Phan Tasos
Phan Tasos
Phan Tasos
Javier Gómez-Montero
1
Juan Luis Vives, Somnium et Vigilia in Somnium Scipionis (Commentary on the Dream of Scipio). Edited
with an Introduction, Translation and Notes by Edward V. George (Greenwood, 1989), p 20.
2
Vid. Gómez-Montero, J., «Licet poetae fingere? Los textos ficcionales de J.L. Vives y su legitimación de la
ficción poética». En: Ch. Strosetzki, (ed.), Juan Luis Vives. Sein Werk und seine Bedeutung für Spanien und
Deutschland. (Vervuert, Fankfurt/M., 1995), pp. 82-96.
3
Marcel Schneider, Histoire de la littérature fantastique en France, Fayard: Paris, 1985, pp. 45-98.
2
4
«Du Fantastique en Littérature» en: Oeuvres de Charles Nodier. Vol. V, Rêveries, Réimpression de l’édition
de Paris, 1832-1837 (Slatkine Reprints, Genève, 1968).
3
El estudio de estas cuestiones pondrá de relieve que la vía más expedita para
definir rasgos categóricos de distinción entre lo maravilloso medieval y lo
fantástico moderno resultará de una atildada descripción de cómo se articulan
respectivamente en la ficción renacentista y en la ficción romántica partiendo de
su respectiva fundamentación teórica y sus específicas posibilidades de
realización textual según las formas genéricas que les sean propias. En el
contexto acotado, sólo un análisis de las formas históricas de constitución textual,
de la función estructural y de los registros figurativos o temáticos de esa otra
dimensión de la realidad (en su manifestación particular de lo mágico) permitirá
bosquejar los paradigmas de representación de lo maravilloso y lo fantástico
dominantes en el Renacimiento y el Romanticismo en cuanto que antesala de la
Modernidad literaria. Así, y en cada uno de los correspondientes discursos
literarios, se podrá observar la alternante vigencia de categorías poetológicas y
estéticas, cambios en las estrategias retóricas de constitución textual (como la
instancia del narrador, procedimientos de verificación) y la discontinuidad o
perpetuación (sea en aras de su trivialización o de su refuncionalización) de los
temas y motivos literarios pertinentes.
4
11
Eugenio Garin, „Magia ed astrologia nella cultura del Rinascimento“, p. 159-158 y „Considerazioni sulla
magia“, p. 159-178, en Medioevo e Rinascimento, (Editori Laterza, Roma, 1980).
12
Essai de poétique médiéval (Editions du Seuil; Paris 1972), pp. 137-139.
13
Javier Gómez-Montero, Literatura caballeresca en España e Italia (1483-1542), (Max Niemeyer Verlag,
Tübingen 1992).
6
Una vez en ese espacio, cuando a las espaldas del caballero „la gran puerta se
havía cerrado de calicanto“, Roserín se ve acometido por una turba de invisibles
guerreros, „fantasmas“, de los sólo siente los golpes y su gran „ruydo y grita“.
Superada esa primera prueba, el Infante Don Roserín se adentra „en un gran patio
ladrillado de unas lúcidas y jaspeadas piedras enmedio del qual estava una
columna de fino mármol y una tabla encima con unas letras“; al cortarla de un
tajo, arremete contra el caballero un „endiablado monstruo“, un „fiero vestiglo“
que es objeto de una descripción detallada y que incide en lo horroroso de la
figura.
14
Stith Thomson, Motif-Index of Folk-Literature. A Classification of Narrative Elements in Folktales,
Ballads, Myths, Fables, Mediaeval Romances, Exempla, Fabliaux, Jest-Books and Local Legends, 6 vols,
(Copenhagen 1957).
15
Se cita por J. Gómez-Montero, Literatura caballeresca en España e Italia (1483-1542), [Espejo de
cavallerías): Libro segundo de Espejo de cavallerías en el qual se verán el fin que ovieron los amores del
conde don Roldán con Angélica la bella y las grandes cavallerías que hizo y estrañas aventuras que acabó el
infante don Roserín, hijo del rey don Rugiero y de la Reyna madama Brandamonte. (Toledo, Christoval
Francés y Francisco de Alpharo, 1527), p.312, CXLIVr-CXLVIIIr.
7
hechos de fuego, bramando, que era el mayor espanto del mundo verlos“ y, por
último, el gigante Dramacón, descendiente del mítico Nembrot.
Los elementos figurativos que conforman el imaginario del episodio (de filiación
bíblica, clásica y oriental) es, sin duda, afin al del Arco de los Leales Amadores
del Amadís de Gaula16 y recaba en los arquetipos de lo maravilloso forjados por
mitologías de la más variada procedencia. Precisamente ese sincretismo revela la
estandarización de elementos maravillosos en la literatura caballeresca del
Renacimiento y, en el caso del episodio analizado, su acumulación denota su
trivialización funcional; este mismo dato implica, además, el alto grado de
aceptación en los libros de caballerías de las primeras décadas del siglo XVI y lo
gratuito de su eventual verificación. Ambos aspectos refrendan la afirmación de
P. Zumthor, de acuerdo con la cual la credibilidad de lo maravilloso medieval es
regulada por la tradición literaria y depende del marco genérico en que se inserta
el texto17. En este caso concreto, son las estructuras propias de los libros de
caballerías la instancia que asigna un papel preciso a lo mágico concediéndole el
rango de elemento constitutivo del cosmos narrativo y sin restringir lo más
mínimo su plena operancia en la representación.
16
J.B. Avalle-Arce , „El arco de los leales amadores en el Amadís“, en NRFH, VI (1952), pp. 149-156.
17
Op. cit., pp. 362-363.
18
Vid. mi propia tesis doctoral (Literatura caballeresca ..., op. cit.) y „El libro de Morgante en el Laberinto de
la novela de caballerías", Voz y Letra, VII/2 (1996), S. 29-59.
8
Los cantos XI y XII suponen, por otra parte, una lúdica mise en abîme de la
estructura de la narratio sobre la matriz de un ingenioso sistema de
reduplicaciones fácilmente aprehensible si se comprende la función asumida en el
tejido narrativo por el anillo mágico de Angelica que posee la propiedad de hacer
invisible a quien lo introduzca en su propia boca. La genealogía fabulosa del
anillo es significativa: Brunello se lo había robado a la princesa de Catay y
Bradamante, la doncella destinada a Ruggiero, se había apoderado de él para
liberar a éste del poder de la encantadora Alcina. Tras unir de su fabulosa isla, y
ya cerca de la isla de Ebuda, Ruggiero divisa desde la grupa del hipogrifo a la
bella Angelica, desnuda y encadenada a una roca a punto de ser devorada por la
Orca (X, 92 ss.); entonces Ruggiero entrega a la desesperada doncella su propio
anillo para no sufrir los efectos dañiinos del escudo encantado gracias al que
podrá defenderla del monstruo marino (X, 107-109). El anillo mágico cumplirá
ahora un doble cometido de distinto signo para Ruggiero: por una parte, resulta
decisivo para salvar a Angelica a quien después conduce a la costa (X, 111-115),
pero, también gracias a su virtud mágica, la princesa se liberará de Ruggiero
cuando éste ya piensa forzarla teniéndola a su merced „nuda [...] / nel solitario e
commodo beschetto“ (XI, 2.3-4):
19
Ariosto, a cura di W. Binni
9
La escena rebosa de hilaridad, juega con las expectativas eróticas del lector
implícito y, así, gracias al objeto mágico la acción adquiere un ritmo vertiginoso y
un rumbo imprevisible: Ruggiero pasa de héroe a ser víctima y Angelica, presa
cierta del monstruo marino, acaba burlando a su salvador. Si en este episodio la
ironía ariostesca se ceba en el impulso erótico del protagonista (que se ve
defraudado por culpa de sus propios recursos mágicos), el poema insiste en esta
misma veta cuando, en el canto siguiente, el imaginario maravilloso de la ficción
adquiere más densidad y una perspectiva profunda al potenciar los efectos de ese
mismo elemento mágico (el anillo) en un espacio ya de por sí sujeto a la
autosuficiente realidad que dictan las leyes de los encantamientos.
Una vez libre, Angelica decide abandonar Europa y regresar „in India al suo bel
regno“ (XII, 23.8) cavilando, al mismo tiempo a quién de sus pretendientes (a
Orlando o a Sacripante, el rey de Circassia) elegir como compañía (XI, 24).
Estos, a su vez y acompañados de Ferraù, se demoran en un palacio encantado
del sabio Atalante a la espera de tener nuevas de la doncella (XII, 3-14). En ese
locus clausus la dimensión maravillosa de la narratio se refracta en múltiples
niveles: Orlando alucina escuchar las súplicas de Angelica („-Aita, aita! / la mia
virginità ti raccomando“, XII, 15.2-3). Esta, en efecto („seco / avendo quell’annel
mirabil tanto, / ch’in bocca a veder lei fa l’ochio cieco, / nel dito, l’assicura da
l’incanto“, XII, 23.1-4), invisible se adentra en aquel palacio donde Atalante
retiene a los caballeros sin que ellos se reconozcan mutuamente y usurpando,
según a tales efectos le convenga, el rostro de Angelica („fingendo la sua imago“,
XII, 26.5).
En efecto, esa musa irónica (eslabón que enlaza las opera magna de Pulci y
Rabelais) parodia no sólo el referente maravilloso de la representación, sino
también los esquemas básicos de la aventura caballeresca y sus formas de
realización en los romanzi del ciclo carolingio distorsionando grotescamente sus
principios más elementales y la tradición de argumentos clásicos o medievales a
20
"Luis de Góngora y Argote. "En un pastoral albergue..." (Romance de Angélica y Medoro), 1602", in M.
Tietz (Hrsg.), Die spanische Lyrik von den Anfängen bis 1870 (Frankfurt/M. 1997), S. 443-459.
21
Maria Moog-Grünewald “Pour ce que rire est le propre de l’homme: Zu einer Anthropologie des Lachens in
der französischen Renaissance“, en: Semiotik, Rhetorik und Soziologie des Lachens, L. Fietz, J. O. Fichte, H.-
W. Ludwig,(eds.), (Niemeyer Verlag, Tübingen, 1996).
22
T. Folengo, „Baldus“ in: Opere, ed. Cordié, Milano/Napoli.
11
En los cantos XXIII y XXIV del Baldus se narra su descenso a unos Infiernos
muy sui generis, al grotesco Reino de la maga Gelfora que, finalmente, es
destruido por Baldus para, acto seguido (canto XXV, y último) tener acceso
„nigram Plutonis ad urbem“ (v. 2) con sus compañeros 25. No es este el lugar para
estudiar los procedimientos de deformación y transformación paródica operantes
en el texto, pero basta transcribir unos versos para aprehender la delirante
fantasía que inspira la escritura de Folengo emuladora de modelos literarios que,
en el texto mismo, son objeto de burla:
Lo que entonces sucede y surge a la vista de Baldus y sus compañeros supera sus
lecturas, es decir, las descripciones de Virgilio, las aventuras de Guerrin
Mezquino e, incluso, el recorrido dantesco; y así Falchetto „attonitus fantasticat
omnia praeter / Virgilii sextum, nec id auscultasse rimembrat“ (v. 429-430).
Rompiendo las leyes de la gravedad, flotando en el aire, el grupo se adentra en la
silenciosa morada de la Fantasía („Hic Phantasiae domus est“ (v. 476) donde
enmudecen y, atónitos, parecen enloquecer: „Centaurus curas cervello mille
revolvit“ (v. 341), „Castellos fabricat Fracassus in aëre multos“ (v. 343),
„Moschinus pazzus, Philofornus pazzior extat“ (v. 439). Allí, descubren a la
Chimera, a otro monstruo de dos vientres, una bestia „cui caput est asini, cui
collum more camelli, / mille manus, ac mille pedes, ac mille volantes / fert alas
ventremque bovis gambasque capronis“ (vv. 546-548)... - Folengo hipertrofia las
posibilidades figurativas de lo maravilloso, deformando grotescamente los
atributos de sus mitologías para, en última instancia reducirlas al absurdo cuando
se topan con un loco bufón montado como una bruja sobre una caña („buffonus
mattusque magis, magis imo famattus“ (v. 582) y Baldus emprende con él el
23
B. König, „La Eneida, la poesia cavalleresca y los libros de caballerías. Presencia de Virgilio desde el
Roman d’Eneas hasta el Baldo “. En: B. König, / J. Gómez-Montero (eds.), Akten des Internationalen
Kolloquiums Ritterliteratur in Italien und Spanien (1460-1550), Köln 3.-5.4.1997 .
24
Vid. F. Penzenstadler, „Die Parodie des humanistischen Diskurses in Teofilo Folengos ‘Maccheronee’“, en
Hempfer (ed.) Renaissance (Steiner Verlag, Stuttgart, 1993).
25
Giorgio Bàrberi Squarotti, „L’inferno del ‘Baldus’“, en Cultura letteraria e traduzione popolare in Teofilo
Folengo, Atti del Convegno tenuto a Mantova il 15-17 ottobre 1977, a cura di Ettore Bonora e Mario Chiesa
(Feltrinelli, Milano, 1979).
12
vuelo. Llegan entonces ante una inmensa mole, más grande que el Olimpo, y que
resulta ser una desproporcionada y hueca calabaza („Et quid erat moles tanta
haec? erat una cocochia, / sive vocas zuccam“, vv. 602-603), en la que habitan
los poetas, cantores, astrólogos y quirománticos (vv. 611-612). En el hiperbólico
imaginario del Baldus26, éste es el lugar adecuado donde moran los poetas y
sufren los tormentos que les infligen despiadados barberos. Con esta visión
concluye Folengo su obra, de nuevo invocando a una de sus delirantes Musas y
reconociendo que merecería recibir ese castigo por las mentiras que infestan su
libro:
Los cantos XXIII-XXV son reelaborados por el autor castellano en los últimos
capítulos de su Libro primero del Baldo (XXX-XXXV) y en los primeros lances,
resumidos en los capítulos XXX-XXXIIII, se constata que la fisonomía y función
narrativa de lo maravilloso no difiere en absoluto de lo observado a propósito del
episodio de las salas encantadas del Espejo de caballerías. El texto comienza
narrando „cómo entró Baldo con sus compañeros en la cueva luenga de la maga
Culphora“ (fo. XLVIIIv). Esta Culphora, reyna de la „Montaña llamada
Sulphúrea“ es capaz de los más „fuertes encantamientos“ como resulta previsible
de su ascendencia: „Cuentan las crónicas francesas que en los tiempos passados
vuo una gran maga llamada Leucothea, ésta tuuo por hija a Floralia, de la qual
nasció Piramania y desta Persefora, cuya hija fue la gan maga Culphora“ (fo.
XLVIr). Así, no es de extrañar que, primeramente, se encuentran con un cortejo
fúnebre guiado por „ximios y monas“ y un séquito de „muchos escuderos y
pages, por esto estauan espantados los caualleros“ (ib.). Tras darles batalla y
vencerles, Baldo y sus compañeros salen de la gruta llegando a un fabuloso
paraje donde se reconfortan hasta que les alcanza un emisario de la hechicera
culphora „caualgando en un delfín acompañado de quatro ninfas“ “ (fo. XILv).
Este personaje les aclara que están en el „lugar de donde nasce el río Nilo que
sale debajo de mis reynos que son los montes de luna (ib.). En el texto, así pues,
se constata la hibridación de mitos clásicos y una geografía maravillosa de
tradición medieval. Baste transcribir unas líneas más para reseñar otro singular
elemento maravilloso:
Y andando hallaron vnas rocas como edificios antiguos con grandes ramas que tapauan
lo alto dellos [...], y hallaron vna bóueda y el suelo era de cobre. Y mirando Cíngar
leyó vnas letras que en ella estauan que decían: - „Hiéreme y hallarás a Culphora“. Y
luego dixo que se saliessen y que Fracasso diesse en el suelo con la porra. Entonces
28
J.M. Cacho Blecua, „Introduccion“, en Amadís de Gaula, 2 vols, Madrid 1987-8, vol. I, pp. 17-216.
14
Fracaso se entra dentro y da grandes golpes con que quebraua la lámina de cobre y
deshízola toda. Y luego se parescieron vnas gradas de hierro cubiertas con hojas de
alambre [...]. Y después de auer descendido treynta gradas en caracol, hallaron vnos
grandes palacios que parescían de oro con muy hermosas labores y cien colunas de
plata que la casa sustenían. Y en ellas muchas cosas sinzeladas estauan por los
corredores pintadas en oro grandes historias: la hedificación de Babilonia, la diuisión
de las lenguas, el Rey Belo, su hijo Nino y la gran Semiramis [...]. Passando esto
fueron a vn grande patio do estaua vna fuente hecha de christal guarnescida con plata;
a la redonda estauan muchos árboles de muchas y diuersas frutas, por artificio hechos
que no parescían sino naturales. Pues los Caualleros, queriendo hartar su hambre, yuan
a coger la fructa y no podían. Y dexando aquellos huertos, entraron en otra mayor
casa, y en vna gran sala vieron vna muy gran bola hecha de madera, en plata y oro
enforrada la qual se sustentaua sobre dos exes de hierro. Y en ella estaua señalado lo
que en el estrellado cielo está, y por cima del exe estaua vna puertezica por do entraron
Baldo y Cíngar y los que pudieron. Y estando encima el exe, vían andar aquella esphera
y el sol que se espantauan de ver tal arte. (fo. Lr)
Caronte. Folengo aprovecha el mito del barquero para diseñar otro episodio
delirante (enamorado de Tesifone descuida sus obligaciones, por lo que
Fracassus, de un puñetazo, le manda a la otra orilla y los compañeros tienen que
cruzar sin su ayuda en su barca la laguna Estigia, XXIV, 494-764). Este último
lance tendrá cabida ciertamente al comienzo del capítulo XXXIV (fo. LIVr), pero
el autor castellano recrea una escena (parcialmente de su propia invención) que
habilita el espacio maravilloso como marco de una aventura en que los
acontecimientos más extraordinarios se suceden con la mayor naturalidad. Allí,
por ejemplo, se narra un insólito altercado entre unas almas que se resisten a
pagar a Caronte el tributo con que se hace pagar su oficio y, al no conseguir su
objetivo, el barquero se niega a llevarlas por lo que esas mismas almas arremeten
contra él y vuelcan su barca „por lo que Charón cayó en la negra agua y, mirando
por sí, a fuerça de sus braços, nadando se fue a la orilla. Donde assí mojado se
quita las vestiduras mojadas y pónelas a a secar, y métesse por la laguna y trae la
barca a la orilla, donde la ató bien y gastó todo aquel día en enxugarse“ (fo.
LIIv).30 La ficción maravillosa da cabida a una escena en sí „realista“ en
contraste con el registro dominante ya que el narrador integra lo cómico de esa
escena en los parámetros de autosuficiencia que rigen la ficción maravillosa y,
así, retomando un verso de la Toscolana, el narrador introduce una nota divertida
que no quebranta su congruencia: „Grande plazer tomauan los caualleros de ver
cómo auía caydo Charon“ (ib.).
30
En el texto macarrónico los acontecimientos transcurren de otra manera: Dado que Caronte, enamorado, se
entretiene con Tesifone y no se preocupa de transportar las almas, éstas arremeten contra el Baldo y sus
secuaces entrando en sus narices y orejas, revolviéndose en sus barbas, etc. Entonces el gigante Fracassus cruza
el río Lete y arrastra sobre las aguas la barca de Caronte para que Cíngar asuma sus funciones y transporte el
grupo a la otra orilla (vid. el inicio del canto XXIV en la Toscolana). Esta opción, sin duda, resulta aún más
incongruente con el criterio de conveniencia argumental que la versión que de la escena ofrece el texto
castellano.
16
Los poetas sobre esto fingían todo lo que auemos dicho y diremos, como lo cuenta
Vergilio en el sexto de las Eneydas, Ouidio en el quarto de sus Transformaciones,
donde dize que no se sabe por donde está el camino para yr al infierno. También lo
cuenta Claudiano en Rapto de Proserpina y Luciano. (fo. LIIIr)
Se observa, pues, que el Baldo castellano pretende superar las tensiones que
provoca la aporía de una ficción generada sobre la mentira poética y, de hecho,
su gran audacia consiste en refuncionalizar el género más denostado en los
debates contemporáneos.33 En perspectiva histórico-literaria lo interesante de esta
tentativa consiste en que su objetivo venga dado por un libro de caballerías que
32
J. Gómez-Montero, El «realismo de la ficción» y su estatuto hermenéutico en el siglo XVI (Celestina, La
Lozana andaluza, el Lazarillo y Viaje de Turquía) en: Revista de Filología, Universidad de La Laguna 1999.
33
18
Además, reviste particular relevancia que las hazañas de estos héroes adquieran
explícitamente el rango de hechos históricos (i.e. verdaderos) en oposición a los
fabulosos (i.ed. falsos) protagonizados por los paladines de Carlomagno según
los narraba el Orlando furioso, aludido como modelo paradigmático de tantas
otras obras:
36
James D. Folgequist, El ‘Amadís de Gaula’ y el género literario de la historia fingida, Madrid, 1980.
37
Hernâni Cidade, Luís de Camões o Épico, Editorial Presença, Lisboa 1995, pp. 104-132
20
38
Luís de Camões, Os Lusíadas, Porto Editora, ed. de P. Ramos, Porto, 1997.
39
„Questa novella è nota a poca gente, /Perché Turpino istesso la nascose...“ (Innamorato, I, 3.1-2) y „Dirò
d’Orlando in un medesmo tratto / cosa non detta in prosa mai nè in rima...“ (Furioso, I, 2.1-2)
40
B. Weinberg, A History of Literary Criticism in the Italian Renaissance, II, Chicago 1974, pp. 954-1073
21
Poco dilettevole è veramente quel poema che non ha seco quelle maraviglie che tanto
mouvono son solo l’animo de gl’ignoranti ma de’ giudiziosi ancora: parli di quelli
anelli, di quelli scudi incantati, di que’ corsieri volanti, di quelle nave converse in
ninfe...41
La poesia non è in sua natura altro che imitazione; e questo non si può richiamare in
dubbio; e l’imitazione non può essere discompagnata del verisimile, peró che tanto
significa imitare quanto far simile: non può dunque parte alcuna di poesia esser
separata dal verisimile. (p. 354)
41
Tasso, „Discorsi dell’arte poetica e in particolare sopra il poema eroico“, in: Prose, Milano/Napoli 1959, p
353.
22
Así, gracias a la magia, T. Tasso armoniza en una operación estética esos dos
aspectos básicos de la representación („due nature, il maraviglioso e ‘l verisimile
: [...] nondimeno e l’altra nel poema è necessaria ; ma fa mestieri che arte di
eccellente poeta sia quella che insieme le accoppi“, p. 354). El dato merece
explicaciones aún más vehementes en la versión reelaborada de los Discorsi
(publicada en 1594 bajo el título Discorsi del poema eroico), en la que „cose
meravigliose e prodigiose [...] fatte con arte diabolica“ (p. 536) le merecen ser
consideradas verosímiles. En este sentido queda claro que la instancia decisiva
para legitimar lo maravilloso en el poema eroico es la magia (de cuyos privilegios
son excluidos, por cierto, los dioses gentiles) y, así, en la Gerusalemme liberata
resulta permisible la introducción de un hilo argumental (que se extiende a lo
largo de casi todo el poema) protagonizado por la maga Armida y que, en
definitiva, supone una reelaboración emulativa de la tradición en que se inserta
también el episodio ariostesco en torno a Alcina y Ruggiero (VI.16-VII.80). La
encantadora interviene en la acción administrando sea su poder de seducción, sea
sus artes mágicas („Lascia gli encanti e vuol provar se vaga / e supplice beltà sia
miglior maga“, XV, 37.7-8)42 y se convierte en uno de los personajes destacados
del poema. Resulta así característicos de los planteamientos estéticos de T. Tasso
que en el jardín y palacio donde la encantadora retiene a Rinaldo un pájaro
entone, con la mayor naturalidad, la famosa canción de la rosa („cogliam d’amor
la rosa : amiamo or quando / esser si puote riamato amando“, XVI, 15.7-8). En
definitiva, lo maravilloso se somete en la Gerusammele liberata a las leyes de
congruencia que impone el orden sobrenatural de la magia a la trama argumental
según los criterios de necesidad o ilación lógica de los acontecimientos acordes
con el postulado de verosimilitud tal y como lo entiende el autor. Por tanto, lo
maravilloso así concebido tiene relevancia estructural para la narratio en el
pensamiento poético de T. Tasso quien no duda en declarar los vicios de Boiardo
y Ariosto por no atenerse a esas reglas de adecuación entre ambos criterios al
acusarles de echar a perder
quel diletto che dal poeta, come principale perfezione, deve essere con ogni studio
ricercato. Questo è come l’uno avvenimento dope l’altro necessariamente o
verisimilmente suceda ; come l’uno con l’altro sia concatenato e da l’altro inseparabile
; ed in somma come da una artificiosa testura de’ nodi nasca una intrinseca ed
inespettata soluzione. (p. 371)
42
Torquato Tasso, „Gerusalemme Liberata“, in: Poesie, ed. por. F. Flora, Ricciardi Editore, Milano/Napoli
23
43
K. W. Hempfer, Diskrepante Lektüren: die ‘Orlando-Furioso’-Rezeption im Cinquecento, Stuttgart 1987, pp.
177-198
44
Sarmati
24
Por otra parte, los debates poetológicos a finales del siglo XVI denotan un
concepto de realidad divergente al del lecotr actual y - cabe colegir también - al
del lector romántico. La pretensión de veracidad del argumento planteaba
entonces la cuestión del estaturo referencial concerniente a la historia narrada
según ya resaltó K.W. Hempfer;45 al margen de que el modelo de realidad
presupuesto juegue un papel determinante y - habría que añadir - junto con la
tradición literaria a la que conscientemente se incorpora el texto ficcional, ese
planteamiento impulsó la legitimación estética de la categoría de lo verosímil y su
realización textual a aprtir de estrategias o instancias de plausibilización. Estas
circunstancias, en definitiva, abrieron caminos para asentar las bases de la
fundamentación del estatuto autorreferencial de la ficicón poética a partir de la
ironización de ese mismo postulado de verosimilitud. Por esos senderos transitó
Cervantes en la segunda parte del Quijote llegando a superar los modelos
presentados hasta ahora y que buscaban armonizar ficción y verdad poéticas o
reducir el abismo que media entre lo verosímil y lo maravilloso mediante la
plausibilización de éste y el recurso a la magia.
Digo que la fábula es imitación de la obra. Imitación ha de ser porque las ficiones que
no tienen imitación y verisimilitud, no son fábulas, sino disparates, como algunas de las
que antiguamente llamaron Milesias, agora libros de cauallerías, los quales tienen
acaescimientos fuera de toda buena imitación y semejança de verdad. 48
49
Javier Gómez-Montero, "Cervantes, Ariost und die Form des Romans. Die eingeschobenen Erzählungen und
die Strategien der Fiktionskonstituierung im Quijote", en: D. Briesemeister/A. Schönberger (ed.), Ex nobili
philogorum officio: Festschrift für Heinrich Bihler zu seinem 80. Geburtstag, Domus Editora Europaea, Berlin
1998).
50
Quijote, p 719
51
Vid. la reciente publicación: P. Piñero
26
ficción en sí misma como, por ejemplo, se colige del insidioso epígrafe que abre
el capítulo XXIII:
De las admirables cosas que el estremado Don Quijote contó que había visto en la
profunda Cueva de Montesinos, cuya imposibilidad y grandeza hace que se tenga esta
aventura por apócrifa. (p. 727)
Este nuevo enfrentamiento entre Don Quijote y Sancho (que, en realidad, cumple
la función de plantear la cuestión de la verdad o mentira poéticas y resolverla
desde dos posiciones contradictorias) no resulta sorprendente ya que responde a
la elemental oposición que define la percepción de ambos personajes a lo largo
de casi toda la obra. No obstante, resulta particularmente significativo que en el
texto indicios que rompen la congruencia de lo maravilloso puesto que la
narratio, en ocasiones, da cabida a elementos cómico-realistas que parodian su
impronta maravillosa (p.ej., el célebre „paciencia y barajar“ de Durandarte, el
préstamo de cuatro reales a Dulcinea en vez de los seis solicitados o la „cabriola“
de la doncella, pp. 734-737). Estos detalles delatan la inmanente ironización de
«lo maravilloso de la ficción» en la misma medida que la reflexión final del Primo
cuando hace un balance seudoerudito del relato de Don Quijote (p. 739). Pero
aún más significativo resulta la ironización metaficcional del estatuto referencial
de la ficción tal y como se plasma en los comentarios extradiegéticos que abren el
capítulo siguiente cuando el fingido traductor refiere unas anotaciones del ficticio
cronista Cide Hamete Benengeli pertinentes, según reza el epígrafe del capítulo
XXIV, „al verdadero entendimiento desta grande historia“:
27
«No me puedo dar a entender, ni me puedo persuadir, que al valeroso Don Quijote le
pasase puntualmente todo lo que en el antecedente capítulo queda escrito: la razón es
que todas las aventuras hasta aquí sucedidas han sido contingibles y verisímiles; pero
ésta desta cueva no la hallo entrada alguna para tenerla por verdadera, por ir tan fuera
de los términos razonables. Pues pensar yo que Don Quijote mintiese siendo el más
verdadero hidalgo y el más noble caballero de sus tiempos, no es posible; que no dijera
él una mentira si le asetearan.»
«Por otra parte, considero que él la contó y la dijo con todas las circunstancias dichas,
y que no pudo fabricar en tan breve espacio tan gran máquina de disparates; y si esta
aventura parece apócrifa, yo no tengo la culpa; a así, sin afirmarla por falsa o
verdadera, la escribo»
«Tú, letor, pues eres prudente, juzga lo que te pareciere, que yo no puedo ni debo más;
puesto que se tiene por cierto que al tiempo de su fin y muerte dicen que se retrató
della, y dijo que él la había inventado, por parecerle que convenía y cuadraba bien con
las aventuras que había leído en sus historias.» (p. 738)
- Sancho, pues vos queréis que os crea lo que habéis visto en el cielo, yo quiero que
vos me creáis a mí lo que vi en la cueva de Montesinos. (p. 865)
56
J. Gómez-Montero, "Las metamorfosis del viejo celoso y la heurística de la representación en Cervantes", en
Actas del Coloquio Internacional El teatro del Siglo de Oro. Teoría y práctica (Münster 30.-31.5.1997).
Herausgegeben von C. Strosetzki (Frankfurt/M., 1998); C. Schmauser, Die <Novelas ejemplares> von
Cervantes. Wahrnehmung und Perspektive in der spanischen Novellistik der Frühen Neuzeit, Tübingen 1996.
57
Ya describí las implicaciones de esta operación heurística en el «realismo de la ficción» que cuaja como
estrategia representativa en otras obras del siglo XVI como Celestina, La lozana andaluza, el Lazarillo de
Tormes y Viaje de Turquía; vid. El «realismo de la ficción»...
30
58
M. Foucault, Les mot et les choses. Une archéologie des sciences humaines (Gallimard, Paris, 1966), pp. 31,
81-86.
31
lugar, es preciso señalar que particularmente K.W. Hempfer indicó las graves
deficiencias de la ingenua concepción de un epistema renacentista que no acierta
a cuestionar la continuidad del conocimiento analógico desde la Edad Media
hasta bien entrado el siglo XVII; en consecuencia, el erudito alemán abogó por
redifinirlo partiendo de la conciencia histórica del Renacimiento (sabedor de
haber traspasado el umbral del Medioevo) y sobre la matriz de la pluralidad de
opciones del conocimiento, de la heterogeneidad y discrepancias de su discurso
filosófico así como, por último, de un relativismo que hacía depender la
aprehensión de la verdad del contexto, de la respectiva argumentación y de la
perspectiva imperante en la formulación de los enunciados.59 Por último, también
J. Küpper sometió el esquemático modelo de M. Foucault a una sagaz crítica
limitando considerablemente el alcance de sus conclusiones en lo referente a los
siglos comprendidos entre la Edad Media y el Barroco estipulando para el teatro
hispánico del siglo XVII la mera renovatio de un discurso anclado en el
conocimiento analógico.60 Ante tales perspectivas para fundamentar la la
articulación de los sistemas de conocimiento en Occidente, en el contexto de
estas páginas es preciso concluir que la continuidad del paradigma imaginario de
lo maravilloso medieval en la literatura renacentista no obviaría, por tanto, ni una
inflexión epistemológica apoyada en el potencial analógico de la representación61
(o, incluso, su quiebra) ni, expresándolo positivamente, la instauración de la
pluralidad de opciones racionales de conocimiento. 62 Difícilmente, sin embargo,
cabría reconstruir una evolución lineal y, más bien, sería suficiente constatar la
superposición de alternativas divergentes de gradual validez en el transcurso del
siglo y que abarcan desde la perpetuación de la estructura analógica de la
representación (y su reconstitución merced a la operatividad del postulado
mimético).63 hasta la problematización y desactivación irónica de todo potencial
analógico de la representación. Por tanto, en vista de la riqueza epistémica del
59
Si bien K.W. Hempfer acierta a restringir la apoteosis de esa específica concepción del conocimiento tras el
concilio de Trento y la recepción de la doctrina poética aristotélica, acota entre sus manifestaciones literarias
más significativas la elección del diálogo desde 1400 como género preferido de los discursos teóricos, la
proliferación de la paradoja como esquema retórico de constitución textual y la dominancia de estructuras
paródicas en las narraciones caballeresca. Vid. „Probleme traditioneller Bestimmungen des Renaisancebegriffs
und die epistemologische ,Wende’“, en K. W. Hempfer (ed.), Renaissance. Diskursstrukturen und
Epistemologische Voraussetzungen, Franz Steiner Verlag Stuttgart, Stuttgart 1993; „Ariosts Orlando Furioso -
Fiktion und episteme“, en: Literatur, Musik und Kunst im Übergang vom Mittelalter zur Neuzeit. Göttingen
1995.
60
J. Küpper, Diskurs-Renovatio bei Lope de la Vega und Calderón. Untersuchungen zum spanischen
Barockdrama. Mit einer Skizze zur Evolution der Diskurse in Mittelalter, Renaissance und Manierismus,
Tübingen 1990.
61
J. Küpper, „Affichierte ‘Exemplarität’, tatsächliche A-Systematik. Boccaccios Decameron und die Episteme
der Renaissance“ in: K. W. Hempfer (Hg.) Renaissance. Diskursstrukturen und Epistemologische
Voraussetzungen (Franz Steiner Verlag, Wiesbaden, 1993, p. 87).
62
W.-D. Stempel/K. Stierle (ed.), Die Pluralität der Welten. Aspekte der Renaissance in der Romania
(Wilhelm Fink, München, 1987).
63
En ese sentido, como propone G. Regn, la poética de la verosimilitud podría suponer el replanteamiento del
conocimiento analógico: „Mimesis und Episteme der Ähnlichkeit in der Poetik der italienischen
Spätrenaissance, en: K. W. Hempfer (ed.), Renaissance..., pp.
32
Pero aún así, la última discontinuidad que diseña entre la época clásica y la
modernidad puede resultar útil para valorar las implicaciones epistemológicas del
cambio de paradigma que supone la sustitución de «lo maravilloso de la ficción»
por la diferente morfología figurativa que surge con el conte fantastique
romántico y que, tradicionalmente, se suele considerar como momento
fundacional de «lo fantástico de la ficción» característico del siglo XIX.
Recientemente y partiendo de la validez de esta cesura histórica, I. Nolting-
Hauf64 ha propuesto una redescripción de lo fantástico partiendo no tanto de los
temas y motivos elaborados en los textos a partir del Romanticismo, como de las
transformaciones que sufren los géneros y motivos tradicionales (p.ej. el conte
marveilleux, la leyenda piadosa, el cuento folclórico y leyendas populares,
milagros o prodigios) al ser adaptados a las estructuras textuales propias del
conte fantastique; y bajo estos auspicios, a su vez, M. Wünsch65 y Ch. Wehr66
han interpretado el nuevo imaginario fantástico inaugurado con los cuentos
románticos como manifestación específica de la formación epistémica propia de
la Modernidad, de modo que los cambios del imaginario sobrenatural (el
desplazamiento de su vertiente maravillosa por la fantástica) responderían a una
radical transformación en la concepción de lo real y del estatuto referencial de
imaginario sobrenatural en la ficción literaria. Ante esta tesitura, antes de dirimir
estas cuestiones y poder así fundamentar con más rigor las categorías de «lo
maravilloso» y «lo fantástico de la ficción» es preciso describir algunas
manifestaciones de lo mágico en el conte fantastique romántico.
2. Hechiceras como Smarra o hadas como la Fée aux Miettes, al margen de que
tales figuras se vinculen al acervo tradicional de lo maravilloso, pertenecen por
derecho propio al registro de personajes en la obra narrativa de Ch. Nodier y, a
pesar de tratarse así, en el segundo prefacio al relato «Smarra», donde el autor
distingue entre un „fantastique moderne, plus merveilleux, selon moi, que les
autres“,67 se muestra plenamente consciente del cambio de paradigma inaugurado
por el Romanticismo. Al reconstruir en «Du fantastique en littérature» la tradición
literaria en que sitúa su propia obra y la de otros contemporáneos alemanes,
ingleses y franceses, Nodier celebra esa tradición y su propia apuesta estética
como una apoteosis de la mentira („la littérature [...] inventa le mensonge“) y
64
I. Nolting-Hauff, „Die phantastische Erzählung als Transformation religiöser Erzählgattungen, en: K.
Maurer/W. Wehle (eds.), Romantik - Aufbruch zur Moderne (Wilhelm Fink, München, 1991).
65
Die Fantastische Literatur der frühen Moderne (1890-1939). Definition; denkgeschichtlicher Kontext;
Strukturen (Wilhelm Fink, München, 1991).
66
Imaginierte Wirklichkeiten. Untersuchungen zum ‘récit fantastique von Nodier bis Maupassant (Gunter
Narr Verlag, Tübingen, 1997).
67
Ch. Nodier, Contes (Éditions Garnier Frères, Paris, 1961) p. 38.
33
J’ai dit suivent que je détestais le vrai dans les arts [...]; mais je n’ai jamais porté le
même jugement du vraissemblable et du possible, qui me paraissent de première
nécessité dans toutes les compositions de l’esprit. [...] J’en avais conclu, dis-je, que la
bonne et véritable histoire fantastique d’une époque sans croyances ne pouvait être
placée convenablement que dans la bouche d’un fou. (p. 170)
68
«Du Fantastique en Littérature», op. cit. p. 99.
69
Ibid., p. 109.
34
2. Antes de volver sobre esta cuestión para precisar su alcance, es preciso acotar
ejemplarmente estructuras temáticas, morfologías figurativas y formas discursivas
específicas del conte fantastique. Para ello se presta un cuento estrambótico de
A. Ros de Olano, publicado en 1841 en El pensamiento,73 y que constituye una
singular réplica hispánica al modelo genérico de Nodier. «El baile de máscaras»,
70
Mientras que H. York ve reflejada en la historia la creencia de Nodier en el misterioso lenguaje de la
naturaleza o del alma (Trouver une langue: Etude thématique de trois contes fantastique, Atlanta 1993, p. 4) y
B. Ochsner interpreta la figura feérica como maestra del lenguaje y traductora universal racalando así en el
problema de la insuficiencia de la representación y de la escritura poética (Charles Nodier. Digressionen,
Universitätsverlag C. Winter Heidelberg, Heidelberg 1998.), C. Wehr describe exhaustivamente los paradigmas
antropológicos que estructuran el texto (la sexualidad, la locura, la ética social y la concepción de la naturaleza
(op. cit., pp. 126-185)
71
Du fantastique., p. 112.
72
Imaginierte Wirklichkeiten..., pp. 182-185.
73
«La noche de máscaras. Cuento fantástico» en: El pensamiento, vol. I, 1841, p. 144-155. Se cita por A. Ros
de Olano, Cuentos estrambóticos y otros relatos, Laia, Barcelon 1980, pp.75-103.
35
El uno pertenecía sí, al reino de los cielos, y el otro al de los profundísimos abismos;
los pendientes no eran de nada, eran dos espíritus, uno era un ángel, y el otro un
diablo. (p. 91)
Miré sus orejas y... ¡Oh, Dios! allí estaban los pendientes fascinadores; el diablo
atarazaba su parte con dientes y uñas, y el ángel se parecía mucho a María ; tanto que
eran lo mismo ; tanto que eran uno mismo. (p. 95)
Los pendientes son el emblema de la doble identidad de María, igual que sus ojos
(el derecho pertenece al esposo, el izquierdo al narrador, p. 90) e igual que su
cuerpo a partir de la línea divisoria de la cintura (cada cual para quien). Así,
María encarna una „anfibología“ perfecta (p. 89). Entre el coronel Pozuencos y el
protagonista también se manifiesta esa dialéctica de las transformaciones cuando
36
A parte de los pendientes, otros dos motivos sirven para cifrar la función de los
elementos „mágicos“ ahora ya no sirven para dinamizar la acción, sino que
asumen una función estructural como indicadores de la desestabilización
referencial de la ficción en cuanto que, operativamente, desencadenan una y otra
vez las tentativas (frustradas) de autocercioración del protagonista. El primer
motivo viene dado por el espejo adosado al paladar del coronel y que permite en
dos ocasiones al protagonista escudriñar su estómago vacío y un corazón que
resulta o finge ser el emblema de su carácter („todo escrito y salpicado en
confuso, con renglones de la ordenanza miliatr y de la doctrina cristiana“, pp. 78
y 95). El segundo motivo, completamente desequilibrador, está constituido por
los sapos que escupe María después del baile que provocan la completa
confusión del protagonista quien interpreta el hecho como síntoma de que „es
toda poseída del demonio“ (p. 101), pero que, para los cónyuges, tienen una
explicación natural:
que unen sus programas estéticos hacia 1840.74 La ironía supone también una
marca estructurante de los dispositivos discursivos de un texto que enfrenta a un
narrador en primera persona „avezado en maravillas“ desde la infancia (p. 92) y
un lector estilizado como confidente que no exige pruebas de credibilidad en aras
de una complicidad que las hace supérfluas („¡juzga tú mi impresión!“, p. 89;
„pero de mí tú sabes, que ya cuando niño, las brujas me arrullaban en la cuna, me
pellizcaban y no lloraban“, p. 92). Así, el juego de irrealidad que abrían el baile
de máscaras culmina en la vaguedad e incertidumbre del objeto mismo de la
ficción.
74
J. Gómez-Montero, "Los límites de la representación en la lírica costumbrista", en: Romanticismo 6. Atti del
VI Congresso sul Romanticismo spagnolo e ispanoamericano (Napoli, 27.-30. marzo 1996). Il costumbrismo
romantico (Roma 1997), S. 177-185.
75
P. Penzoldt, The Supernatural in Fiction, London 21965, p. 36; R.Caillios, Images, images..., Paris 1966, p.
15; T Todorov, Introduction..., pp. 113-147, (Nolting-Haff, pp. 73-74, Nt. 4-5).
76
Le conte fantastique, p. 8
77
J. Finné, La Littérature fantastique - Essai sur l’organisation surnaturelle, Bruxelles 1980, pp. 36-40.
38
78
W. Scott, „ On the Supernatural in Fictitious Composition, and particulary on the Works of Ernest Theodore
Hoffmann, in: Sir Walter Scott on Novelists and Fiction, ed. de I. Williams, London, Routledge and Keagan
Paul, 1968.
79
Introduction..., pp. 87-91 (p. 89).
80
Ibidem, p. 49. Queda patente que la categoría intermedia es un préstamo de L. Vax (La séduction de
l’étrange, PUF, Paris 1965)
39
intrusion brutal du mystère dans la vie réelle“)81 y por R. Caillois („une irruption
insolite, presque insupportable dans le monde réel“ de lo sobrenatural). 82 El talón
de Aquiles de todas estas posiciones radica en que la definición de «lo fantástico
de la ficción» parte de una oposición entre realidad y fantasía, de una
contaminación entre lo real y lo imaginario cuya interprenetración trata de ser
objetivado con criterios sicoantropológicos. Así, the horror de Lovecraft. das
Unheimliche de Freud, la peur de Caillois se erigirían también en criterios
definidores de lo fantástico en la ficción si no se tuviera en cuenta que el
potencial estético de la representación nivela el estatuto referencial y la realidad
ficcional construída en el texto globaliza los elementos referenciales en una
totalidad funcional.83 En este sentido, resulta sumamente coherente la crítica de
Finné a Todorov y a sus antecesores;84 pero si, por una parte, resulta muy
sugerente su propia propuesta de vincular el texto fantástico no a una temática,
sino a una organización textual que gravite sobre el eje de un misterio lógico („Le
récit fantastique est donc un récit de mystères logiques qui se dissolvent par une
explication“, ib., p. 36), justo la categorización de esa explicación según criterios
racionales, naturales, fantásticos o ambiguos (cincunscritos éstos, no obstante, a
la soberanía o voluntad de interpretación del lector) adolece también de un
notable formalismo, pierde de vista la perspectiva histórica al soslayar las formas
de continuidad del merveilleux en la literatura moderna85 y sobrecarga en exceso
uno, y sólo uno, de los mecanismos ficcionales de constitución textual de «lo
fantástico de la ficción».86
81
Le conte fantastique en France, Ed. J. Corti, Paris (1951), p. 8
82
Anthologie de la littérature fantastique, Ed. Gallimard, Paris, 1966, pp. 8-9.
83
Sólo bajo esas mismas hipotéticas premisas resultaría también comprensible la valoración
socioantropológica del merveilleux medieval como imaginario pre- o protofantástico según propone F. Dubost
circunscribiéndo le merveilleux y le fantastique a un conmensurable paradigma de alteridad en L’autre,
l’ailleurs, l’autrefois. Aspects fantastiques de la littérature narrative médiévale (XII-XIIIe siècles) (Champion:
Paris, 1991).
84
La littérature fantastique..., pp. 21.40.
85
Por poner sólo un ejemplo que da cuenta de la úncia opción de lo maravilloso tradicional en la literatura
moderna: Un cuento fantástico de B. Pérez Galdós («Celín», publicado en 1889 en Los meses, refuncionaliza
paródicamente lo maravilloso medieval y sus estructuras discursivas de constitución textual, Buchangabe!!, pp.
231-273.
86
Conviene, por último, añadir que no han faltado tampoco modelos ingeniosos, pero de rancio aliento
taxonómico, como el de A. Risco (Literatura Fantástica de Lengua Española, Taurus Ediciones, Madrid 1987)
quien define cuatro capas en la generación de lo fantástico según se tenga en cuenta la dialéctica de materia y
espíritu (dimensión metafísica), racionalidad e irracionalidad (dimensión epistemológica), sueño/realidad
(dimensión sicológica) o la dialéctica del bien y del mal (dimensión ética). Y no menos problemático resulta,
así mismo, ceñir excesivamente el momento fundacional de lo fantástico moderno a Cazotte (Todorov), a
Walpole (Finné) o a Hoffmann (Wehr).
40
87
Vid. la sucinta síntesis de R. Cesarini, Il fantastico, Il Mulino, bologna, 1996.
88
Le miroir de sorcière..., pp. 453-484 (p. 481).