Director
Emiliano Galende
Directora Asociada
María Marcela Bottinelli
Editor Asociado
Daniel Frankel
ISSN: 2250-5768
Impreso en Argentina
Queda hecho el depósito de la Ley 11.723
Prohibida su reproducción sin la expresa
autorización por escrito.
© Los autores.
© Ediciones UNLa
29 de Septiembre 3901
1826 Remedios de Escalada, Lanús,
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de la Universidad Nacional de Lanús
Revista
Salud Mental y Comunidad
Rectora
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Director
Emiliano Galende
Profesor consulto y miembro del Consejo Consultivo
Honorario de la Maestría y el Doctorado en Salud
Mental Comunitaria. Departamento de Salud
Comunitaria. Universidad Nacional de Lanús.
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de Salud Comunitaria
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María Marcela Bottinelli
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Editor Asociado
Daniel Frankel
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Daniel Frankel
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Universidad Nacional de Lanús. Universidad de Buenos Aires.
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Universidad de La Matanza.
Pierangelo Di Vittorio
Università di Strasburgo e Lecce.
Hugo Cohen
Organización Panamericana de la Salud.
Ariadne Runte
Universidad de Granada, España.
Secretaria
Sonia Olmedo
Universidad Nacional de Lanús.
Índice
8
EDIT ORIAL
Daniel Frankel y Marcela Bottinelli
ART ÍCUL OS
14
Intermittenze della storia. La legge 180 tra continuità e rotture.
Pierangelo Di Vittorio
31
Trauma psicosocial y reparación. La lucha por la
recuperación del trabajo en contextos neoliberales.
Margarita Robertazzi y Alfredo Siedl
54
Reflexiones sobre Educación Popular, Pedagogías Críticas,
Salud Colectiva y Salud Mental.
Bruno Henning
72
Mujeres con discapacidad psicosocial institucionalizadas
en Argentina: Reconocimiento pleno de sus derechos
sexuales y reproductivos
Ana Laura Aiello y Roxana Amendolaro
DEBAT ES
105
Niños “sanos y felices” a través de los años:
saberes médico-psicológicos en torno al desarrollo
infantil y la crianza en la Argentina (1930-1960).
Ana Briolotti
111
Unidades de co-cuidadores en red para atención
temprana en la infancia en Buenos Aires
Andrea Baldomir
R E S E Ñ A S DE TE S I S / P ROY ECT OS
120
El viaje interno: Chamanismo, cosmovisiones indígenas
y Salud Mental en la Universidad Nacional de Lanús.
Fernando Flores -Al Nuir-, Mariano Oro, Elsa Sandoval Hueche,
Laura Poverene, Valeria Bosio y Alejandra Barcala
125
Cómo nació mi tema de tesis o reseña
de mi proyecto de tesis doctoral
Gisela Cardozo
I N F O R M A CI Ó N
134
CIPCUBA 2019
37º Congreso Interamericano de Psicología
135
III Encuentro Latinoamericano y del Caribe
de DDHH y Salud Mental
137
II Conferencia Regional de Salud Mental Comunitaria
E DI TO R I A L
8
Daniel Frankel
Marcela Bottinelli
Una vez más asistimos a intentos de deslegitimar los
marcos normativos de derechos, en particular a la Ley
Nacional de Salud Mental. Estas acometidas, nunca solapadas, no pueden analizarse por fuera de hechos que
constriñen a la subjetividad colectiva bajo el imperativo
neoliberal de la época.
a usuarios, familiares y trabajadores, encubren las razones del encierro más allá de toda perspectiva de derechos, mantienen el sufrimiento, alimentan condiciones
de precarización laboral, favorecen los negociados, desvalorizan la idoneidad de muchos trabajadores de la salud al tiempo que silencian voces e historias de luchas.
Los cuestionamientos se expresan de diversas formas
y a través de actores que encubren lógicas e intereses
que pretenden conservar, intentando minar el sentido
común y la opinión pública. Así alteran los fundamentos y principios de la ley, pero también desconocen los
procesos de acción colectiva nacional e internacional
que en ella se modelan y por los cuales se la reconoce
como una Ley de avanzada.
Asimismo, el momento político actual favorece la ausencia de políticas y programas que fortalezcan los
principios que promueve la Ley.
Aún más, quienes cuestionan la Ley manifiestan que
la misma “deja a las personas con atención inadecuada” o
“promueve la falta y el cierre de espacios de atención o de
fuentes de trabajo”. Dichos discursos buscan estremecer
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Este tipo de discusiones ya se han dado en el ámbito
internacional y numerosos organismos de Derechos
Humanos han señalado que la vida en el encierro manicomial constituye un trato cruel, inhumano y degradante que en algunos casos es catalogado como tortura.
Por todo lo expuesto podemos afirmar que atacar la ley
es proteger el encierro; un encierro que no se desmantela ni en lo material ni en lo simbólico y que se expresa
E DI TO R I A L
en los manicomios que configuran mucho más que un
laboratorio de prueba necesario para resguardar una
institucionalidad totalitaria, un “campus” en el sentido
agambeniano, en pleno estado de derecho democrático.
En este contexto, creemos conveniente recordar que la
Declaración de Caracas (1990) y el Consenso de Panamá (2010) mantienen su actualidad, tal como se ha subrayado en anteriores artículos de la revista; del mismo
modo permanecen en la memoria colectiva las marcas
de luchas por implementar programas de reforma llevados a cabo en diferentes circunstancias por provincias, hospitales, programas comunitarios, asociaciones
de usuarios o diversos colectivos que han influenciado
que la ley fuera promulgada.
Señalamos que ambos documentos plantean la reestructuración de la atención psiquiátrica en la Región
y ello implica la revisión crítica del papel hegemónico
y centralizador del hospital psiquiátrico. De este modo
la prestación de servicios, centrada en la atención psiquiátrica convencional, no permite alcanzar los objetivos compatibles con una atención comunitaria, descentralizada, participativa, integral, continua y preventiva.
Subrayamos que aun cuando nuestro país ha suscripto
su compromiso con estas declaraciones, y aun cuando la
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
reforma constitucional de los 90 plantea que el Estado
es responsable de garantizar la salud, no se contó con el
apoyo de algunas asociaciones profesionales argentinas
de ese momento. Destacamos que la Declaración de Caracas fue suscripta por la OMS/OPS, el Instituto de Investigaciones Mario Negri de Milán y por diferentes organizaciones profesionales de las Américas y del mundo.
Por su parte el Consenso de Panamá, contó el compromiso explícito entre los países de la Región (incluyendo
a nuestro país) junto a organismos como la OPS/OMS
para generar las transformaciones necesarias para propiciar “un continente sin manicomios en el 2020”.
Las múltiples caras del encierro:
El clima de época neoliberal.
El momento que estamos viviendo a nivel país no contribuye a desmantelar el encierro en las conciencias colectivas. Por el contrario; cuando el poder se enmarca
en lógicas neoliberales contribuye a disipar todo tipo de
intentos de cambios culturales que queden por fuera de
los presupuestos que este modelo enarbola.
De esta forma impera el exacerbamiento del individualismo, la meritocracia, el principio de desigualdad es consentido. Subjetividades sensibles a las propagandas del estado
9
E DI TO R I A L
o del mercado ávidas por llegar a la igualdad insisten en
renovar sus oportunidades por alcanzar ascenso social, seguridad y protección mediante el esfuerzo individual.
Justamente gobernar la vida de estos tiempos, es gobernar integralmente las subjetividades, los cuerpos colectivos; toda vez que se procuran salidas individuales se
coartan las salidas colectivas y se asiste a la tristeza y al
abatimiento generalizable.
Estos son los tiempos de hegemonía de la racionalidad
instrumental que penetra y coloniza también a los lazos
sociales. Por estas razones la subjetividad neoliberal se manifiesta como superflua, porque la vida demuestra fragilidad al sostenerse en la competencia o en el cálculo; es vida
precaria dado que debe alcanzar las metas de consumo
exaltados por el mercado. En el imaginario del poder es el
mercado quien construye ajenidades: el mercado homologa, instala individualismos, colectivos extraños que barren
la otredad, proyectan intolerancia e indiferencia.
Por ello el poder desalienta cualquier construcción colectiva que demuestre solidaridad por cuanto le tranquiliza esbozar subjetividades apartadas, alienadas,
extrañas, que es la forma de igualar las subjetividades
colectivas en un mismo formato de disciplinamiento y
ocultar las razones mismas de la exclusión.
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
En el marco del capitalismo y aún más del neoliberalismo
-globalizador o desglobalizador- la vida no es un bien reservado para ser vivible por las mayorías. La buena vida
termina siendo una falacia. La hospitalidad también lo
es. La hechura dominante performatiza las subjetividades colectivas a la vez que convalida la búsqueda de la
conveniencia, de la oportunidad en la brevedad; es la banalidad del bien y su espectacularidad mediática.
El poder neoliberal convoca a un poder permisivo, amable, depone la negatividad y se ofrenda como sublime
libertad y defensor de los derechos. Es un poder que se
asume en la positividad, que adquiere sutiles formas de
flexibilidad y astucia. Se trata de un poder que promete
gobernar con eficiencia, cuidar a los hombres, procura
motivar, optimizar, no obstaculizar, no entrometerse en
la vida privada. No actúa por la prohibición manifiesta,
sino que intenta satisfacer, complacer. Es otra modalidad
de convertir a los hombres en dependientes.
En un mundo que actúa con la fachada de igualdad de
oportunidades es una renovada lógica punitiva que convive con aires de apertura. Es un poder afirmativo, en
apariencia más seductor que represor. De este modo se
esfuerza por generar emociones positivas y explotarlas. Es un poder que simula la voz colectiva, que exige
compartir, participar, comunicar, transmitir opiniones,
10
E DI TO R I A L
necesidades, deseos. Es una tecnología de poder que no
siempre niega explícitamente la libertad, sino que simula
promoverla cuando responde al mercado y al consumo;
fomenta y explota el rendimiento laboral con estrategias
que impulsan la atención total, el desarrollo de la inteligencia emocional o el coaching empresarial. Todo aquello
que bloquea e impide la producción debe ser suprimido.
La lógica del mercado se impone a la optimización personal, al cuidado y extensión de la vida.
Así, el viejo poder punitivo se combina con una nueva
forma biopolítica de poder y convoca a nuevas formas
de sometimiento. Novedosas herramientas de gobierno
de la vida -necesarias para que este esquema de poder
se lleve a cabo- acompañan los propósitos para la desestructuración subjetiva mediante múltiples formatos: el
pánico, la inseguridad, la ilusión del consumismo, la esperanza infinita por una solución mesiánica colocada en
el derrame y en una felicidad que nunca llega ni llegará.
En este esquema también se incluyen a las tecnociencias;
esto es la convergencia entre la industria química-farmacéutica y la genética. Bajo este esquema de supuesto
“avance científico”, asistimos a una nueva forma (o no
tanto) de arrasamiento y encierro caracterizada por la
medicalización orientada a encontrar “soluciones químicas” no solo a problemáticas de salud que realmente
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
requieren de alguna medicación sino también dirigida
a situaciones de la vida cotidiana: aburrimiento, soledad, felicidad, duelo, sexualidad, etc. Del mismo modo
los múltiples diagnósticos “de moda” arrasan subjetividades abandonando la singularidad de cada quien por
nuevos etiquetamientos.
11
La búsqueda de orígenes genéticos, neuroquímicos y
fisiológicos del comportamiento humano no es nueva; siempre hay renovados intentos por retomar la
búsqueda de la mercantilización del padecimiento y la
“normalidad”. No solo se busca neutralizar los efectos
del atravesamiento que las prácticas sociales ejercen sobre el sujeto, exhibiéndolo como autorregulado por la
fisiología y la genética, sino que está orientado a producir sujetos pasivos, adherentes, superfluos.
Destacamos de igual forma, el caso de las neurociencias
que discurren en torno a un supuesto nuevo paradigma
superador en el cual se incluye el cognitivismo, conductismo o la teoría del comportamiento. La medicalización también se extiende a rotular a la pobreza, la
infancia; en definitiva invade a la cultura.
Como en todo sistema autoritario el poder expresado
por el neoliberalismo aspira a que la vida sea finalmente
previsible, redundante. El éxito o el fracaso no resulta
E DI TO R I A L
ni de normas ni de propósitos institucionales, ni de las
oportunidades que el país pueda brindar a sus ciudadanos, sino que termina siendo mera responsabilidad
individual, “quien no llega, es porque no se habrá esforzado
lo suficiente”. De esta forma, el poder queda por fuera
de toda responsabilidad respecto de la desigualdad, la
injusticia social, la vulneración de derechos, etc.
En otras palabras, en torno a la vida encerrada resurge el
viejo y nuevo sistema punitivo cuya práctica central se
basa en el encierro manifiesto o simbólico de “indeseables” o postergados sociales; a la vez que favorece una sociedad alienada, cada vez más individualista que azuza el
miedo como herramienta de gobierno: ¡Miedo al obrero,
miedo a las multitudes, miedo a la locura, miedo al otro,
miedo al infierno tan temido de las pasiones!
Militar la calle, militar derechos
Más allá de tiempos y esfuerzos en consolidar e implementar la ley se deben reactivar acciones que profundice
el debate y fortalezca los espacios colectivos. En este sentido subrayamos que a pesar de la renovada escalada por
actualizar el poder punitivo y disciplinar tensionando
además al aparato jurídico, ello no es generalizable a todo
el espacio de la salud mental. Asimismo, destacamos el
esfuerzo de quienes integran, sin distinciones, el colecRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
tivo profesional por fortalecer la acción comunitaria y
sumarse a los espacios de encuentro interdisciplinarios.
Aun cuando vivimos en condiciones de agravamiento
de condiciones de vida y ante las tensiones de los intereses de grupos corporativos, la acción colectiva por
defender la ley impide que se avasallen derechos y al
mismo tiempo recupera la memoria histórica de luchas
que buscaron suprimir el encierro.
El tiempo presente, el que enlaza pasado y futuro, es
el que convoca a nuevos desafíos para profundizar el
proceso de transformación iniciado. Sabemos que acceder a los derechos implica una disputa no exenta de
divergencias, indiferencias y temores que dejan nuevas
marcas en la acción colectiva.
También fortalecer la Ley Nacional de Salud Mental
implica buscar estrategias múltiples para expandir su
carácter progresista. Cumplir con los derechos es cerrar
los manicomios, remover el estigma o el fundamento
sobre peligrosidad, también es actuar en la cultura con
formulaciones éticas renovada. Asimismo, es valorar el
trabajo y concepción interdisciplinaria e intersectorial
sin menoscabar el rol fundante del Órgano de Revisión
como del Consejo Consultivo Honorario.
12
E DI TO R I A L
La defensa de derechos se recupera en el encuentro solidario; es el espacio en el que se consolida la soberanía
popular; es la asamblea en la calle, el encuentro en las
universidades, la concordia en los espacios de atención,
en las organizaciones, el hallazgo de la cultura, en donde se constituye el colectivo social. Es un proceso en el
que se instituyen topologías inusuales, rizomas subterráneos y por ello incontenibles.
Así en la acción conjunta, renacen esperanzas; actos
creadores singulares que recuperan subjetividades laceradas; renacen sueños postergados, generan renovados
actos de creación y compromisos solidarios; en definitiva, se sitúan prácticas singulares mediante nuevas
verdades de transformación social.
Defender derechos, es bregar por suprimir el encierro y
salvaguardar la ley. Pero también implica un compromiso colectivo por afianzar la ssoberanía popular: la política de la calle, el despertar de la solidaridad, la emergencia
colectiva por un sentido afirmativo a la vida.
Ante el embate neoliberal y de ciertas corporaciones,
la desmanicomialización convoca a un amplio proceso participativo -político, social y cultural-. Incluye a
todos los trabajadores sin exclusiones ni jerarquías preestablecidas y por sobre todo a los usuarios-partícipes
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
fundamentales, así como a la comunidad toda; pero
también requiere articulación intersectorial, interministerial, interjurisdiccional y el compromiso de todo el
sistema (público, privado, obras sociales).
Daniel Frankel y Marcela Bottinelli
Julio 2019
13
A RTÍ CUL O S
Intermittenze della storia
La legge 180 tra continuità e rotture
Intermitencia de la historia. La ley 180 entre la continuidad y el quiebre.
14
Pierangelo Di Vittorio
Filosofo e scrittore, Dottore di
ricerca in filosofía (Università
di Strasburgo e Lecce), svolge
attività di ricerca e formazione
in psichiatria e salute mentale in
Italia e Francia.
pierangelodivittorio@gmail.com
Da quale pericolo sono salvati i fenomeni? Non solo e
non tanto dal misconoscimento e dal disagio in cui sono
caduti, quanto piuttosto dalla catastrofe molto spesso
rappresentata da una determinata forma della loro
trasmissione, la loro “celebrazione come patrimonio
ereditario”.
– Essi sono salvati, mostrando in essi la rottura, il salto.
– C’è una trasmissione che è catastrofe.
Walter Benjamin
Materiali dal Passagen-Werk1
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
A RTÍ CUL O S
Intermittenze della storia... p14-30
15
Sommario
Quest’anno ricorre il quarantesimo anniversario
della legge 180 che in Italia sancì l’abolizione dei
manicomi e cancellò il giudizio di pericolosità nei
confronti dei malati di mente. Da allora non è più
possibile legittimare in termini terapeutici quello
che terapeutico non è: l’isolamento, la contenzione,
la privazione di libertà e di diritti. Gli operatori
psichiatrici hanno dovuto rinunciare alle “garanzie”
del manicomio, trovandosi nella necessità d’inventare
ogni giorno le risposte più adatte ai bisogni dei
pazienti. Proprio per questo, tuttavia, la legge 180 è
stata anche una “cesura” tra il periodo di lotta contro
il manicomio e la fase successiva. In Italia, si ha spesso
l’impressione di non sapere bene che cosa sia successo
“dopo”, cioè negli ultimi quarant’anni: prigionieri
dell’idea che bisognasse difendere e applicare la legge
180, si è imposta una mitologia della “continuità” che
non ha permesso di confrontarsi fino in fondo né con
i cambiamenti soggettivi degli operatori, né con le
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
nuove contraddizioni emerse in un mondo in rapida
trasformazione. Oggi si pone in modo sempre più
urgente il problema della trasmissione di esperienze
come quella di Basaglia: sarebbe perciò auspicabile che
i 40 anni della legge 180 diventassero un’occasione per
porsi qualche domande e discuterne insieme.
Parole chiave: legge 180 - psichiatria - salute mentale
- biopolitica - soggettività - trasmissione.
Resumen: En el 2018 se cumplen los cuarenta años
de la promulgación de la ley 180 que abolió en Italia
el manicomio y canceló el juicio de peligrosidad
en relación a los enfermos mentales. Desde aquel
momento no es posible legitimar en términos
terapéuticos lo que terapéutico no es: el aislamiento,
la contención, la prohibición de la libertad y de los
derechos. Los operadores psiquiátricos han debido
renunciar a las “garantías” del manicomio e inventar
cada día las respuestas que mejor se adaptan a las
Pierangelo Di Vittorio
A RTÍ CUL O S
Intermittenze della storia... p14-30
16
necesidades del paciente. Por esto, sin embargo, la Ley
180 fue una “cesura” entre el período de lucha contra
el manicomio y la fase sucesiva. En Italia, a veces se
vive la sensación de no saber qué pasó después de la
Ley, o sea en los últimos cuarenta años: prisioneros
de la idea de que necesitaba defender y aplicar la
Ley, se impuso una mitología de la continuidad que
no ha permitido confrontarse hasta el fondo ni con
los cambios subjetivos de los operadores, ni con las
nuevas contradicciones surgidas en un mundo en
veloz transformación. Hoy se plantea de modo urgente
el problema de la transmisión de experiencias como la
de Basaglia: por esto, sería deseable que los 40 años de
la Ley 180 se transformen en ocasión para plantearse
algunas preguntas y discutirlas juntos.
Palabras clave: ley 180 - psiquiatría - salud mental biopolítica - subjetividad - trasmisión.
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Pierangelo Di Vittorio
A RTÍ CUL O S
La legge 180 è un faro. Un fascio di luce che taglia la
notte e serve da riferimento per i naviganti. Lo è da vari
punti di vista: in primo luogo, la legge 180 taglia la storia della psichiatria italiana, riformando la legge Giolitti
del 1904, che aveva offerto all’Italia un quadro normativo sul modelo della legislazione francese del 1838. La
legge francese, che istituiva “les établissements d’aliénés”,
aveva segnato il successo del movimiento alienista –
la cui entrata in scena aveva consentito di uscire dalle
secche del tormentato dibattito, successivo alla Rivoluzione, su come gestire il problema della follia – e inaugurato così l’epoca d’oro della psichiatria manicomiale.
In tal senso, la 180 è un fascio di luce che ne taglia un
altro. Esito di quel proceso di trasformazione che si può
far cominciare con l’arrivo di Basaglia, nel 1961, come
direttore nell’Ospedale psichiatrico di Gorizia, la legge
del 1978 ha una portata storica più generale, giacché
segna l’emergere di un “possibile”. La storia esce dal suo
monologo e comincia a dire anche qualcos’altro: si può
offrire ai pazienti una risposta diversa rispetto a quella
che, fino allora, era considerata l’unica possibile e quindi “immaginabile”.
I manicomi potranno continuare a esistere, o potranno
magari sopravvivere in forme diverse; tuttavia d’ora in
poi non si potrà più dire «le cose stanno così e basta»;
non si potrà più considerare il “sistema manicomio‐maRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Intermittenze della storia... p14-30
lattia mentale” come qualcosa di scontato, come un’evidenza quasi naturalistica. La storia è uscita da se stessa,
non coincide più “ingenuamente” con se stessa. Una
biforcazione è apparsa nel suo corso, e questo significa,
come direbbe Kant, che siamo usciti dallo «stato di minorità». Emancipandoci dal sistema di “tutele”, da tutto
lo stato di necessità che esse, al tempo stesso, presupponevano e producevano, siamo finalmente diventati
“adulti”: dinanzi all’apertura di questo possibile, dinanzi
a questo inédito ventaglio di possibilità, scopriamo di
essere più liberi e quindi più responsabili nella storia.
Per la prima volta, possiamo avere il “coraggio” di quello che pensiamo e facciamo (e non solo in Italia, visto
che la 180 è stata recepita dall’OMS come legge di riferimento per la salute mentale).
In un senso più preciso, ossia se consideriamo in modo
chirurgico il taglio di luce introdotto dalla legge 180, la
biforcazione che essa produce, non riguarda solo la storia della psichiatria manicomiale, ma anche, e al tempo
stesso, i processi di “riforma” che, a partire dalla fine del
XIX secolo, l’hanno attraversata. In altri termini, non
si coglie fino il fondo la profondità e l’ampiezza della
rottura rappresentata dalla 180, se non la si ricollega direttamente all’“istituzione negata”: lo strappo compiuto
da Basaglia rispetto alla “comunità terapeutica” come
modelo di reforma in senso liberale e democrático
Pierangelo Di Vittorio
17
A RTÍ CUL O S
dell’ospedale psichiatrico. In modo análogo a quanto
dirà più tardi Foucault, rispetto alla reforma moderna
del sistema penale, Basaglia considera la comunità terapeutica, non come un proceso finalizzato all’emancipazione dei pazienti, ma come una strategia mirante
a rendere l’istituzione stessa più razionale ed efficace.
Evacuare dalla psichiatria gli aspetti “disciplinari”, che
l’avevano caratterizzata e che avevano anche contribuito alla sua crisi storica, sarebbe servito, secondo Basaglia, a farla funzionare meglio, a rendere il suo “potere”
più ampio e diffuso. Sarebbe servito, in definitiva, non
solo a farla sopravvivere alla sua crisi, ma persino a farla uscire in qualche modo rafforzata. Nella legge 180
risuona insomma un deciso “no” rispetto a ogni riformismo psichiatrico: un taglio doloroso, maturato negli anni
’60, e che l’équipe di Gorizia si autoinfligge proprio nel
momento in cui stava sperimentando una comunità
terapéutica sul modelo di quella realizzata da Maxwell
Jones in Scozia.
A voler essere ancora più chirurgici, e a infliggerci quindi, a nostra volta, qualche salutare ferita narcisistica (la
clinica storica può essere considerata, da questo punto
di vista, un esercizio “analogo” a quello psicoanalitico),
il faro della “salute mentale”, che taglia quello della psichiatria tradizionale, non si è acceso né con il movimiento disalienista di Bonnafé né con quello anti‐istiRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Intermittenze della storia... p14-30
tuzionale di Basaglia, bensì, molto prima, con la teoría
della degenerazione di Morel: qui la psichiatria, diventando una tecnología dell’anormale, si «disalienizza»,
acquistando «il potere di non cercare più di guarire»2;
per funzionare, essa non avrà più bisogno della follia,
del delirio, della demenza, non avrà più bisogno di riferirsi all’alienazione. In altri termini, qui la psichiatria
comincia a emanciparsi dalla sua vocazione terapeutica,
con cui sin dall’inizio era intrecciata la sua funzione
di controllo sociale; e qui, di conseguenza, comincia a
relativizzarsi il manicomio stesso come “dispositivo di
sicurezza”, come avamposto della difesa sociale contro
i pericoli di cui la follia era considerata portatrice. A
cosa può serviré il manicomio, quando si trata di prevenire un pericolo che attraversa tutta la popolazione,
che si trasmette ereditariamente e s’inscrive nella storia
biológica degli individui che la compongono?
Si è trattato certo di una “crisi”, ma di una crisi che, lungi dall’indebolire la psichiatria, ha consentito di esaltarne la funzione biopolitica, prima confinata nello spazio
angusto della malattia mentale e dei manicomi: alla fine
del XIX secolo, la psichiatria diventa, infatti, «la scienza
della protezione biológica della specie» per eccellenza,
con «una possibilità indefinita d’ingerenza nei comportamenti umani», a cominciare da quelli della sessualità familiare. In tal modo, essa acquista il massimo di
Pierangelo Di Vittorio
18
A RTÍ CUL O S
potere cui poteva aspirare in quel momento: guida la
caccia ai degenerati e pone le basi del razzismo di Stato contro gli anormali, che sfocerà poi nei programmi
eugenetici liberali e nazisti3 (e nell’eugenismo “soft” di
uno psichiatra “progressista” come Édouard Toulouse,
personaggio forse poco noto, ma che con la sua idea
di affrontare la malattia mentale sul modelo della lotta
alla tubercolosi, condotta negli Stati Uniti dalla Fondazione Rockefeller, è stato un anello importante nella
ricodificazione del problema – da “malattia” del singolo
individuo, a problema di “salute pubblica” riguardante
le popolazioni in generale).
È dunque dalla teoría della degenerazione che parte il
potente fascio di luce della “modernizzazione” della psichiatria (che è anche un proceso di “depsichiatrizzazione” della psichiatria stessa), e in questa tendenza storica
di lunga durata, anche se a malincuore, bisognerebbe
comunque inscrivere l’esperienza trasformatrice di Basaglia. La specificità di tale esperienza non andrebbe
insomma confusa con l’“origine” tout court della salute
mentale (l’Unica, la Buona e la Giusta – ça va sans dire),
ma dovrebbe essere invece considerata per quello che
è: una biforcazione, appunto, all’interno del più ampio,
articolato e per certi versi contraddittorio proceso di
modernizzazione della psichiatria, dalla quale è scaturita una via di fuga inédita rispetto all’alternativa tra maRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Intermittenze della storia... p14-30
nicomio e reforma del manicomio, tra gestione disciplinare
dei singoli malati e gestione medico‐politica (biopolitica o
biosecuritaria) delle popolazioni.
Questo non toglie alcun valore all’esperienza di Basaglia: la biforcazione è stata, infatti, decisiva, nella misura in cui ha mostrato che c’era la “possibilità” di offrire
ai singoli pazienti, al posto della miseria manicomiale, una
risposta basata sul principio della loro emancipazione giuridica, política e sociale, e senza che il superamento del
manicomio fosse inmediatamente subordinato a una
lógica di gestione della salute mentale delle popolazioni (la qual cosa, come sappiamo, ha prodotto in alcuni casi il semplice “abbandono” dei pazienti). A questo
si “riduce” l’originalità della salute mentale italiana in
quanto lascito “specificamente” basagliano. Non è poco,
al contrario. Ma a questo punto potremmo chiederci:
preferiamo i miti oppure siamo disposti ad accettare i
limiti, persino le ferite imposte dal “senso storico”? Il
mito della salute mentale italiana – quello di un’origine
che sboccia da se stessa, e che si proietta nella storia
come la promessa di un «compito infinito» da realizzare4 – potrà forse scaldare ancora i cuori, ma francamente non sapremmo cosa farcene, per andaré avanti. Anzi,
come tutti i miti, può essere persino controproducente,
in vari sensi e a diversi livelli.
Pierangelo Di Vittorio
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In primo luogo, perché ci disarma rispetto alla realtà
che abbiamo di fronte qui e ora; perché ci impedisce di
fare presa su di essa, di porci le nuove domande che
suggerisce, di adottare le strategie per affrontare i nuovi problema che pone. A che serve oggi continuare a
fare appello, e a soggettivarci attraverso l’appello, a
lottare solo, sempre e comunque contro il manicomio,
quando la tendenza “maggiore” di una psichiatria che da
quasi 150 anni tende a diventare salute mentale (come
Basaglia sapeva bene, dopo l’esperienza in un Mental
Health Center raccontata nella famosa Lettera da New
York del 1969!), è quella di una gestione medico‐politica
delle popolazioni, finalizzata non tanto alla “cura” degli
individui, quanto al controllo e al miglioramento statistico
delle performance sociali? Come potrebbe riconfigurarsi
oggi una “lotta”, dinanzi all’attuale egemonia – economica, politica, amministrativa e culturale – del “sistema
DSM‐salute mentale”5, con il suo misero ma potentissimo binomio diagnosi‐trattamento farmacológico che scorrazza in lungo e in largo su tutta l’estensione del corpo
sociale e su tutta la superficie del pianeta?
efficacia? Non sarebbe più modesto, ma anche più utile, riconoscere che quello che è successo in Italia, tra
il 1961 e il 1978, è stata solo una biforcazione, per
quanto decisiva, di una processualità storica che non
padroneggiamo, che anticipa e scavalca l’esperienza
trasformatrice di Basaglia, e con cui dovremmo comunque fare i conti oggi (con cui avremmo dovuto cominciare a fare i conti da almeno una trentina d’anni)?
Non sarebbe più sensato ed efficace, nel nostro lavoro
quotidiano, sapere che ogni volta che diciamo «salute
mentale», stiamo in realtà indicando due filosofie, due
sistema di riferimento completamente diversi, dei quali
uno è maggioritario e l’altro minoritario? Non sarebbe
meglio ammettere che non siamo il centro del mondo e
della storia? Il fatto che per esempio in Francia si parli
(in senso peggiorativo) di santémentalisation, non ci dice
nulla, non ci avverte di nulla? Non è miope, rispetto a
questo tipo di indizi che potrebbero aiutarci a riflettere
e a prendere la misura delle cose, trincerarsi dietro il
Vecchio mantra: «Eh, ma loro hanno ancora il manicomio», «Eh, ma loro fanno ancora gli elettroshock»?
Crediamo davvero che questo nuovo sistema, che questa nuova egemonia si combatta “unicamente” con le
vecchie armi? Che il sacrosanto Marco Cavallo possa
essere sfoderato per combattere in tutte le stagioni e
contro tutti gli avversari, e che conservi intatta la sua
Per concludere, la legge 180 è certo un faro, ma se vogliamo seguire il “filo” (di lama) della biforcazione di
cui essa rappresenta il momento culminante, è necesario andaré molto in profondità nella materia storica;
spingersi lì dove i tessuti compiacenti, che nutrono un
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Pierangelo Di Vittorio
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certo (organico) senso di onnipotenza, inevitabilmente
si sfilacciano, si sfaldano, si disfano.
Piuttosto che entrare nel merito della 180, vorrei ora
mostrare come essa abbia funzionato e funzioni per
me, nell’ambito specifico in cui, da ormai una ventina
d’anni, mi muovo. Da studioso, da ricercatore, il mio
punto di osservazione e d’intervento è essenzialmente
la “trasmissione” (che talvolta significa anche la “traduzione”) dell’esperienza di Basaglia, attraverso momento
di confronto culturale o di formazione propriamente
detta, sia in Italia sia all’estero. Un punto di attacco,
quello della trasmissione, rispetto al quale provo oggi
un crescente disagio. Avendo inoltre collaborato alla
realizzazione di progetti di cui sono stati promotori o
partner alcuni Servizi di salute mentale, ho anche un’esperienza più diretta di quello che avviene oggi in Italia.
Insomma, che cos’è per me la 180? Come ne parlo, quando
devo parlarne a persone che non la conoscono o che non riescono ad afferrarne il senso e la portata?
Il primo aspetto su cui insisto è la dimensione “culturale”. A propósito dell’evento della ratio moderna –
istituitasi attraverso un colpo di forza che ha escluso
la follia sia dall’orizzonte della verità sia da quello della
vita sociale –, e del “grande internamento” che l’accompagna, Foucault scrive: «Più di un sintomo lo tradisce,
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e non tutti derivano da un’esperienza filosófica o dagli sviluppi del sapere. Quello di cui vorrei parlare appartiene a una superficie culturale assai vasta. Esso è
segnalato con molta precisione da una serie di date e,
insieme con queste, da un complesso di istituzioni»6.
Ebbene, non basta cambiare la nostra rappresentazione del disagio mentale per trasformare mágicamente
il modo con cui ci rapportiamo con le persone che ne
soffrono. Il sistema manicomio‐malattia mentale è un
sistema nella misura in cui, storicamente, una serie
di elementi disparati si è connessa, intrecciata e stratificata: leggi, istituzioni, discorsi scientifici, relazioni
concrete di potere‐sapere. Trasformare un sistema di
questo tipo significa sbrogliare una matassa complessa
e che si è sedimentata nel tempo.
Di qui l’importanza, rispetto all’esperienza italiana, di
essere riusciti a cambiare il quadro legislativo e istituzionale, e di averlo fatto attraverso una serie di sperimentazioni che rimettevano concretamente in discussione saperi, pratiche, ruoli e rapporti, e sotto la
spinta di un movimiento di carattere sociale e politico
(e non per mere “ragioni” tecniche, amministrative o
economiche). L’essere riusciti a far confluire tutto ciò
in una legge (pur non esente da “compromessi”, come
ammetteva lo stesso Basaglia), ha senz’altro contribuito
alla sedimentazione di una cultura diversa in Italia: per
Pierangelo Di Vittorio
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A RTÍ CUL O S
questo, nonostante tutto, nel nostro Paese, non solo
la salute mentale ha ancora qualche anticorpo rispetto
alle derive “securitarie” che si osservano altrove, ma è
stato persino possibile avviare, in netta controtendenza rispetto al trend dominante, dibatti e processi come
quello che ha condotto al superamento degli Ospedali
Psichiatrici Giudiziari. Le storie “minori” hanno in una
certa “autonomia temporale” la loro indiscutibile forza
(in primis di resistenza al mainstream).
Il secondo aspetto su cui mi soffermo è che la 180 funziona soprattutto per “sottrazione”, e che risiede qui la
sua qualità precipua. In primo luogo, la legge 180 è una
legge fatta per autodissolversi: appena emanata, infatti,
è stata assorbita nella legge 833/78 che istituiva il Servizio Sanitario Nazionale. Quest’aspetto è molto importante, giacché segnala un fatto inedito: la scomparsa di una legge che regolamenti in modo “separato” la
psichiatria. Si trata di una netta e fondamentale rottura
rispetto al regime “speciale” che l’aveva sempre caratterizzata, e che ricadeva pesantemente sulla condizione
dei pazienti: malati “speciali”, privati dei loro diritti a
causa della loro stessa malattia (l’altra faccia della medaglia, a propósito di compromessi, è il confluire della
psichiatria nella medicina generale).
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In secondo luogo, il nocciolo della 180, o se vogliamo la
sua anima, consiste nel tracciare un limite, un confine
insuperabile che andrà a modificare in profondità l’atteggiamento dei curanti nei confronti dei pazienti: d’ora
in poi non sarà più possibile giustificare in termini terapeutici
quello che terapéutico non è, giacché appartiene invece alla
dimensione “securitaria”, in senso generale, della psichiatria. Sancendo l’abolizione dei manicomi e cancellando la
nozione di “pericolosità”, associata alla malattia mentale,
tutto un campo di esperienza diventa illegittimo, e in
questo modo è sottratto all’orizzonte del possibile, obbligando gli operatori psichiatrici a una riconfigurazione
radicale della loro “economia”, non solo istituzionale e
professionale, ma anche psichica, intima, soggettiva.
In altri termini, la legge 180 – sottraendo quell’implicito, impensato punto di articolazione tra la dimensione
terapéutica e la dimensione securitaria, che offriva un
fondamento e una giustificazione all’ambivalenza costitutiva dell’“essere psichiatri” – dona per la prima volta
un’“anima” agli operatori, nel senso che li obliga a fare
i conti con il rischio di un’esperienza permanentemente esposta alla vertigine dell’ingiustificabile. Il sistema
manicomio‐malattia mentale era, infatti, in primo luogo
un sistema di garanzie: tutto si reggeva sul presupposto
dell’extrema ratio, del caso “eccezionale” che richiedeva
misure “straordinarie”. Dal fantasma del caso eccezionale
Pierangelo Di Vittorio
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A RTÍ CUL O S
si deduceva tutto il resto, e tutto il castello si edificava su
questa prima pietra: nocciolo di granito sepolto nell’interiorità degli operatori e mai interrogato come tale.
Con la 180, invece, venendo meno questo sistema di
garanzie, agli operatori è sottratta la possibilità stessa
di ricorrere a risposte preformate, a tutti quei riflessi
automatici che ingabbiavano – loro, i pazienti, la società intera – nella rete protettiva di una certa routine:
insomma, non essendo più possibile, ed essendomi
tolto dalla testa che, se necessario, in caso di crisi o di
situazioni ingestibili, potrò fare ricorso a misure di sicurezza standardizzate (l’Ospedale Psichiatrico, la stanza d’isolamento nell’OP, le misure di contenzione nella
stanza d’isolamento dell’OP ecc.), nella quotidianità del
mio lavoro farò come se tutto dovesse essere gestito
senza tali garanzie; come se tutte le situazioni dovessero essere affrontate senza reti di protezione; come se
tutto dovesse essere continuamente “inventato”. Perché
i vecchi paracadute non ci sono più, e dovrò farmene
una ragione, e allora mi toccherà affrontare il lavoro un po’ come il funambolo che scopre la tenuta dei
suoi passi avanzando nel vuoto un passo dopo l’altro
(e il funambolismo è tutt’altro che spirito d’avventura
o semplice improvvisazione; il funambolismo è arte).
In assenza di garanzie, il caso eccezionale diventerà insomma la controprova di una quotidianità dalla quale
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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la routine (securitaria) è stata bandita: una situazione
difficile sarà solo una situazione che richiede una maggiore mobilitazione delle mie capacità inventive. Che
mi spinge a mettere in campo tutte le risorse della mia
arte; che mi sprona a rimettere in discussione e ad affinare continuamente la mia arte.
23
In definitiva, la 180 è un elogio, un appello al pauperismo psichiatrico, e in tal senso ha la forza, persino la
violenza, di una rivoluzione copernicana: meno psichiatria equivale all’obbligo di essere creativi. La 180 fa sorgere
all’improvviso una nuova equazione e costringe – non
solo gli operatori ma anche i pazienti e tutti gli attori
sociali – a fare quotidianamente i conti con essa: meno
mezzi standardizzati equivale a più creatività; meno dispositivi psichiatrici equivale alla necessità d’inventare altre risposte, di trovare risorse lì dove, per statuto,
non penseremmo di trovarle: nel quartiere, nel territorio, nella comunità. Insomma: una psichiatria più povera
equivale a una salute mentale di comunità più ricca.
Ma da dove viene fuori, allora, il “disagio” rispetto alla
trasmissione dell’esperienza di Basaglia? Per rispondere
a questa domanda dovrei sviluppare un ragionamento
che farebbe lievitare in modo esponenziale il discorso.
Tuttavia, ho già cominciato a dire qualcosa su tale disagio7 e, soprattutto, ho avuto la fortuna di condividerlo
Pierangelo Di Vittorio
A RTÍ CUL O S
con alcuni protagonista della salute mentale in Italia.
Sì, protagonisti, come sono costretto ad ammettere di
esserlo io stesso, ormai da una ventina d’anni; protagonisti, cioè, in ogni caso e in qualsiasi forma, attori implicati e partecipi di una storia che va avanti da 40 anni.
Se facciamo, infatti, cominciare, complessivamente, la
storia della salute mentale italiana dal 1961 – dall’incipit
dell’esperienza di trasformazione della psichiatria che
si conclude con la legge 180 del 1978 –, non dovrebbe
essere difficile fare i conti: quello che è venuto dopo – la
storia della salute mentale propriamente detta – ocupa i
due terzi del totale e sarà destinata a occuparne sempre
di più. Il problema non è banalmente aritmetico, ma
riguarda la qualità stessa, sia del nostro rapporto collettivo con la storia, sia del nostro personale modo di
soggettivarci attraverso tale rapporto, e riguarda quindi anche il nostro modo di leggere, oggi, la 180.
Proverò comunque a dire qualcosa, in conclusione, su
tale disagio, sempre in via ipotetica e per sollecitare magari una discussione. Il disagio potrebbe nascere, in generale, dall’essere, dal sentirsi presi nella morsa di un’alternativa aparentemente insuperabile. Da un lato, c’è il
mondo nuovo – quello che, per intenderci, potremmo
ricollegare all’evento della ratio neoliberale – il quale dice
che bisogna emanciparsi dal passato, cancellando in particolare la memoria della stagione di lote e trasformazioni
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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che l’hanno preceduto, come se tale stagione non fosse
mai esistita o fosse solo errore, inganno; il mondo per cui
essere razionali significa vivere ogni giorno come se fosse
il primo, perché il futuro è un eterno presente da accogliere con entusiasmo come il dono perpetuo dell’anno
zero. Dall’altro lato, c’è invece il discorso che ci spinge a
ritornare costantemente a quella stagione di lotte; a sentirci per esempio, en ella fattispecie, in perfetta continuità
con l’esperienza trasformatrice di Basaglia, in modo da
riscoprire in essa, ogni giorno, l’origine di una promessa
che attende da noi, all’infinito, il proprio compimento.
Si trata evidentemente di due mitologie contrapposte,
le quali, nel momento stesso in cui ingiungono di prendere partito per l’una o per l’altra, costringono, di fatto,
a oscillare senza sosta tra l’una e l’altra; e a interiorizzare tale oscillazione, a farne l’unico quadro, per quanto
paradossale o “dissociato”, di una soggettivazione possibile. Non sta a me dirlo, e quindi avanzo tímidamente
la domanda: quanti attori della salute mentale in Italia
devono oggi fare i conti con questa sorta di doublé bind
(del senso) storico? Quanti attori sono quotidianamente
lacerati tra i dogmi di una razionalità sanitario‐amministrava e quelli di una 180 il cui spirito rivoluzionario
attende ancora la sua sacrosanta realizzazione? Quanti
attori sperimentano un disagio crescente e cercano una
via d’uscita da questa schizofrenia quotidiana?
Pierangelo Di Vittorio
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A RTÍ CUL O S
La 180, appunto. Il faro. Certo. Ma il faro, come ogni
sorgente di luce, è un dispositivo ambivalente: la stessa
luce salvífica che taglia la notte può abbagliare rendendo invisibili le luci “minori”, i piccoli punti luminosi
che costellano il cielo o i tenui bagliori che increspano
le onde; oppure, riprendendo una celebre immagine
di Pasolini, può provocare la scomparsa delle lucciole.
Detto in modo un po’ brutale, la luce che, pur emanando dalla legge 180, è diventata minore, e quindi è oggi
tendencialmente invisibile, è quella che ce la farebbe
vedere piuttosto come una radicale “cesura” storica: l’emergere di una rottura, di un salto, di una discontinuità
che, come direbbe Benjamin, interrompe il continuum
omogeneo e vuoto della storia.
Invece si è affermata la luce che ci fa vedere la 180 come
lo snodo attraverso cui il prima e il dopo stabiliscono
una continuità fondamentale e definitiva. In altri termini, la salute mentale, quale emerge dopo la 180, è e
resterà sempre in continuità con un passato – l’esperienza trasformatrice di Basaglia – vissuto come «patrimonio ereditario»: origine che si proietta nel futuro,
promessa inesauribile che la salute mentale avrà sempre e solo il compito di portare a compimento. Questo
rapporto ereditario con Basaglia – eletto così, con lo
stesso gesto, a campione di una certa tradizione – ha
avuto e continua ad avere conseguenze enorme rispetRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Intermittenze della storia... p14-30
to al nostro senso storico, e quindi, più in particolare,
rispetto al problema della trasmissione dell’esperienza
di Basaglia stesso8.
Attenzione: vedere la 180 come una cesura, e non come il
relais di una sostanziale continuità tra prima e dopo, non
è l’effetto di un’illusione ottica. “Minore” non significa
“immaginario”, anzi le luci minori possono essere talvolta più aderenti alla “lettera”, possono spaccare “filologicamente” il capello. Parliamo di Basaglia. D’accordo, ma
allora parliamone fino in fondo, ossia lasciamolo parlare,
e ascoltiamo tutto quello che ha da dirci:
La legge 180 consente ciò che più volte era stato
auspicato: la possibilità di trasferire i contenuti
di una lotta dalle mani di pochi in quelle di un
numero di persone sempre maggiore, anche
se questo comporta il lento abbandono delle
esperienze esemplari, come punto di riferimento
pratico. In questo senso ha teso a modificare, o
almeno a sminuire l’eroismo, il romanticismo,
forse la retorica di cui – nel nostro giacobinismo –
eravamo e siamo tutti un po’ malati e ci ha costretti
a confrontarci in modo più puntuale con quanto è
stato fatto in questi anni, frutto anche del nostro
“furore” pratico contro l’istituzione. Questa legge
ha dunque in qualche modo violentato lo stesso
Pierangelo Di Vittorio
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A RTÍ CUL O S
operatore psichiatrico alternativo, cambiandone
la coscienza verso se stesso e verso il suo lavoro. È
come se si rendesse manifesta la perdita della “fede”
che ci ha sorretto in questi anni, fino all’avvento
della nuova legge, senza che si siano ancora definiti
i caratteri della nuova emergente laicità […] Una
volta rotta la lógica manicomiale, l’operatore si
trova disarmato davanti a un malato che si muove
ancora secondo i vecchi parametri della “malattia”
e che dietro questi parametri si nasconde e si
difende. L’identificazione con l’istituzione non è
più possibile, perché il manicomio ha rivelato la sua
funzione di pura difesa del sano rispetto al malato;
l’identificazione nella psichiatria non è più possibile
perché essa si è rivelata lo strumento che ha
consentito questa difesa del mondo sano attraverso
la creazione del luogo “malato”; né è più possibile
l’identificazione nel ruolo di colui che lotta contro
il manicomio, perché existe ormai una legge che ne
ha decretata la norte […] È in questa mancanza di
identità che consiste attualmente la sfida implícita
in ciò che potrà essere un modo diverso di fare
“psichiatria”. Perché è in questo vuoto ideologico
e istituzionale che saremo costretti ad avvicinare
il disturbo psichico al di fuori dei parametri e
degli strumenti che ci hanno finora impedito di
avvicinarlo. Riempire questo vuoto, colmare questo
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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momento di sospensione, di perplessità, di incerteza
con altre ideologie di ricambio, può impedirci di
approdare a un nuovo modo di capire, al di fuori
degli schemi culturali che ci imprigionano […]
Il bisogno di una nuova “scienza” e di una nuova
“teoria” si inserisce in quello che impropriamente
viene definito “vuoto ideologico” e che, in realtà, è
il momento felice in cui si potrebbe incominciare
ad affrontare i problema in modo diverso.
Momento felice in cui, disarmati come siamo,
privi di strumenti che non siano un’esplicita difesa
nostra di fronte all’angoscia e alla sofferenza, siamo
costretti a rapportarci con questa angoscia e questa
sofferenza senza oggettivarle automáticamente
negli schemi della “malattia”, e senza disporre
ancora di un nuovo códice interpretativo che
ridurrebbe l’antica distanza fra chi comprende e chi
ignora, fra chi soffre e chi assiste. È solo in questo
incontro diretto, senza la mediazione della malattia
e della sua interpretazione, che può emergeré la
soggettività di chi soffre di disturbi psichici9.
Basterebbe rileggere con un atteggiamento meno conformistico o apologético gli interventi di Basaglia successivi
alla 180, per ri‐aprire il dibattito. In primo luogo, chiediamoci: le previsioni di Basaglia, circa alcuni fondamentali effetti della 180 – la fine delle esperienze esemplari
Pierangelo Di Vittorio
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A RTÍ CUL O S
come riferimento o modelo pratico; lo smorzarsi dell’epica militante; il venir meno per gli psichiatri di “tutte” le
garanzie identitarie, non solo di quelle legate al loro ruolo
tradizionale, ma anche di quelle legate alla lotta contro il
manicomio – si sono effettivamente realizzate dagli anni
’80 a oggi? Oppure non si sono realizzate, e perché? E se
non si sono realizzate, dobbiamo considerare quindi, a
posteriori, le sue parole come una sorta di appello o di
auspicio? Ma soprattutto, previsioni o auspici che siano,
che cosa ci dicono le parole di Basaglia, rispetto al senso
storico che lui stesso attribuiva alla 180?
Lungi dall’essere vista come il ganglio luminoso che
fonda una continuità ideale tra passato e futuro, la legge
180 è vista da Basaglia precisamente come una cesura, e
posta sotto il segno incontrovertibile della “sottrazione”
e della “fine”: fine delle esperienze esemplari; fine dell’identificazione, sia con i ruoli tradizionali della psichiatria, sia con il ruolo di militante contro la psichiatria.
Difficile non leggere quello che si è “scritto” in queste
righe: per Basaglia, con la 180, cominciava un nuovo
gioco. Per giocarlo, bisognava compiere un nuovo salto
nel buio, analogo, cioè al tempo stesso simile e del tutto
diverso rispetto a quello compiuto all’inizio della sua
esperienza trasformatrice; bisognava quindi predisporsi a romperé nuove vetrine, come fu infranta a Gorizia
la vetrina (la “buona pratica”) della comunità terapeuRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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tica, affinché le pratiche stesse non diventassero nuovi
modelli e finissero per neutralizzare le contraddizioni,
per inibire le dinamiche trasformatrici racchiuse nelle pieghe della processualità storica; bisognava, in una
fase nuova e diversa, rimettere ancora una volta in discussione il proprio ruolo e la propia identità.
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Basaglia vedeva aprirsi dinanzi a sé un grande cantiere.
I futuri operatori della salute mentale avrebbero dovuto cimentarsi in primo luogo con la costruzione –
nel cuore della città, ossia in un paesaggio emancipato
dalle mortificanti “tutele” della psichiatria tradizionale
– della loro “anima”; un’anima che sarebbe potuta nascere solo attraverso l’incontro quotidiano e senza reti
protettive con la sofferenza psichica. Insomma, dopo
la legge 180, Basaglia anuncia o auspica, precisamente,
una certa fine dell’eredità: della “sua” eredità, dell’eredità del movimiento anti‐istituzionale. Il taglio, la cesura
nell’asse ereditario coincide in fondo con l’esperienza di
quell’«emergente laicità», di quella «perdita della fede»,
di quella «mancanza d’identità», di tutto quel «vuoto
ideologico e istituzionale» da lui stesso definito come
il «momento felice» da cui la salute mentale territoriale
avrebbe dovuto prendere le mosse.
Invece, la cesura dell’eredità, che proprio la 180 avrebbe dovuto sancire, non è stata assimilata, non è stata
Pierangelo Di Vittorio
A RTÍ CUL O S
investita; tanto è vero che una delle formule, se non la
formula per eccellenza, lo slogan ufficiale che ha tessuto la trama continua degli ultimi 40 anni è stato (e
continua a essere): «Il problema non è la 180 ma la sua
mancata applicazione». Formula inoppugnabile, per
quanto esplicitamente dice, ma che porta con sé qualcosa di “discutibile” per quanto, senza dirlo, implícitamente sostiene. La salute mentale italiana ha dovuto
– oggettivamente – fare i conti con molti problemi: con
gli attacchi continui alla 180; con una sua applicazione
diseguale nel territorio nazionale; con la lunga fática di
chiudere tutti i manicomi come prescritto dalla legge
stessa ecc. Tuttavia, quello che la formula implícitamente sostiene, o lascia intendere, è che “tutto” il problema della salute mentale italiana (e mondiale) sia
consistito e consisterà nel fatto di non riuscire (ancora)
a essere del tutto fedele all’eredità di Basaglia, il cui lascito è consegnato per sempre alla 180.
Ebbene, questa lettura “continuista” è discutibile per diversi motivi: perché allenta la presa sulla realtà; perché
non permette di stare al passo con la processualità storica, di confrontarsi con l’emergere di nuovi problema
(o con il presentarsi diversamente dei vecchi); perché
finisce per alimentare una cultura della “difesa” che può
essere foriera di nuovi atteggiamenti manicheistici (i
buoni e i cattivi) e di nuove cristallizzazione identitaRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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rie; perché tutto questo impedisce di essere “creativi”
anche a livello della trasmissione, e quindi d’inventare
nuovi intrecci, nuovi montaggi tra riflessioni critiche e
pratiche di trasformazione della realtà.
La legge 180 ci ha donato l’anima. Ma dov’è quest’anima? Che cosa la “documenta”? Dove sono le “cronistorie”, le pergamene storiche della salute mentale italiana,
analoghe a quelle attraverso cui i protagonista della
lotta anti‐istituzionale non hanno mai smesso di “storicizzare” la loro esperienza? Cioè di riflettere su quello
che facevano mentre lo facevano, di elaborare le nuove
contraddizioni a mano a mano che si manifestavano?
Quante esperienze collettive, quanti percorsi soggettivi
non hanno potuto “scriversi” e, scrivendosi, “riscrivere” la storia nella quale erano inscritti? La lógica della
trasmissione non è forse quella del palinsesto, riscrittura
del passato dettata dalle nuove generazioni e dall’“urgenza” del presente? Ebbene, quanti palinsesti storici, in
questi 40 anni, abbiamo “mancato”? Quante pergamene
abbiamo lasciato scivolare nell’oblio oppure sepolto,
senza che fosse possibile raschiarle e riscriverci sopra?
La sensazione è che, da questo punto di vista, dal punto di vista della storicizzazione delle esperienze di salute
mentale in Italia, e quindi di una concreta possibilità di
trasmissione dell’esperienza di Basaglia, ci sia un buco.
Un buco che, tuttavia, non è vuoto, e questo è il vero
Pierangelo Di Vittorio
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problema. Un buco che è stato continuamente riempito
da discorsi “ufficiali”, nei quali alcuni (o molti, chi può
dirlo?) non si riconoscono più, e chissà da quanto tempo. Un buco più difficile da colmare, quindi, giacché
andrebbe – prima o contemporáneamente – liberato
da quello che l’ingombra. Uno strano buco, un mix di
vuoto e di pieno, che dura a lungo e che, malgrado le
migliori intenzioni, finisce per alimentare la sensazione di galleggiare in un eterno presente, in un presente
che non cessa di venire e di trascinarci via con sé.
Secondo Benjamin, la citazione (che per lui è “vivificazione”) è ciò che estrae dal continuum della storia quel
frammento «inappariscente» di passato che, facendo irruzione nel presente e montandosi con esso, rende incandescente l’adesso. Ma Benjamin precisa subito: affinché il passato sia “citabile”, dev’essere completamente
trascorso, morto, debe «appartenere alla storia in modo
effettivo e irrevocabile». Bisogna averci dato un taglio
con il passato. Bisogna aver assimilato “analiticamente” i
lutti della storia, senza nutrire ancora l’illusione di una
continuità con il mondo che fu10. Nessuna vivificazione
senza lutto. Per questo, parlare nel 2018 di quello che è
avvenuto negli anni ’60‐’70, come se fosse oggi, come se
parlando di ieri stessimo “immediatamente” parlando
di oggi, senza soluzione di continuità, è diventato un
esercizio che mi mette a disagio. Per questo, “citare” BaRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Intermittenze della storia... p14-30
saglia oggi, e in qualunque modo lo si faccia, è sempre
una scommessa un po’ ardua, un po’ vertiginosa e forse
anche un po’ scandalosa.
Mi auguro perciò che il quarantesimo aniversario della 180 sia anche un’occasione per discutere su questo
gioco di luci, sulle diverse letture storiche della 180,
affinché si possa riaprire il cantiere della trasmissione
dell’esperienza di Basaglia. Sono, infatti, sempre convinto che tale cantiere sia indispensabile per provare a
storicizzare quello che si è fatto e si continua a fare nella
salute mentale. E andaré avanti cercando di trasformare ancora la realtà.
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Notas
Walter Benjamin, Sul concetto di storia, a cura di G. Bonola e M. Ranchetti, Einaudi, Torino 1997, pp. 122‐123.
2
M. Foucault, Gli anormali. Corso al Collège de France, 1974‐1975 (1999),
cura e trad. Di V. Marchetti e A. Salomoni, Feltrinelli, Milano 2000,
pp. 145 e 281‐284.
3
Ibidem.
4
Walter Benjamin, Sul concetto di storia, cit., pp. 53-55.
5
Per DSM si intende qui il Diagnostic and Statistical Manual of Mental
Disorders: manuale mainstream edito dall’American Psychiatric Association (APA) e giunto alla sua quinta edizione.
6
Michel Foucault, Storia della follia nell’età classica, trad. di F. Ferrucci,
Rizzoli, Milano 1976, p. 70.
7
Cfr. Pierangelo Di Vittorio, “L’avventura “faustiana” del sapere. Costi
e benefici della perdita di sé”, in AA.VV., Prove di “spiritualità politica”,
“aut aut”, 374/2017, pp. 6‐26.
8
«La celebrazione o l’apologia s’ingegna di occultare i momento
rivoluzionari nel corso della storia. A essa sta a cuore la fabbricazione
di una continuità. Essa conferisce valore solo a quegli elementi
dell’opera che sono già entrati a far parte del suo influsso postumo. Le
sfuggono i punti in cui la tradizione si tronca, e quindi le asperità e gli
spuntoni che offrono un appiglio a chi voglia spingersi al di là di essa»
(Walter Benjamin, Sul concetto di storia, cit., p. 123).
9
Franco Basaglia, “Prefazione”, in Ernesto Venturini (a cura di), Il
giardino dei gelsi. Dieci anni di antipsichiatria italiana, Einaudi, Torino
1979, pp. X‐XIII.
10
Walter Benjamin, Sul concetto di storia, cit., pp. 111‐112 e 149‐151.
1
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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Pierangelo Di Vittorio
A RTÍ CUL O S
Trauma psicosocial y reparación. La lucha por la
recuperación del trabajo en contextos neoliberales
31
Margarita Rosa Robertazzi
Lic. en Psicología, Mg. En
metodología de la investigación
y Dra. en Psicología.
Instituto de Investigaciones,
Facultad de Psicología, UBA.
mrobertazzi@fibertel.com.ar
Alfredo Claudio José Siedl
Lic. y Prof. en Psicología
Instituto de Investigaciones,
Facultad de Psicología, UBA.
siedl.alfredo@gmail.com
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Resumen
Este artículo presenta resultados de la investigación
“Movimientos Sociales que resisten la exclusión.
Alternativas y dificultades en el proceso de construcción
y transformación ciudadanas” (Programación Científica
UBACyT 2014-2017), más puntualmente se ocupa
de uno de los casos estudiados en profundidad: el
Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas.
Los objetivos generales de la investigación proponen
identificar estrategias asociativas que establecen
los casos estudiados con otros colectivos y con
representantes del Estado; y explorar y describir
modelamientos y padecimientos subjetivos en ámbitos
caracterizados por la horizontalidad y la cooperación,
en contextos de asimetría. El método y las técnicas
cualitativas son participativas, producto de un
intercambio entre saberes populares y académicos.
Los resultados que se exponen en un lapso de veinte
años dan cuenta del padecimiento y trauma psicosocial
A RTÍ CUL O S
Trauma psicosocial y reparación... p31-53
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por desempleo, así como la transformación subjetiva
e intersubjetiva que genera la recuperación de las
empresas en contextos de políticas neoliberales.
Palabras clave: empresas recuperadas - movimientos
sociales - neoliberalismo - miedo a la pérdida - mner.
Abstract: This article presents results of the research
“Social Movements that resist exclusion. Alternatives
and difficulties in the process of citizen construction
and transformation “(UBACyT Scientific Programming
2014-2017), deals with one of the cases studied in depth:
the National Movement of Recovered Companies.
and qualitative techniques are participatory, the
product of an exchange between popular and academic
knowledge. The results that are exposed in a span of
twenty years account for the psychosocial suffering and
trauma due to unemployment, as well as the subjective
and intersubjective transformation that generates the
recovery of companies in contexts of neoliberal policies.
Keywords: recovered companies - social movements neoliberalism - fear of loss - mner.
The objectives of the research propose to identify
associative strategies that establish the cases studied
with other groups and with representatives of the
State; and explore and describe modeling and subjective
suffering in areas characterized by horizontality and
cooperation, in contexts of asymmetry. The method
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Margarita Robertazzi | Alfredo Siedl
A RTÍ CUL O S
Introducción
Este trabajo analiza la experiencia de recuperación de
empresas por sus trabajadores y trabajadoras, tomando
en cuenta su contexto de inicio, hace 20 años, así como
el actual, ambos marcados por políticas neoliberales en
la Argentina. Entre 1995 y 1998, cerraron cientos de
fábricas y la desocupación alcanzó niveles elevados. En
un contexto traumático, de sufrimiento y mucha incertidumbre acerca de las posibilidades de revertir dicha
situación, se originó una respuesta novedosa y, vista en
perspectiva, exitosa, frente a la recesión en un contexto de políticas neoliberales. Son conocidos los efectos
psíquicos negativos de las pérdidas laborales (Dejour,
2006; Wlosko, 2017; Galli y Malfé, 1998) y las respuestas que ofrecen los colectivos laborales (Ros, 2006).
Algunos resultados de la investigación “Movimientos
Sociales que resisten la exclusión: Alternativas y dificultades en los procesos de participación y transformación cuidadanas” (Programación Científica UBACyT
2014-2017) permiten observar con mayor detalle estos
efectos negativos y también las formas de resistencia
y recuperación ante ellos en un grupo de empresas de
la ciudad de Buenos Aires. Esta investigación analiza
la génesis y experiencia de un conjunto de colectivos
laborales que forman parte del Movimiento Nacional
de Empresas Recuperadas (MNER). En este artículo se
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Trauma psicosocial y reparación... p31-53
hará hincapié en el proceso de recuperación de la metalúrgica IMPA, por ser pionera en la conformación
de un modelo de lucha ante la pérdida del empleo y de
generación de formas de agrupamiento, y se analizarán
también sucesos de la gráfica Chilavert, ambas pertenecientes al movimiento referido.
33
En 2018, se vive nuevamente una oleada de disciplinamiento laboral, con aumento de la pobreza y
caída abrupta del “costo laboral” y del empleo en sí,
especialmente para la economía popular. Las Empresas Recuperadas (ER), ya consolidadas por el tiempo
transcurrido desde su recuperación, cuentan con un
modelo y una respuesta a este tipo de coyuntura. Sin
embargo, a la vez, cada obrero empleado de una empresa o comercio en riesgo de cierre vive actualmente
un amedrentamiento, un miedo a la pérdida similar
al que conocieron las ER y el MNER, en especial en
los años iniciales. Por ello, parece oportuno comenzar
retomando la pregunta que Wlosko (2017) formula
ante un contexto de actualidad y urgencia social: ¿Qué
ocurre en un colectivo de trabajo bajo el efecto del
miedo?, pero pensando este fenómeno desde la dialéctica de la recuperación, tanto desde el punto de vista
sincrónico (miedo/recuperación), y como diacrónico
(contextos recesivos, 1998/2018).
Margarita Robertazzi | Alfredo Siedl
A RTÍ CUL O S
Este artículo toma en cuenta los temores y desafíos en
las ER en dos etapas: al inicio de la recuperación, a partir
de 1998, y en un contexto actual desfavorable. Entre una
y otra época se han consolidado logros hasta generar un
modelo de resistencia original. Este trabajo se propone
caracterizarlo dando cuenta de su génesis, de su formato
y también de sus dificultades idiosincráticas. Los resultados elaborados en la investigación referida exponen
respuestas originales de algunos colectivos de trabajo
ante la incertidumbre, justamente de quienes lo enfrentan y hacen una ruptura con lo esperado para defender
sus fuentes de trabajo (Harré, Clarke y de Carlo, 1989).
Son amplias las coincidencias respecto del contexto de
crisis que pone en cuestión la centralidad del trabajo y
sus efectos en la subjetividad, por ello, se trata aquí de
poner de manifiesto una respuesta complementaria que
algunos grupos de trabajadores buscan y encuentran,
aunque igualmente el temor sea un factor presente, pero
resignificado por el fortalecimiento (Montero, 2004). La
culminación del recorrido, que toma en cuenta el trauma
psicosocial (Martín-Baró, 1994), los sufrimientos excesivos (Galli y Malfé, 1998), responde a la interpelación
de Wlosko (2017) acerca de cómo operar en tanto trabajadores del campo de la salud mental respecto de la relación trabajo-salud mental, contribuyendo en el análisis
y la participación en experiencias de resistencia frente a
ideales político/económico/sociales alienantes.
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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Perspectiva teórica, objetivos y método
El caso que se presenta en este artículo es el del MNER,
que se constituyó poco tiempo después que se recuperara
la metalúrgica IMPA, en Almagro, Buenos Aires, el 22 de
mayo de 1998, justamente para transmitir esa experiencia pionera, así como para consolidarla y hacer frente a
un fuerte proceso de desindustrialización y desempleo.
En realidad, el análisis tomará en cuenta, para caracterizar los momentos álgidos de la década del noventa, a
los sucesos ocurridos en la metalúrgica IMPA, en tanto
antecedente de MNER; y, para el contexto de 2018, a un
conjunto de empresas que lo conforman, dando cuenta
de sus dificultades y desafíos actuales.
La perspectiva teórica desde la que se analizó el caso se
inscribe en el Paradigma de la Construcción y la Transformación Críticas. Sus enfoques teóricos predominantes son la Psicología Social Comunitaria, la Psicología
Social Crítica y la Psicología Social y Política de la Liberación (Montero, 2006), tres perspectivas convergentes
que presentan afinidades con una Psicología Social Histórica desarrollada en Argentina desde mediados de 1950
(Robertazzi, 2005). Las conceptualizaciones de Malfé
(1994) permitieron analizar las configuraciones vinculares, las formas de agrupamiento y de sufrimiento psíquico en grupos sometidos a condiciones de emergencia.
Margarita Robertazzi | Alfredo Siedl
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A RTÍ CUL O S
Los objetivos generales de la investigación identifican
las estrategias asociativas que establecen las organizaciones que resisten la exclusión con los colectivos de
mayor amplitud y con los representantes del Estado;
y exploran y describen los niveles de modelamiento y
padecimiento subjetivos que tienen lugar en ámbitos
caracterizados por la horizontalidad y la cooperación,
en contextos de asimetría extrema.
Metodológicamente, es un estudio de casos múltiples
(Archenti, 2007; Bonet, Khoury y Robertazzi, 2007;
Stake, 1998), con un diseño flexible y abierto (Montero, 2006); el método es cualitativo (Denzin & Lincoln,
2012), así como las principales técnicas administradas:
observaciones etnográficas y entrevistas participativas, acompañadas por el análisis de documentos como
fuente secundaria. Los resultados que aquí se exponen
son producto de observaciones participativas en las reuniones del movimiento o en otros espacios donde despliega sus prácticas: empresas, oficinas estatales, otras
organizaciones sociales, encuentros en universidades.
Del mismo modo, las entrevistas participativas administradas a sus militantes y adherentes son hoy transcripciones que han permitido seleccionar los enunciados que se presentan. En este artículo no se identifican
las voces, pues no es relevante plantear quién dijo qué,
sino que el foco está puesto en la voz colectiva del moRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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vimiento, no obstante, cabe agregar que los participantes del estudio entienden que la comunicación de la
experiencia es parte de sus acciones, de ahí que avalan
las comunicaciones científicas que realiza este equipo,
dado que son elaboradas conjuntamente y, en oportunidades, en co-autoría. La indagación sigue entonces los
lineamientos de la Investigación-Acción Participativa
(I-AP), en la cual el conocimiento elaborado es siempre
producto de un verdadero intercambio entre saberes
populares y saberes académicos (Robertazzi, 2012). El
método utilizado guarda coherencia con la perspectiva
teórica que fundamenta el análisis y la interpretación
del MNER, así como también con las dos dimensiones
-ética y política- explicitadas por el paradigma mencionado (Montero, 1996).
Las empresas recuperadas por sus propios trabajadores
se convirtieron en un objeto de interés cuando lograron
su máxima visibilidad hacia fines del 2001, principios
del 2002, un momento de profunda crisis en Argentina, en el que emergieron distintas formas de protesta y
resistencia. Los medios de comunicación de masas, así
como los investigadores de distintas disciplinas comenzaron a preguntarse por estas empresas que surgían a
partir de las ruinas de una organización anterior que
resultaba inviable (Briner y Cusmano, 2003; Echaide,
2003; Fajn, 2003, 2004; Magnani, 2003; Rebón, 2004).
Margarita Robertazzi | Alfredo Siedl
35
A RTÍ CUL O S
Del mismo modo, los autores de este artículo, integrantes de un equipo de investigación, comenzaron a estudiar en profundidad algunos casos de empresas recuperadas (Robertazzi, Ferrari, Bancalari, Pérez Ferretti
y Pertierra, 2003; Robertazzi, Ferrari, Pertierra y Bancalari, 2006; Siedl, 2016), para posteriormente prestar
atención al movimiento más amplio al cual ellas referían (Robertazzi y Siedl, 2017), al modo de “superación
del obstáculo organizacional” (Malfé, 1982).
Al inicio, el amedrentamiento y el miedo
En el caso de la metalúrgica IMPA, los relatos acerca del
disciplinamiento, anteriores a su recuperación, son elocuentes. En las épocas de pleno empleo, sobresalían la
vigilancia panóptica, la “comida al lado de la máquina”,
la segregación racial (“los de arriba -oficinistas, patrones- y los negros de abajo”) y, en el auge neoliberal de
la década de los noventa, se agregaron los despidos y el
pago con vales: “la mayoría de la gente estaba convencida de que esto no iba más. Nos hacían esperar 3 horas
para darnos 5 pesos. Pero no vayas a decir nada, porque
si no quedabas afuera” (Robertazzi y Murúa, 2013, p.
37). Esto se complementaba con un sistema de interrogatorios en las oficinas “de arriba” y de delaciones. En
este contexto de derrota, se rompían las relaciones de
fraternidad/sindicalización. En los últimos momentos
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de la relación patronal/obrera, los trabajadores experimentaban una sensación de humillación, empobrecimiento y amenaza de pérdida del empleo; sufrimiento y
explotación laboral.
Wlosko (2017), siguiendo a Dejours (2006), da cuenta
de cómo las formas de la organización, de la gestión del
trabajo, median entre el psiquismo individual y la dominación social. En el caso de la llamada “racionalidad neoliberal” (Wlosko, 2017, p. 95), la precarización y la amenaza de ser descartado, producen sufrimiento psíquico.
Consecuentemente, de acuerdo con la investigadora
citada, la desestructuración de los vínculos del colectivo
de trabajo es productora de numerosas patologías, que
tienen como rasgo común la desolación (Dejours, 2013).
Estos sentimientos se hicieron presentes en los obreros
de IMPA, en especial entre quienes, por su edad, veían
que conseguir un nuevo empleo era una tarea por fuera
de sus posibilidades. Muchos de quienes se hicieron cargo de la recuperación de la organización, de las fuentes
de trabajo y de la comercialización, se jugaron al “todo
o nada”, lo que no sucedió generalmente con los más
jóvenes, con menos compromiso intersubjetivo y mayores posibilidades existenciales. Para Malfé (1994),
este proceso comienza con la ruptura de un pacto básico que se relaciona tanto con la lógica capitalista como
con la estructura libidinosa que cohesiona los grupos.
Margarita Robertazzi | Alfredo Siedl
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A RTÍ CUL O S
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Así, cuando el orden fundante se rompe, se producen
modificaciones de los colectivos que se reestructuran
bajo una secuencia de modalidades: con-versión (reunión de los trabajadores hermanados por el infortunio);
sub-versión; re-conversión. Entre miedo y reafiliación
se produce un momento dialéctico, que requiere de una
o varias conjeturas o hipótesis explicativas.
ción que me quedé parado ahí… ¿Cómo?, ¡si la teníamos perdida la fábrica! ¡Otra vez el ruido!” (Robertazzi y Murúa,
2013, p. 43). Se recupera un espacio intersubjetivo, relacional, histórico, narrado colectivamente. En cada una
de las ER se ha ido gestando un “mito acerca del origen”,
de unión colectiva, de heroísmo, de liberación, de enfrentamiento con la adversidad y la incertidumbre.
Una respuesta:
la “recuperación” como innovación
Recuperar supone una acción colectiva, reactiva a la
ruptura de una relación de dependencia por abandono, quiebra, default de la patronal, en un contexto de
crisis social y retroceso de las conquistas populares y
laborales que había tornado inviables a muchas organizaciones. Cuando se toma una empresa se produce un
cambio organizacional, en la gestión de la producción
de carácter inédito. Este salto al vacío se da en una situación de empobrecimiento, de discontinuidad en el
cobro del salario, de sufrimiento y falta de apoyo de las
referencias institucionales típicas de un periodo anterior: el Estado y los sindicatos.
Recuperar quiere decir, según el DRAE, “volver a tomar lo que se había perdido” y también, sugestivamente,
“volver a la normalidad después de una crisis”. La primera acepción es válida para las ER, pero la segunda
se transforma en su opuesto: las ER no vuelven a una
normalidad; por el contrario, en su trayecto, se transformaron en emprendimientos singulares, creativos y
originales, en los que cambia el modo de organización
del trabajo. ¿Qué es lo que se recuperó? Para los trabajadores y las trabajadoras, inicialmente, fue la fuente de
trabajo: “Fuimos a trabajar, nomás”, decía uno de ellos.
Pero el espacio fabril era además un lugar de identidad,
de relaciones de los trabajadores y trabajadoras entre sí
y con los objetos, que constituían “artefactos de memoria” (Radley, 1991). Como recordaba un obrero: “Cuando
entré y sentí las máquinas que andaban, me agarró una emoRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Los primeros pasos se dan, en muchos casos, sin una clara
conciencia del proceso global que implica una recuperación, lo que ha sido especialmente así en el momento de
recuperar IMPA. Uno de los principales referentes de esa
recuperación lo describía de este modo: “en ese momento,
nadie sabía qué cosa era recuperar una empresa”. Decía otro
Margarita Robertazzi | Alfredo Siedl
37
A RTÍ CUL O S
trabajador, años después, recordando lo sucedido en 1998:
“No teníamos para viajar a veces. El que andaba mejor ayudaba al otro. En ese sentido, fuimos cooperativistas sin saberlo”
(Robertazzi y Murúa, 2013, p. 43). Ros (2008) alude precisamente a ciertos valores de bravura, de desafío frente al
peligro, de “discurso heroico”, como productores de una
integración que funciona como construcción imaginaria
que tiene efectos simbólicos en la relación entre las personas que comparten la organización de trabajo. A esta
integración la llama “colectivo de trabajo”. En IMPA, necesariamente, el grupo que recuperó no estaba dado de antemano, tuvo que crearse, re-crearse y sostenerse en una
nueva configuración en función de los desafíos, las nuevas
actividades y las amenazas. No obstante, el colectivo se ha
integrado de tal modo que quienes trabajan en distintos
sectores: dirección, producción, comercialización, portería tienen los mismos ingresos. Es decir, el modelo que allí
se puso en práctica, y que responde a la consigna “Ocupar,
Resistir, Producir”, desde entonces método del MNER
para llevar a otras empresas que se tornan inviables, se
ha consolidado, pero al principio había incertidumbre
sobre el manejo de una empresa, con deudas, dificultades
de provisión energética, caída de proveedores, clientes y
crédito. En suma, la recuperación de la fuente de trabajo
fue mucho más que eso, en tanto produjo una forma autogestora, una innovación que llegó a sorprender, incluso, a
muchos de sus iniciadores.
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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Lo primero que se pierde subjetivamente, antes de la
recuperación, es la vivencia de estabilidad laboral, que
suele ser más intensa en quienes han trabajado casi toda
la vida en la misma empresa. Esta ilusión de continuidad
no se rompe con facilidad, aunque los datos objetivos
indiquen lo contrario: cobrar pequeños adelantos del
salario, no percibir aguinaldos, recibir vales; ver partir
a compañeros/as con mayor capacidad de empleabilidad, ya sea por edad, género o nivel de capacitación;
maniobras de vaciamiento por parte de la patronal, más
o menos a la vista; entre otras calamidades. En un momento determinado, en el que casi todos los relatos de
los trabajadores acuerdan, se produce un quiebre irreversible, entonces, se rompe la ficción de naturalidad
de la vieja estructura libidinosa que los mantenía unidos a la patronal y entre sí (Malfé 1994). Si bien es un
momento fuertemente angustiante, de incertidumbre y
desamparo, puede surgir una nueva ligazón.
El quiebre puede darse por un hecho imposible de imaginar que haga tambalear un cierto estado de cosas: que
los jueces no protejan, por el contrario, que roben o
ayuden a otros a robar; que la patronal haga desaparecer las máquinas con las que hasta el día anterior se
estaba produciendo. Es posible también que, sin que
surjan estos actos-límite –en el sentido freiriano-, se
encuentren alianzas fortalecedoras e inesperadas. Lo
Margarita Robertazzi | Alfredo Siedl
38
A RTÍ CUL O S
que estos hechos evidencian es que el fundamento del
orden social: la propiedad privada, el contrato capital-salario-trabajo, en el discurso jurídico, queda develado en su carácter de imaginario social, de ficción
intersubjetiva de conformidad (Marí, 1993). El poder,
usualmente opaco, queda, entonces, a la vista. Uno de
los trabajadores de Chilavert Artes Gráficas, al relatar
el momento de decisión, preguntaba con énfasis: “¿Vos
sabés lo que es que un juez te quiera robar?”. Se refería a la
confección de un inventario en el que se omitían deliberadamente las máquinas impresoras, indispensables
para el funcionamiento del taller. Del mismo modo,
otro trabajador de la ex Global, fábrica de globos, afirmaba: “entonces, decidimos llevar un expediente paralelo”,
refiriéndose a la indiferencia y lentitud de la justicia, a
la que habían acudido en primer lugar, cuando los dueños de la fábrica la vaciaron durante un fin de semana,
llevándose todas las máquinas.
En IMPA, desde 2011, los camaristas de la Sala A de la
Cámara Comercial están denunciados ante el Consejo
de la Magistratura, pues hicieron ingresar a la empresa
a un joven empleado judicial, quien fingió estar interesado en las múltiples actividades que allí se realizan,
mientras que una jueza lo esperaba en un taxi, frente a
la metalúrgica. Afortunadamente, el taxista se convirtió en un aliado inesperado que puso al tanto al grupo
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fabril, dado que había escuchado toda la conversación.
Cabe agregar que esta empresa es sumamente codiciada –no solo por el poder judicial, aunque sí de modo
especial- al estar ubicada en una zona importante de
la Ciudad de Buenos Aires y contar con 22.000 metros
cuadrados. En este marco, se hacen comprensibles los
múltiples desalojos, así como el proceso de re-recuperación que allí se vivió.
Las respuestas consolidadas
ante el ideario neoliberal
Junto con la consolidación de las actividades de recuperación de la producción, se han ido generando
en muchas empresas de este tipo relaciones de ayuda
mutua entre sí y con otros colectivos, que, en varios
casos, se fueron incorporando al espacio fabril. Por
un lado, vecinos, estudiantes, personas solidarias que
fueron apoyando este formato y, al mismo tiempo, se
formalizaron espacios dentro de las fábricas: bachilleratos, centros de salud, culturales, de jubilados; en IMPA,
nuevas cooperativas más pequeñas se integraron en su
amplio espacio edilicio. Surgen, así, nuevos intercambios, nuevas prácticas y nuevos discursos, en general,
por sentirse apoyados por desconocidos; por lo general,
no poderosos, casi siempre con experiencias similares.
Margarita Robertazzi | Alfredo Siedl
39
A RTÍ CUL O S
El modelo neoliberal sustenta por definición una política de flexibilización laboral, que suele generar sentimientos, prácticas y pensamientos altamente individualistas, “salvarse solo”, que pueden llegar a ser muy
contradictorios, al convivir con lazos de tipo fraterno,
ya sea entre los propios trabajadores de la empresa o
con otros, personas, organizaciones y/o movimientos
sociales. Un claro ejemplo de ello fue el fragmento de
un discurso de un trabajador de la cooperativa LdP,
poco antes de abandonarla (Cazes y Robertazzi, 2017),
cuando afirmaba:
En cuanto a mí, yo empecé a buscar trabajo. [La Cooperativa] es como una novia, no me quiero ir. Soy consciente
de que necesito un trabajo de todo el día […] Estoy en una
situación… tengo que dejarlo, sí, lo hago por mi familia,
porque decir: ‘No tengo para comer’, no quiero llegar a
eso. La realidad es que me encantaría estar acá y no tener
que irme…
La recuperación comporta, entonces, una contestación
a un modelo de disgregación de la solidaridad social. Se
pueden señalar en este punto algunas respuestas que,
en la praxis, se enfrentan al ideario neoliberal:
Ante la vivencia de humillación por haber sido descartados, se produce una respuesta original.
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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Ante la estafa (de los antiguos patrones, de la justicia, de la clase política, entre otros actores sociales),
la denuncia.
Ante la disgregación, alianzas fraternas y convergencia en nuevas estructuras libidinosas.
40
Ante la indiferencia, participación en problemas
ajenos, al inicio, por reciprocidad.
Ante la desilusión y el desamparo, creación de nuevos sueños y nuevas ilusiones.
Ante la naturalización, movilización de la conciencia.
De ese modo, el desvalimiento y el estado de vulnerabilidad social -conceptualizados por Castel (1997)- se
transforman en fortalecimiento.
Con lo dicho, no debe perderse de vista que estas acciones de recuperación laboral fueron una reacción ante
un vacío simbólico, donde tanto el sector patronal como
el sindical se habían ausentado. En esa coyuntura, los
primeros protagonistas buscaron asesoramiento legal y
encontraron también apoyo en sectores con militancia
obrera. Ese fue el germen, y el empuje fue de todos. En
el origen, hay una condensación de sufrimiento indiviMargarita Robertazzi | Alfredo Siedl
A RTÍ CUL O S
Trauma psicosocial y reparación... p31-53
dual y colectivo, en la que no está ausente el miedo, junto con la aparición de nuevos formatos organizativos.
Los años intermedios: la consolidación
de un modelo de trabajo y economía popular
El mismo entrevistado de LdP ya mencionado decía
(Cazes y Robertazzi, 2017, p. 63):
Asimismo, aunque nada se repite del mismo modo,
pues algo cambia a la vez que otras tendencias permanecen (Malfé, 1994; Robertazzi y Pertierra, 2013), convendría señalar la homología entre el momento inicial
de recuperación de empresas, hacia fines de la década de
los ’90, y la época actual, en la que, nuevamente, las empresas recuperadas (ER) están experimentando fuertes
peligros para su sostenibilidad, y la clase trabajadora, en
general, se siente fuertemente amenazada.
Yo decidí jugármela. Cuando llegó el día [de la ocupación]
todos tenían miedo. Estando ahí afuera [de la empresa]
no pasaba nada. Habremos sido nueve, diez. Era una forma de protestar, de protestar por mi familia. No era nada
malo, para mí no corría ningún peligro. Para mí, si no
reclamaba yo por mis cosas, ¿quién lo iba a hacer?
Muchas de las entrevistas realizadas en Chilavert Artes Gráficas relatan el asombro que causaba a los trabajadores la propuesta de conformar una cooperativa
que llevó quien es hoy su presidente. Esos sentimientos, mezclados con angustia e incertidumbre, eran
especialmente intensos en los que tenían décadas de
antigüedad, durante las que se habían sentido protegidos por el propietario. El sufrimiento fue tomado y
transformado parcialmente en las acciones necesarias
para incrementar el campo de la construcción de sentido de los grupos.
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
IMPA fue pionera, al crear un modelo sintetizado en
la consigna “Ocupar, Resistir, Producir”, que se extendió, luego, a otras empresas a punto de desaparecer.
Del mismo modo, en poco tiempo, la experiencia del
MNER arribará a las dos décadas. Parece un momento
apropiado para analizar este largo recorrido, con sus
vacilaciones, sus fortalezas, sus obstáculos. Como ya
se ha dicho, el movimiento se fue conformando poco
tiempo después de recuperada la metalúrgica IMPA,
con el propósito de ir rescatando a “náufragos de la
sociedad salarial”, tal como lo decía Castel (1997). En
su itinerario, adoptó distintas denominaciones y sostuvo distintas alianzas, hasta que, una vez distanciado
de grupos que sostenían posiciones divergentes, se orMargarita Robertazzi | Alfredo Siedl
41
A RTÍ CUL O S
ganizó con la forma que hoy lo caracteriza. El MNER
está compuesto por trabajadores que recuperaron sus
propias empresas y por militantes del campo popular
que apoyan el método IMPA y todas las causas justas.
En las dos últimas décadas, las ER aumentaron en cantidad
de modo relevante, aun en contextos de crecimiento sostenido de la economía nacional. La recuperación, expresada
en la consigna y método IMPA, “Ocupar, Resistir, ¨Producir”, se reprodujo tanto por su carácter innovador, en
tanto enfatiza la centralidad del trabajo frente a la cuestión
discutible de los títulos de propiedad de un bien abandonado, como por su eficacia pragmática. Las empresas que se
recuperan con el apoyo del movimiento no quedan obligadas a ser partícipes de sus convocatorias; suele ocurrir
que se hacen presentes en las reuniones en los momentos
de mayor conflictividad o cuando se les presentan problemas de difícil solución. En otros momentos, su participación puede ser periférica, aunque alguno de sus integrantes
puede sentirse convocado por los valores y las prácticas del
MNER y, a partir de ello, ser parte de manera activa.
El tipo de apoyo mutuo que se practica no deja en deuda a quien lo recibe; la transmisión consiste en ayudar
a quienes lo necesiten, así como, en algún momento,
fueron ayudados, una vez que estén en condiciones de
hacerlo (Robertazzi, Pertierra y Ferrari, 2008).
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Con una visibilidad pública oscilante, el movimiento
cumplió un rol central in situ, acompañando y reproduciendo un modelo de recuperación de empresas, cada
vez que fue -y sigue siendo- requerido por otros que
atraviesan situaciones similares, es decir, cuando las fábricas y empresas estaban –y están- a punto de cerrar
sus puertas. En esas situaciones límite se ocupa de la
situación con tanto compromiso como si la empresa
fuera propia, apelando a su experiencia, sus recursos y
su creatividad, dado que se comparten características
generales, pero cada caso es también único. Una frase
que repiten los principales referentes del MNER es: “no
se puede perder un solo puesto de trabajo más en Argentina”.
Por su heterogeneidad, por sus fronteras porosas, el
movimiento es difícil de caracterizar conceptualmente.
Para quienes lo integran, “es una nueva herramienta de
lucha de la clase trabajadora”, puesta a disposición del colectivo, en la medida en que tomó forma cuando los métodos de lucha habituales (quite de colaboración; presión por el salario; paros) ya estaban agotados, es decir,
cuando, en pleno auge de las políticas neoliberales de la
década de los ’90, cerraban las fábricas, se multiplicaba
la desocupación, regía la flexibilización laboral, se perdían las protecciones sociales; mientras que la pobreza
y la indigencia crecían de modo catastrófico. Quizá sea
ocioso aclarar que tal definición propone una continuiMargarita Robertazzi | Alfredo Siedl
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A RTÍ CUL O S
dad, a la vez que una diferencia, con otros métodos de
lucha, más propios de otros momentos históricos en los
que el Estado de Bienestar parecía haber llegado para
quedarse. No solo los asalariados que perdían su trabajo experimentaban el miedo y la desprotección, algo
semejante sucedía con aquellos que podían conservarlo
sin saber hasta cuándo… Los sentimientos colectivos de
todas las personas sensibles se teñían de angustia e incertidumbre (Bauman, 2000), la cohesión social que se
conocía se fracturaba aceleradamente. Se hacía necesario reaccionar y así lo hicieron algunos grupos fabriles
que sabían que, si perdían su fuente laboral, no encontrarían otra, por lo que podrían abandonar aceleradamente la exclusión contemporánea, para convertirse en
personas excluidas estructuralmente (Castel, 2004), o
“pobres estructurales”, como decía el MNER.
Nuevos movimientos y prácticas sociales
emergentes en perspectiva
La década de los ‘90 en Argentina, se dio en un contexto de crisis mundial, junto con la emergencia de movimientos de resistencia en América Latina. En nuestro
país, surgieron nuevos actores sociales y nuevas prácticas; los trabajadores y las trabajadoras de ER son solo
uno de los casos, con la característica de contar con una
amplia legitimidad social y comunitaria. El desprestigio
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de la dirigencia en todos sus ámbitos condujo a que la
ciudadanía pidiera literalmente a gritos una nueva cultura política, situación mucho más visible al precipitarse la crisis de 2001 y 2002.
La Psicología Social, a partir de la Sociología Crítica,
considera a los Nuevos Movimientos Sociales (NMS)
como formas novedosas de acción social colectiva, propios de la década de los ’60, entre ellos el movimiento
por la paz, el movimiento verde, la lucha por los derechos civiles, la anti psiquiatría, el feminismo. Justamente, a partir de la caída del Estado de Bienestar, esos
nuevos movimientos comienzan a exponer el problema
de la legitimidad de los partidos políticos y de las organizaciones tradicionales, al mismo tiempo, que ponen
de manifiesto la emergencia de nuevos actores sociales,
en función de los cambios sociales y culturales propios
de la época. Para Melucci (1988, 1995), los NMS reflejan los cambios que ocurrieron en el pasaje de la sociedad industrial a la sociedad de la información, o en el de
las sociedades modernas a las “sociedades complejas”.
En su perspectiva, no los cohesiona la clase social, pues
sus objetivos no son necesariamente económicos o políticos: “no buscan tomar el poder”.
Para situar al MNER como un NMS que resiste la exclusión, debería recurrirse a los autores que se ocuparon
Margarita Robertazzi | Alfredo Siedl
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de estudiarlos en nuestras latitudes y nuestra particular
cultura. En tal marco, resultan más adecuadas las conceptualizaciones de García Linera (2001), o el punto de
vista que proporciona de Sousa Santos (2001). Más específicamente, el primero de los autores citados concibe
la forma multitud, como un modo de unificación territorial y flexible, que canaliza una demanda reactiva y/o
proactiva, de base organizacional, en la que busca la soberanía y la democratización social. “A diferencia de lo
que fue el movimiento obrero, la forma multitud carece
de mecanismos duraderos de convocatoria y consulta
que permitan tornar rutinarios los ámbitos de presencia
de sus componentes” (García Linera, 2001, p. 187).
El investigador que se menciona propone la forma multitud en el marco de su análisis sobre las luchas por el
agua, los servicios públicos y la defensa de los derechos
indígenas en Bolivia. Justamente, señala la declinación
de la forma sindicato, en un contexto político, económico
y social, en el que el vínculo con el trabajo se torna aleatorio, cuando las identidades laborales se transforman
en identidades contingentes y se pierde la previsibilidad
en las organizaciones e instituciones tradicionales.
Lo decisivo de esta forma multitud es que, mayoritariamente, resulta de la agregación de sujetos colectivos, es
decir, una asociación de asociaciones donde cada perRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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sona que está presente en el acto público de encuentro
no habla por sí misma, sino por una entidad colectiva
local, en la cual se tiene que rendir cuenta de sus acciones, de sus decisiones, de sus palabras. (García Linera,
op. cit., p. 186).
Durante la mayor parte de su recorrido, el MNER se
mantuvo por fuera de una afiliación político-partidaria. Sí realizó alianzas estratégicas con colectivos y referentes de la economía popular. Es interesante observar
que no ha tenido apoyo del Estado (aunque sí lo ha reclamado, y conseguido en ocasiones); de la clase política (aunque sí ha pugnado por Leyes de Expropiación
y pro-empresas recuperadas); de los sindicatos (las ER
no existen para los tradicionales), ni en general apoyo
institucional conspicuo.
Entonces, el MNER no es un partido político, si bien,
en algún momento ha aspirado a serlo, o ha participado
promoviendo candidatos para la política institucional;
tampoco es un sindicato, aunque ha intentado unirse
a alguno de ellos, para luego reafirmar su propia identidad como movimiento. En sus documentos, declara
que es autónomo respecto del Estado y los partidos políticos, y que, no solo tiene el derecho, sino la obligación de participar en todos los debates. Como IMPA, el
MNER es también rebelde, enfrenta en todos los espaMargarita Robertazzi | Alfredo Siedl
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A RTÍ CUL O S
cios posibles la situación política y la crisis económica
de Argentina; es así que está dispuesto a asumir la responsabilidad y el compromiso para transformar el statu
quo cada vez más excluyente e inequitativo.
A la vez, en la conceptualización sobre los NMS en Latinoamérica, de Sousa Santos (2001) rescata su base popular, por lo que tendría sentido la expresión que utiliza, Nuevos Movimientos Populares. A diferencia de lo
que ocurre en los países centrales, en nuestros países
subdesarrollados, no es la clase media la que conforma
aquellos movimientos sociales y/o populares que resisten la exclusión. Otro rasgo central que este autor
encuentra, en las últimas dos décadas, es que los heterogéneos NMS cuestionan de igual modo a la “regulación
social capitalista” como a “la emancipación social socialista”, así como al “movimiento obrero tradicional” (de
Sousa Santos, op. cit., p. 178).
Algunos problemas específicos
de las empresas recuperadas
Los años transcurridos permitieron constatar ciertas dificultades que tienen que ver con la singularidad, con la
idiosincrasia de estos emprendimientos. Por empezar,
la cuestión de su denominación fue compleja, en tanto
comporta tanto aspectos de identidad como de legaliRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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dad y seguridad social. Legalmente, son “cooperativas”,
pero también se conocen como “autogestionadas”, pero
obviamente prevaleció la de “empresas recuperadas
por sus trabajadores”, aunque las empresas no fueron
recuperadas sólo por sus trabajadores, pues contaron
con apoyo de militantes de base con experiencia político-sindical, y las que siguieron incorporándose a esta
metodología contaron con apoyo de “otros” (además de
“sus propios”) trabajadores y trabajadoras. Asimismo,
se incorporaron en muchas de ellas grupos de artistas,
educadores del campo popular, que fueron abriendo lugares en las mismas sedes fabriles para constituir, por
ejemplo, espacios educativos, culturales, rememorativos, de promoción de la salud, y muchas otras iniciativas de apertura hacia la comunidad. El formato legal
de las ER es el de cooperativas, pero sus integrantes se
reconocen como “trabajadores”; nadie se considera “socio” de una cooperativa, ni “autónomo”. No son sujetos
aislados que se unen libremente entre sí. En realidad,
subsiste una experiencia de unión previa: son “fábricas
sin patrón”, en las que sus integrantes cambiaron sus
actividades, su subjetividad y sus relaciones vinculares, así como al establecimiento mismo. La dificultad
de encontrar una designación legal que contemple sus
nuevas realidades y necesidades les dificulta tener respaldos plenos en temas de seguridad social, riesgos de
trabajo y otras regulaciones laborales. La trayectoria de
Margarita Robertazzi | Alfredo Siedl
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A RTÍ CUL O S
las ER las colocó en una situación inicial de legalidad
difusa, sujeta a interpretación judicial. En tanto el Poder Judicial cambia según los vientos políticos, no contar con respaldos jurídicos plenos siempre es riesgoso.
La incertidumbre y el alerta permanentes son factores
(de stress) que perjudican el desempeño productivo, la
salud integral y la vida misma.
Trauma psicosocial y reparación... p31-53
rar más trabajadores, cuando disminuyen los pedidos y
existe una clara conciencia de que no serán descartados
sin más, si es que disminuyen los ingresos. Como límite
a la ampliación del trabajo recuperado, la transmisión
de los fundamentos de la recuperación hacia eventuales
nuevos integrantes es problemática.
La nueva ola neoliberal en la Argentina
Otros problemas específicos atañen a la diferencia de
experiencia, de actividad, de grado de organización y de
recursos de las diferentes ER. Quizá, por ello, no se ha
logrado constituir un mercado con mayor intercambio
entre ellas. La obsolescencia tecnológica es otro factor
de peso, al que se le suma la falta de acceso a créditos.
Asimismo, existe una dificultad para incorporar nuevos
trabajadores y trabajadoras, dado que el compromiso
de quienes recuperaron estos espacios no se transmite
necesariamente a los nuevos integrantes. Los primeros
recorrieron unidos una experiencia fundante y de regeneración, con aspectos míticos, lazos de identificación
y una trayectoria vital común. Los nuevos integrantes,
más jóvenes, y sin haber participado de la misma épica, no tienen el mismo nivel de dedicación, el mismo
compromiso. En cierto sentido, para algunos de ellos,
podría ser “sólo un trabajo”. Por ello, los planteles se
suelen renovar con los hijos o conocidos de antiguos
trabajadores. Además, no parece conveniente incorpoRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Una segunda oleada neoliberal en la historia del MNER
y las ER no puede generar resultados similares, en tanto
ya hubo un recorrido. Si en una primera etapa (1998) la
sensación era de riesgo ante una catástrofe inminente
(la pérdida del trabajo) conjurada, desde 2016 surgió la
preocupación ante las dificultades para mantener en pie
a las empresas, en un contexto económico de aumento
de tarifas de servicios energéticos, de los alquileres de
algunas ER, de restricción de la demanda y por la apertura de las importaciones, y de licuación salarial debida
al menor caudal de pedidos y a la inflación creciente.
En 2018, estas variables han empeorado, junto con los
niveles de pobreza y desocupación. En este contexto,
y ante la pérdida electoral de una opción política que
excepcionalmente el MNER había tomado en 2015 (debida al riesgo del triunfo de un modelo neoliberal, que
finalmente se produjo en Argentina), el resultado fue
una sensación colectiva de desánimo y dificultad para
Margarita Robertazzi | Alfredo Siedl
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A RTÍ CUL O S
ubicar nuevas compañías de ruta por cierta desorientación coyuntural y agotamiento. No debe olvidarse que
la mayor parte de los trabajadores actuales de las ER
son los que las generaron, y que ya hace 20 años tenían
una edad que les dificultaba la reinserción laboral.
A 20 años del comienzo, parece necesario volver a una
agenda de “resistencia”, cuando el proceso de las ER trataba de apuntar a la consolidación. En el largo plazo, las
recuperaciones sincronizaban con otras demandas sociales, lo que fue muy evidente en 2001. En el trayecto,
la visibilidad ha sido oscilante, aunque, en los últimos
años, se las menciona mucho menos. Eso llevó al MNER a
acercarse a sectores con capacidad de movilización, lo que
supuso participar de una agenda política más amplia en
los últimos años, vinculada a los referentes de la economía
popular. La consigna “Ocupar, Resistir, Producir” parece
ser entonces más estructural que diacrónica, en tanto la
producción, que tiene sus problemas idiosincráticos, en
muchas ocasiones debe dejar su espacio a la resistencia.
La experiencia central es la de la recuperación del trabajo,
bajo condiciones extremas de pérdida. Es decir, traumáticas. Por eso, sobresale el término “recuperadas”; a adquirir
lo que se tenía o a poner en servicio lo inservible. Lo que
se había destruido para esta concepción es el trabajo mismo como actividad, lo que incluyó a las instalaciones, a la
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producción y a la comercialización. Lo que no se recuperó
fue la institución (patronal, burguesa, privada, con sus correspondientes organigramas y jerarquías). El Movimiento de las Recuperadas sorteó, no sin esfuerzo, incertidumbre, sufrimiento y solidaridad, muchas dificultades en dos
décadas y se constituyó en una nueva modalidad de lucha
por la conservación de la fuente de trabajo; que en realidad
significó una superación, en tanto comprometió a otros
colectivos de la comunidad en tareas compartidas. El nuevo comienzo de ciclo neoliberal supone una prueba, frente
a la cual el método de acción social y política de defensa del
trabajo y de los trabajadores es un recurso conseguido a
fuerza de resistir las condiciones de pauperización, precarización y flexibilización que las políticas de corte neoliberal regularmente contienen.
Trauma psicosocial y reparación
En el pasaje de una sociedad de productores a otra de
consumidores, tal como plantea Bauman (2000), el
trabajo es cada vez más un bien escaso y aparecen los
“nuevos pobres”. Para Castel (1997), existen “zonas de
cohesión social”: la de integración se caracteriza por la
“asociación trabajo estable/inserción relacional sólida”;
la de desafiliación vincula la falta de trabajo con el asilamiento relacional. “La vulnerabilidad social es una zona
intermedia, inestable, que conjuga la precariedad del
Margarita Robertazzi | Alfredo Siedl
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A RTÍ CUL O S
trabajo y la fragilidad de los soportes de proximidad”
(p. 15). Asimismo, dice este autor, en los momentos de
crisis económicas, cuando aumenta el desempleo y se
generaliza el subempleo, se amplía la zona de vulnerabilidad y “gana terreno” sobre la de integración, a la vez
que alimenta la desafiliación.
En tal perspectiva, puede comprenderse la lucha de la
clase trabajadora por recuperar sus fuentes de trabajo
como un modo de no caer en la desafiliación y permanecer en la de integración, aunque sea parcial. Sin embargo,
lograron que no les sucediera lo peor, justamente, lo que
las personas desocupadas les decían a los trabajadores de
Chilavert Artes Gráficas, durante los seis meses de ocupación en la ex Gaglianone: “muchachos, no aflojen”.
En un contexto en el que la sociedad salarial parece estar en agonía o, incluso, llegando a su fin, en el que la
producción de riqueza se desvincula cada vez más del
uso de la fuerza del trabajo humano, en función de las
innovaciones tecnológicas permanentes (Robertazzi y
Murúa, 2014), la pérdida del trabajo puede ser considerada un trauma psicosocial (Martín-Baró, 1994). Suponer que se trata de una falla personal sería caer en
una “mentira institucionalizada”, las que denunciaba el
psicólogo social salvadoreño mencionado, quien justamente alentaba a denunciar cualquier teoría que se visRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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tiera de apariencia científica para justificar la pobreza,
la injusticia, la violencia y –podría agregarse- la falta
de trabajo. En esa misma línea de pensamiento, Galli
y Malfé (1994) insistían en no privatizar los conflictos
colectivos, acuñando el concepto de sufrimientos excesivos. Justamente, los trabajadores y las trabajadoras del
MNER entienden que no debe recaer sobre el sujeto
aislado la solución a un problema que no generó.
Ulloa (2012) propone una reconstrucción y una producción de la salud mental –ele-Mental, tal como la denominó- que no deja por fuera las distintas vicisitudes
de la época por las que transitan, se modelan y padecen
las personas y los colectivos. En su modo de pensar e
intervenir en los ámbitos de la numerosidad social, estaba explícitamente interesado en autores como John
Berger y Loic Wacquant, justamente quienes se interesaban en los parias, los desafiliados, los descartados.
Las ER que se mencionaron en este artículo son un producto de la tensión que se genera entre egoísmo y sociabilidad, no obstante, este tipo de experiencias parecen ser
estimulantes de la capacidad de resistencia y resiliencia:
contribuyen a superar la adversidad, mientras que personas y organizaciones se fortalecen y se transforman.
“El que resulta ser receptor de ayuda deja de ser sólo
una víctima para transformarse en un igual, al ser conMargarita Robertazzi | Alfredo Siedl
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siderada su igualdad de derechos, aquellos que indican
que cualquiera tiene el derecho de poder vivir” (Robertazzi. Pertierra y Ferrari, 2008, p. 242).
El trauma se alivia con la reparación, sin embargo, quedan las cicatrices. El apoyo social inesperado es la reparación y, a pesar de que la ayuda no sea objetivamente
abundante, debería considerarse que sí lo es, porque
quien la ofrece no lo hace porque algo le sobre, y quien la
recibe se ha olvidado ya cómo era ser objeto de la ayuda.
En esta perspectiva de reconstrucción de la salud mental, de recuperación, de lucha contra la injusticia, es
pertinente recordar la siguiente pregunta:
Cabe preguntar cómo operamos en tanto trabajadores del campo de la salud mental respecto de la relación trabajo-salud mental. ¿Contribuyen nuestras
prácticas a visibilizar el rol del trabajo en la subjetividad? El esclarecimiento de los modos en que la organización laboral impacta en el psiquismo no solo
es crucial para generar herramientas diagnósticas y
de intervención, sino que tiene suma importancia
para el desarrollo de prácticas de salud mental cuya
potencia ético-política contribuya a desnudar la banalización del mal y sus consecuencias.
(Wlosko, 2017, p. 97)
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Consideraciones finales
En este artículo se ha analizado el itinerario recorrido
por el MNER a lo largo de los veinte años que cumplió
el proceso de recuperación de la metalúrgica IMPA,
mediante el método “Ocupar, Resistir, Producir”. A la
vez, se puso el foco en el momento de su surgimiento
y en la época actual, en función de las semejanzas con
el tipo de políticas económicas de corte neoliberal que,
por un lado, multiplican la posibilidad de emergencia
de este tipo de colectivos de trabajo, pero que, por otro
lado, amenazan sus posibilidades de sostenibilidad.
En ambas etapas, distintos grupos fabriles pudieron hacer frente a la casi inminente pérdida de la fuente de trabajo, aunque, no fue así en todos los casos, solo algunos
recuperaron sus empresas y volvieron a la producción.
Desde luego, que quienes lo hicieron salieron fortalecidos, a pesar de los enormes esfuerzos que desplegaron
para lograrlo. Como se ha intentado exponer, no fue
porque no sintieran miedo, sino más bien porque pudieron sobreponerse, pues algo del poder se había manifestado en su crudeza: quienes debían protegerlos, les
daban la espalda, llegando incluso a quererlos estafar;
al mismo tiempo, aparecían nuevos aliados inesperados que ofrecían alternativas para no quedar en la calle
y que, además, brindaban apoyo. Simultáneamente, el
Margarita Robertazzi | Alfredo Siedl
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A RTÍ CUL O S
momento traumático de la amenaza de la desocupación
pudo empezar a pensarse en el contexto económico,
social y político inhumano y opresivo que lo generaba.
Cuando ya no hay nada que perder, aparece el coraje
para hacer frente a la injusticia y la inequidad, pero ese
coraje no es sinónimo de falta de miedo, sino de la decisión de modificar las relaciones sociales estructurales
que lo hacen posible y que pueden seguir actuando para
mantener tal estado de cosas. En este sentido, el sufrimiento psíquico que producen los ciclos neoliberales
en los colectivos de trabajo, deviene hacia una posición
subjetiva más saludable y de mayor conciencia. Vale decir, no desaparece sino que se integra en un conjunto
que tiende hacia la salud mental de grupos e individuos.
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A RTÍ CUL O S
Reflexiones sobre Educación Popular, Pedagogías
Críticas, Salud Colectiva y Salud Mental1
54
Bruno Hennig
Lic. en Psicología
Institución de pertenencia:
UNLa – CONICET
espaciosfisicoscomunes@gmail.com
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Resumen
En el presente artículo se propone un diálogo posible
entre la Educación Popular, las Pedagogías Críticas, la
Salud Colectiva y la Salud Mental. Para este trabajo,
se considera el actual contexto neoliberal en la
mayoría de América Latina y el Caribe y se proyecta
un diálogo contrahegemónico y disonante respecto al
Capitalismo. A su vez, se propone un prisma desde el
cual se busca contribuir a una producción alternativa
de saberes y enfoques emancipatorios. Para ello,
se indaga en algunos caminos en el marco de una
Salud Colectiva disruptiva, en la Educación Popular,
y se toman a las Pedagogías Críticas en relación a
una crítica decolonial, es decir, serán abordadas
algunas líneas en tanto Pedagogías Críticas de la
colonialidad. De este modo, es posible pensar en un
eje-preocupación transversal al trabajo que ha sido
esbozado desde distintos puntos, la tensión y disputa
entre el paradigma de la colonial modernidad, y otro
paradigma (crítico), sostenido en una perspectiva
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colectivista emancipatoria, encontrándose este eje de
manera sugerida a lo largo de la producción escrita.
Palabras clave: Educación Popular - Pedagogías
Críticas - Salud Colectiva - Salud Mental.
Abstract: In the present article a possible dialogue
between Popular Education, Critical Pedagogies,
Collective Health and Mental Health is proposed. For
this work, the current neoliberal context is considered
in most of Latin America and the Caribbean and a
counter-hegemonic and dissonant dialogue with
respect to Capitalism is projected.
to a decolonial critique, that is, some lines will be
addressed as Critical Pedagogies of the coloniality.
In this way, it is possible to think of an axis-concern
transversal to the work that has been sketched from
different points, the tension and dispute between
the paradigm of colonial modernity, and another
paradigm (critical), sustained in an emancipatory
collectivist perspective, finding itself this axis in a
suggested way throughout the written production.
Key Words: Popular Education - Critical Pedagogies Collective Health - Mental Health.
In turn, a prism is proposed from which it seeks
to contribute to an alternative production of
knowledge and emancipatory approaches. For this,
it investigates some paths within the framework of a
disruptive Collective Health, in Popular Education,
and the Critical Pedagogies are taken in relation
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Bruno Henning
A RTÍ CUL O S
Introducción
A partir de mi participación en espacios de Educación
Popular (en la Red Trashumante) y de mi formación en
el campo de la Salud Colectiva y la Salud Mental Comunitaria, el objetivo en esta producción escrita consiste
en elaborar algunas articulaciones posibles entre ciertos
marcos teórico-conceptuales y algunas reflexiones propiciadas a partir de la puesta en diálogo de la Educación
Popular, las Pedagogías Críticas, la Salud Colectiva y la
Salud Mental Comunitaria. Se trata de realizar aportes
para un diálogo inicial entre la Educación Popular, las
Pedagogías Críticas, Salud Colectiva y Salud Mental.
Es importante aclarar que tanto la Educación Popular,
las Pedagogías Críticas, como la Salud Colectiva están
compuestas por diversos posicionamientos y enfoques,
lo cual implica una heterogeneidad que no es abordada
en este trabajo, sino que se toman algunas perspectivas
para el ya mencionado diálogo inicial. Comprendo a la
educación como un acto político, desde la contribución
de Paulo Freire (1975; 2011; 2013) y de José Luis Rebellato (2009). Paulo Freire propone una educación problematizadora a través de grupos de discusión en ronda
en los cuales construir espacios de alfabetización. La
“educación problematizadora” que plantea Freire refiere a establecer relaciones dialógicas con los grupos
con los que se trabaja y fomentar las situaciones que
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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propicien procesos en los cuales los sujetos puedan ir
apropiándose de la palabra y a su vez problematizar la
realidad, a partir de sus experiencias concretas. En sus
prácticas y textos, Freire sostiene la importancia de una
formación colectiva para contribuir a procesos de concientización entre lxs participantes de círculos de discusión, y así propender hacia una transformación de la
realidad y no a una mera interpretación de la misma.
También, y en tanto contextualización, añadir que la
Red Trashumante es una organización social en la cual
la Educación Popular es transversal a dicha organización. La Red Trashumante surge en 1998, en la provincia de San Luis, Argentina, y según las épocas y sus
posibilidades, se traslada a distintos territorios, a nivel
nacional, para llevar a cabo talleres y otras formas de
encuentro desde la Educación Popular con diversas organizaciones sociales, partiendo de metodologías dialógicas-problematizadoras.
Por otra parte, referir a Pedagogías Críticas precisa de
la aclaración de que éstas abarcan diversos saberes, focalizando, según el caso, en diversas referencias geopolíticas, problemáticas, y asuntos. Asimismo, algunxs
referentes de las Pedagogías Críticas son Peter McLaren (2012), y Henry Giroux (2003). Para este trabajo,
en el marco de las Pedagogías Críticas, también consiBruno Henning
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A RTÍ CUL O S
dero los aportes de distintxs autores que procuran un
“hacer decolonial” (Mignolo, 2016). Pienso como parte
de las Pedagogías Críticas los aportes de Rita Segato,
Silvia Rivera Cusicanqui, Anibal Quijano, y Walter
Mignolo, entre otrxs autores que tomo para este trabajo. Podría plantearse que cuando me refiera a “Pedagogías Críticas”, también estaré considerando lo que
podría enunciarse como “Pedagogías Críticas de la colonialidad”. No es poco lo que podría decirse acerca de
las Pedagogías Críticas, pero, en general, estas últimas
refieren a revisar la función social de la escuela y de la
universidad, a contribuir a la construcción de saberes
para la emancipación de los pueblos y la transformación social de la realidad, a repensar la relación entre
docentes y estudiantes, a reflexionar sobre relaciones
opresivas que nos atraviesan y a posibilitar espacios
para forjar una praxis transformadora. También, las
Pedagogías Críticas refieren a trabajar para promover
procesos de concientización acerca de las condiciones de
desigualdad en la realidad, pudiendo tomar los aportes
de la crítica materialista para coadyuvar en los procesos
de formación de una conciencia política y poder ser críticos frente al capitalismo. A su vez, aún sin abordar sus
textos en este trabajo, menciono las “Pedagogías Decoloniales” (Walsh, 2013), y “Miradas descoloniales en la
educación” (Fernandez Mouján, 2014).
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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Por otro lado, uno de los sentidos desde los cuales es posible comprender la Salud Colectiva refiere a pretender
y contribuir a ésta en tanto campo de inter-saberes -disciplinares y no disciplinares- en constante construcción
y con debates heterogéneos entre distintxs referentes al
interior de la Salud Colectiva. La salud colectiva es una
práctica social y también un campo de conocimiento que
articula sujetos, prácticas y saberes. Ésta surge en América Latina alrededor de la década del 70, como respuesta
crítica frente a una Salud Pública tecnocrática, esta última caracterizada por desarrollar y replicar perspectivas
y prácticas biologicistas, ahistorizantes e individualizantes, propias del Modelo Médico imperante en diversas
sociedades, Modelo Médico que se sustenta en raíces
positivistas (Menéndez, 2005) y que hace referencia a la
biomedicina. Alrededor de la década del ´70 del siglo pasado, no sólo en Brasil, sino también “en América Latina
en general, el objeto tradicional de teorías, concepciones
y prácticas, denominado salud pública inició una trayectoria de transformaciones históricas tornándose tema de
cuestionamientos, análisis y propuestas de movimientos
sociales, políticos, sindicales y comunitarios” (Souza Minayo, 2013: 103). Según María Cecilia de Souza Minayo, “uno de los cambios efectuados fue el reemplazo del
término público por colectivo, para designar el área (...)”
(2013:103). De este modo, “tomada como campo estratégico para la formulación teórica, política y para la acBruno Henning
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A RTÍ CUL O S
ción práctica, la salud colectiva incorporó definitivamente
a las ciencias sociales en el estudio de los fenómenos de
la salud y de la enfermedad (...)” (2013: 103). A su vez, y
según algunos autores, el movimiento sanitario surgido
en Brasil eligió el nombre salud colectiva para destacar
que sus análisis del conjunto de las prácticas de salud no
consideran a la enfermedad y al acto médico como eje
central del proceso de salud/enfermedad/atención, sino
que el eje está en el contexto socio-histórico de los problemas de salud.
También, y considerando el contexto neoliberal actual
(en varios países de América Latina, incluido Argentina),
resulta más importante aún resaltar que la salud es un derecho humano, fuertemente vinculado a otros derechos
como el trabajo, la educación, la vivienda, la alimentación,
entre otros. Desde la salud colectiva se trata de ejercitar
una perspetiva integral del ser humano, desde la cual es
posible afirmar que la salud es un proceso constituido por
las dimensiones políticas, económicas y culturales que de
manera transversal participan en los procesos de vivir de
comunidades, grupos y sujetos. De este modo, algunos
aportes para la salud colectiva provienen de la Antropología, el Derecho, las Ciencias políticas, la Historia, la
Sociología, la Psicología, la Epidemiología, y la Medicina, entre otras disciplinas, subdisciplinas y saberes. A su
vez, el campo de la Salud Colectiva propone una ruptura
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respecto al enfoque causalista que es propio del modelo dominante, la biomedicina (estudiada por Menéndez
con el concepto de Modelo Médico), siendo esta última
dominante en la salud pública tradicional de la mayoría
de las sociedades capitalistas (Menéndez, 2005). A su vez,
y en el marco de la salud colectiva, la Salud Mental no se
rige por una sola disciplina en particular ni por las disciplinas comprendidas como fronteras rígidas y cerradas,
sino que se trata más bien de un abordaje desde prácticas
y saberes transdisciplinarios (Galende, 2015). También,
cabe destacar que la Salud Mental implica una ruptura
epistemológica respecto de raíces positivistas, de las explicaciones lineales/causalistas, y de las lógicas manicomiales, para abrir paso hacia las ciencias sociopolíticas,
hacia otros saberes/prácticas y a la investigación social
(Galende, 2008). La Ley Nacional de Salud Mental Nro.
26.657 establece en su artículo 3° que “reconoce a la salud
mental como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y
psicológicos” (2010).
Desde la educación popular
y las pedagogías críticas
Dado el actual contexto regional (año 2019) en América Latina y el Caribe, y luego de valiosos análisis de autores no trabajados en esta producción escrita, se torna
Bruno Henning
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A RTÍ CUL O S
fundamental retomar algunas cuestiones del capitalismo y, específicamente, del proyecto neoliberal. A partir
de ciertos aspectos mencionados por la autora Susana
Murillo (2015), dos puntos importantes –también para
el presente trabajo– que atañen al entramado del mercado global y más específicamente de la racionalidad del
proyecto neoliberal son los que quiero señalar:
a) la fragmentación de vínculos sociales y de relaciones
comunitarias en tanto proceso, tanto por las políticas
neoliberales como por las lógicas que de ellas se desprenden; b) la “libertad individual” y el individuo tomado
como centro, según “valores” impuestos por lo descrito
en el punto anterior (“a”). La visión atomística liberal
de la libertad centrada en el individuo atañe también a
una individualización de la vida, es decir a comprender
la vida meramente en tanto lo que le sucede a un individuo, por “razones” y “capacidades” individuales, esto es
parte también del proyecto cultural del capitalismo. Si
bien esta producción escrita no tomará con profundidad
la trama neoliberal, cabe señalar que será importante tenerla presente, no sólo en tanto contexto, sino también
para desarrollar una propuesta en este trabajo.
A su vez, a partir de lo trabajado por Edgardo Lander
(2000), quien sostiene que el neoliberalismo debería ser
analizado en tanto “discurso hegemónico de un modelo
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civilizatorio” (Lander, 2000) -y no sólo como proyecto económico-, es posible situar la pretensión de “ley
universal” del relato neoliberal (pretensión de relato
único) en relación a “condiciones histórico culturales
específicas” (Lander, 2000) que refieren al proceso de la
“colonial modernidad” (Segato, 2013). Asimismo, destaco el aporte de Rita Segato, y tomo prestada la idea de
“grilla ecualizadora” para la propuesta en este trabajo.
Según la mencionada autora, en el “mundo de la colonial modernidad”:
cualquier elemento, para alcanzar plenitud ontológica, plenitud de ser, deberá ser ecualizado, es
decir, conmensurabilizado a partir de una grilla de
referencia o equivalente universal. Esto produce el
efecto de que cualquier manifestación de la otredad
constituirá un problema, y solo dejará de hacerlo
cuando tamizado por la grilla ecualizadora, neutralizadora de particularidades, de idiosincrasias.
(Segato, 2013: 89)
De este modo, serán “resto” y un “problema a resolver”
todxs aquellxs quienes no pudieran ser enunciados en
“términos universales” (Segato, 2013), es decir -y añado
en este trabajo- aquellas personas y grupos/colectivos
que no correspondiesen a la imagen de un “sujeto ciudadano universal” (que contiene el supuesto de: homBruno Henning
59
A RTÍ CUL O S
bre, heterosexual, blanco, cristiano, adulto, letrado, y
productivo). En este sentido, la propuesta transversal a
este texto consiste en comprender las prácticas de educación popular, de las pedagogías críticas, de la Salud
Colectiva y la Salud Mental como propiciatorias de espacios disruptivos respecto a la mencionada grilla ecualizadora que afecta a las formas de sentir-pensar e interactuar. Se trataría de poder indagar en los procesos
que operan en tanto grilla ecualizadora en las personas
y en sus formas de relacionarse con otrxs, y para ello
se busca problematizar diversas categorías desde una
dimensión relacional del poder. Categorías como raza,
específicamente la jerarquización a partir de “diferencias fenotípicas entre conquistadores y conquistados”
(Quijano, 2003) a la vez que esta jerarquización y sus
consecuencias continúan siendo reproducidas a través
de imaginarios y relaciones interpersonales actuales.
En los encuentros que realiza la Red Trashumante, uno
de los ejes consiste en poner en evidencia y cuestionar
distintas formas de opresión (por clase, género, raza)
que operan y reproducimos en las relaciones entre personas, no sólo opresiones de otrxs para con unx mismx,
sino también desde unx para con otrxs. Para ello, en
la Red Trashumante se realizan rondas de problematización de los territorios de cada grupo que participa
y además se desarrollan actividades lúdicas para la representación de problemáticas a la vez que propiciar
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momentos de reflexión conjunta acerca de las posibilidades colectivas para transformar lo existente.
Además, es posible percibir a las experiencias de educación popular en tanto intención de recomponer el tejido comunitario a través de la generación de espacios
de encuentro entre personas y organizaciones sociales
para compartir experiencias, problemáticas comunes,
interrogantes, y saberes de manera solidaria y afectiva.
Y, de esta manera, intentar contrarrestar el individualismo y la fragmentación del tejido comunitario que
produjeron y producen las políticas, las prácticas y las
lógicas neoliberales. En este sentido, propongo pensar
que las prácticas en y desde educación popular constituyen una estrategia a contrapelo de la modernidad y
capitalismo, pues se pretende un proceso de formación
constante a partir de diálogos que se establecen con
personas y grupos que la colonial modernidad deslegitima, niega, invisibiliza y abandona, considerando
la referencia anterior respecto a la grilla ecualizadora
(Segato). Cabe añadir, que en las rondas de educación
popular y mediante actividades grupales se problematizan las relaciones y acciones naturalizadas en nuestros
recorridos diarios. A su vez, desde la educación popular se pretende propiciar espacios de problematización,
reflexión, y sistematización a partir de actividades mediante las cuales poner el cuerpo en juego y ensayar una
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Construcción conjunta de saberes.
Algunos aportes para una Salud Colectiva
“Epistemes y prácticas de psicología preventiva” (Graciela Zaldúa, 2011); “Salud: cartografía del trabajo vivo”
(Emerson Elias Merhy, 2006); y “Perspectivas críticas de
salud y hegemonía comunicativa: aperturas progresistas, enlaces letales” (Charles Briggs, 2005).
Es posible situar los comienzos de la Salud Colectiva
en América Latina alrededor de los años 70. Se trata de
todo un Movimiento que no se vincula solamente con
académicxs y profesionales de la salud, sino también
con Movimientos Sociales, distintas organizaciones territoriales y militantes, pues reconoce la necesidad de
incluir y construir diversos saberes que contribuyan a
comprender a la salud/enfermedad/cuidado como un
proceso socio-histórico, fuertemente ligado a los determinantes sociales (sin suscribir al determinismo), y para
ello estudiar las condiciones de vida, vivienda, educación, y a las relaciones entre personas, procurando ensayar una percepción dialéctica de la realidad. Algunxs autores y textos que contribuyen a este trabajo en cuanto
a los aportes para una Salud Colectiva son: “El Modelo
Médico y la Salud de los Trabajadores” (Eduardo Menéndez, 2005); “Epistemología de la Salud. Reproducción social, subjetividad y transdisciplina” (Juan Samaja,
2004); “Psicología Política Latinoamericana” (Maritza
Montero coord., 1987); “Epidemiología crítica. Ciencia
emancipadora e interculturalidad” (Jaime Breilh, 2015);
Asimismo, cuando me refiero a Salud Colectiva es menester enunciar que desde ella se pretende buscar comprender a los grupos y poblaciones “acercándose” a estas como totalidad, esto es, considerar atentamente los
contextos socio-históricos (en los cuales intervienen
dimensiones ideológico-políticas, económicas y culturales) y las condiciones concretas en que diversos grupos viven, se relacionan, trabajan y (se) transforman. El
campo de la Salud Colectiva es heterogéneo, pluridisciplinar y dependerá del recorte político-teórico que realice la persona o grupo para ciertos objetivos. Para este
trabajo escrito, busco apropiarme de la potencia disruptiva de la Salud Colectiva y no tanto de sus anclajes institucionales. Sin embargo, es importante añadir que parte
de comprender la potencia disruptiva de la Salud Colectiva implica reconocer que el campo de la Salud ha sido
tradicionalmente hegemonizado por el Modelo Médico
o biomedicina (Menéndez, 2005) en todo el Sector Salud, tanto en la medicina como en la medicina mental
(psiquiatría), un Modelo Médico que se sustenta en raíces positivistas, y que opera también en la legitimidad
subjetividad desobediente de la hegemonía que impone
la colonial modernidad.
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A RTÍ CUL O S
por parte de la mayoría de las poblaciones occidentales.
Es decir, el Modelo Médico no actúa “sólo” en el Sector
Salud, sino que constituye un cierto modo de ver, pensar y hacer. El Modelo Médico tiene sus orígenes en el
capitalismo industrial, y algunas de sus principales características consisten en el ahistoricismo (ahistorizar y
descontextualizar a las personas), el biologismo (reducir
la persona meramente a un cuerpo biológico y sus órganos), el mercantilismo y el individualismo. Tal como se
expone en el artículo de este autor (Menéndez, 2005), se
trata de indagar en los estudios acerca de la biomedicina
(y para ello el concepto “Modelo Médico”) para exponer
la “expansión del saber e ideología médica en las clases
subalternas, hasta convertirse en parte de la cultura de
dichos sectores sociales” (Menéndez, 2005).
Reflexiones sobre Educación Popular... p54-71
gogías Críticas) refiere a la importancia de reconocer tanto
el alcance parcial de los saberes de las personas como también las condiciones de aislamiento a las que muchas veces
son sometidas en instancias de producción de conocimiento, y la fragmentación en la estructuración de enunciación
de saberes en compartimentos estancos, en los cuales subyacen raíces positivistas aún vigentes (Elichiry, 2009).
A su vez, en relación a Salud Colectiva y a Salud Mental,
y desde ellas, es deseable que se pretenda contribuir a
una mirada post-positivista del mundo, y recuperar una
perspectiva integral de los seres humanos, y para ello retomar una visión transversal acerca de los determinantes sociales de la salud (como la clase, la raza y el género)
en el proceso de vivir y por ello también en el proceso de
salud/enfermedad/cuidado (Menéndez, 2005).
De este modo, y a partir de tal reconocimiento, considero que se torna sustancial la promoción de espacios en los
cuales proponer diálogos entre distintas personas, profesionales y no profesionales, organizaciones sociales y territoriales, para coadyuvar en el debate de las reflexiones
y saberes (disciplinares y no disciplinares; el saber de lxs
artistas, el saber popular, el saber filosófico, son algunos tipos de saberes). Desde esta perspectiva, resulta primordial
percibir al conocimiento como una co-construcción social, a establecer en una relación dialéctica, no buscando la
“convivencia” de saberes sino más bien la comprensión de
la tensión en tanto posibilitador potencial de las relaciones
humanas y de la problematización de saberes. Estos ejes
recién mencionados pueden ser pensados como un conector entre la Educación Popular, las Pedagogías Críticas, la
Salud Colectiva y la Salud Mental.
Por otra parte, la cuestión de los inter-saberes (relacionados a Salud Colectiva, Salud Mental y también a las Peda-
Por otra parte, en relación a las Pedagogías Críticas de
la Colonialidad, y desde los aportes de Gayatri Spivak,
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cabe el interrogante acerca de la siguiente cuestión:
¿acaso los encuentros desde la Educación Popular -que
incluyen la concurrencia y participación de Movimientos subalternos- es condición suficiente para pensar en
una interrupción de la “historiografía colonial” (Spivak,
1988)? Aún procurando tomar posición, este interrogante no presenta una sencilla respuesta. Los encuentros de Educación Popular son procesos colectivos
que no garantizan resultados estáticos ni homogéneos
(existen diversos aprendizajes, tantos como personas
partícipes; hay ritmos y fases diferentes de aprendizaje entre los grupos y personas que participan). En los
encuentros de Educación Popular, se vivencia de otra
forma la dimensión espacio-tiempo. Y, además, hay
toda una dimensión cualitativa que no cabe en este
texto. Por ello, quizás puede ser importante pensar en
el potencial de los encuentros de Educación Popular, e
intentar elaborar posicionamientos sin determinismos.
En este sentido, acuerdo con Frantz Fanon (1983)
cuando se refiere a la descolonización en tanto “proceso
histórico” y también cuando afirma que “la descolonización no pasa jamás inadvertida puesto que afecta al ser,
modifica fundamentalmente al ser. (…) la “cosa” colonizada se convierte en hombre en el proceso mismo por
el cual se libera” (Fanon, 1963).
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En otro orden de cosas, también plantear que un punto
fuerte de encuentro entre la Salud Colectiva, la Salud
Mental y la Educación Popular consistiría en la importancia que le reconocen a los vínculos y al tejido comunitario, la perspectiva colectivista (que comparten
acerca) del mundo, además de la travesía contrahegemónica que implica la disidencia respecto al capitalismo. En este sentido, la Salud Colectiva, la Salud Mental
y la Educación Popular reflejarían un posicionamiento
de “contestación crítica” al pensamiento dominante,
este último (el pensamiento dominante) reflejado en
la Salud Pública Tradicional a través de la lógica y los
códigos de funcionamiento del Modelo Médico (Menéndez, 2005) en la sociedad.
A su vez, y retomando lo antedicho en uno de los párrafos anteriores, otro punto fuerte de encuentro entre
la Educación Popular, las Pedagogías Críticas, la Salud
Colectiva y la Salud Mental atañe a la dimensión que
se le atribuye a la construcción conjunta de saberes y
conocimientos. Se trataría, además, de conocimientos
situados, desde y para América Latina y el Caribe, de saberes y conocimientos contextualizados, que abdiquen
del eurocentrismo, este último presente en las ciencias.
Según Walter Mignolo:
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A RTÍ CUL O S
La epistemología está geohistórica y políticamente situada y no es un espíritu que flota más allá de las lenguas, las instituciones y el capital que hace posible que
haya un College de France en París pero que en Argentina y en Bolivia sólo haya Alianzas Francesas o Culturales Británicas (…). Por otro lado, Inglaterra y Francia,
a veces Alemania, enviaban (y siguen enviando, junto
con Estados Unidos), conocimiento (enlatado) hacia
Argentina. No obstante la obviedad, creo que no está
de más recordar algunos momentos de estas vidas paralelas que explican, todavía hoy, la asimetría del poder, o
la colonialidad del poder (Quijano en este volumen), en
la producción y distribución planetaria de conocimientos (Mignolo, 2014: 28)
A partir de este enunciado, se trataría de poder reflexionar-accionar para asumir el desafío constante de construir y enunciar conocimientos desde y para el Sur, algo
que también pretenden las personas como Boaventura
de Sousa Santos, por ejemplo, mencionar su texto “Una
epistemología del Sur: la reinvención del conocimiento
y la emancipación social” (2009), y también la autora
Silvia Rivera Cusicanqui (ejemplo, su libro “Alternativas epistemológicas. Axiología, lenguaje y política”, Silvia Rivera coord., 2013). De hecho, en su libro recién
mencionado, Silvia Rivera expone que:
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Utilizar la palabra «alternativa» supone en todos los
casos la referencia a un orden o modelo preestablecido. Orden o modelo que, en el campo epistemológico, se conoce bajo el nombre de «concepción
heredada» en filosofía de la ciencia. Se trata de una
tradición heredada porque nos precede siempre,
porque la encontramos ya instalada e institucionalizada en el momento de iniciar el camino reflexivo
(…) Podemos afirmar que «alternativa» es un término relacional en tanto se define por aquello que
supone, aquello en función de lo cual la alternativa
se constituye como tal. (…) Si bien el modelo epistemológico que se constituye como concepción heredada reconoce la publicación en 1929 del «Manifiesto para la Ciencia Unificada. El Círculo de Viena»
como acontecimiento que marca su nacimiento, las
condiciones de posibilidad de esta emergencia hunden sus raíces en los albores mismos de la modernidad. Junto con el desarrollo de la ciencia moderna
se despliega también una maquinaria conceptual
orientada a justificar un particular modo de apropiación del mundo, tanto natural como social.
(Rivera, 2013)
En este sentido, aún con diferencias entre ciertas características, es posible plantear a los encuentros de educación popular en tanto propiciatorios de espacios de
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producción alternativa de saberes: construcción y enunciación conjuntas de saberes que puedan participar en y
desde otras instancias en circuitos para una “otra ciencia”, es decir, una ciencia que se aleje de las lógicas del
capitalismo. También, considerarlo según lo sintetiza
Edgardo Lander en relación a “la tendencia creciente a
la mercantilización de la ciencia”:
Las pugnas en torno de los procesos de producción,
apropiación y regulación del conocimiento juegan
un papel cada vez más central en las tensiones entre la expansión de la lógica mercantil a todos los
ámbitos de la vida que caracteriza a la globalización
neoliberal, y las múltiples formas de resistencia y
búsquedas alternativas a este orden global.
(Lander, 2006: 46)
Asimismo, algunxs referentes críticxs del Movimiento de Salud Colectiva pretenden considerar y explicitar
las relaciones de poder existentes en la estructuración
y producción de conocimiento, y las condiciones concretas en las que se hace ciencia, a la vez que proponen debatir en contexto el interjuego entre las categorías clase y raza (Quijano, 2003) -también la categoría
género-, pues es desde/según el posicionamiento ante
dichas categorías y ciertas condiciones históricas como
generalmente se manifiestan las desigualdades. Uno de
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los referentes de la Salud Colectiva, Jaime Breilh, reconociendo el antecedente en textos de Juan Samaja,
expresa que:
los condicionamientos de la producción científica
no se refieren sólo a las determinaciones en el modo
de pensar científicamente de un individuo o de un
colectivo (…) sino que incluyen las determinaciones
estructurales y político ideológicas de procesos no
psicológicos como los sistemas de financiamiento y
poder que caracterizan los escenarios donde se produce ciencia (…) (2015: 78).
Esta “preocupación epistémica” es también compartida,
en algún sentido, por algunas personas que se forman
en Educación Popular, pues desde ésta se procura desmenuzar y evidenciar las dimensiones ideológico-político-económicas y culturales que intervienen en algunos textos que se abordan en los talleres de educación
popular, es decir, se trata de re-politizar espacios que
no son neutros, y de evitar un cientificismo, a la vez
que reconocer los saberes científicos en tanto construcción social, y por ello parciales y provisorios, en tensión según posicionamientos, entre valores, intereses,
y posibilidades. A su vez, en la actualidad es sabida y
reconocida la invisibilización que durante décadas han
sufrido/sufren las mujeres en la cadena de producción y
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enunciación de conocimiento, por ejemplo, en ciencia
y en filosofía.
cesos disonantes respecto al Imperio. Sólo brevemente
retomo una de sus ideas:
También, es posible destacar el compromiso y la colaboración de algunos grupos y personas para con la
construcción de una (ya) mencionada “otra ciencia”, a
la cual las Pedagogías Críticas contribuyen. En este sentido, autores como Anibal Quijano y Walter Mignolo
‒cuyos textos como dije considero en las Pedagogías
Críticas‒ realizan aportes para un conocimiento situado, en pos de recuperar saberes desde y para América
Latina y el Caribe, pero no solamente para América Latina y el Caribe. De este modo, considero importante
que puedan ser realizadas actividades desde las cuales
multiplicar las propuestas de las Pedagogías Críticas en
diversos espacios (formales y no formales, disciplinares
y no disciplinares) a través de los cuales conocer personas y realizar articulación entre grupos afines, para
contribuir a la producción de vínculos. Esta última
cuestión también constituye una preocupación de distintxs referentes del campo de la Salud Colectiva y de la
Salud Mental (los lazos solidarios y afectivos en tanto
fundamentales en los procesos protectores de salud).
Entre las estrategias más corrientes de interpretación del presente se encentra la invocación del pasado. Lo que sostiene esa invocación no es sólo el desacuerdo acerca de lo que sucedió, acerca de lo que
realmente fue pasado, sino la incertidumbre acerca
de si el pasado realmente lo es, si está concluido o si
continúa vivo, quizás bajo distintas formas.
(Said, 2011: 35)
Por otra parte, resulta fundamental y valioso el aporte de Edward Said (2011) para pensar, por ejemplo, las
culturas, las historiografías, las geopolíticas y los proRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
A partir de esta última cita, es posible pensar que la
educación popular y las pedagogías críticas constituyen
prismas desde las cuales interpretar el presente e interpelar el pasado. Y, también, sostener que para ambas el
pasado continúa vivo, actuando en nosotrxs (en nuestros
imaginarios, en nuestras formas de percibir, imaginar
y hacer), y por ello la batalla es también en la disputa
ideológica por el sentido.
Palabras finales
En el presente trabajo he procurado esbozar primeramente una breve presentación acerca de Educación Popular, Pedagogías Críticas, Salud Colectiva y Salud Mental para luego establecer algunos nexos dialógicos entre
Bruno Henning
66
A RTÍ CUL O S
ellas. A su vez, es posible pensar en un eje-preocupación
transversal al trabajo que ha sido esbozado desde distintos puntos, la tensión y disputa entre el paradigma de la
colonial modernidad, y otro paradigma (crítico), sostenido en una perspectiva colectivista emancipatoria (de
los pueblos), encontrándose este eje de manera sugerida
a lo largo de la producción escrita. A su vez, y a modo de
ejemplo, he tomado los aportes de Rita Segato respecto
a la grilla ecualizadora, característica de la “colonial modernidad”, y he propuesto a los encuentros de Educación
Popular en tanto posibilitadores de “espacios disruptivos
respecto a la mencionada grilla ecualizadora que afecta a
las formas de sentir-pensar e interactuar”.
A partir de lo elaborado en este trabajo y más aún en el
contexto regional actual, considero vital el poder participar en espacios colectivos de encuentro en los cuales
sea posible profundizar y fortalecer una conciencia histórica en tanto proceso constante. Conciencia y mundo
no pueden ser establecidos o pensados como separados
(Freire, 2013). Asimismo, aclarar que comprendo al
proceso de concientización tal como lo planteara Paulo
Freire (1975), respecto a poder ir forjando una conciencia acerca del mundo que está siendo, de las relaciones
desiguales existentes, consciente de mi posicionamiento en el mundo, de las opresiones que atraviesan a grupos a los cuales se les niega la dignidad y también la
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Reflexiones sobre Educación Popular... p54-71
existencia, de las prácticas opresoras que reproduzco y
también consciente de las posibilidades para posicionarme e interactuar de otra forma.
Por otro lado, también fueron mencionados algunos
trazos epistémicos, incluyendo la mención de la necesidad de visibilizar y debatir las relaciones de poder existentes en la estructuración y producción de saberes y
de conocimientos, para resaltar que los conocimientos
no están dados, sino que responden a una construcción
social, que por ello son parciales y provisorios y que
quienes los producen no son neutrales, para luego formular, en este trabajo, que es posible pensar a los encuentros de Educación Popular como propiciatorios de
espacios de producción «alternativa» de saberes.
Finalmente, cabe reconocer que la Educación Popular no
es universal ni homogénea, por eso explicité desde dónde realizo esta producción escrita (desde la experiencia
en la Red Trashumante). La Educación Popular tampoco
es una panacea. Existen diversos espacios de Educación
Popular (no sólo la Red Trashumante), con proyectos
políticos distintos de fondo, y por ello dependerá de la
“atmósfera” que pueda construirse conjuntamente, de los
caminos que se propongan para desandar opresiones, de
las escalas de valores que se establezcan dentro del grupo,
de la amplitud de la horizontalidad y de la libertad para
Bruno Henning
67
A RTÍ CUL O S
la discusión, para la disidencia y la autocrítica respecto a
contradicciones, propias de los seres humanos. También,
dependerá de con quiénes se construyan resistencias y
cómo finalmente se las lleve a cabo, a partir de cómo nos
relacionemos con quienes construyamos resistencias. En
un próximo trabajo, podría ser trabajada la dimensión
del “fatalismo latinoamericano” (Ignacio Martín-Baró) y
su relación con las propuestas de Educación Popular, a
la vez que ampliar y realizar otras articulaciones con los
aportes de las Pedagogías Críticas.
En otro orden de cosas, y para finalizar, expreso aquí
la siguiente idea: puede sucedernos, en tanto lectores,
que al abordar un texto con nuestros sentidos –a pesar
de nuestra atención y pretensión crítica– caigamos en
una ilusión constante: la ilusión de que leemos a unx
autorx cristalizadx en un nombre y apellido/pseudónimo, unx autorx de carácter individual. Propongo poder
atravesar esta ilusión, la de una supuesta y aún vigente
idea de unidad individual racional, para poder al menos
comenzar a considerar la multiplicidad en cada persona
o, en este caso, en quien realiza y firma esta producción
escrita. Esto refiere a exhumar públicamente la siguiente cuestión: reconocer que el pasaje por experiencias
grupales, por procesos colectivos y con diferentes personas inciden fuertemente en los procesos de subjetivación mediante los cuales nos vamos constituyendo y
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transformando como sujetos políticos. A su vez, asumir
una voz marcada por una perspectiva colectivista, a pesar de la publicación o entrega bajo firma individual.
El párrafo anterior es parte de una propuesta de quien
escribe, la cual se explicita a continuación: reconocer y
asumir una “epistemología huidiza”. De este modo, asumir
esta “epistemología huidiza” desde la que escribo consiste
en visibilizar que si bien las articulaciones y reflexiones
en este trabajo son auténticas por parte de quien escribe,
las experiencias que las propiciaron fueron y son colectivas, fruto de procesos grupales a partir de “voluntades”
que se encuentran…para generar espacios de encuentro
y discusión. De este modo, cabe apreciar hasta el abrazo
las experiencias propiciadas por la Red Trashumante,
pues son experiencias que abren sentidos, en las que se
comparten interrogantes por la realidad, por las dificultades y problemáticas de distintas organizaciones y grupos, a la vez que se busca ampliar las posibilidades de lo
que inicialmente y naturalización mediante se presenta
como “lo dado”. Asimismo, la “epistemología huidiza” es
tal, tanto porque bajo la figura de “autor” quedarían parcialmente en suspenso las experiencias y procesos colectivos que nos marcan, como también porque, de todos
modos, existe una inconmensurabilidad respecto a la
totalidad de las experiencias vividas, a la vez que no es
posible decirlo todo.
Bruno Henning
68
A RTÍ CUL O S
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Notas
1
Esta investigación fue posible a partir de una beca doctoral cofinancia-
da CONICET – UNLa.
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Bruno Henning
A RTÍ CUL O S
MUJERES con discapacidad psicosocial
institucionalizadas en Argentina: Reconocimiento
pleno de sus derechos sexuales y reproductivos1.
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Ana Laura Aiello
Abogada UBA. Doctorado PhD,
Discapacidad y Derechos Humanos
Universidad Leeds (Reino Unido).
Experta en Discapacidad y Derechos
Humanos en Organización Change.
aiello@gmail.com
Roxana Amendolaro
Psicologa UBA. Especialización
en Políticas Públicas y Justicia de
Género CLACSO, MESECVI OEA,
FLACSO Brasil. Presidenta en
Fundación REDES.
roxana.amendolaro@gmail.com
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Resumen
Este trabajo se propone explorar la situación de
las mujeres con discapacidad psicosocial que se
encuentran en centros de internación de salud
mental en Argentina, en particular en torno
al reconocimiento de sus derechos sexuales y
reproductivos. Se pretende generar condiciones,
desde el enfoque del género y la interseccionalidad,
para que la situación de este grupo de personas cobre
real visibilidad social y se impulsen urgentemente
los cambios necesarios (por ejemplo, en las políticas
públicas) para avanzar en el respeto efectivo de
sus derechos fundamentales. Se articularán las
perspectivas del análisis interseccional, el Derecho
internacional de los derechos de las mujeres y los
aportes de la psicología institucional-comunitaria.
Se trata de un estudio exploratorio-descriptivo.
Las fuentes de datos serán primarias, incluyendo
observaciones directas y entrevistas, a profesionales,
funcionarios, personas internadas y familiares; y
A RTÍ CUL O S
Mujeres con discapacidad psicosocial ... p72-104
73
secundarias, involucrando el relevamiento de algunas
investigaciones referidas a la temática.
Palabras clave: Mujeres – Discapacidad
Psicosocial – Derechos Sexuales y Reproductivos Interseccionalidad.
Summary: This work aims to explore the situation
of women with psychosocial disabilities who are in
mental health centers in Argentina, particularly around
the recognition of their sexual and reproductive rights.
The aim is to generate conditions, from the perspective
of gender and intersectionality, so that the situation
of this group of people gains real social visibility
and the necessary changes are urged urgently (for
example, in public policies) to advance in the effective
respect of your fundamental rights. The perspectives
of intersectional analysis, the international law of
women’s rights and the contributions of institutionalcommunity psychology will be articulated. It is an
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
exploratory-descriptive study. Data sources will be
primary, including direct observations and interviews,
to professionals, officials, inpatients and family
members; and secondary, involving the survey of some
investigations related to the subject.
Key Words: Women - Psychosocial Disability - Sexual
and Reproductive Rights - Intersectionality.
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
A RTÍ CUL O S
1. Introducción
Las personas con discapacidad psicosocial2 han sido
invisibles y marginadas de la garantía de ejercicio de
sus derechos fundamentales en muchas sociedades. La
diferencia que supone la discapacidad mental ha sido
percibida como motivo de segregación y naturalización
de la exclusión concomitante (Rosenthal y Sundram,
2003, p.1). El paradigma todavía hegemónico en Argentina se basa en la concepción de las personas usuarias de servicios de salud mental como objetos de tutela
y protección que entonces, por su propio bien y el de
la sociedad, deberían ser “sustituidos” en la toma de las
decisiones que afectan su vida, restringiendo así su capacidad de ejercer derechos .
El insuficiente respeto a la voluntad de la persona en
los procesos de internación involuntaria e interdicción
(insanias e inhabilitaciones), así como la prácticamente
inexistente implementación del derecho a que la persona usuaria otorgue el consentimiento libre e informado
para toda prestación en salud, son ejemplos del paradigma mencionado (Amendolaro, Laufer, 2012).
Asimismo, en un escenario de vulneración sistemática a
los derechos fundamentales de las personas con discapacidad psicosocial que se encuentran institucionalizadas
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Mujeres con discapacidad psicosocial ... p72-104
en centros de internación de salud mental en Argentina
(MDRI, CELS, 2008), referido a las mujeres con discapacidad psicosocial “institucionalizadas” nos encontramos
además con una situación de vulneración y exclusión que
fundamentalmente comprende: la discriminación en razón del género y de la discapacidad; la convivencia con
representaciones sociales estigmatizantes acerca de la locura; las regulaciones defectuosas y/o los vacíos legales
con que nos encontramos en el derecho; y el no cumplimiento de hecho de lo dispuesto normativamente.
Por ello, este trabajo se propone explorar la situación
de las mujeres con discapacidad psicosocial que se encuentran en centros de internación de salud mental en
Argentina, en particular en torno al reconocimiento
de sus derechos sexuales y reproductivos. Se pretende
generar condiciones, desde el enfoque del género y la
interseccionalidad, para que la situación de este grupo
de personas cobre real visibilidad social y se impulsen
urgentemente los cambios necesarios (por ejemplo, en
las políticas públicas) para avanzar en el respeto efectivo de sus derechos fundamentales.
A los fines de este trabajo, se articularán las perspectivas del análisis interseccional, el Derecho internacional
de los derechos de las mujeres y los aportes de la psicología institucional-comunitaria.
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
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A RTÍ CUL O S
Se trata de un estudio exploratorio-descriptivo. Las
fuentes de datos serán primarias, incluyendo observaciones directas y entrevistas, a profesionales, funcionarios, personas internadas y familiares; y secundarias,
involucrando el relevamiento de algunas investigaciones referidas a la temática.
Este trabajo incluirá tres partes: En la primera parte se
brindará una caracterización de la situación de las mujeres con discapacidad psicosocial institucionalizadas
en Argentina. En la segunda, una visión acerca de ciertas cuestiones que se considera delinean interseccionalmente (AWID, 2004) el trasfondo circunstancial de este
grupo de mujeres (como la discriminación, en razón del
género y de la discapacidad). Y en la tercera, se elaborarán conclusiones y propuestas sobre lo trabajado.
2. Formulación del Problema y Objetivos
Entre 2004 y 2007 el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y Mental Disability Rights International
(MDRI) realizaron una investigación sobre el sistema
de salud mental en Argentina. El trabajo culminó con
el informe “Vidas arrasadas: la segregación de las personas en los asilos psiquiátricos argentinos (en adelante
“Vidas arrasadas”), que fue publicado en 2008.
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Con base en el informe podemos concluir que aún hoy
en Argentina hay alrededor de 25.000 personas detenidas en centros de internación (66,7% en el sistema
público y 33,3% en el privado). La mayor parte de estas personas se encuentra segregada de la vida en comunidad. Más de un 80% son encerradas durante más
de un año, y muchas lo son de por vida. Dos tercios
de estas personas se encuentran en el sistema público,
de las cuales, el 75% permanecen detenidas en instituciones de 1.000 camas o más. Entre el 60 y 90% de las
personas detenidas son denominados como “pacientes
sociales”. De este modo fueron denominadas durante la
investigación las personas que permanecían institucionalizados en hospitales psiquiátricos porque el sistema
de salud mental en Argentina no cuenta con los servicios y el apoyo en la comunidad necesarios para evitar la prolongación indefinida de su internación o para
lograr su reinserción social. Aproximadamente el 50%
de las 25.000 plazas para internación por razones de salud mental que existen en Argentina corresponderían a
mujeres internadas.
Tomando ahora en consideración otras cifras que nos
serán útiles para delimitar el alcance de la problemática
que nos ocupa, podemos afirmar que alrededor de 300
millones de mujeres en el mundo tienen discapacidades mentales o físicas. Las mujeres representan las tres
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
75
A RTÍ CUL O S
cuartas partes de las personas con discapacidad en los
países de ingresos bajos y medios, y comprenden el 10
por ciento de las mujeres a nivel mundial (Center for
Reproductive Rights, 2002). La violencia doméstica es
la principal causa de discapacidad en las mujeres entre
16 y 44 años. En general, las mujeres con discapacidad
que viven en contextos de pobreza y exclusión consideran que no son sujetas de derechos y que cualquier
beneficio que obtengan es recibido como un favor y no
como el cumplimiento de un derecho. Para muchas, la
sexualidad se fue junto con la llegada de la discapacidad
y en general la sociedad tiende a considerarlas mujeres
asexuadas, sin deseos, sin derechos al placer, al amor y a
las relaciones de pareja (Section Women’s Disabilities,
Radio Internacional Feminista). Para 2001, casi 450
millones de personas padecían algún tipo de trastorno
mental. Los problemas de salud mental constituían ya
cinco de las diez causas principales de invalidez a escala mundial. Esto representa un 12% de la carga total
de morbilidad mundial. Asimismo, más del 40% de los
países no tienen política en salud mental (OMS, 2001).
El problema de las violaciones a los derechos humanos
de las mujeres que se encuentran institucionalizadas en
centros de internación de salud mental, y en particular
el no reconocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos, tanto en instituciones monovalentes (hosRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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pitales especializados destinados a prestar asistencia a
la salud en una única especialidad, por ejemplo, salud
mental) como en unidades psiquiátricas penales, es aún
menos visible para la sociedad en su conjunto que las
violaciones a los derechos humanos que se producen
en instituciones que albergan varones. Ya que, como
se señaló en la introducción, nos encontramos además
con una situación de vulneración y exclusión que fundamentalmente comprende: la discriminación en razón
del género y de la discapacidad; la convivencia con representaciones sociales estigmatizantes acerca de la locura. Que, en las prácticas cotidianas, dejan a la “loca”
y/o a la “discapacitada” (y al “loco” y/o al “discapacitado”) en el lugar de objeto (en vez de sujeto) tutelada/o
por el derecho; las regulaciones defectuosas y los vacíos
legales con que nos encontramos en el derecho; y el no
cumplimiento de hecho de lo dispuesto por el derecho.
En Argentina, en los centros de internación de salud
mental que alojan varones, como es el caso del Hospital
Psicoasistencial Interdisciplinario José Tiburcio Borda,
puede observarse la existencia de relaciones de intercambio con organizaciones de la sociedad civil preocupadas por los derechos de los “pacientes”, que trabajan
permanentemente en dicha institución. Las organizaciones más reconocidas, entre otras, son: el Frente de
Artistas del Borda, Pan del Borda, Cooperanza, y radio
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
76
A RTÍ CUL O S
La Colifata. Sin embargo fue muy posterior en el tiempo el surgimiento de organizaciones que trabajaran del
mismo modo en el Hospital Neuropsiquiátrico Braulio Moyano, que aloja a mujeres, y numéricamente son
muchas menos.
Así, las preguntas que orientarán este trabajo serán:
¿Cuál es la situación de las mujeres con discapacidad
psicosocial y que se encuentran en centros de internación de salud mental en Argentina en torno al reconocimiento de sus derechos humanos? ¿Cuál es la situación
de este grupo de mujeres en relación, en particular, al
reconocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos? ¿Qué cuestiones básicas delinean interseccionalmente el trasfondo circunstancial de este grupo de mujeres?
¿Por qué una mujer con discapacidad psicosocial tiene
mayores barreras sociales para ejercer sus derechos sexuales y reproductivos que una mujer sin discapacidad?
Por ello, se proponen como objetivos3:
Explorar la situación de las mujeres con discapacidad
psicosocial y que se encuentran en centros de internación de salud mental en Argentina, en relación al reconocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos.
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Analizar desde el enfoque de género y la interseccionalidad la situación de este grupo.
3. Situación de las mujeres con discapacidad
psicosocial que se encuentran en centros de
internación de salud mental en Argentina, en torno
al reconocimiento de sus derechos humanos
Desde 2010 Argentina cuenta en el ámbito nacional con
la Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657, que reconoce el derecho de las personas usuarias a ser parte de la
comunidad, a la rehabilitación, a la toma de decisiones
informadas para todo tratamiento y a decidir si quieren o no recibirlos. La Ley no solo impulsa la creación
de dispositivos comunitarios de atención ambulatoria,
sino que prevé la creación de un órgano independiente
e intersectorial de revisión de las internaciones involuntarias. Finalmente prohíbe la creación de nuevas instituciones manicomiales y promueve la progresiva desinstitucionalización de las personas alojadas en centros de
internación mediante su atención integral en hospitales
generales y otros dispositivos de salud mental, integrados en un esquema de atención primaria de la salud.
Sin embargo las estadísticas oficiales a nivel nacional
sobre personas asistidas en centros de internación de
salud mental aún son insuficientes y se encuentran
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
77
A RTÍ CUL O S
desactualizadas (Kraut, 2006, p. 395). Por lo tanto las
fuentes a partir de las que se relevaron los datos fueron
primarias: es decir, observaciones directas y entrevistas, a profesionales, funcionarios, personas internadas
y familiares. Y consisten en las mismas fuentes que
fueron recabadas durante la investigación que culminó con el Informe: “Vidas Arrasadas: la segregación
de las personas en los asilos psiquiátricos argentinos.
Un Informe sobre Derechos Humanos y Salud Mental”
(CELS – MDRI, 2008). Asimismo se accedió a fuentes
secundarias, involucrando el relevamiento de investigaciones referidas a la temática.
De acuerdo a las estadísticas suministradas por la entonces Unidad Coordinadora Ejecutora de Salud Mental y
Comportamiento Saludable del Ministerio de Salud de
la Nación, hoy Dirección Nacional de Salud Mental,
aproximadamente el 50% de las 25.000 plazas para internación por razones de salud mental que existen en
Argentina corresponderían a mujeres internadas.
Asimismo, más del 50% de las 2.414 personas internadas en instituciones psiquiátricas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires son mujeres.
El Hospital Neuropsiquiátrico Braulio Moyano, al
mes de agosto de 2005, contaba con 1.271 personas
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internadas. El tiempo medio de internación en este
hospital neuropsiquiátrico era de nueve años y tres
meses. Esta media es superior en tres meses a la media
general a nivel país.
Por su parte, la Unidad Psiquiátrica Penal Nº 27 del
Hospital Neuropsiquiátrico Braulio Moyano, contaba a
septiembre de 2006, con de 13 mujeres internadas.
El Hospital Interzonal Especializado Dr. José Antonio
Estévez, centro de internación de salud mental destinado a mujeres, contaba a octubre de 2006, con 955 personas internadas (CELS – MDRI, 2008).
El Hospital Neuropsiquiátrico Braulio Moyano fue intervenido en diciembre de 2005 luego de graves denuncias realizadas por un organismo de derechos humanos,
el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS)4 y por
medios periodísticos televisivos.
Entre las denuncias públicas que se realizaron sobre
violaciones a los derechos humanos de las mujeres internadas, pueden subrayarse:
- Coerción por parte del personal para que algunas
mujeres internadas ejercieran la prostitución;
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
78
A RTÍ CUL O S
- Experimentación con las mujeres internadas para
probar nuevos usos de fármacos existentes;
- Violaciones sexuales a mujeres internadas presuntamente cometidas por personal del hospital;
- Mujeres que murieron por desnutrición.
Estas denuncias fueron investigadas judicialmente pero
a la fecha no existe información pública sobre que se
hayan establecido responsabilidades y sanciones.
Como puede observarse, los derechos humanos de las
mujeres con discapacidad psicosocial, institucionalizadas en centros de internación de salud mental en Argentina, son cotidianamente violados y/o no considerados.
A su vez, en los informes elaborados por el CELS y
Mental Disability Rights International (MDRI) denunciando la situación en las Unidades Psiquiátricas Penales, que fueron entregados al Ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación en diciembre de 2004 y
a los legisladores del Gobierno de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires en abril de 2007, se subrayaba el control desmesurado que las autoridades ejercían sobre las
mujeres internadas, así como la actitud de sumisión a
la autoridad de las mujeres detenidas en la Unidad PsiRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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quiátrica Penal Nº 27 ubicada en el Hospital Neuropsiquiátrico Braulio Moyano. El personal de la Unidad
les prohibía a las mujeres hablar con quienes estaban
realizando la visita. Y al llegar a una celda con ocho mujeres alojadas la encargada del Penal gritó desde afuera:
“Al pie de las camas”, y todas las mujeres internadas saltaron y se pararon a los pies de las camas, en estado de
atención. Además, podemos afirmar que en la Unidad
en cuestión se reitera el uso de las celdas de aislamiento,
tal y como también sucedía en la Unidad Psiquiátrica
Penal Nº 20 que alojaba varones. Estas celdas tenían
unas dimensiones de 2 x 2 m2, no poseían luz natural,
no tenían adecuada ventilación, y la única comunicación con el exterior de la celda era una mirilla ínfima.
Estas celdas tampoco contaban con agua corriente ni
facilidades sanitarias.
Las Unidades Psiquiátricas Penales Nº 20 y Nº 27, dependientes del Servicio Penitenciario Federal, se encontraban, al momento de la investigación, ubicadas en predios de los hospitales Borda y Moyano, respectivamente.
Posteriormente, durante al año 2010, fueron trasladadas
a instalaciones del Servicio Penitenciario Federal.
El personal de la Unidad Nº 27 informó que tales celdas de aislamiento se utilizaban durante dos días como
máximo; sin embargo, durante la visita se pudo constaAna Laura Aiello | Roxana Amendolaro
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tar que había dos mujeres detenidas en estas celdas (una
había estado allí durante un año por orden judicial porque se consideraba que era un peligro para sí misma; la
otra, había estado detenida allí un año y medio por las
dificultades en el trato con las otras personas).5
Con fecha 30 de abril de 2007 el diario local La Nación
denuncia que a 50 meses de haberse pedido la intervención de la justicia siguen existiendo graves deficiencias
en el hospital Moyano. El 60% de las mujeres alojadas
en este hospital están en condiciones deficientes de infraestructura e higiene.6
Ya a nivel provincial, durante la visita realizada por
CELS y MDRI al Hospital Neuropsiquiátrico Diego
Alcorta de la provincia de Santiago del Estero, en diciembre de 2004, pudo constatarse que al menos dos
mujeres internadas se encontraban embarazadas. De
acuerdo con las fechas de ingreso a la institución que
figuran en sus historias clínicas, puede deducirse que
tales embarazos ocurrieron estando ellas ya internadas
en la institución. En 2006, una de las mujeres mencionadas se estaba recuperando de una operación cesárea.
Este nuevo embarazo, también habría ocurrido estando ella internada en el hospital. La directora de esta
institución informó que “junto con la cesárea, le habían
practicado a la mujer una ligazón de trompas sin su conRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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sentimiento”. La directora justificaba el procedimiento
diciendo que la ligazón se había realizado “porque [la
mujer] e[ra] promiscua”.
Según los estándares jurídicos internacionales, nunca
se someterá a una persona detenida involuntariamente
en una institución psiquiátrica a tratamientos irreversibles. Únicamente se puede realizar un tratamiento de
esta índole si la legislación nacional lo permite, cuando
la persona haya dado su consentimiento informado y
cuando un órgano externo independiente compruebe
que existe realmente un consentimiento informado y
que el tratamiento es el más conveniente para las necesidades de salud del paciente (Principio 11(14) de los
Principios de Salud Mental) .
El consentimiento informado “es un consentimiento
obtenido libremente sin amenazas ni persuasión indebida, después de proporcionar al paciente información
adecuada y comprensible, en una forma y en un lenguaje que éste entienda (…)” acerca de cuestiones varias, como por ejemplo, el diagnóstico y su evaluación
(Principio 11-2 de los Principios). Atento las declaraciones de la directora, podemos concluir que en este
caso no se cumplieron los estándares en referencia.
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
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A RTÍ CUL O S
Además, durante una segunda visita realizada por CELS
y MDRI al ya mencionado Hospital Neuropsiquiátrico
Diego Alcorta (Pcia. de Sgo. del Estero, Argentina) en
septiembre de 2006, recibimos información de que otra
mujer internada en el hospital desde hace 20 años, dio a
luz en dos oportunidades estando internada. También
se nos informó que ambos hijos fueron adoptados por
otras personas. Esta mujer, que es sorda, y aparentemente no maneja la lengua de señas, todavía pregunta
con gestos por sus hijos.
En la actualidad, diferentes organizaciones no gubernamentales en Argentina, además de haber impulsado activamente la sanción de la Ley Nacional de Salud Mental, están llevando adelante acciones de promoción y
difusión de los derechos de las personas con discapacidad psicosocial, así como también de denuncia pública
acerca de lo que sucede en las nombradas instituciones,
con el objetivo de generar la concienciación y el apoyo
de la sociedad civil.
Asimismo, se cuenta con el Órgano de Revisión de Salud
Mental que funciona en el ámbito del Ministerio Público
de la Defensa y debe desarrollar las funciones enunciadas
en el artículo 40 de la Ley Nº 26.657 a efectos de proteger los derechos humanos de las personas usuarias de
los servicios de salud mental. Además puede ejercer sus
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funciones de modo facultativo en todo el Territorio Nacional, en articulación con los Órganos de Revisión Locales
provinciales, cuando considere la existencia de situaciones de urgencia y gravedad institucional.
Entre las funciones del Órgano de Revisión, cabe destacar: a) Requerir información a las instituciones públicas y privadas que permita evaluar las condiciones
en que se realizan los tratamientos; b) Supervisar de
oficio o por denuncia de particulares las condiciones de
internación por razones de salud mental, en el ámbito público y privado; c) Evaluar que las internaciones
involuntarias se encuentren debidamente justificadas y
no se prolonguen más del tiempo mínimo necesario,
pudiendo realizar las denuncias pertinentes en caso de
irregularidades y eventualmente, apelar las decisiones
del juez; d) Controlar que las derivaciones que se realizan fuera del ámbito comunitario cumplan con los requisitos y condiciones establecidos en el artículo 30 de
la presente ley; entre otras funciones de importancia.
Pese a ello, la vulneración de los derechos humanos de
mujeres con discapacidad psicosocial, institucionalizadas en centros de internación de salud mental en Argentina -y en particular la vulneración de sus sexuales
y reproductivos- continúa siendo un problema vigente.
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
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A RTÍ CUL O S
4. Cuestiones que se considera delinean
interseccionalmente el trasfondo circunstancial
de las mujeres con discapacidad psicosocial
4.1 Interseccionalidad
La interseccionalidad es una herramienta para el análisis, el trabajo de abogacía y la elaboración de políticas, que aborda múltiples discriminaciones y nos ayuda a pensar la manera en que conjuntos diferentes de
identidades inciden sobre el acceso que se pueda tener
a derechos y oportunidades. Colabora en entender y
responder a las maneras en que el género se cruza con
otras identidades y cómo estos cruces contribuyen a experiencias singulares de opresión y privilegio. Se trata,
por tanto, de una metodología indispensable para el
trabajo en el campo del desarrollo y los derechos humanos. (AWID, 2004, p. 1)
El concepto de discriminación interseccional se basa en
la premisa de que las mujeres con discapacidad son un
grupo heterogéneo7, cuya identidad está determinada y
atravesada por una multiplicidad de identidades, status
y circunstancias de vida8. Así, entre muchos otros rasgos, las mujeres con discapacidad pertenecen a distintos
grupos etarios, son migrantes o nacionales del Estado
donde viven, defienden diversas opiniones políticas,
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y/o tienen diversas identidades de género u orientaciones sexuales. Se produce una situación de discriminación interseccional contra una mujer con discapacidad
si estos motivos prohibidos de discriminación “operan
e interactúan entre sí en forma simultánea, de tal manera que resultan inseparables.”9 (Minieri, 2017, p.13)
82
Así, en particular, la experiencia de una mujer con discapacidad psicosocial, institucionalizada en centros de
internación de salud mental, en relación al ejercicio de
sus derechos sexuales y reproductivos, será cualitativamente diferente a la de una mujer que no pasó por
dicha institucionalización.
4.2 Institucionalización
Cuando nos referimos a la institucionalización manicomial en centros de internación de salud mental estamos
hablando de un proceso que tiene lugar como consecuencia de un pacto social que discrimina, excluye e invisibiliza a aquellas personas que presentan diferencias
respecto de la pauta hegemónica de adaptación social.
Fue Foucault (2000) quien llevó adelante una genealogía de las instituciones de la modernidad (en particular
de los manicomios). De acuerdo a su planteo, puede
afirmarse que para que las personas transformasen su
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
A RTÍ CUL O S
cuerpo, su existencia y su tiempo en fuerza de trabajo,
y la pusiesen a disposición del aparato de producción
que el capitalismo intentaba hacer funcionar, a partir
de comienzos del siglo XIX proliferaron toda una serie de instituciones (hospitales, manicomios, orfelinatos, colegios, casas de educación, fábricas, talleres) que
constituyeron una forma social del poder que fue una
de las condiciones de funcionamiento de la sociedad
industrial o capitalista. “¡O bien vas a la fábrica o bien
terminas en la cárcel o en el manicomio de alienados!”
(Foucault, 2000). Queda de manifiesto el carácter de
control social y normalización que adquieren estas instituciones desde sus inicios en los procesos de producción de subjetividades.
Así, esta sociedad, se ha ocupado a través de múltiples
mecanismos político-científico-tecnológicos, en primer término de expulsar, en segundo de no ver y en
tercero de responsabilizar individualmente de la operación de expulsión a todas aquellas personas que difieren
del ideal jerarquizado y dejando de lado que lo propio
de los colectivos humanos es la invención y que la invención involucra la diferencia. Una diferencia sin jerarquías, sin puntos de referencia preestablecidos desde
algún centro de poder inventado históricamente, una
diferencia del devenir, azarosa, contingente, histórica.
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Los grupos humanos inventan sistemas de significación del mundo. Estos sistemas son sociales y son históricos. Nuestra subjetividad, esa manera de ver, sentir
y pensar que nos caracteriza no es una esencia que nos
define de una vez y para siempre, sino el resultado de
un proceso en el que se articulan componentes sociales,
históricos, políticos, económicos, culturales, deseantes.
La sola idea de una subjetividad esencial, ideológicamente, presupone la existencia de copias más o menos
logradas. Y entonces, quienes se acerquen más a dicha
esencia, quienes encarnen más a la letra dicha ficción
culturalmente impuesta, devendrán portadores de la
razón y la verdad. Ellos son quienes saben, quienes tienen, a quienes les corresponde. Al resto de las copias,
las que quedemos más lejos, nos llegará el resto, lo que
quede, o no nos llegará nada.
En la actualidad en Argentina los llamados manicomios
u hospitales monovalentes (centros de internación en
salud mental), continúan siendo la política generalizada en salud mental. Pese a ello, es importante subrayar
que no todas las prácticas que se llevan adelante en estas
instituciones se inscriben en un horizonte como el arriba descrito. Existen numerosas iniciativas que se orientan hacia el trabajo con base en la comunidad.
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
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A RTÍ CUL O S
Un importante ejemplo en el mencionado sentido es el
Programa de Externación Asistida (PREA) del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires. Funciona en el Hospital Interzonal José Estéves y revisa
críticamente el lugar hegemónico del hospital psiquiátrico para el tratamiento de mujeres con padecimiento
mental grave. El PREA propone que se debe procurar
articular desde el inicio del proceso de internación la
atención primaria de la salud mental con la utilización
de redes existentes en la comunidad. Está dirigido a
personas que hace años están internadas y se encuentran en proceso de externación. Una de las propuestas
de trabajo del Programa son los emprendimientos productivos. Allí estas mujeres confluyen en un espacio común con otro sector de excluidas/os del sistema: las/os
trabajadoras/es desocupadas/os. La articulación entre
ambos aspectos, atención primaria e inclusión en redes
comunitarias, se efectiviza a partir de la participación
de ambos actores sociales en los mencionados emprendimientos (taller textil, fabricación de dulces, de comidas, etc.), tutoreados por trabajadoras/es del hospital y
sostenidos económicamente a partir de la adjudicación
de planes de ayuda económica a quienes participan de
tales emprendimientos. Otra de las propuestas del Programa es el alojamiento en Casa de Medio Camino. En
2008, 50 mujeres externadas se encontraban residiendo
en casas de convivencia. Asimismo 2 mujeres estaban
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viviendo con sus parejas y continuaban participando
del programa, otras 2, también viviendo con sus parejas, habían dado la baja del programa. Otra mujer externada estaba viviendo con su hija y otra se encontraba
viviendo con su familia en la provincia de Catamarca.
Esta información fue brindada por profesionales integrantes del programa.
4.3 Algunas reflexiones desde la psiquiatría
y la psicología
Débora Tajer10, sostiene que los abusos “existen en todos los ambientes con situaciones de vulnerabilidad”,
“pero la saña hacia las mujeres es peor”. “La atención en
la ciudad de Buenos Aires para los pacientes psiquiátricos no es buena en términos generales. Igualmente
si uno observa el Hospital Borda y el Hospital Moyano son atenciones diferentes. Mientras que el primero
recibe todas las innovaciones, el segundo tiene la psiquiatría tradicional, y no es casual. Esto es así porque es
un hospital para mujeres”, afirma Tajer. “La ideología
con respecto a las pacientes mujeres es peor que para
la de los hombres. Es sumamente patriarcal, tutelar y
biologicista -reduciendo los trastornos de salud mental
a un origen solamente orgánico y no atendiendo a la
multideterminación en juego-. Se ve que se las retiene
mucho más, como se retiene a las mujeres en sus casas,
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
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A RTÍ CUL O S
mientras que en el Borda se intenta sacar a la gente.
De esta forma, los abusos son así porque el dispositivo
mismo lo permite”. El atropello a los derechos humanos es una práctica corriente en todos los ambientes
en donde hay personas en situación de vulnerabilidad,
como lo afirma Tajer. Sin embargo, en los hospitales
neuropsiquiátricos, cuando se trata mujeres la vulneración se acentúa desde la acción misma de la institución
(Veitz, 2006, p. 2).
También en referencia a la situación de las mujeres
alojadas en centros de internación de salud mental,
Elena Levin11 afirma: “Este es un problema político y
de la psiquiatría pesada. Las diferencias que se hacen
entre el Borda y el Moyano son desde las cúpulas dirigenciales y las diferentes visiones de la psiquiatría, y
no de los pacientes”. Levin afirma estar dolida dolida
por lo que pasa en el Moyano y prefiere no profundizar
porque subraya que no es un problema enteramente de
la ciencia sino político que incluye disputas científicas.
Igualmente arroja una frase desde su perspectiva de género: “La psiquiatría fue pensada desde una cosmovisión masculina que redujo a las mujeres a su aparato
reproductor” (Veitz, 2006, p. 2).
Irene Meler12, que recorrió las instalaciones del Hospital Moyano en repetidas oportunidades, indica que “el
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abuso tiene que ver con el rol genital de la mujer, la
posición subordinada de ella”. “Son prácticas de abusos
que atraviesan toda la historia: de la pequeña violencia
cotidiana, que puede ser psicológica en un matrimonio,
pasando por postergaciones en el trabajo, hasta llegar
a esta violencia, el abuso del débil mental”, manifiesta.
“Me parece estremecedor que la forma de esta práctica
de la violencia esté relacionada a lo erótico y a la sexualidad, porque el hombre goza. Es como una caricatura
siniestra de lo que sucede comúnmente entre relaciones
de mujeres y hombres, en las relaciones aparentemente
igualitarias esto ya esta está presente”, observa Meler.
(Veitz, 2006, p. 3).
4.4. Discriminación múltiple, en razón
del género y de la discapacidad
4.4.1 La noción de género
La noción de género, señala Di Marco (2005), como
categoría histórico-social se refiere a las relaciones sociales desde la perspectiva de las relaciones de poder y
subordinación que se establecen entre varones y mujeres a partir de las construcciones culturales sobre lo
que es ser un varón y lo que es ser una mujer en cada
momento. Se estructuran sobre la base de las diferencias biológicas entre los sexos y se traducen, vía su exAna Laura Aiello | Roxana Amendolaro
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A RTÍ CUL O S
trapolación, en desigualdades sociales. Son presentadas
como naturales y ahistóricas, esencias de lo femenino
o lo masculino, reproduciendo y sosteniendo las desigualdades que producen (Di Marco, 2005). Las relaciones de género constituyen un sistema jerárquico
entre varones y mujeres cuya configuración se apoya
en discursos que lo legitiman y naturalizan. Se trata de
relaciones de poder y autoridad, no de género como
análogo a mujeres. Género no puede equipararse a sexo
o cuerpo, no es un dato natural. Es una construcción
cultural, social y política que tiene efectos en la distribución de los bienes materiales y simbólicos y en las
oportunidades de acceso. Construcción que consagró,
durante la modernidad, a las mujeres y a las niñas, niños y adoelscentes al espacio de lo privado-indiferenciado y a los varones a lo público-individualizado. La
crítica feminista denuncia la falacia que consiste en
partir de hechos de la biología para introducir prejuicios étnicos, de clase, de género13. El concepto de género en términos ampliados, nos permite comprender la
importancia de dar voz a las/os afectadas/os directas/
os por cualquier situación de vulneración de derechos.
4.4.2 Concepto de discriminación
Conforme a lo establecido por la Convención sobre
la Eliminación de todas las formas de Discriminación
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Racial entendemos por discriminación toda distinción,
exclusión, restricción o preferencia basada en motivos
de origen étnico, orientación o identidad de género, religión, rango socioeconómico, edad y/o discapacidad.
La discriminación involucra una situación en la que
una persona o grupo es tratada de manera inequitativa
respecto de la población general. Toda persona tiene el
derecho a estar libre de discriminación así como a otros
derechos humanos fundamentales para la protección de
la discriminación.
La discriminación basada en el género es aquella que
se ejerce a partir de la construcción social que asigna
determinados atributos socio-culturales a las personas
a partir de su sexo biológico y convierte la diferencia
sexual en desigualdad social. La discriminación por género tiene su anclaje en estereotipos culturales y sociales que prescriben y determinan roles y funciones para
varones y mujeres. Son estas prácticas discriminatorias
las que excluyen y condicionan cotidianamente el acceso de las mujeres a sus derechos.
Asimismo, la pertenencia al género femenino se cruza
con otras formas de discriminación, por pertenencia étnica (afrodescendientes, indígenas), condición de migrante o refugiada, edad, opinión política, creencia religiosa,
orientación o identidad de género, pobreza, por tratarse
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
86
A RTÍ CUL O S
de una persona con discapacidad, etc. Si bien estos motivos de discriminación afectan también a varones, la condición de mujer potencia y multiplica las vulnerabilidades
y las construye como grupo particularmente afectado.
Suele hablarse entonces de doble o triple discriminación
y/o discriminación interseccional. Por ejemplo entre las
personas con discapacidad, éstas pueden ser víctimas de
abuso/explotación sexual y humillaciones. Problemáticas
que afectan a las adolescentes y niñas en mayor medida
que a sus pares varones (INADI, 2012, p 10).
Es así que la discriminación en razón del género es uno
de los basamentos de la violencia (violencia de género) que sufren las mujeres, y en particular las mujeres
con discapacidades psicosociales y que se encuentran en
centros de internación de salud mental en Argentina.
La discriminación en cuestión determina que la violencia de género antedicha sea aún menos visible para el
conjunto de la sociedad, que otros tipos y ámbitos en
los que se ejerce la violencia de género o la violencia
que se produce en instituciones que albergan varones.
En efecto, nos ha sido una ardua tarea localizar cifras
actuales que demuestren cuantitativamente que las mujeres que se encuentran en centros de internación de
salud mental soportan, además de las violencias ligadas
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a la ausencia de reconocimiento de otros derechos fundamentales (violencia que también padecen los varones
institucionalizados), discriminación y violencia de género. Sin embargo, y de acuerdo a los datos que ya han
sido compartidos, ello no nos impide afirmar que así
sucede y como práctica cotidiana y naturalizada. Con
esta evidencia nos hemos topado cuando visitamos
centros de internación de salud mental que las recluyen,
cuando buscamos información en fuentes secundarias,
o cuando pasamos revista de los derechos contemplados y reivindicados por algunos de los movimientos de
mujeres y nos encontramos con que esta problemática
aún no es suficientemente tenida en cuenta.
4.4.3 Discriminación hacia las personas con discapacidad
Las personas con discapacidad en general, y las personas con discapacidad psicosocial en particular, han sido
invisibles e históricamente marginadas de la garantía
de ejercicio de sus derechos fundamentales en muchas
las sociedades. La diferencia que supone la discapacidad
psicosocial ha sido percibida como motivo de discriminación, segregación y naturalización de la exclusión
concomitante, equiparándola en algunos casos al déficit
y/o a la peligrosidad. De esta manera, las personas con
discapacidad sufren una discriminación en razón de su
discapacidad (Hendriks, 1995).
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
87
A RTÍ CUL O S
Pese a los importantes avances que se han registrado
en los últimos años en materia legislativa y en el diseño de las políticas, en Argentina aún sigue vigente el
paradigma que supone una concepción de las personas
con discapacidad como objetos de tutela y protección
que entonces, por su propio bien y el de la sociedad,
deberían ser “sustituidos” en la toma de las decisiones
que afectan su vida, restringiendo así su capacidad de
ejercer derechos.
Asimismo, además de formas directas de discriminación, las personas con discapacidad pueden experimentar formas indirectas de discriminación.
La discriminación directa aparece cuando una persona
“sea, haya sido o pudiera ser tratada de manera menos
favorable que otra en una situación análoga”.
La discriminación indirecta existe cuando una “disposición, criterio o práctica aparentemente neutros pueda
ocasionar una desventaja particular”.
Ahora bien, la cuestión estriba en que en el caso de la
discapacidad, la diferencia que ésta implica es percibida generalmente como irregular, negativa, deficitaria o
peligrosa por la sociedad en general.
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Es decir: la discapacidad es una diferencia como tantas
otras. Pero no es igual el modo en el que la sociedad en
general percibe y considera a esta diferencia, respecto
de otras diferencias.
Esto último (la percepción de la discapacidad por nuestra sociedad como algo irregular, negativo, deficitario o
peligroso), quizá responda en parte a la siguiente razón:
capacidad y discapacidad, son términos de naturaleza
relacional. Es decir, sin comparar el significado del uno
con el del otro, no se puede comprender cuando una
persona tiene una capacidad y cuando tiene una discapacidad. Asimismo, dichos conceptos son construcciones sociales. Son definiciones que no son neutrales
y que contribuyen a la estigmatización. Siguiendo la
naturaleza relacional de estos términos, nuestra definición de lo que es diferente y de lo que es igual, depende
de nuestro punto de comparación.
Las prácticas sociales discriminatorias son el resultado
de la implementación de un modelo que, en su esencia,
es mayoritariamente ciego al género, patriarcal e indiferente a los derechos humanos, incluidos los derechos
de las mujeres (Scampini, 2012). Un modelo que se ha
ocupado de proponer al varón, blanco, heterosexual,
sin discapacidad, con determinado nivel educativo, con
determinados recursos económicos, perteneciente a la
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
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A RTÍ CUL O S
religión dominante, como ideal social y modelo relacional, desigualando las diferencias.
Separamos así entre “nosotras/os” (las/os iguales) y
“ellas/os” (las/os diferentes). Y esta separación, subrepticiamente implica que “ellas/os” (las/os “otra/os”) deben adaptarse a las normas y estándares de “nosotras/
os”, si pretenden ser aceptadas/os como miembros plenos de la sociedad.
Tal como ya se ha planteado, la diferencia es parte fundante de toda sociedad. Y esto debería de considerarse
así también respecto de la discapacidad. La plena participación de las personas con discapacidad es indispensable en un modelo de sociedad que promueve la igualdad y la democratización de sus relaciones, porque sus
contribuciones individuales enriquecen todas las esferas de la vida. De igual manera que las contribuciones
de las personas sin discapacidad.
En suma, la discapacidad debería de considerarse como
una diferencia más dentro de la diversidad de la sociedad, y no como un rótulo estigmatizador conducente a
la discriminación.
La Convención Interamericana para la Eliminación de
Todas las Formas de Discriminación contra las PerRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Mujeres con discapacidad psicosocial ... p72-104
sonas con Discapacidad constituye el primer tratado
regional de derechos humanos que ha definido en qué
consiste la discriminación que sufren las personas con
discapacidad (Breslin y Yee, 2002, p. 10.). Tal definición la brinda su artículo I.2.:
a) El término “discriminación contra las personas
con discapacidad” significa toda distinción, exclusión o restricción basada en una discapacidad, antecedente de discapacidad, consecuencia de discapacidad anterior o percepción de una discapacidad
presente o pasada, que tenga el efecto o propósito de
impedir o anular el reconocimiento, goce o ejercicio
por parte de las personas con discapacidad, de sus
derechos humanos y libertades fundamentales.
b) No constituye discriminación la distinción o preferencia adoptada por un Estado parte a fin de promover la integración social o el desarrollo personal de las
personas con discapacidad, siempre que la distinción o
preferencia no limite en sí misma el derecho a la igualdad de las personas con discapacidad y que los individuos con discapacidad no se vean obligados a aceptar
tal distinción o preferencia. En los casos en que la legislación interna prevea la figura de la declaratoria de
interdicción, cuando sea necesaria y apropiada para su
bienestar, ésta no constituirá discriminación.
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Sin embargo, vale destacar que este artículo es criticable respecto de su inciso (a), al menos en dos sentidos
(Courtis, 2004,):
Esta doble discriminación (en razón del género y de la
discapacidad), ha sido así reconocida por el Comité para
la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer.
Primero, porque la definición no alude al propósito
de impedir o anular de forma injustificada el reconocimiento, goce o ejercicio de un derecho. Así, atento
los términos de la Convención, se puede excluir a una
persona ciega de conducir un vehículo.
En esta recomendación, el Comité expresa su preocupación por la situación de las mujeres con discapacidad, las cuales sufren una “doble discriminación” y
recomienda a los Estados Partes que “incluyan en sus
informes periódicos información sobre la situación de
las mujeres con discapacidad y sobre las medidas adoptadas para hacer frente a su situación particular, incluidas las medidas especiales para garantizarles igualdad
de acceso a la educación y al empleo, los servicios de
salud y la seguridad social, así como la participación en
todas las esferas de la vida social y cultural.” Este Comité es el órgano encargado de vigilar la aplicación de la
Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer.
Segundo, debido a que el concepto en análisis no cubre
los casos en los que quien distingue, excluye o restringe, no se basa en la discapacidad, antecedente, secuela o
percepción de la misma. Una muestra de uno de estos
casos la constituye la construcción de un edificio que no
es accesible (ya que éste anula la libre circulación, con
independencia de que quien o quienes lo han construido, se hayan basado en la cuestión de la discapacidad).
En cuanto a su inciso (b), sobre todo es plausible de crítica la inclusión de una justificación exclusiva respecto
de la institución de la interdicción, ya que esto puede
dar a entender que quienes elaboraron este instrumento comulgan absolutamente con tal institución (que ha
merecido numerosas críticas).
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Es interesante afirmar que, además del género y de la
discapacidad, existen muchas otras circunstancias que
interseccionalmente pueden provocar otras vulnerabilidades, con sus probables y consiguientes discriminaciones, en las mujeres con discapacidad. Entre ellas podemos referir: el hecho de que una mujer con discapacidad
pertenezca a un país pobre; o la condición de una mujer
con discapacidad como miembro de una minoría étniAna Laura Aiello | Roxana Amendolaro
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ca. Así lo reconoce por ejemplo Arnau Ripollés (2004),
en su trabajo “Violencia de género contra la(s) mujer(es)
con discapacidad(es)”. Así, si bien esta autora se adscribe
a la referida doble discriminación, expresa que le parece más adecuado referirse una discriminación múltiple,
pues de esta manera se puede englobar más amplia y explícitamente “la diversidad de Mujer-es con disCapacidad-es”. Agrega en este sentido Arnau Ripollés que hay
mujeres con discapacidad que “padecen más de dos discriminaciones”, por ejemplo, las mujeres lesbianas con
discapacidad. Asimismo, según esta experta la teoría de
la discriminación múltiple puede reflejar con mayor certeza el hecho de que, en función de la discapacidad que
tenga una mujer, “está más o menos excluida del discurso
de la mujer con discapacidad en general”. Y concluye manifestando que si no aprendemos a ser más cuidadosas,
y cuidadosos, hablar en estos momentos de “mujer con
discapacidad” se reduce prácticamente a “mujer con discapacidad física, blanca, occidental, heterosexual, de clase
media, de mediana edad, y de tradición judeocristiana”.
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ratificada por Argentina en el año 2008, establece la obligatoriedad de que los Estados reconozcan la titularidad
de derechos y garanticen su ejercicio pleno, en igualdad
de condiciones para todas las personas con discapacidad.
Esta norma, que ya era parte del derecho argentino con
rango superior a las leyes, a partir del año 2014 pasó a
integrar la Constitución Nacional, en el marco de su
artículo 75 inc. 2214.
La Convención se funda en el “modelo social” de la
discapacidad y en la lucha de las propias personas con
discapacidad para autoafirmarse como ciudadanos con
igual dignidad y valor que los demás.
4.5. La discapacidad como una cuestión
de derechos humanos y el modelo social
de la discapacidad
La dignidad como valor ha sido un factor crucial en el
pasaje hacia una perspectiva de la discapacidad basada
en los derechos humanos. Debido a su invisibilidad, las
personas con discapacidad frecuentemente han sido
tratadas como objetos a los que había que proteger o
compadecer. El cambio fundamental se produjo cuando comenzaron a verse a sí mismas, y comenzaron a
ser vistas como personas, sujetos de derecho y no como
objetos (Quinn y Degener, 2002, p. 18).
La Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad -en adelante “la Convención” o CDPD-,
El modelo social subraya que lo concebido como discapacidad obedece a causas preponderantemente sociales.
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Asimismo, señala que las discapacidades son producto
del encuentro entre personas que experimentan un
determinado impedimento, y barreras sociales que limitan su capacidad para participar en condiciones de
igualdad en la sociedad. En consecuencia, la Convención determina que los Estados deben adoptar todas
las medidas necesarias para garantizar la participación
efectiva de las personas con discapacidad en cada una de
las actividades de la vida en comunidad.
En el inciso 1 del artículo 12 de la Convención sobre
los Derechos de las Personas con Discapacidad, los
Estados Partes reafirman que las personas con discapacidad tienen derecho a ser reconocidas en igualdad
de condiciones ante la ley. Este párrafo del artículo 12
alude al elemento de la capacidad jurídica que se refiere
a la titularidad de derechos, y reconoce la personalidad
jurídica de las personas con discapacidad. El párrafo 2 del artículo 12 establece que “Los Estados Partes
reconocerán que las personas con discapacidad tienen
capacidad jurídica en igualdad de condiciones con las
demás en todos los aspectos de la vida.” Una ciudadana
o un ciudadano sin discapacidad que es propietaria o
propietario de un bien inmueble, o de un automóvil,
de un caballo o de un libro, tiene el derecho de vender
la casa, de alquilar el automóvil, de donar el caballo o
de prestar el libro. Todas las posibilidades anteriores, y
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otros actos de disposición que son inherentes a su calidad de propietaria o propietario, son manifestaciones
de su capacidad jurídica. El inciso 2 al extender los mismos derechos a las personas con discapacidad, alude a la
posibilidad de ejercicio de derechos como componente
de la capacidad jurídica. La inclusión de los principios
de reconocimiento de la autonomía individual, prohibición de discriminación, e igualdad de oportunidades,
entre los principios generales de la Convención que los
Estados Partes deben respetar, constituye una prueba
de la naturaleza no negociable de este compromiso.
Esta obligación exige a los Estados, por un lado, abstenerse de acciones que socaven estos principios y, por
otro, emprender las medidas que los promuevan15.
Para mostrar la importancia del ejercicio pleno del derecho a la participación, cabe recordar algunas de las
frases expresadas por organizaciones de personas con
discapacidad durante el proceso de redacción de la
Convención, entre ellas: “No nos sustituyan, inclúyannos” o “nada sobre nosotras/os sin nosotras/os”.
En este sentido, Tina Minkowitz, co-directora de la
Red Mundial de Usuarios y Sobrevivientes de la Psiquiatría, se ocupó de presentar y desarrollar una metodología específica relativa a la capacidad legal inherente
y la toma de decisiones con apoyo. Minkowitz subrayó
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que la capacidad legal es una “aptitud regulada por el ordenamiento para ser titular de derechos y obligaciones
y para obrar con impulsos propios en la vida jurídica
de relación” (Minkowitz, 2008). La toma de decisiones
con apoyo es un modo de aplicar el modelo social para
lograr el ejercicio real de la capacidad legal. En lugar de
privar al individuo de su capacidad legal e instalar un
tutor o curador a cuidar sus intereses, lo que refuerza
un estado de pasividad, debemos crear las condiciones
que faciliten a la persona el “obrar con impulsos propios”. Uno de los principios que guía esta metodología
supone asumir la “dignidad del riesgo” y el derecho de
todas y todos a andar por el mundo con todos sus peligros y posibilidades.
4.6 Fortalecimiento singular y colectivo
¿Quién da cuenta de las situaciones cotidianas de las
mujeres, de las personas con discapacidad, de las niñas
(y de los niños), de las “locas” (y de los “locos”), o de
las personas detenidas en las cárceles? ¿Cómo legitiman
ellas (y ellos) su relato? ¿Cómo se nombran a aquellas (y
aquellos) que están excluidos del discurso social y político hegemónico?
Si uno de nuestros objetivos es dar cuenta de la situación en la que se encuentran las mujeres con discapaciRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Mujeres con discapacidad psicosocial ... p72-104
dad psicosocial, institucionalizadas en centros de internación de salud mental en Argentina, necesariamente
debemos atender a la complejidad de los aspectos silenciados: las voces de las afectadas directas; las voces de
las relaciones de poder y autoridad tal y como se entraman específicamente en los centros de internación de
salud mental, y que dan cuenta de particulares procesos
de institucionalización.
En tal sentido, también debemos tener en cuenta que
toda denuncia de la situación que nos proponemos hacer visible debe escribirse en la comunidad, por la comunidad y con la comunidad en la medida en que retoma
la historia de las relaciones que dieron lugar al sometimiento y a la exclusión. En la comunidad ya que debe
tratarse de un proceso situado temporal y espacialmente,
ninguna denuncia puede tener carácter universal; por la
comunidad ya que el objetivo, desde una perspectiva institucional-comunitaria, es que el propio grupo social se
fortalezca (empowerment)16, y, finalmente, con la comunidad ya que cualquier escritura debe incluir la perspectiva
de las/os afectadas/os directas/os.
Consideramos que tanto los responsables directos de la
implementación de las políticas públicas como la sociedad civil en su conjunto debemos atender los reclamos
tal y como los enuncian los/las propios/as afectados/as
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
93
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por la situación de vulneración de que se trate. Si uno
de los objetivos de este trabajo puede traducirse en el
anhelo de construcción de una sociedad más justa e inclusiva, es fundamental que cada persona/ actor/actriz
social que la componen se constituya como sujeta/o autónoma/o y tenga parte en la construcción de las instituciones que la sostienen: La autonomía (y su producción)
toma aquí el sentido de una autoinstitución de la sociedad,
autoinstitución en adelante más o menos explícita: nosotros
hacemos las leyes, lo sabemos, y somos pues responsables de
nuestras leyes, de modo que debemos preguntarnos cada vez:
por qué esta ley y no otra (Castoriadis, 1998, p. 77).
5.3 Instrumentos de Derecho Internacional
de Derechos Humanos
Los derechos sexuales incluyen el derecho de todas las
personas a “una sexualidad plena en condiciones seguras, así como el derecho a tomar decisiones libres,
informadas, voluntarias y responsables sobre su sexualidad, con respeto de su orientación sexual e identidad
de género, sin coerción, discriminación ni violencia.”17 Siguiendo a la Organización Mundial de la Salud
(OMS), es posible detallar un poco más esta definición
y señalar que los derechos sexuales abarcan “el derecho
de todas las personas, libres de coerción, discriminación y violencia, a: (1) el mayor estándar posible de saRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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lud, en relación con la sexualidad, incluyendo el acceso
a servicios de salud sexual y reproductiva; (2) buscar,
recibir e impartir información en relación a la sexualidad; (3) educación sexual; (4) respeto por la integridad corporal; (5) elección de pareja; (6) decidir ser o no
ser sexualmente activo; (7) [tener] relaciones sexuales
consensuadas; (8) [un] matrimonio consensuado; (9)
decidir tener o no tener, y cuándo tener hijos; y (10)
ejercer una vida sexual satisfactoria, segura y placentera.”18 Por su parte, los derechos reproductivos “se basan
en el reconocimiento del derecho básico de todas las
parejas e individuos a decidir libre y responsablemente
el número de hijos, el espaciamiento de los nacimientos
y el intervalo entre éstos y a disponer de la información
y de los medios para ello y el derecho a alcanzar el nivel
más elevado de salud sexual y reproductiva. También
incluye su derecho a adoptar decisiones relativas a la
reproducción sin sufrir discriminación, coacciones ni
violencia, de conformidad con lo establecido en los documentos de derechos humanos.”19 (Minieri, 2017).
El Sistema Interamericano, con la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, la Convención
Americana de Derechos Humanos, El Protocolo Adicional a la Convención Americana en materia de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales “Protocolo de San Salvador”, la Convención de Belém do Pará y la Comisión y
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
94
A RTÍ CUL O S
la Corte Interamericana de Derechos Humanos,20 expresamente consagran las obligaciones de los Estados para
brindar una adecuada protección de los derechos de las
mujeres y la obligación de garantizar que las mujeres accedan a los servicios de salud sin discriminación alguna.21
(Centro de Derechos Reproductivos, 2015).
Con la ratificación de la Convención de Belém do Pará,
los Estados Parte asumieron el compromiso de adoptar
políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra las mujeres, así como a actuar con la
debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar
dicha violencia, y a promover la modificación de patrones de conducta y estereotipos socioculturales de varones y mujeres. En el marco de la implementación de la
Convención de Belém do Pará, la Declaración sobre la
Violencia contra las Mujeres, Niñas y Adolescentes y sus
Derechos Sexuales y Reproductivos del Comité de Expertas/os (CEVI) del MESECVI, hace un llamado a los
Estados para garantizar la salud sexual y reproductiva de
las mujeres y su derecho a la vida, eliminando el aborto
inseguro y estableciendo leyes y políticas públicas que
permitan la interrupción del embarazo. De igual manera, se reitera el llamado para garantizar que las mujeres
tengan acceso inmediato a métodos anticonceptivos
económicos, incluyendo la anticoncepción de emergencia.22 (Centro de Derechos Reproductivos, 2015).
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Mujeres con discapacidad psicosocial ... p72-104
Referido en particular a las mujeres con discapacidad, el
preámbulo de la Convención sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad (CDPD) reafirma el principio de “universalidad, indivisibilidad, interdependencia e
interrelación de todos los derechos humanos y libertades
fundamentales, así como la necesidad de garantizar que las
personas con discapacidad los ejerzan plenamente y sin
discriminación.”23 De esta manera, el Preámbulo enfatiza
que la CDPD no crea nuevos derechos sino que procura
garantizar que las personas con discapacidad ejerzan todos
los derechos ya reconocidos por el derecho internacional
de los derechos humanos, incluidos los Derechos Sexuales
y Reproductivos, en igualdad de condiciones con las demás personas (Palacios, Bariffi, 2007, p. 56).
Asimismo, dos artículos de la CDPD receptan expresamente algunos aspectos de los Derechos Sexuales y Reproductivos. El artículo 23 reconoce “el derecho de las
personas con discapacidad a decidir libremente y de manera responsable el número de hijos que quieren tener y el
tiempo que debe transcurrir entre un nacimiento y otro, y
a tener acceso a información, educación sobre reproducción y planificación familiar apropiados para su edad, y…
[a] los medios necesarios que les permitan ejercer esos derechos.”24 De esta forma, la CDPD replica, casi exactamente, el artículo 16 de la Convención sobre la eliminación de
todas las formas de discriminación contra la Mujer (CEAna Laura Aiello | Roxana Amendolaro
95
A RTÍ CUL O S
DAW).25 Dada la prevalencia de esterilizaciones forzadas
entre las personas con discapacidad, en particular entre las
personas con discapacidad psicosocial alojadas en centros
de internación de salud mental -tal y como se reseñó más
arriba- el artículo 23 de la CDPD también obliga al Estado
a garantizar que las personas con discapacidad “mantengan su fertilidad, en igualdad de condiciones con las demás.”26 (Minieri, 2017: 18).
6. Leyes nacionales y políticas públicas:
avances recientes en Argentina
Uno de los avances más evidentes –y que involucra un
adelanto sustantivo en lo que hace a la aplicación de
la Convención de Belém do Pará en Argentina- fue la
sanción de la Ley Nacional 26.485 Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia
contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus
relaciones interpersonales, en el año 2009. Dicha ley establece que “(s)e entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el
privado, basada en una relación desigual de poder, afecte
su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica,
sexual, económica o patrimonial, como así también su
seguridad personal. Quedan comprendidas las perpetradas desde el Estado o por sus agentes” (Art. 4).27
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
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También deben destacarse los avances introducidos
tanto por la Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657
como el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación.
La sanción de la Ley Nacional de Salud Mental 26.657 en
2010 marcó un hito en el camino de desandar el paradigma, aún hoy hegemónico en Argentina, que se basa en la
concepción de que las personas usuarias de los servicios
de salud mental son objetos de tutela y protección y, que
deben ser sustituidas en la toma de decisiones. Asimismo, esta ley reconoce el derecho de todas las personas a
acceder a la atención integral en salud mental de acuerdo
a sus necesidades, en un marco de igualdad y no discriminación (Amendolaro, Laufer, Spinelli, 2015).
Asimismo, el nuevo Código Civil y Comercial se propuso adecuar el derecho positivo a la CDPD, y receptar
el nuevo paradigma en materia de personas con padecimientos mentales, de conformidad con la Ley Nacional
de Salud Mental 26.657. Ambas normas ya reconocían
el derecho a la capacidad jurídica de las personas con
discapacidad, a la dignidad y a la autonomía, a la libertad, a la integridad personal, a la igualdad y no discriminación, al acceso a la información, a la intimidad, a la
identidad, a la integración comunitaria.
Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
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A nuestro criterio, a pesar de la brecha que aun separa el
modelo de capacidad asumido por el nuevo Código Civil
respecto de la CDPD, su aprobación constituye un indudable avance en relación con el modelo vigente. Ello,
en tanto incorpora, entre otros derechos, el sistema de
apoyos para el ejercicio de la capacidad jurídica en los casos de capacidad restringida para determinados actos, y
consolida los avances introducidos por la Ley Nacional
de Salud Mental, al fortalecer la promoción del mayor
grado de autonomía posible, así como la determinación
concreta de los actos jurídicos para los cuales se limita la
capacidad. (Amendolaro, Laufer, Spinelli, 2015).
7. Conclusiones y propuestas
A través de un análisis interrelacionado, con aportaciones del análisis interseccional, el Derecho internacional de los derechos de las mujeres y los aportes de
la psicología institucional-comunitaria; y donde una
de las propuestas más importantes que se deduce es
la necesidad de fortalecimiento de los propios grupos
vulnerados a partir del trabajo directo con las comunidades de las que éstos son parte, se ha explorado la
situación del grupo conformado por las mujeres con
discapacidad psicosocial y que se encuentran institucionalizadas en centros de salud mental en Argentina.
Asimismo se ha brindado alguna información referida
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a la situación de este grupo en algunos países de América Latina. Tal análisis nos permite realizar algunas
conclusiones y propuestas:
Estas mujeres constituyen un grupo especialmente significativo. Nos hemos encontrado con que el grupo de las
mujeres internadas en centros de salud mental constituye
el 50%, o más del 50%, del total de las personas internadas.
Estas mujeres sufren discriminación, exclusión y violaciones gravísimas a sus derechos humanos. Destacando la
vulneración a sus derechos sexuales y reproductivos.
Argentina cuenta en el ámbito nacional con una ley
marco en salud mental y derechos humanos de las personas usuarias de servicios de salud mental y con un
nuevo Código Civil que reconocen el derecho al ejercicio de la capacidad jurídica de las personas con discapacidad, sin embargo aún resta un importante camino
para que dichas normativas se traduzcan en políticas
generales conducentes a garantizar el efectivo cumplimiento de los derechos de las personas con discapacidad psicosocial, y en sexuales y reproductivos de las
mujeres con discapacidad psicosocial.
Asimismo, se subrayó la importancia de la aprobación
en nuestro país en 2009 de la ley Nacional 26.485 Ley
de protección integral para prevenir, sancionar y erraAna Laura Aiello | Roxana Amendolaro
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A RTÍ CUL O S
dicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en
que desarrollen sus relaciones interpersonales. (Art. 4)
Las estadísticas oficiales a nivel nacional son insuficientes. Estos datos, junto con el marco normativo, permitirían avanzar en el diseño de las políticas necesarias
para el efectivo cumplimiento de los derechos de este
grupo de personas, desde una perspectiva de género.
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La discriminación en razón del género es uno de los
basamentos de la violencia (violencia de género) que
sufren las mujeres que se encuentran alojadas en centros de internación de salud mental. Esta discriminación determina que la violencia que se comete contra
este grupo de mujeres sea aún menos visible para el
conjunto de la sociedad que la violencia que se produce
en instituciones que alojan varones; y que la violencia
que se ejerce sobre otras mujeres.
Reconociendo que existen importantes avances, de todos modos debe subrayarse que en los centros de salud mental de nuestro país predomina aún hoy la pauta hegemónica denominada “manicomialización”, que
discrimina, excluye y no ofrece suficientes alternativas
de tratamiento ni reinserción social posterior a aquellas
personas que padecen algún tipo de discapacidad mentales. Los diagnósticos psiquiátricos, funcionan como
rótulos que estigmatizan a la persona en la discapacidad
que la afecta y, conjuntamente con la maquinaria institucional-social, contribuyen a alejar a la persona de su
condición de sujeto de derecho.
Con base en el derecho internacional de los derechos
humanos, Argentina puede aplicar en casos concretos
de violaciones de derechos humanos una articulación
ingeniosa de determinadas normas y jurisprudencia
internacionales (como por ejemplo lo hizo en el precursor caso “T. Ricardo Alberto s/Internación”); modificar determinadas normas del orden jurídico nacional
argentino, en caso de que éstas sean contrarias a obligaciones internacionales asumidas; y legislar “desde cero”
en los casos en los que el ordenamiento jurídico nacional argentino presente vacíos legales.
A la gravedad de los hechos denunciados se suma la invisibilidad social aún mayor en la que se encuentran las
mujeres que fueron alojadas en centros de internación de
salud mental y permanecieron allí durante años y años.
Ello permitirá avanzar en el diseño de políticas, con
perspectiva de género, enmarcadas en el Modelos Social de la Discapacidad, que garanticen la inclusión real
de las mujeres con discapacidad psicosocial.
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Notas
1
Se utilizarán indistintamente los términos “personas usuarias de
los servicios de salud mental”, “personas con discapacidad mental”
o “personas con discapacidad psicosocial”. En tal sentido, se han
contemplado los estándares internacionales en materia de derechos
humanos de las personas con discapacidad y la actual discusión
de este grupo en torno a cómo autodenominarse. Estos términos
también incluyen a personas que puedan estar sujetas a discriminación
basándose en la percepción de que tienen una enfermedad o un
historial previo de discapacidad mental.
2
Algunas definiciones conceptuales:
Con el término “institucionalización”, usualmente se hace referencia a la
situación de las personas (en nuestro caso personas con discapacidades
psicosociales) que se encuentran en establecimientos institucionales
de características totales, es decir que se organizan de acuerdo a un
modelo asilar, custodial y de control social (por ejemplo, un hospital
neuropsiquiátrico, una cárcel). Cabe aclarar que la problemática relativa a
la “institucionalización” abarca tanto lo que sucede dentro de los “muros”
de las instituciones como en la comunidad de la que éstas son parte.
Asimismo, la manicomialización hace referencia a la supresión de la
posibilidad de que las personas que se encuentran en los manicomios
se manifiesten como individuos pensantes, como sujetos portadores de
derecho y donde lo cotidiano es el maltrato y el no reconocimiento de
su dignidad (Ulloa, 1995).
Respecto de la definición de discapacidad, la Convención sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad establece (…) las personas
con discapacidad incluyen a aquellas que tengan deficiencias físicas,
mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar
con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva
en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás.
En cuanto al concepto de discapacidad mental, también tomará en
consideración la opción de los reconocidos expertos internacionales en
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Mujeres con discapacidad psicosocial ... p72-104
salud mental y derechos humanos, Rosenthal y Sundram: se utilizará
entonces la terminología “discapacidades mentales” en un sentido amplio,
incluyendo así tanto a las personas con un diagnóstico de enfermedad o
de desorden mental, como a las personas que no tienen un diagnóstico
de enfermedad o de desorden mental pero que son así percibidas por las
autoridades médicas o por otros integrantes de la sociedad (esto último,
en razón de que muchas personas son discriminadas con razón de tal
percepción, y con motivo de lograr que la legislación ideada a los efectos
que nos ocupan otorgue protección también ante estas situaciones -en
otras palabras: de hecho la discriminación es la misma con diagnóstico o
sin él-) (Rosenthal y Sundram, 2003, p.1).
Referido al uso del término “paciente/s”, debe señalarse que el mismo
es un término controvertido. Según Rosenthal y Sundram, cuando
los Principios para la protección de los enfermos mentales y el
mejoramiento de la atención de la salud mental (adoptados por la
Asamblea General de las Naciones Unidas 46/119, de 17 de diciembre
de 1991; en adelante, los Principios) hacen referencia a “pacientes”
y no a “personas”, esto sugiere que los derechos de las personas con
discapacidades mentales son un producto de su estatus médico antes
que de su valor inherente como seres humanos (Rosenthal y Sundram,
2003, ob. cit., p. 7).
CELS, El castigo del “inimputable”. Unidades penales del Borda y del
Moyano, publicado en el diario Página 12, 15/12/2005.
3
CELS, El castigo del “inimputable”. Unidades penales del Borda y del
Moyano, publicado en el diario Página 12, 15/12/2005.
4
La Nación, 30 de abril de 2007, “Siguen las deficiencias en el
Moyano”, noticia disponible en la página en Internet de este diario:
http://www.lanacion.com.ar .
5
6
Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad,
Observación General Nº 3, supra nota 25, parág. 16.
7
parág. 16.
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102
A RTÍ CUL O S
8
parág. 4.
9
Psicóloga, profesora adjunta de Estudios de Género de la Facultad de
Psicología de la UBA, residente del Hospital Neuropsiquiátrico Braulio
Moyano entre 1990 y 1994 y a cargo de la Cátedra de Psiquiatría
Social del Curso Superior de Especialistas en Psiquiatría del Hospital
Neuropsiquiátrico Braulio Moyano entre 1995 y 2000.
Directora del Posgrado de Ginecopsiquiatría de la Universidad
Favaloro y creadora del Capítulo Salud Mental de la Mujer de la
Asociación de Psiquiatras Argentinos.
10
Psicoanalista, coordinadora del Foro del Psicoanálisis y Género de
la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires y Profesora a cargo de la
Materia Psicología III del Curso Superior de Especialistas Universitarios
en Psiquiatría en el Hospital Neuropsiquiátrico Braulio Moyano.
11
Escribir una historia de las mujeres, señala Perrot (2002, p.
58), supone tomarlas como protagonistas de su propio destino,
atribuir a la relación entre los sexos una cierta gravitación sobre los
acontecimientos […] El feminismo […] hasta fecha reciente, no era
considerado como un movimiento social.
12
Mujeres con discapacidad psicosocial ... p72-104
apunten al fortalecimiento de la sociedad civil, para que ésta desarrolle
una clara conciencia de sus derechos y sus deberes ciudadanos. Podríamos
completar el concepto señalando que se tratará de un colectivo que
intentará poner abiertamente en tela de juicio su propia ley de existencia,
su propio orden dado.
Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Consenso
de Montevideo sobre Población y Desarrollo, LC/L.3697, 5 de
septiembre de 2013, online: Comisión Económica para América Latina
y el Caribe http://bit.ly/1z2uIqM.
16
17
Organización Mundial de la Salud, citado por Alice Miller,
Sexualidad y Derechos Humanos. Documento de reflexión [Sexualidad
y Derechos Humanos] (Ginebra: Consejo Internacional de Políticas en
Derechos Humanos, 2010), online: Consejo Internacional de Políticas
en Derechos Humanos http://bit.ly/2hKDvRD, pps. 9 y 10.
Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de Naciones
Unidas, Programa de Acción, Capítulo VII, Derechos Reproductivos y
Salud Reproductiva, 1994, online: Naciones Unidas http://bit.ly/1IpoDi7,
parág. 7.3
18
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha identificado el
artículo 11 (2), el artículo 17 (2) y el artículo 29 (b) de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, como las fuentes de los derechos
a la vida privada, la autonomía reproductiva y a fundar una familia
y, en consecuencia, las fuentes de la prohibición de restricciones
desproporcionadas e innecesarias, de iure o de facto, para ejercer las
decisiones reproductivas que corresponden a cada individuo.
19
13
Ley Nº 27.044 (BO Nº 33.035 del 22/12/2014)
14
Carta de Opinión Legal sobre el artículo 12 de la Convención
Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad
(CDPD). Disponible en: http://redlamyc.info/Comunicaciones_Region/
Correos%20Varios/Archivos%20adjuntos/2008_04_27_Art_12_Carta%20
Expertos%20del%20Caucus.doc
MESECVI, Declaración sobre la Violencia, supra nota 9.
Adicionalmente, el Protocolo de San Salvador determinó que toda
persona tiene el derecho a la salud, entendida como el disfrute del más
alto nivel de bienestar físico, mental y social. Asimismo, los Estados
Parte se comprometieron a reconocer la salud como un bien público
y, particularmente, a adoptar medidas específicas para garantizar este
derecho sin discriminación alguna. La Comisión Interamericana de
Derechos Humanos ha declarado que no es posible que las mujeres
20
Con la noción de empowerment hacemos referencia al proceso mediante
el cual los miembros de una comunidad (individuos interesados y grupos
organizados) desarrollan conjuntamente capacidades y recursos para
controlar su situación de vida, actuando de manera comprometida,
consciente y crítica, para lograr la transformación de su entorno según
sus necesidades y aspiraciones, transformándose al mismo tiempo a
sí mismos (Montero, 2003, p. 72). Lo cual supone intervenciones que
15
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Ana Laura Aiello | Roxana Amendolaro
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A RTÍ CUL O S
puedan llegar a disfrutar plenamente de sus derechos humanos
sin el acceso comprensivo a los servicios de salud, así como a la
información y educación respectiva, para que de esta manera puedan
tomar decisiones libres, informadas y responsables con respecto a la
reproducción, incluyendo la planificación familiar(Centro de Derechos
Reproductivos, 2015). Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, Informe No 21/07, Petición 161/02, Solución amistosa,
Paulina del Carmen Ramírez Jacinto (Méx.) (9 mar. 2007).
21
MESECVI, Declaración sobre la Violencia, supra nota 9.
22
MESECVI, Declaración sobre la Violencia, supra nota 9.
23
CDPD, Preámbulo, inciso c).
24
CDPD, artículo 23, inciso 1.b).
“Los Estados partes adoptarán todas las medidas adecuadas para
eliminar la discriminación contra la mujer en todos los asuntos
relacionados con el matrimonio y las relaciones familiares y, en
particular, asegurarán, en condiciones de igualdad entre hombres y
mujeres: … e) Los mismos derechos a decidir libre y responsablemente
el número de sus hijos y el intervalo entre los nacimientos y a tener
acceso a la información, la educación y los medios que les permitan
ejercer estos derechos.” CEDAW, artículo 16, inciso e.
25
Mujeres con discapacidad psicosocial ... p72-104
protocolo_ile_octubre%202016.pdf), que entre sus objetivos determina
1) la necesidad de promover en todo el país el derecho que tienen
mujeres, niñas y adolescentes y toda persona con capacidad de llevar
adelante una gestación, de acceder a la interrupción legal del embarazo
(ILE) cuando este se encuadre en las causales previstas por el sistema
normativo del país. 2) Determina que se debe dar cumplimiento
a la Ley 2.673 de creación del Programa Nacional de Salud Sexual
y Procreación Responsable (PNSSyPR). 3) También establece que
todo el personal efector de salud (incluyendo el administrativo y de
seguridad) es responsable de garantizar y no obstruir el derecho a
interrumpir un embarazo cuando a) este ponga en riesgo la vida o
b) la salud de la persona o c) cuando sea producto de una violación
o d) cuando sea producto de una violación sobre una mujer con
discapacidad intelectual o mental. 4) Dictamina que se debe garantizar
el derecho a la salud sin incurrir en discriminación alguna, sin ninguna
distinción relativa a su identidad de género ni a las prácticas sexuales
que pudiera llevar a cabo. Finalmente, reconoce el derecho a que
las personas con discapacidad que no han recibido una sentencia de
restricción a la capacidad específicamente relacionada con la toma de
decisiones en materia de salud, deben ser tenidas como capaces en el
sistema de salud. De esta forma podrán consentir de forma autónoma
utilizando o no un sistema de apoyo voluntario y de confianza en los
términos que lo deseen (CCyC – Título I Capítulo 2, Sección 3ra:
principalmente artículos 31 y 32). Disponible en: http://servicios.infoleg.
gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-239999/235975/norma.htm
Artículo 23, inciso 1.c).
26
27
También cabe mencionar el Programa Nacional de Educación Sexual
Integral. A partir de la sanción de la Ley 26.150 del año 2006, que
crea este Programa Nacional, y de la aprobación de los Lineamientos
Curriculares de Educación Sexual Integral (ESI) los y las docentes
de nuestro país tienen la responsabilidad y a la vez, la oportunidad,
de enseñar educación sexual a nuestros niños, niñas y jóvenes.
Disponible en: http://www.me.gov.ar/me_prog/esi.html Asimismo,
puede destacarse que Protocolo para la atención integral de las
personas con derecho a la interrupción legal del embarazo (Disponible
en: http://www.msal.gob.ar/images/stories/bes/graficos/0000000875cnt-
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DE B ATE S
Niños “sanos y felices” a través de los años:
saberes médico-psicológicos en torno al desarrollo
infantil y la crianza en la Argentina (1930-1960).
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Ana Briolotti
Licenciada y Profesora en Psicología (UNLP).
Doctora en Psicología (UNLP)
Institución de pertenencia: UNLP - CONICET
Correo electrónico: anabriolotti@gmail.com
Niños “sanos y felices” a través de los años:
saberes médico-psicológicos en torno al desarrollo
infantil y la crianza en la Argentina (1930-1960).1
Entre los siglos XVIII y XIX la medicina occidental se
transformó en una disciplina “estatalizada” y socializada, centrada en el mejoramiento de la salud de la población (Foucault, 1996a). En nuestro país, durante el
último tercio del siglo XIX, la medicina se consolidó
como un “saber de Estado” (González Leandri, 2012)
reclamado por este último para hacer frente a la “cuestión social” (Suriano, 2004). En este marco, la pediatría
no fue una excepción, puesto que su institucionalización se dio en el seno de un proyecto higiénico, eugenésico y médico-social, basado en la idea de que el hombre sano que produce es el mejor capital con que cuenta
una Nación. En los albores del siglo XX, en un contexto
en el que el número y calidad de la población era un
problema central en la agenda pública (Biernat & Ramacciotti, 2013), los niños cobraron importancia como
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DE B ATE S
Niños "sanos y felices" a través de los años... p105-110
promesa de futuro para un proyecto que encontraba
en el trabajo y en el progreso económico una fuente
de salud individual y colectiva (Vezzetti, 1985). Así, las
vías de legitimación delineadas por la pediatría en su
relación con la sociedad gravitaron en torno a su importancia como disciplina clave para el desarrollo de la
Nación. En efecto, al ocuparse de la infancia, la pediatría
se proponía realizar una tarea de prevención y promoción de la salud de enorme relevancia a futuro. “El niño
es el padre del hombre. ¡Mejorémoslo!”, proponía en la
década de 1930 la revista Hijo mío..!, creada con el objetivo
de divulgar conocimientos científicos que pudieran ser
aplicados en la crianza de un niño sano y virtuoso tanto
física como moralmente. El ingreso de la medicina en el
seno familiar fue clave en este sentido y formó parte del
proceso de “medicalización indefinida” (Foucault, 1996b)
en virtud de la cual dicha disciplina extendió sus intervenciones más allá del campo asistencial para imponerse
al individuo -enfermo o no- como acto de autoridad.
cir, en el proceso por el cual fue reconocida como una
disciplina capaz de producir un conocimiento científico validado (Rose, 1996). Asimismo, cabe destacar que
muchos de los temas y problemas de los cuales se ocupó
la psicología fueron extraídos precisamente del campo
médico (Klappenbach, 1995). A lo largo del siglo pasado, y de diferentes maneras, los pediatras echaron
mano del conocimiento psicológico tanto para describir el desarrollo infantil como para prescribir las pautas
de cuidado y crianza tendientes a favorecer un desenvolvimiento “normal”. Las madres fueron las destinatarias privilegiadas de un discurso que buscó promover la
crianza “científica”, vale decir, aquella que se apartaba
de los saberes y prácticas populares. Se estableció así
una dicotomía entre la madre “moderna” que obedecía
los mandatos médicos y la madre que ponía en práctica
“los saberes de la abuela” asentados sobre nociones carentes de comprobación científica que perjudicaban el
desarrollo del niño y ponían en riesgo su vida.
En lo que respecta a la psicología, durante las décadas
aquí estudiadas no estaba aún consolidada como una
profesión autónoma en Argentina; se trataba de una
disciplina cuyos saberes y técnicas eran retomados por
la medicina, la pedagogía, la criminología, entre otras.
En lo que respecta a la medicina, el vínculo entre ambas
fue clave en la disciplinarización de la psicología, es de-
Durante las décadas de 1930 y 1940 la concepción del
desarrollo sostenida por la mayoría de los médicos se
inscribía en la tradición psicológica local de comienzos
del siglo XX, de base naturalista y evolucionista. Ciertas ideas centrales, a saber, que el niño se hallaba más
cercano a los animales y a los individuos de culturas
“primitivas”, que su psiquismo era moldeable por las
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Ana Briolotti
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DE B ATE S
influencias exteriores y que, en consecuencia, era preciso disciplinarlo formando hábitos por medio de pautas educativas estrictas, reflejaban los ecos de una tradición psicobiológica basada en autores del campo de
la psicología evolutiva, tales como Preyer, Compayré y
Stern (Ríos & Talak, 1999; Talak, 2014). La concepción
médica del desarrollo psíquico en los primeros tiempos
de vida postulaba un paralelismo entre la maduración
del sistema nervioso y del psiquismo (Carreño & Slech,
1941). El desarrollo del sistema nervioso mostraba, no
obstante, ciertas particularidades. Su crecimiento progresaba rápidamente hasta los 18 meses, lo cual difería
de lo sucedido con otros órganos, que crecían de manera mucho más lenta. Esto explicaba la facilidad y la
desproporción con que el niño podía avanzar en su desarrollo psíquico. En virtud de este desfasaje, una de las
premisas en torno a la cual los médicos coincidían postulaba la necesidad de suprimir al máximo posible la estimulación. La finalidad de esta medida era sobre todo
educativa: los niños en los cuales la inteligencia progresaba rápidamente eran inquietos y difíciles de educar.
Por esa razón las madres debían limitar al mínimo la
estimulación psíquica y los intercambios afectivos con
el niño, para evitar que se convirtiera en un “pequeño
tirano” que reclamara para sí la atención exclusiva de
su familia. Asimismo, los médicos insistían en la necesidad de educar la voluntad del pequeño, imponiéndoRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Niños "sanos y felices" a través de los años... p105-110
le horarios estrictos para la alimentación y el sueño, y
de manejar cuidadosamente su extrema sugestibilidad.
Este aspecto, junto con la pureza e inocencia del alma
infantil ‒rasgos que coexistían en el discurso experto
con la imagen del “pequeño salvaje”‒, lo volvían especialmente receptivo a los estímulos que podían provocarle trastornos psicológicos y a los comportamientos
“moralmente reprobables”. En suma, estas directivas
se basaban en una concepción del psiquismo infantil
moldeado en gran medida por los estímulos externos,
hecho que relativizaba el alcance de las hipótesis heredo-degenerativas. Por el contrario, y aún cuando no se
dejara de lado por completo la incidencia de la predisposición, los caprichos, la desobediencia y los trastornos de conducta se atribuían en gran medida a las fallas
educativas y podían llegar a requerir la separación del
niño de la casa paterna y su crianza en otro hogar. Las
directivas médicas se orientaban entonces a evitar la aparición de los caprichos y fomentar la docilidad, para lo
cual sugerían aplicar el método watsoniano del condicionamiento de las conductas. Se apuntaba así a simplificar
la crianza y facilitar que las familias tuviesen la mayor
cantidad de hijos posible. En épocas de temor frente a un
potencial despoblamiento de la Nación, el control voluntario de la natalidad, los matrimonios sin hijos o aquellos
con hijo único eran cuestionados por la gran mayoría de
los médicos locales, de orientación pronatalista.
Ana Briolotti
107
DE B ATE S
Al igual que en los Estados Unidos a partir de la década
de 1940, en el Río de la Plata los años cincuenta fueron
testigos de una renovación de la concepción médica del
desarrollo y de las prácticas de cuidado y crianza, que se
desplegaría de modo franco en la década del ‘60. En el
marco de un proceso de creciente “psicologización” del
desarrollo infantil, se produjo un desplazamiento del
paradigma “higiénico” -centrado en la supervivencia
del niño, su fortaleza física y sus virtudes morales- a
uno “psicológico”, estructurado en torno a la necesidad de contemplar el desarrollo emocional del niño y
la singularidad de sus ritmos madurativos. Figuras del
campo pediátrico local como Juan P. Garrahan (1955)
y Florencio Escardó (1956) introdujeron concepciones
novedosas que, de la mano de la psicología y el psicoanálisis, planteaban la necesidad de flexibilizar las pautas de cuidado caracterizadas hasta ese momento por
su rigidez. A la luz de los aportes de la medicina psicosomática y de los hallazgos de autores como Spitz y
Bowlby, este nuevo paradigma de desarrollo y crianza
se asentó sobre un pilar fundamental: la importancia de
brindar al niño afecto y cuidados personalizados para
favorecer un desarrollo armónico de su personalidad.
A diferencia del momento anterior, la moderación de
los mimos y estímulos no solo no parecía conducir a
un buen desarrollo, sino que atentaba contra la integración psíquica y la adaptación social. Estas concepciones
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Niños "sanos y felices" a través de los años... p105-110
dieron lugar a una complejización creciente de los roles
paternos (Cosse, 2010), que debían contemplar ahora
la dimensión psicoafectiva como un aspecto central e
incluso en ocasiones más importante que la variable física, dada la imbricación psicosomática del organismo.
Estos cambios impulsaron la revisión del precepto de la
autoridad parental firme para sustituirlo por el de una
autoridad flexible y amoldada a la singularidad madurativa y psicológica del pequeño. En el contexto de la
Segunda Posguerra, la obra de autores como el célebre
Dr. Spock ‒recepcionada y difundida por los pediatras
locales‒ proponía reconfigurar la crianza de modo tal
de garantizar a los niños el derecho al pleno desenvolvimiento de sus potencialidades en un clima que
recreaba al interior de la familia el orden democrático
proyectado para la sociedad.
Conjuntamente con estos cambios, ciertos elementos
permanecieron constantes a lo largo del período estudiado: por un lado, la importancia atribuida a la primera infancia como período clave para un desarrollo psicológico armónico. De allí el enfoque preventivo que
impulsó la pediatría a través de los principios y prácticas de la higiene mental. Por otro lado, la madre desempeñó en el discurso experto un papel central. Hacia mediados del siglo pasado y de la mano de teorías de cuño
psicoanalítico, su figura fue crecientemente asimilada a
Ana Briolotti
108
DE B ATE S
la categoría de organizador psíquico del niño en virtud
del carácter estructurante atribuido a sus cuidados y a
su capacidad “natural” de brindar afecto. Esta tendencia
a naturalizar el vínculo madre-hijo sirvió como base
para la justificación de la crianza en el seno de la familia
nuclear tradicional y la división de roles en función del
género. Así, si en un primer momento las prescripciones descansaban en el concepto de “binomio madre-hijo” -determinado por la existencia de un lazo biológico
durante la gestación- en un segundo momento dicho
concepto se “psicologizó” sin alterarse en su esencia, en
la medida en que se subrayaba la dependencia psicológica del niño y su necesidad de contar con los cuidados,
el cariño y la atención maternos como elementos clave
para un desarrollo “saludable”. Es posible pensar entonces que los saberes médico-psicológicos contribuyeron
a perpetuar la equiparación ‒aún hoy presente‒ entre la
maternidad en tanto función biológica de la mujer y el
maternazgo, es decir, el cuidado y crianza de los niños
que compete a toda la sociedad.
Niños "sanos y felices" a través de los años... p105-110
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Ana Briolotti
DE B ATE S
Unidades de co-cuidadores en red para atención
temprana en la infancia en Buenos Aires
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Andrea Baldomir
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Introducción y metodología: El tema de debate que
propongo son las Unidades de Co-Cuidadores en
Red para Atención Temprana (UCRAT). Está basado en una investigación cualitativa sobre Atención
temprana de niñas/os en riesgo (AT) con datos recolectados entre 2000 y 2016. La muestra comprende
70 familias usuarios de AT y 70 profesionales de equipos interdisciplinarios e intersectoriales. Los informantes provienen de 8 servicios en centros de salud de
CABA y 1 servicio penitenciario del GBA. El empleo
de UCRAT fue descripto por profesionales y usuarios
de AT en entrevistas semi-estructuradas, abiertas y focus-groups, complementándose con observaciones de
díadas y servicios. 16 familias y 3 programas aportaron
datos longitudinales de primera fuente. Entre las familias, un 70.85% de niños/as tenían al menos un progenitor inmigrante o migrante interno, representando
culturas de 11 países y 9 provincias argentinas e incluyendo unas pocas familias de pueblos originarios. Los
objetivos fueron (1) describir las estrategias de sociali-
DE B ATE S
zación emergentes de los variados repertorios culturales de usuarios de AT, continuándose al (2) identificar
modalidades de abordaje de AT ajustadas al marco legal
vigente y culturalmente pertinentes. La perspectiva de
interculturalidad atañe tanto al origen familiar como a
los intercambios en servicios de AT entre participantes
de clases populares (usuarios) y medias (profesionales).
Tareas de AT: Las UCRAT se centran en tareas colaborativas entre padres, co-cuidadores y profesionales en
torno a niñas/os (0-6 años) con necesidades especiales
o en riesgo “bio-psicosocial” (Gómez et al. 2011). En la
AT institucional, las UCRAT cumplían varias funciones:
1) Posibilitar la implementación de planes personalizados y culturalmente apropiados para niñas/os y familias. Los objetivos conciernen a la supervivencia/salud,
el desarrollo y la protección de niños/as.
2) Instrumentar un balance de poder entre profesionales y
familiares, considerando que estas relaciones suelen estar
afectadas por rupturas interculturales (Chambers, 2000).
3) Facilitar las interconexiones entre instancias de desarrollo (Ej. hogar, AT institucional con comunidad:
jardín, centro de salud, ONG, espacios recreativos, colectividad nacional o religiosa).
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Unidades de co-cuidadores en red... p111-119
4) Nuclear la provisión de apoyo a las familias y niña/o
en riesgo.
Marco legal: Propongo que la modalidad de abordaje
UCRAT es un ejemplo de buenas prácticas. Es factible de ser
diseminada, cumple con convenciones internacionales y la
legislación actual encuadrando derechos de niñas/os, pacientes, inmigrantes y personas con necesidades especiales,
prestaciones de salud básica, mental y terapéutico-educativas como AT. Sigue los principios de la convención sobre
los derechos del niño (CDN: ONU, 1989-90), la implementación de CDN en primera infancia (ICDN: ONU, 20042005) y la convención sobre los derechos de personas con
discapacidad (CDPD: ONU, 2006). Se ajusta a los requisitos de las leyes sobre derechos (114/1998, 25.871/2003,
25.929/2004, 26.061/2005, 26.529/2009), sobre salud
(153/1999, 448/2000, 26.657/2010) y sobre atención/estimulación temprana (24.195/1993, 24.901/1997, resolución 1.328/2006). El marco legislativo se refiere al niño/a
como sujeto de derecho. Las leyes de salud encuadradas en
documentos latinoamericanos (OPS, 1990, 2005a, 2005b)
señalan como lazos sociales fundamentales los de familia y
comunidad de los cuales son miembros las personas afectadas por sufrimiento psíquico.
Culturalmente relevantes: Conforme al análisis de datos y respondiendo a los objetivos (1-2), las UCRAT
Andrea Baldomir
112
DE B ATE S
eran culturalmente relevantes y receptivas para usuarios de AT pública. Su modalidad de abordaje en red era
análoga a las estrategias centrales con que las familias
de bajos recursos económicos afrontaban los desafíos
cotidianos en Buenos Aires. Las UCRAT incorporaban
a familiares y co-cuidadores de las redes informales de
cada niña/o. Así seguían el modelo de redes de maternaje “de co-madres” descriptas por participantes de
AT. Estaban basadas en mecanismos de interrelación
e intercambios colectivos que amparan a las díadas y
asisten en su desarrollo. Los miembros compartían por
lo tanto perspectivas análogas sobre crianza e infancia
y utilizaban mecanismos de afrontamiento similares
para problemas comunes. Estas estrategias se distinguían en familias que sobrellevaban dificultades características de su entorno de manera óptima o promedio
(reconocidas como del desvío positivo. Ver Walsh &
Anderson, 1987; Pascale et al., 2010). Sin embargo, las
familias con mayores obstáculos en sus situaciones de
vida y con niñas/os inmersos en alto riesgo ambiental,
estaban comúnmente rodeadas de soportes débiles o no
tenían lazos solidarios en su entorno. Las UCRAT eran
entonces útiles para tratar de re/integrarlas a unidades
sustentables y sustentadas en lazos pro-sociales y constructivos. A partir de ello se establecían objetivos personalizados a la singularidad de cada persona.
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Unidades de co-cuidadores en red... p111-119
Entretejido de lazos en estructuras horizontalistas: En
la asociación entre familiar (y co-cuidadores), niña/o y
profesional/facilitadora, se diseñaban, implementaban
y se hacía seguimiento de los objetivos del plan de AT.
Capitalizando los lazos de protección y solidarios de los
contextos de desarrollo cercanos a las díadas, las UCRAT
los instrumentaban como bienes culturales y recursos de
AT. Especialmente cuando las UCRAT empleaban facilitadoras del mismo entorno comunitario que las familias,
éstas asumían un rol-puente, vinculando co/cuidadores y
niños/as con diferentes niveles de funcionamiento y posibilidades de desarrollo. Además, en el inter-juego que
permitían las UCRAT entre las instancias de desarrollo en
que participan los niños/as diariamente (Ej. hogar-institución de salud-comunidad) se alcanzaban ciertos logros:
Se fortalecía el meso-sistema (Bronbenbrenner, 1979), se
evitaba la imposición de arbitrarios culturalmente dominantes (Bourdieu & Passeron, 1990) al reflexionar sobre
quiebres interculturales (Chambers, 2000) y se vehiculizaban aspectos de apoyo social (Cohen & Syme, 1985) y
constitucional (Trivette et al., 1986). Con estos apoyos,
las participantes favorecían conjuntamente la tramitación
de recursos que no podían organizar por separado, generando mecanismos autogestivos grupales. Cada una de las
tareas de AT (i-iv) facilitaban “momentos de inclusión”
(Lareau & Horvat, 1999). En alianzas trans-contextuales
(Bronbenbrenner, 1979) constituidas en las UCRAT, los
Andrea Baldomir
113
DE B ATE S
recursos activados por familiares o co-cuidadores eran
además legitimados en el caso de instituciones donde había asimetrías de poder en juego.
Dos ejemplos de UCRAT: La especificad cultural, los
planes “a medida”, el apoyo y balance de poder radicado en su estructura a-jerárquica, eran fundamentales
en ciertas UCRAT examinadas. Una UCRAT penitenciaria (Taller de arte y sensitización) ejemplifica esta
modalidad de abordaje empleando técnicas artísticas y
lúdicas localmente adaptadas a AT (Ver César, 2011).
En base a esta metodología específica de AT, las participantes creaban conjuntamente un andamiaje (Vygotsky, 1978) de competencias de crianza y desarrollo tanto
para las díadas como para sus familiares (ej, hermanos).
En conjunto, acompañadas por coordinador y facilitadoras, las mujeres diseñaban objetivos de AT a medida
del entorno y su situación singular. Las actividades, técnicas y proyectos eran particularizados para cada díada
aún cuando simultáneamente re-editaban estrategias
características de las culturas participantes. Los planes
resultantes tenían como elemento pivotal el contacto
con el afuera, ya fuera con la familia extendida y sobretodo con niñas/os mayores, o con alguna instancia
comunitaria (Ej., organizaciones enlazando díadas con
familias procuradoras de salidas y contactos). Usando
como disparadores técnicas de Clown, Butoh, Origami,
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Unidades de co-cuidadores en red... p111-119
literarias y otras disciplinas creativas, las díadas jugaban, actuaban, escribían, muralizaban o hacían collages
y así reflexionaban sobre su situación y el futuro. Los
temas se extendían desde las relaciones diádicas, de redes o institucionales hasta normas comunitarias y de
convivencia. El trabajo empoderaba a los participantes,
desplegando también lazos empáticos en las UCRAT
y extendiéndolos a otros en la “comunidad carcelaria”.
Las UCRAT conseguían finalmente funcionar autónomamente en la institución y, con algunas miembros,
aún después de la liberación.
En instituciones de salud, el trabajo con niñas/os, familiares y co-cuidadores se complementaba con ofertas terapéuticas individuales, diádicas y grupales (Ej. música,
juego, huerta, zooterapia). Por su estructura híbrida y
cooperativa, las UCRAT facilitaban la toma de decisiones compartida en tratamientos interdisciplinarios/inter-sectoriales que deben incorporar tanto dispositivos
institucionales como comunitarios (Leyes 153/1999,
25.929/2004, 26.529/2009). Incluyendo familias de niveles de funcionamiento variado, las UCRAT propagaban estrategias funcionales a todas las díadas participantes. La valoración de los saberes no disciplinarios
(PNSM, 2010) y del rol de las madres tenía mayor trascendencia y eficacia en estas redes mixtas, permitiendo
el empoderamiento de las participantes. Una UCRAT
Andrea Baldomir
114
DE B ATE S
hospitalaria también funcionaba como base para identificar y trabajar objetivos en planes individualizados para niño/a y familia. Las UCRAT servían discutir tópicos de AT,
metas evolutivas y modelar actividades que promovieran el
desarrollo de niñas/os. Siendo trans-contextuales, permitían conectar a la institución con instancias de desarrollo en
las variadas comunidades de residencia de los participantes.
Los planes organizaban cuidados en redes interdisciplinarias e intersectoriales, descentrando el trabajo hospitalario
y posibilitando que se continuara en dispositivos comunitarios (Leyes 24.195/1993; 448/2000; 26.657/2010). Coordinar el meso-sistema debe hacerse por medio de acuerdos con familiares ya que los profesionales institucionales
tienen una capacidad limitada para extenderse y acordar
objetivos con las múltiples instancias comunitarias intervinientes. Como en otras tareas de AT, la madre es la implementadora principal. Así, las UCRAT maximizan los recursos humanos existentes e incrementan su capacitación
(Ley 26.657/2010) en familias, servicios institucionales y
comunidad. Tanto los familiares como las redes informales
pueden contribuir más efectivamente si no dependen de
profesionales. Las UCRAT desarrollaban la dirección para
AT, la motivación autónoma (Resolución 1.328/2006) y
el compromiso de familiares y co-cuidadores. Así, re/habilitaban modelos de interacción que facilitan al niño/a su
permanencia en casa, seguida de su integración a servicios
ambulatorios de AT, de salud y escolares.
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Conclusiones
De acuerdo a la ley 24.901 (1997), las prestaciones para
personas con discapacidad (en infancia nos referimos
a niña/o en riesgo o con necesidades especiales) deben
sincronizarse dando cobertura integral con recursos
humanos, metodologías y técnicas pertinentes, por el
tiempo y etapas necesarias para acompañar el desarrollo y aprendizaje de cada niño/a. Esto supone el apoyo
a y de quienes están a cargo de los cuidados de niñas/
os (CDN: ONU, 1989-90; ICDN: ONU, 2004-2005;
CDPD: ONU, 2006). Congruentemente, la incorporación al tratamiento de lazos sociales significativos es
un requisito legal para estos servicios (leyes 448/2000,
26,657/2010). La conexión, coordinación y continuidad entre servicios (y tácitamente la interconexión de
objetivos entre instancias de desarrollo) es un requisito
para una práctica efectiva y acorde con la ley (podría
pensarse en 24,901/1997, 26,657/2010 y resolución
1,328/2006). El énfasis en la participación de co/cuidadores y la transferencia coordinada de ciertos servicios
a organizaciones comunitarias permite la descentralización de la práctica hospitalaria, delegándola en la comunidad cercana al niño/a. El apoyo o restitución de
redes inclusivas e integradoras es una acción medular
en la reorientación del sistema y sus servicios, coincidiendo con la estrategia central de interrelación que
Andrea Baldomir
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DE B ATE S
se encuentra en el haber de las familias de bajos recursos económicos y altos recursos psicosociales. En las
UCRAT los lazos colectivos pueden circular y enhebrar
a díadas participantes, también a las más vulnerables.
En este sentido, la implementación de las UCRAT es
culturalmente sensible y responde tanto al marco teórico-legal de AT, como al contexto específico y singular de
desarrollo de los usuarios de AT en instancias públicas.
Unidades de co-cuidadores en red... p111-119
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El viaje interno: Chamanismo, cosmovisiones
indígenas y Salud Mental en la Universidad
Nacional de Lanús
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Grupo de Trabajo sobre
Interculturalidad de la UNLa:
Fernando Flores -Al NuirMariano Oro
Elsa Sandoval Hueche
Laura Poverene
Valeria Bosio
Alejandra Barcala
La ampliación del Sistema Universitario Argentino
acontecida en los últimos cien años resulta un fenómeno multidimensional susceptible a una infinidad de
análisis desde diversas perspectivas. Desde la proliferación de instituciones Universitarias a lo largo y ancho del territorio argentino, la aparición de diversas y
novedosas carreras, los atravesamientos que afectaron
a esta institución medieval (con sus correspondientes
resistencias, desbordes, rupturas, emplazamientos y
re-significaciones) resultan innumerables.
De la mano de la ampliación del sistema, su susceptibilidad a ser permeado por distintas prácticas, la masificación del mismo y el incremento del ingreso de sectores populares a la Universidad, implicó que en su seno
comenzaran a circular, lentamente, aquello que Michel
Foucault había denominado como “saberes sometidos”
(Foucault, 1978). Los mismos tendían a ser considerados como “ingenuos e inferiores” por las instituciones
universitarias y a verse excluidos de las lógicas propias
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R E S E Ñ A S DE TE S I S / P ROY ECT OS
del discurso científico por ser valorados como de “menor jerarquía”.
En este sentido, este artículo pretende recuperar una experiencia de trabajo acontecida en la Universidad Nacional de Lanús, durante los meses de Abril y Mayo de 2018,
que nuevamente se repitió durante Octubre y Noviembre.
La misma se basó en un seminario denominado “El Viaje
Interno. Teoría y práctica de cosmovisión chamánica indígena
en la Universidad Nacional de Lanús” y fue organizada desde el Doctorado de Salud Mental Comunitaria, el centro
de Salud Mental Comunitaria “Mauricio Goldenberg” y el
Departamento de Salud Comunitaria de la UNLa.
Sentimos que la Universidad atraviesa un momento
histórico en el que genera comunión con otras formas
y lógicas del saber, lo que es fundamental para la elaboración de soluciones a los problemas de la comunidad
y para el favorecimiento del pleno ejercicio de ciudadanía. Por ello, asumimos un compromiso ético político
de hacernos disponible a los problemas que se plantean,
aportar a su comprensión y ser interpelados desde una
perspectiva decolonial, lo que abre tanto brechas como
fisuras en el ejercicio del poder que nos agencia.
El viaje interno: Chamanismo, cosmovisiones indígenas... p120-124
versidad Nacional de Lanús se propone, al intentar
contribuir “al desarrollo económico, social y cultural de la
región, a fin de mejorar su calidad de vida y fortalecer los
valores democráticos en el conjunto de la sociedad, articulando el conocimiento universal con los saberes producidos por
nuestra comunidad” (UNLa, 2014).
El viaje interno
“El desafío es cómo establecer un conocimiento que pueda incluir el elemento de la subjetividad tanto en el objeto como en
el sujeto del conocimiento, utlizando la comprensión e interpretación en el marco de una relación intersubjetiva (tanto
en la investigación como en las prácticas terapéuticas)”
Emiliano Galende, 2015:179
Consideramos, a su vez, que estas prácticas contribuyen a la realización de la misión primaria que la Uni-
La propuesta de promover el seminario desde la Universidad surge a raíz del encuentro entre varias personas,
en el marco del Doctorado en Salud Mental Comunitaria. Fernando Flores -Al Nuir- es un asiduo practicante
y promotor de saberes provenientes del Chamanismo
y de las cosmovisiones indígenas de nuestra América.
Elsa Sandoval, perteneciente a la Familia Hueche del
pueblo Mapuche, una gran conocedora de los saberes
ancestrales vividos, practicados y transmitidos por sus
antepasados, Licenciada en Enfermería de la UNLa, al
igual que Fernando Flores. Mariano Oro, un espíritu
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curioso, egresado de la Lic. en Educación de nuestra
casa de estudios.
Los tres participantes del Doctorado en Salud Mental Comunitaria, junto a Alejandra Barcala, directora
de dicho posgrado, deciden organizar y promover un
breve seminario abierto a la comunidad en general en
donde se presenten algunos de estos saberes.
Mediante dicha propuesta y el intento por acercarse a
los sujetos en su existencia real -y en su anclaje en determinada cultura, sociedad y tiempo (Galende, 2015)-,
se actualiza una articulación con el campo de la salud
mental comunitaria y su apuesta a la transformación
del cambio social, lo que “significa esencialmente superar
las relaciones de opresión y ‘vivir la contradicción del vínculo
con el otro’, aceptar las oposiciones, dar un valor positivo a
los conflictos, a la crisis, a la suspensión de las creencias, al
debilitamiento de los roles y de las identidades”
(Basaglia, 2008: 17).
El viaje interno: Chamanismo, cosmovisiones indígenas... p120-124
te realice; ejercicios cuyo sentido nunca está dado de
ante mano, sino que corresponden al camino medicina
de cada caminante. Es solo en la práctica y a través de
ella que el aprendiz podrá recuperar los sentidos que
la misma despliega para él y su mundo. De este modo,
el aprendiz es también un maestro y viceversa, en este
viaje nunca se deja de aprender ni de enseñar, se trata
de un sendero que dura toda la vida.
El Seminario constó de cuatro encuentros de cuatro
horas de duración. En cada uno de ellos se propuso un
eje temático, aunque muchas de las prácticas y ejercicios
ofrecidos emergían del momento: en el chamanismo,
la creatividad es el arte del practicante y solo las condiciones del momento pueden decirle cuál es el mejor
camino a transitar. Cada eje tuvo como objetivo que el
practicante conociera distintos tipos de medicinas que
le permitieran comprender y sanar su Alma.
El nombre de “Viaje interno” alude a la concepción
chamánica de que el verdadero maestro se encuentra
dentro de cada persona. Esto no implica desde esta cosmovisión que alguien no pueda enseñar a otro, sino
que el maestro es más bien un guía, aquel que propone
una suerte de ejercicios prácticos para que el practican-
La primer reunión tuvo como eje el encuentro con “los
animales poder”; esta práctica es el primer paso a transitar para adentrarse en el universo de la cosmovisión
chamánica de América. Un animal de poder o tótem
es uno de los espíritus guías personales que ayudan
al practicante a conectarse con el mundo de la magia.
Los mismos reflejan particularidades del ser interior de
cada persona, son también una proyección del sí mis-
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mo. A través de conocer su comportamiento e imitarlo,
el practicante va recordando su naturaleza, que siempre
fue la nuestra, que siempre estuvo en nosotros.
“La videncia” fue el eje del segundo encuentro. La vista ha
cobrado el centro de la escena visual, sin embargo, desde
el chamanismo, se puede ver de otros modos. La información de las personas circula alrededor de las mismas, lo
que también acontece con cada objeto y ser de este mundo. Ver, entonces, es poner en juego los sentidos y más
que ellos, el alma y el espíritu para conectar con el alma y
el espíritu de los otros. La videncia provee al practicante
acceder al alma de quien le abre la puerta de sus ojos y traer
información medicinal útil para aquel que fue visto.
En el tercer encuentro se trabajó “el arte de curar en el chamanismo”. Junto a los animales de poder, con la puesta en
práctica de la videncia, acompañados por piedras, plumas,
tambores, cascabeles, cantos y otras herramientas propias
de este arte, los practicantes comprometieron sus cuerpos,
almas y espíritus con el fin de ayudar a sanar a otros.
El viaje interno: Chamanismo, cosmovisiones indígenas... p120-124
En suma, lo que se trató de establecer a través de cada
uno de los encuentros acontecidos, son los vínculos que
preceden a la alteración del estado de salud, relacionado
con el cuerpo, alma y espíritu, en tanto partes fundamentales de un todo, separado hoy por ciertas interpretaciones científicas predominantes.
Reflexiones finales
“En todo sistema social los sujetos y grupos generan y usan
representaciones y prácticas para explicar, enfrentar, convivir, solucionar y de ser posible erradicar los padecimientos.
Enfermar, morir, atender la enfermedad y la muerte deben
ser pensados además como procesos que no solo se definen a
partir de profesionales e instituciones específicas y especializadas técnicamente, sino como hechos sociales respecto de los
cuales los sujetos y conjuntos sociales necesitan tener y usar
saberes como parte básica de su vida cotidiana”
Eduardo Menéndez, 2010:292
Finalmente, en el cuarto encuentro los asistentes pusieron en juego otras formas de lo conocido, en un intento
por generar “la alteración de los estados de conciencia”.
Se llevó a los participantes, a través de un ejercicio meditativo, al “encuentro con el guía espiritual de cada uno”.
La experiencia, relatada brevemente, intentó promover
en el espacio académico de la UNLa un encuentro entre
saberes de distinta naturaleza. Se trató de una de las primeras veces que la Universidad se abre a alojar de modo
tan vivencial en su seno este tipo de cosmovisiones. Así
como también es de las primeras ocasiones en que los saberes ancestrales de los pueblos indígenas deciden aden-
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trarse en una Universidad con este grado de profundidad. Estos saberes que han sido históricamente negados
y menospreciados se hacen visibles en la UNLa, lo que
aporta nuevas sensibilidades y formas de afectarnos.
En los seminarios realizados, recuperamos la propuesta de
Boaventura Sousa Santos respecto de la construcción de epistemologías desde el sur a partir de las perspectivas de nuestros pueblos con el objetivo de construir, entre todos y todas,
una puesta en común y discusión de las alternativas emancipadoras y civilizatorias. En ese sentido, el brindar un espacio
de legitimación de las prácticas ancestrales de nuestra tierra
desde un espacio altamente valorado para la academia, como
lo es el de la formación doctoral, potencia el intercambio entre saberes disciplinados e indisciplinados y fortalece espacios
de aprendizaje. De ese modo, la creación de un seminario de
estas características propone la generación de matrices de
pensamiento alternativos que rescaten saberes subalternizados e inicien batalla a los epistemicidios ya conocidos, colaborando así en la producción de “justicia cognitiva”. Sin dudas,
estamos expandiendo y resignificando/nos.
El viaje interno: Chamanismo, cosmovisiones indígenas... p120-124
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Ojalá este encuentro por parte de uno y otro polo del saber,
invite a la comunidad universitaria, sobre todo en el campo de la salud mental, a un trabajo mancomunado en pos
de la construcción de formas más articuladas del saber, que
posibiliten modos más saludables de habitar este mundo.
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Cómo nació mi tema de tesis
o reseña de mi proyecto de tesis doctoral
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Gisela Cardozo
Licenciada y Profesora en Ciencia Política (UBA)
Magíster en Derechos Humanos (UNLa).
Universidad Nacional de Lanús.
Cómo nació mi tema de tesis o reseña
de mi proyecto de tesis doctoral
Resumen en español
La presente reseña busca describir cómo y por qué elegí
el tema mi proyecto de tesis doctoral sobre las narrativas de los organismos de derechos humanos en relación
con la defensa de los/as presos/as políticos durante la
última dictadura cívico militar en Argentina.
English summary
This review seeks to describe how and why I chose the
topic of my doctoral thesis project on the narratives of
human rights organizations in relation to the defense
of political prisoners during the last military dictatorship in Argentina.
Palabras clave
derechos humanos - presos/as políticos/as - organismos de derechos humanos
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R E S E Ñ A S DE TE S I S / P ROY ECT OS
human rights - political prisoners - human rights organizations
Cuando E. encontró esas cajas de archivos que no sabíamos que existían y que por décadas habían estado
guardadas, su emoción fue contagiosa.
Hace algunos años acompaño en la APDH (Asamblea
Permanente por los Derechos Humanos) el trabajo con
los archivos históricos, que integran el Registro de la
Memoria del Mundo (UNESCO): denuncias de desapariciones, cartas, comunicados y otros documentos
históricos de gran valor.
Hacía unos meses había estado de viaje en Jujuy, a pocos
días que Milagro Sala fuera arbitrariamente encarcelada y el juez de la causa no quiso recibirnos, el tema de
los/as presos/as políticos/as se hacía más visible en las
agendas de los organismos de derechos humanos. Empezábamos a pensar qué más se podía hacer además de
denunciar, de pedir entrevistas, de enviar notas... Sabía
que la memoria institucional tendría mucho que decir,
pero las décadas habían pasado y los/as compañeros/
as de ese tiempo ya no están. Teníamos que volver a
aprender o por lo menos a recuperar lo aprendido en
estrategias de defensa y de denuncia.
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Cómo nació mi tema de tesis o reseña... p125-133
Y en esos días, E. encontró las cajas con documentación sobre presos/as políticos/as de la última dictadura
cívico militar.
Creíamos que la APDH no había tenido un rol preponderante con este tema, sin embargo allí estaba la prueba
contundente de lo contrario. Anhelé leer cada uno de
esos documentos, encontrar ideas para repensar estrategias actuales: un poco utilidad y otro poco curiosidad.
No sabía aún, cuán rápido reaprenderíamos y cuántos
casos más tendríamos. Para poder tener una mirada
más amplia había que hacer entrevistas, conocer otros
archivos y así poder entender un poco más qué, cómo y
quiénes… Así nació mi proyecto doctoral.
Semanas de búsqueda bibliográfica y alguna entrevista
exploratoria, resultaron ser un buen principio. La teoría vendría del campo de estudio sobre la memoria social, fundado por Halbwachs (1925, 1950), que propone
a la memoria como un fenómeno social e histórico. En
Argentina, este campo se ha enfocado en el estudio de
los legados del proceso de violencia política y el terrorismo de Estado (Jelin, 2002) y ha asumido como período privilegiado de estudio la historia y las memorias
de la última dictadura cívico militar. El movimiento
de derechos humanos ha sido crecientemente asumido como objeto de investigaciones académicas (Jelin,
Gisela Cardozo
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1995; Leis, 1989; Reboursin, 2008; Sondereguer, 1985;
Tahir, 2011; Veiga, 1985), no sería la primera en elegir este objeto de estudio. Estos trabajos han abordado
al movimiento de derechos humanos en relación con
las acciones en defensa de las víctimas del terrorismo
de Estado. Ciertas contribuciones examinaron las acciones desplegadas en la búsqueda de personas víctimas
de desaparición forzada y las estrategias que asumieron
esos reclamos (Balardini, 2015; Izaguirre, 1992: Catela
da Silva, 2001). En ese contexto, el crimen de desaparición forzada ha sido estudiado como una de las características distintivas de la última dictadura en Argentina
(Calveiro, 1998). Otros trabajos analizaron el exilio político. (Jensen, 2005 y Yankilevich, 2004)
En relación con los/as presos/as políticos/as, por un lado,
existe una creciente literatura testimonial (AAVV, 2003;
Beguán, 2006; Zamorano, 1984) y, por otro lado, se destacan investigaciones sobre las condiciones de detención y
el tratamiento penitenciario de los/as presos/as políticos/
as en general o en algunas prisiones en particular (Antognazzi, 1998; D’Antonio, 2011 y 2016; Filc, 2000; Garaño,
2008, 2010; Guglielmucci, 2003 y 2007; Guillard, 2013 y
2015; Jensen y Montero, 2013 y 2016; Merenson 2003 y
2010; Morello, s.d.; Ricciardino, 2003). Estas investigaciones coinciden en establecer la existencia de diez mil a doce
mil presos/as políticos/as durante la última dictadura
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Cómo nació mi tema de tesis o reseña... p125-133
pero reconocen como punto de inflexión en el crecimiento del número de presos/as políticos/as la declaración del Estado de sitio de noviembre de 1974 que
permitió el encarcelamiento masivo a disposición del
Poder Ejecutivo Nacional.1
Sin embargo, quizás por la preeminencia de los estudios
sobre el crimen de desaparición forzada, carecemos de investigaciones que permitan conocer las prácticas y narrativas de denuncia del movimiento de derechos humanos
en reclamo y en defensa de los/as presos/as políticos/as
en este período y, a partir de ello, la posibilidad de elaborar un conocimiento más amplio sobre las concepciones y
prácticas de este movimiento respecto de las violaciones
masivas y sistemáticas de los derechos humanos.
Como explica Calveiro (1998) el circuito represivo
articuló las cárceles y los centros clandestinos de detención, lo que Garaño y Pertot (2007) llaman un “maridaje” entre las cárceles legales y la red de centros clandestinos de detención, articulación a partir de la cual las
prisiones comenzaron a formar parte también de “un
mismo universo burocrático y simbólico” junto al sistema ilegal (Garaño, 2008:13).
De hecho, los/as presos/as políticos/as podían o bien
haber sido detenidos/as antes del golpe de Estado de
Gisela Cardozo
127
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19762 o después, o bien haber sido “blanquedos” o “legalizados” luego de haber estado desaparecidos/as en
un centro clandestino de detención.3
Pero un proyecto de tesis doctoral no es solo un informe
de lo ocurrido o la reconstrucción histórica de estrategias y prácticas, sino que se busca también dar cuenta de
un conocimiento nuevo, allí es donde las discusiones que
volvían a surgir tomaban un lugar central en mi proyecto: ¿Cómo definimos a un/a preso/a político/a? ¿Cómo
se relaciona esta definición con la militancia de cada preso/a? ¿Qué continuidades y cambios hubo en las estrategias de defensa de los/as presos/as políticos/as? ¿Primó
alguna narrativa para llevar adelante esa defensa?
Siguiendo a Crenzel (2008), podemos identificar dos
narrativas de denuncia que se evidencian en este período, la que este autor denomina la narrativa humanitaria
-que el Nunca Más cristalizó- y la narrativa revolucionaria que parte de una lectura histórica y basada en la
lucha de clases, que predominó hasta el golpe y a partir
de la dictadura fue crecientemente desplazada por la denuncia en clave de derechos humanos.
La narrativa humanitaria, que fue incorporando el movimiento de derechos humanos a partir de los lazos que
estableció con las redes transnacionales de derechos
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humanos (Keck y Skkink, 1998 y Markarian, 2013), fue
estableciendo un sentido homogéneo para pensar los
crímenes de la dictadura. En ese marco, el movimiento
de derechos humanos local fue adoptando el modo de
presentar a las víctimas y las denuncias a partir de sus
datos identitarios básicos, omitiendo sus compromisos
políticos. El giro discursivo a partir del cual predominó
la narrativa humanitaria representó una ruptura con
las tradiciones políticas previas propias de la militancia
revolucionaria, por ello resulta de interés conocer con
qué prácticas y narrativas se ejerció la defensa de los/as
presos/as políticos/as que, por su propia condición la
hacían presente, y qué tensiones suscitó esta práctica y
narrativa entre los/as presos/as políticos/as.
La investigación plantea analizar y describir los cambios y continuidades en las estrategias y narrativas que
desplegó el movimiento de derechos humanos en la defensa de los/as presos/as políticos/as desde 1974 hasta
el término de la última dictadura militar. Las preguntas
principales que guían esta investigación se enfocan a dilucidar las estrategias de este movimiento -y las variaciones que experimentaron a lo largo del tiempo, si existieron modulaciones narrativas e interpretativas en la
denuncia según la militancia política de los/as presos/as,
su género, el momento de su detención, la localización
geográfica de las cárceles, entre otras variables- por parte
Gisela Cardozo
128
R E S E Ñ A S DE TE S I S / P ROY ECT OS
del movimiento de derechos humanos. En este marco
se procurará conocer las definiciones que el propio el
movimiento de derechos humanos fue estableciendo
para identificar a quiénes consideraba como “presos/as
políticos/as” y cómo estas definiciones se fueron modificando durante el período bajo estudio.
Cómo nació mi tema de tesis o reseña... p125-133
de otras muchas cajas que estaban guardadas volverán
a ser abiertas, esas cajas físicas de archivos históricos,
pero también esos espacios en la memoria de compañeros/as de los organismos de derechos humanos y de
ex presos/as políticos/as.
129
Parto del supuesto de que la defensa de los/as presos/as
políticos/as no estuvo exenta, entre las organizaciones
de derechos humanos, de discusiones entre los años 1974
y 1983. En ese marco, la hipótesis que guía la investigación sostiene que esos debates estuvieron atravesados
por las tensiones entre la emergencia de la cultura de los
derechos humanos y la pervivencia de la matriz revolucionaria de denuncia que la filiación de los/as presos/as
políticos/as hacía presente. Se propone que estas tensiones se reflejaron en las distintas estrategias de defensa y
denuncia de los/as presos/as políticos/as por parte de las
organizaciones de derechos humanos. Del mismo modo
se sostiene que la definición de la categoría preso/a político/a fue variando de acuerdo a las organizaciones humanitarias y sus posturas políticas y a las políticas represivas desplegadas por parte del Estado, delimitándola de
formas distintas a lo largo del tiempo.
Con el acompañamiento de Emilio Crenzel (UBA) y
Daniel Frankel (UNLa) empieza ahora un camino donRevista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
Gisela Cardozo
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Notas finales
1
Decreto 1368/74 en el marco de lo que dicta la Constitución Nacional
en el artículo 23.
2
Ya sea por el estado de sitio implantado por el decreto 1368/74 o por la
ley 20840/74 que indicaba penas por actividades “subversivas” diversas.
3
Los/as detenidos/as podían así pasar a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, a disposición de un juez o a disposición “del área”. Estar
a disposición “del área” es una figura que merece mayor investigación
dado que fue utilizada solo en este período y puede entenderse como
una privación ilegal de la libertad por parte de las fuerzas (entrevista
de la autora con Carlos Zamorano, Buenos Aires, marzo de 2017). Financiamiento: Este proyecto fue seleccionado para la beca CONICET
cofinanciada junto con la UNLa en el presente año.
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I N F O R M A CI Ó N
CIPCUBA 2019
37º Congreso Interamericano de Psicología
134
Del 15 al 19 de julio se llevó a cabo el 37° Congreso
Interamericano de Psicología en el Palacio de las Convenciones de La Habana. Este congreso se celebró en
el año del 500 Aniversario de la fundación de la Villa
de San Cristóbal de La Habana, motivo de felicidad y
orgullo de sus habitantes.
Este evento fue organizado de conjunto por la Sociedad
Cubana de Psicología y Sociedad Cubana de Psicología
de la Salud.
La temática central del Congreso ha sido “Psicología inter y transdisciplinaria: Fortaleciendo la colaboración
en Las Américas”.
La UNLa estuvo presente a través del Dr. Daniel
Frankel quien presentó una interesante disertación titulada “Desposesiones: Subjetividades desnudas y testimonios de colonialidad”.
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I N F O R M A CI Ó N
III Encuentro Latinoamericano
y del Caribe de DDHH y Salud Mental
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Los días 12, 13 y 14 de septiembre tendrá lugar en Rosario (Argentina) el III Encuentro Latinoamericano y
del Caribe de DDHH y Salud Mental. Compartimos, en
este espacio, la invitación al evento:
Latinoamérica sin manicomios
La vida no cabe en un diagnóstico
Sin derechos humanos no hay salud mental
La Red Latinoamericana y del Caribe de Derechos Humanos y
Salud Mental invita al III Encuentro en la ciudad de Rosario,
Argentina. Del 12 al 14 de septiembre del 2019 nos volveremos
a encontrar las multiplicidades de discursos, saberes, sentires
y prácticas que conformamos esta Red para seguir creciendo
hacia la construcción de un mundo sin muros, de ciudadanía
universal y por una América Latina sin manicomios.
Revista SALUD MENTAL Y COMUNIDAD | Año 6, Nº6 | Agosto de 2019
El crecimiento de discursos de intolerancia y de odio en América Latina y el Caribe, junto a la implementación de políticas
neoliberales, tienen como consecuencia un fuerte retroceso en el
acceso y ejercicio de derechos. Ello se refleja en el avance de movimientos y gobiernos de claro contenido fascista, que vulneran
derechos humanos con fuerte impacto en la Salud Mental.
Por eso es preciso resistir. Resistir a los procesos de fragmentación, al arrasamiento subjetivo actual. Resistir a la idea de que
el otro es el enemigo. Resistir a la medicalización del malestar en
las culturas. Resistir a la idea de que otro mundo es imposible.
Nos moviliza el deseo de interpelar y ser interpeladxs. Este
encuentro es una invitación a movilizarnos hacia el reconocimiento de las utopías concretas que cotidianamente construimos. Revalorizar estos saberes y conocimientos diversos que
existen y resisten, en un intercambio y diálogo desde el cual
(re)hacernos colectivamente.
I N F O R M A CI Ó N
Convocamos a reconocernos como movimiento antimanicomial, politizando el malestar. Construyendo y fortaleciendo
modalidades de resistencia propositivas regionales. Desafiando la lógica manicomial. Desafiando una sociedad que
transforma las diversidades en desigualdades amparándose
en el supuesto de que existe una “única normalidad”.
136
Encontrarnos, en definitiva, en los debates, para luego llevar estas preguntas al territorio, descolonizando saberes y
prácticas y generando procesos de construcción contrahegemónicos. Si resistir es preciso, dialoguemos asumiendo los
desafíos, haciendo posible lo necesario.
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I N F O R M A CI Ó N
II Conferencia Regional
de Salud Mental Comunitaria
137
Del 2 al 4 de octubre se realizará la II Conferencia Regional de Salud Mental Comunitaria en la ciudad de Esquel, Provincia de Chubut (Argentina). Compartimos,
en este espacio, la invitación al evento:
América Latina es un territorio en el que históricamente se han
generado procesos de conquistas y ampliación de derechos, con
etapas de avances y retrocesos en el sostenimiento de los mismos.
El campo de la salud mental comunitaria, no es ajeno a estos
movimientos, que necesitan de la participación de todas las personas que activamente desarrollan su práctica en el campo social
para sostener y profundizar los logros alcanzados.
Quienes nos desempeñamos como trabajadoras y militantes del campo de la Salud Mental Comunitaria, en distintos
ámbitos y sectores, hemos participado del avance en el desarrollo de políticas públicas a nivel regional, que implicaron
en muchos de nuestros países la modificatoria de los marcos
legales para posibilitar el objetivo compartido de una sociedad sin manicomio.
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Sabemos de la importancia de estas iniciativas legales y de
los planes que promueven su implementación, pero consideramos también que es un momento necesario para darnos el
tiempo y el espacios de poder pensar, discutir y reflexionar
críticamente sobre las acciones concretas que desarrollamos
desde nuestras distintos lugares, que son las que contribuyen
a cambiar la vida de las personas para las cuales trabajamos.
Los marcos legales conquistados en la región en los últimos
tiempos, son el resguardo que sostiene nuestras luchas en el
quehacer cotidiano, a través del desarrollo de intervenciones
y acciones comunitarias concretas. De estas experiencias cotidianas en cada uno de los rincones de América Latina se han
construido saberes junto a las comunidades con las que trabajamos, que es importante compartir, repensar y profundizar.
En sintonía con el espíritu de la I Conferencia Regional de
SMC que se desarrolló en Lima, en el año 2016, seguimos
promoviendo el desarrollo de espacios de encuentro auto-convocados, bajo el interés común de potenciar en nuestros paí-
I N F O R M A CI Ó N
ses el desarrollo de políticas y servicios de salud mental con
enfoque comunitario. Siendo el objetivo principal aportar a
la construcción de una América Latina sin manicomios, en la
cual logremos atender las reales necesidades de las personas
que viven con una problemática de salud mental.
En el marco de diversos eventos afines que se desarrollarán
durante el 2019, esta II Conferencia Regional de Salud Mental
Comunitaria se constituye como una invitación a la construcción
colectiva de un espacio de intercambio y participación de personas usuarias de los Servicios de Salud Mental, profesionales,
técnicos/as, organizaciones sociales y todas aquellas personas o
grupos que se vean llamadas a reflexionar sobre la situación de
la praxis en Salud Mental Comunitaria en la región.
La reflexión colectiva nos permitirá tender lazos que luego nos
acompañarán en nuestra práctica cotidiana. La Salud Mental
Comunitaria es hoy una realidad que requiere de esfuerzos
constantes para cumplir sus objetivos, ya que si bien se han logrado avances, persisten nudos críticos y desafíos que es importante resolver a través de la modificación de prácticas enraizadas y de políticas públicas que acompañen el camino iniciado.
Invitamos a todas las personas que quieran participar a sumarse presentando las experiencias que deseen compartir a
través del formato de presentación de “buenas prácticas” De
esta manera, no solo lograremos un intercambio colectivo en
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presencia durante la Conferencia, sino también poder difundirlas posteriormente a lo largo del territorio a través de un
libro digital de libre circulación.
Compartir las experiencias es una forma de sostener un pensamiento crítico sobre ellas y de poner a disposición de otros
equipos y comunidades estrategias que pueden llegar a ser
beneficiosas.
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A mí regalame un libro III
Tinta sobre papel de algodón
18 x 13 cm
Publicado en la campaña navideña de vía pública "A mí regalame un
libro", del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Bs. As.,
Diciembre 2008.
El Centro de Salud Mental Comunitaria “Mauricio Goldenberg”
de la Universidad Nacional de Lanús agradece al artista
Vladimir Merchensky por autorizar la publicación de la obra
que acompaña esta edición.
Diseño de publicación
Dirección de Diseño y Comunicación Visual | UNLa
Director Claudio Loiseau
Coordinadora Andrea Michel
Equipo Iñaki Bolón García | Fátima Murphy Pupparo | Luciana Schiavi
Suscripción y correspondencia
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