Vivirelgoshoabril
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VIVIR EL GOSHO
En este mes, en el que celebramos un nuevo aniversario de la declaración de Nam-myo-
ho-renge-kyo por parte del buda Nichiren, estudiaremos un fragmento del escrito titula-
do El logro de la budeidad en esta existencia, que transmite el enfoque primordial con el
que, precisamente, debemos dedicarnos a entonar daimoku.
Fondo de escena
Esta carta, dirigida al fiel seguidor Toki Jonin, fue escrita en 1255, dos años después de que Nichiren Daishonin dio
a conocer Nam-myoho-renge-kyo (el 28 de abril de 1253). En ese entonces, el Daishonin se encontraba viviendo en
Kamakura, mientras que Toki residía en Wakamiya, provincia de Shimosa (en lo que actualmente es la prefectura de
Chiba). Este creyente recibió unos treinta escritos del buda Nichiren, entre ellos uno de sus tratados más importan-
tes: El objeto de devoción para observar la vida.
En la carta que contiene el fragmento que estudiaremos en esta ocasión, se evidencia la profunda convicción de
Nichiren Daishonin de que Nam-myoho-renge-kyo es la única enseñanza capaz de guiar a todas las personas a lograr
la budeidad en esta existencia.
El budismo enseña que cuando nosotros cambiamos, el entorno cambia. En otras palabras, la clave de todo cam-
bio yace en nuestra transformación interior, y en modificar nuestro corazón y nuestra mente. De esto se trata la «re-
volución humana». Todos tenemos el poder de cambiar y, cuando entendemos esta verdad, estamos en condiciones
de hacer surgir este poder interior en todo momento y ante cualquier circunstancia.
El budismo de Nichiren Daishonin, basado en los principios transformadores del Sutra del loto, ha hecho que
esta gran vía de cambio interior esté al alcance de todas las personas, a partir de postular como práctica central la
entonación de Nam-myoho-renge-kyo. Por ello, en esta ocasión, estudiaremos un pasaje de El logro de la budeidad en
esta existencia en el que el Daishonin esboza la actitud básica y el enfoque primordial con que debemos dedicarnos
a hacer daimoku.
La metáfora del espejo que utiliza Nichiren Daishonin en este fragmento es realmente inspiradora: el espejo
corresponde a nuestra vida que, cuando «no está limpia y pulida», tiende a distorsionar lo que refleja (la realidad).
En la época del Daishonin, los espejos se hacían de bronce, un material que se opacaba con facilidad; por ello, había
que lustrarlos con frecuencia. Del mismo modo, nos dice el buda Nichiren, si entregamos nuestra vida al descuido
y no la «pulimos» diariamente, quedará nublada por la oscuridad fundamental.1
Como esta semejanza muestra con acierto, nuestra práctica de hacer daimoku cada día es una lucha por limpiar la
suciedad que surge de la ignorancia y así «extraer el brillo» de nuestra naturaleza iluminada. En tal sentido, podemos
decir que la práctica de entonar daimoku posee dos aspectos:
- Uno es hacer surgir una profunda fe, tal como nos exhorta el Daishonin. En otras palabras, armarnos del
espíritu de lucha para batallar contra nuestra oscuridad interior.
- El otro es sostener el esfuerzo con diligente persistencia, como lo expresa con claridad la frase «lustre su
espejo día y noche, con ahínco y esmero».
Estos dos puntos también aparecen en el capítulo «Medios hábiles» (2.o) del Sutra del loto, que recitamos dia-
riamente cuando hacemos el gongyo, en el fragmento «Iu mio sho yin», que puede traducirse como «esforzarse con
bravura y vigor». Así «con bravura y vigor» significa que, a través de nuestro daimoku, hacemos surgir con valentía el
poder de la fe, mientras que «esforzarse» implica la dedicación sincera y continua a la práctica budista.
En lo que respecta al primer punto sobre la entonación del daimoku, es importante tener el espíritu de «actuar
con valentía». Esto significa hacer surgir una fe profunda, desde lo más recóndito de nuestra vida, creyendo firme-
mente que podemos desplegar, sin falta, nuestra budeidad inherente.
Por el contrario, si hacemos daimoku sin determinación o sin un foco concreto, nuestras oraciones no siempre se
cumplirán. Como practicantes del budismo, tenemos que realizar la práctica con seriedad, para poder activar nuestra
sabiduría, al tiempo que seguimos desafiándonos con más valentía y perseverancia que nadie.
También significa que debemos enfrentar con coraje los tres obstáculos y los cuatro demonios (véase Humanis-
mo Soka de marzo de 2022, págs. 2 y 3), que buscan alejarnos de la fe budista. Debemos tener un espíritu indómito,
valiente e incondicional para hacer frente a estos obstáculos e impedimentos y vencerlos cada vez que surjan, pues
la forma de «pulir nuestra vida» yace, precisamente, en que nos desafiemos, luchemos y derrotemos esa oscuridad
fundamental que existe dentro de cada uno.
Desde la perspectiva del budismo, desde el mismo momento en que entonamos Nam-myoho-renge-kyo ya estamos
creando la causa de nuestra victoria. Pero esto no es «perceptible a simple vista», por lo que naturalmente dudamos de
que nuestras oraciones se cumplan o no.
Por ello, la oración es una «lucha permanente» contra nuestra ignorancia fundamental.Y la fe implica tener con-
fianza absoluta en la ley de causa y efecto, aunque no podamos verla de manera directa.
Nam-myoho-renge-kyo es una práctica con ahínco y constancia. Hacer surgir una profunda fe y seguir entonando
el daimoku requiere de un esfuerzo constante y sostenido.Y mediante este esfuerzo, nuestro estado de buda inherente
irrumpe en forma de coraje, perseverancia, alegría, sabiduría y benevolencia sin límites. Persistir en esta práctica con
actitud pura y sincera hará que manifestemos la budeidad en esta existencia.
En su disertación sobre El logro de la budeidad en esta existencia, el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, nos alien-
ta: «El daimoku es el motor que impulsa el progreso, la fuerza motriz de la victoria. Cada desafío debe comenzar
con la oración. Nadie iguala a las personas que hacen daimoku en forma constante. Entonando Nam-myoho-renge-
kyo con ahínco y constancia, mañana y tarde, pulamos nuestra vida por dentro y adornemos nuestra existencia
con una sucesión de triunfos».
(Material basado en la disertación del presidente Ikeda sobre El logro de la budeidad en esta existencia, que aparece en
Aprendamos del Gosho: Las enseñanzas para lograr la victoria, vol. 4, págs. 115 a 121).
1 Oscuridad fundamental: La ilusión más hondamente arraigada en la vida, que da lugar a las demás ilusiones. Se refiere a la incapacidad de ver o de reconocer
la verdad suprema de la Ley Mística, así como los actos negativos que surgen de dicha ignorancia.