Dialogo Reflexivo
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Dialogo Reflexivo
REFLEXIVO
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El diálogo reflexivo en el Acompañamiento Pedagógico
Se considera que el ejercicio reflexivo sobre la propia práctica de
enseñanza a la luz del conocimiento pedagógico puede contribuir a
que los docentes (…) revisen críticamente su trabajo, puedan explicar
sus propias acciones y reorienten sus prácticas pedagógicas.
Introducción:
El MBDD aspira a contar con propuestas innovadoras en cada praxis docente que oriente las
acciones que lleven a la transformación y mejora de la misma, así como del contexto donde lo
ejerce. En tal sentido, resulta pertinente conocer los aspectos que contribuyen a la mejora de
los desempeños de los profesores desde los procesos que desarrolla el acompañamiento
pedagógico.
En estos tiempos de cambio, no es posible concebir a un profesional que solo obedezca a una
formación técnica y científica, sino que viva todo un proceso de aprendizaje a partir de su
práctica, analizada y mejorada, vinculándola con un pensamiento autónomo y asumiendo su
responsabilidad para modificarla cuando haga falta.
No es posible admitir a un docente que ejerce su labor solo desde una perspectiva teórica,
alejada de la reflexión sobre su intervención en aula y, lo peor, que considere que es el mejor
maestro toda vez que cuenta con un dominio disciplinar y conductual impresionante; lo que
implícita y/o explícitamente le permitiría aseverar que si sus alumnos no aprenden es
problema de ellos, porque son poco o nada inteligentes y no tienen visos de superación
(Domingo, 2012). En ese sentido es necesario reconocer la necesidad de una docencia como un
quehacer complejo (…), su ejercicio exige una actuación reflexiva, esto es, una relación
autónoma y crítica respecto del saber necesario para actuar, y una capacidad de decidir en
cada contexto”. (Ministerio de Educación del Perú, 2012).
Desde el MBDD, se reconoce que una dimensión importante del desarrollo profesional
docente es su afirmación como sujeto reflexivo con capacidad para construir su propio saber
pedagógico en el contexto donde labora, a partir de lo cual va consolidando su autonomía
profesional. Esta apuesta rompe con el modelo tecnicista el cual enfatiza solo el dominio
metodológico –disciplinar con valores universales para todo contexto.
Por todo ello, el presente material busca contribuir con la revisión de estrategias para
establecer formas de lograr un ejercicio profesional docente efectivo que repercuta en
mejores desempeños en aula u otros espacios educativos.
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1. ¿Por qué es importante el diálogo reflexivo?
El diálogo reflexivo hace posible que los docentes atiendan mejor las dimensiones pedagógicas
y éticas de su labor, logrando una comprensión más analítica del impacto de su enseñanza y
del proceso educativo en el desarrollo de los estudiantes. Asimismo, ayuda a identificar las
relaciones que se establecen en el proceso de enseñanza aprendizaje, sus resultados y las
dificultades que surgen, principalmente aquellas que puedan impedir el aprendizaje de los
estudiantes.
Según Umanzor (2011, p.22) “se puede afirmar que las prácticas pedagógicas contextualizadas
en las aulas resultan de reflexiones atinentes a un hecho y de concepciones sobre la enseñanza
que modifican comportamientos de los participantes en el proceso de enseñar o de aprender”.
Por tanto, este método resulta relevante para lograr impulsar el cambio y la innovación
didáctica de los docentes conducente a mejores desempeños.
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2. La competencia reflexiva en el desempeño docente:
La competencia reflexiva, por tanto, permite que sea el mismo docente quien analice y
cuestione su propia práctica para que configure escenarios educativos y pueda creer y crear lo
que solo él puede ser capaz de hacer. Espino de Lara (2015) señala que “Hace posible que el
docente tome decisiones, mejore su práctica en lo individual y en lo colectivo, además, que
actúe bajo una perspectiva holística que le permita crecer en la praxis.”.
En este sentido, Schön (1998) identifica 3 fases de reflexión profesional, las cuales deben ser
conocidas por el docente acompañante para una labor efectiva:
• Reflexión en la acción. Se realiza durante el proceso mismo que sucede la acción. Esta
reflexión “ayuda a interrogarse acerca de lo que sucede y lo que puede hacerse [ante lo
inesperado]; se estaría ante una práctica reflexionada, y a su vez, señala la necesidad de
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aclarar la naturaleza de la acción en curso” (Chacón, 2008, p.278). Le permite al docente darse
cuenta de cómo está haciendo las cosas y encontrar una razón para ello, modos de entender
su propia acción y de reconocer qué creencias o teorías implícitas están en ello. Se trata,
además, de una reflexión que surge de la sorpresa ante lo inesperado –y que conduce a una
experimentación in situ.
Teniendo presente estas fases será importante establecer cómo la reflexión hace posible el
análisis de las situaciones vividas en el aula y comprender por qué sucedieron y/o de qué otro
modo se pueden realizar. Ello permite que la práctica en el aula sea una acción reflexionada,
tal como lo expresan Pareja y otros:
2.2.Niveles de la reflexión
Villa y Poblete (2007), citada por Rodríguez, definen la competencia del pensamiento reflexivo
como “un comportamiento mental que facilita el reconocimiento y el crecimiento de los
modos de pensar que utilizamos en la resolución de algún problema o en la realización de
alguna tarea” (p. 94). En ese sentido, es tarea del acompañante el guiar al docente hacia
niveles altos de reflexión, ello mediante preguntas adecuadas que hagan que el propio
profesor llegue al reconocimiento de sus fortalezas, oportunidades de mejora, y a cómo
conseguirlas.
Según Larrivee (2008, p. 342 - 343), los niveles de reflexión docente son:
Pre reflexión Reacciona a las situaciones de los estudiantes y del aula de forma
automática y rutinaria. Opera con respuestas reflejas, sin análisis previo y
atribuye la responsabilidad de los problemas a los estudiantes u otros. No
adapta su enseñanza a las necesidades de los estudiantes. Sus creencias y
posiciones acerca de las prácticas de enseñanza son generalizadas y no se
apoyan en las pruebas de la experiencia, la teoría o la investigación.
Reflexión Se centra en las estrategias y los métodos utilizados para alcanzar objetivos
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superficial predeterminados. Las creencias y posiciones acerca de las prácticas de
enseñanza son compatibles con la experiencia, sin tomar en cuenta las
teorías pedagógicas. Reconoce la necesidad de tomar en cuenta las
necesidades de los estudiantes.
A continuación, presentamos algunos ejemplos docentes en los que se relacionan las fases y
niveles de reflexión:
Ejemplos:
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El diálogo reflexivo involucra una serie de momentos que, en conjunto, buscan que el docente
tome consciencia sobre su propia práctica, la cuestione y, a partir de ello, pueda establecer
cursos de acción que le permitan perfeccionarla continuamente. Cada uno de estos momentos
persigue un objetivo específico y se diferencia de los otros. A continuación, se describen los
tres momentos del diálogo reflexivo que se proponen en este texto: 1) diálogo de apertura, 2)
diálogo de reflexión y 3) diálogo de compromisos de mejora.
El diálogo de apertura es el que da inicio al proceso de diálogo reflexivo. Por ello, resulta de
suma importancia iniciar dicho proceso en un clima de confianza y apertura entre el docente
acompañado y el acompañante para asegurar que el intercambio sea efectivo y alcance el
propósito que se ha planteado.
Este momento del diálogo reflexivo tiene por objetivo reconstruir lo ocurrido durante la sesión
de aprendizaje, es decir, describir en forma detallada la experiencia que se ha generado en la
sesión para posteriormente dar inicio a la reflexión. Para ello, resulta de utilidad que el
docente acompañado, con apoyo del acompañante, seleccione una experiencia concreta, la
cual puede ser de éxito o fracaso o que haya tenido un resultado positivo o negativo durante la
sesión de aprendizaje observada (Domingo y Gómez, 2014).
La función del acompañante en esta etapa es brindar soporte al docente para que logre
realizar una caracterización detallada y precisa de lo ocurrido en la sesión de aprendizaje,
evitando en todo momento juzgar el trabajo del docente acompañado o direccionar la
descripción que este realiza sobre la experiencia, a partir de sus propios juicios de valor. No
obstante, el acompañante puede ayudar al docente planteando frases que animen a este a
iniciar la descripción. Para estos casos, podemos utilizar las siguientes expresiones:
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Al finalizar este proceso de reconstrucción, se podrá profundizar y continuar con el momento
2, diálogo de reflexión.
En este momento el docente deberá asumir un doble rol: el de actor de una obra de teatro
como el del crítico que observa detenidamente la puesta en escena para valorar la calidad de
la obra (Osterman y Kottkamp, 2004). Esto significa que el diálogo reflexivo debe promover
que el docente tome distancia de su propia práctica y la analice desde una nueva perspectiva
que le permita identificar en forma más objetiva las limitaciones y potencialidades de la misma
para alcanzar los propósitos que se ha planteado.
Para promover este nivel de reflexión es necesario que, por un lado, tanto el docente
acompañado como el acompañante tengan una actitud de apertura intelectual, que los oriente
a atender a más de un punto de vista y estar dispuestos a saber escuchar y aceptar puntos de
vista diferentes al propio. Asimismo, al involucrarse la identidad profesional, el acompañante
deberá desplegar una actitud empática y promover un ambiente seguro, en el que el profesor
no se sienta criticado o juzgado por los aspectos que tiene por mejorar.
Por otro lado, la calidad de las preguntas que se plantean al docente acompañado resulta
fundamental. Dichas preguntas deben ser lo suficientemente estimulantes para ayudarlo a
profundizar en sus pensamientos y emociones. En este punto, resulta importante aclarar que
no se trata de trazar una ruta que lleve al docente a llegar a las mismas conclusiones a las que
ha llegado el acompañante a través de la observación.
Por el contrario, como veremos más adelante, se trata de plantear preguntas que ayuden al
docente a generar sus propias respuestas. En el apartado de Recomendaciones para el
desarrollo de un diálogo reflexivo efectivo, daremos mayor detalle sobre las características de
preguntas apropiadas durante el proceso de acompañamiento pedagógico. Algunos ejemplos
de las preguntas que se pueden realizar durante este momento o fase del diálogo reflexivo son
las siguientes:
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¿por qué cree que le faltó tiempo para que sus estudiantes resuelvan la actividad?
¿a qué atribuye la dificultad en reaccionar ante esa respuesta de ese grupo de
alumnos?
Este momento es muy importante porque se favorece en forma amplia la reflexión sobre la
acción. Se procura hacer consciente el conocimiento que puso en esa acción. Con ello se ayuda
al docente observado a que se reconozca y valore.
Para establecer cursos de acción alternativos, el docente deberá tratar de identificar qué
aspectos de su práctica desea modificar y qué desea mantener en su siguiente intervención y,
asociado a ello, qué elementos subyacentes (conscientes o inconscientes) deberían superarse
o mantenerse (Domingo y Gómez, 2014). En este proceso, el diálogo reflexivo deberá
promover que el docente vincule su experiencia con los conocimientos teóricos que posee y,
en los casos que se requiera, amplíe o modifique dichos conocimientos. Esto le permitirá al
docente fundamentar su práctica pedagógica (Domingo y Gómez, 2014).
Las preguntas que el acompañante le plantee al docente que acompaña resultan críticas para
que este profundice en sus pensamientos e inicie un proceso de cuestionamiento de sus
propias prácticas y los supuestos que las sustentan. En ese sentido, debemos asegurarnos que
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Ejemplos de preguntas extraídas de: www.transformleaders.tv. Traducción propia.
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nuestras preguntas son abiertas y neutrales para que promuevan el pensamiento y la reflexión
en los docentes.
Por preguntas abiertas, entendemos aquellas que, por su formulación, permiten que la
persona que responde elabore una respuesta original (propia) y que es lo suficientemente
amplia para generar una variedad de respuestas. Veamos los siguientes ejemplos:
En la primera pregunta, se consulta al docente por qué cree que no le alcanzó tiempo
suficiente para desarrollar la última actividad de aprendizaje. Podemos considerar que se trata
de una pregunta abierta porque requiere de una respuesta original o propia, es decir, no hay
respuestas predeterminadas. Por el contrario, el docente requerirá elaborar sus propias
hipótesis acerca de por qué no le alcanzó el tiempo.
Además, su respuesta puede ser muy variada: desde que no controló el tiempo, que el tiempo
no era suficiente para el nivel de complejidad de la tarea, que los niños no tenían los
materiales suficientes para avanzar en el tiempo previsto, etc. En resumidas cuentas, la
generación de sus propias hipótesis ayuda a que el docente se inserta en un proceso reflexivo.
Por otro lado, para que las preguntas que desarrollamos en el AP promuevan la reflexión
docente, estas no solo deben generar una respuesta original y amplia, sino que también deben
ser preguntas neutrales, es decir, que a través de ellas el acompañante no induce o sugiere
una determinada respuesta de parte del docente acompañado. Veamos algunos ejemplos:
Podemos decir que la primera pregunta no es neutral, en tanto se adelanta a la emoción que
ha podido experimentar el docente, es decir, direcciona la respuesta del docente y circunscribe
la reflexión a si el docente sentía o no enojo. En cambio, la segunda pregunta no asume de
antemano la emoción que ha experimentado al docente, en ese sentido, es neutral, pues no
direcciona la respuesta del docente y, por lo tanto, da lugar a una reflexión más amplia.
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Para evitar hacer preguntas que direccionan las respuestas del docente acompañado, puede
resultar de utilidad pensar si tenemos una respuesta previa para la pregunta que estamos por
realizar. Si es así, significa que debemos reformularla antes de hacérsela al docente, pues
probablemente no sea neutral.
Esta técnica tiene por objetivo ayudar al docente acompañado a mirar la experiencia que se
analiza desde una nueva perspectiva. Para ello, podemos: 1) sintetizar en forma clara la
situación o experiencia que se está analizando y 2) hacer preguntas que permitan al docente
“pensar fuera de la caja”, es decir, que cuestione sus propias ideas y premisas, y que le
permitan buscar ideas alternativas a las que actualmente tiene. Veamos algunos ejemplos:
Las dos preguntas que planteamos como ejemplo sirven para reconfigurar el pensamiento. La
primera tiene por objetivo que el docente mire el problema que enfrenta desde una óptica
distinta, de allí que se haga uso de “¿De qué otra manera?”. Este tipo de preguntas ayudan a
salir del problema y pasar a buscar formas alternativas de acción.
4.3.Escucha activa.
La escucha activa es aquella que realizamos para comprender al otro. Requiere tomar atención
a las palabras, emociones y el lenguaje corporal de nuestro interlocutor e involucra dos
acciones principales.
La primera es responder a las necesidades afectivas del docente acompañado, es decir, estar
atento a sus preocupaciones y emociones, así como ser empático con estas. La segunda, es
parafrasear lo que el docente acompañado menciona. Con esta acción aseguramos, por un
lado, que el docente acompañado se sienta escuchado y, por otro, puede ayudar a clarificar
sus pensamientos.
Además, la escucha activa nos permitirá que los contenidos de nuestras intervenciones,
preguntas y repreguntas respondan al proceso de pensamiento que está siguiendo al docente,
en lugar de enfocarse en el nuestro.
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4.4.Mantener el silencio.
Como hemos visto anteriormente, el proceso reflexivo supone una alta demanda cognitiva y
afectiva de parte del docente acompañado. Por lo tanto, es necesario ser pacientes y darle al
docente el tiempo suficiente para elaborar sus respuestas y llegar a sus propias conclusiones.
En esa línea, debemos evitar intervenir antes de tiempo o anticiparse a las respuestas del
docente acompañado.
Asimismo, resulta fundamental comprender que nuestro rol es de soporte al docente, pero
que el docente es el protagonista del proceso reflexivo. Esto supone que la mayoría del tiempo
escuchamos al docente que acompañamos, con una actitud de apertura e interés hacia lo que
él o ella tiene que decir.
4.5.Iniciar la acción.
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Los esfuerzos, las técnicas y los procedimientos destinados a generar un contacto cercano con
el docente que es acompañado, se basan en una interacción que potencie la libre expresión y
el derecho a discrepar, el respeto a la diferencia, a desarrollar el espíritu crítico, el análisis de la
realidad y el fortalecimiento de objetivos comunes desde la participación y la creatividad, los
cuales suponen un entramado que fortalece y predispone hacia la acción y la consecución de
los objetivos individuales y, por qué no, colectivos.
De esta manera, el docente acompañado sentirá que no se encuentra solo en medio de una
labor compleja como es la tarea educativa, sintiéndose reconocido y apoyado por el
acompañante, quien lo animará a seguir en sus esfuerzos paulatinos por mejorar su
desempeño.
5.3.La preparación del acompañante
El acompañante requiere preparación antes de iniciar el contacto con el docente a cargo, es
decir, no solo conocer el proceso que debe seguir y manejar los instrumentos del programa,
sino contar con información sobre la clase que le toca al docente ese día o conocer las tareas
fuera de las horas lectivas que este debe cumplir. De esta forma, podrá dar una buena
impresión al docente, haciéndole sentir que es especial y se le desea atender con particular
atención.
La evidencia de esta intención será:
- Contar con sus anotaciones de la visita anterior
- Tener una guía de preguntas sobre las actividades previstas para la fecha de visita, a
través de las cuales pueda.
- Contar con información sobre la coyuntura institucional y comunal.
Asimismo, es recomendable:
El acompañante debe preocuparse por conocer las distintas realidades de sus docentes
acompañados, pero sobre todo debe creer en ellos y en sus posibilidades de crecimiento y
transformación.
El propósito del diálogo reflexivo es ayudar a los docentes acompañados a que piensen y
reflexionen por sí mismos sobre su propia práctica. Por lo tanto, el rol de los acompañantes es
estimular el pensamiento y la reflexión del docente, es decir, promover una confrontación
entre el docente a cargo de la praxis y el docente que reflexiona sobre ella.
Para cumplir este rol, se espera que el acompañante posea un conjunto de disposiciones que
le permitan establecer un vínculo con el docente que acompaña y contribuir a su desarrollo
profesional. Presentamos a continuación las disposiciones que plantea el Instituto Australiano
para la Enseñanza y el Liderazgo Escolar (AITSL, por sus siglas en inglés):
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El acompañante muestra un interés auténtico por el desarrollo profesional del docente
que acompaña. Esta es quizás la disposición más importante, pues involucra que el
acompañante esté altamente comprometido con el desarrollo profesional del docente que
acompaña y con el proceso del diálogo reflexivo, mostrándose abierto y honesto en el
proceso de diálogo reflexivo y en todo el acompañamiento pedagógico.
El acompañante construye una relación de confianza con el docente acompañado.
Resulta de vital importancia que el acompañante construya una relación de confianza con
el docente acompañado. Como hemos visto, es una condición para que el diálogo reflexivo
pueda desarrollarse adecuadamente, pues sin esta relación de confianza, el docente
acompañado no será del todo honesto y abierto y tampoco estará dispuesto a recibir la
retroalimentación del acompañante. Esta relación debe construirse desde la primera
interacción entre docente acompañado y acompañante, y debe continuar desarrollándose
a lo largo de las visitas de acompañamiento.
El acompañante brinda soporte al docente acompañado durante el diálogo reflexivo. La
principal función del acompañante es guiar al docente en el proceso de mejora de su
práctica pedagógica. Brinda las pautas, orientación y herramientas didácticas que requiera
el docente, reconociendo que el docente es el protagonista del proceso reflexivo y, por lo
tanto lo anima a empoderarse de su rol.
El acompañante se muestra empático con el docente acompañante a lo largo del diálogo
reflexivo. La empatía es una disposición fundamental en el desarrollo del diálogo reflexivo.
Requiere que el acompañante se “ponga en los zapatos” del docente acompañado y que
busque, en todo momento, comprender los pensamientos y emociones de quien
acompaña, en lugar de concentrarse en el propio punto de vista o postura.
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