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Historia Distrito La Molina

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HISTORIA DEL DISTRITO DE

LA MOLINA

HISTORIA DEL DISTRITO DE

LA MOLINA
GEOGRAFIA, FLORA, FAUNA,
ECOLOGIA y GEOLOGIA
Augusto Escarcena Marzano
PREHISTORIA
Daniel Guerrero Zevallos
EPOCA COLONIAL
Francisco Vallejo Berrios
EPOCA REPUBLICANA
Francisco Vallejo Berrios
COMBATE DE LA RINCONADA
Oscar Ferreyra Hare
DIRECCION GENERAL Y EDICION
Luis Enrique Tord

MUNICIPALIDAD DE LA MOLINA
LIMA/PERU/2009

Historia del distrito de La Molina


Segunda edicin
Lima, mazo de 2006
Municipalidad de La Molina
Av. Elas Aparicio 740, La Molina
ISBN:
Hecho el depsito en la Biblioteca Nacional del Per:
Fotografas: Percy Arrasco
Dibujos: Lucio Caballero del guila
Baltazar Jaime Martnez Campan: Acuarelas
coloniales
Trujillo del Per
Mapas y planos: Instituto de Estudios Histricos del
Pacfico

Diseo de cartula y diagramacin


Centro de Produccin Editorial e Imprenta de la UNMSM
Impreso en Per
Printed in Per

DIRECCION GENERAL Y EDICION


Luis Enrique Tord
DISEO
Carlos A. Gonzlez R.
FOTOGRAFIAS
Percy Arrasco
DIBUJOS
Municipalidad de La Molina
Av. Elias Aparicio 740
La Molina, Per
Primera Edicin, julio 2009
Lucio Caballero del Aguila
ACUARELAS COLONIALES
"Trujillo del Per"
Baltazar Jaime Martnez Compan
MAPAS Y PLANOS
Instituto de Estudios
Histricos del Pacfico
ISBN 9972- 9090-0-X
Impreso en el Per

CONTENIDO

A mis amigos

Presentacin

10

Prlogo

14

Captulo I
Geografa, Flora, Fauna, Ecologa y Geologa

Captulo II
Prehistoria

Captulo III
poca Colonial

Captulo IV
poca Republicana

Captulo V
Combate de La Rinconada

Captulo VI

17
91
155
217
242

Fundacin del Distrito de La Molina

301

Bibliografa Bsica

311

A MIS AMIGOS

Hay pocos distritos como La Molina, con poderosa


presencia por la majestuosidad de su rostro y el mensaje
singular de su pasado, que su avasalladora personalidad
impone sobre quienes la habitan.
La Molina es un distrito nacido recin ayer, es una
pequea ciudad de la gran Lima, pero hecha y levantada
por los hombres que creyeron en su sol, en su ecolgico
paisaje y en su tranquilidad para vivir.
Si medimos su existencia en el reloj de la historia
encontraremos que es jovenzuela de rostro, aprisionada
por montaas que le dan un aire distinto a campo o
ciudad y que nuestros vecinos tratan de buscarle su
propia identidad.

Esta es La Molina que amamos, aunque a veces no


sepamos comprenderlo, esta es La Molino de nuestros
padres y de nuestros hijos.
Las actuales generaciones que han nacido y viven en La
Molino necesitan encontrar la matriz de nuestro pasado,
coincidente con el legado histrico del Tahuantinsuyo y
mostrar con orgullo que La Molina fue parte conocida en
el gran imperio de los incas y en la consolidacin de la
repblica independiente.
Felizmente las administraciones Municipales conscientes
de su responsabilidad han dejado una herencia cultural
importante para revalorar pginas de historia.
Hemos sido testigos del afn del historiador de encontrar
las fuentes en las que hoy se basan los sustentos de
nuestra actual sociedad. Es as como ante el clamor
constante de los jvenes molinenses, que acuden a
nosotros, vidos de conocer la historia de La Molina, nos
hemos permitido reeditar una sntesis de nuestro pasado
histrico a fin de sustentar y difundir este rico material
bibliogrfico producto del trabajo de expertos
historiadores, compiladores, profesores, dibujantes y
fotgrafos, que a lo largo del tiempo supieron guardar
testimonios de lo que fue la historia molinense.
Debemos expresar nuestro profundo agradecimiento a
don Oscar Ferreyra Hare, Director y fundador del
Instituto de Estudios Histricos del Pacfico, a don
Augusto Escarcena Marzano, a don Daniel Guerrero
Zevallos, don Francisco Barrios y al Dr. Luis Enrique
Tord, por ese invalorable aporte concedido a la Historia
de La Molino a travs de este libro.
En estas pginas hemos encontrado la maquina fotogrfica y
calidad del arte que caracteriza a Percy Carrasco. Hemos

descubierto la hermosa obra pictrica de Lucio Caballero del


Aguila y de Valeria Susti de Musante. Un valioso y muy antiguo
documento fotogrfico es el presentado por Felipe Salkeld
y entre otros honorables vecinos de La Molino, nos
hemos maravillado de la coleccin colonial preparada
por Don Jaime y Vivian Libana.
Queremos reconocer a la Municipalidad de La Molino
que a travs de sus alcaldes, han sabido mantener y
cuidar los basamentos histricos que resaltan estas
pginas y que son la herencia cultural para todos los
vecinos de La Molino.
Al poner al alcance de nios, jvenes y vecinos esta obra
de gran valor hemos querido ofrecer esta edicin
financiada en parte gracias al aporte de la empresa
Cementos Lima.
Con todo ello me permito presentar a ustedes, un
excelente material de lectura y consulta, que estoy seguro
lograr sus objetivos a fin de que permanezca en
vuestros hogares La Historia de La Molina a la que
debemos nuestro amor, respeto y admiracin.
Atentamente,
Lucho Dibos Vargas Prada

PRESENTACION

Al cumplirse 36 aos de su creacin poltica el


Concejo Distrital de La Molina ha auspiciado con
especial satisfaccin la edicin de este esplndido libro
que es la culminacin de un anhelo largamente sentido:
reconstruir sistemticamente el pasado de esta zona de
la Gran Lima que hoy se erige como un distrito joven
pero extraordinariamente pujante.
Nuestra patria es un espacio privilegiado pues en ella
florecieron numerosas y refinadas culturas que han
forjado la historia prehispnica ms rica de Amrica
Meridional. Esta grandeza no fue menor durante el
periodo del Virreinato del Per que domin poltica,
administrativa y militarmente gran parte del continente
durante trescientos aos. Este formidable empuje hizo
que durante siglos, en el largo periodo prehispnico, lo
que hoy constituye la repblica del Per, tuviese un papel
protagnico en la organizacin social, las artes y la
tecnologa, lo cual llego a su culminacin con el Imperio
de los Incas considerado por el historiador britnico
Arnold Toynbee como una de las grandes culturas
mundiales. Durante ese esplndido pasado, la costa
central, donde se ubican Lima y La Molina, jug en
varias ocasiones un papel decisivo en la evolucin
civilizadora antigua y moderna de nuestra patria. El
santuario de Pachacamac en la ?poca precolombina y la
capitalidad de Lima durante el Virreinato y la Repblica
as lo evidencian. Es por ello que la zona de La Molina,
estrechamente vinculada al destino de los valles del
Rmac y de Lurn, ha constituido desde siempre, y lo

constituye hoy, uno de los espacios tradicionales ms


importantes de Lima.
Como todo buen libro de historia, este se dirige a
consolidar la conciencia de continuidad de un pueblo y
afirmar la identidad cultural de sus habitantes.
Coadyuva tambin a que se reconozcan en este
esfuerzo de fraternidad y supervivencia que es la vida en
sociedad y, por cierto, a comprender a profundidad el
valor de las herencias de nuestros ancestros. Animados
por este propsito se ha pretendido plasmar en estas
pginas los aspectos principales del distrito en los
mbitos de la geografa, la fauna, la flora, la geologa y
la ecologa, y en el plano histrico las grandes etapas
prehispnica, colonial y republicana.
Debo agradecer aqu la grata colaboracin del doctor
Luis Enrique Tord, director y organizador de esta obra,
que se suma a las que con tanta pulcritud ha realizado
en pro de la cultura nacional; y la decisiva intervencin
del Instituto de Estudios Histricos del Pacfico, con sede
en nuestro distrito, que dirige el seor Oscar Ferreyra
Hare, cuyos investigadores son los responsables de los
textos. Asimismo, destaco el apoyo brindado por la
Universidad Nacional Agraria cuya presencia da prestigio
desde hace 70 aos a La Molina. Estoy asimismo muy
reconocido a los regidores del Concejo que han
participado en la Comisin de Educacin y Cultura
presidida por el licenciado Carlos Talavera, ya la seora
Martha Arbul de Alegre, directora de Educacin y
Cultura, que impuls tan resueltamente la realizacin de
esta obra. De la misma manera debo relevar el apoyo de
todos los ex alcaldes que manifestaron permanentemente
su entusiasmo por la edicin de un libro de esta
naturaleza.
Esta entrega bibliogrfica enriquece de manera
considerable las actividades a favor de la cultura del

distrito constituidas por otros logros como la entrega a la


comunidad de la Casa de la Cultura, el diseo del
escudo de La Molina, la letra y msica de su himno y el
apoyo a las investigaciones y puesta en valor de los
restos arqueolgicos de las huacas Melgarejo - en 1997
- y Granados desde el presente ao.
Dejamos pues en manos de nuestros vecinos, de los
estudiosos y de los aficionados estas pginas bellamente
ilustradas que vienen a sumarse a las realizaciones
culturales en las que est resueltamente empeado
nuestro Concejo Distrital.
Abril de 1998
ING. PAUL FIGUEROA LEQUIEN
ALCALDE
CONCEJO DISTRITAL DE LA MOLINA

PROLOGO
Este hermoso libro ha sido posible gracias a la iniciativa
y al tesn puesto en su realizacin por el seor alcalde
del Concejo Distrital de La Molina, ingeniero Paul
Figueroa Lequin, animado por la conviccin de que su
comuna, que est a pocos aos de celebrar cuatro
dcadas de su fundacin, requera de una aproximacin
sistemtica a su propia historia que consolidara la
conciencia de la antigedad e importancia de su
sociedad, paisaje y territorio en la evolucin de la regin
de Lima. Para ello recibi el apoyo de su Concejo
Distrital y la resuelta colaboracin de la Comisin de
Educacin y Cultura que preside el licenciado Carlos
Talavera y de la Directora de Educacin y Cultura del
Municipio seora Martha Arbul de Alegre.
La pretensin de estas pginas ha sido rescatar los
acontecimientos ms notables acaecidos en este distrito
desde sus remotos orgenes geolgicos hasta la poca
moderna. Este esfuerzo ha sido posible concretarlo a
base de las investigaciones que desde hace varios aos
efecta el Instituto de Estudios Histricos del Pacfico que
ha acopiado una notable informacin sustentada en los
anlisis que en diversas especialidades efectan sus
cientficos. A pesar de ser La Molina un distrito joven su
situacin en la poca prehispnica y su proximidad a la
capital en los periodos virreinal y republicano hicieron
que en l surgieran asentamientos humanos que se
integraron de manera destacada en la vida social y
econmica de la regin de Lima. Reconstruir sus
principales perfiles es la ambicin de estos captulos que,
por cierto; no agotan su conocimiento, pero constituyen
una versin objetiva de lo que sabemos hasta hoy acerca
de su historia.

De esta forma se ha querido brindar un panorama lo


ms amplio posible que comprende los aspectos fsicos
reunidos en el primer captulo que describe la
configuracin de la fauna, la flora y la geologa; en l se
incluye asimismo el tema de la ecologa de tan
importante gravitacin en el mundo contemporneo y al
que prestan permanentemente atencin las instituciones
pblicas y privadas al
El captulo dedicado a la Prehistoria reconstruye la vida
de los pueblos indgenas desde el remoto pasado del
precermico tardo hasta la dominacin incaica; incluye
interesantes descripciones no slo de la forma de vida
antigua sino tambin de los objetos hallados y los
monumentos arquitectnicos que an se conservan como
las huacas Melgarejo y Granados.
El captulo acerca de la Colonia tiene el particular inters
de hacemos comprender la utilizacin por espaoles y
criollos de tcnicas agrcolas y canales de regado
prehispnicos, as como los sistemas de riego de los
propietarios rurales, muchos de los cuales, entre los
siglos XVI y XIX, gravitaron en la vida social y poltica de
la capital del Virreinato.
El captulo sobre la Repblica nos hace ver la
importancia estratgica que tuvo La Molina en
acontecimientos revolucionarios del siglo XIX, as como el
impulso hacia la agroindustria de finales de esa centuria
y primeras dcadas del siglo XX.
El captulo final est referido al combate de La
Rinconada ocurrido en el transcurso de la Guerra del
Pacfico cuando el ejrcito de Chile se aprestaba a
ocupar Lima, luego de la heroica resistencia peruana de
San Juan y Miraflores.

Este combate de La Rinconada, por haber sido


escasamente estudiado, constituye uno de los aportes
ms originales de este libro tanto por la descripcin de
las tcticas desplegadas por las fuerzas peruanas y
chilenas como por las bases documentales que lo
sustentan.
Unas pginas dedicadas a la fundacin del Distrito,
convertido hoy en uno de los de mayor crecimiento
urbanstico de Lima, as como una til bibliografa bsica
utilizada para esta investigacin histrica, completan este
volumen
Debemos pues agradecer muy sinceramente a los
autores de los textos, seores Oscar Ferreyra Hare,
director y fundador del Instituto de Estudios Histricos del
Pacfico, Augusto Escarcena Marzano, Daniel Guerrero
Zevallos
y
Francisco
Vallejo
Berrios,
al
responsable de las fotografas seor Percy Arrasco.,
de los dibujos seor Lucio Caballero del Aguila, a
la seora Valeria Susti de Musanteque gentilmente
facilit la reproduccin de sus leos con imgenes
de la desaparecida hacienda Melgarejo, al seor
Felipe Salkeld del restaurante "La Hacienda Monterrico
Grande" por las fotografas antiguas que nos
proporcion, a Jaime y Vivian Libana por permitir
fotografiar su coleccin colonial as como a la
Universidad Nacional Agraria de La Molina por el
valioso apoyo informativo brindado.
Como se puede apreciar, este libro es uno de los
pioneros de la reconstruccin de la historia de los
distritos municipales del Per y su realizacin coadyuva
firmemente a consolidar nuestra identidad e imagen
como nacin.
LUIS ENRIQUE TORD

I
GEOGRAFIA, FLORA, FAUNA,
ECOLOGIA y GEOLOGIA

Algarrobo (Prosopis limensis)

GEOGRAFIA, FLORA, FAUNA,


ECOLOGIA y GEOLOGIA

l escribir sobre los aspectos geogrficos y ecolgicos de La


Molina nos encontramos de un lado con elementos naturales o
silvestres que el piso eco lgico ofrece, y de otro lado con
elementos generados por la mano del hombre; gran parte de
la ecologa propia del distrito tiene que ver con esto ltimo.
Si los elementos naturales, a la manera de una materia prima,
se gestaron en el cuaternario (3 millones de aos), es quizs
desde el periodo Formativo (1200 aos a. C.) en que la
intervencin del hombre empieza a cambiar el inicial paisaje
de La Molina; pero es sobre todo con la informacin que llega
a nosotros sobre el Seora de Lati o Ate (1100 aos d. C.),
que llegamos a tener un cabal conocimiento de la dimensin
de esta injerencia del antiguo peruano, no solamente en la
modificacin del paisaje, sino adems, en el desarrollo de un
equilibrio ecolgico con el medio ambiente.
Con la llegada de los espaoles este equilibrio se rompe,
originndose una sobre explotacin de los recursos hasta su
aniquilamiento; hay un cambio en el inters y aprovechamiento
de los recursos naturales, cedindose el piso a una
explotacin ms lucrativa; todo esto como consecuencia de
la implantacin de modos de vida forneos, a los que se

suman el desarrollo de una sociedad agroindustrial y una


repentina explosin demogrfica.
Tratando de reconstruir lo que fue la ecologa original
del distrito es que en el presente trabajo abordamos la
Ubicacin, Clima y Cuenca del Rmac, por la
importancia que la formacin de la terraza aluvial y del
Rmac mismo tuvieron para el asentamiento de los
hombres en estas tierras. A continuacin tratamos sobre
los Relictos Ecolgicos de La Molina, que comprende: los
Bosques, constituidos por la flora inicial existente antes
de la llegada a esta zona del hombre prehispnico. Las
Quebradas Secas, compuestas por los cerros agrestes
con flora de cactceas principalmente. La Laguna, la
cual se ubicaba en la actual Molina Vieja y que fuera de
gran utilidad para los pueblos indgenas. Las Lomas,
cuya flora y, sobre todo fauna, se extenda a los terrenos
del actual distrito, debido su cercana. Y finalmente los
Campos Cultivados, razn principal de la presencia del
hombre a lo largo de diferentes etapas de la historia.

UBICACIN
El distrito de La Molina se ubica, geogrficamente, en un
rea lmite, entre lo que constituye la parte alta de la
regin Chala y la parte baja de la regin Yunga, es decir
entre Chala Hanan y Yunga Lurn, de acuerdo a la
clasificacin de Pulgar Vidal; nos estamos refiriendo a
una altitud que va de 350 a 900 metros s.n.m.
El manto de nubes que caracteriza a la regin Chala tiene un
lmite superior aproximado en los 500 metros de altitud; sin
embargo en La Molina dicho manto suele ser ms persistente

llegando a los 700 metros s.n.m., a partir del cual la


atmsfera est ms despejada y la presencia del sol
durante la mayor parte del ao es una caracterstica
evidente de la regin Yunga. Sin embargo, la presencia
del manto de niebla lo es en funcin de la altitud que
alcanza, no en trminos de duracin, ya que con
frecuencia las nieblas se disipan dando lugar a un medio
ambiente templado y hasta soleado.
El encontrarse La Molina en un rea lmite geogrficamente,
aunque con caractersticas particulares, nos permite observar
en trminos generales dos reas claramente identificables.
La que corresponde a la Chala Hanan est compuesta de
tierras aluviales; son terrenos aptos para la agricultura y es
el lugar que los pobladores prehispnicos irrigaron y
dominaron, y donde se asentaron haciendas y fundos en las
pocas Colonial y Republicana actualmente ocupados por
la urbe. La correspondiente a la Yunga Lurn est
compuesta de terrenos ptreos, arenales y desrticos, no
aptos para la agricultura, por la falta de agua, y ocupados
actualmente por viviendas, residencias y canteras de piedra
y arena; forman parte de esta rea los rocallosos cerros que
en muchas partes del distrito emergen.

CLIMA
El clima del distrito de La Molina es por lo general templado y
saludable; la atmsfera de abril a diciembre se caracteriza por
un amanecer de nubes y nieblas, que slo eventualmente
producen una dbil llovizna llamada gama. Esta carga de
nubes tiene su origen en las hmedas y calientes masas areas
ecuatoriales que soplan del mar hacia nuestras costas y

que al desplazarse sobre la superficie fra de la Corriente


Peruana se condensan produciendo la niebla que cubre
la mayor parte del distrito. Estas nubes y nieblas se
disipan cada da para dar paso a un ambiente templado
y hasta soleado; contrariamente en las noches la
temperatura desciende, causando una sensacin de fro.
La presin atmosfrica de la costa central peruana es
casi constante, lo cual genera la presencia de grandes
sectores con nieblas muy cerradas; sin embargo algunas
zonas ofrecen cierta variabilidad, como es el caso de La
Molina, con una niebla que fcilmente se disipa y
permite el paso de un sol suave y tenue o de una simple
resolana.
La atmsfera de diciembre a abril se caracteriza por
alternar das y noches despejados con la espordica
aparicin de nubes que llegan a producir algunas lluvias;
esta situacin genera la presencia de das nublados,
pero que sin embargo, al igual que en los das
despejados, el ambiente se mantiene templado e incluso
caluroso; en las noches la temperatura desciende,
causando fro, aunque la humedad se mantenga media.
En general la temperatura flucta entre 20 y 27 C., durante
el da, en cambio las noches son frescas y fras, (11 C. aprox.)
a causa no slo de la humedad proveniente de la Chala,
sino adems a causa de los vientos que bajan de las regiones
ms altas.

LA CUENCA DEL RIO RMAC


La terraza aluvinica, sobre la cual discurre el actual no Rmac,
se form durante el cuaternario como consecuencia de

continuos deshielos de los nevados alto-andinos dentro


de un proceso de calentamiento terrestre conocido como
deglaciacin generndose gigantescos movimientos de
masas aluvinicas que progresivamente fueron
descendiendo hacia la costa, sedimentndose y
rellenando el cono deyectivo con material aluvial
transportado; todo ello ligado a procesos tectnicos
diversos que se sucedieron en el tiempo bajo condiciones
climticas variables. El material aluvial de relleno lo
conforma
una
mezcla
de
cantos
rodados,
principalmente, con bancos de arcilla y arena
aumentando la concentracin de los cantos rodados, al
centro del depsito, y disminuyendo en el terreno
adyacente, donde existe mayormente material arcilloso.
Adicionalmente, en estos periodos del cuaternario se
comienzan a producir fuertes vientos desde el suroeste
que transportan y cubren con arena elica extensas
reas, especialmente la parte baja del valle, hacia donde
fluye la arena proveniente de las playas. Es un proceso
que afecta a toda la franja costera, ingresando la arena
inclusive varias decenas de kilmetros tierra adentro y
desertificando amplias zonas del litoral.
El rio Rmac nace en los nevados de Ticlio, Uco y otros a
5500 metros s.n.m., alimentndose del deshielo de estos
nevados, de las lagunas formadas por deshielos, as?
como de las precipitaciones que caen en la parte alta de
su cuenca colectora. El Rmac tiene una longitud
aproximada de 145 kilmetros y su cuenca abarca una
superficie aproximada de 3398.1 km2; drenan en su
cuenca 918 afluentes y est conformada por dos
subcuencas importantes, San Mateo y Santa Eulalia, esta
ltima de gran importancia econmica.

Tras sus nacientes el Rmac desciende desde las alturas


occidentales discurriendo sobre las prolongaciones
rocosas de las cumbres cordilleranas y conservando
cierto nivel respecto al terreno adyacente; luego se
profundiza en su valle, estrechndose cada vez ms
hasta formar un can, que aguas arriba de la
poblacin de San Mateo recibe el nombre de El
Infiernillo; el valle se ampla un poco en San Mateo, para
angostarse nuevamente en el sector de Viso, donde las
paredes ptreas del ro casi llegan a juntarse; una nueva
garganta se observa aguas abajo en Matucana. A partir
de la hidroelctrica de Surco el valle se ampla y ya en
Vitarte y La Molina se inicia la gran llanura aluvial que
llega hasta el Pacfico.
Los campos de cultivo de La Molina se sustentaron precisamente
en las frtiles tierras de esta terraza aluvial, y estas a su vez se
hicieron productivas gracias a las aguas del ro Rmac.

LOS RELICTOS ECOLOGICOS DE LA


MOLINA
LOS BOSQUES.
Extendidos sobre la planicie aluvial y en algunas
quebradas crece una vegetacin con races en
capacidad de alcanzar la napa fretica subterrnea:
estos son los bosques. Estos bosques mayormente
cerrados, impenetrables por sectores, son de difcil
acceso para el hombre; hay en ellos ausencia general de
agua, salvo algunos escasos brotes de agua surgente o
de desbordes de ros, canales o acequias.
Como flora perteneciente a esta particular ecologa tenemos:
el Algarrobo (Prosopis limensis), el Huarango (Acacia

macracantha), Ua de gato (Mimosa acantholoba,


Piptademia flava), Serrilla (Mimosa pigra), la Yuca de
Caballo (Proboscidea altheaefolia), etc. El Palo Verde
(Cerddium praecox, Parkinsonia acuelata), el Bichayo
(Capparis ovalifolia) y Satuyo (Capparis cortata), estas
tres ultimas producen, adems de lea, goma.
Como fauna representativa de estos bosques tenemos al
Chaucato (Mimos longicaudatus), ave similar a la
paloma de monte, de plumaje gris y plumas largas en la
cola; anida en los algarrobales.
El vegetal ms significativo de los bosques costeros es el
Algarrobo (Prosopis limensis); las semillas de este rbol
caen al suelo, siendo diseminadas por los animales que
la consumen, ya que no pierden su poder germinativo al
pasar por el tracto intestinal; inicialmente las semillas
dependen, para germinar, de las lluvias veraniegas, ya
que mientras tanto, la raz que se desarrolla debe
alcanzar la humedad permanente de la capa fretica. El
fruto del algarrobo es una vaina que contiene unos
granos nutritivos y dulzones; es consumido al natural o
en el extracto de melaza denominado algarrobina; es
adems un excelente alimento para el ganado cabro,
vacuno y equino. Su madera tiene un alto poder calrico
y ha sido explotada, para lea y el carbn, hasta su total
devastacin.
Durante la poca prehispnica las vainas de algarrobo servan
de alimento a numerosos animales como el venado costeo
de color gris (Odocoileus virginianus), la llama (Lama glama) y
el guanaco (Lama guanioe); adems se emple la madera
de algarrobos en la construccin de casas, tumbas y

santuarios; las techumbres eran sostenidas por horcones,


cuya madera era incorruptible.
En la poca colonial este recurso fue tan importante que
uno de los requisitos que deba tener el lugar donde su
fundara la capital de la Gobernacin del Per era que
contara con mucha vegetacin para lea, condicin que
cumpla el curacazgo de Lima, dado que esta abundaba
en su contorno.
Si bien las recin fundadas ciudades y villas requeran para
sus edificaciones de gran cantidad de madera, exista
adems la desmedida necesidad de combustible por parte de
la poblacin; todo esto contribuy a la destruccin de los
bosques costeos; as la tala indiscriminada de este recurso
arbreo caus su devastacin y la posterior alarma del
Cabildo de Lima, quien emiti una serie de disposiciones
que legislaban la tala de rboles y la fabricacin de carbn,
obligndose a la siembra de rboles; sin embargo fueron
medidas que no slo llegaron cuando la depredacin ya
estaba consumada, sino que con frecuencia no fueron
cumplidas sus ordenanzas.

Huarango (Acacia macracantha)

LAS QUEBRADAS SECAS


Se caracteriza este medio ambiente que denominamos
quebradas secas por la presencia de cerros agrestes, de
variable altura y pendientes escarpadas, con elevaciones
progresivas hacia el Este, alternadas con quebradas,
superficies erosionadas, rupturas de terreno, acantilados,
despeaderos y empinados cerros resquebrajados;
adems tenemos ausencia de lluvias, salvo las
ocasionales de los meses de enero a marzo y en general
un clima clido, con sol gran parte del ao.
Como flora representativa tenemos la Achupaya (Tillandsia
straminea), de hojas verdigrises y races cortas; capta agua de
las garas con sus hojas que es por donde se nutre.
La Cabuya blanca (Foureroya sp.) y la Cabuya azul
(Agave sp.), especies no bien estudiadas pero generosas
al ofrecer su materia prima en hilos, agujas, alimento y
bebida.
La Pitajaya (Haageocercus backeb) de cutcula
impermeable, para impedir la evaporacin del lquido
almacenado en su pulpa; con espinas, flores vistosas de
colores anaranjado o verde-amarillo, frutos comestibles
que al madurar son amarillos o rojos.
El Curis (Cereus macrostibas) cactcea de tallos columnares
prismticos y frutos morados; suele estar parasitado por una
hormiga negra.
El Pumapa - rurun (Melo cactus, Echino cactus); cactcea de
tallo esfrico, voluminoso, cubierto de espinas gruesas y
afiladas; produce un fruto color prpura brillante; su pulpa es
comestible y calma la sed.

Un ave tpica de estas tierras es la lechuza de huaca


(Spectytu cunicularis), una variedad especial de lechuza
diurna, diminuta, y que anida en las ruinas
arqueolgicas o entre los intersticios de los cerros
rocosos. Adems es tpico de estos terrenos el alacrn
(Brachiscomus ehrenbergi). Tenemos adems fauna que
procede de las lomas como vizcachas, venados, zorros,
jergones, etc.
LA LAGUNA.
Otra fuente de agua que permita la aparicin de
vegetacin aprovechable es la de origen subterrneo;
sta se extiende bajo la terraza deyectiva manteniendo
una napa fretica permanente; en algunos puntos el
agua subterrnea aflora a la superficie, ah donde la
altura de la napa fretica y el nivel del suelo lo
permitan, formando lagunas pantanosas.
En las lagunas costeras son numerosas las especies
vegetales. Entre las ms representativas tenemos:
La Guama (Eichornia crassipes), que produce una
hermosa flor azul-lila; es una planta flotante; sus hojas
tienen pecolos con expansiones globulares que le sirven
de flotadores; sus races filiforme s constituyen manojos
coposos que brindan proteccin a las cras de los peces.
Chara fragilis, alga que vive sumergida en la laguna y
que contiene incrustaciones de carbonato de calcio que
al descomponerse exhala malos olores.
La Grama salada (Distichlis spicata), es una gramnea
asociada principalmente a la surgencia de aguas subterrneas,
conforma gramadales o pampas cubiertos por grama salada

Pitajaya (Haageocereus backeb)

que fijan la arena en el suelo y se levantan de ste a unos 25


cms., teniendo abundantes rizomas que le permiten el acceso
al agua del subsuelo.
La Totora (Typha domingensis) y el Junco (Scirpus
limensis), son plantas que viven semisumergidas. En
pocas prehispnicas la totora y el junco fueron
econmicamente muy importantes; de totora eran las
embarcaciones que permitan la pesca en alta mar; por
su parte el junco fue til para la construccin de
viviendas, como para el techado de las mismas, para la
confeccin de petates y esteras; adems se fabricaban
cajas para guardar toda clase de objetos, como las cajas
de junco conteniendo ovillos y artefactos para uso textil,
halladas en las excavaciones arqueolgicas.
En cuanto a la fauna, tenemos que est compuesta
principalmente por aves, adems de algunos peces y
artrpolos, de los cuales, una muestra representativa es
la que damos a continuacin:
Garza bueyera (Bubulcus i. Ibis), de plumaje blanco, de
cuello y pico relativamente grueso, piernas algo cortas,
pico amarillento, patas uniformemente negruzcas hasta
ser amarillo-anaranjadas; frecuenta el ganado de la
zona y se alimenta de insectos y otros artrpodos.
Yanavico (Plegadis ridgwayi), es una especie altoandina
de ibis, es negro con brillo metlico verde y purpreo, de
cabeza y cuello ferruginosos; habita en lagunas y
pantanos de la Puna, baja a las lagunas y pantanos de
la costa por temporadas; se alimenta de larvas, insectos
y gusanos que se reproducen en el fango.

Huerequeque (Burhinus superciliaris), chorlo terrestre


grande de la costa, del tamao de un pollo, con piernas
largas, cabeza redonda y grande, pico corto y ojos
grandes; de coloracin gris ocrcea con manchas y
lneas pardas, de vientre blanco; se caracteriza por su
tamao y costumbre de correr en el suelo de los paisajes
semidesrticos.
Pato Gargantillo (Anas bahamensis rubrirostris), pato
costeo de tamao mediano, color pardo ocrceo, se
caracteriza por su cabeza mitad parduzca y mitad
blanca, pico con base roja y cola puntiaguda y de color
claro; es tpica y permanente de las lagunas y remansos
de la costa.
Turtupiln (Pyrocephalus rubinus obscurus), es negro con
las partes ventrales y corona color rojo llamativo; hay
ejemplares completamente negros; frecuenta no slo las
lagunas sino todo terreno que est arborizado, como
algarrobales; se encuentra en la costa y vertientes
andinas bajas.
Lisa (Mugil sp), son plateados, similares a sus congneres
marinos; son relativamente fciles de pescar por no
requerir de embar5caciones esta actividad.
Camarn (astacus fluviatilis), crustaco, malocostrceo
decpodo, macruro; vive generalmente en los canales de
acceso a las lagunas y pantanos.

Garza bueyera (bubulcusi. Ibis)

Por la documentacin de archivos de comienzos del presente


siglo sabemos de la existencia de una laguna de
aproximadamente 400 hectreas, en lo que hoy conocemos
como La Molina Vieja. La desaparicin de esta laguna, como
muchas que existieron en la costa peruana, se debe no slo a
la falta de uso y la desvalorizacin de los productos que estos
relictos ofrecan, sino tambin a los procesos urbanos, al
excesivo bombeo del agua del subsuelo y los desecamientos
artificiales para fines agrcolas y de urbanizacin, y finalmente
al proceso de contaminacin

LAS LOMAS
La costa central y sur se caracterizan por su ausencia de lluvias
y permanente aridez debido principalmente a la corriente fra
peruana que impide la evaporacin del agua marina en
niveles suficientes para producir lluvias de importancia; sin
embargo la poca evaporacin producida cerca del litoral logra
acumular condensaciones conocidas como neblinas que
ingresan a la costa empujadas por los vientos del suroeste;
estas neblinas llegan a chocar con las primeras elevaciones
andinas donde quedan atrapadas, humedeciendo la superficie
del suelo con el agua en suspensin que transportan,
permitiendo as? la aparicin de una abundante vegetacin
propia de estos medio ambientes hmedos, conocidas
comunmente como Lomas, que reverdecen estacionalmente
de fines de mayo a fines de octubre.
La flora de las lomas est conformada, principalmente, por
rboles de lcuma (Lcuma abocata), chirimoya (Annona
cherimolia), guanbana (Annona muricata), guayaba

(Psidian guajava), mito (Carica candicans) con frutos


semejantes a la papaya, la tara (Caesalpina tinctoria)
leguminosa de vainas tnicas que en simbisis convive
con musgos, congonas, cardos y lquenes; huarango
(Acacia macracantha), boliche (Sapindum saponaria),
palillo (Capparis prisca), higuern (Ficus sp.), etc.
Entre las hierbas tenemos al amancay (Hymenocallis
amancaes), la papita de San Juan (Begonia geranifolia),
el tomate silvestre (solanum sp.), el tabaco silvestre
(Nicotiana sp.), la azucena del Inca (Alstroemeria
pelegrina), la nolana (Nolana sp.), la valeriana
(Valeriana sp.), etc. Y entre los arbustos destaca el
heliotropo (Heliotropium peruvianum), de flores lilas muy
perfumadas.
Como fauna ms representativa tenemos la vizcacha
(hagidium peruanum), las perdices (Nothoprocta
pentlandii), los zorros (Dusicyon culpaeus y Canepatus
rex inca), el puma (Felis concolor incarum), el huanaco
(Lama guanicoe), el venado gris (Odocoileus virginianus)
y el jergn de la costa (Bothrops pictus), que es una
serpiente venenosa.
Los restos arqueolgicos existentes son evidencias de la
constante presencia del hombre desde pocas prehispnicas.
En las lomas hoy despobladas, en donde sembr forrajes,
arbustos y rboles productores de frutos y madera, el antiguo
poblador conoci y aprovech el ciclo de las lomas,
comprob que el roco acumulado sobre las plantas, sobre
todo las altas, permita humedecer los suelos, generando
arroyos efmeros que discurran a expensas de esta abundante
captacin y que, an pasada la estacin, persistan algunos
puquiales con agua permanente.

Pato gargantillo (Anas babamensis rubrirostris)

Despus de la conquista espaola an existan pueblos


indgenas en las lomas; estos grupos estaban vinculados con el
antiguo Seoro Ichma, denominado Pachacamac por los
Incas, ocupaban unas extensas lomas que, con algunas
interrupciones, se extenda desde Atocongo hacia el sur, a lo
largo de una faja de cerros bajos hasta la altura del actual
balneario de San Bartola. Varios pueblos eran los que se
avecindaban en las lomas, aunque slo tenemos noticias de
algunos de ellos como los Patca, cercanos al valle de Lurn; los
Caringa o Calinga al sur, cruzando Lurn; estos tenan hacia
1562 como curaca a don Cristbal Conpaya que al igual que
otros pueblos de la costa central tenan grandes festividades en
honor del dios Pariacaca; otros pueblos ms existieron como el
que se ubic cerca de la quebrada Malanche, en los restos de
una capilla denominada Pacta; tambin la antigua aldea de
Pueblo Viejo compuesta por varias casas y dos pozos de agua;
asimismo en la quebrada de San Juan de Atocongo cerca del
actual cementerio de Villa Mara del Triunfo hay una capilla en
ruinas, ubicada en un lugar elevado con restos de cercos y
canchas, con caractersticas particulares y similares a otras
capillas halladas en lomas las que sugieren la celebracin de
ritos catlicos encubriendo la ceremonia de ritos gentilicios.
Con la llegada de los espaoles y la organizacin del virreinato
se alter todo este equilibrio ecolgico; se talaron sin
discriminacin todos los rboles para fabricar carbn vegetal;
el nmero exagerado de ganado europeo como caballos,
acmilas y los hatos de caprinos produjeron un sobrepastoreo
que hizo cada vez ms difcil la recuperacin anual de las
lomas; como consecuencia se produjo un aumento progresivo

de la aridez, y la arena elica no encontr? trabas a su


expansin; a esto se sum una disminucin en los niveles
de humedad generados por el descenso de los niveles
pluviomtricos y de deshielos, restando la posibilidad del
crecimiento de vegetacin y de mantener una rica y
variada fauna silvestre.
Sabemos que en La Molina no existi un relicto
significativo de lomas, sin embargo en la vecindad del
distrito s lo hubo, como en el caso de las lomas de
Atocongo, an hoy existentes. La importancia de describir
las lomas como parte de la ecologa de La Molina est
en que mucha de la flora y fauna de las lomas no se
restringen especficamente a su hbitat, sino que lo
desbordan, ya sea por el desplazamiento de las especies
de animales en el caso de la fauna, o ya sea por la
intervencin de la mano del hombre en la flora.
LOS CAMPOS CULTIVADOS
Como explicamos en el captulo de la cuenca del ro Rmac, la
presencia de la terraza aluvial fue de primera importancia para
la transformacin del paisaje por el hombre, importante
adems para la economa y la historia, y finalmente
fundamental para la existencia misma de La Molina. La terraza
aluvial como suelo frtil para la agricultura permiti el
surgimiento de los campos cultivados.

Lisa (mugil sp.)

Durante el perodo Intermedio Tardo, en la regin de Lima,


entre los valles del Rmac y Lurn, y desde el litoral hasta aa
en el Rmac y Chontay en Lurn, se asentaba el seoro Ichma
cuya capital poltico-religiosa era el santuario de Pachacamac;
este seoro a su vez comprenda varios curacazgos
subalternos, cada uno con su propio jefe. El valle del Rmac se
hallaba regado por extensos canales que partiendo del ro se
extendan por la planicie aluvial del valle; a lo largo de estos
canales se distribuan los territorios de los curacazgos, cuyos
nombres correspondan a los mismos canales; estas unidades
polticas contaban con una especie de capital o centro polticoreligioso a la cual obedecan numerosos pueblos pequeos
diseminados por todo su territorio. La primera bocatoma, en la
margen izquierda del ro Rmac, corresponda al canal de Lati
o Ate; ste parta de Santa Clara, pasaba por Huaquerones y
Puruchuco, cruzaba el distrito de La Molina, y llegaba hasta los
terrenos que actualmente ocupa la Universidad de Lima; en
todo el contorno de este canal y sus innumerables acequias se
extenda el curacazgo de Lati o Ate.
Son los pueblos del Per antiguo, como los Ichma y otros que
le antecedieron, los que a travs de la construccin de los
canales y acequias ganaron para la agricultura la amplia
terraza aluvial sobre la que se asienta el distrito de La Molina; y
tan importante econmicamente que fue asiento de haciendas
y fundas durante la colonia y repblica.
Como flora de este piso ecolgico tenemos a un vegetal tpico
que es el molle (Schinus molle); planta arborescente, de tronco
rugoso y que alcanza una altura de hasta 10 metros, con
hojas en arambel, de flores muy pequeas de color crema y

frutos de drupa esfrica en racimos color rosado oscuro; de la


melaza de sus frutos se hace la chicha de molle; su madera es
til en la carpintera yes buen combustible como lea.
El palto (Persea gratissima), su tallo alcanza los 5 metros, de
hojas verde brillante en la palma y verde opaco en el dorso;
sus frutos son generalmente en forma de pera grande aunque
hay algunas esfricas, de color verde claro al verde oscuro.
El lcumo (Lucuma obovata), alcanza una altura mxima de
10 metros, de madera recia y frutos esfricos, cuyo color vara
de verde al amarillo, y pulpa de un amarillo intenso.
El chirimoyo (Annona cherimolia), rbol de esplndidas hojas,
flores triptalas y perfumadas, de frutos desarrollados, con una
pulpa blanca, almibarada y pepas negras.
El guayabo (Psydium pyryferum), rbol que alcanza 5 metros
de altura, sus frutos son bayas voluminosas, cuyo color varia de
crema, amarillo, rosado hasta moradas.
El ciruelo del fraile (Bunchosia armeniaca), rbol de hasta 4
metros de altura, produce frutos en abundancia que maduros
tienen un color morado-anaranjado, muy dulces y
perfumados. El pacay Onga feuillei) conocido tambin como
guaba. El sauce (Salix humboldtiana) y el palillo
(Campomanesia lineatifolia).
Como plantas importadas por los espaoles y desarrolladas
en este hbitat hay la caa de azcar (Saccharum
officinarum), planta muy cultivada en las haciendas y fundas
de La Molina; su uso era de carcter industrial, destinado
principalmente a la produccin de alcohol potable conocido
como caa, shacta, yanque, etc., utilizable adems para la

Huerequeque (Burbinus superciliaris)

Valeriana (valeriana sp.)

Tabaco (Nicotiana sp.)

preparacin del 'huarapo'. Otro producto de la caa de


azcar era la chancaca y, posteriormente, el azcar. Este
fue un producto de gran importancia en la vida
econmica y social del pas durante el siglo XIX.
Tambin con los europeos vinieron los frutales ctricos,
los que se aclimataron perfectamente como el naranjo
(Citrus sinensis, aurantium), el limonero (Citrus
limonium), la lima (Citrus limeta), la toronja (Citrus
decumana), la cidra (Citrus medica) y la mandarina
(Citrus sp.).
En las laderas del canal de Ate y las mltiples
acequias, humedecidas o anegadas por las aguas del ro
Rmac, se desarrollo una vegetacin particular, entre las
que predominaban:
La caa brava (Gynerium sagittatum), de panculo floral
semejante a la caa de azcar, utilizado en artesana.
El pjaro bobo (Tessaria integrifolia), arbusto que
afirma las piedras a las orillas de ros o canales.
El carrizo (Arundo donax), venido de Espaa, crece con
la caa Y el pjaro bobo, yes utilizado en la fabricacin
de canastas, esteras, jaulas, etc., as? como en la
construccin de viviendas.
La caa hueca (Phragmitis communis), la chilca
(Baccharis sp.), el chamico (Datura stramonium), el
marco (Artemisa purpurea), el quebrollo (Acnistus
arborescens), pega-pega (Setaria verticillata), payco
(Chenopodium ambrosicides), grama china (Sorgum
halepense), campanilla (Ipomoca purpurea), capul
cimarrn (Nicandra physaloides), yerba mora (Solanum
americanum), etc.

Un ave tpica de estos campos cultivados, entre muchas


otras, es el taurigaray, de plumaje negro y blanco, hace
sus nidos en los rboles de ctricos, vive en bandadas y
canta en coro, emitiendo un sonido cuya onomatopeya
es 'taurigaray', que en quechua significa 'quiero comer
tauri'. Adems estn los periquitos (Psilopsiagon
aurifrons) que vuelan en bulliciosas bandadas y los
ornamentales picaflores (F. Trochilidae)
GEOLOGA
La Molina est conformada en un 90% por afloramientos
gneos intrusivos que pertenecen a los bordes
occidentales del Batolito Costanero cuya antigedad se
remonta al Cretceo Superior, es decir, unos 75 a 80
millones de aos. Geomorfolgicamente presenta una
quebrada principal donde se ha desarrollado el acceso y
el distrito en s, y algunas quebradas secundarias como
La Planicie, San Benito, San Jos y otras que han sido
modeladas durante el Cuaternario en los ltimos 2
millones de aos. Los depsitos cuaternarios indican que
las quebradas fueron mucho ms activas y dinmicas
durante el Pleistoceno, estabilizndose en forma relativa
durante el desarrollo del Holoceno en los ltimos 10,000
aos, periodo en el que se define el actual clima
predominantemente rido y hmedo que caracteriza a la
Costa Central.
Las muestras de campo permiten corroborar que los
afloramientos gneos corresponden, inicialmente, a un magma
bsico compuesto por gabrodiorita y diorita, que va pasando
a una etapa ms cida posterior y que vienen a ser los ltimos
en emplazarse: tonalita-diorita, granodiorita y granito.

Tara (Caesalpinia tinctoria)

La tectnica est relacionada a los eventos que controlan


la Costa Central, es decir inicialmente fases compresivas
intercaladas con fases de distensin. Estas fases
tectnicas estn relacionadas regionalmente a las fases
Peruana, Inca y Quechua, que han impulsado el
levantamiento de los Andes desde el Cretceo Superior
hasta la actualidad.
La Molina es un ejemplo del proceso de formacin de los
rasgos geomorfolgicos de la Costa Central al cual se
encuentra ntimamente vinculada en su historia
geolgica.

UBICACION
El distrito de La Molina se ubica en la parte central de la
Costa peruana, en el departamento de Lima. Su
extensin queda determinada, aproximadamente, por las
siguientes coordenadas geogrficas:
12 00 03 a 12 00 07

Latitud Sur

76 57 00 a 76 51 00

Longitud Oeste

GEOGRAFIA
RASGOS GEOMORFOLOGICOS
No se han reportado estudios especficos sobre el distrito a
nivel de geologa general, pero diversas publicaciones se
refieren muy generalmente a las caractersticas del rea de
estudio. Existen trabajos regionales, como los realizados por el
INGEMMET publicados en 1992, y sobre Lurn y el Valle del

Rmac, referidos a ingeniera geolgica o geotecnia,


estudios de aguas subterrneas, etc.
El desarrollo morfolgico del rea ha sido generado a
travs de diversos episodios tectnicos que han dado
lugar a los rasgos geomorfolgicos actuales, los mismos
que pueden clasificarse en unidades geomorfolgicas
como estribaciones andinas occidentales, quebradas,
planicies costeras y conos deyectivos -en su borde ms
occidental-, loma y monte isla en su zona ms al Sur.
En el distrito de La Molina se puede apreciar que al
proceso tectnico y plutnico se han sobreimpuesto los
procesos de geodinmica externa que han modelado el
rasgo caracterstico de la zona.
Entre las formas estructurales que han controlado el
modelado de la regin de la Costa Central en general,
en su borde occidental, cabe mencionar el antic1inal de
Lima y los bloques fallados como productos del
dislocamiento regional que son parte de estos procesos
que involucran la geologa de la Costa Central.
Asimismo han actuado en el modelado la erosin, la
incisin por el drenaje (principalmente por la accin e
influencia del ro Rmac), quebradas ms activas durante
el pleistoceno y la acumulacin de arena elica sobre
extensiones de la zona que han dado la configuracin
actual del relieve.
Las unidades geomorfolgicas del distrito poseen las
siguientes caractersticas (INGEMMET, 1992)

Amancay (hymenocallis amancaes)

PLANICIES COSTERAS Y CONOS DEYECTIVOS


Es la zona comprendida entre el borde litoral y las
estribaciones de la Cordillera Occidental, constituida por una
faja angosta de territorio paralela a la lnea de la costa,
adquiriendo para el caso de la Costa Central mayor amplitud
en los valles de Chancay, Chilln, Rmac y Lurn.
Constituyen amplias superficies cubiertas por gravas y
arenas provenientes del transporte y sedimentacin de
los ros Rmac y Lurn, y por arena proveniente del
acarreo elico desde las playas por vientos que
corresponden a la direccin SO a NE.
Una de estas planicies la constituye el cono aluvial del ro
Rmac donde se asienta la ciudad de Lima, lo que fue una
depresin, ahora rellenada por gravas, arenas y arcillas
formando un potente apilamiento cuyo grosor completo se
desconoce. Esta llanura aluvial contina al Sur con el cono
aluvial del ro Lurn interdigitndose sus depsitos por debajo
de la cobertura elica al sur de Villa y San Juan. Al Norte la
planicie aluvial del Rmac contina con la del ro Chilln.
Se puede apreciar que la historia geolgica de la zona de
estudio se encuentra ntimamente relacionada a los procesos
geolgicos que han determinado la conformacin de la Costa
Central, y es el resultado de estos factores regionales que han
operado desde el Mesozoico hasta el Cuaternario; en este
ltimo, la geodinmica externa ha modelado el actual
relieve. El distrito de La Molina refleja la accin conjunta de
estos procesos que han operado en su historia geolgica

VALLE Y QUEBRADAS
Esta unidad morfolgica comprende el valle del ro
Rmac en su margen izquierda a unos 9 km. del borde
litoral. La quebrada principal en el distrito objeto de
estudio, viene desde el Sol de La Molina, en la parte mas
oriental del distrito, siendo las quebradas secundarias las
siguientes en relacin a esta quebrada principal.
-

En el perfil Norte, de Este a Oeste: quebrada San Jos,


quebrada San Benito, quebrada La Planicie.
En el perfil Sur, de Este a Oeste: una pequea quebrada
entre los cerros Tres Cumbres y Huertos de La Molina, y
este ltimo con Las Praderas. Se trata de quebradas de
menor rango en relacin a las mencionadas en el perfil
Norte.

Debido al clima actual, caracterstico por lo menos


durante el Holoceno (10,000 aos A. C.), es decir, la de
un desierto hiperrido y muy hmedo, las quebradas
permanecen secas la mayor parte del ao con un piso
cubierto por depsitos coluviales y materiales de poco
transporte provenientes de las partes altas de los
afloramientos gneos que caracterizan al distrito de La
Molina, siendo en parte cubiertos por arena elica.
ESTRIBACIONES ANDINAS OCCIDENTALES
Esta unidad corresponde a las laderas y crestas marginales de
la cordillera andina de topografa abrupta, formada por
plutones y stocks del Batolito Costanero, emplazado con
rumbo NO-SE, el mismo que ha sido disectado por los ros y

Jergn de la costa (bothrops pictus)

quebradas; en este caso, el ro principal que ha


disectado estos afloramientos del Batolito Costanero es
el ro Rmac. En La Molina, ubicada en la margen
izquierda del ro mencionado, la quebrada principal
donde se ubica el distrito, ha sido formada en el
Pleistoceno (2 millones de aos A.C.), pues relacionado
a perodos interglaciares en las zonas andinas, esta
quebrada fue mucho ms activa y dinmica por los flujos
fluviotorrenciales que formaron depsitos aluviales en su
lecho, como se observa en unos cortes ms al Sur, hacia
la quebrada de Manchay. Se puede representar estos
depsitos a manera de ros fsiles en pocas ms
lluviosas por efectos de la deglaciacin en las zonas
andinas occidentales durante el Pleistoceno. Segn
Machar (1980): "Uno puede pensar que a nivel
climtico, la temporada de deglaciacin, pasaje de
estado glaciar al estado interglaciar, representa una
poca de inestabilidad que favorece una debilitacin de
la zona anticiclnica del Pacfico y por lo tanto una
ocurrencia de lluvias en el desierto. Esta ltima crisis
pluvial habra ocurrido entre los 10,000 A. c., final de la
ltima glaciacin, y los 6,000 A. C. mximo transgresivo
holoceno".
LOMA Y MONTE ISLA
Dentro de esta unidad geomorfolgica se ha
considerado a las colinas que bordean las estribaciones
de la Cordillera Occidental, las cuales quedan como
cerros testigos, encontrndose en medio del cono aluvial
de Lima.
Las lomas presentan una topografa subordinada a la litologa
de las unidades geolgicas y a la cobertura elica que las

cubren, como es el caso de las lomas y colinas de San


Juan, Pamplona y Monterrico, al Sur.
En La Molina, en el afloramiento rocoso denominado
Cerro Centinela, en el lmite distrital ms al Oeste, se
observa geomorfolgicamente como un monte isla en
formacin, en una fase final de desarrollo, como
producto de las caractersticas litolgicas sedimentarias
intruido por un intrusivo de naturaleza diortica.
Este afloramiento ha sido cortado, en su parte central,
por una pista de direccin Este-Oeste que permite
observar la litologa sedimentara, calizas de la
Formacin Atocongo (Cretceo Inferior en el perfil
Norte), y en el perfil Sur el intrusivo diortico que
pertenece a la superunidad Santa Rosa, de edad
Cretceo Superior.
DRENAJE
Como la Costa Central esta zona refleja en parte el clima
predominante en la costa peruana, es decir, el tipo de clima
desrtico que corresponde geomorfolgicamente a los
desiertos de latitudes bajas; el drenaje es controlado, en parte,
por las implicancias climticas de este tipo de regin a veces
denominada Desiertos Tropicales.
La Molina refleja un perodo de intensa erosin que se remonta
al Pleistoceno, como su fase ms dinmica, que va
disminuyendo conforme se estabiliza el clima rido hmedo
que se desarrolla durante el Holoceno. La evidencia de los
depsitos pleistocnicos as parecen confirmarlo pues stos se
encuentran ms desarrollados en el lecho de la quebrada

Vizcacha (Lagidium peruanum)

Zorro (Dusicyonj culpaeus)

principal que corre de Este a Oeste. Estos depsitos


clasificados generalmente como Aluviales se observan
mejor en el corte de la quebrada de direccin Sur que
llega hasta el ro Lurn (quebrada Manchay).
De esta manera podemos hablar de un drenaje mayor
durante el Pleistoceno que profundiz las quebradas
principales, antes mencionadas, y sobre stas durante el
Holoceno se dieron espordicas lluvias relativamente
intensas, seguramente relacionadas a anomalas
climticas por efectos vinculados al fenmeno del Nio,
que suele acompaarse durante su desarrollo con lluvias
intensas que favorece la formacin de depsitos
aluvionales relacionada a las quebradas, y al material
suelto de las partes altas de los afloramientos rocosos.
Las lagunas que se encuentran aledaas al perfil norte
de la quebrada principal son artificiales aprovechando
las caractersticas topogrficas de menor cota.
CLIMA Y VEGETACION
En la faja costanera de la Costa Central se presenta un
clima desrtico, templado y hmedo, con lloviznas bajas
entre abril y diciembre, y sol intenso entre enero y marzo.
La temperatura anual promedio es de 18 a 19 C.
Segn Tosi, la clasificacin ecolgica corresponde a
Desierto Subtropical.
Es importante la accin de los vientos que avanzan de SO a
NE, hacindose ms intensos por las tardes. El transporte de
arena por accin elica es responsable de cubrir algunos
cerros de este sector de la costa central.

En el caso de La Molina, por estar conformada en sus


afloramientos por las mrgenes occidentales de la
cordillera andina, donde se emplaza el Batolito
Costanero (Superunidad Santa Rosa), tienen terrenos
ridos, sin vegetacin significativa, sin embargo de
tiempos prehispnicos existe evidencia geolgica e
histrica de que en la zona de lomas y colinas bajas se
desarrollaba una vegetacin tpica de lomas ms
abundante que en la actualidad. La existencia de
horizontes de suelos hmicos as lo confirma.

ESTRATIGRAFA
GENERALIDADES
La Molina, ubicada en una quebrada principal adyacente a la
margen izquierda del ro Rmac, est conformada y rodeada
por rocas intrusivas, es decir, afloramientos o "cerros" de edad
Cretceo Superior y que pertenecen a los bordes occidentales
del Batolito Costanero. Como una excepcin a estos
afloramientos intrusivos predominantes se seala el Cerro
Centinela ubicado en la parte ms occidental del distrito.
Aqu se puede apreciar la Formacin Atocongo de edad
Cretceo Inferior, conformada por calizas oscuras que
suprayacen a la Formacin Pamplona (Lutcea), e infrayacen
al Grupo Casma (secuencia sedimentaria - volcnica).
La Formacin Atocongo ha sido intruida por un cuerpo gneo
de naturaleza diortica, de edad Cretceo Superior y
reconocido como parte de la Superunidad Santa Rosa. Un
corte de autopista con direccin Este - Oeste permite observar
la naturaleza de estas rocas donde se tomaron las muestras

Chirimoyo (Annona cherimolia)

representativas se que describen en las fichas


petrogrficas. Es interesante mencionar que dicha
autopista ha sido construida sobre la zona de contacto
de estos afloramientos de tal manera que el perfil Norte
corresponde a la Formacin Atocongo y el perfil Sur a la
Diorita Santa Rosa.
FORMACIONES MESOZOICAS
En La Molina afloran:
ROCAS DEL SISTEMA CRETCEO: Formaciones Atocongo.

Formacin Atocongo. Est constituida por calizas o rocas


sedimentarias. Debe su nombre a las calizas de la
localidad de Atocongo donde presenta su mejor
desarrollo. Sus facies son la continuacin de la
Formacin Pamplona, de all que su contacto sea normal
y gradacional, pasando de una facies arcillo-ca1crea a
una facies ca1crea de mayor profundidad (Palacios:
1992).
En el Cerro Centinela las calizas Atocongo se presentan
calzas metamorfizadas (segn su proximidad al intrusivo
diortico) afanticas con tonalidades oscuras en capas
moderadas y con poca efervescencia.
El contacto est marcado por un ntido cambio de coloracin
de un suelo blanco cenizoso en la caliza, a un rojo oscuro
con tono gris verdoso en los intrusivos. En general a la
Formacin Atocongo se le asigna una edad Aptiano-Albiano. Se
le correlaciona con las calizas inferiores de la Formacin Chilca
al Sur de Lurn y con los afloramientos equivalentes en el
sector Noreste de Carabayllo. En el sector andino se le
correlaciona con la Formacin Pariahuanca.

ROCA INTRUSIVAS DEL MESOZOICO:

En La Molina se encuentran estas rocas en los siguientes


afloramientos: Cerros Puruchuco (Mayorazgo): Gabrodiorita
(Superunidad Patap).
Se ubica en la parte ms occidental, perfil norte, teniendo
como referencia la quebrada principal donde se ubica el
distrito. Algunas informaciones generales de la Superunidad
Patap son las siguientes (INGEMMET: 1992)
"Esta superfamilia est constituida por cuerpos de gabros y
dioritas, las ms antiguas del Batolito, emplazados al lado
occidental del mismo, con intervalos que pueden variar entre
84 y 102 millones de aos" segn PITCHER W. (1985).
La textura de la roca vara de grano medio a grueso,
conteniendo plagioc1asas en un 30 % y ferromagnesianos en
un 60% lo que le da un peso especfico alto, destacando
hornblenda y biotitas. Al centro este cuerpo presenta un tpico
color oscuro de gabro y un brillo vtreo. En las rocas alteradas
(gabrodioritas y dioritas cuarcferas) la hornblenda es el mineral
mfico esencial, se presenta en cristales poikilticos o
idiomrficos de color verde plido a verde azulado oscuro; los
piroxenos son menos comunes y en algunos casos no existen y
con frecuencia las plagioclasas estn zonadas.
Intruyen a las rocas sedimentarias y volcnicas del Mesozoico a
las que metamorfizan dando lugar a contactos externos por lo
general verticales. A su vez son intruidos por los cuerpos ms
jvenes del Batolito pertenecientes a la Superunidad Santa
Rosa y/o por cuerpos cidos menores como la Adamelita de
Atocongo.

Paico (chenopodium ambrosioides)

Chamico (datura stramonium)

En La Rinconada de La Molina los minerales oscuros del


Gabro han sufrido recristalizacin por ser intruidos por un
cuerpo grantico causando un bandeamiento incipiente as
como la adicin de pequeos porcentajes de cuarzo que
aparecen como cristales vitreos.
Parece ser que los gabros se emplazaron contemporneos o
ligeramente posteriores a la fase compresiva que se asume
ocurri en el Cretceo Terminal. Para Pitcher W.S., estos
cuerpos se emplazaron tralapando en el tiempo a la fase
compresiva
intracretcea
(albiano)
sugiriendo
un
emplazamiento a presin, pero que sin embargo muchas
intrusiones gabroides son postectnicas.
En casos los gabros cortan a los estratos albianos y deben por
tanto ser ms jvenes que 107 millones de aos.
Esta misma roca (Superunidad Patap - Gabrodiorita) conforma
los cerros Huertos de La Molina y Cerro Tres Cumbres, en el
perfil Sur, de Oeste a Este respectivamente.
Continuando con el perfil Norte, al lado Este del Cerro
Puruchuco (Mayorazgo), se encuentra el Cerro Huaquerones,
constituido por la roca gnea intrusiva tonalita diorita que
pertenece a la Superunidad Santa Rosa del Cretceo Superior.
Continuando la secuencia hacia el este se tiene el Cerro
Candela y pasando la quebrada La Planicie el Cerro Cuarzo,
ambos constituidos por la tonalita diorita de la Superunidad
Santa Rosa.
Continuando en el Cerro Cuarzo hacia el Este, antes de las
quebradas San Benito y San Jos, se manifiesta un contacto
litolgico entre los intrusivos, aflorando la tonalita grano
diorita que pertenece tambin a la Superunidad Santa Rosa
(Santa Rosa Claro).

SUPERUNIDAD SANTA ROSA


(Ingemmet: 1992)
Esta Superunidad constituida por cuerpos tonaltico-diorticos y
tonaltico-granodiorticos, tiene una gran extensin dentro de
los cuadrngulos de Chancay y Chosica, formando el
segmento Lima. Se emplaza con posterioridad a los gabros y
dioritas de la Superunidad Patap y Paccho a los que intruye
con contactos definidos y casi verticales.
Asimismo intruye a las secuencias mesozoicas del Grupo
Casma (sedimentos cretceos y volcnicos).
Ha sido dividida a manera de subunidades en cuerpos oscuros
(diorita - tonalitas) y cuerpos claros (tonalita - granodioritas) los
mismos que guardan consanguinidad qumica textural y de
emplazamiento.
Tonalita-dioritas (Santa Rosa Oscuro) en el caso del distrito de
La Molina, los cerros Huaquerones, Candela y Cuarzo.
Estos cuerpos se presentan constituyendo la parte central de
esta Superfamilia, con un marcado color oscuro. Constituyen el
Plutn principal en los cerros que bordean Manchay, La
Molina y el valle del Rmac desde Vitarte hasta Chosica.
Las rocas presentan un color gris oscuro, textura holocristalina
de grano medio, variando a grueso y destacando las
plagioclasas blancas dentro de una masa oscura.
Los contactos entre las tonalitas leuccratas (Santa Rosa
Claro) y las tonalitas mescratas (Santa Rosa Oscuro) son

Palillo (campomanesia lineatifolia)

gradacionales por disminucin del cuarzo y aumento en


ferromagnesianos, especialmente clinopiroxenos pasando de
tonalitas a dioritas cuarcferas
TONALITA GRANODIORITA (SANTA ROSA CLARO)

Se caracterizan por su marcada coloracin gris clara que la


diferencia de los cuerpos tonalticodiorticos ms oscuros y a
los que casi bordean siendo sus contactos en la parte
transicional pasando de una leucotonalita clara con abundante
cuarzo (Santa Rosa Claro) a diorita cuarcfera.
Las tonalitas, por la dureza del cuarzo, presentan una
topografa aguda, con estructuras tabulares debido al
diaclasamiento, cuyo rumbo general es Norte-Sur, variando en
parte al Noroeste o al Sureste.
Las caractersticas fsicas macroscpicas son: color gris claro,
textura equigranular, holocristalina, de grano medio. Al
microscopio se puede apreciar plagioclasas subhedrales;
mayormente frescas, aunque algunas se encuentran alteradas
a sericitas.
El emplazamiento de la Superunidad Santa Rosa se estima
entre 75 a 90 millones de aos por edades KI Ar Y entre 81 a
91 millones de aos por mtodos U/Pb.
En general la Tonalita-diorita tambin aflora ms al Este del
distrito de La Molina, en los cerros Chavilca, Tambo Viejo y Los
Huertos de Manchay.

Chilca (baccharis sp.)

Molle (Schinus molle)

Finalmente, en el perfil Sur, hacia el extremo Oeste, en el


afloramiento conocido como Las Praderas, se manifiesta la
granodiorita que tambin pertenece a la Superunidad Santa
Rosa, comprende el sector Este del Cerro Centinela.
GRANITOS Y GRANODIORITAS

En el sector de La Molina Vieja tambin se tiene granitos que


han marmolizado a las calizas Atocongo, habindose hecho
cateos en la parte alta el cerro La Mina, los mismos que
parecen ser antiguos.
DEPOSITOS CUATERNARIOS

En La Molina podemos distinguir depsitos cuaternarios que


pueden ser clasificados como depositas aluviales. Estos
depsitos estn constituidos por materiales acarreados por el
ro Rmac como principal agente modelador que baja de la
vertiente occidental andina cortando las rocas terciarias,
mesozoicas y Batolito Costanero, tapizando el piso del valle,
habindose depositado una parte en el trayecto y gran parte a
lo largo y ancho del abanico aluvial. Se tiene: Aluviales
Pleistocnicos (ms antiguos) y Aluviales Recientes.
DEPOSITOS ALUVIALES PLEISTOCENICOS
El principal depsito aluvial pleistocnico lo constituye el
antiguo Cono Aluvial del ro Rmac donde se asienta la ciudad
de Lima. Para el caso de La Molina se ha incluido dentro de
estos depsitos las acumulaciones aluviales desrticas

provenientes de quebradas y ros afluentes y secos como es el


caso de la quebrada principal de La Molina.
La litologa de estos depsitos aluviales pleistocnicos
comprende conglomerados conteniendo cantos de diferentes
tipos y rocas especialmente intrusivas y volcnicas, gravas
subangulosas cuando se trata de depsitos de conos aluviales
desrticos debido al poco transporte, arenas con diferente
granulometra y en menor proporcin limas y arcillas. Todos
estos materiales se encuentran intercalados formando paquetes
de grosores considerables.
Los niveles de arena, limo y arcilla se pierden leticularmente y a
veces se interdigitan entre ellos o entre los conglomerados.
En La Molina y Canto Grande es considerable el grosor de los
depsitos de cono de deyeccin desrticos. All se explota
como material de construccin habindose llevado las labores
de minado hasta ms de 70 metros de profundidad.
La edad de estos depsitos es desconocida, sin embargo dado
su gran volumen es evidente que su deposicin viene desde el
Pleistoceno (1.8 a 2 millones de aos), habiendo tenido
perodos de rejuvenecimiento por niveles de las terrazas
fluviales que presentan los ros de la Costa central.
DEPOSITOS ALUVIALES RECIENTES

Estos depsitos estn restringidos a franjas estrechas a ambas


mrgenes del ro Rmac.
Los depsitos ms jvenes incluidos dentro de estos aluviales
recientes son materiales que se encuentran en el lecho actual

de los ros. Los materiales constituyentes son principalmente


cantos y gravas subredondeadas con buena seleccin en
algunos casos de matriz arenosa y se les puede considerar
como Depsitos Fluvioaluviales.
En La Molina, estos depsitos se pueden conocer como
Depsitos Coluviales, formados por la gravedad al pie de los
afloramientos, acompaados de algunas acumulaciones
elicas desrticas que corresponden al proceso de aridizacin
que sufre la costa peruana, que se remonta, por lo menos,
desde todo el Holoceno. Estos depsitos coluviales estn
conformados por material anguloso intemperizado desde
bloques como pedregones hasta guijarros, desplazados por
gravedad y seguramente, por la ssmica de la regin.
ROCAS INTRUSIVAS

Estas corresponden a los intrusivos que afloran en La


Molina que conforman el 90% de la litologa del distrito.
Estas pulsaciones magmticas generalmente son
acompaadas por la presencia de cuerpos subvolcnicos
de forma tubular que, a cerca de la superficie en forma de
diques, atraviesanlos afloramientos como evidencia de una
actividad magmtica en su fase posterior o final.
Generalmente son como inyecciones magmticas que
ascienden aprovechando zonas de falla o debilidad, siendo
su naturaleza por lo general cuarzosas (como la muestra
obtenida en un dique cerca de la quebrada San Benito).

Ciruelo del fraile (Bunchosia armeniaca)

LAS INTRUSIONES SUBVOLCNICAS

Se trata de cuerpos hipabisales, emplazados cerca de la


superficie en forma de diques, silos o stocks, los mismos
que cortan a la columna sedimentaria de Lima desde el
Grupo Puente de Piedra hasta el Grupo Casma,
probablemente como manifestaciones tardas del
vulcanismo Casma y/o como intrusiones precursoras del
Batolito (INGEMMET: 92).
EL BATOLITO COSTANERO

Las rocas intrusivas plutnicas han sido relevadas por Cobbing,


habindose adaptado la clasificacin y nomenclatura por
Pitcher W. (1978) en unidades que tienen idnticas relaciones;
la misma variacin modal y de alguna manera la misma
fbrica y textura han sido denominadas Superfamilias o
Superunidades. La edad en general de estos intrusivos
corresponde al Cretceo Superior.
El orden cronolgico, de lo ms antiguo a lo ms reciente, es
el siguiente:
Superunidad Patap:

Gabrodiorita, diorita, diorita


xenolitica.
Superunidad Jecun:
Tonalita, granodiorita, diorita.
Adamelita Atocongo:
Aflora entre Atocongo y la
quebrada de Manchay.
Superunidad Santa Rosa: Tonalita, diorita, tonalita
granodiorita, granodiorita, 0
granito.
Superunidad Tiabaya:
Tonalita, diorita, tonalita
granodiorita.

Lmumo (lucuma obavata)

De estos intrusivos del Batolito Costanero, en el distrito


de La Molina, afloran:
Cerro Mayorazgo - Puruchuco: Superunidad
Patap.Gabrodiorita de edad Cretceo Superior.
Cerros Huaquerones, Candela y parte del cerro
Cuarzo: Superunidad Santa Rosa (Oscuro).- Tonalitadiorita
Parte del cerro Cuarzo (Este), quebrada San Benito y
SanJos:Superunidad Santa Rosa (Claro) TonalitaGranodioritas.
Frente a las quebradas antes mencionadas un
afloramiento de Dioritas Santa Rosa.
El cerr Huertos de La Molina (Rinconada del Lago y
parte de las Praderas): Superunidad Patap.Gabrodiorita.
En las Praderas, en su zona ms al Oeste:
Superunidad Santa Rosa.- Granodiorita.
En el cerro Centinela, en la parte central Sur y al
Norte: Superunidad Santa Rosa.- Diorita
ROCAS METAMORFICAS

El metamorfismo que se observa en la columna sedimentaria


de Lima es principalmente trmico. El metamorfismo es
ocasionado por accin del Batolito as como cuerpos
subvolcnicos. Este se manifiesta por cambios qumicos y
fsicos de la roca encajonante, y su intensidad varia de acuerdo
al grado de calor y presin que ha podido generarse en cada
lugar.

Guayabo (psidium guajaba)

El tipo de roca metamrfica est de acuerdo con la


composicin de las rocas preexistentes, y con la adicin
de sustancias por parte de los cuerpos que las intruyen
(Ingemmet: 1992).
En La Molina existe:
Metamorfismo en rocas sedimentarias.
En el caso ms resaltante el cerro Centinela presenta
las calizas de la Formacin Atocongo (Cretceo
Inferior) que han sido intruidas por la diorita de la
Superunidad Santa Rosa (Cretceo Superior). Este
contacto ha producido un metamorfismo de las
calizas Atocongo, recristalizndolas, dando mrmoles
de texturas afanticas y a veces granulares de colores
grises oscuros a blanquecinos, con tono verdoso. Este
metamorfismo se va reduciendo conforme se aleja de
la zona de contacto (aureola de contacto).
Metamorfismo de rocas Igneas.
En el caso de los intrusivos del Batolito, los contactos
entre ellos, sean del Batolito o Hipabisales (caso
tonalitas granodioritas, por ejemplo), hay adicin de
cuarzo y silicificacin de la roca intruida. La presin y
calor que dan lugar los intrusivos, en muchos casos
han producido un re ordenamiento de los minerales.
Obtenindose en las rocas metamorfizadas una
estructura foliada.

TECTONICA GENERAL
El distrito de La Molina se enmarca dentro del cuadro
morfotectnico de la costa y el borde occidental andino

habiendo sido afectado por una tectnica polifsica


desarrollada durante la orognesis andina que di lugar
a una deformacin con plegamientos acompaada de
ruptura.
Esta tectnica se di en fases sucesivas que devienen
desde el Cretceo, continan en el Terciario Inferior y
Superior, hasta probablemente el Cuaternario.
El estudio geolgico-tectnico del rea de Lima realizado
en 1981 ha permitido, con la ayuda de estaciones
microtectnicas, interpretar para el sector oeste (faja
costanera) hasta tres fases tectnicas y probables
movimientos verticales.
-

Evolucin tectnica en el sector de la costa.

La evolucin tectnica del rea de Lima tiene episodios


que datan desde el Cretceo hasta probablemente el
Cuaternario, habindose consignado las siguientes fases:
FASE INTRACRETACEA

La primera manifestacin tectnica desarrollada con


posterioridad a la deposicin de la pila sedimentaria marina,
habiendo tenido durante el Cretceo Inferior movimientos
precursores oscilatorios en la cuenca, antes de llegar al
levantamiento general de la regin.
Se caracteriza por ser una fase tectnica de compresin, con
sus ejes de acortamiento (presin) en direccin NE-SO.
Las estructuras desarrolladas durante esta fase son pliegues
plurikilomtricos de amplio radio, asimtricos, ispacos y de

direccin andina, esto es NNO-SSE correspondiendo a un


nivel intermedio. Asimismo se ha desarrollado un sistema de
fracturas transversales de rumbos conjugados, es decir NNESSO y ONO-ESE respectivamente.
El Anticlinal de Lima, que constituye la estructura ms
importante de la zona se ha ido desarrollando durante esta
tectnica.
Segn Vsquez Huaman (1971) este anticlinal de Lima habra
tenido su lmite norte en Puente de Piedra, y su lmite sur en
Conchn. Posteriormente el ncleo de esta estructura fue
erosionado en todo su eje de direccin NNO, en sucesivas
etapas de erosin subarea, durante todo el Terciario y
Cuaternario.
Asimismo contemporneo a este plegamiento se observa un
falla miento longitudinal, ligeramente oblicuo a la direccin de
los pliegues, hacindose ms notable en la falla pueblo Viejo,
ubicada en el flanco Nororiental del anticlinal.
La fase intracretcea ocurre post Grupo Casma y pre-Batolito,
pues los cuerpos diorticos de la Unidad Patap
(aproximadamente 100 millones de aos) cortan en contactos
francos las estructuras desarrolladas durante esta fase.
Corresponde a la fase Peruana de Steinmann del ciclo
orognico andino.
FASE DEL TERCIARIO INFERIOR

En la zona de Urna, esta fase se evidencia por un


fracturarniento transversal a la estructuracin andina y que
obedece a un sistema compuesto por dos familias de fracturas
cuyo rumbo es: E-O a NE-SO de movimiento sinestral y NNESSO de movimiento dextral.

Totora (typha domingensis)

Carrizo (Arundo donax)

Esta fase de deformacin ha reactivado las antiguas


discontinuidades como tambin ha dado origen a abundante
fallas conjugadas de todas las escalas. Asimismo ha producido
una intensificacin del diaclasamiento en la regin y
recativaciones de algunas fallas de la fase anterior.
Se ha formado tambin un sistema de diques de direccin NESO a E-O controlados por fracturas de extensin en ocheln y
que exhiben las rocas del Batolito de la Costa.
A travs de las observaciones microtectnicas se infiere que las
fuerzas de compresin tuvieron una direccin de acortamiento
cuyo rumbo es ENE-OSO. El rumbo de cizallamiento obedece
a la misma direccin de compresin que tuvo la fase Incaica
en la zona cordillerana donde s se manifiesta con plegamiento
y fracturacin.
FASE DEL TERCIARIO SUPERIOR

Esta fase tambin de compresin y tpica de fractura ha dado


lugar a un fallamiento longitudinal de gran extensin cuyo
rumbo vara entre N 10 E a N 100, Y que incluye tambin
fracturas milimtricas de tensin, microfallas inversas y
microfallas de rumbo conjugado, asociados a las mismas y
con una direccin de N 70 E a E-Q. Las fallas y fracturas de
tendencia andina subparalelas presentan movimientos
dextrales y sinestrales.
El anlisis microtectnico evidencia una compresin N 10 O a
N - S y una extensin de N 80 E a E-O.
Existe un sistema de diques andesticos de direccin N 150 a
N - S asociados a estas fases que afectan a las rocas
mesozoicas y al Batolito.

Las evidencias de campo indican para esta fase una edad


postbatolito, debiendo por lo tanto ubicarse cronolgicamente
en el Terciario Superior, correspondiente a la fase de compresin
N - S reconocida por SOULAS (975) en el Per Central.
MOVIMIENTOS CUATERNARIOS

Aunque no hayan ocurrido en un tiempo reciente, pero s


por lo menos en el Pleistoceno, debieron acaecer
levantamientos concomitantes con la epirogenia andina.
De all que existan terrazas fluviales levantadas de hasta
30 a 40 metros.
En la costa no hay evidencias directas ni visuales de
movimientos cuaternarios, sin embargo es probable un
hundimiento al Noreste de Lima debido al peso de los
materiales que acarrea el ro Rmac.
Observaciones acerca del Cuaternario de la Costa
Central del Per reportan una tendencia al hundimiento
basados en la ausencia de niveles marinos anteriores al
Holoceno, y en el hecho de que hace unos 120,000
aos el nivel eusttico del mar alcanz unos 10 metros.
Al respecto Machar, Sebrier, Huamn y Mercier (1986)
informan que: los rasgos de la evolucin de la margen
continental son homogneos a todo lo largo del Per. La
sedimentacin cenozoica se efecta en periodos
asociados a un rgimen tectnico extensional, los cuales
son interrumpidos por breves fases de tectnica
compresiva que se acompaan de levantamiento y
erosin. A pesar de esta homogeneidad relativa es
posible distinguir tres segmentos mayores: La margen
meridional con una tendencia perenne a la emersin, la

margen central cuya tendencia al hundimiento es explicada por


la presencia de material denso en su estructura cortical, y la
margen del Noroeste anmala y cuyo desarrollo parece ligado
a los fenmenos tectnicos del Golfo de Guayaquil.
Por las evidencias geolgicas, en general geomorfolgicas, se
puede sealar que la costa central se encuentra en un proceso
de hundimiento posiblemente por la existencia de una falla
entre el Callao y la isla San Lorenzo, como lo plantea
hipotticamente Machar. El distrito de La Molina acompaa
estos fenmenos tectnicos que caracterizan a la costa central
por su ubicacin en la margen izquierda del ro Rmac.

GEOLOGIA ECONOMICA
La actividad econmica en el rea est representada
principalmente por la banca y el comercio. Desde el ngulo de
la actividad minera extractiva, sta se ha desarrollado hacia la
zona de Manchay, es decir, hacia el Este del distrito, en
particular la minera no metlica, la misma que est vinculada
a la construccin y a la industria qumica.
MINERIA NO METALICA
Dentro de la industria minera no metlica el rengln ms
importante es la explotacin de materiales de construccin
como piedra para hormign, arenas, arcillas, calizas, rocas
ornamentales y otras que abastecen a la industria de la
construccin civil.

Picaflor (F. Trochilidae)

Periquito (psilopsiagon aurifroms)

CONSTRUCCION: GRAVA Y ARENAS

Estos materiales son ampliamente explotados tanto en los


valles del Rmac y Lurn como en las quebradas aledaas para
ser usados como hormign. Las caractersticas requeridas son:
arena seca, intonsolidada, exenta de sales marinas, siendo los
depsitos de cono aluvial desrtico y los fluvioaluviales los ms
apropiados.
Los lugares donde se encuentran estos depsitos y que se
explotan desde hace varios aos son: La Molina, Manchay y
Canto Grande, con grandes volmenes de reservas. El sistema
de explotacin es un minado a tajo abierto.
ARCILLAS

Se explotan arcillas del cuaternario fluvioaluvial del Rmac en el


distrito de Vitarte, las mismas que son usadas para la
fabricacin de ladrillo.
Estas arcillas que se encuentran en las terrazas del ro son
provenientes de depsitos originados en pocas de crecientes.
MINERIA METALICA

En La Molina no se presentan zonas donde la minera metlica


se ha desarrollado significativamente. Existen algunos catesos
antiguos, como por ejemplo en el sector Este del cerro Centinela
en los intrusivos diorticos. En este afloramiento se presenta una
zona de contacto entre los intrusivos granticos-diorticos con las
calizas de la Formacin Atocongo; es en este lugar de
contacto donde se puede presentar xidos de cobre. Un ejemplo

de este contacto entre las secuencias volcnicas y/o


carbonatadas y los intrusivos se presenta en el cerro San
Francisco, entre Monterrico y Villa Mara del Triunfo.

GEOLOGIA HISTORICA
La historia geolgica del rea de estudio est vinculada a los
cuadrngulos de Lima, Lurn y Chosica, y a la historia del
geosinclinal andino.
Dentro de este geosinclinalla cuenca de lima se ubica en la
mrgen occidental con caracterstica de Eugeosinclinal
pasando hacaia el Este a miogeosinclinal. Su borde Oeste
estara en fa Cordillera de la Costa y su borde Este se hace
difcil fijar dado que el Batolito irrumpe, rompiendo las
relaciones entre las facies occidental y la facies oriental
(Ingerrunet: 1992).
Existen cambios de facies que se dan durante la sedimentacin
y vulcanismo Jursico, tanto de Norte a Sur, como de Oeste a
Este, en la zona occidental central del Per y que han sido
cubiertos en el rea de Lima por una sedimentacin elstica
durante el neocomiano (Cretceo Inferior); se trata del Grupo
Morro Solar.
Hacia el Cretceo Medio se deposita la secuencia arcillosacalcrea (Formacin Pamplona y Atocongo) y sobre sta la
parte inferior de la formacin Chilca (calizas depositadas a
finales del Cretceo Medio o comienzos del Cretceo
Superior). Esto nos indica que sucedi una transgresin marina
durante el Aptiano-Albiano que se inici en el Valanginiano y
que fue general a nivel del pas. A la vez se incrementaba la
actividad volcnica que caracteriza "al Grupo Casma, durante
el Cretceo Superior.

Al retirarse los mares, se produce la primera fase compresiva


que levanta y pliega la columna sedimentaria de Lima,
incluyendo a los volcnicos el grupo Casma.
Coetneamente a esta primera fase tectnica, o ligeramente
posterior, se emplazan los cuerpos ms bsicos y occidentales
del Batolito.
El Batolito costanero continu su emplazamiento a manera de
pulsaciones conformando un complejo de plutones
individuales cuya acidez se hace ms acentuada tardamente
(Superunidades San Rosa y Tiabaya).
Durante el terciario Inferior, y en un rea ya completamente
emergida, se produce una segunda fase de compresin que se
manifiesta en la Costa como ruptura, observable en las
unidades intrusivas del Batolito (Fase Incaica).
Luego, como resultado de esta tectnica de compresin, se
inicia un perodo de distensin que da lugar a un vulcanismo
continental de tipo piroclstico. Esto ltimo se manifiesta ms al
Este de Lurn y Chosica seguido la tercera fase de plegamiento
(Fase quichuana). Esta ltima se subdivide en tres subfases que
son ms conspicuas al Este de Lima y Lurn, en los grupos
Rmac Y Colqui.
Finalmente, a fines del Terciario y comienzos del Cuaternario
se inicia otro proceso erosivo intenso, el mismo que se
prolonga hasta la actualidad, profundizando valles,
denudando y acarreando materiales hacia las llanuras
costaneras formando abanicos aluviales y que alcanzan una
potente secuencia de arena, cascajo y material
comglomerdico que forma el soporte de Lima.

Durante el Cuatemario Antiguo, La Molina, y en general, en la


Costa Central, parece ser que las lluvias fueron intensas, lo que
ocasion un acarreo fuerte con el consiguiente relleno de los
conos aluviales en las quebradas laterales. En La Molina, en su
quebrada principal, esto ltimo sera responsable de los
materiales que conforman su lecho y evidencia que esta
quebrada fue ms dinmica y activa durante el pleistoceno,
relacionado a los perodos interglaciares que se manifestaron
con mayor intensidad en la Cordillera Occidental o zona
andina. Esto aumentara el drenaje hacia la zona costera y
hara mas efectivo la denudacin y geodinmica externa en
general, modelando el relieve y haciendo ms pronunciada las
quebradas, donde discurrira materiales fluvioaluviales cuyos
depsitos han quedado como remanentes de un ro fsil.
Tectnicamente, las terrazas fluviales y el relativo
rejuvenecimiento del valle del Rmac, nos estara sealando
que por lo menos durante el Pleistoceno debieron ocurrir
levantamientos concomitantes con la epirognesis andina.
De esta manera, durante el Cretceo Superior, en La Molina se
emplazaron,
primero,
los
plutones
gabrodiorticos
(Superunidad Patap) expuestos en los cerros MayorazgoPuruchuco (perfil Norte) y cerros Huertos de La Molina y
Rinconada del Lago (perfil Sur). Estos plutones fueron a su vez
intruidos posteriormente por los cuerpos ms cidos de la
Superunidad Santa Rosa (TonalitaDiorita, Granodiorita y
Granito), expuesto en los cerros Huaquerones, Candela,
Cuarzo, Centinela, etc. Estos emplazamientos ocurrieron
durante el Cretceo Superior. La erosin y denudacin en
general han eliminado los remanentes que estaran expuestos
en las partes altas de los afloramientos, que pertenecan a las

formaciones mesozoicas del Cretceo Medio e Inferior del cual


slo apreciamos en La Molina algunos remanentes como se
observa en la parte central del cerro Centinela (calizas de la
Formacin Atocongo).
Sobre estos afloramientos intrusivos se han depositado los
materiales pleistocnicos de la quebrada principal y el material
inconsolidado coluvial y aluvial del Holoceno.
De esta compleja manera y en un tiempo sumamente extenso
qued configurado el relieve y paisaje actual del distrito de La
Molina.

GLOSARIO DE GEOLOGIA
TECTNICA: Ciencia y rama de la geologa que estudia
los movimientos de la corteza terrestre por accin de los
esfuerzos endgenos.
COLUVIAL: Material fragmentario transportado y acumulado

por accin de la gravedad. Generalmente se ubican en los


taludes de los cerros son heterogneos tanto en la forma como
en tamao. Muchas veces es dificil separar los materiales
coluviales de los aluviales porque casi siempre la acumulacin
es mezclada.

BATOLITO: Es una estructura maciza de roca gnea plutnica


cuyo afloramiento en la superficie terrestre supera los 100 km.
de largo y 20 de ancho (ms de 2,000 km2).
PLAGIOCLASA: Grupo de la familia de los feldespatos
calcosdicos.
Cristaliza en el sistema triclnico y presentan generalmente la
macla polisinttica.
FERROMAGNESIANO: Minerales componentes de las rocas
gneas en las cuales predominan los elementos hierro y
magnesia.
POEQUILITICA: Textura de las rocas gneas en las cuales los

cristales pequeos tienen orientacin diferente a la de los


cristales grandes.
IDIOMORFlCO: Minerales que conservan sus formas propias de

cristalizacin. Generalmente los fenocristales.


LEUCOCRATO: Trmino usado para referirse a las rocas gneas

de colores claros, con alto contenido de slice o cidas.

MESOCRATO: Roca de coloracin intermedia a gris, donde los


minerales cidos y los bsicos estn ms o menos
balanceados.
DIACLASA: Fractura o juntura que aparece en el cuerpo de una

roca ocasionada por los esfuerzos tectnicos presentando


direcciones definidas a las cuales se les denomina "sistema de
diaclasas".

II
PREHISTORIA

PREHISTORIA
EL PERIODO LITICO

El poblamiento de la Costa Central se inici aproximadamente


hacia los 10,000 a.c. cuando pequeas bandas de cazadoresrecolectores llegaron al rea. Estos primeros pobladores vivan
de la caza, pesca y recoleccin de mariscos.
El recojo de frutos, semillas y races diversos, tanto en las lomas
como al interior de los valles complementaba las actividades
de subsistencia.
En la zona de Ancn-Chilln se conoce la existencia de
canteras que sirvieron para la extraccin de materia prima
utilizada en la fabricacin de diversos instrumentos entre los
que destacan las denominadas "puntas" las cuales han servido
para identificar arqueolgicamente a estas poblaciones.
La principal cantera se encontraba en la zona de Cerro
Chivateros y en ella se hall gran cantidad de "preformas", las
cuales constituyen la primera etapa en la manufactura de
artefactos. Posteriormente las piezas eran acabadas en los
talleres o campamentos.
El proceso de sedentarizacin se dio posteriormente al mismo
tiempo que se profundizaba y generalizaba el proceso de

domesticacin de plantas y animales. Hay que mencionar que


en el caso de la Costa la explotacin de recursos marinos tuvo
un papel preponderante como actividad de subsistencia e
influenci definitivamente en el proceso de sedentarizacin.
Durante esta poca las poblaciones se tornaron
semisedentarias y explotaron diferentes nichos ecolgicos
(litoral marino, lomas, mrgenes de los valles, etc.). Las bandas
en que se organizaban los grupos humanos estaban
compuestas por mayor nmero de miembros que en pocas
anteriores.
Los primeros poblados estaban compuestos por un conjunto
de varias casas simples o chozas, como en el caso de las
encontradas en la zona de Chilca.
EL PRECERAMICO TARDIO

El desarrollo de las sociedades costeas durante el


precermico tardo permiti el surgimiento de grandes
edificios pblicos, alrededor de los que se desarroll la vida
religiosa de estos pueblos, fue posible por las especiales
circunstancias medio ambientales de esta regin.
En otras reas culturales el surgimiento y desarrollo de grandes
estructuras de carcter pblico se hizo posible en pueblos cuya
economa se basaba en una agricultura desarrollada. En el
caso de la costa peruana ese alto desarrollo se apoy en una
economa basada en la explotacin de los ricos recursos
martimos del litoral y en una agricultura limitada a las zonas
fcilmente inundables, como las mrgenes de los ros.
La importancia de la pesca est evidenciada en los grandes
basurales que contienen abundantes cantidades y diversas

variedades de restos de especies marinas, como los que se


encuentran en Ancn o Chira-Villa. En estos mismos basurales
se pudieron identificar algunas especies de vegetales cultivados
tales como el algodn, mates, aj, frijoles y de frutales como
lcuma y pacae.
La agricultura era practicada por pobladores que habitaban en
pequeas aldeas al interior del valle. De los datos disponibles
podemos concluir que exista una estrecha relacin entre
poblaciones de pescadores y agricultores conformando
economas complementarias.
Esta economa mixta fue capaz de sostener comunidades cada
vez ms crecientes y densas que, como dijimos, normalmente
corresponderan a una agricultura ms desarrollada.
El aumento de la poblacin correspondi a una mayor
nucleacin de los asentamientos.
La disponibilidad de excedentes de produccin y de mano de
obra permiti emprender la construccin de grandes edificios
pblicos a travs de un trabajo de carcter corporativo. Sin
embargo no existe evidencia de divisiones complejas en clases
o castas al interior de estas sociedades.
En la costa central el edificio pblico ms grande e importante
conocido es el de Paraso en el valle bajo del Chilln, el que
esta conformado por un conjunto de estructuras piramidales y
edificios menores dispuestos alrededor de lo que parece fue
una gran plaza rectangular. Los edificios fueron construidos
con muros de piedra y barro y rellenos de piedras, contenidas
en grandes bolsas de material vegetal. Hay evidencias de
que las paredes estuvieron pintadas de colores. El Paraso
present una ocupacin continua de aproximadamente 500

aos, comenzando alrededor de los 2000 a. c. Esta larga


ocupacin se evidencia en las continuas remodelaciones que
sufrieron las estructuras.
Al interior de los valles tambin existieron algunos edificios
pblicos aunque de menor tamao y de diferente diseo que el
Paraso; es el caso de Buenavista en el valle del Chilln o
Molle en la zona de Cieneguilla (Lurn). En este ltimo caso se
trataba de un slo edificio de forma piramidal trunca,
alrededor del cual se hallaban pequeas estructuras circulares
de probable carcter domstico.
PERIODO INICIAL

Hacia el 1800 a.c. se introduce la cermica en la costa


central, lo que marca el inicio de este periodo. Este hecho no
fue determinante en s y no produjo cambios notorios, en las
sociedades que la adoptaron.
Sin embargo, a travs de este periodo se ve un sistemtico
cambio en varios aspectos de la vida de estas comunidades,
por ejemplo la mayor cantidad de edificios pblicos se
encuentran al interior de los valles alcanzando estos una mayor
monumentalidad que los de pocas anteriores.
A pesar de que la pesca sigui siendo muy importante, la
agricultura se convirti en la base de la economa.
Probablemente en esta poca se empezaron a utilizar acequias
de riego. El maz fue introducido durante el periodo.
El aumento demogrfico brind una abundante mano de obra
capaz de ser utilizada para la construccin de grandes
estructuras pblicas.

El principal tipo de arquitectura pblica de esta poca es el


denominado tradicin de templos en U, que se extenda desde
el valle de Supe hasta el Lurn.
Los Templos estaban conformados por grandes plataformas
aterrazadas, ubicadas alrededor de los 3 lados de una gran
plaza rectangular abierta hacia el noreste. El edificio central era
el ms grande y los brazos laterales, de menor tamao, no
eran simtricos ni tenan las mismas proporciones. El acceso a
la parte superior de las estructuras se haca por medio de
escalinatas que partan desde la plaza central. En la parte
superior de los edificios se ubicaban cmaras con las paredes
decoradas con relieves y pinturas de diversos colores.
Las construcciones monumentales que expresaban el prestigio
y el poder de las comunidades, eran renovadas cclicamente y
posteriormente enterradas. Es frecuente encontrar los pisos,
escaleras y otros elementos arquitectnicos modificados varias
veces.
El modelo de edificios establecido corresponda en su diseo a
una interpretacin de la cosmologa religiosa de la poca y en
ellos se realizaban actividades rituales que reunan a las
comunidades ubicadas en su entorno inmediato.
La tradicin de templos en U se deriv aparentemente del tipo
de edificaciones del Paraso, anteriormente mencionado, y tuvo
una larga duracin de ms de 1000 aos hasta alrededor de
los 800 a.c. funcionando muchos de ellos al mismo tiempo.
Entre los principales destacan los de Huacoy y Chocas en el
Chilln, Cardal, Mina Perdida y Manchay en Lurn, o Garagay
y la Florida en el bajo Rmac. Al interior del valle del Rmac
hallamos El Templo de las Salinas y Yanacoto.

Es probable que La Molina haya servido como lugar de paso


para aquellos pobladores que desde el valle del Rmac se
dirigieran al Templo de Manchay ya que existe un paso natural
hacia esa zona. Los pobladores asentados en la zona de La
Molina pudieron haber participado en la construccin del
templo de las Salinas o los montculos formativos antiguamente
ubicados en lo que ahora es el mercado de Santa Anita, o por
lo menos haberlos frecuentado.
Los asentamientos de la poca se hallaban tanto en el litoral,
como los de Ancn o Chira-Villa, como al interior de los valles.
En La Molina se han conservado los restos de una pequea
aldea, construida sobre terrazas de piedra en la zona de La
Capilla. Tambin alrededor del los templos se hallaron
evidencias de viviendas.
De esta poca se conocen algunos entierros provenientes de
Ancn y de templos como Cardal. El patrn de entierro ms
comn es el de los individuos colocados en cuclillas al interior
de los pozos funerarios. Los cuerpos se hallaban envueltos en
una sencilla tela de algodn y eran acompaados con vasijas
como ofrendas.
La distribucin y caractersticas de los edificios pblicos y la
variedad de estilos de cermica para zonas cercanas sugieren
la existencia de mltiples comunidades aldeanas que reparten
entre s el espacio cultivable del valle. La arquitectura de los
templos es un testimonio de la existencia de complejas
ideologas religiosas y prcticas de trabajo corporativo.

HORIZONTE TEMPRANO

Por motivos que an se desconocen hacia los 800 a.c. parece


haber una crisis que determin el abandono de la mayora de
los edificios pblicos, empezando a desintegrarse las
comunidades que los construyeron. De esta manera hacia los
700 a. c. pocos se hallaban en funcionamiento.
Sin embargo en la zona de la sierra floreca el templo de
Chavn y la sociedad relacionada a l.
El colapso producido en la costa facilit la expansin de la
ideologa Chavn a regiones como la costa Central (fase
Janabarriu de Chavn). Esta expansin de la ideologa religiosa
Chavn se dio a travs de objetos rituales y dentro de una red
de intercambio interregional bastante desarrollada. Durante el
Horizonte Temprano se llega a difundir por los andes centrales
tecnologa que uniformiz los conocimientos de los diversos
pueblos. Las relaciones sociales cambiaron existiendo
evidencias de una mayor estratificacin social as como de una
mayor especializacin en el trabajo.
En las partes bajas se encuentran pocas evidencias de
poblados de esta poca, probablemente a causa de la
destruccin causada por posteriores ocupaciones y slo al
interior de los valles hay evidencias de ocupaciones aldeanas.
En la zona de La Molina se han hallado fragmentos de
cermica de esta poca provenientes de los alrededores de
Huaca Melgarejo, as como un pequeo cementerio ubicado
en la Rinconada Alta, el que fue sepultado por sucesivos
deslizamientos coluviales.

Vasija Chavn

Hacia el 200 a. c. una nueva crisis produjo el colapso de la


influencia Chavn en la costa Central. Con el fin de esta
influencia se desarroll en el rea de Lima una tradicin
alfarera fuertemente emparentada con la tradicin Paracas de
la costa sur. Originalmente fue denominada como Huachipa,
posteriormente fue redefinida por Jonathan Palacios quien la
denomin Cerro y la subdividi en tres fases. La gente que
utilizaba la cermica de estilo Cerro viva en pequeos
poblados distribuidos por la llanura de Huachipa. Las viviendas
fueron construidas con sobreseimientos de piedra y paredes de
adobes hemisfricos; destaca la presencia de hornos
subterrneos de forma y tamao diversos. Para aprovechar la
frtil tierra aluvinica los pobladores de Huachipa tuvieron que
captar el agua de la quebrada de Jicamarca y alrnacenarla en
una especie de grandes cisternas. La quebrada se llenaba de
agua muy poco tiempo. La nica estructura pblica
conservada consiste en una plataforma cuadrangular de 10 m.
por lado y 80 crns. de altura construida con muros de piedra y
rellenos de piedra y barro. Se sabe tambin de aldeas de tipo
aglutinado distribuidas en las mrgenes del valle.
En la margen izquierda del Rmac no se ha identificado
asentamientos de esta tradicin, probablemente porque
fueron destruidos por posteriores ocupaciones, sin embargo
hallamos restos de cermica del estilo Cerro dispersos por
varios sitios, como por ejemplo en las bases de algunos de
los montculos de piedra ubicados en la proximidad del
templo en U de Las Salinas, en las faldas de los cerros de
Chaclacayo y en la zona de la urbanizacin Ceres en AteVitarte. En la zona de La Molina hemos hallado fragmentera
de cermica comparable en la capa de arena que cubre las
tumbas Janabarriu en La Rinconada.

La cermica que caracteriza a la tradicin Cerro est


bsicamente compuesta por las siguientes formas: ollas sin
cuello de cuerpos globulares, cntaros de cuerpos globulares
con decoraciones simples en forma de incisiones, botellas de
doble pico, platos y tazas de bordes altos completan la
variedad de formas generales.
Algunas de esta forma presentan decoracin a base de pintura
o de incisiones cortantes formando diseos geomtricos, sobre
los que se aplica pintura postcoccin, la cual generalmente es
roja. Aparecen tambin figurinas y personajes modelados. As
mismo se ha detectado la presencia de figurinas decoradas
con incisiones y pintura postcoccin del tipo clsico de
Paracas, las cuales seran piezas de intercambio.
INTERMEDIO TEMPRANO

El nombre del periodo alude a una nueva situacin en el mapa


cultural. Los intensos intercambios de objetos ceremoniales a
larga distancia que crearon el efecto de horizonte cesan con la
cada de Chavn. La produccin de cermica, textiles y metales
adquiere marcadas caractersticas regionales diferencindose
desde el punto de vista de tcnica y estilo.
Las sociedades de esta poca alcanzaron un elevado
desarrollo de la agricultura, con un nfasis especial en la
ejecucin de grandes obras hidrulicas con las cuales
modificaron sustancialmente el aspecto original de los valles
aumentando de manera considerable los recursos disponibles.
Simultneamente se produjo un aumento poblacional as como
un grado de organizacin necesario para la ejecucin de

Ceramio: botella escultrica, estilo Villa El Salvador


(poca blanco sobre rojo)
grandes obras constructivas y la consolidacin de lites esto
afect la organizacin socio-poltica de las poblaciones, con la
consecuente complejizacin de las mismas. La progresiva
especializacin del trabajo y la consolidacin de las lites,
condujo a la aparicin de formaciones estatales y a un
desarrollo del urbanismo, fenmeno que algunos autores
describen como surgiendo ya en el periodo Chavn, pero que
se consolida hacia fines del Intermedio temprano.
La aparicin y generalizacin de la guerra y el desarrollo del
aparato militar es otra de las caractersticas de la poca, que
conllevar a que algunas de estas sociedades centralizaran el
poder y extendieran su dominio e influencia hacia otros
valles.

Ceramio: olla decorada de la cultura Lima


(Lima medio)

Ceramio: jarra de la Cultura Lima


(Lima tardo)

Huaca Melgarejo: vista panormica

En general se percibe que diversos aspectos de la cultura


alcanzaron un grado tan alto de desarrollo y sofisticacin que
algunos investigadores consideran a esta poca como la de las
culturas clsicas.
De otra parte cabe mencionar que el marcado carcter
regional de las culturas de este perodo no implica su
aislamiento pues hay evidencias de una interrelacin entre
ellas, bsicamente a partir del intercambio de productos.
La parte ms temprana de este periodo est marcada por la
aparicin de una tradicin cultural que algunos investigadores
asocian a la expansin del estilo Topar procedente del sur del
departamento de Lima. El llamado Horizonte Blanco sobre
Rojo, al cual est relacionado el desarrollo de la mencionada
tradicin cultural, est definido principalmente a partir de una
serie de innovaciones de carcter tecnolgico que se expanden
por los Andes Centrales. Estas innovaciones se refieren
principalmente a la difusin de la cermica cocida en hornos
abiertos (cermica oxidada) y una decoracin basada en la
pintura de color blanco dispuesta sobre un fondo natural o
engobado de rojo.
En el caso de la costa central la informacin actualmente
disponible nos permite ver un mosaico de sociedades que
ocupan los diversos valles. Estas sociedades al parecer
conformaron unidades polticas menores poco cohesionadas
entre s, lo que se puede ver en la fragmentacin cultural
existente incluso en un mismo valle.
Para los valles de la Costa Central tenemos el desarrollo de las
siguientes tradiciones: Villa el Salvador y Tablada en el valle de
Lurin, Miramar para Ancn-chilln y Pinazo-Huayco para el
valle medio del Rmac.

De todas estas sociedades sabemos que tuvieron una


economa variada ocupando y explotando los diversos
ecosistemas del rea. La agricultura fue la actividad principal
de las poblaciones al interior de los valles. Por ejemplo, los
establecimientos Pinazo de la zona de Huachipa ampliaron el
sistema de cisternas de las pocas anteriores para captar el
agua de la quebrada con fines agrcolas. En el otro lado del
valle, en el distrito de Ate, en el rea ocupada actualmente por
el estadio de la U, se registr la presencia de un asentamiento
de esta poca, que indicara una primera ampliacin de reas
agrcolas, para esta zona, mediante el riego.
La frecuente aparicin de productos marinos en los basurales
de esta poca indican un activo intercambio con las
sociedades del litoral. El intercambio no se limit a bienes de
consumo locales sino que tambin incluy productos exticos
como la obsidiana hallada en entierros y cermica (fragmentos
de vasijas Recuay fueron halladas en asentamientos de la
poca en el valle del Chilln). La actividad metalrgica parece
haberse incrementado en esta poca, pues no es raro
encontrar lminas y diversos ornamentos de cobre, algunos
baados en oro, al interior de tumbas (Pinazo y Tablada de
Lurin).
Entre las tumbas destacan algunas por sus ofrendas de metales
y otro tipo de artefactos como porras, collares, etc. Tambin
sobresale la representacin frecuente, en forma de figurinas, de
personajes con tocados y adornos, confirmando la existencia
de una lite al interior de estas sociedades cuyo acceso a
bienes de lujo derivaba del status y del poder que ejercan al
interior de las mismas.

Huaca Melgarejo: arquitectura de la cultura Lima

Los asentamientos de la poca son poco conocidos, Patterson


menciona aldeas de pescadores en la zona de Ancn y
pueblos al interior del bajo Chilln. Se menciona en la zona de
Huachipa la existencia de aldeas construidas en las laderas
bajas y medias de los Cerros, sobre terrazas de piedra que
bordean las laderas del Cerro, sobre las que se construyeron
casas con bases de piedra y paredes de adobes hemisfricos.
Tambin en la llanura se edificaron pequeas aldeas
conformadas por pocas casas, construidas con bases de
piedras y paredes de adobe y quincha. Asociadas a algunas de
estas casas se hallaron grandes cntaros empotrados en el
piso, cuyo uso puede haber sido el de depsitos.
Un patrn parecido presenta las aldeas ubicadas en la zona
del Estadio de la U, anteriormente mencionada, donde las
casas de quincha se establecieron tanto en las laderas medias
y bajas del Cerro Puruchuco, sobre terrazas de piedras que
bordeaban el contorno del Cerro, como en la llanura
adyacente. En este ltimo caso la ocupacin abarcaba un rea
relativamente extensa, donde se ubicaron grandes
concentraciones de basura (cermica, moluscos, huesos, etc.),
cuyos componentes se hallaron bastante erosionados por el
continuo uso del sitio como rea agrcola. Parte de esta
ocupacin alcanz la zona de la Rinconada en La Molina
donde se hallaron diversos fragmentos de cermica
pertenecientes a esta poca.
Otro patrn de asentamiento propio de esta poca es el de las
aldeas fortificadas. En el caso del Rmac se trata de
asentamientos ubicados en lo alto de los cerros, al borde del
valle. Generalmente se hallan en sitios de difcil acceso y
como complemento a esta posicin estratgica pueden tener

sistemas de proteccin consistentes en amurallamientos con


grandes paredes de piedras y/o sistemas de muros y zanjas,
que se alternan impidiendo el paso por las zonas ms
accesibles. Las aldeas estn compuestas por una serie de
recintos de piedra de planta rectangular que pueden tener
divisiones internas y que estn dispuestos sobre el terreno
previamente aplanado o sobre terrazas y conforman un patrn
aglutinado. Asociados a estas estructuras encontramos
depsitos o cistas de piedra as como basurales, que
evidencian del carcter domstico del sitio.
Algunos ejemplos de estos asentamientos los tenemos en los
cerros de Chaclacayo, Yanacoto, Santa Clara o Cerro
Puruchuco, aunque en este ltimo caso se halla alterado por
ocupaciones posteriores. Este tipo de asentamientos se
hallaron tambin en el valle del Lurn.
La existencia de este tipo de asentamiento as como la
aparicin de porras de piedra en las tumbas de la poca son
indicadores del permanente conflicto en que vivan estas
sociedades.
Las evidencias de arquitectura pblica son escasas. Patterson
menciona pequeas pirmides asociadas a algunos poblados.
Se menciona la existencia de plataformas de piedras asociadas
a patios, en la zona de Huachipa. Un raro ejemplo de edificio
pblico lo constituye la pirmide Huallamarca ubicada en el
valle bajo del Rmac construida a base de pequeos adobes.
En cuanto a la cermica de este periodo las formas ms
populares son las vasijas doble pico y asa puente, las jarras
de asa lateral, cuencos y platos, hechos en pastas claras

Ceramio: jarra cultura Lima procedente de Rinconada


Alta (Lima tardo)

(oxidadas). En el caso de los cuencos y platos la decoraciones


blanco sobre rojo o rojo sobre blanco. Las ollas y cntaros
frecuentemente se hicieron en pastas marrones. En algunas
zonas es relativamente frecuente encontrar vasijas escultricas
representando aves y felinos.
La siguiente etapa corresponde al perodo de consolidacin y
desarrollo de las culturas regionales que sobrepasan el lmite
de las Pequeas unidades polticas de poca anterior para
conformar una gran unidad cultural que integr varios valles,
desarrollo que culminar con la aparicin de la ciudad y la
consolidacin del estado. Este es el caso de la Cultura Lima, la
que involucr en su desarrollo cuatro valles de la costa Central:
Chancay, Chilln, Rmac y Lurn.

Lima surge como continuacin de la tradicin Miramar, en la


zona de Ancn - Chilln; ms especficamente deriva de la
fase Tricolor de dicha tradicin.
Patterson organiz el proceso de desarrollo de la cultura Lima
a partir de una seriacin en la que defini la existencia de
nueve fases. Actualmente an se utiliza esta seriacin, aunque
se estn redefiniendo algunas fases principalmente a causa de
que algunas de las diferencias expuestas por el autor y que se
suponan eran diferencias cronolgicas, resultan ser ms bien
de tipo cultural. Esto significa que en cada uno de los cuatro
valles donde se identific la presencia Lima los talleres alfareros
mantuvieron lneas independientes de desarrollo que se
diferenciaron de un establecimiento a otro.
El surgimiento de la cultura Lima, a la que llamaremos Lima
inicial (fases 1 y 2 de Patterson), se realiz en la zona de
Ancn-Santa Rosa, donde Patterson identific establecimientos
aldeanos. Ah hall extensos basurales y restos de viviendas.
Las evidencias indican que estas poblaciones se hallaban ya
instaladas al interior del Chilln, donde las encontramos en el
sitio de Trapiche en la seccin media del mismo. Cabe sealar
que esta poca de la cultura Lima es contempornea a la
tradicin blanco sobre rojo que se segua desarrollando en el
valle del Rmac.
Para la siguiente poca a la que denominamos Lima Medio
(fases 3, 4 y 5 de Patterson) encontramos que los
establecimientos Lima se expanden rpidamente por los valles
del Rmac y Lurn, expansin que no se descarta fuera de tipo
conquista. Esta poca corresponde al surgimiento y desarrollo
del gran centro ceremonial de Cerro Culebras en el Valle

del Chilln, conformado por plataformas escalonadas


decoradas con friso y a las cuales se asocian grandes patios
rectangulares, zonas de vivienda, basurales y cementerios.
Es as que surgen ocupaciones de tipo aldeano para esta
poca a lo largo del valle medio y bajo del Rmac. Algunas
como Maranga se ubican en sitios que posteriormente se
convertirn en grandes centros ceremoniales. En el caso del
valle Medio del Rmac sabemos que las aldeas de esta poca
conservan bsicamente el patrn anterior, ocupando las
laderas medias y bajas de los cerros y en algunos casos las
cumbres. Las casas de planta rectangular se ubicaban a lo
largo de terrazas que bordeaban el contorno de los cerros, y
estaban construidas con muros de piedra y techos de caa y
barro. Es frecuente encontrar asociadas a estas habitaciones
cistas subterrneas de planta rectangular o circular techadas
con grandes piedras, que sirvieron como depsitos, as como
numerosos batanes y manos de batn utilizados en diversas
labores de produccin.
Como ejemplos conocidos de este tipo de asentamientos
tenemos los sitios de Chaclacayo y Cerro Puruchuco. Este
ltimo se hallaba ubicado en la cumbre y laderas superiores
del Cerro que se alza sobre el denominado palacio de
Puruchuco. Las habitaciones de planta rectangular se
distribuyen sobre terrazas de piedra; en su mayor parte la aldea
reocupa un sitio del perodo Blanco sobre Rojo. Asociado a
esta aldea se hall un cementerio el cual se ubic en el fondo
de la quebrada de Huaquerones. Los entierros descubiertos en
esta rea corresponden al tpico patrn extendido de Lima,
aunque al otro lado del valle y para la misma poca aparecen
entierros flexionados colocados en cistas circulares y con una o
ms vasijas como ofrendas.

Las cermica de esta fase es poco conocida en la zona del


Rmac, pero en rasgos generales corresponderan a las
halladas en Cerro Culebras, Se trata de botellas de doble pico,
asa puente y cuerpo globular y vasos de paredes altas,
decorados profusamente con diseos de peces o serpientes
entrelazadas a veces de bordes aserrados, puntos o anillos. Las
ollas son de forma globular y cuellos cortos o altos, son
numerosos tambin los platos y cuencas decorados al interior
con los mismos diseos entrelazados o con lneas y diseos
geomtricos. Una vasija de forma tpica es el denominado
cntaro mamiforme, por tener uno de sus lados en forma de
mama. Estas formas descritas estn hechas en pastas claras
(oxidadas) y la decoracin suele ser hecha a base de lneas
pintadas en negro delineado con blanco sobre fondo natural o
engobado de rojo; a veces se usan los colores blanco o negro
como fondo. Algunos pocos especmenes de los anteriormente
descritos suelen ser hechos en pasta reducidas (gris o negro).
Las ollas domsticas y algunos cntaros estn hechos en pastas
marrones. Ocasionalmente se encuentran piezas escultricas
como lo son botellas de doble pico con uno de los picos
convertido en aves, vasijas escultricas o cntaros efigie con
formas de felinos.
En la parte Tarda de Lima (fases 6,7,8 de Patterson), se
produjo un cambio patente en la conformacin socio cultural
de las poblaciones de la costa central principalmente en
aquellas que ocupaban los valles de Rmac y Lurn.
Los datos ahora disponibles nos indican que para esta poca
se inician y/o consolidan grandes obras de carcter hidrulico,
como es el de la construccin de la mayora de grandes
canales que llevaban agua desde el Rmac hacia la llanura

aluvial de Lima y que permitieron aumentar de una manera


notable la disponibilidad de recursos agrcolas por parte de las
poblaciones locales, contribuyendo al mismo tiempo a
modificar grandemente el paisaje del valle.
De acuerdo a lo sealado por algunos autores, es para la
poca 7 del Periodo Intermedio Temprano (Fases 6-7 de
Lima), que se produjo un periodo de fuertes lluvias
relacionadas con el fenmeno del Nio. Las lluvias afectaron
tambin la costa central y sur, y que en este ltimo caso
permitieron la ocupacin de reas anteriormente ridas y
desocupadas. Las poblaciones de los valles de Lima
probablemente tambin haban aprovechado de la temporal
abundancia de agua a travs de grandes canales que se
construyeron para este propsito. Es difcil fechar
exactamente la poca de construccin de los canales o si
estos y sus ramales fueron hechos al mismo tiempo, sobre
todo por el hecho de que actualmente el avance urbano de
la ciudad de Lima ha sepultado la mayor parte del antiguo
sistema de canales del valle. Sin embargo la existencia de
grandes asentamientos asociados claramente a algunos de
estos canales nos permitiran deducir su cronologa relativa.
Un ejemplo lo tenemos en el rea de la llanura de Huachipa
donde se ha podido establecer que dicha llanura presentaba
una continua ocupacin desde el Periodo Inicial hasta la
parte Tarda de la Cultura Lima, donde las poblaciones
ocupaban la llanura en forma de numerosos asentamientos
pequeos dispersos por ella. Esta ocupacin resulta ser
inmediatamente anterior a la conversin de la zona en rea
agrcola mediante la construccin del canal Nievera. De esta
manera se fechara al canal para la primera parte de Lima
Tardo (fase 7 de Patterson), coincidente mente con el inicio
del gran desarrollo de Cajamarquilla.

Para la zona de Ate-La Molina tenemos que e! ramal ms


antiguo de este canal, que nace a la altura de Santa Clara y
corre casi en paralelo al ro Rmac, doblando hacia e! sur a la
altura de la actual cervecera Cristal, para irse ajuntar con los
terrenos de Surco cerca de la hacienda Monterrico Chico, se
encuentra asociado a la construccin de grandes edificios
piramidales de la poca Lima tarda (Melgarejo, Granadas y
Santa Raque!), lo que indicara la fecha aproximada de su
construccin.
Cabe sealar que para la margen izquierda del Rmac los
principales canales a los que se asocian con seguridad
estructuras de la poca Lima Tardo son Ate, Parte de Surco y
Maranga. Sobre el resto de canales faltan an investigaciones.
En las fases fechadas para la cermica Lima Tardo empiezan
a desarrollarse la mayora de los grandes centros ceremoniales
Lima. Se trata de conjuntos de pirmides escalonadas de
diversas dimensiones, a las cuales se asociaban una serie de
recintos, plataformas, canales y otras estructuras menores.
Entre todos estos grandes conjuntos, destaca Maranga, situada
en el valle bajo del Rmac, al borde del canal del mismo
nombre. Se trataba del centro urbano ms grande del valle
conformado por una serie de pirmides que cubran un rea
aproximada de150has.; el edificio ms importante lo constitua
la Pirmide de San Marcos, de forma escalonada y orientada
hacia el noreste. En este mismo lado se ubicaba una rampa
que serva de acceso a la parte superior de la misma donde se
encontraba una serie de pequeos patios y recintos de planta
rectangular. Estos cuartos de acceso restringido estaban
generalmente pintados de amarillo y presentaban numerosas

remodelaciones en sus pisos. Lo ms probable es que en estas


estructuras se hayan realizado, entre otras, actividades rituales.
Es frecuente ver que como parte del sello y renovacin de los
pisos se entierran vasijas finas previamente rotas. En estas
mismas estructuras se hallaron grandes vasijas enterradas as
como cabezas trofeo.
La base principal de este edificio fue construida ntegramente
por medio de pequeos adobes paraleppedos, hechos a
mano conocidos como adobitos, los mismos que se usaron en
las estructuras de la parte superior. Entre el conjunto de
pirmides se hallaban grupos de recintos y plataformas, as
como zonas de probable uso domstico. La funcin asignable
a estos conjuntos era la de servir como centros polticos y
religiosos para las diversas entidades sociopolticas que
ocupaban el valle y debieron funcionar a la manera de las
capitales de los curacazgos del periodo de los seoros tardos.
Por su volumen Maranga parece haber sido la capital o centro
del mayor poder en el valle, aunque no podemos saber con
seguridad el tipo de relacin existente entre los diversos centros.
Otros centros importantes para la poca aunque de menor
extensin son los de Huaca Pucllana, tambin en el bajo
Rmac, y Pachacamac en el bajo Lurn.
Para el valle medio del Rmac vemos que en la margen
derecha, en la llanura de Huachipa, aparecen edificios
piramidales asociados a grandes recintos rectangulares
como la pirmide Nievera situada al extremo norte de la
llanura, al pie del Cerro Camote, o la Huaca Trujillo
ubicada a la entrada de Huachipa. El primero es un edificio
piramidal escalonado, construido con tapial y adobitos, el
cual se encontraba cercado y asociado a pequeos recintos

rectangulares. El segundo est compuesto por dos montculos


construidos a base de grandes tapiales adosados, de seccin
trapezoidal. Para esta misma poca Cajamarquilla se
encontraba ya en pleno crecimiento; Taschini, menciona que
en las excavaciones efectuadas por la misin italiana en
Cajamarquilla se hall que la ciudad presentaba varias fases
constructivas y que los materiales asociados a la mayora de
ellas perteneca al estilo Maranga (Lima Tardo), anotando que
el estilo Nievera era mucho menos frecuente que este. Sin
embargo por las especiales caractersticas que presenta
Cajamarquilla trataremos de ella ms adelante.
En la margen izquierda del Rmac encontramos ubicado, sobre
un cono aluvial, el centro ceremonial de Catalina Huanca,
conformado por una gran pirmide escalonada orientada
hacia el oeste, por donde se halla una gran rampa que daba
acceso a la parte superior del edificio. Adems de la gran
pirmide se hallaban ubicados alrededor de sta 9 montculos
o plataformas menores, grandes cercados rectangulares y
pequeos recintos de la misma forma, adems de
cementerios, ubicados en los alrededores y en las mismas
estructuras. Por su ubicacin parece ser que las aguas del
canal de Ate, regaban los campos aledaos al conjunto. Los
edificios de este conjunto estaban construidos bsicamente de
adobitos y tapiales.
De otra parte en la zona ubicada entre las urbanizaciones de
Mayorazgo y Santa Patricia, pertenecientes a los distritos de Ate
y La Molina, se ubicaba un extenso conjunto de edificios
piramidales, de los cuales slo se conservan las denominadas
Huacas: Santa Raquel (Ate), Granados (La Molina)
y Melgarejo (La Molina), todas las cuales han sido seccionadas

y recortadas de su extensin original. En las fotos areas


antiguas del Servicio Aerofotogrfico Nacional, se ven una
gran cantidad de montculos menores que rodeaban o se
ubicaban entre estas Huacas, la mayora de las cuales eran
arqueolgicos y formaban parte de este conjunto urbano.
Las tres estructuras mencionadas tienen bsicamente la misma
conformacin arquitectnica. Huaca Santa Raquel estaba
conformada por dos montculos, de los cuales el menor se
halla actualmente al interior de los terrenos de una fbrica. El
mayor, que se halla en un parque, ha sido recortado por sus
cuatro lados. Se trata de un edificio piramidal trunco que
presenta actualmente dos niveles visibles. Las estructuras del
mismo estn hechas de tapial y adobitos. Estos ltimos se
combinan con los muros de tapial o se usan tambin para
formar recintos. El edificio se encuentra intruido y modificado
por entierros de pocas posteriores.
Huaca Granadas fue excavada entre los aos 1981 y 1983
por arquelogos del Instituto Nacional de Cultura, con el
patrocinio de Cooperativa de Vivienda Magisterial Jos Carlos
Mariategui. Estaba conformada por dos montculos
piramidales; la huaca A situada al oeste del conjunto, meda
aproximadamente 100 mts. por 100 mts. de planta por 14
mts. de altura, y se caracterizaba por tener tres plataformas
orientadas de norte a sur con brazos laterales de este a oeste y
una probable plaza en la primera plataforma. La huaca B se
sita al este de la anterior y se encuentra bastante modificada
por la presencia estructuras coloniales y republicanas,
relacionadas estas ltimas a la casa hacienda del mismo
nombre. Ambas estructuras fueron contruidas en la misma
poca de Huaca Santa Raquel y como sta estaban construidas

Huaca Melgarejo: desde la plataforma superior se divisa el parque


Hispanoamrica y los predios de la universidad Nacional Agraria

con tapiales y adobitos. Estos edificios fueron reutilizados como


cementerios en pocas ms tardas.
Huaca Melgarejo se ubica en el parque de la Hispanoamrica
en la urbanizacin Santa Patricia. Se trata de los restos,
bastante erosionados, de lo que fue una gran plataforma
escalonada. El edificio presenta varias fases constructivas,
producto de las continuas remodelaciones y ampliaciones de
las estructuras. Al interior del volumen se pudo observar la
existencia de una sucesin de grandes muros de contencin y
rellenos, as como pequeos recintos, rampas, escaleras,
banquetas, etc. La plataforma bsicamente se haya construida
con muros de tapial, de adobitos y rellenos. En la parte
superior del edificio se hallaron un conjunto de pequeos
pasadizos y recintos de planta rectangular. Alguno de los
recintos presentaban banquetas y huellas de postes lo que
indicara que habran estado techados. El acceso a estos
recintos era restringido, comunicndose entre ellos a travs de
vanos estrechos. Los pisos se hallaron limpios, lo cual es un
rasgo bastante comn en este tipo de estructuras. Las paredes
originalmente estuvieron finamente enlucidas y pintadas. Todos
estos cuartos fueron cuidadosamente sellados con relleno de
piedras y barro como parte del ritual de enterramiento de las
estructuras cuando estas eran abandonadas o se proceda a
una ampliacin de las mismas.
De lo expuesto podemos concluir que las estructuras
anteriormente descritas conformaban parte de un conjunto
ceremonial semejante a los descritos para Maranga o
Pucllana, sin embargo a diferencia de estos, las estructuras
parecen haber sido selladas y abandonadas antes del comienzo
del Horizonte Medio. De otra parte el hecho de que el conjunto

de Catalina Huanca, tambin asociado al canal de Ate, sea


ms monumental, tenga ocupaciones de las ltimas fases del
Intermedio Temprano y principios del Horizonte Medio, poca
en la que se convirti en cementerio, nos podra hacer suponer
que es probable que a fines del Intermedio Temprano entre
ambos conjuntos haya surgido una suerte de competencia la
cual se habra resuelto a favor de Catalina Huanca, sellando
as el destino del complejo Santa Raquel-GranadosMelgarejo.
Los asentamientos de la poca Lima Tardo y Horizonte Medio
lb presentan cambios en sus patrones. Las aldeas ya no se
ubican en las laderas altas sino que se escogen
preferentemente los fondos de pequeas quebradas o cono
aluviales y laderas adyacentes para ubicar las estructuras. Estas
ocupan el suelo previamente nivelado as como amplias
terrazas en las laderas bajas. Presentan cierta regularidad en el
trazo casi ortogonal de algunos de sus componentes. Tambin
existen diferenciacin en el tipo de estos componentes, por
ejemplo pueden presentar plataformas aterrazadas, zonas de
viviendas, reas de trabajo, cementerios, etc. Como en las
aldeas ms tempranas las viviendas presentan diversos tipos de
depsitos, ya sea en forma de pequeos recintos de piedra
techados en falsa bveda o grandes depsitos subterrneos,
estos ltimos son ms grandes y numerosos que en pocas
anteriores. Se reportaron tambin pequeas aldeas dispersas
por la llanura de Huachipa. Como ejemplos del primer tipo de
asentamiento s tenemos los sitios de El Algarrobo, El Vallecito o
Huampan Alto en la margen derecha del Rmac, y
Chaclacayo en la izquierda.

En el caso de La Molina se identific un gran asentamiento de


esta poca ocupando el rea que va desde la pequea
quebrada situada al sur del Banco de Crdito hasta el
cementerio de la Rinconada Alta. Las estructuras ubicadas en
el fondo de la quebrada, ahora destruidas, presentaban un
patrn aglutinado; el asentamiento se extenda por medio de
amplias terrazas por las laderas del cerro hasta la parte baja.
La mayor parte de los recintos fueron construidos con adobitos
y quincha y en menor proporcin con piedras y tapial. El
asentamiento presentaba asociados pequeos montculos que
se ubicaban en la zona ocupada por el edifico del banco de
Crdito; es probable que las estructuras hayan estado
relacionadas con la Huaca Melgarejo, la cual se halla a unos
500 mts. al oeste. En la zona de la Rinconada Alta las
estructuras Lima fueron destruidas y alteradas por la
construccin de un poblado y un cementerio de la poca Inca,
de modo que es frecuente encontrar adobitos reutilizados en
estructuras tardas. Los materiales asociados muestran que el
asentamiento, a diferencia de la Huaca Melgarejo, fue
ocupado por lo menos hasta la poca 1 del Horizonte Medio.
Es de notar que el tamao del asentamiento en promedio era
mayor que los ubicados al interior del valle y al parecer de
mayor importancia que estos.
Podemos inferir que la aparicin de un gran asentamiento de
carcter domstico en esta parte del valle se debi a la
construccin del canal de Ate que permiti incorporar los
terrenos del rea de La Molina a la agricultura extensiva. Otro
sitio de la poca se encontraba al pie del cerro Camacho. Del
sitio, ahora desaparecido, slo se registraron algunas
estructuras de adobitos, sin embargo su ubicacin nos indica

aproximadamente hasta donde se podra haber extendido el


ramal temprano del canal de Ate.
Los cementerios de esta poca son poco conocidos. En la
margen izquierda del Rmac se reportaron hallazgos fortuitos
de pequeos ncleos funerarios en la llanura de Huachipa, en
los cuales los muertos se hallaban en posicin flexionada al
interior de cistas circulares, las ofrendas (mayormente vasijas)
se hallaban alrededor del muerto; este mismo patrn se hall
en el sitio de Huampan Alto. Sin embargo el patrn ms
difundido era el del muerto colocado en forma extendida con
las ofrendas colocadas a los lados del cuerpo. Tal es el caso
de los entierros en los cementerios de Nievera y Huaca Tello
en Cajamarquilla, o Catalina Huanca en la margen izquierda
del valle.
En la Rinconada Alta, en lo que es el remanente de un
cementerio ms extenso, se hallaron algunos entierros de esta
poca, cubiertos por varias capas de material coluvial. Debido
a las caractersticas del terreno arcilloso los cuerpos se hallaron
en mal estado. Se identificaron entierros de nios colocados de
pie, sentados o en cuclillas al interior de vasijas. Un adulto se
hallo en posicin extendida con una orientacin Este-Oeste,
sobre una especie de litera de caas, con una olla como
ofrenda, la cual contena pigmento rojo y se hallaba a la
derecha de la cabeza del individuo.
Las comparaciones estilsticas demuestran que el desarrollo
poltico reflejado en arquitectura monumental no llego a
uniformizar la produccin alfarera de manera que los valles del
norte (Chilln y Chancay) y los del sur (Lurn y Rmac) se van
diferenciando marcadamente.

Mango escultrico de Instrumento de orfebrera, vista


de perfil procedente de Rinconada Alta (poca Inca)

Mango escultrico de Instrumento de orfebrera, vista


de frente procedente de Rinconada Alta (poca Inca)

Ceramio: vaso estilo huari-Pachacamac,


(poca 2 del horizonte medio)

Ceramio: botella doble pico, estilo Huari-Pachacamac


(poca Inca)

En el valle del Rmac, para el inicio de Lima Tardo, la


cermica presenta fuertes diferencias con la de Lima Medio.
Las vasijas tienden a presentar una decoracin de diseos
entrelazados ms estilizados, as como diseos geomtrico s
(lneas, puntos y tringulos pendientes). Las formas ms
populares son las jarras, ollas de cuello corto y alto, figurinas,
etc. En el caso de las ollas de cuellos altos hacia fines de la
poca aparecen como decoracin diagnstica diseos de olas
y semicrculos. La cermica domstica tales como las ollas
aparecen manufacturadas preferentemente en pasta marrn.
Paralelamente se produce el desarrollo de una cermica
funeraria-ritual hecha de pasta fina con buenos acabados y
apariencia polcroma. Las formas son diversas: hay jarras,
cuencas, botellas de doble pico y vasijas escultricas
representando plantas, animales y personajes diversos. Las
imitaciones de temas de Moche merecen especial Mango
escultrico de instrumento de orfebrera, vista de perfil,
procedente de Rinconada Alta (poca Inca) atencin. El
contacto con otras reas culturales se hacen ms patentes
hacia finales de la poca.
HORIZONTE MEDIO

A principios del Horizonte Medio, correspondiente a la fase


Lima 9, y como culminacin del proceso iniciado a fines de la
fase anterior aparecen plenamente desarrollas en los andes
Centrales las sociedades urbanas, fenmeno que se desarrolla
tanto en la costa como en la sierra. Algunos autores atribuyen
la aparicin de los centros urbanos a la expansin de un
estado (el estado Huari), lo que an esta por precisarse. Esta
poca tambin corresponde al apogeo de los contactos
interregionales. En el caso de los principales centros

monumentales de Lima tales como Maranga o Cajamarquilla


siguen en uso sin cambiar de funcin, an ms llegan a su
poca de mayor esplendor.
Menzel defini 4 fases para el Horizonte Medio, las dos
primeras corresponderan a la expansin y consolidacin del
poder Huari y las dos ltimas a la poca de disgregacin del
imperio.
Hacia finales del Intermedio Temprano se inicia en el valle
medio del Rmac el desarrollo de Cajamarquilla. Situada en un
cruce de caminos natural Sierra - Costa, cerca al cauce de la
quebrada de Jicamarca, creci la ciudad. Su crecimiento
resulta ser simultneo al florecimiento de los grandes centros
ceremoniales, alcanzando su mximo desarrollo durante la
primera fase de la poca 1 del Horizonte Medio. Si bien
Cajamarquilla se inserta dentro del proceso de desarrollo
regional de Lima presenta unas caractersticas propias de su
peculiar carcter urbano surgido tanto del proceso de
complejizacin de la sociedad Lima, como de su intenso
contacto con sociedades en pleno estado de desarrollo urbano
como es el Caso de Huari o Moche.
La ciudad estaba conformada por una serie de conjuntos,
integrados por calles, pirmides truncas, grandes reas
pblicas abiertas, zonas de depsitos, reas de ofrenda, etc.
todo cercado por grandes muros de tapial.
A diferencia de los centros ceremoniales tpicos del Intermedio
Temprano las pirmides ya no alcanzan proporciones tan
monumentales, y los grandes recintos, patios y lugares abiertos
adquieren mayor importancia dentro de los conjuntos
arquitectnicos. Anexo a estos conjuntos aparecen un sector no

bien definido de estructuras menores que corresponderan a


lugares de vivienda. La ciudad contaba con un sistema de
canales que llevaba el agua al interior. El principal material
constructivo de la ciudad fue el tapial, el que ser muy usado
hasta la poca Inca.
Durante el proceso de crecimiento de la ciudad algunas de los
centros ceremoniales como Catalina Huanca fueron
abandonadas y se convirtieron en cementerios. En el Valle Bajo
el Gran Centro Ceremonial de Maranga continu ocupado. '
Tambin las aldeas del valle Medio fueron paulatinamente
abandonadas, sobre todo aquella cerca a la ciudad, quizs
porque durante la poca de mayor desarrollo de la ciudad la
poblacin se centraliz en esta. Slo quedaron algunas aldeas
ocupadas hasta fines de la poca 1, como es el caso de La
aldea del Banco de Crdito, en La Molina. Textil. Algodn
crema con pintura marrn trabajado en tcnica positiva y
negativa (poca Inca)
La poca 1 constituye tambin el momento de consolidacin
un gran estado regional, cuyo eje estaba en el valle del Rmac.
El carcter urbano de esta sociedad se refleja entre otros
aspectos en el desarrollo del intercambio, visible en la
aparicin de materiales exticos como piedras turquesa,
crisocola, o cermica procedentes de lejanos lugares, como es
el caso de piezas Cajamarca, o Cerro del Oro al interior de
tumbas y centros principales. As mismo piezas locales
aparecen contextos tan lejanos como tumbas Moche (San Jos
de Moro). En la sierra de Lima se evidencia una fuerte
presencia de la cultura Lima, producto de una expansin
iniciada durante pocas anteriores.
La cermica local se contina haciendo como a fines del
intermedio Temprano, pero la cermica ceremonial, conocida

Detalle del textil de la figura anterior

Faja policroma, trabajada en algodn y lana con diseo


de aves, procedente de Rinconada Alta(poca Inca)

como Nievera, llega a su pleno desarrollo. Surge en ella una


variedad de formas desarrolladas tanto a partir de
antecedentes locales como tomadas de otras tradiciones
culturales; lo mismo sucede con la iconografa que imita temas
provenientes de Moche, Nazca, Cerro del Oro o Huari. La
cermica alcanza alto grado de desarrollo tecnolgico, con
una finura y pulimento excelentes. La policroma se enriquece
con la introduccin de pigmentos como el gris.
Por motivos an no claramente esclarecidos pero que algunos
investigadores vinculan a una grave crisis c1imtica, a fines de
la poca 1 se abandona Cajamarquilla, Maranga y todos los
otros grandes centros de la Cultura Lima. Este proceso es
visible en Cajamarquilla cuando edificios ceremoniales como
Huaca Tello son sellados y convertidos en cementerios.
Hasta fines de esta poca los entierros guardan el mismo
patrn extendido del Intermedio Temprano.
La poca 2 del Horizonte Medio corresponde tambin a un
cambio en las sociedades andinas.
Se expanden cultos e ideologas religiosas desde el rea de
Ayacucho que parecen integrar y unificar grandes reas de los
andes Centrales y cuya temtica se haya vinculada fuertemente
a aquella tradicin religiosa proveniente de Tiahuanaco. De
acuerdo a la iconografa asociada a esta expansin religiosa
se puede asumir que se trate posiblemente de una
reinterpretacin de la iconografa de la Portada del Sol.
Durante esta poca los principales sitios Lima del Rmac fueron
abandonados y usados como cementerios. Aparentemente
slo el gran centro ceremonial de Pachacamac continuaba
desarrollndose y convirtindose en el principal de la costa

Central. Sin embargo, de los datos disponibles, sabemos que


la mayor cantidad de material arqueolgico que pertenece a
esta poca proviene de contextos funerarios y/o de ofrendas,
no habindose identificado reas de vivienda u otro tipo de
ocupacin, lo que relativiza esta interpretacin.
La cermica Nievera contina fabricndose en esta poca
pero su fabricacin no alcanza la finura de pocas anteriores y
adems se introduce nuevas formas y la iconografa tradicional
va perdiendo vigencia. El nuevo estilo vigente es el conocido
como Pachacamac (Wari-Pachacamac), relacionado con los
de Atraco de la costa sur y Viaque de la sierra sur.
Algunas formas son tpicas de este estilo como las botellas de
doble pico y asa puente y cuerpo en forma de queque, vasos y
tazas entre otras. Los temas derivan bsicamente de los
personajes de la Portada del Sol. Este estilo de cermica se
distribuy por la costa y al interior del valle donde tambin
aparecan vasijas del estilo Viaque propias del rea de
Ayacucho.
Las poblaciones de la poca no han sido identificadas; existen
evidencias de movimientos de poblaciones serranas
fuertemente influenciadas por la sociedad Huari que se
instalaron en los valles medios, como es el caso del sitio de
Sacos en el Chilln o la aldea de Yanacoto en el Rmac que
presentan estilos de cermica propios de la sierra.
En la partes medias y bajas no se conocen poblados ni centros
administrativos pertenecientes a esta poca, slo algunos
entierros, ubicados generalmente en antiguos centros
abandonados, como Cajamarquilla y Catalina Huanca. En el
cementerio de la Rinconada Alta se hallaron fragmentos de
vasijas de esta poca al interior de rellenos y probablemente

provengan de entierros que reocuparon el asentamiento Lima


cercano al rea.
Las fases 3 y 4 del Horizonte Medio corresponden a la poca
de disolucin de los "fenmenos" de integracin de las fases
ms tempranas y coinciden con el surgimiento de los
regionalismos culturales. De estas pocas se conoce poco,
pues no se han hallado ni poblados, ni centros administrativos
o ceremoniales, a excepcin de Pachacamac. Son conocidos
sin embargo cementerios como el de Pedreros en el valle
Medio del Rmac.
Los entierros, a partir del Horizonte Medio 2, cambian de
patrn, sepultndose los cuerpos en fardos funerarios, lo que
durar hasta la poca loca. A travs de los entierros de las
pocas 2, 3, Y 4 encontrados en Ancn vemos que la
poblacin sigui desarrollando el intercambio y la produccin
artesanal.
EL INTERMEDIO TARDIO

Corresponde a la poca de resurgimiento del regionalismo


esbozado ya a partir del Horizonte Medio 3 y 4.
Durante este periodo se nota una nueva reestructuracin del
sistema de grandes canales heredados de la poca Lima, se
construyeron nuevos ramales, se alargaron los existentes y se
incorporaron nuevas tierras de cultivo alcanzando el sistema de
canales su mxima extensin. Por ejemplo el canal de Surco se
ampli hasta llegar a la zona de Via, al pie del Morro Solar y
en Ate se construy el ramal que pasa por la parte baja del
Cerro Puruchuco y que termina de incorporar el rea de La
Molina al Curacazgo de Ate.

Durante esta poca vuelven a surgir grandes centros


administrativos conformados por grandes edificios de tapial
siguiendo los patrones arquitectnicos definidos para
Cajamarquilla en pocas anteriores; es probable que algunos
de los anteriores centros no hayan estado totalmente
abandonados. En algunos casos los nuevos asentamientos
surgen vecinos a los antiguos como en el caso de Maranga
(Maranga) o Huaquerones (Ate) o son nuevos como,
Armatambo (Surco).
Los centros como Huaquerones estaban compuestos por
grandes edificios de tapial de planta compleja, que incluan
reas de uso pblico como plazas, calles, zonas de depsitos,
rea ceremoniales, y como en Pachacamac templos
piramidales con rampa, edificios tpicos de Pachacamac que
fueron construidos durante el Intermedio Tardo aun que
algunos pudieron ser renovados o construidos durante la
poca Inca. Alrededor de estos centros aparecen restos de
pequeos recintos aglutinados. Probablemente restos de casas,
las cuales pueden ubicarse tambin en grandes terrazas y ser
de quincha. Sin embargo la poblacin viva al interior de las
tierras de cultivo. Al respecto Coba menciona:
"a estos pueblos como a cabezas y residencias de gobierno
obedecan innumerables lugarejos de corta vecindad que
haba en sus lmites de los cuales apenas queda memoria.."
(1956, Fundacin de Lima).
En el caso de Ate los pobladores que habitaban al interior del
rea agrcola pudieron haber vivido en casas de quincha. Otros
poblados se ubicaban sobre grandes terrazas como en el caso
de la Rinconada o en La Molina Alta y el cerro Camacho.

Las aldeas ubicadas en las zonas agrcolas ahora


desaparecidas dejaron como evidencias numerosos montculos
diseminados entre Melgarejo y Santa Raquel, UNIFE, El Golf
Los Incas, Universidad Agraria, entre otros; en algunos casos
como en Huaca Melgarejo reutilizaron parcialmente las
estructuras para construir depsitos y otro tipo de
construcciones. Otra evidencia frecuente de las poblaciones
que habitaron la zona de Ate y que se dedicaron bsicamente
a la agricultura son los numerosos y pequeos cementerios
que aparecen reocupando huacas como Granadas, o
asociadas a asentamientos como en La Molina Alta, Cerro
Camacho y Cerro la Huaca.
Hay que mencionar que la existencia de una laguna y puquios
en lo que ahora es La Molina Vieja habran permitido una
temprana y continua ocupacin de los alrededores por
poblaciones dedicadas a la agricultura y a la explotacin de
los pantanos, pero es en el Intermedio Tardo que estas
poblaciones quedan integradas al seoro de Ate.
De otro lado debemos mencionar que La Molina era un
importante nudo de comunicaciones entre el Rmac y Lurn
tanto a travs de Cieneguilla camino a Huarochir como por
Manchay hacia Pachacamac.
Durante el Intermedio Tardo los valles de Rmac y Lurn
formaron una unidad poltica conocida como Seoro Ichma,
cuya capital poltica era el Santuario de Pachacamac. Durante
este periodo Pachacamac haba conservado su prestigio como
Santuario y lugar del orculo del dios Pachacamac, si bien su
importancia poltica e influencia haba disminuido con
respecto al Horizonte Medio. Pachacamac era an conocido

y respetado en algunos lugares de la costa como Chincha o la


sierra de Lima. El seoro, que tendra una organizacin de
carcter teocrtico, estaba subdividido polticamente en
seoros menores, cada uno con sus propios jefes. En el valle
del Rmac dichos seoros se ubicaban a lo largo de los
territorios regados por los canales que les daban nombre,
como por ejemplo el de Surco, Maranga o Ate.
De este ltimo curacazgo se conoce poco pues parece haber
sido el ms pequeo de aquellos que se asentaban en el valle
bajo. En documentos antiguos se menciona el curacazgo
denominndolo Lat. Los habitantes de Lat tambin son
mencionados en las visitas de Avila a Huarochir, como uno de
los pueblos Yungas que suba a participar en las fiestas de
Pariacaca, en territorio de los Yauyos. Algunas menciones
sobre los indios de Puruchuco habitantes del seoro son
mencionados en documentos de la poca colonial.
Por lo que se sabe de otros seoros este se divida a su vez en
ayllus o comunidades cuyas tierras ocupaban el territorio del
curacazgo.
La capital o centro administrativo local parece haber sido
Huaquerones.
Otro rasgo de esta poca que marc las caractersticas de las
poblaciones locales es la existencia de un gran seoro serrano
denominado Yauyos y que ocupaba los valles Altos del Rmac
a Mala.
A travs de cientos de aos las poblaciones Yauyos haban
invadido desde la cabecera de Mala-Caete los territorios
ubicados hacia el norte, desalojando y en pocos casos

incorporando a las poblaciones Yungas que habitaban las


partes altas de los valles. Una vez establecidos los Yauyos,
trataron permanentemente de acceder a los terrenos situados
en los valles medio (Chaupiyunga), propiedad de los Yungas o
costeos, en donde el suelo era el ms apto para sembrar la
planta de la coca, cultivo ritual de gran importancia
econmica en los andes. Esta continua presin ejercida sobre
las poblaciones Yungas del valle bajo determin un estado de
conflicto permanente entre estos pueblos. En el caso del Rmac
los Yauyos conquistaron la zona de Mama donde se alzaba un
santuario Yunga de gran renombre, llegando hasta la zona de
aa. Tan slo el temor a Pachacamac ms que la efectiva
resistencia Ichma logr detener el avance Yauyo, estableciendo
su lmite cerca de Pariachi.
La evidencia de estas migraciones y conquistas se puede ver en las
poblaciones que ocuparon Cajamarquilla a principios del
Intermedio Tardo; de ellas se conoce unas vasijas llanas de pasta
marrn y perfil compuesto que aparecen en las tumbas y que es
producida hasta la poca Inca en todo e! valle alto del Rmac.
Vasijas de este tipo o imitaciones aparecen en sitios del valle bajo
como Armatambo o Rinconada Alta y esto es parte de una
evidencia de intercambio e indica permanentes relaciones entre
ambas comunidades. Las relaciones entre Yauyos e Ichmas no
siempre eran de conflicto. Entre ellos exista un fuerte intercambio
de productos (algodn, aj, coca, etc. por lana entre otras), as
como podan participar en trabajos comunales conjuntos para la
limpia de las lagunas en pocas de sequas o en las festividades
de las deidades ms importantes como Pachacamac en la costa o
Paria caca en la sierra. Los pueblos de lomeros ubicados en

las mrgenes de los valles pertenecan mayormente a las


comunidades Yauyos y bajaban estacionalmente a los lmites
de los valles en busca de alimentos para sus animales
estableciendo contacto con los Ichmas a travs de rutas como
al interior de la planicie o la de Manchay y Cieneguilla en la
zona de Ate, que se convierte en punto clave del contacto entre
ambos pueblos.
En el siglo XV los Incas inician su conquista de la costa Central.
La conquista de Pachacamac y el seoro Ichma se realiz
pacficamente, sin resistencia de la poblacin ni de los
sacerdotes de Pachacamac; esta actitud benefici
polticamente al Santuario pues se respet el templo y el culto
de Pachacamac e incluso se extendi su influencia por todo el
Imperio, aunque como contraparte se construyeron en el
Santuario numerosos edificios estatales Inca, entre los que
destaca el Templo del Sol convirtiendo al Santuario en el ms
importante centro administrativo Inca de la costa peruana.
En el caso de los seoros sujetos a Pachacamac, los Incas los
reorganizaron polticamente. Coba menciona que: "Dividase
este valle, conforme al gobierno de los Reyes Incas, en 3
Hunus o gobernaciones de a diez mil familias cada una: el
pueblo de Caraguayllo es la cabeza de la primera, el de
Maranga, que cae en el medio del valle, la segunda y de la
tercera el de Surco (Coba ibid).
Al igual que en Pachacamac, los Incas reorganizan el espacio
arquitectnico de los nuevos centros administrativos de
acuerdo a sus nuevas funciones. En el caso de Armatambo,
por ejemplo, las recientes excavaciones indican que la mayor
parte de las construcciones que los espaoles conocieron y

Cermico: cntaro con decoracin, pintura blanca, cuello


escultrico procedente de Rinconada Alta (poca Inca)
que vemos en aerofotografas antiguas fueron hechas por las
lneas. En el valle medio de Rmac encontramos una situacin
igual. La mayor parte de centros locales fuero re modelados
totalmente por los Incas e incluso procedieron a construir otros
nuevos. En Huaquerones (Curacazgo de Ate); los Incas
construyeron grandes canchones y estructuras pblicas,
alrededor de las estructuras locales. Asimismo, a lo largo del
canal de Ate construyeron edificios pblicos como el anexo 1
de Puruchuco (Ate), o el centro administrativo de Puruchuca
(Ate-La Molina).
En la Rinconada Alta se dio un caso singular pues los Incas
construyeron sobre parte de un antiguo asentamiento Lima y
otro Ichma, un gran poblado, el ms grande de la zona de
Ate. Este se extenda desde los terrenos del banco de Crdito,
bordeando el canal de Ate hasta la Urbanizacin La

Rinconada Alta segunda etapa. Sobre este poblado, y


ocupando la duna que se extiende hacia el cementerio
Jardines de la Paz y la Av. la Cima, se encontraba el
cementerio, asociado al poblado, cuya extensin original sera
de 18 has.
Este cementerio fue el ms grande que se conoce para la
poca Inca en esta parte del valle y su extensin nos da una
idea de la cantidad de poblacin ubicada en el vecino
poblado.
La poblacin instalada ah por los Incas estaba constituida
bsicamente por pobladores locales, entre los que habitaban
mitimaes al parecer proveniente de la sierra de Lima como del
rea del Cuzco y de la regin Chim. La poblacin estaba
dedicada bsicamente a la produccin artesanal para el
estado Inca y en menor proporcin a la agricultura y a dar
diversos servicios para el estado. Hay evidencias de la
produccin de cermica tanto fina como de uso diario, textiles,
orfebrera, tallados en madera entre otros.
El acceso a diversos recursos alimenticios era amplio y existan
una gran cantidad de almacenes donde se los conservaba. Se
destacaba la produccin de maz, man, diversos tipos de frijoles,
lcuma, pacaes, etc. Se consuma algunos tipos de peces y
mariscos procedentes de la costa (machas, concha de abanico y
choros) as como camarones del ro. La carne ms
abundantemente consumida era la de cuy y en menor cantidad
la de perro y llama. La fibra vegetal usada en la produccin de
cestera (caas, juncos, totora), provena de la laguna de La
Molina y el rea de las acequias, mientras el algodn se
sembraba en los campos adyacentes. La lana provendra
posiblemente de las sierra, a travs de los almacenes estatales.

Ceramio: cntaro negro estilo Ichma


Procedente de Rinconada Alta (poca Inca)

Tupus y depilador de plata y cobre


Procedente de Rinconada Alta (poca Inca)

Mediante el estado se obtendran tambin los pigmentos


minerales y los metales provenientes de la sierra de Lima.
Algunos de los productos tambin se obtenan por intercambio
con las sociedades del valle medio (coca, ajo o con los lo
meros que cruzaban por las rutas entre La Molina, Manchay y
Cieneguilla.
Las casas del poblado se ubicaban en amplias terrazas
escalonadas y la mayor parte estaban construidas de la
siguiente manera: las bases eran de tapial y/o grandes adobes,
y las paredes eran de quincha (caa, madera y barro), las que
ocasionalmente podran haber estado pintadas. Los techos
eran tambin de caas y barro. Los depsitos que tenan forma
de cuartos rectangulares eran generalmente de tapial. De fotos
y planos antiguos se concluye que tambin pudo haber en el
poblado un pequeo templo con rampa similar a aquellos
encontrados en Pachacamac.
El poblado ubicado en La Molina Alta sigui siendo ocupado
en esta poca y es posible que haya sido ampliado pero sin
llegar a tener la importancia del de la Rinconada.
Las huacas como Melgarejo y sobre todo Granados siguen
siendo utilizadas como cementerios, abrindose en ellas cistas
de piedras o agujeros de forma cilndrica para depositar los
fardos. Pero es en la Rinconada donde se encuentra la mayor
densidad de entierros. El Cementerio al parecer fue construido
planificadamente pues se han encontrado tumbas preparadas
pero no utilizadas. La distribucin de los entierros as como el
tipo de estos no es igual y es probable que se hayan
distribuido de acuerdo a su estrato social, oficio o procedencia
tnica. Se encuentran grandes fardos de hasta 1.80 mts.

de alto conteniendo textiles finos pero sin ofrendas de


cermica; otros son entierros simples sin ofrenda alguna y otros
no tienen textiles decorados pero si cermicas como ofrendas.
Todos estos grupos de entierros estaban distribuidos en partes
diferentes del cementerio. Los fardos en general estn
constituidos de forma similar; con el cuerpo del individuo
colocado en posicin fetal y envuelto sucesivamente en capas
de vegetales, algodn y telas; todo el conjunto era amarrado
con soguillas; luego el fardo obtenido de forma cilndrica,
cnica u ovalada era colocado en una tumba circular
excavada en el suelo arenoso, orientado hacia el este
aproximadamente. Las ofrendas eran colocadas al interior
como al exterior de los fardos. La mayor parte de cadveres
registrados pertenecen a nios, lo que nos indica la gran
mortalidad infantil existente.
En el cementerio tambin es frecuente encontrar ofrendas
diversas no necesariamente asociadas a entierros, como los
son vasijas o mates conteniendo lquidos o alimentos diversos,
cuerpos de cuyes atados con textiles, etc. Como parte de este
conjunto encontramos en la parte ms alta del cerro que da
hacia el cementerio una pequea explanada en la que se
ubicaron pequeos recintos de piedra a manera de cercados
rectangulares probablemente usados en rituales y que son de
la poca Inca. Por este mismo lado observamos la existencia
de pasos naturales que comunicaban directamente a
Puruchuco o Huaquerones con la Rinconada.
En el caso de Huaca Granadas, las excavaciones realizadas
entre 1981 y 1982 lograron recuperar ms de 200 entierros,
muchos de ellos de la poca Inca. Asimismo se recuper una
ofrenda inca depositada en la huaca que da una idea de la

importancia religiosa de que esta tena. Esta consista en el


entierro de 4 piezas de cermica finamente elaboradas y de
carcter ceremonial. Dichas vasijas denominadas paqcha
representaban: 2 de ellas una embarcacin que llevaba un
remero y un personaje sentado, y las otras representan un
caracol y un grillo.
En la Huaca Melgarejo se hall que durante esta poca se
modific la parte este del montculo Lima mediante la
construccin de plataformas y recintos de tapial de probable
uso religioso. A diferencia de la Huaca Granadas la cantidad
de entierros de esta poca son escasos.
El poblado y el cementerio de la Rinconada as como el
poblado de La Molina Alta, la Huaca Melgarejo, la Puruchuca
y la mayor parte de sitios fueron ocupados hasta inicios de la
colonia en que fueron abandonados y posteriormente algunos
de ellos fueron utilizados como cementerios.

Uncu de plumas (miniatura), procedente de Rinconada Alta


(poca Inca)

Cermica procedente de Rinconada Alta (poca Inca)

Porra de bronce, procedente de Rinconada Alta (poca Inca)

Ceramio, vasija policroma Inca Imperial


Procedente de Rinconada Alta (poca Inca)

Ceramio: vasija policroma, Inca Imperial,


procedente de Rinconada Alta (poca)

Porras de piedra y bronce, procedentes de Rinconada Alta


(poca Inca)

III
EPOCA COLONIAL

Aristcrata espaol o criollo a caballo (siglo XVIII)

EPOCA COLONIAL
INICIOS DE LA DOMINACION ESPAOLA
EN EL VALLE DE LIMA: SIGLO XVI
Al momento de producirse la invasin espaola en los Andes
era claro que el rea experimentaba un notable desarrollo
social a consecuencia de la dominacin y organizacin
incaica. Ambos sistemas, el espaol y el incaico, en esencia
similares como factor de dominio y poder, eran tambin
cualitativamente diferentes e inclusive antagnicos.
Si bien el periodo Inca represent un momento de
florecimiento socio-econmico general del rea andina (an
comprendiendo los lgicos sentimientos de independencia que
todo estado imperial produce en las entidades regionales), el
periodo inmediato colonial fue todo lo contrario para la
poblacin autctona.
Especficamente el rea de Urna (valle bajo), mostraba un gran
desarrollo social y econmico en trminos de aumento
poblacional, variedad de recursos alimenticios e intercambio
de mercancas, que logr configurar consecuentemente un
espacio econmicamente rico y densamente poblado. No fue
casual por tanto la ereccin de la capital del Virreinato en este
punto geogrfico.
En los aos en que se produce la invasin espaola, el
valle se encontraba organizado en espacios polticos

conocidos como curacazgos, con atribuciones territoriales,


productivas y seguramente tributarias. Los principales
curacazgos eran el del Rmac, Surco, Maranga, Huatca, Late y
otros an no claramente definidos.
Los Incas utilizaron a efectos de tributacin y control la
organizacin existente previa a su consolidacin en el valle, y
paradjicamente este mismo mecanismo sirvi de base a la
futura organizacin colonial espaola.
La zona hoy conocida como La Molina fue en aquellos
tiempos perteneciente al rea del curacazgo de Ate (Lati o Late
seria su pronunciacin original), acerca del cual es escasa la
informacin que se ha preservado. Sabemos sin embargo su
estrecha relacin con los cursos de agua que se desprendan
del ro Rmac a efectos de irrigacin; tanto as que cada uno de
estos canales era correspondiente con cada curacazgo
(Rostworowski, 1978) al punto que la existencia bsica de estas
unidades poltico - territoriales encuentra su razn econmica y
desarrollo slo a partir de la construccin del canal
correspondiente al habilitarse reas agrcolas previamente
inexistentes.
Es evidente que a partir de la conquista espaola las
consecuencias para el poblador andino fueron catastrficas
marcndose el nivel poblacional en una curva de descenso
sumamente dramtica, al extremo de despoblarse pueblos
enteros o aquellos de gran nivel de ocupacin, reducidos a
tristes reflejos de su anterior dinamismo. No slo produjo la
lgica desestructuracin de la organizacin incaica, sino que
sumado a un cada vez mayor abuso de la administracin
espaola; la regin fue azotada indistintamente por diversas

epidemias que progresivamente la diezmaron (David Cook,


1975).
Situaciones concomitantes en las primeras dcadas del periodo
colonial fueron las guerras civiles (verdaderas matanzas de
nativos que servan como auxiliares en cada bando), saqueos y
expoliaciones compulsivas a los indgenas, tasas tributarias
excesivas, etc.
Es de sealar que el sistema tributario en los primeros aos de
la colonia se basaba principalmente en la encomienda o
repartimiento, con la cual se gratificaba el servicio prestado por
un sbdito espaol a la Corona, logrando as en su beneficio
una importante renta y servicio permanente para l.
Aparentemente es a partir de la encomienda que el sistema de
propiedad sobre los medios de produccin, especialmente la
tierra, cambiar completamente, perdiendo paulatinamente el
indgena su derecho anterior. En este proceso no slo son
afectados los sistemas de propiedad comunal (los llamados
ayllus o indios del comn como se les conoca), sino tambin
son afectadas las familias curacales, favorecidas en primera
instancia por la administracin colonial, pero que
progresivamente van extinguiendo sus derechos de sucesin o
terminan empobrecindose, lo que ocasion la cesin de sus
derechos de propiedad.
Hacia las ltimas dcadas del siglo XVI la administracin
colonial reestructur el Virreinato con la llegada del Virrey D.
Francisco de Toldo, el cual estaba instruido para efectuar una
"Visita General" de todo el territorio, a fin de revaluar y
establecer un verdadero clculo tributario. Sin embargo, los
objetivos de Toledo, una vez ya instalado en el Per, fueron

mucho ms amplios, pues no slo dict normas de carcter


tributario, sino otras que cambiaron totalmente la antigua
distribucin poblacional indgena. Nos referimos a las
llamadas Reducciones de Pueblos Indgenas donde se busc
reagrupar a la poblacin local, ya bastante disminuida, as
como facilitar su control administrativo y adoctrinarniento
religioso.
En la zona de Lima son establecidas las Reducciones de El
Cercado, La Magdalena y Santiago de Surco, y en nuestra
zona de estudio la reduccin de Santa Cruz de Ate, reuniendo
para su conformacin a todos los pueblos indgenas de la
zona, principalmente aquellos pertenecientes al antiguo
curacazgo de Late. Es principalmente a partir de esta fase que
se concreta un abandono masivo y total de los antiguos
pueblos indgenas.
Es difcil precisar qu pueblos, ayllus o parcialidades integraron
la reduccin de Ate; es necesario por lo tanto investigar las
fuentes documentales tempranas de la colonia. Tampoco est
definida la familia curacal que gobernaba esta zona;
solamente en documentos algo tardos son sealados los
curacas de Ate, pero con apellido hispano, como fue el de
Ramos (AGN, Derecho Indgena. C.100. f.5 1638), En
muchos casos los curacas indgenas adoptaron apellidos
hispanos como smbolo del nuevo prestigio siendo recurrente
que utilizaran los apellidos de sus primeros encomenderos, o
tambin por matrimonios posteriores.
Entre los documentos consultados se seala a Alonso Martn
de Don Benito como primer encomendero de Late q 535); ya
Alonso de Riquelme como encomendero de Lotechube, pueblo

Indio acarreando la mies en carro (siglo XVIII)

que despus fue reducido a Late (Cabo, 1653). Sucedile en


la encomienda de Lati a D. Alonso Martn y su esposa Da.
Mariana Diez. Segn la relacin de encomenderos y
repartimientos del Per de 1561, fue el Virrey Marqus de
Caete quien volvi a encomendar Lati a D. Alonso Martn,
acrecentndole adems los repartimientos de Hurnay y
Guarco, con una renta total de 1,250 pesos (Hampe, 1979),
En un documento del siglo XVII encontramos a Miguel Ramos
como Indio Principal y Gobernador del pueblo de late, estando
adems casado con Maa Guaica. Para estos aos el
encomendero a cargo de late era D. Gernimo Barreta,
estando la poblacin originaria de late, en esos momentos,
muy disminuida pues en la Tabla de indios tributarios de lima
apenas son mencionados 31, con una poblacin total de 148
personas (Vsquez de Espinoza, 1629). Algunas de estas
personas servan en la mita de indios de servicio en la ciudad
de Lima, encontrndose entre ellos nombres como Jusepe
Chumbi, Gabriel Hernndez (oficial empedrador), Francisco
Coli (hortelano), Constanza Quincho y Juan Ramos (oficial
empedrador); ste ltimo hermano del cacique de lati D.
Miguel Ramos (Padrn de Indios de Lima, 1613).
CONSOLIDACION DEL SISTEMA COLONIAL

Si bien las reformas introducidas por Toledo a finales del siglo


XVI buscaron evitar la disminucin de la poblacin indgena y
ms bien crearle mejores condiciones de existencia, los
resultados a la postre resultan ser todo lo contrario.
El sistema de Reducciones intentaba establecer normas especficas
de vida urbana para el indgena a base de un repetido

modelo hispano: se pensaba que reagrupando a la poblacin


indgena se evitaba su dispersin o su extincin. Aunque son
muchos los elementos socioeconmicos que se producen a
partir de estas reducciones, dos son de vital trascendencia. El
primero consisti en que al agruparse compulsivamente la
poblacin en determinados puntos se perdi su distribucin
racional de acuerdo a los recursos explotables existentes. No
fue raro por lo tanto que grandes reas agrcolas fueran
abandona al no poder concurrir a ellas el agricultor indgena
desde los nuevos y lejanos puntos de residencia. La pobreza
fue general al abandonarse reas de actividad productiva o
extractiva como las de pesca, lomas, bosques, etc. que servan
de sustento a determinados grupos humanos.
Un segundo aspecto importante que se desprende del perodo
de establecimiento de las reducciones fue la posibilidad de
dispersin de nuevas epidemias al agruparse a la poblacin a
su vez en nuevos puntos de contagio y haciendo concurrir a
poblaciones que quiz por su anterior posicin geogrfica se
encontraban mayormente aisladas del contagio masivo
producido.
De esta manera el comienzo del siglo XVII presenta nuevas
caractersticas en la sociedad colonial: por un lado la
consolidacin del sistema latifundista de explotacin a base
de la propiedad agraria, y por otro la destruccin casi
completa de los remanentes econmicos de la sociedad
indgena. Uno y otro sistema, el indgena y el hispano, en
completa contradiccin y permanente enfrentamiento, que
salvo algunos levantamientos locales de indgenas, por lo
general muy pocos documentados, se expresaba
generalmente en incontables querellas y pleitos judiciales que
saturaban la administracin colonial.

Indios segando campo de alfalfa (Siglo XVIII)

Es conocida que una de las caractersticas de la feudalidad es


casualmente las atribuciones judiciales o cuasi judiciales que el
"seor" posee, haciendo de esta manera que la combinacin
de atributos propietario - juez, resultara en la mayora de los
casos, de intil utilizacin a los indgenas que apelaban a este
recurso. La mayora de las resoluciones judiciales favorecieron
la propiedad particular del hacendado espaol, sea esta
propiedad obtenida originariamente de facto o por
mecanismos legales o semi -legales.
Si bien los primeros aos de la Colonia se caracterizaron
por el desarrollo de la propiedad agraria a partir de
situaciones de hecho como las producidas en los primeros
aos de la conquista (las llamadas Mercedes o
Composiciones de Tierras), donde se expropiaba
arbitrariamente la propiedad territorial indgena; los
siguientes aos, especialmente durante el siglo XVII, los
mecanismos de apropiacin existieron a partir de
situaciones bsicamente legalizadas o "legalizables". Por
ejemplo, la situacin producida en la Reduccin Indgena
de Surco, demuestran una prdida progresiva del derecho
de propiedad sobre las tierras que pertenecan a la
comunidad (conocidas como del Comn de indios) como
las pertenecientes a las familias curacales (caciques o los
llamados indios principales). Diversos son los mecanismos
utilizados para la apropiacin de amplias zonas agrcolas
por parte de espaoles, sean estos particulares o de
congregaciones religiosas como los jesuitas o
mercedarios, los cuales demuestran una gran actividad al
respecto. Se us por ejemplo mecanismos legales como el
arrendamiento para obtener un primer elemento
de acceso y luego de apropiacin de las tierras
indgenas. Es innegable que las condiciones sobre las que

se establecieron las reducciones favorecieron esta cesin de


derechos, adems de otros elementos ya sealados que
coadyugaron al clima de pobreza general del indgena.
En el caso particular del rea de Late y terrenos comprendidos,
los litigios parecen establecerse directamente con propietarios
indgenas menores, sin mencionarse algn tipo de agrupacin
o de organizacin gremial indgena, pues aparentemente los
rezagos de las antiguas comunidades o ayIlus indgenas
estaban completamente desaparecidos hacia el siglo XVII, al
punto que la Reduccin de Late apenas concentraba un
mnimo de poblacin y sin seales de propiedad agraria, al
menos relevante, atribuible a las familias curacales.
La existencia de pequeos propietarios indgenas, al parecer
desorganizados, conllev a una fcil sustitucin del sistema
de propiedad indgena por la hispana, afincndose a su vez
en esta rea propietarios o colonos hispanos en relativo nmero,
lo que creo en ciertos casos una segmentacin de la
propiedad rural sin grandes concentraciones de propiedad
particular, salvo las correspondientes a algunas congregaciones
religiosas aunque la tendencia general fue la absorcin
paulatina de los pequeos fundos por parte de las nacientes
concentraciones de propiedad rural a partir de las haciendas.

SISTEMA DE IRRIGACION DEL VALLE DE LATE: SIGLOS


XVI - XVIII
Cuando en el convulsionado ao de 1534 se fundaba enjaula
la sede de la Gobernacin espaola en el reino del Per,
nadie presagiaba que en pocos meses se tendra que buscar
una nueva ubicacin en reemplazo de la naciente ciudad.
Efectivamente, las quejas de los vecinos espaoles, afincados
en la entonces llamada ciudad de Jauja, no se hicieron
esperar, esgrimindose argumentos como el de la
incomunicacin y lejana de este lugar con puntos estratgicos
reconocidos, tal como era considerada la ciudad de Cuzco o
principalmente el acceso a la costa, sumamente necesaria
para la comunicacin con el resto del mundo.
Es as que en enero de 1535 tres espaoles experimentados en
la materia recorren algunos valles costeos en busca del sitio
adecuado para fundar la nueva capital. En opinin de estas
tres personas, la comarca perteneciente al "cacique de Lima"
resultaba la ms apropiada, por abundar en los recursos que
toda urbe necesita.
Los conceptos dados por Juan Tello, Ruiz Daz y Alonso Martn
de Don Benito, -que se convertir luego en el primer
encomendero de Late- fueron ratificados en el acta de
fundacin de la ciudad de Lima, quizs en propias palabras de
Pizarro, y en las que es claro constatar los elementos
indispensables para el nuevo asentamiento colonial, es decir
"tierras" de cultivo "lea" para las futuras construcciones y
bsicamente "agua" (Torres Saldamando, 1888; Rostworowsky,
1978).
Este ltimo concepto, generalmente relacionado simplistamente
con el rio Rmac, es necesario ampliarlo a fin de comprender
las caractersticas particulares del mismo. Como se sabe, los
valles costeos funcionan bsicamente como oasis en medio

del desierto circundante. Sujetos a periodos de sobre


abundancia de agua, como a periodos de casi completa
sequa, fue imprescindible para el poblador prehispnico la
regulacin y distribucin racional del flujo acufero,
generalmente de caractersticas aluvinicas, a fin de abastecer
las grandes extensiones de tierra cultivable ubicadas a ambos
lados del ro.
Estos espacios cultivables, generalmente sin llegada natural del
agua del ro, fueron sola y nicamente regados gradas a la
construccin de toda una compleja red de irrigacin distribuida
por todo el cono deyectivo del Rmac. (1)
Este elemento, sumado al notable desarrollo poblacional
alcanzado hacia los siglos XIV y XVI, hizo del valle de Lima un
lugar fcilmente utilizable por los espaoles, convirtindolo
progresivamente en un punto estratgico y hegemnico para
toda el rea andina.
Desde un primer momento la preocupacin de los
conquistadores hispanos fue el control y aprovechamiento de
los recursos mediante la utilizacin del trabajo indgena.
Inicialmente, gracias al sistema de repartimientos, se asignaba
al espaol beneficiado por este conducto una permanente
tributacin tanto en productos como en mano de obra. Sin
embargo, a medida que se consolidaba el nuevo rgimen
colonial, la apropiacin de los terrenos anteriormente de
propiedad indgena alcanz dimensiones traumticas.

Azulejo colonial (Siglo XVIII)

Petaca colonial de cuero (Siglo XVIII)

No slo se incorpor los terrenos indgenas a la propiedad


espaola sino tambin los canales de regado adyacentes
ocasionando continuas disputas por la propiedad de estos y de
los ramales secundarios, as como diferencias enormes en
cuanto al uso de los canales principales. Esta situacin, por
dems catica, llev al Virrey Francisco de Toledo a
reglamentar el uso y propiedad de los canales entonces
llamados "acequias".
Entre las diferentes Ordenanzas dispuestas por Toledo, estn
aquellas que tratan especficamente acerca de la regulacin
del rea rural de Lima, sealndose elementales disposiciones,
como por ejemplo que () madres y acequias principales
estn limpias (); que se de a cada chacra segn menester y
medida ()" etc. (Toledo, 1867).
El trabajo de Toledo adicionalmente intent establecer normas
de apreciacin muchos ms objetivas y con miras a evitar
futuros conflictos entre indgenas y espaoles, como entre los
mismos espaoles propietarios. As orden que se realice: "e...)
el Libro de Repartimiento de las Aguas y Valles de Lima, a
efectuarse por el Cabildo de Lima, nombrando dos personas
de las ms expertas, y que se haga un memorial donde traigan
relacin de todas las acequias mayores que salen del ro y
todas las que de ellas se derivan y reparten la dicha agua.
Asimismo que vaya un pintor de buena discrecin para que
haga una pintura del ro de esta ciudad y acequias mayores
que de el salen y los ramos que de ella se derivan con las
acequias menores que de ella se desprenden."
Desafortunadamente, tanto el Libro de Repartimiento de Aguas
como la pintura con todos los detalles del recorrido no han

llegado a nosotros por lo que nos queda esperar. que estos


importantes documentos se puedan ubicar prximamente en
algn archivo.
No fue sino hasta la segunda mitad del siglo XVIII que se
estableci un nuevo reglamento, necesario para normar la
distribucin de aguas en el valle bajo de Lima, que hasta
entonces, debido a los innumerables pleitos que se suscitaban
entre los propietarios de fundos, dependa casi exclusivamente
de los varios acuerdos que los jueces de aguas haban ido
haciendo segn cada caso.
Este reglamento, elaborado por Don Ambrosio Cerdn de
Landa Simn y Pontero, incluye efectivamente las diversas
normativas existentes y hace mencin adems de las diferentes
propiedades de espaoles y naturales a las cuales se derivaban
las acequias.
El valle bajo de Lima fue subdividido por los espaoles, de
acuerdo a los canales principales, en diferentes secciones
llamadas a su vez "valles" siendo estos los de Lurigancho,
Amances, Barrionuevo, Pie del Cerro, Aznapuquio y
Bocanegra (margen derecha); y Late, Surco, Huatica,
Maranga, Magdalena y La Legua (margen izquierda), los
cuales correspondan al valle bajo.
Cada uno de estos canales se abasteca del Rmac de acuerdo
a especficas bocatomas de diferentes ubicaciones y
dimensiones cada una segn reglamento. La regulacin de
estas aguas requera adems del uso de una medida de agua
conocida como riego. (2)
La bocatoma principal del canal de Late o Ate deba tener
una medida de cuatro varas y medio de ancho y una tercia

de hondo, de manera que reciba y lleve unos 50 riegos. Para


este fin se estableca que la medicin del agua se efectuara en
el sitio de los Bebedores de Lomo - Largo, fronterizo al fundo
de este nombre, dado que a su inicio el terreno se presentaba
sumamente cascajoso, producindose fuertes filtraciones.
La distribucin del agua, correspondiente a estos 50 riegos, fue
concordada el 17 de junio de 1692, y se continu respetando
en las posteriores visitas que los jueces de aguas efectuaron al
valle. Esta distribucin de riegos, asignada a cada fundo o
predio, se realizaba de la siguiente manera:
Turno de da:
Ubitarte, Dvila, Mansilla y Zavala; 8 riegos
Paredes, Tello y Zavala; 6 riegos
Sagama y Vsquez; 31/2 riegos
Ramos, Monte Alberne, Remuzgo y Capellana.; 6 riegos
Trapiche Viejo y San Bartolom; 8 riegos
Tristn de Morales, San Pedro de Alcntara y Asesor; 5 riegos
Mayorazgo de Ros, Tierras de Namamuel y de Presa; 9 riegos
Monterrico y Pueblo de Ate; 4 1/2 riegos

Turno de noche:
Monterrico, Pueblo de Ate, Tierras de Pastrana, Merlo y
Gobernadora; 7 riegos
Mayorazgo de Ros; 2 riegos

Atienza, Granados, Gobernadora y Pacallar; 4 1/2 riegos


Puruchuca; 1 riego
Salvatierra y Proveedora; 3 riegos
Segovia, Melgarejo y Boquete; 3 riegos
Flores, Loyola y Bartolo; 2 riegos
Poleo y Tierras en el Rincn; 2 riegos
Castro y Buenda; 2 riegos
La Molina y Tierras Agregadas; 16 1/2 riegos

El hecho de agruparse a varios fundos en una slo medida de


distribucin est relacionado con la prolongacin de los
ramales secundarios que abastecan a ms de un fundo a la
vez. Adicionalmente fundos como Monterrico, por su extensin
y requerimientos, tambin estaba comprendido dentro del
sistema hdrico del canal vecino, es decir el de Surco, de donde
obtena 8 riegos de da por la acequia de La Monja y 3 riegos
en el turno de noche, aprovechando una merced antigua
otorgada por el Virrey Conde de Lemos, que dice: (...) mand
se diese, al General D. Melchor Malo de Molina, Caballero de
la Orden de Santiago y Alguacil Mayor de la Corte, tras riegos
de agua de la que se da y reporte a la mita de espaoles de
noche, para la chacra que llaman de abajo (...) (AGN,
juzgado de Aguas Cd. 3.3.4.5, 1701)
Los fundos Ubitarte o Zavala tambin obtuvieron en el turno de
da 5 riegos provenientes del canal de Surco, concesin hecha
para abastecer un molino y con la condicin de que esta agua
se devolviese a la acequia principal.

En el caso del fundo Camacho, abastecido por 5 riegos


provenientes del canal de Surco, reciba tambin agua
proveniente de un "puquio" que descenda desde las tierras
pertenecientes al fundo La Molina, aprovechando una
disposicin por la cual se estableca que los "puquios"
pertenecan al dueo del predio en que nacen, siempre y
cuando este pueda utilizado, pues de lo contrario pertenecan
al hacendado ms cercano. Aparentemente, adems del
fundo Camacho, este puquio era tambin utilizado por el
fundo Monterrico. (3)
Es interesante sealar que la limpieza y refaccin del canal de
Ate se efectu inicialmente por indios del pueblo de San
Lorenzo en la provincia de Huarochir, los cuales llegaban a
Lima especialmente a efectuar este trabajo, pagndoseles por
ello, segn convenio con los diputados del valle. El da
asignado para esta labor era el8 de Marzo de cada ao,
segn cronograma establecido, para lo cual previamente se
cortaba el discurrimiento del agua por el canal.
Los propietarios de los fundas respectivos tenan que contribuir
anualmente para este gasto segn prorrata, as como los que
demandase los costos de los templadores que defienden la
bocatoma en tiempo de avenidas, la reparacin continua de
las palizadas Y otros gastos en que se incurra.
Hacia la segunda mitad del siglo XVIII la disminucin progresiva
de la poblacin indgena ocasion finalmente que esta
va de utilizacin de mano de obra serrana fuera paulatinamente
reemplazada por trabajadores indgenas locales independientes,
as como por negros esclavos proporcionados por
algunas hadendas del valle de Ate. De esta manera se
llega a contratar a indgenas pertenecientes al gremio de

Camaroneros del Cercado para poder efectuar las


reparaciones necesarias en el canal (AGN, Juzgado de Aguas
Cd. 3.3.15.19,1,797); o tambin, como el caso de haciendas
grandes que aportaban sus esclavos al trabajo general,
deducind06e efectuar el costo de estos aportes de los
respectivos pagos que a cada hacendado le tocaba (AGN,
Juzgado de Aguas Cd. 3.3.15.19, 1797).
An considerando la existencia de una estricta
reglamentacin del uso de las aguas de regado no se logr
evitar los continuos desentendidos entre los hacendados
usufructuarios, tratando ms bien cada uno de ellos de lograr
el mejor provecho posible, an a costa del perjuicio de los
dems, a fin de obtener la mayor dotacin de riegos para su
fundo. Diversas argucias son aplicadas para este objeto,
variando entre la ampliacin ilegal de las "boquillas", es decir
puntos de' toma; o llegndose al caso de abrir
completamente nuevas tomas, llamadas "ladronas".
Afortunadamente las continas y peridicas inspecciones de
regado, practicadas por los jueces de aguas y por los
diputados del valle en su conjunto, lograron en cierta manera
controlar estos excesos, imponiendo en algunos casos fuertes
multas a los hacendados infractores. En el caso de la Visita al
canal de Ate de 1804, por ejemplo, son descubiertas 9
tomas ladronas que se haban abierto, las que
inmediatamente se mandaron tapar; as como la verificacin
segn perito de mayores captaciones de agua de las
establecidas, como en el caso de la hacienda Monterrico
(AGN, Juzgado de Aguas, Cd. 33. 17.11. 1804).

NOTAS

1. La construccin de esta impresionante red hdrica fue


desarrollada a lo largo de varios siglos, comprendiendo
varios perodos culturales, y en consecuencia permiti la
incorporacin de grandes extensiones de tierra agrcola,
anteriormente improductiva. Si bien es cierto este es el
cuadro comn de la mayora de los valles costeos, el valle
bajo de Urna, ofreca adicionalmente una gran amplitud
de espacio cultivable, al no existir mayores obstculos
geogrficos, salvo algunos afloramientos rocosos
mayormente aislados, pues el rea en Particular, se
presenta como una gran terraza aluvinica de suave
pendiente, bastante apropiada para la existencia de reas
susceptibles de cultivo.
2. Un riego de agua, corresponde a la cantidad de este
lquido que pasa por una superficie de una sesma
cuadrada o, lo que es igual, por una superficie equivalente
a la sexta parte de una vara cuadrada.
3. Este "puquio" en cuestin, no sera otro, que el que
alimentaba la laguna y las reas Pantanosas existentes en
el lado sur de la hacienda La Molina, hoy en da,
completamente desecadas. Esta laguna natural deba su
existencia al afloramiento de aguas subterrneas que se
filtraban entre las prominencias rocosas occidentales, precordilleranas. Generalmente poco descrita, debi en
tiempos pre-hispnicos permitir la ubicacin de
asentamientos, an previos a la utilizacin de los canales
de regado, que incorporaron el rea de La Molina y La
Rinconada al espacio agrcola limeo.

ORIGEN Y DESARROLLO DE LAS


HACIENDAS LIMEAS: LA MOLINA

Desde la llegada de los espaoles al Per se dio inicio a una


serie de transformaciones en el sistema de propiedad agrcola.
Los sistemas de mercedes, realizadas en un primer momento
por Pizarro y luego continuadas por los siguientes gobernantes
hispanos, trajeron como consecuencia un nuevo cuadro de
ordenamiento rural, donde la constante fue el aumento
progresivo de la nueva propiedad hispana en reemplazo o
sustitucin de la propiedad indgena.
Dada la escasez de documentos tempranos es difcil precisar el
tipo de propiedad indgena sustituida, aunque es muy probable
que los primeros fundos hispanos se constituyeron sobre
espacios agrcolas usufructuados o pertenecientes directamente
a las familias curacales locales o de algn tipo de propiedad
estatal incaica.
Si bien es cierto que los mecanismos que permitieron esta
apropiacin apuntan hacia el sistema de repartimientos,
debido a las atribuciones que cada encomendero tenia en
relacin al territorio y comunidad indgena respectiva, los datos
histricos sealan ms bien, al menos en el caso especfico de
Lima, que los fundos hispanos cualitativamente importantes se
originan bsicamente a partir de mercedes directamente
asignadas a congregaciones religiosas.
De esta forma desde los primeros aos de la Colonia y durante
la segunda mitad del siglo XVI la propiedad agrcola adyacente
a la nueva capital del Virreinato comienza a ser
concentrada por diversas congregaciones religiosas, entre ellas
la de Santo Domingo, La Merced, la Compaa de Jess y

Fuente colonial de plata (siglo XVIII)

Candelabro colonial de plata

otras. De esta manera, importantes haciendas limeas


pertenecieron a estas rdenes que no solamente establecieron
atribuciones de propiedad o jurisdiccin sobre ellas, sino que
directamente participaron en su gestin y desarrollo productivo.
Ejemplos claros los constituyeron haciendas como San Juan y
Villa bajo administracin y propiedad de los jesuitas que
destacaron por su capacidad administrativa.
En el caso del rea de La Molina, jurisdiccionalmente asignada
al valle de Late, importantes espacios agrcolas fueron
concedidos en propiedad al Monasterio de la Encarnacin, en
torno a los cuales se constituyeron algunas pequeas
propiedades hispanas de carcter particular.
Este ltimo tipo de propiedades hispanas, consignadas a travs
de diversas composiciones de tierras, resultan por su variedad y
escasez de documentos especficos, de muy difcil distincin.
Por lo general, los mtodos ms usuales en la apropiacin del
terreno agrcola fueron la compra directa a indgenas
propietarios, o el arrendamiento temporal de las tierras que
terminaron definitivamente pasando a manos espaolas.
Veamos los casos en los cuales se conforman y desarrollan las
haciendas existentes en el ?rea ahora conocida como La
Molina.
Hacienda La Molina:
Las tierras que posteriormente fueron conocidas como La
Molina, inicialmente fueron parte de las tierras correspondientes
al Monasterio de Nuestra Seora de la Encarnacin.
Aparentemente la gestin de las religiosas de este monasterio
no se base en la administracin directa de la hacienda tan es

Huaca Melgarejo: arquitectura de la poca colonial


(Siglo XVIII)

Huaca Melgarejo: arquitectura de la poca colonial


(siglo XVIII)

as que hacia la segunda mitad del siglo XVII la propiedad fue


vendida en derecho a tres vidas sucesivas al Capitn D. Alonso
Garca Ciudad, segn consta en la escritura que se le otorg el
5 de mayo de 1660; ste, sin embargo, slo la posey hasta el
ao 1662 en que la vendi traspasando su derecho de tres
vidas a D. Manuel Muatones, que a su vez la posey hasta el
ao de 1678 en que igualmente la cedi y traspas al Capitn
D. Nicols Flores de Molina con la pensin anual de 1,800
pesos. Al parecer, es a partir de este ltimo propietario que las
tierras correspondientes comenzaron a ser conocidas como de
La Molina. Al fallecimiento de D. Nicols la administracin de
la hacienda continu a cargo de su esposa Da. Juana Jimnez
de Molina, hasta que finalmente' los herederos de esta y de su
finado esposo vendieron su" derecho restante, de dos vidas, a
D. Balazar Ayesta y a Da. Francisca Teresa de Itulan; en esta
venta se aadieron adems tres y media fanegadas de tierras
libres y realengas que Da. Juana Jimnez haba comprado de
Mara Dorotea, indgena poseedora de estas. Asimismo, se
aadieron a esta venta 1 1/2 fanegada de tierras que D.
Nicols Flores compra a Da. Graciela Montes.
Don Baltazar Ayesta y su esposa poseyeron la hacienda hasta el
ao de 1739 en que con expresa autorizacin de la Abadesa
Superiora del Monasterio de la Encarnacin, cedieron y
traspasaron sus derechos a D. Jos de Salazar y Muatones. Al
fallecimiento de este la propiedad de la hacienda La Molina
pas por derecho de sucesin a su hijo D. Jos Antonio Salazar
Brea, a quien le sucede en la propiedad D. Jos de Salazar y
Baqujano.

A comienzos del siglo XIX la hacienda fue vendida por los


herederos de la familia Salazar, poseedora en varias
generaciones de La Molina, a D. Jos Po Garca, el 12 de
octubre de 1804, segn consta en la suscrita ante D. Ignacio
Aylln Salazar. En esta venta se consigna el nombre de la
propiedad como fundo Portal de La Molina constando sta de
102 fanega das de tierras y chacras agregadas, entre las que
se mencionan la chacra de Alzamora de 27 fanegadas as
como las tierras conocidas como Las Altas, que la Abadesa de
la Encarnacin vendi anteriormente a censo perpetuo a D.
Jos Antonio Salazar y Brea.
La propiedad de la hacienda, por fallecimiento de D. Jos Po
Garca, recay por sucesin en su hijo D. Pedro Garca y sus
hermanos los cuales la vendieron y traspasaron el1 de
setiembre de 1857 a D. Jos Candelario Godoy
Hacienda Monterrico:
Es escasa la informacin documental temprana que poseemos
sobre el origen de esta hacienda considerada junto con La
Molina una de las principales del valle de Late.
Recin es a comienzos del siglo XVII que encontramos como
propietario a D. Gonzalo Prieto de Abreu, vecino y regidor de
la Ciudad de Los Reyes, sealndose para estas tierras cultivos
de pan llevar. Posteriormente esta propiedad es adquirida por
D. Lorenzo de Ulloa y su esposa Da. Ana Mana de Vargas,
constando el fundo, en aquel entonces, de 93 fanegadas de
tierra a las que se le aadieron 8 fanegadas mas de tierras
pertenecientes a Juana Mallacsa, propietaria indgena local.

Este fundo hacia 1630 fue adquirido, luego del fallecimiento


de Da. Ana Mara, por D. Melchor Malo de Molina, que
ostentaba el cargo de Regidor Perpetuo de la Ciudad de los
Reyes y Alguacil Mayor de Corte. D. Melchor compr estas
tierras directamente de D. Lorenzo de Ulloa. Esta situacin
ocasin un juicio entre los menores hijos de Da. Ana Mara
Vargas contra el nuevo propietario D. Melchor Malo de
Molina, a fin de que se les restituyese la propiedad.
Durante la gestin de D. Lorenzo de Ul1oa, que adems se
reserv 11 fanegadas para s, fueron arrendadas parte de estas
tierras a Vicente Poleo y a Diego Snchez Lorenzo. Asimismo,
se entabl un pleito judicial entre D. Lorenzo de Ul10a y
Francisco Juli, indgena local, por la posesin de 10 fanegadas
de estas propiedades.
Es a partir de la posesin de este fundo por D. Melchor Malo
de Molina y de su esposa Da. Mariana de Rivera Ponce de
Len, que la propiedad fue acrecentndose a travs de varias
generaciones de la misma familia.
Al fallecimiento de estos le sucedi en la propiedad su hijo el
general Melchor Malo de Molina, caballero de Santiago y su
esposa Da. Mara de Aliaga Sotomayor; a los que sucede en
la propiedad su hijo D. Melchor Malo de Molina, Caballero de
Calatrava y vecino de Lima, al cual el Rey Carlos 11 le otorg
el 26 de marzo de 1687 el titulo de Marqus de Monterrico.
A este ltimo sucudile en el marquesado D. Me1chor Malo
de Molina Spnola, ya la muerte de este su hermana Da.
Clara, que finalmente renunci al titulo.

Plato colonial de cermica vidriada Procedente de la


Hacienda Melgarejo (siglo XVIII)

Huaca melgarejo: Restos de piso colonial sobre


estructuras prehispnicas

A comienzos del siglo XIX, la propiedad de la hacienda se


encontraba en manos de Jos Manuel Malo de Molina que
ostentaba adems el titulo de Marqus de Monterrico, aunque
en 1822 no pudo refrendar este titulo.
Hacienda Melgarejo:
Este fundo mediano corresponde a la parte final del recorrido
del canal de Ate.
Inicialmente fue conocido como "Segovia", segn documentos
coloniales del siglo XVIII, variando luego su nombre a " Nuestra
Seora de Guadalupe", "Boquete" y "Melgarejo", como
finalmente es conocido.
En estos documentos se seala a D. Cristbal Flix Cano
Melgarejo como su propietario desde finales del siglo XVII.
Durante la gestin de D. Cristbal, este otorg en
arrendamiento una chacra contigua a la suya a D. Bernardo
de Loyola. Al fallecimiento de este sus herederos traspasaron la
propiedad al Dr. D. Diego Romn de Aulestia Gmez
Boquete, Presbtero Natural de la Ciudad de los Reyes y Subdelegado del Santo Oficio de la Inquisicin. La venta fue
realizada el 20 de febrero de 1742 constando en aquel
entonces este fundo de 42 fanegadas. Este mismo ao la
propiedad es igualmente trasferida a Da. Josefa Leonarda de
Aulestia Caveza de Baca, Marquesa de Montealegre de
Aulestia, el 3 de marzo, denominndose durante esta
transferencia a este fundo "Nuestra Seora de Guadalupe".
La propiedad es posteriormente transferida por el Marqus de
Montealegre de Aulestia, Dr. D. Manuel Romn de Aulestia

Gmez Boquete y sus hermanos, a D. Diego Snchez Boquete


el8 de abril de 1778; y este por sucesin la delega a D. Jos
Mariano Snchez Boquete, ltimo poseedor del marquesado
de Montealegre de Aulestia.
Al fallecimiento de D. Jos Mariano el fundo es transferido en
herencia a su sobrino el Mariscal D. Jos de la Riva- Agero y
Snchez Boquete, el cual asume su administracin durante la
primera mitad del siglo XIX.
Hacienda La Rinconada:
Es conocida en los documentos coloniales como el fundo
"Rincn" o "Rinconada".
En un documento de comienzos del siglo XVII, es mencionado
este lugar como de propiedad de indgenas locales, siendo
uno de sus primeros poseedores a Francisco Chumbipona.
Adems se seala una posesin posterior de Domingo Garca
de Jess, indio del pueblo del Cercado, el cual tuvo un litigio
judicial contra Francisco Huerta, tambin indgena, por los
derechos de propiedad de unas tierras conocidas como
Rinconada.
En documentos posteriores, correspondientes al siglo "XVIII es
mencionado el Dr. Juan de la Reynaga como propietario del
fundo denominado "Rincn"; as como a Da. Cayetana
Reynaga como propietaria de la chacra denominada "Bartolo",
contigua al fundo "Rincn".

Juego de gallos (siglo XVIII)

Hacienda Granados:
Los documentos referentes a esta hacienda son escasos, sin
embargo en los correspondientes a comienzos del siglo XVIII se
seala a Da. Ins de Atienza como poseedora de estas tierras,
las cuales fueron a su vez vendidas por Da. Ins a D. Juan Jos
Granados el 2 de mayo de 1722, contando en aquel entonces
este fundo con 20 fanegadas de tierra.
Anteriormente Da. Ins de Atienza haba efectuado una
donacin de tierras a Da. Josefa de la Rosa Atienza, el 28 de
mayo de 1717. Estas tierras aparentemente se agregan a las
adquiridas por D. Juan Jos Granados, esposo de Da. Josefa.
Hacia 1769, D. Miguel Granados realiza la venta de estas
tierras, el 24 de febrero, a Da. Josefa de Sagasti y Forenda,
Condesa de San Antonio de Vista Alegre, con un total de 19
fanegadas de tierra.
Posteriormente el 31 de octubre de 1755, Da. Damiana de
Allende realiza la venta de la chacra "Granados" a D. Pedro
Pascual Vsquez de Velasco, el cual a su vez realiza la venta de
las mismas el 4 de febrero de 1756 a D. Jos Bermdez de
Sotomayor. En la fecha esta fund solo comprenda 8
fanegadas.
Hacienda Camacho:
Aunque este fundo aparece mencionado desde finales del siglo
XVIII, las referencias documentales sobre el mismo son
escasas. Quiz de manera referencial se podra sealar la
venta de la chacra denominada "La Calera", en el valle de

Late, por D. Pablo Matute Melgarejo al Dr. D. Gregorio


Camacho, el 8 de julio de 1770.
Hacia comienzos del siglo XIX se menciona como propietario
de la hacienda "Camacho" al licenciado D. Manuel Gallo.
HACENDADOS Y SOCIEDAD COLONIAL:
SIGLOS XVII Y XVIII
Las importantes transformaciones producidas en la economa
colonial a lo largo de los siglos XVI y XVII posibilitaron el auge
econmico de determinadas familias hispanas, principalmente
a base de la tenencia de tierras.
La necesidad de posesin de un fundo y su desarrollo
productivo se convirtieron en elementos imprescindibles para
establecer la posicin social de una familia, o ms
especficamente de un apellido. En base a ese objetivo, no solo
se busc mantener -y de ser posible acrecentar- el nivel
econmico en el grupo familiar, elemento por dems
completamente indispensable, sino que adems se acudi a
mecanismos paralelos, como el de ubicar convenientemente a
los hijos y dems herederos en posiciones polticas o
eclesisticas programadas.
Si bien en los primeros tiempos de la Colonia, durante los
febriles aos de la conquista, en las Capitulaciones de Toledo,
arregladas por Pizarro con la Reina, se resolvi conceder la
calidad de hidalgo a los primeros conquistadores, en los
siguientes aos bsicamente a finales del siglo XVII- y principalmente
durante todo el siglo XVIII, las familias econmicamente
pudientes y polticamente influyentes, que aspiraban a

Aristcrata a caballo (siglo XVIII)

Arcn espaol colonial (siglo XVII XVIII)

Estribos coloniales de cajn de madera con aplicaciones


De plata labrada (siglo XVIII)

Dama criolla a caballo (siglo XVIII)

Chocolatera colonial de plata (siglo XVII - XVIII)

Recipiente colonial de plata (fines de siglo XVIII)

una reafirmacin categrica de su nobleza, obtuvieron la


concesin de ttulos de duque, marqus o conde, tanto por sus
servicios a la Corona, como por la erogacin de fuertes sumas
de dinero, hacindose as merecedores de los mismos.
Segn Vargas Ugarte (942) "() an en estos casos se haca
informacin sobre la limpieza de su sangre y nobleza de sus
ascendientes. A este fin a los Virreyes se concedi en ocasiones
la facultad de conferir algunos ttulos, como un arbitrio para
acrecentar las entradas del erario; as sucedi con el Duque de
la Palata y el Conde de Superunda, para atender la
reedificacin de la ciudad; el Virrey Amat y D. Gabriel de
Avils".
De esta manera, fueron muchas las familias tentadas a
acceder a algn tipo de titulo de nobleza, al punto que en las
ocasiones donde los requisitos econmicos eran insuficientes,
se aplicaron diversas modalidades suplentes o aleatorias que
buscaron alcanzar determinados grados de distincin social.
Para el fin, en muchos casos, la propiedad agraria fue gravada
con censos e impuestos de diversa ndole, mayormente
conocidos como vnculos.
Estos vnculos, de los cuales hubo diversas clases, permitan la
unin o sujecin de los bienes al perpetuo dominio de alguna
familia, sin posibilidad de desvincularlos en el tiempo, a pesar
de las inalterables sucesiones de generacin al interior de cada
familia.
En muchos casos, el objetivo central de establecer los vnculos,
fue la perpetuacin del nombre de una familia, ms conocidos
como mayorazgos. En estos se buscaba, adems de la lgica
transmisin del nombre en los descendientes varones, que se

posibilidades de desarrollo. Otro grave defecto en la economa


agraria resulto el hecho de que a partir de los mayorazgos y la
imposibilidad de enajenar los bienes vinculados resultase que
gran parte de la riqueza pblica se encontrara paralizada sin
intervencin en la vida econmica general.
De la informacin histrica de archivos consultada se concluye
de que un gran nmero de fundas existentes en el valle de
Late, y especficamente en el rea de La Molina, se
encontraban sujetos a una variedad de formas y tipo de
vinculaciones que los gravaban permanentemente. En
determinados casos las ventas o transacciones econmicas de
estos predios rurales se realizaban tomando en cuenta
porcentajes menores del valor real de los mismos debido a que
gran parte de ellos estaban condicionados al pago de los
censos impuestos.
Revisando el caso del fundo "Segovia", y luego conocido como
"Melgarejo", de propiedad de Cristbal Cano Melgarejo a
comienzos del siglo XVIII, encontramos que este se hallaba
sujeto a varios censos impuestos sobre l, como son los tres
Aniversarios o Patronatos de Legos, dos pertenecientes a D.
Toribio de la Riva Castillo de 9,000 y 4,000 pesos
respectivamente, segn instrumento del 1 de enero de 1698; y
el tercero de 4,000 pesos fundado por el R.P. Fray Toms
Gmez Boquete, segn instrumento otorgado el 7 de febrero
de 1694.
A pesar de estos inconvenientes de orden econmico, la
fundacin de mayorazgos permiti la permanencia de familias
importantes en algunos fundos o haciendas del valle por varias
generaciones. Entre ellas podamos sealar el Mayorazgo
de Monterrico, perteneciente a la familia Malo de Molina,

Marqueses de Monterrico; a la familia Snchez Boquete y


Romn de Aulestia, Marqueses de Montealegre de Aulestia,
propietarios de la hacienda Melgarejo; y la familia Salazar y
Muatones, Condes de Monteblanco, poseedores de la
hacienda La Molina.
Al respecto conviene describir algunos aspectos que ilustran
la existencia de estas prestigiosas familias limeas:
La casa Malo de Molina fue una distinguida familia de la
capital. Una de las calles de la Ciudad de los Reyes, que era
conocida con el nombre de "Melchormalo", en alusin a la
residencia que ocuparon durante varias generaciones en
aquella calle (Glvez, 1943).
Conocidos tambin por la posesin del Marquesado de
Monterrico, obtuvieron este titulo el 26 de marzo de 1627,
otorgado por Carlos II a D. Melchor Malo de Molina,
Caballero de Calatrava y vecino de Lima. Este fue hijo del
General Melchor Malo de Molina, Caballero de Santiago y
de Da. Mara de Aliaga Sotomayor. Sus abuelos paternos
fueron D. Melchor Malo de Molina y Da. Mariana Rivera
Ponce de Len (Vargas Ugarte, 1942).
Al fallecimiento del primer Marqus de Monterrico sucedile en
el titulo su hijo D, Melchor Malo de Molina Espaola, y a su
muerte le sucedi en el titulo su hermana Da. Clara Malo de
Molina (AGL, Testamentos, Protocolo 152.f 16Ov).
En 1750, el General Melchor Malo de Molina, fue
destacado por el Virrey D. Jos Manso de Velasco, Conde de
Superunda, con la misin de debelar la rebelin de indios
producida en Huarochir, donde se "(...) dispuso el

inmediato envo de una expedicin punitiva que puso al


mando del coronel Melchor Malo de Molina (...)" (Vega,
1981). El Virrey al recibir las noticias de la rebelin
producida en Huarochir"() form una columna de 400
hombres que bajo el mando del Coronel Marqus de
Monterrico, desaloj a los indios de las asperezas en que
estaban guarnecidos y prendi y fusil de varios de ellos
(...)" (Coroleu, 1895).
Durante la poca de la Independencia, D. Jos Manuel
Malo de Molina, ltimo Marqus de Monterrico y Regidor
del Municipio de Lima, contribuy en la causa libertadora,
aportando donativos para la adquisicin o construccin
del buque de guerra " San Martn" (De la Puente, 1975).
Producida la declaracin de independencia del Per, D. Jos
Manuel, a requerimiento de Monteagudo, no pudo refrendar
su ttulo de Marqus en 1822, y estos fueron enviados a la
Alta Cmara de Justicia para su esclarecimiento.
En un litigio judicial, producido anteriormente, por los
derechos del mayorazgo de Monterrico, IV. Manuel
Gutirrez de Quintanilla obtuvo la mitad de l, aunque
tuvo que sostener varios pleitos posteriores con los
herederos. (Paz Soldn, 1917; Vargas Ugarte, 1942).
Los Romn de Aulestia y Snchez Boquete, poseedores del
fundo Melgarejo, Marqueses de Montealegre de Aulestia,
y ascendientes de uno de los hombres ms prominentes
durante la gesta emancipadora, el Mariscal Don Jos de
la Riva-Agero y Snchez Boquete, fue una de las familias
de estirpe noble que se establecieron por varias
generaciones en el rea de La Molina.

Estuvieron presentes en la zona desde comienzos del siglo


XVIII con el Dr. D. Diego Romn de Aulestia Gmez Boquete,
poseedor de los dos aniversarios de misas impuestos en el fundo
"Segovia", luego conocido como "Melgarejo", mediante los
cuales posteriormente se facilita su adquisicin por el propio
D. Diego.
Ejerca D. Diego en aquellos aos el cargo de Presbtero
Natural de la Ciudad de los Reyes, Racionero de la Santa
Iglesia Metropolitana, Examinador Sinodal de este
Arzobispado, y Comisario Su alegado del Santo Oficio de la
Inquisicin. Hijo del Sargento Mayor D. Miguel Romn de
Aulestia, Secretario ms antiguo del Santo Oficio y Alguacil
Mayor; y de Da. Francisca Gmez Boquete de Montealegre.
Siendo adems sus abuelos matemos D. Manuel de
Montealegre Urbita, Procurador General del Real Fisco; y Da.
Luisa Melndez. (AGN Protocolo 504 f. 354. 1740).
Los derechos de posesin del fundo Melgarejo que tena D.
Diego fueron luego transferidos por la Da. Josefa Leonarda
Cabeza de Baca, Marquesa de Montealegre de Aulestia,
esposa de su hermano D. Jos Toribio. Segn Vargas Ugarte
(1942), este marquesado fue creado el 24 de setiembre de
1737 para Da. Francisca Gmez Boquetey Montealegre,
pero por haber fallecido antes de la publicacin de la gracia
se confiri el ttulo a su hijo, D. Jos Toribio Romn de Aulestia,
Alguacil Mayor del Tribunal de la Santa Inquisicin.
Al fallecimiento de D. Jos Toribio, y de su esposa Da.
Josefa, el titulo del marquesado y la propiedad del fundo

Melgarejo pas por derecho de sucesin a su hijo el


Dr. Manuel Romn de Aulestia Gmez Boquete.
Aparentemente D. Manuel falleci en 1786 sin dejar
sucesin, por lo que solicit, el titulo D. Diego Snchez
Boquete, el cual lo transfiere posteriormente a su hijo D. Jos
Mariano Snchez Boquete, segn auto de lagunita de
Lanzas del 11 de noviembre de 1789 (Vargas Ugarte, 1942).
Fue D. Jos Mariano Alguacil Mayor de la Inquisicin y, a
comienzos del siglo XIX, Alcalde Ordinario de Lima. Durante
la gesta emancipadora particip en el selecto grupo de los
Copetudos, que agrupaba a la elite social de Lima con
aspiraciones independentista. En esta calidad fue uno de los
firmantes del Acta de la Independencia del Per por el Cabildo
de Lima. Debido al decreto expedido por y Monteagudo el
27 de diciembre de 1821 por el cual se obligaba a la
regularizacin de los ttulos nobiliarios existentes en el Per,
D. Jos Mariano refrenda su ttulo de Marqus de
Montealegre de Aulestia el 20 de mayo de 1822.
Fue hermana directa de D. Jos Mariano, Da. Josefa
Snchez Boquete, la cual se cas? en 1782 con el funcionario
espaol D. Jos de la Riva-Agero; resultado de este
matrimonio fueron sus hijos Da. Josefa Riva-Agero y
Snchez Boquete, y el futuro primer presidente del Per,
Jos de la Riva-Agero y Snchez Boquete.
Este ltimo, luego de su exilio en el extranjero por la
animadversin de Bolvar, se hizo cargo a su regreso al
Per de los bienes de su familia. Como heredero potencial de
esta vasta riqueza, que comprenda bienes urbanos y

rsticos, posea la hacienda "Melgarejo", ancestralmente en


posesin de su familia por lnea materna.
La familia Salazar y Muatones, enfiteutas de la hacienda La
Molina, as como gestores de su desarrollo durante la mayor
parte del siglo XVIII, estuvieron circulados con el titulo de
Condes de Monteblanco. Este ttulo fue conferido a D. Agustn
Salazar y Muatones, el 20 de enero de 1752, por Fernando
VI. Fue hijo de D. Andrs Salazar y Alcedo, natural del valle
de Supuestas (Vizcaya). sucedile en el titulo su hija Da. Rosa
Salazar, casada con Fernando Carrillo de Albornoz. (Vargas
Ugarte, 1942)
Fue D. Jos Salazar y Muatones el primero en establecerse en
la hacienda La Molina segn traspaso del derecho de
posesin del 20 de mayo de 1739 y adquisicin a censo
enfitutico por derecho de tres vidas el 15 de mayo de 1741,
al Monasterio de la Encarnacin. A este sucedi le en la
posesin de la hacienda su hijo D. Jos Antonio Salazar y
Brea.
Fue D. Jos Antonio caballero de la orden de Carlos III y
alcalde ordinario de Lima en 1767. Estuvo casado con Da.
Francisca Baqujano Carrillo. Durante el gobierno del v-m-ey
Francisco Gil de Taboada, D. Jos Antonio, hombre de gran
solidez intelectual, perteneci a la prestigiosa Sociedad de
Amantes del Pas, grupo excelso que contaba con las
personalidades ms prestigiosas de la
intelectualidad
peruana a finales del siglo XVIII, cuyo objetivo era el impulsar
las letras y artes en el Virreinato, as como encargarse
principalmente de la edicin del Mercurio Peruano. A su
fallecimiento sucudile en la posesin de la hacienda su
hijo D. Jos de Salazar y Baqujano.

Floreros coloniales de cermica vidriada (siglo XVII)

Floreros coloniales de cermica vidriada (siglo XVIII)

Respecto de la hacienda La Molina, mencin especial


merecen las poseedoras directas de este fundo: El Monasterio
de la Encarnacin, considerado como uno de los ms ricos y
principales del Virreinato. Fue fundado el 23 de mayo de
1558, en el nombre de la Encarnacin de Cristo, por Da.
Leonor Porrocarrero y su hija Da. Mencia de Sosa y Almaraz
(Lizrraga, 1605).
Doa Mencia, como recordaremos, fue esposa de Hernndez
Girn, famoso por su rebelin contra la Real Audiencia.
Ajusticiado -en la Plaza Mayor de Lima y exhibida su cabeza en la
picota, ocasion este suceso el retiro de la vida social de su
viuda Da. Mencia, conocida ya como "La Reina del Per"
durante las campaas militares de Girn.
Establecieron el lugar de edificacin de su monasterio en los
terrenos perifricos de la entonces naciente ciudad de Lima
(hoy Jr. Carabaya y esquina con la Plaza San Martn), durante
el gobierno del Virrey D. Diego Lpez de Ziga y Velasco, Conde
de Nieva. Tuvieron para ello el apoyo del clebre Arzobispo
de Lima D. Jernimo Loayza.
Este monasterio fue el primero que se fund en la capital,
atrayndole desde los primeros das el favor de arzobispos y
virreyes, as como la incorporacin a sus claustros de las
doncellas de mayor alcurnia (Alayza 1945). Segn una
descripcin de comienzos del siglo XVII este monasterio "en
grandeza de sitio, hace ventaja a todos los otros de monjas
de esta ciudad, porque coge una isla de dos cuadras y
media de largo, dentro de la cual es tanta la cantidad
de edificios que hay que parece un pueblo formado" (Coba,
1653).

Desgraciadamente ese esplendor arquitectnico, adems de


su valor histrico, desapareci a raz del mal entendido
progreso, pues en su lugar fue construido un edificio
"moderno" en los aos cuarenta.
Las transformaciones polticas y econmicas, producidas a
consecuencia de la emancipacin, debilitaron paulatinamente a
esta congregacin religiosa al punto de extinguirse. El
edificio del Monasterio fue utilizado a principios de este
siglo como estacin de tranvas, hasta que finalmente fue
demolido.
EL PASO ESTRATEGICO: CAMPAAS MILITARES
EN LA MOLINA

Una descripcin histrica de La Molina no puede omitir la


relevancia que su posicin geogrfica tuvo en el desarrollo
de importantes campaas militares, principalmente en la
bsqueda de un ingreso fcil y sorpresivo sobre Lima.
Efectivamente, siendo a la Ciudad de Los Reyes el objetivo
central y decisivo de las convulsiones polticas nacionales es
comprensible la importancia que tuvo el paso entre los puntos
de Manchay y La Molina, que comunicaban el valle de
Lurn - Pachacamac con el del Rmac, y por ende los caminos
que conducan a la capital desde la sierra y desde el sur. Ello fue
tenido en consideracin por los estrategas y caudillos militares
al punto, de ser tenido como una alternativa de invasin
sobre Lima durante la guerra con Chile.
Veamos en orden cronolgico los diferentes hechos de armas
que comprometieron el uso de este paso y su relacin con el
rea de La Molina.
LA REBELIN DE FRANCISCO HERNNDEZ
GIRN (1553-1554)

Conocida tambin como la quinta guerra civil entre los espaoles,


tuvo como origen o causa principal la insatisfaccin
que reinaba a partir de las desigualdades que se establecieron
al momento de producirse los repartimientos de indios.
Iniciada la rebelin en el Cuzco, y luego de algunos sucesos
en Arequipa y Huamanga, Girn decidi marchar hacia Lima
con alrededor de 700 soldados castellanos, sin contar los
numerosos auxiliares indgenas que servan en su ejrcito,
alcanzando Jauja el 28 de febrero de 1554 y tomando luego el
estratgico paso de Huarochir.
Entre tanto en Lima, la Audiencia, que haba nombrado como
generales a cargo del ejrcito real al licenciado Hernando de
Santilln y al arzobispo Fray Gernimo de Loayza, puso sus
tropas en el valle de Pachacamac, previendo que el siguiente
movimiento de Girn sera por Cieneguilla y Manchay; pero
considerando que este tambin pudiera bajar por el camino
de Coca chacra y Puruchuco, retrocedieron sus tropas hacia
Limatambo, donde se ubicaban las chacras de los padres del
Convento de Santo Domingo.
Sin embargo, considerando esta posicin an desventajosa,
establecieron su cuartel en Late, en la seguridad que desde
este punto protegan Lima de las tropas gironistas, en caso
estas utilizaran cualquiera de los dos caminos mencionados.
El ejrcito de la Audiencia contaba entonces con 500
arcabuceros, 450 piqueros, 300 jinetes y 14 piezas de artillera.
Es necesario sealar que el camino existente entre el valle de
Pachacamac y Lima, por el paso de Manchay - Late, fue
utilizado frecuentemente para ir o venir de la sierra durante el
siglo XVI, por 10 que la Audiencia pensaba que siendo una
ruta usual, Girn la desechara por otra y aprovechara la
sorpresa (Del Busto, 1975).

Esta situacin parece que fue finalmente la que se produjo


pues el ejrcito de Girn:
(...) descendi al valle de Pachacamac y parapetndose
tras los paredones del antiguo templo incaico, decidi despus
de consultarlo con sus capitanes, atacar el campo del Rey,
valindose de una estratagema usada ya en las guerras de la
antigedad. Consista esta en echar por delante manadas de
toros con mechas encendidas en los cuernos, seguidos de
indios que tambin llevaban y entre los cuales iran algunos
arcabuceros disparando sus armas, mientras tanto Girn y los
suyos acometeran el real por otra parte y aprovechando la
confusin, tomaran el camino de la ciudad" (Fernndez, 1963).
La estratagema finalmente fracas debido a la infidencia de
algunos desertores del bando gironista, lo que a la postre
convirti el ataque de los rebeldes en retirada. El ejrcito de
Girn, luego de retirarse hacia el sur, fue finalmente
derrotado en la batalla de Pucar el 8 de octubre de 1554 y
Hernndez Girn luego de ser capturado en Hatun Jauja fue
ajusticiado en la Plaza Mayor de Lima el 7 de diciembre del
mismo ao.
LA EXPEDICION AL CALLAO: DESPLIEGUE TACTICO
DEL EJERCITO REALISTA EN LA MOLINA
Esta fue una de las mejores operaciones tcticas desarrolladas
por el ejrcito realista en las guerras de la Independencia en el
Per Efectuada por el Brigadier espaol D. Jos Cantera, en
una peligrosa maniobra de flanco, delante de todo el ejrcito
aliado patriota, contribuy a propiciar la cada poltica de San
Martn y a que la guerra se prolongase an por unos aos ms.
Las hbiles maniobras polticas y militares desarrolladas por
San Martn produjeron el abandono pacfico de Lima por parte
del ejrcito realista, al considerar ste la zona central andina
como un rea estratgica y mejor acondicionada para la

guerra defensiva que necesitaba emprender. Los espaoles


habiendo abandonado Lima el 26 de junio y el6 de julio de
1821, con dos destacamentos respectivamente comandados
por el Brigadier Canterac y el Virrey La Serna, se reponan
adecuadamente en la sierra, mientras en Lima San Martn
estableca su cuartel general y proclamaba la Independencia.
Dos mil hombres del ejrcito realista, sin embargo, haban
quedado al interior de las fortalezas del Callao con el fin de
resguadar este punto, no sin antes recibir la promesa del
propio Virrey La Serna de enviarles pronto auxilio cuando las
circunstancias se lo permitieran.
El Virrey deseoso de cumplir esta promesa, y adems con el
objetivo de retirar armas que contribuyeran a la reorganizacin
del ejrcito realista en la sierra, destac a Canterac a que
dirigiera una operacin sobre el Callao, evitando en lo posible
comprometer al ejrcito realista en una batalla decisiva con
los patriotas.

Botijon colonial de cermica vidriada (siglo XVIII)

Cucharones coloniales de plata (siglo XVIII)

Decidida la empresa, las tropas de Canterac fueron divididas


en dos columnas a partir del pueblo de Santiago de Tuna,
encomendndole al Coronel Juan Loriga la columna de la
izquierda, fuerte de 1,200 hombres entre caballera e infantera,
y la artillera compuesta de 9 piezas y unos 100 hombres.
Esta columna debi descender por la quebrada del ro Lurn,
en direccin de Cieneguilla. La columna de la derecha, al
mando del propio Canterac, constituida por 2,200 hombres
de infantera, deba descender por la quebrada de San Mateo
y luego, de manera sorpresiva a fin de ocultar sus verdaderas
intenciones, deba cambiar de rumbo en direccin de la
quebrada de Espritu Santo (Valle de Lurn), para tomar el camino
efectuado por Loriga. Este ltimo cambio de direccin tuvo
para Canterac las consecuencias ms imprevistas pues al no
contar con un gua experto se top en un sitio donde no
exista.

() camino de ninguna especie, sin agua, en un terreno


arenoso y ardiente, acosados los hombres y las bestias de una
sed devoradora, despus de una marcha de mas de diez
leguas (...), los jefes, los oficiales y la tropa se arrojaron a bajar
por donde ningn ser humano haba andado jams. All se
perdieron mulas y caballos con la mayor parte de las maletas
de grupa, all hubo piernas, brazos, cabezas y cuerpos
estropeados, por que los hombres y las bestias rodaban a la par de
precipicio en precipicio; all hubo muchos que recurrieron a
sus propias orinas para mitigar su mortal sed (...). Los soldados
que suelen recordar con humor los mayores apuros y las
ms duras fatigas, bautizaron aquella famosa bajada con el
nombre significativo de quebrada de Arrastra culos y con
muchsima propiedad (...)". (Garca Camba, 1846).
Luego de superadas estas difciles circunstancias, que por
poco llevaron a la expedicin al fracaso, las dos columnas
realistas convergieron en Cieneguilla, permaneciendo all
hasta el anochecer del 6 de setiembre. Al da siguiente, las
fuerzas realistas emprendieron la marcha en direccin de la
hacienda Rinconada, Forzando el paso por Manchay,
llegando en el amanecer del 7 a la amplia llanura conocida como
Pampa Grande, contigua a la mencionada hacienda. En este
punto las tropas realistas tomaron posicin y Canterac fue
informado personalmente de que el ejrcito patriota estaba
acantonado en la hacienda Mendoza, en el valle de Surco.
Segn versin del propio Canterac, enterado de estas
circunstancias y que:
() el ejrcito enemigo con todas las partidas de guerrilleros,
vendidos y los negros de todas las haciendas a quienes el
General S. Martn haba armado, se hallaban acampados
en la chacra de Mendoza. Determin suspender mi marcha
hasta reconocer el enemigo, o ver si se decida, confiado en
su nmero, a atacarme; ms como el 8 qued convencido

que aquel se mantena quieto, me adelant sobre su campo


con el jefe del E.M.J., compaas de cazadores del Infante, y
escuadrn de dragones de Arequipa al mando de su
comandante D. Manuel Horna; me ocup de las alturas situadas
entre la laguna de La Molina y la llanura del Cascajal camino
de Lurn, y desde ellas descubr la fuerte posicin del enemigo.
Todo el costado izquierdo y frente de este estaba cubierto por
el ro Surco; su derecha en direccin del camino real
de Lima a S. Borja, estaba apoyada a varias tapias; y a
su retaguardia se hallaban, aunque a alguna distancia, las
alturas llamadas del Pino, que dan principio a las que siguen
hasta el almacn de la plvora de la Menacho; a todas las
abraza dicho ro. La infantera enemiga estaba parapetada
detrs de tres rdenes de tapias; y el ro Surco, aunque de
poca anchura, por su mucha rapidez y bordes escarpados,
solo poda pasarse por los dos puentes que estaban sobre el
frente de la lnea enemiga. Su caballera a retaguardia de su
derecha, y la chusma guerrillas o montoneras a su retaguardia,
y esparcidos por todos los caminos. Al pie de la altura
que habamos ocupado se halla la casa de Monterrico que
lo estaba por montonera y dos mitades de caballera
enemiga, las que el escuadrn de Arequipa y comps
cazadores del Infante mandadas por sus capitanes los tenientes
coroneles D. Pedro Asnar y D.
Pedro Pea desaloj con gallarda sobre la marcha. Hice venir
el resto de infantera, caballera y artillera que quedaba en
Late, y habiendo pasado por dos portachuelos las alturas de
Monterrico, desembocaron todas las tropas en el Cascajal;
apoyamos nuestra derecha a dicha altura dejando dos
batallones en columnas; la caballera form la izquierda de la
lnea; y la casa de Monterrico qued ocupada por el
escuadrn de Arequipa y las compaas de cazadores del
Infante. Durante la noche el coronel Valds con estos
cazadores y alguna tropa del Imperial Alejandro se adelant
sobre la posicin enemiga para cerciorarse si permaneca en
la misma, o si se haba movido en direccin a San Borja como

se crey? al anochecer. Este coronel efectu con el tino que le


es propio este reconocimiento, el cual dio lugar a un tiroteo de
media hora; nuestras tropas se portaron con valor y disciplina,
y despus de cumplido su objeto se retiraron con todo orden."
(Canterac, 1824).
La tropas realistas finalmente llegaron al Callao, sin
mayores contratiempos, sin comprometerse en batalla con
las tropas patriotas, y luego de cumplidos sus objetivos
dentro de las fortalezas, se retiraron por el camino del
Chilln.
SORPRESA PATRIOTA CONTRA LOS REALISTAS

Aunque no corresponde precisamente a una campaa militar,


por la audacia" y valor con que fue efectuada esta accin,
merece su incorporacin en la secuencia de hechos militares
desarrollados en el rea de La Molina.
Efectivamente, los hechos en cuestin ocurrieron en plena
guerra de la Independencia, cuando Lima estaba an ocupada
por las fuerzas realistas y resultaba imperiosa la comunicacin
entre los patriotas que conspiraban en Lima con las
tropas de San Martn que la cercaban desde el norte.
Inocente Zrate, protagonista de los hechos, se desempeaba
en aquel entonces como mayordomo del fundo Melgarejo,
de propiedad de D. Jos Mariano Snchez Boquete, to a su
vez de D. Jos de la Riva- Agero, estos ltimos pertenecientes
al selecto grupo de los Copetudos y finalmente convencidos de
la causa patriota. Segn Legua (1972), Zrate se haba
convertido en "(...) misterioso receptor y conductor de fugitivos,
desertores y voluntarios, hacia los embarcaderos ignorados
de Chorrillos, Bocanegra y otros", acciones que realizaba
en coordinacin con Riva-Agero y su to D. Jos
Mariano.

Pero dejemos en las palabras de D. Francisco Javier Maritegui


(1869), en sus "Anotaciones a la Historia del Per

Silln fraylero colonial (siglo XVIII)


Independiente", la descripcin real y detallada de estos
episodios:
"Celebrado el armisticio entre La Serna y San Martn, descuidaron
mucho los espaoles su vigilancia, y careciendo de
pastos para los caballos, los mandaron a la hacienda
denominada Mayorazgo, contigua a Melgarejo en el valle de
Ate. El mayordomo de este ltimo fundo era Inocente Zrate,
trujillano, muy atrevido y muy patriota. Se bautiz con el
nombre de Gaviln para que no se le diese otro en las muchas
y arriesgadas empresas que acometi Vena a las
inmediaciones de la ciudad, traa correspondencia, retornaba
las contestaciones y guiaba a los pasados. Se comprometa y
lo hada generosamente, no habiendo querido recibir jams el
menor agasajo de nuestra parte a pesar de que era de muy
poca fortuna llegaron los espaoles a tener noticias de sus
proezas y dieron orden, de traerle vivo o muerto. Lo supimos
los patriotas, se lo avisamos, y Zrate se ocult, no habiendo
querido ir a incorporarse con los guerrilleros como se lo
aconsejamos. Consista su demora en que combinaba un plan
que le sugiri su patriotismo, que a nadie comunic y que
realiz con suma facilidad. Busc a varios esclavos de la
hacienda de La Molina, los hizo armar como pudo y asalt al
sargento espaol y soldados que cuidaban de la caballada.
Los sorprendi dormidos en el potrero, los hizo amarrar y
custodiar por parte de los suyos, mientras los otros arrearon los
caballos y algunas mulas del ejrcito. Tuvo cuidado de que
dos amigos suyos, barberos, llevasen sus herramientas y que
afeitasen media cara a los presos. Verificada esta operacin
mont y fue a alcanzar a los que arreaban la caballada.
Llego con felicidad y se incorpor con los guerrilleros"

Esta graciosa ancdota, de afeitar slo la mitad de la cara


a los espaoles, obedece a una interesante ardid. Siempre
segn el relato de Maritegui:
"Pregunt a Zrate cuando lo vi despus Porqu haba
afeitado media cara a los espaoles? y rindose me contest:
En pampas abiertas como las que tena que atravesar, es
muy difcil arrear los caballos, que se dispersan, y en juntarlos
se pierde tiempo, y yo quera que los soldados que dejaba,
tardasen en llevar la noticia para que se demorasen en salir
en mi persecucin, y cada hora era para mi un triunfo. Los
medio afeitados buscaran en el pueblo quien los afeitase, y esto
era lo que yo quera, como sucedi."

IV
EPOCA REPUBLICANA

Jos de la Riva-Agero y Snchez Boquete. 1820

POCA REPUBLICANA

SITUACION AGRARIA EN EL SIGLO XIX

Los importantes cambios en los niveles poltico y social que


experiment el Per a consecuencia de la guerra de la
Independencia, tuvieron a su vez un sustento econmico
que necesariamente reflejaba las nuevas tendencias de la
economa europea. As las primeras constituciones republicanas
que tuvo el pas incorporaron novedosos conceptos jurdicos,
que posibilitaron, una restructuracin importante del orden
econmico previamente vigente durante la Colonia.
La situacin agraria, que en aquellos aos se encontraba en
un estado verdaderamente deplorable, fue motivo de gran
preocupacin para los primeros gobernantes y legisladores.
An el mismo Bolvar intent modificar la psima situacin
del agro por medio de diferentes decretos que buscaron
encauzar esta actividad hacia una dinmica correspondiente
a la nueva poca (Decretos del 8 de abril 1824 y 4 de julio
1825).
Como hemos indicado anteriormente, la mayora de fundos y
propiedades agrarias exceptuando los pertenecientes a
comunidades indgenas se encontraban sujetos a disposiciones
legales que mantengan estos bienes inmovilizados y ajenos a
la evolucin econmica.

Este tipo de disposiciones, supervivientes de los ltimos aos de


la Colonia y ms conocidos como vnculos, perpetuaban el
dominio y concentracin de la propiedad inmueble en pocas
manos; en este caso de la propiedad agraria perjudicndose
en gran manera su desarrollo. Adicionalmente, la
imposibilidad
de
muchas
familias,
de
explotar
convenientemente sus propiedades hizo que gran parte de
ellas se encontraran arrendadas en sus diversas modalidades
o sujetas a una posesin precaria.
Las primeras constituciones intentaron resolver la situacin
buscando bsicamente la abolicin de todo vnculo existente,
tal como se reflej inicialmente en la Constitucin de 1828.
Hacia mediados del siglo XIX las constituciones lograron
reafirmar y perfeccionar estos elementos por lo que en la
Repblica fueron prohibidas las vinculaciones perpetuas, sean
estas laicales o eclesisticas, y cualquier propiedad resultaba
por lo tanto enajenable. Tambin se prohibi gravar nuevamente
los fundos con censos o vinculaciones perpetuas pudiendo ms
bien ser redimidos estos censos por los poseedores del
fundo gravado (Constitucin de 1860).
Complementariamente se dictaron dos leyes en las que se
estableci que las congregaciones religiosas tuvieran pleno
dominio y administracin de sus bienes inmuebles (Ley 1901),
y sobre la redencin de la enfitesis (Ley 1911) con lo que se
quit las ltimas trabas que favorecan la perpetuidad de la
propiedad.

Galera de la Hacienda melgarejo

Vista desde la Hacienda Melgarejo hacia los cultivos

Vista de las galeras de la Hacienda Melgarejo

Dibujo a la tinta de la Hacienda Melgarejo


Por Sabino Springuett

Ingreso de la Hacienda Melgarejo:


Oleo de Valeria Susti de Musante

En consecuencia, las diversas rdenes religiosas tan firmemente


establecidas durante la Colonia, y en su mayora con una
economa sumamente slida, al ver sus rentas tan disminuidas
durante las primeras dcadas de la Repblica tuvieron
la posibilidad de recurrir a la venta de la rica propiedad
inmueble que posean a fin de poder solventar sus gastos
inmediatos.
Haciendas como La Molina, perteneciente durante varios
siglos al Monasterio de la Encamacin, fue finamente
vendida, ya sin contrato de enfiteusis, con el objeto de paliar
apremios econmicos de la congregacin.
DESARROLLO AGRO-INDUSTRIAL DE LAS HACIENDAS
MODERNAS

Durante la segunda mitad del siglo XIX se producen hechos


de notable importancia para la economa peruana, entre ellos
el progreso considerable que se deriv a partir de la
introduccin de la maquinaria a vapor, logrndose un incremento
general de la produccin agrcola de carcter industrial,
principalmente de la caa de azcar. De esta manera los
cultivos de la costa fueron derivndose a las nuevas exigencias
del mercado, suplantado los antiguos cultivos de pan
llevar por cultivos extensivos de caa de azcar.
En la fiebre desatada entre las haciendas costeas por desarrollar
este cultivo, especialmente en el ltimo cuarto de siglo, no fueron
ajenas haciendas del entorno limeo como es el caso de la
hacienda Monterrico. Dado que el cultivo de la caa exige la

inversin de ingentes sumas de dinero esta actividad slo pudo


desarrollarse con la participacin de grandes capitales.

Es as que la hacienda Monterrico, de propiedad del conocido


comerciante y capitalista don Toms Valle, comenz desde
finales del siglo XIX a formar parte de los fundas destinados a
desarrollar la industria azucarera. Es sin embargo con la
incorporacin de don Csar Soto -primero como administrador y
luego como dueo de la hacienda Monterrico- que esta
hacienda alcanza niveles productivos y de desarrollo sin
precedentes para ella.
Efectivamente, en asociacin con don Toms Valle, constituyen
ambos la "Compaa agrcola Azucarera Monterrico Grande",
en junio de 1904, bajo la cual la hacienda Monterrico se
convierte en un prspero emporio agro-industrial, contando
con modernas y variadas maquinarias, e inclusive con su
propia locomotora, llamada la "Chuquitanta". Don Csar Soto,
gran gestor de este logro, se inici en los negocios de don
Toms, con el encargo de llevar los libros contables de los
negocios que este posea. En poco tiempo, sus virtudes y gran
honradez llevaron a don Toms a otorgarle amplios poderes
en la administracin de sus negocios, y luego ofrecerle la venta
a crdito de la valiosa hacienda Monterrico Grande, razn por
la cual don Csar Soto se asoci a algunos colegas y junto
con su benefactor, don Toms Valle, fundaron la referida
Compaa agrcola "Monterrico Grande" y anexos y en donde
don Csar se desempeo adems como gerente y mayor
poseedor del capital social.
El impulso alcanzado desde la segunda mitad del siglo XIX
por la nueva dinmica capitalista relacin con la propiedad
agraria, conllev a la formacin de sociedades agrarias que
contaban con el aporte de diversos capitales particulares
expresados a travs de la posesin de acciones.

Hacienda Monterrico Grande:


trapiche de caa a principios de siglo

Hacienda Monterrico Grande:


Trapiche de caa a principios de siglo

Casa hacienda de Monterrico Grande a principios de siglo

Locomotora llamada chuquitanta de la hacienda


Monterrico Grande a principios de siglo
Estos elementos econmicos fueron a su vez favorecidos por
las libertades del mercado y principalmente por la desaparicin
progresiva de las antiguas familias limeas que poseyeron
ancestralmente estas propiedades agrarias como parte
del patrimonio familiar y tambin como smbolo importante
del prestigio de una casa.
No es por lo tanto extrao las sucesivas transferencias de
propiedad entre diferentes personas para un mismo fund o
ventas que slo afectan parte del patrimonio. As por ejemplo,
el 23 de febrero de 1887, se realiza la venta de una parte del
fundo Camacho, de propiedad de D. Manuel A. Rodulfo a D.
Manuel Sotomayor, por una dcima parte que le corresponda
en dicha hacienda.
Este mismo fund es finalmente rentado por su antigua
propietaria Da. Mara Rosa Lpez Gallo Vda. de Lisson y otros
copropietarios a D. Manuel Sotomayor, que aument as
considerablemente su gestin en dicho fundo.
En otros casos, la incursin de nuevos capitales en la actividad
agraria produjo algunos actos de especulacin en los precios
as como la necesidad de establecer dominios econmicos y
productivos ms amplios. De esta manera, prsperos
comerciantes como Christian Schereitmuller, logra comprar en
dominio completo el fundo Melgarejo a sus antiguos
propietarios Da. Mercedes Riglos de la Riva-Agero e hijos, el
27 de Septiembre de 1883; as como tambin comprarles el
dominio enfitetico de la chacarita contigua denominada
"Pacayar". Por aquellos mismos aos Christian Schereitmuller
obtuvo adems en arrendamiento la importante hacienda
Rinconada, igualmente de propiedad de la familia Riva-Agero.

El florecimiento alcanzado a comienzos del siglo XX por las


haciendas vecinas a la capital no pudo ser continuado en las
dcadas del 40-50 pues diversas crisis econmicas afectaron
casi endmicamente al agro costeo. Por ltimo el creciente
empuje ro llev a que los frtiles y amplios terrenos de cultivo
del rea ahora ya conocida en su conjunto como La Molina se utilizaron con fines urbansticos, preservndose un rea
menor a actividades agropecuarias destinada a fines
educativos y de investigacin constituida por la prestigiosa
Universidad Nacional Agraria de La Molina.

CAMPAAS MILITARES EN LA MOLINA


REVOLUCION DE CASTILLA: PASO DEL EJERCITO LIBERTADOR
POR MANCHAY - LA MOLINA (1855)

El 20 de abril de 1851, luego de un breve proceso


eleccionario, asume la presidencia de la Repblica el general
Jos Rufino Echenique, no contando desgraciadamente con un
consenso a nivel nacional, razn por la cual al poco tiempo de
su eleccin se produjeron en Arequipa sangrientas manifestaciones,
reprimidas fuertemente por el gobierno. No fue ste el nico
hecho. El 7 de enero de 1854 se produjo el levantamiento de
Saraja (Ica), accin que fue a su vez develada inmediatamente
por el gobierno. Conatos de igual ndole se sucedieron en
Chiclayo y Cajamarca, siendo el ms grande el
levantamiento de Arequipa, donde se proclam a Castilla como
caudillo de las fuerzas revolucionarias.
Iniciada la guerra civil entre ambas facciones, sta prosigui
durante todo el ao de 1854, producindose diversas acciones
en la Sierra, pues luego de tomar las fuerzas de Castilla

Presidente Ramn Castilla,


leo por Raymond Monvoisin.
las ciudades de Cuzco y Ayacucho, adelant ste sus tropas
en direccin de la capital, contando ya para mediados de
ao con un ejrcito de 3,500 hombres y derrotando a las
tropas de Echenique en los encuentros de Izcuchaca y de
Moya.
Dueas las fuerzas revolucionarias de la regin central y
batidas las tropas del gobierno en todos los frentes, decidi
Castilla el 5 de diciembre de 1854 la marcha sobre Lima,
tomando como punto de partida la ciudad de Huancayo y
descendiendo por la quebrada de San Mateo, donde practic
un giro hacia la quebrada del valle alto de Lurn donde
lleg a Manchay el 27 de aquel mes.
Este avance del cuerpo principal de Castilla fue a su vez
cubierto por un destacamento que continu su descenso por la
quebrada del Rmac, batiendo a una pequea guarnicin
gobiernista en Yanacoto. Este ltimo hecho hizo pensar, en un
primer momento, que el ataque principal se producira por
aquella direccin, sin embargo la captura de un soldado de las
tropas de Castilla revel los planes exactos de ste, por lo que
Echenique estableci su frente de batalla en direccin al sur,
apoyando su derecha en la huaca Juliana en Miraflores y su
izquierda en una pequea huaca existente en la hacienda de
Surquillo. Desde esta posicin crea Echenique dominar los
caminos que conducan a Lima desde el valle de Lurn, e hizo
establecer su cuartel general en la hacienda de Limatambo.
Dispona el ejrcito de Echenique en aquel momento
de 9 batallones de infantera, 3 regimientos de caballera
y 20 piezas de artillera, con las que esperaba batir a las
tropas de Castilla.

El ejrcito revolucionario, que tambin era conocido como el


ejrcito libertador, con el fin de sorprender a Echenique, utiliz
el paso Manchay - La Molina, y an fatigado por el largo viaje
de noche y fuerte calor del medioda, lleg el 29 a las
proximidades de Miraflores con el objeto de batir a las tropas
gobiernistas en una sola batalla. Contaba Castilla para el
efecto con 15 batallones de infantera, 4 escuadrones de
caballera y 18 piezas de artillera, agrupados todos ellos en 4
divisiones. Ambas fuerzas dedicaron - sin embargo -los das
siguientes a efectuarse reconocimientos mutuos producindose
constantes tiroteos y diversos movimientos de ataque,
pero sin resultado alguno.
El 5 de enero de 1855, juzgando Castilla su posicin
inconveniente, decidi practicar un movimiento a retaguardia
de la posicin que ocupaba, hacia la hacienda La Palma,
cuando fueron atacados por una parte de las fuerzas
gobiernistas, generalizndose el combate entre ambos ejrcitos.
Hacia el medioda, despus de ardua lucha, las tropas de Echenique
se declararon en derrota, permitiendo el ingreso triunfal de
Castilla a Lima.
REVOLUCION DE PRADO CONTRA PEZET:
ERRONEA DISPOSICION DEL EJERCITO
CUBRIENDOEL PASO MANCHAY - LA MOLINA
(1865)

DE

PEZET

Los desatinos polticos producidos durante el gobierno del


general Juan Antonio Pezet, a raz de la crisis con Espala, la
ocupacin militar de las islas Chincha y el muy criticado Tratado
Vivanco-Pareja (1865), desembocaron finalmente en una

Presidente Juan Antonio Pezet. 1860

desaprobacin generalizada de su gestin, ocasionando a


los pocos das de la firma de este Tratado fuertes desordenes
contra el Gobierno en el Callao, e inclusive la prisin y
deportacin del Mariscal Castilla, con el fin de prevenir una
posible sublevacin dirigida por l, dada su gran influencia
en el ejrcito.
Estos hechos, agravados por la noticia de la prisin de Castilla,
excitaron el ambiente revolucionario que se gestaba en todo el
pas, lo que conllev al estallido de la revolucin en Arequipa
el 26 de febrero de 1865, encabezada por el entonces
prefecto del departamento, coronel Mariano Ignacio Prado,
proclamndosele inmediatamente jefe poltico y militar. Los
actos revolucionarios de Arequipa a poco se fueron
extendiendo por todo el pas, auto titulndose las fuerzas
revolucionarias "ejercit Restaurador de la Honra Nacional", el
25 de abril del mismo ao, iniciando la campaa sobre Lima.
Hacia el mes de agosto, las fuerzas de Prado reunidas en
Huancayo sumaban la cantidad aproximada de 8,000 hombres,
adems de aquellos organizados en el norte que sumaban
alrededor de 2,000 hombres acantonados en Huaraz. La
concentracin de las fuerzas revolucionarias fue concordada a
efectuarse en la regin de Chincha, y desde all emprender el
avance sobre Lima y batir a las fuerzas de Pezet, constituidas
por unos 7,000 hombres del ejrcito de lnea abocados
nicamente a la defensa de la capital.
Luego de producida la concentracin del llamado ejercit
Restaurador, este inicia su avance sobre Lima el 22 de octubre,
organizado en 18 batallones de infantera, 6 regimientos
de caballera y 2 batallones de artillera con un total efectivo

de 10,000 hombres aproximadamente. El 27 del mismo mes


llegaron a Chilca sin contratiempos, prosiguiendo inmediatamente
hacia el valle de Lurn, y estableciendo su cuartel general
en Pachacamac; al mismo tiempo una columna que
descenda por el valle del Rmac ocupaba Chaclacayo.
En el bando contrario, el ejrcito gobiernista de Pezet, que
ocupaba en un primer momento el valle de Lurn, decidi
replegarse hacia Lima y cubrir bsicamente el paso ManchayLa Molina y Ate estableciendo su frente de batalla entre las
handas Tebes, La Molina y la pampa de El Pino; dejando
adems como guarnicin en Lima a unos 800 hombres. Pezet,
en la seguridad y conviccin de que Prado atacara Lima por el
mencionado paso, descuid enormemente su flanco derecho,
que permita ms bien el ingreso hacia la capital por Villa y
Chorrillos, accin que finalmente fue la que desarroll Prado,
sorpresivamente, la noche del 5 de noviembre,
aparentemente en complicidad con la pequea guarnicin
que el Gobierno haba destacado en Chorrillos. El ingreso a
Lima por el ejrcito Restaurador se efectu forzando la portada
de Guadalupe, y batiendo a las tropas leales al gobierno
que defendan la capital durante todo el da 6 y parte del 7.
Entre tanto Pezet, que se vio as burlado en sus planes
originales, al momento de revolver sobre Lima, encontr la
capital ocupada por los revolucionarios, resistiendo ya tan slo
algunos efectivos destacados en la fuerte Santa Catalina.
Se insinu bombardear Lima con la nueva y potente artillera
recin adquirida que posea el ejrcito gobiernista, pero se prefiri
evitar mayores perjuicios para el pas y salvar a la capital
de la destruccin. Pezet finalmente firm el Acta de
Capitulacin e18 de noviembre de 1865 concluyendo de esta
manera su gobierno e inicindose la guerra contra Espala que
desembocara en el clebre combate del 2 de mayo de 1866.

Posteriormente a estos hechos, para el ao de 1879 se da inicio


a la guerra que declar Chile al Per; este aciago perodo de la
historia peruana tiene su repercusin en La Molina
con el Combate de la Rinconada. El relato de este particular
episodio se tratar detalladamente en un captulo posterior.
REVOLUCION DE CACERES CONTRA IGLESIAS:
ATAQUE SORPRESIVO DE LAS FUERZAS DE CACERES POR LA
RINCONADA Y MONTERRICO
(1884)

A poco de concluida la guerra con Chile, como consecuencia


de la firma del Tratado de Ancn (1883), fueron muchas las
voces que se alzaron contra aquellos que aceptaron este
discutido tratado para el pas. Entre esas personas se
encontraba el general Andrs A. Cceres, Quien luego de la
trgica batalla de Huamachuco, an contaba con las fuerzas
organizadas en la sierra central.
La ruptura de las negociaciones entre Miguel Iglesias, que
ostentaba en aquel entonces, la presidencia de la Repblica y las
fuerzas de Cceres, propici finalmente la guerra entre ambas
facciones. El16 de Julio de 1884, Cceres es proclamado a su
vez Presidente del Per, comenzando as las hostilidades.
Cceres instal su cuartel general en Huancayo y luego de
reclutar voluntarios en Huancavelica, Apurmac y Ayacucho,
decide en el mes de agosto avanzar sobre Lima por la
quebrada de Matucana. Iglesias, conocedor de estos
hechos, estableci sus fuerzas en Quiroz y Santa Clara a
cargo del coronel Rosa Gil, con un efectivo de 2,000
hombres, a fin de evitar la aproximacin hacia Lima de las
fuerzas revolucionarias por aquella ruta.
Entre tanto fracasada una maniobra en el flanco derecho de
Cceres, que buscaba batir a las fuerzas gobiernistas en

Canta, hace decidir a ?ste el variar completamente la


direccin de su ataque a Lima, esta vez por su flanco izquierdo,
utilizado para el efecto los pasos existentes entre los cerros que
dividen la quebrada del Rmac con la de Lurn y dejando
solamente algunos de sus hombres a cargo del Capitn M.
Bedoya en la quebrada del Rmac, con el propsito de
amagar a la divisin gobiernista.
As, aprovechando estas finitas, Cceres pudo efectuar
libremente un movimiento de flanco en direccin al valle de
Lurn y Cieneguilla, hasta Manchay, desde donde retorn el
camino hacia Lima en direccin de Pampa Chica y Pampa
Grande, para as burlar totalmente a las fuerzas de Iglesias que
bloqueaban el paso por la quebrada del Rmac.
Durante esta marcha se unieron a las fuerzas de Cceres los
destacamentos de lea y Caete, con un efectivo de 600
hombres, as como una pequea columna de 100 hombres del
pueblo de Pampas. Contando adems con el ofrecimiento del
coronel Recavarren de apoyar su ataque con fuerzas desde el
Callao, Cceres decide incursionar sobre Lima el 27 de agosto,
descendiendo sorpresivamente de noche por la Rinconada y
Monterrico, y forzando el ingreso a Lima por las portadas de
Martinete y la Exposicin. Gracias a esta sorpresa, las fuerzas
revolucionarias se apoderaron rpidamente del puente Balta,
la crcel de Guadalupe, el cuartel del Espritu Santo, y las
Torres de San Pedro, San Agustn y la Merced, generalizndose
de esta manera un sangriento combate entre ambas fuerzas.
Aunque Cceres infundi valor a sus tropas impulsando
personalmente el ataque, el desaliento fue general en los
suyos, al momento de saberse el regreso a Lima de las fuerzas
gobiernistas que antes haban burlado en Santa Clara, por lo
que se orden la retirada general, producindose esta en
completa desorganizacin. Cceres logr retirarse a salvo,
slo para reanudar luego la guerra contra Iglesias, hasta el
30 de noviembre de 1885, donde efecta el segundo ataque
sobre Lima y la victoria final de la revolucin Cacerista.

REVOLUCIN COALICIONISTA DE PIROLA


CONTRA EL GOBIERNO DE CCERES:
AGRUPAMIENTO PRINCIPAL COMANDADO
POR PIROLA ATACA DESDE CIENEGUILLA
UTILIZANDO EL PASO MANCHAY LA MOLINA
(1895)

Las personalidades revolucionarias y caudillistas propiciaron


un nuevo enfrentamiento entre compatriotas a pesar de que
parte importante del territorio nacional segua ocupado por
el invasor chileno en el sur. Sin posibilidades de reaccin, el
Per vea cmo se consolidaba el desmembramiento
territorial de dos de sus provincias del sur.
Los hechos desarrollados durante el segundo gobierno de
Cceres (1894-1895), tuvieron como causa principal el
fuerte desgaste poltico que ste haba experimentado durante su
primera gestin al frente del gobierno, situacin que fue
rpidamente capitalizada por un caudillo y conspirador
permanente como fue Nicols de Pirola.
Pirola, afincado desde 1893 en Valparaso, comenz a gestar
la revolucin que durante 1895 baaba de sangre al pas. Ya
desde mediados de 1894 comenzaron a aparecer diversas
montoneras que hostilizaban a las tropas del gobierno y que
progresivamente pasaron a constituir las fuerzas sobre las
cuales se organiz el "ejercit de la Coalicin", logrando
inclusive la toma de Arequipa el 27 de enero de 1895. Desde
esta ciudad se inici la campaa sobre Lima organizndose
el ejrcito coalicionista en 6 "divisiones" con un total
aproximado de 2,500 hombres.
Hacia marzo de 1895 el ejrcito coalicionista y demos
montoneras incluidas ocupaban todas las rutas de
comunicacin de la capital con el interior del pas, estableciendo
su cuartel general en el fundo Cieneguilla, en el valle de Lurn-

Pachacamac, desde donde le resultaba ventajoso incursionar


sobre Lima.
El ataque final a la capital se dio el 17 de marzo teniendo como
base tres agrupamientos que debern avanzar hacia Lima
simultneamente. El agrupamiento norte, desde el Chilln, deba
atacar hacia la Portada de Gua y la carretera del Callao; el
agrupamiento del Rmac debera atacar hacia Maravillas y el
Agustino; y el agrupamiento principal, concentrado en
Cieneguilla y comandado por el mismo Pirola, deba atacar
utilizando el paso de Manchay-La Molina, hacia
El Pino, Barbones y Cocharcas. Un agrupamiento menor,
destacado tambin desde Cieneguilla, deba atacar Chorrillos
accin que a la postre produjo la toma de la Escuela de
Clases con los pertrechos all existentes.
El agrupamiento principal en el que estaba Pirola avanz
desde la noche del 16 por el paso de Manchay, precedido por
la caballera al mando del coronel Collazos, alcanzando las
avanzadas del ejrcito gobiernista en las cercanas de El Pino,
esa misma noche, donde se produjo un pequeo
enfrentamiento; sin embargo el grueso de sus efectivos
pernoctaron esa noche en La Molina.
La madrugada del domingo 17 de marzo, y favorecido por
un manto de neblina que cubra su avance, Pirola y sus
partidarios coalicionistas atacaron Lima por Cocharcas,
donde ya se generalizaba el combate entre los defensores
del gobierno y los demos agrupamientos coalicionistas que
agredan a la capital desde todos los puntos.
El combate desarrollado durante todo el da 17 y 18 conllev
a la firma de un armisticio entre ambas partes en la tarde del
19. El da 20, a base de los acuerdos de este armisticio, que
buscaba no proseguir con la matanza en las calles de Lima,
donde yacan ms de 1,000 cadveres insepultos, las tropas
coalicionistas se retiraron hacia la hacienda El Pino, y las

correspondientes de Cceres hacia Bellavista, donde


finalmente fueron licenciadas; decretndose as el triunfo de la
Revolucin de Pirola.

V
COMBATE DE LA RINCONADA

COMBATE DE LA RINCONADA
CHILE: LA ESTRATEGIA

Desembarcado el grueso del ejrcito de Chile en Curayacu y


habiendo tornado los pueblos de Lurn y Pachacarnac, el
Ministro de Guerra en Campaa de Chile necesitaba disponer
de un Plan de Operaciones para atacar Lima; para tal efecto
instruy al General Marcos Maturana, Jefe del Estado Mayor
General, a que procediera a diseado.
De los reconocimientos practicados desde el valle de Lurn
hasta las posiciones del ejrcito del Pel, el general Maturana,
en sus considerandos mencionaba lo siguiente:
"Que desde Atocongo se abre tambin hacia la derecha un
camino de atravieso, que no es carretero, y que oblicuando
hacia el Norte, va a juntarse con el camino carretero de
Manchay, al desembocar al valle de Ate".
"Que el camino de Manchay a Lima por el valle de Ate, es
perfectamente practicable y de suelo firme y parejo, por donde
puede transitar, y transitan con frecuencia, toda clase de
carruajes, presentando, por tanto, ventajas inapreciables para el
transporte de la artillera de campaa, el Parque General y
los almacenes de la Intendencia del Ejrcito. Desde la hacienda
de Manchay, a orillas del Lurn, hasta las de Rinconada y
Melgarejo, que tienen un buen canal de regado, con
abundante agua, hay una distancia de poco ms de dos
leguas, que el ejrcito puede salvar sin dificultad".

"Que aparecen unas pequeas fuerzas en el valle de Ate a


retaguardia del casero, lo cual indica que el ejrcito peruano se
encuentra tendido sobre la ribera Norte del ro Surco, apoyando
fuertemente sobre su derecha y dbilmente su izquierda esto no
quiere decir que no tenga fuerzas con que acudir a la defensa de
esta ala, en caso necesario; pues, teniendo fuerzas
en Lima, que dista apenas una legua del casero de Ate,
es evidente que podr, en cualquier momento, salir con ellas
a oponerse a la invasin por esta parte".
"De consiguiente, es indudable que el ataque debe ir sobre el a
la izquierda del ejrcito peruano, es decir, sobre el Oriente de
Lima. A este plan, de todo punto necesario, responde tambin
la idea primordial de terminar la guerra en esta campaa,
destruyendo por completo el poder militar del Pel, para lo
cual es necesario impedir que su ejrcito, en todo o en parte,
pueda emprender retirada hacia el interior del pas. Es
indispensable acorralarlo en Lima, o arrojar sobre su Costa"
sus restos dispersos, a fin de que no puedan escapar. Entonces
debemos llevar el grueso de nuestro ejrcito desde Manchay
sobre La Rinconada y el valle de Ate.
Pero, como siempre conviene engaar al enemigo sobre nuestro
verdadero propsito, debemos al mismo tiempo llamarle
fuertemente la atencin sobre su derecha, es decir, sobre el
valle de Chorrillos.
Ya que, segn parece, se ha formado la idea de que nuestro
principal ataque, debe ir sobre Chorrillos, conviene no slo
manteniendo en este error, sino aumentar sus proporciones,
llevndole efectivamente por ese lado un ataque serio que le
haga creer que va por all todo nuestro ejrcito y le obligue a
sacar sus reservas de Lima para traerlas a la gran batalla que
l debe esperar sobre la lnea de Chorrillos a Tebes.

Al mismo tiempo, el grueso de nuestras fuerzas, situado en


Manchay, avanzar rpidamente sobre Lima para tomar en
su valle las disposiciones que convenga en vista de la
situacin.
He aqu la maniobra:
Una divisin marchar desde San Pedro por el camino del
medio, para ir a situarse sobre la posicin de Atocongo. Esta
divisin no llevar sino artillera de montaa, y a su frente,
por el mismo camino, encubriendo su movimiento, el
regimiento de caballera que le pertenece. Otro regimiento de
caballera marchar por el camino de la playa de Conchn, a
la altura del que va por arriba, observando al enemigo por
aquel lado, para hace de creer que todo el ejrcito chileno
marcha sobre Chorrillos.
Al mismo tiempo, la escuadra avanzar por mar, ceida a la
costa, siguiendo los movimientos del ejrcito chileno,
amagando los blindados el puerto de Chorrillos; con lo cual el
ejrcito peruano se har probablemente la ilusin completa de
que el objetivo de este primer avance del ejrcito chileno es
exclusivamente Chorrillos y que all? dirigimos todas nuestras
fuerzas.
Es casi seguro que, engaado de este modo, el ejrcito
peruano saldr en masa de Lima a sostener la posicin y a
librar la batalla sobre Surco o su campo inmediato.
Toda esta maniobra no tiene ningn peligro. La divisin que
marcha, fuerte a lo menos de 7,000 hombres, tomando
posiciones en Atocongo, puede resistir ventajosamente a una
embestida de un ejrcito doble en nmero.

Las lomas arenosas y pesadas, el terreno quebrado y lo


estrecho de los caminos, se prestan admirablemente para una
defensiva poderosa, invencible para el ejrcito peruano.
En cuanto a la caballera, que marcha por la playa, no
puede ser acometida, porque ir dndose la mano con las
fuerzas que marchan por las lomas, y porque las tropas
peruanas que quisieran atacada, descubriran su flanco y
retaguardia a nuestra infantera del alto, y se veran
irremediablemente envueltas y perdidas.
No tiene pues el enemigo ms que hacer que aguantarse a la
defensiva sobre sus posiciones del tringulo, y esperar la
acometida, que nuestra divisin no deber Llevarle, pues el
terreno es malo para el ataque, y porque tambin conviene
aguardar el resultado de las maniobras del grueso del ejrcito.
Efectivamente, junto con moverse la divisin que va a
Atocongo, se mover valle arriba el resto del ejrcito, para
ocupar Manchay, desde donde se dirigir? al valle de Ate,
dando tiempo a que las fuerzas de este valle y de Lima,
engaadas por el movimiento de la costa, se corran a su
derecha para ir en defensa de Chonillos.
Si el enemigo ejecuta este movimiento con todas sus fuerzas,
nuestras dos divisiones de la derecha bajarn por la ribera
sur de Surco hasta Tebes, desde donde se darn la mano con
la divisin de Atocongo y emprendern la batalla decisiva
sobre el ejrcito peruano acorralado en el estrecho valle de
Surco.
Si el enemigo no se deja engaar y retira apresuradamente sus
fuerzas de Chonillos para defender la capital, entonces la
divisin de Atocongo, posesionndose con su izquierda de
aquel puerto, para entregado al dominio de la escuadra, a fin
de hacer all nuestro puerto de aprovisionamientos y recursos,
seguir ascendiendo por la lnea del Surco, y picando la

retaguardia del enemigo, hasta establecerse sobre las


haciendas de Monterrico y la Molina, para darse la mano con
nuestras dos divisiones de arriba, las cuales se corrern a su
turno, sobre su derecha, para colocarse, una sobre el
ferrocarril de la Oroya, dominando las aguas del Rmac, y la
otra a su izquierda, sirviendo de eslabn entre aquella y la que
viene de la costa.
En esta posicin se emprender el ataque sobre Lima. La
divisin de la derecha pasar el Rmac, hacia el Norte, para
dirigirse sobre la pampa de Lurigancho la segunda lo pasar
tambin para darse la mano con aquella, apoyando su
izquierda al ro. La tercera, o la izquierda, seguir el
movimiento para ir a apoyar su derecha al Rmac, y coadyuvar
a la batalla decisiva, que se trabar, o bien en la pampa de
Lurigancho, o bien dentro de los muros de la capital, en cuyo
caso habr, previamente que vencer las alturas de San
Cristbal y San Bartolom.
Los detalles de estas diversas operaciones no pueden precisarse.
El terreno, la situacin y las fuerzas del enemigo en cada
posicin, deben dados sobre cada punto. La cuestin es que el
enemigo est desde luego encerrado en un crculo de hierro y
que no debemos batirlo donde l quiera, sino donde a nosotros
nos convenga. Podemos y debemos arrastrarlo a donde
queramos. Dueos del agua, por el movimiento de nuestras
fuerzas sobre el Oriente de la ciudad, la dominaremos a nuestro
antojo y obligaremos siempre al enemigo a salir de sus
posiciones para batirlo con ventaja, como indudablemente lo
obligaremos al fin a replegarse sobre la costa, en donde su
rendicin ser inevitable.
Se notar que slo se deja en este proyecto un regimiento de
caballera para marchar con el grueso del ejrcito o sea con las
dos divisiones que van por Manchay. Pero no hay necesidad de
ms caballera por aquel lado. Un regimiento basta

para cubrir el movimiento de las dos divisiones que marchan


escalonadas, una en pos de otra.
Mientras tanto, la divisin que va por Atocongo necesita de
ms caballera que las otras, tanto para cubrir los dos caminos
de la costa y del medio, cuanto para guardar su flanco
izquierdo, y ocultar al enemigo su marcha ascendente por la
ribera Sur del ro Surco, cuando tenga que emprenderla la
caballera en esta parte debe ser numerosa para recorrer el
rico valle de Lima y descubrir los movimientos y las posiciones del
enemigo, quitarle sus recursos y hostilizarlo en todas direcciones.
Lurn, enero 9 de 1881
PREPARATIVOS PERUANOS PARA LA DEFENSA

Tres haciendas controlaban la entrada de la quebrada que


viene de Manchay; estas eran la Rinconada, Vsquez y La
Molina. En La Rinconada exista una columna de 180 hombres
de infantera cvica, denominada Batalln Pachacamac, al
mando del Coronel Don Manuel Miranda, armada con los
obsoletos rifles del sistema Mini; un escuadrn de 100
hombres de la Primera Brigada a pie y 50 de la Tercera
Brigada montados (telegrama del 7 de enero). El Coronel Don
Mariano Vargas el4 de enero fue nombrado Jefe Superior
Militar de dichas fuerzas, teniendo como responsabilidad la
defensa de la entrada de La Rinconada. A base de ello se le
orden al Comandante en Jefe de la Reserva -el 7 de eneroque comunicara a las autoridades polticas y militares del Valle
de Ate que obedecieran, auxiliaran y apoyaran al mencionado
Jefe. Los 300 hombres al mando del Coronel Mariano Vargas,
gente colecticia y mal armada habita bastado para hostilizar
con mucha ventaja al enemigo que viniera por la quebrada de
Manchay siempre y cuando se hubiera colocado artillera en
los dos portachuelos que forman los cerritos que obstruyen el
camino de la quebrada; pero situados en La Rinconada

que forma una llanura, no podan contener al enemigo, fuera


de que era tropa veterana y bien armada.
La divisin del Coronel Dvila ocupaba, como en das
anteriores, la izquierda de la primera lnea del ejrcito,
quedando inmediata a Monterrico Chico. El Subprefecto de
Huarochir Betn, ocupaba con milicianos las quebradas de
OlIeros y Sisicaya, dificultando toda sorpresa por la parte ms
al Este de Manchay, pero dejando sin vigilancia el camino de
esta quebrada que va a La Rinconada, desatendiendo las
reiteradas observaciones y pedidos del Coronel Vargas, segn
consta en el siguiente oficio:
"Jefatura Superior Militar de La Rinconada.
La Rinconada, enero 4 de 1881
Seor General:
A fin de cumplir debidamente el cargo de Jefe Superior Militar
del Valle de Ate, con que me ha honrado S. E. el Jefe
Supremo, he procedido a examinar todos los lugares que
pueden ser vulnerables para el enemigo, as como tambin las
fuerzas que en la actualidad defiende este lado de la Lnea. En
el estado en que actualmente se encuentra, creo sumamente
fcil y an probable una invasin del enemigo por este lado,
tanto por la carencia de elementos de artillera para su
defensa, cuanto por el reducido nmero de tropa que lo
custodia, y sin ser esta de Lnea, careciendo de instruccin y
disciplina que para todo caso se requiere, el servicio de
vigilancia no slo tiene que ser activo de da sino que, como es
natural, en la noche hay imperiosa necesidad de redoblarlo.
Este servicio hoy, segn he sido impuesto por el seor Miranda,
Jefe de la Columna Pachacamac, es exclusivamente hecho por
l y su fuerza; porque los prestados por la Brigada de
Caballera, comandada por el seor Coronel Garca, que est

estacionada en la hacienda de la Molina, son casi nulos: segn lo


informado por el dicho Coronel Miranda.
Se hace indispensable y se necesita urgentemente, para la
seguridad de esta parte de nuestra lnea, que sin duda alguna
es la ms vulnerable, la colocacin de dos piezas de artillera
de largo alcance, en los lugares que ya he fijado; adems de
una batera de campaa, con al cual no solamente
se hostilizar al enemigo sino principalmente se le contendr,
si pretende avanzar. Se necesita adems que se estacione en
este lugar una fuerza competente de caballera, para el servicio
diario de avanzadas, patrullas y descubiertas, y cuando menos
dos batallones de Lnea o de Reserva, a fin de compartir el
servicio con la Columna Pachacamac, nica fuerza
con que hasta hoy cuento, con lo cual se har el servicio ms
eficaz y activo.
Antes de terminar este oficio, me permita hacer presente a
usted seor, que la Brigada de Caballera de que he hecho
referencia anteriormente, se ponga a mis rdenes, tanto para
regularizar el servicio, cuanto para disponer de ella en un caso
dado.
Dios guarde a usted, seor general.
(Firmado) Mariano Vargas"
Al da siguiente fue ms explcito, tanto para dar a conocer el
terreno, cuanto para manifestar lo indefenso que se hallaba
este punto, y la falta de fuerza y elementos para detener un
ataque. Deca la siguiente:

Jefatura Superior Militar de La Rinconada.


La Rinconada, enero 5 de 1881
Benemrito Seor General jefe de E.M.G. de los Ejrcitos.
Seor General:
Inmediatamente que tuve el honor de recibir el estimable oficio
de U.S. por el cual se sirve comunicarme mi nombramiento
de Jefe Superior Militar de este lugar, me constitu en el, y
desde luego he procedido a reconocer y examinar
detenidamente todos los lugares por donde puede penetrar el
enemigo, y aquellos en que, colocadas nuestras fuerzas,
podan batirlo con ventaja, y hacerla retroceder. Como en las
instrucciones verbales que he recibido de U S. se ha servido
hacerme una recomendacin especial de la defensa que debe
hacerse del Portachuelo de Manchay, ha sido este punto al
cual he consagrado, con preferencia, mis primeros
reconocimientos y estudios.
El Portachuelo de Manchay es efectivamente una de las ms
ventajosas posiciones estratgicas para obtener un buen
resultado, tanto por su posicin topogrfica, cuanto por las
ventajas que presente para un combate; pero se necesitara
indudablemente para ello un nmero crecido de fuerzas, bien
disciplinadas, aguerridas, y en condiciones especiales para
trepar cerros escarpados y de difcil ascensin. Multitud de
quebradas, algunas casi invisibles, exigen que estn
suficientemente resguardadas con fuerzas bastantes protegidas,
en todo caso, y an para el de una retirada, por una
respetable brigada de caballera; de otro modo la tentativa de
carga del enemigo, por cualquiera de ellas seria de

funestsimos resultados para nuestras tropas, y tendrn que ser


victimadas, sin remedio y sin xito alguno favorable.

La fuerza de que dispongo en la actualidad apenas bastaba


para hacer la defensa de alguna de esas quebradas y an
cuando se pusieran a mis rdenes algunos cuerpos de la
reserva, para este caso, y defender las dems, sin embargo no
alcanzara para defender a todas, y agrupar en el indicado
portachuelo la gran cantidad de tropa que ser menester; de
todo lo que se deduce que el portachuelo referido como
conveniente, segn me lo ha recomendado U. S. como lugar
estratgico, ser bueno como se lo dejo indicado, esto es con
una numerosa fuerza de infantera, artillera y caballera; y que
sin ellas es el menos a propsito para: contener cualquier
tentativa del enemigo, mucho menos para atacarlo. Es
preciso sin embargo algn otro plan de defensa para estos
lugares, sin necesitarse gran nmero de combatientes, que
desde luego me pueden ser remitidos de la lnea y de las
fuerzas que ms inmediatas se encuentren a este punto. Este
plan, segn los estudios que acabo de hacer con el ingeniero
que U.S. ha puesto a mis rdenes, y siguiendo los dictados de
la razn, es dejar libre aparentemente el paso del portachuelo,
y dejar venir al enemigo a Pampa Grande, ocupada sta por
l, sin mayor resistencia, se aplica electricidad a las minas, que
de antemano sern colocadas convenientemente, debiendo
estar defendida la parte frontera del portachuelo por la gente
de la zona del valle de Ate, tanto para que los primeros tiros
que hagan stos confirmen en esta parte la existencia del
enemigo en la pampa, cuanto para impedir que pueda tomar
direccin distinta. Los individuos de esta zona pueden batirse
en retirada, en el supuesto de que el enemigo intentara algn
ataque sobre ellos, y pueden retirarse sobre Vitarte, sin el
menor peligro y con la seguridad de no sufrir an la ms leve
desgracia, ocasionada por nuestros contrarios. An cuando las
minas, despus de su explosin no hicieran gran dao a las
fuerzas del enemigo, stas tendr siempre que sucumbir,

porque entonces estaan inmediatamente en combate las


fuerzas que existen en ese lugar, protegidas por los cajones
que deben colocarse, y por la zanja de ms de mil metros
que ya se ha principiado a trabajar. Los extremos de esa
zanja, que cubre la boca de la quebrada que sirve de entrada
a la zanja, saliendo de La Rinconada, se adelantan y pasan a
las eminencias que existen en esa entrada; en dichas
prominencias deben colocarse piezas de artillera de largo
alcance, con las cuales el combate tendr a nuestro favor todas
las ventajas apetecibles, y an en ciertos lugares de la
mencionada zanja, deben colocarse una o dos bateras de
campaa, en caso que el enemigo fuera capaz de intentar
forzar esa defensa para adueares de este extremo de nuestra
l?r1ea general, rechazado con los fuegos de esta artllenla,
que se situara a retaguardia de dicha zanja, la que tiene dos
metros de ancho y uno y medio de profundidad; ya su
retaguardia, a un metro, un parapeto de piedra de cantera,
bastante slido, y que dejar por completo cubierto al soldado.
No es difcil presumir cun importantes seran las consecuencias
de la realizacin del plan indicado; ello nos dara una victoria
que debemos y podemos obtener. Tal es mi concepto el mejor
plan que debe adaptarse en este lado; tanto ms desde que la
campia de este valle se est fortificando desde la chacra de
Vsquez hasta la capital, siguiendo as la combinacin en toda
la lnea ocupada por nuestras fuerzas de lnea y de reserva; por
manera y aun suponiendo un arrojo temerario de nuestros
enemigos, y que a pesar de nuestros esfuerzos por este lado,
tuviesen la suerte de vencer nuestras defensas, que sera
indudablemente despus de una gran prdida de sus tropas; o
porque despus de esos desastres del enemigo, fuera racional y
posible alucinado con el abandono de nuestras posiciones en el
punto de que trato, llamndolo al interior de la campia, es
indudable que nuestro triunfo, por este lado, seria indisputable,
tanto ms si se atiende a que en el tiempo en que el enemigo
puede ser contenido por nuestros fuegos de artillera, y ya en
conocimiento de U.S. desde el instante que hiciera su aparicin
en el portachuelo, racional es suponer que nuestras fuerzas de

lnea, que hoy se encuentran desde Monterrico Chico,


si as lo dispusiera U.S. las de reserva, que llegan hasta
Monterrico Chico, ambos lados distantes de este punto tres
cuartos de legua a lo sumo.
Contando pues con estos auxilios es como puede entrar a mis
clculos la combinacin de La Rinconada, pues sin esto de
nada servira este plan, desde que hasta la fecha no cuento
con artillera ni con tropa de lnea, pues solamente se me
ha puesto a disposicin o a mis rdenes la columna
Pachacamac con menos de doscientos hombres y una
compaa de caballera de poco ms de treinta plazas.
Tal es mi concepto, seor General, el plan que debo adoptar
en este lugar, y l nico que en las condiciones en que nos
encontramos, ofrece menos dificultades y asegura mejores
resultados. Para llevado a cabo con la cerelidad que se
requiere, es preciso que se me remita un nmero crecido de
peones, desde que el trabajo de la mencionada zanja se est
haciendo con individuos de tropa de la columna Pachacamac,
un aparato elctrico y suficiente cantidad de plvora.
Tengo conocimiento que en el E. M. G. de la reserva existen
algunos de esos aparatos; no haba, pues ninguna dificultad
en que cediera uno o dos de ellos, y el alambre bastante para
las ramificaciones a las diversas minas que deben colocarse.
Confo en que U.S. apreciar debidamente estas
consideraciones y que aceptar el plan de defensa, que en
croquis dejo expuesto. Si as fuese, se dignar U.S. ordenar que
se me remita por el E. M. G. del ejrcito de reserva uno o dos
aparatos elctricos, el alambre que haya menester y el mayor
nmero de peones posibles, para concluir en breves horas una
defensa que, si no extingue por completo al enemigo, dar al
menos mucho tiempo para que vengan en nuestro auxilio
fuerzas superiores.

Dios guarde a U.D. S. S. G.


(Firmado) Mariano Vargas"

Saco de soldado peruano utilizado


durante la guerra del pacifico (siglo XIX)

Pantaln de soldado peruano utilizado

durante la guerra del pacifico (siglo XIX)


Como no fueron debidamente atendidas las premiosas
indicaciones anteriores, el mismo Coronel Vargas, envi
Supremo la siguiente carta:
"La Rinconada, enero 6 de 1881
Exmo. Seor Doctor Don Nicols de Pirola
M respetado Seor:
Inmediatamente que se comunic mi nombramiento de Jefe
Superior Militar de La Rinconada, con que se ha servido
honrarme V.E., me constitu en ella y sin demora proced al
estudio de la zona que se ha puesto bajo mi responsabilidad
militar; asociado de un oficial del cuerpo de ingenieros que se
ha puesto a mis rdenes. V.E. tendr la dignacin de disimular,
si es que me permito llamar su atencin con esta carta, que me
veo precisado a dirigirle, por exigirlo as el grave asunto de que
paso a ocuparme. Como era mi deber he dado cuenta al
seor General del E.M.G. de los Ejrcitos, de quedar al frente
de mi puesto, y de haber tomado posesin de l, desde el
instante mismo que reciba su orden; al hacerla, le he dado
cuenta, en consonancia con las instrucciones que de l he
recibido, sino sucintamente, pero en lo principal del estado en
que se halla este punto, y pidindole los recursos
indispensables para hacer la defensa de l. Al siguiente da 5
de los corrientes, le he pasado otro oficio algo ms extenso,
donde le hago conocer cuantas circunstancias creo urgentes y
necesarias para la defensa de este lugar; oficios que si V.E.
quisiera honrarme con la lectura de ellos, se enteraba de las
razones que expongo.
No ha de llamar E.S. mi atencin, cmo es que siendo este
punto uno de los que ms peligro ofrece, segn mi humilde

entender, para que el enemigo haga una invasin sobre la


capital, se tenga hasta la fecha sin los elementos ms
indispensables para su defensa?
La defensa de la campia, que se est haciendo con
fortificaciones altas por un lado, criadas poco ventajosas,
desde que en la entrada principal a ella se encuentra
completamente desguarnecida. Verdad es, seor, que no se
me ha pedido mi parecer sobre este particular y quiz V.E.
puede creer en este procedimiento una falta que cometo; pero
V.E. en su esclarecido buen juicio, y en su carcter bondadoso
lo sabr disimular, y slo ver en el la buena fe que me ha
impulsado a ello, y la lealtad interna con que pretendo servir el
delicado puesto que se me ha encomendado. En mis escasos
conocimientos como militar, creo que la fortificacin del cerro
Vsquez y otros, que se estn formando por este lado, sern de
poca utilidad, si nuestros contrarios logran forzar La
Rinconada, y por ella penetrar en la campia, porque en este
caso, puestas en combate nuestras tropas de infantera, stas
pueden ser ofendidas por nuestras mismas fortificaciones, por
lo que no podra disparar contra el enemigo; fuera de otros
incidentes que no se ocultaran a la penetracin de V.E.. Si los
elementos de defensa que tengo pedidos, se remiten con la
prontitud que el caso requiere, puedo avanzarme a prometerle
a V.E. un buen xito de la defensa del punto de que me
ocupo; y que si el enemigo intenta hacer algn ataque o
reconocimiento por l, ser contenido.
Todo lo que me mortifica, ms que todos los inconvenientes con
que hasta hoy tropiezo, para ver realizada mi obra de la
defensa de este sitio, es la idea, que ni un instante me
abandona, que el enemigo se me tiene que presentar de un
instante a otro, y no estar listo, ni en condiciones debidas para
poderlo batir.

En dos das ms, quedar terminada la zanja de ms de mil


metros de extensin, que se est trabajando a vanguardia de
los ltimos sembros de La Rinconada, en su parte alta; esta
zanja tiene dos metros de ancho, y uno y medio de
profundidad y a la retaguardia un parapeto de piedra de
cantera, bastante slido por su espesor, y que deja cubierto
completamente al soldado. La zanja cierra por completo la
entrada principal a la campia del valle de Ate; a sus
extremidades faldean cerros que, coronados por tropas
convenientes, harn la defensa del lugar con todas las ventajas
apetecibles. He procurado, al formar las zanjas, dejar a su
retaguardia, en ambos extremos, prominencias slidas, y stos
son los lugares que he sealado para la colocacin de las
piezas de largo alcance, que he pedido, con las que se
daara al enemigo, indudablemente, desde que se asome por
el Portachuelo de Manchay, y desciendan a Pampa Grande.
Creo que V.E. quedara satisfecho de estos trabajos, si tuviera a
bien hacer un nuevo reconocimiento por este lado de la
lnea de mando; adems me ofrecera la oportunidad de
ponerme al habla con V.E. con lo que avanzara mucho esta
parte que me ha tocado defender.
Suplico a V.E. se sirva ordenar al seor General Silva, atienda
a mis pedidos, si V.E. les de asentimiento, porque solamente
aguardo estos para poder decirle a V.E. a su vez, yo respondo
del puesto que se me ha confiado y por l no entrarn nuestros
enemigos. Con los respetos debidos, tengo el honor de
suscribirme de V.E.
Su leal servidor (Firmado) Mariano Vargas"

Par de zapatos de soldado peruano utilizado


durante la guerra del pacifico (siglo XIX)

Zapato con escarpn de soldado peruano


utilizado durante la guerra del pacifico (siglo XIX)

Las fundadas observaciones, y urgentes pedidos del coronel


Vargas, no se atendieron, y tres das despus, se realizaron sus
pronsticos y temores.
Se present a las 7.45 a.m. la divisin enemiga del c.o.
Barboza por Pampa Grande. Esta divisin de ms de 2,000
hombres de las tres armas y cuatro piezas de campaa, sali
de Pachacamac el da anterior y tom el angosto camino de la
Quebrada de Manchay a Ate, de tres leguas poco ms o menos
de largo, la encontr completamente libre y sin avanzadas,
cuando ese camino debi estar no slo vigilado
perfectamente, sino tambin guarnecido por lo menos con
100 hombres en los dos puntos ms estrechos que se
encuentran en esa quebrada; el primero a una legua de
Manchay y el segundo dos millas adelante. Estos estrechos son
formados por cerritos aislados en medio de la quebrada,
dejando a derecha e izquierda un pasaje que apenas d
cabida a dos o tres jinetes de frente y por consiguiente,
bastaran unos cuantos hombres colocados en las alturas para
impedir el paso, sin correr ningn peligro, pues en ltimo caso
se tena expedita la retirada; pero el director de la guerra crey
que bastaba sembrar parte de esos estrechos con bombas
automticas (operacin que termin el 6 de enero, telegrama,
enero 7) y con abrir una zanja a lo ancho de la quebrada,
como 100 metros de la hacienda de la Rinconada; confiado
en esto, orden que el comandante Negrn y Bustamante, que
permaneca en Tuna y otros puntos de Huarochir, regresaran
con su tropa a Lima (telegramas del 6 al 8 de enero), al mismo
tiempo que el coronel Velarde se situaba en el cerro de La
Molina, cerca de Monterrico Chico, con la Columna de
Honor, antes de que esta fuera disuelta. Oigamos al atribulado
coronel Vargas que, dice:

"La fuerza destinada a guarnecer aquella llave principal del


ejrcito peruano constaba de poco ms de ciento sesenta
hombres titulados columna Pachacamac y otro pelotn de
treinta y tantos llamados compaa guerrillera, esta fuerza al
mando del don Manuel Miranda quien estaba investido del
carcter de Coronel Temporal, por consiguiente fuerza sin
instruccin ni disciplina que se requieren para el servicio
avanzado y al frente del enemigo.
Como era natural que ni autoridad militar en ese valle se
hubiera hecho reconocer procur ponerme al habla con el
comisario y comandante militar de l, para poder conseguir los
elementos que desde luego necesitaba con urgencia para
emprender los trabajos de defensa que me propuse hacer,
mas, esta autoridad me manifest no tener conocimiento de mi
colocacin en el valle; pero atendiendo el seor don Pedro
J. Roca y Boloa a las razones que le expon, y
conviniendo en ellas, procedi amigablemente a proporcionarme
las herramientas que le ped.
Lo cierto es que pasaron 3 das para que las autoridades
de dicho valle tuvieran conocimiento de mi colocacin
superior militar en l, lo cual perjudica en mucho mis
determinaciones. Despus, con el auxilio de peones, pude
impulsar el trabajo de la zanja y parapetos, que desde el
da 5 se puso en obra con la fuerza comandada por el
citado coronel Miranda, y cuyo trabajo lo diriga un oficial
del cuerpo de ingenieros, don Lucas Pedraza, quien desde
luego se puso a mis rdenes. Mientras se haca
este trabajo importantsimo, esperaba la remisin
de los elementos de guerra que tena pedidos,
mas estos no llegaron a remitirse, ni tampoco mis oficios
tuvieron la suerte de ser contestados; pero por un telegrama

que recib el da 8, dirigido por el seor general Silva se me


aseguraba que en ese da deban llegarme de Lima 4 abuses,
los cuales tampoco llegaron.
En tal difcil situacin me encontraba, y cuando me faltaban
dos das, a lo sumo, para la terminacin de la zanja y sus
parapetos se me present el enemigo en nmero considerable,
sorprendindome sin los elementos de guerra necesarios
para poder hacer una resistencia seria, causa por la que
pudo hacer, sin mayor estorbo, su reconocimiento.
Dos das despus de haberle dirigido al Seor General Jefe de
E.M.G. de los Ejrcitos los oficios de que dejo hecho referencia
y en consideracin a lo premioso de las circunstancias, me
dirig al Jefe Supremo con la carta cuya copia acompa,
nmero 5, carta que no me fue contestada, y por lo que infiero
dio lugar a una reconvencin que, en la misma fecha, me
hace el seor Silva.
La maana que aparecieron los enemigos, descendieron por
el portachuelo de Manchay, lo que particip inmediatamente
al Jefe de E. M. G. Y media hora despus de tan importante
aviso se me contesta por el telgrafo, por el seor general Silva
del E. M. G. que no tuviera cuidado, que no eran enemigos
los que tena a la vista, que era gente de la zona que se
ocupaba por ese lado en el mismo servicio de vigilancia;
telegrama que se acompaa bajo nmero 6. Encontrndome
en tan difcil situacin, y sin poder disponer de fuerza
competente para hacer resistencia conveniente a muy cerca de
tres mil hombres, que era el nmero que pude calcular tena al
frente, acud como era natural y por conducto de mis
ayudantes y del ingeniero Pedraza a pedir las tropas de los

Sacn de oficial peruano utilizado durante


la guerra del pacifico (siglo XIX)

cuerpos de infantera nmero 14 de la Reserva, su coronel


Pomar, que ms inmediatas se encontraban en el teatro de
operaciones. Mas, este jefe y su superior, el Comandante
general Correa y Santiago, a cuya divisin perteneca el
batalln indicado, ignoraban en absoluto las instrucciones
dadas para proteger al coronel Vargas, y mientras consultaba
a su superior, y recib la orden de efectuarlo, pasaron dos
horas; que las aprovech el enemigo, que no habiendo sido
hostilizado ni sentido, desde que emprend su movimiento (por
el abandono en que qued todo el camino de quebrada de
Manchay), se present en Pampa Grande, repentinamente y
trab combate con la fuerza del coronel Vargas, fuera diez
veces inferior en todo sentido. En vano pidi auxilio de la
Reserva y de algunas piezas de artillera ligera. Las bateras
Vsquez y de la Molina no podan alcanzar hasta Pampa
Grande, o a la entrada de la Rinconada. El diminuto y recluta
batalln cvico Pachacamac de 160 plazas resisti cuanto
pudo, por ms de dos horas, y cedi ante el gran nmero que
lo atacaba con infantera, caballera y artillera, por los cerros
de la derecha y de la izquierda de la Rinconada, de los cuales
se haban posesionado anticipadamente, sin resistencia.
Viendo el coronel Vargas perdida la nica fuerza con que
contaba, se retir a Vsquez a las 9.50 en busca de auxilio.
Una hora despus el Jefe del Estado Mayor General, que no
crey cierto el aviso de aproximacin del enemigo, con santa
paciencia orden a Vargas que sostuviera, pues en ese
momento marchaba con fuerzas para auxiliarlo (de San Juan a
La Rinconada hay ms de seis millas). A la misma hora y por
primera Vez dio orden a los comandantes generales,
coroneles Dvila y Velarde, que a todo trance se conservaran
en su puesto, y anunciaba al Comandante en Jefe de la

Carabina marca Mini utilizada por el ejercito peruano en la


Guerra del Pacifico. Usaba cartucho de papel (siglo XIX)

Fusil Chassepot de aguja utilizada por el ejercito peruano


durante la Guerra del Pacifico (siglo XIX)

Reserva que era probable el ataque, cuando ya el


desamparado coronel Vargas se encontraba refugiado en
Vsquez, y el enemigo se apoderaba de la hacienda
Melgarejo, del cerro de la hacienda de La Molina, en
persecucin de los dispersos del Pachacamac, y de los
cincuenta jinetes de caballera, nica tropa montada en
aquella avanzada, y tomaba varios prisioneros (telegrama
nmero 69, 53-54).
Al saber lo que haba pasado en La Rinconada, el Director de
la Guerra orden al Comandante en Jefe de la Reserva que
guarneciera San Bartolom, por Vicentelo, y el mal paso de
Zrate, y lo sostuviera, y en caso de que el enemigo avanzara
sobre Salamanca, se replegara a Vsquez (telegrama 71). A su
vez el Jefe del Estado Mayor General, ordenaba al coronel
Velarde que de acuerdo con el coronel Dvila coronara los
cerros de La Molina, y contuviera al enemigo a todo trance; y
prevena al Comandante en Jefe de la Reserva, que el coronel
Vargas regresara a la Rinconada a sostenerla a todo trance,
dndole para ello fuerza suficiente, y que cuidara de coronar
con gente guerrillera (montoneros) las alturas de la izquierda
de La Rinconada, que colindan con Barbadillo y Vitarte,
temiendo que el enemigo quisiera abrirse paso por all, rden
que no fue cumplida por ser contraria a las .comunicadas por
el mismo Jefe Supremo (telegramas nmeros 15 - 67 -68).
No encontrando resistencia, avanz la divisin enemiga hasta
las haciendas La Molina y Melgarejo, pero tan luego estuvo al
alcance de los caones de las bateras de Vsquez, rompi
sta sus fuegos con tan buen xito que aquella volte bridas,
dejando en tierra muertos, heridos y golpeados y tres
prisioneros.

Fusil tipo Grass utilizada por el ejrcito chileno durante


la Guerra del Pacfico (siglo XIX)

Bayonetas utilizadas por el ejercito chileno durante


la Guerra del Pacfico (siglo XIX)

El encuentro, por sus resultados materiales, fue insignificante


para ambos combatientes; los peruanos tuvieron siete muertos,
entre ellos un oficial y ocho heridos. Los chilenos (telegrama
numero 31) dos oficiales y un soldado muertos y quince heridos.
El objeto que se propuso el enemigo estaba cumplido: se
convenci del desorden que reinaba en el ejrcito peruano; del
completo abandono y descuido en que se hallaban los puestos
avanzados, en cuyos caminos no exista ni un solo centinela o
espa, y que el tan temido dictador del Per, convertido en
"Generalsimo", no tenia preparado ningn plan de defensa,
como no lo tuvo de ataque, cuando permiti al enemigo
desembarcar a cuatro leguas de su primera lnea y apoderarse
del frtil y estratgico valle de Lurn.
Adems el enemigo consigui el no menos valioso fruto de
tomar como prisionero al mayordomo de la hacienda
Melgarejo, el ingeniero Murphy, de nacionalidad britnica,
que vino al Per en 1864, contratado por Henry Meiggs para
la construccin de los ferrocarriles y que con este motivo haba
levantado los planos de los alrededores de Lima y otros
lugares, y que, una vez terminados o paralizados los trabajos
de estas obras, pas como mayordomo a Melgarejo, en
donde se le tom creyendo que fuera del nmero de
ingenieros contratados por Pirola para las obras de
fortificacin. llevado ste al campamento chileno se le puso en
libertad porque dio datos exactsimos del lugar y modo en que
estaba colocado el ejrcito peruano, principalmente por su
flanco izquierdo, o sea por Ate, Vsquez y otras zonas. Con
estas noticias los enemigos ya pudieron concertar, con toda
seguridad, su plan de batalla. El britnico Murphy retribuya as
la buena acogida y trabajo que encontr en el Per.

La confusin que reino en la maana del 9, cuando apareci


en Pampa Grande la divisin chilena evidencio el deplorable
estado de indisciplina y desorganizacin del ejrcito peruano.
Ningn Jefe Superior conoca anticipadamente lo que deba
hacer en un momento dado, ni se les haba dado instrucciones
para el caso. El Comandante General de una de las mejores
divisiones del Ejrcito de Reserva, coronel Pea y Coronel, no
saba el lugar en que se encontraba su divisin (telegrama
numero 3 - 94), en los momentos en que se comprometa el
combate en Pampa Grande, pero aquello no debe parecer
extrao cuando el mismo general Silva, Jefe del Estado Mayor
General del Ejrcito, ignoraba mucho de lo que pasaba en la
lnea ordenada, dirigida y mandada por l, Y hasta el exacto
emplazamiento en que se encontraban situadas algunas de las
divisiones que la formaban (telegramas nmeros 16 - 20 y 21).
No saba que el enemigo dominaba las alturas de Barbadillo,
y crea que lo tena por su frente (telegrama nmero 86). El
mismo Pirola ignoraba, tres horas despus de iniciado el
combate de Pampa Grande, si el ataque era con el grueso del
ejrcito o slo con alguna divisin exploradora (telegramas 10
y 11), aunque minutos despus no crea que el ataque fuera
general ni menos por el lado de Monterrico o Ate (telegrama
nmero 19).
El Comandante General de la Reserva, que por su alta
posicin oficial, y como General en Jefe del Ejrcito, pudo y
debi auxiliar al coronel Vargas con la numerosa fuerza que
tena, sin necesidad de orden especial del Jefe Supremo,
estando a menos de una legua del lugar en que aquel se
defenda desesperadamente, no se resolvi a desprender de su
lado a ningn batalln ni saba el destino que deb dar a la
Columna de Celadores (telegramas nmeros 17 y 18).

Nada de extrao tena que los comandantes generales del


ejrcito de vanguardia, colocados en San Juan y Santa Teresa,
ignoraran lo que pasaba en La Rinconada. Las faltas del
Estado Mayor del Ejrcito las supla el director de los telgrafos
que con solicito cuidado pona en conocimiento de cuantos
jefes convena las noticias necesarias para evitar sorpresas y
mantenerlos alerta para toda emergencia (telegramas nmeros
24, 44, 45, 80 Y 82).
Desde que la caballera chilena volte caras y se puso fuera
del alcance de la batera Vsquez se ignoraba si continuaba su
retirada, o si se concentraba en La Rinconada y sus
inmediaciones.
Ninguno de los jefes que estaban en las cercanas de La
Rinconada envo partida alguna de exploracin a saber donde
se hallaba el enemigo; fue preciso que el mismo general Silva
lo verificase, horas despus, para saber que haba cesado el
peligro y no haba novedad (telegramas nmeros 29, 92 y 98),
sin embargo de lo cual ordenaba al coronel Velarde que
hiciera "largas exploraciones sobre Pampa Grande, pues haba
la posibilidad de que el enemigo se hallara prximo"
(telegrama nmero 90).
El coronel Vargas regres a La Rinconada con orden especial
de hacer servicio de exploracin avanzada, pero no se le dio
mas tropas que el Batalln nmero 14 de la reserva y 50
hombres de caballera, incapaces de hacer este servicio que
requera buenos caballos, y competentes elementos militares,
de todo lo que careca precisamente la fuerza (telegramas
nmeros 33 y 93),

La gente que pele en la maana qued en un estado


calamitoso; tena los pies destrozados y no haba comido en
todo el da; sin embargo el Comandante en Jefe de la Reserva
y el Jefe del Estado Mayor General, ordenaron que esa gente
se situara en el puente de lo largo del ro a fin de cubrir el
camino que baja de La Rinconada (telegrama nmero 13).
Atemorizado el coronel Vargas regres a su puesto, reprendido
por el Jefe mayor General. Crea que el enemigo permaneca
en la zanja de Pampa Grande a la 1p.m.; horas despus deca
el mismo coronel Vargas que el enemigo volva a emprender el
ataque a las 9,50 p.m.. Pasaron algunas horas de dudas e
incertidumbres, y para estar prevenidos contra toda
emergencia, el Segundo Cuerpo del Ejrcito de Reserva ocup
los siguientes puestos: Batalln del comandante Muro, en el
cerro Santa Rosa, dominando el camino a Huachipa; Batalln
del comandante Roca, en el cerro Quiroz, dominando el
camino de Vitarte e izquierda en Vicentelo; Batalln del
comandante Alarco, en la huaca Perales; Batalln del
comandante Ortiz de Cevallos, en San Bartolom, y a su
izquierda en el depsito de plvora;' Batalln del comandante
Ramrez, en Vsquez, provisionalmente, pues deba ocupar
la falda del cerro San Gernimo del otro lado del ro Zrate.
La divisin del coronel Dvila pas a su antiguo campamento,
dejando Monterrico, lugar que ocup transitoriamente, la
mitad de la caballera y una batera. La divisin del coronel
Correa y Santiago, que durante el da permaneci, parte en
Monterrico y parte en Miraflores, qued en La Calera.
Las primeras horas de la madrugada del da 10 se pasaron
en averiguaciones estriles sobre el porqu no regres el
coronel Vargas a su puesto de La Rinconada; en si se le dio o no

la fuerza suficiente; en exculpaciones del General en Jefe de


Estado Mayor General del Ejrcito, y en averiguar el nmero
de la fuerza enemiga que el coronel Vargas continuaba
viendo en Pampa Grande. Al recibir rden de dominar las
alturas de Barbadillo manifest ste las dificultades e
inconvenientes del movimiento y la falta de fuerzas para
ejecutarlo e impedir al enemigo que avanzara sobre La
Rinconada, con cuyo fin estaba situado en el puente de
Monterrico con el Batalln nmero 14. El Jefe de Estado
Mayor General insisti en que se cumplieran sus rdenes, en
combinacin con los jefes de la Reserva, pues en "la guerra
segn lo expresaba en su reiterada rden telegrfica- no
haba imposible"; pero todo no pas de una energa de
telgrafo. El Comandante en Jefe de la Reserva se excuso de
dar auxilio a Vargas so pretexto de no tener fuerzas con qu
reemplazar a las que enviara de Vsquez a La Rinconada.
Pero el coronel Vargas, a pesar de la densa neblina de la
maana, vea que las alturas de Barbadillo y las de Pampa
Grande estaban ya dominadas por el enemigo, por cuya
causa regresaba a refugiarse en Vsquez; y lo ms singular
consista en que el Comandante en Jefe de la Reserva, que
no pudo y debi enviar a sus ayudantes a explorar esos
puntos, que no slo distaban de su campamento un poco
ms de una legua, preguntaba al Jefe de Estado Mayor, que
se encontraba en San Juan, a doble distancia, si en Pampa
Grande, Barbadillo y La Rinconada haba fuerzas enemigas.
Este Jefe slo saba que a Vargas le haba ordenado que
dominara esos puntos con sus fuerzas; l tambin vea
enemigos as como Vargas continuaba vindolos en las
alturas de barbadillo, despus de haber hecho un
reconocimiento. El general Silva confirmaba esta noticia: "crea que el
enemigo disparaba para all, y por eso encargaba al coronel

Dvila que no se moviera, y que si necesitaba apoyo lo


solicitara al coronel Surez"; Tambin crea que ese da tendra
lugar el gran combate y daba rdenes.
El Jefe del Estado Mayor General del Ejrcito de Reserva
dictaba por su lado rdenes para la colocacin de algunos
cuerpos temiendo ser atacado; y no faltaba razn al jefe de
Estado Mayor General, porque desde las 3.20 de la maana
se toc general a en el campamento de Santa Teresa; horas
despus se vieron avanzadas al frente y an se crey que fuera
todo el ejrcito enemigo. El ejrcito se coloc en sus
respectivos puestos. Sali el Estado Mayor y el Jefe Supremo.
Se rompi fuego de artillera por la izquierda, que ces
despus; todo fue un simple reconocimiento contra los que
sembraban bombas automticas. Pero en la lnea del
campamento Vsquez reinaba el mismo desorden que el da
anterior. El coronel Vargas, que mal de su grado y sin que se le
dieran los auxilios que pidi, y que el jefe de Estado Mayor
orden darle, sali a practicar el reconocimiento de Barbadillo
a las 6 a.m. con slo 20 hombres. Regres a las 10.50 a.m.
asegurando que el enemigo, en nmero considerable, bajaba
por Pampa Grande y tena ocupada las alturas con fuerza
mayor que el da anterior y que haca fuego.
Por su parte el coronel Dvila mand hacer un reconocimiento
y seis horas despus dijo el explorador que el ejrcito chileno
estaba dividido en dos cuerpos, el uno en la Tablada de Lurn y
el otro en la quebrada de San Juan, noticia que no crey el
Jefe de Estado Mayor General, y orden que se hicieran
nuevas exploraciones recomendando que se observara desde
el cerro del Retamal, de donde se dominaba con la vista el
campo enemigo, y tan fundada fue la desconfianza, que el

mismo coronel Dvila, cuidndose poco de la cortesa, dijo al


mismo Jefe de Estado Mayor General que el coronel Vargas
deba ir a reconocer bien el campo, ya sea por las alturas o de
frente por Pampa Grande, pues si esto no se haca estaban
jugando a la gallina ciega (telegrama nmero 59).
El coronel Velarde desde su campamento de Monterrico,
cubierto de densa niebla, a las siete de la maana, dijo que no
haba novedad, y casi dos horas despus senta fuego de
fusilera por La Rinconada, que a la media hora par
(telegramas nmeros 25, 56 y 59), El coronel Palacios, jefe de
la batera San Cristbal vea a la izquierda de la batera de
Vsquez una fuerza numerosa que se retir por completo, a
consecuencia de los disparos que le hizo, cuando en realidad
la fuerza sobre la cual hizo fuego era peruana.
En medio de esta duda se orden al coronel Surez, en
conformidad con la orden suprema, que se mantuviera en su
puesto y apoyara al coronel Dvila en caso necesario. Esta
divisin que estaba en marcha para San Juan a las 9.15 se
detuvo en la pampa de Monterrico esperando rdenes, y se le dijo
que, dejando la Columna de Celadores en el portachuelo,
dominando las alturas, regresa a su antiguo campamento cerca
de San Juan.
El confundido general Silva preguntaba a los comandantes
generales de la lnea de Monterrico y La Rinconada el nmero
y calidad de su gente, y el armamento y calidad de tiros datos
que no deba ignorar; y aunque esos jefes le dieron
razn de todo, fluctuaba sobre lo que pasaba en Pampa
Grande por la contradiccin de los partes repetidos que
reciba. En uno le ordenaban atacar y en otro no. Hastiado por

estas contrariedades pas personalmente a las 12.44 p.m. a


Monterrico, La Molina, La Rinconada y Vsquez; siendo el
resultado de este reconocimiento de las 5.15 p.m. que en La
Rinconada no haba ocurrido nada.
Calmados los nimos, disipadas las ilusiones pticas de los
jefes que vieron masas enemigas en La Rinconada, que oyeron
fuego de fusilera y hasta dispararon contra ella los caones de
la gran ciudadela de San Cristbal, regresaron las divisiones a
sus respectivos puestos. Aconteci en este da, en el campo de
Vsquez y La Rinconada idnticas ilusiones pticas y acsticas
a las que tuvo el ejrcito chileno cerca de Tacna.
El Comandante en Jefe del Ejrcito de Reserva, coronel Juan
Martn Echenique, en todo ese da limit su accin a dar
rdenes, sin acompaadas de los elementos necesarios para
su buena ejecucin, y a comunicar noticias; no envi a
ninguno de los numerosos jefes u oficiales que formaban su
Estado Mayor para que personalmente exploraran el campo
en que se deca estaba el enemigo; slo al anochecer sali a
examinar lo que pasaba y encontr todo en orden.
El desorden del da 10 fue menos disculpable que el da
anterior: los jefes que vean lo que no exista, pues es un hecho
comprobado que la divisin chilena que atac por Pampa
Grande, se retir a la una de la tarde del mismo da 9, y no
hicieron exploraciones personales; el Comandante en Jefe de
la Reserva que se resisti a mandar tropa mejor montada y
veterana, para reconocer satisfactoriamente el campo, todos
debieron ser juzgados rigurosamente, separando desde luego
de sus empleos a los que peor se comportaron. El Jefe de
Estado Mayor General haba dado muchas pruebas de
incapacidad y falta de energa y haba cado en desprestigio en
el ejrcito; sin embargo el Jefe Supremo no expres
desaprobacin alguna. En este estado de desorden, en que se
careca de la unidad de mando y carcter para mandar poda

esperarse campaa exitosa de defensa cincuenta horas


despus?
VERSION CHILENA DEL COMBATE

La informacin que sigue fue escrita para "El Heraldo" de Chile


por su corresponsal de guerra (enero de 1881) y se refiere al
combate de La Rinconada:
"A las 4.00 p.m. del sbado 8, conforme a las rdenes
recibidas, sali del campamento de Pachacamac el coronel don
O. Barboza con sus ayudantes.
A las 7.00 p.m. se detuvieron al salir del valle, acampando all
con todas las precauciones consiguientes a una marcha
sorpresa hasta 1.00 a.m., hora en que se pusieron
nuevamente en marcha, cuando ya la luna haba apagado su
farola, como dijo un soldado.
La tropa fue distribuida as:
Vanguardia: Buines, Caballera, Artillera, 30 del Lnea y
Lautaro.
A las 5.00 a.m. la lnea se detuvo a la entrada de un paso
estrecho, verdadero zagun de una boca de lobo. Cortado
entre dos cerros, de una cuadra de largo y cinco varas de
ancho. Segua un cajn pedregoso entre dos cordones de
lomas elevadas, como de 5,000 metros de altura por 1,000 de
ancho y a cuyo fondo se divisaban las trincheras enemigas.
Se mand a los Granaderos a descubierta, y volvieron
diciendo que no haba si no minas; pues no alcanzaron a ver
a los enemigos, que permanecan ocultos.

Avanz entonces la compaa del Buin, con rden de ocupar


una quebrada entre dos cerros. Dos piezas de artillera se
colocaron a la entrada izquierda sobre las lomas de entrada y
las otras dos un poco ms adelante, a 3,500 metros de
distancia.
Tres compaas del 30 tomaron en seguida posicin de las
cumbres que dominaban las lneas enemigas, quedando el
resto como reserva.
La artillera dispar como una hora y media sin apurarse, yal
concluir, bajando de los cerros laterales se juntaron las
compaas del Buin y dos del 30 , avanzando en rden disperso
hasta la distancia de 600 metros de las trincheras, donde
comenzaron lo que los militares llaman fuego de avance.
Fue esta maniobra el primer episodio interesante del drama
que comenzaba. Las tres compaas, alineadas en un rden
admirable, avanzaban lentamente formadas en dos filas; la
primera cargaba tendida en el suelo, se hincaba para apuntar,
y slo despus de elegir detenidamente su blanco,
disparaba y se tenda de nuevo, dejando paso a la segunda
que avanzaba a su vez unos cuantos metros, se arrodillaba y
apuntaba, en seguida fuego y despus a tierra para que
avanzara la de atrs.
Era esto una evolucin en la elipsis del Parque Cousio,
admirable por el rden, la calma y la increble sangre fra de
nuestra tropa, que no disparaba sino despus de pillar vuelo
uno de los blancos fugaces que asomaban detrs de las
trincheras, como la cabeza de don Cristbal en el entablado de
los tteres.
Estos, por su parte, hacan un fuego desaforado tirando
atolondradamente sobre nuestras tropas.

Nuestros soldados estn persuadidos de el que se bate detrs


de parapetos est perdido, primero, porque no apunta,
preocupado con la idea de que estn esperando que asome la
cabeza para dispararle, es decir, que teniendo resguardado
todo el cuerpo, todo el cuidado lo concentra en la cabeza, y
entonces apenas asoman apuntando al cielo la ms de las
veces, y segundo, porque ya no tienen derecho a pedir la vida
al que logr vencerlos teniendo de su parte todas las
desventajas.
Se vio entonces salir a espaldas de las trincheras, con direccin
a los cerros de la izquierda, la caballera enemiga, que pareca
desafiar a que avanzaran los nuestros. No saba que por la
falda opuesta suba una compaa del 3, la que apenas vio
desde la cumbre la maniobra de los jinetes, rompi sobre ellos
sus fuegos, descendiendo rpidamente al plano, sin lograr
darles alcance, porque huyeron al monte a galope y tan
atropelladamente que apartndose de la ruta conocida,
hicieron estallar a su paso dos o tres minas.
Entonces se toc "alto el fuego y avance nuestra caballera",
movimiento audaz que tuvo de su parte el xito contra el cual
nada se puede decir. Los Granaderos faldearon el cerro por
donde haba pasado la enemiga, y tomando a la izquierda
describieron una curva a espaldas de las trincheras ocupadas
todava por la infantera peruana. Hubo en sta un instante
de pnico, pues abandonando sus fuertes posiciones, ech a
correr al monte que tena 20 pasos a retaguardia.
Iba al frente de la primera mitad de Granaderos el alfrez don
Nicanor Vivanco, y tan rpida fue su carga sobre los que huan
que, a pesar del corto trecho que stos tenan que recorrer
para quedar a salvo, alcanz a acorralar a 25, 2 oficiales y 23
soldados, los mismos que despus mordan el polvo, rasgadas
de alto abajo las cabezas; como si fueran sandas.
Qu sablazos, Dios de la guerra!

Unos se haban detenido en la mandbula inferior, otros


haban hundido los kepis en una zanja que llegaba hasta la
nariz, y muchas cabezas pendan apenas de una hebra de
carne.
Ah concluy el combate. Ya el resto de las tropas nuestras
ocupaba todo el cajn. Se pudo ver entonces las trincheras
enemigas: un terrapln de arena de dos metros de alto, un
foso, despus rieles cruzados, en seguida, el monte para
arrancar y minas de plvora en todos los caminos, senderos y
faldas de cerros por donde era posible el paso. Haba en ese
reducido espacio unas 150 minas, de las cuales 30 estaban en
el desfiladero de la entrada.
Tres de ellas reventaron a espaldas de nuestra caballera; otra,
cuando confundida la mitad del alfrez Vivanco con la
infantera enemiga, slo se vea a travs de una nube de polvo
amarillo el centelleo de los sables; otra, que un soldado
de Granaderos hizo estallar al tocarla con su sable para
inutilizarla; un caballo suelto que corra por el campo pisa
otra, que revienta levantndolo seis varas del suelo, donde
cay con el vientre abierto; y la ltima que pis un soldado del
Buin, llevndole una pierna y quemndole la cara a l, y a
Eugenio Figueroa la cara y la mano.
A las 11.00 a.m. todo estaba concluido. La tropa se internaba
hasta siete cuadras en el bosque, donde tranquilamente varios
soldados cogieron un buey, lo despostaron sin alcanzarlo a
comer, pero trayndose la carne a medio asar.
Los heridos nuestros son 11: Jos Quezada, un balazo en la
mano; Po Toro, en la ingle; Exequiel Gonzales, golpe de bala
en un pi; Jos Mara Avils, bala en un costado; Pedro Jos
Correa, bala en un muslo; Eugenio Figueroa, polvorazo;
Raimundo Retamal, bala en el muslo; Rosendo Palma, bala

en el costado izquierdo, y Segundo Loyola, el Buin que pis


la mina y que muri en la misma noche.
Los heridos fueron curados en el mismo campo de batalla por
los seores San Cristbal, Ojeda y Valenzuela, en momentos
en que el San Bartolom comenzaba a disparar sobre el
campo ocupado por los nuestros, lo que dur cerca de una
hora.
A la 1.00 p.m. se emprenda la marcha de regreso, trayendo a
uno que se dijo ingeniero ingls.
La infantera peruana tuvo unas 80 bajas, y su nmero se
estima de tan diversas maneras, que prefiero esperar el parte
oficial que an no se ha pasado.
Habiendo el coronel Barboza consultado al General si se
mantena en el punto que ocupaba, recibi rden de
abandonado, por lo que a la 1.00 p.m. se emprendi el
regreso, soltando esa buena presa que tan poco dista de Lima.
El lugar de la refriega se llama La Rinconada, a ocho cuadras
de Ate.
No se haban apartado mucho los nuestros, cuando la tropa
peruana, oculta en el fondo del valle que le serva de refugio,
volvi a sus trincheras, a los cuales segua el San Bartolom
disparndole tardos caonazos.
En el camino se encontr ton dos compaas del Curic,
apostadas ah por lo que pudiera suceder.
Tal ha sido la funcin de hoy.
No tuvo mas consecuencias que las que se quiso sacar de ella;
pero ha probado que Lima pudo ser tomada si' se refuerza
a Barboza, as como los peruanos sacaron la consecuencia
de que el camino a Manchay es una rendija peligrosa en sus
filas.
El corresponsal

VERSION PERUANA DEL COMBATE

Parte de Batalla Oficial, emitido por el sr. coronel Mariano


Vargas -Jefe Superior Militar- 09/01/1881
Jefatura Superior Militar del Valle de Ate.
La Rinconada, 9 de enero d 1881
Seor General J. de E.M.G. de los Ejrcitos:
Seor General:
Tengo el honor de poner en conocimiento de U.S. el hecho de
armas que se ha realizado hoy entre el reducido nmero de
fuerza que dispona, y el enemigo comn de la repblica. A las
cinco poco ms o menos de la maana, tuve aviso de que el
enemigo, en nmero muy considerable, descenda por el
portachuelo de Manchay y a Pampa Grande; corroborando
este parte las repetidas detonaciones de las bombas
automticas colocadas al intento en aquellos lugares.
Inmediatamente proced a su reconocimiento, y una vez
convencido de que realmente era el enemigo el que ocupaba
esos lugares, lo puse, por telgrafo en conocimiento de U.S.;
enseguida movilic mi diminuta fuerza; la coloqu de la
manera ms conveniente: la calumna Pachacamac tras del
parapeta del centro de la zanja, sta can paca ms de ciento.
cincuenta hambres; a la derecha de esta calumna veinte y
cinco hombres, pertenecientes a la Primera Brigada,
comandada par el teniente coronel dan Gumercindo Herrada,
por encontrarse sin armas el resta de su fuerza, y cuya tropa
lleg a este lugar el da de ayer a las 5 p.m. y a pi, por no.
tener caballada; a la izquierda la Compaa Guerrillera
mantada en aguilillas, sumamente extenuadas par las fatigas
del servicio avanzada, encomendada a aquella y a esta
compaa compuesta de treinta y tantas plazas compaa parte
de la Calumna Pachacamac y comandada par el Sargento

Mayor Temporal dan Francisca Vargas, y las veinte y cinco


hambres de caballera mantadas al manda del Sargenta Mayar
Arguedas y que servan a mis inmediatas rdenes, colocados tras
un mdano de ese lado izquierdo. Mientras practicaba estas
operaciones, el enemiga continuaba descendiendo a la
mencionada pampa; donde se organiz, y no se moviliz sobr
mi lnea, sino despus de haber practicada varias reconocimientos
can patrullas de caballera, y en cuyo intervalo rompi
sus fuegos de artillera, can dos piezas colocadas en la
falda de un marro situada a la izquierda de la salida del
partachuela; sus proyectiles salvaban nuestra zanja, cayendo
varias de ellas a ms de cincuenta metros a retaguardia de mi
tropa; poco despus enmendaron sus punteras, y algunas
bambas reventaron dentro de la zanja, pero no llegaron a
ocasionamos daos. Estas eran las condiciones en que me
encontraba, seor General, en aquellas momentos, y par las
que preced a pedir refuerzo a las tropas de la Reserva que se
encontraban ms inmediatas en mi lnea de operaciones, las
que supona tendran rden de obedecer mis rdenes, en casa
semejante, cama autoridad superior militar de ese valle, pero
desgraciadamente mis rdenes no fueron obedecidas.
Mientras todo esta me pasaba, el enemigo se movilizaba sobre
nuestra lnea, una vez que lleg a convencerse de nuestra
lamentable falta de artillera y del reducida nmero de nuestros
valientes defensores. Las columnas de infantera, con poco ms
de dos mil hombres (2,000) se dispona a tomar las alturas de
su derecha, y protegidas por un numeroso cuerpo de artillera;
pero tenan que retardar esta operacin para poder llegar a
tiro de rifle de nosotros, y como se vio despus, par la multitud
de quebradas que contienen esas alturas; vista esta y
manifestndome el ingeniero dan Lucas Pedraza, que sirve a
mis rdenes, que adems en este peligro se ofreci a servirme
de ayudante, ya la vez el Sargento Mayor Temporal don Jos
Mara Vivanco a quien ltimamente mand can la misma orden
de que deja hecha referencia, que mis rdenes no podan tener
lugar, si personalmente no las comunicaba yo; que poda ser
muy bien que mi presencia influyera en el nimo de los jefes de la

reserva, por lo que proced, sin demora, a ella, dejando


encomendada esa pequea lnea al seor Coronel Miranda. Al
tocar con el Coronel Pomar, Jefe del Nmero 14 me hizo
presente que no slo l sino que toda su batalln se
encontraba desesperado por acudir al lugar del peligro, pero
que se le acababa de comunicar rden, por su inmediato
superior, de no moverse de su campamento; visto esto me
diriga Vsquez, y no encontrando a los jefes superiores de ese
ejrcito d cuenta a U.S. por el telgrafo, de este desgraciado
suceso, regresando en el acto al lugar de mis principales
operaciones. Al entrar en mi lnea, pude observar que la
caballera enemiga, en crecido nmero, haba dominado por
completo mi fuerza, hacindole desde las alturas, un
nutridsimo fuego, y que a la vez descenda otra fuerza de
caballera por el cerro Melgarejo, la que se dirigi a tomar la
retaguardia de la zanja, desde donde nuestros valientes les
dirigan sus fuegos, desventajosamente. Convencido de que
estos denodados patriotas tenan que ser acuchillados
miserablemente, orden se retirasen sobre la chacra Vsquez;
instantes despus el enemigo qued en posesin de nuestro
campo, no sin dejar antes de acuchillar a algunos de los
nuestros. Esta retirada, dispuse, fuera protegida por la brigada
comandada por el Teniente Coronel don Milln Murga, que
media hora antes de la terminacin de este hecho de armas,
se me present con la fuerza de su mando, siendo este
pequeo cuerpo el ltimo en salir del campo, cumplindose
as mismo mis rdenes.
El Teniente Coronel Murga se encontraba con su cuerpo, a
ms de media legua de mi lnea, cuando se impuso de lo que
pasaba en las alturas de La Rinconada; por lo que sin prdida
de tiempo verific su marcha; y pudo compartir con el
mayor entusiasmo y decisin, del hecho de armas de que
estoy dando cuenta a U.S.. Enemigo de lisonjas, pero
amante del patriotismo y del valor, cumplo con el deber de
recomendar a U.S. el heroico comportamiento de la Columna
Pachacamac y el severo valor de su digno jefe seor Coronel

Temporal don Manuel Miranda, as como tambin el de los


dems jefes y oficiales de ese patriota cuerpo. El sealado
valor de los tenientes coroneles Herrada y Murga, como el
Sargento Mayor Arguedas. Las urgentes y complicadas
rdenes que en tales momentos tuve que dictar, en las tres
horas y media que dur este hecho de armas, fueron
cumplidas por el Sargento Mayor Jos Mara Vivanco, cuyo
comportamiento, en horas tan apremiantes, las pude medir
por su serenidad y actividad; as como tambin el patritico
entusiasmo con que cumpli mis rdenes el oficial del cuerpo
de ingenieros don Lucas Pedraza, a quien recomiendo a U.S.
de un modo especial. Tales han sido, seor General, los
hechos verificados en la maana de este da. Ellos importan, si
se quiere, un triunfo para nuestras armas; porque triunfo es
incuestionablemente, luchar poco ms de doscientos hombres,
con un enemigo que en tales circunstancias dispona
cerca de tres mil hombres, bien armados; y por los elementos
de artillera de que dispona.
Dios guarde a US. S. General
(Firmado) Mariano Vargas"
COMBATE DE LA RINCONADA

El coronel O. Barboza, en cumplimiento de una misin de


reconocimiento que le fuera encomendado por el alto mando
chileno, parti de su acantonamiento en el valle de Lurn, el
8 de enero de 1881 en la noche; su objetivo era inspeccionar
y sopesar las defensas peruanas de Lima por el valle de Ate.
Para ello tena que atravesar el pueblo de Pachacamac,
continuar por el valle denominado Manchay Alto y Manchay
Bajo, hasta llegar al portachuelo de Manchay y desembocar
por Pampa Grande, llegando a continuacin a la garganta
que forman los cerros en los lmites Este de las haciendas La
Rinconada, Vsquez y La Molina.

Las fuerzas de Chile estaban constituidas, aproximadamente,


de la siguiente manera:
Regimiento 3 de Lnea: 43 oficiales y 1091 soldados
organizados en 6 compaas.
1 Batalln del Lautaro: 49 oficiales y 1132 soldados
1 Compaa del Buin montada.
1 Escuadrn de Granaderos montado 100
1 Pelotn de Cazadores montado
Estos tres ltimos cuerpos de caballera ascendan a unos 200
jinetes.
Cuatro piezas de artillera de montaa Krupp con 26 artilleros
y muleros.
Ambulancias, cocina y otros.
El grupo expedicionario chileno hacia un total, aproximado, de
2600 hombres.
Las fuerzas defensoras de Per estaban conformadas del
siguiente modo:
Batalln Pachacamac
Primera Brigada
Tercera Brigada de caballera

180 hombres
100 hombres
50 hombres

Totalizaban as 330 efectivos; casi a la finalizacin del combate


lleg una brigada al mando del Teniente Coronel don Milln
Murga cuyo nmero de combatientes se ignora.
Alrededor de las 5 de la maana del da 9 de enero el
Coronel don Mariano Vargas, jefe de las fuerzas peruanas de
La Rinconada, tuvo aviso de que el enemigo descenda por el
portachuelo de Manchay para salir a Pampa Grande a unos
5,000 metros de la lnea de defensa peruana.

La defensa de La Rinconada consista en una zanja de 2


metros de ancho, 1.50 metros de profundidad y 1000 metros
de longitud. En la parte posterior, a un metro de la zanja, se
levant un parapeto hecho con piedra de cantera y material
extrado de la excavacin de la zanja. Delante de la zanja se
colocaron rieles entrecruzados con la finalidad de crear un
obstculo adicional.
Las fuerzas defensoras se colocaron detrs del parapeto; la
zanja serva de un impedimento ms al enemigo.
Los extremos de la zanja tendan a llegar, por sus lados
derecho e izquierdo (aproximadamente al eje Sur-Norte), a las
estribaciones de los cerros de La Molina y Melgarejo,
respectivamente.
La finalidad de la zanja era el cortar por completo la
desembocadura de Pampa Grande hacia el valle de Ate. A la
presentacin del enemigo los trabajos de construccin de la zanja
an no estaban concluidos.
Como apoyo a esta lnea de defensa, en las cerrilladas de
Pampa Grande, se colocaron minas automticas, las cuales
tenan forma cilndrica, terminadas en punta, las que
explotaban al momento de pisadas; el explosivo consista en
5 libras de plvora. Los resultados eran completamente
insignificantes en razn de que la accin slo anulaba a un
enemigo, lo que no afectaba en modo alguno al poder
ofensivo del atacante.
La distribucin de la tropa peruana que posea armas en el
parapeto fue la siguiente:
Al lado derecho (de Sur a Norte); 25 hombres de la Primera
Brigada (el resto no tena armas).

Al centro: 150 hombres del Batalln Pachacamac.


Al lado izquierdo: 30 hombres del Batalln Pachacamac y
ms 50 hombres de la tercera Brigada.
Detrs de un mdano, al lado izquierdo: el Coronel don
Mariano Vargas con 25 hombres a caballo y sus ayudantes.
Mientras las reducidas fuerzas peruanas organizaban la defensa
y pedan refuerzos que nunca llegaron los chilenos ocuparon
fcilmente Pampa Grande y enviaron patrullas de caballera
a inspeccionar las numerosas quebradas de la zona.
La vanguardia chilena estaba compuesta por los Granaderos,
Buines, artillera, caballera, 3 de Lnea y Lautaro, al mando
del mayor Carvallo, que fueron recibidos por el fuego de los
peruanos.
Los chilenos, habiendo confirmado lo dbil del armamento y
cantidad de las fuerzas de los peruanos, estimaron y ejecutaron
un plan de batalla, el cual consista en concordancia del
ataque frontal, proceder a circundar la zanja, faldeando los
cerros, para atacada por la retaguardia.
El Coronel Barboza orden al Mayor Silva, tercer jefe del 3
de Lnea, que con tres compaas del mismo, atacara
frontalmente la zanja peruana, mientras otras dos compaas
de la mencionada unidad escalaban la altura Norte de La
Rinconada dominando de esta manera toda la entrada del
valle y amenazando la retaguardia de los peruanos. Otra
compaa del 3 de Lnea avanz por el llano, al sur de La
Rinconada. Las compaas del Buin que marchaban en la
vanguardia apoyaron el ataque del 3 de Lnea y las dos piezas
de artillera chilena, al mando del Capitn van Koller, abrieron
fuego a 3,500 metros de distancia en tanto las otras dos piezas
quedaron en reserva. Los peruanos no podan responder pues
no contaban con ninguna pieza de artillera. Los primeros

proyectiles chilenos cayeron a 50 metros detrs de la zanja


cuando el combate se haba iniciado haca ya una hora y
media; posteriormente los artilleros afinaron la puntera
reventando algunas bombas dentro de la zanja sin causar
mayor dao.
Al tomar los chilenos con su caballera e infantera las alturas
de los cerros de La Molina y Melgarejo (altura norte de La
Rinconada conocida como Rinconada Alta), lo hicieron sin
ningn temor ni apresuramiento debido a que las balas de los
defensores, por la psima calidad y alcance de sus fusiles,
no llegaban con efectividad a dichas alturas y ms bien caan
por gravedad.
Bajo estas circunstancias, y viendo perdida toda forma de
defensa, en virtud de que el enemigo descenda de los cerros
antes mencionados, aunado a ello la imposibilidad de recibir
refuerzos, el Coronel Mariano Vargas, despus de dos horas
de transcurrida la accin de armas, orden el repliegue hacia
la hacienda Vsquez. Ll brigada peruana comandada
por el Teniente Coronel Milln Murga, que lleg poco
antes de finalizar el combate, protegi la retirada de los bravos
defensores quedando' de esta manera los chilenos dueos
del campo.
Los restos de la tropa peruana se pusieron a cubierto con los
caones pesados que haban sido instalados en la hacienda
Vsquez as como con las reservas que ah se encontraban
acantonadas. Esta artillera no pudo apoyar a los peruanos de
La Rinconada debido a la gran distancia que mediaba entre
Vsquez y La Rinconada.
No teniendo ya ningn obstculo las fuerzas chilenas
avanzaron hasta las haciendas de La Molina y Melgarejo en
donde recibieron los fuegos de las bateras de la hacienda
Vsquez, accin que los oblig a replegarse a Pampa Grande,
en donde vivaquearon y se organizaron.

Barboza orden, a la 1 de la tarde, despus de haberse


comunicado con el General Baquedano, levantar el
campamento de Pampa Grande y regresar por Manchay a sus
instalaciones de Lurn considerando, para ello, que haba
cumplido con la misin que le fue encomendada.
Los resultados del combate fueron los siguientes:
Peruanos: 1 oficial muerto, 6 soldados muertos y 8 heridos.
Chilenos: 2 oficiales muertos, 1 soldado muerto, 15 heridos y
3 prisioneros.
Como lo hemos sealado, una valiosa informacin obtenida
por los chilenos fue lograda con la captura del mayordomo de
la hacienda Melgarejo, el ingeniero britnico Murphy, en el
entendimiento de que ste dio datos exactos de los lugares y
modo en que estaban colocadas las defensas peruanas en el
ala izquierda de San Juan, Monterrico, Ate y otras reas.
Posteriormente al retiro de los chilenos, el mando peruano
dispuso reforzar la lnea de defensa de La Rinconada
quedando sta constituida por los restos del Batalln
Pachacamac, Batalln N 14 de la Reserva y 4 caones White.
PERU: Reflexiones Despus del Combate de la Rinconada.

Carta del General Vargas Machuca al Dictador Nicols de


Pirola con motivo del reconocimiento de Ate" (La Rinconada)
por el ejrcito chileno:

"Santa Teresa, enero 12 de 1881


Excmo. Seor Coronel don Nicols de Pirola
Chorrillos.Excmo. Seor y amigo:
Un jefe del ejrcito, amigo mo, y conocedor muy prctico de
todos los alrededores de Lima, reflexionando sobre los planes
de campaa que puede adoptar el enemigo, convencido
como parece estado de nuestras ventajosas posiciones, me ha
formulado la hiptesis siguiente, cuya realizacin, ms o
menos probable, es V. E. el nico que puede apreciar.
De Pachacamac, donde se encuentra el invasor, puede tomar
el camino de Pampa Grande, dejndose caer a Pampa Chica
donde estuvo el da 9 (Ate), y volteando el cerro llegar
a Vitarte; as interrumpira la comunicacin de la quebrada,
encontrando bastante recursos en todas las haciendas de ese
lado y las del frente. Si fuere acometido por nosotros se
posesionara del estrecho Sauce Redondo y Huascata,
teniendo libres los caminos de Santa Ins y de Chaclacayo a
Cieneguilla para su retirada a Lurn.
Si no es atacado, de Vitarte expedicionaria sobre el valle que
baa el ro Chilln para salir por Canto Grande o ms arriba,
a la chacra de Punchauca, sin ser ofendido por los fuegos de
nuestros fuertes.
Tomado Punchauca, imposibilitadas las posiciones de Cerro
Partido y de Piedras Gordas, y marchando por Asnapuquio, se
colocara en Boca Negra para interponerse entre Lima y el
Callao con el objeto de emprender el ataque sobre este ltimo.
Para verificar este movimiento de circunvalacin no hay
necesidad de audacia ni de llevar mucho parque. En la
cadena de cerros conseguira magnficas posiciones militares;
las distancias de unas a otras son cortas y los recursos no le

escasearan. Tomando su Escuadra el parque lo conducira a


Ancn o Mrquez, protegiendo la marcha del ejrcito por la
playa norte del Callao. Aproximadamente recorrera las
distancias siguientes:
De Pachacamac a La Rinconada de Ate, cinco leguas.
De La Rinconada a Vitarte, una legua.
De Vitarte a Canto Grande, tres cuartos de legua.
De Canto Grande a Punchauca, tres leguas.
De Punchauca a Cerro Partido, dos y media leguas.
De Cerro Partido a Piedras Gordas, un tercio de legua.
Directamente de Punchauca a Asnapuquio, tres leguas.
De all a Boca Negra, una legua.
V.E. con el mapa a la vista, rectificar este plan que
indudablemente ha estudiado ya y que le comunico a pesar de
eso, porque mi deseo es que como cabeza del ejrcito tenga
perfecto conocimiento de todo.
Slo agregar que con un espionaje activo y organizado a
toda costa, como lo tiene sin duda el Estado Mayor General,
no se nos ocultar el menor movimiento del enemigo y
estaremos listos para prevenirlo.
Esta gran necesidad de la guerra es tambin un elemento que
no debe faltar a un General en Jefe en ningn caso, y creo por
lo mismo intil su recomendacin a V. E.
Segn parece, los sucesos del 9 (el ataque por Ate) tuvieron
por origen el descuido en este particular, en cuyo caso ya
estamos advertidos.
No terminar sin manifestar a V. E. que, aunque la tropa est
contenta y entusiasta, los tropiezos para su pronta paga
originan murmuradores; y como ellas provienen de la carencia
de cambio aqu y en Lima para los billetes de 5 y 100 Incas,
que son los que ordinariamente recibe la seccin de

Contabilidad de mi dependencia, se allanaran fcilmente con


aumentar la circulacin de los fraccionarios.
Prometindome para otra vez, aunque peque de importuno,
mas importantes observaciones sobre la campaa que procuro
adquirir para mi mejor ilustracin y con el fin de someterlas al
examen de V. E., me repito su amigo y servidor.
(Firmado) Ramn Vargas Machuca
P. D.- No sera conveniente y posible intentar una sorpresa
sobre Pachacamac con una columna ligera? Ya V. E. se habr
dado la respuesta.
Saluda a V. E., etc.
(Firmado) Ramn Vargas Machuca"
EQUIPAMIENTO DE LOS EJERCITOS
INFANTERIA CHILENA
Armamento, municiones y vveres

Kilogramos

Fusil, bayoneta y porta fusil


Correaje y estuche
Estuche de fusil
15 paquetes de cartuchos
Cinturn para municiones
Cantimplora llena (2Its. de agua)
Sub total I

4.900
1.040
0.100
6.300
0.330
2.460
15.130
====

Vestidos llevados sobre el cuerpo


1 Kepis de tela (con cubre nuca)
1 Casaca de gnero
1 Pantaln de tela
1 Casaca de tela y un pantaln de tela

0.150
1.510
0.840
0.680

1 Camisa, 1 calzoncillo, 1 corbata


1 Par de medias botas
Sub total II

0.470
1.200
4.850
====

Objetos enrollados y llevados sobre la espalda


Manto (poncho) y frazada
1 maleta pequea (de cuero)
Camisa, un ca1zoncillo, un pauelo
Servilleta, peine, jabn tabaco, cepillo, etc.
Sub total III

2.180
0.200
0.470
0.550
3.400
====

Gran total (I + II + III)

28.380

ARMAMENTO UTILIZADO EN EL COMBATE DE LA


RINCONADA
CHILE
FUSIL GRASS

Calibre: 11 mm.
Alza mxima: 1,800 ID.
Tiros por minuto: 9
Tipo de bayoneta: espada

CARABINA WINCHESTER

Calibre: 10.5 mm.


Alza mxima: 1,800 yardas.
Tiros por minuto: 21

CAON KRUP DE MONTAA


1880 1/13
Calibre: 75 mm.

Alcance efectivo: 3,000 m.


Granada: de segmentos
Granada: Shrapnel 90 balines
de plomo de 16 grms. c/u.
Tarro: de metralla 69 balines
de plomo de 41 grms. c/u.
MISCELANEOS:

PERU
FUSIL CHASSEPOT:

Sables de caballera.
Sables de artillera.
Revlveres.
De aguja.
Calibre 11 mm.
Alza mxima: 1,200 ID.
Tiros por minuto: 6
Tipo de bayoneta: sable.

CARABINA MINIE:

Calibre: 15.5 mm.


Alza mxima: si d.
Tiros por minuto: 4
Tipo de cartucho: papel.

MISCELANEOS:

Sables de caballera
Revlveres.

VI
FUNDACION DEL DISTRITO
DE LA MOLINA

FUNDACION DEL DISTRITO DE LA


MOLINA

El distrito de La Molina fue fundado el 6 de febrero de 1962


sobre un rea de 4,900 hectreas, en las estribaciones de la
Cordillera de los Andes, a quince kilmetros de la costa del
Ocano Pacfico, a 15 5' de longitud sur y 75 57' de
longitud oeste. Su altitud vara entre los 180 y 250 mts. sobre
el nivel del mar. Tiene por limites hada el norte el distrito de
Ate, al sur Villa Mara del Triunfo y Pachacamac, al este
Pachacamac y al oeste Santiago de Surco. Goza texto el ao
de un agradable clima seco, escasa precipitacin pluvial,
vientos moderados y temperatura que oscila entre los 13
centgrados en invierno y los 28 en verano.
Esas caractersticas hacen del distrito un excelente lugar
residencial que ofrece originales contrastes por sus arboledas,
lagunas y arenales.
En este siglo, antes del intenso proceso urbanizador que ha
convertido al distrito en la zona de Lima de ms rpido
crecimiento, se instal en 1902 la Escuela Superior de
Agricultura que, apoyada por el Reino de Blgica, se convirti
en el mayor centro de investigacin cientfica en pro del agro,
transformndose posteriormente en la actual Universidad
Nacional Agraria de La Molina que ofrece enseanza en

Nuevo Palacio Municipal y parque principal del Distrito

Edificio principal del banco de Crdito del Per

numerosas especialidades acadmicas como agronoma,


pesquera, zootecnia, industrias alimenticias, ingeniera
agrcola, forestales, economa y otras a ms de contar con
una Escuela de Post Grado. A casi un siglo de fundada, goza
ella de reconocimiento mundial por la calidad de su
instruccin e investigaciones desarrolladas en un campus
universitario de doscientas hectreas con ocho mil personas
entre docentes, estudiantes y personal administrativo.
En el transcurso de este siglo, antes del proceso urbanizador, la
actividad ms importante fue la de extraccin de materiales de
construccin constituida por considerables volmenes de
arena, piedras desmenuzadas y hormign. Los trabajos de
extraccin de grandes cantidades de material conformaron
depresiones que fueron convertidas en lagunas artificiales
alimentadas con agua de riego provenientes del rio Rmac
mediante un canal de catorce kilmetros de extensin.
El crecimiento urbano propendi a la edificacin de viviendas
unifamiliares, amplias calles y avenidas y el mantenimiento de
numerosas reas verdes. Asimismo, se han levantado
modernos edificios empresariales, centros comerciales,
supermercados, grandes almacenes de ropas, boutiques,
restaurantes, casinos y agencias bancarias.
Es destacable el nmero de centros de enseanza superior que
se han erigido en el distrito. A ms de la mencionada
Universidad Nacional Agraria, se halla en l la Universidad
Femenina del Sagrado Corazn (UNIFE), la Universidad e Instituto
Superior "San Ignacio de Loyola", la facultad de Ingeniera de
Computacin y Sistemas de la Universidad Particular San
Martn de Porres, la Facultad de Medicina Humana de la

Universidad Particular San Martn de Porres, la Escuela


Superior de Guerra Area del Per, la Escuela de Informtica y
Telecomunicaciones de la Polica Nacional, as como colegios
particulares mixtos, de mujeres, para nios excepcionales y
centros educativos estatales que acogen a 34,000
educandos.
Hay que sumar a ello instituciones tan importantes como el
prestigioso Centro Internacional de la Papa, la Estacin
Experimental de La Molina, el Instituto de Investigacin
Nutricional, la Superintendencia de Bienes Nacionales, la
Escuela de Equitacin del Ejrcito e instituciones religiosas
como la Casa de Retiro y Cementerio de los Padres
Pasionistas, el Cementerio "Jardines de la Paz" y el Templo de
Jesucristo de los Santos de los ltimos Das. Asimismo se
concentran en el distrito instituciones sociales y deportivas
como el Rinconada Country Club, el Country Club La Planicie,
el Complejo Recreacional del Instituto Nacional de
Alimentacin de la Universidad Nacional Agraria, el Mini
complejo Deportivo Municipal y varios campos y losas
deportivas.
ALCALDES DE LA MOLINA
Desde su fundacin en 1962 hasta la fecha el distrito ha
tenido trece alcaldes que han gobernado La Molina en
colaboracin con su Concejo Municipal. A todos ellos, y sus
regidores, se ha debido el notable impulso que ha convertido
al distrito, en slo treinta y cinco aos, en uno de los ms
modernos y atractivos de la gran Lima.

Ellos son:
Dr. . Frederic Engel Banneville
(1962 - 1963)
Ing. Teodoro Harmsen Gmez de la Torre
(1963)
Ing. Jorge Bazo Santa Maa
(1964 - 1966)
Sra. Mercedes Tijero de Alayza
(1967 - 1969)
Ing. Moiss Arce Arias
(1970 - 1975)
Dr. Alberto Rabines Rossi
(1976 - 1978)
Cmte. Gral. FAP Vctor Velsquez Vercelli
(1978 - 1980)
Ing. Carlos Chvez valdivia
(1980)
Arq. Manuel Ungaro Zevallos
(1981 - 1983)
Ing. Rafael Lpez Mobilia
(1984 - 1986 y 1987 - 1989)
Dr. Pedro Polo Peinado
(1990 - 1992)
Sr. Roberto Abugattas Aboid
(1993 - 1995)
Ing. Paul Figueroa Lequin
(1996 - 1998)
Ing. Paul Figueroa Lequin
(1999 - 2002)
Ing. Luis Dibos Vargas Prada
(2003 2006)
Ing. Luis Dibos Vargas Prada
(2007 2010)

Numerosas residencias se han edificado alrededor de la


Laguna Grande

Vista panormica desde Rinconada Alta

Edificio principal de la empresa IBM del Per

BIBLIOGRAFIA BASICA
AHUMADA, Pascual (1982) Guerra del Pacfico Tomos I al
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