Resumen Politica Final
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de automóviles per cápita se ubicaba entre las cinco mas altas del mundo. Comienzan los primeros conflictos entre la
producción nacional (ypf) y el capital petrolero norteamericano.
Se abría otra veta en la que sobresalía una misma tendencia de fondo: la creciente importancia de USA en la economía
argentina, y la pérdida de influencia de Gran Bretaña.
El impuesto que tenían que pagar los productos que entraban al país estaba calculado sobre un valor oficial estimado,
llamado “valor de aforo” o “tarifa de avalúos”.
En 1914 Alvear decidió aumentar los valores de aforo del 60%.
Pero la reforma de 1923 fue la más significativa acción oficial a favor a la industrialización
Alvear era favorable a las industrias que estimularan la demanda por la producción primaria local, y también a las
manufacturas en general.
Avatares de la moneda
El abandono de la convertibilidad en 1914 no derivó en una desvalorización del peso.
La reducción de importaciones durante la guerra ahorró divisas y se tradujo en excedentes comerciales considerables.
Pero a partir del año 1920 la BPagos comenzó a deteriorarse, los precios de las exportaciones cayeron y en 1923 la moneda
nacional alcanzó un precio mínimo de 3,3 pesos por dólar.
En el año 1924 comenzó una nueva recuperación de los precios de los productos agropecuarios y en 1927 el gobierno
declaro nuevamente la convertibilidad.
El tipo de cambio como un precio que determinaba en alto grado la distribución de ingresos nacional. Los asalariados se
veían generalmente perjudicados con la depreciación ya que tenían un importante peso en su canasta básica de consumo.
Así la caída del peso estaba asociada a precios más altos de los alimentos. Las fluctuaciones del peso también pueden verse
como un síntoma del grado de dependencia externa de la Argentina.
En 1929 se declara la inconvertibilidad
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expandiera en la Arg el transporte automotor. En tanto este ganara en importancia a costa del ferrocarril crecería la
demanda por automóviles y neumáticos norteamericanos.
El origen del combustible para el transporte también reforzaba este conflicto: EEUU estaba interesado en la explotación
petrolera en el país, el carbón utilizado provenía de sobre todo de Inglaterra. La intensidad con la que el gobierno argentino
apoyara la expansión de las rutas y caminos era una decisión que afectaba las relaciones internacionales del país.
El interés británico por recuperar sus ventas en la Argentina coincidía con las pretensiones de algunos sectores locales.
El otorgamiento de privilegios a las importaciones desde Inglaterra era una valiosa prenda de cambio que podía convencer
a los británicos para que levantarán sus barreras a las carnes y otros productos argentinos en el caso de una eventual
negociación. Los industriales se encontraban con que las restricciones a las importaciones impuestas por la Depresión
alejaban la competencia extranjera y permitían una mayor expansión de sus actividades.
Muchas filiales de empresas norteamericanas que se habían instalado a lo largo de los años 20 en la Argentina también
perdían con una intensificación del comercio con Inglaterra. Para usa un excesivo acercamiento de la Arg con Gran Bretaña
era el peor de los mundos posibles: se perjudicarían los exportadores norteamericanos.
Pero el interes industrial y norteamericano no fue lo suficientemente fuerte como para evitar la consolidación de un
particular bilateralismo anglo-argentino.
Uno de los acuerdos internacionales mas polémicos fue el de Roca-Runciman.
La inquietud de los ganaderos argentinos por los problemas que encontraban para exportar se transformó en pánico
después de que se fijara en Otawa un sistema de cuotas decrecientes para las carnes argentinas en el mercado inglés.
Los ganaderos argentinos querían revertir la situación a toda costa. Su presión a favor de un trato comercial con Inglaterra
se resumía en la fórmula de “comprar a quien nos compra”
Keynes se pronunciaba a favor e un movimiento hacia el bilateralismo ango-argentino, argumentando que de ese modo se
promovería el interés de los dos países:
Las razones detrás de la presión inglesa por rebajas arancelarias preferenciales, era entonces, la necesidad de defender
algunas de sus industrias de exportación.
El pacto Roca-Runciman se ganó la oposición de una buena parte de la opinión publica Argentina, sobre todo la de los
nacionalistas.
Lo que se consideraba una grosera alianza entre el k inglés y los sectores agropecuarios había sido convertido en la política
“vendepatria” cedía a los deseos del k británico con tal de conseguir mercado para las carnes argentinas.
Dominó una sensación general de rechazo que descubrió maniobras fraudulentas de los frigoríficos ingleses.
Las autoridades argentinas fueron algo débiles en las negociaciones. Las concesiones a Inglaterra se cumplieron más que
con las británicas a los intereses argentinos.
La prioridad para Inglaterra fue estrictamente respetada pero el cumplimiento no fue reciproco.
En 1936 el Board Trade menciono la posibilidad de gravar las carnes argentinas, invocando un severa crisis de la ganadería
británica.
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CAPITULO 5: DEL PARAISO PERONISTA A LA CRISIS DEL DESARROLLO (1948-1958)
LA HORA DE LA AUSTERIDAD: EL PLAN ECONOMICO DE 1952 PAG 208-212
En 1952 el gobierno lanza un programa de austeridad que contrastaba con las políticas de los primeros años. El
estancamiento económico ya venía prolongándose por tres largos años.
En ese año hubo una desastrosa cosecha, escasez de energía eléctrica.
El plan de estabilización económica de 1952 conocido como plan económica tenia como objetivo detener la inflación.
Se intentaba resolver el problema del déficit comercial externo que se estaba tornando crónico. Había que moderar el
consumo, había que gastar menos.
La inversión publica se redujo bastante en 1952, el gasto bajo entre 1950 y 1953 un 23% y el déficit disminuyo tmb.
Los fondos de la seguridad social siguieron solventando los déficits fiscales, ya que los ingresos por aportes previsionales
continuaron superando a los pagos por ese concepto hasta mas alla de la caída del peronismo.
La retracción fiscal se combino con una política monetaria mucho mas restrictiva que hasta entonces. La tasa de
crecimiento de la cantidad de dinero descendió.
La inflación empobrece a los que viven de un ingreso fijo (sueldos y salarios)
Los instrumentos monetarios no fueron los únicos con que se intento combatir la inflación. Hubo medidas mas directas
como el retraso de las tarifas públicas, y el aumento de los subsidios a los bienes básicos.
La política antiinflacionaria fue acompañada por un concertado y prudente manejo de salarios.
Se pretendía establecer una política de ingresos mas duradera.
Algunas medidas apuntaron al aumento de las exportaciones, la faena de animales se restringió de manera de reducir la
inestabilidad de la exportación vacuna.
Después de años de ser perjudicados por el IAPI los productores agropecuarios comenzaron a recibir precios más favorables
superiores incluso a los vigentes en el exterior.
Se intentó fomentar la exportación de otros artículos a través de modificaciones en el sistema cambiario.
Con el plan de 1952, el gobierno desmontó el esquema que había estado vigente a partir de 1946.
La política expansiva salarial de 1946-50 dejó paso a un sistema de negociaciones bianuales que empezó con una drástica
caída de salarios reales, la liberal política de crédito para la industria fue moderada en nombre de la estabilidad monetaria,
y el virtual impuesto a las exportaciones agropecuarias que estaba implícito en el IAPI hasta 1948 no solo desapareció sino
que fue reemplazado por una deliberada política de aliento al sector rural.
La inflación bajo hasta tocar un mínimo en 1954 del 3,1%.
La caída de la inflación restableció la confianza en el peso entre 1952-55 aumento la proporción de riqueza privada
atesorada en moneda nacional, se recupera la producción interna y la balanza comercial paso a ser superavitaria en 1953 y
1954.
4) Argentina 1958-1973: FRONDIZI (Desarrollismo) Arturo Illia (go and go) Revolucion
Argentina (Ongania)
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Se intentaría estimular la producción nacional de autos y camiones.
Se buscaba integrar económicamente a las distintas regiones del país y descentralizar las actividades económicas.
La solución no era para los desarrollistas la vuelta de los trabajadores al campo, sino la conformación de nuevos centros de
producción y consumo en el interior del país.
La idea de que se necesitaba un impulso de inversión decisivo y simultaneo era una de las claves del pensamiento de los
desarrollistas.
Había que conseguir un masivo aporte de capital extranjero.
El giro ideologico era suavizado por la convicción de que las inversiones extranjeras eran la única via para garantizar la
independencia económica.
El arribo de inversiones desde el exterior dependía de las condiciones externas que lograra generar el gobierno.
La voluntad para crear esas condiciones se manifestó en la sanción de una ley de inversiones extranjeras.
El desarrollismo previa un futuro de relativa paz
El clima favorable al desarrollismo tenia un alcance continental, que en 1961 seria refrendado por eeuu a través de la
Alianza para el Progres, un sistema de ayuda técnica y financiera a los países de Am Latina dirigido a combatir el
subdesarrollismo. la intención de esa iniciativa tenia mucho que ver con la creciente amenaza comunista eeuu no quería
otra cuba.
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Las fallas que aquejaban a la versión desarrollista de la estrategia de sustitución de importaciones, particularmente nocivas
en el caso de la industria automotriz, puede resumirse en dos: el problema de la escala insuficiente y la falacia del ahorro de
divisas.
La combinación entre un mercado protegido y extraordinarios incentivos para la instalación de plantas generaba una
producción no solo apta para la exportación, sino además incapaz de surtir al mercado interno con productos de una buena
relación calidad-precio.
Ya hacía años que el mercado interno era considerado el destino natura de los productos manufactureros. Pero también es
cierto que la administración desarrollista no había hecho nada por cambiar ese estado de cosas.
La tibieza exportadora de la industria ponía en riesgo todo el programa: no ayudaba a obtener divisas, cuya escasez estaba
llegando a un punto crítico.
Uno de los fundamentos del programa desarrollista era combatir el “problema estructural” que venia sufriendo la
economía argentina en la última década, reflejado en la incapacidad para combinar al mismo tiempo aumentos en el nivel
de actividad con quilibrio en los pagos externos.
Cada vez que la economía comenzaba a expandirse, crecían las importaciones de insumos para la industria y con ellas la
amenaza de una crisis de balanza de pagos.
Una estrategia eficaz de sustitución de importaciones seria aquella q resultara en una demanda menor de esos insumos. No
paso tal cosa en los años de Frondizi. Alguna de las ramas que más se expandieron durante esa época, fue la automotriz,
eran bastante intensivas en insumos importados, aun cuando su uso estaba legalmente limitado.
Esta industria agotaba el ahorro de divisas que se había conseguido gracias a la política petrolera.
Cuando las políticas desarrollistas permitieron que aumentara la oferta domestica al acelerado ritmo que esa demanda
reprimida requería, no es que se estuvieran sustituyendo importaciones se estaba produciendo bienes cuya importación
había estado prácticamente prohibida hasta ese entonces, esas actividades dependían en una medida de insumos
extranjeros, está claro que el resultado era desahorrar divisas, antes que ahorrarlas.
También hubo un mecanismo de demanda provocada por los cambios en la distribución del ingreso.
El ingreso salarial como porcentaje del ingreso nacional disminuyo, como consecuencia por el efecto inmediato del plan de
estabilización.
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Se suspendió el financiamiento a algunas importaciones y se reinstauraron los controles cambiarios para movimientos
financieros. Se premió a las industrias que utilizaban pocos insumos importados con un mayor volumen de crédito, al tiempo
que se restringía el uso de componentes no nacionales en la industria automotriz.
La política cambiaria fue el arma contra el déficit externo, el control de cambios no alcanzaba a las operaciones comerciales,
que se realizaban con bastante libertad.
La gran ventaja era que garantizaba estabilidad al poder de compra de las divisas obtenidas por los exportadores.
La política cambiaria coincidió con el crecimiento de las exportaciones. La Argentina pudo exportar más bienes agropecuarios
porque produjo más.
Buenas condiciones climáticas y la esperada respuesta de los productores a los mejores precios se combinaron para que la
producción agropecuaria de 1964/65 fuera alta en comparación al promedio histórico.
Illia decidió la anulación de los contratos petroleros con empresas extranjeras. Esto implicaba un daño a la credibilidad
argentina en su trato con los inversores extranjeros, esto tuvo como resultado la interrupción del crecimiento del sector
petrolero argentino. Se perdía así una oportunidad de complementar el aumento de las exportaciones con otra fuente de
ahorro de divisas.
Los resultados de estas medidas fueron la recuperación económica con un 10% de aumento anual del PBI, la participación de
la inversión en el producto bruto fue de un 20%, la reactivación impactó sobre el nivel de empleo y llevo la tasa de
desocupación bajó a un 4,6%. El auge exportador permitió acumular saldos comerciales favorables por 1400 millones de
dólares.
En 1966 ni el PBI cayó ni hubo crisis de balanza de pagos. La desaceleración de la demanda interna evito que aumentaran
las importaciones y el superávit comercial fue mas alto que en los años previos.
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El ministro pasó a ser José María Dagnino Pastore, debió padecer la fuga de capitales causada por la desconfianza que siguió la
remoción de Krieger Vasena, encarar las renegociaciones salariales y sufrir la “inflación vacuna” (el aumento acelerado de los
precios de la carne).
Las medidas que tuvo que tomar fueron de contracción de importaciones, con las que logró generar un superávit comercial en
1970. Los salarios se renegociaron a niveles que estaban a un 20% por encima de los anteriores, los trabajadores por fin
conseguían una posición algo más cómodo. Pero la inflación retomaba un curso ascendente, empujada por el precio de la
carne.
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A partir del Pacto Social se acordó una configuración de precios y salarios, con la expectativa que se mantuviese en el tiempo.
Los sueldos fueron aumentados en un monto fijo, que para los trabajadores de menores ingresos representó cerca del 20% de
mejora.
También se intentó congelar los precios, de acuerdo con una lista oficial que para algunos productos preveía una reducción en
los valores nominales.
La realidad era que los gremios no estaban conformes, este pacto significaba un recorte de poder, ya que desaparecía su
capacidad negociadora.
Cuando asumió Perón muchos sindicalistas esperaban una corrección de este pacto, pero el mismo ratifico el acuerdo y lo
afirmó como la principal arma para el manejo económico de corto plazo.
Los empresarios tampoco podían estar satisfechos con un programa que tenía como propósito explícito y central reducir la
proporción del ingreso nacional recibida por el capital.
El resultado inmediato fue que en el año 1973 cerrara con un superávit de comercio de 1030 millones de dólares.
El PBI creció 4,5%, el desempleo en el Gran Buenos Aires disminuyo de 6,1% a 4,5%.
La balanza comercial mejoró ya que la mayor demanda de importaciones pesó menos que las divisas conseguidas gracias a los
altos niveles de precios internacionales y producción de los bienes exportables.
Pero nada de eso era tan impresionante como el registro de la inflación la cifra de 60% de aumento de precios a lo largo de
1973.
A fin de este año la consigna “inflación cero” ya era un logro del gobierno justicialista y un eficaz instrumento de propaganda.
El éxito de las políticas aplicadas por Gelbard se basaba en dos argumentos: para frenar la inflación permanente es
indispensable que la emisión de dinero sea moderada y lo más importante son las expectativas de la gente acerca de la
marcha futura de los precios.
Si se logra instalar la creencia de que los precios se mantendrán estables, la gente estará dispuesta a mantener en sus
bolsillos más dinero del que guardaba en la época de alta inflación.
Pero las primeras deficiencias del pacto social aparecieron como consecuencia de eventos externos, ajenos al control del
gobierno.
El aumento de los precios de los insumos provenientes del exterior impactaba en los costos de las empresas, que
reclamaron cierta libertad para trasladar esos incrementos a los precios, también comenzó la resistencia sindical, que
exigían control por parte de la CGT sobre los balances de las empresas, para ver hasta qué punto se justificaba su reclamo.
Perón decidió que la importación iba a ser a precios subsidiados por el estado de los insumos. Esto no dejaba de ser un
síntoma de nuevas dificultades.
En 1974 el Pacto Social llego a su deterioro definitivo, el gobierno estudiaba un aumento de tarifas para contener el déficit
fiscal, y de los combustibles para trasladar al mercado interno la suba en el precio internacional del petróleo.
Había desabastecimiento de ciertos productos, presión por parte de los gremios para que haya una corrección en la política ya
que la inflación iba erosionando el salario real.
La medida que se tomó este año fue una “gran paritaria nacional”, la cual determinó un aumento de sueldos, tarifas públicas y
combustibles y autorizo a ciertas revisiones de precios.
La muerte de Perón significó la desaparición de un factor equilibrante y coordinador.
En 1974 Gelbard fue reemplazado por Alfredo Gómez Morales.
El número de ministros ha sido en la Argentina un buen indicador del grado de estabilidad de la economía y de las políticas
económicas, en los veinte meses que duró la viuda de Perón pasaron por el Palacio de Hacienda seis ministros.
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La tasa de inflación iba a estar determinada por la suma de la inflación internacional más el ritmo de la devaluación. Una
resolución reaseguraba: habría recortes especiales de aranceles a la importación para aquellos productos cuya inflación fuera
mayor a la internacional más la tasa de depreciación.
Los resultados inmediatos que tuvo la tablita fueron: una expansión de la actividad económica, la demanda agregada se
recuperó al compás del descenso en las tasas reales de interés, pero la caída de la tasa de interés se dio de un modo distinto
del que esperaba el gobierno.
Este plan antiinflacionario falló en su objetivo específico, además se iba acumulando un atraso cambiario que, al abaratar las
importaciones y hacer menos rentable la exportación tendía a deteriorar la balanza comercial. Por lo que la balanza comercial
fue positiva en 1976 y 1979, pero cambió bruscamente en 1980.
Salvo en la industria automotriz y naval, todo era quejas.
En febrero una devaluación no programada del 10% terminó con la tablita. La desconfianza se convirtió en pánico y a fines de
marzo hubo una pérdida de reservas acumulada desde octubre que rozó los 5000 millones de dólares.
El Banco Central dejaría de emitir dinero destinado a financiar los desequilibrios del Tesoro Nacional.
La esperada recuperación fiscal se basaba en impuestos adicionales a la exportación, un esquema de “ahorro forzoso”, el
aumento de algunos gravámenes específicos y la reducción del periodo de pago del IVA.
Se introdujo el desagio: los contratos pactados en la moneda antigua se transformaban automáticamente a australes, a través
de una tabla de conversión que mantenía el valor real esperado de los pagos futuros.
Las tasas de interés reguladas se reducían a un promedio del 5% mensual.
El plan tuvo un efecto favorable inmediato que incluyó, un incremento de las exportaciones, lo que permitió que el Banco
Central aumentara sus reservas; la suba de las recaudaciones impositiva y tarifaria; la disminución del déficit fiscal y de la
emisión monetaria, y la reducción de la tasa de inflación al 2% mensual.
El aumento de gravámenes al comercio exterior y a los combustibles, el producto del “ahorro forzoso” y la contención de los
salarios de la administración pública también contribuyeron a que el déficit fiscal se mantuviera dentro de los márgenes
previstos en el plan.
La estabilidad trajo ganancias para la población como el aumento inmediato del salario real y la reaparición de líneas de
crédito para consumo. Esas mejoras ayudaron a tonificar la demanda y estimular la produccion.
Al comenzar 1986 el Plan Austral era un éxito, economico y político.
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El congelamiento de tarifas al deteriorar los ingresos reales de las empresas públicas impactaba sobre el déficit fiscal y por lo
tanto sobre la capacidad de consolidar la estabilidad.
El superávit de la balanza comercial daba signos de debilitarse, por lo que en 1986 se anunció una “flexibilización”.
A partir de entonces los precios públicos se irían ajustando paulatinamente dando una pauta para el crecimiento de los
salarios y los precios privados.
La flexibilización demostró que el congelamiento de precios había tenido un papel importante comp tregua forzada de los
típicos conflictos distributivos de la economía argentina.
Las renegociaciones de salarios resultaron en aumentos cada vez mas rapidos.
Durante los críticos meses de mediados del año 1986, el aumento en la demanda de dinero había sido satisfecho y lo mas
probable era que las nuevas inyecciones monetarias afectaran proporcionalmente al nivel de precios.
Hubo un problema de coordinación de políticas. Mientras que desde el Ministerio de Economía se pretendía un manejo mas
prudente, las autoridades del Banco Central intentaban expandir el crédito para reanimar la producción. Considerando las
tasas de interés reales, el objetivo de dinero barato aparece cumplido: de niveles positivos se pasó a mediados de 1986 a tasas
negativas.
La política de estabilización careció de una estrategia estructurada.
Esa ausencia se debió a la perdida de credibilidad que había implicado el rápido retorno a un régimen de alta inflación.
Era sabido que una reducción de la inflación requeria moderación en la política monetaria durante un tiempo prolongado,
pero ese tiempo no estaba disponible, porque hacia fines de 1986 reapareció la necesidad de financiar los déficits públicos con
emisión de dinero, con lo que se quebrantaba una de las promesas del Plan Austral.
Las causas estructurales del Deficit fiscal estaban intactas. Todas las razones por las que había mejorado las cuentas del estado
fueron desapareciendo.
Hubo además mala suerte los precios de los productos exportables tuvieron una caída de 20% en dos años, complicando un
esquema de financiamiento publico que contaba entre sus pilares a los impuestos al comercio exterior.
En esas condiciones no podía sostenerse la restricción monetaria.
Con una inflación que ya amenazaba con volver a los dos dígitos mensuales al comenzar el año 1987 el equipo economico
dispuso un nuevo congelamiento de pregios: “el australito”.
Se trataba de una medida defensiva ante el desborde inflacionario.
Al grave desequilibrio que presentaban las cuentas publicas se sumaban las demandas de fondos provenientes de las
provincias y una generosa concesión de créditos para vivienda, lo que condujo a un creciente endeudamiento.
Por lo que el gobierno intentó un segundo ajuste, llevar a cabo una política más restrictiva en el manejo de la oferta de
dinero. Pero esta política comenzó a afectar a las cuentas públicas ya que su presión recesiva reducía la recaudación y por otro
lado incrementaba la remuneración a los encajes lo que aumentaba el gasto.
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