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Las imágenes se multiplican en los medios de comunicación y, mayormente, van acompañadas de un proceso de legitimación política –tanto mediática como gubernamental- que avala la posibilidad de matar ya no cumpliendo los deberes de un... more
Las imágenes se multiplican en los medios de comunicación y, mayormente, van acompañadas de un proceso de legitimación política –tanto mediática como gubernamental- que avala la posibilidad de matar ya
no cumpliendo los deberes de un funcionario público o en “legítima defensa”, sino de matar a secas, sin importar las circunstancias. Pareciera como si el único parámetro valorativo de la acción letal fuese la peligrosidad, los factores de riesgo, la imprevisibilidad, como argumento para actuar por la espalda, aplastando o golpeando de frente. Las imágenes de muerte se multiplican pero no son diversas, más bien adquieren
un carácter bastante homogéneo: los que mueren portan una serie de atributos que los convierte en matables. Son jóvenes, habitan las periferias urbanas y tienen el descaro de invertir su capital humano en la
ruleta del delito. Sin saber que la mano invisible del mercado nunca les dará un empujón inesperado por el contrario, cae sobre el ellos la mano visible del Estado penal, aquella que, de correr buena suerte para
el castigado, lo depositará en una comisaría o una cárcel; caso contrario, quedará en su inventario elegir la letalidad de un disparo por la espalda, un linchamiento público o una certera maniobra de artes marciales
que termine con su vida.
Lo que opera como interrogante en este libro no son los actos letales que describíamos, sino más bien la episteme en la que se inscriben, el campo de batalla en el que una multiplicidad de artefactos discursivos disputan la simbolización del “otro”. Allí se entrecruzan discursos de los más variados orígenes y formas, desde el médico hasta el gubernamental, pasando por el pedagógico, el jurídico y el mediático, por nombrar
sólo algunos. Sobre el último nos interesa concentrarnos en esta compilación de trabajos que pretenden interpelar las construcciones mediáticas de la figura del individuo peligroso, de esa alteridad radical
que en el recurrente proceso de estigmatización termina siendo objeto de animalización.
no cumpliendo los deberes de un funcionario público o en “legítima defensa”, sino de matar a secas, sin importar las circunstancias. Pareciera como si el único parámetro valorativo de la acción letal fuese la peligrosidad, los factores de riesgo, la imprevisibilidad, como argumento para actuar por la espalda, aplastando o golpeando de frente. Las imágenes de muerte se multiplican pero no son diversas, más bien adquieren
un carácter bastante homogéneo: los que mueren portan una serie de atributos que los convierte en matables. Son jóvenes, habitan las periferias urbanas y tienen el descaro de invertir su capital humano en la
ruleta del delito. Sin saber que la mano invisible del mercado nunca les dará un empujón inesperado por el contrario, cae sobre el ellos la mano visible del Estado penal, aquella que, de correr buena suerte para
el castigado, lo depositará en una comisaría o una cárcel; caso contrario, quedará en su inventario elegir la letalidad de un disparo por la espalda, un linchamiento público o una certera maniobra de artes marciales
que termine con su vida.
Lo que opera como interrogante en este libro no son los actos letales que describíamos, sino más bien la episteme en la que se inscriben, el campo de batalla en el que una multiplicidad de artefactos discursivos disputan la simbolización del “otro”. Allí se entrecruzan discursos de los más variados orígenes y formas, desde el médico hasta el gubernamental, pasando por el pedagógico, el jurídico y el mediático, por nombrar
sólo algunos. Sobre el último nos interesa concentrarnos en esta compilación de trabajos que pretenden interpelar las construcciones mediáticas de la figura del individuo peligroso, de esa alteridad radical
que en el recurrente proceso de estigmatización termina siendo objeto de animalización.