Texto #7 Rousseau
Texto #7 Rousseau
Texto #7 Rousseau
Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu (1689- 1755), fue un
cronista y pensador político francés. Ha sido uno de los filósofos y ensayistas ilustrados más
relevantes, en especial por la teoría de la separación de poderes, que ha sido implementado en
muchas constituciones a lo largo del mundo. Su pensamiento debe ser enmarcado dentro del espíritu
crítico de la Ilustración francesa, patente en rasgos como la tolerancia religiosa, la aspiración de
libertad y su concepto de la felicidad en el sentido cívico.
Cada pueblo tiene las formas de gobierno y las leyes que son propias a su idiosincrasia y
trayectoria histórica, y no existe un único modelo desde el cual juzgar la bondad o maldad de sus
corpus legislativos. A cada forma de gobierno le corresponden determinadas leyes, pero tanto éstas
como aquéllas están determinadas por factores objetivos tales como el clima y las peculiaridades
geográficas que, según él, intervienen tanto como los condicionantes históricos en la formación de
las leyes. No obstante, teniendo en cuenta dichos factores, se puede tomar el conjunto del corpus
legislativo y las formas de gobierno como indicadores de los grados de libertad a los que ha llegado
un determinado pueblo. Esto hace de Montesquieu uno de los primeros pensadores perteneciente al
determinismo geográfico.
Su filosofía política se transforma en una filosofía moral, cuando establece como ideal
político la consecución de la máxima libertad asociada a la necesaria autoridad política. Rechaza
abiertamente las formas de gobierno despóticas, considerando imprescindible la separación de
poderes. Muy influenciado por Locke, desarrolla la concepción liberalista de éste, y además de
considerar la necesidad de separar el poder ejecutivo del poder legislativo, piensa que también es
preciso separar el poder judicial. Esta separación de los tres poderes fue asumida y aplicada por
todos los gobiernos democráticos posteriores.
Rousseau.
Jean-Jacques Rousseau (Suiza, 1712 – Francia, 1778) fue un escritor, filósofo, músico;
usualmente es definido como un ilustrado, pero parte de sus teorías prefiguran el posterior
Romanticismo. Las ideas políticas de Rousseau influyeron en gran medida en la Revolución
Francesa, el desarrollo de las teorías Republicanas, y el crecimiento del nacionalismo.
El contrato social
De esta manera para Rousseau el principio fundante del Estado Moderno debería ser
netamente democrático, ya que el poder soberano solo es tal, cuando es la expresión de la voluntad
general de todos los ciudadanos de un Estado. La voluntad general del pueblo es el denominador
común de todas las voluntades particulares. Esto suena algo utópico, pero el autor contesta diciendo
que si entre un grupo de hombres no hubiera ningún interés común a todos, que los pueda unir, sería
imposible pensar en la sociedad civil y menos en un contrato social fundante de un Estado.
Pero no hay que confundir este principio fundante del Estado (a saber que solo la votación de
todos puede crear ley) con el régimen o forma de gobierno. Una cosa es la forma de Estado y otra su
régimen político. El gobierno es el órgano encargado de ejecutar la voluntad general del pueblo. La
ley, como expresión de la voluntad general, debe también apuntar siempre al todo y nunca a un
particular. Por eso es necesario un gobierno que aplique la ley a las partes, pero éste no puede nunca
dictarla, solo el pueblo entero puede hacerlo. Para Rousseau no hay un régimen político ideal o por
excelencia, el tipo de régimen dependerá de la situación geográfica donde se asiente la sociedad
civil y su consecuente Estado. En territorios pequeños es conveniente una democracia como forma
de gobierno, en territorios medianos una Aristocracia y en un territorio grande una monarquía.
II
1
Rousseau plantea la necesidad de este segundo pacto o pacto real y soberano, en contraposición al anterior, que llama pacto
inicuo o de sumisión. Este segundo pacto permitiría llegar a una república democrática, donde se alcanzaría la verdadera
representación; ya no sólo respetándose la libertad y la propiedad, sino la igualdad.
2
Contrato inicuo o también absurdo y mentiroso, ya que propicia la defensa de una propiedad que no es natural, y despierta en el
hombre sentimientos negativos, originados por esa desigualdad impuesta y defendida legalmente en el nuevo Estado Civil.
ella, sino que es preciso también, que sea natural. Por ello, la ley debe dialogar de modo inmediato
con el derecho natural, presente en cada uno de nosotros.
Advierte Rousseau que para querer hace falta ser libre, otra dificultad no menor consiste en
asegurar a la vez la libertad pública y la autoridad del gobierno. Sabiendo que el motivo que lleva a
los hombres a permanecer unidos por sus mutuas necesidades en sociedad civil es para asegurar los
bienes, la vida y la libertad de cada miembro mediante la protección de todos. Pero para que el
gobierno sea legítimo y popular (buscando el bien del pueblo) dicho gobierno debe guiarse por la
voluntad general. El cuerpo político es también un ser moral dotado de voluntad; esa voluntad
general, tendiente siempre a la conservación y bienestar del todo y de cada parte, es el origen de las
leyes y la regla de lo justo y de lo injusto para todos los miembros del estado.
Rousseau plantea la necesidad de regresar a las pequeñas agrupaciones sociales, es decir,
reivindica el regreso a la Ciudad-Estado. Consideraba que el pueblo soberano no puede estar
representado, que no puede delegar su autoridad ni sus derechos a gobernarse. El pueblo debe
gobernar por sí mismo y directamente y, como supone que tal cosa sólo puede lograrse en una
sociedad lo bastante pequeña para que todo el pueblo pueda concurrir a la Asamblea, vuelve otra
vez a la Ciudad-Estado como la única forma en que los términos del contrato social pueden ser
cumplidos cabalmente. Rousseau estableció que la voluntad popular es el único fundamento de la
organización política.
Es defensor de la soberanía popular que considera debe ser expresada en Asambleas y niega
la representación popular a la que considera ha de llevar fatalmente al dominio de la mayoría por los
representantes populares. El orden social, según Rousseau, es un derecho sagrado que sirve de base
a todos los demás. Precisa que se trata de encontrar una forma de asociación que de protección a las
personas y a los bienes de cada asociado, y por la cual, uniéndose cada uno a todos, no obedezca
más que a sí mismo y quede tan libre como antes.
La voluntad general representa un hecho único respecto a una comunidad. Esto es que la
comunidad tiene un bien colectivo que no es lo mismo que los intereses privados de sus miembros.
En cierto sentido, vive su propia vida, realiza su propio destino y sufre su propia suerte. Para
Rousseau que el estado o la ciudad es una persona moral cuya vida consiste en la unión de sus
miembros. Es en la comunidad donde los hombres obtienen la libertad civil, que es un derecho
moral y no meramente la libertad natural.
Así como la naturaleza da a cada hombre un poder absoluto sobre todos sus miembros, el
pacto social da al cuerpo político un poder absoluto sobre todos los suyos. Señala Rousseau que
cuando cada individuo enajena su poder, sus bienes y su libertad por el pacto social hay que
convenir también que sólo el soberano es juez en cuanto al uso que da la comunidad, pero el
soberano, por su parte, no puede imponer a los súbditos ninguna cadena inútil para la comunidad.
Y agrega Rousseau que no basta con tener ciudadanos y con protegerlos; es preciso además
cuidar de su subsistencia. Satisfacer las necesidades públicas es una consecuencia evidente de la
voluntad general y el tercer debate esencial del gobierno. Esto plantea un debate concretado en el
siglo XX, entre un estado liberal (defendido por Locke y Stuart Mill) o un estado interventor
benefactor (Rousseau)