Historia de Barrios

Río Prieto, donde Yauco llega a la parte más alta de la cordillera. Otro barrio de la era dorada del café, que fue colindancia entre los dos primeros partidos en que se dividió el país a inicios de la colonización. Originalmente parte de San Germán, la codicia por su riqueza cafetalera generó agrias disputas entre municipios, a ser resueltas en Madrid. Allí, un 30 de septiembre fueron asesinados por el ejército español Don Matías Brugman Duliebre y otros gestores del Grito de Lares. Origen del aclamado Café Cuatro Sombras.

El texto versa sobre el análisis de la situación que vivieron mujeres del barrio del Poble Sec de Barcelona durante la Guerra Civil y la dictadura franquista, con especial atención a los primeros años de posguerra. Éste barrio, de tradición obrera y reivindicativa, fue uno de los objetivos de los bombardeos de la aviación italiana durante la guerra. Algunas vecinas perdieron sus casas, haciendo de la miseria económica resultante del conflicto una situación especialmente penosa. Además, la legislación laboral franquista, que implantaba el "Nuevo Estado", expulsaba a la mujer casada del mercado de trabajo. Así, los núcleos familiares percibían menos ingresos y la situación de pobreza era mayor. Repasada la legislación laboral franquista aplicable, se explican muchas de las estrategias de supervivencia y gestos de solidaridad relatados por las entrevistadas en la investigación. Solidaridad que, sobre todo entre mujeres, se llevaba a cabo en tres espacios: el privado, conformado por el hogar familiar, el edificio de viviendas, entre las vecinas, y en el espacio público, fuera en la calle o en los comercios de toda la vida, que desarrollaron estrategias para ayudar a sus vecinas y, a la vez, mantener la fidelidad de sus clientas. Palabras clave: Mujeres, Poble Sec, dictadura franquista, legislación laboral, redes de solidaridad. Networks of solidarity among women of Barcelona's Poble Sec neighbour in public and private spaces during the Franco's dictatorship. Abstract: The communication presented deals with the analysis of the situation that women lived in the Poble Sec neighborhood of Barcelona during the Civil War and the Franco dictatorship, with special attention to the first postwar years. This neighborhood, with a worker and vindication tradition, was one of the objectives of the Italian aviation bombings during the war. It is for this reason that some neighbors lost their homes, making the economic misery resulting from the conflict a particularly painful situation. In addition, the Francoist labor legislation, applied as territories were falling and the "Nuevo Estado" was introduced, expelled married women from the work market. The family units received less income and the situation of poverty was greater. After reviewing the applicable Franco's labor legislation, many of the strategies of survival and solidarity expressions related by the interviewees for the investigation are explained. This solidarity, which was established above all among women, was carried out in three areas: the private one, made up of the family home, the residential building, among the neighbors, and in the public space, outside in the street or in the shops of all of life, who also developed strategies to help their neighbors and, at the same time, maintain the loyalty of her clients.

https://www.80grados.net/barrio-portugues-ponce/ Portugués, antesala rural entre la ciudad y los montes. Su historia es la de los orígenes de Ponce y de cómo un paso de río frente a una emblemática Ceiba evolucionó en un pujante poblado. También nos evoca antiguos hatos e ingenios, destierra los poco conocidos legados de nuestros emigrantes portugueses, y de unos famosos baños termales, hoy destruidos ante el paso del progreso.

Resumen breve de la obra ¨Los barrios de Puerto Rico" (1999: Fundación Puertorriqueña de las Humanidades) según publicado en la Revista de la Universidad de la Habana (#257, 2003,  pp. 156-168) luego de su presentación en el 5to Taller de Teoría y Problemas Prácticos de la Historia Regional y Local (Instituto de Historia de Cuba, 2002)

Mis investigaciones proponen que nuestros barrios son un legado latente de un Puerto Rico muy antiguo, abrumadoramente rural, que muestra las señas de una historia pequeña y localizada, pero no por esto menos importante y relevante a la historia nacional. Pero sobre todo, convida a comunidades, escuelas y grupos interesados a reconstruir la historia de Puerto Rico y de sus comunidades barrio a barrio, nombre a nombre.

Los barrios son el legado presente de algunas de las más antiguas divisiones territoriales de Puerto Rico. Fueron la demarcación esencial para cuadricular el entorno colonizado y reflejaron el interés y la ansiedad del Estado Español de hacerse presente en la vida cotidiana de los
moradores de Puerto Rico. Pero además, los nombres de los barrios son un importante documento para explorar la poco documentada historia rural y la historia puertorriqueña de los Siglos XVI, XVII y XVIII, que por mucho tiempo creímos perdida.

Como nos enseñó Marc Bloch, los nombres de los barrios sirven para recorrer la línea de los tiempos en sentido inverso. Sus topónimos –nombres propios de lugar--  reflejan la flora, la fauna, las topografías e hidrografías de la antigüedad; trazan contornos borrosos de viejos hatos,
cotos, haciendas e ingenios; proyectan patrones de colonización y de explotación de la tierra; reafirman diluidas herencias y persistencias indígenas; y exhuman remotos colonizadores para develarnos su hablar, sus costumbres, sus imperativos, sus devociones, y por qué no, sus mentalidades.

Los topónimos de los barrios, como herencia de los antiguos hatos y "sitios", son un espejo del ánimo del colonizador ante la gran empresa a la que se enfrentaba. Son su interpretación del carácter de la comarca, de los ríos, de los montes, de la flora y de la fauna, que personalizaba y animaba la soledad de su aislamiento. Reflejan su esperanza y su individualidad. Nos ayudan a
reconstruir la soslayada historia rural, esa menos conocida, menos documentada pero más autóctona, por ser en la ruralía donde emergió la nacionalidad puertorriqueña.

Prólogo
Francisca Márquez


La historia de la Población Centenario (1906) nos abre de manera conmovedora a la historia de un Santiago que, hoy en día, nos cuesta siquiera imaginar. El libro que aquí se nos presenta, dibuja esta historia desde la memoria y la cotidianeidad de sus habitantes. Desde estas voces y prácticas, el barrio se nos aparece como un relato no sólo urbano y cotidiano, sino sobre todo, un relato político donde la condición urbana nace como un aliado indispensable para un proyecto de nación.

El origen corporativo de este barrio, de la mano de la llamada “cuestión social”, es quizás una de las piezas claves de esta historia. La vivienda y el barrio no fueron pensados sólo como un programa de habitaciones más o menos eficientes para resolver las necesidades de quienes las ocuparían. El origen corporativo definió también la forma de ese habitar, un cierto sello identitario que permanecerá en el tiempo. Un habitar que se construirá de la mano de un oficio, primero el de aquellos asalariados de la central eléctrica de tranvías y posteriormente el de carabineros; hasta hoy, donde la multiculturalidad de los oficios y prácticas cotidianas se impone.

Esta publicación, financiada por Corporación Cultural MetroArte y Universidad Central, fue formulada como catalogo del Mural "La Historia de un Barrio es la Historia de un Pueblo" del artista Rodrigo Soto Carmona, que se encuentra emplazado de forma permanente en la estación Parque Almagro del Metro de Santiago.
La investigación historiográfica publicada en este catálogo dotó de contenido al mural, rescatando e identificando el patrimonio del Barrio Almagro que finalmente se plasmó en él.

Este libro nace de mi fascinación por la ciudad, la gran ciudad. Nací y fui criada en Santiago de Chile, en barrios medios; sin referentes rurales ni mucho menos de los márgenes que se agolpaban a su alrededor. Salvo los paseos ocasionales a los valles cercanos y algunas vacaciones en la costa, la ciudad era mi mundo. Pero no toda la ciudad, la ciudad de Ñuñoa y Providencia, la ciudad de amigos en las veredas de casas cercanas. También estaba el centro de la ciudad, la Plaza de Armas, la iglesia de San Francisco, la Quinta Normal, San Diego, sus libreros y los Sacramentinos. Lugares de incursiones, de paseos insospechados, de la mano de mi abuelo, de mis padres y luego de amigos.
Educada en uno de los colegios más conservadores de la ciudad, en un comienzo los circuitos eran reducidos, los espacios solo se anunciaban desde la micro que me llevaba a casa luego de la larga jornada escolar, de algún paseo a museos bajo la mirada de mi padre arquitecto o alguna incursión a barrios alejados donde habitaba alguna costurera o algún maestro artesano que mi madre visitaba acompañada de sus hijas. Estos eran barrios de tierra, incluso de casas de adobe, donde la humedad se sentía, tanto como el calor del recibimiento y del té humeante con que se celebraba nuestra visita. Eran breves destellos que anunciaban que la ciudad era algo más que mi barrio o el centro histórico y monumental.
Pero no fue hasta 1970, con la elección del presidente Salvador Allende, que la ciudad empezó a anunciarse más grande. Era el anuncio aún difuso de la ciudad de los extramuros, más allá de mi estrecho barrio. Fue entonces que comenzaron los rumores que anunciaban temerosos las “otras ciudades”, la de las poblaciones, la de las tomas, la de los cordones industriales, la de las revueltas que enardecidas y orgullosas se tomaban la Alameda. Fue el 11 de septiembre de 1973 que la ciudad se me mostró en toda su magnitud. Tenía 12 años. Asomada en la ventana del segundo piso de mi casa, pude observar muy al fondo, en el horizonte, una columna de humo oscura que se levantaba sobre los techos de la ciudad. Al poniente de mi barrio estaba el centro, y allí La Moneda ardía en llamas. Esa mañana, la radio anunciaba la muerte de Allende y los bandos militares –que rigurosa y aplicadamente anotaba en mi diario de vida– empezaron a ordenar nuestras existencias.
Fue entonces que mi barrio ñuñoíno se transformó en algo que hasta ese momento yo desconocía. Mientras algunos vecinos liderados por el almacenero Díaz, celebraban el golpe militar en las veredas con mantel largo y comistrajos, otros se escondían en sus casas y cerraban las ventanas. Los que antes parecían compartir sobre una misma vereda, dejaron de hacerlo. Y así fue como nunca más volvimos a saber del vecino palestino y su mujer peluquera o de la familia del frente, que pocas noches después fue allanada. El silencio se apoderó de esas veredas donde antes nos reuníamos en grupos, sentados en las cunetas, a conversar y ver pasar la tarde.
Fue entonces también, que las poblaciones se me mostraron de manera concreta; era allí donde ocurrían los allanamientos, de allí provenía la mayor parte de los prisioneros del Estadio Nacional y del Estadio Chile, y los muertos del río Mapocho cuyos cuerpos flotaban sobre sus turbias aguas. Fue en esos años que la ciudad se me mostró como la ciudad trizada que es hasta hoy. Fueron tiempos en que los rumores de muerte llegaban anunciando que la ciudad y el propio barrio eran peligrosos. Luego vendrían las erradicaciones, los extramuros se engrosaron de pobladores. Fueron años en que la ciudad se consolidó en su segregación y en la criminalización de los bordes.
Cuando ingresé a estudiar antropología a la Universidad, a inicios de la década de los ochenta, las incursiones por la ciudad se ampliaron. Descubrí la fuerza de Plaza Italia, ombligo de la ciudad, punto de convergencia de las protestas y movilizaciones fugaces; y también, que lejos del centro, cerca del Pedagógico, en los territorios de Macul, a veces los viñedos aún convivían con los descampados y las canchas de tierra de las poblaciones. Descubrí Conchalí de la mano de mi amigo Pedro y Pudahuel junto a mi compañero Nelson. Descubrí que la ciudad era una gran extensión que hablaba de vidas que se debatían por sobrevivir, más allá de esa frontera que era el río Mapocho, para arrancarle algo de su promesa.
Pero fue en los trabajos de campo en comunidades mapuches y luego en comunidades de secano en el norte, que descubrí que la ciudad era lo mío y debía regresar. En aquellos tiempos, la antropología urbana era incipiente y ninguneada en Chile. Y sin embargo, la ciudad –la ciudad de Santiago– se me ofrecía como una gran promesa para el viaje de la etnografía. Un terreno que hasta hoy día no termina, posiblemente porque en esta ciudad los fragmentos coexisten de una manera que no me agoto de escudriñar y de viajar por ellos. ¿Cómo es posible que existiendo estas trizaduras y fronteras, la ciudad archipiélago logre mantener sus islotes reunidos?
Este libro es resultado justamente de esas incursiones en este archipiélago que es la ciudad de Santiago. Desde el trabajo etnográfico realizado entre los años 1995 y 2015 se la recorre y observa para preguntarse por los imaginarios, las identidades, las fronteras, los márgenes y las políticas del habitar que allí se gestan. Soy consciente de que la ciudad está llena de sufrimiento y de ciudadanos que a menudo reniegan de ella, la odian, la desprecian y la sufren. Sin embargo, aun así, si se mira con detención, la ciudad pareciera haber sido pensada para absorber todo eso, sin fragmentarse. Santiago es un enigma, pues fragmentada y segregada, y sin puentes evidentes entre un islote y otro, permanece y sobrevive. Quizás, los islotes han llegado a solidificarse de tal manera, que la estructura de la experiencia urbana permanece a pesar de los abismos. Una estructura de naturaleza tal, que permite al ciudadano moverse y navegar sin perderse.

El escrito pertenece en su totalidad al Sr. Antonio Trupía y el prólogo al Dr. Manuel Guillermo León.
///Trupía, A. (2000). Villa Martelli: La Historia Chica en la Historia Grande, Biblioteca Popular Gratuita “León Aldolfo Vienni” del Club de Leones de Villa Martelli, Villa Martelli.
Transcripto y editado por Gustavo Carlos Bitocchi
Villa Martelli, 22 de abril de 2021

Análisis del proyecto y construcción de un parque público desde la exclusiva gestión del Movimiento Vecinal. Una experiencia de reivindicación y lucha vecinal que comenzó en Zaragoza, en el Bº de San José,  a finales de la dictadura franquista y terminó cuando la democracia municipal ya llevaba más de 10 años asentada.

La presente investigación muestra una visión general de una de las instituciones en las cuales se ejercía una pena sobre determinados individuos a partir de diferentes legislaciones, aunado a ello nos permite conocer el origen de la cárcel como lugar físico de castigo y su funcionamiento, (la vida interna) basado en las normas establecidas. Observando a la cárcel a partir de que comenzó a utilizarse como método corrector, ya que en un principio solo se dispuso de ella como medio para evitar que el individuo que iba a ser juzgado escapara de su pena, a partir de la revisión de los códigos penales que regían el funcionamiento penitenciario del estado de Puebla, las legislaciones de la ciudad en esta materia y concretamente el reglamento de la cárcel de San Francisco Xavier, la cual funcionó desde la época del porfiriato y perduró casi todo el siglo XX desempeñándose como tal.

El mundo y la sociedad evolucionan y, con la irrupción de las Tecnologías de
la Información y la Comunicación (TIC) en la vida cotidiana, el reto es crear conocimiento y construir tejido social.

En este sentido, las bibliotecas públicas de Medellín son más
que paredes, estantes, mesas de lectura, salas de computadores,
bibliotecarios y lectores. Son espacios para el encuentro y el
aprendizaje. Son las historias de los barrios y de sus habitantes
que, en la actualidad, no solo reposan en libros impresos, sino
en dispositivos conectados a internet, es decir, el mundo y la
memoria colectiva a un clic.

De esta manera, los usuarios de las bibliotecas de Medellín se
apropian de las TIC para acceder a la información, aprender,
compartir y cocrear conocimiento a través de narrativas digitales
y experimentación tecnológica.

En este contexto surge Bibliolabs, iniciativa que responde a la
política pública de la Secretaría de Cultura Ciudadana para consolidar,
en cada uno de los territorios del Municipio de Medellín,
las unidades de información y gestión del conocimiento del
Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín (SBPM).

Además de garantizar el libre acceso a la información, a la
lectura, a la escritura, al conocimiento, al pensamiento y al
disfrute de la cultura, el SBPM propuso en su objetivo misional
el aprendizaje en torno a herramientas de software libre para
fortalecer la creación de conocimiento.

La metodología Bibliolabs se basa en experimentar, aceptar la
diversidad y la crítica, abrir el código y no tener temor al fracaso
o al error. Por eso es concebida como un conjunto de saberes,
reflexiones y herramientas que permiten proponer y replantear
maneras de trabajar, gestionar, mediar y crear. De ahí su nombre:
Bibliolabs, territorios en código abierto y colaborativo.

Este libro presenta la metodología Bibliolabs, que se puede usar
(copiar, adaptar, modificar y complementar) en cualquier espacio
de creación, mediación o gestión, por ejemplo, en ámbitos
educativos, organizacionales y comunitarios.

Historia de nuestros barrios: Barrio Collores, Juana Díaz Rafael A. Torrech San Inocencio. Los barrios son parte esencial de nuestra vida cotidiana.  Vivimos, nacimos, morimos y en fin, somos de los barrios.  Estas unidades compactas y poco uniformes que llamamos barrios comprenden la totalidad del territorio puertorriqueño. Parte de una serie de artículos sobre la historia de nuestros barrios, comenzando con la interesante historia del Barrio Collores de Juana Diaz.  El Barrio de Lloréns Torres, de los comportes, y de antiguos caminos indígenas, entre otros.

el de yacimientos indígenas, de la leyenda de sed de oro de Coll y Toste, de las tierras adjuntas y el contrabando, y de los emigrantes corsos y la era dorada del café. El barrio que es parte y denomina el Bosque de Guilarte, una vez amenazado por la explotación del cobre y hoy Bosque del Pueblo. El Guilarte inmortalizado en la poesía de Don Juan Antonio Corretjer, musicalizada por Roy Brown.

En esta investigación realizo una crítica al proceso de patrimonialización y turistificación del centro histórico de la ciudad de Puebla. Con esta tesis busco  romper la apariencia de un proyecto que parece atractivo en términos económicos y de preservación arquitectónica y en cambio, evidencio una contradicción con respecto a la grave y constante  desigualdad socioespacial entre los barrios que conforman el polígono patrimonializado.  Para ello la etnografía evidencia la compleja y precarizada vida cotidiana de los habitantes  del barrio de San Antonio, un barrio caracterizado por la estigmatización y el abandono de  políticas públicas y que en efecto no goza de los beneficios del derrame económico del turismo y de inversiones publicas.  Por el contrario, lo que se observa es, una ambivalente relación de exclusión-inclusión de este barrio en el proceso de patrimonialización.
El papel de este barrio, originalmente de población indígena y obrera, en el plan de patrimonialización ha sido y sigue siendo el de la cara oculta de la zona turística, es decir, el del lugar receptor de las externalidades negativas en función de mantener buenas condiciones socio-espaciales para la economía turística del primer cuadro del centro histórico.

El paseo de las Artes forma parte de la Serie de publicaciones bajo el título MEMORIAS DE MI PLAZA, editadas por la Secretaría de Ambiente de la Municipalidad de Córdoba y la Secretaría de Extensión de la Facultad de Filosofía y Humanidad de la Universidad Nacional de Córdoba.-

Manatí cuenta hoy con ocho barrios, aparte del casco urbano (barrio-pueblo). Pero la historia de algunos de sus barrios y sus nombres -y los de otros barrios que han desaparecido- es mucho más antigua que el propio municipio de Manatí.

Cuando recorramos Manatí y sus barrios, y nos topemos con sus nombres, reconozcamos que encierran secretos e historias del pasado, que determinaron la evolución y el desarrollo de lo que hoy conocemos y apreciamos como Manatí.

Ponencia presentada en el 2º. Congreso de la Asociación Uruguaya de Historiadores (AUDHI). Hacer Historia: la investigación histórica en el Uruguay (viernes 21 de junio del 2019). Eje temático: Historiografía Autor: Francis Martín Santana Da Cuña Inserción institucional: Departamento de Historiología de la FHCE/UdelaR Dirección electrónica: francissantana@hotmail.es Título de la ponencia: El Cerro: un barrio con mucha historia. Panorama historiográfico de una barriada montevideana. Resumen: Los siglos XX y los comienzos del XXI, han sido testigo de una profusa y variada serie de publicaciones sobre la historia de la Villa y del barrio del Cerro, sus habitantes y sus instituciones culturales, sociales, sindicales y deportivas. La mayoría de los relatos han sido elaborados por vecinos cerrenses. Es en este contexto y bajo el formato memorialístico, anecdótico, testimonial y a veces de crónica, que estos autores han tomado la delantera a la producción historiográfica académica sobre dicha zona montevideana. De este grupo de autores destacan los prolíficos Raúl Bertolini y Eduardo Fagián Alonso y la publicación coordinada por Kydia Mateos. A este grupo debe sumársele las publicaciones patrocinadas por la Intendencia de Montevideo (como los de Aníbal Barrios Pintos, Reyes Abadie y Pedro R. Barreiro) de carácter panorámico. Finalmente, a comienzos del siglo XXI, algunos aspectos del pasado de la barriada cerrense pasaron a ser objeto de estudios académicos de perfil histórico. Por lo tanto, el objeto de esta ponencia es cubrir un vacío existente hasta el presente: presentar un estado de la cuestión sobre la historiografía sobre la barriada cerrense analizando su metodología, sus ejes temáticos y a sus autores. El Cerro: un barrio con mucha historia. Panorama historiográfico de una barriada montevideana. Estudiar la producción historiográfica sobre el Cerro implica necesariamente tener presente tres aspectos relacionados: el pasado de dicha zona montevideana, las 1

Antes de que hubiera Peñuelas, ya había Tallaboa, tanto indígena como europea. Los tres barrios Tallaboa comprenden casi la cuarta parte del territorio peñolano y constan en las crónicas más antiguas. Aparente punto de encuentro de la flota de Sir Walter Raleigh y sede de un intento de colonización británica, la Bahía y el puerto de Tallaboa también tuvo protagonismo en la invasión de 1898 .  Su espectacular bahía ha sido víctima de uno de los mayores fracasos industriales y ecológicos de Puerto Rico.

La cultura histórica de los pueblos es parte de una memoria contada por objetos que han perdurado en el tiempo para transmitir noticias y sensaciones de la antigüedad,1 estas remembranzas alimentan la facultad humana que relaciona el pasado y la historia. En su analogía con lo social, los recuerdos existen en relación con vínculos a personas, grupos, lugares, fechas, palabras y formas del lenguaje;2 incluidas aquellas del razonamiento y de las ideas, es decir con la vida material y moral de las comunidades que las contienen.3 Desde tiempos remotos y en varios lugares se han desarrollado complejos sistemas tecnológicos en función de las necesidades humanas y de los recursos existentes. Esta interacción evolutiva hizo posible la adaptación del hombre a entornos naturales diversos que fueron testigos del florecimiento de civilizaciones conectadas entre sí, mediante procesos dinámicos de comunicación e intercambio de productos locales y también de valores culturales.

El Barrio Indios de Guayanilla, epicentro de los mayores terremotos del 2020, es un barrio de gran importancia histórica. Vinculado al yucayeque de Agueybaná, a la legendaria Villa de Távara y a las guerras indígenas de la temprana colonización, es también el origen de las enigmáticas piezas talladas conocidas como la Biblioteca de Agueybaná. Codiciado en vano por holandeses y piratas, el litoral emergió como importante emporio azucarero. Aparte de su producción sacarina, su Central San Francisco fue ícono de sindicalismo, cooperativismo y precursora de las corporaciones propiedad de trabajadores.

El mito del pasado prehispánico de Xalapa fue fincado a partir de organizaciones urbanas realizadas por grupos minoritarios a mediados del siglo XVIII e inicios del XIX. Durante buena parte de su historia novohispana el pueblo xalapeño mantenía un conjunto de "barrios" cuyos nombres estribaban en elementos puntuales de un espacio identificado. La mayoría de estos barrios, plasmados en archivos notariales, nunca figuraron en las diversas organizaciones religiosas/políticas de años posteriores (1769-1821). La construcción de nuevos templos periféricos (el Calvario y San José); la incorporación de organizaciones políticas como el ayuntamiento gaditano y las negociaciones para mantener añejas corporaciones relegaron al barrial histórico en sólo tres secciones. Años después estas partes serían consideradas como las legítimas sucesoras históricas de la Xalapa prehispánica.

Introducción breve de revistas de la decada de los noventa enfocadas en pandillas juveniles, todas de Nuevo León México, con excepción de una de San Jose, California: Teen Angels de San Jose (1981), Al Tiro! de Valle Verde (1986), Mucho Pedro de San Pedro (1992), Date Tinta de San Nicolas (1994),

Enfasis y revisión de las revistas Mucho Pedro, texto para la exposición fotografica de Memoria de Cumbia del Colectivo Campo Semantico, San Pedro, Nuevo León, 2021.

Diseño por Jorge G. Balleza.

Mexicaltzingo es uno de los barrios más antiguos de Guadalajara. Sin embargo, poco conocida es al historia de la creación de su emblemática parroquia. Este documento trata sobre de ello. Artículo reeditado y revisado, originalmente publicado en La Prensa (2014), y reeditado por la revista Callicanto (2015). Hoy se vuelve a reeditar para El Boletín de la Arquidiócesis de Guadalajara.

En la CDMX también tenemos cosmovisión –e ingenio-. Anualmente, en los emblemáticos mercados y el barrio de La Merced, el primer martes de la primera luna creciente de octubre se realiza la Procesión del Hombre de Maíz, una práctica comunitaria que con danzas y sonrisas hace devoción a la tierra y la abundancia en el comercio, recordándonos que por debajo de la plancha de asfalto mundano, hay una fuerza biológica y ancestral que sostiene todo lo materialmente habido y por haber.

El presente texto no es la historia del barrio la Esperanza ni mucho menos la del autor y tampoco pretende serlo. A pesar de que se apela a la historia para referirse a los hechos; el objetivo es evidenciar la importancia y la relevancia de los contextos y los procesos locales que se han presentado en América Latina durante el siglo XX, los cuales se dan de una forma adversa y en contraposición a la dinámica de las tendencias globales.

El  presente  artículo  muestra las principales etapas y vicisitudes  por  las  que  ha  pasado el  planteamiento  de  un  problema de  investigación  específico.  La  idea inicial  consistió  en  describir  la  historia  y  significado  del tejabán,  vivienda precaria con paredes de madera  y  empleando  hojas  de  lámina como  techo,  que  proliferó  durante la  primera  mitad  del  siglo  pasado en algunas colonias de la ciudad de Monterrey,  Nuevo  León,  México, y  de  la  cual  todavía  encontramos  buen número de ejemplares de esa época, de pie y aún ocupadas.

El patrimonio comunitario se ha transformado en las últimas dos décadas en un tema de mucha relevancia. Este trabajo investigativo se propuso como objetivo indagar en los procesos que comenzaron a configurar lo patrimonial desde una escala barrial.
La investigación se desarrolló sobre la base de un estudio de caso en el contexto del barrio Los Cisnes, de la localidad de Resistencia, capital de la Provincia del Chaco.

Barrio, fiesta, motín, barricada, desposesión material de la memoria, gentrificación ?sin hipsters?, urbanismo defensivo, asambleas, clasismo, resistencias, smart cities (lo menos), calle, clasemedianismo?
Barrionalismo está compuesto por miniensayos sobre temas urbanos que comparten mirar la ciudad desde abajo y desde lo colectivo. Escritos que nacen de observar la calle al paso y reivindican el anhelo de hacer juntos en ella como reacción al sino individualista de los tiempos.
La formación como historiador social de Luis de la Cruz atraviesa todos los textos de Barrionalismo y da cuerpo a sus reflexiones: acerca de cómo la destrucción de los barrios obreros constituye una nueva desposesión del capitalismo, la de la memoria popular, que sirve para imponer una ideología de clase media neutra y desconflictivizada; sobre el acoso al que nos somete cotidianamente la planificación urbana y las resistencias articuladas desde los barrios ante ello, o a cuenta de por qué el apoyo mutuo y la reivindicación contrahistórica, desde abajo, pueden servir para reagruparnos en busca de una vida que merezca la pena.

Por mucho tiempo, en Puerto Rico hemos soslayado la importancia y significación histórica de los barrios. Aunque conocemos los 78 municipios y sus ubicaciones, poca gente visualiza un territorio nacional dividido en casi 900 núcleos compactos. Por tanto, cotidianamente cruzamos sus demarcaciones con muy poca certeza de dónde termina y dónde comienza cada barrio, y dejamos de
percibir la fuerza de gravedad social que ejercen sobre los residentes de sus perímetros.

Nuestros barrios son construcciones sociales y políticas del Siglo XIX, con raíces toponímicas y geográficas que a menudo se remontan al pasado prehispánico. Han sido y a
menudo se sostienen como la evocación más íntima de pertenencia entre los puertorriqueños, la unidad mínima e indivisible de comunidad y vecindario, el mundo inmediato una vez se cruza el umbral externo de la puerta del hogar.

En este trabajo hacemos una primera aproximación a una fascinante figura política y social que emerge como intermediario entre los residentes del barrio y la autoridad política central: el alcalde de barrio. Basados en la documentación disponible, enfocamos lo que se supone que fuera el alcalde de barrio según el poder central y municipal, que por supuesto lo documentó desde su óptica particular. El alcalde de barrio atendía unas necesidades y representaciones fundamentales del Estado, y su figura fue irremediablemente coloreada con los matices gloriosos de un gobierno perfecto, eficaz y eficiente. Hoy sabemos que
este discurso es una ficción: la realidad fue más diluida y mucho menos perfecta.

Desde la primera mitad del Siglo XIX, los barrios emergieron como una jurisdicción esencial para administrar la justicia, ejecutar leyes y reglamentos, recaudar tributos y procurar orden y seguridad pública, entre otros. Por tanto, los barrios ya constituían áreas
discretas de servicio y seguridad --y mediante los alcaldes de barrio-- se aseguraba la presencia omnipresente de los intereses del estado en la vida cotidiana de las comunidades rurales. Según aumentó la población, es probable que su rol fuera cediendo a las prerrogativas de unos alcaldes municipales insertos en una infraestructura de administración pública más sofisticada.

Sin embargo, la persistencia de los términos "alcaldes de barrio" y "comisario de barrio" como sinónimo de líder político partidista local, y en su acepción más despectiva, como corredor o agente de influencias y favores políticos, nos sugiere que a través de los tiempos, esta función se prestó al abuso, el favoritismo, y el control político y económico, que a modo de agresión también debe haber
generado una reacción, y más que nada, una resistencia.