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Corresponde hacer notar que tal criterio fue superado posteriormente puesto que
la actual legislación francesa reconoce la existencia de la propiedad de la
superficie en forma separada de la propiedad del suelo, permitiéndosele al dueño
la enajenación solo de la superficie y la conservación del suelo y subsuelo. Igual
criterio inicial siguió nuestra codificación abrogada al tenor del Art. 297.-: “La
propiedad de un terreno, trae consigo la propiedad de la parte exterior e interior
de él.
El propietario puede en la superficie o parte exterior; hacer todas las
plantaciones y construcciones que crea conveniente, salvas las excepciones
establecidas en el título de las servidumbres.
Una vez cumplidas tales exigencias, existirán dos titulares: uno dueño del suelo y
del subsuelo y otro titular de la facultad de edificar en el espacio aéreo o
superficie.
4. DURACIÓN Y EXTINCIÓN. Esta concesión (onerosa o gratuita) por mandato
del Art. 202.- es temporal y no podrá exceder del tiempo máximo de cinco años. Se
entiende como término de carácter perentorio y definitivo, si no se usara del
derecho a construir dentro del plazo voluntario o legal, según sea el caso, se
extinguirá este derecho a su vencimiento y sin ninguna obligación para el
concedente quien recupera la plenitud de su derecho propietario.
5. EL DERECHO DE SUPERFICIE: CONCEPTO. "El derecho de superficie es
aquel derecho real inmobiliario que se ejercita y corresponde a lo edificado o
plantado en suelo ajeno".
Este concepto deroga la presunción de la propiedad única del terreno y lo adherido
en ello o que este sobre el mismo. Por tanto, a partir de su reconocimiento legal, se
pone en vigencia una excepción a la regla que dice: “la superficie cede al suelo en
virtud de las normas de la accesión”.
6. NATURALEZA JURÍDICA. En mérito a lo ya expresado, podemos advertir
que cuando existe el derecho de superficie no se aplicaran las reglas de la
accesión, salvo pacto o convenio en contrario, porque el derecho de superficie se
constituye en un derecho real inmobiliario que tiene por principal característica
atribuir a su titular un amplio señorío sobre la propiedad de otro.
Este derecho por sus particularidades propias ha sido objeto de diversas
consideraciones, exponiéndose variadas teorías sobre su naturaleza jurídica:
a) Una señala que el Derecho de Superficie es una forma de Servidumbre predial,
vale decir que un ajeno se sirve de algo que no le pertenece, por permisión del
propietario. Tesis rebatida con el fundamento de que las relaciones son
diferentes, tanto en la servidumbre (donde existe un fundo dominante y un
fundo sirviente claramente identificado).
b) En otro criterio teórico se admite que el Derecho de Superficie refleja la
Institución del Usufructo e una de sus formas, porque las calidades de las
partes intervinientes son distintas: una sola persona es propietaria del suelo y
de la superficie y la otra ejerce derechos de uso, goce y disfrute sobre la cosa
ajena. En consecuencia, de ser así, se estaría reconociendo la existencia de
titulares de Derechos Reales diferentes: uno propietario y otro usufructuario
no propietario.
Según el Art. 688.- del Código. Civil, los contratos de arriendo no podrán
celebrarse por más de diez años, quedando reducido a este plazo si se establece
uno mayor. Aplicando tal regla al término de duración del Derecho de
Superficie originado por un contrato de dicha naturaleza, este no podrá exceder
el límite de los 10 años, de manera que se ve afectado el término de 30 años
previsto para el derecho de superficie.
9. OBJETO Y EXTENSIÓN DEL DERECHO DE SUPERFICIE. Será objeto
de este derecho todo lo que se refiera a construcciones o edificaciones en su
integridad conformando un todo independiente, eliminándose la posibilidad de
establecer solamente en una parte de la edificación, como por ejemplo solo el
último piso, y tampoco entrarán a formar parte del derecho de superficie las
plantaciones, por constituir objeto de diferente tratamiento en aplicación de las
reglas de la accesión o, en su caso, de otra legislación especial cual es la ley
agraria.
Para que la transmisión del derecho sea eficaz, habrá que tener en cuenta la
titularidad que le sirve de base, debiendo existir una relación de causalidad entre
la relación jurídica previa y la nueva, que quedarán vinculadas en virtud
precisamente de esa transmisión.
Esta causa puede ser un hecho jurídico (por ejemplo, muerte de un sujeto que
provoca el que sus derechos sean traspasados a sus herederos), o un acto voluntario
del titular, que libremente decide transferir ese derecho a otra persona (por
ejemplo, una compraventa).