Departamento de Letras

En agosto de 1963, Kenzaburo Oé, que entonces era un prometedor escritor de veintiocho años, se dirigió a Hiroshima para hacer un reportaje sobre la Novena Conferencia Mundial contra las Armas Nucleares. Oé, indiferente a las maniobras de poder de los políticos, se interesó de inmediato por los testimonios de los olvidados del 6 de agosto de 1945, divididos entre «el deber de recordar» y el «derecho a callarse»; ancianos condenados a la soledad, mujeres desfiguradas, responsables de la prensa local y, sobre todo, los médicos que luchaban contra el «síndrome de Hiroshima», los efectos tóxicos de la radiación. Y estos encuentros habrían de cambiar para siempre la vida y la obra del escritor. Oé vio en su heroísmo cotidiano, en su rechazo a sucumbir a la tentación del suicidio, la imagen misma de la dignidad. Página 2

Después de dejar a su marido ingresado en un hospital psiquiátrico en el norte, una mujer regresa en tren a Madrid. En el vagón, un desconocido, para amenizar el viaje, le pregunta de pronto: «¿Le apetece que le cuente mi vida?». Se trata de Ángel Sanagustín, psiquiatra que trabaja en la misma clínica y estudioso de los trastornos de la personalidad a través de los relatos y los escritos de los pacientes. Esos textos son los que guarda en una carpeta roja que lleva consigo. Hay casos de esquizofrenia, de dobles vidas, de paranoicos convencidos del control gubernamental a los ciudadanos mediante la clasificación de sus desperdicios. Cuando el psiquiatra baja un momento en una de las paradas en busca de un refresco y pierde el tren, la mujer tiene en sus manos la carpeta con los escritos. Irresistiblemente, querremos leerlos con ella.

Reseña del libro Antonio Vanegas Arroyo: un editor extraordinario. La edición de esta obra, según anota su coordinadora Mariana Masera en la presentación, conmemora el centenario de la muerte de Antonio Vanegas Arroyo (1852-1917) y reproduce parte de la colección de Inés Cedeño Vanegas, bisnieta del editor. Al mismo tiempo ofrece a los lectores un fragmento de la investigación sobre impresos populares impulsada por la UNAM.

En Aguascalientes se conserva prácticamente intacta la imprenta de Francisco Antúnez Madrigal (1907-1980), un humanista que entregó su vida a las artes de la imprenta, el pensamiento, la cultura y los libros. Entre sus archivos documentales fueron encontradas unas pruebas de galera de Notas para una historia de la imprenta en Aguascalientes –de su autoría– y una posible fotografía inédita de José Guadalupe Posada. El segundo hallazgo es significativo porque sólo se conocen dos imágenes del más célebre y fecundo litógrafo y grabador mexicano: una en la que aparece junto a su hijo y otra, más tardía, en la que se observa de pie en la puerta de su taller de la Ciudad de México.
Notas para una historia de la imprenta en Aguascalientes esperó pacientemente su publicación por más de cuarenta años. Es una obra breve, de carácter divulgativo y escrita con una prosa amena, que ofrece a lectores, a través de un desfile de personajes, un vistazo a más de un siglo de cultura impresa en Aguascalientes. Se trata de una versión remozada de obras anteriores a las que Antúnez agregó algunas páginas dedicadas a los personajes hidrocálidos que durante la primera mitad del siglo XX participaron activamente del mundo editorial en México: Enrique y Gabriel Fernández Ledesma, Francisco Díaz de León, Antonio Acevedo y los hermanos Rafael y Agustín Loera y Chávez.
Una edición de la Universidad Autónoma de Aguascalientes.

Esta obra conmemorativa reúne más de una decena de ensayos que desde diversas perspectivas abordan un siglo de historia de la Carta Magna mexicana. Entre los temas que destacan se encuentran: el fortalecimiento de la memoria histórica, el constitucionalismo en Aguascalientes y las leyes de corte liberal, la Soberana Convención Revolucionaria, reformas a la Constitución, constitucionalismo social, voto femenino, laicidad, gratuidad y obligatoriedad de la educación, legislación agraria, soberanía, petróleo, derechos humanos, sistema penal y auto de vinculación a proceso, derechos de los trabajadores y neoliberalismo, entre otros.

Este artículo presenta un testimonio sobre la ocupación de Morelia durante el año más convulso de la Revolución mexicana: 1915.  A principios de  marzo, miembros del ejército villista se apoderaron de la casa y de la imprenta familiar de Francisco Antúnez Villagómez, ubicada en la calle del Águila, y los obligaron a fabricar papel moneda. El episodio quedó plasmado en una autoficción que vincula el conflicto armado con el oficio tipográfico, la indiscriminada emisión de billetes y la vida de una familia de clase media.