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TESIS Cervera Burriel

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Departamento de Enfermería y Fisioterapia

Hábitos alimentarios en estudiantes universitarios:


Universidad de Castilla-La Mancha. Estudio piloto
en la Universidad Virtual de Túnez

TESIS DOCTORAL

FAUSTINO CERVERA BURRIEL


Albacete, 2014
Department of Nursing and Physiotherapy

Food habits in University students: University of


Castilla-La Mancha. Pilot study at the Virtual
University of Tunisia

DOCTORAL THESIS

FAUSTINO CERVERA BURRIEL


Albacete (Spain), 2014
Dª MARÍA JOSÉ GARCÍA MESEGUER, PROFESORA TITULAR DE
UNIVERSIDAD/C.E.U. DE LA FACULTAD DE ENFERMERÍA DE ALBACETE DE LA
UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA

INFORMA

Que D. Faustino Cervera Burriel ha realizado bajo su dirección el trabajo


“Hábitos alimentarios en estudiantes universitarios: Universidad de Castilla-La
Mancha. Estudio piloto en la Universidad Virtual de Túnez”. Es un trabajo original,
rigurosamente realizado y es apto para ser presentado públicamente con el fin de
obtener el grado de doctor.

Para que así conste y surta los efectos oportunos, firma este documento en
Albacete a 21 de octubre de 2014.

Fdo.: María José García Meseguer


A mis padres
A Lucas, Jorge y Andrea
Agradecimientos
A todos los estudiantes que han participado en este estudio. El desarrollo de
este trabajo ha sido posible gracias a sus datos. Les agradezco profundamente su
desinteresada colaboración y el que hayan compartido con nosotros parte de sus
hábitos y costumbres.
A los profesores y a los responsables de las Universidades que aceptaron
nuestra presencia en sus aulas. Gracias por facilitarnos el trabajo.
A mis compañeros de trabajo en el Centro de Salud Pública de Motilla del
Palancar por escuchar en ocasiones mis textos, por leerlos en otras e incluso por
corregirlos. Ana, Begoña, Carlos, José Luis, Llanos, Marta, Marisol y Mercedes, gracias
por estar ahí.
A los compañeros del CESS por solucionar problemas.
A mis compañeros de doctorado María Cruz Vico, Marta Milla y Amalia
Delicado por compartir esfuerzos y horas de faena, por vuestra ayuda y
compañerismo.
A Thouraya Daouas, por las gestiones en Túnez, por su inestimable apoyo, por
la ayuda en la recolección de datos, por haber sido nuestra anfitriona.
A Ramón Serrano Urrea, gracias por haber sido un precedente, gracias por tus
conocimientos, por tu tranquilidad. En fin, gracias por darme una parte de tu valioso
tiempo.
A mis padres. Por haberme dado la oportunidad de estudiar, de tener hábitos
de lectura, por estar a mi lado siempre. Gracias también a mis hermanos por
permitirme disfrutar de su tiempo.
Y gracias a María José García Meseguer. Sin ti esto no hubiera sido posible. He
entrado de tu mano en el mundo de la investigación, has dedicado una parte de tu
precioso tiempo a mí. Me has servido de guía en todo momento. Espero poder
continuar trabajando contigo, en nuevos proyectos, nuevas aventuras.
“A todos y cada uno de nosotros nos interesa,

por naturaleza, el mundo circundante”

Gerald Durrell
Índice …………………………………………………………………… I
Índice de tablas …………………………………………………………………………………………….. III
Índice de figuras …………………………………………………………………………………………… V
Abreviaturas …………………………………………………………………………………………………. VII
Presentación ………………………………………………………………………………………………… XI
1. Introducción ……………………………………………………………………………………………. 1
1.1. El patrón alimentario en el Mediterráneo ……………………………………………. 3
1.1.1. Variedades de la dieta mediterránea …………………………………………. 4
1.1.2. Nutrición transicional …………………………………………………………………. 7
1.1.3. El modelo alimentario en la actualidad: Túnez y España ……………. 10
1.2. Características de la nutrición y la alimentación en adultos jóvenes …….. 14
1.2.1. Necesidades de energía ……………………………………………………………… 15
1.2.2. Nutrientes energéticos en la dieta ……………………………………………… 17
1.2.3. Nutrientes no energéticos en la dieta ………………………………………… 23
1.2.4. Factores que influyen en los hábitos alimentarios ……………………… 25
1.2.5. Recomendaciones dietéticas y requerimientos nutricionales …….. 28
1.3. Obtención de información sobre consumo alimentario ……………………….. 31
1.3.1. Las encuestas alimentarias …………………………………………………………. 32
1.3.2. Fuentes de error en los estudios de consumo alimentario …………. 35
1.4. Calidad de la dieta. Indicadores e índices …………………………………………….. 38
1.4.1. Índice de alimentación saludable (healthy eating index) …………….. 39
1.4.2. Índice de adherencia a dieta mediterránea (Mediterranean diet
score) ………………………………………………………………………………………………….. 40
2. Justificación, objetivos y método ………………………………………………………………. 45
2.1. Justificación …………………………………………………………………………………………. 47
2.2. Objetivos ……………………………………………………………………………………………… 49
2.3. Método ……………………………………………………………………………………………….. 49
2.3.1. Diseño y sujetos participantes ……………………………………………………. 49
2.3.2. Recogida de datos y variables de estudio …………………………………… 50
3. Resultados ………………………………………………………………………………………………… 59

3.1. Hábitos alimentarios y evaluación nutricional en una población


universitaria ……………………………………………………………………………………………….. 61

I
3.1.1. Introducción ………………………………………………………………………………. 63
3.1.2. Método ………………………………………………………………………………………. 65
3.1.3. Resultados y discusión ……………………………………………………………….. 65
3.1.4. Conclusiones ………………………………………………………………………………. 74
3.2. Adherencia a la dieta mediterránea de una población universitaria
española ……………………………………………………………………………………………………… 77
3.2.1. Introducción ………………………………………………………………………………. 79
3.2.2. Método ……………………………………………………………………………………… 81
3.2.3. Resultados …………………………………………………………………………………. 82
3.2.4. Discusión ……………………………………………………………………………………. 89
3.2.5. Conclusiones ………………………………………………………………………………. 97
3.3. Hábitos alimentarios y evaluación nutricional en una población
universitaria tunecina …………………………………………………………………………………. 99
3.3.1.Introducción ……………………………………………………………………………….. 101
3.3.2. Método ………………………………………………………………………………………. 102
3.3.3. Resultados …………………………………………………………………………………. 103
3.3.4. Discusión ……………………………………………………………………………………. 107
3.3.5. Conclusiones ……………………………………………………………………………… 112
4. Fortalezas y debilidades ……………………………………………………………………………. 115
5. Conclusiones …………………………………………………………………………………………….. 121
6. Bibliografía ……………………………………………………………………………………………….. 127
7. Aportaciones científicas relacionadas con este estudio …………………………….. 149
7.1. Comunicaciones a congresos ……………………………………………………………….. 151
7.2. Artículos científicos ……………………………………………………………………………… 152
8. Otras aportaciones científicas …………………………………………………………………… 187
8.1. Comunicaciones a congresos ……………………………………………………………….. 189

II
Índice de tablas

Tabla 1. Variables que condicionan la transición nutricional…………………………….. 9


Tabla 2. Recomendaciones sobre contribución de los macronutrientes a la
energía total de la dieta de la OMS (2003) y la SENC (2001)……………………………… 29
Tabla 3. Ventajas e inconvenientes de diversos métodos de estimación de la
ingesta dietética……………………………………………………………………………………………….. 34
Tabla 4. Fuentes de error en los estudios de consumo alimentario y algunas
técnicas para reducirlo……………………………………………………………………………………… 37
Tabla 5. Grupos de alimentos usados en los análisis de la dieta ……………………….. 54
Tabla 6. Características sociodemográficas y antropométricas de la población
de estudio (Enfermería-UCLM) ………………………………………………………………………… 67
Tabla 7. Ingesta diaria de macronutrientes y energía por sexo (Enfermería-
UCLM) ……………………………………………………………………………………………………………… 68
Tabla 8. Contribución de los diferentes grupos de alimentos a la energía total
de la dieta (Enfermería-UCLM) ………………………………………………………………………… 69
Tabla 9. Ingesta diaria de los diferentes grupos de alimentos y porcentaje en
peso sobre el total del macronutriente (Enfermería-UCLM) …………………………….. 70
Tabla 10. Calidad de la dieta mediante el IAS y el MDS (Enfermería-UCLM) ……… 72
Tabla 11. Consumo medio de grupos de alimentos por MDS (Enfermería-
UCLM) ……………………………………………………………………………………………………………… 73
Tabla 12. Características sociodemográficas y de hábitos de vida de la
población estudiada (UCLM) ……………………………………………………………………………. 83
Tabla 13. Ingesta diaria de macronutrientes y energía por sexos (UCLM) ………… 84
Tabla 14. Contribución de los grupos de alimentos a la energía total diaria
(UCLM) …………………………………………………………………………………………………………….. 85
Tabla 15. Ingesta diaria de macronutrientes en gramos por día y como
porcentaje de la ingesta total de nutriente (UCLM) …………………………………………. 86
Tabla 16. Calidad de la dieta según el IAS y el MDS (UCLM) ……………………………… 87
Tabla 17. Consumo diario de grupos de alimentos en gramos por día y
comparación con el “patrón alimentario griego” (UCLM) …………………………………. 88
Tabla 18. Consumo medio de grupos de alimentos según el MDS (UCLM) ……….. 88
Tabla 19. IAS y MDS de acuerdo con las variables sociodemográficas y de estilo
de vida (UCLM) ………………………………………………………………………………………………… 96
Tabla 20. Características sociodemográficas y antropométricas de la población
de estudio (UVT) ………………………………………………………………………………………………. 104

III
Tabla 21. Ingesta diaria de macronutrientes y energía por sexos (UVT) ……………. 105
Tabla 22. Contribución de los diferentes grupos de alimentos a la energía total
de la dieta (UVT) ………………………………………………………………………………………………. 106
Tabla 23. Ingesta diaria de los diferentes grupos de alimentos y porcentaje en
peso sobre el total del macronutriente (UVT) ………………………………………………….. 107
Tabla 24. Calidad de la dieta mediante el IAS y el MDS (UVT) …………………………… 108

IV
Índice de figuras

Figura 1. Territorios del Mediterráneo donde se cultiva el olivo ………………………. 4


Figura 2. Etapas de la transición demográfica, epidemiológica y nutricional ……. 8
Figura 3. Etapas de la transición nutricional …………………………………………………….. 10
Figura 4. Pirámide de la dieta mediterránea: un estilo de vida actual ………………. 30

V
Abreviaturas
ADA: American Dietetic Association
AESAN: Agencia Española de Alimentación y Seguridad Alimentaria
AGS: Ácidos Grasos Saturados
AGM: Ácidos Grasos Monoinsaturados
AGP: Ácidos Grasos Poliinsaturados
ENIDE: Encuesta Nacional de Ingesta Dietética de la Población Española
ENNyS: Encuesta Nacional de Nutrición y Salud
ENRICA: Estudio sobre Nutrición y Riesgo Cardiovascular
EUFIC: European Food Information Council
FAO: Food and Agricultural Organization
FESNAD: Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética
HEI: Healthy Eating Index
IAS: Índice Alimentación Saludable
IDR: Ingestas Dietéticas de Referencia
INNTA: Institut National de Nutrition et de Technologie Alimentaire
INS: Institut National de Statistique
IMC: Índice de Masa Corporal
IoM: Institute of Medicine
IR: Ingesta Recomendada
MDS: Mediterranean Diet Score
NDNS: National Diet and Nutrition Survey
NHANES: National Health and Nutrition Examination Survey
NHPT: National Health Portal in Tunisia
OMS: Organización Mundial de la Salud
ON: Objetivo Nutricional
ONU: Organización de las Naciones Unidas
PAL: Physical Activity Level
RAE: Real Academia de la Lengua Española
SENC: Sociedad Española de Nutrición Comunitaria

VII
UCLM: Universidad de Castilla-La Mancha
UNESCO: Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura
USDA: United States Department of Agriculture
UVT: Universidad Virtual de Túnez

VIII
Presentación
Presentación

A lo largo de la historia de la humanidad la alimentación ha sido una de las


constantes preocupaciones por su estrecha relación con la salud, ya que unos hábitos
alimentarios adecuados se relacionan con una mayor longevidad y calidad de vida. El
diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) define hábito como el
“modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o
semejantes, u originado por tendencias instintivas”(RAE, 2001). Aplicando esta
definición a la alimentación, se podría decir que los hábitos alimentarios hacen
referencia a un modelo o patrón característico de proporcionar los nutrientes
necesarios al organismo que incluye, además de la selección de alimentos, cómo
prepararlos y consumirlos, entre otros componentes. Así, factores de tipo fisiológico,
psicológico, social y cultural actúan como condicionantes de nuestra peculiar manera
de alimentarnos (Cruz, 1999).

A orillas del Mediterráneo se han desarrollado diferentes culturas que han


originado un estilo de alimentación con características singulares, las cuales tuvieron
su origen en el cultivo de cereales, vid y olivo, jugando desde siempre un papel
destacado en la sociedad (Serra-Majem y cols, 2006). En nuestros días la dieta
mediterránea, reconocida por la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 2010 como Patrimonio Cultural
Inmaterial de la Humanidad, se considera un modelo de alimentación saludable
asociado a la reducción del riesgo de diferentes enfermedades crónicas no
transmisibles, como la diabetes tipo 2 y los problemas cardiovasculares, junto a una
mayor esperanza de vida. Cada región de la cuenca mediterránea, desde el sur de
Europa y el norte de África hasta el Próximo Oriente, personaliza su dieta básica
aprovechando los productos disponibles y las preferencias culturales (Noah y
Truswell, 2001). Sin embargo, todas tienen un patrón alimentario común, que incluye
un alto consumo de verduras y frutas, el uso de aceite de oliva como principal fuente
de grasa, un bajo consumo de carne y productos lácteos y, en muchos casos, una
ingesta moderada de vino (Thichopoulou y Lagiou, 1997).

El desarrollo económico de una población implica cambios en la estructura


demográfica, en la salud, la enfermedad y en el tipo de alimentación (Omran, 2005).
En países desarrollados como España, la alta incidencia de enfermedades propias de

XIII
Presentación

economías occidentales y la longevidad coexisten con una disminución de la


adherencia a la dieta mediterránea tradicional, característica de los años 60,
adoptándose en la actualidad modelos alimentarios menos saludables. En el caso de
Túnez, como ejemplo de país mediterráneo en vías de desarrollo, existe una
transición desde una dieta escasa a otra más abundante, sobre todo en los núcleos
urbanos, dándose la paradoja de la convivencia entre malnutrición y obesidad, con
un incremento de las enfermedades crónicas inherentes al desarrollo a la vez que
decrece la incidencia de enfermedades transmisibles (Mokhtar y cols, 2001; OMS
2012). Entre sus causas se encuentra el alejamiento de su patrón de alimentación
tradicional y el sedentarismo.

Si bien el estudio de los hábitos alimentarios es importante cualquiera que sea


la edad de la población, no es menos cierto que adquirir un estilo de vida saludable
en este ámbito o modificar el existente con este fin es mucho más fácil en las edades
tempranas, desde la infancia hasta la juventud. En el caso de los adultos jóvenes, son
muy receptivos a la influencia de las modas como el seguimiento de dietas de
adelgazamiento, las comidas preparadas o el consumo de aperitivos, de bebidas
azucaradas u otros productos novedosos, siendo además su alimentación poco
diversificada (Baldini y cols, 2009). Con independencia de la edad, la mayoría de
estudios realizados hasta ahora indican que el nivel educativo influye en la calidad de
la dieta, correspondiendo los mejores resultados a las personas con educación
superior (Gutiérrez y Rodríguez-Artalejo, 2007; ENIDE, 2012).

El estudio de los hábitos alimentarios requiere la obtención de información de


diversa índole, incluyendo la estimación del consumo alimentario. La ingesta
dietética puede presentar una gran variabilidad dependiendo del momento en el que
se realiza la recogida de la información, como día de la semana o la estacionalidad, y
si a esto añadimos la alta probabilidad de que el individuo encuestado desconozca
con exactitud qué y cuanto comió, es fácil deducir que tanto la variabilidad de la
ingesta como el error relacionado con el método de evaluación influyen en la calidad
de los resultados. Entre los métodos disponibles en la actualidad, el recordatorio de
24 horas sigue siendo uno de los más utilizados con esta finalidad (Shim y cols, 2014).

XIV
Presentación

La clasificación de alimentos específicos como buenos o malos es demasiado


simplista y puede fomentar comportamientos alimentarios no saludables (Freeland-
Graves y Nitzke, 2013), siendo el estudio del patrón alimentario global basado en la
relación entre nutrientes, variables demográficas y estilos de vida la aproximación
alternativa para evaluar la relación entre dieta y salud surgida en el siglo XXI. En este
sentido, el patrón de dieta mediterránea es uno de los ejemplos de modelo
alimentario reconocido como un estilo de alimentación saludable (Trichopoulou y
cols, 2003; Kant, 2004) y dada la ausencia en la actualidad de métodos directos que
cuantifiquen la calidad de la dieta, se recurre a los índices. Éstos son herramientas
basadas en guías y recomendaciones que combinan variables individuales,
permitiendo muchos de ellos la evaluación de poblaciones tanto de jóvenes como de
adultos (Kourlaba y Panagiotakos, 2009).

Teniendo en cuenta todas estas consideraciones, la escasez de estudios de


esta naturaleza en el tramo de edad correspondiente a adultos jóvenes en población
española, la importancia de un mayor conocimiento sobre sus desviaciones de un
patrón alimentario saludable, ya que los hábitos aún no están arraigados y sería más
efectiva la educación nutricional, además de la accesibilidad de la población
universitaria frente a otras cuando se cuenta con pocos recursos, entre otras razones,
se ha planteado como objetivo general del trabajo que aquí se presenta estudiar los
hábitos alimentarios de los estudiantes universitarios del campus Albacete de la
Universidad de Castilla-La Mancha, valorando la calidad de su dieta con el uso de dos
indicadores, el índice de alimentación saludable (IAS) y el índice de adherencia a la
dieta mediterránea (MDS), así como algunos de los posibles factores condicionantes.
Por otra parte, dado el interés en continuar los estudios en nutrición transicional en
países en vías de desarrollo, se ha realizado un estudio piloto en la Universidad
Virtual de Túnez que creemos servirá de gran ayuda en un futuro próximo.

En esta tesis se presenta en primer lugar, una introducción donde se describe


la situación actual respecto a la dieta mediterránea, las especiales características de
la alimentación en jóvenes, los métodos de obtención de información sobre consumo
alimentario y algunos de los indicadores más utilizados para valorar la calidad de la
dieta. Posteriormente se justifica el trabajo que se presenta y se detallan sus

XV
Presentación

objetivos y la metodología general con la que se ha realizado. A continuación se


muestran los resultados a través de publicaciones científicas y se consideran algunas
limitaciones y fortalezas, redactándose finalmente las conclusiones del estudio.

Este trabajo ha sido diseñado por la Dra. María José García Meseguer y fue
financiado parcialmente por la Universidad de Castilla-La Mancha, ayuda
GE20101615.

XVI
1. Introducción
Introducción

1.1. El patrón alimentario en el Mediterráneo

El conjunto de los países que rodean el Mediterráneo presenta unos patrones


tradicionales comunes en la alimentación que constituyen una entidad única
denominada dieta mediterránea. Ésta refleja un modelo alimentario definido a
principios de los años 60, caracterizado por un alto contenido en ácidos grasos
monoinsaturados (AGM), hidratos de carbono complejos, minerales, vitaminas y la
presencia de fibra dietética, junto a una baja ingesta de ácidos grasos saturados
(AGS) (Trichopoulou y cols, 1995; Trichopoulou y cols, 2003). Dichos nutrientes son
aportados por el consumo de cereales (en el pasado eran cereales enteros),
legumbres, frutas, verduras y hortalizas variadas, frutos secos, ingesta moderada-alta
de pescado (dependiendo de la proximidad al mar) y baja-moderada de productos
lácteos (la mayoría en forma de queso y yogur), bajo consumo de carne y pollo e
ingesta regular y moderada de alcohol, sobre todo en forma de vino y durante las
comidas (Willet y cols, 1995). Aunque diferentes regiones de la cuenca mediterránea
tienen su propia dieta y algunos autores opinan que son diferentes (Noah y Truswell,
2001), en general se consideran variantes de un solo modelo, cuyo denominador
común sin excepción es el aceite de oliva. Por ello, y de forma genérica, puede
definirse como el patrón encontrado en las regiones donde se cultivaba el olivo
(figura 1) durante el periodo entre la II Guerra Mundial y antes de que se extendiese
la cultura de la comida rápida (Trichopoulou y Lagiou, 1997).

El término dieta mediterránea fue usado por primera vez por Keys y Keys,
(1975) y se considera un estilo de vida donde, además de los propios alimentos,
ciertos factores tienen un interés especial, entre los cuales destaca el apoyo social y
el hecho de compartir la comida con familiares y amigos, el sentido del placer, los
platos bien cocinados y el reposo tras la comida a mediodía (Willet y cols, 1995). Sus
diferentes versiones se deben mayoritariamente a diferencias de índole religiosa y
cultural, así como a la disponibilidad condicionada por la propia geografía
(Trichopoulou y Lagiou, 1997; Lorgeril y cols, 2002). Desde hace algunas décadas,
factores derivados de la globalización y el desarrollo económico están determinando

3
Introducción

la disponibilidad y la selección de alimentos, provocando cambios en el consumo


alimentario y también en el estilo de vida hacia una disminución de su adherencia al
patrón tradicional, por lo que algunos autores proponen explorar nuevas definiciones
que permitan la modernización del concepto (Serra y cols, 2004; da Silva y cols,
2009).

La asociación entre este modelo alimentario y una mayor longevidad,


reducción de la morbilidad y mortalidad debida a enfermedades coronarias y ciertos
tipos de cáncer, entre otros beneficios para la salud, ha sido claramente evidenciada
en los países con este estilo de alimentación frente a otros que científicamente están
más desarrollados, como por ejemplo Estados Unidos, Reino Unido y Alemania
(Knoops y cols, 2004; Rumawas y cols, 2009). Frugalidad, equilibrio, moderación y
diversidad son también aspectos importantes que refuerzan las ventajas de este
patrón de alimentación (Bach-Faig y Serra-Majem, 2013). La dieta mediterránea tiene
un gran prestigio entre la comunidad científica y la población en general, formando
parte desde el año 2010 de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial
de la Humanidad (UNESCO, 2010).

Figura 1. Territorios del Mediterráneo donde se cultiva el olivo


Fuente: Adaptado de Ramadé, 1991

1.1.1. Variedades de la dieta mediterránea

A lo largo de la historia persas, egipcios, griegos, romanos, bárbaros,


bizantinos, judíos o árabes han modificado e incorporado nuevos usos a los hábitos

4
Introducción

alimentarios y, según los vestigios encontrados, tuvo que ser inicialmente una dieta
más bien escasa y basada sobre todo en alimentos vegetales y pan, con un consumo
adicional y ocasional de carne y pescado (Nestle, 1995). El cultivo del olivo pudo
comenzar en el Neolítico en el este del Mediterráneo, siendo fenicios, sirios y
palestinos quienes lo extendieron mediante sus redes navales de comercialización.

Uno de los momentos que cronológicamente pudo ser decisivo fue el periodo
de presencia romana, en el que se desarrolla una producción mixta agrícola-ganadera
capaz de cubrir las necesidades propias, acompañada de una producción de
excedentes que pudieron ser almacenados. Se trata de regiones donde la tierra es
fértil, alcanzándose una especialización en algunos cultivos que fundamentalmente
fueron cereales, vid y olivo, conformando la llamada tríada mediterránea, que es
parte esencial del patrón alimentario que nos ocupa. La esperanza de vida en la
Antigua Grecia y Roma se ha estimado sólo entre los 20 y los 30 años, lo que pudo
deberse más a infecciones y contiendas que a la deficiente alimentación, ya que la
media de los ciudadanos parece que estuvo bien nutrido, hecho que concuerda con
la gran cantidad de conquistas de estas civilizaciones (Serra-Majem y cols, 2006).

Son 21 los países que tienen costa en el Mediterráneo, de los cuales cinco
están en el norte de África (Marruecos, Argelia, Túnez, Libia y Egipto), tres se ubican
en oriente medio (Israel, Líbano, Siria) y el resto se encuentran en Europa (Chipre,
Grecia, Albania, Montenegro, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Italia, Malta,
Mónaco, Francia, Turquía y España) (Serra-Majem y cols, 2006). La geografía, el clima,
la agricultura, la religión y la economía son los principales factores que determinan
las diferencias entre las variaciones del patrón de dieta. Atendiendo a las
peculiaridades de sus hábitos alimentarios, Noah y Truswell (2001) agrupan dieciocho
de estos países en las cuatro zonas siguientes:

Occidental: Formada por España, Francia (aunque más del 80% de su territorio
está fuera de la influencia de esta dieta (Lorgeril y cols, 2002)), Italia y Malta. Los
alimentos más característicos de este grupo son el arroz, el trigo y las patatas como
plato principal. El consumo de aceite de oliva y vino es relativamente alto y dentro de
los derivados lácteos, los quesos constituyen el producto más destacado. Respecto a

5
Introducción

las carnes, el consumo de cerdo y cordero es elevado mientras que la ingesta de


pescado es moderada.

Adriática: Incluye Croacia, Montenegro y Albania. La presencia de aceite de


oliva, legumbres y vino en la dieta es baja, a excepción de Croacia donde es algo
mayor. A su vez, el consumo de lácteos en sus diferentes formas es superior a otras
zonas y la carne más importante procede de ganado vacuno.

Oriental: Pertenecen a esta zona Grecia, Líbano, Chipre, Turquía y Egipto.


Todos ellos tienen en común el consumo de trigo blanco y arroz como platos básicos
mientras que las patatas forman parte de guarniciones, destacando además el
consumo casi diario de huevos. La presencia de aceite de oliva varía desde cantidades
bastante altas en Grecia hasta insignificantes en Egipto.

Norte de África: Libia, Argelia, Marruecos y Túnez constituyen este área donde
es característico el pan elaborado a partir de granos enteros de trigo y cebada, la
presencia de platos que incluyen el huevo como ingrediente casi diario y el bajo
consumo de quesos, siendo los dátiles parte esencial de la dieta. El aceite de oliva se
consume ampliamente en Libia, de forma moderada en Argelia y en Túnez y en bajas
cantidades en Marruecos.

Si bien esta agrupación es bastante clarificadora existen algunas


discrepancias, ya que algunos autores indican que Turquía o Egipto no son países
típicamente mediterráneos o, en el caso de Malta, apuntan a la ausencia de este
patrón dietético debido, por un lado, a que la isla no es autosuficiente y depende de
las importaciones y, por otro, a los diferentes gustos culinarios de sus ocupantes a lo
largo de la historia (el último Gran Bretaña), lo que ha originado una dieta mixta
(Tessier y Geerber, 2005). Una situación similar puede ser aplicada a Israel, que
debido a la influencia de la inmigración procedente de distintas zonas de Europa y
América presenta unos hábitos distintos. Además, Siria no está incluida y muestra
una variedad que se ajusta a la zona oriental (Aroub, 2001). Finalmente, hay que
indicar el caso de Portugal, cuyas costas son únicamente atlánticas y sus hábitos

6
Introducción

alimentarios mediterráneos, con alto consumo de aceite de oliva, pescado, pan y vino
(Lorgeril y cols, 2002).

1.1.2. Nutrición transicional

El desarrollo económico de la población implica cambios en el contexto de la


estructura demográfica, en la salud y en el tipo de alimentación, pudiendo darse
dichas variaciones de forma simultánea o consecutiva.

Se han propuesto varios modelos, llamados de transición, para explicar la


evolución de la población durante el crecimiento económico pasado y
contemporáneo, que además permiten elaborar una previsión sobre su desarrollo en
el futuro. Estos modelos se denominan transición demográfica, epidemiológica y
nutricional (Nicolau-Nos y Pujol-Andreu, 2011).

La transición demográfica describe el cambio en el que las sociedades pasan


desde una alta fecundidad y mortalidad hasta unos niveles bajos de ambos
parámetros. El proceso se inicia con una disminución de la mortalidad acompañada
de posteriores decrecimientos de la fecundidad (Reher, 1999). La transición
epidemiológica se centra en el cambio de los patrones de salud y enfermedad,
además de las interacciones entre éstos y sus determinantes demográficos,
sociológicos y económicos, así como en las consecuencias de dicho cambio (Omran,
2005). La transición nutricional, por otra parte, estudia las variaciones en la dieta y la
disponibilidad de alimentos. Estos procesos discurren de forma paralela,
caracterizándose inicialmente por una disminución de la mortalidad debida a
enfermedades infecciosas que se asocian a desnutrición, hambrunas y falta de
saneamiento; posteriormente se produce un incremento de las expectativas de vida y
cambios en el estilo de vida (incluido el patrón de alimentación y de actividad física)
asociados a enfermedades crónicas. En una etapa tardía, se incrementan las cifras de
población muy mayor y con ellas las enfermedades degenerativas (Olshansky y Ault,
1986; Omran, 2005; Marrodán y cols, 2012), siendo en las sociedades modernas
donde se viene experimentando un proceso de transición nutricional acelerada en las

7
Introducción

últimas décadas (Suárez-Herrera y cols, 2009). La figura 2 muestra la evolución


paralela de los tres procesos de transición.

Transición Transición Transición


demográfica epidemiológica nutricional

Alta fertilidad y Alta prevalencia Alta prevalencia


alta mortalidad de enfermedades infecciosas de infranutrición

Reducción de la mortalidad Reducción de las enfermedades


con cambios en la infecciosas. Reducción del hambre
estructura etaria Malas condiciones ambientales

Focalización en la
Focalización en
planificación familiar
la prevención y
y en el control de las
disminución del hambre
enfermedades infecciosas

Reducción
Predominio Predominio de enfermedades
de la fertilidad.
de las enfermedades crónicas relacionadas con la nutrición
Envejecimiento

Focalización Focalización en la intervención médica,


en un envejecimiento saludable iniciativas políticas
y cambios de comportamiento

Figura 2. Etapas de la transición demográfica, epidemiológica y nutricional


Fuente: Adaptado de Popkin, 2002

La primera gran variable independiente que se empleó para explicar la


transición nutricional fue la renta, con aumento del poder adquisitivo y el
crecimiento económico; sin embargo, fueron necesarias además otras variables que
pudieran explicar el acceso de la población a los distintos alimentos (tabla 1). Todas
ellas conducen a pensar que, en la actualidad, puede haber distintos modelos de
transición nutricional caracterizados por la pérdida de cultura alimentaria y de
hábitos saludables (del Pozo y cols, 2013a).

Según Popkin (2006), la transición nutricional se centra en las variaciones de


los patrones alimentarios y de actividad física que ha vivido la humanidad desde el
modelo de sociedad recolectora-cazadora del Paleolítico, cuya dieta era baja en
grasas (sobre todo saturadas), alta en hidratos de carbono y elevada actividad física,
hasta la denominada dieta occidental de las últimas décadas, caracterizada por dietas

8
Introducción

pobres en fibra y ácidos grasos poliinsaturados (AGP), un consumo excesivo de grasa


saturada, azúcares y carbohidratos, acompañada de sedentarismo. Su modelo
propuesto se basa en cinco etapas, correspondiendo las tres últimas al mundo
contemporáneo (figura 3).

Tabla 1. Variables que condicionan la transición nutricional


ALIMENTARIAS COMERCIALES Y OTRAS CONDICIONES
ECONÓMICAS
“Occidentalización” en la incorporación Liberalización de Ambientales y culturales
de alimentos y tradiciones mercados
Mejora de la calidad de la dieta en Influencia de las Políticas e institucionales
personas que habitualmente usan nuevas tecnologías
supermercados de comunicación
Avances científicos, técnicos y Redes comerciales División internacional del
agronómicos tupidas trabajo
Publicidad que influye en la elección de Dinámica Urbanización del estilo de
alimentos. Mensajes nutricionales con expansionista unida vida (cambio demográfico
soporte científico o sin él. Población a la globalización que implica reducción y
incapaz de distinguirlo. Códigos de económica cambios en la familia)
conducta de la industria alimentaria
Industrialización de los alimentos. Aumento del Grandes movimientos
Precocinados. Consumo de aperitivos. comercio transmigratorios
Alimentos ricos en grasas y azúcares. alimentario
Ruptura con los hábitos tradicionales
Fuente: Adaptado de Tessier y cols, 2008; Suárez-Herrera y cols, 2009

La tercera etapa se inicia con la industrialización y conlleva una reducción del


hambre y de las enfermedades infecciosas. La alimentación se ve impulsada por una
nueva revolución agraria y las mejoras en las redes comerciales, si bien el trabajo
sigue siendo físico. El consumo alimentario se basa en los cereales, aunque se
incrementa la ingesta de fruta, verdura y proteína animal, siendo una dieta baja en
grasa y alta en fibra. La reducción de la mortalidad es lenta y la bebida habitual es el
agua.

En la etapa cuatro predominan las enfermedades degenerativas, las dietas son


pobres en fibra y AGP y hay un consumo excesivo de grasa saturada, azúcares y
carbohidratos, configurando lo que se denomina dieta occidental. Se incrementa
tanto la prevalencia de obesidad y enfermedades degenerativas como la esperanza
de vida.

9
Introducción

Existe una quinta etapa de cambio de comportamiento en los hábitos de vida,


incluidos los alimentarios, que contribuyen a ralentizar la aparición de enfermedades
degenerativas, con contradicciones como son la presencia simultánea de obesidad y
malnutrición, y mayores aumentos en la esperanza de vida, con envejecimiento de la
población (Popkin, 1993; Nicolau-Nos y Pujol-Andreu, 2011).

Urbanización, crecimiento económico, cambios tecnológicos en el trabajo, cultura del


ocio, procesado de los alimentos, medios de comunicación de masas

Etapa 3 Etapa 4 Etapa 5


Reduccion del hambre Enfermedades degenerativas Cambios en el comportamiento

Se reducen las grasas,


Féculas, variedad baja, Aumento del consumo de grasas, aumentándose frutas,
baja en grasas, alta en fibra. azúcares y comidas procesadas. vegetales e hidratos de carbono
Ocio y trabajo físico intenso Cambios en la tecnología en general.
aplicada al trabajo y al ocio Se reemplaza el sedentarismo,
con cambios intencionados en el recreo

Reducción Emerge la obesidad,


de la fertilidad. problemas en la densidad ósea Reducción
Envejecimiento de la grasa corporal.
Mejora en la salud ósea

Se acelera la esperanza de vida.


Bajada lenta de la mortalidad Aumento en las Mejora en la salud de los mayores.
enfermedades crónicas Disminuyen
las enfermedades crónicas

Figura 3. Etapas de la transición nutricional


Fuente: Adaptado de Popkin, 2002; 2006

La cadena de consumo y el patrón alimentario en los países de ingresos bajos


y medios está cambiando rápidamente, por lo que son necesarias investigaciones,
acciones y políticas para entender dichos cambios y sus consecuencias sobre la salud
(Popkin, 2004).

1.1.3. El modelo alimentario en la actualidad: Túnez y España

Las distintas regiones o países del mundo se encuentran en una de las tres
últimas etapas de transición nutricional de las cinco propuestas por Popkin (2006). En

10
Introducción

función de su nivel de desarrollo tecnológico y cultural España se ajusta a la etapa


cuarta (Marrodán y cols, 2012) mientras que Túnez se situaría en la tercera.

1.1.3.1. Situación en Túnez

El modelo de dieta tradicional mediterránea es todavía el estilo de


alimentación en los países del norte de África, como Túnez, sin embargo el rápido
proceso de urbanización está originando cambios en su estilo de vida y sus hábitos
alimentarios hacia modelos menos saludables (Mokhtar y cols, 2001). En la actualidad
comienzan a observarse datos relativos a dicha evolución. Si bien a nivel nacional el
valor energético de la ración alimentaria tiende a decrecer, pasando de 2350 kcal/día
en el año 1980 a 2200 kcal/día en el año 2000 (FAO, 2005), la disminución de la
actividad física durante ese periodo ha provocado un incremento en las tasas de
obesidad y sobrepeso en la población adulta, sobre todo en el área cercana a la
capital (OMS, 2012). En este sentido, en la última década se ha encontrado que más
del 16% de mujeres adultas con edad comprendida entre los 15 y los 49 años son
obesas (alcanzando el 24% en el área próxima a la capital) y el 25% tienen sobrepeso
(FAO, 2005).

Respecto a las características de la alimentación, mientras el consumo de


tubérculos, en especial la patata, se ha incrementado ligeramente, los productos de
origen animal (carnes, huevos y lácteos) y las legumbres han experimentado un
importante aumento. Estas últimas, junto a las frutas constituyen el grupo de
alimentos más consumido después de los cereales, permaneciendo constante la
ingesta de pescado. Globalmente, la ración evoluciona a un modelo más
diversificado, aunque con más azúcares y grasas (FAO, 2005; INS, 2014). En este país
se han encontrado diferencias importantes entre la alimentación en zonas rurales y
urbanas debido al poder adquisitivo, al modo de vida y a las disponibilidades
alimentarias. Así, el consumo de cárnicos en el medio urbano (80 g/persona/día)
duplica al consumo rural. Aunque el consumo de los grupos de aceites y grasas y de
azúcares y bollería es similar en los dos medios, hay que anotar que el aceite de oliva,

11
Introducción

un alimento relativamente costoso, es más consumido en las ciudades frente a otros


tipos de aceites importados que son subvencionados por el estado (INS, 2014).

1.1.3.2. Situación en España

A mediados de los años 60 la ingesta media de calorías en la Europa


mediterránea era inferior a la media de la Europa atlántica, siendo el grupo de
cereales, patatas y leguminosas el que aportaba en torno a la mitad de las calorías y
proteínas consumidas. Al inicio de los 80 se produce una convergencia entre ambas
aunque con diferencias significativas en la composición de la dieta, ya que en los
países mediterráneos se consumían menos grasas animales y más fruta, pescado o
legumbres que en el norte de Europa (Nicolau-Nos y Pujol-Andreu, 2011). Aun así en
los últimos 50 años el patrón alimentario se ha modificado notablemente. En este
sentido, la cantidad total de alimentos de origen vegetal disminuyó en un 20% entre
los años 60 y los 90, mientras que la cantidad de alimentos de origen animal se
incrementó alrededor de un 10% para el mismo periodo. Por grupos de alimentos,
cereales, patatas y legumbres se reducen a la mitad, la ingesta de verduras aumenta
ligeramente y se duplica el consumo diario de fruta. Respecto a los alimentos de
origen animal, la presencia de carne de vacuno y pollo se triplica, aumentando
también la ingesta de lácteos, pescado y azúcares en la dieta (Moreno y cols, 2002;
Marrodán y cols, 2012). Estas características corresponden a lo que algunos autores
denominan “dieta mediterránea evolucionada” (Banegas y cols, 2011).

Los niveles socioeconómico y educativo también influyen sobre el riesgo


nutricional, asociándose a los estratos más bajos ya que los hogares con niveles de
renta alto o medio-alto muestran una dieta más variada (Nicolau-Nos y Pujol-Andreu,
2011; del Pozo y cols, 2012).

1.1.3.3. Panel alimentario en la comunidad de Castilla-La Mancha

Con respecto a la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, la población


supera los dos millones cien mil habitantes, de los que algo más de cuatrocientos mil
viven en la provincia de Albacete. Según los datos publicados por el Ministerio de

12
Introducción

Agricultura, Alimentación y Medioambiente (MAGRAMA), esta comunidad es la que


menor gasto en alimentación realiza, el cual ascendió a 1272 € por persona en el año
2013 (MAGRAMA, 2014).

Según el estudio publicado por la Fundación Española de Nutrición (del Pozo y


cols, 2012) basado en el Panel de Consumo de Alimentos del MAGRAMA, durante los
años 2007 y 2008 en los hogares castellano-manchegos la ingesta energética fue
próxima a las 2100 kcal, similar a la media nacional, mientras que la contribución de
carbohidratos y lípidos fue inferior y la de proteínas ligeramente superior. Con
respecto a los grupos de alimentos y según esta misma fuente, se supera a la media
de los españoles en el consumo de productos cárnicos y bebidas no alcohólicas y por
el contrario, el consumo de lácteos, verduras y hortalizas es inferior a la media,
siendo la comunidad que menos azúcares, dulces y aceites consume.

13
Introducción

1.2. Características de la nutrición y la alimentación en adultos


jóvenes

La dieta, definida por el diccionario de la RAE (2001) como “conjunto de


sustancias que regularmente se ingieren como alimento”, si es variada y equilibrada
permite al organismo obtener los nutrientes necesarios para mantener el estado de
salud y el equilibrio energético. La ingesta alimentaria diaria debe aportar energía
suficiente para realizar las funciones vitales del organismo, la actividad física y la
termogénesis inducida por la dieta.

Para conocer las características de la alimentación en adultos jóvenes


debemos acotar y definir estas etapas de la vida. El tránsito entre la niñez y la adultez
es la adolescencia y aunque está clara la relación de su inicio con la pubertad, entre
los 10 y los 15 años de edad, su final es más difuso, con un periodo comprendido
entre los 19 y los 24 años (ONU, 2010). En este sentido y desde un punto de vista
práctico, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera intercambiables las
palabras adolescentes, jóvenes y juventud, estableciendo un rango de edad entre los
10 y los 24 años para esta etapa de la vida que se divide, a su vez, en tres tramos de
cinco años cada uno. Ambos organismos coinciden en definir al adulto como el
individuo cuya edad está comprendida en el largo periodo que hay entre la
adolescencia y el final de la edad adulta, a los 65 años, correspondiendo los
individuos entre 19 y 30 años al grupo denominado adulto joven y la edad
comprendida entre 14 y 18 años a la adolescencia (IoM, 2005a; OMS, 1986; 2014).

Los grandes cambios anatómicos, fisiológicos, bioquímicos, mentales y


emocionales que acompañan al adulto joven llevan consigo además importantes
cambios sociales (OMS, 1965; 1986) como el abandono de la escolarización, en
muchos casos para comenzar a trabajar o continuar con los estudios, el inicio de una
nueva convivencia en pisos compartidos o residencia o formar un nuevo hogar
(Arroyo y cols, 2006; Alcácera y cols, 2008). Su diferencia fundamental desde el punto
de vista fisiológico con los adultos se debe a que el pico de masa ósea no se ha
alcanzado todavía, mientras que desde la perspectiva psicológica y en relación a la

14
Introducción

alimentación, se trata de un grupo cuyo comportamiento es bastante vulnerable


(López-Azpiazu y cols, 2003; Martínez y cols, 2005) y, por tanto, también lo es su
estado nutricional. Estos cambios fisiológicos, junto a otros factores, condicionan sus
necesidades de energía y nutrientes. Una vez alcanzada la edad adulta dichas
necesidades tienen como criterio básico el mantenimiento del peso y de la estructura
corporal evitando la depleción, estando influidas por el género, la presencia de
patologías, el consumo de medicamentos y el estilo de vida, que incluye la actividad
física, la alimentación o el consumo de tabaco, entre otros factores (OMS, 1985; IoM,
2005b). La función de los alimentos es aportar los nutrientes necesarios que
permitan cubrir las necesidades energéticas y otros requerimientos específicos del
ser humano, los cuales varían a lo largo del ciclo vital.

El organismo humano necesita un gasto energético constante para mantener


la temperatura corporal y la concentración de gradientes, así como la síntesis,
transporte, degradación y reposición de moléculas que constituyen los tejidos. Esta
energía se obtiene mediante la oxidación de diferentes sustancias orgánicas, que
incluyen los macronutrientes (carbohidratos, grasas, proteínas) y otros componentes
alimentarios, mientras que los micronutrientes (vitaminas y minerales) desempeñan
una función principalmente reguladora, sin producción energética. En esta sección se
hará también mención a un componente no digerible de la dieta que es la fibra.

1.2.1. Necesidades de energía

El balance energético en un individuo va a depender de la energía ingerida y


de la energía gastada, y el resultado de un desequilibrio entre ambas origina ganancia
o pérdida de componentes del organismo, principalmente grasa, lo que implica
cambios en el peso corporal. Las necesidades energéticas estimadas se corresponden
con la ingesta dietética que permitirá mantener dicho equilibrio en un adulto sano de
una determinada edad, sexo, peso, altura y nivel de actividad física, teniendo en
cuenta su estado fisiológico y compatible con una buena salud (OMS, 1985; IoM,
2005a). La energía, con independencia de la etapa fisiológica o patológica en que se

15
Introducción

encuentre el organismo, se consume a través del gasto energético basal, el efecto


térmico de los alimentos y la termogénesis por actividad (Levine y Kotz, 2005).

1.2.1.1. Gasto energético basal

El gasto energético basal hace referencia a la cantidad mínima de energía


consumida compatible con la vida, o dicho de otra forma, a la energía necesaria para
sufragar la actividad metabólica de células y tejidos, además de la invertida en los
procesos circulatorios, respiratorios, digestivos y renales. Se expresa en kcal/kg de
peso corporal/hora y se determina por la mañana, antes de que la persona realice
ninguna actividad física y 10 o 12 horas después de la ingestión de comida, bebida,
alcohol o nicotina, extrapolándose a 24 horas (Durnin, 1996). Es bastante constante
diariamente representando entre el 60 y el 70% del total de energía gastada (Shetty y
cols, 1996). Se relaciona con el tamaño corporal, existiendo una correlación mayor
con el tamaño del compartimento libre de grasa, definido como la diferencia entre el
peso corporal y el peso de su compartimento graso (Bosy-Westphal y cols, 2004).

1.2.1.2. Efecto térmico de los alimentos

Es un hecho bien conocido que el consumo de alimentos provoca un


incremento de la energía gastada. La intensidad y duración del efecto térmico de los
alimentos depende fundamentalmente de la cantidad consumida y su composición.
En la actualidad, se denomina termogénesis obligatoria a la energía requerida en la
digestión, absorción y metabolismo de nutrientes. El término definido como
termogénesis facultativa o adaptativa se refiere al exceso de energía gastada,
además del componente obligatorio, y se atribuye a la ineficiencia metabólica del
sistema estimulada por la actividad nerviosa simpática. Las grasas son el nutriente
metabolizado de forma más eficiente mientras que las proteínas reflejan el mayor
efecto térmico, debido al alto coste metabólico relativo que implica procesar los
aminoácidos procedentes de la dieta para la síntesis de proteínas o de urea y glucosa
(Nair y cols, 1983). Los hidratos de carbono se encuentran en una situación
intermedia. Se considera que el consumo de una dieta equilibrada implica un efecto
térmico de los alimentos de un 10% de la energía consumida (IoM, 2005c).

16
Introducción

1.2.1.3. Termogénesis por actividad

La energía gastada durante actividades de la vida diaria se incluye en la


actualidad bajo la denominación “termogénesis por actividad que no constituye
ejercicio”, para diferenciarla así de la energía consumida en deportes o ejercicio físico
programado (Levine y Kotz, 2005). El gasto energético en la actividad física varía de
forma importante tanto entre individuos como de un día a otro. En personas muy
activas puede llegar a superar las 3000 kcal/día, mientras que en las sedentarias
desciende incluso a las 100 kcal/día. La energía consumida en actividades ligeras de la
vida diaria puede suponer importantes diferencias en el coste energético
interindividual. En general, la termogénesis por la actividad es mayor en varones que
en mujeres y desciende con la edad debido, al menos en parte, a la menor
proporción de masa muscular respecto a masa grasa (Roubenoff y cols, 2000). El
exceso de consumo de oxígeno post ejercicio (ECOP) también incrementa la energía
consumida (incluso después de su cese), dependiendo de su intensidad y magnitud
(Gaesser y Brooks, 1984; Bahr y cols, 1992). El nivel de actividad física (PAL o Physical
Activity Level) se define normalmente como la proporción entre el gasto energético
total y el gasto energético basal durante ese mismo periodo de tiempo (IoM, 2005b).

1.2.2. Nutrientes energéticos en la dieta

1.2.2.1. Las grasas

Debido a su alta densidad calórica (proporcionan 9 kcal/g) es posible obtener


un adecuado aporte energético a partir de un consumo razonable de grasa. Aunque
no existen datos suficientes para determinar un nivel definido de ingesta de este
macronutriente que asegure la ausencia de riesgo, se estima que una cantidad entre
el 20-35% de la energía de la dieta cubre las necesidades del ser humano y previene
de enfermedades crónicas (IoM, 2005d), asociándose además a la absorción de
vitaminas liposolubles y carotenoides. Después de más de 30 años de
recomendaciones de dietas con bajo contenido en grasas, en Estados Unidos se
observa un incremento sin precedentes de la prevalencia de varias enfermedades,

17
Introducción

entre ellas obesidad y diabetes. Si bien los primeros estudios se enfocaban


exclusivamente a la reducción de la grasa de la dieta (y por tanto el colesterol sérico)
como principal medida preventiva de accidentes cardiovasculares, los trabajos
actuales incorporan un enfoque más amplio. En este sentido apuntan a que patrones
alimentarios saludables con altas ingestas de frutas, verduras, pescados y granos
enteros, proporcionan mejores resultados sobre la prevención y tratamiento de
enfermedades cardiovasculares que la intervención sobre un nutriente único, como
es la grasa (Dalen y Devries, 2014).

La capacidad de almacenar grasa en los adipocitos en forma de triglicéridos


permite la supervivencia del ser humano en ausencia de alimentos durante semanas
e incluso durante meses, así como el suministro de energía a corto plazo (Ortega y
cols, 2009). Se consumen en forma de grasas visibles en los aceites y mantequilla o
formando parte de alimentos básicos como leche, queso, carnes o pescado,
contribuyendo a la sensación de saciedad debido al retraso que provocan sobre el
vaciado gástrico (McClements y Decker, 2010). Sus propiedades vienen determinadas
por las características de los ácidos grasos que la componen. Dichos ácidos pueden
ser saturados, y por tanto, sin dobles o triples enlaces o, en caso contrario
insaturados, características que condicionan además de su temperatura de fusión, su
influencia sobre la salud. Aunque los ácidos grasos monoinsaturados no son ácidos
esenciales para el organismo humano, pueden tener algunos beneficios en la
prevención de enfermedades crónicas (IoM, 2005d). Si bien dichos beneficios
comenzaron a investigarse en décadas pasadas, en la actualidad continúa su interés
sobre la salud debido a su asociación con la disminución de riesgo cardiovascular y
muerte (Buckland y cols, 2012; Guasch-Ferré y cols, 2014). Aproximadamente, entre
el 20-40% de la grasa es consumida como ácidos grasos monoinsaturados ω-9, siendo
casi todo ácido oleico, cuya principal fuente alimentaria es el aceite de oliva (IoM,
2005d).

Los ácidos grasos ω-3 y ω-6 no pueden ser sintetizados por el organismo,
aunque éste sí puede desaturar y elongar el ácido linoléico y α-linoléico (ω-6),
obteniendo otros ácidos grasos ω-3 y ω-6. Debido a esta capacidad, Cunnane (2003)

18
Introducción

sugiere que el término ácido graso esencial se reemplace por ω-3 y ω-6 para
referirnos de una forma más general. Mientras que los ácidos grasos ω-3 de la dieta
proceden principalmente de animales marinos, los ω-6 abundan especialmente en
aceites de semillas. Estudios recientes concluyen que los ácidos grasos ω-3
procedentes de la dieta pueden tener efectos beneficiosos sobre trastornos
cardiovasculares, procesos inflamatorios y el desarrollo de la aterosclerosis (Le Goff,
2014; Van Bilsen y Planavila, 2014) entre otras patologías y aunque ambos son
importantes en la alimentación, es el ratio ω-6/ω-3 (ha sido estimado entre 2:1 y 3:1)
lo que influye positivamente en la neurotransmisión y en la función cerebral (Haag,
2003; Cederholm y cols, 2013). La FAO (2010) indica, sin embargo, que no es
necesaria una proporción entre ambos si los dos valores se encuentran dentro de las
recomendaciones de consumo.

No se puede obviar hacer referencia a los ácidos grasos trans como


componente de la dieta actual, cuya principal fuente son alimentos que contienen
aceites que han sufrido un proceso de hidrogenación de sus ácidos grasos
insaturados para convertirse en grasas más estables. Margarina, bollería industrial y
en general alimentos procesados, por su contenido en estas sustancias o por su
frecuencia de consumo, son la fuente principal de estos ácidos en la dieta de los
españoles. Aunque su consumo ha disminuido en los últimos años (AESAN, 2010)
(inferior al 1% de la energía total, que es el límite recomendado), es necesario seguir
recomendando su reducción al máximo posible (FESNAD, 2013) debido a las
evidencias existentes sobre la contribución que su ingesta excesiva tiene sobre
incremento de la prevalencia de enfermedades crónicas y determinados tipos de
cáncer (Brennan y cols, 2010).

19
Introducción

1.2.2.2. Los hidratos de carbono

Estos macronutrientes están constituidos por hidrógeno, oxígeno y carbono y


su principal función es proporcionar energía al organismo (4 kcal/g), en especial al
cerebro, el cual es el único órgano dependiente de este macronutriente. Son
sintetizados por las plantas y constituyen el mayor suministro energético de la dieta
(alrededor del 50%). Desde el punto de vista alimentario destacan los almidones y
azúcares, además de la fibra por su efecto sobre la prevención de diversas patologías.
Mientras que la denominación “almidón” se refiere a polisacáridos compuestos
exclusivamente por glucosa, el término "azúcar" se suele utilizar para denominar a
mono y disacáridos, que pueden formar parte de la composición natural de los
alimentos o haber sido incorporados a comidas y bebidas procesadas, bien como
edulcorante o para mejorar su conservación (BeMiller y Huber, 2010).

En cuanto a la fibra, comienza a adquirir importancia en la alimentación en la


década de los 70 cuando un grupo de investigadores británicos (Burkitt y cols, 1972;
Trowell, 1977) advierten de la presencia de enfermedades en países occidentalizados
que no existen en el continente africano. El código alimentario (CODEX, 2010) incluye
en la definición de fibra dietética a todos los polímeros de carbohidratos no
digeribles y con un grado de polimerización de tres o más, con la condición de que
proporcionen efectos beneficiosos sobre la salud. Aunque se trata de una definición
global compatible con otras de ámbito más reducido, en la actualidad se advierte
sobre la necesidad de llegar a acuerdos en relación a los efectos fisiológicos positivos
mostrados científicamente, es decir, su efecto laxante y sobre el tracto
gastrointestinal, disminución de los niveles de lípidos, glucosa e insulina en sangre,
así como la promoción de la fermentación en el intestino grueso (Miller, 2013). La
fibra funcional son los hidratos de carbono no digeribles que se han fabricado o
extraído de las plantas (BeMiller y Huber, 2010).

La dirección de las investigaciones sobre los carbohidratos, llevaron a Jenkins


y cols (1981) a definir el índice glucémico como una clasificación de los carbohidratos
de la dieta en función de su capacidad para elevar la concentración de glucosa
sanguínea en comparación con un alimento de referencia. Desde hace más de una

20
Introducción

década existen evidencias de que dietas con bajo índice glucémico minimizan la
secreción postprandial de insulina y la insulinorresistencia, ayudando al tratamiento
de la diabetes tipo 2 y de la obesidad (Brand-Miller y cols, 2002; Juanola-Falgarona y
cols, 2014). En la actualidad las directrices generales sobre el consumo de hidratos de
carbono recomiendan la elección de alimentos con cantidades inferiores de azúcares
añadidos y el consumo de carbohidratos a través de granos ricos en fibra, frutas y
verduras, incorporando así el consumo de fibra al de carbohidratos digeribles (USDA
2010; Sánchez-Muñiz y Bastida, 2013).

1.2.2.3. Las proteínas

El tercer gran grupo de nutrientes energéticos lo constituyen las proteínas que


aportan, al igual que los carbohidratos, 4 kilocalorías por gramo consumido, aunque
entre sus funciones principales destacan constituir la base de la estructura corporal e
intervenir en procesos de regulación a través de enzimas, hormonas o
transportadores de membrana (de Burgos y cols, 2007). De los veinte aminoácidos
que las componen, sólo ocho son esenciales en la edad adulta (valina, leucina,
isoleucina, lisina, fenilalanina, triptófano, treonina y metionina) (OMS, 1985; IoM,
2005e; Nelson y Cox, 2008). Debido a que la capacidad del organismo para sintetizar
las proteínas está condicionada por la disponibilidad de todos los aminoácidos
necesarios, el valor biológico de éstas viene determinado por la composición en
aminoácidos esenciales, tomándose como referencia para el ser humano la
ovoalbúmina, ya que contiene los aminoácidos esenciales en las cantidades
necesarias para el organismo (Mataix y Martínez de Vitoria, 1993; Moltó, 2006). Así,
la calidad proteica de la dieta depende del valor biológico de la proteína, además de
su digestibilidad y biodisponibilidad. Carnes, pescados, huevos y lácteos son los
principales grupos de alimentos ricos en proteínas de origen animal, mientras que las
legumbres son fuentes de proteína vegetal, aunque éstas son en general de peor
calidad (Salvador y Serra-Majem, 1993; Damodaran, 2010).

De todo ello surge el concepto de complementariedad proteica, basado en


mezclas de alimentos tanto de origen vegetal como animal, provistas de proteínas

21
Introducción

con patrones de aminoácidos distintos y en cantidades suficientes que permiten que


unos alimentos complementen a otros, dando lugar al consumo de niveles y
proporciones adecuados de aminoácidos para el hombre (Mataix y Martínez de
Vitoria, 1993). Un ejemplo clásico en la dieta es la elaboración de platos compuestos
por leguminosas (pobres en metionina y con contenido adecuado de lisina) y cereales
(ricas en metionina, pero pobres en lisina). No se considera necesario el consumo de
aminoácidos complementarios durante una comida, aunque sí en el mismo día (ADA,
1997).

El debate sobre la seguridad y validez del incremento de la ingesta de


proteínas tanto para el control del peso como para la síntesis de músculo continúa en
la actualidad, ya que son numerosos los profesionales de la salud que recomiendan
este tipo de dietas, a pesar de la ausencia de datos científicos sobre la seguridad del
incremento de su consumo (Bilsborough y Mann, 2006). Algunos autores sugieren
que unos valores normales de consumo de 0.8 g de proteína por kilogramo de peso
corporal y por día serían suficientes para el control del peso (Soenen y cols, 2013).
Por otra parte, aunque altas ingestas de proteínas se podrían asociar en algunos
casos con enfermedades crónicas como osteoporosis, cálculos renales, insuficiencia
renal, cáncer y enfermedad coronaria (Martin y cols, 2005), las evidencias actuales no
permiten hacer ninguna recomendación sobre el límite superior de su ingesta que
puede servir de umbral para evitar el riesgo de enfermedades crónicas (IoM, 2005e).

1.2.2.4. El alcohol

La relación entre consumo de alcohol en la dieta y sus efectos sobre la salud


continúa siendo un tema de investigación de interés en nuestros días (Glymour,
2014; Anthony y cols, 2014), existiendo constancia del efecto positivo que su
consumo moderado tiene sobre enfermedades cardiovasculares y longevidad, como
se refleja en algunos patrones alimentarios de reconocido beneficio para la salud. Si
además ese alcohol se encuentra en algunas bebidas fermentadas como el vino tinto,
aporta adicionalmente antioxidantes cuyos efectos beneficiosos se asocian a la
protección frente a daños oxidativos celulares (Lorgeril y cols, 2002; Tur, 2004).

22
Introducción

Desde el punto de vista energético cada gramo de alcohol produce 7 kcal/g y aunque
su consumo moderado es socialmente aceptado y saludable, su ingesta en exceso
genera un importante problema de salud, lo que se asocia a un alto coste sanitario y
social (Galiano, 1996; del Pozo y cols, 2013b).

1.2.3. Nutrientes no energéticos en la dieta

El organismo requiere nutrientes esenciales en cantidades muy pequeñas


para que sus necesidades queden cubiertas, generalmente, mediante la ingesta de
una dieta equilibrada. Esos nutrientes son las vitaminas y los minerales.

1.2.3.1. Las vitaminas

Se trata de compuestos orgánicos presentes en los alimentos naturales, cuya


función es participar en la regulación del funcionamiento fisiológico normal del
organismo y cuya deficiencia provoca síndromes específicos (Gregory III, 2010;
Olmedilla y Granado, 2013). Clásicamente se clasifican en hidrosolubles y
liposolubles. Las primeras (tiamina, riboflavina, niacina, acido pantoténico, piridoxina,
ácido fólico, biotina, ácido ascórbico y cobalamina) no se almacenan en el organismo,
salvo la piridoxina que se acumula en el musculo esquelético, y la cobalamina y el
ácido fólico que lo hacen en el hígado. Su exceso se elimina por vía renal, requiriendo
un aporte regular (Nelson y Cox, 2008). Las vitaminas liposolubles (vitaminas A, D, E y
K) se almacenan en el organismo (a excepción de la vitamina K), pudiendo su exceso
originar fenómenos de toxicidad, como en el caso de las vitaminas A y D (de Burgos y
cols, 2007). Están muy difundidas en los alimentos, siendo sus principales fuentes los
vegetales (frutas y verduras sobre todo), aunque también están presentes en leche,
huevos o carnes. La niacina, por otra parte, puede ser producida en el organismo a
partir del triptófano, y la vitamina K y la riboflavina se pueden sintetizar en el
intestino en baja cantidad. Las liposolubles se ingieren habitualmente con la grasa de
la dieta y para ser asimiladas necesitan de una correcta secreción biliar, así como de
una adecuada función pancreática. Sus principales fuentes son las partes grasas de
los alimentos procedentes de animales (vitaminas A y K) y vegetales (vitaminas E y K).

23
Introducción

La vitamina D se sintetiza en la piel través de la radiación solar (de Burgos y cols,


2007; Olmedilla y Granado, 2013).

1.2.3.2. Los minerales

Se trata de sustancias inorgánicas que no producen energía y son necesarias


para la vida de los organismos animales. Dependiendo del elemento sus
requerimientos oscilan entre unos microgramos hasta algo más de un gramo por día
(Vázquez, 2007). Atendiendo a ello se dividen en tres grupos (de Burgos y cols, 2007):
macrominerales (calcio, fósforo, sodio, potasio, magnesio, azufre y cloro),
oligoelementos o microminerales (hierro, cinc, cobre, flúor) y ultraoligoelementos
(cromo, manganeso, iodo, molibdeno y selenio). Su función es estructural y
reguladora. Dependiendo del mineral sus principales fuentes alimentarias son leche,
productos lácteos, frutos secos, legumbres, carnes, pescados, huevos, cereales
integrales, mariscos, sal común, agua, verduras, fruta y hortalizas. No toda la
cantidad del elemento presente en un alimento puede ser utilizada como fuente del
nutriente, siendo la biodisponibilidad la proporción de nutriente en el alimento
ingerido que resulta asequible para su uso en los procesos metabólicos (Vázquez,
2007; Miller, 2010).

Aunque los alimentos son la principal fuente de vitaminas y minerales, en


algunos países como Estados Unidos, el enriquecimiento de la alimentación mediante
suplementos es una estrategia de salud pública para mejorar el estado nutricional de
la población sin incrementar la ingesta calórica (Dwyer y cols, 2014). Sin embargo, su
realización de forma indiscriminada puede generar desequilibrios en la dieta, ya que
el margen de seguridad de los diferentes micronutrientes presenta una gran
variación (Hathcock, 1997), recomendándose a los profesionales de la salud que se
tenga en cuenta tanto sus contraindicaciones como la dieta y estilo de vida del
individuo antes de proponer la ingesta de dichos suplementos (Balluz y cols, 2000).

24
Introducción

1.2.4. Factores que influyen en los hábitos alimentarios

Hasta no hace muchos años los trabajos en nutrición se centraban


fundamentalmente en aspectos referentes a datos analíticos y consumo de
determinados nutrientes en relación con la salud y la enfermedad. En la actualidad
son frecuentes las investigaciones sobre la alimentación en individuos reales, que
ingieren comida real y que se encuentran en situaciones reales, lo que permite
establecer relaciones entre resultados de la ingesta y sus factores condicionantes
(Meiselman, 1992). Los hábitos alimentarios son las determinaciones permanentes
que el hombre se da a sí mismo para nutrirse, es decir, el hábito es la forma cultural
adoptada por el hombre. Son, por tanto, electivos pero en cuanto adquieren forma y
firmeza, se adhieren tenazmente a la vida comunitaria (Cruz, 1999). Hoy día es bien
conocido que el género, la edad, el nivel de estudios y otros aspectos relacionados
con el estilo de vida como la actividad física, el hábito tabáquico o el consumo de
alcohol, entre otros, los condicionan.

Estudios recientes muestran que, independientemente de su país origen, en


general las mujeres tienen unos hábitos alimentarios más saludables que los
hombres en las diferentes etapas de la vida adulta y, respecto a la edad, son las
personas mayores las que consumen más alimentos considerados beneficiosos
(frutas, pescado o verduras) y mantienen regularidad en las comidas, tanto en
horarios como en número y en cantidades ingeridas (ENIDE, 2012). Hay que indicar,
sin embargo, que ser mujer y mayor se relaciona en general con porcentajes de
obesidad más altos (Aranceta y Serra, 2006a; Gutiérrez y Rodríguez-Artalejo, 2007).

En cuanto a la distribución de las comidas, su regularidad en el horario puede


contribuir a reducir la obesidad y, en este sentido, el aumento del número de
pequeñas ingestas entre las comidas mejora el rendimiento del trabajo, aunque un
aporte de nutrientes adecuado es más importante que el número de las mismas. Por
otra parte, los conocimientos actuales apuntan a que el nivel de estudios influye en la
dieta de los adultos con independencia de la edad, correspondiendo los mejores
hábitos alimentarios a las personas con mayor formación académica. Respecto al

25
Introducción

nivel socioeconómico, los niveles más bajos tienen estilos de vida menos adecuados
(Gutiérrez y Rodríguez-Artalejo, 2007; ENIDE, 2012).

Las principales tendencias en los hábitos alimentarios de los adolescentes y


jóvenes reúnen entre sus características la capacidad de elegir entre las múltiples
opciones de comida que se ofertan, comer lo que les gusta y se maneja con facilidad,
el uso de establecimientos de comida rápida, el abuso de aperitivos y de bebidas
refrescantes azucaradas, así como ser especialmente receptivos a novedades y
presiones publicitarias (García y Martínez-Monzó, 2002; Martínez y cols, 2005; Durá y
Castroviejo, 2011). Los adultos jóvenes, fundamentalmente hombres, presentan a
esta edad su ingesta media máxima de azúcares añadidos (incluida la bollería), la cual
va disminuyendo (IoM, 2005f), así como un mayor consumo de carne (ENIDE, 2012).

En general se inician con frecuencia en el consumo de bebidas alcohólicas


desde edades muy tempranas, mostrando hábitos acentuados de bebedor de fin de
semana, seguimiento de horarios irregulares en la alimentación, pérdida de las
comidas convencionales e instauración del hábito del “picoteo”, sin olvidar la falta de
habilidad para cocinar y el tiempo necesario para ello (Aranceta y cols, 2001). La alta
frecuencia de dietas de cafetería, el seguimiento de dietas de adelgazamiento rápido
(Martínez y cols, 2005), la alimentación poco diversificada y, en definitiva, el
alejamiento de la comida tradicional son algunas de las características más
importantes de la alimentación de los adultos jóvenes, periodo crítico en el desarrollo
de su estilo de vida con gran influencia en su futura salud. Respecto a los grupos de
alimentos, consumen más carne y bebidas refrescantes que la población de mayor
edad (Arroyo y cols, 2006; Alcácera y cols, 2008).

El estilo de vida con respecto a la actividad es el componente más variable


que influye en el gasto total de energía, ya que explica más de la mitad de la variación
en la ingesta de la población. La disponibilidad de medios de transporte públicos y
privados, el sedentarismo en el trabajo, el consumo de televisión, videojuegos e
Internet en el tiempo libre, entre otros factores, condicionan el gasto energético
(Gutiérrez y Rodríguez-Artalejo, 2007; OMS, 2010).

26
Introducción

La composición corporal, la eficacia del trabajo y la duración y la intensidad


del ejercicio son factores de los que depende el coste energético de la actividad,
donde adiposidad y edad suelen tener relación inversa con dicho coste. La OMS y las
guías dietéticas norteamericanas de 2010 recomiendan para los adultos entre 18 y 65
años que acumulen al menos 150 minutos semanales de actividad física aeróbica
moderada, o bien 75 minutos de vigorosa, o una combinación de ambas, con
duración mínima por sesión de 10 minutos (OMS, 2010; USDA, 2010). En general, en
edades comprendidas entre los 6 y los 24 años la actividad deportiva es mayor en
chicos que en chicas, siendo el subgrupo entre 18 y 24 años los que menos deporte
practican, mientras que los más activos son los niños de edad comprendida entre 10
y 13 años. Algunos estudios muestran que los jóvenes con mayor nivel de actividad
física tienen mejores hábitos alimentarios (Riba, 2002; Tur y cols, 2004; Henríquez y
cols, 2012).

Finalmente nos referiremos al consumo de alcohol y tabaco como factores


que influyen alimentación, dependiendo su efecto sobre la salud de la cantidad
aportada al organismo. Así, un consumo moderado de bebidas alcohólicas
fermentadas de baja graduación puede ayudar a disminuir el riesgo de enfermedad
coronaria y accidente cardiovascular, mientras que su ingesta excesiva podría
ocasionar alteraciones metabólicas. Aunque no existe un criterio único, se considera
adecuada una ingesta dos bebidas al día en el caso de hombres y una bebida diaria
en mujeres, siendo la unidad de bebida estándar la equivalente a un vasito de vino
(100 ml), una caña de cerveza (200 ml) o la mitad de una copa de destilado (25 ml)
(PNSD, 2007). En la encuesta domiciliaria del Plan Nacional de Drogas
correspondiente al periodo 2010-2011, la proporción de consumidores de alcohol en
los últimos doce meses entre 15 y 34 años fue próxima al 80%, y entre 15 y 17 años
de más del 60%. Los resultados de este mismo trabajo respecto al consumo de
tabaco mostró que en personas entre 15 y 34 años más del 40% eran fumadores
(PNSD, 2011). El consumo de tabaco condiciona los riesgos nutricionales tanto en
fumadores pasivos como en activos y, si bien afecta a ambos sexos, en el caso de
mujeres se constata una menor ingesta de folatos (Ortega y Aparicio, 2007). Los
fumadores, en general, tienen una ingesta menor de frutas, hortalizas, verduras y

27
Introducción

lácteos y, por tanto, de las vitaminas y minerales aportados mayoritariamente por


estos grupos de alimentos. Además suele asociarse a un mayor consumo de alcohol y
café (Ortega y Aparicio, 2007; del Pozo y cols, 2013b), peores hábitos alimentarios y
menor práctica de actividad física. Por tanto en los jóvenes se asocia el riesgo
nutricional con ser fumador.

1.2.5. Recomendaciones dietéticas y requerimientos nutricionales

Los requerimientos nutricionales son las cantidades de todos y cada uno de


los nutrientes que un individuo necesita, siendo imprescindible considerar en la
actualidad la calidad o tipo de algún nutriente específico, debido a la relación entre
nutrición y salud (Mataix y Aranceta, 2002; Serra y Aranceta, 2006). A nivel
poblacional las recomendaciones de la ingesta de cada nutriente deben cubrir la
variabilidad individual ya que cada persona tiene unas necesidades determinadas. El
Food Nutritional Board-National Research Council (Estados Unidos) define las
ingestas recomendadas (IR) como “los niveles de ingestas de nutrientes esenciales
que, sobre las bases de los conocimientos científicos, se juzgan adecuados para
mantener los requerimientos nutricionales de prácticamente todas las personas
sanas”. Las ingestas dietéticas de referencia (IDR), que sustituyen a las IR y fueron
definidas inicialmente para población americana y canadiense, tienen en cuenta
aspectos como la función de los nutrientes en la prevención de enfermedades
crónicas no transmisibles o degenerativas (Mataix y Aranceta, 2002). Éstas, junto a
las ingestas recomendadas constituyen la base para alcanzar la nutrición más
adecuada con el fin de mantener una salud óptima. En la tabla 2 se muestran las
recomendaciones sobre el aporte de nutrientes y energía a la dieta según y la OMS
(2003) y la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC, 2001).

Sin embargo, debido a que no son entendibles por la población en general, ha


sido necesaria la elaboración de guías dietéticas o alimentarias, dirigidas al
consumidor, en las que se establecen pautas de elección de alimentos y frecuencia
de su consumo (Aranceta y Serra, 2006b). Estas herramientas parten de dos grandes
conceptos: mantener el estado de salud mediante el adecuado balance calórico (con

28
Introducción

un peso equilibrado) y potenciar el consumo de alimentos saludables (USDA, 2010).


Aunque se materializan en símbolos como pueden ser la pirámide, el rombo o la
rueda, internacionalmente el más extendido es la pirámide, situándose en la base los
alimentos de consumo más frecuente. En general, se aconseja la ingesta diaria de
alimentos de todos los grupos, sin prohibiciones, aunque la moderación en algunos
de ellos es fundamental para la salud. En estas guías no suelen estar presentes las
bebidas dietéticas, el café, el té, las especias ni el alcohol, sin embargo, en algunas de
ellas como es el caso de la pirámide de la dieta mediterránea, existe mención expresa
a la actividad física, el consumo de agua y vino y al estilo de vida saludable,
recordando la importancia de la alimentación como acto social (FDM, 2010).

Tabla 2. Recomendaciones sobre contribución de los macronutrientes a la energía total de la


dieta de la OMS (2003) y la SENC (2001)
Grasa Total AGSa AGMb AGPc Colesterol Carbohidratos Proteínas Fibra
(%) (%) (%) (%) (mg) (%) (%) (g)
OMS 15-30 <10 - 6-10 <300 55-75 10-15 >25
SENC 30-35 7-8 20 <5 <300 50-55 ≤15 >25
a
ácidos grasos saturados
b
ácidos grasos monoinsaturados
c
ácidos grasos poliinsaturados

Recientemente, tanto los resultados de la Encuesta Nacional de Ingesta


Dietética de la Población Española (ENIDE) como el Estudio de Nutrición y Riesgo
Cardiovascular (ENRICA), ambos llevados a cabo en nuestro país y sobre población
mayor de 18 años, indican que el consumo energético medio se encuentra alrededor
de las 2250 kcal/día (ENIDE, 2012; Banegas y cols 2011). También coinciden en
estimar que la ingesta de grasa está próxima al 40% de la energía total, aportando las
grasas saturadas alrededor del 12%. El consumo de AGM se ajusta al rango del 15-
20% propuesto, mientras que los poliinsaturados superan ligeramente la
recomendación y el colesterol lo sobrepasa, sobre todo en varones donde llega a
alcanzar los 400 mg diarios. Además, la dieta es baja en hidratos de carbono (40% de
la energía total), alta en proteínas (16-17% de la energía total) y deficiente en fibra
(23 g).

Con respecto a los grupos de alimentos, tanto el estudio ENIDE como el


ENRICA coinciden en las elevadas ingestas de carnes grasas, embutidos y alimentos
ricos en azúcares, mientras que en el caso de frutas, legumbres, verduras y hortalizas

29
Introducción

quedan por debajo de las cantidades recomendadas, siendo las mujeres y las
personas de más edad quienes presentan mejores hábitos alimentarios, con mayor
adherencia al patrón mediterráneo tradicional (ENIDE, 2012).

Anotar además en relación a las conductas alimentarias y el estilo de vida, que


entre el 15-20% de la población ha realizado algún tipo de dieta recientemente y su
principal motivo fue la pérdida de peso, siendo más frecuente en mujeres. Como
aspecto favorable destaca que más del 99% de los españoles realiza las tres comidas
principales del día (desayuno, comida y cena). Por el contrario, muestran un gran
sedentarismo, ya que sólo el 14% de la población puede considerarse activa, siendo
los hombres más activos que las mujeres (Banegas y cols, 2011; ENIDE, 2012).

Figura 4. Pirámide de la dieta mediterránea: un estilo de vida actual


Fuente: Fundación dieta mediterránea (FDM), 2010

30
Introducción

1.3. Obtención de información sobre consumo alimentario

La estimación del consumo alimentario en individuos y poblaciones se realiza


a través de diferentes métodos y encuestas. En función de cuáles sean los objetivos
de la medición, de los medios disponibles y de las condiciones de utilización se
emplean unos u otros. Esta diversidad permite obtener una aproximación de los
alimentos consumidos a diferentes niveles: nacional, familiar e individual (Serra y
cols, 2006).

Las Hojas de Balance Alimentario, a escala nacional, proporcionan


información sobre los alimentos potencialmente disponibles en un país para su
consumo durante un periodo de tiempo determinado, generalmente un año, y son
publicadas por la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Su
principal ventaja es que están estandarizadas para todos los países pudiendo
proporcionar una visión de la situación alimentaria global y comparativa entre ellos,
que puede ser muy útil en estudios de índole económico y nutricional, como viene
realizando dicho organismo (FAO, 2009). Sin embargo, este método no proporciona
ninguna indicación sobre las posibles diferencias en la dieta consumida por los
diferentes grupos de población (socioeconómicos, regiones) ni aporta información
sobre la variación de la disponibilidad alimentaria en función de la estacionalidad.
Para obtener una visión completa habría que recoger información sobre el consumo
que indicara la distribución del suministro total de alimentos en diversas épocas del
año entre los distintos sectores de la población (Román y cols, 2006).

Las encuestas familiares, como su nombre indica, hacen referencia al


consumo de alimentos a este nivel teniendo, en muchos casos, un objetivo más
economicista que alimentario. Se utilizan para este fin datos del gasto realizado por
la familia en la cesta de la compra, recogiendo por tanto el “consumo aparente” de
alimentos en el hogar. El periodo de estudio es generalmente de una semana ya que
el modelo se repite más o menos con esa frecuencia y son usados para ello registros,
inventarios o diarios dietéticos. Ahora bien, ningún método familiar informa sobre el
consumo individual de los distintos miembros de la familia sino que proporciona

31
Introducción

información per cápita dividiendo por el número total personas que conviven en la
unidad familiar (Román y cols, 2006; Gorgojo y Martín, 2007). En España se viene
realizando desde 1958, inicialmente por el Instituto Nacional de Estadística y en la
actualidad por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente,
permitiendo detectar variaciones y tendencias en el consumo de nutrientes y
alimentos entre las distintas regiones del país (MAGRAMA, 2014).

1.3.1. Las encuestas alimentarias

A nivel individual la información sobre la ingesta alimentaria se obtiene


mediante las denominadas encuestas alimentarias o nutricionales (Román y cols,
2006), pudiéndose utilizar los métodos de tipo tanto cuantitativo como cualitativo.
Los primeros consisten en registros o recordatorios diseñados para medir la cantidad
de comida que se consume de forma individual en un periodo de un día, pudiéndose
obtener ingestas individuales si se incrementa el número de medidas obtenidas. Los
métodos cualitativos incluyen la historia dietética y los cuestionarios de frecuencia de
consumo alimentario, que obtienen información retrospectiva sobre los patrones de
alimentación durante un periodo más largo, con una percepción de la ingesta menos
precisa. Éstos, con modificaciones, pueden proporcionar datos referentes a la ingesta
usual (Gibson, 2005; Holmes y cols, 2008).

La transformación de los alimentos en nutrientes a través de las tablas y bases


de datos de composición de alimentos es el método más económico para estimar la
ingesta alimentaria. El aumento del número de alimentos disponibles y la necesidad
de incrementar la cantidad de sus componentes incluidos debido a los avances en
nutrición ha hecho que proliferen las aplicaciones informáticas en los últimos años
como son el programa Dial (Ortega y cols, 2008), Nutrisol (Gutiérrez-Bedmar y cols,
2008) o UNyDIET (García de Diego y cols, 2013), lo que no permite obviar la dificultad
de seleccionar la aplicación que mejor responda a las necesidades del estudio y los
recursos disponibles.

Las encuestas nutricionales si bien son una buena herramienta para evaluar
los patrones alimentarios y el consumo de nutrientes, cuando se quiere estudiar la

32
Introducción

situación nutricional de una comunidad existen otros aspectos del comportamiento


alimentario a tener en cuenta como el uso de determinados productos o servicios o
dietas específicas que deberían ser recogidos (López, 2007).

1.3.1.1. El recordatorio de 24 horas

Se trata del método de recogida de información para evaluar la ingesta de


alimentos más ampliamente utilizado en todo el mundo. Permite estimar no solo la
energía sino también cuantificar los macronutrientes y otros componentes de la dieta
como vitaminas, minerales y fibra (Willet, 1998; Serra y Ribas, 2006). Es sencillo y
rápido, aunque requiere procedimientos rigurosos que disminuyan las fuentes de
variabilidad de error. Algunos ejemplos donde se viene utilizando son la National
Health and Nutrition Examination Survey en Estados Unidos (NHANES, 2010), las
Encuestas Nacionales de Nutrición y Salud I y II en Argentina (ENNyS, 2014) o la
National Diet and Nutrition Survey en Gran Bretaña (NDNS, 2012). En España se ha
usado tanto para población adulta como infantil, solo o combinado con otros
procedimientos, incrementándose en los últimos años tanto en estudios nacionales
como en internacionales (Serra y cols, 2003; Jackson y cols, 2008; ENIDE, 2012;
Frankenfeld y cols, 2012).

Este método consiste en definir y cuantificar todos los alimentos y bebidas


ingeridos durante un periodo de tiempo anterior a la recogida de datos,
generalmente un día. Aunque se basa en la dieta actual, se puede utilizar para
determinar la dieta habitual (ver tabla 3), lo que permite su comparación con
indicadores de salud o su adherencia a recomendaciones o patrones alimentarios,
requiriéndose, en este caso, el registro de más de un día (Willet, 1998). El número de
días incluidos en la estimación de la dieta puede variar y se necesita la administración
de al menos dos recordatorios no consecutivos para determinar la ingesta usual
(Straus y Mir, 2001), ya que varios estudios sugieren que días consecutivos pueden
no ser independientes uno de otro (Morgan y cols, 1987; Larkin y cols, 1991). Debería
incluirse un día de fin de semana para tener en cuenta las diferencias potenciales

33
Introducción

sobre la ingesta de energía y nutrientes entre éste y los días de diario en cada
individuo (Gibson, 2005).

Tabla 3. Ventajas e inconvenientes de diversos métodos de estimación de la ingesta dietética


Método Ventajas Inconvenientes
Recordatorio Tiempo corto de aplicación. Fácil La ingesta habitual de un individuo no
de 24 horas administración. No altera la ingesta puede estimarse con un solo recordatorio.
habitual del individuo. Seriados pueden Tamaño de ración impreciso y complejo de
estimar la ingesta habitual. Utilizable estimar. Depende de la cooperación y
en analfabetos y grandes grupos. Coste memoria del encuestado. Difícil para niños
moderado y ancianos. Entrevistadores entrenados en
su administración mejoran la recogida de
información
Diario o Permite el registro diario del consumo El individuo debe saber leer, escribir, pesar
registro de alimentos. Aporta información sobre y medir. Requiere tiempo y cooperación por
dietético cantidad, modo de preparación y parte del encuestado. El patrón de ingesta
horario. Es preciso en el cálculo de las habitual puede ser influido y alterado en el
porciones ingeridas. Si se registran tiempo de registro. Coste de codificación
múltiples días se puede medir la elevado
ingesta habitual. Omisión de comidas
baja. No influye la memoria del
individuo.
Historia Puede dar una descripción más Requiere de entrevistador muy entrenado.
dietética completa y detallada de la ingesta Tiempo y cooperación por parte del
alimentaria habitual y pasada que los entrevistado. Coste de administración
otros métodos. Permite el uso en elevado. No existe un método estándar
personas analfabetas
Cuestionario Eficiente en la estima de la ingesta Su desarrollo requiere de esfuerzo y
de habitual. Rápido y sencillo, tiempo. Dudosa validez si el patrón
frecuencia autoadministrable. El patrón de dietético es diferente del listado de
de consumo consumo habitual no se altera. No alimentos. Debe establecerse la validez para
requiere entrevistadores entrenados. nuevos cuestionarios y poblaciones.
Coste bajo, en especial si es por correo. Requiere memoria del encuestado de la
Fácil normalización y tratamiento dieta pasada. Puede estar sesgado por la
informático de datos. Puede clasificar actual. Poca precisión en la estimación y
individuos por categorías de consumo. cuantificación de las porciones. La amplitud
Útil en estudios epidemiológicos. del número y complejidad de los alimentos
Aporta un panorama global de la dieta y el procedimiento de conteo aumentan
tiempo y molestia para el encuestado. No
es útil en analfabetos, ancianos y niños.
Validez escasa para muchas vitaminas y
minerales
Fuente: Adaptado de Aranceta y Pérez, 2006; Serra y cols, 2006; Velazco, 2006; Gorgojo y Martín, 2007

Según Serra y Ribas (2006), la calidad de la información obtenida mediante el


recordatorio de 24 horas va a depender básicamente de la memoria del sujeto
entrevistado y de su grado de motivación, de la persistencia del entrevistador, de la
precisión en la cuantificación de la ración, de la codificación del recordatorio y de la
fuente sobre la composición de alimentos. Dichos determinantes deben estar

34
Introducción

presentes para intentar reducir al mínimo los errores que pudiesen derivar de cada
uno de ellos.

Respecto a la precisión y cuantificación de la cantidad o ración de comidas y


bebidas ingeridas se puede facilitar recogiendo el método de preparación y cocinado,
utilizando como referencia medidas caseras, fotografías y/o dibujos de alimentos y
platos preparados o bien modelos que no representan ningún alimento concreto sino
una medida aplicable al tamaño de la porción ingerida (tamaño del puño, baraja de
cartas, pelota de golf) (Henderson y Campbell, 1988; Martín-Moreno y Gorgojo,
2007; Subar y cols, 2010).

1.3.2. Fuentes de error en los estudios de consumo alimentario

La ingesta dietética puede presentar una gran variabilidad dependiendo del


día de la semana, de la estación de año o de la realización de diferentes actividades,
lo que hace prácticamente imposible conseguir dos situaciones idénticas en una
misma persona. Si a esto añadimos la alta probabilidad de que el individuo
encuestado no haya preparado su menú ni conozca lo que comió y la cantidad con
exactitud, es fácil deducir que tanto la variabilidad de la ingesta como el error
relacionado con el método de evaluación influyen en la calidad de los resultados
(Román y cols, 2006; López, 2007). En este sentido indican que el registro y la
valoración de la ingesta dietética de un individuo o de una población es uno de los
aspectos más problemáticos y frustrantes de la evaluación nutricional. Esto es debido
a algunas limitaciones de esta técnica, como a la dificultad para contestar a
cuestionarios de este tipo sin que el entrevistador ejerza influencia, al hecho de no
poder pesar los alimentos, al desconocimiento de la composición exacta de los platos
o la incapacidad para recordar todos y cada uno los alimentos.

La naturaleza inherente a la dieta origina fundamentalmente dos grupos de


errores en su evaluación que se deben tanto a la variabilidad de la ingesta diaria
como a posibles defectos en su medición, siendo la primera la mayor fuente de
errores. En este sentido, existen tanto determinantes culturales como cambios en la
disponibilidad estacional que pueden afectar a la elección de los alimentos. El grado

35
Introducción

de variación de la dieta depende del nutriente examinado, de forma que al estudiar


los macronutrientes es mucho menor que en el caso de micronutrientes, ya que estos
últimos requieren la ingesta de alimentos específicos (Beaton y cols, 1979). Las
diferencias en el consumo alimentario se deben tanto a la variación entre personas
(between-person) como a los cambios en la dieta que una persona realiza de un día a
otro, es decir, la intraindividual (within-person). La primera suele ser mayor, lo que
obedece, al menos en parte, a diversos factores como la edad, el sexo, la actividad
física y otras características personales (Gibson, 2005).

Para medir la ingesta “verdadera” en un individuo o población el error


aleatorio determinante de la precisión se puede minimizar aumentando el número
de mediciones, es decir, el número de registros alimentarios por persona y el número
de personas entrevistadas. Los sesgos o errores sistemáticos que con más frecuencia
comprometen la validez pueden tener su origen en instrucciones poco precisas, falta
de comprensión y colaboración del encuestado, registro de respuestas socialmente
aceptables y adecuadas, fallos en la memoria del participante, estimación incorrecta
en el tamaño de las raciones consumidas o insuficiente habilidad del entrevistador
(López, 2007). En la tabla 4 se resumen las principales fuentes de error en los
estudios de consumo alimentario así como algunas técnicas para reducirlo.

1.3.2.1. Fortalezas y limitaciones del recordatorio de 24 horas

Este tipo de encuestas alimentarias son especialmente útiles para la


estimación de ingestas en diversas poblaciones culturalmente distintas,
representando un amplio rango de alimentos y hábitos alimentarios (Buzzard y
Sievert, 1994; Cassidy, 1994). Permite un ilimitado nivel de especificación respecto al
tipo de comida, métodos de preparación así como otros detalles relacionados con la
descripción de las comidas y sus ingredientes y las cantidades (Larkin y cols, 1991;
Briefel, 1994). Tampoco requiere la alfabetización del encuestado, lo que en algunas
ocasiones puede ser un factor crítico en la obtención de una muestra representativa
de la población.

36
Introducción

Tabla 4. Fuentes de error en los estudios de consumo alimentario y algunas técnicas para
reducirlo
Fuentes de error Técnicas para reducir el error
La información recibida del encuestado es Mejorar la técnica del estudio. Motivar al
incompleta, errónea o inexacta. Falta de encuestado. Incluir preguntas que puedan
colaboración. Alimentos infra o sobreestimados facilitar el recuerdo de la información
Sesgo del entrevistador. Se evitan cuestiones, Formación y entrenamiento del encuestador
errores en recogida de respuestas
Error de memoria. Omisión o por adición de Se minimiza mediante uso de referencias
comidas no realizadas familiares, orden secuencial de alimentos
Estimación incorrecta del tamaño de la ración y Uso de referencias visuales como escalas,
frecuencia de consumo réplicas o fotografías. Instrucciones precisas
Omisión de suplementos nutricionales, productos Incluir apartados de referencia de estos
dietéticos y productos similares productos
Síndrome flat slope. Se sobrestiman ingestas Entrevistador formado. Se puede estimar la tasa
bajas, infraestimando las altas de alimentos infra y sobreponderados
Errores en comprensión de la información, Codificación adecuada
transcripción y descodificación
Soporte informático Programa informático adecuado. Doble
grabación
Fuente: Adaptado de Gibson, 2005; Aranceta y Pérez, 2002; Martín-Moreno y Gorgojo, 2007

Las mayores limitaciones del recordatorio de 24 horas incluyen la


dependencia de la memoria tanto para cuantificar la comida como el tamaño de la
porción ingerida, además del buen entrenamiento del entrevistador. La
cuantificación del tamaño de las porciones es otra fuente de error en la recolección
de datos, ya que las cantidades consumidas deben ser recordadas ejercitando la
memoria (Guthrie, 1984) y aunque el uso de modelos e imágenes puede ayudar a
minimizar este sesgo, en general se tiende a subestimar la ingesta media de
nutrientes y alimentos (Yuhas y cols, 1989; Bolland y cols, 1990; Posner y cols, 1992).
Por otra parte, la tendencia a incluir en el recordatorio sólo las comidas que son
socialmente aceptables o más saludables puede implicar otro origen de error,
aunque es posible minimizarlo si el encuestador recuerda al participante la
importancia de no variar la ingesta real del día que se está registrando. Así mismo un
factor que puede ser limitante en la elección del método es la falta de disponibilidad
de encuestadores apropiados y su motivación. Ésta última también puede provocar la
ausencia de colaboración por parte del sujeto de estudio (Willet, 1998; Martín-
Moreno y Gorgojo, 2007).

37
Introducción

1.4. Calidad de la dieta. Indicadores e índices

En el último siglo, en los países desarrollados, los problemas de salud pública


relacionados con la nutrición han ido cambiando desde deficiencias de nutrientes a
exceso de los mismos, provocando desequilibrios que se relacionan de forma clara
con las enfermedades crónicas. El alto consumo de grasa saturada, colesterol,
azúcares y sodio, junto a la baja ingesta de fibra se relacionan con el incremento de la
prevalencia de enfermedades cardiovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer,
entre otras (OMS, 2003). Estas características de la dieta determinan las
recomendaciones y guías dietéticas en las que hay que incidir de forma más
persistente, ya que mejorar los patrones alimentarios implica mejorar el estado
nutricional, existiendo evidencias claras de que éste último es la clave para mejorar la
salud pública.

Los individuos no consumen nutrientes o alimentos aislados sino


combinaciones complejas de alimentos que contienen nutrientes y sustancias no
nutritivas, cuya interacción puede condicionar la biodisponibilidad y absorción de los
mismos. A su vez el incremento en el consumo de un alimento puede estar asociado
con la disminución de la ingesta de otros componentes de la dieta, manteniéndose
estable la energía diaria, por lo que es complicado atribuir efectos particulares a
alimentos y nutrientes. El término “calidad de la dieta” está adquiriendo una
considerable importancia en la investigación en los últimos años, sin embargo, la falta
de consenso sobre su definición y las dificultades de su medida, entre otros factores,
justifican la necesidad de un marco estándar y bien definido, que sería de gran
utilidad tanto para consumidores como para científicos de diferentes disciplinas
(Alkerwi, 2014).

En este contexto y con el fin de poder evaluar la relación entre dieta y salud,
ha surgido en el siglo XXI el desarrollo de una aproximación alternativa que consiste
en el análisis de patrones alimentarios, los cuales relacionan nutrientes, variables
demográficas y estilos de vida (Kant, 2004; Lagiou y cols, 2006). Dicha estimación,
dado que no existe ningún método directo que los cuantifique, se materializa a través

38
Introducción

de los índices. Éstos, basados en las guías dietéticas específicas, son herramientas
que ayudan a cuantificar con precisión aspectos que son difíciles de medir, como la
relación entre salud y calidad de vida, los diferentes estados de una enfermedad o los
hábitos alimentarios, para lo cual combinan diferentes variables individuales o ítems.
En la actualidad un gran número de ellos es usado para evaluar la calidad de la dieta y
la mayoría han sido diseñados para personas adultas. Kourlaba y Panagiotakos (2009)
realizaron una revisión analizando las características de 11 de ellos, siendo los más
ampliamente utilizados el IAS (índice de alimentación saludable) o HEI (healthy eating
index), el DQI (diet quality index), el HDI (healthy diet indicator) y el índice MDS
(índice de adherencia a la dieta mediterránea o Mediterranean diet score), mientras
que el resto derivan de modificaciones de éstos. En general se basan en nutrientes
que forman parte de la dieta (por ejemplo, porcentaje de grasa saturada o energía
total), alimentos o grupos de alimentos o una combinación de ambos. Aunque los
componentes de cada índice varían tanto en el tipo como en el punto de corte, hay
algunos nutrientes (grasa y colesterol) o alimentos (frutas, verduras y cereales
completos) que forman parte casi de todos ellos debido a que su influencia sobre la
salud es bien conocida. Se va a realizar a continuación una breve referencia a los dos
indicadores utilizados en este trabajo, el índice de alimentación saludable y el índice
de adherencia a la dieta mediterránea.

1.4.1. Índice de alimentación saludable (healthy eating index)

Se trata de un índice de calidad de la dieta basado en las guías dietéticas


americanas promovido por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos
(USDA), cuya primera versión fue publicada por Kennedy y cols (1995). Se han
realizado dos actualizaciones posteriores, en 2005 (HEI-2005) (Guenther y cols, 2008)
y en 2010 (HEI-2010) (Guenther y cols, 2013), en base a las modificaciones de las
guías alimentarias durante esos periodos de tiempo que incluyen, además, medidas
para frenar la hipertensión en este país. En todos los casos el marcador global
máximo es de 100 puntos y se corresponde con la dieta de mayor calidad. La primera
versión del HEI (Kennedy y cols, 1995) se construyó sobre 10 variables que incluyen
ingestas de nutrientes (grasa saturada, grasa total, colesterol y sodio), de grupos de

39
Introducción

alimentos (cereales, verduras, frutas, lácteos y cárnicos) y además la variedad de la


dieta como una variable más, utilizándose las guías americanas del momento como
referencia. Las versiones posteriores (HEI-2005 y HEI-2010) sobre las que se siguen
realizando estudios de comparación, validación y fiabilidad (Guenther y cols 2014),
presentan 12 componentes y tienen en cuenta también la densidad energética.
Siguiendo las recomendaciones de las guías alimentarias americanas del momento
reflejan una mayor calidad de la dieta cuando el consumo de verduras, frutas, granos
completos y productos lácteos bajos en grasa se incrementan (“adecuación”),
mientras que menores consumos de azúcares añadidos, granos refinados y sodio
disminuyen la puntuación (“moderación”). El HEI-2010 contempla además la ingesta
adecuada de pescado y marisco como componente. El HEI se utiliza en el seguimiento
de la calidad de la dieta de la población americana, permite la evaluación de
intervenciones y es aplicable a investigación sobre patrones dietéticos, así como a la
valoración de diferentes aspectos de la alimentación sobre el medio ambiente
(Guenther y cols 2013).

1.4.2. Índice de adherencia a la dieta mediterránea (Mediterranean diet


score)
Este índice fue diseñado para establecer el grado de adherencia al patrón de
dieta mediterránea que consume la población griega (Trichopoulou y cols, 1995;
Trichopoulou y cols, 2003) debido a sus demostrados efectos beneficiosos sobre la
salud, como ha quedado expuesto en el primer punto de esta introducción.
Inicialmente y tomando como evidencia la mayor longevidad de esta población, el
patrón de dieta mediterráneo fue definido en base a ocho componentes para definir
el MDS-1 (Trichopoulou y cols, 1995), incluyendo ingestas moderadas de lácteos y
alcohol, bajo consumo de cárnicos, alto consumo de frutas, verduras, legumbres y
granos y también de grasa monoinsaturada (en relación a saturada), valorándose
entre 1 y 8 puntos. Posteriormente, otra cohorte estudiada mostró una asociación
entre el nivel de adherencia a la dieta tradicional mediterránea (Trichopoulou y cols,
2003) y la reducción de la mortalidad total por enfermedad coronaria y cáncer,
incorporándose a la definición del patrón, y por tanto al índice, el consumo de

40
Introducción

pescado, quedando así el gradiente de adherencia entre 0 y 9 puntos. En los últimos


años, la literatura científica dedicada a evidenciar los beneficios de la dieta
mediterránea sobre numerosas patologías es muy extensa, utilizándose como índice
de medida de adherencia al patrón el MDS en numerosos estudios (Azzini y cols,
2011; Bonanni y cols, 2013). Además, este índice fue seleccionado por la Agencia
Española de Alimentación y Seguridad Alimentaria (AESAN), ahora denominada
Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), para la
realización del estudio ENIDE, el cual valora, entre otros aspectos, la adherencia a la
dieta mediterránea de la población (ENIDE, 2012).

41
2. Justificación,
objetivos y
método
Justificación, objetivos y método

2.1. Justificación

Uno de los mayores factores de riesgo relacionados con las enfermedades


crónicas y el estilo de vida es la dieta, ya que cambios en los hábitos alimentarios
hacia modelos más saludables se relacionan con la reducción de cáncer y riesgo de
enfermedades cardiovasculares (Doll y Peto, 1981). La dieta mediterránea es un
modelo de alimentación que se asocia a la reducción del riesgo de dichas patologías,
además de otras enfermedades crónicas no transmisibles y también a una mayor
esperanza de vida. Sin embargo es bien conocido el distanciamiento de este estilo de
alimentación de los jóvenes que viven en los países mediterráneos tanto del sur de
Europa como en núcleos urbanos de los ubicados en el norte de África, debido a la
influencia de los patrones occidentales. Se ha comprobado que la relación entre el
nivel educativo y la calidad de la dieta es inversa (Irala-Estévez y cols, 2000; Moreira y
Padrão, 2004).

Al contrario de lo que sucede con otros factores de riesgo relativos al estilo de


vida, la exposición a la dieta es muy difícil de medir debido a que los individuos
toman platos y alimentos, además de los aspectos subjetivos en cuanto a qué y a
cuánto se come. La falta de exactitud en la valoración dietética es un importante
obstáculo en la comprensión del impacto de los factores relacionados con los
alimentos que influyen sobre el estado de salud, lo que ha llevado en los últimos años
a desarrollar herramientas como los índices de calidad de la dieta, cuyo objetivo es
cuantificar con mayor precisión dicha relación (Kant, 2004; Kourlaba y Panagiotakos,
2009). Estos índices se basan en la información individual sobre consumo alimentario
obtenida mediante algunos de los diferentes tipos de encuestas nutricionales
disponibles.

Aunque se han realizado algunos estudios sobre hábitos alimentarios en


España, la mayoría se han centrado en niños y adolescentes (Aranceta y cols, 2001;
Pérez-Rodrigo y cols, 2003; Martínez y cols, 2010). En general, los escasos trabajos
llevados a cabo sobre población joven y adulta que tienen en cuenta tramos de edad,
ponen de manifiesto el empeoramiento de la calidad de la dieta cuando se compara

47
Justificación, objetivos y método

con la población general y que, a mayor el nivel de estudios para el mismo tramo de
edad, la calidad de la dieta es mayor (Moreno y cols 2002; Durá y Castroviejo, 2011;
Marrodán y cols, 2012; ENIDE, 2012). En el caso de Túnez, los pocos estudios
existentes también se han focalizado en población infantil y adolescente (Aounallah-
Skhiri y cols, 2008; Aounallah-Skhiri y cols, 2011), cuyos resultados coinciden con los
datos institucionales de este país sobre el empeoramiento de la calidad de la dieta
como consecuencia de la “occidentalización” de los hábitos de vida (FAO, 2005; OMS,
2012), sin haber sido publicado, en nuestro conocimiento, ningún trabajo de
relevancia desarrollado específicamente en población universitaria. No se pueden
obviar en este último caso, los avances en la esperanza de vida y en la disminución de
enfermedades transmisibles, aunque parece que el factor sanitario ejerce más
influencia que el alimentario en estos aspectos.

Por tanto, los estudiantes universitarios, un grupo de futuros profesionales


cualificados con un alto nivel educativo, constituyen un importante grupo diana entre
la población adulta, de características homogéneas, muy útil y accesible para estudiar
su propio patrón alimentario, las tendencias en este tramo de edad de la población y
la promoción de estilos de vida saludables.

En este contexto se inscribe el trabajo realizado en esta tesis, con el objetivo


general de estudiar los hábitos alimentarios y la calidad de la dieta de la población
española del campus de Albacete de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) e
identificar algunos de los factores que pudiesen condicionarla. La memoria que aquí
se presenta incluye además un estudio piloto de similares características en la
Universidad Virtual de Túnez (UVT). Se trata, por tanto, de dos ámbitos culturales y
de diferente nivel de desarrollo e igual nivel educativo, donde la dieta mediterránea
forma parte de su patrimonio alimentario.

48
Justificación, objetivos y método

2.2. Objetivos
1. Caracterizar la ingesta diaria de los estudiantes del campus de Albacete de
la UCLM en términos de macronutrientes y grupos de alimentos, valorando la calidad
de su dieta de acuerdo al contexto cultural mediterráneo.

2. Analizar la distribución de la calidad de la dieta en relación al género, grado


de obesidad, nivel de actividad física, tipo de vivienda de los estudiantes durante el
curso académico, hábito tabáquico, comidas diarias y otros aspectos como
seguimiento de dietas de pérdida de peso, consumo de edulcorantes no calóricos e
ingesta de suplementos de vitaminas y/o minerales.

3. Realizar un estudio piloto en la UVT que pudiera servir de ayuda, en un


futuro, a un estudio en esta Universidad de características similares al realizado en la
UCLM.

2.3. Método
Se describen en este apartado el diseño del estudio, los sujetos, el proceso de
recogida de datos, las variables consideradas y los instrumentos de medida. El
estudio estadístico se detalla en cada uno de los trabajos que se presentan en el
capítulo 3 de esta memoria.

2.3.1. Diseño y sujetos participantes

Se ha realizado un estudio transversal con datos obtenidos durante los años


2010-2013 de la población de estudiantes universitarios de grado matriculados en la
UCLM en el campus de Albacete. Además se ha realizado otro estudio transversal con
datos obtenidos de una muestra piloto de estudiantes universitarios matriculados en
la UVT durante el curso académico 2012/2013. Se cuenta con la aprobación del
Comité Ético de Investigación Clínica del Hospital Universitario de Albacete para la
realización de sendos proyectos y además, en el caso de la UVT, este trabajo tiene
como marco de referencia un convenio académico firmado entre ambas
Universidades. Todos los participantes fueron voluntarios y los procedimientos se

49
Justificación, objetivos y método

llevaron a cabo de acuerdo a la Declaración de Helsinki sobre ensayos en seres


humanos (Asamblea Médica Mundial, 2013), además de contar con el
consentimiento de las instituciones implicadas.

En todos los casos se establecieron como criterios de exclusión:

- Varones cuya ingesta energética fuese superior a 4000 kcal/día e inferior a


800 kcal/día y mujeres cuya ingesta energética diaria fuese superior a 3500 kcal/día e
inferior a 500 kcal/día (Willet, 1998).

- La presencia de enfermedades agudas que pudiesen afectar a la dieta


cuando las encuestas fueron administradas.

El estudio realizado en la UCLM se ha desarrollado en dos fases; la primera de


ellas correspondió a un pilotaje en el que participaron exclusivamente alumnos la
Facultad de Enfermería de Albacete y la segunda contó con la inclusión de
estudiantes de los diferentes centros de este campus. En la primera fase, la muestra
final estuvo compuesta por 80 estudiantes matriculados en primer curso del año
académico 2010/2011, mientras que en la segunda dicha muestra contó con la
participación de 284 estudiantes matriculados en diez centros del campus de
Albacete durante el curso 2012/2013. Los sujetos eliminados en cada etapa después
de retirar aquellas encuestas incompletas o incorrectamente cumplimentadas y/o
por satisfacer algún criterio de exclusión fueron 25 y 20, respectivamente. En el
estudio piloto de la UVT y por los mismos motivos, se excluyeron 12 individuos,
alcanzándose una muestra final de 54 estudiantes matriculados en esta institución
durante el curso académico 2012/2013.

2.3.2. Recogida de datos y variables de estudio

En todos los casos la recogida de datos se llevó a cabo a través de un


cuestionario para obtener información general y de recordatorios de 24 horas que
permitieron la posterior evaluación del consumo alimentario, siendo la información
auto-administrada.

50
Justificación, objetivos y método

2.3.2.1. Información general

El cuestionario general recogió información referida a diferentes aspectos


demográficos, antropométricos y de estilo de vida que pudiesen tener alguna
influencia sobre la calidad de la dieta de la población de estudio, teniendo en cuenta
los diferentes contextos de ambas universidades. Así, en los dos estudios fueron
establecidas las siguientes variables independientes: 1) edad, 2) sexo, 3) peso, 4)
talla, 5) tipo de residencia durante el curso (domicilio familiar, residencia
universitaria, piso compartido cocinando, piso compartido con comida de casa), 6)
seguimiento de dietas especiales (adelgazamiento, celiaquía, diabetes,
hipercolesterolemia, otras), 7) número y tipo de comidas diarias (desayuno, comida,
merienda, cena, resopón, otras), 8) consumo de edulcorantes artificiales (sí/no) y 9)
consumo de suplementos dietéticos (minerales y vitaminas) (sí/no). En el caso de la
UCLM, debido al marcado carácter regional no se registró el origen de los
participantes. En el estudio correspondiente a la UVT, se incluyeron cuatro variables
adicionales de carácter demográfico y socioeconómico: 1) procedencia (norte de la
República, centro, sur), 2) tipo de comida en los días de diario (tradicional tunecina,
comida internacional, comida dietética) y lo mismo para días festivos, 3) regularidad
en los horarios (siempre, la mayor parte, depende de su tiempo, pocas veces, nunca),
y 4) disponibilidad de electrodomésticos (cocina de gas, cocina eléctrica, frigorífico,
congelador, microondas, pequeños electrodomésticos).

En ambos estudios, la información sobre la actividad física, cuyo nivel (PAL)


fue definido en la introducción de esta memoria como la proporción entre la energía
total y la basal gastadas diariamente, fue clasificada según las directrices del Institute
of Medicine (IoM) en las siguientes cuatro categorías: sedentario (1.0≤PAL<1.4), baja
actividad (1.4≤PAL<1.6), activo (1.6≤PAL<1.9) y muy activo (1.9≤PAL<2.5) (IoM,
2005b). En el caso del estudio piloto del campus de Albacete esta variable fue
dicotómica, respondiéndose afirmativamente sólo en el caso de realizarse actividades
físicas programadas. También aquí se registró el consumo de fármacos (sí/no).

El índice de masa corporal (IMC) se calculó a partir de los datos


antropométricos y se clasificó según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2008)

51
Justificación, objetivos y método

en cuatro las categorías que se indican: peso insuficiente (infrapeso) (IMC < 18.5),
normopeso (18.5 ≤ IMC ≤ 24.9), sobrepeso (25 ≤ IMC ≤ 29.9) y obesidad (IMC ≥ 30).

2.3.2.2. Información sobre consumo alimentario

La técnica del recordatorio de 24 horas, ampliamente descrita en el apartado


1.3. de la introducción de esta tesis, fue la escogida para obtener la información
sobre consumo alimentario de los estudiantes, variando el número de recordatorios
en las diferentes fases y poblaciones, procediéndose de la manera que se describe a
continuación.

Miembros del equipo de investigación entrenados al efecto, explicaron a los


participantes el objetivo del trabajo y cómo completar las encuestas que se les iban a
administrar. Los estudiantes que aceptaron participar cumplimentaron, en una
primera cita, las cuestiones referentes a la información general y un recordatorio que
incluyó todas las comidas y bebidas correspondientes a la ingesta del día anterior. En
el caso en que la fase del diseño y población de estudio requiriese más de un
recordatorio, los individuos que contestaron las encuestas en la primera cita
recogieron otro recordatorio de 24 horas que fue entregado en una segunda cita.

En la primera fase del estudio correspondiente a la UCLM, llevado a cabo en la


Facultad de Enfermería de Albacete, las encuestas alimentarias registraron un total
de nueve días en tres periodos de una semana durante los meses de febrero, mayo y
octubre de 2011. Cada una de las semanas recogió la información de tres días,
incluyendo en cada una de ellas, al menos, uno de los días del fin de semana, lo que
permitió obtener nueve recordatorios de 24 horas distribuidos en tres periodos
estacionales. En la segunda fase, correspondiente a todo el campus, la información
alimentaria se obtuvo a partir de dos recordatorios de 24 horas no consecutivos,
incluyendo un día del fin de semana. Finalmente, en el estudio piloto de la UVT se
obtuvo un único recordatorio que en algunos participantes correspondió a un día de
diario y en otros a un festivo.

52
Justificación, objetivos y método

El recordatorio de 24 horas pedía información explícita sobre si la dieta se


refería a un día normal o festivo, si se había comido como el resto de días o fue
especial y la cantidad de agua consumida. Además solicitaba especificar la ingesta
diaria distribuida en los siguientes apartados: desayuno, media mañana, mediodía,
merienda, cena, resopón y otras. En cada uno de ellos se preguntaba sobre la hora, el
lugar, nombre de los alimentos, los ingredientes, método de preparación y cantidad
consumida, además de las bebidas y condimentos y salsas adicionales de uso
frecuente específicos de cada país. Para ayudar a estimar la cantidad ingerida se
utilizaron imágenes con fotografías de medidas caseras y raciones estándar
características de sendos contextos (Gómez y cols, 2007; NHPT, 2013).

La conversión de platos y alimentos en nutrientes y energía se realizó


mediante el programa Dial (versiones 2.09-2.12) (Ortega y cols, 2008). La base de
datos de este programa se ha actualizado a lo largo de todo el periodo de estudio,
introduciéndose alimentos y platos, tanto españoles como tunecinos. En la
actualidad, cuenta con un total de 339 platos preparados (de ellos 98 platos son
característicos de Túnez) y de 731 alimentos clasificados en 15 grupos predefinidos
(tabla 5). Para determinar la composición de los nuevos alimentos incluidos se ha
utilizado, en el caso de alimentos españoles, la tabla de composición de alimentos de
Moreiras y cols (2011) y para alimentos tunecinos, la tabla de composición de
alimentos tunecinos del Institut National de Nutrition et de Technologie Alimentaire
(INNTA, 2007).

2.3.2.3. Evaluación del consumo alimentario

El contenido en nutrientes y la ingesta de los diferentes grupos de alimentos


registrados fue evaluada utilizando como referencias el Documento de consenso de
la SENC (2001), las tablas y referencias dietéticas del IoM (2005a), las directrices de
del European Food Information Council (EUFIC, 2009) y las recomendaciones del
consejo de expertos de la OMS (2003).

53
Justificación, objetivos y método

Tabla 5. Grupos de alimentos usados en los análisis de dieta

Grupo Alimento
Cereales Granos y harinas, cereales de Arroz, avena, barrita de cereal, bizcocho, bollo, cebada en grano, cereal
desayuno, panes, pastas, galletas, de desayuno, churro, cous cous, croissant, ensaimada, fécula, galleta,
bollería germen de trigo, harina, magdalena, maíz, mijo, muesli, palmera,
panes, pasta, picatoste, salvado, sémola, sobao, sorgo, bollo suizo,
alforfón y valencianas
Legumbres Legumbres secas, legumbres en Soja, garbanzo, haba, guisante, judía, lenteja, tofú
conserva, derivados de legumbres
Verduras y Verduras frescas, verduras en Acelga, apio, ajo, alcachofa, algas, berenjena, berro, boniato, borraja,
hortalizas conserva, zumos naturales de coles, calabazas, cardo, setas, endivia, escarola, espárrago, espinaca,
verdura, tubérculos y raíces, grelo, lechuga, lombarda, menestra, nabo, palmito, patata, pepino,
tubérculos y raíces en conserva, pimiento, puerro, rábano, tapioca, tomate, zanahoria
setas frescas y setas en conserva.
Frutas Frutas frescas, derivados de Aguacate, albaricoque, almendra, anacardo, arándano, avellana,
frutas, frutas desecadas, frutos cacahuete, caqui, castaña, cereza, chirimoya, ciruela, coco, dátil,
secos y zumos naturales de frutas membrillo, frambuesa, fresas, granada, grosella, guayaba, higo, kiwi,
lima, limón, lichi, macedonia, mandarina, mango, manzana, maracuyá,
melocotón, melón, mora, naranja, nectarina, níspero, nuez, papaya,
uva, pera, pipas de girasol, pistacho, piña, piñón, plátano, pomelo,
sandía, sésamo, zumo
Lácteos y Leches, yogures y leches Postres con leche, batido, crema, cuajada, flan, helado de crema, leben,
derivados fermentadas, quesos, postres leche, mousse, nata, natilla, queso, rayeb, requesón, ricotta, yogur
lácteos, batidos lácteos y natas
Carnes y Vacuno, cerdo, cordero, aves, Pollo, codorniz, conejo, pato, pavo, liebre, avestruz, porcino, vacuno,
derivados vísceras, embutidos y otras carnes ovino, caballo, camello, caprino, vísceras y embutidos
Azúcares, Azúcares, chocolates, dulces, Azúcar blanco y moreno, barritas, bombones, cacao en polvo,
dulces y pastelería y otros dulces caramelo, chicle, chocolates, crema de cacao, mazapán, miel, milhoja,
pastelería pastel, polos de hielo, pudin de pasas, regaliz, tartas y turrón
Huevos y Huevos Clara y yema de huevo, huevo de gallina, codorniz y pato
derivados
Pescados y Pescado blanco, pescado azul, Abadejo, almejas, rana, anchoa, anguila, arenque, atún, bacalao,
derivados pescados congelados, pescados berberecho, besugo, bogavante, bonito, boquerón, breca, caballa,
en conserva, pescados ahumados, cabracho, calamar, caracol, cangrejo, ballena, carpa, caviar, centollo,
mariscos y derivados, salazones cigala, congrio, dorada, gallo, gamba, huevas, jurel, langosta, lenguado,
de pescado, conservas de marisco mejillón, merluza, mero, mújol, ostra, palometa, percebe, pescadilla,
y derivados y pescados y pez espada, platija, pulpo, quisquilla, rape, raya, rodaballo, rosada,
derivados no clasificables salmón, salmonete, sardina, sargo, sepia, trucha, vieira
Aceites y Aceites, mantequillas y Aceites, manteca de cerdo, mantequilla y margarina
grasas margarinas, otras grasas
Bebidas Bebidas sin alcohol, cafés e Achicoria, agua, aguardiente, anís, bíter, café, cava, cerveza,
infusiones, bebidas isotónicas, champagne, coñac bebida funcional, gaseosa, horchata, licor, refresco,
zumos y néctares comerciales, ron, sidra, soda, sucedáneo de café, té, tequila, tónica, vermut, vino,
otras bebidas no alcohólicas, vodka, whisky, zumo
bebidas alcohólicas
Platos Platos preparados y precocinados Albóndigas, arroces, caldo en cubitos, crema, croqueta, empanadilla,
preparados y espinaca, fabada, gazpacho, lasaña, paella, patata pre-frita, pisto, pizza,
precocinados pollo empanado, puré, ravioli, rollito de primavera, san Jacobo, sopa
Aperitivos Aperitivos Aceituna, alcaparra, corteza, frito de maíz, galleta salada, ganchito,
gusanito, nachos, palomita, patata frita de bolsa, pepinillo, triángulo
Salsas y Condimentos, salsas Alcaravea, alioli, azafrán, canela, cardamomo, cilantro, comino,
condimentos cúrcuma, gelatina, guindillas, semilla de hinojo, jengibre, kétchup,
laurel, levadura, mayonesa, menta, nuez moscada, mostaza, orégano,
perejil, pimentón, pimienta, sal, salsa, sofrito, tomillo, vainilla y vinagre
Varios Productos dietéticos, preparados Barritas, crema y batidos hipocalóricos, leches infantiles, papillas,
infantiles potitos

La calidad global de la dieta medida según el IAS (Kennedy y cols, 1995) y el


MDS (Trichopoulou y cols, 2003) fueron las variables dependientes principales a
considerar en nuestro estudio. Dichas variables cuantitativas se clasificaron, cuando
el estudio lo requirió, en tres categorías según cada indicador como sigue: dieta

54
Justificación, objetivos y método

saludable / necesita cambios / inadecuada, para el IAS, y adherencia alta / adherencia


intermedia / baja adherencia, para el MDS. El “patrón de dieta griego” también fue
utilizado con este fin (Trichopoulou y cols, 2003).

El IAS se construye a partir de diez variables, cinco de ellas representan el


consumo de los principales grupos de alimentos (cereales, verduras, frutas, lácteos y
cárnicos) y otras cuatro variables se basan en el consumo total de grasa, el consumo
de grasa saturada, la ingesta de colesterol total y la ingesta de sodio, relacionándose
con los objetivos nutricionales. La variable restante se basa en la variedad de la dieta.
Cada uno de los diez componentes tiene un rango de puntuación de 1 a 10, por tanto
el IAS oscila entre 10 y 100 puntos. La suma de la puntuación de los ítems permite
clasificar la dieta de los individuos en tres categorías: “saludable” si la puntuación es
superior a 80, “necesita cambios” si la puntuación fluctúa entre inferior o igual a 80 y
superior a 50 e “inadecuada” si es inferior o igual a 50 (Kennedy y cols, 1995).

A partir de nueve componentes de la ingesta diaria se construye el MDS


(Trichopoulou y cols, 2003). A cada uno de los componentes se le asigna una
puntuación de 1 o 0 en función de si se considera beneficioso o perjudicial,
respectivamente. Se puntúa con 1 al consumo de ingestas iguales o superiores a la
mediana de los grupos de alimentos considerados beneficiosos (legumbres, cereales,
frutas, verduras y hortalizas, pescado, una relación de alta de AGM/AGS, consumo
moderado de alcohol en bebidas fermentadas) y a las ingestas inferiores a la mediana
de los no beneficiosos (carnes y lácteos). La puntuación más alta es de 9 (máxima
adherencia a la dieta tradicional mediterránea), siendo la más baja de 0 (mínima
adherencia). Generalmente se categoriza en tres grupos: puntuación inferior a 4
“baja adherencia”, entre 4 y 6 “intermedia” y superior a 6 “adherencia alta”.

2.3.2.4. Análisis estadístico

El análisis estadístico se realizó mediante el programa informático IBM SPSS


versión 19.0 para Windows (SPSS INC. Chicago, IL., USA), utilizándose en todas las
pruebas un nivel de significación de 0.05. Las variables cuantitativas se expresaron en
términos de media y desviación estándar y las variables cualitativas se expresaron en

55
Justificación, objetivos y método

términos de porcentajes. Las pruebas estadísticas utilizadas se especifican


detalladamente en cada uno de los apartados incluidos en el capítulo tres de esta
tesis.

56
3. Resultados
3.1. Hábitos alimentarios y evaluación
nutricional en una población
universitaria
Resumen

Los estudiantes universitarios se encuentran en un periodo crítico para el desarrollo de estilos


de vida que tienen mucha importancia en su futura salud, ya que la influencia en el comportamiento
alimentario de los compañeros, el consumo de alcohol, su situación económica y la habilidad para
cocinar hacen que cambien sus hábitos de alimentación. Los pocos estudios en España sobre calidad
de la dieta en este grupo de población reflejan mayoritariamente un inadecuado seguimiento del
patrón mediterráneo. El objetivo de este trabajo ha sido caracterizar los hábitos alimentarios de los
estudiantes de primer curso de la Facultad de Enfermería de Albacete (Universidad de Castilla-La
Mancha) y evaluar la calidad de su dieta. Se realizó un estudio transversal de una muestra de 80
estudiantes de dicho centro. Los datos se recogieron mediante nueve recordatorios de 24 horas
autoadministrados en tres periodos estacionales. El IAS y el MDS se utilizaron como indicadores de la
calidad de la dieta. Los resultados obtenidos mostraron que la dieta de estos estudiantes es
ligeramente hipocalórica. La contribución de los macronutrientes a la energía total diaria la definen
como hiperproteica (17%), pobre en hidratos de carbono (alrededor del 40%), casi duplica las
recomendaciones de azúcares simples y es alta en grasa saturada y colesterol. La principal fuente de
grasa son los alimentos cárnicos, mientras que el grupo del pescado sólo representa el 3.1%. La ingesta
de cárnicos y lácteos supera ampliamente a la de poblaciones universitarias en otros países
mediterráneos europeos. Más del 91% de los estudiantes se encuentra en una situación de “necesidad
de cambios en la dieta” hacia patrones más saludables. La adherencia a la dieta mediterránea fue sólo
del 53%.
Resultados

3.1.1. Introducción

Los hábitos de vida y consumo alimentario se desarrollan desde la infancia y


comienzan a afianzarse en la adolescencia y la juventud. La dieta de los jóvenes y en
especial de los estudiantes universitarios plantea un importante reto, ya que puede
suponer cambios importantes en su estilo de vida. Además de los factores
emocionales y fisiológicos, el periodo de estudios universitarios suele ser el momento
en el cual los estudiantes asumen por primera vez la responsabilidad de su
alimentación. Estos aspectos junto a factores sociales, económicos, culturales y las
preferencias alimentarias configuran un nuevo patrón de alimentación que en
muchos casos es mantenido a lo largo de la vida (Montero y cols, 2006; Irazusta y
cols, 2007).

Es conocida la vulnerabilidad de este grupo desde el punto de vista nutricional


(López Nomdedeu, 1999; López-Azpiazu y cols, 2003) y su caracterización por omitir
comidas, picar entre horas, abusar de la comida rápida, del alcohol, de las bebidas
azucaradas, de las dietas de cafetería y por seguir una alimentación poco
diversificada. Suelen ser receptivos a dietas de adelgazamiento, a la publicidad y al
consumo de productos novedosos. Los estudiantes universitarios normalmente
forman parte del grupo de jóvenes cuya edad está comprendida entre los 18 y los 24
años y se diferencian de los adultos en que el pico de masa ósea todavía no se ha
alcanzado (se llega después de los 25 años) (Vázquez, 2007). En muchos casos, la
nueva situación de convivencia, el comportamiento alimentario de los compañeros
de piso o de residencia, el consumo de alcohol, los apuros económicos y la mayor o
menor habilidad para cocinar hacen que cambien sus hábitos de alimentación. Por
tanto, se trata de un periodo crítico para el desarrollo de estilos de vida que tienen
mucha importancia en su futura salud (Arroyo y cols, 2006; Alcácera y cols, 2008).

El recordatorio de consumo de 24 horas es un método de evaluación de la


ingesta de alimentos y nutrientes referido al consumo de todo un día o a una ingesta
determinada. Es sencillo y rápido, aunque requiere procedimientos rigurosos que
disminuyan las fuentes de variabilidad de error. Este método consiste en definir y

63
Resultados

cuantificar todos los alimentos y bebidas ingeridos durante un periodo de tiempo


anterior a la recogida de datos, generalmente un día. Si la recogida de datos se
realiza durante tres días de una misma semana incluyendo uno en fin de semana, nos
revela la dieta actual mientras que si el proceso se lleva a cabo en tres ocasiones
(nueve recordatorios en total) distribuidas a lo largo del año (con el fin de minimizar
la variabilidad interestacional) nos proporciona una estimación de la dieta habitual.
Esta última forma se puede utilizar como gold standard para validar otro tipo de
encuestas de consumo alimentario (Martín y cols, 1993).

Una de las formas de determinar la calidad de la dieta es a través del uso de


índices construidos en base a guías dietéticas o recomendaciones, permitiendo la
mayoría su determinación en población joven y adulta. Entre ellos, el IAS (Kennedy y
cols, 1995), desarrollado a partir de guías americanas, es uno de los más utilizados.
Sin embargo, debido a que estos indicadores podrían ser cuestionados cuando se
valora la calidad de la dieta mediterránea, es conveniente el uso de otros parámetros
cuando se estudia la alimentación en estas poblaciones (Trichopoulou y cols, 1995;
Sánchez-Villegas y cols, 2002; Trichopoulou y cols, 2003; Tur y cols, 2005).

Existen muy pocos estudios en España sobre hábitos alimentarios y calidad de


la dieta de estudiantes universitarios, reflejando la mayoría un inadecuado
seguimiento de las recomendaciones de consumo que establece el patrón de dieta
mediterráneo (García y Martínez-Monzó, 2002; Riba, 2002; Serra-Majem y cols, 2009;
Durá y Castroviejo, 2011). Aunque en general se encuentran en normopeso y con una
dieta deficiente en energía (Montero y cols, 2006), la omisión del desayuno, el abuso
de aperitivos y refrescos y la monotonía alimentaria caracterizan la dieta de este
importante grupo de población joven, llegando a originar deficiencias de
micronutrientes (Oliveras y cols, 2006; Bollat y Durá, 2008).

El objetivo de este trabajo fue caracterizar los hábitos alimentarios de los


universitarios matriculados en primer curso de la Facultad de Enfermería de Albacete
y evaluar la calidad de su dieta.

64
Resultados

3.1.2. Método

Esta primera fase de estudio realizado con estudiantes universitarios de la


UCLM (campus de Albacete) se llevó a cabo con una muestra final de 80 participantes
que contestaron a un cuestionario de preguntas de carácter general y a nueve
recordatorios de 24 horas distribuidos en tres semanas a lo largo del curso académico
2010/2011, en series de tres, correspondiendo cada semana a un periodo estacional
(invierno, primavera, verano). Cada semana, al menos uno de los tres recordatorios
correspondió a un día festivo.

La versión del programa Dial para procesar el consumo alimentario fue la 2.09
y para su evaluación se utilizaron las siguientes referencias: documento de consenso
de la SENC (2001), tablas de composición de alimentos de Moreiras y cols (2011) y
referencias del IoM (2005a). La calidad global de la dieta se evaluó mediante el IAS y
el MDS. El método detallado se describe en el capítulo 2 de esta tesis.

En el análisis estadístico, las comparaciones entre dos medias se realizaron


usando el test t de Student y las comparaciones entre más de dos medias se
realizaron usando el test ANOVA. Para las comparaciones post hoc se utilizaron los
test de Bonferroni (para varianzas iguales) y Games Howell (para varianzas distintas).

3.1.3. Resultados y discusión

Las características sociodemográficas y antropométricas de la muestra


estudiada (63 mujeres y 17 varones) se describen en la tabla 6, donde destacamos
que la edad media de los estudiantes es de 21 años, en normopeso y viviendo en el
domicilio familiar o en pisos compartidos con comida procedente de casa. Aunque el
número de chicos es bastante inferior al de chicas, resaltamos un mayor porcentaje
de éstos conviviendo en casa de los padres, si bien cuando comparten piso cocinan
en mayor medida que ellas. Más de la cuarta parte de la población de estudio realiza
una actividad física programada siendo la proporción de chicos casi el doble a la de
chicas. En general tienen buenos hábitos alimentarios en cuanto a la distribución de
comidas aunque destaca la presencia de infrapeso en mujeres y el alto consumo de

65
Resultados

edulcorantes en ambos sexos, casi 29%, ya que si a los ingeridos de adición sumamos
los procedentes de bebidas light la cantidad es mucho mayor, y sin olvidar que es una
población joven, no obesa y prácticamente sin patologías. El carácter regional de
nuestra universidad, la cercanía al lugar de estudio y las plazas ofertadas en
residencias universitarias en relación al número de estudiantes justifica que la
proporción de estudiantes que vive en el domicilio familiar sea superior al
encontrado en otros estudios, mientras que el porcentaje de estudiantes que habita
en residencias universitarias es bastante inferior (30.7 % y 20% respectivamente en
un estudio realizado en estudiantes de la Universidad de Navarra (Durá y Castroviejo,
2011)). Sin embargo, cuando se trata de universidades en ciudades muy grandes, la
proporción de estudiantes en domicilio familiar es muy superior, como el realizado
en Barcelona por Riba (2002), donde se alcanzó el 70%. En cuanto a la distribución
del IMC, nuestros resultados cumplen con los objetivos nutricionales finales de la
SENC (2001) y se asemejan a los obtenidos en otras poblaciones universitarias
españolas (Martínez y cols, 2005; Montero y cols, 2006; Arroyo y cols, 2006; Durá y
Castroviejo, 2011). Hay excepciones, como un trabajo realizado con estudiantes de
León (Baldini y cols, 2009), donde el porcentaje de obesos fue muy superior (37% de
mujeres y 45% de varones). En cuanto a otros países, el normopeso en nuestra
población se encuentra en el rango de otros estudios no específicos en universitarios
y con intervalo de edad más amplio (Azzini y cols, 2011) y es algo superior al estudio
de Wardle y cols (2006), referido a universitarios de 22 países, donde sus resultados
para el normopeso oscilaron entre el 75.8% en mujeres y el 78.3% en varones. Cabe
indicar también que nuestros estudiantes presentan una mejor distribución y número
de comidas que la encontrada en otros trabajos (Oliveras y cols, 2006), ya que más
del 98% desayunan y una proporción superior al 75% realizan al menos cuatro
comidas.

66
Resultados

Tabla 6. Características sociodemográficas y antropométricas de la población de estudio


(Enfermería-UCLM)
Mujeres Hombres Total
Población (%) 78.75 21.25 100
Edad (años) (media ± DE) 21.41±5.28 19.11±1.20 20.92±4.81
Peso (kg) (media ± DE) 60.45±8.56 71.43±8.89 62.79±9.72
Talla (cm) (media ± DE) 165.88±6.75 177.01±8.68 168.24±8.51
IMC (kg/m2) (media ± DE) 21.93±2.46 22.73±1.95 22.11±2.38
Peso insuficiente (%) 6.3 0 5.0
Normopeso (%) 85.7 82.4 85.0
Sobrepeso (%) 7.9 17.6 10.0
Obesidad (%) 0 0 0
Actividad física (%) 22.22 41.18 26.25
Lugar de residencia Domicilio familiar 53.97 64.71 56.25
durante el curso (%) Residencia universitaria 11.11 0 8.75
Piso compartido cocinando 11.11 23.53 13.75
Piso compartido con comida 23.81 11.76 21.25
de casa
Dietas especiales (%) Adelgazamiento 3.17 0 2.5
Celiaquía 1.59 0 1.25
Diabetes 3.17 0 2.5
Otras 1.59 0 1.25
Comidas Desayuno 98.41 100 98.75
diarias (%) Almuerzo 87.30 82.35 86.25
Comida del mediodía 98.41 100 98.75
Merienda 77.78 70.59 76.25
Cena 100 100 100
Resopón 11.11 17.65 12.50
Otras 4.76 11.76 6.25
Consumos (%) Edulcorantes 28.57 29.41 28.75
Fármacos 12.70 17.64 13.75
Minerales y vitaminas 11.11 11.77 11.25
DE: desviación estándar

La tabla 7 muestra la ingesta diaria de macronutrientes por sexos en gramos


por día y porcentaje de energía. En general, la dieta de los universitarios estudiados
es ligeramente hipocalórica en chicas cubriendo las necesidades energéticas en algo
más de un 85%, según las Cantidades Diarias Orientativas (Moreiras y cols, 2011). La
mediana referida a la distribución de la ingesta de energía está por debajo de los
requerimientos estimados, tanto en varones (P50=2099 kcal/día) como en mujeres
(P50=1654 kcal/día), tomando como referencia la propuesta por el IoM (2005c). Si se
tiene en cuenta que sólo la cuarta parte de la población estudiada realiza algún
ejercicio físico programado, la tendencia a la subestimación de la ingesta energética
cuando la recogida de datos se realiza mediante recordatorios de 24 horas (Gibson,
2005) y el alto índice de obesidad en España, es bastante probable que dicha ingesta
sea adecuada en la mayoría de los casos.

67
Resultados

Tabla 7. Ingesta diaria de macronutrientes (media±desviación estándar) y energía por sexos


(Enfermería-UCLM)
Mujeres Hombres p
Energía (kcal/día) 1704.74±359.95 2107.86±517.98 <0.001*
Proteínas (g/día) 74.55±14.71 88.90±20.36 0.013*
(% energía) 17.43 17.04
Carbohidratos (g/día) 170.05±44.98 222.34±66.20 <0.001*
(% energía) 39.72 42.82
Azúcares simples (g/día) 77.17±27.16 93.27±34.61 0.044*
(% energía) 18.06 17.94
Lípidos (g/día) 75.47±17.47 90.74±21.33 0.003*
(% energía) 40.06 38.04
AGS (g/día) 26.04±6.38 32.32±7.94 0.001*
(% energía) 13.74 13.08
AGM(g/día) 32.81±8.44 38.41±9.51 0.021*
(% energía) 13.80 13.61
AGP(g/día) 9.94±2.79 11.96±4.32 0.082
(% energía) 5.29 4.95
Colesterol(mg/día) 306.09±82.91 354.45±96.30 0.043*
Fibra vegetal (g/día) 14.28±4.39 17.6±3.16 0.628
*
Diferencias significativas (p<0.05). Test t de Student

Comparando con los objetivos nutricionales finales de la SENC (2001) sobre


contribución de los macronutrientes a la energía total de la dieta, ésta es
hiperproteica, las proteínas representan el 17% de la energía total, cuando el objetivo
nutricional (ON) final es <10%. La proporción de hidratos de carbono totales es baja,
39.7% en mujeres y 42.8% en varones, cuando el ON es 50-55% y es excesivo el
consumo de azúcares simples, ya que casi duplica al ON final (< 10%). La ingesta de
grasa supera ligeramente al 30-35% que propone la SENC, destacando una
proporción de grasa saturada que casi duplica al ON (7-8%) y un alto valor de
colesterol (ON<300 mg), mientras que la cantidad de fibra es casi la mitad de la
recomendada (ON >25 g). Como aspecto positivo destaca la aceptable proporción de
AGM y AGP (ONs 15-20% y 5%, respectivamente). Estos resultados coinciden con los
aportados por la ENIDE (2012) (18% de consumo de proteínas, 40% de carbohidratos
y 42% de grasa) y también con los tipos de lípidos para el tramo de edad entre 18-24
años, si bien nuestros estudiantes consumen unos 50 mg de colesterol menos en
ambos sexos. Estas características generales del aporte energético de
macronutrientes y calidad de la grasa se reflejan también en otros trabajos en

68
Resultados

población universitaria española (Martínez y cols, 2005; Montero y cols, 2006; Bollat
y Durá, 2008; Baldini y cols, 2009).

La contribución de los diferentes grupos de alimentos a la energía total de la


dieta y al aporte de macronutrientes se muestra en las tablas 8 y 9.

Tabla 8. Contribución de los diferentes grupos de alimentos a la energía total de la dieta


(media ± desviación estándar) (Enfermería-UCLM)
Grupo de alimentos Energía

Cereales (kcal/día) 503.75±252.08


(% energía) 28.1
Legumbres) (kcal/día) 26.63±45.20
(% energía) 1.5
Verduras y hortalizas (kcal/día) 77.31±45.59
(% energía) 4.3
Frutas (g/día) 75.55±52.87
(% energía) 4.2
Lácteos y derivados (kcal/día) 260.64±126.90
(% energía) 14.6
Carnes y derivados (kcal/día) 310.50±149.80
(% energía) 17.4
Pescados y derivados (kcal/día) 57.27±48.66
(% energía) 3.2
Huevos y derivados (kcal/día) 34.09±29.84
(% energía) 2.0
Azúcares, dulces y pastelería (kcal/día) 91.65±107.41
(% energía) 5.1
Aceites y grasas (kcal/día) 184.49±116.03
(% energía) 10.3
Bebidas (kcal/día) 77.13±99.41
(% energía) 4.3
Miscelánea* (kcal/día) 57.69±90.03
(% energía) 3.2
*
Miscelánea incluye comidas preparadas, aperitivos y salsas

El grupo que proporciona mayor porcentaje de energía son los cereales y


derivados (28.1%), seguidos de cárnicos (17.4%) y lácteos (14.6%). Estos datos
coinciden con los referentes a la población general (ENIDE, 2012) en cárnicos, sin
embargo en cereales casi lo duplica y en lácteos también es un 5% superior. Esto
puede deberse, al menos en parte, a la edad de nuestra población, donde el consumo
de cereales de desayuno, bocadillos, pastas y lácteos es bastante característico.
Comparando con otros países mediterráneos (Azzini y cols, 2011), mientras que el

69
Resultados

consumo de cereales es similar, la ingesta de cárnicos y de lácteos de nuestra


población los supera ampliamente.

Las principales fuentes de proteínas tienen origen animal (tabla 9) y proceden


mayoritariamente de cárnicos y lácteos (37% y 19.4%, respectivamente), seguido de
cereales (16.3%) y una proporción inferior son proteínas procedentes del grupo de
pescados. Las legumbres sólo aportan un 2.4%. Estos resultados se alejan de la
recomendación de no superar el 50% de proteína animal en el cómputo total de
ingesta proteica. Respecto a los carbohidratos, la mitad tiene su origen en cereales,
quedando muy por detrás los lácteos (10 %), cuya proporción es similar a productos
de repostería. También destacamos los hidratos de carbono aportados por bebidas
no lácteas, que alcanzan casi un 8%.

Tabla 9. Ingesta diaria de los diferentes grupos de alimentos (media±desviación estándar) y


porcentaje en peso sobre el total del macronutriente (Enfermería-UCLM)
Grupo de alimentos Proteínas Carbohidratos Lípidos

Cereales (g/día) 12.59±6.21 89.45±44.12 9.49±7.55


(%) 16.3 49.2 12.0
Legumbres (g/ día) 1.90±3.27 3.47±5.86 0.25±0.51
(%) 2.4 1.9 0.32
Verduras y hortalizas (g/día) 3.08±1.74 12.60±8.22 0.85±0.88
(%) 4.0 6.9 1.1
Frutas (g/día) 1.05±0.95 14.47±10.44 0.97±1.93
(%) 1.4 7.9 1.23
Lácteos y derivados (g/día) 15.03±9.23 19.16±12.94 13.70±6.55
(%) 19.4 10.5 17.4
Carnes y derivados (g/día) 28.57±13.36 1.73±2.20 20.92±12.10
(%) 37.0 1.0 26.6
Pescados y derivados (g/día) 8.56±7.01 0.17±0.40 2.49±2.62
(%) 11.0 0.1 3.1
Huevos y derivados (g/día) 2.64±2.32 0.14±0.12 2.56±2.24
(%) 3.4 0.08 3.2
Dulces y bollería (g/día) 0.80±1.21 18.39±21.77 1.56±3.10
(%) 1.0 10.1 2.1
Aceites y grasas (g/día) 0.00±0.01 0.00±0.00 20.49±12.89
(%) - - 26.1
Bebidas no lácteas (g/día) 0.72±2.05 14.29±17.50 0.15±0.24
(%) 0.9 7.8 0.2
Miscelánea* (g/día) 2.27±1.98 7.96±5.03 5.23±3.26
(%) 2.9 4.4 6.6
Total (g/día) 77.2±21.28 181.87±67.44 78.65±25.67
*
Miscelánea incluye comidas preparadas, aperitivos y salsas

70
Resultados

La procedencia de la grasa es mayoritaria del grupo de cárnicos (26.6%) y


aceites y grasas (26.1%), seguido de leche y derivados (17.4%) y cereales (12%),
mientras que el grupo del pescado sólo representa el 3.1%. El alto consumo de
alimentos de origen animal justifica la elevada ingesta de colesterol. Si comparamos
con los datos de la ENIDE (2012), tanto el consumo de proteína cárnica como láctea
en los estudiantes superan en un 10% a la media de la población, mientras que la
contribución a este macronutriente de legumbres y pescado se reduce a más de la
mitad. El perfil del origen de los carbohidratos también es distinto, básicamente por
la alta proporción de cereales y baja de frutas en nuestro estudio, mientras que la
proporción de grasas pertenecientes al grupo de aceites y grasas es similar. Si
consideramos que el trabajo con el que estamos comparando tiene un rango de edad
de 18-64 años, podemos intuir un “alejamiento” de la alimentación tradicional de los
españoles aunque se mantiene el consumo de aceites.

La evaluación de la calidad general de la dieta se ha realizado mediante el IAS


(Kennedy y cols, 1995) y el MDS (Trichopoulou y cols, 2003) (tabla 10). En términos
generales, los estudiantes presentan un IAS bastante bajo (no llega a alcanzar los 60
puntos sobre un máximo de 100) y un porcentaje de adherencia a la dieta
mediterránea de sólo el 49% (4.44 sobre 9), siendo ambos algo superior en mujeres.

Respecto al IAS, el 91.25 % de los estudiantes se encuentra en una situación


de “necesidad de cambios en la dieta” (IAS 51-80) y el 53% presenta una adherencia a
la dieta mediterránea intermedia-baja. El resto tiene una alimentación “inadecuada”
(IAS≤50) con un índice medio de adherencia de sólo 2.57, no existiendo ningún
individuo con una calidad “saludable”. Nuestros resultados son algo mejores que los
obtenidos en otros trabajos realizados con población joven. En este sentido, el
estudio de ingestas nacional (ENIDE, 2012) obtiene casi un 80% de individuos con
baja adhesión y menos del 5% con adhesión alta para el tramo de edad de 18-24
años, datos que también concuerdan con el 89% de baja adherencia obtenido por
Martínez y cols (2010) en una población de las Islas Baleares, si bien en este último la
categorización es dicotómica. Esto podría deberse, al menos en parte, a que la
nuestra es una población muy homogénea y con alto interés por la salud. La ligera

71
Resultados

superioridad del IAS en chicas es reflejada también por Fernández y cols (2009) en
estudiantes universitarios de Guadalajara, donde la media del IAS y el porcentaje de
adherencia obtenido también es similar (62.11 de media y 42% adherencia). Otros
autores (Durá y Castroviejo, 2011) muestran resultados más favorables (28% de
adherencia alta) y también esa ligera diferencia en el sexo. Si comparamos los
resultados anteriores de adherencia a la dieta mediterránea referidos a población
joven con los obtenidos en el estudio ENIDE (2012) en tramos de edad superiores
(25-44 y 45-64 años) y con el mismo indicador, a menor edad se produce un
alejamiento del patrón mediterráneo.

Tabla 10. Calidad de la dieta mediante el IAS y el MDS (Enfermería-UCLM)


Mujeres Hombres Total
IAS (muestra total) media ± DE 60.39±10.34 56.98±8.55 59.69±10.03
% individuos 9.52 5.88 8.75
IAS (0-50)
media ±DE 45.68±3.08 47.10±3.49 45.88±2.86
IAS % individuos 90.48 94.12 91.25
IAS (51-80)
media ±DE 61.92±6.93 57.79±4.46 61.02±6.67
% individuos 0 0 0
IAS > 80
media ±DE - - -
media ±DE 4.54±1.45 4.06±1.75 4.44±1.52
MDS (muestra total)
% adherencia 50 45 49
% individuos 22.2 41.2 26.3
MDS (0<4) % adherencia 28.55 28.55 28.55
media ±DE 2.57±0.65 2.57±0.54 2.57±0.60
MDS % individuos 68.3 52.9 65.0
MDS (4-6) % adherencia 53.44 51.88 53.22
media ±DE 4.81±0.76 4.67±0.71 4.79±0.75
% individuos 9.5 5.9 8.8
MDS (> 6) % adherencia 79.66 100 82.55
media ±DE 7.17±0.41 9.00±0.00 7.43±0.79
DE: Desviación estándar

Finalmente se evaluó la influencia de los grupos de alimentos, estilos de vida,


factores sociodemográficos y estado nutricional (IMC) en la calidad de la dieta. La
tabla 11 muestra el consumo medio de los grupos de alimentos por clases del MDS.
Como era de esperar, el incremento en la puntuación del MDS va acompañado de un
aumento significativo de algunos alimentos considerados beneficiosos, como frutas
(p=0.001) y pescados (p=0.005) y una disminución del consumo cárnicos (p=0.017),
considerados perjudiciales. El análisis post hoc nos indica, en el caso de las frutas,
que la significación se produce entre la clase “adherencia alta” tanto respecto a

72
Resultados

“intermedia” como a “baja”. En el grupo de cárnicos y AGM/AGS se produce entre las


clases “adherencia baja” tanto respecto a” intermedia” como a “alta”. Finalmente en
pescados solo existe significación entre un MDS “bajo” y “alto”.

A primera vista, la escasa proporción de sujetos con una adherencia alta se


justifica, al menos en parte, por un consumo notable y constante de lácteos y
derivados, considerados perjudiciales, e insuficiente ingesta de los grupos
tradicionales que caracterizan la dieta mediterránea, como frutas y legumbres,
incluso existiendo diferencia significativa entre clases como es el caso de las frutas. Si
se compara con otros resultados de estudios con mejor perfil de adherencia (Azzini y
cols, 2011), el consumo de fruta asciende a 389 g, mientras que los de lácteos y
cárnicos disminuyen notablemente (195 g y 114 g respectivamente). Respecto al
resto de factores analizados que pudiesen influir en la calidad, la ausencia de
significación estadística, en nuestra opinión, podría estar condicionada por la
homogeneidad de la población, aunque otros trabajos similares no encontraron
diferencias entre titulaciones ni áreas de procedencia (Montero y cols, 2006; Durá y
Castroviejo, 2011).

Tabla 11. Consumo medio de grupos de alimentos (g/día) por MDS (media±desviación
estándar) (Enfermería-UCLM)
Baja (0-3) Intermedia (4-6) Alta (7-9) p
Cereales 294.29±234.16 244.69±171.28 205.44±61.00 0.448
Legumbres 11.64±28.64 17.07±25.63 16.91±9.95 0.709
Verduras 150.28±114.78 173.13±93.75 241.37±52.89 0.107
Frutas 85.78±94.25a 131.30±87.24b 239.63±58.46a,b 0.001*
Lácteos 359.85±161.11 322.57±147.94 363.78±97.40 0.546
Carne 270.30±124.06c,d 203.52±98.98c 159.89±49.54d 0.017*
Pescado 45.52±25.08e 67.86±44.52 100.75±22.19e 0.005*
Huevos 24.29±19.48 26.16±18.20 31.21±24.57 0.710
Dulces y bollería 52.33±65.57 40.60±53.93 25.04±24.42 0.498
Aceites y grasas 69.80±70.57 69.64±89.11 41.35±34.09 0.681
Bebidas no 337.28±247.86 403.22±293.16 642.71±384.33 0.060
lácteas
Miscelánea 68.50±100.22 53.13±90.73 44.24±50.98 0.783
AGM/AGS 1.14±0.13f,g 1.28±0.21f 1.47±0.35g 0.001*
*
p<0.05 (ANOVA)
a,b,c,d,e
Letras iguales indican diferencias significativas entre los grupos (post hoc Bonferroni)
f,g
Letras iguales indican diferencias significativas entre los grupos (post hoc Games-Howell)

73
Resultados

3.1.4. Conclusiones

La dieta de la población universitaria estudiada es de baja calidad, con una


adherencia a la dieta mediterránea intermedia-baja, necesitando “cambios hacia un
patrón alimentario más saludable” más del 90% de la población. Se caracteriza por el
alto consumo de alimentos cárnicos y lácteos, que se refleja en exceso de grasa
saturada, colesterol y proteína animal, y la baja ingesta de frutas y verduras. Como
aspectos positivos destacamos la alta proporción de normopeso y unos hábitos
alimentarios respecto a la distribución y número de comidas mejor que otras
poblaciones similares estudiadas.

74
3.2. Adherencia a la dieta mediterránea
de una población universitaria
española
Resumen
El objetivo de este trabajo fue caracterizar los hábitos alimentarios de una población de
universitarios españoles y evaluar la calidad de su dieta y algunos de los posibles factores
condicionantes de acuerdo con el patrón alimentario mediterráneo, entre otros índices. Participaron
en este estudio un total de 284 estudiantes matriculados durante el curso académico 2012-2013. Cada
individuo completó un cuestionario que incluía preguntas sobre medidas antropométricas, tipo de
residencia, hábito tabáquico y nivel de actividad física. El consumo alimentario se obtuvo a través de
dos recordatorios de 24 horas en días no consecutivos, siendo uno de ellos en un día del fin de
semana. Un 72.5% de los estudiantes presentaron un IMC dentro de la normalidad y un 75% de la
muestra manifestó llevar un estilo de vida sedentario o baja actividad física. El porcentaje de energía
total aportado por cada macronutriente fue aproximadamente de un 17% de proteínas, un 40% de
carbohidratos y un 40% de lípidos. El cociente de grasas poliinsaturadas frente a monoinstaturadas fue
0.32. El consumo de colesterol en hombres superó al de las mujeres en 70 mg por día, aunque en
ambos se excedieron de los objetivos nutricionales. La principal fuente de proteína fue de origen
animal procedente de la carne (38.1%), seguido de los cereales (19.4%) y los productos lácteos
(15.6%). La evaluación de la calidad de la dieta llevada a cabo a través del IAS y del MDS, reveló en
ambos casos una puntuación baja-intermedia (51.2 y 4.0 respectivamente). Las principales
desviaciones del patrón mediterráneo se deben a una baja ingesta de verduras y fruta, así como a un
alto consumo de carne y productos lácteos. De acuerdo con el IAS, la dieta del 96.1% de los sujetos fue
inadecuada o con necesidad de cambios y solo el 5.3% de los estudiantes mostraron una alta
adherencia a dieta mediterránea. Es necesario realizar cambios que conduzcan hacia una dieta más
saludable de acuerdo con el contexto cultural de esta población para prevenir enfermedades
cardiovasculares, diabetes tipo 2 y resistencia a la insulina.
Resultados

3.2.1. Introducción

La dieta mediterránea es un modelo nutricional inspirado en los regímenes


alimentarios de los países bañados por el mar Mediterráneo y fue declarada
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010. No hay una
única dieta mediterránea. Cada región a lo largo del sur de Europa, desde España y el
norte de África hasta el Próximo Oriente personaliza su dieta básica aprovechando
los productos disponibles y las preferencias culturales, pero todas ellas tienen
características comunes. Los principales aspectos de este modelo dietético incluyen
un alto consumo de verduras y frutas, aceite de oliva como fuente de grasa, bajo
consumo de carne y productos lácteos, y consumo moderado de vino. La dieta
mediterránea tradicional se asocia con la reducción de riesgo de diferentes
enfermedades crónicas no trasmisibles, como la diabetes tipo 2 y los problemas
cardiovasculares, y con una mayor esperanza de vida. Por ello ha sido promocionada
como un modelo de alimentación saludable (Trichopoulou y cols, 2003; Méndez y
cols, 2008). Generalmente los adultos jóvenes, en especial los estudiantes
universitarios, presentan una serie de cambios debido a la coincidencia de diferentes
cambios emocionales, fisiológicos y ambientales. Seleccionan su comida, siendo muy
receptivos a la influencia de las modas como el seguimiento de dietas de
adelgazamiento, las comidas preparadas o el consumo de aperitivos, bebidas
azucaradas u otros productos novedosos. Los jóvenes generalmente no tienen la
suficiente experiencia ni las habilidades necesarias para tomar las decisiones
adecuadas en este sentido y tienden a desarrollar hábitos alimentarios poco
saludables (Shimbo y cols, 2004; Papadaki y cols, 2007; Rakicioglu y Yildiz, 2011). El
modelo dietético es determinado por esos factores, los cuales estarán presentes a lo
largo de su vida en muchos casos (Arroyo y cols, 2006; Wardle y cols, 2006; Alcácera y
cols, 2008). Los estudiantes universitarios son un importante grupo diana entre la
población adulta para la promoción de los hábitos de vida (Chourdakis y cols, 2010) y
normalmente forman parte del grupo de edad entre los 18 y los 24 años. Difieren
respecto a los adultos en que su pico de masa ósea no se ha alcanzado todavía, ya
que esto sucede en torno a los 25 años (Vázquez, 2007).

79
Resultados

El recordatorio de 24 horas es un método retrospectivo de evaluación


dietética en el que cada individuo es entrevistado sobre su consumo de alimentos y
bebidas durante un periodo de tiempo definido, normalmente el día anterior o las 24
horas previas. Tradicionalmente el recordatorio de 24 horas es recogido en el orden
cronológico de consumo. Recientemente se ha desarrollado el paso de recordatorios
múltiples. El uso de este protocolo está incrementándose en estudios en España e
internacionales (Holmes y cols, 2008; Jackson y cols, 2008; ENIDE, 2012). De acuerdo
con algunos autores es necesaria la administración de al menos dos recordatorios no
consecutivos para conocer las ingestas habituales (Strauss y Mir, 2001).

Los índices de calidad de la dieta son herramientas desarrolladas con el


objetivo de medir y cuantificar las diferentes situaciones clínicas, comportamientos,
actitudes y creencias que son difíciles de ser medidas cuantitativamente y con
precisión en relación a la ingesta de alimentos. Todos los índices, basados en guías y
recomendaciones, son medidas combinadas de las variables individuales y muchos de
ellos permiten evaluar poblaciones tanto de jóvenes como de adultos (Kourlaba y
Panagiotakos, 2009).

Aunque se han realizado algunos estudios sobre hábitos alimentarios en


España, la mayoría de ellos se han llevado a cabo en niños y muy pocos en población
joven. En muchos casos los hábitos alimentarios y la calidad de la dieta de los
estudiantes universitarios se aleja de las recomendaciones de la dieta mediterránea
(García y Martínez-Monzó, 2002; Durá y Castroviejo, 2011). Aunque estos estudiantes
suelen tener un peso óptimo y mostrar un bajo consumo de energía (Montero y cols,
2006), la omisión del desayuno, el abuso de aperitivos y bebidas azucaradas y la
pobre variedad de alimentos ingeridos son los principales rasgos de las conductas
alimentarias en este grupo de población, lo cual conduce a deficiencias de
micronutrientes (Oliveras y cols, 2006; Bollat y Durá, 2008; Baldini y cols, 2009).

El objetivo de este estudio fue caracterizar los hábitos alimentarios de los


estudiantes españoles de la UCLM (campus de Albacete) y valorar la calidad de su
dieta y algunos posibles factores socio-demográficos y de estilo de vida
determinantes de la misma.

80
Resultados

3.2.2. Método

Este trabajo se corresponde con la segunda fase del estudio realizado en el


campus de Albacete de la UCLM. Se trata de un estudio trasversal con estudiantes
matriculados durante el curso académico 2012/2013 en los diferentes centros del
campus. El reclutamiento de los estudiantes se realizó mediante estratificación de
acuerdo con el número de alumnos matriculados en cada titulación del campus. La
muestra final fue de 284 estudiantes, tras no considerar aquellas encuestas con datos
incompletos y eliminar los estudiantes que cumplían con los criterios de exclusión (15
chicos y 5 chicas fueron excluidos de la base de datos por esos motivos), que se
distribuyeron de la siguiente manera: Ingeniería Informática (25), Ingeniería
Agronómica (25), Ingeniería Industrial (39), Economía (49), Derecho (30), Educación
(40), Enfermería (47), Farmacia (11), Humanidades (9) y Medicina (9). El consumo
alimentario fue recogido a través de dos recordatorios de 24 horas en días no
consecutivos incluyendo un día del fin de semana. Para evaluar la calidad global de la
dieta se utilizó el IAS y el MDS, como se indicó en el capítulo 2 de esta tesis, y en el
caso de éste último, en esta fase del estudio se obtuvo a través de las medianas
ajustadas por sexos. También se utilizó el “patrón alimentario griego” como
referencia de calidad de la dieta. El consumo de alcohol se valoró asignando un punto
a los hombres que consumen entre 10 y 50 gramos por día y a las mujeres que
consumen entre 5 y 25 gramos por día (Trichoupoulou y cols, 2003).

La versión del programa Dial para valorar el consumo alimentario fue la 2.12.
La evaluación fue llevada a cabo usando las siguientes referencias: consenso de la
SENC (2001), tablas de composición de alimentos españoles (Moreiras y cols, 2011) y
las referencias dietéticas del IoM (2005c). El método detallado se describe en el
capítulo 2 de esta tesis.

En el análisis estadístico, para comparar dos medias se usó prueba t de


Student. El test ANOVA y los post-hoc de Bonferroni y Games-Howell se usaron para
comparar tres o más medias. La normalidad de las distribuciones fue verificada con el
test de Kolmogorov-Smirnov.

81
Resultados

3.2.3. Resultados

En la tabla 12 se muestran los resultados de las medidas antropométricas, la


actividad física diaria, la demografía y las características de los hábitos de vida
separados por sexo (160 mujeres y 124 hombres). La edad media fue de 21.3±5.8, el
IMC medio de 22.2±3.2 para mujeres y de 22.8±3.5 para hombres, en éstos el
sobrepeso fue del 17.7% y el infrapeso del 10.5%. La mitad de los estudiantes vivían
en el domicilio familiar y casi un 15% compartían piso trayendo la comida cocinada
de casa de sus padres. Con respecto al nivel de actividad física destaca que casi el
70% de los estudiantes presentaron un estilo de vida sedentario o baja actividad
física. Respecto a la distribución de las comidas a lo largo del día, casi la totalidad
realizaban al menos las tres comidas principales (98.2% el desayuno, 100% la comida
y 99.3% la cena). El 84.9% de los participantes no fumaban, y un 16.5% de los mismos
consumía edulcorantes no calóricos añadidos. No se han encontrado diferencias
significativas entre los géneros.

La tabla 13 muestra la ingesta de macronutrientes por sexos. Desde el punto


de vista general se observó que las universitarias tienen una dieta ligeramente
hipocalórica, cubriendo en torno al 93% de las necesidades energéticas de acuerdo
con las guías de consumo diario de EUFIC (2009). Se debe tener en cuenta la baja
proporción de sujetos muy activos o activos desde el punto de vista de la actividad
física (30%), la tendencia a infraestimar la ingesta de alimentos cuando los datos se
recogen mediante un recordatorio de 24 horas (Gibson, 2005), la falta de
entrenamiento respecto al sistema (Chourdakis y cols, 2011) y el alto IMC en
población adulta española (un 15% son obesos y más del 30% de los niños tienen IMC
superior al 29.9).

82
Resultados

Tabla 12. Características sociodemográficas y de hábitos de vida de la población estudiada


(UCLM)
Mujeres (n=160) Hombres (n=124) Total (n=284)
Población (%) 56.3 43.7 100
Edad (años)(media±DE) 21.1±5.3 21.5±6.5 21.3±5.8
Peso (kg) (media±DE) 58.5±8.0 75.4±12.0 65.9±13.0
Talla (cm) (media±DE) 165.5±5.7 178.1±7.2 170.0±9.0
2
IMC (kg/m ) (media±DE) 22.2±3.2 22.8±3.5 22.4±3.3
Peso insuficiente (%) 6.9 10.5 8.5
Normopeso (%) 76.9 67.0 72.5
Sobrepeso (%) 13.7 17.7 15.5
Obesidad (%) 2.5 4.8 3.5
Actividad física (%) Sedentario 26.9 15.3 21.8
Baja actividad 48.1 46.0 47.2
Activo 19.4 21.8 20.4
Muy activo 5.6 16.9 10.6
Lugar de residencia Domicilio familiar 51.3 48.4 50.0
durante el curso (%) Residencia universitaria 8.7 7.3 8.1
Piso compartido cocinando 5.0 19.4 11.3
Piso compartido con 15.6 12.8 14.4
comida de casa
Piso compartido con 19.4 12.1 16.2
comida de casa y cocinando
Características Adelgazamiento 3.7 6.5 5.0
especiales de la dieta (%) Edulcorantes 18.1 14.5 16.5
Minerales y vitaminas 3.1 6.5 4.6
Enfermedades 1.8 2.4 2.3
Comidas Desayuno
diarias Ingesta diaria (% sujetos) 98.1 98.4 98.2
Energía (kcal) 288.0±140.6 343.6±187.9 312.3±165.9
% energía diaria 15.5±7.6 16.2±8.9 15.8±8.4
Almuerzo (media mañana)
Ingesta diaria (% sujetos) 71.9 76.6 73.9
Energía (kcal) 156.8±148.7 153.6±167.9 155.4±157.4
% energía diaria 8.4±8.0 7.3±7.9 7.9±8.0
Comida del mediodía
Ingesta diaria (% sujetos) 100 100 100
Energía (kcal) 686.1±219.7 746.2±242.8 712.3±232.0
% energía diaria 36.9±11.8 35.2±11.5 36.1±11.2
Merienda
Ingesta diaria (% sujetos) 85.0 75.8 81.0
Energía (kcal) 185.6±160.7 203.8±203.8 193.5±181.0
% energía diaria 10.0±8.6 9.6±9.6 9.8±9.2
Cena
Ingesta diaria (% sujetos) 99.4 99.2 99.3
Energía (kcal) 496.0±193.2 592.4±248.5 538.1±224.2
% energía diaria 26.6±10.4 28.0±11.7 27.3±11.4
Resopón
Ingesta diaria (% sujetos) 32.5 38.7 35.2
Energía (kcal) 37.5±68.4 73.6±140.1 53.3±107.4
% energía diaria 2.0±3.7 3.5±6.6 2.7±5.4
Otras
Ingesta diaria (% sujetos) 8.8 4.8 7.0
Energía (kcal) 11.5±47.4 4.5±35.8 8.4±42.3
% energía diaria 0.6±2.5 0.2±1.7 0.4±2.2
Tabaco (%) No fuma 85.6 83.8 84.9
Menos de 5 cigarrillos/día 8.8 7.3 8.1
5 o más cigarrillos/día 5.6 8.9 7.0

83
Resultados

Tabla 13. Ingesta diaria de macronutrientes y energía por sexos (media±desviación estándar)
(UCLM)
CDR** Mujeres Hombres p
Energía (kcal/día) 2000 1860.8±459.4 2116.7±551.7 <0.001*
Proteínas (g/día) 45 75.3±18.7 88.7±25.5 <0.001*
(% energía) 16.4±3.1 17.0±3.6 0.143
Carbohidratos (g/día) 270 188.9±58.6 219.0±69.7 <0.001*
(% energía) 40.5±6.7 41.2±6.8 0.389
Azúcares simples (g/día) <90 76.4±29.1 90.5±41.0 0.001*
(% energía) 16.4±4.5 17.0±6.1 0.319
Lípidos (g/día) <70 84.6±25.9 91.1±28.2 0.044*
(% energía) 40.7±6.8 38.8±6.7 0.018*
AGS (g/día) <20 28.6±10.2 31.0±10.5 0.058
(% energía) 13.7±3.0 13.2±2.8 0.135
AGM(g/día) - 37.0±12.2 39.1±13.7 0.156
(% energía) 17.9±4.1 16.7±4.0 0.014*
AGP(g/día) - 11.9±4.8 12.8±4.9 0.147
(% energía) 5.7±1.7 5.4±1.5 0.151
Alcohol (g/día) - 1.7±4.3 4.6±11.3 0.007*
(% energía) 0.6±1.7 1.4±3.3 0.022*
Colesterol (mg/día) - 311.2±110.5 382.4±264.4 0.006*
Fibra vegetal (g/día) >25 15.3±7.0 16.5±6.4 0.154
*
Diferencias significativas (p<0.05). Test t de Student
**
Cantidad diaria recomendada (EUFIC, 2009)

En cuanto a la contribución de los macronutrientes a la energía total de la


dieta en relación a los ON para la población española (SENC, 2001), nuestros
resultados muestran que la ingesta de proteína se aproximó al 17% de la energía
total (cuando el ON final es inferior al 10%), el porcentaje de energía procedente de
los hidratos de carbono fue alrededor del 40% (el rango del ON se sitúa entre el 50-
55%) el consumo de azúcares excedió ampliamente el ON final del 10%. El consumo
de grasas fue ligeramente superior al rango 30-35% propuesto por la SENC y el
consumo de AGS casi dobló el intervalo del ON (7-8%). Además, el consumo de fibra
fue inferior a la ingesta recomendada (ON>25 g). Las ingestas de colesterol, alcohol,
lípidos totales y AGM fueron significativamente diferentes entre géneros. La ingesta
de colesterol en hombres excedió la ingesta en las mujeres en 70 mg por día, siendo
los ON sobrepasados en ambos casos (ON<300 mg/día). El porcentaje de ingesta de
alcohol fue el doble en chicos que en chicas y la proporción de energía aportada por
los lípidos fue un poco mayor en ellas, debido principalmente a la contribución de

84
Resultados

AGM. Sin embargo, la proporción entre ácidos grasos poliinsaturados y


monoinsaturados fue menor de 0.3 (objetivo nutricional AGP/AGM≥0.5)

Las tablas 14 y 15 muestran la contribución de los principales grupos de


alimentos a la energía total de la dieta y a cada uno de los macronutrientes (gramos
por día), respectivamente. Los resultados mostrados en la tabla 14 son similares a los
encontrados en población general española (ENIDE, 2012) para el grupo de cárnicos,
pero la ingesta de cereales de los estudiantes (30.2% de la energía diaria) fue casi dos
veces superior y el consumo de productos lácteos (11.4% de la cantidad total de
energía de la dieta) lo sobrepasó en un dos por ciento. Ello puede ser debido, al
menos en parte, a la edad de la población de estudio ya que es bastante
característico el consumo de cereales de desayuno, bocadillos, pasta y productos
lácteos.

Tabla 14. Contribución de los grupos de alimentos a la energía total diaria (media±desviación
estándar) (UCLM)
Grupos de alimentos g/día % de energía
Cereales 187.7±80.8 30.2±10.1
Legumbres 12.3±28.5 1.5±2.8
Verduras 168.5±117.9 3.4±2.6
Frutas y frutos secos 140.3±167.9 4.1±5.0
Productos lácteos 288.5±154.7 11.4±5.5
Carne 198.2±115.5 18.2±9.1
Pescado 65.0±78.1 2.8±3.3
Huevos 22.3±25.9 1.7±2.0
Azúcar, dulces y bollería 25.4±26.9 5.2±5.0
Aceites y grasas 22.4±13.5 10.4±5.8
Bebidas (no lácteas)* 313.1±296.0 5.3±5.6
Comidas preparadas y precocinadas 33.4±66.0 3.1±6.3
Salsas, especias y condimentos 8.0±8.6 1.6±2.3
Aperitivos 5.6±11.2 1.1±2.9
*
Se incluyen las bebidas alcohólicas

La principal fuente de proteína fue de origen animal procedente de la carne


(38.1%), seguido de los cereales (19.4%) y los productos lácteos (15.6%) (tabla 15). El
grupo del pescado contribuyó en un 10% a la ingesta proteica y las legumbres sólo
proporcionaron el 2.4% de este macronutriente. El consumo de proteína procedente
de cereales excedió en más de dos veces la ingesta general de la población española,
mientras que el aporte de pescado y legumbres se redujo a un tercio (ENIDE, 2012).

85
Resultados

Con respecto a los carbohidratos, alrededor de la mitad los proporcionaron


los cereales (108.8 g/día), seguidos de las bebidas no lácteas que aportaron 21.2
g/día del total de los carbohidratos consumidos. El grupo de los azúcares, los dulces y
los productos de pastelería alcanzaron los 18.3 g/día y el consumo de productos
lácteos y fruta fue similar (15.6 y 14.1 g/día respectivamente).

Tabla 15. Ingesta diaria de macronutrientes en gramos por día y como porcentaje de la
ingesta total de nutriente (UCLM)
Grupos de alimentos Proteínas Carbohidratos Lípidos
Cereales g/día 15.7±7.0 108.8±47.4 10.3±8.0
% de energía** 19.4±8.6 53.8±23.4 11.8±9.2
Legumbres g/día 2.0±3.7 3.6±6.8 0.3±0.7
% de energía** 2.4±4.4 1.8±3.4 <1
Verduras g/día 2.6±2.0 10.5±8.6 0.8±0.9
% de energía** 3.2±2.5 5.2±4.3 <1
Frutas y frutos secos g/día 1.1±1.5 14.1±17.2 1.5±3.6
% de energía** 1.4±1.9 7.0±8.5 1.8±4.3
Productos lácteos g/día 12.7±6.4 15.6±9.6 12.1±7.3
% de energía** 15.6±7.9 7.7±4.7 13.8±8.3
Carne g/día 31.6±17.8 1.3±2.0 25.3±17.1
% de energía** 38.1±21.5 <1 28.9±19.5
Pescado g/día 8.0±9.0 0.2±0.4 2.3±3.2
% de energía** 9.9±11.1 <1 2.7±3.8
Huevos g/día 2.5±2.9 0.1±0.2 2.4±2.7
% de energía** 3.1±3.6 <1 2.7±3.0
Azúcar, dulces y bollería g/día 1.3±1.4 18.3±16.6 2.8±5.1
% de energía** 1.6±1.7 9.0±8.2 3.1±5.6
Aceites y grasas g/día - - 22.4±13.3
% de energía** - - 25.6±15.2
Bebidas (no lácteas) * g/día 0.7±1.2 21.2±25.6 0.2±0.7
% de energía** <1 10.5±12.7 <1
Comidas preparadas y g/día 2.5±5.3 6.0±12.7 2.8±5.5
precocinadas % de energía** 3.1±6.6 3.0±6.3 3.2±6.3
Salsas, especias y g/día 0.2±0.3 0.8±1.1 3.0±4.8
condimentos % de energía** <1 <1 3.5±5.6
Aperitivos g/día 0.3±0.7 1.8±4.7 1.5±3.3
% de energía** <1 0.9±2.3 1.7±3.7
Total g/día 81.1±22.8 202.1±65.1 87.5±27.0
*
Se incluyen las bebidas alcohólicas
**
Porcentaje de energía sobre la ingesta total de nutriente

Los lípidos de la dieta provinieron mayoritariamente de los productos cárnicos


(28.9%) y del grupo de los aceites y grasas (25.6%), seguidos de los productos lácteos
(13.8%) y cereales (11.8%). La alta ingesta de carnes explica el alto consumo de
colesterol. No se observaron diferencias significativas entre géneros.

86
Resultados

La valoración de la calidad de la dieta de la muestra total realizada mediante


el IAS (Kennedy y cols, 1995) y el MDS (Trichopoulou y cols, 2003) reveló bajos
valores en ambos, IAS (51.2±12.8) y MDS (4.0±1.5) (tabla 16). La adherencia a la dieta
mediterránea fue solo del 44% siendo, por tanto, inadecuada y estando lejos del
estilo saludable de vida. Sólo el 5.3% de los estudiantes alcanzó una alta adherencia a
la dieta mediterránea. De acuerdo con la clasificación del IAS, el 96.1% de los
estudiantes obtuvieron una valoración “inadecuada” (38.7%; IAS ≤50) o “necesita
mejorar” (57.4%; 51≤ IAS ≤80) sobre la calidad de su dieta y el 94.7% de los
individuos mostró una adherencia a la dieta mediterránea menor del 80.1%. La ligera
superioridad de calidad de las chicas en población universitaria española fue también
encontrada por otros autores (Durá y Castroviejo, 2011).

Tabla 16. Calidad de la dieta según el IAS y el MDS (UCLM)


Mujeres Hombres Total
IAS. Muestra total media±DS 56.7±13.2 53.2±12.0 51.2±12.8
% de sujetos 35.0 (n=56) 43.5 (n=54) 38.7 (n=110)
IAS 0-50
media±DS 43.1±6.0 42.4±6.4 42.8±6.2
IAS % de sujetos 59.4 (n=95) 54.8 (n=68) 57.4 (n= 163)
IAS 51-80
media±DS 61.2±7.8 60.9±7.4 61.6±7.6
% de sujetos 5.6 (n=9) 1.6 (n=2) 3.9 (n=11)
IAS>80
media±DS 84.0±3.5 81.9±1.8 83.6±3.3
media±DS 4.1±1.6 3.8±1.5 4.0±1.5
MDS. Muestra total
% adherencia 45.1±17.6 42.6±16.3 44.0±17.1
% de sujetos 38.1 (n=61) 42.8 (n=53) 40.1 (n=114)
MDS<4 media±DS 2.5±0.7 2.5±0.7 2.5±0.7
% adherencia 27.3±8.0 27.3±7.7 27.3±7.8
MDS % de sujetos 55.0 (n=88) 54.0 (n=67) 54.6 (n=155)
MDS 4-6 media±DS 4.8±0.8 4.7±0.8 4.8±0.8
% adherencia 53.0±8.5 52.6±9.2 52.8±8.8
% de sujetos 6.9 (n=11) 3.2 (n=4) 5.3 (n=15)
MDS >6 media±DS 7.3±0.5 7.0 ±0.0 7.2±0.4
% adherencia 80.8±5.2 77.8±0.0 80.0±4.6

Las tablas 17 y 18 muestran que las bebidas (no lácteas), los productos lácteos
y los cárnicos son los grupos de alimentos más consumidos cuando se considera la
muestra total.

87
Resultados

Tabla 17. Consumo diario de grupos de alimentos en gramos por día (medianas) y
comparación con el patrón alimentario griego 2003 (UCLM)
Muestra Mujeres Hombres “Patrón griego”
total Trichopoulou y cols (2003)

Mujeres Hombres
Cereales 168.0 159.5 189.5 139.7 177.7
Legumbres 0.0 0.0 0.0 6.7 9.1
Verduras 146.0 141.5 150.0 499.6 549.9
Frutas y frutos secos 85.0 85.0 100.0 356.3 362.5
Productos lácteos 264.5 295.5 273.0 191.1 196.7
Carne 185.0 150.0 225.0 89.8 120.8
Pescado 37.5 37.5 40.5 18.8 23.7
Huevos 15.0 15.0 7.5 14.1 16.3
Azúcar, dulces y bollería 20.0 20.0 20.0 20.1 22.8
Bebidas (no lácteas)* 248.5 206.0 312.5 250.5 337.5
Comidas preparadas y 1.4 1.4 1.1 - -
precocinadas
Salsas, especias y condimentos 5.3 5.3 5.3 - -
Aperitivos 0.0 0.0 0.0 - -
AGM/ AGS 1.3 1.3 1.3 1.7 1.7
*
Se incluyen las bebidas alcohólicas

Tabla 18. Consumo medio de grupos de alimentos (g/día) según el MDS (media ± desviación
estándar) (UCLM)
Muestra Baja (0-3) Intermedia (4-6) Alta (7-9) p
total
Cereales 187.7±80.8 176.7±75.1 193.7±85.0 216.1±69.0 0.096
a,b a b
Legumbres 12.3±28.5 5.5±17.4 12.5±21.4 62.1±77.2 <0.001*,t
Verduras 168.5±117.9 126.9±109.9 c,d 193.4±117.2 c 219.6±90.9 d <0.001*,u
e,f e f
Frutas y frutos 140.3±167.9 88.8±137.2 166.8±178.7 258.0±149.1 <0.001*,t
secos
Lácteos 288.5±154.7 340.3±159.7 g,h 259.7±142.9 g 191.3±111.0 h <0.001*,u
Carne 198.2±115.5 228.6±122.8 i,j 182.9±107.6 i 125.3±69.6 j <0.001*,u
k,l k l
Pescado 65.0±78.1 31.6±52.3 83.5±85.7 126.4±60.5 <0.001*,t
Huevos 22.3±25.9 20.0±24.6 23.4±25.7 29.4±35.9 0.318
Dulces y 25.4±26.9 30.4±27.7 m 22.8±26.5 13.6±16.6 m 0.015
bollería
Aceites y 22.4±13.5 17.0±11.8 n,o 24.9±12.4 n,p 37.3±17.4 o,p <0.001*,u
grasas
Bebidas (no 313.1±296.0 290.3±275.5 328.3±313.6 329.1±265.2 0.570
lácteas) v
Platos 33.4±66.0 43.2±80.9 27.9±53.9 16.5±41.7 0.103
preparados
Salsas 8.0±8.6 7.7±9.1 7.9±8.4 11.6±6.7 0.256
Aperitivos 5.6±11.2 5.9±10.8 5.3±11.2 6.9±14.9 0.811
q,r q,s r,s
AGM/AGS 1.3±0.3 1.1±0.2 1.4±0.3 1.8±0.3 <0.001*,u
*
p<0.05 (ANOVA)
a-s
Valores medios con el mismo superíndice fueron significativamente diferentes
t
post hoc Games-Howell
u
post hoc Bonferroni
v
Las bebidas alcohólicas están incluidas

88
Resultados

3.2.4. Discusión

El patrón alimentario global de una persona es más importante para una dieta
saludable que focalizar simplemente en un alimento o en nutrientes concretos. La
clasificación de alimentos específicos como buenos o malos es demasiado simplista y
puede fomentar comportamientos alimentarios no saludables (Freeland-Graves y
Nitzke, 2013). El patrón de dieta mediterráneo es una alternativa que goza de
consenso (Trichopoulou y cols, 2003; Kant, 2004) debido a sus probadas propiedades
saludables. Sin embargo es bien conocido que el distanciamiento de este estilo de
alimentación de los jóvenes que viven en los países del norte del Mediterráneo es
debido a la influencia de los patrones occidentales. Los estudiantes universitarios son
jóvenes, normalmente mejor educados y con más salud que la población general, por
lo que proporcionan una muestra homogénea para el estudio de sus patrones de
consumo alimentario. La transición hacia una vida independiente puede ser muy
estresante e influir en la elección de alimentos, especialmente si los universitarios
están viviendo lejos de su casa (Sharma y cols, 2010; Ansari y cols, 2012). Por otro
lado, debido a que son adultos jóvenes, son sensibles a las modas como las dietas
hipocalóricas y la comida rápida, entre otras tendencias.

Los criterios basados en puntuaciones de la dieta pueden servir como


herramientas útiles para evaluar la adherencia de una población a la dieta
mediterránea y estudiar los beneficios sobre la salud de este patrón alimentario
(Kant, 2004). El IAS es una medida muy común de la calidad de la dieta en términos
de comparación con las guías dietéticas (Guenther y cols, 2013). Sin embargo, debido
a que esos indicadores pueden ser cuestionados cuando está siendo evaluada la
calidad de la dieta mediterránea, es conveniente usar otros parámetros en la
valoración de la ingesta de esa población (Trichopoulou y cols, 1995; Sánchez-Villegas
y cols, 2002; Trichopoulou y cols, 2003; Tur y cols, 2005). Por ello, en nuestro estudio
hemos usado además del IAS, el MDS y el “patrón alimentario griego”, referido a la
mediana de consumo diario de varios grupos de alimentos definidos por
Trichopoulou y cols (2003) como medida de calidad de la dieta.

89
Resultados

Este estudio sobre patrones alimentarios y calidad de la dieta en adultos


jóvenes ha sido llevado a cabo con datos recogidos de estudiantes matriculados en la
UCLM. Se han publicado algunos estudios referentes a los hábitos nutricionales de
estudiantes universitarios en todo el mundo que describen las principales
características de la dieta de esta población, pero en muchos casos las muestras
estudiadas son pequeñas (Martínez y cols, 2005), se centran solo en algunos aspectos
como la ingesta de grupos de alimentos, aperitivos y consumo diario de comidas con
información recogida en cuestionarios cortos no validados (Rakicioglu y Yildiz, 2011;
Ansari y cols, 2012) o con solo un recordatorio de 24 horas (Sakamaki y cols, 2005).
Ninguno de ellos analiza dos o más índices de calidad.

El patrón alimentario de la población universitaria estudiada muestra una baja


calidad, con una adherencia intermedia-baja a la dieta mediterránea. El porcentaje
de estudiantes que necesitan cambios hacia una dieta más saludable alcanzó el 96%.
Pese a ello, los estudiantes del campus de Albacete muestran mejores hábitos
dietéticos que otros estudiantes de grado del Mediterráneo (Chourdakis y cols, 2011;
Rakicioglu y Yildiz, 2011). En nuestro estudio piloto ningún individuo consiguió la
puntuación saludable en el IAS (Cervera y cols, 2013).

Varios trabajos muestran que los estudiantes universitarios que viven lejos del
hogar familiar empeoran sus hábitos alimentarios (Papadaki y cols, 2007; Ansari y
cols, 2012). El carácter regional de la UCLM y la proximidad del campus a la casa de
los padres podrían justificar que la mitad de los estudiantes viva en el domicilio
familiar. Situaciones similares se han encontrado también en otras poblaciones
universitarias europeas en países como Polonia, Bulgaria o Alemania (25-50%) (Ansari
y cols, 2012). Sin embargo, nuestros resultados revelaron que la calidad de la dieta no
depende del tipo de vivienda. Esto podría ser explicado, al menos en parte, por el
hecho de que solo el 11% de los estudiantes cocina para ellos mismos, siendo el
domicilio familiar la principal fuente de platos cocinados durante la semana
(mediante comida congelada o refrigerada). La dieta mediterránea de los padres
influye en los resultados. Saltarse el desayuno es otra consecuencia en la dieta de los
adolescentes cuando abandonan el domicilio paterno (Papadaki y cols, 2007;

90
Resultados

Rakicioglu y Yildiz, 2011). En este sentido, debemos indicar que nuestros estudiantes
muestran mejor distribución y número de comidas que otros estudiados debido a
que el 98% desayunan y a que el 75% realiza al menos cuatro comidas diarias. A pesar
de esos buenos resultados, la energía ingerida antes de la comida principal es baja
(Oliveras y cols, 2006; Papadaki y cols, 2007; Rakicioglu y Yildiz, 2011; Moreiras y cols,
2011).

Con respecto a la distribución del IMC, nuestros resultados concuerdan con


los ONs de las recomendaciones españolas (<25 kg/m2) y con otras poblaciones
universitarias en España (Martínez y cols, 2005; Arroyo y cols, 2006; Durá y
Castroviejo, 2011). Son mejores que los correspondientes a la población española
general (25.5 kg/m2) y a otras poblaciones europeas, por ejemplo estudiantes
universitarios griegos donde el 32% de los hombres mostraban IMC≥25 (Chourdakis y
cols, 2011) o estudiantes americanos de grado donde el 35% de la muestra total
mostró IMC≥25 (Lowry y cols, 2000). El 72.5% de nuestra muestra mostró
normopeso, porcentaje mucho más elevado que los resultados encontrados en
población adulta de países europeos (OMS, 2013). Sin embargo, nuestros resultados
fueron peores que los obtenidos por Wardle y cols (2006), basados en población
universitaria de 22 países, los cuales reflejaron que el 78.3% de los varones tenían
peso normal.

Aunque solo el 20% de los estudiantes universitarios españoles muestran


sobrepeso u obesidad, es un mal resultado desde el punto de vista del riesgo para la
salud, ya que es bien conocido que la obesidad en gente joven de 20-22 años se
asocia con el incremento de la incidencia de la obesidad quince años después
(McTigue y cols, 2002) y está también probado que hay una asociación entre la
obesidad abdominal y la incidencia de desordenes metabólicos (enfermedades
cardiovasculares, hipertensión, diabetes tipo 2, dislipidemia) (Phillips y Prins, 2008).

La composición de la dieta de los universitarios españoles, de acuerdo con


nuestros resultados, es desequilibrada en macronutrientes: hiperproteica, baja en
carbohidratos complejos y elevada en azúcares, AGS y colesterol. Estas características
generales sobre la contribución energética de los macronutrientes y de la calidad de

91
Resultados

las grasas ha sido reflejada en otras poblaciones universitarias españolas (Martínez y


cols, 2005; Bollat y Durá, 2008; Baldini y cols, 2009; Cutillas y cols, 2013). Nuestros
resultados concuerdan con los obtenidos en la ENIDE (2012) para población general
española (18% de kcal procedentes de proteínas, 40% de hidratos de carbono y 42%
de grasas). Sin embargo, nuestros datos han sido diferentes de los encontrados en el
mencionado estudio para población con edad entre los 18 y 24 años, donde la ingesta
de lípidos fue mayor en todas las categorías con especial atención al colesterol en
hombres, el cual ascendió a 452 mg/día (70 mg/día más que en el estudio de
población universitaria).

Aunque algunos estudios recientes han producido controversia, la literatura


científica incluye en todos los casos el efecto de las grasas saturadas sobre el LDL-
colesterol, relacionando las grasas saturadas con enfermedades cardiovasculares,
aunque no sea un factor aislado (Hoenselaar, 2012). Además, la mayoría de ellos
reflejan que el cambio en la proporción de los ácidos grasos de la dieta,
disminuyendo los ácidos grasos saturados e incrementando los ácidos grasos
monoinsaturados, mejora la insulinorresistencia (Vessby y cols, 2001). Aunque en
nuestros resultados el consumo de grasa total excedió ampliamente la ingesta
recomendada (IoM, 2005d) y la incidencia de obesidad y sobrepeso no resultó ser
extremadamente alta, el aspecto menos saludable mostrado por los universitarios
españoles es el elevado consumo de AGS, el cual es casi el doble del recomendado
para ellos. Resultados similares han sido encontrados en estudiantes griegos y turcos
(Chourdakis y cols, 2011; Rakicioglu y Yildiz, 2011). Por tanto, el riesgo cardiovascular
podría ser importante en el futuro. Si bien el consumo de AGM es más elevado que
en el caso de estudiantes griegos y turcos, el riesgo de insulinorresistencia y diabetes
tipo 2 permanece, ya que los AGS no son sustituidos por los AGM.

Algunos autores sugieren que dietas con alto contenido proteico son útiles
para la pérdida de peso y grasa en comparación con dietas pobres en proteína, pero
la seguridad de una ingesta elevada de proteína en la dieta ha sido cuestionada. En
concreto, hay acuerdo sobre el hecho de que la ingesta alta de proteínas en la dieta
puede provocar daños renales debido al incremento crónico de la presión glomerular

92
Resultados

y la hiperfiltración (Martin y cols, 2005). Aunque la cantidad y las fuentes óptimas de


proteína no pueden ser determinadas, en la práctica dietética de pérdida y
mantenimiento de peso puede ser beneficioso reemplazar parcialmente los
carbohidratos refinados por fuentes de proteína que al mismo tiempo sean pobres en
grasas saturadas. Aunque las evidencias recientes apoyan los beneficios potenciales,
son necesarios estudios rigurosos sobre los efectos de las dietas hiperproteicas en
esta práctica (Thomas y cols, 2004).

La ingesta total de proteína sobrepasa ampliamente los ONs españoles.


Nuestros resultados muestran que la proporción de proteína procedente de fuentes
animales (es decir, carnes, productos lácteos, huevos y pescado) es del 67% de la
proteína diaria, lo que se aleja del 50% de la recomendación de la ingesta total para
este macronutriente. Hay que destacar que la proteína procedente de carne en la
dieta de los estudiantes fue un 10% mayor que la media de la población general que
muestra el estudio ENIDE (2012), y la procedente de productos lácteos lo sobrepasó
en un 6.6%. En este sentido ha sido probado que el incremento de enfermedades
cardiovasculares, de pérdida de masa ósea y de fracturas de cadera es mayor en los
sujetos que consumen dietas con las mayores ratios de proteína animal frente a
vegetal (Sellmeyer y cols, 2001; Barreto y Estrada, 2011).

Con respecto a la fuente de carbohidratos, las diferencias entre nuestros


resultados y los de población adulta general española se basan en que los estudiantes
consumen mayor proporción de cereales y menor de legumbres y frutas. Si
consideramos que el estudio ENIDE (2012) incluye individuos entre los 18 y los 64
años de edad y que una gran parte de los cereales que se ingieren son cereales de
desayuno de fabricación industrial, podemos deducir que hay un alejamiento de la
dieta tradicional, aunque se mantenga la ingesta de grasa procedente del aceite de
oliva. Si se compara con estudiantes de otros países del mediterráneo, la ingesta de
cereales, verduras y frutas son similares (Rakicioglu y Yildiz, 2011), pero la ingesta de
carne consumida por nuestros estudiantes es mucho mayor. Por otra parte, el alto
consumo de dulces y bollería aporta un exceso de azúcares y es una fuente de

93
Resultados

consumo de grasas trans, lo cual es negativo ya que incrementa el riesgo de


enfermedades cardiovasculares.

La interacción de los componentes de los alimentos es compleja y puede


darse tanto entre nutrientes como con otros componentes medioambientales. Por
ello, las asociaciones entre nutrientes individuales y las enfermedades crónicas
pueden ser difíciles de identificar y de explicar, por lo que cuando se analizan los
patrones dietéticos, debe considerarse la combinación de numerosos factores
alimentarios (Wirfalt y cols, 2013). Tradicionalmente los habitantes de los países
mediterráneos han disfrutado de un estilo de vida basado en el placer de la comida,
el ejercicio físico regular y una dieta rica en productos procedentes de las plantas
como verduras, frutas, legumbres, frutos secos, aceitunas y aceite de oliva, junto con
pescado, pollo, huevos, queso, yogur y vino, lo cual proporciona minerales,
vitaminas, antioxidantes y micronutrientes, así como macronutrientes y fibra. El
patrón mediterráneo protege frente enfermedades cardiovasculares, síndrome
metabólico (obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión, dislipemia), algunos tipos de
cáncer, demencia, enfermedad de Alzheimer y se asocia a una mayor longevidad.

Las guías, las recomendaciones y los índices de calidad relativos a los patrones
alimentarios permiten identificar estilos de vida saludables en un contexto cultural.
En este trabajo, para determinar la calidad de la dieta en estudiantes universitarios
en la UCLM han sido escogidos el IAS, el MDS y el “patrón alimentario griego”
(Trichopoulou y cols, 2003). La adherencia a la dieta mediterránea obtenida resultó
ser mejor que otras obtenidas en otras encuestas realizadas sobre población adulta
joven en España mediante el índice MDS. Por tanto, el nivel educativo parece tener
influencia en el patrón alimentario, aunque solo el 5.3% de los universitarios mostró
una adecuada adherencia a la dieta mediterránea. La comparación de esos resultados
con grupos de más edad refleja que la dieta de la gente joven se aleja
progresivamente del patrón mediterráneo. Peores resultados se encontraron con el
IAS, donde el 96.1% de los encuestados necesitan mejorar su dieta. Este hecho puede
ser explicado, al menos en parte, considerando el contexto americano en que fue
creado este índice. En este sentido, el consumo de dos a tres raciones de leche y la

94
Resultados

ingesta de carne puntúa como hábitos saludables y, por otra parte, la grasa total se
considera no saludable sin tener en cuenta las propiedades beneficiosas del consumo
de aceite de oliva. Además, la ingesta de pescado no interviene en el cómputo total.

Debido a que el cálculo del MDS se basa en la mediana de la población


estudiada, si la población diana, incluso en un país mediterráneo como puede ser
España, se aleja ligeramente del patrón alimentario tradicional, podría ser posible
que se obtuviesen resultados confusos respecto a la calidad de la dieta. Por ello, ha
sido considerado interesante identificar qué aspectos están alejados o próximos al
patrón mediterráneo comparado con la dieta mediterránea tradicional griega
(Trichopoulou y cols, 2003), ya utilizada en otros estudios (Rumawas y cols, 2009). Se
ha de tener en cuenta el diferente rango de edad entre nuestra población y los
participantes en el estudio griego, cuya edad osciló entre los 20 y los 86 años. A
primera vista, la baja proporción de individuos con alta adherencia (tablas 17 y 18)
podría ser parcialmente explicada por un importante y constante consumo de
productos lácteos y cárnicos, considerados perjudiciales, así como una insuficiente
ingesta de grupos tradicionales que caracterizan la dieta mediterránea, como
verduras y frutas, en relación a los resultados de otros estudios con mejor perfil de
adherencia. En este aspecto, Trichopoulou y cols (2003) mostraron una alta ingesta
de verduras y fruta y un bajo consumo de carne, pescado y productos lácteos en
población griega. Azzini y cols (2011) coinciden con nuestros resultados en población
italiana. La razón AGM/AGS resultó ser más elevada en el estudio de Trichopoulou y
cols (2003) que en el nuestro probablemente debido al incremento en el consumo de
cárnicos y productos lácteos de los estudiantes.

En lo que concierne a otros factores analizados que podrían tener influencia


en la calidad de la dieta y en el estado nutricional (tabla 19), nuestro estudio solo
encontró diferencias significativas por género en el IAS (las mujeres obtuvieron
mejores puntuaciones que los hombres), resultado que coincide con otros trabajos
españoles (Moreno-Gómez y cols, 2012). El MDS y el IAS no mostraron diferencias
significativas en las siguientes variables consideradas: IMC, nivel de actividad física,

95
Resultados

tipo de vivienda durante el curso académico, comidas diarias y consumo de


edulcorantes no calóricos o suplementos minerales y vitaminas.

Tabla 19. IAS y MDS de acuerdo con las variables sociodemográficas y de estilo de vida
(UCLM)
n Índice de alimentación Porcentaje de
saludable adherencia
(media±DE) p (media±DE) p
Género 0.024d,e 0.208e
Hombres 124 53.2±12.0 42.6±16.3
Mujeres 160 56.7±13.2 45.1±17.6

IMC(kg/m2) 0.490f 0.606f


Peso insuficiente 24 51.5±13.9 42.6±19.6
Normopeso 206 55.3±12.9 44.8±16.6
Sobrepeso 44 56.0±12.9 42.4±18.6
Obesidad 10 57.2±5.9 38.9±14.1
f f
Nivel de actividad física 0.948 0.415
Sedentario 55.6±12.8 41.8±17.2
Baja actividad 54.7±12.3 44.2±17.4
Activo 55.5±14.2 43.9±16.3
Muy activo 55.8±12.7 48.1±16.9

Tipo de residencia 0.404f 0.990f


Domicilio familiar 55.9±13.8 43.8±18.3
Residencia universitaria 57.3±11.0 45.4±16.7
Piso compartidoa 52.2±10.6 43.1±18.9
Piso compartidob 53.1±12.1 44.2±14.6
Piso compartidoc 55.9±12.4 44.4±14.4

Hábito de consumo de tabaco 0.774f 0.287f


No fumador 55.4±12.4 43.7±16.9
≥5 cigarrillos por día 53.5±15.5 49.3±18.0
>5 cigarrillos por día 54.5±14.4 42.2±18.2

Consumo de edulcorantes no 0.546e 0.546e


calóricos 43.7±17.1
No 55.4±12.9 45.4±17.3
Sí 54.1±12.5

Consumo de suplementos minerales 0.588e 0.406e


o vitaminas
No 55.3±12.8 43.8±17.1
Sí 53.3±12.5 47.9±17.2
a
Piso compartido cocinando ellos mismos
b
Piso compartido con consumo de comida procedente de la familia
c
Piso compartido con modelo mixto: traen comida de la familia y cocinan ellos mismos
d
Diferencias significativas
e
Test de Student
f
Test ANOVA

96
Resultados

La ausencia de diferencias estadísticamente significativas puede estar influida


por la homogeneidad de la población estudiada, dado el marcado carácter regional
de nuestra universidad. Estudios similares tampoco han encontrado diferencias entre
grados o zonas de origen (Montero y cols, 2006; Durá y Castroviejo, 2011).

Sin embargo, diferencias entre niveles de actividad física y calidad de la dieta


se han observado en algunos trabajos (Henríquez y cols, 2012; Moreno-Gómez y cols,
2012). Nuestros participantes mostraron niveles más bajos de actividad física que
otros estudios (Keating y cols, 2005) incluso reagrupando las categorías “sedentario”
y “baja actividad física” como “sin actividad física” en su tiempo libre, lo que está en
concordancia con nuestro estudio piloto (Cervera y cols, 2013).

3.2.5. Conclusiones

La dieta de la población universitaria estudiada es de baja calidad, con una


adherencia intermedia o baja a la dieta mediterránea debido a que más del 96% de
los sujetos necesitan “cambios que conduzcan a patrones más saludables”. Las
principales desviaciones son la baja ingesta de verduras y fruta y el elevado consumo
de carne y productos lácteos. Aunque en nuestra muestra la mayoría son individuos
con peso normal y alto consumo de grasas insaturadas, el hecho de que muestren
alta ingesta de grasas saturadas, azúcares y proteínas, podría implicar en la población
estudiada un alto riesgo de insulinorresistencia, diabetes tipo 2 y problemas
cardiovasculares en el futuro. Se necesitaría implementar acciones correctoras para
evitar consecuencias negativas para la salud de acuerdo con nuestro contexto
cultural de estilo de vida mediterráneo.

97
3.3. Hábitos alimentarios y evaluación
nutricional en una población
universitaria tunecina
Resumen

La nutrición y la salud tienen gran importancia a lo largo de la vida y, en particular, en la edad


adulta, donde se encuadra la población productiva que sostiene la sociedad. El objetivo del presente
estudio fue caracterizar los hábitos alimentarios y estimar la calidad de la dieta de una muestra de
estudiantes universitarios adultos de la Universidad Virtual de Túnez, país del norte de África que se
encuentra en transición nutricional. Se desarrolló un estudio transversal con una muestra de 54
estudiantes de dicha universidad. Los datos se recogieron mediante recordatorio de 24 horas
autoadministrado y una encuesta sobre hábitos alimentarios considerando algunos factores
socioeconómicos y demográficos que pueden condicionar la ingesta. El IAS y el MDS se usaron como
indicadores de la calidad de la dieta. Los resultados del estudio mostraron una dieta hipocalórica en
dicha muestra. Un 18% de la energía total diaria la aportaron las proteínas y alrededor del 40% la
aportaron los hidratos de carbono. Se encontró un alto consumo de azúcares simples, grasa saturada y
colesterol. Aparte de los aceites y grasas, los alimentos cárnicos fueron la principal fuente de lípidos
(19%), aportando el grupo del pescado sólo el 3%. Según el IAS más del 50% de los estudiantes que
participaron tienen una dieta calificada como inadecuada y más del 40% tienen necesidad de cambios
en su dieta. El estudio también estimó baja adherencia al patrón de dieta mediterráneo.
Resultados

3.3.1. Introducción

El desarrollo de los hábitos de vida y alimentación comienza en la infancia y


continúa en la adolescencia y la juventud. En la edad adulta la nutrición y la salud
siguen teniendo una gran importancia, ya que la mayor parte de la población
productiva se encuadra en este grupo. En este trabajo ha sido estudiado un grupo de
alumnos adultos de la UVT. En 2001 el 62.0% de la población tunecina se encontraba
comprendida en la categoría de edad de 15 a 59 años y en 2012 el porcentaje era del
60.8% (El-Saharty y cols, 2006; INS, 2014).

La dieta mediterránea se considera una dieta saludable que fue reconocida


por la UNESCO en 2010 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Túnez
forma parte del grupo norteafricano de la dieta mediterránea, junto con Libia, Argelia
y Marruecos (Noah y Truswell, 2001). En países como España, situado en el norte del
Mediterráneo, la adherencia a esta dieta está declinando para adoptar modelos
alimentarios menos saludables en población adulta (León-Muñoz y cols, 2012). El
desarrollo económico de la población implica cambios en la estructura demográfica,
en la salud y la enfermedad y en el tipo de alimentación. Para el caso de la
alimentación se propone el modelo de transición nutricional, que en sus últimas
etapas permite el paso de una dieta escasa a otra abundante, con mayor longevidad
y prevalencia de enfermedades ligadas a la alimentación, dándose la paradoja de la
convivencia entre malnutrición y obesidad en multitud de países con economías
emergentes (Popkin, 2006) tanto latinoamericanos (García-Meseguer y cols, 2004;
Barría y cols, 2006) como norteafricanos (Mokhtar y cols, 2001; Benjelloun, 2002;
Belahsen y Rguibi, 2006; Musaiger y cols, 2011). La nueva dieta se caracteriza por
aumentos de la ingesta calórica, la proporción de grasa y del sedentarismo,
disminuyendo el consumo de hidratos de carbono (Barría y cols, 2006; Zeghichi-
Hamri y Kallithraka, 2007).

Entre las herramientas disponibles para recoger información sobre el


consumo de alimentos está el recordatorio de consumo de 24 horas, un método
sencillo y rápido de evaluación de la ingesta de alimentos y nutrientes que se refiere

101
Resultados

o bien al consumo de todo un día, o bien a una ingesta determinada durante un


periodo de tiempo anterior a la recogida de datos.

La calidad de la dieta en adultos y otras poblaciones se puede determinar


mediante índices desarrollados a partir de recomendaciones o guías dietéticas.
Tomando las guías americanas, Kennedy y cols (1995) desarrollaron uno de los más
empleados, el IAS. Sin embargo en el estudio de la calidad de la dieta en poblaciones
del ámbito cultural mediterráneo, estos indicadores podrían ser puestos en cuestión,
por lo que se utilizan otros indicadores cuando se estudia la alimentación en éstas
como el MDS (Trichopoulou y cols, 2003; Tur y cols, 2005).

En Túnez la encuesta del Institut National de Nutrition et de Technologie


Alimentaire realizada entre 1996 y 1997 es el principal estudio sobre hábitos
alimentarios y calidad de la dieta de la población general incluyendo adultos (INNTA,
2000). Son escasas las investigaciones sobre la dieta en población joven en este país
y, en nuestro conocimiento, no se dispone de estudios centrados en población
universitaria.

Por todo ello, el objetivo de este trabajo fue la caracterización de los hábitos
alimentarios en una muestra de alumnos de la UVT, estimando la calidad de su dieta
y sus posibles factores condicionantes.

3.3.2. Método

Se realizó un estudio transversal en la UVT con estudiantes matriculados en


dicha universidad durante el curso académico 2012/2013, ascendiendo la muestra
final a 54 participantes, pertenecientes a distintas titulaciones de esta institución.

Para conocer los alimentos ingeridos se cumplimentó un recordatorio de


consumo de alimentos de 24 horas autoadministrado, en el que se preguntó si la
dieta correspondía a un día normal o festivo, y el mismo se acompañó de fotografías
con el tamaño de las raciones.

102
Resultados

La versión 2.12 del programa Dial permitió realizar el cálculo de energía y


nutrientes, utilizándose para la evaluación de los mismos las siguientes referencias:
tablas tunecinas de composición de alimentos (INNTA, 2007), los documentos de la
OMS (2003) y del IoM (2005c). La base de datos para este estudio contó con 25
alimentos adicionales, específicos de Túnez que se introdujeron partir de la tabla de
composición de los alimentos tunecinos (INNTA, 2007). El cálculo de la ingesta
recomendada de AGM se realizó mediante la fórmula propuesta por la OMS (2003):
AGM=grasa total-AGS-AGP-ácidos grasos trans (Nishida, 2004). Para estimar la
calidad de la dieta se utilizaron el IAS y el MDS. La descripción detallada del método
se encuentra en el capítulo 2 de esta memoria.

3.3.3. Resultados

Las características sociodemográficas y antropométricas de la muestra


estudiada se describen en la tabla 20. La edad media de los estudiantes fue de 31.0
años (29.4 años en mujeres y 32.4 años en hombres) con edades comprendidas entre
22 y 57 años. El 75.9% de los estudiantes es originario del norte de la República,
donde está incluida la capital. Un 14.8% de los mismos procedía de la región centro y
un 9.3% del sur. La mayor parte de los estudiantes vive en su propio domicilio (72%).
Un 14% vive en pisos alquilados. En todos los hogares hay cocina, siendo de gas
mayoritariamente (87%). Casi la totalidad indica tener frigorífico, más de la mitad
afirma tener microondas, congelador u otros electrodomésticos.

Respecto al hábito tabáquico, el 68.5 % de los encuestados no fuma. Un 20%


de las mujeres y más del 40% de los hombres de este estudio fuman. Del total de
fumadores más del 80% supera los 5 cigarrillos por día.

Durante los días de diario se incrementa sensiblemente la visita a


establecimientos de comida rápida o restaurantes universitarios mientras que en el
fin de semana se come más en la casa propia o de los padres. Un quinto de los
estudiantes no tiene un horario regular para comer.

103
Resultados
Tabla 20. Características sociodemográficas y antropométricas de la población de estudio (UVT)
Mujeres Hombres Total
Población (%) 46.3 53.7 100
*
Edad (años) (M±DE) 29.4±6.3 32.4±8.3 31.0±7.6
Peso (kg) (M±DE)* 62.4±10.5 83.2±13.9 73.6±16.8
Talla (cm) (M±DE)* 162.0±7.6 179.6±5.1 171.5±10.9
IMC (kg/m2) (M±DE)* 24.0±5.1 25.8±3.9 24.9±4.5
Peso insuficiente (%) 4.0 0.0 1.8
Normopeso (%) 60.0 44.8 51.9
Sobrepeso (%) 24.0 48.3 37.0
Obesidad (%) 12.0 6.9 9.3
Lugar de residencia Domicilio familiar 76.0 69.0 72.2
durante el curso (%) Piso de alquiler solo 4.0 3.5 3.7
Piso alquiler compartido 4.0 17.2 11.1
Otros 16.0 10.3 13.0
Comidas diarias (%) Desayuno 92.0 89.7 90.7
Almuerzo 8.0 10.3 9.3
Comida del mediodía 92.0 96.6 94.4
Merienda 32.0 41.4 37.0
Cena 80.0 89.7 85.2
Resopón 4.0 0.0 1.9
Otras 4.0 0.0 1.9
Lugar donde come Fast food 32.0 17.2 24.1
durante el curso (%) Casa propia 24.0 20.7 22.2
Casa de los padres 16.0 13.8 14.8
Restaurante Universidad 8.0 0.0 3.7
Varias respuestas 20.0 48.3 35.2
Lugar donde come los Fast food 8.0 3.5 5.6
días libres (%) Casa propia 32.0 24.1 27.8
Casa de los padres 48.0 24.1 35.2
Tipo de comida que Dietética 8.0 6.9 7.4
cocina (%) Tradicional 28.0 27.6 27.8
Internacional 16.0 6.9 11.1
Varias respuestas 40.0 58.6 50.0
No contesta 8.0 0.0 3.7
Horarios regulares en Sí, siempre 12.0 6.9 9.3
las comidas (%) Si, la mayoría del tiempo 28.0 41.4 35.2
Depende de su tiempo 32.0 34.5 33.3
No mucho 20.0 17.2 18.5
Nunca 8.0 0.0 3.7
Consumo de tabaco (%) Más de 5 cigarrillos 12.0 37.9 25.9
Igual o menos de 5 8.0 3.5 5.6
No fuma 80.0 58.6 68.5
Electrodomésticos en la Cocina de gas 84.0 89.7 87.0
vivienda del alumno (%) Cocina eléctrica 20.0 13.8 16.7
Refrigerador 100.0 96.6 98.2
Microondas 44.0 65.5 55.6
Congelador 56.0 55.2 55.6
Otros electrodomésticos 76.0 72.4 74.1
*
M±DE: media±desviación estándar

En general tienen buenos hábitos alimentarios en cuanto a la distribución de


comidas. La mitad de los estudiantes realizan comidas variadas desde el punto de
vista del cocinado.

104
Resultados

Casi un tercio de la población de estudio realiza una actividad física


programada, siendo la proporción de hombres casi el triple a la mujeres.

Más de la mitad de los estudiantes tiene normopeso (18.5≤IMC≤24.9), un 37%


tienen sobrepeso (25≤IMC≤29.9), algo más del 9% son obesos (IMC≥30), teniendo el
resto peso insuficiente (IMC≤18.5).

La tabla 21 muestra la ingesta diaria de macronutrientes por sexos en gramos


por día y porcentaje de energía. En general, la dieta de los universitarios estudiados
es hipocalórica, siendo la energía diaria media consumida de 1582 kilocalorías en
mujeres y de 1636 en hombres. Las proteínas representan el 18% de la energía total
consumida, los hidratos de carbono en torno al 40% y las grasas otro 40%.

Tabla 21. Ingesta diaria de macronutrientes (media±desviación estándar) y energía por sexos
(UVT)
Mujeres Hombres
Energía (kcal/día) 1582.5±578.1 1636.2±416.0
Proteínas (g/día) 71.9±32.6 73.2±26.5
(% energía) 18.1±8.2 18.1±6.6
Carbohidratos (g/día) 166.5±67.8 162.4±54.4
(% energía) 42.6±17.2 39.6±13.3
Azúcares simples (g/día) 54.6±29.6 59.7±27.6
(% energía) 13.9±7.5 14.6±6.7
Lípidos (g/día) 66.7±32.0 74.0±23.5
(% energía) 37.7±18.1 40.6±12.9
AGS (g/día) 24.9±13.3 26.2±10.9
(% energía) 14.0±7.5 14.4±6.0
AGM(g/día) 26.6±14.5 30.7±12.0
(% energía) 15.0±8.2 16.8±6.6
AGP(g/día) 8.7±4.8 9.8±4.5
(% energía) 4.9±2.7 5.4±2.5
Colesterol (mg/día) 397.8±279.6 360.2±171.0
Fibra vegetal (g/día) 16.4±7.4 15.8±6.3

Los alumnos consumieron una media de 19.8 alimentos distintos por día y un
total de 148 en ese mismo periodo. De ellos, el grupo con más variabilidad fue el de
las verduras y hortalizas con 29, siendo destacable el consumo de 12 pertenecientes
al grupo de condimentos y salsas, y 12 alimentos específicos tunecinos.

La contribución de los diferentes grupos de alimentos a la energía total de la


dieta y al aporte de macronutrientes se muestra en las tablas 22 y 23. El grupo que

105
Resultados

proporciona mayor porcentaje de energía son los cereales y derivados (32%),


seguidos de cárnicos (15%) y aceites y grasas (12%). Las principales fuentes de
proteínas tienen origen animal y proceden mayoritariamente de cárnicos y cereales
(39% y 20%, respectivamente), seguido de lácteos (12%) y una proporción inferior
son proteínas procedentes del grupo de pescados (9%). Las legumbres solo aportan
un 3%. Respecto a los carbohidratos, más de la mitad tiene su origen en cereales
(57%), quedando muy por detrás la repostería (14%), cuya proporción es muy
superior a la fruta y productos lácteos.

Tabla 22. Contribución de los diferentes grupos de alimentos a la energía total de la dieta
(media±desviación estándar) (UVT)
Grupo de alimentos Energía
Cereales (kcal/día) 506.0±314.0
(% energía) 31.6±19.6
Legumbres) (kcal/día) 24.2±61.3
(% energía) 1.5±3.8
Verduras y hortalizas (kcal/día) 60.9±57.7
(% energía) 3.8±3.6
Frutas (g/día) 57.0±85.1
(% energía) 3.6±5.4
Lácteos y derivados (kcal/día) 156.9±105.8
(% energía) 9.8±6.6
Carnes y derivados (kcal/día) 234.6±181.4
(% energía) 14.7±11.4
Pescados y derivados (kcal/día) 44.2±64.4
(% energía) 2.8±4.1
Huevos y derivados (kcal/día) 48.7±73.1
(% energía) 3.0±4.5
Azúcares, dulces y pastelería (kcal/día) 157.7±229.2
(% energía) 9.9±14.4
Aceites y grasas (kcal/día) 183.7±143.9
(% energía) 11.5±9.0
Bebidas (kcal/día) 35.2±55.6
(% energía) 2.2±3.5
Miscelánea* (kcal/día) 30.4±105.4
(% energía) 1.9±6.6
*
Miscelánea incluye comidas preparadas, aperitivos y salsas

También destacamos los hidratos de carbono aportados por bebidas no


lácteas, que alcanzan algo más del 4%. La procedencia de la grasa es
mayoritariamente del grupo de aceites y grasas (29%) y productos cárnicos (19%),
seguido de leche y derivados (13%), cereales (11%) y repostería (10%), mientras que
el grupo del pescado sólo representa el 3%.

106
Resultados

Tabla 23. Ingesta diaria de los diferentes grupos de alimentos (media±desviación estándar) y
porcentaje en peso sobre el total del macronutriente (UVT)
Grupo de alimentos Proteínas Carbohidratos Lípidos

Cereales (g/día) 14.5±9.5 94.4±58.0 7.8±8.7


(%) 20.0±13.3 57.4±35.3 11.0±12.4
Legumbres (g/día) 1.8±4.7 3.5±8.4 0.3±0.5
(%) 2.5±6.4 2.1±5.1 0.4±0.7
Verduras y hortalizas (g/día) 2.8±3.3 9.5±8.7 0.9±1.0
(%) 3.9±4.6 5.8±5.3 1.2±1.3
Frutas (g/día) 0.8±1.1 11.6±18.1 0.5±1.5
(%) 1.1±1.4 7.1±11.1 0.8±2.2
Lácteos y derivados (g/día) 8.6±7.2 8.2±6.8 9.1±7.3
(%) 11.8±9.9 5.0±4.2 12.8±10.3
Carnes y derivados (g/día) 28.4±23.7 0.2±0.7 13.3±10.3
(%) 39.1±32.7 0.1±0.3 18.9±14.5
Pescados y derivados (g/día) 6.8±9.5 0.1±0.2 1.9±3.7
(%) 9.4±13.1 0.0±0.0 2.7±5.1
Huevos y derivados (g/día) 3.6±5.6 0.2±0.3 3.5±5.3
(%) 5.0±7.7 0.1±0.2 4.9±7.5
Dulces y bollería (g/día) 1.6±2.8 22.3±22.9 7.2±13.7
(%) 2.2±3.9 13.6±13.9 10.2±19.3
Aceites y grasas (g/día) 0.0±0.0 0.0±0.0 20.8±16.5
(%) 0.0±0.0 0.0±0.0 29.4±23.3
Bebidas no lácteas (g/día) 0.7±0.6 6.9±13.9 0.3±0.2
(%) 0.9±0.8 4.2±8.5 0.4±0.3
Miscelánea (g/día) 0.8±3.7 1.9±9.0 1.3±4.9
(%) 1.0±4.9 1.2±5.7 1.8±6.9
Total (g/día) 72.6±29.2 164.3±60.4 70.6±27.7
*
Miscelánea incluye comidas preparadas, aperitivos y salsas

En la tabla 24 se muestran los datos del IAS y del MDS. El IAS da un resultado
medio próximo a 50 puntos y es similar en ambos sexos. Más del 40% tiene
necesidad de cambios en la dieta y más del 50% tiene una alimentación inadecuada.
En el caso del MDS el resultado medio es inferior a 4, siendo ligeramente mejor en
mujeres que en hombres. Un 37.0% de ellos tiene valores por debajo de 4, lo que
implica una baja adherencia a dieta mediterránea, con adherencia media se sitúa el
59.3% y es testimonial el 3.7% con adherencia alta.

3.3.4. Discusión

Nuestra muestra forma parte del grupo de edad entre los 20 y los 64 años que
en 2012, según el Instituto Nacional de Estadística de Túnez, era de casi el 61% de la

107
Resultados

población tunecina. Casi la mitad de la población del país reside en el norte, algo más
de un tercio en la región centro y no llega al quince por ciento en el sur. El norte
aporta más del 75% de los encuestados a nuestro estudio (INS, 2014).

Tabla 24. Calidad de la dieta mediante el IAS y el MDS (UVT)


Mujeres Hombres Total
IAS (Muestra total) media ± DE 49.3±13.4 49.9±14.0 49.6±13.6
% individuos 56.0 55.2 55.6
IAS 0-50
media ±DE 40.0±8.1 40.6±7.4 40.3±7.6
IAS % individuos 44.0 41.4 42.6
IAS 51-80
media ±DE 61.0±8.7 58.3±8.1 60.0±8.2
% individuos 0 3.4 1.8
IAS>80
media ±DE - 90.0±0.0 90.0±0.0
media ±DE 4.0±1.6 3.9±1.8 3.9±1.7
MDS (Muestra total)
% adherencia 44.4±17.8 42.9±20.1 43.7±19.1
% individuos 36.0 37.9 37.0
% adherencia 24.7±8.79 21.22±12.00 22.78±10.78
MDS 0<4
media ±DE 2.22±0.79 1.91±1.08 2.05±0.97
MDS % individuos 60.0 58.7 59.3
% adherencia 54.11±9.00 54.89±8.89 54.56±8.89
MDS 4-6
media ±DE 4.87±0.81 4.94±0.80 4.91±0.80
% individuos 4.0 3.4 3.7
% adherencia 77.8±0.00 77.8±0.00 77.8±0.00
MDS>6
media ±DE 7.0±0.0 7.0±0.0 7.9±0.0

El carácter virtual de esta universidad implica que el estudiante vive en su


propio domicilio o en el lugar donde trabaja, lo que justifica que la proporción de
estudiantes que vive en la casa familiar sea superior al encontrado en otros trabajos y
el porcentaje de estudiantes que habita en residencias sea bajo, al igual que en
población española donde no llega al 2% (Ribas, 2002; Cervera y cols, 2013). La
dotación de electrodomésticos se justifica por el elevado acceso a la electricidad en el
país, ya que en 2001 el 95% de los hogares disponía de la misma (El-Saharty y cols,
2006).

108
Resultados

En el consumo de tabaco global, los datos obtenidos son concordantes con


otros estudios sobre población tunecina o española, siendo en este caso mayor el
número de hombres fumadores frente al de mujeres (Arroyo y cols, 2006; El-Saharty
y cols, 2006; Méjean y cols, 2007).

El nivel de actividad física es similar al de población tunecina, en la que más de


la mitad son sedentarios, un tercio tienen actividad moderada y algo más del diez por
ciento es intensa (Méjean y cols, 2007), lo que está alejado de la recomendación
general una hora de actividad física moderada o intensa para individuos con
actividades sedentarias (Nishida y cols, 2004).

La energía consumida es inferior a la recomendada por organismos


internacionales (FAO, 2004), a los datos aportados por la Encuesta Nacional Tunecina
de 1997 (INNTA, 2000) y a la de otros estudios en población tunecina y española
(Arroyo y cols, 2006; Belahsen y Rguibi, 2006; Cervera y cols, 2013), lo que puede
estar relacionado con el método de recogida de datos.

El porcentaje de población con normopeso es similar al aportado por el INNTA


(2000) y Mokhtar y cols (2001). Con respecto a los obesos, los datos del INNTA (2000)
y Belahsen y Rguibi (2006) ambos en población tunecina, y los de Benjelloun (2002)
para marroquíes dan resultados superiores a los obtenidos para mujeres y similares
en hombres. Un 37% de los encuestados tiene sobrepeso, doblando los valores de
Benjelloun (2002), INNTA (2000) y Belahsen y Rguibi (2006) y superando también los
de Mokhtar y cols (2001) para marroquíes y tunecinos.

Comparando con los ON de la OMS (2003) sobre contribución de los


macronutrientes a la energía total de la dieta, ésta es hiperproteica, superando el ON
de entre el 10 y el 15%, la proporción de hidratos de carbono totales queda por
debajo del ON del 55-75% y la ingesta de grasa supera el ON del 15-30%. Estos datos
se alejan de los objetivos del INNTA (2000) y de los resultados obtenidos por
Belahsen y Rguibi (2006), donde el consumo de proteínas, hidratos de carbono y
grasas se encuentran dentro de los objetivos nutricionales citados. En el caso del
estudio de El-Ati y cols (2004), sólo las grasas superan los ON, también para los

109
Resultados

adolescentes estudiados por Aounallah-Skhiri y cols (2011), quienes además tienen


un consumo por debajo de esos objetivos de hidratos de carbono, pero próximos a
ellos. Son similares a los obtenidos en la UCLM en estudiantes españoles (Cervera y
cols, 2013) y en población italiana (Azzini y cols, 2011). La proporción de grasa
saturada supera al ON (<10%), la de AGM y AGP está muy cercana a los ON mínimos
(ON de AGM para hombres: 20.8%, para mujeres: 18.7% y ON de AGP: 6-10%) (OMS,
2003). En el caso del colesterol se supera ampliamente el ON (ON<300 mg). La
cantidad de fibra es menor de la recomendada (ON>25 g) y es excesivo el consumo
de azúcares. El INNTA (2000) en población tunecina muestra resultados dentro de los
ON para AGS y AGP; Azzini y cols (2011) en población italiana muestran unos
consumos similares de AGS y AGM, siendo inferior el consumo de AGP. En
estudiantes de la UCLM el consumo es similar en AGM y AGP, pero se dobla el
consumo de AGS, siendo los azúcares simples y el consumo de colesterol superiores a
los recomendados y el de fibra inferior (Cervera y cols, 2013). El-Ati y cols (2004)
indican unos resultados de consumo de colesterol mucho más bajos. Según Alonso
(2013), en la primera década del siglo XXI el consumo de grasas y proteínas ha tenido
un aumento constante en Marruecos y Argelia, sin embargo, ha tenido alzas y bajas
en Túnez.

Entre todos los encuestados se ha consumido un total de 148 alimentos,


resultado próximo a los 161 que consumen los participantes en el estudio de El-Ati y
cols (2004) para el estudio en habitantes tunecinos y que cubren más del 90% de las
calorías y todos los elementos nutritivos en Túnez.

Los cereales aportan gran cantidad de la energía total consumida, lo que es


similar a lo reflejado en otros estudios, como el de estudiantes mejicanos y españoles
de Díaz Mejía y cols (2005), pero alejado del aporte de este grupo en población árabe
(Musaiger y cols, 2011). Aproximadamente la mitad de las proteínas tienen origen
animal, lo que se aproximada a los datos del estudio de García y Martínez-Monzó
(2002) en españoles, pero se aleja de los datos de disponibilidad energética de la
FAO. El alto consumo de alimentos de origen animal justifica la elevada ingesta de
colesterol. Según Galal (2002), en Egipto la mayor parte de la grasa consumida tiene

110
Resultados

origen vegetal. En un estudio en Melilla los adolescentes de religión musulmana


mostraron mayor consumo de pescado que los de religión cristiana (Benarroch y cols,
2010). En los últimos años se han incrementado en Túnez y otros países del Magreb
las importaciones de alimentos ricos en grasas y proteínas (Alonso, 2013). Respecto a
los alimentos, hay una tendencia en este país al aumento de consumo de pan blanco,
productos lácteos, azúcar, grasas saturadas y frutas, con un descenso de aceites,
grano, legumbres y hortalizas (Aounallah-Skhiri y cols, 2011) y existe una aparición de
nuevos productos, sobre todo en los supermercados, que no existían anteriormente
como kiwis, salmón, arroz basmati, cereales de desayuno o aguacates (Tessier y cols,
2008).

Los datos de consumo de alcohol concuerdan con los datos que aporta la FAO
sobre la disponibilidad de energía procedente del alcohol en población tunecina en
2009, que es el 0.4% del aporte energético total (FAO, 2009). Sin embargo, en el
estudio sobre población adulta tunecina que vive en Túnez se indica que un 13% de
los mismos consumen alcohol (Méjean y cols, 2007).

En términos generales, los estudiantes presentan un IAS bastante bajo. En


estudiantes españoles y en población adulta española los resultados son mejores en
el apartado de “necesidad de cambios” en la dieta, presentando porcentajes
menores con el resultado de “inadecuado” (Cervera y cols, 2013; Morales-Falo y cols,
2013).

La adherencia a la dieta mediterránea es baja, ligeramente superior en


mujeres. Más del 60% de los individuos se encuentran en el grupo de adherencia
media. En otros estudios para población tunecina se ha empleado el Diet Quality
Index-International (DQI-I), obteniendo la información sobre consumo alimentario a
partir de un cuestionario de frecuencia adaptado al efecto (El-Ati y cols, 2004; Tessier
y cols, 2008).

111
Resultados

3.3.5. Conclusiones

En la población estudiada, más de la mitad de la muestra es sedentaria siendo


los hombres más activos que las mujeres. Fuma casi un tercio de los encuestados,
doblando los hombres a las mujeres. Es positivo el hecho de unos buenos hábitos
alimentarios respecto a la distribución, horarios, tipo, variedad y número de comidas.

Aunque el normopeso supera la mitad de la población estudiada, el exceso de


peso y la obesidad son altos, lo que comienza a suponer un problema de salud
pública, fundamentalmente en el caso de mujeres.

El aporte energético total es inferior al recomendado, siendo la dieta


hiperproteica, alta en grasas y deficiente en hidratos de carbono.

La dieta de la población universitaria estudiada es de baja calidad. Se


caracteriza por el alto consumo de alimentos cárnicos y lácteos, que se refleja en
exceso de grasa saturada, colesterol y proteína animal, y la baja ingesta de frutas y
verduras, legumbres y pescado, lo que justifica el bajo aporte de fibra vegetal.

112
4. Fortalezas
y debilidades
Fortalezas y debilidades

Entre las fortalezas de este trabajo podemos destacar el hecho de que la


población de estudio tiene capacidad para entender las instrucciones y dispone de la
memoria óptima que requiere la técnica seleccionada, el recordatorio de 24 horas.
Además este método no excluye ningún alimento y permite el registro de marcas y
envases comerciales, lo que ha permitido una mejor estimación de la ingesta real, en
tamaño e ingredientes. Otras fortalezas del estudio son la participación de
estudiantes de prácticamente la totalidad de las Facultades y Escuelas del campus de
Albacete, así como la homogeneidad en el proceso de obtención de la información,
ya que las encuestas fueron administradas por los propios miembros del equipo de
investigación, coordinados y entrenados al efecto. El registro de más de un
recordatorio en días no consecutivos y el uso de imágenes de modelos de comida
permitió una mejor estimación del consumo alimentario.

Además de las propias de un diseño transversal, la principal limitación de la


investigación en este trabajo se debe a las limitaciones inherentes a los estudios que
tratan de valorar la ingesta alimentaria, tanto debido al instrumento de medida como
a la variabilidad de la dieta. El recordatorio de 24 horas es especialmente sensible a la
subestimación de la ingesta y los datos fueron recogidos mayoritariamente durante
un solo periodo estacional, otoño-invierno. Indicar además que, si bien la población
disfruta de buena memoria, el olvido en la anotación de algunos alimentos y los
errores al determinar el tamaño de las raciones puede incrementar las imprecisiones
en la estimación.

117
5. Conclusiones
Conclusiones

1. Nuestro estudio mostró que, de acuerdo al IAS, el MDS y el “patrón


alimentario griego”, la dieta de los estudiantes universitarios del campus de Albacete
de la UCLM es de baja calidad, ya que más del 96% de los participantes necesitan
“cambios que conduzcan a hábitos más saludables”, reflejando una adherencia
intermedia-baja a la dieta mediterránea.

2. Las principales desviaciones de la dieta de los estudiantes respecto al


patrón de dieta mediterránea son la baja ingesta de verduras y fruta y el elevado
consumo de carne y productos lácteos, lo que se refleja en una alta ingesta de grasas
saturadas, azúcares y proteínas, situación que podría implicar un alto riesgo de
enfermedades crónicas en el futuro, aún tratándose de una población
mayoritariamente con peso normal en la actualidad.

3. El único factor de los analizados que mostró tener influencia en la calidad


de la dieta de los estudiantes de la UCLM fue el género, ya que las mujeres
obtuvieron mejores resultados que los hombres, hecho que coincide con otros
trabajos, pudiéndose atribuir la ausencia de otros factores influyentes a la gran
homogeneidad de la población estudiada.

4. Los estudiantes de la Universidad Virtual de Túnez que participaron en


nuestro estudio piloto mostraron ser bastante sedentarios, con hábitos alimentarios
saludables respecto a la distribución, horarios, tipo, variedad y número de comidas,
presentando sobrepeso u obesidad casi el 50% de los individuos estudiados.

123
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Salud Carlos III. Ministerio de Sanidad y Consumo. Madrid 2007; pp 79-119.
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investigación en Venezuela. Aspectos técnicos y metodológicos. Tribuna del
Investigador 2006; 10(1,2).
237. Vessby B, Uusitupa M, Hermanen K, Riccardi G, Riveselle AA, Tapsell LC y cols.
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adults: international comparisons in university students from 22 countries. Int J
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and dietary patterns? Food Nutr Res 2013; 57.
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update. En Simopoulos, AP, Visioli (eds): More on Mediterranean diets. World
Rev Nutr Diet Basel Karger 2007; pp 139-161.

146
7. Aportaciones científicas
relacionadas con este
estudio
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

7.1. Comunicaciones a Congresos

García Meseguer MJ, Cervera Burriel F, Serrano Urrea R, Daouas T. Study


about food habits in university population of Tunisia. II World Congress of Public
Health Nutrition/I Latinoamerican Congress of Community Nutrition. Oporto,
Portugal, septiembre 2010. Abstract publicado en Public Health Nutr 2010, vol 13,
number 9(A).

Cervera Burriel F, Vico García MC, Serrano Urrea R, Pardo Serrano C, Daouas
T, García Meseguer MJ. Estudio Piloto sobre Hábitos Alimentarios en Población
Universitaria. VII Congreso Nacional de Atención Sociosanitaria. Vitoria, octubre
2011.

Cervera Burriel F, Vico García MC, Serrano Urrea R, Pardo Serrano C, García
García J, García Meseguer MJ. Consumo lipídico en estudiantes universitarios. XVI
Jornadas Nacionales de Nutrición Práctica. Madrid, marzo 2012. Resumen publicado
en Nutr Clin Diet Hosp 2012; 32(supl 1): 47.

García Meseguer MJ, Cervera Burriel F, Vico García MC, Milla Tobarra M,
Serrano Urrea R. Consumption of non caloric sweeteners in university population.
20th International Congress of Nutrition. Granada, septiembre 2013. Abstract
publicado en Ann Nutr Metab 2013, 63 (suppl 1): 1103.

Cervera Burriel F, Serrano Urrea R, Pardo Serrano C, García García J, Douas T,


García Meseguer MJ. Transición nutricional y calidad de la dieta en estudiantes de la
Universidad Virtual de Túnez. XVIII Jornadas Nacionales de Nutrición Práctica y IX
Congreso Internacional de nutrición, alimentación y dietética. Madrid 2014.

Vico MC, Cervera F, Rodriguez P, Delicado A, Serrano R, García-Meseguer MJ.


Intakes of antioxidants in a sample of university students. III World Congress of
Public Health Nutrition (aceptado). Las Palmas de Gran Canaria. Noviembre 2014.

151
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

7.2. Artículos científicos

Cervera Burriel F, Serrano Urrea R, Vico García MC, Milla Tobarra M, García
Meseguer MJ. Hábitos alimentarios y evaluación nutricional en una población
universitaria. Nutr Hosp 2013; 28:438-446.

García Meseguer MJ. Cervera Burriel F, Vico García MC, Serrano Urrea R.
Adherence to Mediterranean diet in a Spanish university population. Appetite.
2014; 78:156-164.

Cervera Burriel F, Serrano Urrea R, Daoudas T, Delicado A, García-Meseguer


MJ. Hábitos alimentarios y evaluación nutricional en una población universitaria
tunecina. Nutr Hosp 2014; 30(6) (en prensa).
DOI:http://dx.doi.org/10.3305%2Fnutr+hosp.v30in06.7954

152
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

Hábitos alimentarios y evaluación


nutricional en una población
universitaria

Cervera Burriel F, Serrano Urrea R, Vico García MC,


Milla Tobarra M, García Meseguer MJ

Nutrición Hospitalaria
2013; 28:438-446
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

157
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

158
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

159
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

160
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

161
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

162
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

163
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

164
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

165
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

Adherence to Mediterranean diet in a


Spanish university population

García-Meseguer MJ, Cervera Burriel F, Vico García MC,


Serrano Urrea R

Appetite
2014; 78:156-164
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

169
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

170
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

171
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

172
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

173
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

174
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

175
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

176
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

177
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

178
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

Hábitos alimentarios y evaluación


nutricional en una población
universitaria tunecina

Cervera Burriel F, Serrano Urrea R, Daouas T, Delicado


A, García Meseguer MJ

Nutrición Hospitalaria
2014; 30(6) (en prensa)
Aportaciones científicas relacionadas con este estudio

DOI:http://dx.doi.org/10.3305%2Fnutr+hosp.v30in06.7
954

183
8. Otras aportaciones
científicas
Otras aportaciones científicas

8.1. Comunicaciones a Congresos


Cervera Burriel F, Pastur García MB, Casabella Basanta S. Calidad y
problemática de las aguas de consumo en los municipios de la Manchuela
Conquense. VIII Congreso Nacional de Sanidad Ambiental. Toledo, mayo 2005.
Resumen publicado en Rev Salud Ambient 2005; 5(1):88.

Casabella Basanta S, Pastur García MB, Cervera Burriel F. Estudio de redes de


abastecimiento en la Manchuela Conquense. VIII Congreso Nacional de Sanidad
Ambiental. Toledo, mayo 2005. Resumen publicado en Rev Salud Ambient 2005;
5(1):88.

Pastur García MB, Cervera Burriel F, Cepeda Romero JL, Uriarte Fraile A.
Situación de Instalaciones de ACS y AFCH en la Provincia de Cuenca en 2008. X
Congreso Español y I Iberoamericano de Sanidad Ambiental. La Coruña, octubre
2009. Resumen publicado en Rev Salud Ambient 2009; 9(1):163.

Cervera Burriel F, Cepeda Romero JL, Uriarte Fraile A, Pastur García MB.
Desinfección de las aguas de consumo humano en el Distrito de Salud de Motilla del
Palancar (Cuenca) entre 2005 y 2008. X Congreso Español y I Iberoamericano de
Sanidad Ambiental. La Coruña, octubre 2009. Resumen publicado en Rev Salud
Ambient 2009; 9(1):66.

Cepeda Romero JL, Cervera Burriel F, Pastur García MB, García García, MA,
Mejora de la calidad de aguas subterráneas de consumo humano mediante
tratamiento por ósmosis inversa X Congreso Español y I Iberoamericano de Sanidad
Ambiental. La Coruña, octubre 2009. Resumen publicado en Rev Salud Ambient 2009;
9(1):59.

Martínez Díaz E, González Gascón y Marín A, Cervera Burriel F, Mota Martínez


M, Uriarte Fraile A, Nepomuceno Sánchez A. Control Oficial de Alimentos en los
Distritos de Salud de Belmonte (Cuenca), Motilla del Palancar (Cuenca) y
Villarrobledo (Albacete) en el 2009: Resultados Analíticos de Muestras Oficiales y

189
Otras aportaciones científicas

Actuaciones. 4º Congreso Internacional de Autocontrol y Alimentos Inocuos para


Proteger la Salud (HACCP). Bilbao, mayo 2010.

Serrano Urrea R, Iglesias Llopart RM, Arenas Tébar L, Cervera Burriel F, García
Meseguer MJ. Estado Nutricional de la Población Geriátrica Institucionalizada en
Residencias de Mayores de Albacete. VI Congreso Nacional de Atención
Sociosanitaria. Zamora, mayo 2010.

Cervera Burriel F, Daouas T, Serrano Urrea R, Amo Saus E, Zeribi O, García


Meseguer MJ. Estudio Comparativo entre Medios y Niveles de Asistencia de la
Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha y Túnez: Base para la “Exportación”
de Diseño de “Planes de Calidad”. VI Congreso Nacional de Atención Sociosanitaria.
Zamora, mayo 2010.

Serrano Urrea R, Iglesias Llopart RM, Arenas Tébar L, Cervera Burriel F, Vico
García MC, García Meseguer MJ. Estudio del Estado Nutricional de la Población
Geriátrica Institucionalizada en Residencias de Mayores del Ámbito Rural. VII
Congreso Nacional de Atención Sociosanitaria. Vitoria, octubre 2011.

Serrano Urrea R, Iglesias Llopart RM, Arenas Tébar L, Cervera Burriel F, Vico
García MC, García Meseguer MJ. Estudio de la Salud Buco-dental en Mayores
Institucionalizados en Residencias de Albacete. VII Congreso Nacional de Atención
Sociosanitaria. Vitoria, octubre 2011.

Serrano Urrea R, Iglesias Llopart RM, Arenas Tébar L, Cervera Burriel F, Vico
García MC, García Meseguer MJ. La versión revisada del test MNA-SF como
instrumento de valoración de la malnutrición y su riesgo en Personas Mayores. XVI
Jornadas Nacionales de Nutrición Práctica. Madrid, marzo 2013. Resumen publicado
en Nutr Clin Diet Hosp 2012; 32(supl 1): 47.

Serrano Urrea R, Iglesias Llopart RM, Arenas Tébar L, Cervera Burriel F, Vico
García MC, García Meseguer MJ. Los estados nutricional y funcional en mayores
institucionalizados y su correlación. XVI Jornadas Nacionales de Nutrición Práctica.
Madrid, marzo 2013. Resumen publicado en Nutr Clin Diet Hosp 2012; 32(supl 1):48.

190
Otras aportaciones científicas

Serrano Urrea R, García Meseguer MJ, Iglesias Llopart RM, Arenas Tébar L,
Cervera Burriel F, Vico García MC, The value of the subjective MNA ítems in the
MNA total score in elderly nursing home residents. 20 Congress of Nutrition.
Granada, septiembre 2013. Abstract publicado en Ann Nutr Metab 2013, 63 (suppl 1):
797.

191

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