Disponibilidad léxica y socionomástica
Lexical Availability and Socio-onomastics
CARMEN FERNÁNDEZ JUNCAL
Universidad de Salamanca
cjuncal@usal.es
NATIVIDAD HERNÁNDEZ MUÑOZ
Universidad de Salamanca
natih@usal.es
Recibido: 20.09.2018. Aceptado: 14.11.2018.
Cómo citar: Fernández Juncal, Carmen y Hernández Muñoz, Natividad (2019).
“Disponibilidad léxica y socionomástica, Ogigia. Revista electrónica de estudios
hispánicos, 25: 185-210.
DOI: https://doi.org/10.24197/ogigia.25.2019.185-210
Resumen: El estudio de los nombres propios, sobre todo desde el punto de vista de su evolución
en el uso y los diferentes valores sociales que han desarrollado a lo largo del tiempo, ha presentado
dificultades evidentes para su captación más allá de los trabajos de frecuencias. En la presente
investigación abordamos un análisis socionomástico de los antropónimos desde los postulados
metodológicos de la disponibilidad léxica, a partir de una muestra restringida geográficamente y
con distribución homogénea según diversos parámetros sociales (edad, género y nivel
sociocultural). Los resultados confirman, en primer lugar, la idoneidad del procedimiento a la hora
de detectar esquemas y modelos de hábitos onomásticos, así como la posibilidad de establecer
comparaciones con otros recuentos de frecuencia ya existentes. Por otra parte, a partir del análisis
cuantitativo, es posible detectar comportamientos diferenciados entre los colectivos que resultan de
la estratificación de la muestra a partir de los cuales se pueden trazar tendencias y patrones en el
conjunto social.
Palabras clave: disponibilidad léxica; socionomástica; antropónimos.
Abstract: The study of proper names, especially from the point of view of its evolution and the
different social values developed over time, has presented obvious difficulties. In the present
research we approach a socio-onomastic analysis of the anthroponyms from the methodological
principles of lexical availability and on the basis of a sample geographically restricted and with
homogeneous distribution of different social parameters (age, gender and socio-cultural level).
Firstly, the results confirm the suitability of the procedure when detecting schemes and models of
onomastic habits, as well as the possibility of comparison with other existing frequency counts.
Secondly, from the quantitative analysis, it is possible to detect differentiated behaviours among
groups that result from the stratification of the sample from which we can trace trends and patterns
in the social set.
Keywords: lexical availability; socio-onomastics; anthroponyms.
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Carmen Fernández Juncal y Natividad Hernández Muñoz
INTRODUCCIÓN
La disponibilidad léxica, como metodología léxico-estadística, ha
trabajado desde sus orígenes con el concepto teórico de centro de interés:
el estímulo en una prueba asociativa en torno al cual los sujetos de una
muestra concreta producen una serie de unidades léxicas disponibles para
ellos (López Morales 1995). En la mayor parte de las ocasiones, el centro
de interés equivale a lo que en lingüística ha recibido el nombre de
categoría semántica o campo semántico, como conjunto de unidades
léxicas vinculadas entre sí por relaciones de significado; de ahí que en
psicología cognitiva llamen a este tipo de pruebas de fluidez categorial1.
Los desarrollos teóricos han demostrado que las categorías semánticas
pueden ser de diferente naturaleza, así como el número de ejemplares que
las constituyen y los límites que las definen, desde las categorías clásicas
aristotélicas a las categorías de límites difusos de los modelos cognitivos.
Esta realidad ha sido puesta de manifiesto en los estudios de
disponibilidad, donde los resultados han demostrado que cada centro de
interés presenta unas características muy distintas (Sánchez-Saus Laserna,
2011; Tomé Cornejo, 2015). Nuestra contribución supone, por tanto, un
gran avance en cuanto a ampliar la naturaleza de los centros de interés que
pueden ser explorados a partir de la metodología de la disponibilidad, ya
que incluye por primera vez los nombres propios y, en concreto, los
Nombres de persona, Nombres de hombres y Nombres de mujeres. El
enfoque socionomástico nos permitirá, además, establecer relaciones entre
los antropónimos disponibles y los recogidos en otros repertorios,
actividad inédita en los estudios onomásticos con perspectiva social, que
hasta el momento han tenido como fundamento el análisis de las
frecuencias y no de otros valores como la disponibilidad.
En primer lugar, pasaremos revista a los trabajos previos de
disponibilidad, deteniéndonos en aquellos conceptos en los que se sustenta
nuestra investigación. A continuación, detallaremos los principios
metodológicos que han guiado nuestro trabajo, con especial interés hacia
1
Los psicólogos cognitivos confluyen en que son una de las tareas más adecuadas para
estudiar la memoria semántica y los procesos de recuperación del material léxico
almacenado (Warrington y McCarthy, 1987; Damasio, 1990; Caramazza, 1998).
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las normas de edición que se han aplicado al conjunto de términos
disponibles.
En lo que se refiere al análisis de datos posterior, asumiremos el
tradicional estudio cuantitativo de estos centros de interés, con la
descripción de los índices generales de los centros seleccionados, lo cual
nos permitirá disponer de una caracterización de estos nuevos campos
nocionales respecto a los ya conocidos en investigaciones previas. A
continuación, cotejaremos el corpus resultante con otros inventarios de
frecuencias con el fin de establecer semejanzas y discrepancias, así como
con el objetivo de comprobar si se detectan las mismas tendencias que se
han verificado en estudios socionomásticos previos (diferencias en el
catálogo onomástico por género, evolución de procedimientos de
designación, ampliación del repertorio por influencias externas, etc.).
Finalmente, completaremos el análisis cuantitativo con un análisis del
papel de las diferentes variables estudiadas (género 2, edad y estudios) en
la enunciación de antropónimos.
1. MARCO TEÓRICO
1.1. Los antropónimos como centro de interés
Desde que se establecieron los primeros dieciséis centros de interés en
los trabajos pioneros franceses (Gougenheim, Michèa, Rivenc y
Sauvageot, 1964), las investigaciones sobre el léxico disponible han ido
aumentando progresivamente su número y naturaleza. Dichas
ampliaciones han estado habitualmente vinculadas a ámbitos temáticos
relacionados con el entorno del grupo de estudio (por ejemplo, La mar,
Ayora Esteban, 2006; El olivo y el aceite, Ahumada, 2006; Objetos
sagrados y El Quaimil, Santos, 2015), relacionados con la enseñanza de la
segunda lengua (Acciones de cada día, Šifrar Kalan, 2009; El mundo
laboral y La salud, Bartol Hernández, 2010) o con diferentes entornos
pedagógicos (Matemáticas y Cálculo, Salcedo y del Valle, 2013; Ciencias
Naturales o Historia, Valenzuela Castellanos, Pérez Villalobos, Bustos y
Salcedo Lagos, 2018). Los centros de interés suelen ser entidades o
situaciones concretas (Animales, La ropa), que provocan principalmente
la producción de sustantivos. Estos sustantivos pertenecen al grupo de
2
Siguiendo la tradición en los estudios de disponibilidad, alternamos el uso de sexo y
género.
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nombres concretos, si bien algunas áreas temáticas, como La escuela,
suscitaban la aparición esporádica de nombres propios que eran eliminados
en el proceso de edición del material léxico. En contadas ocasiones se han
recogido otro tipo de categorías gramaticales como verbos (Mackey, 1971;
Šifrar Kalan, 2009) o adjetivos (Cañizal y Arévalo, 1987).
En los estudios de disponibilidad se asume que, mientras el léxico
disponible individual puede variar de un sujeto a otro, el léxico disponible
colectivo representa tendencias homogéneas del vocabulario de un grupo
determinado: manifiesta el conocimiento del mundo compartido por los
individuos, muestra la existencia de prototipos o individuos ejemplares
dentro de una categoría, recoge las palabras más familiares o que son
usadas en el día a día y las palabras que se aprenden primero en la
adquisición de la lengua nativa (Hernández Muñoz, Izura y Ellis, 2006;
Hernández Muñoz y Tomé Cornejo, 2017). Si trasladamos estos principios
al centro de interés que nos ocupa –los nombres propios–, podríamos
pensar que quizá estas tendencias se verían afectadas, dado que se suele
afirmar que su semántica depende, en gran medida, pero no
exclusivamente, del conocimiento enciclopédico de los hablantes. Veamos
en detalle esta cuestión.
Desde el punto de vista lingüístico, un nombre propio distingue,
señala o identifica un ejemplar entre los elementos de su misma clase (Bajo
Pérez, 2008). Tradicionalmente se asume que los nombres propios que se
integran en la memoria semántica de un individuo dependen directamente
de su experiencia idiosincrásica. Cada una de las unidades consideradas
como nombre propio se enlaza con un ejemplar único marcado o señalado
en un contexto determinado como parte del conocimiento del mundo del
individuo. Los nombres comunes, sin embargo, poseen un mayor grado de
integración en la memoria semántica puesto que presentan un mayor
número de conexiones con otros elementos (Valentine, Brennen y Bredart,
1996; y Hollis y Valentine, 2001).
Los antropónimos han sido los nombres propios más estudiados en el
ámbito de la psicología cognitiva, por lo que a esta categoría se le ha
dotado de cierta homogeneidad funcional desde el reconocimiento y el
acceso al léxico (Valentine, Brennen y Bredart, 1996). Los indicios
psicolingüísticos y neurocognitivos indican que los nombres propios se
procesan cognitivamente de forma diferente a los nombres comunes. Por
ejemplo, Semenza (2009) describe que los nombres comunes se recuerdan
mejor que los propios, permanecen en la memoria inalterados y activan
mayor número de conexiones semánticas. Por otro lado, en relación con la
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densidad de familia, los nombres propios son más cercanos en el lexicón
mental a otros nombres propios (esto haría que nos equivoquemos entre
ellos al pronunciarlos). Desde la neuropsicología, hay pacientes con
deterioro cerebral que tienen daño selectivo tanto en nombres propios
como en nombres comunes (Peressotti, Cubelli y Job, 2003; y Müller,
2009). No obstante, estas afirmaciones no pueden extenderse por igual a
todas las categorías de nombres propios; de hecho, los antropónimos
pueden funcionar de forma diferente a los nombres de países o de ciudades.
Así, los antropónimos se reconocen antes que los nombres propios en
tareas de decisión léxica o categorización en diferentes lenguas (en inglés,
Hollis y Valentine, 2001; en italiano, Peresotti, Cibelli y Job, 2003; en
alemán, chino mandarín y árabe moderno estándar, Müller, 2010; en
español; Hernández Muñoz, 2018).
Habida cuenta de la naturaleza lingüística y cognitiva de los nombres
propios que hemos descrito, se podría pensar que los tres centros de interés
que hemos seleccionado presentarán un alto grado de variabilidad,
dispersión y baja densidad, dado que dependen en gran medida de la
experiencia personal. No obstante, los resultados de las encuestas del
léxico disponible no solo dependen de los condicionamientos
procedimentales, sino también de las características lingüísticas de las
unidades léxicas que son requeridas en una prueba concreta. Por ello,
debemos también considerar desde un punto de vista estrictamente formal
las relaciones que unen al hiperónimo categorial (Nombres de persona) y
a los ejemplares o hipónimos (María, Javi, José), así como los límites de
la propia categoría en la lengua concreta.
En este sentido, consideramos a los antropónimos como una categoría
de naturaleza inclusiva y de corte clásico (aristotélico) frente a otras de
corte relacional o ad hoc (Hernández Muñoz, 2006), ya que los elementos
que se adscriben a ella poseen una relación de pertenencia que se puede
expresar con una oración del tipo [María] es un nombre de persona.
Asimismo, es una categoría cuyo alcance manifiesta límites muy marcados
–no hemos encontrado ninguna respuesta que no pertenezca a la categoría–
. Cuando un informante produce un nombre de persona, asume que conoce
o sabe de alguien al que señalar con ese nombre. Por lo tanto, no da lugar
a elementos no incluidos en la categoría o cuya pertenencia sea dudosa,
como suelen producir las categorías con los límites más difusos (como
ladrar en Animales o seda en La ropa). En este sentido, comparte rasgos
con las categorías cerradas (Meses del año) y, aunque permite la
incorporación de nuevos ejemplares, no ofrece dudas sobre la pertenencia
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de sus miembros, ya que es condición sine qua non haber cumplido con el
criterio de “señalar a un hombre o mujer” dentro del colectivo de personas
para poder ser considerado como tal.
1.2. Los estudios socionomásticos
Hemos visto cómo el nombre propio presenta rasgos diferenciales
respecto al resto de los elementos de la categoría nominal (Bajo Pérez,
2002 y 2008), lo que se ha llamado un designador rígido (Kripke, 1972).
Su función como identificador provoca que su comportamiento en el nivel
semántico sea tan particular, pero también se refleja en el interés que ha
despertado en el ámbito sociolingüístico.
Dentro del sistema onomástico, son los antropónimos los más
afectados por el diasistema (Fernández Juncal, 2011). Los nombres de
persona experimentan el influjo de las diferentes perspectivas de variación.
En primer lugar, es manifiesta la variación que se produce a lo largo del
tiempo, que influye en los procesos de denominación, en los gustos y
modas. En segundo lugar, podemos trazar la variación geolectal a través
de los diferentes hábitos onomásticos de las diversas sintopías, que poseen
sus propias tradiciones y tendencias. En tercer lugar, es perceptible la
distribución social de los nombres, tanto en las generaciones que los portan
como en los estratos socioculturales y, claro está, en el género, factor que
es crucial y que, con contadas excepciones, determina la segmentación
onomástica de los hablantes en dos grupos, con distintas dinámicas de
funcionamiento, causadas por condicionamientos de índole sociocultural.
Finalmente, la variación interna de los antropónimos permite que sean
clasificados de acuerdo con su uso diafásico: abreviaturas, diminutivos e
hipocorísticos son la expresión más genuina de ese empleo contextual.
Asociamos diferentes nombres a diferentes grupos sociológicos:
Bienvenido será de una generación anterior a la de Iván y Petra de la de
Saray. Asimismo Kevin y Jennifer parecen representar estratos diferentes
respecto a Borja y Leonor. Sin embargo, el nombre de pila no es un
descriptor de la persona que lo lleva, no nos sitúa en un lugar social de una
manera automática; de hecho, al menos en la cultura occidental, se
producen constantes recuperaciones de antropónimos relegados por el
tiempo y creaciones de nuevo cuño, así como trasvases entre los niveles
sociales, que hacen que el sistema antroponímico sea especialmente
dinámico dentro del nivel léxico.
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Los estudios socionomásticos han probado que, detrás del aparente
desorden y del azar en la distribución de los elementos del repertorio, hay
un proceso que no es en absoluto errático, que responde a patrones de
carácter externo (normativas, contactos de culturas, globalización, etc.) y
también a mecanismos internos, como modas lingüísticas, patrones
fonéticos, etc. (Lieberson, 2000). Así pues, con esta nueva perspectiva
trasladamos el interés tradicional desde la etimología y tipología de los
antropónimos al papel que estos desempeñan en la sociedad y las actitudes
que generan (Ainiala, 2016; Ainiala y Östman, 2017; Aldrin, 2016 y 2017;
Billy, 2012; Fernández Juncal, 2018, entre otros). El análisis del conjunto
nos ayuda a obtener una panorámica cabal de los valores, las tendencias y
los cambios que una comunidad experimenta.
2. METODOLOGÍA
La encuesta cuyos resultados ofrecemos a continuación se llevó a cabo
en la primera mitad del año 2018 en la provincia de Salamanca. El entorno
geográfico pertenece al llamado español centro-peninsular. Este modelo,
dentro del pluricentrismo del español, continúa siendo dominante por su
tradición, prestigio y prescripción (Amorós Negre et al. 2012) aunque, en
un breve espacio de tiempo, se ha pasado a una concepción más abierta y
comprehensiva que la que otorgaba al castellano peninsular la categoría de
dialecto primario del español (Demonte, 2003: 10). En cualquier caso, se
trata de un área no afectada por circunstancias extraordinarias en el uso de
antropónimos (convivencia con otra lengua en situación de bilingüismo o
diglosia, acción de políticas lingüísticas, etc.), por lo que los datos
recabados no presentan la distorsión de factores como los citados.
La muestra está compuesta por 60 informantes seleccionados por
cuota con afijación uniforme; es decir, cada grupo de los resultantes de la
estratificación está representado por el mismo número de individuos. Las
variables que se han tenido en cuenta a la hora de configurar la
clasificación han sido el género, la edad 3 y los estudios 4. La distribución
final es la recogida en la tabla 1:
3
Para la edad se ha empleado la segmentación que se utiliza en el PRESEEA.
Esta variable ha sido tratada de manera dicotómica: universitarios y no universitarios,
considerando si poseen o no un título universitario.
4
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Hombres
Mujeres
Univ No Univ Univ No Univ
20-34 5
5
5
5
35-55 5
5
5
5
> 55 5
5
5
5
Tabla 1. Distribución de la muestra
Total
20
20
20
El cuestionario estaba compuesto por nueve centros de interés 5, pero,
a efectos de este estudio, nos interesan tres, que nos permitirán analizar la
relación entre antropónimos y disponibilidad léxica:
1. Nombres de persona
2. Nombres de mujer
3. Nombres de hombre
A partir de ellos intentaremos establecer las especiales características
de esta categoría respecto a otro tipo de sustantivos y otras clases de
palabras, sobre los que se ha puesto el foco en los estudios de
disponibilidad previos.
Es relevante el hecho de que la encuesta se realizara de manera oral.
No podía ser de otra manera teniendo en cuenta que algunos informantes
habrían tenido dificultades para cumplimentar un cuestionario escrito. Las
encuestas orales no resultan ajenas a las investigaciones de DL y
conocemos las ventajas e inconvenientes que se derivan de esta forma de
recogida de datos 6, así como las diferencias y semejanzas en los resultados
obtenidos (Hernández Muñoz, 2010 y Tomé Cornejo, 2015). En esta
ocasión y considerando experiencias previas, se ha reducido a un minuto
el tiempo de respuesta de cada campo nocional. Es relevante señalar que
el contenido de los centros de interés no ha levantado duda alguna por parte
de los entrevistados y, como explicamos en el apartado anterior, no se han
producido casos de extensión semántica del campo solicitado
(evocaciones, términos periféricos a la categoría, etc.). Una vez transcritas
las grabaciones, se ha llevado a cabo la edición del corpus resultante, tarea
que presenta algunas diferencias sobre el tradicional tratamiento del léxico
5
Además de los mencionados, incluíamos los siguientes: nombres de ciudades, nombres
de países, nombres de marcas, nombres de comercios, nombres de familia (apellidos) y
sobrenombres.
6
Tomé Cornejo (2010) repasa la trayectoria de este tipo de encuestas.
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disponible, como el que se ha realizado, por ejemplo, en los trabajos del
Proyecto Panhispánico.
El punto de partida que ha guiado la edición del léxico ha sido
precisamente el carácter de designador rígido que los antropónimos
poseen, la unión del nombre con la persona que lo porta, de forma que no
todas las variantes de un mismo nombre sirven para ayudar a la
identificación ni para formar parte de la identidad de un individuo. Como
advertíamos en la introducción, aunque en muchos aspectos se puede
comparar el funcionamiento del nombre propio con el de los nombres
comunes (Bajo Pérez, 2008), hay rasgos que lo diferencian. De hecho, los
hablantes tienen una intuición bastante acertada a la hora de identificarlos
y, por lo tanto, a la hora de emplear las mayúsculas, peculiaridad
ortográfica relevante, cuando los escriben. Los nombres propios apenas
presentan alternancia y la flexión es mínima 7; por otra parte, salvo escasas
excepciones, no suelen traducirse y su variación interna (diminutivos,
abreviaturas e hipocorísticos) está prácticamente lexicalizada.
Nuestra edición ha buscado respetar el valor identificador que los
nombres poseen y que los propios hablantes les adjudican, por lo que la
intervención en el corpus ha sido conservadora, manteniendo las
diferencias entre vocablos aparentemente relacionados, pero que
estimamos no alternativos:
a) Se consideran diferentes entradas los nombres y sus compuestos
sin que se emplee en ningún caso el paréntesis para señalar
posibles elementos potestativos: son lemas diferentes José y José
Luis y también Luisa y Luisa Fernanda. Esto incluye también
todos los casos de combinación con María, marca de género
necesaria para nombres como María José o María Jesús,
elemento diferenciador en casos como José y José María e
indicador generacional de las mujeres españolas, cada vez más en
desuso. Distinguimos, por lo tanto, entre Isabel, María Isabel e
Isabel María. Es decisión compartida con los repertorios
onomásticos como los generados por el Instituto Nacional de
Estadística (INE), pero, sobre todo, con los propios hablantes, que
los deslindan dentro de su propia enumeración.
7
Sírvanos de ejemplo que, como era esperable, no hemos recogido en nuestro corpus ni
un solo caso de plural.
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b) Son también lemas separados las diferentes variaciones del
antropónimo: diminutivos 8 (Mariolita), abreviaturas (Bea, Javi)
e hipocorísticos. Estos últimos son a veces irreconocibles
respecto a su nombre de referencia: Paco y Francisco, Pepe y
José, e incluso se han independizado como nombre legal (Lola).
c) Se han conservado los nombres procedentes de otras lenguas,
muchos de ellos incorporados al nomenclátor salmantino
(Jennifer, Eric, Aimar). Al tratarse de encuestas orales, ha habido
que deslindar por el cotexto de aparición el origen lingüístico y,
por consiguiente, la forma ortográfica del ítem: Jon frente a
John9, Rober frente a Robert.
d) Para los nombres procedentes de otras lenguas se ha elegido la
forma original (Olaia frente a Olalla) y, para los nombres con
vacilación ortográfica y para los no registrados, la más próxima a
las normas del español (Rut, Ester, Candi).
Finalmente, en lo que se refiere al tratamiento de datos, las encuestas
han sido analizadas de manera estadística con las herramientas que
proporciona la página electrónica dispolex.com y con el programa SPSS
en su versión 23.
3. ANÁLISIS DE DATOS
3.1. Caracterización de la categoría desde la disponibilidad
En la Tabla 2 se describen los resultados de los índices cuantitativos
generales utilizados en las investigaciones de disponibilidad léxica 10.
8
Es muy significativo que en el corpus no aparece ningún caso de nombre de varón con
forma diminutiva.
9
Jon se encontraba en la serie Carlos, Jon, Iñaki, mientras que John estaba en la serie
Peter, John, Alan.
10
Los listados completos del léxico disponible de los tres campos estudiados pueden
consultarse
y
descargarse
en
el
repositorio
IRIS
(https://www.irisdatabase.org/iris/app/home/detail?id=york:935979).
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Palabras
totales
Nombres de
persona
Nombres de
mujer
Nombres de
hombre
Palabras
diferentes
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Promedio por Índice de
informante
cohesión
1562
509
26.03
0.05
1197
334
19.95
0.06
1228
306
20.47
0.07
Tabla 2. Índices cuantitativos globales
El promedio de Nombres de persona es elevado, especialmente
teniendo en cuenta el intervalo temporal utilizado 11. Se acerca a las
categorías más productivas (Animales o Alimentos y bebidas), mientras
que los promedios de Nombres de mujer y Nombres de hombre descienden
levemente hasta situarse en centros de interés con productividad media. Si
consideramos las tres categorías en conjunto, esta variación es esperable,
puesto que en la primera se podría incluir como respuesta toda la nómina
léxica que incluyen los otros dos centros de interés. Este dato también nos
sirve para comprobar que la posesión de un caudal léxico
significativamente mayor (la suma de los nombres de hombres y mujeres)
incrementa las palabras dadas por informante pero solo hasta cierto punto.
De este modo, se manifiestan las limitaciones procedimentales de la tarea
oral debidas principalmente a la funcionalidad de la memoria operativa.
Otro de los resultados más relevantes es que el índice de cohesión
obtenido, que nos da información sobre el grado de dispersión que hay
entre las respuestas de los participantes, o, en palabras de López Morales
(1995), sobre si el centro de interés es cerrado/compacto o abierto/difuso,
es elevado en los tres casos. Los datos obtenidos son medio-altos en
11
A pesar de que no pueden compararse estos datos (orales y en un minuto) con las
investigaciones panhispánicas (escritas y en dos minutos), los promedios alcanzados son
muy altos teniendo en cuenta la reducción del tiempo a la mitad, si bien sabemos que en
ese segundo minuto se producen muchas menos palabras (Tomé Cornejo, 2015). El
promedio por informante de las investigaciones panhispánicas de España es de 19.7
palabras (datos obtenidos a partir de los resultados de una selección significativa de 6.005
informantes de las investigaciones del español peninsular, donde los promedios por
informante totales oscilaban entre 18.52 y 21.50 palabras: 417 informantes de Aragón en
Arnal Purroy, 2004; 680 de Castilla-La Mancha en Hernández Muñoz, 2006, 800 de
Galicia en López Meirama, 2008, 333 de Cantabria en Fernández Juncal, 2013; y 3778
de Extremadura y Andalucía en Prado Aragonés y Galloso Camacho, 2015).
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relación con las investigaciones panhispánicas 12 por los que podemos
calificarlos como centros de interés de naturaleza compacta o densa. La
media de las investigaciones es de 0.045 donde las categorías más
cohesionadas como Partes del cuerpo obtienen 0.09 y las menos
cohesionadas, como Juegos y diversiones o Trabajos del campo y del
jardín, en torno a 0.02. Nuestros tres centros son categorías bien
cohesionadas por encima de la media con índices de cohesión similares a
Comidas y bebidas o La Ropa. Por tanto, podemos concluir que las tres
categorías estudiadas son de productividad alta y media y de naturaleza
compacta.
3.2. Comparativa con otros repertorios onomásticos
A continuación, estableceremos un cotejo de nuestras listas de
disponibilidad con otros repertorios, de forma que podamos contribuir a la
descripción del funcionamiento de la categoría y confrontar el léxico
mental con otros valores, como la frecuencia. Para ellos acudiremos a dos
corpus de diferente índole. Por una parte, estableceremos comparaciones
con los datos que el INE recoge a nivel nacional y provincial. Se trata de
listados elaborados a partir de los registros de nacimientos y del censo, con
la limitación de que no aparecen nombres que no están registrados de
manera oficial, con lo que dejamos de lado algunas modalidades de
denominación de nuestro interés y que sí figuran en nuestro corpus. Por
otra parte, recurrimos a un listado de frecuencias, SubtLex, basado en el
análisis de un corpus en torno a 40 millones de palabras, procedentes de
los subtítulos de películas. Se considera que este tipo de corpus predice de
manera más ajustada la variación léxica que otras fuentes escritas de más
extensión, precisamente porque están basados en textos orales. En este
caso sí aparecen diminutivos, abreviaturas e hipocorísticos, pero no
nombres compuestos, que también son de nuestro interés por su valor
como indicador diacrónico (Fernández Juncal, 2002 y 2018). En conjunto,
creemos que ambos representan diferentes formas de frecuencia, que
aportan dos perspectivas desde la que analizar el léxico disponible
12
Este dato sí podemos contrastarlo a pesar de la diferencia del intervalo temporal puesto
que en el cálculo del índice de cohesión el tiempo influye en el divisor y en el dividendo
y equilibra la ecuación (promedio de respuestas entre palabras diferentes). Para calcular
este dato utilizamos el registro de índices de cohesión de las investigaciones
panhispánicas que realiza Fernández Juncal (2013: 55).
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recogido y de marcar las posibles diferencias y las relaciones existentes
entre las dos categorías: disponibilidad y frecuencia.
En la tabla 3 se detallan los índices de correlación de Pearson 13 entre
las listas de disponibilidad de nombres de hombres y mujeres y los otros
corpus. Se han eliminado para el cálculo las respuestas de un solo
informante:
INE
ESPAÑA
nombres
disponibles
de
hombres
nombres
disponibles
de mujeres
INE ESPAÑA
INE
SUBTLEX SUBTLEX SIN
SIN
SALAMANCA
HOMÓNIMOS
COMPUESTOS
0.57
0.70
0.41
-0.03
-0.37
0.50
0.70
0.12
-0.28
0.29
Tabla 3. Índices de correlación entre los diferentes corpus
Observamos que los índices pueden considerarse significativos solo
en un corpus, en la relación que establecen con los datos del INE,
especialmente en los que incluyen los nombres compuestos como dos
entradas en lugar de una. Antes de comentar estos casos, hagamos notar la
ausencia de correlación, a veces inversa, entre los nombres propios
disponibles y los nombres propios del corpus SubtLex. Esta falta de
concordancia se produce incluso una vez eliminados los nombres propios
que también pueden funcionar como nombre común (Soledad, Ángel).
Podemos explicar esta situación recordando que este corpus se basa
en obras de creación, que no necesariamente retratan la realidad
onomástica del español considerando las diferentes generaciones que se
solapan. De esa forma, no figuran numerosos nombres de carácter
tradicional (Josefa, Federico) o menos tradicionales (David, Ester) y otros
aparecen sobrerrepresentados (Daniel tiene una frecuencia tres veces
superior a José, por ejemplo). Esta situación resulta comprensible si
tenemos en cuenta que la selección léxica es mucho más amplia en los
nombres propios que en los nombres comunes, verbos, adjetivos o, claro
13
Recordemos que este índice se mueve en un rango máximo entre 1 (para relaciones
directas) y -1 (para relaciones inversas) y que 0 es el valor de correlación nula.
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está, en categorías con función gramatical. Este corpus, por su propia
configuración, es buena muestra de esta diversidad y del carácter más
abierto de las elecciones antroponímicas 14.
Situación diferente es la que presentan los datos ofrecidos por el INE,
que recoge el panorama general y computa los antropónimos más
habituales en diferentes sintopías. Podría resultar paradójica la falta de
correspondencia entre las listas de disponibilidad y las de Salamanca, que
puede deberse a las disimilitudes en extensión entre ambas listas, muy
breve (50 ítems) en el caso de la del INE. Si examinamos solo los primeros
50 términos disponibles, la correlación aumenta considerablemente (0.57
para hombres y 0.57 para mujeres), pero debemos pensar en otras
explicaciones que den cuenta de un comportamiento de selección léxica
no basado estrictamente en modelos inmediatos sino en prototipos más
generales de la lengua y al que volveremos más adelante.
En lo que concierne a las listas globales de España, se producen
señaladas coincidencias y disparidades de tipo cuantitativo y cualitativo,
que resumimos a continuación:
a) En la mayoría de las correlaciones el grado es inferior siempre para
las listas de los nombres de mujer, siguiendo una tendencia que ya
advertimos en trabajos anteriores (Fernández Juncal, 2002 y 2018)
y que hemos detectado en 3.1. Efectivamente los nombres de
varones están más vinculados a procesos de herencia mientras que
para las mujeres es la originalidad el valor más patente. Las
mujeres ofrecen índices más altos de diversidad onomástica
(número de nombres diferentes por cada 100 personas), una
proclividad que se ha incrementado con el paso del tiempo. Por esa
razón el conjunto de nombres de mujer es más disperso, menos
concentrado, que el catálogo de nombres de varón.
b) Si contrastamos solo los 100 primeros nombres de ambas listas,
desechando los nombres no oficiales de la nuestra, observamos un
nivel de coincidencia más que notable: solo hay 28 nombres
diferentes en la lista de nombres masculinos y 36 en la lista de
nombres femeninos. Se producen, claro está, diferencias en la
posición de los comunes, pero ambos conjuntos exhiben gran
14
Los índices de correlación entre INE y SubtLex son también irrelevantes (0.28 en la
lista de nombres de varón y 0.36 para listas de nombres de mujeres).
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compatibilidad, una vez más, más acusada para los nombres de
varón.
c) Parte de las discrepancias se deben a la posición que ocupan los
nombres compuestos disponibles, siempre más retrasados que sus
correspondientes más frecuentes. Podemos atribuir esta situación
al hecho de que los nombres compuestos raramente se trasladan al
uso concreto como tales y generalmente los hablantes y los
portadores usan uno de los dos elementos como designador. La
disponibilidad léxica está muy ligada al uso real, más que al
administrativo o legal. De hecho, los nombres compuestos
constituyen una estrategia de transición generacional entre los
procedimientos de selección de nombres por herencia (sobre todo
por vía patriarcal) y nuevos sistemas de designación, que no
necesariamente implican el empleo de los dos constituyentes
(nombre heredado + nombre nuevo), sino generalmente del último,
que cumple con más eficacia la función de diferenciador
generacional (Fernández Juncal, 2002 y 2018). Este
comportamiento anómalo de los nombres compuestos en nuestras
listas, hacen que los valores de correlación sean más altos en las
listas del INE que no los incluyen.
d) Las coincidencias son todavía más notables si analizamos la lista
de DL por completo. Solo hay 9 nombres de varón de los 100
primeros del INE que no figuran en las listas de disponibilidad: de
ellos, cuatro son compuestos (Juan José (aunque sí está Juanjo),
José Ramón, José Ignacio y Víctor Manuel), lo que explica su
ausencia. Los otros, si exceptuamos Gregorio, son originarios de
otras lenguas: Joan, Cristian, Xavier y Albert. Situación semejante
es la que encontramos para los nombres de mujeres. Las
disimilitudes respecto a la lista del INE son 8 nombres: uno simple,
Montserrat (aunque sí aparece Montse) y 7 compuestos, 6 de los
cuales lo son con María (María Dolores, Ana Isabel, Eva María,
María Antonia, María Nieves y María Soledad).
e) El nivel de afinidad de ambas listas se ejemplifica con la presencia
de algunos nombres ajenos en principio a la tradición onomástica
castellana y salmantina. Así, nombres como Iker, Josep, Aitor o
Jordi, originarios de otras lenguas peninsulares y que figuran en la
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lista del INE por la aportación de las comunidades autónomas de
procedencia, también se encuentran entre los términos disponibles,
lo que nos indica hasta qué punto nuevos elementos del repertorio
onomástico, al menos el que podríamos denominar pasivo, se han
propagado en los últimos tiempos y están instalados ya en el
imaginario colectivo, incluso en la variedad centro-peninsular. En
esta misma línea podemos destacar la presencia de Mohamed u
Omar, de origen árabe, sin que la existencia en Salamanca de una
notable comunidad inmigrante arabófona justifique esta aparición.
A la vista de estos datos, podemos deducir que los antropónimos
disponibles responden a esquemas de nombres frecuentes, no tanto en el
entorno más inmediato como en el de la comunidad lingüística del español
peninsular. Repetimos una vez más la idea de prototipo a pesar de la
sensación durante las encuestas, refrendadas por los propios comentarios
de los informantes, de estar recogiendo nombres asociados a personas
concretas (los informantes explicaban las estrategias de enumerar los
nombres de su familia, amigos, vecinos o compañeros de trabajo). Es el
conjunto del léxico disponible, una vez erradicados los componentes
particulares, el que nos proporciona una perspectiva más panorámica e
integradora de los usos onomásticos actuales.
3.3. Análisis por variables
Para ver la incidencia de los tres factores sociales de la muestra en la
productividad, se ha realizado un ANOVA factorial de tres factores 2*2*3
para Nombres de mujeres y Nombres de hombres con el fin de explorar el
efecto de las variables sociales Sexo (hombres y mujeres), Estudios
(universitarios y no universitarios) y Edad (<35, 35-55, >55). En el análisis
factorial se incluyen de forma simultánea todos los factores y el ANOVA
muestra toda su capacidad de exploración una vez comprobados los
supuestos de homogeneidad de las varianzas con la prueba de Levene y de
la normalidad de las subpoblaciones con las pruebas de KolmogorovSmirnov y Shapiro-Wilk. A continuación, mostraremos los resultados de
cada uno de los centros de interés.
a. Nombres de hombres
Para los efectos principales existen diferencias significativas en la
producción de palabras para el factor Estudios (F=9.712, p=0.01) y el
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factor Edad (F=4.077, p<0.05) pero no la hay para Sexo (F=1.497,
p>0.05). Tampoco las hay para los efectos de interacción Sexo*Estudios
(F=2.017, p>0.05) Sexo*Edad (F=13.817, p>0.05), Estudios*Edad
(F=40.850, p>0.05) ni Sexo*Estudios*Edad (F=5.017, p>0.05). En
relación con los efectos principales, el tamaño del efecto es pequeño para
los estudios (.17) y para la edad (.14).
Para completar el análisis del efecto principal de la variable Edad
hemos realizado las comparaciones a posteriori o pruebas post-hoc de
Bonferroni y HSD Tuckey, donde se muestran que las franjas de edad
donde se dan las diferencias significativas es entre <55 y >35 p<0.05,
mientras que el grupo de 35-55 no presenta diferencias con los otros dos.
Las diferencias entre las medias se pueden observar en los dos gráficos
(Gráfico 1 y Gráfico 2), donde se aprecian variaciones en los efectos
principales de Estudios y Edad, pero no hay efectos de interacción, porque
las líneas de los gráficos tienen pendientes con alto grado de paralelismo.
Tanto en hombres como mujeres, a menor edad y mayor nivel de estudios,
mayor productividad léxica (gráficamente es más evidente en el Gráfico 2
de las mujeres).
Gráfico 1. Resultados de Nombres de hombres para el grupo masculino
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Gráfico 2. Resultados de Nombres de hombres para el grupo femenino
b. Nombres de mujeres
En el caso de los Nombres de mujeres para los efectos principales solo
existen diferencias significativas en la producción de palabras para el
factor Estudios (F=14.671, p=0.000), mientras que no muestran efecto el
Sexo (F=2.156, p>0.05), y el factor Edad (2.755, p>0.05). Tampoco para
los efectos de interacción hay diferencias significativas Sexo*Estudios
(F=5.400, p>0.05), Sexo*Edad (F=2.067, p>0.05), Estudios*Edad
(F=30.200, p>0.05), Sexo*Estudios*Edad (F=.200, p>0.05). En esta
ocasión el tamaño del efecto es pequeño para los estudios (.23).
En los Gráficos 3 y 4 se observa el único efecto principal, pero no se
observan efectos de interacción; el grado de paralelismo es incluso más
elevado que en el caso anterior en el grupo femenino. Las tendencias
observadas son, al igual que en la categoría anterior, que a mayor nivel de
estudios hay mayor productividad léxica.
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Gráfico 3. Resultados de Nombres de mujeres para el grupo masculino
Gráfico 4. Resultados de Nombres de mujeres para el grupo masculino
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El hecho de que la única variable que afecta a la producción de
antropónimos sean los estudios 15 está en consonancia con las
investigaciones de disponibilidad en las que las variables de tipo educativo
y sociocultural suelen marcar las mayores diferencias en la productividad.
Las explicaciones que han dado los investigadores incluyen desde el
mayor conocimiento léxico, hasta la mayor preparación en los ambientes
académicos para realizar pruebas cognitivo-lingüísticas de esta naturaleza.
Por otro lado, el hecho de que los Nombres de mujeres sea el único centro
de interés que no se vea afectado por la edad (véase nota al pie 11) puede
resultar indicador de cierta estabilidad. Recordemos a este respecto que,
como veíamos en el apartado 3.2., el repertorio de antropónimos
femeninos está menos afectado por procedimientos establecidos (herencia,
tradición) y, por consiguiente, presenta mayor dispersión, hecho que puede
explicar la alteración de estos valores.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Después del análisis de resultados, la primera conclusión que se nos
presenta es la idoneidad del método asociado a la captación del léxico
disponible para el estudio de antropónimos, también desde sus
implicaciones socionomásticas. Los estudios de disponibilidad han ido
ampliando el área de experimentación a campos nocionales de diversa
condición, por el interés que despierta su contenido semántico, por la
extensión significativa hacia otros centros, por las categorías morfológicas
implicadas. Por primera vez se aborda el estudio de nombres propios,
categoría de especial relevancia en el uso, pero dejada de lado por los
investigadores, quizás renuentes a emprender un camino que presenta
dificultades conocidas: la falta de catálogos previos, el dinamismo y
volatilidad del repertorio y, en consecuencia, la escasez de obras de
referencia.
En este proceso de avance en territorio nuevo, ha sido necesario
adaptar las normas de edición del corpus, más conservadoras que en otras
ocasiones, más ajustadas a la función de denominación de los vocablos,
escasamente afectados por la alternancia, las variantes, y, sobre todo, la
flexión.
15
Aunque no hemos incluido los resultados por las limitaciones de espacio, el nivel de
estudios y la edad también aparecen como variables significativas en Nombres de
persona.
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La categoría semántica de los antropónimos se puede describir como
una categoría inclusiva con límites bien definidos (los ejemplares no
manifiestan dudas en su pertenencia y hay una presencia nula de términos
asociados de grado difuso), con elevada productividad en las encuestas
orales, así como con un alto grado de homogeneidad en las respuestas, por
lo que se presenta como una parcela léxica compacta (los tres centros de
interés presentan índices de cohesión superiores a la media). Este resultado
no es necesariamente incompatible con las teorías que defienden que el
conjunto de nombres propios de la memoria semántica de un hablante
depende de su conocimiento del mundo individual –y por tanto, presentaría
una gran dispersión–, pero claramente refuerza las capacidades que posee
la disponibilidad léxica para construir modelos categoriales colectivos
dentro del paradigma léxico.
En lo que concierne a los aspectos de índole socionomástica,
destacamos dos ideas centrales, que deben tener continuidad en trabajos
posteriores. En primer lugar, la vinculación de los resultados de
disponibilidad con otros repertorios de frecuencias de uso está probada de
manera estadística, con índices muy significativos de correlación. Esta
situación se podría explicar por el empleo de prototipos antroponímicos,
de igual manera que ocurre con otros campos nocionales. El conjunto del
léxico disponible responde a patrones supracomunitarios, refleja la
realidad onomástica nacional, más allá de las coincidencias con el entorno
inmediato. En el futuro será necesario ahondar en las estrategias asumidas
por los hablantes y en las relaciones que se crean entre los vocablos.
En segundo lugar, se advierte la indudable necesidad de proseguir con
un estudio cualitativo de determinados fenómenos que las limitaciones de
espacio de este trabajo no han permitido abordar (empleo de formas
coloquiales, el valor diacrónico de los compuestos, la evolución
generacional de procedimientos de designación). Sin embargo, hemos
podido ratificar algunas tendencias señaladas en estudios anteriores, de las
que destacaremos dos: la influencia notable de otros catálogos
onomásticos procedentes de otras lenguas, influencia externa que
pertenece ya al acervo comunitario del español de España y, en segundo
lugar, las diferencias en la distribución y valor de los inventarios de
nombres masculinos y femeninos, mucho más dispersos y sometidos a
variación estos últimos.
Esta última observación concuerda con el hecho de que el centro de
interés Nombres de mujeres han mostrado menor incidencia de las
variables sociales incluidas en la muestra. Tan solo el nivel de estudios
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(universitarios frente a no universitarios) ha aparecido como efecto
principal en los análisis estadísticos. Este factor, además, ha sido la única
característica social de incidencia común en los tres ámbitos léxicos
estudiados. Queda para trabajos posteriores profundizar en dicha variación
social, así como en aspectos cualitativos y de conformación de las redes
léxicas que nos permitan seguir realizando aportaciones al ámbito de la
socionomástica.
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