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"Grotesco y crisis en Argentina"

Se analiza la relación entre el surgimiento del grotesco como género literario y teatral con el contexto de las crisis en los años 20' en Buenos Aires.

TANGO Y ROCK: GROTESCO Y CRISIS EN ARGENTINA. La Patota (Acho Estol- integrante del grupo tanguero La Chicana) En el centro de la plaza, la hora de los valientes; la Córdoba y la Corrientes se trenzaban por el honor. Cuchillo, cadena y faca; patada, puño y cabeza; no es un cuento de los veinte, ya existía el rock and roll. El chino era karateca con estilo y profesión, se cargaba a cuatro o cinco sin armas y sin sudor. Siempre había un gordo efectivo que aplanaba con rigor, siempre había un petiso erguido con nariz de boxeador. Calentaban con ginebra y escuchaban a Manal; le rajaban a la cana como mi perro al bozal. A pesar de lo salvaje no se daban a matar; se querían en el fondo, su deporte era pelear. Se acabó con los milicos la violenta tradición; el chino terminó preso sin indulto ni perdón. Al petiso lo mataron en alguna confusión; el gordo se hizo cana, la puta que lo parió. A veces, el grotesco cuenta una historia personal y otras, un devenir social, como en este caso. El sujeto de esta historia es un hombre de nuestros días, que era adolescente en la época en la cual comenzó el proceso militar (año 1976) y añora los días en que formaba parte de una patota juvenil de aquéllas épocas, resaltando la oposición entre la violencia previa a “los milicos”, que no era más que un juego “se querían en el fondo, su deporte era pelear”, contrapuesta a la verdadera violencia sin límites que sobrevino inmediatamente después. Tiene un tono de comedia, con buen uso de la ironía, que recuerda a las escenas milongueras de los veinte que persistieron como tradición tanguera por muchos años (el autor lo advierte y por eso la alusión del tercer verso, primera estrofa: “no es un cuento de los veinte, ya existía el rock and roll”). Véase, por ejemplo, si no: Yo que no soy nada lerdo ni nada hay que yo no vea, comprendiendo que pelea se me trataba de armar, salí al patio y envolviendo al brazo el poncho de guerra hice una raya en la tierra y me le puse, me puse a cantar. “Don Juan (Mozos Guapos)” (Poncio y Gobbi) (1898-1936) Misa de faldas, querosén, tajo y cuchillo, que ardió en los conventillos y ardió en mi corazón. “El choclo” (Villoldo y Discépolo) (1946) Después se armó la podrida: piñas, patadas, bancazos... Santillán tiró un balazo con un chumbo que tenía. Toda la gente corría, quedó la casa pelada; pa' terminar la velada yo me llevé un bandoneón, un Perramus, Pantaleón, y el Loco la jeta hinchada. “Un baile a beneficio (La podrida)” (Caccaviello y Fernández) (1950) Yo nací en un conventillo de la calle Olavarría, y me acunó la armonía de un concierto de cuchillos. Viejos patios de ladrillos donde quedaron grabadas sensacionales payadas, y al final del contrapunto amasijaban un punto pa' amenizar la velada. “El conventillo” (Baffa y De la Torre) (1950-60) Tiene, entonces un tono de comedia, pero la tragedia surge a partir de los últimos versos: “el chino terminó preso sin indulto ni perdón. Al petiso lo mataron en alguna confusión; el gordo se hizo cana, la puta que lo parió” Aquí salta a la vista el destino trágico de aquéllos adolescentes, donde no sólo se pierde la libertad y la vida, sino que hasta la identidad y los códigos éticos. De ahí la nostalgia que sobrevuela como una constante. Conclusión Retomando lo afirmado en el prólogo, recordamos que Grotesco deriva del italiano grottesco (de las grutas) y designa, en arquitectura al estilo o adorno que imita la aspereza de las rocas. En general se aplica a las escenas o gestos ridículos, vulgares o absurdos. El dramaturgo italiano Luigi Pirandello utilizó el término como sustantivo para su propio estilo teatral naturalista que refleja una realidad entre cómica y trágica. En el Río de la Plata se llama del mismo modo al teatro derivado del sainete, que es a su vez un tipo de representación de comienzos del siglo XX que muestra la vida de los inmigrantes en los inquilinatos (conventillos), con pinceladas caricaturescas debidas a la sorna con que los criollos solían ver a italianos, españoles, rusos o árabes, llegados en oleadas desde los ‘80 del siglo XIX. Estos personajes se hacinaban en cuartos baratos que generalmente compartían un patio. Algunos de los autores de sainetes eran sin embargo hijos de esos inmigrantes. En la década de los años ‘20, el dramaturgo Armando Discépolo introdujo un giro dramático y sombrío en el enfoque de esos ambientes y creó lo que él mismo llamó "grotesco criollo". El grotesco teatral guarda afinidad con el esperpento, forma dramática creada por el español Ramón del Valle Inclán, quien explicó que el esperpento intenta mostrar la realidad en un espejo distorsionante para provocar la reflexión del espectador. Enrique Santos Discépolo, introdujo en el el tango el grotesco criollo que su hermano había llevado al teatro. En todo caso, queda claro que el objetivo de este enfoque es, como lo dijo del Valle Inclán, provocar la reflexión. Entonces es lógico que el estilo grotesco adquiera relevancia en épocas de crisis social, económica y política. En esos momentos los artistas recurren a herramientas que pretenden efectivas para mostrar la situación a sus contemporáneos, y el grotesco es sumamente efectivo. Puede deducirse que la persistencia del estilo en nuestro país a lo largo de la historia se debe a una constante situación de crisis que hace difícil al hombre leer la realidad en la que está inmerso. “Mal de muchos, consuelo de tontos”, cierto es que esta situación de crisis permanente, no es exclusiva de nuestro país, como lo atestigua el uso del grotesco en la música popular de otros países de Latinoamérica, que incluimos para ampliar el enfoque del espejo que nos proponen los autores y reconocer cuál es el ámbito real del problema que nos angustia y aturde, no ya para obtener el consuelo que nos lleve a la resignación, sino para remarcar que no hay soluciones particulares cuando el problema es de todos. Al fin y al cabo, a veces hasta el tango se vuelve loco y se pone optimista “Quereme así, piantao, piantao, piantao... Abrite los amores que vamos a intentar la mágica locura total de revivir... ¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará! “Balada para un loco” (Piazzolla y Ferrer) ...tal vez hay tiempo si vos lo querés tal vez hay un mañana y un porqué el vale que nos queda de ilusión jugalo... corazón, salí de perdedor. “Vamos, todavía” (Tarantino y Tavera) E. Santos Discépolo Horacio Ferrer Charly García (autor de letras grotescas como “Botas locas” y “Mr. Antonito” ”