
Política criminal de un Estado democrático Vid. Alcácer Guirao, R., «Facticidad y normatividad. Notas
sobre la relación entre ciencias sociales y Derecho penal», AP 2001 (13).
243
De esta opinión, por ejemplo, Cancio Meliá, M., JpD 44 (2002), p. 26, en relación con el delito
previsto en el artículo 578, primera alternativa (adhesión a las infracciones de terrorismo o a sus autores).
244
Consideran que el Derecho penal del enemigo no tiene cabida en un Derecho penal liberal, sien-
do, por tanto, algo característico de un Derecho penal totalitario Hettinger, M., «Das Strafrecht als
Büttel? – Fragmentarische Bemerkungen zum Entwurf eines Korruptionsbekämpfungsgesetzes des Bun-
desrats vom 3. 11. 1995», NJW 1996, p. 2264; Ostendorf, H., «Chancen und Risiken von Kriminal-
prävention», ZRP 2001, p. 152; Zaffaroni, E. R., 2005, pp. 1077 y 1088 ss.; Ramos Vázquez, J.
A., 2004, p. 99. En un sentido crítico parecido Cancio Meliá, M., 2002, pp. 21 ss., aunque más vincula-
do a la teoría de la prevención general positiva defendida por su maestro Jakobs y por él mismo. Con re-
servas, pero aparentemente tendente a concluir que el Derecho penal del enemigo tiene alguna cabida en
un Estado liberal, a pesar de afirmar que es posible que el Derecho penal del enemigo no sea, en realidad,
auténtico derecho Pérez del Valle, C., 2001, p. 605. Sobre la confusión entre Derecho penal y guerra
tras el 11 de septiembre de 2001 Vid. Prittwitz, C., 2002, pp. 499 ss.
92
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
por entender que Jakobs concibe no solo a la persona, sino también a la no-
persona, esto es, al enemigo, como un constructo social. En el caso del enemi-
go, se trataría de un constructo social que el sistema jurídico habría creado con
el objetivo de dotar a la sociedad de los ciudadanos de una identidad cohesio-
nadora. Esta nueva construcción social se habría llevado a cabo de un modo
esencialmente arbitrario, a juzgar por la disparidad existente entre los distintos
grupos de delitos «de enemigo» enunciados por Jakobs. ¿Existe, en efecto,
alguna conexión entre los delitos de terrorismo, los de tráfico de drogas, la
delincuencia sexual habitual o la delincuencia económica que permita deducir
la existencia de un hilo conductor entre ellos?
La afirmación de Jakobs –basada en la Sociología funcionalista de Luh-
mann– de que no puede ser calificado como persona aquel sujeto respecto de
cuyo comportamiento no es posible establecer expectativas normativas míni-
mamente serias debe ser rechazada de plano 245. Para Jakobs –y Luhmann–, la
elaboración de la definición de «persona» exige acudir a ciertos conceptos
sociales, como el de «competencia», o el de «norma» como «expectativa so-
cial institucionalizada», o a nociones como la de que la persona es un sujeto
mediado por lo social 246. Para Jakobs, la persona no es «lo que es subjetiva-
mente», sino «lo que hace», «lo que representa». Si la sociedad se caracteriza
por ser un contexto de comunicación con un número infinito de contactos anó-
nimos, es evidente, para Jakobs, que solo es posible conocer al prójimo cono-
ciendo qué hace 247. Ante esta realidad, la única forma de organizarse racional-
mente que la sociedad moderna tiene a su disposición es mediante estándares
o roles como un baremo objetivo, ya que, de lo contrario, la sociedad no podrá
saber qué puede esperar de los demás 248. Sin embargo, la consideración de la
persona «exclusivamente» como un constructo social, como el resultado de un
proceso de comunicación, resulta, desde mi punto de vista, sencillamente into-
lerable. Es cierto, como recientemente ha puesto de relieve Alcácer Guirao,
que quizá el problema de la persona en Jakobs no sea tanto el concepto mismo
de persona como las consecuencias que el penalista de Bonn extrae para el
Derecho penal. Así, y por lo que respecta al concepto, Alcácer afirma que el
concepto de persona como constructo social del que Jakobs se declara partida-
rio, aunque bajo una apariencia ciertamente «fiera» (Alcácer lo califica de
«oveja con piel de lobo») 249, en realidad consiste en un concepto clásico en
245
Ramos Vázquez, J. A., 2004, p. 99.
246
Jakobs, G., 1996, p. 50.
247
Jakobs, G., 1996, pp. 51 s.
248
Jakobs, G., 1996, p. 53.
249
Alcácer Guirao, R., 2003, p. 56.
93
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
Sociología, que viene siendo utilizado en este ámbito de forma habitual sin
que ello denote, necesariamente, una tendencia a un comunitarismo exacerba-
do, o una conexión con ideología antiliberal alguna 250. La idea de que el indi-
viduo también encuentra su identidad a través de procesos de interacción so-
cial no solo es aceptable, sino, incluso, de obligada aceptación, salvo que
quiera caerse en un ya completamente superado atomismo individualista, se-
gún el cual el individuo adquiriría valores y deseos de forma completamente
independiente a la sociedad 251. Sin embargo, para huir de este atomismo indi-
vidualista ya superado no es en absoluto necesario, y, en mi opinión, tampoco
conveniente, desplazarse hacia el extremo opuesto. Es decir, entender que la
sociedad es la que define por completo al individuo. Sobre todo cuando, como
ocurre en Jakobs, es el Estado quien, en nombre de la sociedad, decide si a un
sujeto le corresponde ostentar, o no, el status de persona. Esta última circuns-
tancia puede conducir (y de hecho así ocurre en Jakobs) a consecuencias tan
discutibles como, por ejemplo, que los sujetos que carezcan de capacidad para
comunicarse con sentido social (por ejemplo, los inimputables), o para comu-
nicarse de tal modo que sea posible elaborar con respecto a su comportamien-
to expectativas normativas razonablemente serias (por ejemplo, los
terroristas) 252, deba serles negado el status de persona 253.
Probablemente sea cierto, como el propio Jakobs afirma, que su concep-
ción sobre los fines del Derecho penal no es directamente autoritaria, sino
neutral. Pero también resulta evidente que si la sociedad se entiende, como lo
hace Jakobs, como un sistema de normas, lo que se deduce es una concepción
de un Estado en el que los deberes de los individuos prevalecen frente a sus
derechos. En la base del planteamiento de Jakobs late una concepción de la
naturaleza humana pesimista 254, de acuerdo con la cual el hombre debe ser
contemplado como un sujeto egoísta y esencialmente preocupado por su pro-
pia supervivencia. Podría decirse que en el modelo de sociedad que Jakobs
toma como referente para la construcción de su sistema, el Estado tiene como
fin principal controlar el mantenimiento del orden público y garantizar la segu-
250
Alcácer Guirao, R., 2003, pp. 59 ss.
251
A propósito de su crítica a la concepción de Lesch advierte de este riesgo Alcácer Guirao,
R., 2003, pp. 83 s., nota 272.
252
También establece una conexión directa entre el concepto sistémico-normativo de persona de
Jakobs y su Derecho penal del enemigo Portilla Contreras, G., 2002, pp. 81 s.; el mismo, 2004a,
p. 45; el mismo, 2004b, pp. 697 s.
253
En este sentido crítico Mir Puig, S., 1998, pp. 454 s.
254
Prittwitz, C., 2004, p. 117.
94
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
255
Peñaranda Ramos, E./Suárez González, C./Cancio Meliá, M., Estudio preliminar a Jakobs,
G., Estudios de Derecho penal, 1997, pp. 25 s., comparando en este aspecto a Jakobs con Carrara.
256
Sobre esto último, Vid. Hartnack, J., Breve historia de la filosofía (trad. de Lorente, J. A.), 1996,
pp. 89 ss.
257
Considera, en cambio, que las teorías del contrato social y los modelos de Estado propuestos por
Hobbes y Rousseau no se encuentran tan alejados como suele afirmarse Pérez del Valle, C., 2001,
p. 611.
258
Zaffaroni, E. R., 2005, pp. 1079 ss.
259
Zaffaroni, E. R., 2005, pp. 1079 y 1081.
260
Rousseau, J. J., El contrato social (trad. de López Castellon, E.), 1999, pp. 61 ss.; López Cas-
tellón, E., «Rousseau o la racionalización de la vida en sociedad», Estudio preliminar a Rousseau, J. J.,
El contrato social, 1999, pp. 22 ss.
261
Jakobs, G., Sociedad, norma y persona en una teoría de un derecho penal funcional (trad. de M.
Cancio Meliá y B. Feijoo Sánchez), 1996, pp. 32 s.
262
Rousseau, J. J., 1999, pp. 61 ss.
95
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
263
Jakobs, G., 1996, p. 32.
264
Alcácer Guirao, R., 2001, p. 200.
265
Jakobs, G., 2003, pp. 43 y 55. Sobre el Mezger nacionalsocialista como antecedente de la esci-
sión del poder del Estado «en dos: uno para los comunes y otro para los extraños, que son los enemigos»,
Zaffaroni, E. R., 2005, p. 1088.
96
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
266
En esta línea Schünemann, B., 2001, p. 212; Gracia Martín, L., 2005a, pp. 28 ss.
267
Schünemann, B., «La culpabilidad: Estado de la cuestión» (trad. de Felip i Saborit, D.), en
Roxin, C./Jakobs, G./Schünemann B./Frisch, W./Köhler, M. (comp. J. M. Silva Sánchez), Sobre el
estado de la ciencia del Derecho penal (seminario en la Universidad Pompeu Fabra), 2000, pp. 109 ss.;
Gimbernat Ordeig, E., Prólogo a Alcácer Guirao, R., ¿Lesión de bien jurídico o lesión de de-
ber?, 2003, pp. 16 s., apoyándose en la teoría psicoanalítica de la pena; Prittwitz, C., 2004, p. 117; Eser,
A., 2004, p. 472.
97
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
sentido dialéctico, la pena debe cumple, en todo caso, una doble función pre-
ventivo-general positiva y negativa.
En ocasiones da la impresión de que lo que Jakobs pretende significar en
realidad es que, desde su particular punto de vista, en el Derecho penal del
ciudadano la pena cumpliría una función de prevención general, mientras que
al servicio del Derecho penal del enemigo funcionaría en un sentido preventi-
vo especial, entonces la teoría de la doble función de la pena se presenta como
igualmente fallida. Porque el propio legislador suele exigir –el Código penal
español o el StGB alemán no constituyen en absoluto una excepción a este
planteamiento– al Juez que tenga en cuenta para la determinación de la pena
no solo la gravedad del hecho, sino, además, las circunstancias personales del
sujeto. Y ello es predicable, por supuesto, no solo para los delitos susceptibles
de merecer la consideración de «Derecho penal del enemigo», por ejemplo, los
delitos de terrorismo, sino, en realidad, para todos los delitos.
Es posible, por último, que lo que Jakobs pretende señalar sea que en el
Derecho penal del ciudadano la pena sería la consecuencia de un hecho ya
ocurrido que lesionaría un bien jurídico o infringiría una norma, y que en el
caso del Derecho penal del enemigo la pena pretendería evitar la comisión
futura de hechos por parte de personas particularmente peligrosas, pero no
castigaría un hecho ya cometido. Esto es, que en el Derecho penal del ene-
migo la pena se transformaría en una especie de medida de seguridad prede-
lictual. Si esto fuera así, entonces debería concluirse que el por él llamado
«Derecho penal del enemigo» sería ilegítimo de plano, por contrario a uno
de las principales manifestaciones del principio de culpabilidad: el principio
del hecho, o de responsabilidad por el hecho 268. Sin embargo, como señala
con acierto Cancio Meliá, «estas características no aparecen con esta nitidez
negro sobre blanco en el texto de la Ley, sino que se encuentran sobre todo
en diversas tonalidades grisáceas» 269. De tal modo que, como veremos infra,
en el marco de lo que podría llamarse la legislación penal española en mate-
ria antiterrorista, seguramente pueda afirmarse que alguno de los preceptos
que la conforman solo muy dudosamente respetaría el ya mencionado prin-
cipio de responsabilidad por el hecho. En otros, en cambio, ello probable-
mente no ocurra.
268
Hefendehl, R., 2005, p. 159; Cancio Meliá, M., 2003, pp. 94 y 100 ss.; Díez Ripollés, J.
L., 2005, p. 21; Gracia Martín, L., 2005a, p. 22.
269
Cancio Meliá, M., 2003, p. 94.
98
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
99
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
De la misma opinión Faraldo Cabana, P., «Un Derecho penal de enemigos para los integrantes
271
100
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
272
Zaffaroni, E. R., 2005, pp. 1091.
273
Gracia Martín, L., «El trazado histórico iusfilosófico y teórico-político del Derecho penal del
enemigo», LH-Rodríguez Mourullo, 2005b, p. 485.
274
Prittwitz, C., 2004, p. 119. También alude a la lógica espiral del Derecho penal del enemigo,
en sentido crítico, Düx, H., «Globale Sicherheitsgesetze und weltweite Erosion von Grundrechten – Statt
“Feindstrafrecht” globaler Ausbau demokratischer Rechte», ZRP 2003, pp. 195 ss.
101
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
275
La expresión es de Roxin, C., 1997, § 6/22. No obstante, una parte importante de la doctrina
advierte que la indudable importancia que el análisis de las circunstancias personales del reo tiene para la
determinación de la pena en sentido amplio o la imposición de medidas de seguridad no puede ser inter-
pretada, en modo alguno, como una muestra de Derecho penal de autor. Antes bien, su fundamento debe
verse en necesidades de naturaleza preventivo-especial. En este sentido se pronuncian, por ejemplo, Mir
Puig, S., 2015, 3/82 y 31/53 ss.; Luzón Peña, D. M., 1996, p. 53.
276
Roxin, C., 1997, § 6/22.
102
TRANSITANDO POR LA SENDA DEL DERECHO PENAL DE AUTOR. MODALIDADES... ■
277
Vid., por todos, Mir Puig, S., 2015, 4/68.
103
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD Y ACTIO LIBERA IN CAUSA:
UNA MIRADA COMPATIBILISTA
I. INTRODUCCIÓN
*
Director de CRIMINT.
1
Al respecto Montiel, J. P., «Actio libera in causa como delito de resultado defectuoso. Una pro-
puesta de lege ferenda», en García Cavero/Chingel Rivera (coord.), Derecho penal y persona. Libro home-
naje al Prof. Dr. h. c. mult. Jesús-María Silva Sánchez, Lima (Ideas), 2019, pp. 268 ss.
105
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
llevarnos a entender directamente que la alic sea ya «en sus genes» incompa-
tible con esta garantía. Como se verá más adelante, soy de la opinión de que en
muchos casos las dudas de compatibilidad de ciertas defensas de la alic con el
principio de culpabilidad no son acertadas, ora por comprender incorrecta-
mente el alcance de esta garantía, ora por mal interpretar de qué manera se
produce realmente la imputación bajo esta estructura. En este sentido, la pri-
mera parte del trabajo asume el desafío de clarificar cuáles son realmente los
problemas relativos al principio de culpabilidad que presenta la alic. Con base
en esta clarificación, la siguiente parte del artículo mostrará de qué manera
debería interpretarse esta estructura de responsabilidad para ser totalmente ar-
mónica con este principio.
El presente trabajo presenta como argumento central que la alic es una
estructura «autónoma» de responsabilidad y que, justamente por ello, se resis-
te a ser interpretada bajo los parámetros que habitualmente se manejan para
justificar el castigo de los delitos consumados dolosos. Esta consigna lleva
necesariamente a que el juicio de reproche deba ser necesariamente distinto al
que le cabría hipotéticamente al delito realizado bajo defecto de imputación.
Esta independencia se verá con mayor claridad al verse reinterpretado el obje-
to de imputación de la alic.
Entre las derivaciones del axioma nullum crimen sine culpa interesa des-
tacar aquí solo tres, especialmente a los efectos de comprender mejor algunos
de los cuestionamientos más habituales contra ciertas comprensiones de la
alic. Las primeras dos son expresadas por Santiago Mir Puig 2 de la siguiente
manera: el «principio de imputación subjetiva», en virtud del cual deben darse
determinados estados mentales para imputar, y «el principio del Derecho penal
de acto», mediante el cual se excluye básicamente el castigo del carácter o la
personalidad. Adicionalmente, el reproche de culpabilidad debe comprender al
injusto en su totalidad, lo que implica que a la culpabilidad del autor se le im-
puta aquella acción que exhibe todas las propiedades fundantes de antinorma-
tividad, según un tipo penal concreto 3. La doctrina ha hecho ostensibles sus
dudas sobre la compatibilidad de la alic con estas manifestaciones del princi-
2
Mir Puig, S., Derecho penal. Parte general, 10.ª ed., Barcelona (Reppertor), 2016, L. 4, nm. 64.
3
Kaufmann, Art., «Unrecht und Schuld beim Delikt der Volluntrunkenheit», JZ 1963, p. 426.
106
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD Y ACTIO LIBERA IN CAUSA: UNA MIRADA... ■
4
Günther, K., Schuld und kommunikative Freiheit, Frankfurt am Main (Vittorio Kloster-
mann), 2005, p. 111.; Alcácer Guirao, R., Actio libera in causa dolosa e imprudente. La estructura
temporal de la responsabilidad penal, Barcelona (Atelier), 2004, p. 29.
5
A la hora de analizar el estado de la discusión sobre el delito del Vollrausch del antiguo § 330a
RStGB, Mayer, H., «Die folgenschwere Unmäßigkeit (§ 330a StGB)», ZStW, 59, 1940, pp. 321 ss. mues-
tra que también la literatura de la época advertía aquí un potencial riesgo de que se imponga un castigo en
virtud de la peligrosidad del autor.
6
Hettinger, M., Die „actio libera in causa“: Strafbarkeit wegen Begehungstat trotz Schuldunfähi-
gkeit? Eine historisch-dogmatische Untersuchung, Berlín (Duncker & Humblot), 1988. p. 70.
7
Cabe remarcar que las dudas de compatibilidad con el Derecho penal de acto también existen
respecto a otras construcciones dogmáticas equivalentes, como el error de prohibición vencible o a la
imprudencia inconsciente. Al respecto, cfr. Rudolphi, H., Unrechtsbewusstsein, Verbotsirrtum und Ver-
meidbarkeit des Verbotsirrtums, Göttingen (Schwartz), 1969, pp. 263 y s.; Jakobs, G., Strafrecht. Allge-
meiner Teil, 2.ª ed., Berlin/New York (de Gruyter), 1991 Ap. 19, nm. 10. Retoma esta discusión Pérez del
Valle, La imprudencia en el Derecho penal. El tipo subjetivo del delito imprudente, Barcelona (Ate-
lier), 2012, p. 70, en el marco de la comprensión de la imprudencia (especialmente inconsciente) en la obra
de Schopenhauer.
8
Mayer, H., ZStW, 59, 1940, p. 305; Kaufmann, Art., Das Schuldprinzip. Eine strafrechtlich-re-
chtsphilosophische Untersuchung, Heidelberg (Carl Winter), 1961, p. 247.
9
En la medida en que se entendió que este tipo penal cubrió una laguna de punibilidad, cfr. Pae-
ffgen, H., «Vorbemerkungen zu § 323 a: Die actio libera in causa», Kindhäuser/Neumann/Paeffgen (eds.),
Strafgesetzbuch, 5.ª ed., Baden Baden (Nomos), 2017, nm. 1.
10
Kindhäuser, U., Strafrecht. Allgemeiner Teil, 5.ª ed., Baden-Baden (Nomos), 2011, § 23, nm. 23;
Jescheck, H./Weigend, T., Lehrbuch des Strafrechts. Allgemeiner Teil, 5.ª ed., Berlín (Duncker & Hum-
blot), 1996, p. 449; Geisler, C., Zur Vereinbarkeit objektiver Bedingungen der Strafbarkeit mit dem
Schuldprinzip. Zugleich ein Beitrag zum Freiheitsbegriff des modernen Schuldstrafrechts, Berlin (Duncker
& Humblot), 1998, p. 364.
107
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
11
Kaufmann, Art. (1961), p. 427.
12
Kindhäuser, U., Strafrecht. Besonderer Teil, t. 1, 5.ª ed., Baden-Baden (Nomos), 2012, § 71,
nm. 20; Rengier, Strafrecht. Besonderer Teil, t. II, 14.ª ed., München (C. H. Beck), 2013, § 41, nm. 13;
Dehne-Niemann, J., “Omissio libera in causa bei »echten« Unterlassungsdelikten. Zur Verhaltensgebun-
denheit »echten« Unterlassens am Beispiel der §§ 266a I, 323c StGB“, GA 2009, p. 156; Satzger, H.,
«Dreimal „in causa“ – actio libera in causa, omissio libera in causa und actio illicita in causa», Jura
(7) 2006, pp. 109 ss.; Maurach, R./Schroeder, F./Maiwald, M., Strafrecht. Besonderer Teil, t. 2, 7.ª ed.,
Heidelberg (C. F. Müller), 1991, § 96, nm. 4.
13
Habitualmente esta crítica es dirigida contra el modelo de la excepción (cfr. Schünemann, B.,
«Sobre el estado actual de la teoría de la culpabilidad penal», en el mismo, Obras, t. 1, Buenos Ai-
res, 2009, pp. 437 ss., p. 460; Alcácer Guirao, R., (2004), p. 30; Streng, F. «El principio de legalidad
en el ámbito de la decisión sobre la capacidad de culpabilidad», en Montiel (ed.), La crisis del principio
de legalidad en el nuevo Derecho penal: ¿decadencia o evolución?, Madrid et. al. [Marcial Pons], 2012,
pp. 274 s.), aunque en mi opinión también es válida frente a las restantes propuestas teóricas (cfr. en deta-
lle Montiel [2019], 269 ss.).
108
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD Y ACTIO LIBERA IN CAUSA: UNA MIRADA... ■
14
Aquí no surge un problema de culpabilidad por el carácter. Sin embargo, de otra opinión Alcácer
Guirao (2004), pp. 29 ss. En la fundamentación de la responsabilidad penal se requiere imputar una con-
ducta antinormativa a la culpabilidad del autor. Solamente puede imputarse a la culpabilidad una acción
antinormativa, pues, al contrario, una acción conforme a la norma exclusivamente puede ser imputada al
mérito del autor. Sobre esta cuestión, en detalle, cfr. Sánchez-Ostiz, P., Imputación y teoría del delito,
Montevideo/Buenos Aires (B de F), 2008, pp. 496 ss. En este sentido, una estructura de responsabilidad
que no respeta el principio de coincidencia no puede cumplir con el mandato de nulla peona sine culpa:
respecto a la acción típica justamente falta la culpabilidad en la alic, mientras que respecto a la provoca-
ción no puede haber una imputación a la culpabilidad, pues no existe aquí una acción antinormativa. El
carácter del autor no juega aquí ningún rol.
15
De esta opinión, Schröder, H., «Verbotsirrtum, Zurechnungsfähigkeit, actio libera in causa»,
GA 1957, pp. 299 ss.
16
Cfr. entre muchos otros, Streng, F., «“actio libera in causa” und Vollrauschstrafbarkeit», JZ
(1) 2000, p. 24; Stühler, H., Die actio libera in causa de lege lata und de lege ferenda. Eine Analyse von
Rechtsprechung und Literatur verbunden mit einem Gesetzgebungsvorschlag, Würzburg, 1999, pp. 185 y
s.; Kuhn-Päbst, G., Die Problematik der actio libera in causa, Mannheim, 1984, p. 127; Rudolphi
(1969), pp. 263 y s.
109
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
cuente que los Códigos penales tomen en consideración algunos de estos as-
pectos a la hora de graduar la pena. Si bien ello puede despertar cuestiona-
mientos, sobre todo al agravar la pena (v. gr. la reincidencia) 17, considero
correcto entender que no existe en este caso una afectación del principio de
culpabilidad 18. Sin embargo, ninguna circunstancia personal del autor referida
a su carácter puede ser considerada por el Derecho penal para fundamentar el
injusto, es decir, cuando el motivo de la pena es su carácter 19. Esto supone que
todo reproche de culpabilidad debe estar anclado a una conducta u omisión,
pero nunca al carácter o a la personalidad.
Es muy habitual entender en la doctrina jurídico-penal que se produce un
peligroso acercamiento a una culpabilidad por el carácter cuando para la im-
putación se toman en consideración momentos previos a las acciones descrip-
tas por el respectivo tipo penal 20. La idea que parece subyacer es que este tipo
de mirada «retrospectiva» atiende a una dimensión diacrónica o biográfica del
autor, con lo que se hace muy difícil no poner el foco en su personalidad 21.
Según esta perspectiva, al tomarse en consideración momentos previos a la
acción típica, la determinación de la responsabilidad tomaría en consideración
la manera en que el delincuente ha conducido su vida 22. Así, se observa en la
literatura históricamente que la culpabilidad por conducción de la vida y la
culpabilidad por el carácter son dos maneras distintas de hacer alusión a una
culpabilidad de autor 23.
17
Respecto a estos cuestionamientos, cfr. Mir Puig (2016), L. 26, nm. 37 y s.
18
En coincidencia con Gómez Martín, V., El derecho penal de autor. Desde la visión criminológi-
ca tradicional hasta las actuales propuestas de Derecho penal de varias velocidades, Valencia (Tiran lo
Blanch), 2007 p. 25, para quien en estos casos no va en contra del principio de responsabilidad por el he-
cho, pues no desconoce que la razón por la que se le impone una pena al autor es la acción realizada.
19
Gómez Martín (2007), p. 30.
20
Cfr. Jakobs, G., «Criminalización en el estadio previo a la lesión de un bien jurídico», en el mis-
mo, Estudios de Derecho penal, Madrid (Civitas), 1997, p. 298, quien, sin aludir específicamente a una
introducción de una culpabilidad por el carácter, considera que tomar a los acuerdos previos como delitos
en el marco del § 30 StGB implica tratar al autor como «enemigo».
21
Dicho en palabras de Burkhardt, B., «Charaktermängel und Charakterschuld», en Lüderssen/
Sack (eds.), Vom Nutzen und Nachteil der Sozialwissenschaften für das Strafrecht, t. 1, Frankfurt am Main
(Suhrkamp), 1980, p. 104, el juicio de culpabilidad es una crítica «episódica», más no «disposicional»,
pues se reprocha al autor por la conducta y el análisis se concentra en el «episodio x». Una mirada «dis-
posicional» critica al autor en tanto causa de x y con ello lo critica en tanto el tipo de persona en la que se
origina x.
22
Insinúa esta idea claramente Silva Sánchez, J., «Honeste vivere», InDret (3), 2010, p. 2: «La
infracción prolongada del honeste vive! sería entonces la base que permitiría imputar una infracción del
neminem laedere a quien careciera, in actu, de capacidad de conocer las normas o de comportarse de
acuerdo con dicho conocimiento».
23
Especialmente se aprecia esta tendencia en la literatura alemana de la primera y la segunda pos-
guerra, en la que se discutieron intesamente los componentes de la culpabilidad de autor en la legislación
penal, cfr. Mezger, E., «Die Straftat als Ganzes», ZStW (57), 1938, pp. 688 ss.; Heinitz, E., «Strafzu-
messung und Persönlichkeit», ZStW (63) 1951, pp. 74 ss.; Engisch, K., «Bietet die Entwicklung der
110
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD Y ACTIO LIBERA IN CAUSA: UNA MIRADA... ■
dogmatischen Strafrechtswissenschaft seit 1930 Veranlassung, in der Reform des Allgemeinen Teils des
Strafrechts neue Wege zu gehen?», ZStW (66), 1954, pp. 356 s., 361 ss.; Lange, «Täterschuld und To-
desstrafe», ZStW (62), 1942, pp. 186 ss.
24
Para Engisch, K., «Um die Charakterschuld», MSchrKrim (50) 1967, pp. 110, 118 estos dos con-
ceptos solamente comparten el pensamiento de la culpabilidad de autor. Por ello, mientras que en la cul-
pabilidad por conducción de la vida se hace responsable al autor por la «conformación» de su personali-
dad, en la culpabilidad por el carácter se le reprocha al autor el «carácter manifestado» a través de su
acción u omisión, lo que presupone considerar en este último caso también la posibilidad de haberse
comportado de otro modo.
25
Cfr. Hardwig, W., «Pflichtirrtum, Vorsatz und Fahrlässigkeit», ZStW (68) 1956, p. 17, quien tam-
bién destaca la referencia a acciones o comportamientos en la culpabilidad por conducción de la vida.
26
En mi opinión, esta aclaración ayuda a entender mejor la posición de Rudolphi (1969), pp. 263 s.,
cuando en los casos de errores de prohibición vencible alude a una «culpabilidad por conducción de la
vida» (entrecomillada), pero como una forma de culpabilidad de acto.
27
Moore, Act and Crime. The Philosophie of Action and its Implications for Criminal Law, Oxford
(Oxford University), 1993, p. 36.
111
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
28
Frisch, W., «Grundprobleme der Bestrafung „verschuldeter« Affekttaten. Eine dogmatische
Zwischenbilanz aus Anlaß neuerer Entwicklungen», ZStW (101), 1989, p. 582; MüKo-Streng, F., « § 20»,
en Joecks/Miebac (eds.), Münchener Kommentar, Strafgesetzbuch, t. 1, 4.ª ed., Múnich (C. H. Beck), 2020,
nm. 136.
29
Krümpelmann, J., «Schuldzurechnung unter Affekt und alkoholisch bedingter Schuldunfähi-
gkeit», ZStW (99) 1987, pp. 214 s.
30
Köhler, Strafrecht. Allgemeiner Teil, Berlin et.al. (Springer), 1997, pp. 363 s.
31
Streng, JZ (1) 2000, p. 24.
112
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD Y ACTIO LIBERA IN CAUSA: UNA MIRADA... ■
32
Cfr. entre otros Silva Sánchez, «Un nuevo modelo para la actio libera in causa», en de Vicente
Remesal et. al. (eds.), Libro homenaje al Profesor Diego-Manuel Luzón Peña con motivo de su 70.º ani-
versario, v. 1, Madrid (Reus), 2020, p. 1118.
33
Sobre el sentido en que se emplea aquí el concepto de actividad, cfr. von Wright, G., Norma y
acción, Madrid (Tecnos), 1970, pp. 44 s.
113
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
34
En detalle sobre esta cuestión, cfr. Montiel (2019), pp. 284 ss.
35
Sin embargo, rechaza reducir la actio subsequens a un mero eslabón causal, Silva Sánchez
(2020), p. 1119.
36
Entre otros, Schmidhäuser, E., Allgemeiner Teil. Studienbuch, Tübingen (Mohr), 1982, 7/33;
Stratenwerth, G., «Vermeidbarer Schuldausschluß», en Dornseifer et. al. (eds.), Gedächtnisschrift für
Armin Kaufmann, Köln et. al. (Carl Heymann), 1985, p. 487; Stühler, H., (1999), pp. 182 y s., 186;
Kuhn-Päbst, G., (1984), pp. 96 ss.; Streng, «Schuld ohne Freiheit? Der funktionale Schuldbegriff auf
dem Prüfstand», ZStW (101), 1989, p. 310 ss.; Rudolphi (1969), pp. 255 ss., 263 s.; Momsen, C., Die
Zumutbarkeit als Begrenzung strafrechtlicher Pflichten, Baden-Baden (Nomos), 2006, pp. 273 s.; Stern-
berg-Lieben, D./Schuster, F., «§ 15», Schönke/Schröder, Strafgesetzbuch, 30.ª ed., Múnich (C. H.
Beck), 2019, nm. 190.
114
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD Y ACTIO LIBERA IN CAUSA: UNA MIRADA... ■
37
Así, entre muchos otros, Puppe, I., «Grundzüge der actio libera in causa», JuS (5), 1980, p. 350;
Roxin, C., «Observaciones sobre la actio libera in causa», ADPCP, 1988, pp. 34 ss.; Frister, H., Strafre-
cht. Allgemeiner Teil, 6.ª ed., Múnich (C. H. Beck), 2013, Cap. 18, nm. 24; Beck, S., «Neukonstruktions-
möglichkeiten der actio libera in causa», ZIS (6), 2018, p. 208; Hernández, H., El régimen de autointixo-
cación plena en el Derecho penal chileno: deuda pendiente con el principio de culpabilidad», REJ (9) 2007,
p. 33
38
En mi opinión, ello explica que Rudolphi (1969), p. 266, aluda aquí a una culpablidad por el
hecho mediata.
39
Streng, ZStW (101) 1989, p. 301.
115
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
40
Streng, ZStW (101) 1989, p. 309.
41
Kindhäuser, U., Gefährdung als Straftat, Frankfurt am Main (Vittorio Klostermann), 1989,
p. 156.
42
Mañalich, «La exculpación como categoría del razonamiento práctico», Indret (1), 2013, p. 8.
116
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD Y ACTIO LIBERA IN CAUSA: UNA MIRADA... ■
43
Sobre esta cuestión en la alic, cfr. Montiel (2019), pp. 292 s., con ulteriores referencias.
44
De este modo, con especial referencia a los supuestos de ignorancia deliberada, Jakobs, «Indife-
rencia como dolo indirecto», en el mismo, Dogmática de derecho penal y la configuración normativa de
la sociedad, Madrid (Thomson/Civitas), 2004, p. 194: «el desconocimiento muestra entonces un déficit de
competencia e implica siempre el peligro de una poena naturalis (…)».
45
Así lo destaca Momsen (2006), pp. 273 s., especialmente en los casos de provocación de situacio-
nes de necesidad.
46
Cfr. Kuhn-Päbst (1984), p. 127. Asimismo, por ejemplo, en relación a los casos en los que el
autor provoca déficits cognitivos relativos a las circunstancias típicas, Ragués i Vallès, R., La ignorancia
deliberada en Derecho penal, Barcelona (Atelier), 2007, pp. 183 ss.; Vogel, J., Norm und Pflicht bei den
unechten Unterlassungsdelikten, Berlin (Duncker & Humblot), 1993, p. 79, nota 79.
117
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
«le sean cobradas» directamente al autor debería reducir la intensidad del re-
proche institucionalizado que se realiza en sede de culpabilidad 47.
47
También consideran que la poena naturalis debe ser una cuestión analizada en la culpabilidad,
Bacigalupo, E., Derecho penal. Parte general, 2.ª ed., Buenos Aires (Hammurabi), 2016, p. 144.
48
Se alude aquí a «condiciones» en lugar de «presupuestos», porque stricto sensu únicamente la
capacidad de culpabilidad y el conocimiento de la antijuridicidad son los presupuestos de la capacidad de
motivación del autor, mientras que la exigibilidad derivada de la normalidad de las circunstancias conco-
mitantes solamente puede afirmarse una vez verificados los anteriores presupuestos. Cfr. Mañalich, In-
dret (1) 2013, p. 11.
49
La comparación con los delitos imprudentes tiene un doble sentido: en primer lugar, explicitar la
identidad estructural de ambos supuestos y, en segundo lugar, destacar que la doctrina dominante entiende
que para la formulación del reproche de culpabilidad en la imprudencia se requiere la presencia de los
mismos presupuestos formales que en los delitos dolosos. Sobre el reconocimiento en la imprudencia de
los mismos presupuestos formales de la culpabilidad para los delitos dolosos, cfr. Jescheck/Weigend
(1996), p. 593; Kühl, K., «§15», en Lackner/Kühl (eds.), Strafgesetzbuch. Kommentar, 27.ª ed., Múnich
(C. H. Beck), 2011, nm. 49-51; Duttge, G., «§ 15», en Joecks/Miebac (eds.), Münchener Kommentar,
Strafgesetzbuch, t. 1, 4.ª ed., Múnich (C. H. Beck), 2020, nm. 205; Schönke/Schröder-Sternberg-Lie-
ben/Schuster (2019), nm. 190.
50
Entiendo que el presupuesto de la normalidad de las circunstancias concomitantes no presenta
prima facie particularidades que ameriten reflexiones específicas respecto a la alic, incluso cuando respec-
to a una casuística estructuralmente idéntica como la «imprudencia» se haya discutido históricamente
sobre el alcance particular de inexigibilidad supralegal. De hecho, la doctrina se mostró más favorable al
reconocimiento de causas supralegales de exculpación en la imprudencia que en los delitos dolosos, cfr.
118
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD Y ACTIO LIBERA IN CAUSA: UNA MIRADA... ■
Täschner, K., «Forensisch-psychiatrische Probleme bei der Beurteilung von Drogenkonsumenten», NJW
(12), 1984, p. 639; incluso ya en la década del 20’ del S. xx se enfatizó que la doctrina dominante de la
época directamente no aceptaba la exclusión supralegal de la culpabilidad en los delitos dolosos, cfr.
Freudenthal, B., Culpabilidad y reproche en el Derecho penal, Montevideo/Buenos Aires (BdeF), 2003,
p. 66. Sin embargo, interpreto que los argumentos expuestos en defensa de esta tesis tenían más que ver
con cuestiones contingentes, esto es, cuestiones político-criminales y la opinión dogmática dominante de
la época (el dolo y la imprudencia seguían siendo un tema de culpabilidad). En realidad, entiendo que la
principal particularidad que presenta la alic respecto a la exigibilidad, es que la normalidad de las circuns-
tancias concomitantes debe juzgarse al momento de realizarse la actio praecedens. Sin embargo, de otra
opinión, Sternberg-Lieben/Schuster (2019), nm. 204, quienes encuentran verdaderas diferencias cua-
litativas, al considerar que, a diferencia de los delitos dolosos, la exigibilidad de un comportamiento
acorde a la norma es un elemento constitutivo de la responsabilidad imprudente y que funciona en la deli-
mitación del deber de cuidado como causa de exculpación.
51
Robinson, «Causing the Conditions of One’s Own Defense: A Study in the Limits of Theory in
Criminal Law Doctrine», Virginia Law Review (1), 1985, pp. 47 ss. Esta idea ha sido enfatizada en la lite-
ratura alemana, especialmente al analizarse el delito de Vollrausch, cfr. Paeffgen, H., «§ 323a», Kindhäu-
ser/Neumann/Paeffgen (eds.), Strafgesetzbuch, 5.ª ed., Baden Baden (Nomos), 2017, nm. 65; Geisler, C.,
«§ 323.ª», en Joecks/Miebach (eds.), Münchener Kommentar zum StGB, t. 6, 4° ed., Múnich (C. H.
Beck), 2022 nm. 65; Hecker, B., «§ 323a», Schönke/Schröder Strafgesetzbuch, 30.ª ed., Múnich (C. H.
Beck), 2019, nm. 11; Rengier (2013), § 41, nm. 24.
119
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
52
Täschner, NJW (12), 1984, p. 639.
53
Robinson, P. H., Virginia Law Review (1), 1985, pp. 47 ss.; Streng, F., «§ 20», en: Joecks/Mie-
bac (eds.), Münchener Kommentar. Strafgesetzbuch, t. 1, 4.ª ed., Múnich (C. H. Beck), 2020, nm. 106.
54
Con razón señala Frisch, ZStW (101) 1989, p. 592 que en casos de afectaciones prolongadas no
resulta necesario analizar todas aquellas fases previas (meses, semanas, años, etc.), sino que lo decisivo es
atender a aquella etapa ubicada inmediatamente antes del hecho en la que claramente se observa una cre-
ciente pérdida del control y en la que ya aparece el peligro de que acaezca el hecho.
120
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD Y ACTIO LIBERA IN CAUSA: UNA MIRADA... ■
121
SENTIDO Y EXPRESIONES DEL PRINCIPIO DE
RESPONSABILIDAD POR EL HECHO PROPIO BAJO UN
ESQUEMA DIFERENCIADOR DE INTERVENCIÓN DELICTIVA
*
Profesor de Derecho penal, Universidad de Valparaíso, Chile.
1
En lo sucesivo se empleará el rótulo «principio de responsabilidad por el hecho propio» (PRHP)
en lugar de «principio de autorresponsabilidad». Aun cuando ambas nomenclaturas suelen utilizarse de
manera indistinta, también es habitual que el principio de autorresponsabilidad reciba una connotación
diversa, a saber: excluir la responsabilidad de terceros cuando al titular del bien jurídico afectado atañe una
competencia preferente por sus menoscabos. Como se sabe, bajo dicha comprensión, la idea de autorres-
ponsabilidad –complementada por una reformulación de la prohibición de regreso– también ha sido recu-
rrentemente invocada (sobre todo en Alemania) como punto de apoyo para la construcción de criterios de
delimitación entre autoría y participación, a partir del reconocimiento de «ámbitos diferenciados de res-
ponsabilidad». Aunque con un distinto trasfondo teórico, destacan en esa dirección, entre otros, los aportes
123
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
de Naucke, Schumann, Walther, Diel y Renzikowski. Véase al respecto la completa exposición de Suts-
chet, M. Die Erfolgszurechnung im Falle mittelbarer Rechtsgutsverletzung, Berlín (Duncker & Hum-
blot), 2010, pp. 228 ss. En la doctrina española, véase Maraver Gómez, M., El Principio de confianza en
Derecho penal: un estudio sobre la aplicación del principio de autorresponsabilidad en la teoría de la
imputación objetiva, Madrid (Civitas), 2009, pp. 258 ss. Ahora bien, la principal dificultad con la que
tropiezan tales propuestas es que, así entendido, el «principio de autorresponsabilidad» a lo sumo permi-
tiría enfatizar la importancia de reconocer distintos ámbitos de responsabilidad entre intervinientes princi-
pales y accesorios, sin embargo, no señala cómo ha de efectuarse esa distinción de esferas de responsabi-
lidad, que, dicho sea de paso, es más bien una consecuencia de la diferenciación entre modalidades de
intervención delictiva. Críticamente sobre la capacidad de rendimiento de tales planteamientos, también
van Weezel, A., «Intervención delictiva y garantismo penal», ZIS, 8 (2009), pp. 434 s.
2
Sobre el particular, véase, por ejemplo, Garzón Valdés, E., «Los enunciados de responsabili-
dad», en Cruz, M./Aramayo, R., (coords.), El reparto de la acción. Ensayos en torno a la responsabilidad,
Madrid (Trotta), 1999, p. 184; Molina Fernández, F., «Presupuestos de la responsabilidad jurídica (aná-
lisis de la relación entre libertad y responsabilidad)», ADPCP (2000), pp. 177 s.
3
Lucas, J. R., Responsibility, Oxford (Clarendon Press), 1993, pp. 5 ss.
4
Feinberg, J., «Collective Responsibility», en El Mismo, Doing and Deserving, Princeton (Prin-
ceton University Press), 1970, p. 231: «[s]olo la responsabilidad (liability) puede pasar de una parte a la
otra. En particular, no puede haber tal cosa como una culpa vicarial (vicarious guilt)».
124
SENTIDO Y EXPRESIONES DEL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
da la posibilidad de que quien la padece pueda dotarla de algún sentido para sí;
y ciertamente nunca encontrará dicho sentido quien la sufre a raíz de compor-
tamientos absolutamente ajenos.
Junto con contribuir a la identificación del trasfondo de los argumentos
involucrados, lo anterior, con todo, también permite poner en duda la necesi-
dad de ligar conceptualmente el principio en liza con la antinormatividad del
comportamiento que habría de generar responsabilidad penal para una perso-
na. Se trata de un vínculo teórico bastante extendido en la dogmática de la in-
tervención delictiva, que queda fielmente expresado en la presentación, en ab-
soluto inusual, de la responsabilidad por el hecho propio como un problema en
torno a la responsabilidad por el «propio injusto» 5. En contra de una relación
de necesidad conceptual como la anterior, cabe notar –en línea con una acerta-
da sugerencia de Zaczyk– que el PRHP no está interesado en poner a la perso-
na en relación con una norma jurídica, sino directamente en relación consigo
misma 6. Si el fundamento del PRHP es el carácter inderogablemente personal
de la responsabilidad penal, que solo puede realizarse cuando el sujeto pasivo
de la pena está en condiciones de «reconocerse» en el agente que ejecutó el
comportamiento que dio lugar a su imposición, las razones en que descansa la
«propiedad» de un comportamiento han de ser analíticamente previas a las
posibles descripciones que este pudiese llegar a tolerar –como antinormativo o
no– bajo la lectura de una determinada norma de comportamiento.
En consecuencia, para resguardar el PRHP debe garantizarse la existen-
cia de alguna estructura agencial que permita relacionar –sea directa o indirec-
tamente– al potencial responsable con el hecho que constituirá el objeto de
imputación, por lo que, en contraste con aquella extendida tesis antes referida,
dicho principio no resulta «internamente» reforzado por la circunstancia de
que posteriormente se atribuya además el carácter de antinormativo al hecho
generador de responsabilidad. A la inversa, el PRHP resultará violentado cuan-
do se imputan como propios comportamientos ajenos, independientemente de
que estos últimos resulten ser o no antinormativos. Para corroborar dicha inde-
pendencia basta con considerar comportamientos imputables a título de méri-
to: sería igualmente anómalo que, por ejemplo, a uno de los cointervinientes
se exima (totalmente) de responsabilidad en virtud del desistimiento eficaz
5
Cfr., por ejemplo, Sancinetti, M., Ilícito personal y participación, Buenos Aires (Ad Hoc), 1997,
p. 89; Robles Planas, R., La participación en el delito: fundamento y límites, Madrid (Marcial
Pons), 2003, pp. 130 ss., 161 ss.; Miró Llinares, F., Conocimiento e imputación en la participación de-
lictiva, Barcelona (Atelier), 2009, pp. 44 s., 164 ss.
6
Zaczyk, R., «Injusto jurídico-penal y la autorresponsabilidad del lesionado» (trad. Pastor Muñoz),
en El Mismo, Libertad, derecho y fundamentación de la pena, 2010, Bogotá (Universidad Externado de
Colombia), pp. 257 ss.
125
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
7
Ello, en contraste con una de las principales ventajas que, según los partidarios de un sistema uni-
tario, se seguiría de escoger tal modelo: asegurar que cada interviniente responda por su propio injusto.
Véase al respecto Kienapfel, D., «Erscheinungsformen der Einheitstäterschaft», en Müller-Dietz, H.,
(ed.), Strafrechtsdogmatik und Kriminalpolitik, Köln (Heymann), 1971, pp. 26, 36, 53.
126
SENTIDO Y EXPRESIONES DEL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
8
Sobre la diferencia entre objeto y base de imputación, fundamental, Kutz, C., Complicity. Ethics
and Law for a Collective Age, Cambridge (Cambridge University Press), 2000, pp. 4, 115 s., 122; Maña-
lich Raffo, J. P., «Intervención “organizada” en el hecho punible: esbozo de un modelo diferenciador»,
en Couso, J./Werle, G., Intervención delictiva en contextos organizados, Valencia (Tirant lo Blanch), 2017,
pp. 26 s., 34 s.
127
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
9
Con más detalle al respecto, González Lillo, D., «Intervención delictiva e injusto imprudente»,
RECPC, núm. 24, 2022, pp. 17 ss.
128
SENTIDO Y EXPRESIONES DEL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
1. Autoría directa
129
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
2. Autoría mediata
10
Un escenario de potencial vulneración del PRHP podría ofrecerlo la concurrencia de autorías
paralelas directas a cargo de distintas personas. La objeción podría construirse a partir de la suposición de
que, a través de tales autorías paralelas, se imputaría la totalidad del resultado a personas cuyos compor-
tamientos discretos no pueden explicar autónomamente su producción. Sin embargo, una adecuada funda-
mentación individual de la calidad de autor, bajo contextos de pluralidad de autorías paralelas, no pasa por
imputar el comportamiento de los demás –pues, en efecto, no existe una relación fundante de coautoría–,
sino por considerar que cada agente, mediante su propio comportamiento, se habrá insertado en un proce-
so de causación en el que se ha previsto o era previsible que se incluyera también el de otras personas, pero
como un factor causal paralelo que no desplazará ni se adosará al suyo. Por lo demás, no debe perderse de
vista el hecho de que, en los delitos de resultado puro, el objeto de imputación no está constituido por la
producción de un resultado (de manera que el comportamiento de cada autor tenga que explicarlo en su
totalidad), sino por la ejecución de un comportamiento susceptible de describir como una acción produc-
tiva del mismo (o como la falta de ejecución de una acción impeditiva, en los delitos omisivos). Respecto
de esto último, véase solo Mañalich Raffo, J. P., Norma, causalidad y acción, Madrid y otras (Marcial
Pons), 2014, pp. 27 ss. En fin, dado que la explicación causal del acaecimiento de un evento involucra
siempre un conjunto de condiciones (positivas y negativas), no es necesario que el comportamiento de
cada agente explique la totalidad del resultado. En torno a la posibilidad de autorías paralelas directas por
imprudencia, véase González Lillo, D., «Notas sobre la concurrencia de comportamientos y la cons-
trucción del nexo de imputación en el injusto imprudente», en Gómez Martín, V. et al (dirs.), LH-Corcoy
Bidasolo, Madrid (BOE), 2022, pp. 630 ss.
11
Se trata de una acción auxiliar no en el sentido de que favorezca la ejecución de otra, sino porque,
al igual que una acción fundante de participación, también se encuentra necesitada de complemento. Véa-
se Mañalich Raffo, 2014, pp. 71 ss., 79 ss.
130
SENTIDO Y EXPRESIONES DEL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
12
Así, Jakobs, G., Teoría de la intervención (trad. Pastor Muñoz), Bogotá (Universidad Externado
de Colombia), 2016, pp. 67 ss. En esa dirección, Robles Planas, R., «La estructura de la intervención en
el delito», Política Criminal, Núm. 30, 2020, p. 1003, considera que la «denominada ‘autoría mediata’ es
la hija predilecta del pensamiento fenomenológico». Asimismo, véase Falcone, A., «Renacimiento de la
accesoriedad estricta», en El Mismo (ed.), ¿Autonomía y accesoriedad? Hacia un sistema de intervención
delictiva superador del dominio del hecho, Madrid y otras (Marcial Pons), 2021, p. 284.
13
En tal sentido, suele invocarse el argumento de que el autor mediato también realizaría «por sí
mismo» el hecho punible. Al respecto, por ejemplo, Frister, H., Strafrecht Allgemeiner Teil, 7.ª ed., Mú-
nich (C. H. Beck), 2015, § 25, nm. 8.
14
La improcedencia de la autoría mediata en casos de vis absoluta es reconocida de manera prácti-
camente unánime.
131
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
15
Así, por ejemplo, cuando el error de tipo o de prohibición que ha padecido la persona de delante
ha sido a su vez evitable para ella. Ciertamente, la posibilidad de que esa persona pueda ser responsable
penalmente no es en absoluto pacífica desde el punto de vista del propio principio de responsabilidad. Sin
embargo, si se tiene en vista que dicha responsabilidad recaería en un hecho distinto al que se imputa al
autor mediato –de manera que la calidad de instrumento de la persona de delante quedaría intacta desde ese
otro punto de vista–, debieran desaparecer al menos los reparos conceptuales frente a dicha posibilidad.
16
Cfr. Haas, V., «Kritik der Tatherrschaftslehre», ZStW, Vol. 119, 2007, pp. 542 s.; El Mismo, Die
Theorie der Tatherrschaft und ihre Grundlagen, Berlín (Duncker & Humblot), 2008, pp. 80 ss. Por cierto,
según Haas, también la coautoría representaría una estructura de imputación extraordinaria, en la medida
132
SENTIDO Y EXPRESIONES DEL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
en que, según su planteamiento, dicha forma de autoría se dejaría reducir a un mandato recíproco (ibidem,
pp. 112 ss.). En consecuencia, lo que aquí se comentará críticamente en torno a la autoría mediata como
estructura de imputación extraordinaria, se hace extensivo también a la tesis según la cual la responsabili-
dad penal de cada uno de los coautores descansaría en una ficción jurídica que permitiría imputarles ex-
traordinariamente como propio el comportamiento de los demás.
17
Mañalich Raffo, 2017, p. 34.
133
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
18
Por supuesto, a esta construcción suele igualmente objetarse que, así concebido, el dominio recae-
ría sobre la organización, mas no sobre el hecho respecto del cual tendría que responder la persona de atrás
en tanto que autor mediato, en circunstancias de que la única razón por la que podría llegar a interesar la
organización en cuestión es porque a ella pertenece el ejecutor del hecho. Como señala van Weezel, A.,
134
SENTIDO Y EXPRESIONES DEL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
3. Coautoría
135
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
tado que, dado que las personas solo responden jurídico-penalmente de sus
propios actos, la idea de una imputación recíproca vulnera exigencias relacio-
nadas tanto con el principio de culpabilidad como con el de responsabilidad
por hechos propios 20. Objeciones de esta índole suelen replicarse con el argu-
mento de que es la presencia de un acuerdo mutuo o de una resolución conjun-
ta lo que legitimaría que a cada coautor se impute las prestaciones del resto.
Con todo, frente a lo anterior todavía cabría reparar en que, aun cuando se
asumiera como premisa la necesidad de un vínculo intersubjetivo entre los
coautores –y hay buenas razones para considerar que dicha exigencia es perti-
nente–, por sí misma, aquella circunstancia no eliminaría una potencial afecta-
ción del PRHP, pues el mero acuerdo no tiene la virtud de convertir acciones
ajenas en acciones propias 21.
Así y todo, la crítica que aquí cabe formular contra el principio de impu-
tación recíproca es más bien de índole estructural. En efecto, dicho principio
guía a la suposición de que cada coautor respondería por tantos hechos como
número de cointervinientes. Si, por ejemplo, A se apodera de la cartera de C,
mientras este es intimidado por B, la aplicación del principio de imputación
recíproca conduce a la conclusión de que A tendría que responder tanto por el
apoderamiento, que realiza de propia mano, como por el acto coercitivo de B,
que le sería imputado como propio. Sin embargo, en un caso prototípico como
el ilustrado sería más bien extravagante sostener que A responde por dos he-
chos; por el contrario, más preciso pareciera afirmar que a cada coautor se
imputa una acción conjunta; aquí, un (solo) robo. Pues bien, el ejemplo ante-
rior permite identificar un problema de fondo que aqueja al principio de impu-
tación recíproca: expresar una comprensión reduccionista de la coautoría, en-
tendiendo por tal toda aquella que intenta extrapolar a esta la estructura de la
autoría directa. Semejante tendencia puede observarse en varias teorías que, a
pesar de utilizar distintos criterios a la hora de delimitar los actos de coautoría
frente a los de participación, exhiben como rasgo común el hecho de razonar
los presupuestos constructivos de la responsabilidad del coautor teniendo en
vista los que se exigirían para un autor individual 22.
20
Freund, G./Rostalski, F., Strafrecht Allgemeiner Teil: Personale Straftatlehre, 3.ª ed., Berlín-
Heidelberg (Springer), § 10, nm. 154, 156; Puppe, I., «Die Architektur der Beteiligungsformen», GA, 2013,
p. 521.
21
Extremo que, dicho sea de paso, es crucial tener en vista a la hora de abordar el argumento en
torno al exceso de un (co)autor.
22
Así, paradigmáticamente, las teorías objetivo-formales, pero también, por ejemplo, aquella que
entiende que la coautoría es el resultado de una combinación de los elementos de la autoría directa y de la
autoría mediata. Una clara proyección de las consecuencias que se siguen de asumir una visión reduccio-
nista, colectivista o unificadora en torno a los aportes constitutivos de coautoría lo representa el debate
136
SENTIDO Y EXPRESIONES DEL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
acerca de la exigencia o no de intervención en fase ejecutiva, así como el relativo a la causalidad del
aporte de cada uno de los coautores.
23
Al respecto, véase Haas, 2008, pp. 116 ss.; Peñaranda Ramos, E., La participación en el delito
y el principio de accesoriedad, 2.ª ed., Montevideo y Buenos Aires (B de F), 2015, pp. 168, 199.
24
Joerden, J., «Zurechnungsprobleme bei Gruppen und Kollektiven», en Kaufmann, M./Ren-
zikowski, J. (eds.), Zurechnung als Operationalisierung von Verantwortung, Frankfurt a. M. (Peter
Lang), 2004, p. 137.
25
Renzikowski, J., Restriktiver Täterbegriff und fahrlässige Beteiligung, Tübingen (Mohr Sie-
beck), 1997, p. 101.
26
Renzikowski, J., «Die fahrlässige Mittäterschaft», ZIS, Núm. 2, 2021, p. 95.
137
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
tratase de una entidad en sentido biológico. Más bien, se trata de una hipóstasis
destinada a hacer operativo el principio de imputación recíproca, pero de una
forma tal que justamente no resulte contrario al principio de responsabilidad
por el propio hecho. Esto explica que Joerden insista en que el comportamien-
to de cada uno de los individuos se comunica con el de la «persona colectiva»
y es a través de esta que, simultáneamente, quedan ligados con el comporta-
miento de los demás coautores 27.
Con todo, el principal problema que afecta a esta última comprensión de
la estructura de la coautoría es que subsiste el interrogante de por qué «tener
que» construir un sujeto global al cual referenciar la acción conjunta, pues este
sujeto pasaría a ser parte del explanandum (fenómeno a explicar) y no del ex-
planans (explicación del fenómeno) de la coautoría. En consecuencia, no se
ofrece una razón por la cual –más allá de su composición orgánica– lo realiza-
do por dicho colectivo habría de ser imputado a sus miembros. Por otro lado,
la tesis del sujeto global tampoco tiene suficientemente en cuenta la diferencia
entre una instancia de agencia compartida y otra de agencia colectiva. En la
primera de ellas existe una acción conjunta cuya titularidad es compartida por
dos o más personas; en la segunda, en cambio, el titular de la relación de agen-
cia es una sola entidad, de manera que las partes que la integran vendrán en
consideración de manera secundaria y derivativa. Por esto, cuando en el con-
texto de la coautoría se discurre en torno de un sujeto global que realizaría el
respectivo comportamiento típico, de manera implícita, se está significando
que originariamente el artífice del hecho sería la entidad colectiva, y que, sin
embargo, habida cuenta de su carácter ficticio, o bien de que no está disponible
la posibilidad de dirigir directamente a ella la responsabilidad resultante, no
quedaría más remedio que reconducir dicha responsabilidad a sus miembros.
Por último, una tercera alternativa de compatibilizar la responsabilidad
penal de los coautores con el PRHP consiste en subrayar el carácter conjunto
no del agente, sino del comportamiento que será objeto de una eventual impu-
tación a título de coautoría.
Como se comentó a propósito del principio de imputación recíproca, a
los coautores no se les atribuye el comportamiento de sus compañeros como si
fuesen propios. Ahora bien, dicha apreciación crítica no debe conducir a pre-
terir que la articulación interna de la coautoría, en efecto, presupone tanto re-
lacionar recíprocamente el comportamiento de los coagentes como también
efectuar una operación de imputación. El punto es que ello no constituye, lite-
ralmente, una imputación recíproca, pues se trata de dos niveles de análisis
27
Joerden, 2004, p. 139.
138
SENTIDO Y EXPRESIONES DEL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
28
Fundamental, Ludwig, K., From Individual to Plural Agency, Oxford (OUP), 2016, pp. 135 ss.
139
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
29
Para una exposición y ponderación crítica, véase por todos Roxin, C., Derecho penal. Parte Ge-
neral (trad. Luzón Peña/Díaz y García Conlledo/Paredes Castañón/de Vicente Remesal), t. II, Madrid
(Civitas), 2014, § 26, nm. 12.
30
En ese sentido, críticamente también, Robles Planas, 2003, p. 136.
140
SENTIDO Y EXPRESIONES DEL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
31
Destacan en ese sentido los conocidos aportes de Jakobs, Lesch, van Weezel y Robles Planas. Para
una exposición de tales planteamientos, véase Vacchelli, E., Intervención delictiva: significado y función
del principio de accesoriedad, Barcelona (Atelier), 2020, pp. 69 ss.
32
Sobre la teoría del ataque accesorio al bien jurídico y sus diversas variantes, véase, por ejemplo,
Roxin, 2014, § 26, nm. 11; Frister, 2015, § 25, nm. 28; Schünemann, B./Greco, L., «Vorbemerkungen
zu den §§ 26, 27», en Murmann, U. et al. (coords.), LK-StGB, 13.ª ed., Berlín (De Gruyter), 2021, nm. 7
y 18. Para el estado de la cuestión en la discusión hispanoparlante, véase Castellví Monserrat, C.,
Provocar y castigar. El agente provocador y la impunidad del sujeto provocado, Valencia (Tirant lo
Blanch), 2020, pp. 220 ss.
33
Bloy, R., Die Beteiligungsform als Zurechnungstypus im Strafrecht, Berlín (Duncker & Hum-
blot), 1985, pp. 253 s. Críticamente asimismo Robles Planas, 2003, pp. 132 s.
34
Mir Puig, 2016, 15/27; Olmedo Cardenete, M., La inducción como forma de participación
accesoria, Madrid (Edersa), 1999, p. 381.
141
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
35
Críticamente, ya Fincke, M., Das Verhältnis des Allgemeinen zum Besonderen Teil des Strafre-
chts, Berlín (Schweitzer Verlag), 1975, pp. 32, 61 ss., 90. Dada la «ceguera material» que caracteriza a las
reglas de imputación previstas en la parte general, que no están referidas a bienes jurídicos en particular,
como señalara Fincke, no es técnicamente apropiado el discurso en torno a «tipos de participación».
36
Para el tratamiento de las formas de participación como acciones preparatorias, véase ya Beling,
E., Die Lehre vom Verbrechen, Tübingen (J. C. B. Mohr), 1906, pp. 344 ss., si bien poniendo el acento en
el factor temporal. Desde una perspectiva de teoría de la acción, como la que aquí se favorece, véase Vo-
gel, J., Norm und Pflicht bei den unechten Unterlassungsdelikten, Berlín (Duncker & Humblot), 1993,
pp. 74 ss.; Mañalich Raffo, 2014, pp. 71 ss.
142
SENTIDO Y EXPRESIONES DEL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
37
Cfr. Kindhäuser, U., Analytische Strafrechtswissenschaft, Baden Baden (Nomos), 2021, p. 1300.
38
Así, Mañalich Raffo, 2014, p. 87; Kindhäuser, 2021, p. 1284.
39
Vogel, 1993, p. 85, nota 146.
143
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
144
SENTIDO Y EXPRESIONES DEL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
esto es, comprar y suministrar a B un medio comisivo idóneo del que, hasta ese
momento, B carecía 40.
Pero el razonamiento anterior aún no permitiría dar por resuelto «todo»
el problema. Pues, en efecto, todavía podría replicarse que, bajo circunstancias
como las antes descritas, A quedaría, por así decirlo, «entregado a la voluntad
de otro», B, en tanto en cuanto sería un comportamiento de este último el que,
en definitiva, determinaría si surge o no responsabilidad penal para el primero
de ellos. Una confirmación de tal conjetura pareciera ofrecerla el hecho de que
A no cargaría con responsabilidad penal alguna, al menos no en tanto que par-
tícipe de un homicidio, si es que B, de manera distinta a lo efectivamente ocu-
rrido, no hubiese utilizado dicha arma para disparar con ella a C. Es precisa-
mente esta poderosa intuición la que subyace a los distintos planteamientos
tendencialmente proclives a la afirmación de un «delito de participación»: cas-
tigar a una persona exclusivamente por lo que depende de ella 41.
Pues bien, para neutralizar la perplejidad que de cara al PRHP podría
suscitar la posibilidad de que el comportamiento de una persona se vuelva ju-
rídico-penalmente relevante «solo» en virtud de lo realizado por otra, es cru-
cial tener en vista que nada de misterioso hay en que una acción, después de
ejecutada, pueda llegar a ser redescrita de múltiples y distintas formas a partir
del desarrollo de eventos ulteriores 42. Y esto último se corresponde plenamen-
te también con el hecho de que por acción auxiliar (de favorecimiento) cabe
entender aquella que produce una situación en la que se hace posible o se me-
jora la posibilidad de ejecutar una acción principal; luego, la primera exhibirá
la propiedad de ser auxiliar específicamente «para» esa segunda acción 43. Cla-
rificado lo anterior, la significación jurídico-penal del comportamiento ejecu-
tado en t1 (por un potencial partícipe), en sentido estricto, no depende de que
en t2 se ejecute un comportamiento a cargo de otro (como potencial autor),
sino de que, «como tal», tenga lugar dicha acción principal, de manera que ella
40
Acertadamente, Simester, A., Fundamentals of Criminal Law, Oxford (OUP), 2021, pp. 155 ss.
41
En el contexto de la filosofía moral y jurídica angloamericana, es aquella la senda que recorren
ciertos trabajos donde se cuestiona frontalmente la legitimidad de las formas de responsabilidad accesoria
en contextos de intervención múltiple (Complicity), hasta el punto de que algunos sugieren su abandono.
Cfr. Kaiserman, A., «Against Accomplice Liability», en Gardner, John et al. (eds.), Oxford Studies in
Philosophy of Law, Vol. 4, Oxford (OUP), 2022, pp. 126 ss.; Husak, D., «Abetting a Crime», Law and
Philosophy, Vol. 33, 2014, pp. 50 ss., 66 ss., aunque advirtiendo igualmente los problemas prácticos que
desde el punto de vista del derecho positivo involucra la postulación de (en ese caso) múltiples delitos
autónomos de inducción. En el debate hispanoparlante, una compresión del fundamento del castigo del
partícipe diseñada sobre la base de una aversión fuerte al azar puede revisarse ya en Sancinetti, 1997,
pp. 57 ss., especialmente, pp. 82 s.
42
Anscombe, G. E. M., «Under a Description», Noûs, Vol. 13, 1979, p. 228.
43
Brennenstuhl, W., «Ziele der Handlungslogik», en Lenk, H. (ed.), Handlungstheorien inter-
disziplinär I, Múnich (Wilhelm Fink), 1980, p. 60.
145
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
44
Por esto, como advierte Joerden, J., Logik im Recht, 3.ª ed., Berlín (Springer), 2010, p. 242,
junto con acciones fundantes de complicidad, es enteramente factible hablar de acciones de autoayuda
(Selbsthilfe). Por referencia a actos de autofavorecimiento, véase también Silva Sánchez, J.-M., «Un
nuevo modelo para la actio libera in causa: la actio praecedens como conducta punible de favorecimien-
to», en Díaz y García Conlledo, M. et al. (dirs.), LH-Luzón Peña, Madrid (Reus), 2020, p. 1124.
45
Recientemente, Silva Sánchez, 2020, pp. 1125 ss., ha defendido la tesis según la cual la actio
praecedens es una cooperación al hecho propio posterior. Al respecto cabe notar que, en efecto, tanto las
acciones fundantes de participación como la actio praecedens, en el contexto de la actio libera in causa,
no constituyen el objeto de imputación, sino un fundamento para que un comportamiento que tiene lugar
en t2 sea imputable a una persona. Pero la diferencia crucial es que las respectivas bases de imputación no
son idénticas; más bien, operan en una dirección opuesta. Pues mientras que el partícipe mejora las capa-
cidades del autor para ejecutar (u omitir) una acción, eliminando o compensando posibles déficits, la actio
praecedens, por el contrario, genera un déficit en las capacidades del agente que interviene en t2 (agente
que puede ser tanto un autor como un partícipe, dependiendo de qué es lo que realice en t2). Es precisa-
mente por lo anterior que –y a diferencia de un autor mediato– al partícipe (solo) puede imputarse lo rea-
lizado por el autor como un hecho ajeno, en circunstancias de que en los casos de actio libera in causa es
la acción libre (ejecutada en t1) la que suministra un fundamento para que el comportamiento ejecutado en
t2, a pesar del déficit que actualmente padece quien lo realiza, sin embargo, siga siendo imputable como
propio a dicha persona (de nuevo, con independencia del título de intervención delictiva que resulte apli-
cable, pues nada obsta a que lo ejecutado en t2 represente un acto constitutivo de participación, en vez de
un comportamiento fundante de autoría). Para verificar el distinto nivel en que inciden ambos argumentos
imagínese el caso de una persona que se autointoxica para posteriormente, bajo dicho estado de incapaci-
dad, favorecer un hecho delictivo ajeno: en un tal escenario, la acción auxiliar explicará por qué un hecho
delictivo a cargo de otro podría imputarse a dicha persona a título de participación, mientras que la auto-
intoxicación explicará por qué, a pesar de que ese agente carecía de las capacidades actuales para abste-
nerse de prestar dicha contribución auxiliar, esta se le podría imputar extraordinariamente.
146
SENTIDO Y EXPRESIONES DEL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD POR EL HECHO... ■
46
Cfr. French, P., «Complicity: That Moral Monster, Troubling Matters», Criminal Law and Phi-
losophy, Vol. 10, 2016, pp. 579 ss., quien, sin embargo, termina concluyendo (ibidem, p. 588) que la
complicidad siempre sería un asunto de azar resultativo.
47
En este contexto, registra también la (relativa) incidencia del azar, Ludwig, K., From Individual
to Plural Agency, vol. 1, Oxford (OUP), 2016, p. 179, a propósito de casos en que una persona no realiza
una acción con la intención de «ayudar» a otra, lo que, sin embargo, termina haciendo por «mala suerte e
incompetencia». De cara a la viabilidad de una potencial instancia de participación por imprudencia, lo
fundamental es que, de haber adoptado alguna medida de cuidado al respecto, esa persona hubiese estado
en condiciones de evitar –para el caso habérselo propuesto– contribuir con dicha prestación auxiliar. Cfr.
González Lillo, 2022, pp. 37 s.
147
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
IV. COROLARIO
148
¿CUESTIONA LA AGRAVACIÓN DEL QUEBRANTAMIENTO
DE CONDENA POR RAZÓN DE GÉNERO EL PRINCIPIO
DE RESPONSABILIDAD POR EL HECHO?
I. INTRODUCCIÓN
El objeto de este trabajo es poner de manifiesto algunos de los problemas
que se derivan de la actual regulación en materia de quebrantamiento de penas y
medidas en el contexto de la violencia de género y doméstica. Para ello, en primer
lugar, se expondrá la problemática derivada de la aplicación del artículo 57.2 CP.
En segundo lugar, se analizará la modalidad típica agravada de quebrantamiento
de condena prevista en el artículo 468.2. A continuación, se examinarán las distin-
tas soluciones aportadas por la jurisprudencia. Finalmente, se hará una propuesta
interpretativa con la pretensión de ofrecer una respuesta adecuada desde el punto
de vista político-criminal, pero que a su vez sea dogmáticamente sostenible.
II.
PROBLEMÁTICA DERIVADA DE LA APLICACIÓN
DEL ARTÍCULO 57.2 CP
Desde la reforma operada por la LO 15/2003, el artículo 57 CP, en su
apartado segundo, impone al juez la obligación de acordar, como pena acceso-
*
Profesora Titular de Derecho penal. Universidad de Barcelona. Este trabajo se enmarca en el Pro-
yecto de Investigación financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades: «Responsa-
bilidad penal por el hecho y Estado democrático. Una investigación sobre la legitimidad de la criminaliza-
ción de ideas y caracteres» (FACTUM, RTI 2018-097727-B-100).
149
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
1
Como advierte, Laurenzo Copello, P., «¿Hacen falta figuras género específicas para proteger
mejor a las mujeres?, EPC, núm. 35, 2015, p. 802, «detrás de esta medida se percibe la desconfianza hacia
un estamento judicial poco implicado por entonces con el problema del maltrato; pero también la acepta-
ción implícita de un estereotipo muy habitual en las políticas de género: la idea de que toda mujer que ha
vivido algún episodio de violencia, cualquiera sea su entidad, sufre alienación emocional y está incapaci-
tada para adoptar decisiones “correctas” por sí misma».
2
Según el XIII Informe Anual del Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer 2019, el porcen-
taje de internos penados con delitos por violencia de género que cumplen condena en centros de la AGE
por delito de quebrantamiento de penas o medidas de alejamiento es del 43,1% (datos a 31 de diciembre
de 2019).
3
Vid. Estudio sobre la aplicación de la Ley integral contra la violencia de género por las Audiencias
Provinciales, CGPJ, marzo 2016, p. 16 (no se han encontrado estudios más recientes). En cuanto al eleva-
do número de condenas que se imponen aplicando el 153.1, advierten de los problemas derivados de su
utilización automática, Gorjón Barranco, M. C., La tipificación del género en el ámbito penal, Madrid
(Iustel), 2013, p. 350; Fuentes Osorio, J. L., «Lesiones producidas en un contexto de violencia domésti-
ca o de género. Una regulación laberíntica», RECPC 15-16, 2013, p. 16:47.
4
Vid. Guía de actuación con perspectiva de género en la investigación y enjuiciamiento de los deli-
tos de violencia de género, FGE, 2020, p. 35.
5
Vid. Informe Anual sobre Violencia de Género, CGPJ, 2021 p. 10.
6
En un estudio realizado en Cataluña se examinaron 542 resoluciones judiciales dictadas en los
años 2007 y 2008, mostrando que en un 43% de todas las condenas por quebrantamiento se daba el con-
sentimiento de la víctima, Vid. Calvet Barot, G./Corcoy Bidasolo, M., Avaluació i impacte de les
respostes al fenomen de la violencia de génere a Catalunya (2007-2008), Centre d’Estudis Jurídics i
Formació Especialitzada, Generalitat de Catalunya, Barcelona 2010, p. 14.
7
Vid. Pérez Rivas, N., «Cuando la respuesta penal a la violencia de género se vuelve contra la
víctima: aproximación a la realidad española», Política criminal, núm. 21, 2016, pp. 35 ss.; Díez Ripo-
llés, J. L/Cerezo Domínguez, A. I/Benítez Jiménez, M. J., La política criminal contra la violencia
150
¿CUESTIONA LA AGRAVACIÓN DEL QUEBRANTAMIENTO DE CONDENA POR RAZÓN... ■
sobre la mujer pareja (2004-2014), Valencia (Tirant lo Blanch), 2017, pp. 153 ss. Según estos últimos
autores (pp. 155 y ss.), el volumen de sentencias condenatorias por quebrantamientos consentidos oscila
entre los años 2004-2014 en torno al 50% de todos los casos (basándose en los datos aportados por el
Observatorio estatal de violencia sobre la mujer. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad).
8
Cfr., en este sentido, Valeije Álvarez, I., «Penas acesorias, prohibiciones del artículo 48.2 del CP
y delito de quebrantamiento de condena. Consideraciones críticas sobre el artículo 57.2 del CP», EPC,
núm. 26, 2006, p. 336; Faraldo Cabana, P., «Las penas de los delitos relacionados con la violencia de
género. Especial referencia a la prohibición de aproximación y su quebrantamiento», en Puente Aba, L. M.
(dir.), La respuesta penal a la violencia de género. Lecciones de diez años de experiencia de una política
criminal punitivista, Granada (Comares), 2010, pp. 202 ss.; Jiménez Díaz, M. J., «Algunas reflexiones
sobre el quebrantamiento inducido o consentido», en Jiménez Díaz, M. J. (coord.), La Ley integral. Un
estudio multidisciplinar, Madrid (Dykinson), 2009, p. 418; Olaizola Nogales, I., «Violencia de género:
elementos de los tipos penales con mayor dificultad probatoria», EPC, núm. 30, 2010, p. 309; Laurenzo
Copello, P., EPC, núm. 35, 2015, pp. 804 ss.
9
Uno de los principales defensores de este posicionamiento es Sanz Morán, A., «Libertad vigilada
y quebrantamiento de condena: artículos 106 y 468 CP», en Álvarez García, J., y González Cussac, J. L.
(dirs.), Consideraciones a propósito del proyecto de ley de 2009 de modificación del Código penal, Valen-
cia (Tirant lo Blanch), 2010, p. 142, siguiendo en este punto la Propuesta de modificaciones al Proyecto
de reforma del Código penal de la plataforma «Otro derecho penal es posible».
10
El artículo 468.2 CP establece que «se impondrá en todo caso la pena de prisión de seis meses a
un año a los que quebrantaren una pena de las contempladas en el artículo 48 de este Código o una medi-
da cautelar o de seguridad de la misma naturaleza impuestas en procesos criminales en los que el ofendido
sea alguna de las personas a las que se refiere el artículo 173.2».
151
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
11
En cambio, sí se tiene en cuenta la distinción a efectos de exigir el pronunciamiento expreso del
juez en la sentencia de primera instancia para el mantenimiento de las medidas cautelares adoptadas du-
rante la tramitación de la causa por delito de violencia de género. Dicho mantenimiento no se puede pre-
sumir mientras se resuelven los recursos contra la sentencia (art. 69 LO 1/2004, de Medidas de Protección
Integral contra la Violencia de Género). De ahí, que la falta de pronunciamiento expreso en la sentencia
por parte del juez sobre el mantenimiento de dichas medidas implica que dejan de estar operativas desde
la fecha de la sentencia y, en consecuencia, el incumplimiento de la prohibición de aproximación (medida
cautelar) no podría subsumirse en el delito de quebrantamiento de medida cautelar (Vid., al respecto, Ben-
lloch Petit, G., «Delitos contra la Administración de Justicia», en Silva Sánchez, J. M. (dir.), Lecciones
de Derecho penal. Parte especial, 6.ª ed, Barcelona (Atelier), 2019, p. 424 ss.
12
En contra de la falta de distinción, Jiménez Díaz, M. J., «Algunas reflexiones…», pp. 418 ss.
152
¿CUESTIONA LA AGRAVACIÓN DEL QUEBRANTAMIENTO DE CONDENA POR RAZÓN... ■
13
Vid. SAP Madrid 15.ª, 157/2013, 21-02, que condena a 6 meses de prisión al marido «sorprendido
por agentes de la Policía Nacional, en la Terminal Cuatro del aeropuerto de Madrid-Barajas, viajando
junto con su esposa Vicenta, pese a conocer la vigencia del auto de 22 de marzo de 2009, dictado por el
Juzgado de Violencia sobre la Mujer núm. 3 de Madrid, en DUD núm. 90/2009, que, estimando la solici-
tud de su esposa, dictó orden de protección a su favor, imponiéndole, como medidas cautelares, la prohi-
bición aproximarse a menos de 500 metros de aquella y de comunicarse con ella hasta la terminación del
procedimiento por resolución firme, que le había sido notificada al mismo 22 de marzo de 2009, incum-
pliendo el acusado, con ello, de forma consciente y voluntaria, las medidas impuesta por la resolución
anteriormente mencionada». No obstante, «Casi dos meses después de su detención, con fecha 4 de mayo
de 2010 se dictó sentencia por el Juzgado de lo Penal núm. 9 de Madrid, por el que absolvía a la hora
acusado de la infracción objeto de investigación en las DUD núm. 90/2009, antes mencionadas, declarán-
dose la firmeza de la resolución por auto de 25 de febrero de 2011». Niega también relevancia al hecho de
quedar el acusado absuelto del delito por el que se había dictado la medida de alejamiento, la SAP Ma-
drid 27.ª, 164/2014, 17-02.
14
De este modo, el ámbito de aplicación del 468.2 se reduce a los supuestos en que se incumple la
pena o medida de alejamiento, pero sin cometer un nuevo 153 o 173.2.
15
Vid. STS 1156/2005, 26-09.
153
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
16
Vid. SAP Barcelona, 20.ª, 29 de noviembre de 2006.
17
Vid. SAP Barcelona 20.ª, 21 de febrero de 2007.
18
Vid. STS 39/2009, 29-01; STS 1010/2012, 21-12; SAP Barcelona 20.ª, 45/2013, 03-01; SAP Ta-
rragona 4.ª, 51/2013, 29-01; SAP Madrid 7.ª, 130/2013, 11-02 (irrelevancia del consentimiento, incluso
vía error).
19
Vid. STS 803/2015, 09-12; STS 39/2009, 29-01, Voto Particular: lo que «se pone en duda es el
carácter general la solución adoptada como interpretación del artículo 468 CP, es decir, la irrelevancia
absoluta del consentimiento independientemente de las condiciones en las que el mismo fue emitido. Ello
tiene importancia en el presente caso, en el que no se han constatado en el hecho probado circunstancias
reveladoras de circunstancias personales de la víctima, ni en la situación en la que actuó, que hayan priva-
do de relevancia a su consentimiento (incapacidad de juicio, engaño, amenaza, error). En realidad, en la
sentencia de la Audiencia se ha presumido la incapacidad de consentir de la esposa. Si en el proceso se
hubieran comprobado circunstancias que habrían reducido la capacidad de la víctima para consentir, se
aplicarían, también en este caso, como es lógico, las reglas que invalidan el consentimiento. Es innecesario
decir que negar valor a un consentimiento viciado no afecta el derecho a la autodeterminación, ni daría
tampoco lugar a un trato incompatible con la dignidad de la persona».
20
Vid. STS 61/2010, 28-01, en la que, después de al analizar el Acuerdo en cuestión, se acaba admi-
tiendo que «la idea de una exclusión incondicional, siempre y en todo caso, de la relevancia del consenti-
miento, no está implícita en ese acuerdo. De ahí que la conclusión alcanzada por el Pleno no deba ser en-
tendida en absoluta desconexión con las circunstancias de cada caso concreto».
21
Vid. SSTS 1065/2010 de 26-11; 61/2010, 28-01: «Los efectos psicológicos asociados a la victimi-
zación de la mujer maltratada, hacen aconsejable negar a esta su capacidad para disponer de una medida
154
¿CUESTIONA LA AGRAVACIÓN DEL QUEBRANTAMIENTO DE CONDENA POR RAZÓN... ■
cautelar de protección que no se otorga, desde luego, con vocación de intermitencia, afirmando o negando
su validez y eficacia en función de unos vaivenes afectivos que, en la mayoría de los casos, forman parte
de los síntomas de su propio padecimiento».
22
STS 61/2010, 28-01.
23
En una línea próxima a la defendida en este trabajo, Jiménez-Díaz, M. J., «Algunas reflexio-
nes…», p. 416, partiendo del ejemplo del marido que, puntualmente, propina a su mujer una bofetada, que
determina un delito leve del artículo 153.1, que lleva aparejado de forma obligatoria la prohibición de
aproximación sostiene que «es frecuente que la mujer denuncie a su agresor tan solo a modo de adverten-
cia, sin intención ninguna de romper la relación. Incluso, puede que no sea ella quien haya interpuesto la
denuncia, sino que haya sido un vecino o alguien que ha presenciado la agresión en la calle quien llamó a
la Policía. No sorprende que en este tipo de supuestos la mujer, de forma plenamente libre y responsable,
decida seguir adelante con su relación afectiva, propiciando con ello la ejecución de un delito de quebran-
tamiento de la pena de alejamiento de la que, finalmente, puede que respondan los dos. Pena de alejamien-
to cuya imposición obligatoria, al menos en hipótesis como las expuestas, resulta totalmente despropor-
cionada y perturbadora».
24
Jiménez Díaz, M. J., «Algunas reflexiones…», p. 419.
155
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
25
Montaner Fernández, R., «El quebrantamiento de penas o medidas de protección a las vícti-
mas de la violencia doméstica», InDret 4/2007, pp. 13 y ss. A favor de la tesis de la participación, también
Jiménez Díaz, M. J., «Algunas reflexiones…», p. 419, si bien admitiendo la operatividad del error de
prohibición y, en última instancia, la vía del indulto.
26
Críticamente, sobre la inclusión del quebrantamiento de condena entre los delitos contra la Admi-
nistración de Justicia por considerar que solo ofrece una fundamentación formal del castigo, Corcoy Bi-
dasolo, M., «El quebrantamiento de condena. Una propuesta legislativa: la frustración de la pena», ADP-
CP, t. 45, 1992, p. 119.
27
Sobre la distinción entre delitos de posición y delitos especiales de deber, Vid. Robles Planas,
R., La participación en el delito: fundamento y límites, Madrid (Marcial Pons), 2003, pp. 238 ss.
28
En esta línea, la interpretación que hace la FGE, «Guía de actuación con perspectiva de género en
la investigación y enjuiciamiento de los delitos de violencia de género», 2020, p. 36, en relación con la
participación de la mujer que colabora en el quebrantamiento de la medida cautelar o de la pena impuesta
a su agresor, cuando afirma que «ha de llevarse al plano de la modulación de la responsabilidad del autor
y no a una responsabilidad penal de mujer protegida». De otra opinión, Díez Ripollés, J. L/Cerezo
Domínguez, A. I/Benítez Jiménez, M. J., La política criminal…, p. 284, para quienes la tesis de que no
cabe participación punible «es bastante discutible en términos técnico-jurídicos, al menos por lo que se
156
¿CUESTIONA LA AGRAVACIÓN DEL QUEBRANTAMIENTO DE CONDENA POR RAZÓN... ■
refiere al delito de quebrantamiento de la pena. Es fácil intuir que estamos ante un medio de desactivar una
consecuencia indeseada a la que conduce una interpretación estricta de lo que es la participación».
29
Con buen criterio la SAP de Madrid, de 6 de mayo de 2014, señala que «la prohibición judicial de
aproximación y comunicación con una persona impide al sometido a tal prohibición, según el artículo 48
del Código Penal, que se acerque a dicha persona y que establezca comunicación con ella, pero no le
obliga a huir en caso de que la persona para cuya protección se dictó la prohibición de aproximación y
comunicación decida por su propia iniciativa acercarse y comunicarse en tal acercamiento con el sometido
a la prohibición». Vid., también, STS 803/2015, 9-12: «El bien jurídico protegido no es ni en exclusiva ni
siquiera de forma predominante la tutela de la víctima, sino la efectividad de las resoluciones judiciales,
el respeto y vigencia de las decisiones jurisdiccionales. Su cumplimiento no queda a merced de la víctima;
no pueden ser privatizadas o desoficializadas. Eso no significa que no podamos encontrar algún supuesto
en que ante una clara iniciativa de la persona tutelada por la prohibición no fácilmente eludible por el
condenado o encausado que se limita a una actitud pasiva, podamos entender que no surge responsabilidad
penal por no existir acción u omisión atribuible a él directa y causalmente»; SAP Madrid 7.ª, 207/2013, 11-03,
en la que no se aprecia el tipo de quebrantamiento porque la mujer acudió al domicilio de su marido por
su propia voluntad y sin que mediara obligación ni manipulación alguna por parte del acusado. De otra
opinión, Faraldo Cabana, P., «Las penas…», pp. 197 ss., para quien «con independencia de quién haya
tomado la iniciativa, si no se aleja del lugar o interrumpe la comunicación a mi juicio comete delito de
quebrantamiento de condena, sin que pueda excusarse en el comportamiento de la otra persona, a la cual,
hay que recordarlo, no se ha impuesto ninguna prohibición».
30
Sobre el principio de culpabilidad como límite al ius puniendi del Estado, Vid. Mir Puig, S., De-
recho penal, Parte General, 10.ª ed., Barcelona (Reppertor), 2016, 4/64, pp. 134 ss.
31
Vid. SSTS 803/2015, 9-12; 110/2012, 21-12; STS 1348/2011, 14-12; SSAP
Madrid 27.ª, 164/2014, 17-02; Madrid 7.ª, 130/2013, 11-02; Madrid 27.ª, 81/2020, 6-02.
32
Así, recientemente, STS 140/2020, 12-05. La STS del Pleno 567/2020, de 30 de octubre, añade
que no constituye elemento del tipo penal del delito de quebrantamiento la exigencia de requerimiento
157
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
previo ni apercibimiento de incurrir en responsabilidad penal, ni tampoco una comunicación que indique
el comienzo de la efectividad de la medida.
33
Vid. SAP Salamanca 6/2013, 25-01 (error de prohibición vencible); SAP de Islas
Baleares 1.ª, 283/2017, 13-12 (error de prohibición vencible); STS 748/2018, 14-02 (error de tipo inven-
cible); SAP Las Palmas 1.ª, 276/2015 (estado de necesidad putativo); SAP Madrid 17.ª, 228/2010, 01-03
(atenuante analógica de provocación o consentimiento del incumplimiento del alejamiento por parte de la
víctima como muy cualificada); SAP Madrid 17.ª, 65/2012, 13-01 (atenuante analógica de provocación o
consentimiento); SAP Sevilla 4.ª, 38/2015, 02-02 (atenuante analógica atenuante analógica de provoca-
ción o consentimiento); STS 661/2020, 3-12 (atenuante de reparación del daño); STS 667/2019, 14-01
(individualización de la pena).
34
A favor de la modulación de la responsabilidad del autor y no a una responsabilidad penal de la
mujer protegida, el Dictamen de la Fiscal de Sala de Violencia sobre la Mujer de 7 de febrero de 2020
sobre consecuencias jurídicas para la víctima en los supuestos de consentimiento al quebrantamiento.
158
¿CUESTIONA LA AGRAVACIÓN DEL QUEBRANTAMIENTO DE CONDENA POR RAZÓN... ■
35
Como es sabido, el artículo 556.1 CP únicamente recoge la desobediencia grave, dejando las
conductas que anteriormente se subsumían en la falta de desobediencia del antiguo artículo 634 CP fuera
del CP, pudiendo constituir una mera infracción administrativa.
159
CONCEPTO DE DOLO, ATRIBUCIÓN DE INTENCIONES
Y MODELO ANGLOAMERICANO DE ESTADOS MENTALES:
¿QUÉ DATOS APORTAN LOS ESTUDIOS EMPÍRICOS?
I. INTRODUCCIÓN
*
Catedrática de Derecho Penal. Universidad Autónoma de Madrid. Este trabajo constituye un resu-
men y revisión del estudio «Algunos datos empíricos sobre la atribución de estados mentales: ¿fracaso del
principio de responsabilidad subjetiva o de un determinado concepto de dolo?», RECPC, 23-15, 2021, que
también vio la luz en el Homenaje a Luis Arroyo. Del texto inicial he suprimido el punto III, referido a las
aportaciones de la Neurociencia y al mismo he añadido un nuevo epígrafe, el IV, dedicado a refutar la
objeción que había recibido en algunas conferencias que he impartido sobre este tema, referida a que los
datos de los estudios empíricos que se muestran en este trabajo, realizados sobre ciudadanos legos, no
podían extrapolarse al sistema continental en el que predominan los jueces profesionales. Finalmente, al
haberse añadido nuevos estudios, se han matizado y ampliado las conclusiones.
1
Por ejemplo, el homicidio doloso se sanciona con una pena de 10 a 15 años de prisión mientras que
la modalidad más grave de homicidio imprudente se sanciona con una pena de 1 a 4 años de prisión más
las accesorias correspondientes de privación del permiso de conducir, de armas o la inhabilitación para el
ejercicio de la profesión.
161
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
2
Molina, F., «La cuadratura del dolo: problemas irresolubles, sorites y Derecho Penal», en Miguel
Bajo et al. (coords.), Homenaje al profesor Dr. Gonzalo Rodríguez Mourullo, Madrid (Thomson-Civi-
tas), 2005, pp. 691 ss., 731 ss.
3
En adelante MPC, por sus siglas en inglés.
4
Cfr. Chiesa, L., «Mens Rea in comparative Perspective», Marquette Law Review 102 (2), 2018,
pp. 575 ss., 578, 585 ss.
162
CONCEPTO DE DOLO, ATRIBUCIÓN DE INTENCIONES Y MODELO ANGLOAMERICANO... ■
1. Los cuatro estados mentales del Model Penal Code y sus definiciones
5
Sección 2.02 MPC, 1985.
6
Cfr. Pár. 2 a), b), c) y d) de la sección 2.02 del MPC.
163
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
Desde los años noventa del pasado siglo se han venido realizando en
EEUU distintos estudios que concluyen que el ciudadano medio no es capaz
de diferenciar entre las categorías intermedias de los estados mentales, esto es,
entre actuar con conocimiento y con manifiesto desprecio del riesgo e, incluso,
con imprudencia, a pesar de que la ciudadanía comparte, en general, la jerar-
quizada asignación de responsabilidad y pena del MPC 7. En efecto, los prime-
ros estudios 8 concluyeron que los encuestados solo distinguían de forma clara
las categorías extremas, es decir, el comportamiento intencionado de la actua-
ción negligente, pero que no conseguían diferenciar con claridad entre los es-
tados intermedios, ni entre los estados mentales colindantes: no se distinguía
el comportamiento intencionado del realizado con conocimiento, ni la actua-
ción con conocimiento de la realizada con recklessness, ni el actuar impruden-
te del realizado con recklessness; los estudios también evidenciaron la imposi-
bilidad de la ciudadanía de distinguir la actuación intencionada de la actuación
con recklessness y ello a pesar de no ser categorías contiguas. Las conclusio-
nes de estos estudios se han avalado por otros que se han ido repitiendo a lo
largo del tiempo 9. De los estudios que confirman el inicial, me voy a referir
solo a tres de ellos debido a su singular interés.
El primero de estos estudios es el realizado por Shen y su equipo en 2011
que fue replicado con alguna variación en 2014 10. En ambas investigaciones
7
Sobre esto último, Levison, J., «Mentally Misguided: How State of Mind Inquiries Ignore Psycho-
logical Reality and Overlook Cultural Differences», Howard Law Journal, vol. 49-1, 2005, pp. 19 ss.
8
Severance, J./Godman, J./Loftus, E. F., «Inferring the Criminal Mind: Toward a Bridge Bet-
ween Legal Doctrine and Psychological Understanding», Journal of Criminal Justice, vol. 20, 1992,
pp. 107 ss.
9
Por ejemplo, entre los más recientes, cfr. Beatty, R. A./Fondacaro, M. R., «The misjudgment of
criminal responsibility» Behav. Sci. L., núm. 36, 2018, pp. 457 ss. A veces se cita el estudio de P. Robin-
son, P. H. y Darley, J. M., Justice, Liability and Blame, Wetview Press, 1995, p. 87, como uno que llega
a resultados diferentes, pues los encuestados asignaban responsabilidad y pena de manera similar a la
gradación del MPC. Sin embargo, se ha de tener en cuenta que la mecánica de dicho estudio es distinta pus
no se da un caso que tienen que calificar desde la perspectiva subjetiva los encuestados, sino que en los
casos se afirma la concurrencia de uno de los cuatro estados mentales del MPC, de manera que solo se les
pregunta por la pena que merecen (op. cit. p. 86).
10
Shen, F. X./Hoffman, M. B./Jones, O. D./Greene, J. D./Marois, R., «Sorting Guilty Minds»,
en New York University Law Review, núm. 86, 2011, pp. 1306 ss.; Ginther, M. R./Shen, F. X./Bonnie,
R. J./Hoffman, M. B./Jones, O. D./Marois, R./Simons, K. W., «The language of Mens Rea», Vanderblit
Law Review núm. 67, 2014, pp. 1327 ss. El mismo grupo realizó un tercer estudio en 2018 (Ginther, M.
R./Shen, F. X./Bonnie, R. J./Hoffman, M. B./Jones, O. D./Simons, K. W., «Decoding guilty minds:
How jurors attribute knowledge and guilt», Vanderbilt Law Review, núm. 71, 2018, pp. 241-283), que se
refiere a los estados mentales en relación con circunstancias o elementos concretos exigidos por los deli-
tos. En este estudio si bien se concluye que los ciudadanos tenemos capacidad para diferenciar de la forma
jerarquizada que exige el MPC los estados mentales, en particular, entre conocimiento y manifiesto des-
164
CONCEPTO DE DOLO, ATRIBUCIÓN DE INTENCIONES Y MODELO ANGLOAMERICANO... ■
precio hacia el riesgo de que se dé el concreto elemento o circunstancia, sin embargo, hay una amplia
tendencia a admitir como suficiente la actuación con manifiesto desprecio del riesgo en casos en los que
la ley requiere conocimiento. Se dejan abiertas las razones de esta conclusión, aunque probablemente se
debe a que los ciudadanos consideran que el tipo de estado mental suficiente para la intervención penal en
estos casos debería ser la recklessness y no el conocimiento.
11
Shen, F. X. y otros, New York University Law Review, 86, 2011, pp. 1042 ss. Aunque los estudios
muestran la incorrecta asignación de pena a los estados mentales intermedios, también evidencian que se
asigna la misma pena al conocimiento y la recklessness habiéndolos identificado correctamente (p. 1348).
12
Shen, F. X. y otros, New York University Law Review, 86, pp. 1345 ss., 1353.
13
Ginther, M. R. y otros, Vanderblit Law Review núm. 67, 2014, pp. 1339-1342.
165
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
Ginther, M. R. y otros, Vanderblit Law Review núm. 67, 2014, pp. 1352 ss., 1360.
14
Muller, P./Solan, L. M./Darley, J. M., «When Does Knowlegde Become Intent?: Perceiving
15
the Minds of Wrongdoers», Journal of Empirical Legal Studies, vol. 9-4, 2012, pp. 859 ss., 871, 875 ss.
166
CONCEPTO DE DOLO, ATRIBUCIÓN DE INTENCIONES Y MODELO ANGLOAMERICANO... ■
16
Ob. cit. p. 881.
17
Infra.
18
Ob. cit. p. 889.
19
Beatty, R. A./Fondacaro, M. R., Behav. Sci. L., 2018, pp. 457 ss.
167
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
ción de un estado mental más grave que el real. En este estudio se parte de los
estudios de Shen y su grupo, pero a los encuestados se les pide que respondan
a la cuestión de si la acusación habría probado que el sujeto actuó con inten-
ción, cuando en los escenarios se describían casos de conocimiento, rec-
klessness e imprudencia, habiéndoseles presentado a los encuestados las defi-
niciones del MPC y las instrucciones habituales a los jurados. Pues bien, los
resultados fueron que en el 66.4% de los casos se atribuyó intención errónea-
mente, apareciendo porcentajes de error menores cuanto más se alejaba el caso
de la intención y cuanto menos grave era el resultado que se producía. Es decir,
se daban mayores errores cuando la discrepancia entre la gravedad del estado
mental y la gravedad del resultado era mayor y menores errores si coincidía
que el estado mental y el resultado eran equiparables en levedad. Así, el por-
centaje más bajo de asignación errónea de intención se dio en un caso de negli-
gencia y causación de daños leves (23% de errores) y el porcentaje más eleva-
do de asignación errónea de intención se dio en un caso de recklessness con un
resultado muy grave (90,4% de errores). De media (sin tomar en consideración
el grado de riesgo) se atribuyó erróneamente intención en un 35% de las res-
puestas de los casos que representaban imprudencia y en un 75% de los casos
que representaban recklessness. La conclusión que extrajeron los autores del
estudio es la escasa fiabilidad y validez de los requisitos relativos a los estados
mentales del MCP, pues siempre se atribuye mayor responsabilidad de la que
técnicamente es correcta y la atribución de un estado mental más grave aumen-
ta gradualmente al aumentar la gravedad del resultado del caso escenario 20.
20
Beatty, R. A./Fondacaro, M. R., Behav. Sci., L., 2018, p. 466.
168
CONCEPTO DE DOLO, ATRIBUCIÓN DE INTENCIONES Y MODELO ANGLOAMERICANO... ■
21
Knobe, J., «Intentional action and side effects in ordinary language», Analysis 63, 2003, pp. 190-
194; Knobe, J., «Intention, intentional action, and moral considerations», Analysis 64, 2004, pp. 181-187.
22
McCann, H. J., «Intentional Action and Intending: Recent empirical Studies», Psychology, 18-
6, 2006, pp. 737-748.
23
Petit, D./Knobe, J., «The Pervasive Impact of Moral Judgment», Mind & Language, vol. 24-
5, 2009, pp. 586 ss.; Knobe, J./Buckwalter, W. y otros, «Experimental Philosophy», The Annual Review
of Philosophy, vol. 63, 2012, pp. 81 ss., 83.
24
Sobre deseos, cfr. Tannenbaum, D., Ditto, P. H., y Pizarro. D. A., «Different moral values
produce different judgments of intentional action». Unpublished manuscript. 2007, University of Califor-
nia-Irvine, disponible en Academia.edu; sobre conocimiento, Beebe, J. R., & Buckwalter, W., «The
epistemic side-effect effect», Mind & Language, 25(4), 2010, 474-498; Beebe, J. R., & Jensen, M.,
«Surprising connections between knowledge and action: The robustness of the epistemic side-effect
effect», Philosophical Psychology, 25(5), 2012, 689-715; sobre creencias, Beebe, J. R., «A Knobe effect
for belief ascriptions», Review of Philosophy and Psychology, 4(2), 2013, 235-258.
169
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
25
Woolfolk, R. L./Doris, J. M./Darley, J. M., «Identification, situational constraint, and social
cognition: Studies in the attribution of moral responsibility», en Cognitio, vol. 100, 2006, n. 2,
pp. 283 ss., 299; Alicke, M. D., «Culpable causation», Journal of Personality and Social Psychology,
núm. 63, 1992, pp. 367 ss., 369.
26
Se ha llegado a resultados similares a los de Knobe en muchos estudios; por todos, Mele, A. R.,
«Folk Conceptions of Intentional Action», Philosophical Issues, vol. 22, 2012. p. 293. Cushman, F./
Mele, A., «Intentional Action: two-and-a-half folk concepts?», en Knobe, J./Nichols, S., Experimental
Philosophy, Oxford University Press, 2008, pp. 171 ss.; Nadelhoffer, T., «Skill, luck, control and folk
ascriptions of intentional action», Philosophical Psychology, núm. 18 2005, pp. 343 ss.; Nichols, S./
Ulatowski, J., «Intuitions and individual differences: The Knobe effect revisited», Mind and Language,
núm. 22 2007, pp. 346 ss. El resultado de los estudios es el mismo cambiando los escenarios (Cushman,
F./Mele, A., ob. ult. cit.; Nadelhoffer, T., ob. cit.), e incluso en diferentes culturas (Knobe, J./Burra,
A., «Intention and intentional action: a cross-cultural study», Journal of Culture and Cognition,
núm. 6, 2006, pp. 113 ss.). Aunque sobre este último punto parece haber discrepancia, cfr. Levison, J.,
«Mentally Misguided: How State of Mind Inquiries Ignore Psychological Reality and Overlook Cultural
Differences», Howard Law Journal, vol. 49-1, 2005, p. 24.
170
CONCEPTO DE DOLO, ATRIBUCIÓN DE INTENCIONES Y MODELO ANGLOAMERICANO... ■
27
Bourgeois Gironde, S./Kneer, M., «Intention, cause et responsabilité: mens rea et effet Kno-
be», en Frey/G´Sell, Causalité, responsabilité et contribution à la dette, Bruylant, 2018, pp. 119 ss., 141.
28
Art. 1.2.a) Ley del Jurado.
29
Sobre el debate acerca del argumento de la «técnica» o la «profesionalidad», cfr. Schulz, E.,
Cokely, E. T./Feltz, A., «Persisent bias in expert judgments about free will and moral responsibility: A
test of the expertise defense». Consciousness and Cognition, 20(4), 2011, 1722-1731; Machery, E., «Ex-
pertise and intuitions about reference», THEORIA, Revista de Teoría, Historía y Fundamentos de la Cien-
cia, 27/1, 2012, pp. 37-54; Schwitzgebel, E./Cushman, F., «Expertise in moral reasoning? Order effects
on moral judgment in professional philosophers and non-philosophers», Mind & Language 27(2), 2012,
pp. 135–153. Los mismos, «Philosopher’s biased judgements persist despite training, expertise and reflec-
tion», Cognition 141, 2015, pp. 127-137.
171
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
30
Por todos Alonso, J., «Errores y sesgos cognitivos en la expansión del Derecho penal», en Dere-
cho y Justicia Penal en el siglo XXI, Liber amicorum en homenaje al profesor Antonio González-Cuellar
García, Madrid, pp. 31 ss., 41 ss.; Alonso, J., «Las decisiones en condiciones de incertidumbre y el De-
recho penal», Indret, núm. 4, 2011, pp. 21 ss.; Dror, I. E., «Cognitive and Human Factors in Expert De-
cision Making: Six Fallacies and the Eight Sources of Bias», Anal. Chem., núm. 92, 2020, pp. 7998 ss.
31
«Mens rea ascription, expertise and outcome effects: Professional judges surveyed», Cogni-
tion 169, 2017, pp. 139-146.
172
CONCEPTO DE DOLO, ATRIBUCIÓN DE INTENCIONES Y MODELO ANGLOAMERICANO... ■
32
Bourgeois, S./Kneer, M., «Intention, cause et responsabilité: mens rea et effet Knobe», en Frey/
G´Sell, Causalité, responsabilité et contribution à la dette, Bruylant, 2018, pp. 119 ss., 140.
33
Kneer, M./Bourgeois, S., Cognition 169, 2017, p. 142. Se analizó también si responder en pri-
mer lugar sobre un escenario u otro (resultados positivos o negativos en el medio ambiente) producía va-
riaciones en las respuestas y no se encontraron variaciones.
173
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
34
Bourgeois, S./Kneer, M., 2018, pp. 136 ss.
35
Estos resultados se refieren a los que solo han respondido aleatoriamente sobre un escenario;
cuando se incorporan los resultados globales una vez que todos han respondido sobre los dos escenarios,
los resultados bajan un poco: 4.64 para el acuerdo en caso de resultado negativo y 3.17 para el acuerdo en
caso de resultado positivo.
174
CONCEPTO DE DOLO, ATRIBUCIÓN DE INTENCIONES Y MODELO ANGLOAMERICANO... ■
V. IDENTIFICANDO EL PROBLEMA
175
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
36
Como sabemos esta es una cuestión altamente controvertida, cfr. por todos, Huerta Tocildo, S.,
Sobre el concepto de antijuridicidad, Madrid (Tecnos), 1983; Molina Fernández, F., Antijuridicidad
penal y sistema del delito, Barcelona (Bosch), 2001.
176
CONCEPTO DE DOLO, ATRIBUCIÓN DE INTENCIONES Y MODELO ANGLOAMERICANO... ■
37
Cfr. en este sentido Nadelhofer, T., «Bad Acts, Blameworthy Agents, and Intentional Actions:
Some Problems for Juror Impartiality», Philos, Explor. 2006/9 pp. 203 ss., p. 204; Bourgeois, S./Kneer,
M., 2018, pp. 134, 142.
38
Cfr. Pérez Manzano, M., «El fundamento de la pena del delito doloso», en Pérez Manzano y
otros (dir.), Estudios en homenaje a la profesora Susana Huerta Tocildo, Madrid (UCM), 2020, pp. 533 ss.
39
Sobre las distintas interpretaciones del «efecto Knobe», cfr. Bourgeois, S./Kneer, M., 2018,
pp. 124-133. Alguna estrategia para evitar el sesgo retrospectivo que parece tener alguna incidencia en el
«efecto Knobe», es propuesta por Kneer, M./Scozen, I., «Outcome effects, moral luck and the hinsights
bias», en Cognition (232), 2023, 105, 258.
177
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
40
Molina, F., 2005, p. 738.
178
CONCEPTO DE DOLO, ATRIBUCIÓN DE INTENCIONES Y MODELO ANGLOAMERICANO... ■
los 10 años que es la pena mínima del homicidio doloso. Este modelo eviden-
cia que la comprensión del legislador español está muy lejos de la idea de la
gradualidad de Molina Fernández 41; más bien, al contrario, el código penal
español parte de la existencia de un salto cualitativo importante entre la comi-
sión dolosa e imprudente del mismo delito. Y probablemente ello se debe a que
la tesis de este autor se vincula a la teoría de la representación, mientras que
desde las teorías del consentimiento, la presencia o ausencia de un cierto ele-
mento volitivo puede fundamentar una diferencia cualitativa mayor entre el
dolo y la imprudencia.
Mas allá de esta cuestión, relevante es también que los estudios expuestos
vienen a avalar mi intuición: la única diferenciación que la ciudadanía es capaz
de identificar con claridad es la que existe entre actuar con intención y actuar
con o sin consciencia del riesgo de producir el resultado. De acuerdo con los
estudios, los ciudadanos distinguen con bastante claridad las dos modalidades
de estados mentales situadas en los extremos y los errores en la calificación del
actuar con conocimiento no redundan en una mala identificación de la actua-
ción intencional 42, sino en una incorrecta identificación de la actuación con
manifiesto desprecio del riesgo. Es decir, que en cuanto se intenta efectuar la
distinción entre estados mentales en atención a los niveles de representación
que el autor tenía del riesgo de producción del evento, las distinciones devie-
nen inaccesibles, pues no otra cosa evidencia que las tasas de acierto de las dos
categorías intermedias –conocimiento y recklessness– ronden el cincuenta por
ciento en el segundo estudio del equipo de Shen y estuvieran entre el cuarenta
y el cincuenta por ciento en el primero. Como se ha expuesto, los mayores
problemas de identificación se producen entre estas dos categorías, esto es,
entre grados de representación del riesgo de producción del resultado.
Trasladando los resultados a las categorías continentales podríamos con-
cluir que parece que se identifica con una precisión aceptable la diferencia
41
Si el bien jurídico lesionado es el mismo y, si tanto en la modalidad dolosa como en la impruden-
te exigimos una acción que eleve el riesgo por encima de lo permitido que se conecte con el resultado, no
parece que haya ninguna diferencia en la gravedad del injusto objetivo entre la modalidad dolosa y la
imprudente. Las diferencias de pena solo pueden fundamentarse entonces en la distinta entidad del injusto
subjetivo o de la culpabilidad que representa la concurrencia de dolo o imprudencia o en la distinta nece-
sidad de pena que se considera existente para ambas modalidades delictivas. Sin profundizar en el tema,
creo que estos saltos de pena reflejan una concepción sobre el fundamento de la pena del dolo que toma
en cuenta las mayores necesidades preventivas de pena, partiendo de que la conducta dolosa cuestiona la
vigencia de la regla de conducta inherente a la prohibición penal y esta forma de fundamentar la mayor
pena del delito doloso no respeta, en mi opinión, el principio de responsabilidad subjetiva. Cfr. Pérez
Manzano, M., 2020, pp. 533 y ss.
42
Cfr. Ginther, M. R. y otros, Vanderblit Law Review núm. 67, 2014 p. 1352. Los errores se mue-
ven en este caso entre el siete y el diez por ciento.
179
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
43
Parto de que la recklessness puede abarcar tanto casos de dolo eventual como de imprudencia
consciente.
44
He desarrollado esta cuestión en «Algunos datos empíricos sobre la atribución de estados menta-
les: ¿fracaso del principio de responsabilidad subjetiva o de un determinado concepto de dolo?, en RE-
CPC 23-15, 2021, pp. 8 y ss.
45
Sobre los sesgos en la asignación y representación de probabilidades, Kahneman, D./Tversky,
A., «The psychology of prediction», Psychological Review, vol. 80 1973, núm. 4, pp. 237-251.
46
En la doctrina española sostienen la existencia de una máxima de experiencia de este tipo por ej. Lau-
renzo, P., (Dolo y conocimiento, Valencia [Tirant lo Blanch], 1999, p. 149) quien entiende que si una conducta
es altamente peligrosa, las circunstancias que fundamentan ese peligro son perceptibles por cualquiera, o Ra-
180
CONCEPTO DE DOLO, ATRIBUCIÓN DE INTENCIONES Y MODELO ANGLOAMERICANO... ■
gués i Vallès, R., (El dolo y su prueba en el proceso penal, Barcelona (Bosch),1999, pp. 468 ss., 482 ss.) para
quien sería perceptible por cualquier adulto normal que tiene sus capacidades intactas.
47
Kahneman, D./Tversky, A., Psychological Review, 1973, pp. 237-251.
181
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
48
Por todos Chiesa, L., 2018, p. 580.
49
Por todos, Roxin, C., «Sobre la delimitación del dolo y la imprudencia. Especialmente en los
delitos de homicidio», en Jiménez Díaz y otros (coord.), Estudios jurídico-penales y criminológicos en
homenaje al prof. Dr. Mult. H. C. Lorenzo Morillas, Madrid (Dykinson), 2018, pp. 1579 ss., 1596. Natu-
ralmente en estos casos el primer filtro es el carácter no permitido del riesgo generado lo que permitirá la
afirmación de la tipicidad objetiva de la conducta, la imputación objetiva del comportamiento. Esto se
produce, sin duda, en los casos de utilización de armas; pero puede no darse en otros.
182
CONCEPTO DE DOLO, ATRIBUCIÓN DE INTENCIONES Y MODELO ANGLOAMERICANO... ■
50
Shen F. X. y otros, New York University Law Review, 86, 2011, p. 1352.
183
EL ROL DE LA IDEA DE INDIFERENCIA EN LOS CASOS
DE CEGUERA ANTE LOS HECHOS
I. INTRODUCCIÓN
*
Catedrático de Derecho Penal. Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
1
Jakobs, G., «Gleichgültichkeit als dolus indirectus», ZStW 114, 2002, pp. 584 ss., Pawlik, M.,
Das Unrecht des Bürgers, Tübingen (Mohr Siebeck), 2012, pp. 367 ss.
185
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
La idea de que los casos de ceguera ante los hechos deben ser tratados
como dolos y que ello se fundamenta en que el autor no se representa las con-
secuencias de sus acciones debido a su indiferencia es sostenida por Jakobs y
por su discípulo Pawlik.
El argumento central de Jakobs es que tratar como imprudencia los casos
de ceguera ante los hechos es axiológicamente incoherente. Sostiene que «no
puede ser» que a la persona que tiene algún grado de interés por los demás y
que, por eso, se representa un posible daño se la trate peor que a aquella que,
por absoluto desinterés, ni siquiera piensa en ello. En consecuencia, afirma que
para saber si hay dolo lo que se debe probar no es el conocimiento del autor,
sino su indiferencia ante el derecho 2. Esta indiferencia se manifiesta tanto
cuando el autor conoce y sin embargo actúa, como cuando no conoce, si ese
desconocimiento se debe a su desinterés por conocer. Un ejemplo para discutir
el problema podría ser el siguiente:
Un agricultor tiene cultivos en grandes extensiones de terrenos. Con el ob-
jetivo de permitir que la avioneta fumigadora detecte rápidamente el lugar por
donde debe distribuir los pesticidas, coloca a hijos de los peones de campo en
determinados lugares para señalizar. Gracias a esto, la avioneta fumiga en el lu-
gar indicado.
2
Jakobs, ZStW 114, 2002, p. 586.
186
EL ROL DE LA IDEA DE INDIFERENCIA EN LOS CASOS DE CEGUERA ANTE... ■
3
En Argentina, al menos Pérez Barberá, G., «¿Dolo como indiferencia?», En Letra Año VI, nú-
mero 11, 2021, pp. 2 ss. y Peralta, J., «El error inexcusable: fundamentos filosóficos y regulación posi-
tiva», en De Vicente Remesal, J. et al. (dirs), Libro homenaje a Luzón Peña, Madrid (Reus), 2020,
pp. 905 ss., sostienen ideas emparentadas.
4
Jakobs, G., Kritik des Vorsatzbegriffs, Tübingen (Morhr Siebeck), 2020, p. 35.
5
Jakobs, G., 2020, p. 36.
6
Jakobs, G., 2020, p. 36.
7
Pawlik, M., 2012, p. 304.
8
Pawlik, M., 2012, p. 371.
9
Cuando se trata de evaluar los elementos de ánimo, Schmidhäuser, E., Gesinnungsmerkmale im
Strafrecht, Tübingen (ed. no especificada), 1958, pp. 168 ss. y Kelker, B., Zur Legitimität von Gisn-
nungsmerkmalen im Strafrecht, Frankfurt am Main (Klostermann), 2007, pp. 451 ss. sostienen ideas muy
similares. Una crítica al respecto en Peralta, J., Motivos reprochables, Barcelona, entre otras (Marcial
Pons), 2012, pp. 176 ss.
187
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
Agrega que las conductas que aún son compatibles con la máxima de la
evitación de la lesión a la ley o que fueron influenciadas por circunstancias que
descargan al autor merecen un juicio más débil que aquellas en las que no han
existido estas dificultades y que, por ende, ya no son compatibles con aquella
máxima 10. En este último caso el autor desconoce algo que es casi imposible
no conocer o, como dice Pawlik, «que ninguna persona razonable podría haber
desconocido». Y concluye que cuando esto ocurre, esa persona «merece el
tratamiento de un enemigo del derecho» 11, es decir, que su desconocimiento
no merece ninguna consideración (i. e. la pena del dolo).
Sin embargo, poco después agrega algo importante. Afirma que un hecho
basado en el desconocimiento solo puede ser tratado como doloso bajo el «do-
ble presupuesto de que el autor desconozca algo que para cualquier persona
razonable es obvio» y que ese defecto se deba a su «indiferencia o desinterés»
por obedecer el derecho 12. Antes parecía que el mero desconocimiento irrazo-
nable era suficiente para hablar de dolo. Ahora parece que, «además», debe
haber una actitud interna específica, la falta de preocupación por obedecer al
derecho, para que la pena del dolo sea la adecuada, como si fueran dos aspec-
tos de la misma conducta que pueden independizarse.
Así, tanto Jakobs como Pawlik sostienen que la indiferencia es un factor
decisivo para determinar si los casos de desconocimiento craso deben ser con-
siderados dolosos. En principio, esto puede entenderse como algo genuina-
mente subjetivo, algo como la evaluación de la actitud interna, «con indepen-
dencia de lo que efectivamente ocurre». De modo tal que ante dos circunstancias
objetivamente idénticas, si el autor tiene cierta actitud interna merecerá la pena
del dolo, mientras que si tiene otra, la de la imprudencia (esto es lo que se si-
gue de decir que hay que atender «también» a la actitud interna).
Esta lectura es la que, por ejemplo, hace Ragués al decir que en estos
casos «el déficit de representación se ve compensado por una determinada
motivación especialmente disvaliosa que justifica el tratamiento más severo» 13.
Y agrega que «es dudoso, en cambio, que en aquellos casos en los que la razón
del desconocimiento (de la “ceguera”) no sea la falta de interés por conocer o
una grave indiferencia, sino un descuido gravísimo ante un riesgo muy eleva-
10
Pawlik, M., 2012, p. 375.
11
Pawlik, M., 2012, p. 394.
12
Pawlik, M., 2012, pp. 396 s.
13
Ragués i Vallès, R., «De nuevo el dolo eventual: un enfoque revolucionario para un tema clási-
co», Indret 3, 2012 p. 9.
188
EL ROL DE LA IDEA DE INDIFERENCIA EN LOS CASOS DE CEGUERA ANTE... ■
14
Ragués i Vallès, R., Indret 3, 2012, p. 9.
15
Jakobs, G., ZStW 114, 2002, p. 595.
16
Pérez Barberá, G., En Letra Año VI, número 11, 2021, pp. 25 ss.
17
Greco, L., «Comentario al artículo de Ramon Ragués», Doxa, 13, 2/2013, p. 73.
189
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
1. La tesis central
En este apartado trataré de aplicar, a este problema, una idea que desarro-
llé, ya hace varios años, en mi tesis doctoral llamada «Motivos reprochables» 18.
La tesis que defendí allí en relación a los elementos de ánimo que suelen tener
cuenta los ordenamientos penales fue la siguiente: las actitudes internas de las
personas no son algo que se pueda definir de modo exclusivamente subjetivo.
Ellas son, antes bien, «un modo de hablar» para dar cuenta de situaciones que
objetivamente justifican un reproche más intenso.
Voy a ofrecer un ejemplo. El CP argentino castiga en el artículo 276 2do.
supuesto al juez que «retardare maliciosamente la administración de justicia».
La pregunta aquí es qué significa (o puede significar) la expresión «maliciosa-
mente». Si uno presta atención puede darse cuenta que un retardo de justicia
solo puede ser calificado de ese modo cuando el juez no tiene ninguna razón
atendible para no resolver a tiempo. Una razón atendible es aquella que justi-
fica, disculpa o al menos hace comprensible dicho retardo 19. Tales razones son
establecidas por el derecho (es decir, deben ser intersubjetivamente defendi-
bles) y se basan en factores objetivos: dificultades fundadas en una enferme-
dad, la sobrecarga de trabajo, la falta de personal, etc. Solo cuando no existe
ninguna circunstancia de este tipo que pueda tornar comprensible la inacción
del juez, es que puede decirse que esta fue maliciosa. Es decir, la malicia se
define «por oposición» a la presencia de alguna circunstancia que pueda tornar
comprensible la inacción. Las razones que «efectivamente» podrían haber mo-
tivado al juez a omitir son, en sí, irrelevantes, pues lo que importa es que no
hay ninguna justificación. Por eso, en ese caso, da igual si la omisión se debió
a motivos como el racismo, la misoginia, la codicia, la enemistad con una de
las partes, etc. En todo caso, el retardo será malicioso por no contar con ningu-
na razón atendible.
18
Peralta, J., 2012, pp. 199 ss.
19
Peralta, J., 2012, p. 286.
190
EL ROL DE LA IDEA DE INDIFERENCIA EN LOS CASOS DE CEGUERA ANTE... ■
Pasando este análisis al problema de la ceguera ante los hechos, creo que
puede llegarse a la misma conclusión, es decir, que la diferencia entre ceguera,
imprudencia e impunidad se debe a cuestiones objetivas y que la utilización de
la expresión «indiferencia» en el primer caso no tiene ningún valor para fun-
damentar el dolo, sino que solo se trata de una manera, simplificada, de descri-
bir esa misma situación. Si ello fuera así, no habría ningún problema de in-
compatibilidad entre la idea de indiferencia y el derecho penal de acto, al
menos no una mayor de la que hay en «cualquier delito doloso». Después de
todo, la comisión de cualquier delito (especialmente si es doloso) refleja un
ánimo contrario al ordenamiento jurídico.
También trataré defender, que, bien visto, tampoco hay aquí un problema
conceptual como el que marca Greco. Para ver esto, en primer lugar, se debe
distinguir entre distintos sentidos en los que se utiliza la palabra dolo en esta
discusión. En alguno de sus sentidos será posible hablar de dolo altruista; en
otros casos, sin embargo, implicará una contradicción.
191
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
20
La palabra justificación y sus derivados se utiliza aquí en un sentido amplio, no circunscripto a las
causas de justificación. Así, una razón (parcial o totalmente) justificante del desconocimiento podría ser
tanto la premura para actuar (que justificaría, en sentido estricto, no conocer), como la falta de capacidad
intelectual del sujeto (que se vincula a las causas de exclusión de la culpabilidad).
21
Córdoba, F., Elementos de la teoría del delito I, Buenos Aires (Hammurabi), 2021, pp. 140 ss.
192
EL ROL DE LA IDEA DE INDIFERENCIA EN LOS CASOS DE CEGUERA ANTE... ■
Sin embargo, como vimos, Jakobs entiende que esto no es cierto, que no
siempre que haya un desconocimiento craso podrá hablarse de indiferencia.
Según él, esto depende de si la conducta llevada adelante por el autor también
implica un riesgo para él mismo. Este es un factor que, ceteris paribus, debería
excluir la imputación por dolo. La pregunta a responder aquí es, entonces, si
tiene sentido hablar de indiferencia para con los demás, si uno mismo, o los
suyos, están implicados en el riesgo.
Para analizar esto voy a volver al ejemplo del fumigador dado al comien-
zo. Allí, según Jakobs, no podrá decirse que haya ceguera ante los hechos si,
en las mismas circunstancias, hubieran sido colocados también los propios
hijos del autor y aun así este no se hubiera representado el daño. Allí el autor
sería imprudente frente a sus hijos e incluso frente a los «otros niños». Si la
distinción se trazara así, la crítica de que esto implica un derecho penal de
ánimo sería acertada, pues no sería puramente nominal, sino que habría una
diferencia de pena basada solo en la actitud interna. No sería el riesgo ni su
evidencia lo decisivo, sino algo interno.
Como dije más arriba, la premisa presupuesta aquí es que uno no puede
ser indiferente para con sus propios intereses importantes. Para que esto funcio-
ne, en primer lugar, debe tener un fundamento fáctico. Es decir, a la persona que
193
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
actué realmente debe importarle que no ocurran esos resultados. Con palabras
más llanas, y refiriéndonos al ejemplo mencionado, el autor tiene que querer a
sus hijos. Si se tratara de un padre completamente desaprensivo, que no piensa
en ellos o para quien estos son solo una carga, o algo por el estilo, no sería in-
concebible pensar en que haya indiferencia ante los hechos aun en estos casos.
Las cosas no cambian demasiado si el sujeto se implica a sí mismo en el
riesgo, supongamos, colocándose en la fila que señala por dónde debe pasar el
avión fumigador. Algo así podría ocurrir si, en el afán de obtener un ingreso
suntuoso (es decir, de ningún modo necesario: codicia), se decide a fumigar de
esa manera, supongamos, para que su cosecha sea la primera que salga al mer-
cado y, en la urgencia, no se representa ni su propio daño ni el de los demás.
Esto ciertamente implica una escala de valores errada, pero solo así podría
concebirse una falta de representación en una situación como esta. Concedo,
igual, que el ejemplo es ciertamente artificial, pero es que de no ser por codi-
cia, no logra verse cómo alguien podría no representarse el riesgo al que se
expone en un caso de este tipo.
Por otra parte, que alguien no piense en sí mismo al generar un daño no
es algo que puede discutirse solo en los supuestos de ceguera. Esto también
puede ocurrir en los casos de dolo clásico, en la medida en que el sujeto con-
sidere tan importante (según sus valores) obtener cierto objetivo, que está dis-
puesto incluso a perder su vida para ello, como ocurre en muchos atentados
terroristas. Y también podría incluso implicar a otras personas de su entorno
con pleno conocimiento de la situación. El caso de la madre de Ramón Merca-
der en el homicidio a Troski parece indicar que a veces puede ser tan impor-
tante obtener ciertos objetivos que uno puede estar dispuesto a sacrificar a los
suyos 22. Claro que esto implica cierto desinterés por ellos (otra vez, una esca-
la de valores especialmente errónea), pero es que, otra vez, de otro modo difí-
cilmente se pueda pensar en una acción de este tipo.
Así, si no es inconcebible que alguien sacrifique «intencionalmente» a
sus «seres queridos» en su afán de lograr objetivos que considera más impor-
tantes, tampoco lo es que esto mismo pueda fundamentar una falta de repre-
sentación. Ahora, ¿es posible que a una persona que se aprecia correctamente
a sí misma y a sus seres queridos no se represente un riesgo extremo sobre sus
propios bienes? Esto parece ciertamente implausible, salvo que haya algún
defecto constitutivo en la persona, alguna especie de imputabilidad disminuida
o algo por el estilo, lo que, ciertamente, impediría hablar de indiferencia.
22
Para un relato apasionante de esta historia, ver Padura, L., El hombre que amaba a los perros,
Barcelona (Tusquets), 2011.
194
EL ROL DE LA IDEA DE INDIFERENCIA EN LOS CASOS DE CEGUERA ANTE... ■
23
Pawlik, M., 2012, p. 396.
24
Lo que esta enumeración deja en claro, entonces, es que, en rigor, cualquiera de estas explicacio-
nes solo son una manera distinta de decir lo mismo, que no hay razones para errar. Pero perfectamente
podría decirse simplemente que el error solo excusa –total o parciamente, según sea el caso– cuando haya
razones para errar. En este sentido, hay un claro paralelismo entre lo aquí sostenido y lo que dije al expli-
car la relevancia de los motivos para la responsabilidad. Los motivos son solo una forma de detectar su-
puestos de ausencia de justificación total (de la conducta), pero no son el objeto de reproche. Solo mues-
tran, señalan, que la conducta está completamente injustificada. Cfr. Peralta, J., 2012, pp. 199 ss.
25
Gardner, J., Ofensas y defensas, Barcelona, entre otras (Marcial Pons), 2012, p. 48.
195
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
vantes, decir que alguien obró con indiferencia no es más que otra forma de
volver a decir que obró con ceguera ante los hechos, es decir, con un descono-
cimiento absolutamente inexcusable.
1. Dolo altruista
26
Pérez Barberá, G., En Letra Año VI, número 11, 2021, pp. 22 ss.
27
Roxin, C./Greco, L., Strafrecht, Allgemeiner Teil, t. I, 5ta. ed., 2020, § 21, nm. 8. Aun cuando con
esto se haga referencia solo al dolo natural.
196
EL ROL DE LA IDEA DE INDIFERENCIA EN LOS CASOS DE CEGUERA ANTE... ■
monto de pena de este delito) 28. Y está claro que la discusión sobre el dolo no
es meramente conceptual, sino, antes bien, normativa, es decir, una que preten-
de justificar «por qué» los casos dolosos merecen, ceteris paribus, una pena
mayor que los imprudentes. Por ello, como dice Jakobs, más allá de la didác-
tica de la dogmática, cuando se discute sobre el dolo siempre se tiene en men-
te un hecho injustificado y culpable, pues de otro modo no podría efectuarse
ese juicio de disvalor que subyace a su conceptualización. En sus palabras, los
«hechos justificados o sin culpabilidad no son hechos llevados adelante con
dolo delictivo» 29, pues no indican «falta de fidelidad al derecho» 30.
Es conclusión, en el ejemplo de Greco, la razón por la que el dolo como
conocimiento implica una pena mayor que la imprudencia es negada, justa-
mente, por la razón (cuasi) justificante del pedido de la víctima. Y, de hecho,
puede haber dolo desde el punto de vista conceptual y que la conducta no
merezca reproche alguno, por haber obrado el sujeto al amparo de una causa
de justificación y, por ende, que no pueda predicarse que con ella se hayan
desdeñado los intereses de terceros (es decir, que haya dolo sin que se satisfa-
gan los fundamentos de por qué el dolo es más grave que la imprudencia). Y
ello también se desvirtúa, por cierto, si el sujeto obró de un modo no culpable
o con una culpabilidad atenuada. En este sentido, en el sentido moral del dolo,
no existe dolo altruista, pues el fundamento de la pena más gravosa del dolo
decae en estos casos. El dolo egoísta es justamente «el» dolo, sin más, que se
basa en la indiferencia, donde no hay ninguna razón atendible para no omitir
la conducta que no sea el desinterés del autor por el bien jurídico.
En el mismo sentido, la indiferencia (que significa que nada justifica el
desconocimiento del autor que no sea su falta de voluntad) solo puede consta-
tarse si se realiza una evaluación global de aquello que justifica la pena más
grave que caracteriza al dolo. La diferencia con el concepto usual de dolo (i.
e., el que exige conocimiento) y el concepto de dolo como ceguera no radica
en una cuestión moral. En ambos casos se reprocha lo mismo: desatender de
manera absolutamente intolerable los intereses de terceros; sino conceptual,
porque esta segunda clase de dolo exige, para su definición, una valoración
global de los elementos del delito. Dicho de otro modo, aquí no se puede sepa-
rar ni tan siquiera «didácticamente» lo que allá, en el dolo convencional, sí. En
efecto, no se puede hablar de ceguera ante los hechos y, por ende, de indiferen-
cia, si el sujeto tuvo ciertas dificultades (su error fue «comprensible») para
28
Jakobs, G., Suicido, Eutanasia y Derecho Penal, València (Tirant lo Blanch), 1999, passim.
29
Jakobs, G., ZStW 114, 2002, p. 586.
30
Jakobs, G., ZStW 114, 2002, p. 587.
197
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
conocer, aunque estas no lleguen a ser tales que conduzcan el hecho a la impu-
nidad. Y para saber si las tuvo o no, uno tiene que hacer una evaluación que
implique también evaluar posibles justificaciones del error, pues todas ellas
hacen caer no solo el juicio de reproche que implica la atribución dolosa, sino
también el concepto mismo de ceguera. Si hay dificultades, lo que se descono-
ce no es obvio.
2. Imprudencia egoísta
Ahora resta evaluar si puede existir imprudencia egoísta, es decir, algo así
como imprudencia con indiferencia, y qué es lo que esto puede significar,
pues, si esto fuera posible sería falsa la propuesta aquí planteada de que indi-
ferencia y desconocimiento inexcusable son dos maneras de decir lo mismo
(pues habría indiferencia –«egoísmo»– y un desconocimiento parcialmente
excusable propio de la imprudencia). Greco ofrece el ejemplo del médico des-
cuidado (lo que quiere decir que obra en circunstancias en las que su descono-
cimiento es parciamente excusable) que odia a su paciente (lo que vendría a
significar que le es indiferente lo que a este le ocurra).
Como primer paso para resolver este acertijo, quisiera preguntarme cuál
es el caso de imprudencia no egoísta, o, para usar el par propuesto por el pro-
pio ejemplo de Greco, ¿cómo sería un caso de imprudencia altruista? Parece,
aquí, otra vez, que esto tiene que ver con tener buenas razones para ser impru-
dente o para emprender la conducta a pesar del riesgo. Y, cuando uno piensa en
buenas razones, automáticamente surge la idea de justificación: esas son las
buenas razones reconocidas por el derecho. ¿Es concebible hablar de impru-
dencia justificada? Roxin/Greco ofrecen, entre otros, el siguiente ejemplo que
indicaría que sí: alguien «lleva al hospital a un accidentado cuya vida de lo
contrario se perdería, conduciendo pese a haber consumido una cantidad con-
siderable de alcohol y a consecuencia de su estado lesiona a otro interviniente
en el tráfico» 31. Esta sería una conducta imprudente, pero justificada.
Parece, entonces, que puede haber imprudencia altruista, alguien que em-
prende una conducta imprudente por buenas razones. De todos modos, resulta
ciertamente forzado decir que quien obra en alguna de esas circunstancias ha
sido imprudente. ¿Utilizaríamos realmente esa voz para describir el accionar
31
Roxin, C./Greco, L., 2020, §24, nm. 104.
198
EL ROL DE LA IDEA DE INDIFERENCIA EN LOS CASOS DE CEGUERA ANTE... ■
32
De hecho, es bastante inconcebible hablar de riesgo no permitido cuando todo el mundo lo permi-
tiría porque es el mal menor. Esto es al menos lingüísticamente forzado. Jakobs mismo habla de lo inapro-
piado de hablar de descuido en estos casos, cfr. Jakobs, G., Strafrecht, Allgemeiner Teil, De Gruyter, 2da.
ed., 1991, § 11 nm. 30.
33
Jakobs, G., 1991, 11/30.
34
Pawlik, M., 2012, p. 373.
199
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
Pero quizás se quiera dar a entender otra cosa con la idea de que existe
imprudencia egoísta; algo así como que quien está comprometido con la idea
de indiferencia debería estar dispuesto a castigar como dolosos casos que ob-
jetivamente son imprudentes (por el grado de dificultad de acceso a la informa-
ción), si es que el sujeto fue «especialmente egoísta» (en su actitud interna).
Esto es lo que sugiere el ejemplo del médico desatento que odia al paciente
ofrecido por Greco. Pero nadie defiende una idea como esa, pues nadie defien-
de el castigo de las actitudes internas como tal, sino solo las que se han mani-
festado en el hecho, lo que no significa otra cosa que aquellas que surgen «del
hecho».
Quien dijera lo contrario, no solo debería castigar como dolosos casos
objetivamente imprudentes por la defectuosa actitud interna del autor, sino
también casos objetivamente correctos llevados adelante con una actitud inter-
na errada, como el de quien solo decide ejercer legítima defensa ante la cons-
tatación de que su agresor es de cierta raza, cuando de otro modo hubiera tole-
rado las agresiones. Allí el sujeto tiene una actitud interna reprochable, pero
esta no se castiga porque no existe un hecho objetivamente incorrecto 35. Jak-
obs y Pawlik se precaven expresamente ante esta posibilidad, al decir que la
indiferencia es un factor «adicional» a la incorrección objetiva del hecho (aun-
que aquí se sostenga que lo de «adicional» es redundante) y que no puede ser
evaluado por sí mismo.
VI. CONCLUSIONES
35
Cfr. Peralta, J., 2012, pp. 262 ss.
200
EL ROL DE LA IDEA DE INDIFERENCIA EN LOS CASOS DE CEGUERA ANTE... ■
201
INDICADORES DEL DOLO EN EL BLANQUEO DE CAPITALES *
Armando Sánchez-Málaga **
I. INTRODUCCIÓN
*
Una primera versión de este artículo fue publicada en «Sociedad del riesgo y expansión del Dere-
cho Penal. Homenaje a la profesora Mirentxu Corcoy Bidasolo», Montevideo-Buenos Aires (B de F), 2023.
**
Doctor en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad de Barcelona. Profesor Ordinario del
Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
1
Corcoy Bidasolo, M., «Responsabilidad subjetiva en la delincuencia socioeconómica», Ius et
Veritas, núm. 58, 2019, p. 71.
2
Corcoy Bidasolo, M., El delito imprudente. Criterios de imputación del resultado, 2.ª ed., Mon-
tevideo-Buenos Aires (B de F), 2008, p. 264.
3
Corcoy Bidasolo, M., 2019, p. 76.
203
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
4
Corcoy Bidasolo, M., 2019, p. 83.
5
Carlos de Oliveira, A. C., «Blanqueo de capitales», Lecciones de Derecho Penal Económico y
de la Empresa. Parte General y Especial, Barcelona (Atelier), 2020, p. 640.
6
Cfr. Silva-Sánchez, J. M., Ortiz de Urbina Gimeno, I., «Introducción al Derecho Penal Eco-
nómico-Empresarial», Lecciones de Derecho Penal Económico y de la Empresa. Parte General y Espe-
cial, Barcelona (Atelier), 2020, pp. 27 ss.
7
Acerca de la perspectiva de análisis del delito económico, García Cavero, P., Derecho Penal
Económico. Parte General, 2.ª ed., Lima (Grijley), 2007, pp. 273 ss.
204
INDICADORES DEL DOLO EN EL BLANQUEO DE CAPITALES ■
que las conforma. Asimismo, puede tratarse de asesoría externa, que es tam-
bién técnica o especializada, suele estar circunscrita a aspectos previamente
determinados y es siempre ajena a la administración o gestión de la empresa.
En el ámbito de la imputación subjetiva, la asesoría tiene un directo impacto
en la valoración de la vencibilidad del error y, en algunos casos (por ejemplo,
supuestos de advertencia de situaciones de riesgo), podrá ser valorada como
un indicador del conocimiento del riesgo típico.
La segunda variable consiste en que las estructuras empresariales com-
plejas suelen contar con procesos sofisticados de auditoría interna y auditoría
externa. Se trata de procesos periódicos de revisión de las situaciones de ries-
go, que permiten establecer y articular mecanismos de revisión, mejora y rein-
geniería de los procesos de identificación, evaluación y prevención de riesgos
en la empresa. En el ámbito de la imputación subjetiva, la auditoría tiene tam-
bién impacto en la valoración de la vencibilidad del error y sobre todo al deter-
minar si los modelos de prevención de delitos han sido adecuados y podrán ser
utilizados o no como mecanismos de defensa de la empresa y su alta dirección.
La tercera variable consiste en que las estructuras empresariales comple-
jas suelen contar con registros de antecedentes acerca de situaciones de riesgo
previas similares a las que puedan ser objeto de análisis. Por ejemplo, la exis-
tencia de registros sobre sanciones administrativas previas, intervenciones o
actos de fiscalización de la administración estatal, entre otras. En el ámbito de
la imputación subjetiva, el registro de antecedentes puede ser utilizado en algu-
nos casos como un indicador del conocimiento del riesgo típico al haber exis-
tido una transmisión previa de conocimientos o una exteriorización de determi-
nados órganos de la empresa de su conocimiento de la situación de peligro.
Estas tres variables (Asesoría – Auditoría – Antecedentes) son instrumen-
tos valiosos para el análisis del caso concreto y, como se ha visto, además de
repercutir en la valoración que se haga del modelo de prevención de delitos de
la empresa (y específicamente de prevención del blanqueo de capitales), tienen
una incidencia particular en el proceso de determinación del dolo de los órga-
nos que la conforman (directores, gerente general, gerentes técnicos, supervi-
sores, entre otros). Es necesario tener en cuenta que la comisión del delito de
blanqueo de capitales en estructuras empresariales complejas no responderá
siempre a una planificación organizada desde la propia persona jurídica con la
intervención activa de sus directivos, sino que puede responder a la actividad
de terceras personas que utilicen estructuras ajenas para concretar su plan cri-
minal. En este caso, si bien la prohibición de regreso frente a conductas neu-
tras puede cumplir un rol importante para descartar en algunos casos la impu-
tación objetiva, parece necesario también atender a aspectos vinculados a la
205
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
8
Corcoy Bidasolo, M., 2019, p. 82.
9
Cfr. Ragués i Vallès, R., «Imputación del delito económico a personas físicas», Lecciones de
Derecho Penal Económico y de la Empresa. Parte General y Especial, Barcelona (Atelier), 2020,
pp. 176 ss., quien sostiene que el empleo de la figura de la ignorancia deliberada resulta a menudo innce-
sario y se explica muchas veces por la discutible pretensión de aligerar las dificultades de probar el cono-
cimiento eventual de los acusados.
10
Corcoy Bidasolo, M., 2019, p. 84.
11
Decreto Legislativo núm. 1106.
206
INDICADORES DEL DOLO EN EL BLANQUEO DE CAPITALES ■
207
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
208
INDICADORES DEL DOLO EN EL BLANQUEO DE CAPITALES ■
12
Acerca de la prueba de indicios, Ragués i Vallès, R., «Imputación del delito económico a perso-
nas físicas», Lecciones de Derecho Penal Económico y de la Empresa. Parte General y Especial, Barcelo-
na (Atelier), 2020, p. 180.
13
Carlos de Oliveira, A. C., 2020, p. 656.
14
Cfr. Gómez Martín, V., El Derecho penal de Autor, Valencia (Tirant lo Blanch), 2007.
15
Sánchez-Málaga, A., Una teoría para la determinación del dolo. Premisas teóricas e indica-
dores prácticos, Montevideo-Buenos Aires (B de F), 2018.
209
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
16
Cfr. Laporta, M., El dolo y su determinación en Casación. Normativización y ubicación estruc-
tural en una concepción personal del injusto, Buenos Aires (Lexis Nexis), 2007; Ragués i Vallès, R., El
dolo y su prueba en el proceso penal, Barcelona (Bosch), 1999; Pérez Barberá, G., El dolo eventual.
Hacia el abandono de la idea de dolo como estado mental, Buenos Aires (Hammurabi), 2010.
210
INDICADORES DEL DOLO EN EL BLANQUEO DE CAPITALES ■
persona lo sabía, «se deben tener en cuenta las circunstancias específicas del
caso, como el hecho de que el valor de la propiedad sea desproporcionado en
relación a los ingresos del acusado y que la actividad delictiva y la adquisi-
ción del bien ocurrieron dentro del mismo plazo. La intención y el conoci-
miento pueden inferirse de circunstancias fácticas objetivas». Del mismo
modo, en la STS 149/2017, de 9 de marzo, se señala que, «para acreditar que
el recurrente tenía conocimiento de la procedencia delictiva del dinero que
blanqueaba, han de tomarse en consideración cuatro factores: En primer lu-
gar, (…) no (se) exige el conocimiento de los detalles o pormenores de las
operaciones específicas de tráfico de las que procede el dinero, sino exclusi-
vamente el conocimiento de su procedencia genérica de dicha actividad
(STS 586/86, de 29 de mayo, o STS 228/13, de 22 de marzo). En segundo
lugar, (…) el conocimiento exigible no implica saber (en sentido fuerte), (…)
sino que se trata de un conocimiento práctico, del que se obtiene a través de
la experiencia y de la razón, y que permite representarse una conclusión como
la más probable en una situación dada. Es el conocimiento que normalmente,
en las relaciones de la vida diaria, permite a una persona discriminar, estable-
cer diferencias, orientar su comportamiento, saber a qué atenerse respecto a
algo o alguien (STS 1113/2004, de 9 de octubre o 28/2010, de 28 de enero).
En tercer lugar, (…) en lo que se refiere al dolo exigible, basta con el eventual,
siendo suficiente que el acusado disponga de datos suficientes para poder in-
ferir que el dinero procede del tráfico de estupefacientes, y le resulte indife-
rente dicha procedencia (STS 228/2013, de 22 de marzo, o STS 1286/2006,
de 30 de noviembre). Y, en cuarto lugar, en cuanto a la prueba, (…) basta con
la indiciaria, que es la que ordinariamente nos permitirá obtener una conclusión
razonable sobre el conocimiento interno del sujeto (STS 216/06, de 2 de mar-
zo o 289/2006, de 15 de marzo)».
Ahora bien, el problema central objeto de análisis en este punto es que el
proceso de inferencia, entendido como el proceso de pensamiento mediante el
cual se razona desde la prueba hacia la comprobación, depende de una genera-
lización, que es «una proposición general que se asume como verdadera y que
se usa para argumentar implícita o explícitamente que una conclusión ha sido
probada» 17. Gracias a la generalización, los argumentos inductivos se traducen
en forma silogística. Si bien las generalizaciones permiten acercar la estructu-
ra probatoria a la forma cotidiana en que las personas generan conocimiento 18,
17
Anderson, T., Schum, D., Twining, W., Análisis de la prueba, Madrid (Marcial Pons), 2015,
pp. 447-448.
18
En ese sentido se pronuncia Vera Sánchez, Tesis Doctoral «La legítima defensa en el proceso
penal. Perspectivas probatorias», Barcelona (Universidad de Barcelona), 2014, p. 131, quien propone una
211
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
estructura tripartita del proceso de valoración de la prueba. Así, explica que, para que dicho proceso cum-
pla con criterios epistemológicos debe considerar que la confirmación de la hipótesis deriva de la interac-
ción entre el soporte inductivo (medio de prueba), la regla de inferencia o generalización y la hipótesis que
se intenta confirmar.
19
Cfr. Sánchez-Málaga, A., Concepto y prueba de los aspectos subjetivos del delito en el Dere-
cho penal angloamericano. Una aproximación a los sistemas judiciales inglés y estadounidense, Madrid-
Barcelona-Buenos Aires-Sao Paulo (Marcial Pons), 2020, pp. 194 ss.
212
INDICADORES DEL DOLO EN EL BLANQUEO DE CAPITALES ■
V. PROPUESTA
213
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
214
INDICADORES DEL DOLO EN EL BLANQUEO DE CAPITALES ■
20
Mir Puig, S., Derecho Penal. Parte General, 9.ª ed., Barcelona (Reppertor), 2011, pp. 123 ss.
215
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
216
SUPUESTOS DE ERROR EN DERECHO PENAL DE EMPRESA
*
Catedrático de Derecho Penal. Universidad de León (España). Este trabajo se inscribe en las tareas
del Proyecto de Investigación PID2019-108567RB-C21 (AEI), del que soy investigador principal con la
Prof. Dra. María A. Trapero Barreales, y en las de la UIC 166 de Castilla y León y del Grupo de Investi-
gación DPULE, que dirijo. Además, naturalmente, en las del Proyecto en que se enmarca la presente pu-
blicación. Las citas bibliográficas son drásticamente limitadas de modo consciente. En las obras citadas (y
en otras del autor del trabajo) se pueden encontrar múltiples ulteriores referencias.
1
Aunque no se puede entrar en una discusión a fondo del tema, se destacan a menudo también las
peculiaridades del dolo (o del conocimiento) y el error en el Derecho penal económico. Así, por ejem-
217
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
II. INTRODUCCIÓN
plo, recientemente Varela, L./Mansdörfer, M., Principios de Derecho Penal económico, Barcelona
(J. M. Bosch), 2021, pp. 189 ss., exponen las, a su juicio, diferencias entre «El dolo y error clásicos y
el dolo y error del Derecho Penal económico» ampliamente (con algunas coincidencias con lo que aquí
se expone de manera resumida, pero también teniendo en cuenta otros factores y extrayendo distintas
consecuencias).
2
Sobre las peculiaridades del error en Derecho penal económico (o, en general, en el llamado De-
recho penal accesorio o secundario), v., por muchos y con ulteriores referencias, en Alemania, Tiede-
mann, K., «Zum Stand der Irrtumslehre, insbesondere im Wirtschafts– und Nebenstrafrecht. Rechtsver-
gleichende Überlegungen und Folgerungen», en Schlüchter, E. (ed.), Kriminalistik und Strafrecht.
Festschrift für Friedrich Geerds, Lübeck (Schmidt-Römhild), 1995, pp 96 ss.; Roxin, C., Strafrecht. All-
gemeiner Teil. Band I. Grundlagen. Der Aufbau der Verbrechenslehre, 4.ª ed., München (C. H. Beck), 2006,
§ 21 nm. 41 ss. [Derecho Penal. Parte General. Fundamentos. La Estructura de la Teoría del Delito, trad.
de la 2.ª ed. alemana de Luzón Peña, D.-M./Díaz y García Conlledo, M./De Vicente Remesal, J., Madrid
(Civitas), 1997, § 21 nm. 40 ss.]; Roxin, C./Greco, L., Strafrecht. Allgemeiner Teil. Band I. Grundlagen.
Der Aufbau der Verbrechenslehre, 5.ª ed., München (C. H. Beck), 2020, § 21 nm. 41 ss.; y en España,
Díaz y García Conlledo, M., «El error de prohibición: pasado, presente y futuro», en Cerezo Mir, J./
Suárez Montes, F./Beristain Ipiña, A./Romeo Casabona, Carlos M. (eds.), El nuevo Código Penal: presu-
puestos y fundamentos, Libro Homenaje al Profesor Doctor Don Ángel Torío López, Granada (Coma-
res), 1999, pp. 363 ss.; Martínez-Buján Pérez, C., Derecho Penal Económico y de la Empresa. Parte
General, 6.ª ed., 2022, Valencia (Tirant lo Blanch), pp. 528 ss. Sobre las peculiaridades y «tensiones» de
la teoría del delito en el Derecho penal económico, p. ej., Silva Sánchez, J.-M., Fundamentos del Dere-
cho penal de la Empresa, 2.ª ed., Madrid/Buenos Aires/Montevideo (Edisofer/BdeF), 2016, pp. 7 ss., con
ulteriores referencias.
218
SUPUESTOS DE ERROR EN DERECHO PENAL DE EMPRESA ■
3
Hasta donde conozco, está posición no se sustenta con carácter general, aunque aparece desde
distintas perspectivas, en especial en el contexto de la discusión sobre el error en el Derecho penal tribu-
tario (v. infra VI).
4
De modo paradigmático, Tiedemann, C., Tatbestandsfunktionen im Nebenstrafrecht: Untersu-
chungen zu einem rechtsstaatlichen Tatbestandsbegriff, entwickelt am Problem der Wirtschaftsstrafrechts,
Tübingen, (J. C. B. Mohr), 1969, pp. 401 s. (en resumen conclusivo); 1995, p. 106.
5
Roxin, C., 2006, § 12 nm. 10, pp. 41 s.; «Über Tatbestands– und Verbotsirrtum», en Sieber, U.
(ed.), Strafrecht und Wirtschaftsstrafrecht: Dogmatik, Rechtsvergleich, Rechtstatsachen. Festschrift für
Klaus Tiedemann zum 70. Geburtstag, Köln (Heymann), 2008, p. 377, aclarando que no está sustancial-
mente demasiado alejado de la tesis de Tiedemann, pero considera más adecuado mantenerse en su propia
teoría «más suave o flexible» de la culpabilidad (pp. 388 ss.).
219
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
6
Se puede incluso aceptar que un «conocimiento completo» de la situación no se alcanza sin cono-
cimiento de la situación jurídica. Pero en todo caso existen dos grados o peldaños de desconocimiento, que
colocan al sujeto en una posición distinta para el seguimiento del Derecho [como incluso puede aceptar un
defensor de teoría –peculiar (v. al respecto mi opinión en Díaz y García Conlledo, M., «Un sistema de
Derecho penal en evolución», RDPC, núm. 2, 1998, pp. 435 s.)– del dolo como Mir Puig, S., Derecho
Penal. Parte General, 10.ª ed. (2.ª reimpr. corregida), Barcelona (Reppertor), 2016, Lecc. 21 nm. 21 ss.].
Más detalladamente, Díaz y García Conlledo, M., 1999, pp. 343 ss.
7
Roxin, C., 2006, § 21 nm. 43 (1997, § 21 nm. 41); Roxin, C./Greco, L., 2020, § 21 nm. 43.
8
Por todos, con múltiples ulteriores referencias, Roxin, C., 2006, § 12 nm. 100 ss. (1997, § 12
nm. 84 ss.); Roxin, C./Greco, L., 2020, § 12 nm. 100 ss.).
9
Puppe, I., «Tatirrtum, Rechtsirrtum, Subsumtionsirrtum», en Goltdammer’s Archiv für Strafre-
cht 1990, pp. 145 ss. [«Error de hecho, error de Derecho, error de subsunción» –traducción de Cancio
Meliá, M./Bruzzone, G., CPC, núm. 47, 1992, pp. 349 ss. También aparece, en traducción de Cancio
Meliá, M., en el volumen El error en el Derecho penal, Buenos Aires (Ad-Hoc), 1999, pp. 87 ss.].
10
Frisch, W., «Der Irrtum als Unrechts– oder Schuldauschluss im deutschen Strafrecht», en Eser,
A./Perron, W. (Hrsg.), Rechtfertigung und Entschuldigung III. Deutsch-italienisch-portugiesisch-spanis-
ches Strafrechtskolloquium 1990, Freiburg i. Brisgau (Max-Planck-Institut), 1990, pp. 260 ss. [«El error
como causa de exclusión del injusto y/o de la culpabilidad en el Derecho Penal alemán», traducción de
Bruzzone, G./Peñaranda, E., en Eser, A./Gimbernat, E./Perron, W. (eds.), Justificación y exculpación en
Derecho penal (Coloquio Hispano-Alemán de Derecho Penal), Madrid (Servicio de Publicaciones de la
Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, Centro de Estudios Judiciales), 1995, pp. 157 ss.
También aparece, en traducción de Peñaranda, E., bajo el título «El error como causa de exclusión del
injusto y/o como causa de exclusión de la culpabilidad», en el volumen El error en el Derecho penal,
Buenos Aires (Ad-Hoc), 1999, pp. 11 ss.].
220
SUPUESTOS DE ERROR EN DERECHO PENAL DE EMPRESA ■
ser apuntada aquí, es que para actuar con dolo basta con que el sujeto sepa que
en su hecho concurren los elementos típicos en su sentido material auténtico,
con independencia de cómo los denomine, de que sepa que integran el supues-
to de hecho de un tipo penal, de que conozca o no las reglas constitutivas del
elemento, etc. Solo el error sobre la concurrencia en el hecho del elemento tí-
pico en su sentido material auténtico será un error de tipo. El resto serán erro-
res de subsunción (aunque esta terminología se usa a veces de diferentes for-
mas, de modo que puede llegar a resultar confusa), en sí mismos irrelevantes,
si bien en ocasiones podrán conducir a un error de prohibición o a un error
sobre el carácter delictivo del hecho 11, que considero relevante 12.
Para aproximarnos al problema del error sobre elementos normativos del
tipo en el Derecho penal económico, tomaremos el ejemplo del delito doloso
de blanqueo de capitales. En el tipo se exige expresamente 13 (aunque no haría
falta) que el sujeto sepa que los bienes proceden de una actividad delictiva.
11
Se trata del confusamente llamado error de o sobre la punibilidad, que creo que se identifica mejor
si se habla de error sobre la antijuridicidad penal, la prohibición bajo pena o el carácter delictivo del hecho.
He señalado que lo considero relevante: me sitúo en un punto medio entre la posición dominante que, con
matices, niega esta relevancia [por todos, Roxin, C., 2006, § 21 nm. 12 ss. (1997, § 21 nm. 12 ss.); Roxin.
C./Greco, L., 2020, § 21 nm. 12 ss.] y la minoritaria que identifica el error de prohibición con este [en
España principalmente la escuela de Mir Puig, con especial detenimiento y fundamentación Felip i Sabo-
rit, D., Error iuris. El conocimiento de la antijuricidad y el artículo 14 del Código penal, Barcelona
(Atelier), 2000, pp. 126 ss.], de modo que creo que, por la afectación de la culpabilidad que puede suponer,
puede llegar a tener una rebaja sensible de pena (incluso, en casos extremos, igual a la que supone en Es-
paña el error de prohibición vencible –art. 14.3 CP–, pues la vía sería la apreciación de una atenuante
analógica, en su caso muy cualificada –art. 66.1.2.ª CP), si bien entiendo que debe comprobarse la afecta-
ción de la culpabilidad y, por lo tanto, concibo la atenuación como facultativa [muy próximo a Luzón
Peña, D.-M., Lecciones de Derecho Penal. Parte General, 3.ª ed., Valencia (Tirant lo Blanch), 2016,
Cap. 17, nm. 50, solo que él plantea la atenuación como automática): v. Díaz y García Conlledo,
M., 1999, pp. 355 ss. (omito la cita, pero señalaré que hay algunos autores que siguen la propuesta de
Luzón y mía)]. Me parecen interesantes otras posiciones intermedias, en especial la de Neumann, U.,
entre otros lugares, en Alternativkommentar zum StGB I, Neuwied/Darmstadt (Luchterhand), 1990 §
17 nm. 20 ss., que hace relevante el error sobre la sancionabilidad (penal o no) del hecho; con esta simpa-
tizan también algunos autores españoles, como, entre otros y a modo de mero ejemplo, con ulteriores re-
ferencias Martínez-Buján Pérez, C., 2022, p. 624 (ya también en trabajos anteriores).
12
Mi concepción acerca del error sobre elementos normativos del tipo puede verse, entre otros tra-
bajos míos, en Díaz y García Conlledo, M., El error sobre elementos normativos del tipo penal, Las
Rozas (Madrid) [La Ley (Wolters Kluwer)], 2008, pp. 198 ss., 315 ss. y passim, con una valoración amplia
de las tesis de otros autores (edición colombiana en Editorial Universidad del Rosario, Bogotá, 2012).
13
Baste transcribir aquí el primer párrafo del número 1 del artículo 301 CP: «1. El que adquiera,
posea, utilice, convierta, o transmita bienes, sabiendo que estos tienen su origen en una actividad delictiva,
cometida por él o por cualquiera tercera persona, o realice cualquier otro acto para ocultar o encubrir su
origen ilícito, o para ayudar a la persona que haya participado en la infracción o infracciones a eludir las
consecuencias legales de sus actos, será castigado con la pena de prisión de seis meses a seis años y multa
del tanto al triplo del valor de los bienes. En estos casos, los jueces o tribunales, atendiendo a la gravedad
del hecho y a las circunstancias personales del delincuente, podrán imponer también a este la pena de in-
habilitación especial para el ejercicio de su profesión o industria por tiempo de uno a tres años, y acordar
la medida de clausura temporal o definitiva del establecimiento o local. Si la clausura fuese temporal, su
duración no podrá exceder de cinco años».
221
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
Pues bien, un sujeto realiza con dolo el resto de los elementos típicos, pero
alega que él creía que la actividad de que procedían los efectos no era delictiva,
sino solo constitutiva de una infracción administrativa o directamente de una
actividad lícita.
En apariencia, se trata de un error sobre la concurrencia en su hecho de
un elemento típico normativo (es el propio CP el que establece qué es delito
–dejo al margen los problemas que, desde la LO 5/2010, supone el cambio de
la referencia a delito por la de actividad delictiva en el delito de blanqueo de
capitales) y, por tanto, suponiendo que sea vencible, parece que debería con-
ducir a la sanción por el tipo imprudente del artículo 301.3 CP (menor que la
del doloso) en el Derecho español (siempre que la imprudencia sea grave) 14.
Pues bien, esta solución debe ser matizada. El juez debe investigar en concreto
en qué consistió el error. Este pudo consistir en creer realmente que la activi-
dad de la que proceden los bienes no es delictiva, porque, por ejemplo, no
tenga ni idea de los hechos realizados para la obtención de los bienes (aunque
no solo razones de desconocimiento fáctico, sino también de desconocimiento
o error jurídico pueden dar lugar a este error); en tal caso, el sujeto ignoró de
forma vencible (normalmente) la concurrencia en su hecho de un elemento
típico y se trataría de un auténtico error de tipo, con las consecuencias que
conocemos.
Sin embargo, las cosas son muy distintas si el juez constata que el sujeto
supo perfectamente que los bienes provenían de un secuestro, pero creía (aun-
que el ejemplo es un poco absurdo, pero quiero que sea gráfico) que delito solo
era matar, lesionar o violar. Ciertamente el sujeto supo aquí todo lo que el tipo
pide que se sepa como presupuesto de la prohibición de la conducta (supo que
los bienes procedían de un secuestro, supo que procedían de algo muy grave
por lo que se va a la cárcel) y lo único que sufre es un error sobre el concepto
de delito, lo que suele denominarse un error de subsunción (o de concepto).
Como el sujeto supo que en su hecho concurrieron los elementos del tipo en su
sentido material auténtico, no podemos hablar de un error de tipo. El error de
subsunción sufrido sería en este caso irrelevante, pues con seguridad no con-
dujo al sujeto a pensar que su conducta no estaba prohibida (ni siquiera segu-
ramente a pensar que su conducta no era –materialmente– delictiva, aunque,
dado lo absurdo –para que sea gráfico– del ejemplo, ello pudiera discutirse) y,
por tanto, respondería plenamente por el delito doloso de blanqueo de capita-
les. En algunos supuestos de errores de concepto no tan burdos, el error de
14
Artículo 301.3 CP: «Si los hechos se realizasen por imprudencia grave, la pena será de prisión de
seis meses a dos años y multa del tanto al triplo».
222
SUPUESTOS DE ERROR EN DERECHO PENAL DE EMPRESA ■
15
No exclusiva por cierto del delito de blanqueo de capitales en el CP español, sino que, de otro
modo, se produce también, al menos, en todos los casos en que la ley establece la pena del delito cometido
por imprudencia grave (si no es grave, no hay delito y no se rompe la regla) mediante una cláusula general
referida a los artículos anteriores (o fórmulas similares) que establece que se impondrá la pena inferior en
grado a la de esos delitos dolosos (arts. 317, 331, 344, 345.3, 358 y 367 CP), de modo que la pena sería
igual a la derivada de la existencia de un error de prohibición vencible en que la pena se rebajara solo en
un grado y superior a la resultante de la rebaja en dos grados (peculiar, por diversas razones, es el supues-
to del art. 576.4 CP, que prevé la rebaja en uno o dos grados, igual que en el caso del art. 615 bis.2 CP).
16
Así, por ejemplo, aunque las pautas de determinación de la pena del StGB alemán son complejas
en aplicación a este caso, creo que difícilmente se producirá la inversión (parcial) de la regla que observa-
mos en el Derecho penal español en el supuesto del blanqueo del § 261 StGB (ni siquiera tras la amplia-
ción de la tipicidad de este delito operada por el art. 1 de la Ley para la mejora de la lucha o represión
jurídico-penal del lavado de dinero –Gesetz zur Verbesserung der strafrechtlichen Bekämpfung der Geld-
wäsche, GwStrRVG, de 9 de marzo de 2021, en vigor desde el 18 de ese mes), que contempla también un
supuesto de blanqueo por «temeridad» (Leichtfertigkeit), un grado especialmente elevado de imprudencia,
en su apartado 6, entre otras cosas (aunque no solo) por el carácter potestativo de la atenuación de la pena
en caso de error de prohibición vencible, conforme al § 17 StGB.
17
No obstante, señalaré que, para el supuesto del blanqueo (pero podría valer para los otros supues-
tos), Martínez-Buján Pérez, C., 2022, pp. 523 ss. (por citar la última edición de esta obra, aunque su
propuesta procede de ediciones anteriores), con ulteriores referencias [en El error en la teoría jurídica del
223
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
delito. Un estudio a la luz de la concepción significativa, Valencia (Tirant lo Blanch, 2017, p. 92 n. 172 se
limita a exponer la existencia de la quiebra del tratamiento más benigno del error de tipo en el caso del
delito de blanqueo de capitales, remitiendo a la obra anteriormente citada], propone de lege ferenda modi-
ficar los marcos penales para que no se produzca la consecuencia señalada y, de lege lata, al menos para
errores vencibles «sobre términos normativos jurídicos», calificarlos como errores de prohibición, por
resultar las consecuencias más favorables para el sujeto. La propuesta parece político-criminalmente razo-
nable y creo que admite también una fundamentación dogmática: salvo supuestos de doble error, todo
error de tipo conduce también al desconocimiento de la prohibición, aunque, naturalmente, el primero
desplaza al segundo; en los supuestos excepcionales mencionados podría defenderse la inversión de la
regla (resolver el «concurso de errores» en el sentido inverso) para no llegar a tratamientos desiguales e
incluso a despropósitos valorativos. Pero, en mi opinión, hay que valorar si con ello se vulnera el principio
de vigencia, de modo que se vacíe el artículo 301.1 CP; ello dependerá de si son concebibles casos de
blanqueo por imprudencia grave no derivada de un error de tipo (o sobre elementos del tipo distintos a los
que el citado autor denomina «términos normativos jurídicos»), pues es claro que estos serán relativamen-
te frecuentes (error sobre la cualidad de delictiva de la actividad de que proceden los bienes).
18
El alzamiento de bienes se regula actualmente en el artículo 257.1.1.º CP como una modalidad de
«frustración de la ejecución», con el mismo tenor que tenía en el CP que regía en el momento de la sen-
tencia comentada: «El que se alce con sus bienes en perjuicio de sus acreedores».
224
SUPUESTOS DE ERROR EN DERECHO PENAL DE EMPRESA ■
19
V. solo, a modo de ejemplo y con ulteriores referencias, Roxin, C., 2006, § 21 nm. 41 ss. (1997,
§ 21 nm. 40 ss.); 2008, pp. 388 ss.; Roxin, C./Greco, L., 2020, § 21 nm. 41 ss.
225
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
En mi opinión, ello no justifica borrar las fronteras entre los dos errores,
pero sí es posible, mediante valoraciones normativas referentes al sujeto indi-
vidual que sufre el error, ser más generoso en la apreciación de errores de
prohibición invencibles (que conducen a la impunidad), suavizando así algo
(mediante una teoría flexible o suavizada de la culpabilidad) las diferencias de
tratamiento entre ambas clases de errores 20. La fundamentación de la invenci-
bilidad de estos errores puede descansar, no tanto en que el sujeto no tuviera
motivos para reflexionar o informarse sobre la licitud o ilicitud de la conducta,
pues, con dudas o sin ellas, sabrá que se mueve en un sector de actividad (por
ejemplo, el mercado financiero) especialmente regulado (si es que no es cons-
ciente de la posibilidad de dañar a terceros), lo que debe ser ya un motivo para
cerciorarse (reflexionar e informarse). El fundamento estaría más bien en que,
o bien, si se informara suficientemente, no llegaría a una conclusión segura por
las dificultades de interpretación también para los expertos, o bien porque,
aunque no se haya informado de forma suficiente, si lo hubiera hecho, tampo-
co habría logrado convencerse de la ilicitud de la conducta, o sea, salir de su
error (la información le habría confirmado erróneamente la licitud de su con-
ducta). O, si se prefiere: ¿cómo vamos a hacer responsable a un profano por no
conocer prohibiciones o injustos sobre cuyo significado o contenido a veces ni
siquiera los expertos se ponen de acuerdo?
Ahora bien, tampoco hay que exagerar las dificultades de conocimiento
de la situación jurídica (que a veces se agrandan interesadamente). Pensemos
que gran parte de la alta delincuencia económica (la de cuello blanco) se desa-
rrolla en esferas sociales donde hay formación y conocimiento sobre el «nego-
20
Asumo (Díaz y García Conlledo, M., 1999, pp. 362 s.; 2008, pp. 175 s., entre otros trabajos)
las tesis de autores como Rudolphi, H.-J., Unrechtsbewuβtsein, Verbotsirrtum und Vermeidbarkeit des
Verbotsirrtums, Göttingen (Otto Schwartz & Co.), 1969, pp. 193 ss., o Roxin, C., 2006, § 21 nm. 52 ss.
(1997, § 21 nm. 50 ss.) y Roxin, C./Greco, L., 2020, § 21 nm. 52 ss., y, en definitiva, creo que para que
un error de prohibición sea vencible, el sujeto debe haber tenido algún motivo para cerciorarse sobre la
situación jurídica (reflexionar e informarse), sea que le han surgido dudas reales sobre la ilicitud del hecho,
sea que opera en un sector especialmente regulado o normativizado, sea que su conducta puede causar
daños a terceros o a la sociedad; existiendo el motivo, el sujeto actuará de todas formas en error de prohi-
bición invencible si se ha informado de una fuente fiable (un abogado, un catedrático de Derecho, un juez,
etc.) que, erróneamente, le ha asegurado la licitud de su conducta, o, en algunos casos, incluso si ha llega-
do, erróneamente, a esa misma conclusión con un estudio propio, e incluso si, no habiéndose informado,
se comprueba que, de haberlo hecho, la fuente fiable le habría confirmado, erróneamente, la licitud de su
conducta. Entiendo, naturalmente, que, además, como subraya Luzón Peña, D.-M., 2016, Cap. 18
nm. 11, hay que añadir a estos casos el supuesto más tradicional de invencibilidad del error de prohibición
en el caso más claramente asociado a factores subjetivos individuales de que concurran circunstancias
excepcionales, condiciones o cualidades en un sujeto que supongan la imposibilidad de conocer la ilicitud
de su conducta, que sería accesible al sujeto medio (deficiencias culturales o de inteligencia, situaciones
psicológicas difíciles que no excluyan la imputabilidad, incluso razones de llegada muy reciente al país sin
conocimiento de idioma, costumbres o normas muy distintas a las del país de origen, etc.).
226
SUPUESTOS DE ERROR EN DERECHO PENAL DE EMPRESA ■
21
Así, por ejemplo, Bajo Fernández, M./Bacigalupo Saggese, S., Derecho Penal Económi-
co, 2.ª ed., Madrid (Editorial Universitaria Ramón Areces), 2010, pp. 232 s.
22
Para que se compruebe que hay más incluso de los citados, reproduciré solo el número 1 de los
siete de que consta ese largo artículo 305 CP: «El que, por acción u omisión, defraude a la Hacienda Pú-
227
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
blica estatal, autonómica, foral o local, eludiendo el pago de tributos, cantidades retenidas o que se hubie-
ran debido retener o ingresos a cuenta, obteniendo indebidamente devoluciones o disfrutando beneficios
fiscales de la misma forma, siempre que la cuantía de la cuota defraudada, el importe no ingresado de las
retenciones o ingresos a cuenta o de las devoluciones o beneficios fiscales indebidamente obtenidos o
disfrutados exceda de ciento veinte mil euros será castigado con la pena de prisión de uno a cinco años y
multa del tanto al séxtuplo de la citada cuantía, salvo que hubiere regularizado su situación tributaria en
los términos del apartado 4 del presente artículo./La mera presentación de declaraciones o autoliquidacio-
nes no excluye la defraudación, cuando esta se acredite por otros hechos./Además de las penas señaladas,
se impondrá al responsable la pérdida de la posibilidad de obtener subvenciones o ayudas públicas y del
derecho a gozar de los beneficios o incentivos fiscales o de la Seguridad Social durante el período de tres
a seis años».
23
Buenos resúmenes de las principales opiniones en la doctrina española y alemana pueden encon-
trarse en España, por ejemplo, ya en Muñoz Conde, F., «El error en el delito de defraudación tributaria
del artículo 349 del Código penal», ADPCP, XXXIX, 1986, pp. 379 ss., respecto del tipo del CP 1944/73,
en lo que se refiere a España, pero con amplia recogida también de la discusión alemana, y propugnando
él mismo una «teoría del error orientada a las consecuencias»; Fakhouri Gómez, Y., «El tratamiento del
error sobre el delito fiscal: desarrollos doctrinales y jurisprudenciales en España y en Alemania y propues-
ta de solución», LLP, núm. 82, 2011, pp. 60 ss.; Martínez-Buján Pérez, C., 2022, pp. 536 ss.; Torres
Cadavid, N., La responsabilidad penal del asesor fiscal, Valencia (Tirant lo Blanch), 2019, pp. 169 ss.;
«El error sobre la obligación tributaria en el delito fiscal (según la teoría de la culpabilidad)», Foro
FICP, 2022-3, pp. 424 ss.
24
Así, por ejemplo, especialmente Fakhouri Gómez, Y., LLP, núm. 82, 2011, pp. 73 ff. Sobre la
defensa general de una nueva teoría pura del dolo por esta autora, v. su muy interesante monografía Deli-
mitación entre error de tipo y de prohibición. Las remisiones normativas: un caso problemático, Cizur
Menor, Navarra (Thomson Reuters), 2009, con numerosas y amplias referencias; «Teoría del dolo vs.
teoría de la culpabilidad – Un modelo para afrontar la problemática del error en Derecho penal», In-
Dret, 4/2009, pp. 1 ss. (numeración de páginas autónoma del propio artículo); «Zum Umgang mit der
Irrtumsproblematik bei normativen Tatbestandsmerkmalen und Blankettstrafgesetzen», Goltdammer’s
Archiv für Strafrecht, 2010, pp. 259 ss.
25
V. infra nn. 29 s.
26
Recojo mi opinión, entre otros lugares, en Díaz y García Conlledo, M., 2008, pp. 407 ss. Me
sigue en líneas generales, completando mi criterio en relación con las diferentes conductas típicas del
delito de defraudación tributaria y planteando interesantes cuestiones que yo no trato específicamente,
Torres Cadavid, N., 2019, pp. 171 ss.; Foro FICP, 2022-3, pp. 427 ss. y passim.
228
SUPUESTOS DE ERROR EN DERECHO PENAL DE EMPRESA ■
27
Algo que no es indiscutido y que aquí no podemos debatir; v. mis breves reflexiones en Díaz y
García Conlledo, M., 1999, pp. 352 ss., con ulteriores referencias.
28
Roxin, C., 2016, § 12 nm. 107 s., entre otros lugares (y en relación con el § 370 de la Ordenanza
Tributaria alemana (Abgabeordnung, AO), con una regulación no idéntica a la española. Igual Roxin, C./
Greco, L., 2020, § 12 nm. 107 s.
229
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
un error de tipo, aunque ello no invalide la distinción entre error de tipo y error
de prohibición.
Y también se ha planteado a menudo el error sobre elementos centrales
de este delito como error sobre una ley penal en blanco o sobre el elemento en
blanco de una ley penal, habiéndose llegado a conclusiones diversas, que aquí
no detallaré, pero con frecuencia también a otorgarle fundamentalmente el
tratamiento del error de tipo. Algunos autores, cuya opinión en este tema no
comparto (por ejemplo, Maiwald 29 en Alemania, desde la teoría de la culpabi-
lidad y curiosamente también sobre la base de la imposibilidad de descompo-
ner el deber tributario en dos niveles, o Gracia Martín 30 en España), conside-
ran que el error sobre el deber jurídico tributario es siempre un error de
prohibición.
Por otro lado, aunque la idea del asesoramiento suele vincularse (como
yo lo he hecho anteriormente) al error de prohibición y a su vencibilidad o no,
debe señalarse aquí que incluso para la apreciación de un error de tipo o uno
de subsunción es importante tener en cuenta la situación real de la mayoría de
los sujetos con capacidad económica para cometer delito fiscal: suele tratarse
de sujetos muy bien asesorados por expertos en Derecho tributario y, en con-
secuencia, salvo casos excepcionales, no es fácil que incurran en errores de
tipo (vencibles o invencibles, que en ambos casos eximirían de responsabili-
dad penal, pues no se tipifica la comisión imprudente de este hecho) por igno-
rar la existencia de una deuda tributaria (o del hecho imponible que la genera) 31.
Es decir, que pronunciarse por el error de tipo en estos supuestos no supone
una extensión de la impunidad en este ámbito de conductas.
Consideraciones similares habría que hacer respecto de los otros elemen-
tos, como, en el tipo español, «beneficios fiscales» (el sujeto ha de conocer el
carácter fiscal del beneficio y no confundirlo, materialmente, con por ejemplo
un premio estatal a la dedicación empresarial o a su labor investigadora), y,
29
Maiwald, M., Unrechtskenntnis und Vorsatz im Steuerstrafrecht, Heidelberg (v. Decker & C. F.
Müller), 1984, pp. 15 ss. y passim.
30
Gracia Martín, L., «Recensión a Martínez-Buján Pérez, Carlos: Derecho penal económico.
Parte General. Ed. Tirant lo Blanch, Valencia, 1998, 246 pp.», RDPC, núm. 13, 2004, p. 475.
31
Aunque no pretendo decir aquí que no sean concebibles casos, incluso por la delegación absoluta
de las cuestiones fiscales en los asesores. Sin embargo, no serán tantos como a veces se pretende y, a la
vez, la afirmación de ausencia de error de tipo (o, en su caso, de prohibición) y presencia de dolo (o de
conocimiento de la antijuridicidad) a través de la figura de la ignorancia deliberada no me parece correcta
ni recomendable: mi opinión sobre esto último en Díaz y García Conlledo, M., «A vueltas con el
dolo», en Gómez Martín, V./Bolea Bardon, C./Gallego Soler, J. I./Hortal Ibarra, J. C./Joshi Jubert, U.
(Dirs.)/Valiente Ivañez, V./Ramírez Martínez, G. (Coords.), Un modelo integral de Derecho penal. Libro
Homenaje a la Profesora Mirentxu Corcoy Bidasolo, Vol. I, Madrid (Agencia Estatal del Boletín Oficial
del Estado), 2022, pp. 553 ss.
230
SUPUESTOS DE ERROR EN DERECHO PENAL DE EMPRESA ■
sobre todo, respecto del carácter indebido del disfrute de beneficios fiscales.
Creo que se trata de un elemento de valoración global del hecho, por lo que me
limitaré a señalar que el error sobre la concurrencia de los presupuestos de ese
carácter indebido del beneficio será un error de tipo, mientras que un error
sobre la propia valoración como indebido es un error de prohibición, si bien se
requerirían precisiones que aquí no son posibles 32.
32
En este sentido, me parecen muy interesantes las consideraciones que respecto de la naturaleza y
significado de este elemento plantea una autora tan cercana a mis tesis como Torres Cadavid, N., 2019,
pp. 144 ss., quien, con argumentos muy dignos de ser tenidos en cuenta y que no estoy en condiciones de
rebatir o confirmar en este trabajo resumido y dedicado al error (en el que sobre este en el delito fiscal solo
hago, como indico en el título del apartado, «un apunte»), no cree que nos hallemos ante un elemento de
valoración global del hecho (en especial pp. 148 ss., aludiendo también a algunas dificultades que yo
mismo he planteado en torno a la naturaleza del «indebidamente» que aparece en el art. 305.1 CP), sino
ante uno normativo en sentido estricto, dándole una interpretación original.
231
LA RESPONSABILIDAD PENAL AUTÓNOMA DE LAS PERSONAS
JURÍDICAS
I. INTRODUCCIÓN
*
Profesor Titular de Derecho penal. Universidad de Jaén. Este trabajo ha sido realizado en el marco
del proyecto de investigación: «Estrategias transversales para la prevención de la delincuencia económica
y la corrupción» (Ref. PID2021-23028OB-I00).
1
Sobre la evolución legislativa de la responsabilidad de las personas jurídicas Vid., por todos, Car-
pio Briz, D. I., «La responsabilidad penal de las personas jurídicas en el sistema español a la luz del
modelo italiano de imputación el ente», Diritto Penal Contemporaneo, núm. 2, 2018, pp. 43 ss.
2
Vid. Silva Sánchez, J. M., «Aplicación judicial de las consecuencias accesorias para las empre-
sas», InDret, 2/2006, pp. 4 s.; Ortiz De Urbina Gimeno, I., «Ni catástrofe, ni panacea: la responsabilidad
233
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
penal de las personas jurídicas», Boletín de estudios económicos, vol. LXIX, núm. 211, 2014, p. 101;
Goena Vives, B., Responsabilidad penal y atenuantes en la persona jurídica, Madrid (Marcial
Pons), 2017, p. 97. Un estudio sobre la escasa aplicación jurisprudencial del artículo 129 CP en Silva
Sánchez, J. M., InDret, 2/2006, pp. 4 ss.
3
A partir de ahora, LO 5/2010.
4
A partir de ahora, LO 1/2015.
5
Vid. Dopico Gómez-Aller, J., «Responsabilidad de las personas jurídicas», Ortiz de Urbina Gi-
meno, I. (coord.), Memento Experto. Reforma Penal, Madrid (Francis Lefebvre), 2010, marg. 118; Zu-
galdía Espinar, J. M., La responsabilidad criminal de las personas jurídicas, de los entes sin personali-
dad y de sus directivos (análisis de los arts. 31 bis y 129 CP), Valencia (Tirant lo Blanch), 2013a, pp. 70 ss.;
idem, «Teorías jurídicas del delito de las personas jurídicas (aportaciones doctrinales y jurisprudenciales).
Especial consideración de la teoría del hecho de conexión», CPC, núm. 121, 2017, p. 13; idem, «Aproxi-
mación teórica y práctica al sistema de responsabilidad criminal de las personas jurídicas en el Derecho
penal español», en Reátegui Sánchez y Requejo Sánchez (coords.), Derecho penal económico y de la
empresa, Santiago de Chile (Olejnik), 2018, p. 364; González Rus, J. J., «La reforma de la responsabi-
lidad penal de las personas jurídicas», en Palma Herrera, J. M. (dir.), Procedimientos operativos objetivos
estandarizados y responsabilidad penal de la persona jurídica, Madrid (Dykinson), 2014, pp. 27 ss.; Ba-
rona Vilar, S., «La persona jurídica como responsable penal, parte pasiva en el proceso penal y parte en
la mediación penal en España», en Ontiveros Alonso, M. (dir.), La responsabilidad Penal de las Personas
Jurídicas, Valencia (Tirant lo Blanch), 2014, pp. 71 ss.; Ortiz De Urbina, I., «Responsabilidad penal de
las personas jurídicas (sección 1)», en Ayala Gómez, I., y Ortiz de Urbina Gimeno, I. (coords.), Memento
penal y Económico de la Empresa, Madrid (Francis Lefebvre), 2016, marg. 1377 ss.; Gómez-Jara Díez,
C., «Autoría y participación en la responsabilidad penal de las personas jurídicas», en Bajo Fernández, M.,
Feijoo Sánchez, B., y Gómez-Jara Díez, C. (auts.), Tratado de responsabilidad penal de las personas ju-
rídicas, 2.ª edición, Cizur Menor (Aranzadi), 2016c, pp. 263 ss.; Nieto Martín, A.; Maroto Calata-
yud, M., «La responsabilidad penal de las personas jurídicas», en Demetrio Crespo, E., y Rodríguez Ya-
güe, C. (coords.), Curso de Derecho Penal. Parte General, 3.ª ed, Barcelona (Ediciones Experiencia), 2016,
p. 554 ss.; García Ruiz, A., «Responsabilidad penal de las personas jurídicas: el nuevo artículo 31 bis del
Código Penal y su aplicación a los delitos ecológicos», RDPC, núm. 2, 2016, p. 9; Feijoo Sánchez, B.,
El delito corporativo en el Código Penal Español, 2.ª ed, Cizur Menor, 2016e, p. 74; idem, Réplica a Javier
Cigüela», InDret, 2/2016, 2016d, pp. 3 y 27.
SSTS 154/2016 de 29 de febrero (fd. 8); 516/2016 de 13 de junio (fd. 1, Vid. auto aclaratorio de 28
de junio de 2016); 221/2016 de 16 de marzo (fd. 5); 668/2017 de 11 octubre (fd. 1.2); 407/2018 de 8 de
mayo (fd. 5); 234/2019 de 8 de mayo (fd. 5); SSAP Zaragoza 201/2022 de 5 de mayo (fd. 10); Barcelo-
na 303/2022 de 6 de mayo (fd. 2).
6
El modelo teórico autónomo de responsabilidad penal de las personas jurídicas es el que más se
adapta a la regulación actual, aunque no encaje perfectamente en ella. Desajuste que ha sido utilizado
como soporte de otras interpretaciones sobre su naturaleza: «la ausencia de un posicionamiento expreso
del legislador en el CP a favor del modelo autónomo (a pesar de las afirmaciones en este sentido que
recoge el preámbulo), la vinculación con el hecho de la persona física o la subordinación de la duración
234
LA RESPONSABILIDAD PENAL AUTÓNOMA DE LAS PERSONAS JURÍDICAS ■
de la pena de la persona jurídica a la de la persona física han dado paso a otras opiniones críticas que
sustentan que sigue siendo vicarial o heterónomo, que se trata de un modelo mitad autónomo, mitad he-
terónomo o que no es ni una cosa, ni la otra», Fuentes Osorio, J. L., Sistema de determinación de la
pena de las personas jurídicas, Barcelona (J. M. Bosch), 2023, pp. 71 s. (con referencias sobre cada
posicionamiento).
7
Insisten en esta necesidad de adaptación, Guardiola Lago, M. J., Responsabilidad penal de las
personas jurídicas y alcance del artículo 129 del Código Penal, Valencia (Tirant lo Blanch), 2004, p. 120;
Heine, G., «Modelos de responsabilidad jurídico-penal originaria de la empresa», Gómez-Jara Díez, C.
(coord.), Modelos de autorresponsabilidad penal empresarial. Propuestas contemporáneas, Bogotá (Uni-
versidad Externado de Colombia), 2006, p. 32; Zugaldía Espinar, J. M., 2013a, p. 21; idem, 2018,
p. 358; Pérez Machío, A. I., Responsabilidad de las personas jurídicas en el Código Penal Español,
Granada (Comares), 2017, p. 4; Berruezo, R., Responsabilidad penal en la estructura de la empresa.
Imputación jurídico-penal en base a roles, Buenos Aires (Editorial B de f), 2018, p. 33. Vid. una descrip-
ción de la discusión dogmática al respecto en Galán Muñoz, A., «La responsabilidad penal de la perso-
na jurídica tras la reforma de la LO 5/2010: entre la hetero y la autorresponsabilidad», Revista de Estudios
de la Justicia, núm. 15, 2011, pp. 176 ss.; Zugaldía Espinar, J. M., 2018, pp. 360 ss.; Gómez-Jara
Díez, C., «Tomarse la responsabilidad de las personas jurídicas en serio: La culpabilidad de las personas
jurídicas», Calcina Hancco (coord.), Responsabilidad penal de las Empresas y Compliance Program,
Santiago de Chile (Olejnik), 2018, pp. 67 ss.; Roso Cañadillas, R., «Prevención: Responsabilidad social
y penal de las personas jurídicas», RGDP, núm. 33, 2020, pp. 24 ss.; González Cussac, J. L., Responsa-
bilidad penal de las personas jurídicas, Valencia (Tirant lo Blanch), 2020, p. 89. Adaptación igualmente
imprescindible en el ámbito procesal, Vid. Jimeno Bulnes, M., «La responsabilidad penal de las personas
jurídicas y los modelos de compliance: un supuesto de anticipación probatoria», RGDP, núm. 32, 2019,
pp. 32, 35 ss.
Críticos porque ello supone una relajación de principios y garantías que se puede extender al derecho
penal propio de las personas físicas, Molina Fernández, F., «Societas peccase non potest... nec delin-
quere», Bacigalupo Saggese et alii (coords.), Estudios de Derecho Penal: homenaje al Profesor Miguel
Bajo, Madrid (Editorial Universitaria Ramón Areces), 2016, p. 415; Díaz y García De Conlledo, M.,
«¿Responsabilidad penal de las personas jurídicas? Algunas tesis», Revista Justiça e Sistema Criminal,
vol. 10, núm. 18, 2018, p. 32.
235
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
II. INJUSTO
8
Vid. SSTS 154/2016 de 29 de febrero (fd. 8); 221/2016 de 16 de marzo (fd. 5); 516/2016 de 13 de
junio (fd. 1); 123/2019 de 8 de marzo (fd. 1.4); 234/2019 de 8 de mayo (fd. 5); 534/2020 de 22 de octubre
(fd. 4); SSAP Pontevedra 116/2017 de 30 de junio (fd. 6); Barcelona 113/2018 de 11 de febrero (fd. 7);
Pontevedra 142/2020 de 14 de octubre (fd. 3); AAAP Navarra 91/2016 de 22 marzo (fd. 6); Álava 508/2019
de 26 de noviembre (fd. 2).
Sostienen en un sentido crítico que en realidad se trata de un modelo de atribución de la responsabi-
lidad, Robles Planas, R., «El “hecho propio” de las personas jurídicas y el Informe del Consejo General
del poder Judicial al Anteproyecto de Reforma del Código Penal de 2008», InDret, 2009, p. 5; idem,
«Volver a empezar: las personas jurídicas y el Derecho penal», Santana Vega et alii (eds.), Una perspecti-
va global del Derecho Penal. Libro homenaje al profesor Dr. Joan J. Queralt Jiménez, Barcelona (Ate-
lier), 2021, pp. 330 ss.; Del Rosal Blasco, B., «La delimitación típica de los llamados hechos de cone-
xión en el nuevo artículo 31 bis, núm. 1 del Código penal», CPC, núm. 103, 2011, p. 93; Frisch, W.,
«Strafbarkeit juristischer Personen und Zurechnung«, Zöller et alii (coord.), Gesamte Strafrechtswissens-
236
LA RESPONSABILIDAD PENAL AUTÓNOMA DE LAS PERSONAS JURÍDICAS ■
chaft in internationaler Dimension, Festschrift für Jürgen Wolter, Berlin (Duncker & Humblot), 2013,
p. 368; Molina Fernández, F., 2016, pp. 380 ss.; Goena Vives, B., 2017, pp. 83 ss.; 173 ss.
9
Vid. SSTS 154/2016; 234/2019 de 8 de mayo (fd. 5); 534/2020 de 22 de octubre (fd. 4); AAN
rec. 53/2016 de 3 de febrero 2020 (fd. 2); SSAP Madrid 550/2020 de 19 de noviembre (fd. 11);
Jaén 103/2021 de 2 de junio (fd. 3); Barcelona 303/2022 de 6 de mayo (fd. 2). Vid. Galán Muñoz, A.,
Revista de Estudios de la Justicia, núm. 15, 2011, p. 199; idem, Fundamento y límites de la responsabilidad
penal de las personas jurídicas tras la reforma de la LO 1/2015, Valencia (Tirant lo Blanch), 2017,
pp. 213 ss.; De La Cuesta Arzamendi, J. L., «Responsabilidad penal de las personas jurídicas en el De-
recho español», Diritto Penale Contemporaneo, núm. 1, 2012, p. 19; Ortiz De Urbina, I., 2016,
marg. 1373 ss.; Feijoo Sánchez, B., «Los requisitos del art. 31 bis.1», Bajo Fernández; Feijoo Sánchez,
Gómez-Jara Díez (auts.), Tratado de responsabilidad penal de las personas jurídicas, 2.ª edición, Cizur
Menor, 2016a, pp. 84 ss.; idem, InDret, 2/2016, 2016d, p. 4; Ragués I Vallès, R., La actuación en benefi-
cio de la persona jurídica como presupuesto de su responsabilidad penal, Madrid (Marcial Pons), 2017,
pp. 74 ss.; Jimeno Bulnes, M., RGDP, núm. 32, 2019, pp. 40 ss.; Fernández Teruelo, J. G., Parámetros
interpretativos del modelo español de responsabilidad penal de las personas jurídicas y su prevención a
través de un modelo de organización o gestión (compliance), Cizur Menor (Aranzadi), 2020b, p. 69.
10
Resulta claro que la empresa que se organiza para la comisión de delitos y da órdenes en esa di-
rección o incentiva para ello infringe su deber de prevenir y detectar delitos.
11
Vid. Ragués I Vallès, R., 2017, p. 94.
12
Un incumplimiento ocasional, parcial o mínimo será leve y atípico. Vid. al respecto, Silva Sán-
chez, J. M., «La responsabilidad penal de las personas jurídicas en Derecho Español», Silva Sánchez
(dir.), Criminalidad de empresa y Compliance, Barcelona (Atelier), 2013, pp. 35 ss.; Feijoo Sánchez, B.,
InDret, 2/2016, 2016d, p. 29; idem, 2016e, pp. 129 ss.; Cigüela Sola, J.; Ortiz De Urbina Gimeno, I.,
«La responsabilidad penal de las personas jurídicas: Fundamentos y sistema de atribución», Silva Sánchez
(dir.), Lecciones de Derecho Penal Económico y de la Empresa. Parte General y Especial, Barcelona
237
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
(Atelier), 2020, pp. 80 s.; Fernández Teruelo, J. G., 2020b, p. 144; Hamdani, A.; Klement, A., («Cor-
porate Crime and Deterrence», Standford Law Review, vol. 61, núm. 2, 2008, pp. 276) defienden que la
persona jurídica únicamente debe ser responsable cuando haya una situación delictiva «generalizada» en
la organización (pervasive wrongdoing).
13
Vid. Fernández Teruelo, J. G., 2020b, p. 144.
14
Vid. Ortiz De Urbina, I., 2016, marg. 1425; Galán Muñoz, A., 2017, pp. 244 ss.; Dopico
Gómez-Aller, J., «La responsabilidad penal de las personas jurídicas», De la Mata Barranco; Dopico
Gómez-Aller; Lascuraín Sánchez; Nieto Martín (auts.), Derecho penal económico y de la empresa, Ma-
drid (Dykinson), 2018, p. 144. Vid. también, Colvin, E., «Corporate Personality and Criminal Liability»,
Criminal Law Forum, vol. 6, núm. 1, 1995, pp. 38.
15
Vid. Ragués I Vallès, R., «La imputación subjetiva en los delitos económicos y en la criminali-
dad de empresa», Ragués i Vallès; Robles Planas (dirs.), Delito y empresa. Estudios sobre la teoría del
delito aplicada al Derecho penal económico-empresarial, Barcelona (Atelier), 2018, p. 115; Dopico
Gómez-Aller, J., 2018, p. 144.
16
Así, pero con un dolo exclusivamente cognitivo, Dannecker, G., «Reflexiones sobre la responsa-
bilidad penal de las personas jurídicas», RP, núm. 7, 2001, p. 52; De La Cuesta Arzamendi, J. L., Diritto
Penale Contemporaneo, núm. 1, 2012, pp. 19 s., 76; Busato, P. C., Tres tesis sobre la responsabilidad pe-
nal de las personas jurídicas, Valencia (Tirant lo Blanch), 2019, pp. 101 ss.; Carbonell Mateu, J. C., «La
persona jurídica como sujeto activo del delito», De Vicente Remesal et alii (dirs.), Libro homenaje al Pro-
fesor Diego Manuel Luzón Peña por motivo de su 70 aniversario, vol. 1, Madrid (Reus), 2020, p. 536; Pé-
rez Machío, A. I., «Programas de cumplimiento normativo como paradigma de la justicia penal preventi-
va», Demetrio Crespo (dir.), Derecho penal económico y teoría del delito, Valencia (Tirant lo Blanch), 2020,
pp. 482 ss.; García Cavero, M., «La imputación subjetiva de la persona jurídica», InDret, 2/2022, p. 141.
17
Strategic mens rea según Fisse, B. («Reconstructing Corporate Criminal Law: Deterrence, Retribu-
tion, Fault and Sanctions», Southern California Law Review, vol. 56, núm. 6, 1983, pp. 1186 ss.) Autor que lo
considera preferible al managerial (se basa en la voluntad de la persona física que actúa con representación y
en beneficio de la jurídica, propio de los modelos vicariales) y al composite mens rea (resultado del conoci-
miento agregado de varios miembros de una organización, también denominado collective knowledge). Vid.
igualmente sobre la primera opción, Quaid, J. A., «The Assessment of Corporate Criminal Liability on the
Basis of Corporate Identity: An Analysis», MacGill Law Journal, vol. 43, núm. 1, 1998, pp. 97 ss.; Varela,
L.; Mansdörfer, M., Principios de Derecho Penal económico, Barcelona (J. M. Bosch), 2021, p. 188.
18
Vid. Fisse, B., Southern California Law Review, vol. 56, núm. 6, 1983, pp. 1191; Quaid, J. A.,
MacGill Law Journal, vol. 43, núm. 1, 1998, pp. 97 ss.
238
LA RESPONSABILIDAD PENAL AUTÓNOMA DE LAS PERSONAS JURÍDICAS ■
19
Considera expresamente que es una causa de atipicidad, STS 154/2016 de 29 de febrero, (fd. 8);
SAP Jaén 103/2021 de 2 de junio (fd. 3).
Vid. Feijoo Sánchez, B., «El fundamento de la responsabilidad penal de las empresas y otras per-
sonas jurídicas: un debate interminable», Gimbernat Ordeig et alii (coords.), Dogmática del Derecho Pe-
nal material y procesal y política criminal contemporáneas. Homenaje a Bernd Schünemann por su 70.º
aniversario, t. II, Lima (Gaceta Jurídica), 2014, p. 69; Cigüela Sola, J., La culpabilidad colectiva en el
Derecho penal. Crítica y propuesta de una responsabilidad estructural de la empresa, Madrid (Marcial
Pons), 2015, p. 350; Gómez-Jara Díez, C., «El injusto típico de la persona jurídica (Tipicidad)», Bajo
Fernández; Feijoo Sánchez; Gómez-Jara Díez (auts.), Tratado de responsabilidad penal de las personas
jurídicas, 2.ª edición, Cizur Menor (Aranzadi), 2016, p. 133; Galán Muñoz, A., 2017, p. 214; Goena
Vives, B., 2017, pp. 341 ss.; Silva Sánchez, J. M., «La eximente de “modelos de prevención de delitos”.
Fundamento y bases para una dogmática», Ragués i Vallès; Robles Planas (dirs.), Delito y empresa, Bar-
celona (Atelier), 2018, pp. 237 ss.; idem, Derecho penal de la Empresa, 2.ª edición, Buenos Aires (B de
f), 2020, pp. 393 s., 402 ss.; Cigüela Sola, J.; Ortiz De Urbina Gimeno, I., 2020, p. 81.
20
Vid. Ortiz De Urbina, I., «Observaciones críticas y reconstrucción del concepto de “cultura de
cumplimiento”», Gómez-Jara Díez (coord.), Persuadir y razonar: Estudios jurídicos en homenaje a José
Manuel Maza Martín, t. II, Cizur Menor (Aranzadi), 2018a, pp. 370 s.
21
Vid. infra (n. 23 s.)
22
Como plantea la Circ. FGE 1/2016 (5.7); SAP Barcelona 303/2022 de 6 de mayo (fd. 2); Jimeno
Bulnes, M., RGDP, núm. 32, 2019, p. 42; Górriz Royo, E., «Criminal Compliance ambiental y la res-
ponsabilidad de las personas jurídicas a la luz de LO 1/2015, de 30 de marzo», InDret, 4/2019, p. 21.
Críticos en el mismo sentido, STS 154/2016 de 29 de febrero (fd. 8); Feijoo Sánchez, B., 2016e,
pp. 93 s.
23
Vid. Bacigalupo Saggese, S., «El modelo de imputación de la responsabilidad penal de los entes
colectivos», Zugaldía Espinar; Marín de Espinosa (coords.), Aspectos prácticos de la responsabilidad
criminal de las personas jurídicas, Cizur Menor (Aranzadi), 2013, p. 91; Zugaldía Espinar, J. M., 2013a,
p. 123.
24
Según Palma Herrera, J. M. («Presupuestos jurídico-penales de la responsabilidad penal de los
entes corporativos y del sistema de “compliance”», Palma Herrera; Aguilera Gordillo [auts.], Compliance
y responsabilidad penal corporativa, Cizur Menor [Aranzadi], 2017, pp. 26 s.) que sea una causa de ati-
picidad o de exclusión de la culpabilidad depende, desde una perspectiva autónoma, de que se plantee que
el compliance afecta a la estructura organizativa o a la cultura de respeto a la ley, respectivamente.
25
Vid. Circ. 1/2011 (III.3); STS 123/2019 de 8 de marzo (fd. 1.4); AAAP Álava 508/2019 de 26 de
noviembre (fd. 2); Álava 107/2020 de 26 de febrero (fd. 3). Vid. Cigüela Sola, J., 2015, pp. 352 ss.;
239
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
Silva Sánchez, J. M., 2018, p. 243; León Alapont, J., «Criminal Compliance: análisis de los arts. 31
bis 2 a 5 y 31 quater CP», RGDP, núm. 31, 2019, p. 35; Cigüela Sola, J.; Ortiz De Urbina Gimeno,
I., 2020, p. 78; Galán Muñoz, A., 2017, p. 215.
26
Previsto en el artículo 286.6 del Proyecto de Ley Orgánica de Código penal del 2013 y que final-
mente no fue aprobado. Solamente existe esta obligación para los partidos políticos: el artículo 9 bis
LO 6/2002, de 27 de junio, de Partidos Políticos, establece que «los partidos políticos deberán adoptar en
sus normas internas un sistema de prevención de conductas contrarias al ordenamiento jurídico y de super-
visión, a los efectos previstos en el artículo 31 bis del Código penal».
27
Vid. Cigüela Sola, J., 2015, pp. 352 ss.; Pérez Machío, A. I., 2020, pp. 476, 492. Vid. también
en este sentido AAAP Navarra 91/2016 de 22 marzo (fd. 6); Navarra 102/2017 de 7 de marzo (fd. 3).
28
Si bien, el legislador permite atenuar la pena por su existencia previa (ex ante al delito, Vid.
arts. 31.2 y 4 bis CP).
29
Vid. STS 630/2019 de 18 de diciembre (fd. 5); AAAP Castellón 61/2017 de 30 de enero (fd. 2);
Guadalajara 338/2018 de 7 de diciembre (fd. 2); Tenerife 347/2020 de 11 de mayo (fd. 1); SAP Valen-
cia 489/2019 de 11 de octubre (fd. 1).
30
Por ejemplo, en los delitos contra los derechos de los trabajadores las personas jurídicas no son
responsables por el artículo 31 bis CP, sino por el artículo 129 CP. Tampoco lo son en los delitos de flora
y fauna (arts. 332-336 CP) ni en los relacionados con sustancias nucleares u otras sustancias radiactivas
peligrosas (art. 345 CP). Aunque se prevé para las estafas, extrañamente no se recoge para las apropiacio-
nes indebidas ni para la mayoría de las falsificaciones documentales. Por último, se debería poder respon-
sabilizar penalmente a una persona jurídica por los homicidios y lesiones causados por su infracción de la
normativa sobre seguridad laboral.
31
Vid. De La Cuesta Arzamendi, J. L., Diritto Penale Contemporaneo, núm. 1, 2012, p. 22;
Velasco Núñez, E., 10 años de responsabilidad penal de la persona jurídica, Cizur Menor (Aranza-
di), 2020, p. 104; González Cussac, J. L., 2020, pp. 345. En contra, García Ruiz, A., RDPC,
núm. 2, 2016, p. 6.
240
LA RESPONSABILIDAD PENAL AUTÓNOMA DE LAS PERSONAS JURÍDICAS ■
drán imputar los comportamientos ejecutados por una persona ajena (que no ten-
ga una conexión funcional formal con la jurídica) o que exceda sus funciones 32.
La atribución de responsabilidad se condiciona igualmente a que los delitos
hayan sido realizados por la persona física en beneficio de la jurídica (art. 31 bis
CP) 33. Hay beneficio cuando la conducta tiene aptitud o capacidad para generar-
lo 34. Enfoque preferible a su definición subjetiva, como una intención 35, o a la
objetiva que demanda la efectiva obtención del mismo 36. Este puede ser directo
o indirecto (cualquier tipo de ventaja 37) e incluso no tener carácter económico 38.
Estos dos factores permiten diferenciar entre la criminalidad de empresa (de-
litos imputables al ente jurídico) y la criminalidad en la empresa (delitos no impu-
tables porque han sido cometidos por una persona física vinculada con la jurídica,
pero extralimitándose en sus funciones y/o en su beneficio o de un tercero ajeno) 39.
32
Vid. Zugaldía Espinar, J. M., 2013a, p. 81; Cigüela Sola, J.; Ortiz De Urbina Gimeno,
I., 2020, p. 79; Pérez Machío, A. I., 2020, p. 477.
33
Vid. STS 455/2017 de 21 de junio (fd. 1.4).
34
Vid. Circ. FGE 1/2011, III.2; Circ. FGE 1/2016, 2.4; AAP Navarra 91/2016 de 22 marzo (fd. 4);
Zugaldía Espinar, J. M., 2013a, p. 86; Ortiz De Urbina, I., 2016, marg. 1401; Feijoo Sánchez,
B., 2016e, p. 125; Del Moral García, A., «Responsabilidad penal de partidos políticos», La responsa-
bilidad penal de las personas jurídicas. Homenaje al Excmo. Sr. D. José Manuel Maza Martín, Madrid
(Ministerio de Justicia), 2018, p. 312; Fernández Teruelo, J. G., 2020b, pp. 123 ss.; Ragués I Vallès,
R., 2017, pp. 94 ss., 112.
35
Vid. Del Rosal Blasco, B., CPC, núm. 103, 2011, p. 87.
36
Vid. Bacigalupo Saggese, S., 2013, p. 86.
Vid. sobre estas posibilidades interpretativas y las consecuencias que tiene optar por cada una, Circ.
FGE 1/2011, III.2; Ortiz De Urbina, I., 2016, marg. 1397 ss.; Ragués I Vallès 2017, pp. 80 ss., 105 ss.
37
Vid. Zugaldía Espinar, J. M., 2013a, p. 87; Feijoo Sánchez, B., 2016a, pp. 82 ss.; idem, 2016e,
p. 124; Fernández Teruelo, J. G., 2020b, p. 125. STS 154/2016 de 29 de febrero; SAP Madrid 491/2018
de 9 de julio (fd. 3); AAP Navarra 91/2016 de 22 marzo (fd. 4); Circ. FGE 1/2011, III.2 (respecto al tér-
mino «en provecho»); Circ. FGE 1/2016, 2.4.
38
Vid. Circ. FGE 1/2016, 2.4; Zugaldía Espinar, J. M., 2013a, p. 87; Feijoo Sánchez, B., 2016e,
p. 124; Fernández Teruelo, J. G., 2020b, pp. 125 ss.; STS 154/2016 de 29 de febrero; SAP Ma-
drid 491/2018 de 9 de julio (fd. 3); AAP Navarra 91/2016 de 22 marzo (fd. 4).
39
Vid. sobre la distinción entre criminalidad en y de empresa, Schünemann, B., «Cuestiones bási-
cas de dogmática jurídico-penal y política criminal acerca de la criminalidad de empresa», Anuario de
Derecho Penal y Ciencias Penales, t. 41, 1988, pp. 529 ss.; Galán Muñoz, A., Revista de Estudios de la
Justicia, núm. 15, 2011, pp. 198; Zugaldía Espinar, J. M., 2013a, p. 86; idem, 2018, p. 367; Feijoo
Sánchez, B., 2014, p. 69; idem, 2016a, pp. 78 ss.; idem, 2016e, pp. 119 ss.; Jimeno Bulnes, M., RGDP,
núm. 32, 2019, p. 6.
40
Vid. Colvin, E., Criminal Law Forum, vol. 6, núm. 1, 1995, pp. 29 ss. Vid. también, Cigüela Sola,
J.; Ortiz De Urbina Gimeno, I., 2020, p. 80 que sostienen que si se persigue que las personas jurídicas
participen en la prevención y detección de hechos delictivos no debería utilizarse el criterio del beneficio.
241
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
III. CULPABILIDAD
41
Vid. Tiedemann, K., «Die “Bebußung” von Unternehmen nach dem 2. Gesetz zur Bekämpfung
der Wirtschaftskriminalität», Neue Juristische Wochenschrift, vol. 19, 1988, p. 1172 (para el derecho san-
cionador administrativo); Nieto Martín, A., La responsabilidad penal de las personas jurídicas: un
modelo legislativo, Madrid (Iustel), 2008, pp. 146 ss.; Zugaldía Espinar, J. M., 2013a, p. 92; Roca De
Agapito, L., «Sanciones penales aplicables a las personas jurídicas», Ontiveros Alonso (coord.), La res-
ponsabilidad penal de las personas jurídicas, Valencia (Tirant lo Blanch), 2014, p. 382. SAP Barcelo-
na 701/2018 de 16 de noviembre (fd. 9); AAN 246/2019 de 30 de abril (fd. 2).
42
Vid. Feijoo Sánchez, B., 2014, p. 69; Gómez-Jara Díez, C., «La culpabilidad de la persona
jurídica», Bajo Fernández; Feijoo Sánchez; Gómez-Jara Díez (auts.), Tratado de responsabilidad penal de
las personas jurídicas, 2.ª edición, Cizur Menor (Aranzadi), 2016b, pp. 164 ss.; Pérez Machío, A.
I., 2020, pp. 486 ss.
43
Así, por ejemplo, Bacigalupo Saggese, S., «Compliance», Eunomia. Revista en Cultura de la
Legalidad, vol. 21, 2021, p. 265.
44
De este modo, Cigüela Sola, J., «Compliance más allá de la ciencia penal», InDret, 2019,
pp. 10 ss., 18; Galán Muñoz, A., «¿Cultura o estructura? ¿Esa es la cuestión? La difícil convivencia y
coordinación de los dos sistemas de tratamiento penal de las personas jurídicas en el ordenamiento espa-
ñol», RGDP, núm. 35, 2021, p. 17. Ortiz De Urbina, I. (2018a, pp. 376 ss.; idem, «Cultura de cumpli-
miento y exención de responsabilidad de las personas jurídicas», Revista Internacional de Transparencia
e Integridad, núm. 6, 2018b, pp. 6 s.) afirma que no existe una definición suficientemente precisa de cul-
tura de cumplimiento y que la que se podría dar estaría conectada con las políticas y medidas concretas de
cumplimiento. En suma, en la práctica estos aspectos están tan interrelacionados que no es viable diferen-
ciarlos. Del mismo modo, pero en sentido contrario, se mantiene que la cultura empresarial engloba a la
estructura: Bucy, P. H. («A Standard for Imposing Corporate Criminal Liability», Minnesota Law Review,
vol. 75, núm. 4, 1991, pp. 1121 ss.) plantea que el corporate ethos abarca la estructura formal e informal
de la empresa y otros elementos culturales como los objetivos perseguidos.
45
Vid. French, P. A., «The Corporation as a Moral Person», American Philosophical Quartely,
vol. 16, núm. 3, 1979, p. 212; idem, Collective and Corporate Responsibility, New York (De Gru-
yter), 1984, p. 13; Bucy, P. H., Minnesota Law Review, vol. 75, núm. 4, 1991, p. 1099; Colvin, E., Crimi-
242
LA RESPONSABILIDAD PENAL AUTÓNOMA DE LAS PERSONAS JURÍDICAS ■
nal Law Forum, vol. 6, núm. 1, 1995, pp. 23 ss.; Clarkson, C. M. V., «Kicking Corporate Bodies and
Damning Their Souls», The Modern Law Review Limited, vol. 59, núm. 4, 1996, p. 568; Laufer, W. S.,
«Corporate Culpability and the Limits of the Law», Business Ethics Quarterly, vol. 6, núm. 3, 1996,
pp. 319 ss.; Quaid, J. A., MacGill Law Journal, vol. 43, núm. 1, 1998, p. 113; Friedman, L., «In Defense
of Corporate Criminal Liability», Harvard Journal of Law and Public Policy, vol. 23, núm. 3, 2000,
pp. 848 ss.; Laufer, W. S.; Strudel, A., «Corporate Intentionality, Desert, and Variants of Vicarious
Liability», The American Criminal Law Review, t. 37, núm. 4, 2000, apart. III. B; Dannecker, G., RP,
núm. 7, 2001, p. 45; Gómez-Jara Díez, C., «Autoorganización empresarial y autorresponsabilidad em-
presarial. Hacia una verdadera responsabilidad penal de las personas jurídicas», RECPC, 08-05, 2006,
pp. 6 ss.; idem, 2018, pp. 77 ss.; Ripken, S. K., «Citizens United, Corporate Personhood, and Corporate
Power: The Tension Between Constitutional Law and Corporate Law», University of St. Thomas Journal
of Law and Public Policy, vol. 6, 2012, p. 311; Galán Muñoz, A., 2017, pp. 237 ss.; Menis, S., «The
Fiction of the Criminalisation of Corporate Killing», The Journal of Criminal Law, vol. 81 (6), 2017,
p. 474; Pérez Machío, A. I., 2017, pp. 28, 65; Zugaldía Espinar, J. M., 2018, p. 359; Buell, S., «Re-
tiring Corporate Retribution», Law and Contemporary Problems, vol. 83, núm. 4, 2020, pp. 36 ss.; García
Cavero, M., InDret, 2/2022, p. 137. Vid. SAP Barcelona 701/2018 de 16 de noviembre (fd. 9).
En contra, Luzón Peña, D., Lecciones de Derecho Penal. Parte General, 3.ª edición, Valencia (Ti-
243
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
porque no son personas físicas. Por este motivo su responsabilidad penal im-
plicaría una vulneración de este principio 48. Se ha intentado eludir esta crítica
mediante el uso de un concepto débil de culpabilidad (distinto del fuerte diri-
gido a las personas físicas) 49 o mediante el recurso a modelos de responsabili-
dad penal de las personas jurídicas que prescinden de la culpabilidad 50 en un
sentido estricto (responsabilidad penal objetiva 51) o que la trasladan de la per-
sona física a la jurídica mediante un modelo vicarial 52.
dez, F., 2016, pp. 371 ss., 388, 397; Goena Vives, B., 2017, pp. 127 s., 155 ss.; idem, «Culpabilidad:
¿juicio de imputación o de atribución? Estudio a partir de la responsabilidad penal corporativa», Ragués i
Vallès; Robles Planas (dirs.), Delito y empresa. Estudios sobre la teoría del delito aplicada al Derecho
penal económico-empresarial, Barcelona (Atelier), 2018, pp. 266 ss.; Díaz y García De Conlledo, M.,
Revista Justiça e Sistema Criminal, vol. 10, núm. 18, 2018, p. 28; Silva Sánchez, J. M., 2020, pp. 306 ss.;
Fernández Teruelo, J. G., 2020b, pp. 81, 86 ss.; Martínez-Buján Pérez, C., «El postulado de la li-
bertad de acción y la incapacidad de acción de las personas jurídicas», Santana Vega et alii (ed), Una
perspectiva global del Derecho Penal. Libro homenaje al profesor Dr. Joan J. Queralt Jiménez, Barcelona
(Atelier), 2021, pp. 297 ss., 303.
48
Vid. Robles Planas, R., InDret, 2009, p. 5; Frisch, W., 2013, pp. 368 ss.; Del Moral García,
A., «Aspectos procesales de la responsabilidad penal de personas jurídicas», Zugaldía Espinar; Marín de
Espinosa (coords.), Aspectos prácticos de la responsabilidad criminal de las personas jurídicas, Cizur
Menor (Aranzadi), 2013, pp. 235 ss.; Mir Puig, S., Derecho penal. Parte General, 10.ª edición, Barcelona
(Reppertor), 2015a, marg. 7/55; Gómez Martín, V., «Penas para personas jurídicas: ¿ovejas con piel de
lobo?», Landa Gorostiza (dir.), Prisión y alternativas en el nuevo Código Penal tras la reforma 2015,
Madrid (Dykinson), 2016, pp. 255 ss.; Luzón Peña, D., 2016, marg. 11/37 ss., 26/55 ss.; Cigüela Sola,
J., InDret, 2019, pp. 908 ss.
49
Vid. Frisch, W. (2013, p. 359) que indica que implica el empleo del criterio de imputación subje-
tiva amplio propio del derecho civil que no se adecúa al modelo de merecimiento de la imputación subje-
tiva penal.
50
Vid. críticamente Molina Fernández, F., 2016, p. 376.
51
Dentro de este grupo se pueden incluir a los que defienden que el aspecto subjetivo no es un re-
quisito de la responsabilidad penal de las personas jurídicas (Vid. Fischel, D. R.; Sykes, A. O., «Corpo-
rate Crime», The Journal of Legal Studies, vol. 25, núm. 2, 1996, p. 328; Khanna, V. S., «Corporate
Liability Standards: When should Corporations be held Criminally Liable?», American Criminal Law
Review, vol. 37, núm. 4, 2000, apart. VII) y a los que sostienen que esta no se puede basar en la infracción
de la norma de determinación, sino en la realización de un comportamiento antijurídico objetivamente
imputable (Vid. Silva Sánchez, J. M., 2018, pp. 237 ss.; idem, 2020, pp. 316 s., 359 ss.; Cigüela Sola,
J., 2015, pp. 294 ss., 366 ss.; idem, «El injusto estructural de la organización. Aproximación al fundamen-
to de la sanción a la persona jurídica», inDret, 1/2016, pp. 16 ss.; idem, «Culpabilidad, identidad y orga-
nización colectiva», Política Criminal, vol. 12, núm. 24, 2017, pp. 909 ss.; Goena Vives, B., 2017,
pp. 160 ss.; idem, 2018, pp. 263 ss.)
En contra de una responsabilidad objetiva de las personas jurídicas, SSTS 154/2016 de 29 de febrero
(fd. 8); 221/2016 de 16 de marzo (fd. 5); Circ. FGE 1/2016, 2.4.
52
Vid. sobre el concepto de responsabilidad vicarial o heterónoma, Robles Planas, R., InDret, 2009,
p. 4; Zugaldía Espinar, J. M., 2013a, pp. 64 ss.; Pérez Machío, A. I., «Modelos tradicionales de impu-
tación de responsabilidad penal a las personas jurídicas», De la Mata Barranco; De la Cuesta Arzamendi
(coords.), Responsabilidad penal de las personas jurídicas, Cizur Menor (Aranzadi), 2013, pp. 28 ss.; Or-
tiz De Urbina Gimeno, I., Boletín de estudios económicos, vol. LXIX, núm. 211, 2014, pp. 105 ss.; Ci-
güela Sola, J., InDret, 1/2016, p. 329; Zugaldía Espinar, J. M., CPC, núm. 121, 2017, pp. 11 s., Pérez
Machío, A. I., 2017, pp. 69 ss.; Berruezo, R., 2018, pp. 75 ss.; Busato, P. C., 2019, pp. 81 s.
Vid. críticamente, Díez Ripollés, J. L., «La responsabilidad penal de las personas jurídicas. Regu-
lación española», InDret, 1/2012, p. 6; Mir Puig, S., «Las nuevas “penas” para personas jurídicas, una
clase de «penas» sin culpabilidad», Foro FICP, núm. 2, 2015b, pp. 143 s.
244
LA RESPONSABILIDAD PENAL AUTÓNOMA DE LAS PERSONAS JURÍDICAS ■
53
Sociológicamente la intencionalidad depende de la complejidad de un sistema (Vid. Weaver, W.
G., «Corporations as Intentional Systems», Journal of Business Ethics, vol. 17, 1998, pp. 90 ss.) como la
que está presente en el modelo orgánico de organización. La otra alternativa sería el modelo atómico (la
organización se puede dividir en las personas físicas que lo forman). Vid. sobre ambos Wolf, S., 1985,
pp. 269 ss.; Dan-Cohen, M., Rights, Persons and Organizations, 2.ª edición, New Orleans (Quid pro
Books), 2016, pp. 23 ss. French, P. A. (1984, pp. 5 ss.) y Quaid, J. A. (MacGill Law Journal, vol. 43,
núm. 1, 1998, pp. 76 ss.) prefieren utilizar (de forma equivalente) los términos conglomerado y agregado
(aggregate and conglomerate collectivity).
Crítico contra el esquema atomista, García Cavero, M., InDret, 2/2022, p. 138.
54
Cigüela Sola, J. (2015, p. 278) los califica críticamente como metasujetos con una identidad
narrativa débil al depender de sus miembros pasados y futuros. Feijoo Sánchez, B. (2016e, pp. 73 ss.;
idem, InDret, 2/2016, 2016d, p. 21) insiste también en que las personas jurídicas tienen una identidad
institucional débil, mínima o relativa respecto a sus integrantes en la que hay una vinculación con el hecho
menos intensa que la que tiene la persona física.
55
Según Varela, L.; Mansdörfer, M. (2021, pp. 173 ss.) actualmente rige un modelo de organi-
zación empresarial inteligente. Sarch, A. (2019, apart. I. B) destaca igualmente que la complejidad orga-
nizativa y de toma de decisiones permite afirmar que las personas jurídicas, aunque actúan a través de
personas físicas que las constituyen, poseen «(…) las capacidades agenciales necesarias para ser penal-
mente culpables. Pueden percibir, ponderar y actuar, es decir, guiar su comportamiento, por las razones
legalmente reconocidas». Copp, D. («The Collective Moral Autonomy Thesis», Journal of Social Philoso-
phy, vol. 38, núm. 3, 2007, p. 373) indica que «(…) un colectivo y las personas individuales que son sus
miembros son agentes distintos y se pueden enfrentar a diferentes situaciones morales».
Crítico porque del hecho de que una entidad tenga una propiedad que no se puede atribuir a los suje-
tos que la forman no se puede deducir automáticamente que sea una entidad real autónoma, Velasquez,
M., Business Ethics Quarterly, vol. 13, núm. 4, 2003, p. 541. Igualmente, crítico porque de la superposi-
ción de la estructura organizativa a las personas físicas no se puede concluir que el ente sea un sujeto in-
tencional nuevo, Cigüela Sola, J., InDret, 1/2016, p. 60.
56
Vid. French, P. A., 1984, pp. 13 ss.; Laufer, W. S., Business Ethics Quarterly, vol. 6, núm. 3, 1996,
p. 313. Laufer, W. S.; Strudel, A. (The American Criminal Law Review, t. 37, núm. 4 2000, apart. III.
B) defienden un constructive corporate fault regime, en donde la persona jurídica tiene una intención
propia que se puede encontrar en las conductas de sus agentes que evidencian sus políticas, objetivos y
prácticas. Se puede, por tanto, distinguir entre la acción y la intención de la persona jurídica y la de la fí-
245
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
sica, Laufer, W. S.; Strudel, A., The American Criminal Law Review, t. 37, núm. 4, 2000, apart. III. B
(Vid. también Laufer, W. S., Business Ethics Quarterly, vol. 6, núm. 3, 1996, pp. 319 ss.); Quaid, J. A.
(MacGill Law Journal, vol. 43, núm. 1, 1998, pp. 82 ss., texto citado en p. 113) señala que la «(…) inten-
ción se basa en cómo la estructura y política corporativa pueden transformar el input de muchos individuos
en decisiones y acciones de la misma corporación». Desde una perspectiva sistémica Gómez-Jara Díez,
C. (2006, pp. 6 ss.; idem, 2018, pp. 77 ss.) concibe a la empresa como un sistema autopoietico organizati-
vo que se reproduce por la comunicación continua de decisiones vinculadas entre sí, diferente de los
miembros concretos que lo integran, definidos como tales según las reglas establecidas por la propia orga-
nización. Autor que, en una obra posterior, precisa que «(…) no resulta necesario recurrir a las teorías de
los sistemas sociales autopoiéticos para compartir los postulados del concepto constructivista de culpabi-
lidad de las personas jurídicas», Gómez-Jara Díez, C., 2016b, p. 173.
57
Vid. French, P. A., American Philosophical Quartely, vol. 16, núm. 3, 1979, pp. 213 ss.;
idem, 1984, pp. 40 ss.; May, L., Sharing Responsability, Chicago (University of Chicago Press) 1992,
pp. 75 ss.; Laufer, W. S., Business Ethics Quarterly, vol. 6, núm. 3, 1996, pp. 319 ss.; Quaid, J. A., Ma-
cGill Law Journal, vol. 43, núm. 1, 1998, p. 79; Friedman, L., Harvard Journal of Law and Public Policy,
vol. 23, núm. 3, 2000, p. 852; Laufer, W. S.; Strudel, A., The American Criminal Law Review, t. 37,
núm. 4 2000, apart. III. C; List, C.; Pettit, P., 2011, pp. 162. Personas jurídicas que tienen además una
opinión pública sobre cuestiones morales y políticas distinta de los individuos que la dirigen o que trabajan
para ellas, o sea, participan en el proceso de creación y definición de las normas sociales junto a las perso-
nas individuales, Friedman, L., Harvard Journal of Law and Public Policy, vol. 23, núm. 3, 2000,
pp. 848 ss.
Velasquez, M. (Business Ethics Quarterly, vol. 13, núm. 4, 2003, pp. 544 ss.) expone críticamente
que, aunque es cierto que las entidades y grupos pueden tener intereses y objetivos distintos de sus miem-
bros, ello no implica que tengan intenciones reales. La estructura de decisión de la organización es una
intención en un sentido metafórico (as if intentionality) que no equivale a un estado mental o intención
intrínseca. De este modo, la organización puede condicionar que el sujeto tenga intereses y deseos especí-
ficos cuando actúa para ella, pero estos siguen siendo propios de ese individuo. Sostiene igualmente que
la culpabilidad colectiva es una metáfora y no un concepto jurídico, Cigüela Sola, J., InDret, 1/2016,
p. 71.
58
El despido y la sustitución de esta persona física no alteraría la identidad del colectivo, Vid.
French, P. A., 1984, pp. 13 s.
59
Desde una perspectiva de causalidad multinivel en el contexto de agencia, List, C.; Pettit, P.
(2011, pp. 162) sostienen que, aunque la persona física ejecute la conducta final, es la jurídica la que toma
la decisión en un nivel causal superior que inicia todo el proceso.
246
LA RESPONSABILIDAD PENAL AUTÓNOMA DE LAS PERSONAS JURÍDICAS ■
60
Feijoo Sánchez, B. (2016e, pp. 73 ss.; idem, InDret, 2/2016, 2016d, p. 21) destaca que el legis-
lador penal español ha considerado que la identidad institucional débil o mínima de las personas jurídicas
es suficiente para hacer responsables a las personas jurídicas. Este se ha adaptado al cambio en la percep-
ción social sobre la influencia que los factores institucionales y estructurales no individuales tienen en los
hechos delictivos. Se podría afirmar que predomina un criterio de merecimiento empírico: la sociedad no
duda en considerar culpables a las personas jurídicas.
61
«(…) es posible hablar finalmente de un sujeto colectivo que accede al contenido prescriptivo de
la norma y decide su seguimiento o no», García Cavero, M., InDret, 2/2022, p. 137. Crítico al respecto,
Molina Fernández, F., 2016, pp. 371 ss.
62
Críticamente, Feijoo Sánchez, B., «La persona jurídica como sujeto de imputación jurídico-
penal», Bajo Fernández; Feijoo Sánchez, Gómez-Jara Díez (auts.), Tratado de responsabilidad penal de
las personas jurídicas, 2.ª edición, Cizur Menor (Aranzadi), 2016c, p. 57.
63
La persona jurídica no coincide con el concepto de sociedad del artículo 297 CP, de modo que no
se requiere que el ente participe permanentemente en el mercado, Vid. Zugaldía Espinar, J. M., «La
ampliación del sujeto del Derecho Penal: entes colectivos susceptibles de ser penados conforme a los ar-
tículos 31 bis y 129 Código Penal», Álvarez García et alii (coords.), Libro homenaje al prof. Luis Rodrí-
guez Ramos, Valencia (Tirant lo Blanch), 2013b, p. 246; Ortiz De Urbina, I., 2016, marg. 1322; Gil
Nobajas, M. S., «Personas jurídicas versus entidades sin personalidad jurídica: análisis y revisión de la
dimensión institucional que delimita la aplicación de los artículos 31 bis y 129 del Código penal», RGDP,
núm. 29, 2018, p. 6; FGE Circ 1/2011. Esta restricción nos daría un concepto formal de persona jurídica
sancionable por el artículo 31 bis CP muy reducido.
247
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
64
Vid. Zugaldía Espinar, J. M., 2013b, 246; Gil Nobajas, M. S., RGDP, núm. 29, 2018, p. 5. La
Circ. FGE 1/2011 II.1 señala que habrá que remitirse a la legislación civil, mercantil y al derecho societa-
rio.
65
Vid. Feijoo Sánchez, B., 2016e, p. 55; Gil Nobajas, M. S., RGDP, núm. 29, 2018, p. 6.
66
Vid. críticamente por ello, Cigüela Sola, J., InDret, 2021, pp. 644, 648 s.
67
También se ha defendido como criterio material que disponga de un patrimonio autónomo, Baro-
na Vilar, S., 2014, p. 81 (Vid. al respecto, Gil Nobajas, M. S., RGDP, núm. 29, 2018, pp. 37 ss.)
68
Vid. Nieto Martín, A., 2008, pp. 168 ss.; Cigüela Sola, J., InDret, 2021, p. 644; Pérez Ma-
chío, A. I., 2020, p. 490; Abel Souto, M., «Algunas discordancias legislativas sobre la responsabilidad
criminal de las personas jurídicas en el Código penal español», RGDP, núm. 35, 2021, p. 49. Vid.
STS 264/2022 de 18 de marzo (fd. 9); SSAP León 242/2021 de 4 de junio (fd. 6); Salamanca 34/2022
de 14 de junio (fd. 4); Pontevedra 285/2022 de 29 de junio (fd. 4); AAP Logroño 378/2021 de 10 de sep-
tiembre (fd. 2); SJP n. 8 Madrid 63/2017 de 13 de febrero (fd. 4).
No se puede negar automáticamente que las personas jurídicas de pequeñas dimensiones posean
personalidad jurídica en sentido material (decisión que sería incompatible con su inclusión en el artícu
lo 31 bis CP), puede haber situaciones en las que dispongan de una estructura compleja y autónoma de las
personas físicas que las conforman.
69
Circ. FGE 1/2011 II.1 mantiene que «(…) cuando se produzca una identidad absoluta y sustancial
entre el gestor y la persona jurídica (…) deberá valorarse la posibilidad de imputar tan solo a la persona
física (…)» si bien, para evitar una infracción del principio del non bis in idem. Planteamiento que confir-
ma la Circ. FGE 1/2016, 3, 5.5. Vid. también, Ortiz De Urbina, I., 2016, marg. 1326; Fernández
Teruelo, J. G., 2020b, p. 162; SSTS 747/2022 de 27 de julio (fd. 8); 264/2022 de 18 de marzo (fd. 19);
SSAP Barcelona 361/2020 de 20 de julio (fd. 2); Cádiz 276/2021 de 20 de septiembre (fd. 3); Salaman-
ca 34/2022 de 14 de junio (fd. 4); AAP Logroño 464/2019 de 10 de diciembre (fd. 2).
70
A favor del decomiso de la sociedad pantalla, Circ. FGE 1/2016, 3; Martín Sagrado, O., El de-
comiso de las sociedades pantalla», Diario La Ley (online), núm. 8768, 2016, apart. III; Luzón Cánovas,
A., «Personas jurídicas exentas y personas jurídicas excluidas de responsabilidad penal», Gómez-Jara Díez
(coord.), Persuadir y razonar: estudios jurídicos en homenaje al José Manuel Maza Martín, t. II, Cizur
Menor (Aranzadi), 2018, p. 218; Gil Nobajas, M. S., RGDP, núm. 29, 2018, p. 33; Fernández Teruelo,
J. G., «Personas jurídicas imputables e inimputables, incluidas y excluidas en el modelo vigente de respon-
248
LA RESPONSABILIDAD PENAL AUTÓNOMA DE LAS PERSONAS JURÍDICAS ■
sabilidad penal de las personas jurídicas», Demetrio Crespo (dir.), Derecho penal económico y teoría del
delito, Valencia (Tirant lo Blanch), 2020a, p. 459; idem, 2020b, p. 57; Faraldo Cabana, P., «Sobre la
irresponsabilidad de las sociedades instrumentales», Rodríguez García; Rodríguez López (coords.), «Com-
pliance» y responsabilidad de las personas jurídicas, Valencia (Tirant lo Blanch), 2021, p. 90.
71
Vid. González Cussac, J. L., 2020, p. 111.
72
Las medidas del artículo 129 CP se podrán imponer a entes con personalidad jurídica formal
cuando así lo señale algún precepto del CP. Cuando ello suceda será problemático decidir con qué requi-
sitos y límites (Vid., por ejemplo, el art. 318 CP).
73
A favor de lege ferenda, Gil Nobajas, M. S., RGDP, núm. 29, 2018, p. 36.
74
Defiende esta doble alternativa, Gil Nobajas, M. S., RGDP, núm. 29, 2018, pp. 35 s.
75
Vid. Ortiz De Urbina Gimeno, I., Boletín de estudios económicos, vol. LXIX, núm. 211, 2014, p. 96.
249
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
76
Vid. Gómez Tomillo, M., «Imputación objetiva y culpabilidad en el derecho penal de las perso-
nas jurídicas. Especial referencia al sistema español», Revista jurídicas de Castilla y León, núm. 25, 2011,
p. 51; idem, Introducción a la responsabilidad penal de las personas jurídicas, 2.ª edición, Cizur Menor
(Aranzadi), 2015, pp. 85 ss.; Cuello Contreras, J., RECPC, 15-03, 2013, p. 14; Bacigalupo Saggese,
S., 2013, p. 82; Ortiz De Urbina, I., 2016, marg. 1387.
77
Vid. Gómez Tomillo, M., Revista jurídicas de Castilla y León, núm. 25, 2011, p. 50.; idem, «La
imputación de infracciones administrativas a las personas jurídicas», Bauzá Martorell (dir.), Derecho Ad-
ministrativo y Derecho Penal: Reconstrucción de los límites, Hospitalet de Llobregat (Bosch Wolters
Kluwer), 2017, p. 254; Cuello Contreras, J., RECPC, 15-03, 2013, p. 14; García Ruiz, A., RDPC,
núm. 2, 2016, p. 11; Zugaldía Espinar, J. M., CPC, núm. 121, 2017, p. 18.
78
El hecho delictivo no tiene que ser para la persona física ni típico, ni antijurídico, ni culpable.
Sostienen, no obstante, que el hecho de referencia debe ser típico, Zugaldía Espinar, J. M., La respon-
sabilidad penal de empresas, fundaciones y asociaciones. Presupuestos sustantivos y procesales, Valencia
(Tirant lo Blanch), 2008, pp. 286 ss.; Cuello Contreras, J., RECPC, 15-03, 2013, p. 14; De La Cuesta
Arzamendi, J. L., «Responsabilidad penal de las personas jurídicas», Revista Penal México, núm. 5, 2013,
p. 24. Mantienen que este ha de ser típico y antijurídico, Galán Muñoz, A., 2017, p. 256; Feijoo Sán-
chez, B., «Las características básicas de la responsabilidad penal de las personas jurídicas en el Código
Penal español», Bajo Fernández; Feijoo Sánchez; Gómez-Jara Díez (auts.), Tratado de responsabilidad
penal de las personas jurídicas, 2.ª edición, Cizur Menor (Aranzadi), 2016b, p. 69; idem, 2016e, pp. 105;
Cigüela Sola, J.; Ortiz De Urbina Gimeno, I., 2020, p. 90.
79
En concreto, es un indicio de la infracción de su deber de adecuada organización, Ortiz De Ur-
bina Gimeno, I., Boletín de estudios económicos, vol. LXIX, núm. 211, 2014, p. 104; Feijoo Sánchez,
B., InDret, 2/2016, 2016d, p. 26; Pérez Machío, A. I., 2020, p 473. Tal y como tiene la producción del
resultado en la imprudencia: Ortiz De Urbina, I., 2016, marg. 1389; Ragués I Vallès, R., 2017, p. 93.
80
Vid. SSTS 221/2016 (fd. 5) de 16 de marzo; 234/2019 de 8 de mayo (fd. 5); SSAP Ponteve-
dra 116/2017 de 30 de junio (fd. 6); Madrid 364/2018 de 16 de mayo (fd. 4); Mérida 2/2021 de 4 de enero
(fd. 4); Jaén 103/2021 de 2 de junio (fd. 3); SAP Tenerife 284/2021 de 5 de noviembre (fd. 2); AAP Na-
varra 102/2017 de 7 de marzo (fd. 3). En contra, Boldova Pasamar, M. A. («Análisis de la aplicación
jurisprudencial del régimen de responsabilidad de las personas jurídicas», Cancio Melia et alii [eds.], Li-
250
LA RESPONSABILIDAD PENAL AUTÓNOMA DE LAS PERSONAS JURÍDICAS ■
bro homenaje al profesor doctor Agustín Jorge Barreiro, Madrid [Universidad Autónoma de Madrid]
2019, pp. 358 ss.) que defiende que cuando el delito ha sido ejecutado por un directivo se presupone el
defecto de organización y tendrá que ser la empresa la que tenga la carga de probar que ha respetado el
control debido.
81
En esta línea crítica, Hamdani, A.; Klement, A., 2008, pp. 294 ss.; Alschuler, A. W., «Two
Ways to Think about the Punishment of Corporations», American Criminal Law Review, 46, 2009, p. 1380;
Ortiz De Urbina Gimeno, I., Boletín de estudios económicos, vol. LXIX, núm. 211, 2014, pp. 107 ss.;
Cigüela Sola, J.; Ortiz De Urbina Gimeno, I., 2020, p. 77.
82
Críticos por ello con el sistema heterónomo, Bucy, P. H., Minnesota Law Review, vol. 75,
núm. 4, 1991, pp. 1104 ss.; Colvin, E., Criminal Law Forum, vol. 6, núm. 1, 1995, p. 8; Ortiz De Urbi-
na, I., «Sanciones penales contra empresas en España (Hispanica societas delinquere potest)», Kuhlen;
Montiel; Ortiz de Urbina (eds.), Compliance y teoría del derecho penal, Madrid (Marcial Pons), 2013,
p. 279; idem, Boletín de estudios económicos, vol. LXIX, núm. 211, 2014, pp. 105 ss.; Feijoo Sánchez,
B., 2014, p. 51; idem, 2016e, p. 50. Además, la impunidad de la persona jurídica tampoco se traslada a la
persona física, que podrá ser sancionada si concurren las circunstancias que permiten imputarle el hecho
realizado, Vid. STS 925/2021 de 25 de noviembre (fd. 6); González Cussac, J. L., 2020, p. 157.
83
Vid. Zugaldía Espinar, J. M., «Teoría de la imputación de las personas jurídicas», Zugaldía
Espinar (dir.), Fundamentos de Derecho penal. Parte General, 4.ª edición, Valencia (Tirant lo
Blanch), 2010, p. 583; Dopico Gómez-Aller, J., 2010, marg. 190; Díez Ripollés, J. L., InDret, 1/2012,
p. 14; Ortiz De Urbina, I., 2016, marg. 1437 ss.
STS 742/2018 de 7 de febrero (fd. 2); AAP Badajoz 285/2017 de 4 de julio (fd. 2); SAP Bil-
251
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
York (Cambridge University Press), 1989, p. 146; Bucy, P. H., Minnesota Law Review, vol. 75,
núm. 4, 1991, p. 1130.
86
Vid. al respecto, Schünemann, B., 1988, pp. 533; Dannecker, G., RP, núm. 7, 2001, p. 42;
Clarkson, C. M. V., The Modern Law Review Limited, vol. 59, núm. 4, 1996, p. 563; Feijoo Sánchez,
B., Sanciones para empresas por delitos contra el medio ambiente, Madrid (Civitas), 2002, pp. 37 ss.;
Gómez-Jara Díez, C., 2006, p. 24; idem, «Autoría y participación en la responsabilidad penal de las
personas jurídicas», Bajo Fernández; Feijoo Sánchez; Gómez-Jara Díez (auts.), Tratado de responsabili-
dad penal de las personas jurídicas, 2.ª edición, Cizur Menor (Aranzadi), 2016c, pp. 255, 264; Heine,
G., 2006, pp. 26 ss.; Galán Muñoz, A., Revista de Estudios de la Justicia, núm. 15, 2011, p. 179; Seel-
mann, K., 2013, pp. 172 ss.; Zugaldía Espinar, J. M., 2013a, p. 28; Ortiz De Urbina, I., 2016,
marg. 1439; Cigüela Sola, J., InDret, 2016, pp. 46 ss.; Feijoo Sánchez, B., 2016e, p. 72; Pérez Ma-
chío, A. I., 2017, pp. 7 ss.; Gómez Tomillo, M., 2017, p. 255; Menis, S., The Journal of Criminal Law,
vol. 81 (6), 2017, p. 470; Fernández Castejón, E., Individualización de la responsabilidad penal por la
actividad empresarial en EE. UU. ¿Un modelo para el Derecho penal español?, Barcelona (J. M.
Bosch), 2017, pp. 55 ss.; Cigüela Sola, J.; Ortiz De Urbina Gimeno, I., 2020, pp. 75 ss.; Varela, L.;
Mansdörfer, M., 2021, pp. 112 s.
87
Vid. Guardiola Lago, M. J., 2004, pp. 122-128; Galán Muñoz, A., 2 Revista de Estudios de la
Justicia, núm. 15, 2011, pp. 179 ss.; Nieto Martín, A., «Bases para un futuro derecho penal Internacional
del medio ambiente», Anuario de la Facultad de Derecho de Madrid, núm. 16, 2012, p. 157; Ortiz De
Urbina Gimeno, I., Boletín de estudios económicos, vol. LXIX, núm. 211, 2014, p. 108; idem, 2016,
marg. 1439; Gracia Martín, L., «Consecuencias jurídicas no penales derivadas de la comisión del delito
(I): las consecuencias accesorias generales y las específicas para personas jurídicas y entes sin personali-
dad jurídica», Gracia Martín (coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas del delito, 5.ª edición, Valen-
cia (Tirant lo Blanch), 2016, p. 240; Zugaldía Espinar, J. M., CPC, núm. 121, 2017, p. 12.
88
Vid. Zugaldía Espinar, J. M., 2013a, pp. 104 ss.; Feijoo Sánchez, B., InDret, 2/2016, 2016d,
p. 3; Fernández Teruelo, J. G., 2020b, p. 159. Vid. SAP Madrid 338/2022 de 17 de junio (fd. 1).
89
Vid. Laufer, W. S., Vanderbilt Law Review, vol. 52, issue 5, 1999, pp. 1375 ss.
90
Vid. Khanna, V. S., American Criminal Law Review, vol. 37, núm. 4, 2000, apart. VI. E; Laufer,
W. S., (Vanderbilt Law Review, vol. 52, issue 5, 1999, pp. 1370 ss.) se refiere a esta situación, en la que hay
un cumplimiento aparente «premiado» penalmente como la «paradoja del cumplimiento normativo» (Vid.
Ortiz De Urbina Gimeno, I.; Chiesa, L., «Compliance y responsabilidad penal de entes colectivos en
los EE. UU.», Gómez Colomer; Madrid Boquín [coords.], Tratado sobre compliance penal: responsabili-
dad penal de las personas jurídicas y modelos de organización y gestión, Valencia [Tirant lo Blanch], 2019,
pp. 1541 s.)
252
LA RESPONSABILIDAD PENAL AUTÓNOMA DE LAS PERSONAS JURÍDICAS ■
91
Tanto por parte de la persona jurídica como por la instrucción judicial del caso, Del Moral Gar-
cía, A., 2013, pp. 244 s. Vid. también, Fernández Teruelo, J. G., «La responsabilidad penal de las per-
sonas jurídicas en el Código Penal Español (una visión crítica)», Revista jurídica de Castilla y León,
núm. 25, 2011, p. 11; idem, 2020b; Fernández Castejón, E., 2017, p. 69; González Cussac,
J. L., 2020, p. 48.
92
Vid. Gómez Martín, V., 2016, p. 252.
93
Vid. Fernández Castejón, E., 2017, pp. 114 ss.; Ortiz De Urbina Gimeno, I.; Chie-
sa, L., 2019, p. 1530.
94
Feijoo Sánchez, B. (2016e, p. 103) sostiene que se debe conocer que una persona ha cometido
el delito, aunque no se sepa quién, y Ortiz De Urbina, I. (2016, marg. 1443) demanda que por lo menos
se pueda concretar que ha sido «(…) alguna de las personas físicas cuya actuación puede conllevar la
responsabilidad de la persona jurídica».
253
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA
CORPORATIVA (Y DEL PRINCIPIO DEL HECHO)
*
Profesor Lector de Derecho Penal en la Universidad de Barcelona.
**
Profesor Lector de Derecho Penal en la Universidad de Barcelona.
1
Al respecto, vid. Van Erp, J., «The Organization of Corporate Crime: Introduction to Special Issue
of Administrative Sciences», Administrative Sciences, Vol. 8, núm. 36, 2018, pp. 1 y ss. Particularmente,
comentan Ent, M. R./Baumeister, R. F., «The Four Roots of Organizational Evil», en Jurkiewicz, C. L.,
(ed.), The Foundations of Organizational Evil, M. E. Sharpe, New York, 2012, p. 219 que, a pesar de que
los delitos los cometen las personas físicas, las organizaciones pueden permitir, coordinar e incluso pro-
mover la maldad. Fundamental para entender cómo el contexto puede influir en la toma de decisiones in-
dividuales, hasta el punto de determinar que una persona realice actos nocivos que en condiciones norma-
les no llevaría a cabo Zimbardo, P. G., The Lucifer Effect: Understanding How Good People Turn Evil,
Random House, New York, 2008, pp. 258 y ss.
2
Kaptein, M., «Understanding unethical behavior by unraveling ethical culture», Human Rela-
tions,3Vol. 64, núm. 6, 2011, p. 844.
Killingsworth, S., «Behavioral Ethics: From Nudges to Norms», Ethikos, 2017, p. 6.
255
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
4
Sobre la figura del compliance officer y su abanico de deberes, vid. Turienzo Fernández, A., La
responsabilidad penal del compliance officer, Marcial Pons, Madrid, 2021, pp. 35 y ss.
5
Van Erp, J., «The Organization of Corporate Crime…», pp. 3 y ss., entiende que la organización
ocupa una posición dual, puesto que tanto es la «causa» como la «cura» contra la delincuencia corporativa.
6
Cigüela Sola, J., «Compliance más allá de la ciencia penal», InDret 4/2019, pp. 11 y ss.
7
Muy al contrario de lo que apostilla la CFGE 1/2016 en su Apartado 5.6., la cultura de cumpli-
miento no es un fin con entidad propia sino, más bien, un poderoso recurso contra la criminalidad de em-
presa basado en una multitud de medidas de cumplimiento normativo. En este sentido, acertadamente,
Ortiz de Urbina, I., «Cultura de cumplimiento y exención de responsabilidad de las personas jurídicas»,
Revista Internacional Transparencia e Integridad, núm., 6, 2018, pp. 4 y ss.
256
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA CORPORATIVA... ■
Beccaria dejó por escrito que una ley debe ser clara y comprensible para los
ciudadanos si se quiere que sea eficaz en la prevención de la delincuencia 8. El
problema es que el contexto corporativo se encuentra plagado de complejas nor-
mas jurídicas tanto penales como de otra naturaleza (tributaria, mercantil, adminis-
trativa, etc.) que han de ser acatadas. Por si fuera poco, en el campo del cumpli-
miento normativo, a la empresa le interesará tener presentes distintas normas de
soft law como, paradigmáticamente, las normas ISO y UNE. Frente a tal comple-
jidad y densidad normativa, no parece realista presumir que los integrantes de la
mercantil conocerán con exactitud y en todo momento cómo se espera que actúen
en su quehacer diario 9, extremo que naturalmente dificultará el cumplimiento de
las normas 10. A fin de garantizar que el mensaje normativo (particularmente el
penal) es recibido exitosamente, la organización ha de operar como intermediaria
entre el Derecho y sus destinatarios, definiendo claramente cuáles son los estánda-
res ético-sociales a los que estos han de adherirse 11. Con tal de acometer dicho
objetivo, tendría a su alcance diversas herramientas: los Códigos de conducta, las
políticas de empresa, los cursos de formación y las campañas de sensibilización.
Los Códigos de conducta son documentos de corta extensión, general-
mente de acceso abierto y caracterizados por el uso de un lenguaje sencillo y
ameno, alejado de tecnicismos 12. Respecto a su contenido, es verdad que, en el
fondo, los Códigos de conducta se limitan a extrapolar aquello que ya figura en
la legislación penal: que la empresa haga alarde de una política de tolerancia
8
Beccaria, C., Tratado de los delitos y de las penas, Universidad Carlos III, Madrid, 2015 (1764),
pp. 24-25.
9
Coca Vila, I., «¿Programas de cumplimiento como forma de autorregulación regulada?», en Silva
Sánchez, J. M., (dir.), Criminalidad de empresa y compliance, Atelier, Barcelona, 2013, p. 72 habla de la
menor fuerza con la que suele llegar el mensaje normativo al seno de las corporaciones.
10
Señala Robinson, P. H., Principios distributivos del Derecho Penal. A quién debe sancionarse y
en qué medida, Marcial Pons, Madrid, 2012 (2008), p. 55 que la gente no suele conocer las normas que
rigen sus vidas. También ponen de relieve la extendida falta de conocimiento de la ciudadanía sobre lo que
dicta la ley, inclusive aspectos básicos del derecho penal Van Rooij, B., Fine, A., The Behavioral Code.
The Hidden Ways the Law Makes Us Better… Or Worse, Beacon Press, Boston, 2021, pp. 138 y ss. En este
sentido, Ball, J. C., «The deterrence concept in criminology and law», The Journal of Criminal Law,
Criminology and Political Science, 1955, Vol. 46, núm. 3, p. 351 comenta que una ley no podrá ejercer
influencia disuasoria sobre un criminal en potencia si éste desconoce su existencia.
11
Kaptein, M., «Understanding unethical behavior by unraveling ethical culture», pp. 847-848. En
general, Van Rooij, B., Fine, A., The Behavioral Code. The Hidden Ways the Law Makes Us Better… Or
Worse, pp. 141-142.
12
Sobre cómo han de redactarse los Códigos éticos y los contenidos que han de figurar en estos, vid.
Nieto Martín, A., «Código ético, evaluación de riesgos y formación», en Nieto Martín, A., (dir.), Manual
de cumplimiento penal de la empresa, Tirant lo Blanch, Valencia, 2015, pp. 143-144.
257
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
13
Comenta Nieto Martín, A., «Código ético, evaluación de riesgos y formación», p. 138 que los Có-
digos éticos, en bastantes supuestos, van más allá de lo dispuesto por la ley. En esta misma línea, Pastor
Muñoz, N., «Programas de cumplimiento y normas de conducta jurídico-penales: una reflexión desde la
perspectiva de la responsabilidad penal de las personas físicas», La Ley Compliance Penal, núm. 5, 2021, p. 5.
14
Aunque concibe los programas de cumplimiento como un sistema de prevención de delitos orien-
tado a la minimización de outputs lesivos, Pastor Muñoz, N., «Programas de cumplimiento y normas de
conducta jurídico-penales…», pp. 4 y ss., admite que una parte de estos, particularmente el Código de
conducta, sería una posible concreción de las normas jurídico-penales, aspecto que esta autora ve deseable
debido a las dificultades que padecen las personas físicas integradas en la empresa para averiguar qué es
lo que el Derecho Penal espera de ellas.
15
Rorie, M., West, M., «Can «Focused Deterrence» Produce More Effective Ethics Codes? An
Experimental Study», Journal of White Collar and Corporate Crime, Vol. 3, núm. 1, 2020, pp. 10-11.
16
En este sentido, Nieto Martín, A., «Código ético, evaluación de riesgos y formación», pp. 135 y ss.
17
Vid. Tyler, T. R., «Promoting Employee Policy Adherence and Rule Following in Work Settings:
The Value of Self- Regulatory Approaches», Brooklyn Law Review, Vol. 70, núm. 4, 2005, p. 1299; Ki-
llingsworth, S., «Modeling the Message: Communicating Compliance through Organizational Values
and Culture», Georgetown Journal of Legal Ethics, Vol. 25, núm. 4, 2012, p. 969 y ss.; Haugh, T., «Cadi-
llac Compliance Breakdown», Stanford Law Review, Vol. 69, 2017, p. 207.
18
Tyler, T. R., «Promoting Employee Policy Adherence and Rule Following in Work Settings: The
Value of Self- Regulatory Approaches», p. 1.293; Haugh, T., «Cadillac Compliance Breakdown», p. 207;
Van Rooij, B., Fine, A., The Behavioral Code. The Hidden Ways the Law Makes Us Better… Or Worse,
pp. 81-82, 101; Killingsworth, S., «Modeling the Message: Communicating Compliance through Or-
ganizational Values and Culture», Georgetown Journal of Legal Ethics, Vol. 25, núm. 4, 2012, p. 969.
19
Considérese el caso de Frank Serpico cuya historia fue llevada a la gran pantalla con una película
protagonizada por Al Pacino titulada «Serpico» (1971). Frank Serpico fue un honesto oficial de policía del
258
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA CORPORATIVA... ■
Departamento de Policía de New York que se resistió estoicamente a las ofertas de sus compañeros a par-
ticipar en una extendida trama de corrupción policial y, además, alzó la voz en los años sesenta para de-
nunciarla pese a todas las dificultades con las que se topó.
20
Treviño, L. K., et al., «Managing Ethics and Legal Compliance: What Works and What Hurts»,
California Management Review, Vol. 41, núm. 2, 1999, pp. 131-151; Cigüela Sola, J., «Cultura corpo-
rativa, compliance e injusto de la persona jurídica: aproximación criminológica y jurídico-penal», La Ley
Compliance Penal, núm. 2, 2020, p. 11.
21
Nieto Martín, A., ««Stakeholders» Compliance Programs: From Management of Legality to
Legitimacy», en Manacorda, S., Centonze, F., Corporate Compliance on a Global Scale. Legitimacy and
Effectiveness, Berlin, Springer, 2021, pp. 287-311.
22
Vid. Lascuraín Sánchez, J. A., «Indigestión penal», El País, 29 de diciembre de 2022, pp. 1-2.
23
Díez Ripollés, J. L., La racionalidad de las leyes penales, Trotta, Madrid, 2.ª ed., 2013.
259
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
24
Nieto Martín, A., «Código ético, evaluación de riesgos y formación», pp. 141-142.
25
Casanovas, A., «La adecuación de los ciclos formativos», Series de test de compliance,
núm. 4, 2015, pp. 1-23.
26
Vid. Killingsworth, S., «Modeling the Message: Communicating Compliance through Organi-
zational Values and Culture», pp. 983-984; Haugh, T., «Cadillac Compliance Breakdown», Stanford Law
Review, Vol. 69, 2017, pp. 205-206.
27
Tendencia actualmente en desarrollo, por «legal design» se entiende la disciplina que trata de
aplicar al campo de la comunicación jurídica los conocimientos del diseño, particularmente del diseño de
experiencia de usuario (UX). El objetivo esencial es hacer que el derecho sea más «accesible, útil, atracti-
vo y transparente para el usuario». Vid., al respecto, Conac, M. A., «Legal Design: a must for the GDPR
compliance», Admeet.eu (https://www.admeet.eu/en/legal-design-a-must-for-the-gdpr-compliance/)
260
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA CORPORATIVA... ■
28
Vid. Van Rooij, B., Fine, A., The Behavioral Code. The Hidden Ways the Law Makes Us Better…
Or Worse, pp. 12 y ss., 46 y ss.; Killingsworth, S., «Modeling the Message: Communicating Complian-
ce through Organizational Values and Culture», pp. 966; Tyler, T. R., «Reducing Corporate Criminality:
The Role of Values», American Criminal Law Review, Vol. 51, núm. 1, 2014, p. 272.
29
Vid. Tyler, T. R., Dienhart, J., Thomas T., «The Ethical Commitment to Compliance: Building
Values-Based Cultures», California Management Review, Vol. 50, núm. 2, 2008, pp. 31-51; Stucke, M.
E., «In Search of Effective Ethics and Compliance», Journal of Corporation Law, Vol. 39, núm. 4, 2014,
p. 819; Langevoort, D. C., «Monitoring: The Behavioral Economics of Corporate Compliance with
Law», Columbia Business Law Review, Vol. 71, 2002, pp. 104 y ss.
30
Destaca Tyler, T. R., «Reducing Corporate Criminality: The Role of Values», p. 269 que las
empresas tanto disponen de normas que dictaminan lo que es correcto o adecuado como sanciones y re-
compensas por infringir la ley o por cumplirla. Define Killingsworth, S., «Modeling the Message:
Communicating Compliance through Organizational Values and Culture», p. 987 el command and control
como el corazón de un programa de cumplimiento serio y la cultura como su alma. Se posiciona a favor
de mantener cierto nivel de monitorización en los modelos de integración de valores Langevoort, D. C.,
«Monitoring: The Behavioral Economics of Corporate Compliance with Law», p. 105. Estima Franco, J.
A., «Surveillant and Counselor: A Reorientation in Compliance for Broker-Dealers», BYU Law Review,
Vol. 2014, núm. 5, 2015, p. 1.170 que las estrategias de enfoque interno no pretenden reemplazar las de
enfoque externo, sino todo lo contrario, complementarlas. Descarta Regan, M. C., «Moral Intuitions and
Organizational Culture», St. Louis University Law Journal, Vol. 51, 2008, p. 971 que una y otra orienta-
ción sean mutuamente excluibles y apuesta por un programa de cumplimiento que combine, de un lado,
values-based features, que enfaticen en los valores con los que la empresa está comprometida y fomenten
la adhesión de los trabajadores a los mismos, con, de otro lado, deterrence-based features, esto es, un
enfoque orientado hacia la amenaza de sanción en caso de transgredir las normas, la monitorización y los
sistemas de auditoria a fin de prevenir, detectar, informar y castigar comportamientos inadecuados.
31
Recomienda Heath, J., «Business Ethics and Moral Motivation: A Criminological Perspective»,
p. 611 que los cursos de ética de los negocios cambien su enfoque: de invitar a sus estudiantes a experi-
mentar una catarsis con la que se replanteen su sistema de valores a aprender a configurar en la empresa
un contexto institucional que promueva el comportamiento ético.
261
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
32
Describe la ética del comportamiento como el spin-off de la economía del comportamiento Ki-
llingsworth, S., «Behavioral Ethics: From Nudges to Norms», p. 2.
33
Este concepto lo introdujo en el campo de la economía Simon, H., «A Behavioral Model of Ra-
tional Choice», The Quarterly Journal of Economics, Vol. 69, núm. 1, 1955, pp. 99 y ss.
34
Sezer, O., Gino, F., Bazerman, M. H., «Ethical Blind Spots: Explaining Unintentional Unethi-
cal Behavior», Current Opinion in Psychology, Vol. 6, 2015, p. 77; Bazerman, M. H., Gino, F., «Beha-
vioral Ethics: Toward a Deeper Understanding of Moral Judgment and Dishonesty», Annual Review of
Law and Social Sciences, núm. 8, 2012, p. 96; Feldman, Y., The Law of Good People. Challenging States’
Ability to Regulate Human Behavior, Cambridge University Press, Cambridge, 2018, pp. 2-3; Haugh, T.,
«The Ethics of Intracorporate Behavioral Ethics», California Law Review, Vol. 8, 2017, p. 5.
35
Siguiendo la distinción formulada por Feldman, Y., The Law of Good People. Challenging States’
Ability to Regulate Human Behavior, pp. 1 y ss., hay «gente mala» que desea quebrantar la ley tras un
deliberado cálculo de los costes y beneficios (calculative wrongdoer) y «gente buena» que o bien no se
percatan de que incumplen las normas (erroneus wrongdoer) o bien racionalizan su comportamiento ilíci-
to (situational wrongdoer). El reto para los reguladores, como advierte el autor citado, será diseñar un
sistema óptimo para prevenir las conductas transgresoras de unos y otros.
36
Darley, J. M., Batson, C. D., «From Jerusalem to Jericho: A Study of Situational and Disposi-
tional Variables in Helping Behavior», Journal of Personality and Social Psychology, Vol. 27, núm. 1, 1973,
pp. 100-108.
262
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA CORPORATIVA... ■
desvalida fue distinta: de los seminaristas del primer grupo pararon a ayudar
un 63 %, de los del segundo grupo un 45 % y de los del tercer y último grupo solo
un 10 %. Lo que marcó aquí la diferencia fueron los distintos niveles de estrés a
los que fueron sometidos los protagonistas del experimento, no su grado de co-
nocimiento sobre las bondades de ayudar al prójimo, pues esto último es algo que
todos sabían gracias a la parábola del buen samaritano 37.
37
Las conclusiones alcanzadas en este experimento se hallan en línea con la comprobación empírica
efectuada décadas más tarde por Schwitzgebel, E., Rust, J., «The Behavior of Ethicists», en Sytsma, J.,
Buckwalter, W., (eds.), A Companion to Experimental Philosophy, John Wisley & Sons, 2016, pp. 225-
233. A saber, que los profesores de ética no resuelven mejor los dilemas morales que otros al momento de
enfrentarse a ellos, cuestionándose la relación entre un razonamiento moral más sofisticado y un compor-
tamiento más ético.
38
Langevoort, D. C., «Behavioral Ethics, Behavioral Compliance», en Arlen, J., (ed.), Research
Handbook on Corporate Crime and Financial Misleading, Edward Elgar, Massachusetts, 2018, pp. 272 y
ss.
39
Haugh, T., «The Ethics of Intracorporate Behavioral Ethics», pp. 4-5.
40
Killingsworth, S., «Behavioral Ethics: From Nudges to Norms», p. 2; Langevoort, D. C.,
«Behavioral Ethics, Behavioral Compliance», pp. 264 y ss.; Haugh, T., «The Ethics of Intracorporate
Behavioral Ethics», pp. 1 y ss.; Bazerman, M. H., Gino, F., «Behavioral Ethics: Toward a Deeper Un-
derstanding of Moral Judgment and Dishonesty», pp 89 y ss.
41
Killingsworth, S., ««C» is for Crucible: Behavioral Ethics, Culture, and the Board’s Role in
C-Suite Compliance», RAND Center for Corporate Ethics and Governance Symposium White Paper Se-
ries, 2013, p. 1.
42
Killingsworth, S., «Behavioral Ethics: From Nudges to Norms», p. 2; Haugh, T., «The Ethics
of Intracorporate Behavioral Ethics», p. 4.
263
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
explicar que haya gente que cometa delitos y, como reverso, a proponer medi-
das orientadas a prevenirlos: la criminología 43. En esa línea, las próximas pági-
nas tendrán como fin explorar distintas medidas de prevención de la delincuen-
cia corporativa enmarcadas en esta dimensión.
1. Apoyar
las iniciativas en cumplimiento normativo y predicar con el
ejemplo: el tone from the top
43
Vid. Larrauri, E., Introducción a la criminología y al sistema penal, Trotta, Barcelona, 2.ª
ed., 2018, pp. 15 y ss. Representativo del necesario hermanamiento entre la ética conductual y la crimino-
logía es el trabajo de Heath, J., «Business Ethics and Moral Motivation: A Criminological Perspective»,
pp. 595-614. También, Haugh, T., «The Ethics of Intracorporate Behavioral Ethics», pp. 11-12; también,
Cigüela Sola, J., «Cultura corporativa, compliance e injusto de la persona jurídica: aproximación crimi-
nológica y jurídico-penal», pp. 5 ss.
44
Cigüela Sola, J., «Compliance más allá de la ciencia penal», p. 25.
45
Sobre el «lado oscuro» del liderazgo, vid., entre otros, Lipman-Blumen J., «Toxic leadership:
When grand illusions masquerade as noble visions», Leader to Leader. 2005, núm. 36, pp. 29-36; Mehta
S., Maheshwari, G. C., «Toxic leadership: Tracing the destructive trail», International Journalof Mana-
gement, Vol. 5, núm. 10, 2014, pp. 18-24; Green J. E., «Toxic leadership in educational organizations»,
Education Leadership Review, Vol. 15, núm. 1, 2012, pp. 18-33; Judge, T. A., Piccolo R. F., Kosalka,
T., «The bright and dark sides of leader traits: A review and theoretical extension of the leader trait para-
digm», The Leadership Quarterly, núm. 20, 2009, pp. 855-875
46
Paulhus, D. L., Williams, K. M., «The Dark Triad of Personality: Narcissism, Machiavellia-
nism, and Psychopathy», Journal of Research in Personality, Vol. 36, núm. 6, 2002, pp. 556-563.
47
Milgram, S., «Behavioral Study of Obedience», Journal of Abnormal and Social Psychology,
Vol. 67, núm. 4, 1963, pp. 371-378. Más recientemente, Haslam, S. A., Reicher, S. D., «50 years of
«Obedience to Authority»: From Blind Conformity to Engaged Followership», Annual Review of Law and
Social Science, núm. 13, 2017, pp. 59-78.
264
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA CORPORATIVA... ■
48
En ocasiones, en vez de hacerse uso de la expresión tone from the top, se ha empleado la de tone
at the top. Es preferible la primera. Tone at the top pareciese incluir solo el compromiso de la cúpula di-
rectiva cuando lo acertado es que dicho compromiso provenga de la máxima dirección y fluya a través de
cada uno de los niveles de la organización que es a lo que mejor se ajusta la expresión acogida.
49
Vid, p. ej., el Apartado 7.1 de la norma UNE 19601 o el Apartado 5.6 de la CFGE 1/2016. Tam-
bién, en la doctrina, sin ánimo de exhaustividad, vid. Silva Sánchez, J. M., «La evolución de la posición
de deber del Consejo de Administración. Una observación desde la cultura del compliance», en Ragués i
Vallès, R., Robles Planas, R., (dirs.), Delito y empresa. Estudios sobre la teoría del delito aplicada al
Derecho penal económico-empresarial, Atelier, Barcelona, 2018, p. 50; Paine, L. S., «Managing for Or-
ganizational Integrity», Harvard Business Review, Vol. 72, núm. 2, 1994, p. 113; Killingsworth, S.,
«Modeling the Message: Communicating Compliance through Organizational Values and Culture»,
pp. 980-982; Miller, G. P., The Law of Governance, Risk Management and Compliance, Wolters Kluwer,
New York, 3.ª ed., 2019, p. 197; Schlichting, N. M., Cornett, B. S., «Tone At the Top: The Foundation
of an Effective Compliance Program», Journal of Health Care Compliance, Vol. 8, núm. 4, 2006, pp. 33 y
ss.; Baer, M., «Corporate Policing and Corporate Governance: What Can We Learn from Hewlett-
Packard’s Pretexting Scandal», University of Cincinnati Law Review, Vol. 77, 2008, p. 527; Langevoort,
D. C., «Cultures of Compliance», American Criminal Law Review, Vol. 54, 2017, p. 939.
50
Sobre cuán trascendente es que quienes dirigen la empresa recaben legitimidad frente a sus em-
pleados si es que desean que estos satisfagan las normas, vid. Tyler, T. R., «Promoting Employee Policy
Adherence and Rule Following in Work Settings: The Value of Self- Regulatory Approaches», pp. 1302-
1303; El Mismo, «Reducing Corporate Criminality: The Role of Values», pp. 268 y ss.; Killingsworth,
S., «Modeling the Message: Communicating Compliance through Organizational Values and Culture»,
pp. 974 y ss.; Langevoort, D. C., «Behavioral Ethics, Behavioral Compliance», p. 271.
51
Tyler, T. R., «Reducing Corporate Criminality: The Role of Values», pp. 268-269.
52
En los últimos años ha sido objeto de atención en la filosofía moral la llamada «legitimidad mo-
ral» (moral standing): cuándo alguien está en condiciones de emitir a otro un reproche. Vid. Cohen, G. A.,
265
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
Con todo, es necesario advertir que aquí nos encontramos con una ten-
sión entre el tipo de directivo que puede llamar la atención de los accionistas
por conducir a la corporación hacia la obtención de mayores beneficios, y el
que el Derecho –y el compliance officer– escogería para garantizar el objetivo
paralelo del cumplimiento: los primeros tenderán a preferir ejecutivos agresi-
vos y competitivos, mientras que los segundos tenderán a favorecer perfiles
prudentes y abiertos a la crítica y el control externo. Por cuestiones obvias, es
difícil que esa tensión se resuelva en favor del perfil jurídicamente preferible.
Sin embargo, sería necesario –o al menos ello hablaría en favor del compromi-
so de la empresa hacia el cumplimiento– que en la selección del personal di-
rectivo participasen también los órganos de cumplimiento; esto es, que su voz
sea escuchada en la elección de quién ha de marcar el tono que va a permear
en la organización.
«Casting the First Stone: Who Can, and Who Can’t, Condemn the Terrorists?», Royal Institute of Philoso-
phy Supplements, núm. 81, Cambridge University Press, 2006, pp. 113-136.
53
Insiste en que la empresa contrate a personas no-tóxicas dispuestas a participar en una cultura de
cumplimiento de la legalidad Hoppe, M., «The Problem with Toxic Leadership and How to Detox Orga-
nizations», Working Paper, 2021, p. 7. En este sentido, también, Killingsworth, S., ««C» is for Cruci-
ble…», pp. 15-16.
266
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA CORPORATIVA... ■
54
Irurzun Montoro, F., Honorabilidad como Requisito para el Ejercicio de Profesiones Finan-
cieras y otras Actividades, Aranzadi, Navarra, 2007, pp. 23 y ss.
55
Haugh, T., «Harmonizing Governance, Risk and Compliance through the Paradigm of Behavio-
ral Ethics Risk», University of Pennsylvania Journal of Business Law, Vol. 21, núm. 4, 2019, pp. 898-900;
El Mismo, «Understanding and Managing Behavioral Ethics Risk», en Suveiu, V. A., (ed.), Routledge
Handbook of Risk Management and Law, Routledge, Abington, 2022, p. 123.
56
Vid. Thoma, S. J., Dong, Y., «The defining issues test of moral judgment development», Behavio-
ral Development Bulletin, Vol, 19, núm. 3, 2014, pp. 55-61.
57
Fine, A., et al., «Rule Orientation and Behavior: Development and Validation of a Scale Measu-
ring Individual Acceptance of Rule Violation», Psychology, Public Policy, and Law, Vol. 22, núm. 3, 2016,
pp. 314-329.
58
Van Rooij, B., Fine, A., The Behavioral Code. The Hidden Ways the Law Makes Us Better… Or
Worse, pp. 57, 59-60.
267
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
3.
Editar los scripts: cuando el lenguaje que permea en la
organización importa
59
Van Rooij, B., Fine, A., The Behavioral Code. The Hidden Ways the Law Makes Us Better… Or
Worse, p. 57.
60
Vid. Langevoort, D. C., «Cultures of Compliance», p. 966; Cigüela Sola, J., «Cultura corpo-
rativa, compliance e injusto de la persona jurídica…», p. 9.
61
Destacan cuán importante es el uso lingüístico y exploran cómo la lingüística puede contribuir a
modificar el comportamiento humano Montolío Durán, E., Polanco Martínez, F., García Asensio,
M. A., «Lingüística y ciencias del comportamiento», en Ponce Solé, J., (coord.), Acicates (nudges), buen
268
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA CORPORATIVA... ■
gobierno y buena administración. Aportaciones de las ciencias conductuales, nudging y sectores público
y privado, Marcial Pons, Madrid, 2022, pp. 134 y ss.
62
Montolío Durán, E., Polanco Martínez, F., García Asensio, M. A., «Lingüística y ciencias
del comportamiento», pp. 137, 141.
63
Ponce Solé, J., Montolío Durán, E., Rozas Valdés, J. A., «Derecho conductual y nudges:
implicaciones jurídicas y lingüísticas», Nueva Época, núm. 25, 2021, p. 64.
64
Sezer, O., Gino, F., Bazerman, M. H., «Ethical Blind Spots: Explaining Unintentional Unethi-
cal Behavior», p. 78; Bazerman, M. H., Gino, F., «Behavioral Ethics: Toward a Deeper Understanding of
Moral Judgment and Dishonesty», p. 96.
65
Watts, D., «Military Euphemisms in English: Using language as a weapon», Revista de la Facul-
tad de Estudios Extranjeros. Universidad de la Prefectura de Aichi de lengua y literatura, núm. 45, 2013,
pp. 169-198.
269
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
66
Montolío Durán, E., Polanco Martínez, F., García Asensio, M. A., «Lingüística y ciencias
del comportamiento», pp. 138-140.
67
Vid. Bandura, A., «Moral disengagement in the perpetration of inhumanities», Personality and
Social Psychology Review, Vol. 3, núm. 3, 1999, p. 195.
68
Tenbrunsel, A., Messick, D., «Ethical Fading: The Role of Self-Deception in Unethical Beha-
vior», Social Justice Research, Vol. 17, núm. 2, 2004, pp. 226-228.
69
Recomienda Prentice, R. A., «Behavioral Ethics: Can It Help Lawyers (And Others) Be Their
Best Selves?», Notre Dame Journal of Law, Ethics & Public Policy, Vol. 29, núm. 1, 2015, p. 73 que se
enseñe a los empleados a controlar el uso de eufemismos.
70
Sutherland, E., Principles of Criminology, J. B. Lippincot, 4.ª ed., 1947.
71
Sykes, G. M., Matza, D., «Techniques of Neutralization: A Theory of Delinquency», American
Sociological Review, Vol. 22, núm. 6, 1957, pp. 664-670.
72
Sobre el uso de técnicas de neutralización en el campo de la delincuencia corporativa, vid.
Haugh, T., «Cadillac Compliance Breakdown», pp. 206-207; Heath, J., «Business Ethics and
Moral Motivation: A Criminological Perspective», pp. 605 y ss. Especialmente revelador es el es-
tudio empírico de Klenowski, P. M., «Learning the Good With the Bad: Are Occupational White-
Collar Offenders Taught How to Neutralize Their Crimes?», Criminal Justice Review, Vol. 37,
núm 4, 2012, pp. 461 y ss. En éste, Klenowski realizó 40 entrevistas semi-estructuradas a perso-
nas presas en diversas cárceles federales estadounidenses que habían sido condenadas por algún
delito de cuello blanco. Los resultados hablan por sí solos: todos los participantes del estudio jus-
270
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA CORPORATIVA... ■
tificaron o excusaron sus crímenes por medio de una o varias técnicas de neutralización identifica-
das por Sykes y Matza. En particular, 35 apelaron a lealtades superiores, 14 negaron la produc-
ción de un daño, 10 condenaron a quienes condenan, 9 negaron la existencia de una víctima y 10
negaron su responsabilidad.
73
Vid. Maruna, S., Copes, H., «Excuses, Excuses: What Have We Learned from Five Decades of
Neutralization Research?», Crime and Justice, Vol. 23, 2005, pp. 240-241; Van Rooij, B., Fine, A., The
Behavioral Code. The Hidden Ways the Law Makes Us Better… Or Worse, pp. 93-94.
74
Desaconseja este tipo de prácticas Arlen, J. H., «Corporate Criminal Liability: Theory and Evi-
dence», en Harel, A., Hylton, K. N., (eds.), Research Handbook on the Economics of Criminal Law, Ed-
ward Elgar Publishing, Massachusetts, 2013, pp. 164-165.
75
El recurso a la criminalidad corporativa como mecanismo de adaptación innovador frente al
desequilibrio entre los ambiciosos o incluso irrealistas objetivos empresariales y la carencia de tiempo
y recursos legítimos suficientes para alcanzarlos (goal blockage) o bien ante el riesgo de pérdidas (fear
of falling) ha sido un fenómeno ampliamente estudiado por la llamada teoría de la anomia. Vid. Ag-
new, R., Leeper Piquero, N., Cullen, F. T., «General Strain Theory and White-Collar Crime», en
Simpson, S. S., Weisburd, D., (eds.), The Criminology of White-Collar Crime, Springer, New
York, 2009, pp. 35 y ss.
76
Bandura, A., «Moral disengagement in the perpetration of inhumanities», pp. 196-198.
77
Bandura, A., «Moral disengagement in the perpetration of inhumanities», p. 199.
271
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
78
Acerca de esta doble dimensión de la delincuencia corporativa, vid. Forti, G., Visconti,
A., «From Economic Crime to Corporate Violence: The Multifaceted Harms of Corporate Crime»,
en Rorie, M. L., (ed.), The Handbook of White-Collar Crime, Wiley Blackwell, New Jersey, 2020,
pp. 64 y ss.
79
Soltes, E., Why they do it. Inside the mind of the White-Collar Criminal, Public Affairs, New
York, 2016, pp. 115 y ss.
80
A Stalin se le atribuye una frase que refleja a la perfección lo explicado: «Una única muerte es una
tragedia, un millón de muertes es solo estadística».
81
Vid. Soltes, E., Why they do it. Inside the mind of the White-Collar Criminal, pp. 115 y ss.
82
Ya Sutherland, E. H.: «White-Collar Criminality», American Sociological Review, Vol. 5,
núm. 1, 1940, p. 5 aportó un esclarecedor ejemplo: «Un directivo de una cadena de tiendas de comesti-
bles se apropió en un año de 600.000 euros, lo que representaba seis veces más las pérdidas anuales de
quinientos robos en los establecimientos de esa misma cadena». Más en detalle, sobre los múltiples y
preocupantes daños tanto económicos como personales asociados a la delincuencia corporativa, vid.
Forti, G., Visconti, A., «From Economic Crime to Corporate Violence: The Multifaceted Harms of
Corporate Crime», pp. 68 y ss.
83
Killingsworth, S., «Modeling the Message…», pp. 983 y ss.
272
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA CORPORATIVA... ■
escuchen a los protagonistas del suceso, tanto los de un lado como los de
otro 84. A su vez, desde una óptica de justicia restaurativa, resultaría oportuno
explorar si acaso brindar a las víctimas la oportunidad de explicar en los cen-
tros de trabajos cómo el delito impactó en sus vidas poseería algún efecto re-
parador en ellas 85. En caso de que afortunadamente todavía no se haya produ-
cido ninguna irregularidad en la organización siempre cabría comentar casos
de incumplimientos acontecidos en otras empresas del sector y reflejar por qué
es bueno que no ocurran. Con este tipo de estrategias se contribuiría a concien-
ciar que la delincuencia corporativa dista de ser inocua.
(iv) «Interiorizar que la delincuencia corporativa es asunto de todos»:
la era del compliance ha implicado que sobre todos los integrantes de la orga-
nización pese un deber de denunciar internamente, a través del canal de whist-
leblowing, aquellas conductas ilícitas sobre las cuales tengan conocimiento 86
(«si ves algo, di algo» 87). En manos de los empleados estará decidir si ponerse
en contacto con una instancia de control (básicamente: el compliance officer)
o bien guardar silencio. La psicología social aplicada al entorno corporativo se
ha ocupado de dar respuesta a por qué los empleados, en más de una ocasión,
suelen escoger la segunda de las opciones señaladas, originándose en el seno
de la entidad un pernicioso fenómeno llamado «silencio organizativo» 88, esto
es, la reticencia generalizada a informar sobre aquellos problemas detectados
en el ámbito laboral. Este campo de estudio ha demostrado que, en el contexto
empresarial, además del problemático efecto MUM 89, concurren múltiples
factores que dificultan que los empleados den malas noticias, inclinando final-
mente la balanza hacia el lado del silencio. Sin afán de exhaustividad, pueden
84
Van Rooij, B., Fine, A., The Behavioral Code. The Hidden Ways the Law Makes Us Better… Or
Worse, p. 81 ponen el ejemplo de los anuncios de sensibilización con los accidentes de tráfico que explican
qué le sucedió a la víctima para así reflejar el daño causado y reproducen fragmentos de entrevistas a
personas responsables de accidentes mortales en aras de mostrar qué se siente vivir con remordimiento y
vergüenza tras lo sucedido.
85
Sobre la traslación de la lógica de la justicia restaurativa a la delincuencia de cuello blanco, vid.
Luedteke, D., «Progression in the Age of Recession: Restorative Justice and White-Collar Crime in Post-
Recession America», Brooklyn Journal of Corporate, Financial & Law, Vol. 9, núm. 1, 2014, pp. 311-334.
86
El art. 31 bis. 5.4.º CP establece que los modelos de organización y gestión «impondrán la obliga-
ción de informar de posibles riesgos e incumplimientos al organismo encargado de vigilar el funciona-
miento y observancia del modelo de prevención».
87
Originariamente esta expresión se utilizó como eslogan de la campaña iniciada por el Departa-
mento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos en aras de promover entre sus ciudadanos la denuncia
de actividades sospechosas de terrorismo. Enlace: https://www.dhs.gov/see-something-say-something
88
Morrison, E. W., Milliken, F. J., «Organizational Silence: A Barrier to Change and Develop-
ment in a Pluralistic World», The Academy of Management Review, Vol. 25, núm. 4, 2000, p. 707.
89
Del inglés «mum» (silencio), es el nombre que en psicología social se le da a la reticencia de las
personas a comunicar malas noticias debido a la incomodidad que supone ser el mensajero de ellas. Vid.
Rosen, S., Tesser, A., «On Reluctance to Communicate Undesirable Information: The MUM Effect»,
Sociometry, Vol. 33, núm. 3, 1970, pp. 253-263.
273
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
mencionarse, entre muchos otros, los elementos emocionales negativos (p. ej.,
el miedo a las repercusiones negativas tras la denuncia) o el desacertado com-
portamiento reactivo de los líderes (p. ej., muestras de falta de interés o adop-
ción de actitudes abusivas o represivas) 90.
Resulta, además, que la toma de conocimiento por varios empleados de
la comisión de un ilícito penal puede propiciar paradójicamente que cada cual
esté menos dispuesto a cursar una denuncia en comparación a cuando se obtie-
ne noticia del delito individualmente. Este fenómeno se conoce en psicología
social como «efecto espectador» (bystander effect): cuantas más personas pre-
sencian un hecho que demanda atención (p. ej., un accidente o la comisión de
un delito), menor es la probabilidad de que alguna de ellas intervenga por
pensar que incumbe al resto hacer lo propio. La responsabilidad termina por
diluirse porque ningún dedo acusador apunta a un solo omitente, de modo que
cada cual se descarga de su culpa individual por pensar que cualquier otro
podría haber hecho algo para evitar el funesto incidente 91 (nuevamente: difu-
sión de la responsabilidad). A la larga, estas dinámicas propician un silencio
sistémico tremendamente perjudicial para la compañía 92, puesto que no sólo
dificulta sobremanera que la información llegue hasta aquellos sujetos compe-
tentes para solventar los problemas advertidos, sino que, para colmo, distorsio-
na gravemente el estado real de las cosas. Por ello, es importante interiorizar
en el seno de la mercantil que la delincuencia corporativa es asunto de todos,
debido a sus consecuencias a nivel tanto individual como colectivo, y lo rele-
vante que es informar sobre ella 93. Blindar un compromiso de los puestos su-
periores con la legalidad (otra vez: tone from the top), eliminar las etiquetas
estigmatizadoras asociadas a los actos de denuncia (p. ej., los términos «chiva-
to» o «delator») o contemplar mecanismos para proteger a los alertadores fren-
te a represalias (los previstos en la Ley 2/2023, de 20 de febrero, reguladora de
la protección de las personas que informen sobre infracciones normativas y de
90
Vid. Morrison, E. W., «Employee Voice and Silence», The Annual Review of Organizational
Psychology and Organizational Behavior, Vol. 1, núm. 1, 2014, pp. 179-187; Morrison, E. W., Mi-
lliken, F. J., «Organizational Silence: A Barrier to Change and Development in a Pluralistic World»,
pp. 708 y ss.
91
Vid Darley, J. M., Latané, B., «Bystander Intervention in Emergencies: Diffusion of Responsa-
bility», Journal of Personality and Social Psychology, Vol. 8, núm. 4, 1968, pp. 377-383.
92
Morrison, E. W., «Employee Voice and Silence», p. 177.
93
Suele afirmarse que existe una mayor predisposición por parte del trabajador a informar de con-
ductas transgresoras cuando sus valores se alinean con los de la organización dado que es consciente de
que las infracciones que tienen lugar en el seno de la empresa no son un problema ajeno sino que también
le afectan. En esta línea, Regan, M. C., «Moral Intuitions and Organizational Culture», p. 971; Hasnas,
J., «Managing the Risks of Legal Compliance: Conflicting Demands of Law and Ethics», Loyola Univer-
sity Chicago Law Journal, Vol. 39, núm. 3, 2008, p. 517.
274
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA CORPORATIVA... ■
4. «With
a Little Help From My Friends» 95: los nudges
94
Treviño, L. K., et al., «Managing Ethics and Legal Compliance: What Works and What Hurts»,
p. 134 comentan que un efectivo programa de cumplimiento debe mejorar la predisposición de los emplea-
dos a dar malas noticias. Del mismo modo, Van Rooij, B., Fine, A., The Behavioral Code. The Hidden
Ways the Law Makes Us Better… Or Worse, p. 210 comentan que todo el mundo debería sentirse seguro
de hablar y compartir opiniones sobre los problemas que existen en la organización.
95
Es el título de la canción publicada por The Beatles en el álbum Sgt. Peppers and the Lonely
Hearts Club Band.
96
Al respecto, con amplias referencias, Cigüela Sola, J., «Cultura corporativa, compliance e in-
justo de la persona jurídica…», pp. 4 ss.; El mismo, «El Compliance como diseño del contexto decisorio:
una aproximación desde la psicología conductual», en Demetrio Crespo, E., (dir.), Derecho penal y
comportamiento humano, Tirant lo Blanch, Valencia, 2022, pp. 619-632.
97
Kahneman, D., Pensar rápido y pensar despacio, DeBolsillo, Barcelona, 2017, p. 35.
275
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
sible dada su lentitud y la energía que consume, razón por la cual el s-1 acaba
siendo el responsable de la mayor parte de nuestros pensamientos y acciones.
Lo mismo vale para el entorno empresarial: la vida corporativa diaria implica
una enorme cantidad de decisiones irreflexivas, automáticas e intuitivas, de lo
contrario, la actividad misma se vería constantemente interrumpida por de-
mandantes procesos de deliberación y reflexión.
Los sesgos son, en definitiva, formas de abordar cognitivamente un pro-
blema, de tal forma que la realidad es observada de modo parcial, limitado o
manipulado. Con todo, aún tratándose de un fenómeno psicológico-individual
–esto es, propio del nivel micro, de los integrantes de la empresa–, el surgi-
miento de sesgos es particularmente frecuente en el ámbito corporativo, pues
las empresas tienden a generar contextos estructurales y culturales que favore-
cen su surgimiento: así, por ej., en contextos de presión y estrés laboral es co-
mún que surjan sesgos relacionados con la necesidad de respuestas rápidas,
automáticas, carentes del tipo de deliberación que a veces sería normativamen-
te deseable; también contextos de «facilidad cognitiva», esto es, en los que el
agente piensa que no hay nada moralmente relevante en juego y que será otro
quien se encargue del riesgo o el problema (así, la «obediencia a la autoridad»,
o el «sesgos de especialización» o de «procedimentalismo»); como también
contextos propicios para las ilusiones cognitivas, aquellas que surgen cuando
la organización fomenta marcos mentales demasiado optimistas, y por tanto
poco realistas en relación a los costes o a las implicación ético-normativas 98.
La cuestión que se plantea, en términos de compliance, es, por tanto, la
siguiente: cómo es posible combatir esta clase de fenómenos cognitivos, espe-
cialmente en aquellos casos en los que de ellos pueden derivar infracciones de
estándares éticos y jurídicos. Pues bien, algunos de los máximos exponentes
de la economía conductual –particularmente Thaler y Sunstein– han venido
desarrollando la idea de que un buen mecanismo preventivo consistiría en mo-
dificar los contextos de decisión de modo que las personas adopten las decisio-
nes que más les convienen tanto a ellas mismas como a la comunidad en su
conjunto. Si resulta que los seres humanos nos parecemos mucho más al irra-
cional e impaciente Homer Simpson que al frío y calculador Mr. Spock y el
contexto influye decisivamente en cómo nos comportamos, se trataría de alte-
rarlo sutilmente a fin de auxiliarnos a tomar las decisiones más adecuadas. A
esta sutil modificación contextual introducida se le denominó «nudge», en alu-
sión al pequeño empujón ofrecido por las madres elefantes a sus crías con el
98
Cigüela Sola, J., «El Compliance como diseño del contexto decisorio: una aproximación desde
la psicología conductual», pp. 620 y ss.
276
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA CORPORATIVA... ■
99
Otra traducción al español del término nudge bastante común es la de «acicate».
100
Thaler, R. H, Sunstein, C. R, Nudge. The Final Edition, Penguin Books, 2021, pp. 1 y ss.
101
Thaler, R. H, Sunstein, C. R, Nudge. The Final Edition, pp. 6-8.
102
P. ej., el ex presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, desarrolló algunas de sus políticas
públicas a partir de la filosofía nudge. En Reino Unido el ex primer ministro británico David Cameron
tomó la iniciativa de constituir una «Unidad del Pequeño Empujón» (Nudge Unit) oficialmente denomina-
da «Equipo de Conocimiento del Comportamiento» (Behavioural Insight Team) que todavía sigue en
funcionamiento. Vid. Chakrabortty, A., «From Obama to Cameron. Why Do so Many Politicians Want
a Piece of Richard Thaler?», Guardian, 2008. l
277
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
103
Examinan muchos de los mencionados «public nudges» y «private nudges» Kantorowicz-
Reznichenko, E., Wells, L., «Nudging Compliance», en Van Rooij, B., Sokol, D., (eds.), Cambridge
Handbook of Compliance, Cambridge University Press, Cambridge, 2021, pp. 554 y ss.
104
Entre otros, Killingsworth, S., «Behavioral Ethics: From Nudges to Norms», p. 3; Lange-
voort, D. C., «Behavioral Ethics, Behavioral Compliance», pp. 277-278; Sezer, O., Gino, F., Bazer-
man, M. H., «Ethical Blind Spots: Explaining Unintentional Unethical Behavior», p. 79; Haugh, T.,
«Nudging Corporate Compliance», American Business Law Journal, Vol. 54, núm. 4, 2017, pp. 683-
741; Kantorowicz-Reznichenko, E., Wells, L., «Nudging Compliance», pp. 551 y ss.; Cigüela
Sola, J., «Cultura corporativa, compliance e injusto de la persona jurídica: aproximación criminológica y
jurídico-penal», pp. 9-10; Turienzo Fernández, A., La responsabilidad penal del compliance officer,
pp. 225 y ss.; Pérez Triviño, J. L., «Compliance y cultura ética: sesgos y nudges», La Ley Compliance
Penal, núm. 2, 2020, pp. 1-18.
105
Combatir los sesgos y las fuerzas situacionales en la empresa no puede reducirse simplemente a
explicar en los cursos de formación p. ej., cuán decisiva es la influencia que ejerce el grupo sobre sus in-
tegrantes o bien lo sobre-optimistas que irrealistamente somos a veces los seres humanos. Básicamente
porque, en multitud de ocasiones, las personas ignorarán que su decisión está condicionada por un sesgo,
tal como advierten Sezer, O., Gino, F., Bazerman, M. H., «Ethical Blind Spots: Explaining Unintentio-
nal Unethical Behavior», p. 78. Consecuentemente, aun cuando, a nivel abstracto, los trabajadores sepan
bien la teoría, quizás, en el momento de la verdad, sean incapaces de identificar y, mucho menos, corregir
sus tendencias conductuales nocivas. Será necesario, por eso, introducir herramientas mucho más sofisti-
cadas como los nudges.
278
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA CORPORATIVA... ■
de una buena predisposición para ser moralmente correctos, muchas veces ac-
túan de un modo inconsistente con ese deseo a causa de los distintos factores
psicológicos y sociales a los que se ven expuestos en el entorno en el que se
desenvuelven, el uso de pequeños empujones en cumplimiento normativo bus-
caría influir en su proceso de decisión a fin de encauzarlos hacia buen puerto.
Siguiendo a Haugh, cabría distinguir hasta tres categorías de nudges en
cumplimiento normativo 106:
(i) Nudges de primer grado (o nudges deliberativos) que proporcionan in-
formación o recordatorios con el fin de activar el racional y sosegado Sistema 2.
El ejemplo más habitualmente citado es el de obligar a firmar declaracio-
nes de veracidad antes de rellenar un formulario, no después 107. Plasmar la
firma con carácter previo a leer y rellenar el documento invita a la reflexión y
despierta el lado moral del individuo, fomentándose un mayor nivel de hones-
tidad. Permitir firmar con posterioridad facilita que el empleado mienta y, una
vez acople su firma, racionalice su conducta para así preservar una buena ima-
gen de sí mismo 108.
Otro ejemplo de nudge de primer grado es el de conceder tiempos de re-
flexión adicionales en el momento preciso: justo antes de completar una tarea
para prevenir decisiones precipitadas que, llegado el caso, sean perjudiciales
(just-in-time nudge) 109. Esta es una estrategia bastante común implementada en
diferentes sistemas informáticos en relación con declaraciones de impuestos, eli-
minación de cuentas de X (antiguo Twitter) o solicitud de ayudas estatales. Antes
de que el formulario sea tramitado, salta en el dispositivo electrónico alguno de
los siguientes mensajes (o similares): «¿Estás seguro de que quieres enviar esta
solicitud?» o «¿Estás seguro de que quieres eliminar esta cuenta?». Dicho aviso
brinda al usuario una segunda oportunidad para que piense con más calma que es
lo que está a punto de hacer y evitar de este modo costosos errores. Como se dijo,
las carreras contrarreloj, el estrés diario, el agotamiento o la falta de concentra-
ción son malos aliados al momento de realizar tareas en la empresa que requieren
cierta tranquilidad y sosiego, para las cuales es bueno apelar al Sistema 2 so ries-
106
Haugh, T., «Nudging Corporate Compliance», pp. 683-741.
107
Haugh, T., «Cadillac Compliance Breakdown», p. 205; Langevoort, D. C., «Behavioral
Ethics, Behavioral Compliance», p. 274.
108
En más detalle, vid. Shu Et Al, «Signing at the Beginning Makes Ethics Salient and Decreases
Dishonest Self-Reports in Comparison to Signing at the End», Proceedings of the National Academy of
Sciences, Vol. 109, núm. 38, 2012, pp. 15.197-15.200.
109
Sezer, O., Gino, F., Bazerman, M. H., «Ethical Blind Spots: Explaining Unintentional Unethi-
cal Behavior», p. 78.
279
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
go de cometer actos indeseados 110. Incluso, podría ocurrir que el agente sea per-
fectamente consciente de que va a hacer algo incorrecto pero que ese tiempo de
reflexión adicional le permita rumiar si realmente le compensa seguir adelante.
(ii) Nudges de segundo grado que o bien introducen una opción por defec-
to para aprovecharse del proceso de pensamiento dominante o reactivo, o bien
modifican el contexto empresarial de una forma tal como para que sólo mediante
un esfuerzo mental quepa superar la modificación contextual introducida.
De un lado, en este grupo se incardinaría, tomando en consideración el
sesgo de statu quo, la introducción de opciones por defecto que se ajusten a la
legalidad (p. ej., opciones eco-friendly) a fin de que la persona tienda a esco-
gerlas por resultarle más cómodo y sencillo eso que no esforzarse por elegir
aquella que implica cometer actos contrarios a Derecho. Y de otro, la posibili-
dad de diseñar espacios amplios y diáfanos en los centros de trabajo para pro-
mover vigilancia mutua entre los empleados 111, estrategia esta tan antigua que
se remonta, como mínimo, al panóptico de Bentham, que tanta influencia tuvo
en el diseño de espacios de control del comportamiento –disciplinarios en el
lenguaje de Foucault– 112.
(iii) Nudges de tercer grado que, apelando directamente al más irre-
flexivo Sistema 1, impulsan una previsible respuesta asociativa ante la emisión
de un determinado estímulo.
Contaría como ejemplo colgar posters de ojos observadores en los muros
de los centros de trabajo con tal de generar una (falsa) sensación de vigilancia
entre los empleados 113. El estímulo percibido –la imagen– activaría incons-
cientemente en la mente del individuo una idea vinculada con éste, la de estar
110
Señalan Sezer, O., Gino, F., Bazerman, M. H., «Ethical Blind Spots: Explaining Unintentional
Unethical Behavior», p. 78 que cuando las personas están cansadas o atareadas confían en su Sistema 1 y es
más probable que cometan actos censurables éticamente. Por su parte, Langevoort, D. C., «Behavioral
Ethics, Behavioral Compliance», pp. 268-269 apunta que, a nivel cognitivo, actuar de forma ética representa
un duro trabajo y que el estrés y el cansancio minoran la capacidad para resistirse a quebrantar las normas.
111
No está de más mencionar que este nudge parecería estar situado a caballo entre el fomento de
una cultura de cumplimiento y el sistema de pura vigilancia y control. Aunque se propone configurar de
un modo determinado el contexto corporativo, al final, lo que se consigue es básicamente la vigilancia
entre pares.
112
Una útil contextualización histórica y comparada de los «nudges» puede encontrarse en la obra
colectiva Kemmerer, A., Möllers, Ch., Steinbeis, M., Wagner, G., (eds.), Choice Architecture in De-
mocracies Exploring the Legitimacy of Nudging, Hart Publishing Nomos, Baden-Baden, 2016.
113
Haugh, T., «The Ethics of Intracorporate Behavioral Ethics», p. 9, nota a pie de página núm. 50;
Van Rooij, B., Fine, A., The Behavioral Code. The Hidden Ways the Law Makes Us Better… Or Worse,
pp. 71-72.
280
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA CORPORATIVA... ■
114
Vid. Ernest-Jones, M., Nettle, D., Bateson, M., «Effects of Eye Images on Everyday Coope-
rative Behavior: A Field Experiment», Evolution and Human Behavior, Vol. 32, 2011, pp. 172-178.
115
De nuevo el nudge mencionado daría la impresión de disponer de elementos tanto de fomento de
una cultura de cumplimiento como de pura vigilancia y control. Bien es cierto que el método empleado
tiene que ver con la modificación del contexto corporativo por medio de la introducción de estímulos vi-
suales a fin de aprovecharse de una tendencia psicológica asociativa emergida de forma irreflexiva en el
Sistema Uno del agente. Sin embargo, el efecto que se obtiene no es otro que la sensación de vigilancia,
toda vez que el empleado percibe estar siendo monitorizado de igual modo que si la dirección corporativa
hubiese instalado una cámara de seguridad, creyendo (erradamente) que la probabilidad de detección de
sus comportamientos ilícitos es mayor que la que en realidad es.
116
Van Rooij, B., Fine, A., The Behavioral Code. The Hidden Ways the Law Makes Us Better… Or
Worse, pp. 122 y ss.
117
Thaler, R. H, Sunstein, C. R, Nudge. The Final Edition, pp. 64 y ss., 83 y ss.
118
Kantorowicz-Reznichenko, E., Wells, L., «Nudging Compliance», p. 560.
281
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
119
En Thaler, R. H, Sunstein, C. R., Nudge. The Final Edition, pp. 309 y ss. se dedica la quinta y
última parte del libro, titulada «Departamento de quejas», a responder las principales críticas formuladas
contra los nudges.
120
Sunstein, C., «Nudges that Fail», Behavioural Public Policy, Vol. 1, núm. 1, 2017, pp. 4-25.
121
Kantorowicz-Reznichenko, E., Wells, L., «Nudging Compliance», p. 563.
122
Kantorowicz-Reznichenko, E., Wells, L., «Nudging Compliance», p. 564.
123
Killingsworth, S., «Behavioral Ethics: From Nudges to Norms», p. 3.
124
Van Rooij, B., Fine, A., The Behavioral Code. The Hidden Ways the Law Makes Us Better… Or
Worse, p. 75.
125
Sunstein, C., «Nudges that Fail», pp. 11 y ss.
126
Haugh, T., «The Ethics of Intracorporate Behavioral Ethics», p. 13.
127
Vid. Fong, G., Hammond, D., Hitchman, S., «The impact of pictures on the effectiveness of
tobacco warnings», Bulletin of the World Health Organization, Vol. 87, 2009, pp. 640-643.
282
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA CORPORATIVA... ■
128
Killingsworth, S., «Behavioral Ethics: From Nudges to Norms», p. 3. También Van Rooij, B.,
Fine, A., The Behavioral Code. The Hidden Ways the Law Makes Us Better… Or Worse, p. 216 comentan
que lo que ellos llaman el behavioral code no opera a través de un solo mecanismo.
129
Vid. Capdeferro Villagrasa, O., Ponce Solé, J., «Nudging e inteligencia artificial contra la
corrupción en el sector público: posibilidades y riesgos», Revista Digital de Derecho Administrativo,
núm. 28, 2022, pp. 225-258.
283
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
130
Killingsworth, S., «Behavioral Ethics: From Nudges to Norms», p. 3.
131
En lo que sigue, nos limitaremos a reproducir someramente el debate ético que los nudges han
suscitado. En mayor profundidad, entre otros, vid. Haugh, T., «The Ethics of Intracorporate Behavioral
Ethics», pp. 14 y ss.; De Quintana Medina, J., «What is wrong with nudges? Addressing normative objec-
tions to the aims and the means of nudges», Nueva Época, núm. 25, 2021, pp. 24 y ss. Bovens, L., «The
Ethics of Nudge», en Grüne-Yanoff, T., Ove Hansson, S., (eds.), Preference Change. Approaches from
philosophy, economics and psychology, Springer, New York, pp. 207 y ss.; Schmidt, A. T., Engelen, B.,
«The ethics of nudging: An overview», Philosophy Compass, núm. 15, 2020, pp. 1-13. También véanse las
contribuciones de la primera parte de la obra de Kemmerer, A., Möllers, C., Steinbeis, M., Wagner, G.,
(eds.), Choice Architecture in Democracies Exploring the Legitimacy of Nudging.
132
Thaler, R. H, Sunstein, C. R, Nudge. The Final Edition, p. 312.
284
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA CORPORATIVA... ■
decidiría lo que es bueno para sí mismo no sería, como tal, el individuo al que
desea ayudarse sino el arquitecto de decisiones que lo daría por hecho.
Esta crítica ciertamente merece ser atendida en campos en los que las
alternativas disponibles son perfectamente legítimas y la elección de una u otra
algo absolutamente válido (p. ej., tanto está permitido comer un plato de ver-
duras como una bolsa de patatas fritas). Pero en el ámbito del cumplimiento
normativo, particularmente el penal, pierde fuerza. En los negocios basta con
echar un ojo al articulado penal para hacerse una idea de qué es lo correcto a
hacer 133. Desde luego habrá quien considere que lo que más le merece la pena
es estafar a clientes, contaminar el medioambiente u omitir introducir las mí-
nimas medidas de seguridad en los centros de trabajo. Sin embargo, semejante
alternativa, aunque esté disponible, no sería aceptable, fundamentalmente por-
que se hallaría prohibida al vulnerar intereses de terceros, con lo cual, no sue-
na tan controvertido que los nudges pretendan alejar al individuo de ella. De
hecho, en este ámbito, tampoco serían estrategias tan novedosas: piénsese, de
nuevo, en el ejemplo de la arquitectura panóptica.
Continuando con las objeciones éticas respecto a los medios utilizados,
se ha denunciado esencialmente las debilidades de los nudges más intrusivos
–los dirigidos al Sistema 1– por sus riesgos para algunos de los principios o
conceptos clásicos del orden jurídico. Los nudges, se argumenta, serían inter-
venciones demasiado manipuladoras y opacas en su funcionamiento como
para resultar compatibles con el respeto a la autonomía y la dignidad de sus
destinatarios. Y es que, por mucho que no bloqueen las opciones disponibles
ni modifiquen los incentivos y desincentivos disponibles, lo cierto es que «tra-
tan» al agente decisor más como un objeto al que conducir que como un sujeto
racional o deliberativo. Otro tipo de objeciones son de naturaleza política: los
nudges han sido criticados también por expresar una concepción del Estado
como un «nanny state» –o una «nanny corporation», para nuestro tema– por
asumir funciones educativas hasta el grado de infantilizar al destinatario a
quien se conduce, mediante manipulaciones, hacia su propio bien 134. Se trata,
como resulta obvio, de críticas dirigidas al aspecto paternalista de este tipo de
regulaciones 135, que no afectan a todos los nudges por igual, y que no afectan
133
Heath, J., «Business Ethics and Moral Motivation: A Criminological Perspective», p. 596.
134
Volkmann, U., «Nudging, Education, Paternalism: A Philosophical Perspective from the
Old Europe», en Kemmerer, A., Möllers, C., Steinbeis, M., Wagner, G., (eds.), Choice Architecture
in Democracies Exploring the Legitimacy of Nudging, Hart Publishing, Nomos, Baden-Baden, 2016,
p. 143.
135
Así, por ej., Volkmann, U., «Nudging, Education, Paternalism: A Philosophical Perspective
from the Old Europe», pp. 141-161.
285
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
136
Haugh, T., «The Ethics of Intracorporate Behavioral Ethics», p. 16; De Quintana Medina, J.,
«What is wrong with nudges? Addressing normative objections to the aims and the means of nudges»,
pp. 28-29.
137
Este tipo de nudges serían una buena herramienta para introducir elementos informativos que enri-
quezcan el proceso de deliberación y decisión en el ámbito empresarial; al respecto, Cigüela Sola, J., «Cultu-
ra corporativa, compliance e injusto de la persona jurídica: aproximación criminológica y jurídico-penal», p. 10.
138
Vid. Buss, S., «Personal Autonomy», Stanford Encyclopedia of Philosophy, 2018, pp. 1 y ss.
139
Haugh, T., «The Ethics of Intracorporate Behavioral Ethics», p. 15.
140
Grosseries, A., «Publicity», Stanford Encyclopedia of Philosophy, 2021, pp. 1 y ss.
286
CULTURA DE CUMPLIMIENTO: MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA CORPORATIVA... ■
141
Razón por la cual autores como Silva Sánchez, J. M. «Lo real y lo ficticio en la responsabilidad
«penal» de las personas jurídicas», REDEPEC, Vol. 1, 2023, p. 10 ss., vienen hablando de «estados de
cosas peligrosos» y no de hechos. Con amplia bibliografía, vid. Cigüela Sola, J., La culpabilidad colec-
tiva en Derecho penal, Marcial Pons, Madrid, 2015, pp. 297 ss.
142
Por todos, Zabel, B., Das Ordnung des Strafrechts, Duncker & Humblot, Berlín, 2017.
287
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
143
Zabel, B., «¿Del hecho al conflicto? Sobre el cambio de función del Derecho penal de culpabi-
lidad», InDret 1/2018, pp. 9 y ss.
288
LA CERTIFICACIÓN DE LOS MODELOS DE PREVENCIÓN
DE DELITOS Y SU RELACIÓN CON EL PROCESO PENAL
I. INTRODUCCIÓN
*
Doctor en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad de Barcelona. Profesor Ordinario del
Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Socio en Yon Ruesta, Sánchez
Málaga & Bassino Abogados.
289
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
1
Pawlik, M., Ciudadanía y derecho penal. Fundamentos de la teoría de la pena y del delito en un
Estado de libertades, Barcelona (Atelier), 2016, p. 36.
2
Carlos de Oliveira, A. C., «Blanqueo de capitales», Lecciones de Derecho Penal Económico y
de la Empresa. Parte General y Especial, Barcelona (Atelier), 2020, p. 640.
3
Cfr. Silva-Sánchez, J. M. /Ortiz de Urbina Gimeno, I., «Introducción al Derecho Penal Eco-
nómico-Empresarial», Lecciones de Derecho Penal Económico y de la Empresa. Parte General y Espe-
cial, Barcelona (Atelier), 2020, pp. 27 ss.
4
Pawlik, M., 2016, p. 43.
290
LA CERTIFICACIÓN DE LOS MODELOS DE PREVENCIÓN DE DELITOS Y SU RELACIÓN ... ■
5
Al respecto, ver ICA Certificate in Compliance. Course Manual, 4.ª ed., Londres (International
Compliance Training Ltd.), 2016, pp. 3 y 16.
6
Nieto Martín, A., «La autorregulación preventiva de la empresa como objeto de la política cri-
minal», Estudios de Derecho Penal. Homenaje al profesor Santiago Mir Puig, Montevideo-Buenos Aires
(B de F), 2017, p. 167.
7
Nieto Martín, A., «Problemas fundamentales del cumplimiento normativo en el Derecho penal»,
en Kuhlen et al. (ed.), Compliance y teoría del Derecho penal, Madrid (Marcial Pons), 2013, p. 26.
8
En España, se establece la responsabilidad penal de las personas jurídicas por primera vez a través
de la LO 5/2010.
9
Montaner Fernández, R., «Compliance», Lecciones de Derecho Penal Económico y de la Em-
presa. Parte General y Especial, Barcelona (Atelier), 2020, p. 110.
10
Nieto Martín, A., «La autorregulación preventiva de la empresa como objeto de la política cri-
minal», Estudios de Derecho Penal. Homenaje al profesor Santiago Mir Puig, Montevideo-Buenos Aires
(B de F), 2017, p. 170.
291
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
11
Al respecto, ver: https://www.aenor.com/certificacion/en-que-consiste-la-certificacion.
292
LA CERTIFICACIÓN DE LOS MODELOS DE PREVENCIÓN DE DELITOS Y SU RELACIÓN ... ■
ción y prevención de los riesgos en materia tributaria, entre los que se encuen-
tra el riesgo de fraude tributario; y iv) la norma ISO 37301 de Sistemas de
Gestión de Compliance, que busca reforzar en las empresas las iniciativas vin-
culadas a la gobernanza y al compromiso con la gestión del cumplimiento de
las obligaciones relevantes. Las normas ISO, como es el caso de la ISO 37301
en su sección 9.1., establecen que la organización debe establecer, implemen-
tar, evaluar y mantener procesos de monitoreo sobre el funcionamiento de su
modelo de prevención, procesos que se configuran como una primera línea de
defensa frente al riesgo y que serán objeto de validación por el certificador
imparcial. Ello intentaría alejar la evaluación de la conformidad a un proceso
meramente formal.
Ahora bien, resulta mejor atender a un concepto amplio de certificación
que la entienda como un proceso de validación de la idoneidad de los modelos
de prevención de delitos, esto es, de la existencia y funcionamiento efectivos
de los elementos esenciales del cumplimiento normativo en la empresa sin li-
mitarse a la conformidad con un estándar específico. En esa línea, la verifica-
ción de la idoneidad del modelos de prevención implica por lo menos analizar
los tres pilares básicos del cumplimiento normativo en la empresa: i) valorar la
evidencia objetiva acerca de la existencia de cultura de cumplimiento en la
empresa (por ejemplo, a través de la aplicación de las normas internas a los
órganos directivos y la aprobación de un presupuesto específico para el área de
cumplimiento normativo); ii) valorar la elaboración y, de ser el caso, actualiza-
ción de un perfil de riesgos de la empresa, que incorpore procesos específicos
de identificación, evaluación y prevención; y iii) valorar la implementación y
puesta en funcionamiento de los elementos mínimos que ha de contener el
modelo de prevención según la normativa estatal correspondiente.
293
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
12
Nieto Martín, A., Manual de cumplimiento penal en la empresa, Valencia (Tirant lo
Blanch), 2015, p. 36.
13
Montiel, J. P., «¿Existen las Obliegenheiten en el Derecho Penal?», en Indret. Revista para el
análisis del Derecho, 4, 2014, p. 9.
14
Sánchez-Ostiz, P., «Imputación e incumbencias en Derecho penal», en Política criminal,
Vol. 12, Núm. 24 (diciembre 2017), Art. 15., pp. 1211-1227.
15
Sánchez-Ostiz, P., «¿Programas de cumplimiento como forma de autorregulación regulada?»,
en Silva Sánchez (Dir.), Criminalidad de empresa y Compliance. Prevención y reacciones corporativas,
Barcelona (Atelier), 2013, p. 71.
16
Ver más en: Sánchez-Málaga, A., «Compliance: ¿autorregulación o deber?», enx Revista Ibe-
roamericana de Derecho Penal y Criminología, 2018.
294
LA CERTIFICACIÓN DE LOS MODELOS DE PREVENCIÓN DE DELITOS Y SU RELACIÓN ... ■
mismo sino las dirigidas también a los demás seres racionales» 17. Al respecto,
considero necesario tener en cuenta que la existencia de motivos morales para
el cumplimiento normativo es independiente a cualquier decisión o accionar de
lo público, a lo que se suma el hecho de que el sentido de una empresa es gene-
rar riqueza en el marco de la legalidad y esto podría concretarse a través de
medios, que, siendo legales, podrían colisionar con criterios morales de un de-
terminado grupo. En otras palabras, para el Derecho no es necesariamente rele-
vante si el agente económico, en este caso la alta dirección de la empresa, actúa
bajo un imperativo categórico, según el cual representa sus acciones por sí mis-
mas como objetivamente necesarias sin referencia a ningún otro fin, o si lo hace
bajo un imperativo hipotético en el que se representa la necesidad práctica de
una acción posible como medio de conseguir otra cosa que se quiere (o que es
posible que se quiera) 18. Asimismo, es quizás la lógica del imperativo hipotéti-
co la que guíe mejor un sistema de incentivos económicos que traiga como re-
sultado la adopción más eficiente de modelos de prevención de delitos.
Con relación a las razones de naturaleza económica, más allá de que un
amplio sector considere superada la teoría del análisis económico para explicar
la decisión de delinquir de los agentes económicos, las propias concepciones
que se basan en la economía del comportamiento y verifican la existencia de
sesgos cognitivos en la dinámica corporativa 19 no niegan que la actividad em-
presarial tiene como un importante motor la generación de utilidad. En ese
sentido, es posible entender que los motivos económicos tienen alta relevancia
al momento de valorar si se adopta un programa de cumplimiento y en qué
términos se adopta. Las empresas podrán tener en cuenta la existencia de incen-
tivos estatales (como el otorgamiento de beneficios tributarios, de ventajas en la
realización de trámites ante entidades del Estado, de subsidios, entre otros), así
como la existencia de exigencias provenientes de la legislación de los países de
los que dichas empresas son originarias (como la obligación de contratar única-
mente con sujetos extranjeros que cuenten con un programa de cumplimiento).
Ahora bien, parece que son las razones legales las que tienen un lugar
central en la toma de decisión acerca de la adopción del programa de cumpli-
miento. En el caso peruano, la implementación y puesta en marcha de modelos
de prevención ha sido impulsada con la entrada en vigencia de la Ley
17
Kant, I., Fundamentación de la metafísica de las costumbres, 16.ª ed., Madrid (Espasa Calpe S.
A.), 2004, p. 102.
18
Kant, I., Fundamentación de la metafísica de las costumbres, 16.ª ed., Espasa Calpe S. A., 2004,
p. 83.
19
Al respecto, ver Silva Sánchez, J. M., «Introducción al Derecho penal económico-empresarial»,
en Silva Sánchez (Dir.), Lecciones de Derecho penal económico y de la empresa. Parte general y especial,
Barcelona (Atelier), 2020, p. 32.
295
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
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LA CERTIFICACIÓN DE LOS MODELOS DE PREVENCIÓN DE DELITOS Y SU RELACIÓN ... ■
297
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V. USO DE LA CERTIFICACIÓN
302
LA CERTIFICACIÓN DE LOS MODELOS DE PREVENCIÓN DE DELITOS Y SU RELACIÓN ... ■
mente en torno a los efectos que la certificación puede tener en el proceso pe-
nal. El valor probatorio de la certificación en el proceso penal está directamen-
te vinculado con la clase de organización o institución que la emita. Si se trata
de certificaciones realizadas por instituciones del Estado o por particulares
previamente autorizados y regulados por el Estado, el valor probatorio podría
ser relevante. En cambio, si se trata de certificaciones a cargo de particulares
que no tienen un vínculo o reconocimiento del Estado, su valor probatorio
puede ser mínimo, salvo que se trate de un caso en el que el delito haya sido
cometido justo después del otorgamiento de la certificación 20.
En España, la Fiscalía General del Estado, mediante la Circular 1/2016
sobre la responsabilidad penal de las personas jurídicas conforme con la refor-
ma del Código Penal efectuada por Ley Orgánica 1/2015, ha establecido que
las certificaciones sobre la idoneidad del modelo de prevención expedidas por
empresas, corporaciones o asociaciones evaluadoras y certificadoras de cum-
plimiento de obligaciones «podrán apreciarse como un elemento adicional
más de su observancia pero en modo alguno acreditan la eficacia del progra-
ma, ni sustituyen la valoración que de manera exclusiva compete al órgano
judicial». En la misma línea se pronuncia la normativa peruana. Acerca de la
certificación privada, el artículo 49.º del reglamento establece que la SMV en
la emisión del informe técnico adicionalmente puede tener en cuenta la exis-
tencia de las certificaciones relacionadas a sistema de gestión de riesgos, ges-
tión de Compliance o sistema de gestión anti soborno, que la persona jurídica
hubiese obtenido, en la medida que hayan sido emitidos por parte de entidades
especializadas del Perú o del exterior.
Más allá de la regulación legal vigente en los países objeto de estudio,
debe tenerse en cuenta la importancia de cautelar los derechos y garantías de
un debido proceso, en el que la controversia sobre la configuración de un deli-
to y la imputación de responsabilidad penal es de naturaleza jurídica. No se
trata de una mera evaluación de gestión corporativa o de cumplimiento de re-
quisitos formales. En ese sentido, en ningún caso debería ocurrir que la certi-
ficación de un agente particular acredite la eficacia del modelo de prevención
de delitos o sustituya la valoración que únicamente le corresponde a los órga-
nos del sistema de justicia penal y, en su caso, a los peritos del sistema judicial.
Del mismo modo, difícilmente una certificación particular realizada por agen-
tes no necesariamente reconocidos por el Estado, en un momento y contexto
por lo general no relacionados con el hecho delictivo, podría reunir requisitos
20
Montaner Fernández, R.., «Compliance», Lecciones de Derecho Penal Económico y de la
Empresa. Parte General y Especial, Barcelona (Atelier), 2020, p. 110.
303
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
mínimos que cualquier evidencia deba tener para ser valorada en el proceso
penal. Si bien pueden servir de referencia o de elemento indiciario, la admi-
sión a debate y la valoración probatoria sustantiva de una certificación particu-
lar pondría en cuestión principios de la prueba como el de igualdad y oportu-
nidad, el de inmediación en la apreciación, el de contradicción en su actuación
y el de objetividad.
VI. CONCLUSIÓN
304
REQUISITOS DE LA PRISIÓN PROVISIONAL: ELEMENTOS
PERSONALES Y ELEMENTOS DEL HECHO
*
Doctor en Derecho. Universitat de Barcelona. Magíster en Derecho Penal y Ciencias Penales,
Universidad de Barcelona y Universidad Pompeu Fabra. Magíster en Sistema de Justicia Penal, Universi-
dad de Lleida. Abogado, Universidad de Buenos Aires. Docente de grado y posgrado, Universidad de
Buenos Aires. Fiscal General Federal, Ministerio Público Fiscal, Argentina. jgmiranda@derecho.uba.ar.
305
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
306
REQUISITOS DE LA PRISIÓN PROVISIONAL: ELEMENTOS PERSONALES Y ELEMENTOS ... ■
1
Ríos Corbacho, J. M., «Los fines de la pena a través del cine: aspectos filosóficos y penales»,
Anuario da Facultade de Dereito da Universidade da Coruña, núm.15, 2011, p. 435, nota 36.
2
Pastor, D., «Acerca del derecho fundamental al plazo razonable de duración del proceso penal»,
JpD, núm. 49, 2004, p. 66; Silva Sánchez, J. M., Malum passionis. Mitigar el dolor del Derecho penal,
Barcelona (Atelier), 2018, p. 149; Montero Aroca, J., «La ausencia del imputado en el proceso penal»,
en Estudios de Derecho Procesal, Barcelona, 1981, p. 557, también advirtió que cuando se discutieron las
excepciones a la necesaria presencia del acusado en el juicio oral tal excepción ha obedecido al «deseo de
evitar los perjuicios que la presencia obligatoria ocasionaría al imputado, mayores (…) que la propia
pena».
3
Silva Sánchez, J. M., 2018, p. 150.
4
Cfr. el vasto trabajo de campo de Vacani, P., La cantidad de pena en el tiempo de prisión. Sistema
de la medida cualitativa. Tomo I: Prisión Preventiva, Buenos Aires (Ad-Hoc), 2015, pp. 97 ss., que siste-
matiza los diversos modos de «trato punitivo» que se verifican en las cárceles.
5
Entre otras, la STS 1045/2013 sostuvo que dado que la pena es por sí misma una reducción del
status del autor respecto de sus derechos fundamentales, es evidente que toda privación de derechos sufri-
da legítimamente durante el proceso constituye un adelanto de la pena que no puede operar contra el
acusado. También las SSTS 934/1999, 283/2003, 391/2011, 52/2015, 151/2015, 332/2015 reconocen que
incluso la libertad provisional, por sí, es una medida de naturaleza restrictiva, con independencia de que
sus efectos sean más o menos intensos atendiendo a las circunstancias personales del afectado (se inclu-
yen, por ende, las comparecencias periódicas obligadas durante el proceso).
307
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
6
Dei Vecchi, D., Peligrosidad judicial y encarcelamiento cautelar, Buenos Aires (Ad-Hoc), 2015,
p. 145.
7
Ibidem, p. 145.
8
Es el caso, a título meramente ejemplificativo, del nuevo Código Procesal Penal Federal argentino,
al menos en lo relativo al peligro de fuga, por el cual se establece un listado.
9
Dei Vecchi, D., 2015, p. 147.
10
Ibidem, p. 147.
308
REQUISITOS DE LA PRISIÓN PROVISIONAL: ELEMENTOS PERSONALES Y ELEMENTOS ... ■
11
STC, Sala 2.ª, 62/2005, de 14 de marzo de 2005. Cfr. Benavente, C./Oubiña Barbolla, A.,
«Prisión provisional: ¿Una solución a los malos tratos?», InDret, núm. 4, 2005, p. 8.
12
Artículo 503.3 LECrim: «Para valorar la existencia de este peligro se atenderá conjuntamente a
la naturaleza del hecho, a la gravedad de la pena que pudiera imponerse al investigado o encausado, a la
situación familiar, laboral y económica de este, así como a la inminencia de la celebración del juicio oral,
en particular en aquellos supuestos en los que procede incoar el procedimiento para el enjuiciamiento
rápido. (…) Procederá acordar por esta causa la prisión provisional de la persona investigada cuando, a
la vista de los antecedentes que resulten de las actuaciones, hubieran sido dictadas al menos dos requisi-
torias para su llamamiento y busca por cualquier órgano judicial en los dos años anteriores»; o el similar
artículo 221 del nuevo CPP argentino.
13
Ferrer Beltrán, J., «Los estándares de prueba en el proceso penal español», Cuadernos electró-
nicos de filosofía del derecho, núm. 15, 2007, p. 11.
14
Gimeno Sendra, V., «La necesaria reforma de la prisión provisional», DLL, núm. 5411, 2011,
p. 1325, ejemplifica que, a diferencia de los asesinatos terroristas, v.gr., los femicidios no suelen provocar
la ocultación del homicida. También la pertenencia a una organización delictiva.
15
No es un criterio válido para disponer el riesgo de fuga la falta de arraigo de un sujeto. Esa falta
de arraigo, es decir, de domicilio fijo, puede llevar al juez a disponer una libertad provisional con compa-
recencias periódicas, pero actualmente se dispone de medios más que suficientes para poder localizar a
una persona que no tenga residencia fija. Málaga Diéguez, F., «El fundamento de la tutela provisional
en el proceso penal», Justicia 2002, Barcelona (Bosch), 2002, p. 204, describe el arraigo como un cúmulo
309
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
de circunstancias personales del imputado que denotan un vínculo entre este último y un ámbito territorial
determinado.
16
Ibidem, p. 206, menciona los supuestos de cónyuge, hijos menores o personas de edad avanzada
que conviven o pueden encontrarse a cargo del imputado. Asimismo, pueden constituir un indicio para este
autor y para la STC 304/2000 de 11 de diciembre los vínculos que el encausado pueda tener en otro país.
17
Ha sostenido la STC 164/2000, de 12 de junio, que la condición de no nacional puede constituir
un indicio relevante de riesgo de fuga si el extranjero se encuentra de paso, o si está en situación irregular
y carece de trabajo y domicilio fijos en el país donde tramita el proceso penal.
18
Málaga Diéguez, F., 2002, p. 203, sostiene que ni una ni otro pueden constituir indicios de
riesgo de fuga pero sí pueden valorarse como contraindicios que excluyan dicho riesgo en un caso concre-
to. Así, v.gr., un mal estado de salud puede impedir que el acusado intente huir.
19
Según Málaga Diéguez, F., Ibidem, p. 208, este elemento no está referido a los antecedentes
determinantes de reincidencia sino más bien al análisis del punto en que la conducta del imputado en el
pasado permite sospechar que tratará de sustraerse a la acción de la Justicia si permanece en libertad.
20
El legislador español ha considerado como motivo suficiente per se para presumir que concurre
un riesgo de fuga y que procede la prisión provisional por tal motivo el dato de que el imputado ya se
hubiera sustraído en ocasiones anteriores a la acción de la Justicia: en concreto, cuando hubieran sido
dictadas en los dos años anteriores al menos dos requisitorias para el llamamiento y búsqueda del imputa-
do por cualquier órgano judicial, en relación con otros procesos penales (art. 503.1.3.º a) III LECrim. En
estos casos ni siquiera rige la exigencia de que el delito tenga asignada una pena cuyo máximo sea igual o
superior a los dos años de prisión.
21
Como afirma Málaga Diéguez, F., Ibidem, p. 199, «nada puede haber más indicativo de un
riesgo de fuga que el propio intento de practicarla».
22
Según Málaga Diéguez, F., Ibidem, p. 207, la carencia de trabajo puede servir como indicio de
riesgo de huida, mientras que lo contrario puede valorarse como determinante de arraigo.
23
Ello atento al costo que implica generar una nueva vida, radicarse e incluso obtener una nueva
identidad y subsistir fuera de su ámbito laboral o económico previo; además del riesgo de aplicar supues-
tos de un derecho penal de autor por tomar el modo de vida del investigado como justificación para encar-
310
REQUISITOS DE LA PRISIÓN PROVISIONAL: ELEMENTOS PERSONALES Y ELEMENTOS ... ■
Nieva Fenoll 24 sostiene que no basta con un riesgo de fuga leve, sino que
este tiene que ser grave, evidente y no fundamentado en una simple conjetura,
debiendo el juez explicar motivadamente con qué medios podría eludir la ac-
ción de la justicia el imputado 25, aun reconociendo que no puede obligarse a
que el juez acredite una «certeza», puesto que el cálculo del riesgo casi siem-
pre se traducirá en una hipótesis sin premisas, es decir, sin auténticas razones.
La CIDH ha señalado que una presunción del riesgo de fuga sin una con-
sideración individualizada de las circunstancias específicas del caso es una
forma de detención arbitraria, aun cuando estuviera establecida en la ley 26.
La justificación del riesgo de fuga, más allá de la disposición de los me-
dios antes enumerados, es extremadamente compleja, puesto que solo en caso
de que el imputado haya protagonizado una fuga anterior –o al menos un in-
tento– podrá sostenerse con contundencia el nuevo peligro. Incluso en caso de
que otros miembros de la misma banda criminal hayan optado por la evasión 27,
se estaría haciendo responsable a una persona de las culpas de otro mediante
un juicio sumarísimo –como el que implica la decisión sobre la medida caute-
lar– que habitualmente se realiza mediante un procedimiento y una motivación
sumamente débil, si se lo compara con la regulación del verdadero juicio pe-
nal, pese a las consecuencias muy graves –cercanas a las de una condena– que
acarrea la medida.
Para la jurisprudencia europea, el riesgo de repetición de delitos es una
causa compatible con el artículo 5.3 CEDH 28, en tanto se ha sostenido incluso
que la mera gravedad de una imputación puede permitir a los jueces la presun-
ción de que el sospechoso cometerá nuevas infracciones 29, no requiriéndose
celarlo. Para Nieva Fenoll, J., Derecho procesal III. Proceso penal, Madrid (Marcial Pons), 2017,
p. 285, además, ninguna de estas circunstancias superarían ni en lo más mínimo un análisis de riesgo a
cargo de los profesionales de la materia, los psicólogos de la personalidad, que habrían de invertir días en
su evaluación.
24
Ibidem, pp. 285 ss.
25
El artículo 503.1.3.a) LECrim ofrece algunos parámetros para asistir al juez en esta evaluación,
pero estos o son absolutamente ambiguos («naturaleza del hecho») o bien es difícil, en puridad, relacio-
narlos con el riesgo de fuga más allá de tópicos («situación familiar, laboral y económica del reo»).
26
CIDH, Informe Núm. 84/10, caso 12.703, Fondo, Raúl José Díaz Peña, Venezuela, 13 de julio
de 2010. Consideró, además, que el hecho de que tal presunción se aplique en función de un pronóstico de
la pena constituye una violación al derecho a la presunción de inocencia.
27
Nieva Fenoll, J., 2017, p. 287.
28
El TEDH, pese a que en el CEDH no hay una norma específica que establezca esta causal de
prisión provisoria, la convalidó en los precedentes Matznetter y Guzzardi. En el primer caso tuvo en cuen-
ta la continuidad de los actos reprochados, el daño causado y la nocividad del acusado, como la experien-
cia y capacidad de este para cometer nuevos delitos. En el segundo caso, sostuvo que los posibles delitos
que podría cometer el acusado debían ser concretos y específicos.
29
STEDH «Clooth» de 12 de diciembre de 1991, «Toth» de 12 de diciembre de 1991 y, sobretodo,
«W. c. Suiza» de 26 de enero de 1993.
311
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
datos objetivos sobre el riesgo futuro (basándose, por ende, en una presun-
ción). Esta conclusión resulta a mi juicio desafortunada, ya que lo que carac-
teriza a esta clase de peligros, como probabilidad del evento dañoso, refiere a
ciertas condiciones personales del individuo 30.
Nieva Fenoll 31 sostiene que este supuesto requiere un plus sobre los an-
teriores 32 y es que la personalidad del individuo debe ser evaluada en la reso-
lución. Pero el juez no es un psicólogo experto para hacerlo, por lo que será
preciso someter al imputado a pruebas psicológicas sobre la probabilidad de
«reincidencia» (que existen ya para algunos delitos, como la violencia de gé-
nero o los delitos sexuales, pero que deberían ser ampliadas a otros casos con
un seguimiento psicológico posterior del que el legislador tampoco habla) 33.
Como analiza Ragués i Vallès 34, la posibilidad de utilizar la prisión pro-
visional como un auténtico medio de prevención de delitos debe apreciarse
junto con la posibilidad de una grave conculcación de garantías individuales
(libertad personal y presunción de inocencia) 35. Esto encuadraría al instituto
en el fenómeno del «Derecho penal del enemigo» 36 por ser –además de la
conculcación de garantías señalada– una «legislación de lucha» contra deter-
minados perfiles criminales que se hallarían descritos en el propio texto de la
ley 37.
El Derecho penal vigente ha excluido a los imputables peligrosos de la
posibilidad de aplicarles cualquier medida de seguridad 38, siendo la pena por
30
Dei Vecchi, D., 2015, p. 94. Lo que ha de probarse, se dice, es la personalidad proclive, la incli-
nación del individuo hacia la delincuencia o el accionar socialmente lesivo. De ello se deduce la incerti-
dumbre jurídica al respecto, ya que tal inclinación o proclividad puede significar tanto que ha hecho tal o
cual cosa en el pasado o, por el contrario, que probablemente hará tal cosa en el futuro.
31
Nieva Fenoll, J., 2017, p. 291.
32
La pista de ese plus la ofrece el ordenamiento italiano, que obliga a observar diversas circunstan-
cias, pero especialmente «la personalidad del imputado derivada de su comportamiento» (art. 274 CPP).
33
Nieva Fenoll, J., 2017, p. 292, además «la seguridad del juez debe ser máxima».
34
Ragués i Vallés, R., «Prisión provisional y prevención de delitos. ¿Legítima protección de bie-
nes jurídicos o Derecho penal del enemigo?», en Cancio Meliá, M./Gómez-Jara Díez, C. (Coords.),
Derecho penal del enemigo: el discurso penal de la exclusión, Madrid (Edisofer), 2006, pp. 714-715.
35
También Nieva Fenoll, J., 2017, p. 290; Benavente, C./Oubiña Barbolla, A., InDret,
núm. 4, 2005, p. 8.
36
En el sentido desarrollado en Jakobs, G./Cancio Meliá, M., Derecho Penal del enemigo, Madrid
(Civitas), 2006, pp. 19 ss.
37
Ragués i Vallés, R., «Prisión provisional…» en Jakobs, G./Cancio Meliá, M., Derecho Penal
del enemigo, 2006, pp. 714-715; Gutiérrez de Cabiedes, P., La Prisión Provisional, Cizur Menor
(Thomson-Aranzadi), 2004, pp. 19-20.
38
Estas han sido declaradas inconstitucionales por el TC ya que «No caben medidas de seguridad
sobre quien no haya sido declarado previamente culpable de la comisión de un ilícito penal» (STC 23/1986
de 14 de febrero), por lo que también lo sería la prisión provisional adoptada si es considerada una medida
de esta naturaleza. Por lo tanto se constituyen en un instrumento de prevención especial, que en nuestro
sistema democrático solo puede aplicarse como reacción a la comisión de un delito que revele peligrosidad
en su autor –medidas de seguridad postdelictuales– y nunca como previsión anticipativa del mismo –me-
312
REQUISITOS DE LA PRISIÓN PROVISIONAL: ELEMENTOS PERSONALES Y ELEMENTOS ... ■
didas de seguridad predelictuales que están prohibidas–, como las que en su día se permitían en la deroga-
da Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social.
39
González Rus, J. J., «La pretensión de configurar la prisión provisional en los casos de peligro
de reiteración delictiva como una medida de seguridad. Posibles alternativas a la fundamentación de la
misma», en Zugaldía Espinar, J. M./López Barja de Quiroga, J. (Coords.), Dogmática y ley penal: libro
homenaje a Enrique Bacigalupo, Vol. 2, Madrid (Marcial Pons), 2004., p. 1356.
40
Pese al argumento señalado por la Corte Suprema de los EE. UU., que sostiene que «las sanciones
de encarcelamiento preventivo no son impuestas a todas las personas que se consideran peligrosas, solo a
aquellas que están sometidas a persecución penal. Así, es la presencia de la culpabilidad que surge desde
la imputación aún no demostrada la que actúa como disparadora de la detención» (cfr. la opinión de Re-
hnquist en US v. Salerno, 481 US 739, 746-747 –1987), obsequiando un peligroso valor de culpabilidad a
la mera imputación de un ilícito. Conforme explica Bovino, A., Aporías. Sombras y ficciones en la justi-
ficación del encarcelamiento preventivo, Foro: revista de derecho 8 (II Semestre), 2007, p. 35, se debe
tener en cuenta que la detención preventiva, en los EE. UU., se aplica con fines penales sustantivos a los
que eufemísticamente se los llama «regulatorios».
41
Benavente, C./Oubiña Barbolla, A., en InDret, núm. 4, 2005, p. 7. Respecto a la orden de
alejamiento, señala Moreno Catena, V. et al., Derecho Procesal Penal, Valencia (Tirant lo Blanch), 2004,
p. 302, que «desde un punto de vista jurídico debe reconocerse, sin embargo, que el nuevo artículo 544 bis
LECrim desborda la naturaleza genuina de las medidas cautelares propias del proceso penal, ya que su
objetivo no se dirige a evitar la ocultación del delito o la sustracción del imputado a la acción de la justicia,
sino más bien a proteger a la víctima de futuras y posibles agresiones; por tanto, el legislador está autori-
zando estas medidas con una imputación indiciaria realizada por la autoridad judicial frente a quien está
amparado por la presunción de inocencia».
313
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
42
Morillas Cueva, L., «Reflexiones sobre la prisión preventiva», Anales de derecho, Vol. 34,
núm. 1, 2016, p. 24.
43
Dei Vecchi, D., 2015, p. 94.
44
Ibídem, p. 94.
45
Ibídem, p. 94.
46
Puede resultar interesante a este respecto la observación de las características del llamado Dere-
cho penal del enemigo que realiza Cancio Meliá, M., en Jakobs, G./Cancio Meliá, M., Derecho penal
del enemigo, Madrid (Civitas), 2006, pp. 110-111, cuando habla de la lucha contra determinados perfiles
criminales que implica una merma de garantías procesales, y cuando caracteriza «el Derecho penal del
enemigo como Derecho penal de autor». En tal sentido, no deja de ser significativo que en el vigente
artículo 503 LECrim se admita la posibilidad de aplicar la prisión provisional sobre la base, fundamental-
mente, de perfiles criminales.
47
Cfr. Gómez Martín, V., ¿Tiene cabida el Derecho penal de autor en un Estado liberal?, Nicara-
gua (INEJ), 2007, p. 309.
314
REQUISITOS DE LA PRISIÓN PROVISIONAL: ELEMENTOS PERSONALES Y ELEMENTOS ... ■
48
En contra de los fines preventivos, también Lascuraín Sánchez, J. A., «Prisión provisional mí-
nima», en da Costa Andrade, M./Antunes, M. J./Aires de Sousa, S. (Coords.), Estudos em homenagem
ao Prof. Doutor Jorge de Figueiredo Dias, Vol. 3, Coimbra (Universidade de Coimbra), 2009, pp. 897-922.
49
Andrés Ibáñez, P., «Presunción de inocencia y prisión sin condena», CDJ, núm. 18, 1996, p. 5.
50
Ibidem, p. 5.
51
Llobet Rodríguez, J., «La presunción de inocencia y la prisión preventiva (según la doctrina
alemana)», Revista de derecho procesal, núm. 2, 1995, p. 560; Sanguiné, O., Prisión provisional y dere-
chos fundamentales, Valencia (Tirant lo Blanch), 2003, p. 231.
52
Asencio Mellado, J. M., La prisión provisional, Madrid (Civitas), 1987, p. 98.
53
Sanguiné, O., 2003, p. 226.
54
Gimeno Sendra, V., La necesaria reforma de la prisión provisional, DLL, núm. 5411, 2011,
p. 1324; Vargas Vencedor, R., La prisión preventiva frente a la presunción de inocencia, TFM, Univer-
315
■ EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL POR EL HECHO
lectura, el dato de la gravedad del delito podrá ser valorado como indicador de
una seria posibilidad de que el imputado se sustraiga a la acción de la justicia
–impidiendo la andadura procesal, en particular la investigación–, pero no
como un adelanto de pena o como un pacificador social 55. Y en el mismo sen-
tido habrían de leerse los datos relativos a las circunstancias del hecho y los
antecedentes del imputado, ya que tales lecturas responderían a una considera-
ción del derecho penal de autor.
Más allá de los problemas de prueba de hechos hipotéticos futuros me-
diante indicios, los elementos personales deben ser considerados con muchísi-
ma precaución. Incluso los elementos del hecho a la luz del principio de ino-
cencia deben ser considerados solo en cuanto permitan, en el caso concreto,
demostrar fundadamente el grave riesgo para el proceso que estos acarreen.
Nuevos desafíos a este respecto se presentan en los estudios que proliferan
respecto de la posibilidad de utilizar Inteligencia Artificial para predecir con-
ductas futuras y evaluar los riesgos procesales.
Mi propuesta apunta a minimizar el uso de la prisión provisional, a redu-
cirla solo a aquellos casos en que el riesgo sea muy alto y que esté verificado
mediante un verdadero marco probatorio. Un peligro objetivamente compro-
bable, que revele una tendencia a impedir los fines del proceso, que contrarres-
te y justifique con suficiente fuerza la gravedad de derechos que por interme-
dio del instituto cautelar se afectan. También considero importante erradicar el
peligro de reiteración delictiva. La seguridad ciudadana tiene que ser resguar-
dada mediante políticas públicas y no utilizando como atajos institutos del
proceso penal.
sidad de Baja California Sur, México, 2017, pp. 19 ss.; Barona Vilar, S., Prisión provisional y medidas
alternativas, Barcelona (Bosch), 1987, p. 20.
55
Andrés Ibáñez, P., «Presunción de inocencia y prisión sin condena», CDJ, núm. 18, 1996, p. 9.
316
Mirentxu Corcoy Bidasolo
Es Catedrática emérita de Derecho penal de la Univer-
sidad de Barcelona. Ha sido, en diversas ocasiones, Di-
rectora del Departamento de Derecho penal y Ciencias
penales, coordinadora del Grado de Criminología y del
Máster de Derecho penal, impartido por la UB y la UPF
desde su inicio. Durante doce años (1995-2007) ha ejer-
cido de Magistrada Suplente en la Audiencia Provincial
de Barcelona. Se ha especializado en la delincuencia
imprudente, delitos contra la salud de los consumido-
res y el medio ambiente, así como en cuestiones de po-
lítica criminal acerca de la legitimidad de la interven-
ción penal y sus límites. Es miembro del Observatorio
de Bioética y Derecho, habiendo trabajado y publicado
en temas como el aborto, la eutanasia, el consentimien-
to o la objeción de conciencia.
Títulos publicados: